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Biblio 3W
REVISTA BIBLIOGRÁFICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
(Serie  documental de Geo Crítica)
Universidad de Barcelona
ISSN: 1138-9796. Depósito Legal: B. 21.742-98
Vol. IX, nº 486, 15 de enero de 2004

GONZÁLEZ CEBALLOS, Sara. La política de escalas en Bilbao.: la construcción sociopolítica de un Área Metropolitana. Tesis doctoral dirigida por el Dr. Víctor Urrutia Abaigar. Bilbao: Universidad del País Vasco, Departamento de Sociología, 2003. 446 p.

Horacio Capel
Universidad de Barcelona


Palabras clave: teoría de la regulación, regulacionismo, escalas, políticas territoriales, discurso, área metropolitana de Bilbao.

Key words: regulation theory, scales, politics of territory, discourse, Bilbao Metropolitan Area.


Entre los problemas a que se enfrenta la investigación en las ciencia sociales uno de los más graves es el de la articulación entre el marco teórico y el trabajo empírico. En los años 1950 y sesenta los científicos neopositivistas insistieron -seguramente con razón- en que la teoría es el corazón de la ciencia, y mostraron que sin teorías explícitas o implícitas no somos ni siquiera capaces de hacer una descripción: lo que hay en la realidad es tan múltiple y diverso que una simple descripción que tenga algún sentido solo puede hacerse si se tiene algún criterio para seleccionar lo que se considera significativo.

Pero aceptado el papel central de la teoría, se plantea todavía el problema del camino que se sigue para su elaboración, y la relación con los datos empíricos. Las pretensiones de los que han querido elaborar una teoría formalizada válida solamente por su coherencia interna son muy sugestivas, aunque toda construcción de una teoría supone siempre previamente el conocimiento de datos empíricos en relación con el problema que se plantea. En todo caso, la teoría una vez elaborada se convierte en una excelente guía para hacerle preguntas a la realidad, cuya respuesta obligará, tal vez, al refinamiento y modificación del marco teórico de partida.

Cuando un investigador social se enfrenta al estudio de una realidad concreta puede tener a su disposición diferentes teorías, a veces en competencia y a veces complementarias. Enfrentarse al estudio de la construcción socio-política de un área metropolitana, por ejemplo, permite adoptar diferentes estrategias de investigación, a partir del marco teórico adoptado. Si un investigador de cierta edad -entre los que me cuento- tendría dudas a la hora de elegir el camino a seguir, muchas más las ha de tener un investigador joven que inicia su experiencia investigadora con la elaboración de una Tesis doctoral y, al mismo tiempo, ha de elegir entre las teorías disponibles para enfrentarse a la realidad que estudia. Lo más probable es que a lo largo de su investigación, y en relación con los azares de los contactos sociales e intelectuales, vaya descubriendo marcos teóricos que le permiten ver nuevas perspectivas y que le llevan a un esfuerzo para profundizar en ellos, lo que le obliga al mismo tiempo a reformular su propio proceso investigador.

La Tesis doctoral que voy a comentar es un ejemplo interesante al que creo que vale la pena dedicar atención, ya que es un trabajo excelente, realizado por una persona muy capaz y bien formada. De entrada puede decirse que este trabajo, que ha sido dirigido por el Dr. Víctor Urrutia Abaigar, Catedrático de Sociología de la Universidad del País Vasco, es una investigación muy bien planteada, con un marco teórico explícito y bien fundamentado, apoyada en fuentes adecuadas y seleccionadas. Eso es lo que he hecho constar en el informe que, como miembro del tribunal que la juzgó, hube de enviar a la Comisión de Doctorado antes de proceder al acto público de lectura y defensa de la Tesis1. De todas maneras, y precisamente por el interés de esta investigación, creo que vale la pena detenerse en el análisis de su contenido y expresar aquí de forma más amplia algunas de las cuestiones que más brevemente planteé en dicho acto público.

El texto de esta Tesis consta de nueve capítulos agrupados en dos partes, una primera (titulada "El entramado teórico") que se esfuerza por presentar el marco teórico que ha guiado la investigación, y una segunda (que lleva por título "Desentramando la narrativa de Bilbao") en la que aplica dicho marco al análisis de la construcción socio-política del área metropolitana de Bilbao. Ambas aparecen precedidas de un interesante capítulo introductorio sobre "Las historias de Bilbao", en el que la autora realiza una magnífica descripción no solo del tema de la Tesis sino, y especialmente, de su propio itinerario intelectual. Un capítulo especialmente recomendable para jóvenes investigadores que se enfrentan al problema de diseñar una Tesis doctoral.

