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Biblio 3W
REVISTA BIBLIOGRÁFICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona
ISSN: 1138-9796. Depósito Legal: B. 21.742-98
Vol. VII, nº 380, 15 de junio de 2002

LINDÓN, Alicia (Coord.), La vida cotidiana y su espacio-temporalidad, Anthropos-CRIM-El Colegio Mexiquense, Barcelona, 2000, 237 págs. (Colección Autores, Textos y Temas, núm. 24). ISBN: 84-7658-588-8

Cora Escolar
Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires

Analía Minteguiaga
Secretaría de Ciencia y Técnica, Universidad de Buenos Aires


Palabras clave: Invención o innovación de la cotidianidad. Rutinización o repetición. Arraigo o anclaje al territorio. Delocalización. Ritualización o micro-rituales cotidianos. Sentidos y significados. Lugares de memoria.

Key words: Spaciality. Social subjectivity. Repetitive routines of every-day life. Way of life. Life world. Stock of knowledge. Spatial mobility


La vida cotidiana y su espacio temporalidad… es una excelente contribución a las sociologías de la vida cotidiana y aquellos otros enfoques disciplinarios que recuperan la noción de vida cotidiana como eje de sus análisis y reflexiones. La amplia e indiscriminada utilización del concepto de vida cotidiana ha operado como una suerte de vaciamiento de sus implicancias teóricas más relevantes. Por ello el punto de partida de este libro es el reconocimiento y explicación de los dos vacíos operados por diversos estudios que se autodefinen como de vida cotidiana y que se constituyen en el obstáculo más importante para el avance del conocimiento en este campo. El primero refiere, y valga la redundancia, al cotidiano y libre uso del concepto de vida cotidiana. El segundo, a los sobreentendidos y a la ausencia de definiciones precisas acerca de la especificidad propia del campo. El conjunto de artículos e investigadores reunidos en esta compilación tiene el objetivo de avanzar en la construcción de una mirada comprensiva sobre los fenómenos y procesos que hacen a la subjetividad social, y a los sentidos y significaciones de la práctica humana, intentando colaborar con aquellas sociologías de la vida cotidiana y su esfuerzo por conformar un universo teórico-conceptual específico.

Desde este planteamiento, cotidiano se constituye en el lugar donde se "encuentran" en una dinámica compleja la vivencia subjetiva y la producción y reproducción de las estructuras sociales. Es a través de la experiencia práctica, de la vivencia de dichas estructuras como los hombres contribuyen a su transformación o reproducción. Es decir donde se pone en juego la continuidad o ruptura de cierto ordenamiento social. De esta manera, Alicia Lindón coincide con Norbert Elias al descartar aquellos planteos que insisten en pensar lo cotidiano como opuesto a lo estructural cuando en realidad ambas dimensiones forman parte indisociable de la práctica humana y sus sentidos.

En esta línea la coordinadora de este trabajo rescata el reconocimiento que de la espacio-temporalidad de las prácticas y sus sentidos hacen las sociologías de la vida cotidiana. Toda acción práctica y vivencia intersubjetiva se desarrolla en un "aquí" y un "ahora", desde donde los sujetos se ven y desarrollan vinculaciones con el otro. Así la temporalidad y el espacio de la experiencia práctica supone no restringir la noción de tiempo a su aspecto cósmico y medible y no circunscribir el espacio al locus externo a la experiencia, sino entenderlos como aspectos constitutivos de la experiencia práctica misma y por lo tanto, impregnados con los sentidos y significados de aquella.

De esta forma la especificidad del campo esta dada por la particular mirada que sobre lo cotidiano hagamos y no por los componentes o "materiales" que conforman la vida cotidiana, como el trabajo, el ocio o la sexualidad. Una mirada que, tomando como punto de partida al individuo frente a la alteridad, podrá orientarse a la socialidad, la ritualidad, o la espacio-temporalidad en tanto vías de acceso e indagación al complejo y profundo mundo de la vida cotidiana.

El primer trabajo que presenta este libro, escrito por Michel Maffesoli, discute la clásica dicotomía entre sociedad y naturaleza en el contexto de las sociedades posmodernas. Partiendo de la noción de lo cotidiano como lugar en el que se juega la relación con los otros, el autor indica que en esas sociedades la naturaleza se constituye en una particular alteridad. En sus palabras, el cambio de la relación con aquella naturaleza objeto de control y dominio instituye un nuevo vínculo en donde la misma pasa a ser una alteridad absoluta, el gran Otro y a partir de ella se ordenan y acomodan los demás pequeños otros que se encuentran en la proximidad. De esta manera, la incorporación de la naturaleza como alter del individuo en su vida cotidiana implica reconocerla como aspecto constitutivo del vínculo social, en suma, es la conjunción y reversibilidad (y no la separación) de la socialidad y la naturalidad desde donde podemos pensar los procesos mismos de estructuración social. Para Michel Maffesoli en estos momentos resulta un error pensar, explicar u organizar la sociedad desde la distinción o la dicotomía de los elementos que la componen; por el contrario, exige un pensamiento complejo sobre sus interrelaciones y mutuas imbricaciones.

