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Biblio 3W
REVISTA BIBLIOGRÁFICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona
ISSN: 1138-9796. Depósito Legal: B. 21.742-98
Vol. VII, nº 404, 15 de octubre de 2002

HARLEY, J.B. The new nature of maps: essays in the history of cartography. Baltimore: The Johns Hopkins University Press, 2001, 331 p. ISBN 0-8018-6566-2

Joan Capdevila i Subirana
Ingeniero Geógrafo. Instituto Geográfico Nacional

joancap@arrakis.es



Palabras clave: cartografía, historia de la cartografía, mapas y poder

Key words: cartography, history of cartography, maps and power


John Brian Harley (1932-1991) es considerado por algunos como el padre de la cartografía crítica, por muchos como el impulsor de la revisión crítica de la historiografía tradicional de la cartografía y por todos como un gran erudito que supo aunar ideas del mundo de la historia del arte, la literatura, la filosofía y la semiótica para comprender el papel que han desempeñado los mapas en el pasado y entender el del presente. Fue profesor en las Universidades de Liverpool y Exeter antes de trasladarse a su último destino en la Universidad de Wisconsin-Milwaukee, donde emprendería empresas tales como la publicación, junto con David Woodward, de la monumental History of Cartography, cuyo primer volumen apareció en 1987. Sus ideas sobre el significado de los mapas, desarrolladas en forma de ensayos entre 1981 y 1990, han tenido un importante eco tanto en las comunidades de geógrafos e historiadores de la cartografía como entre los estudiosos de la historia del arte y la literatura.

La presente recopilación de escritos es presentada por su editor, Paul Laxton, como una muestra representativa de la obra y pensamiento de Harley. Queda bien claro, sin embargo, que no se trata de ningún panegírico: los siete trabajos fueron escogidos por el mismo autor antes de su muerte para configurar un libro como el presente. Así pues, los ensayos son los originales, a los cuales se ha añadido un trabajo introductorio de carácter crítico realizado por John Andrews, una exhaustiva recopilación bibliográfica de la extensa obra de Harley y la bibliografía citada en los trabajos presentes, además de un extenso apartado ocupado por el gran número de notas habituales en sus artículos.

John Andrews enseñó en el Trinity College de Dublin y goza de reputación internacional como historiador de la cartografía. Amigo de Harley, durante muchos años intercambiaron ideas y correspondencia, aunque nunca publicaron juntos. En su capítulo introductorio, titulado "Meaning, Knowledge, and Power in the Map Philosophy of J.B. Harley", hace un rápido repaso crítico a las principales ideas y líneas argumentales harlianas desarrolladas entre 1980 y 1991, aunque en el presente volumen no se incluye ningún trabajo anterior a 1988. De él destaca su amplitud de conocimientos e intereses, clasifica sus aportaciones en el ámbito del pensamiento radical y considera su forma de expresarse como directa y contundente. La crítica se basa precisamente en la rotundidad y facilidad con que Harley generaliza en su análisis. No se trata de una crítica, pues, general sino más bien de forma y método. De hecho parece una reacción al tono agresivo de muchas de las afirmaciones de Harley.

Harley aplicó sus aportaciones epistemológicas a la cartografía inglesa de la época de los Tudor y a los primeros mapas americanos desarrollados por colonizadores ingleses, de los que era especialista. El corpus teórico que construye se origina, ante todo, con una ruptura con la historiografía tradicional, pobremente fundamentada según su parecer, a la que tacha de corte positivista y amparada por el mito de ciencia objetiva, detallada, neutra y transparente que usualmente se asocia a la práctica cartográfica. Harley considera el mapa como una "construcción social" y ubica al cartógrafo en el contexto de su época, como miembro de la sociedad en sentido amplio. Para analizar el significado del contenido del mapa, Harley considera los tres niveles utilizados por el historiador del arte Erwin Panofsky transplantados a la cartografía: signos convencionales, elementos pictóricos y componentes retóricos. Este análisis se aplica a todos los elementos del mapa, a su tamaño relativo, al lugar central, color, textos y, especialmente, a los espacios dejados en blanco y a las ausencias deliberadas de información. Como método para este análisis, Harley utiliza la técnica deconstructiva propugnada por Jacques Derrida y Michel Foucault, entendida como una rotura entre realidad y su representación. En este proceso identifica los mecanismos mediante los cuales el mapa es utilizado por el poder. El concepto de conocimiento-poder y el uso que se hace en cartografía por parte del poder institucional se halla presente en toda la obra harliana. De la manifestación del poder en la cartografía, Harley distingue entre la cuota debida al propio proceso cartográfico (poder interno) y la generada por el entorno (poder externo). Además, distingue entre poder psicológico, relacionado con las emociones y las actitudes, y poder moral, relacionado sobre todo con la legitimación de determinados hechos. Andrews critica cada punto y concluye que habrá que esperar al desarrollo de las ideas harlianas por las futuras generaciones para poder expresar en toda su extensión sus carencias y virtudes.

