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Biblio 3W. Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales
Universidad de Barcelona [ISSN 1138-9796]
Nº 271, 25 de enero de 2001

 
LAS NUEVAS DINÁMICAS METROPOLITANAS. EL ESTUDIO DE LOS CAMBIOS ACONTECIDOS EN EL ÁREA METROPOLITANA DE BARCELONA A TRAVÉS DE ALGUNAS PUBLICACIONES RECIENTES.

Antonio Algaba Calvo
Doctorando en Geografía Humana
Universidad de Barcelona


Palabras clave: áreas metropolitanas, área metropolitana de Barcelona, infraestructuras urbanas, deslocalización, especialización del territorio, demografía urbana, migraciones residenciales

Key words: metropolitan areas / metropolitan area of Barcelona / urban infraestructures / deslocalitation / territorial especiality urban demography / residential migrations.


La ciudad metropolitana experimenta a mediados de los años ochenta un cambio de escala. Las dinámicas urbanas que originaron las áreas metropolitanas han sido superadas. Hasta los años ochenta, se extendió la etapa de génesis y definición de las áreas metropolitanas. Este periodo se caracterizó por el incremento continuado de la capacidad de atracción de fuerza de trabajo de un municipio central y por la disminución de su capacidad de absorción hasta provocar su colmatación, lo que imponía una extensión del fenómeno metropolitano por su desbordamiento en coronas sucesivas. En esencia, el municipio central atraía más actividad económica y población de la que era capaz de albergar en su término municipal; así, mientras que el empleo se concentró en la metrópoli, el crecimiento residencial se distribuyó por el espacio periférico.

Tras la crisis económica de los años setenta, el modelo de crecimiento intensivo y concentrado fue sustituido por uno nuevo, de crecimiento extensivo y desconcentrado, en el que el área central se convierte en el origen principal de migraciones que provocan el crecimiento de las sucesivas coronas metropolitanas externas.

En los últimos años se han publicado diferentes artículos y libros cuya finalidad ha sido explicar los procesos urbanos que han dado lugar a cambios en la definición de las áreas metropolitanas. En el presente artículo se resumen algunos de los trabajos que explican las nuevas dinámicas que definen en la actualidad el área metropolitana de Barcelona.

A. Font, C. Llop y J.M. Vilanova. La Construcció del territori metropolitá. Morfogènesi de la regió metropolitana. Barcelona, Ed. Àrea Metropolitana de Barcelona i Mancomunitat de municipis,1999.

Este trabajo está centrado en el estudio de las transformaciones de la forma urbana del área metropolitana de Barcelona desde la extensión de la ciudad de Barcelona sobre su llano en 1850 hasta la actualidad. Este estudio analiza tanto el impacto de las planes urbanísticos como el de la distribución sobre el espacio de la actividad económica, la red viaria o la residencia en las distintas etapas históricas consideradas. En cuanto a las últimas décadas, los autores observan tres modelos diferentes de crecimiento en la región metropolitana barcelonesa: un crecimiento por agregación hasta la crisis de los años setenta, un crecimiento por dispersión durante los años ochenta y un crecimiento por polarización que caracteriza las transformaciones más recientes. El último capítulo del libro recoge una descripción e interpretación de las distintas unidades espaciales que articulan el territorio metropolitano. Finalmente, es necesario destacar la aportación que realiza Joan-Eugeni Sánchez a este trabajo, sus gráficos y explicaciones ilustran de forma clara cómo el desarrollo de la industria, la red viaria y la residencia han condicionado la morfología metropolitana.

VV.AA. Dinámiques metropolitanes a l'àrea i la regió de Barcelona. Barcelona, Ed. Mancomunitat de Municipis del Àrea Metropolitana de Barcelona. 1995.