El marco teórico en el que sitúa su investigación es el de la teoría de la regulación y la teoría del planeamiento comunicativo, aplicadas al desarrollo urbano de Bilbao en la situación actual de desarrollo capitalista. A continuación realiza lo que denomina el análisis del imaginario urbano y del surgimiento de la reflexión colectiva sobre la escala metropolitana de Bilbao. El estudio empírico que ha realizado en esta segunda parte se basa esencialmente en fuentes discursivas producidas por diferentes instituciones bilbaínas y del País Vasco en general, y en entrevistas realizadas a personalidades significativas de los ámbitos económico, político y social. Teniendo en cuenta los objetivos de la Tesis, creo que las entrevistas están bien seleccionadas y planteadas. La autora utiliza una serie de materiales que "pueden ser lingüísticos o no pero que se tratan como formas discursivas o, en otras palabras, materiales que pueden ser interpretados, 'leídos'" (p. 156).

La estrategia de análisis, pasa por descifrar estos materiales discursivos que, de forma más concreta podemos agrupar en: entrevistas en profundidad a personalidades del mundo empresarial o institucional relacionadas con las políticas públicas de regeneración urbana, documentos de planes urbanísticos, actas del Parlamento Vasco y de las Juntas Generales de la Diputación de Vizcaya, documentos de mercadotecnia urbana, memorias anuales de organizaciones relacionadas con el desarrollo de Bilbao, discursos, artículos y entrevistas a personas destacadas, y trabajos académicos. Este último material -los trabajos académicos- se ha analizado también "desde un punto de vista discursivo, contemplándolo con una óptica similar a la de las entrevistas o documentos gubernamentales", al considerar -pienso que correctamente- que los autores están insertos en contextos sociales e intelectuales concretos que influyen en la elaboración de su descripción e interpretación.

La autora utiliza estos documentos para desentrañar aspectos o momentos diversos de los procesos que analiza. Creo que, en general, lo hace de manera hábil y pertinente. Tal vez habría sido conveniente incorporar a la Tesis como apéndice la transcripción completa de dichas entrevistas, así como algunos de los textos más significativos, para que el lector pudiera tener una idea total de su contenido y juzgar sobre la selección e interpretación que hace la autora.

Pocas veces se encuentra una Tesis Doctoral tan bien trabada teórica y metológicamente. En este sentido el trabajo es verdaderamente ejemplar y su esfuerzo de una gran utilidad. En toda su investigación la autora ha mostrado una actitud decididamente interdisciplinaria o transdisciplinaria que creo hay que valorar muy positivamente. En la primera parte, dedicada al marco teórico, ha realizado una magnífica síntesis a partir de lecturas muy amplias, lo que permite al lector disponer de un buen estado de la cuestión de los temas sucesivamente abordados.

Los problemas surgen, sin embargo en relación con ese mismo marco teórico y con su coherencia interna. Precisamente por el interés del trabajo que ha realizado Sara González Ceballos y por la seriedad con que lo ha hecho, me voy a permitir abordar en este comentario algunos aspectos que me parecen relevantes para estimular un debate en relación con el problema al que me refería al principio, el de la relación entre las construcciones teóricas y el trabajo empírico.

La estructura de este comentario será la siguiente. Ante todo me referiré a algunas de las propuestas teóricas que ella realiza, y aludiré especialmente a determinados aspectos de la teoría de la regulación, a la globalización, a las escalas y al llamado giro institucionalista. En la segunda parte haré referencia a su análisis sobre la construcción socio-política de Bilbao. Finalmente volveré en las conclusiones al tema aborado al principio. Aprovecharé también para resumir algunas de sus ideas en beneficio de nuestros lectores, y para poner de manifiesto el interés de la aportación que se ha realizado en este trabajo de investigación.
 