Considerar el mapa como "una construcción social del mundo" es el eje central alrededor del cual se desarrolla el primer ensayo, titulado "Text and Context in the Interpretation of Early Maps" y publicado en 1990. El mapa describe el mundo en términos de prácticas culturales y relaciones de poder, preferencias y prioridades. En este sentido, se puede tratar el mapa más como un texto que como una imagen especular de la realidad. Puede ser decodificado de la misma forma que otros sistemas de signos no verbales. La representación del mundo en cartografía se construye a partir de signos, convencionales o no, símbolos o metáforas e imágenes retóricas. Además, el estudio de estos componentes debe realizarse en su contexto histórico, huyendo de considerarlo simplemente como un mero marco contemporáneo. Harley propone estudiar tres aspectos diferentes: (1) el contexto del cartógrafo, donde cabe tener en cuenta toda la cadena de producción del mapa con sus diferentes actores, técnicas y herramientas, la intención del autor y como la desarrolla, la intención del promotor y su influencia sobre el mapa, el efecto del mercado al cual va dirigido, etc.; (2) el contexto de otros mapas, considerando el estudio comparativo de características topográficas lineales, de la toponimia y de la cartobibliografía relacionada y (3) el contexto social, dado que el mapa es una manifestación cultural producida en un lugar y un periodo concretos, donde se da un orden social determinado. Como estrategia para desarrollar los citados estudios, Harley propone en primer lugar identificar el papel que el orden social desempeña en el mapa. Distingue entre el papel del cartógrafo, con significado básicamente en el aspecto técnico, y el papel de la sociedad, que participa en la interpretación de la realidad influyendo en diferentes categorías de conocimiento. Deben buscarse los mensajes sociales destacados por el mapa y también aquellos ocultos. La representación nunca es neutral, la ciencia no deja de ser una realidad construida por el hombre. Por ejemplo, Harley destaca el carácter colonial que impregna la cartografía angloamericana histórica, destacando los asentamientos de la sociedad colonial en detrimento de los indígenas. Otra estrategia de estudio que propone se relaciona con los métodos utilizados en historia del arte, es decir, preguntándose como el orden y pensamiento social se traslada al lenguaje cartográfico en forma de signos, estilos y vocabulario expresivo. Siguiendo a Panofsky, Harley considera diferentes niveles de significado dentro de la imagen: (1) el proporcionado por los signos, símbolos y elementos decorativos individuales, (2) la identidad del lugar representado por el mapa y (3) el estrato simbólico, donde se considera el mapa como una gran metáfora de lo representado pasada a través del tamiz social.