Esta obra impulsada por la institución que gestiona el área metropolitana de Barcelona presenta un análisis conjunto de todos las procesos socio-económicos que interactúan sobre este territorio. La obra aborda desde una descripción de este espacio físico hasta un análisis de su estructura territorial basado en los flujos internos. En sucesivos capítulos se analiza el urbanismo, la distribución espacial de los distintos usos del suelo, las figuras del planeamiento urbanístico que rigen este espacio, la incidencia en este territorio del crecimiento y la distribución de la población, la evolución de la actividad económica y su competitividad, la estructura y distribución tanto del parque de viviendas como del mercado inmobiliario, la evolución y el impacto de su red de transportes sobre la movilidad de sus habitantes, y la red de servicios medioambientales como el abastecimiento de agua o el tratamiento de los residuos. Contiene un minucioso estudio de las dinámicas metropolitanas que está apoyado en una cuidadosa cartografía y un amplio trabajo estadístico, por lo que se convierte en una herramienta imprescindible para comprender la evolución reciente del área metropolitana de Barcelona.

J. Trullen (coordinador) La Barcelona metropolitana: economía i planejament, Revista Econòmica de Catalunya, 1997 n. 33, Colegio de Economistas de Catalunya.

Este número monográfico está formado por un conjunto de excelentes artículos firmados por distintos profesionales cuyo resultado es un análisis imprescindible para comprender la realidad metropolitana de Barcelona. Entre los artículos que lo integran destacamos tres: el artículo de J. Clusa y J. Roca: El canvi d'escala de la ciutat metropolitana de Barcelona, que explica los distintos criterios para calcular el territorio ocupado por un área metropolitana; la colaboración de A. Cabré y J.A. Módenes: Dinàmiques demogràfiques a la Regió Metropolitana de Barcelona, donde se destaca que el estancamiento demográfico contrasta con el incremento de los movimientos migratorios internos; y la aportación de J. Serra titulada Migraciones metropolitanes i desconcentració demogràfica, en la que se analizan las migraciones internas caracterizadas por una orientación desde el centro a la periferia y desde los municipios grandes a los pequeños, situados cada vez más lejos.

Joan-Eugeni Sánchez. Avenços tècnics i efectes territorials a l´àrea de Barcelona, 1975-1995. En J. Roca Albert (Coord), La formació del cinturó industrial de Barcelona. Institut Municipal d'Història de Barcelona.

En este artículo se explica cómo han influido sobre la organización del espacio metropolitano barcelonés las últimas innovaciones tecnológicas. El autor relata cómo los fuertes cambios habidos en las tecnologías del transporte y la información han cambiado los criterios de localización de las empresas y los hábitos de consumo de los ciudadanos; como, en definitiva, han modificado la relación espacio-tiempo. Las innovaciones han provocado la expansión territorial de los espacios de uso de los habitantes metropolitanos y de la zona de influencia de la metrópoli, pero sin llegar a modificar la división social del espacio.

A. Algaba. La promoción residencial y el mercado de la vivienda en L´Hospitalet de Llobregat en la década de los noventa. Beca L´Hospitalet 1999-2000, p. 277. Inédito, depositado en el Museu de L´Hospitalet.

El último de los trabajos que relatamos es propio. En la primera parte de éste se analizan las dinámicas demográficas que caracterizan y definen en la actualidad el espacio metropolitano; se explica el impacto que la revolución de las infraestructuras, la deslocalización del empleo y la suburbanización residencial han tenido sobre el espacio metropolitano; y como, en los últimos 25 años, la saturación de las ciudades ha sido substituida por una ciudad extensa y dispersa, donde los políticos de las ciudades centrales temen las continuas pérdidas de habitantes en sus municipios. En el resto del trabajo se analiza el impacto que estos cambios han tenido sobre el mercado metropolitano de vivienda.

Apoyándonos en estos trabajos presentaremos a continuación los rasgos esenciales de la evolución metropolitana de Barcelona.

La revolución de las infraestructuras

En los últimos veinte años, el territorio que rodea a la ciudad de Barcelona ha pasado de ser una periferia heterogénea, densa, inarticulada, precaria, fragmentada y sin accesos adecuados a un sistema de ciudades fuertemente interrelacionadas y cada día mayor centralidad.

