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REVISTA BIBLIOGRÁFICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona
ISSN: 1138-9796. Depósito Legal: B. 21.742-98
Vol. VII, nº 367, 19 de abril de 2002

ACUÑA ORTEGA, Víctor Hugo, "Comunidad política e identidad política en Costa Rica en el siglo XIX". Istmo. Revista virtual de estudios literarios y culturales centroamericanos. No. 2 (julio-diciembre 2001)
http://www.denison.edu/istmo/v01n02/proyectos/comunidad.html

Iván Molina Jiménez
Catedrático
Escuela de Historia
Universidad de Costa Rica



Palabras clave: identidad nacional, política, Costa Rica

Key words: national identity, politics, Costa Rica


El profesor Víctor Hugo Acuña, docente del Doctorado en Historia e investigador del Centro de Investigaciones Históricas de América Central de la Universidad de Costa Rica, publicó en el número 2 de la revista electrónica Istmo, correspondiente a julio-diciembre del 2001, un artículo sobre la comunidad política costarricense en el siglo XIX y su identidad. El texto en cuestión parte de que

"los estudios sobre la formación de las naciones en América Central realizados en la última década han insistido en el hecho de que los procesos de construcción nacional se iniciaron solo después de la llegada de los liberales al poder a partir de 1870 y que las comunidades políticas existentes después de 1821 no pueden considerarse como naciones".

El propósito de Acuña es revisar tal planteamiento, para lo cual examina el caso de Costa Rica durante el período 1821-1870, y concluye, entre otros aspectos, que

"la imagen de Costa Rica se construyó en el espejo de Centro América en los primeros 50 años de vida independiente, simultáneamente con la formación del Estado. De este modo, se puede decir que los liberales, antes que fabricar una visión de la nación, lo que hicieron fue propagandizar entre la masa del pueblo una serie de representaciones ya elaboradas en el seno de las élites antes de 1870." (1)

La conclusión precedente, sin embargo, tiene varios problemas. La evidencia fragmentaria aportada por Acuña no permite determinar cuán extendidas estaban entre las elites las representaciones que él les atribuye. El desinterés de Acuña por considerar los datos contrarios a su planteamiento tampoco facilita profundizar en los límites y contradicciones de esa visión de la nación fabricada, supuestamente, antes de los liberales. (2) La lectura del texto de Acuña revela, por último, que de los cuatro indicadores básicos que él distingue (el carácter pacífico de los costarricenses, los vínculos de parentesco que los unían, la importancia de los pequeños propietarios y el énfasis en que la población era predominantemente blanca), solo el primero figura sistemáticamente en la información analizada.

La falta de cuidado en el manejo de la evidencia es especialmente visible en cuanto al tema racial: todos los testimonios que Acuña presenta proceden de viajeros, no de miembros de las elites locales. (3) El aparente silencio de estas últimas quizá era expresión de que las categorías raciales de origen colonial todavía eran importantes en su visión de mundo, pese a lo que decían los extranjeros; y es, a la vez, un indicador de que la configuración de Costa Rica como una república blanca, por parte de la cultura oficial, fue un proceso lento y tardío, cuyo inicio sistemático parece ubicarse en la década de 1870, cuando fueron traídos al país cientos de chinos y afroantillanos para trabajar en la construcción del Ferrocarril al Atlántico. (4)

La invención de la nación costarricense, en las décadas de 1880 y 1890, se caracterizó porque fue una guerra concreta, y no la paz (como señala Acuña), la que se convirtió en un componente decisivo de la identidad nacional. La recuperación del conflicto de 1856-1857, cuando el país se movilizó contra las fuerzas de William Walker, que dominaban el sur de Nicaragua y amenazaban a Costa Rica, permitió a los intelectuales y políticos liberales mostrar cómo la sociedad se había unido para luchar contra los filibusteros, y más importante aún, cómo los sectores populares respondieron al llamado del Estado y de la clase dominante.