La teoría de la regulación o aproximación regulacionista

La autora sitúa explícitamente su investigación en el marco de la teoría de la regulación o, como ella prefiere (p. 46), la aproximación regulacionista. En el capítulo 2 realiza un notable esfuerzo de sistematización y clarificación de este marco teórico, con un elevado nivel de lecturas y de reflexión personal. La presentación que hace de dicho marco se esfuerza desde el comienzo por presentar de forma simple y coherente algo que luego se ve es mucho más complejo y con diferencias conceptuales importantes. De esa presentación la autora destaca el énfasis que los regulacionistas ponen en "la continua fluctuación entre la crisis y la estabilidad de las sociedades capitalistas y el carácter contradictorio de las relaciones sociales" (p. 55). Lo que no es, ciertamente, mucho, pero le permite poner el acento en la crisis de los años 1970.

Del marco teórico adoptado destaca especialmente cuatro rasgos básicos de gran interés: "su intención de evitar el estructuralismo y el funcionalismo; el énfasis en el concepto de crisis; una sensibilidad por la historia y el análisis en el tiempo; y la importancia de las instituciones" (p. 55).

Creo que con la perspectiva que dan los tres decenios que han transcurrido desde que la aproximación teórica regulacionista surgiera en los años 1970, debería hacerse un esfuerzo por interpretar también históricamente su nacimiento y su transformación, insertándola en la evolución del pensamiento social durante esas tres décadas.

Visto en perspectiva la teoría de la regulación no puede evitar, a pesar de su explícita oposición al estructuralismo marxista, el contexto intelectual en que nació, que la hacen algunas veces, sobre todo en sus primeras formulaciones, un tanto confusa.

Recuerdo que cuando en los años 1970 yo mismo me acerqué al pensamiento de Althusser tuve muchas veces la impresión de que aquel inmenso embrollo se parecía mucho al que había tenido ocasión de conocer leyendo obligatoriamente en la asignatura "Introducción a la Filosofía", del primer curso de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Murcia, el manual de Millán Puelles Fundamentos de Filosofía. Al igual que aquel confuso e inútil manual que se esforzaba en presentar de forma coherente y como "filosofía perenne" una versión pretendidamente modernizada de la escolástica medieval, la obra del filósofo francés se presentaba como un intento de elaborar una versión modernizada ("estructuralista") del marxismo. Cuando más tarde leí el libro del historiador E. P. Thompson Miseria de la teoría quedé deslumbrado por la lucidez y claridad de su crítica a Althusser, realizada desde el pragmatismo y el sentido común británico, y anonadado por su predicción de que el filósofo francés acabaría loco, como realmente ocurrió.

El ambiente francés de los años 1970 tiene un gran interés histórico, y generó brillantes producciones intelectuales, pero también algunas propuestas muy confusas, que no sé si la inquietud de los pensadores franceses por la creciente competencia del inglés y la pérdida de prestigio nacional, ha conducido hacia un barroquismo cada vez mayor, y totalmente inesperado en un país que siempre ha valorado las enseñanzas de Montaigne y la tradición cartesiana.

En todo caso, si los debates que se realizaron en aquellos años tenían interés porque ayudaron a descubrir, como dice la autora, que "el sistema capitalista no se reproduce sobre la base de leyes 'divinas'", o inscritas en el orden natural de las cosas, y que "el comportamiento humano no es uniforme", no estoy seguro de que todo lo que en aquellos años se descubrió siga siendo hoy realmente importante y significativo.

Las batallas que los teóricos de la regulación libraron en los años 1970 y 80 no son las batallas de hoy. Era un contexto de sistemas y de antisistemas igualmente sistemáticos. Luego se fueron descubriendo muchas dudas e incertezas, y a partir de 1989, se produjo un cambio esencial que suprimió inesperadamente el modelo económico socialista, que siempre estaba presente de forma explícita o implícita como alternativa al capitalismo.

La atención que los regulacionistas otorgan a la historia y a la variable temporal (p. 59) debería conducir a una decidida atención a la historia económica, lo que parece que no hacen realmente los partidarios de esta escuela. Frecuentemente se tiene la impresión de que, sobre todo los autores que realizaron su obra más tempranamente, se mantienen en esquemas temporales abstractos propios del momento en que iniciaron su camino, cuando, incluso en el contexto intelectual francés, los ecos de la new economic history llevaban también a los historiadores a insistir en la necesidad de elaborar modelos abstractos sobre el cambio temporal. Tengo la impresión de que aunque ellos pretendían huir de las abstracciones de Althusser, quedaron enredados en su misma concepción abstracta del cambio temporal; o del estudio empírico para la comprobación de teorías -lo que, desde luego, es lícito y estimulante en las ciencias sociales- pero sin entrar a fondo en los datos de la historia económica y de la historia social y política.