Este cambio se ha basado en la revolución de las infraestructuras, básicamente en las mejoras de las redes de comunicación, las cuales han incrementado la capacidad de transporte de personas y mercancías y han modificado la relación espacio-tiempo. Estos cambios han posibilitado la deslocalización del empleo y la residencia, a la vez que han extendido la influencia de la metrópoli cada vez más lejos.

Históricamente el transporte de los factores básicos de producción (materias primas, mano de obra y energía) ha condicionado el desarrollo de los asentamientos urbanos. Las redes de transporte acostumbran a ser causa y efecto de la distribución de la población, pero es muy difícil determinar en qué porcentaje la construcción de las infraestructuras provocó la deslocalización o viceversa. Lo que es cierto es que la mejora de las infraestructuras (de personas, mercancías, energía e información) ha reducido las distancias, es decir, el tiempo necesario para recorrerlas, y ha posibilitado la ampliación del territorio de influencia directa de las ciudades, al permitir migraciones pendulares cada vez a una distancia mayor.

Las sucesivas innovaciones acontecidas en los últimos doscientos años en los sistemas de transporte de energía, mercancías, personas o información han tenido continuos e importantes efectos tanto en la forma como en la localización de los emplazamientos urbanos. Estas innovaciones han posibilitado la superación de las imposiciones geográficas y ha permitido la deslocalización de la actividad y la residencia. En resumen, han provocado una evolución desde la subordinación a la deslocalización, configurando un espacio cada vez más isótropo.

No obstante, en varias de las obras citadas en este artículo se explica como las mejoras en las infraestructuras de los últimos años no han tenido una repercusión homogénea en el espacio, sino efectos diferentes en el área central y en el área externa de la región metropolitana. Así, la disminución de la importancia de una variable antes determinante como era la distancia ha beneficiado más al área suburbana, que al disponer de una gran reserva de suelo barato ha atraído tanto a la actividad (empleo) como a la residencia (habitantes) incrementando su peso en el conjunto de la región.

Además, las nuevas infraestructuras viarias, construidas para facilitar e incrementar las comunicaciones entre centro y periferia, así como para minimizar el tiempo de los desplazamientos, han modificado las relaciones de centralidad. La substitución de una red viaria radial centrada en Barcelona por una red basada en cinturones concéntricos, como la B-30, ha desplazado una parte de la centralidad de la ciudad central a los nodos o puntos de enlace de estos cinturones, encontrándose localizaciones óptimas en municipios del Vallés Occidental y del Baix Llobregat.

En resumen, en la actualidad algunas de las imposiciones de las economías de escala han sido difuminadas por la revolución en las infraestructuras y "la experiencia demuestra que las operaciones de crecimiento reciente se definen no tanto en relación con los núcleos urbanos tradicionales (...) como en relación a las redes de infraestructuras, especialmente viarias, con sus enlaces e intersecciones por razones de accesibilidad o de exposición visual (1)". Hoy el factor de desarrollo urbano más importante no es la distancia a un determinado centro urbano, sino la pertenencia a la red y su posición relativa en ella. Sólo de esta forma es comprensible que nazcan nuevas ciudades con nombre de cruce de carreteras como 287&78, una edge-city situada en el área de New York-New Jersey.

La nueva localización de la industria y el empleo.

Desde los años sesenta, la construcción de las primeras autopistas estimuló la salida de la industria fuera de los centros urbanos y la multiplicación del número de empresas, sumada a la necesidad de encontrar suelo barato o grandes espacios vacíos, provocó la metropolización de la industria. Así, desde esta fecha, se multiplican los polígonos industriales en las proximidades de las recién inauguradas autopistas en numerosos municipios. Pero, fue a raíz de la crisis económica de 1973 cuando se produjo el cambio más significativo en la ubicación de la industria catalana. Esta crisis junto a la necesaria renovación tecnológica fueron las excusas utilizadas por los propietarios del suelo industrial para desmantelar las factorías ubicadas en los municipios centrales más ocupados y trasladar la industria a los municipios más externos del área metropolitana.