El artículo de Emma León se introduce en el terreno de los estudios sobre la cotidianeidad desde una revisión sobre las propias herramientas intelectuales y esquemas de comprensión que ponemos en juego a la hora de analizar la complejidad de la realidad social. Para la autora la necesidad de una autorrevisión se vincula con una cuestión mucho más profunda sobre el mismo campo de estudio, en tanto, que el ámbito de la vida cotidiana ya no puede comprenderse desde encuadres teórico-metodológicos que responden a determinados modelos sociales como si fuesen los únicos existentes y hasta los únicos posibles. En esta línea afirma la necesidad de reconocer una vez más que la utilización de la teoría cumple el papel nada inocente de definir los ángulos de visibilidad sobre el mundo que trae a sus terrenos. Desde aquí realiza una crítica a la aceptación irrestricta que de un cierto corte espacio/tiempo se realiza en algunos estudios de este campo reflexionando sobre el tipo de configuración de la vida social que sustenta tal construcción analítica. La revisión, por tanto, de los tiempos y espacios de la cotidianeidad debe alcanzar a las propias estructuras de construcción y fundamentación teórica ya que de nada serviría identificar la heterogeneidad espacio/temporal del mundo observado si ésta será configurada y contemplada con la misma matriz que impuso una particular forma de ver y analizar el espacio y el tiempo social. Esto pone en el centro del debate la cuestión de la pertinencia de nuestras herramientas analíticas para comprender el mundo en el que vivimos. Pertinencia entendida como el proceso que pone en constante tensión la teoría y el mundo observado a fin de develar en ambos lados formas, contenidos y trayectorias; es en esa tensión donde se puede descubrir lo inédito, lo que huye a nuestro esquemas de entendimiento, o en otras palabras "lo no dicho en lo dicho". En definitiva, aquello que habita nuestros discursos y categorías y que hace a nuestra condición de sujetos histórica y socialmente determinados.

En una misma línea de análisis se ubica el trabajo de Rossana Reguillo problematizando la relación entre los procesos que caracterizan el mundo de la vida cotidiana y la producción y reproducción del orden social. La clandestina centralidad de la vida cotidiana... está dada justamente en que ésta se constituye en un escenario de construcción y de esta forma, de innovación y cambio de aquellos discursos, prácticas y sentidos en donde se pone en juego cotidianamente el orden instituido. La "naturalidad" con que se despliega este espacio invisibiliza los innumerables procesos de selección, combinación y ordenamiento que en el tienen lugar. Sólo en ciertos momentos y circunstancias la normalidad y naturalidad de sus procedimientos y lógicas revelan su arbitraria y determinada naturaleza social.

En tal sentido, puede decirse que una manera de definir la vida cotidiana es mediante una operación de oposición y al mismo tiempo de complementariedad. Por un lado, para la autora, lo cotidiano se constituye por aquellas prácticas, lógicas, espacios y temporalidades que garantizan la reproducción social por la vía de la reiteración; y por el otro, la rutinización normalizada adquiere "visibilidad" para sus practicantes en aquellos períodos de excepción o cuando alguno o algunos de los dispositivos que la hacen posible entran en crisis.

Al definir el espacio de la vida cotidiana como escenario de la re-producción social y por tanto vinculado a lo que en un momento específico se considera normal y legítimo para garantizar cierta continuidad social, la autora niega la existencia de una cotidianeidad esencial y ahistórica factible de ser explicada desde abstracciones o generalizaciones unívocas, y exige una comprensión desde las propias estructuras que la producen y que son simultáneamente producidas (y legitimadas) por ella. Basándose en las ideas de Michel De Certeau afirma que si bien los mecanismos y lógicas de la vida cotidiana al ser rutinizadas constriñen a los sujetos existe un margen para la improvisación que de acuerdo a su "uso" puede subvertir desde dentro el mismo orden establecido. En ese margen de indeterminación es donde se libra la batalla simbólica por la definición del proyecto societal como totalidad. Desde este lugar el desafío consiste, entonces, en desentrañar el "plus" de sentido que se sobreimprime en el acto de apropiación de lo que la sociedad pone a nuestra disposición.