El rescate y la reelaboración de la guerra de 1856-1857 permitían promover, en diversas dimensiones, la identificación con la nación y con el orden y las jerarquías existentes en ella. (5) El discurso sobre el carácter pacífico de los costarricenses difícilmente hubiera podido, por sí solo, sustentar un proceso de tal índole. La recuperación indicada facilitó, además, reinventar la fiesta de la independencia, y utilizar la "tradición" creada en función de tal celebración, en el período anterior a 1890, como un medio para fomentar el culto a héroes, conductas y eventos definidos y concretos, asociados con la campaña contra Walker. (6)

El tema del carácter propietario de la población, en tanto constituyente de la identidad nacional, fue también reelaborado por los liberales en un sentido histórico, al contraponer la miseria del pasado colonial con la riqueza deparada por el café, visión según la cual la sociedad, a medida que avanzaba el siglo XIX, era cada vez más igualitaria. El éxito de este enfoque, sin embargo, fue limitado, no solo porque la diferenciación social tendió a agudizarse, especialmente después de 1870, sino porque, a partir de 1890, la Iglesia católica primero, y un círculo de intelectuales radicales después, elaboraron un discurso contrario, cuyo eje era la llamada "cuestión social": la pobreza asociada con la expansión agroexportadora.

La definición de los costarricenses como una población blanca, en contraste, fue difundida sin resistencia intelectual, según la evidencia actualmente conocida. La pureza racial, que en el período 1821-1870 no parece haber sido especialmente enfatizada por las elites locales de acuerdo con los datos aportados por Acuña, fue convertida en un factor identitario fundamental en las dos últimas décadas del siglo XIX, y en una base para impulsar la política social. (7) El discurso sobre la especificidad étnica fue más estratégico que aquel que tenía por eje la paz en cuanto a promover la diferenciación de Costa Rica en el contexto centroamericano.

Los liberales, a la luz de lo expuesto, fueron más que simples propagandistas de las representaciones creadas por las elites del período anterior a 1870. El enfoque de Acuña subvalora, sin duda, la transformación cultural impulsada por los intelectuales y políticos de la Costa Rica del último tercio del siglo XIX. (8) Esto último se explica, en parte, porque Acuña confundió y equiparó algunas de las partes con el todo, los antecedentes de una ideología con la ideología misma. El historiador canadiense, Steven Palmer, advirtió ya sobre un peligro de este tipo en un artículo publicado en 1992:

"el problema que nos enfrenta, y que debería ser familiar a cualquier estudioso del nacionalismo, es que estos elementos de homogeneidad fueron los que eventualmente coadyuvaron a hacer posible la proyección de una idea de la nación coherente y atractiva; pero vistos retrospectivamente por el investigador (o el ideólogo nacionalista), son considerados el haber sido la nación." (9)

La otra parte de la explicación se vincula con que Acuña elaboró su texto a partir de un diálogo prácticamente exclusivo con las fuentes primarias, como si no existieran interlocutores académicos válidos o legítimos con quienes debatir. La decisión de no polemizar directa y explícitamente con los resultados de otros investigadores, un requisito mínimo de cualquier trabajo científico, es sorprendente, ya que el estudio de Acuña constituye una crítica sistemática del artículo de Palmer publicado en 1992. Lo menos que se podría exigir a Acuña es que aclarase, desde el inicio, con quien debatía, y cuáles eran los planteamientos de Palmer que se proponía revisar.