Estos traslados liberalizaron grandes superficies de un suelo que se había revalorizado en el proceso de densificación urbana experimentado en los últimos años. Un suelo óptimo para la construcción residencial o la ubicación de servicios intensivos en ocupación de espacio. Un cambio de usos del suelo que se convirtió en un gran negocio inmobiliario en los municipios más densos del área metropolitana y, sobre todo, en la ciudad de Barcelona.

La "exportación" de la industria desde Barcelona a su región metropolitana ha permitido un esponjamiento muy beneficioso para la metrópoli, que ha incrementado su atractivo y su calidad de vida. Los municipios más colmatados también han exportado o extendido con su industria parte de su capacidad para generar empleo y riqueza, disminuyendo su peso relativo aunque sin llegar a ceder su hegemonía industrial en la región. Mientras tanto, la localización de las nuevas industrias en los municipios de la segunda corona ha supuesto un fuerte incremento de sus rentas y de su capacidad de atracción de población, empleo y residentes, que en un porcentaje muy elevado provienen del área central.

Barcelona a pesar de haber perdido un gran número de empleos industriales por el elevado precio de su suelo, sigue siendo el primer mercado laboral industrial de Cataluña. Además, las actividades terciarias localizadas en la metrópoli han permitido a Barcelona, a pesar de haber perdido población absoluta, haber ganado en los últimos años puestos de trabajo, lo que ha aumentado la influencia de la capital sobre la primera corona metropolitana, muchos de cuyos habitantes están empleados en la ciudad central.

En cambio, su influencia sobre los municipios de la segunda corona se ha debilitado sensiblemente. Pues el crecimiento de la ocupación en los últimos veinte años se ha concentrado alrededor de la B-30, actual área de máxima accesibilidad y proximidad de Barcelona. Pero, aún así, aparte de Barcelona, tan solo seis municipios de la región reúnen entre 25.000 y 100.000 puestos de trabajo: son, por este orden, l'Hospitalet, Badalona, Mataró, Granollers, Sabadell y Terrassa.

En los próximos años, esta dinámica de pérdida de empleo por parte de las capitales metropolitanas puede verse acentuada. La escasez de oficinas modernas y amplias en el municipio de Barcelona ha provocado que algunas compañías hayan optado por una localización en un municipio de la periferia en lugar de una ubicación más tradicional en la ciudad central. En este sentido, en el área metropolitana de Barcelona el 52 por ciento (2) de la oferta de oficinas disponible se encuentra fuera de la capital; por lo que, de este modo, municipios como Sant Cugat, Cornellà, Hospitalet, El Prat o Barberà del Vallés que ofrecen nuevas zonas de oficinas y edificios corporativos construidos según las nuevas necesidades tecnológicas de las empresas, lo que está haciendo que se conviertan en áreas terciarias consolidadas (3).

Por otra parte, la paulatina deslocalización del empleo y la reducción objetiva y subjetiva de las distancias provocada por la mejora de las infraestructuras de transporte y por la universalización del automóvil ha incrementado la movilidad de los ciudadanos. "En la región metropolitana de Barcelona la media de la población que trabaja fuera de su municipio se sitúa en el 38% de los ocupados, pero la horquilla es muy amplia, va desde el 16% de Barcelona hasta más del 70% (Alella tiene con el 78% el máximo (4))".

El hecho de que muchos emigrantes conserven su empleo en el municipio que abandonan por motivos residenciales es uno de los factores básicos en el incremento de la movilidad diaria por motivo de trabajo, y contribuye de manera decisiva a la integración funcional de todo el espacio metropolitano. En este sentido, la facilidad para encontrar espacios residenciales contrasta con una localización del empleo mucho menos flexible. En respuesta al diferente gradiente de deslocalización entre el empleo y la residencia se observa una especialización territorial entre áreas que se han convertido en zonas residenciales, frente a otras que concentran la actividad productiva.