La acción del poder político ejercido a través de la cartografía es explorada en el segundo ensayo, "Maps, Knowledge, and Power", publicado en 1988. Los mapas nunca están libres de valores. En este sentido, el autor considera los mapas desde tres prismas diferentes: (1) los mapas son una forma de lenguaje, lo que le permite hablar de una "literatura" de mapas y de un discurso no exento de significación política, lo que tiene su reflejo desde la selección de topónimos hasta la retórica de la simbología ornamental; (2) los mapas acarrean una carga simbólica, en el sentido formulado por Panofsky en historia del arte, donde se refleja el interés del poder político y (3) los mapas son una forma de conocimiento y por tanto, según Foucault, una forma de poder. Los ejemplos abundan: en el marco del imperialismo se ha usado la cartografía para la pacificación, legitimación y explotación de las colonias; la historia del mapa está íntimamente ligada al ascenso de la nación estado en el mundo moderno, convirtiéndose éste en el principal productor; en la historia de la tecnología militar el manejo de información cartográfica desempeña un papel importante, tanto para ocultar información como para destacar la que le interesa; en la historia de las relaciones de clase en el mundo rural el catastro es un actor destacado, estableciendo y legitimando no tan solo los derechos de propiedad sino también la recaudación de impuestos, etc.

Tradicionalmente, cartógrafos e historiadores han hablado de "sesgos", "distorsiones", "desviaciones" o "abusos" en los mapas, pero pocos han considerado las implicaciones políticas de estos términos. Existen "censuras cartográficas" deliberadas justificadas casi siempre por razones militares y falsificaciones asociadas a consideraciones políticas. Pero también deben considerarse las distorsiones "inconscientes" producidas por la influencia de los valores de la sociedad productora del mapa. Ello se puede apreciar en algunos elementos geométricos, tales como la proyección escogida, que tiende a deformar más algunas zonas que otras, o el centro geométrico del mapa, que suele relacionarse con el productor de este, dándole un carácter que Harley llama "etnocéntrico". También se puede apreciar en los "silencios", es decir, en las ausencias de información sin justificación técnica y que suelen ser resultado de un filtrado de elementos no deseados o no considerados importantes. También se detectan en los sistemas de clasificación y sus modos de representación, destacando unos signos convencionales sobre otros.

Capítulo aparte merece la consideración del uso de la cartografía como símbolo del poder. En la pintura, los globos terrestres se consideran símbolo de soberanía sobre el mundo, asociados muchas veces al derecho divino del control político. Los mapas han funcionado como símbolos territoriales en retratos de monarcas y emperadores y en la actualidad los líderes continúan con la tendencia de aparecer en los medios de comunicación con la presencia de cartografía de una u otra forma. Por otro lado, los elementos decorativos en los mapas siempre han sido una vía de transmisión de pronunciamientos políticos, destacando la acción de poder sobre la zona cartografiada y los valores a promover. Harley destaca, como ejemplo, la imagen difundida en Europa de África a través de la decoración en la cartografía hasta bien entrado el siglo XIX.

En el tercer ensayo, titulado "Silences and Secrecy. The Hidden Agenda of Cartography in Early Modern Europe" y publicado en 1988, Harley estudia la censura y el secretismo en la cartografía producida a partir del siglo XVI. A modo de marco teórico argumenta que la cartografía es ante todo un discurso político relacionado en la adquisición y mantenimiento del poder. Este aserto se fundamenta en dos aproximaciones: un entendimiento filosófico de las ausencias de información en los mapas y considerar las aportaciones que hace la sociología con respecto al poder, de donde extrae el concepto de "poder-conocimiento". Desde los principios de la Edad Moderna a medida que mejoraban las técnicas matemáticas, la cartografía fue siendo apropiada como arma intelectual por parte del sistema estatal. Los mapas pronto fueron reconocidos como lenguajes visuales que comunicaban derechos tanto territoriales como de propiedad, tanto de forma simbólica como práctica. En este sentido, un mapa podía estar sometido a todo tipo de manipulaciones, lo que Harley llama "silencios intencionales". El autor considera dos tipos: (1) los secretos de tipo estratégico, relacionados con la actividad militar y el control de la información, que en muchos casos se convirtieron en políticas de estado para impedir la diseminación de información cartográfica de su territorio (en las monarquías más fuertes, sin embargo, el interés por divulgar su cartografía podría radicar en la intención de demostrar su fortaleza) y (2) los secretos de tipo comercial, relacionados con el comercio de tipo monopolístico abierto por los navegantes con sus descubrimientos, lo que exigía, para su éxito, monopolizar el conocimiento sobre éstos. Otro tipo de silencios son los que parecen no ser intencionados, en el sentido de no haber sido ordenados explícitamente por los promotores de los trabajos. Estos tienen un aspecto de tipo cultural y están relacionados con la presencia o ausencia de categorías de detalle cartográfico que no pueden explicarse de otra manera, sea política, sea técnica. Harley considera dos tipos de discurso que pueden desarrollar este fenómeno: (1) un discurso de tipo científico, relacionado con el demostrado interés de la cartografía renacentista en la mejora los métodos de medida y en la clasificación de todo tipo de elementos, lo que conllevó una excesiva estandarización que acabó siendo en muchos casos una generalización de la que se excluían la diversidad y los elementos que no encajaban con el sistema establecido, deshumanizando el espacio, abstrayéndolo, convirtiéndolo en más importante que el lugar, y (2) un discurso de tipo político y social, que privilegia cierto tipo de "verdad" ante otras. Una categoría de este último es el silencio toponímico: los estados conquistadores silencian a determinadas poblaciones o minorías manipulando los nombres de los lugares, lo cual puede ser hecho de forma deliberada o no, cuando a nivel subconsciente simplemente se rechaza a los "otros", los que no pertenecen al grupo dominador. Una categoría similar se puede encontrar en las leyendas de muchos mapas, de las que aparecen eliminadas algunas clases según las apetencias de los autores. El contenido de los mapas puede organizarse en función de esquemas religiosos y batallas ideológicas de la Europa del siglo XVI. Solo cabe comparar la cartografía hecha por protestantes y católicos.