Las otras omisiones derivadas de esa falta de diálogo académico son igualmente graves: según Acuña, fue en las fiestas que se realizaron en 1844 "con motivo de la promulgación de la Constitución de 1844 y la fundación de la Universidad de Santo Tomás... en donde parece manifestarse por primera vez una voluntad de 'ingeniería social' de utilización política de la sociabilidad, música y danzas, con fines de integración de los habitantes del Estado". El precio a pagar por esta afirmación es, simplemente, ignorar los trabajos de Margarita Silva, que analizan los festejos cívico-electorales desde 1821. (10)

La opinión de Acuña de que, "salvo en el levantamiento de Morazán... los conflictos políticos afectaban esencialmente a las élites y eran movimientos puramente palaciegos", va en contra de la evidencia aportada por los libros, ya clásicos, de Fernández Guardia y Obregón Loría, según la cual hubo una importante participación popular en las luchas por el poder libradas en el período anterior a 1850. (11) La ausencia de respaldo empírico también es visible en la exploración que emprende Acuña de la adhesión y "habituamiento de la población al estado llamado República de Costa Rica" sin considerar el papel jugado en tal proceso por la religión y la Iglesia católica. Esto último patentiza que Acuña, aparte de descartar los aportes de Alfonso González y Eugenia Rodríguez, (12) no escuchó con atención sus fuentes, en algunas de las cuales hay fuertes connotaciones piadosas.

El punto de vista de Acuña de que, en la Costa Rica del siglo XIX, la política, "a diferencia de lo que señala Guerra para el conjunto hispanoamericano, nunca dejó de hacerse en las ciudades, en cierto sentido... nunca fue al campo", supone una vuelta a la posición -ya superada- de Samuel Stone, (13) y a la vez, un desconocimiento injustificable de los estudios de Hugo Vargas y Jorge F. Sáenz Carbonell. (14) Las características de su texto explican, por último, que Acuña omita indicar que su afán por investigar los procesos de construcción nacional en la Centroamérica anterior a los liberales fue precedido, entre otros, por los interesantes trabajos de Frances Kinloch y Patricia Fumero sobre Nicaragua. (15)

La principal limitación del artículo de Acuña es producto de su falta de preocupación por investigar el contexto social y cultural en que las elites elaboraron y difundieron sus discursos (así en plural), y en particular, las complejas relaciones que tenían con los sectores populares. Este desinterés, que acerca a Acuña a la perspectiva de Ástrid Fischel, (16) es inesperado en un historiador que, durante la década de 1980 y parte de la de 1990, concentró su esfuerzo en el examen de las formas de organización y luchas de los pequeños productores agrícolas, los artesanos y los obreros. El profesor Acuña, al analizar el discurso de las elites de los años 1821-1870, parece que quedó atrapado en una visión elitesca del período indicado.

La mayoría de los trabajos sobre la historia política de América Latina, según lo que señalaba Frank Safford en un artículo publicado en el decenio de 1980, se ubicaba en el primer estrato de la investigación, caracterizado por el análisis de las ideas de las elites expresadas en materiales impresos. El paso a otro nivel implicaría, según Safford, considerar el funcionamiento de los procesos políticos o de sus conexiones sociales. (17) La expectativa anterior se cumplió en la década de 1990, cuando se expandieron y diversificaron los estudios acerca de las luchas por el poder en América Latina, los cuales han obligado a revalorar el papel jugado por las elecciones, y su relación con otros procesos culturales, como la invención de la nación. (18)

El artículo de Acuña, en cierto modo, apenas califica para el primer estrato al que se refería Safford: falto de preocupaciones teóricas, sin ambiciones comparativas, sin de ir más allá del discurso de las elites y elaborado de espaldas a la producción académica sobre Centroamérica realizada en los últimos diez años, parece una vuelta al ensayismo intelectual que prevaleció en el istmo en la primera mitad del siglo XX. El texto de Acuña, dadas tales características, podría ser representativo de una corriente que estaría en vías de desarrollo en el seno de la historiografía costarricense, para la cual parece que ciertas prácticas y normas académicas que, en otro tiempo, fueron consideradas básicas ya no tienen validez. (19)
 

Notas

1 ACUÑA, Víctor Hugo, Comunidad política e identidad política en Costa Rica en el siglo XIX. Istmo. 2001, nº 2. (http://www.denison.edu/istmo/v01n02/proyectos/comunidad.html) Acuña define su artículo como la "versión preliminar de un trabajo de investigación en curso", aunque lo publicado en Istmo es ya una segunda versión. Para un estudio reciente que sigue los planteamientos de Acuña, véase: DÍAZ, David, La fiesta de la independencia en Costa Rica, 1821-1921, Tesis de Maestría dirigida por el Dr. Víctor Hugo Acuña. San José: Universidad de Costa Rica, 2001.