La especialización del territorio metropolitano

Las nuevas dinámicas metropolitanas han cambiado la fisonomía del territorio y su relación interna, pero no han disminuido la segregación espacial de la región metropolitana. Durante los últimos años, la decentralización de la actividad y del empleo más la suburbanización de la residencia han provocado la extensión del fenómeno metropolitano y la extensión de la ciudad hasta espacios tradicionalmente considerados como libres o rurales, pero este desarrollo no ha conllevado la homogenización del espacio. Han variado los usos del suelo pero no la tendencia a la especialización en el territorio.

En primer lugar, la especialización del territorio se refleja en el porcentaje de suelo ocupado por los distintos usos urbanos. En la región metropolitana encontramos municipios cuya superficie sólo está ocupada en un 5 por ciento, como Begues o Sant Climent de Llobregat; mientras que otros están ocupados hasta al 75 por ciento o más de su superficie; los ejemplos más extremos son por este orden l'Hospitalet, Barcelona, Sant Adrià, Cornellà y Esplugues.

Pero la heterogeneidad no se limita a la intensidad de la ocupación. Cada municipio se especializa en distintos usos urbanos, entre los que se pueden distinguir dos grandes bloques: por un lado, los relacionados más directamente con la población y su servicio (residencia, parques y equipamientos); y, por otro, los usos más vinculados con las actividades productivas y su funcionamiento (industria e infraestructuras). En este sentido existen municipios dormitorio y otros que dedican porcentajes muy elevados de su territorio a la industria y las infraestructuras (5).

Las diferencias en el interior de la región metropolitana no se limitan a los usos del suelo, sino que también tienen un reflejo demográfico. Dentro de la región metropolitana de Barcelona se dan tres situaciones distintas. En primer lugar, los municipios centrales como Barcelona, l´Hospitalet, Sant Adrià, Santa Coloma de Gramanet o Badalona se caracterizan por la pérdida constante de población por emigración desde los años ochenta. En segundo lugar, los municipios de la segunda corona metropolitana han incrementado su población en los últimos años gracias a albergar una inmigración moderada y un crecimiento natural positivo. Y en tercer lugar los municipios, más externos y de carácter más rural han visto crecer su número de habitantes, a pesar de tener un crecimiento natural negativo fruto de una población envejecida, por el incremento de la llegada de parejas jóvenes.

La especialización territorial no se limita a los usos del suelo o al comportamiento demográfico, también existe una clara diferenciación social entre los diferentes municipios. Unas diferencias de clase que se han visto reforzadas en los últimos años gracias al incremento de la movilidad, factor que ha aumentado la facilidad para encontrar espacios residenciales desvinculados de la localización del lugar de trabajo y ha facilitado a los individuos localizar su residencia en aquellos municipios con una población más parecida a su clase social.

En este sentido, la región metropolitana se comporta como una gran ciudad, en la que las diferencias socioterritoriales que se concretaban antes en los barrios se trasladan a municipios homogéneos que pasan a asumir el papel de barrios en la gran metrópoli. Esta diferenciación municipal tiene su reflejo tanto en los precios y la calidad de la vivienda como en las condiciones de vida.

En este contexto, unas diferencias refuerzan a otras. Y así, en el área metropolitana la densidad es inversamente proporcional al nivel socioeconómico, más alta en las barrios dormitorio de los grandes municipios, y más baja en las zonas residenciales de alto standing de Barcelona o en los municipios especializados como Sant Just Desvern, Sant Cugat, Castelldefels o Tiana. En este sentido, la diferenciación social del espacio está muy vinculada al mercado de la vivienda, ya que existe una oferta altamente estratificada en función de la capa socioeconómica a la que se dirige, con una localización muy concreta en el espacio, por lo que el mercado de residencial mantiene y refuerza el proceso de jerarquización social.

La nueva dinámica demográfica.

La demografía es, quizás, uno de los aspectos donde es más evidente un cambio de dinámica en el ámbito metropolitano. En primer lugar, se ha pasado de una situación de crecimiento acentuado y sostenido al estancamiento demográfico. Y, por otra parte, el saldo migratorio se ha invertido, de manera que las áreas centrales, tradicionalmente receptoras de inmigración, pierden población en beneficio de los municipios de la periferia metropolitana.