Todos esos comentarios no significan desvalorar el aparato conceptual y los temas a que han prestado atención los autores que se sitúan en el marco de la teoría regulacionista, que ha permitido descubrir cuestiones nuevas y relevantes y ha iluminado aspectos significativos de la evolución contemporánea. También han generado aproximaciones que seguramente pueden introducirse con provecho en el análisis social e histórico: las formas institucionales, viejas y nuevas, las relaciones sociales, estabilizadas o no, los procesos de regulación, etc. Aunque -y volveremos sobre ello- no es seguro que todo ese aparato conceptual coincida con el que se ha desarrollado en el marco de otras ciencias sociales, y en particular en la sociología.

De todas maneras, parece que algunos de los conceptos propuestos y difundidos por estos autores (y nos estamos refiriendo a R. Boyer, A. Lipietz y otros ampliamente usados en esta obra), merecerían mayor atención y debate, tanto más cuanto que no hay unanimidad respecto a las ideas iniciales dentro de la escuela.

El concepto de Fordismo, acuñado por Gramsci con referencia al periodo entre las dos guerras mundiales, se ha utilizado luego aplicado, unas veces, al periodo de acumulación capitalista de los años posteriores a la segunda Guerra Mundial y en unas áreas concretas (Estados Unidos, Europa, Japón); y en otras ocasiones de forma algo más amplia. En realidad, nada impediría aplicarlo a una dimensión temporal más amplia todavía, y concretamente a partir de la fabricación del primer Ford T, o desde el mismo nacimiento de Ford (como hace Huxley en Un mundo feliz).

También se ha usado unas veces con referencia al conjunto de las relaciones sociales y económicas, y otras aludiendo solamente a la forma de organización industrial con montaje en cadena, organización científica del trabajo e integración vertical y horizontal. Producción masiva y demanda masiva han ido desde luego asociados, aunque conviene recordar inmediatamente que la primera era solamente una parte de la realizada por la industria, ya que persistió la pequeña y mediana empresa, y que la demanda solo fue siendo masiva a medida que se organizaba el Estado del Bienestar en los países occidentales y se pusieron a punto políticas de apoyo al consumo (crediticias, sistema financiero...). En cuanto al pacto entre empresarios y trabajadores, que lo hizo posible, era resultado de un siglo de presiones sindicales, y del miedo al comunismo después de 1917 y, sobre todo, de 1945. El mundo generado por la crisis de 1929 y por al avance soviético en Europa y la fuerza de los partidos comunistas en algunos países europeos contribuyó a concesiones y mejoras importantes que trataban de asegurar la paz social.

En el análisis de la crisis económica de los años 1970 (cuando según la teoría, acabó la fase Fordista) aparecen muchos descubrimientos y aciertos de la aproximación regulacionista. Los factores que diversos autores han ido destacando como esenciales, y que la autora resume diestramente (en p. 61) son sin duda relevantes, aunque no sepamos si están todos y en qué grado actúan.

En todo caso, el paso del tiempo y la caída del muro de Berlín está obligándonos a -y tal vez permitiendo- tener otra perspectiva. Una perspectiva que, ante todo, ha de contar con la desaparición del modelo real de economía socialista, y que ha de revisar, al mismo tiempo, muchos conceptos marxistas, realizando una nueva relectura de esa obra admirable que es el Capital, la cual conviene situar históricamente Pero que, además, debe tener una perspectiva decididamente mundial, y no limitada a unos pocos países desarrollados, por muy importantes y dominantes que éstos sean.

Cuando se leen cronológicamente las propuestas de los autores que explícitamente se adscriben a la aproximación regulacionista, se ve que desde fines de los años 1970 han ido incorporando nuevos datos a sus interpretaciones, lo que muestra la vitalidad de la misma, pero también la carencia de un marco teórico sólido y consistente, que, además, posee contradicciones conceptuales y metodológicas que los mismos autores han manifestado y debatido públicamente.

En todo caso, el énfasis que algunos autores ponen en las formas institucionales de regulación de la cohesión social, debería llevarles a una decidida aproximación a la sociología y a la ciencia política, para tratar de unificar el aparato conceptual y terminológico, lo que tengo la impresión que no ha sido muy corriente. El esfuerzo por analizar y buscar las "bases políticas y macrosociales de las estrategias y comportamientos de los actores económicos" (que afirmó, por ejemplo, R. Boyer en 2000, cit. en p. 63) debería llevar a un acercamiento más decidido a la sociología.