2 Véase, por ejemplo: GUDMUNDSON, Lowell, Aspectos socioeconómicos del delito en Costa Rica: 1725-1850. Revista de Historia, 1977, nº 5, pp. 129-132. GONZÁLEZ, Alfonso, Vida cotidiana en la Costa Rica del siglo XIX: un estudio psicogenético. San José: Editorial de la Universidad de Costa Rica, 1997, pp. 93-125.

3 Francisco María Oreamuno, en un testimonio de 1838 citado por Acuña, destaca la homogeneidad de los habitantes de Costa Rica, pero no es claro que se refiriera a una de tipo racial.

4 MURILLO, Carmen, Identidades de hierro y humo. La construcción del ferrocarril al Atlántico 1870-1890. San José: Editorial Porvenir, 1995, pp. 71-78. Hubo una pequeña inmigración de trabajadores chinos en 1855.

5 PALMER, Steven, Sociedad anónima, cultura oficial: inventando la nación en Costa Rica 1848-1900. In MOLINA, Iván y PALMER, Steven, Héroes al gusto y libros de moda. Sociedad y cambio cultural en Costa Rica (1750/1900). San José: Plumsock Mesoamerican Studies y Editorial Porvenir, 1992, pp. 169-205.

6 Esta es una reinterpretación del planteamiento de DÍAZ, 2001, pp. 140-141 y 228-240.

7 PALMER, Steven, Racismo intelectual en Costa Rica y Guatemala, 1870-1920. Mesoamérica, 1996, nº 31, pp. 99-121. SOTO, Ronald, 'Desaparecidos de la nación': los indígenas en la construcción de la identidad nacional costarricense 1851-1942. Revista de Ciencias Sociales, 1998, nº 82, pp. 31-53.

8 El esfuerzo de Acuña por subvalorar el papel jugado por los liberales de las décadas de 1880 y 1890 es afín con el de Juan Rafael Quesada, para quien el nacionalismo costarricense "como una fuerza contestaria [sic], con un signo netamente antiimperialista", surgió posteriormente, como respuesta a los liberales, que "entregaron el país a los intereses imperialistas". QUESADA, Juan Rafael, Historia de la historiografía costarricense 1821-1940. San José: Editorial de la Universidad de Costa Rica, 2001, p. 166.

9 PALMER, 1992, p. 173.

10 SILVA, Margarita, Las fiestas cívico-electorales en San José y el reconocimiento de la autoridad de los elegidos (1821-1870). Revista de Historia, 1993, nº 27, pp. 31-50. SILVA, Margarita, Elecciones y las fiestas cívico electorales en San José durante la formación del Estado nacional en Costa Rica. 1821-1870, Tesis de Maestría dirigida por el Dr. Hugo Murillo. San José: Universidad de Costa Rica, 1993.

11 FERNÁNDEZ GUARDIA, Ricardo, La independencia y otros episodios. San José: Trejos, 1928. FERNÁNDEZ GUARDIA, Ricardo, La Guerra de Liga y la invasión de Quijano. San José: Librería Atenea, 1950. OBREGÓN LORÍA, Rafael, Hechos militares y políticos. Alajuela: Museo Histórico y Cultural Juan Santamaría, 1981, pp. 15-93.

12 GONZÁLEZ, 1997 pp. 87-145. RODRÍGUEZ SÁENZ, Eugenia, Hijas, novias y esposas. Familia, matrimonio y violencia doméstica en el Valle Central de Costa Rica (1750-1850). Heredia: Editorial Universidad Nacional y Plumsock Mesoamerican Studies, 2000, pp. 61-153.

