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Biblio 3W
REVISTA BIBLIOGRÁFICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
(Serie  documental de Geo Crítica)
Universidad de Barcelona
ISSN: 1138-9796. Depósito Legal: B. 21.742-98
Vol. VIII, nº 471, 5 de noviembre de 2003

GALLAND-SEGUELA, Martine. Le ingenieurs militaires espagnols de 1710 à 1803. Étude prosopographique et sociale d'un corps d'élite. These pour l'obtention du grade de Docteur de l' Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales. Directeur de thèse prof. Bernard Vincent, Paris, 2003. 455 + 119 p.
 

Horacio Capel
Universidad de Barcelona


Palabras clave: ingenieros militares, monarquía borbónica española, historia de la ciencia

Key words: militar engineers, Spanish Bourbon monarchy,  history of Science


El estudio de la corporación de los ingenieros militares españoles del siglo XVIII acaba de verse enriquecido por una importante Tesis doctoral elaborada por Martine Galland-Seguela y dirigida por el profesor Bernard Vincent, uno de los grandes hispanistas franceses actuales, el cual desde su posición de Director del Centre de Recherches Historiques en la Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales de la Maison des Sciences de l'Homme está impulsando una importante programa de trabajo sobre España en torno al Grupo de Estudios Hispánicos. Dicho programa se desarrolla a través de varias líneas sobre los derechos en el siglo XIX y XX, los poderes en la España del Antiguo Régimen, las minorías (religiosas, étnicas, políticas.. ) en la España moderna y contemporánea, las misiones religiosas en el mundo ibérico, entre otras.

La investigación se inscribe asimismo en un proyecto acogido por la Casa de Velázquez de Madrid sobre el personal al servicio de la monarquía borbónica española. Se trata del proyecto sobre "Personal Administrativo y Político de España" (P.A.P.E. ) dirigido por los profesores Jean-Pierre Dedieu y María Victoria López Cordón. En estos momentos se ha elaborado ya un fichero de unas 23.000 personas, de unos 3.000 de los cuales se conoce la carrera con gran precisión. En el marco de ese proyecto Martine Galland-Seguela ha estudiado en esta tesis los ingenieros militares españoles entre 1710 y 1803.

La Tesis se presenta ya desde el título como un estudio prosopográfico[1]. Se trata de una aproximación sugestiva y de gran interés para analizar el conjunto de una corporación profesional. La prosopografía supone la elaboración de inventarios de noticias bibliográficas individuales de forma que permitan la comparación y el estudio sistemático de una colectividad, tanto de forma cuantitativa como cualitativa. Ha sido una técnica muy utilizada por historiadores de la edad antigua, y especialmente del imperio romano, los cuales trataron de reunir todos los datos de los funcionarios del imperio para comprender el funcionamiento de la administración, y se ha usado también ampliamente para el estudio de colectividades de otros periodos históricos.

Desde el temprano y precursor trabajo de Alphonse De Candolle sobre la Histoire des sciences et des savants depuis deux siècles (1873) y especialmente a partir de los trabajos de R. K. Merton esa técnica ha sido también muy utilizada en los estudios sobre historia de la ciencia, en donde ha permitido reconstruir el desarrollo de las carreras en las comunidades científicas, para ver los rasgos comunes y las especificidades individuales. La "nueva historiografía prospográfica" desarrollada desde los años 1970 ha ampliado estos análisis al conjunto de los miembros de una comunidad, en un intento de entender el funcionamiento y el papel social de la ciencia.

Al insertarse en un proyecto impulsado por historiadores sociales sobre el personal administrativo y político en la España del siglo XVIII, la Tesis no ha tenido en cuenta esa tradición de la historia de la ciencia, que habría sido sin duda de interés para el estudio de la cuerpo de los ingenieros militares del siglo XVIII, los cuales actuaron como una corporación profesional y científica, desarrollando carreras profesionales e intercambiando conocimientos y destrezas. La investigación no ha olvidado esas dimensiones, pero ha puesto énfasis en la dimensión social y privada de los miembros de la corporación. Para ello ha tratado de utilizar nuevas fuentes, poco exploradas en el inventario que realizamos sobre el cuerpo de ingenieros militares en un proyecto elaborado en el Departamento de Geografía Humana de la Universidad de Barcelona a comienzos de los años 1980 (H. Capel y otros: Los ingenieros militares en la España del siglo XVIII. Inventario biográfico y repertorio de su labor científica y espacial, Universidad de Barcelona, 1983, 494 págs.). En particular, la autora ha trabajado en profundidad en el Archivo General Militar de Segovia, donde ha utilizado los expedientes personales y los expedientes matrimoniales de los ingenieros, así como los expedientes sobre las peticiones de pensiones en el Monte de Piedad, a partir de 1761, y unos cuarenta testamentos de ingenieros militares.