La alusión que se hace en la Tesis a los principios ontológicos de la aproximación regulacionista es repetida y me parece innecesaria; o, en todo caso, no parece corresponder al sentido habitual del término 'ontología' en España. Las interpretaciones teóricas que buscan "los presupuestos ontológicos" de la teoría, o que tratan de detectar el marco filosófico de la aproximación regulacionista, producen a veces inquietud: la caracterización de la misma como un "realismo crítico", que procede de lo abstracto a lo concreto y de lo simple a lo complejo", no parecen aclarar mucho. Que el presupuesto ontológico de la aproximación regulacionista sea "que la historia es un proceso abierto", con periodos -se dice luego (p. 78)- de estabilidad y de crisis, no me parece muy ontológico. Y que el realismo crítico, filosofía subyacente, se dice, de la aproximación regulacionista, sea "un movimiento desde el conocimiento de los fenómenos manifiestos al conocimiento de las estructuras que lo generan" (p. 57) resulta demasiado general, porque eso es precisamente el objetivo de la ciencia.

En la aproximación regulacionista se han distinguido diversas escuelas (hasta un total de siete diferentes, p. 46) y generaciones. La última, la tercera, en la clasificación de Bob Jessop (2001), está muy alejada de la primera y en un contexto social e intelectual muy diferente. Las primeras aproximaciones parecen no servir ya, y se ha hablado, incluso, de "una ruptura teórica y una redefinición de viejos temas que rompen con el trabajo anterior de la aproximación regulacionista" (p. 65).

Lo que se percibe de la evolución de esta aproximación teórica es que la realidad es todavía más compleja de lo que pensaban los primeros regulacionistas, que pertenecían esencialmente al campo de la economía política. Al extender su análisis a otras economías diferentes a la norteamericana y francesa, y al realizar análisis cada vez más detallados de sectores o ramas de actividad (p. 64), ellos mismos lo han podido comprobar.

Lo que nos lleva a una cuestión básica, la de porqué aunque desarrollan nuevos enfoques y nuevas estrategias metodológicas siguen afirmando estar dentro de este marco teórico regulacionista; y si realmente lo que surgió en los años 1970 ha ido cambiando dentro de un marco teórico unitario. La impresión que se tiene es que la unidad les viene de que estos autores se reconocen entre sí porque todavía siguen haciendo referencia explícita a la teoría marxista; aunque deberíamos decir, más concretamente, a una interpretación del marxismo estructuralista al que comenzaron oponiéndose pero que sigue pesando en ellos, como se percibe en la utilización del concepto Modo de Regulación, que no puede ocultar su origen en la "lectura del Capital" que hicieron Althusser y Balibar. Un concepto que ha tenido una historia que, en algunos aspectos, recuerda a los debates sobre los Modos de Producción identificables, y que ha conducido a determinados autores regulacionistas a considerar que los Modos de Regulación son en realidad "fenómenos inusuales (p. 103).

Una parte de lo que ocurre tiene que ver, me parece, con el descubrimiento tardío por los científicos británicos y norteamericanos de una serie de trabajos de autores continentales, a partir de la traducción al inglés. Al igual que ocurrió con Michel Foucault, con Henri Lefebvre, con el primer Castell y otros, ese descubrimiento, realizado a partir de la traducción tardía de sus obras al inglés, conduce también a una retrasada difusión de sus ideas en el mundo anglosajón, y lleva a veces a un escolasticismo y a una especie de manierismo intelectual que se autoalimenta y perdura más de lo que sería prudente, dando lugar en algunas ocasiones a propuestas cada vez más barrocas.

Sin duda la aproximación regulacionista es una construcción intelectual poderosa y sugestiva y tiene claras dimensiones espaciales, por lo que se entiende que haya tenido amplio eco entre los geógrafos. De hecho, la llamada tercera generación está constituida en muchos casos por especialista de esta ciencia, entre los que la misma autora cita a Mark Goodwin, Joe Painter, Gordon MacLeod, Martin Jones, Jamie Peck, Adam Tickell, Colin Hay y Bob Jessop (p. 65), todos los cuales han producido ya una amplia e interesante bibliografía. Las críticas que diversos geógrafos han hecho a esta corriente teórica, desde fuera y desde dentro, y que la autora resume de forma razonable y útil, tienen que ver con el contexto postmoderno de la geografía reciente. El cual les ha permitido descubrir el excesivo énfasis en lo económico que antes existía y la escasa o nula atención que prestaban a lo cultural, lo político, lo social y otras dimensiones que son hoy objeto de interés.