Por ello para la autora, por lo menos bajo dos condiciones puede pensarse la vida cotidiana como un espacio clandestino en el que las prácticas y los usos subvierten los poderes hegemónicos. Justamente estas condiciones son el desanclaje espacio-temporal y la dimensión asociativa de la vida cotidiana.

El trabajo de Daniel Hiernauz Nicolás desarrolla el tema de la vida cotidiana desde un ámbito particular como es el turismo y en este ejercicio lo jerarquiza al distanciarse de los enfoques tradicionales construidos a partir del trabajo y la producción que han despreciado el lugar que le cabe al ocio en el marco delas motivaciones humanas. En este sentido afirma que algunos de los trabajos más leídos en sociología del turismo analizan críticamente el proceso de turismo a través de una valorización negativa del mismo definiéndolo como proceso de despersonalización del individuo en un contexto de alienación construido por las grandes empresas internacionales. El artículo se centra en el tema de la construcción de la vida cotidiana en el turismo o mejor dicho en explorar en los procesos turísticos la existencia de una recreación de la vida cotidiana. Esta será sin duda distinta a aquella que se constituye en el mundo del trabajo y de residencia habitual. Será más efímera y responderá a otras pautas pero no por eso resultará menos productiva e innovadora que aquella cotidianeidad desarrollada en los ámbitos más tradicionales. Su hipótesis central es que las prácticas turísticas se sustentan en un modelo espacio-temporal radicalmente opuesto al que se desarrolla en el mundo del trabajo. En la cotidianeidad del turismo se construye un mundo distinto, el del ocio, en donde prevalecen reglas de convivencia interpersonal, criterios de construcción de identidad, prácticas sociales y motivaciones basadas en lo efímero, más que en lo permanente. Esta cotidianeidad menos duradera pero socialmente identificable habla de la posibilidad de la innovación y del cambio aún bajo condiciones menos regulares y rutinizadas.

Desde esta perspectiva, el autor recupera un eje central de todos los trabajos que integran esta compilación: el de la relación entre las configuraciones espacio-temporales que actúan en la vida cotidiana y la producción y reproducción del orden. En este sentido, el turismo participa de los complejos procesos de construcción social a partir de operar una suerte de distanciamiento respecto del orden central de la vida social. De tal forma el turismo da cuenta de ciertas "lateralidades" que le permiten a los individuos separarse de las reglas establecidas convenciéndolos de que no están totalmente cooptados por los principios ordenadores de la sociedad. Aún admitiendo que existen múltiples condicionamientos al analizar el peso de las corporaciones turísticas, el turismo permite recrear roles subversivos que inhiben los efectos de las imposiciones de otros mundos de la vida abriendo el camino a la transformación de la estructura social.

Como reverso de los objetivos que se propone el trabajo de DanielHiernaux Nicolás, el artículo de Salvador Juan se concentra en todos aquellas formas y lógicas que en la vida cotidiana restringen, limitan, controlan, ordenan y coaccionan a las personas en sus múltiples dimensiones. La creciente funcionalización de la vida cotidiana conlleva un correlativo aumento de su división espacio-temporal en actividades cada vez más especializadas. Esto sucede paralelamente a la desintegración de los lazos sociales y mecanismos de cohesión. La consecuencia inevitable es la generación de una excesiva tensión de la vida cotidiana, o en sus términos una hipertensión, que favorecida por la fragmentación del espacio y del tiempo heteronomiza de manera creciente la experiencia vital de los individuos. A su vez la colonización operada por el consumo conlleva procesos de atomización e individualización que debilitan el espacio de las interacciones sociales y la sociabilidad. Pero más allá del carácter crítico y poco optimista de este artículo el autor argumenta que en el reconocimiento de la histórica institucionalidad de estos procesos se encuentra la posibilidad de su transformación política.

Sin duda el artículo de Pablo Fernández Christlieb comparte esta visión sobre la posibilidad del cambio al concentrase en descubrir en que medida se ha transformado la vida cotidiana a partir de la aceleración del tiempo y el movimiento en el espacio. Es en las comunidades posmodernas donde este autor fija el espacio de la vida social en la transitoriedad y no en el arraigo, en los flujos deslocalizados y no en las raíces conformadas a partir del anclaje en un territorio. De esta manera, la tecnología ha logrado inyectarle velocidad no sólo a los transportes y las comunicaciones sino a la vida misma, a las percepciones, al pensamiento, a las motivaciones y a los deseos.