En "Power and Legitimation in the English Geographical Atlases of the Eighteenth Century", cuarto ensayo del presente volumen publicado en 1997, Harley examina la forma en que el poder de una estructura social influyó en la producción del conocimiento y su modo de representación cartográfica en los atlas elaborados en Inglaterra durante el siglo XVIII. En primer lugar, distingue entre poder externo y poder interno. El poder externo se relaciona con el promotor de la obra (la corona, instituciones estatales, el ejército, la iglesia) y suele ser identificado por muchos historiadores de la cartografía. Su influencia es directa, consciente. Por el contrario, el poder interno radica en el hecho de que el conocimiento no es independiente del poder y está relacionado con los procesos cartográficos (recopilación, generalización, clasificación, establecimiento de jerarquías, homogeneización), en general no es ejercido de forma consciente, es descentralizado y tiene un carácter marcadamente local. Como ejemplo, Harley considera las prácticas comerciales de los productores de atlas ingleses. En esa época la cadena de producción y los conceptos cartográficos estaban bien establecidos. La confección de mapas tenía un alto grado de estandarización. En este entorno, el poder externo tiene una naturaleza diferente a la enunciada ya que el poder establecido no patrocinaba directamente trabajos cartográficos. Esa influencia debe buscarse en el mercado de consumo de los atlas. En lo que se refiere al proceso cartográfico, los formatos y temas que utilizan los productores de atlas parecen estar relacionados más bien con una combinación de tradición, de aprovechamiento de planchas de impresión, de oportunidades de venta y de lo que podría llamarse un consenso no escrito entre el público potencial y el cartógrafo sobre lo que debe mostrar el mapa. Aquí el poder externo influye en el interno al generar unas normas homogéneas y unos procesos de recogida y transmisión de información concretas. Para estudiar el público potencial al que iba dirigido esta producción, Harley considera el concepto de "sociedad de una clase" acuñado por algunos historiadores para describir la estructura social de la época. Esta clase es la única que tenía conciencia nacional de su propia existencia e influencia, formada por la nobleza, el clero y algunos grupos profesionales, la mayoría propietarios de tierras. En total, no más del 5 por ciento de la población podía hacer frente a los precios propios de los atlas. En consecuencia, los atlas suelen ir acompañados de listas nobiliarias, escudos de armas y gran diversidad de símbolos de clase. En una comparación entre listas de suscriptores en dos épocas diferentes se puede apreciar, además, la pujanza de la burguesía industrial y urbana a medida que avanzaba el siglo. Por otro lado, se destaca que la importancia social de los cartógrafos está muy por debajo de la de sus patronos, lo que les hace muy dependientes de éstos. La producción y el mercado estaban radicados principalmente en Londres, lo que permitía que la influencia ejercida por el poder "difuso" fuera mayor. La información a la que podía acceder el cartógrafo había sido ya filtrada por diferentes agentes y se hallaba expuesto a las ideas, actitudes políticas, estereotipos étnicos, valores culturales y convicciones ideológicas enraizadas en el pensamiento general.