Las tesis sobre el carácter destructor del capitalismo, que actuaría como una 'plaga de langosta' (p. hacia la 103)) y la insistencia en que las formas territoriales de organización son siempre inestables y en continua transformación, se encuentran a veces contradichas o invalidadas por la permanencia de áreas dinámicas que en su mayor parte muestran una gran estabilidad en Europa y América durante varios siglos (dos o tres y, como en Europa, al menos cinco o seis). Cuando más adelante esta metáfora de la plaga de langosta se reitera respecto a Bilbao, con referencia a las ruinas producidas por la crisis de los años 1970, nos quedan ganas de saber si la recuperación que se produjo años más tarde es puramente orgánica, como los campos que vuelven a florecer tras el paso de la plaga, o si tiene algo que ver con las estructuras sociales empresariales etc. que se habían construido previamente. La afirmación de que "debido a su dinamismo y contradicciones inherentes, el capitalismo está abocado a dejar obsoletos los propios paisajes que crea para el desarrollo de su producción y expansión" (p. 228) necesita de mayores detalles que permitan explicar la permanencia de regiones industriales dinámicas en Europa y Estados Unidos.
 

Globalización, post-fordismo y crisis del Estado Nación

Lo que Sara González Ceballos pretende hacer con su Tesis es "aportar una aproximación teórica suficientemente flexible, pero internamente coherente para el estudio de los cambios en los procesos regulatorios de las ciudades" (p. 81), en la línea de trabajos recientes de los autores de la llamada tercera generación regulacionista.

A partir de una buena presentación del marco teórico de la aproximación regulacionista realizada en el capítulo 2, la autora desarrolla de forma muy coherente su plan de trabajo (p. 81), tratando de mostrar "como la globalización y otros fenómenos territoriales asociados, han transformado la organización geográfica de la acción social", y propone centrarse en el concepto de escala y en la política de escala, así como enfrentarse al análisis del discurso en el planeamiento urbano. En el capítulo 3 resume de forma interesante las aportaciones realizadas al problema de la globalización y las escalas, muchas de ellas realizadas desde el campo de la geografía.

El punto de vista que se defiende es que la acumulación capitalista crea diferencias y desigualdades. Según escribe:

"La escala se ha utilizado como concepto teórico metodólogico para analizar los cambios en el Modo de Regulación y el Régimen de Acumulación una vez que el consenso Fordista y su forma espacial han perdido hegemonía. En este proceso de reescalamiento del capitalismo se han puesto de manifiesto las luchas entre diferentes actores e instituciones por posicionar unas escalas u otras (local, regional, nacional...) en una situación privilegiada. Este es el problema que trato mediante el concepto de políticas de escalas, que además captura la importancia de los elementos políticos y discursivos en el re-escalamiento y re-territorialización del territorio" (p. 84).

Siguiendo a algunos autores (y especialmente a David Harvey) acepta que la coherencia estructural se organiza en torno a una región o ciudad, en el contorno del mercado laboral (p. 96).

Personalmente confieso que, si por un lado, quedo a veces deslumbrado con las construcciones teóricas de los autores insertos en la teoría de la regulación, por otro me asaltan también muchas dudas. Por ejemplo, sobre el problema del anclaje espacio temporal del Fordismo, y por afirmaciones como la de que "durante la Edad Dorada del Fordismo Atlántico la escala nacional de organización económica fue la dominante" (p. 100).

No puede negarse que seguramente en parte es así, pero al mismo tiempo muchos datos sobre la organización económica de los años en que el fordismo empezó a andar (comienzos del siglo XX) parecen contradecirlo. Que el Estado-Nación fuera "la escala 'natural', la que se daba por sentado" (p. 100) tal vez sea valido, pero exige matizaciones. Debería recordarse, al mismo tiempo, que en los años anteriores a la primera guerra mundial los capitales se movían esencialmente hacia espacios regionales atractivos por su infraestructura, demanda, o posibilidades; en aquel momento lo hacían ya a escala mundial, y por ello los capitales y los técnicos circulaban de Europa a América (del Norte y del Sur) y viceversa, sin contar con su movimiento a otros continentes como Asia o Africa. Por debajo de esa escala mundial pensaban en las áreas dinámicas (regionales o urbanas) donde valía la pena invertir, es decir que en cierta manera pensaban regionalmente, aunque para ello tuvieran que negociar con gobiernos de países concretos.