El trabajo ha permitido establecer el censo de los ingenieros en 787 individuos, refinando algunas duplicidades y dudas que existían en nuestro inventario, el cual había identificado más de 900 nombres. Ese mayor volumen de aquel inventario tiene que ver con los nombres escritos con grafías diferentes, o con las remisiones en esos casos dudosos; y también a que en él incorporamos todos los nombres que tuvieron alguna relación con el cuerpo, incluyendo nombres citados en nuestras fuentes y los ingenieros voluntarios que participan en trabajos de ingeniería militar pero no entraron en el cuerpo, de los que se prescinde en esta Tesis. En su estudio la autora ha decidido tener en cuenta solamente aquellos nombres cuya integración en el cuerpo parece cierta y ha establecido un censo que parece bastante seguro de los miembros de esta corporación.

En todo caso, una importante aportación de este trabajo es que ha corregido y completado el inventario que realizamos. De todas maneras, y a pesar del enorme esfuerzo de documentación realizado por la autora, todavía sigue habiendo lagunas, especialmente en lo que se refiere a los ingenieros de la primera mitad del siglo XVIII. Tal vez también en algunos casos la información podría haberse completado algo más con los datos que se disponen de los ingenieros militares de la Nueva España a partir del inventario y los estudios realizados por Omar Moncada, pero esta omisión seguramente podrá ser solventada en el futuro, y no afecta a las conclusiones del estudio.

Con todos los datos disponibles, los procedentes de nuestro inventario y los numerosos reunidos por ella, se han elaborado tres ficheros: uno sobre las carreras individuales de los ingenieros, otro sobre sus obras (mapas, planos y obras, a partir de nuestro inventario) y un tercero sobre los familiares (directos o por alianzas matrimoniales). Dicho fichero se integra con el fichero PAPE y está disponible para su consulta.

La Tesis está estructurada en dos partes. La primera titulada "De la polivalencia necesaria a la especialización militar. Estudio institucional" consta de tres capítulos que presentan la historia del cuerpo durante el siglo XVIII, desde la guerra de Sucesión a la ordenanza de 1803. Esta última, que se promulga después de la creación del cuerpo civil de ingenieros de Caminos y Canales, supone una clara especialización de la corporación de los ingenieros militares, cuya actividad queda reservada desde ahora a las obras de defensa y a las construcciones que tienen que ver con la actividad militar. La segunda parte lleva por título "Científicos en el mundo militar" y en sus tres capítulos dedica la atención a la trayectoria profesional de estos ingenieros: la entrada en el cuerpo, las carreras y la vida profesional y la movilidad.

La tercera parte "Vida social y vida privada de los ingenieros", con otros tres, capítulos presta atención al matrimonio de los ingenieros, el marco de vida y al ingeniero y su familia ante la muerte. La Tesis acaba con unas conclusiones generales, y lleva un útil índice de nombres. En el Anexo se incluye la relación completa de los ingenieros identificados, con las fuentes para cada uno, el inventario de las familias de los ingenieros (padres, mujeres, suegros, hijos y sobrinos identificados), una relación de obras escritas por los miembros del cuerpo, y algunos inventarios de bibliotecas que poseyeron.

La primera parte (páginas 14 a 155) constituye una buena síntesis de trabajos ya existentes, y aunque no aporta nada sustancialmente nuevo, permite confirmar los datos con las fuentes ya conocidas del Archivo de Simancas y otros archivos y materiales. Es una excelente sistematización de una buena parte de los trabajos existentes, aunque seguramente hay obras que aunque son citadas podrían haberse utilizado para obtener un mayor provecho. Por ejemplo, la Tesis y los trabajos de J. M. Muñoz Corbalán, que establece de manera clara los elementos de continuidad y de ruptura entre los ingenieros que actuaron en el Flandes español y que estuvieron vinculados de alguna manera con la Academia de Bruselas y los ingenieros del nuevo cuerpo creado en 1711.