Durante la primera mitad del siglo, la emigración se asentó en los municipios industriales como Sabadell o Terrassa, aunque, la ciudad de Barcelona fue la clara protagonista, concentrando hasta más del 65 por ciento de la población de la región metropolitana. Pero, a partir de los años 50, la ciudad de Barcelona se vio desbordada por la inmigración procedente de las zonas rurales y, como un vaso colmado de agua, la población se extendió por todo el área central metropolitana. En los años sesenta, los municipios del Barcelonés experimentaron un crecimiento sin parangón, hasta que todo el área central se convirtió en un continuo urbano totalmente colmatado, en donde Hospitalet y Badalona pasaron a ser los municipios con más habitantes de Cataluña tras Barcelona.

Hasta 1975, la dinámica demográfica de la región metropolitana de Barcelona se caracterizó por un crecimiento demográfico explosivo, basado en un flujo inmigratorio continuo y masivo y en una alta tasa de natalidad consecuencia de una pirámide de población joven. Este crecimiento demográfico constante conllevó un uso intensivo del suelo metropolitano. Una densidad de ocupación que alcanzó su máximo en el centro de Barcelona y que disminuía conforme aumentaba la distancia del centro, dibujando círculos concéntricos de intensidad de ocupación en torno a la metrópoli.

Pero la crisis económica de los años setenta provocó cambios cualitativos en las dinámicas demográficas y territoriales metropolitanas, que se habían mantenidos estables desde principios de siglo.

En primer lugar, se pasó del crecimiento explosivo al estancamiento demográfico. El impacto de la crisis económica de 1973 sobre la industria metropolitana fue muy profundo. Y como consecuencia del desmantelamiento de importantes factorías, de la drástica reducción de la demanda de empleo y del aumentó del paro, disminuyó el atractivo de la región. Por primera vez en este siglo se paralizó la inmigración e, incluso, en los peores años hubo dificultades para retener a la población, observándose movimientos de retorno de inmigrantes desempleados. La crisis económica también afectó duramente a la tasa de natalidad. La incorporación de la mujer al mercado laboral y el fuerte incremento del coste de reproducción, junto al cambio de mentalidad en una nueva sociedad basada en el ocio fueron las causas del fuerte descenso de la tasa de natalidad, en la actualidad la más baja del mundo.

En segundo lugar se pasó de la concentración a la descentralización. El fuerte incremento del valor del suelo en las áreas centrales en los años previos a la crisis llevó la vivienda a los municipios de la segunda corona y la crisis fue la excusa ideal para trasladar la industria de Barcelona y de otros municipios maduros a la periferia del área metropolitana.

La descentralización de la residencia, primero, y del empleo, más tarde, explican la perdida continuada de habitantes en la ciudad de Barcelona desde 1981. Una dinámica regresiva que se extiende no sólo al conjunto de los municipios del continuo urbano del Barcelonés, sino a la casi totalidad de las ciudades maduras a partir del censo de 1986.

La crisis económica impuso una visión negativa de las expectativas de futuro y conllevó una recesión demográfica caracterizada por los bruscos descensos de las tasas de nupcialidad y de natalidad y el envejecimiento de la población. Además de provocar, entre otros fenómenos, el freno de la inmigración nacional, el aumento de la edad de emancipación de los jóvenes o la introducción de la mujer en el mercado laboral.

En 1986 se inició un nuevo ciclo de crecimiento económico, lo que volvió a provocar cambios en la demografía metropolitana; aunque el modelo de crecimiento vegetativo impuesto en la etapa anterior caracterizado por una natalidad muy baja y una migración exterior moderada continuó inalterable. Este modelo explica que desde hace 20 o 25 años la población censada de Cataluña se mantenga estancada en torno a los seis millones de habitantes y que igualmente el número de habitantes de la región metropolitana permanezca en torno a 4,25 millones. No obstante, sólo se ha mantenido estable la cifra, porque la estructura de la población se ha visto fuertemente modificada en tres sentidos:

1. han aumentado espectácularmente los adultos jóvenes entre 20 y 40 años;

2. ha crecido el número de ancianos, mayores de 70 años;

3. y se ha reducido a la mitad el número de menores de 15 años.