Para ver como es representado el poder a través de la cartografía, Harley considera dos grandes grupos de atlas ingleses: los de alcance regional y los universales publicados antes de la independencia norteamericana. Por lo que se refiere a los primeros, cabe señalar que el horizonte de la mayoría de los compradores de atlas estaba restringido a su región, tanto administrativa como socialmente, por lo que a mediados del siglo XVIII el atlas de carácter regional era el principal producto de origen inglés. En estos queda bien patente la estructura social de la zona, a través de listas genealógicas, escudos de armas y múltiples detalles en la ornamentación, además las de dedicatorias explícitas. En el cuerpo del mapa se detallan las características con las que las clases más altas, sus creencias y sus valores, se pueden sentir más identificados, por ejemplo omitiendo cualquier rastro de pobreza rural, destacando las líneas administrativas, distinguiendo varios niveles de rango eclesiástico en edificios, etc. Todo ello contribuye a perpetuar el mito de "orden natural" de la estructura de clases y convierte al atlas regional en un símbolo cultural de las clases altas. En cambio, la motivación subyacente en los atlas de tipo universal es el imperialismo de carácter agresivo. Los atlas son un medio para afirmar la superioridad de la nación inglesa sobre las otras naciones y reflejan los prejuicios, el patriotismo y el chauvinismo necesario para transmitirlo. Los atlas constituyen más un instrumento para legitimar la expansión inglesa que para planearla, estableciendo los límites administrativos, listas de propietarios, adornando profusamente los mapas con símbolos relativos a la corona, con paisajes de tierras fértiles y vacías, utilizando patrones de asentamiento completamente europeos, etc. Las relaciones entre blancos e indígenas suelen estar representados en términos de superioridad e inferioridad. También se da algún caso del uso del atlas como medio propagandístico (por ejemplo, en la guerra anglofrancesa en tierras americanas).

Pese al evidente uso interesado por parte del poder de la cartografía, el estudio de la historia de la cartografía ha evolucionado poco y continua siendo prisionero del mito positivista que concede a los mapas una dimensión científica y objetiva. En el quinto ensayo, llamado "Deconstructing the Map" y publicado 1989, Harley sugiere que la historia de la cartografía debiera estar basada más en una epistemología relacionada con la teoría social que con el positivismo científico. De las corrientes posmodernistas personificadas por Foucault y Derrida toma la estrategia deconstruccionista para romper el vínculo entre realidad y representación. Propone un esquema que viene a ser una estrategia para ayudar a localizar algunas de las fuerzas fundamentales conductoras de la cartografía en cualquier sociedad. La deconstrucción del mapa nos llevará a leer entre líneas y descubrir silencios y contradicciones que afectan a la aparente honestidad de las imágenes.

Para empezar, Harley se pregunta sobre el papel que desempeña la cartografía en el pensamiento actual. Para el pensamiento cientifista, el mapa es un reflejo fiel de la realidad y el estudio de su historia se utiliza para investigar los métodos de medida, los métodos de clasificación y representación, la evolución institucional, etc. Para el pensamiento de sesgo social, el contenido del mapa se halla embebido de valores étnicos, políticos, religiosos o de clase y en su historia podemos apreciar la influencia de las estructuras sociales y del poder. El conocimiento cartográfico es el producto de la interacción entre su papel técnico y el social.