La autora pone énfasis en la ruptura que supone la llegada de la nueva dinastía. Lo cual es lógico teniendo en cuenta su nacionalidad y coincide, desde luego, con una idea ampliamente difundida. De todas maneras, hoy se tiende a señalar también la continuidad de algunos aspectos del reinado del primer Borbón con el anterior. No hay que olvidar que muchos de los que aconsejaron a Carlos II a elegir a Felipe de Anjou, habían impulsado ya las reformas que se observan desde 1680 y siguieron teniendo influencia en el reinado de Felipe V. La perspectiva, a veces demasiado francocéntrica, no tiene en cuenta suficientemente que la organización del imperio español se realiza ya en el siglo XVI y tiene notables elementos de continuidad desde muchos puntos de vista, y que incluso fue un modelo para algunos aspectos de la organización de la monarquía francesa, como muestran tantos ejemplos. Las características de la monarquía hispana del XVII y el fracaso del proyecto del Conde-Duque de Olivares, en muchos puntos similar al de Richelieu, permiten explicar las diferencias con un estado como el francés, que consiguió antes que España una fuerte centralización y organización uniforme, la cual no fue posible en la Monarquía hispana hasta el Setecientos.

Tal vez el no haber tenido en cuenta suficientemente esa tradición hispana lleva a considerar como innovaciones determinados desarrollos o normas que tenían ya una larga vigencia. Por ejemplo, la normativa que se explicita en el reglamento de 1718 sobre la necesidad de elaborar mapas y acompañarlos con textos descriptivos, tiene sin duda una larga tradición desde el mismo momento del descubrimiento de América, como algo consustancial a la acción de gobierno.

Sin negar el interés de la sistematización que se realiza en la primera parte, sobre todo teniendo en cuenta el idioma en que está escrita y el público al que se dirige la Tesis, creo que las aportaciones esenciales de la Tesis se encuentran en las partes segunda y tercera. Con ellas la autora ha realizado una contribución de gran importancia a la historia de esta corporación y a la historia social del ejército español en el siglo XVIII.

Las aportaciones son muy numerosas y tal vez vale la pena resumir algunas de ellas para poner de manifiesto la trascendencia de esta investigación.

En lo que se refiere al lugar de nacimiento, se han encontrado informaciones sobre el lugar de nacimiento de 438 del total de los 787 ingenieros identificados.  Los datos generales referentes a todo el siglo muestran que un 21,9 por ciento de la muestra estudiada nacieron en el extranjero, 73,9 por ciento en España metropolitana y 4 por ciento en América y Filipinas. El análisis diacrónico permite comprobar que la cifra de extranjeros disminuye a lo largo del siglo de forma progresiva: 73 por ciento en 1721, 69 en 1728, 61 en 1731, 52 en 1741, 47 en 1750, 28 en 1760, 14 en 1777 y 9 por ciento en 1790. Tal vez con referencia a los datos iniciales habría que observar que la cifra de españoles debería incrementarse al sumarle los ingenieros nacidos en los dominios del imperio: América y Filipinas, así como en provincias que eran españolas antes de la guerra de Sucesión, como Flandes, Milanesado y Nápoles.

La comparación con otros estudios sobre el estamento militar, por ejemplo el de F. Andújar Castillo sobre los militares en la España del XVIII permite comprobar las similitudes y especificidades del cuerpo de ingenieros, que no es el caso de detallar aquí. En todo caso, si el peso de la nobleza en los grados de la oficialidad es grande y se va haciendo mayor según se asciende en ellos, en los ingenieros militares eso ocurre de forma menos destacada, ya que el cuerpo valoró siempre el mérito y la capacidad para los ascensos.

La autora ha podido identificar el origen social de 385 ingenieros y comprueba la importancia de la nobleza en el reclutamiento así como la fuerte presencia militar. Los porcentajes más elevados de la calificación social de los padres son: noble (23,3 %) militar (22,1 %), ingeniero militar (17,9 %) y "conocida" (17,1 %) , aunque están presentes también hidalgos, personal de la administración, órdenes militares  y otros (padre "ilustre", "ciudadano", "distinguida" o "hijo de don"). Estudia igualmente la continuidad familiar y los lazos con otros ingenieros, identificando 160 casos de ingenieros que tienen lazos familiares con otros miembros del cuerpo, y confirmando y refinando en ese sentido las conclusiones que se habían obtenido ya anteriormente en el libro De Palas a Minerva  (donde a partir del patronímico habíamos identificado un total de 182 casos).