13 STONE, Samuel, La dinastía de los conquistadores. La crisis del poder en la Costa Rica contemporánea. San José: Editorial Universitaria Centroamericana, 1975, p. 222.

14 VARGAS, Hugo, Procesos electorales y luchas de poder en Costa Rica: estudio sobre el origen del sistema de partidos, 1821-1902, Tesis de Licenciatura dirigida por el Dr. Ronny Viales. San José: Universidad de Costa Rica, 1996. SÁENZ CARBONELL, Jorge F., Los años del voto directo. Don Francisco María Oreamuno y la Constitución de 1844. San José: Editorial Universidad Estatal a Distancia, 1992.

15 KINLOCH, Frances, El canal interoceánico en el imaginario nacional. Nicaragua, siglo XIX. In KINLOCH, Frances, Taller de Historia. Nación y etnia. ¿Identidad natural o creación cultural? Managua: Instituto de Historia de Nicaragua, 1994, pp. 39-55. KINLOCH, Frances, "Fiestas patrias: tradición y realidad (Nicaragua, 1858)". In VANNINI, Margarita y KINLOCH, Frances, Política, cultura y sociedad en Centroamérica. Siglos XVIII-XX. Managua: Instituto de Historia de Nicaragua y Centroamérica, 1998, pp. 83-92. FUMERO, Patricia, De la iniciativa individual a la cultura oficial. El caso del General José Dolores Estrada. Nicaragua, década de 1870. In KINLOCH, Frances, Nicaragua en busca de su identidad. Managua: Instituto de Historia de Nicaragua, 1995, pp. 307-349.

16 FISCHEL, Ástrid, Consenso y represión. Una interpretación sociopolítica de la educación costarricense. San José: Editorial Costa Rica, 1987. Véase también: PALMER, Steven, Un paso adelante, dos atrás: una crítica de 'Consenso y represión'. Revista de Historia, 1988, nº 18, pp. 227-242.

17 SAFFORD, Frank, Politics, Ideology, and Society. In BETHELL, Leslie, Spanish America after Independence c.1820-c.1870. Cambridge: Cambridge University Press, 1987, pp. 48-122, citado en: SABATO, Hilda, Ciudadanía política y formación de las naciones. Perspectivas históricas de América Latina. México: Fondo de Cultura Económica, 1999, p. 15.

18 Véase, entre otras obras, GRAHAM, Richard, Patronage and Politics in Nineteenth Century Brazil. Stanford: Stanford University Press, 1990. ANNINO, Antonio, Historia de las elecciones en Iberoamérica, siglo XIX. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 1995. MALAMUD, Carlos, Partidos políticos y elecciones en América Latina y la Península Ibérica, 1830-1930 (Madrid: Instituto Universitario Ortega y Gasset, 1995. PELOSO, Vincent C. y TENENBAUM, Barbara A., Liberals, Politics & Power. State Formation in Nineteenth-century Latin America. Athens; London: The University of Georgia Press, 1996. POSADA-CARBÓ, Eduardo, Elections Before Democracy: The History of Elections in Europe and Latin America. London: Macmillan Press, 1996; SABATO, 1999.

19 Véase: MOLINA JIMÉNEZ, Iván, 'Algunos están destinados a obedecer y otros a mandar'. A propósito de un libro de Héctor Pérez Brignoli. Revista de Ciencias Sociales, 2000, nº 89 (2000), pp. 113-118.
 

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Ficha bibliográfica

MOLINA JIMÉNEZ, I. Acuña Ortega, Víctor Hugo: Comunidad política e identidad política en Costa Rica en el siglo XIX. Biblio 3W, Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona, Vol. VII, nº 367, 19 de abril de 2002.  http://www.ub.es/geocrit/b3w-367.htm [ISSN 1138-9796]


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