El territorio instantáneo de la comunidad posmoderna… indaga sobre las nuevas formas de agrupamiento y socialidad que plantean las actuales condiciones de vida a partir de las diferencias expresadas con aquellas formas de comunidad originarias y modernas. Dos elementos se distinguen en la primera: Uno referido a la indisoluble pertenencia del individuo al suelo donde se afinca; el otro, a la atmósfera vital que conllevan tales comunidades y dentro de la cual sus integrantes se encuentran contenidos y comparten con los demás modos de pensar, soñar, saber, expresar y sufrir. De esta forma la comunidad se constituye en un sentido común, un mundo común, en el cual la pertenencia es siempre de los participantes a la comunidad y no viceversa. Con la modernidad se diversifican los suelos y las atmósferas simbólicas, se multiplican y pluralizan los modos de vida, las formas de pensar y problematizar la realidad. Así cuatro nuevas modalidades de comunidad entran en funcionamiento, cada una afincada en un suelo distinto: La comunidad familiar, situada en el suelo doméstico; la ilustrada, afincada sobre el suelo de los sitios de reunión de la sociedad civil; la burocrática, sustentada en el suelo de los aparatos informáticos y datísticos; y la personal, erigida sobre el individuo y su cuerpo.

Finalmente, las nuevas condiciones de la posmodernidad atravesaron, desbordando y descentrando, los límites de los modelos anteriores. Por ello describe la posmodernización del espacio, del cuerpo, del conocimiento y de la comunidad. Para este autor la forma posmoderna de comunidad ha perdido el suelo en su acepción tradicional, sustituyéndolo por la velocidad y la creciente movilidad territorial, así como volvió inmediata y transitoria -de grupos, identidades, normas, verdades y sentimientos- su atmósfera vital. Resulta importante destacar que estos cambios no dan cuenta de una evolución lineal y progresiva de las formas o modalidades de organización de la vida social, sino de complejos procesos históricos de producción y reproducción de lo social donde parte de lo actual, lo presente y lo nuevo encuentra explicación desde lo antecedente, lo pasado y lo antiguo. Este análisis de la vida cotidiana parte del reconocimiento que la comunidad originaria permanece como realidad cotidiana aún en la comunidad posmoderna. En las palabras de Pablo Fernández Christlieb todas las formas de comunidad descritas son modos de memoria colectiva, por lo que siguen vivas aun cuando transformadas por el paso de la historia, en el presente finisecular de las nuevas comunidades.

Esto último permite introducirnos en el trabajo de Claude Javeau al volver sobre la idea de otorgarle importancia al pasado para entender parte de este presente que vivimos. Su acercamiento a la vida cotidiana hace eje en la idea de lugar como particular soporte en el que se desarrollan las "acciones" de los individuos. Este lugar es a la vez una localización identificable y un escenario. Es el anclaje topográfico (significado) y fuente de posible evocación (significante). Los sucesos de la vida cotidiana se fijan en ellos conformando el pasado que queda así anclado en el espacio y que puede ser transformado en presente por la evocación que ocurre al volver a visitarlos. Las experiencias de vida conforman las marcas en el recorrido de nuestra existencia cotidiana. Los lugares donde éstas se suceden se vuelven escenarios en el sentido escénico del término ya que sólo ellos pueden volver a recrear lo vivido. Por ello para el autor los lugares de la memoria testifican la existencia de una indexicalidad pura, es decir un significado que no puede ser elaborado si no es en referencia a un contexto preciso e irreductible a cualquier otro. Por ello conmemorar algún acontecimiento pasado, no es sólo recordar, sino fundamentalmente conferir a un lugar el sentido y peso dado a dicho evento en el relato histórico que constituye nuestra memoria colectiva. En esa evocación contribuimos a modelar el futuro ya que nuestras experiencias actuales son producto de relaciones imaginarias con el mundo de los predecesores y de los sucesores; es decir, evocación que significa la socialidad actual desde la cual rememoramos. La indagación del autor sobre la vida cotidiana a partir de los lugares de la memoria se comprende más cabalmente cuando se descubre la participación de los mismos en la estructuración de nuestras interacciones cotidianas, por ende colaborando con la definición de las situaciones, la organización de los itinerarios vitales y el establecimiento de horizontes de sentido.