La autora estudia también la formación científica de los individuos que se integraron en el cuerpo de ingenieros. De un total de 787 individuos ha conseguido establecer con precisión dicha formación inicial para un total de 318. De ellos un 87 por ciento proceden de instituciones militares, y especialmente de la Academia de Barcelona (191) y las de Orán (32) y Ceuta (21), pero también de otras (Cádiz, Guardias de Corps, Zamora..). Un total de 16 se formaron en instituciones civiles (Seminario de Nobles, Academia de San Fernando, Universidades), 19 con otras personas, y especialmente un familiar ingeniero, y 6 adquirieron su formación en instituciones extranjeras.

Otra aportación importante se refiere a las carreras de los ingenieros. Se trata de un cuerpo fuertemente jerarquizado con una doble escala facultativa y militar que aseguraba la vinculación al ejército y la posesión de grados con mando. Los grados inferiores (ayudante de ingeniero e ingeniero extraordinario) eran para el desempeño de tareas subordinadas de ayudante. Los proyectos eran dibujados a partir del grado de ingeniero ordinario, equivalente a capitán, y la  gestión de proyectos y dirección de obras correspondía a los grados superiores de ingeniero en segunda (equivalente a teniente coronel) ingeniero en jefe (coronel) e ingeniero director (coronel o brigadier).

El estudio de las promociones muestra que la edad media de entrada en cada grado era la de 23 años para ingeniero ayudante, 36 para ingeniero ordinario, 43 para ingeniero en segunda, 50 para ingeniero en jefe y 57 para ingeniero director. A este último grado solo llegaron los 130 individuos, es decir un 16 por ciento del total. La carrera acababa a los 70 años e incluso más, lo que significa que algunos llegaron a tener más de 47 años de servicio. La autora muestra bien que la promoción del ingeniero era una mezcla entre competencia y experiencia. El mérito y la eficacia eran generalmente los criterios fundamentales, con escaso peso de las influencias de carácter social o familiar, que sin embargo no dejaron de estar presentes en algunos casos.

La carrera terminaba por muerte o jubilación. Pero en este caso y en el de ingenieros activos de los grados superiores, podía existir también la promoción a otros empleos. Aunque la mayor parte de los ingenieros desarrollaron toda su carrera en el cuerpo, el estudio muestra asimismo que ya antes de llegar a ingeniero en segunda -excepcionalmente-, pero sobre todo, desde este grado al de ingeniero director, algunos pudieron acceder a cargos de regidor, corregidor, intendente, gobernador, e incluso al de virrey y capitán general (Pedro Martín Cermeño y Joaquín Manuel Pino y Rozas), tanto en España como, especialmente, en América.

El de Ingenieros es un cuerpo de elevada formación técnica, de una fuerte movilidad y lealtad absoluta al servicio del Estado. Según se ascendía en la jerarquía la permanencia en un lugar podía ser más larga, pero incluso en estos casos estaban siempre a disposición del gobierno. El cargo de ingeniero director de una región era especialmente relevante y sobre todo en aquellas regiones en que se realizaban importantes obras de fortificación (Cataluña, Castilla, Valencia, Andalucía). El destino en América o Filipinas suponía el desplazamiento a aquellas lejanas tierras, donde algunos permanecieron durante muchos años a pesar, en ocasiones, de las insistentes peticiones para volver a la Península. Un total de 279 ingenieros, es decir un 35 por ciento, tuvieron empleos en Indias.

El ingeniero aparece siempre como el hombre del Estado, y era un técnico esencial para la realización de las obras públicas en cualquier territorio en el que actuara. Su competencia y la falta de otros técnicos podía llevarles ocasionalmente a dirigir obras civiles, siempre con autorización de sus superiores. En todo caso, la formación homogénea que tenían y las  normas precisas sobre el diseño y la dirección de los trabajos les hizo difusores de procedimientos constructivos, de técnicas y de formas de gestión de la construcción. En ese sentido su papel debe ser considerado muy importante.