Para comprender el papel de la cartografía en el contexto social, Harley considera los mapas como un texto cultural (es decir, como construcciones que emplean un sistema de signos convencionales para transmitir conocimientos) para abordar su interpretación, huyendo de la neutralidad que habitualmente se les ha supuesto. La deconstrucción del texto cartográfico pretende resituar significados, eventos y objetos en marcos más generales de movimientos y estructuras. Se trata de un enigma que debe ser resuelto. Incluso los actuales mapas de tipo científico, desprovistos de decoración e información superflua, cumplen su función de transmisores de valores y de control político y social por parte de los productores. Simplemente cambia la forma metafórica y retórica del texto cartográfico.

Finalmente, el discurso descrito, analizado mediante la deconstrucción, debe entenderse en su dimensión política y social para comprender como interviene el poder y como actúa el mapa en la sociedad. Para ello distingue, nuevamente, entre poder externo y poder interno en la cartografía. El primero es el más evidente, ligando la cartografía con los centros de poder político, los cuales producen mapas para sus propias finalidades, desde el control territorial (el poder jurídico) hasta el control de nuestras vidas. El poder interno es menos evidente: es el que se halla inmerso en el texto cartográfico, consubstancial a cualquier texto o forma de comunicación y formado a lo largo de todo el proceso cartográfico, disciplinando y normalizando el mundo. Concluyendo, los mapas son imágenes autoritarias de la realidad. Crean una realidad diferente. La forma interpretativa de la deconstrucción del mapa sirve para desmontar el mito epistemológico del mapa como producto científico objetivo, redefine su importancia histórica y lo ubica en los estudios interdisciplinares relacionados con los textos y el conocimiento.

En el sexto ensayo, "New England Cartography and the Native Americans", publicado en 1994, Harley analiza el papel que tuvo la cartografía durante la colonización de Nueva Inglaterra y su efecto sobre los pueblos indígenas. Empieza con una ironía: los indios desempeñaron un papel importante en la confección de la cartografía que luego se utilizaría para apartarles de sus tierras. Harley cita recientes estudios y diversos textos reconociendo la ayuda de los guías autóctonos en mapas de John Smith, Bartholomew Gosnold, Samuel de Champlain, etc. Diferencias culturales respecto al uso e interés de los mapas llevaron, por un lado, a varios problemas de interpretación que se ven reflejados en la cartografía y, por otro, a que los indígenas no percibieran esa actividad como un peligro.

Harley destaca como estrategia bien documentada para la apropiación política de un territorio la manipulación de la toponimia autóctona. Un ejemplo es el mapa de John Smith de 1616, del que se sabe que recopiló la toponimia local y que fue sustituida en Inglaterra por otra más conveniente para enfrentarse a las disputas que se estaba manteniendo con España, Francia y Holanda sobre la soberanía de la zona. Aunque muchas de sus invenciones no sobrevivieron, el mapa representa un paradigma para la cartografía posterior. En el mapa de la misma zona de John Foster de 1677 desaparecen todas las alusiones a las tribus que optaron por enfrentarse a la expansión colonial. El proceso de renombramiento no fue coordinado y avanzó con el asentamiento agrario. En algunos casos se optó por nombres genéricos puestos al azar y en otros casos por la traducción de nombres indígenas. En el proceso implacable de apropiación territorial colonial y de marginalización de los elementos autóctonos, Harley comenta un pequeño mapa de 1639 donde los asentamientos europeos están representados mediante una cruz y los indígenas con un triángulo, lo cual los diferencia y los asimila a un enfrentamiento entre paganos y cristianos. De hecho, en el mapa de Foster de 1677 comentado se localizan especialmente los sitios donde los Indios asaltaron posiciones coloniales, acusándoles de grandes masacres, y solo se señalan como emplazamientos fijos los coloniales, dando a entender que el resto del territorio es virgen. En este punto, Harley comenta también la otra gran estrategia cartográfica que apoyó la colonización: las ausencias de información. Al silenciar la presencia de indígenas, estas áreas parecen estar preparadas para ser ocupadas, propagando el mito de frontera vacía de tanto interés para el discurso colonial ya que justifica la apropiación territorial. Además, los mapas también serán los documentos prácticos sobre los que se subdividirán y limitarán los territorios indios. En función de este acto arbitrario, los agraciados se sentirán legitimados para enfrentarse a todo aquel que ocupe su territorio. Así pues, el uso de mapas en la apropiación colonial presenta vertientes tanto psicológicas como prácticas.