Esta estructura demográfica general condiciona la estructura familiar y de los hogares. En primer lugar, se han incrementado los hogares monoparentales, principalmente por el aumento de personas mayores que viven de forma autónoma, pero también por el aumento de solteros y divorciados. Unos hogares uniparentales que tienen una necesidad de superficie menor, por lo que demandan viviendas más pequeñas (6). Aunque, por otra parte, ha aumentado la edad de los hijos residentes en los hogares, siendo común los hogares con padres de edad superior a los 50 años con hijos entre 20 y 30.

Pero Joan Serra nos recuerda oportunamente que "este contexto de estabilidad demográfica local contrasta con la extraordinaria vitalidad de los movimientos migratorios internos, los cuales adquieren un volumen incluso superior al que tuvieron las migraciones externas en su máximo histórico (años 60) y han pasado a ser, con mucho, el principal factor determinante de las actuales diferencias de crecimiento a escala local (7)" De este modo, la pérdida de población de los municipios del continuo urbano se convierte en el proceso demográfico más destacable de los últimos años. Unas pérdidas que alcanzan el 10 por ciento en el Barcelonés, pero que también afectan a todos los municipios importantes de la región metropolitana.

El trasvase de población del área central a la periferia

El municipio de Barcelona alcanzó su cifra de población más alta en el censo de 1981 (1.752.627 habitantes) y desde ese momento comenzó a decrecer. Posteriormente, desde 1986 todos los municipios de más de 100.000 habitantes de la provincia perdieron población. Estas perdidas fueron consecuencia, en un primer periodo, del retorno de los emigrantes hacia sus lugares de origen en el resto de España, pero desde 1986, su causa principal fueron las migraciones residenciales. Solo en la década de los ochenta Barcelona perdió 110.000 habitantes, l'Hospitalet (8), 23.000 y Badalona, 11.000.

El descenso del flujo inmigratorio, la disminución de la tasa de natalidad y el envejecimiento de la población pueden explicar una relantización del crecimiento pero no una tasa de crecimiento demográfico negativo, la cual está causada por el incremento de las migraciones internas en el conjunto de la región metropolitana, en resumen, como hemos dicho, por el trasvase de población desde el centro hacia la periferia.

En otras palabras, los municipios que habían atraído más población hasta 1975, sobre todo Barcelona y su continuo urbano pasan, a partir de esa fecha y sobre todo en el último decenio, a ser los principales emisores de población hacia el resto de la región metropolitana. Se genera una dinámica en la que "los movimientos migratorios son mayoritariamente "de dentro hacia fuera", a todos los niveles: de los grandes núcleos hacia sus periferias y de los ámbitos centrales hacia los más externos(9)".

Las principales causas de estas migraciones internas son:

1. la mejora de la calidad de vida, la búsqueda de un piso más amplio, la mejora residencial;

2. la falta de oferta y los precios elevados para la demanda de primera vivienda;

3. la aproximación de la residencia al puesto de trabajo descentralizado.

Y la principal consecuencia es que el área central del área metropolitana de Barcelona se está envejeciendo rápidamente, pues la población más joven emigra, bien sea en busca de un piso económico o de una vivienda mejor.

Barcelona exporta desde 1981 población (saldo migratorio neto) a todo el conjunto del territorio catalán. Pero, como recuerdan A. Cabré y J. M. Módenes (10) este fenómeno no se limita a la metrópoli, sino que también el resto de los municipios centrales pierden población y las sucesivas coronas: el área metropolitana, la región metropolitana pierde población respecto a las áreas más externas de Cataluña. Una tendencia que lejos de frenarse se ha acentuado en los últimos años.