El Estado tuvo interés en regular con detalle aspectos esenciales de su vida privada, desde el matrimonio hasta las relaciones con el medio local en el que trabajaban. Trató de ejercer un control real sobre la vida privada de los oficiales del ejército en general y sobre los ingenieros en particular. La disponibilidad absoluta para cualquier destino y la movilidad disminuyen cuando el ingeniero –y el militar en general- tiene una familia que ha de desplazarse también, y las cargas del estado aumentan correlativamente con la mujer y el número de hijos, a los que hay que atender asimismo en caso de defunción en acción de guerra o por cualquier otra causa. Eso explica las cuidadosas normativas que se elaboraron en relación con el matrimonio de los militares en general, y de los ingenieros en particular. Y también la creación en 1761 de un Monte de Piedad Militar para atender a viudas y huérfanos, el cual estuvo alimentado por recursos estatales y  por las contribuciones de los mismos ingenieros. La investigación que ha realizado la autora a partir de los expedientes matrimoniales y la documentación del Monte de Piedad es muy valiosa y permite conocer datos interesante sobre la vida privada y familiar de los ingenieros. Los datos disponibles parecen mostrar que para el conjunto de los ingenieros la nupcialidad es un poco más elevada que para otros cuerpos militares, pero que, al igual que en ellos, era baja en los grados inferiores y aumentaba en los superiores. La eficacia de las medidas que se adoptaron parece haber conducido a una cierta disminución de la nupcialidad a lo largo del siglo; de los datos disponibles se deduce que a mediados de XVIII estaban casados un 48 por ciento de los ingenieros, y que en 1787 lo estaban solamente el 40 por ciento.

La autora ha podido establecer también la edad de las esposas de los ingenieros casados (171 casos de ingenieros y 78 casos de esposas). La edad más frecuente de matrimonio de los ingenieros eran las de 30 a 34 años (36 casos) y de 35 a 39 (41 casos); entre las mujeres las de 24 a 29 años (31 casos, casi la mitad del total de que se posee datos). En cuanto al origen social de las esposas, de 186 casos en que se tiene información, el 43 por ciento era de origen militar, 38 por ciento de la nobleza (generalmente la nobleza local del lugar donde prestaba servicio el ingeniero) y 17 por ciento de la administración. Solo dos mujeres identificadas eran no nobles: una hija de un maestro de obras y otra de un negociante.

La autora estudia también el origen geográfico de las esposas (163 casos), las dotes de algunas de ellas (71 casos) y los casos de nuevos matrimonios de ingenieros viudos. Especial interés tiene el estudio de las redes sociales establecidas por los ingenieros, a través de sus propias familias, de las familias de sus esposas y de otras relaciones. Para ello dedica atención a los padrinos, que han de cuidar de los hijos en caso de fallecimiento, y a los albaceas testamentarios , que cuidan de que se cumplan las últimas voluntades. Sin duda, como alguien señaló en el debate, podrían incorporarse también los testigos que firman los testamentos, y los testigos de las bodas (después de una investigación de los documentos de matrimonio en los archivos parroquiales), pero es evidente que ello requiere un trabajo específico. Aunque tal vez necesario, para interconectar los archivos generales y locales, algo que en lo que se refiere a los ingenieros franceses hizo con mucha habilidad Anne Blanchard en sus valiosos estudios.

Las conclusiones de sus análisis llevan a Martine Galland-Seguela a afirmar que:

"los ingenieros poseen una movilidad profesional importante y tejen lazos ante todo con su medio profesional: ingenieros militares y maestros de obras. La movilidad permite ampliar a diferentes regiones el tejido relacional. Una segunda idea debe destacarse, algunos ingenieros obtienen un cierto reconocimiento en el mundo científico e ilustrado de la época. Integrar los medios de progreso los lleva también a frecuentar a economistas y financieros. Finalmente, los ingenieros, que desempeñan el papel de técnicos polivalentes al servicio del rey, pueden llegar a aproximarse a las esferas del poder" (pág. 332).
En el capítulo II de esta parte, se dedica la atención a los marcos de la vida privada de los ingenieros a partir del estudio de los sueldos y gratificaciones que recibían, que a veces llegaban con retraso y les obligaban a contraer deudas. A partir de una frase del testamento de Juan Martín Cermeño, en donde este ingeniero declara que nunca se ha beneficiado de nada en el servicio del rey o de los particulares, la autora se pregunta si algunos pudieron desviar en provecho propio parte de los caudales de la hacienda pública que habían manejado, para responder a lo cual harían falta investigaciones sobre las fortunas de los ingenieros y su tasa de enriquecimiento, lo que por el momento es imposible de realizar.  El estudio de las inversiones que algunos realizaron muestra la información que habían podido tener, y las actitudes tradicionales (con la creación del mayorazgo para los hijos) o nuevas (invirtiendo en compañías de comercio). También estudia los inventarios de los bienes en el momento del fallecimiento, para tratar de identificar su marco de vida a través del mobiliario y enseres de todo tipo que dejan en el testamento. El análisis pone de manifiesto una gran diversidad, ya que si algunos ingenieros llegaron a tener un nivel y estilo de vida que corresponde al de las elites, otros enumeran solo bienes muy modestos. Entre esos bienes inventariados aparecen a veces bibliotecas, que permiten conocer las preocupaciones intelectuales y los gustos de los ingenieros. En el apéndice se reproducen, como dijimos, algunos de dichos inventarios de libros.