El último ensayo viene encabezado con una pregunta sugerente: "Can There Be a Cartographic Ethics?". Publicado en 1991, es la respuesta de Harley a una mesa redonda sobre la ética cartográfica publicada en otoño de 1990 en Cartographic Perspectives. La impresión de Harley es que se trató de un debate falaz en el sentido que se confundió lo técnicamente correcto con lo socialmente correcto derivado de la práctica cartográfica. Un mapa puede ser preciso y correcto incluso cuando miente. El debate abierto por la proyección de Peters fue provocado porque la comunidad cartográfica consideró que atentaba contra los estándares profesionales, pero realmente el fondo de la cuestión está relacionado con el desequilibrio de poder, fruto de la discriminación tradicional de unos paises (los más pobres) en las proyecciones de escalas pequeñas. En la mesa redonda se comentó que muchos elementos de la cartografía no contienen trascendencia ética. Harley discrepa. Los mapas interpretan y transmiten conocimiento del mundo, lo cual les confiere poder en tanto que se trata de un proceso subjetivo, con bastantes arbitrarierades. Muchas convenciones son consideradas como naturales (por ejemplo, el color) pero realmente son fruto de la tradición europea. Con la moderna introducción de estándares para automatizar tareas cartográficas se corre el riesgo de olvidarse de las consecuencias de la representación y promover tradiciones que no se corresponden con los tiempos presentes. Otra cuestión que se plantea Harley está relacionada con la búsqueda de los principios que deben soportar los juicios morales en unas circunstancias cartográficas particulares. Para la mayoría de los cartógrafos está claro: los mapas deben ser correctos, precisos y objetivos. Para Harley se trata de una afirmación positivista que evita cualquier discusión marginal, por lo que debe ser ampliamente revisada. Además debe considerarse el contenido de los mapas, aquello que destacan y aquello que silencian, sus formas de clasificación y generalización, etc., que añaden aspectos morales al reconstruir el mundo previamente deconstruido. Muchas de estas manipulaciones pueden ser llevadas a cabo por otros que ya han dado "forma" a los datos, por lo que el cartógrafo debiera plantearse su papel en todo el proceso, su responsabilidad e intentar recuperar el control de su trabajo. Finalmente, Harley considera como se puede y se debe considerar la dimensión ética de la cartografía. Dado que se trata de un campo nuevo, concluye que primero deben documentarse las cuestiones éticas relacionadas. También deben resolverse los desacuerdos conceptuales sobre lo que se considera la verdad en cartografía, haciendo un esfuerzo para relacionar la ética en la cartografía con cuestiones sociales más amplias, determinando su papel. La cuestión final será, una vez concienciado el gremio, si los cartógrafos estarán preparados de forma políticamente activa para alterar las condiciones bajo las cuales hacen su trabajo, conscientes de las consecuencias de su obra.

Tenemos entre manos, pues, una obra que recopila los escritos clave para entender la crítica de John Brian Harley a la actual historiografía de la cartografía. Su propuesta es radical. Sus argumentaciones sólidas, profusamente ejemplificadas y en la linea que las ciencias sociales están marcando en la actualidad. Su enfoque pluridisciplinar permite a la cartografía salir del nicho tecnicista en el que se halla ubicada y relacionarse con la historia del arte, la sociología, la semiótica, las ciencias políticas, etc. Su método estimula la investigación, planteando más interrogantes que respuestas. Algunos de sus resultados son turbadores. Tal como concluye Andrews en su ensayo introductorio, Harley ha abierto un camino las posibilidades del cual sólo el futuro podrá esclarecer.

© Copyright: Joan Capdevila i Subirana, 2002.
© Copyright: Biblio 3W, 2002.

Ficha bibliográfica

CAPDEVILA, Joan. Harley, J. B. The new nature of maps: essays in the history of cartography.Biblio 3W, Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona, Vol. VII, nº 404, 15 de octubre de 2002.  http://www.ub.es/geocrit/b3w-404.htm [ISSN1138-9796]


 
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