En este contexto, aún con una tasa de inmigración extraregional moderada, gracias a estos movimientos intrametropolitanos Cataluña alcanzó en 1995 la cifra máxima anual de migraciones desde 1962, año en que se inició su registro. Este dato rompe con la falsa imagen de que las migraciones son cosa del pasado; pues aunque se ha reducido la llegada de emigrantes de fuera de la región, la población sigue moviéndose. Y los efectos territoriales que estas nuevas migraciones están produciendo en Cataluña están siendo decisivos en el actual proceso de extensión del hecho metropolitano.

A modo de conclusión, se debe destacar que si en el periodo previo a los años ochenta la concentración fue la dinámica que caracterizó a las áreas metropolitanas, en los últimos veinte años los procesos que han definido este espacio han sido la deslocalización y la descentralización, hasta tal punto que, como recuerda J. Trullen "el exceso de dispersión ha substituido la vieja cuestión del exceso de concentración como problema central en el desarrollo metropolitano (11)". Y así, los ayuntamientos del área central metropolitana que en la década de los años setenta trabajaron por reducir su densidad demográfica, ahora dedican su esfuerzo por retener a sus población residente.

En los últimos quince años, varios procesos urbanos han modificado la dinámica de las áreas metropolitanas, entre ellos el fuerte desarrollo de las infraestructuras de comunicación, la deslocalización del empleo y la suburbanización residencial. En Barcelona y en la red de ciudades que conforman la región metropolitana la nueva red de infraestructuras ha definido un marco espacial más isótropo y nuevas centralidades, la industria ha adoptado una localización más periférica, la actividad en la ciudad central se ha decantado por el sector servicios, la población se ha mantenido estable en el conjunto de la región aunque ha decrecido en las áreas centrales, mientras que la residencia se ha desplazado de dentro hacia fuera y desde las grandes ciudades a los pequeños municipios. Estos procesos de auténtica eclosión metropolitana caracterizados por los cambios en la localización de la actividad y de la población, no por circunscribirse a un espacio intrametropolitano tienen menor importancia que los procesos que generaron, durante los años sesenta, la formación del área metropolitana sino que redefinen como aquellos la realidad urbana.

De este modo, aunque los límites jurídicos de los municipios se mantienen estáticos, la ciudad o el espacio que abarca el área metropolitana está en constante expansión y el contenido que define lo urbano está en continuo cambio.

Notas.

1. A. Font, C. Llop y J.M. Vilanova, 1999, op cit., pág. 26.

2. Datos de un estudio de Colliers Auguste-Thouard España publicados en El País, 11 de agosto de 2000, "La falta de oficinas modernas lleva a las empresas a la periferia de Barcelona".

3. Cinco días, 28 de julio de 2000, "La demanda se traslada a la periferia de las ciudades".

4. J. Clusa y J. Roca en J. Trullen, 1997, op cit.

5. "La fuerte segregación de usos que se da en el área metropolitana hace que haya municipios muy especializados en uno u otro bloque. Así hay nueve (municipios) que destinan del 65 al 50% -o casi- de su suelo a industria e infraestructuras. En el extremo contrario están los municipios "dormitorio", bien sea entre los que, juntamente con los de residencia de calidad, es significativa la presencia de otros de nivel socio-económico bajo, como Santa Coloma de Gramanet o Sant Vicenç dels Horts".Dinámiques metropolitanes a l'àrea i la regió de Barcelona, pág. 52.

6. En Cataluña, entre 1991y 1996 los hogares uniparentales aumentaron desde el 13,6 al 17,35 por ciento, mientras que en Barcelona ascendieron desde el 18,1 al 23,2 por ciento.

7. J. Serra, en J. Trullen, 1997, op cit.

8. Sobre la influencia de las nuevas dinámicas metropolitanas sobre la población de L´Hospitalet se puede encontrar mayor información en A. Algaba, 2000, op. cit.

9. VV.AA. op cit. 1995, pág. 76.

10. A. Cabré y J.A. Módenes, en J. Trullen, 1997, cp cit.

11. J.Trullen, 1997, op cit.
 

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