Finalmente el capítulo dedicado al ingeniero y su familia frente a la muerte permite descubrir muchas causas de fallecimiento, las normas sobre testamentos militares y penetrar en los ideales más íntimos de los ingenieros, en sus temores y esperanzas, sus creencias y sus ideas sobre los ritos que habían de rodear a ese acto de despedida con el mundo.

Este apretado resumen que hemos hecho del contenido de la Tesis de Martine Galland-Seguela nos muestra el enorme interés de la investigación que ha realizado, el rigor con la ha llevado a cabo y el interés de las conclusiones alcanzadas.

Tal vez por la naturaleza del proyecto al que se vincula (el fichero PAPE) se pone énfasis, como hemos visto, en las dimensiones políticas administrativas y sociales. Lo cual es perfectamente legítimo. Tal vez habría sido útil una mayor utilización de los avances de la historia de la ciencia española. Lo cual lo señalo no en demérito de esta Tesis, sino porque es desgraciadamente una constante de muchos trabajos de historiadores, tanto en España como en Francia, que parecen no tener suficientemente en cuenta las importantes investigaciones que han realizado los historiadores de la ciencia. En este caso, si es cierto que algunos de ellos como José Luis Peset, Antonio Lafuente o Manuel Sellés y otros no están del todo ausentes en la bibliografía,  creo que una mayor utilización de sus obras habría mejorado el contenido de la Tesis.

En el mismo sentido, puede señalarse que en lo que hace referencia a los precedentes de la corporación, la ausencia de referencias a trabajos recientes sobre la ciencia española de los siglos XVI y XVII; por ejemplo los que hay sobre la Academia de Matemáticas de Madrid realizados por Nicolás García-Tapia, Mariano Esteban Piñeiro y María Isabel Vicente, que podrían haber sido de utilidad. De manera más general, tal vez se echa en falta una mayor utilización de obras generales de la sociología de la ciencia. No ha de olvidarse que se trata de una corporación técnica y científica, con sus reglas de funcionamiento. Esa dimensión está poco atendida en la Tesis y podrá ser sin duda desarrollada por la autora en el futuro.

Durante la defensa de la Tesis la autora aseguró que el diccionario biográfico que ha elaborado para este trabajo, y cuyo original mostró, va a ser completado y podrá publicarse en plazo breve. Estamos seguros de que cuando esté disponible será de una gran utilidad a todos los que se interesan por esta corporación, al igual que lo es, sin duda, la investigación que ahora ha presentado.
 

Notas
 

[1] La Tesis fue defendida el 27 de septiembre de 2003 ante un tribunal constituido por los profesores Jean Pierre Dedieu (Director de Estudios del CNRS, en la Université Bordeaux III), como Presidente; y , como vocales, Didier Ozanam (Profesor Emérito y ex-Director de Estudios de la École des Hautes Études en Sciences Sociales), André Zysberg (Profesor Emérito de la Université de Caen-Basse Normandie, Caen), Horacio Capel Sáez (Catedrático de Geografía Humana de la Universidad de Barcelona), y André Grelon (Director de Estudios en Sociología, Ecole des Hautes Études en Sciences Sociales). Obtuvo la calificación de Tres Honorable, avec felicitations du Jury.

 
© Copyright: Horacio Capel, 2003
© Copyright: Biblio 3W, 2003.
 

Ficha bibliográfica

CAPEL, H.  Galland-Seguela, Martine. Le ingenieurs militaires espagnols de 1710 à 1803. Étude prosopographique et socialeBiblio 3W, Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona, Vol. VIII, nº 471, 5 de noviembre de 2003. <http://www.ub.es/geocrit/b3w-471.htm>. [ISSN 1138-9796].


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