El trabajo de Alicia Lindón Villoria retoma el tema de la innovación en la vida cotidiana planteado por Daniel Hiernaux Nicolás y Rosa Reguillo y comparte con Claude Javeau el interés por la cuestión de la participación del espacio en la constitución de la vida social. Para las sociologías de la vida cotidiana el espacio y el tiempo se constituyen en las coordenadas básicas desde donde pensar y comprender las interacciones sociales, la intersubjetividad y, aunque esto no lo diga la autora, la constitución de nuevas subjetividades. Una mirada que otorga centralidad a la espacio-temporalidad de la vida cotidiana define un abordaje particular hacia los fenómenos de la cotidianeidad. En el campo de estas sociologías el tiempo ha tendido a organizar la espacialidad. Su primacía se expresa en diversos debates teóricos como el que opuso a la vida cotidiana como rutinización vs. como innovación. Frente a esta centralidad de la temporalidad la autora reflexiona sobre algunas formas específicas de la vida cotidiana en las cuales el espacio parece organizar el tiempo. A diferencia de las formas descriptas por Hiernaux Nicolás éstas reconocen espacialidades donde el movimiento es escaso, donde su aceleración o velocidad no resultan fundamentales. Por ello habla de modos de vida cuasi fijos en el espacio e inesperados desde los enfoques más tradicionales sobre la aceleración del mundo cotidiano. De esta manera lo no esperado se vuelve una forma de innovación social y se expresa en la capacidad del espacio vivido y cuasi fijo para organizar la temporalidad de las prácticas cotidianas. A través de un interesante análisis sobre las prácticas concretas del "trabajar y residir" la autora llega a la conclusión de que la espacialidad se constituye en la matriz básica condicionadora y conformadora del hacer cotidiano. En un proceso complejo el condicionamiento dado por la fijación en un lugar de ciertas prácticas deviene significante para las mismas lo que ayuda, a su vez, a sustentar aún más el arraigo y la inmovilidad espacial. El significado básico que mueve estas prácticas es la búsqueda por mantener el logro inscripto en el ideario del progreso moderno como horizonte de sentido. Para la autora, paradójicamente el devenir de la vida dentro de ese horizonte termina por minar sus propias bases ya que el futuro queda conquistado en un presente prolongado, protegido del cambio y en el cual la espacialidad de las prácticas resulta pre-estructurante de aquel significado del mantenimiento del logro.

Finalmente, el artículo de Héctor Rosales vuelve sobre ciertas ideas ya planteadas por algunos trabajos incluidos en esta compilación. Al igual que Alicia Lindón realiza su reflexión teórica a partir de un caso empírico -que para Rosales son los modos de vida vecinal en la Ciudad de México- intentando plantear las opciones que existen para la conviavilidad en el contexto capitalista. Esta última refiere al arte de habitar en el sentido heideggeriano, es decir a la posibilidad de la construcción humana del espacio y del tiempo. Ligada a una forma de comportamiento, la capacidad humana de habitar, se ve golpeada y desintegrada con la modernidad.

Recuperando la interesante discusión entre sociedad y naturaleza desarrollada por Maffesoli, Rosales plantea la relación conflictiva entre "la animalidad y la socialidad" como elementos constitutivos de la humanidad. Esto resulta fundamental para pensar los modos de asumir y vivir la condición urbana y las condiciones de habitabilidad de los espacios impuestas por la modernidad capitalista. De manera alentadora concluye diciendo que es en el conflicto, en la insatisfacción y en el deseo donde se encuentra la posibilidad del cambio y la innovación social.

De esta manera esta compilación resulta un rico y profundo aporte no sólo para las sociologías de la vida cotidiana sino para las ciencias sociales en general. Las representaciones de tiempo y espacio con que cotidianamente trabajamos se inscriben en definiciones más amplias de la realidad social. Establecer distancias con aquellas que se desinteresan por el impacto que tienen en el ordenamiento y selección de lo concreto particular y que consideran la espacio-temporalidad y la sociedad como externamente relacionados exige una auto revisión de nuestras propias representaciones. Como afirma John Agnew las teorías, conceptos y categorías a través de los cuales comprendemos el mundo son productos históricos. Están relacionadas con las condiciones políticas y materiales dominantes de cada época. Deconstruir las representaciones implícitas del tiempo y el espacio en las perspectivas hegemónicas permite romper la naturalización con la que operan. Queda pues en este libro planteada una alternativa que recupera la idea de cambio e innovación en contra de aquellas metáforas espaciales y temporales estáticas e inamovibles.
 

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© Copyright: Cora Escolar y Analía Minteguiaga, 2002.
© Copyright: Biblio 3W, 2002.

Ficha bibliográfica

ESCOLAR, C. MINTEGUIAGA, A. Lindón, Alicia (Coord.).  La vida cotidiana y su espacio-temporalidad. Biblio 3W, Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona, Vol. VII, nº 380, 15 de junio de 2002.  http://www.ub.es/geocrit/b3w-380.htm [ISSN 1138-9796]



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