La organización de las redes energéticas, por ejemplo, se hizo, por un lado (es decir, en cuanto a la implantación espacial) a escala local y regional, y por otro
(es decir en lo que se refiere a la circulación de capitales) a escala internacional. La Brazilian Traction y, a su semejanza, la Barcelona Traction con sede social en Toronto pero con capitales obtenidos del pequeño ahorro europeo canalizado hacia Canadá desde Londres, y con técnicos y gestores internacionales, actuaron a escala regional, en Sâo Paulo y Rio de Janeiro, y en Barcelona. Es cierto que utilizaron para ello la legislación de cada país y que se aliaron con políticos concretos, pero también lo hacen hoy. En todo caso, desde sus primeras implantaciones iniciaron estrategias de absorción de empresas existentes en el ámbito regional, y crearon redes regionales de abastecimiento energético para proveer a un mercado regional en el que existía un potente equipamiento industrial, y unas tradiciones empresariales en ese sentido.

Hay que tener en cuenta que el movimiento de capitales y de las mercancías se hacía ya mundialmente desde el siglo XIX, y que si es cierto que hubo algunos Estados-Nación que se defendieron con medidas proteccionistas, hay que recordar que eso pudo ocurrir a veces por la presión de ciertas burguesías locales o regionales, que impusieron sus puntos de vista frente a otras burguesías locales y regionales que podían tener intereses de caracter librecambista, que defendían esa doctrina y que tenían mucho que ganar con ella. De lo que podrían decir mucho los historiadores del País Vasco o de Cataluña -espacios que podemos considerar, seguramente, regionales dentro de la escala del Estado-Nación que se ha llamado España. Que "hasta los años 1970 los procesos de des- y re- territorialización se dieran principalmente en el seno del andamiaje geográfico del Estado-Nación", necesita, me parece, de muchas precisiones y matizaciones. Por ejemplo, en el caso de España con la organización económica territorial de Cataluña o del País Vasco, muy diferente a la de otras regiones españolas.

Por otra parte, y frente al cuestionamiento que se hace hoy del Estado-Nación, parece claro que sigue siendo un marco de referencia, a no ser que esté siendo sometido a procesos interesados de deslegitimación y disgregación para crear otros nuevos marcos estatales que funcionarían como Estados-Naciones. Incluso dentro de la aproximación regulacionista hay quien encuentra (por ejemplo B. Jessop, citado por la autora) que el Estado "ha aumentado su capacidad en la articulación interescalar, en su papel en la gobernanza y en las formas de impugnación a los regímenes internacionales" (p. 103), lo que no deja de cuestionar alguna de las interpretaciones que se realizan dentro de la aproximación regulacionista.

Tampoco está clara la llamada crisis del Fordismo. La producción en masa no ha desaparecido (p. 102), y hubo distritos industriales que superaron rápidamente la crisis y salieron reforzados de ella. Resulta difícil aceptar esa crisis del régimen de producción fordista en los años 1970 y 80, entendida como producción masiva, cuando se nos recuerda en la misma Tesis que la acería de Sestao funciona hoy con 500 personas "que producen más o menos lo mismo que los antiguos 11.000" (p. 230). La producción en masa se hace hoy con la automatización completa de las fábricas, y la robotización y la organización científica del trabajo han seguido progresando.

Al mismo tiempo, que "la propia organización espacial y tecnológica del Fordismo escondiera las bases de su crisis (p. 100) me parece igualmente poco claro. La contradicción espacial inherente al Modo de Regulación Fordista tiene que ver, según los autores de dicha corriente, con el hecho de que "la regulación estaba basada a nivel del Estado-Nación, (mientras que) la producción y la división del trabajo se habían internacionalizado hacia países menos industrializados". Lo cual

"resultó en una estructura de producción piramidal y en mercados de trabajo segmentados. Poco a poco la relativa fijación del entorno social y construido de las áreas centrales de producción del Fordismo (como aglomeraciones urbanas o regiones industriales como Bilbao) , cuya base había sido seriamente minada por la crisis Fordista, obstaculizó su reconstrucción según los nuevos requerimientos más flexibles. Así el anclaje espacial de 'plantas de producción gigante' rápidamente llegó a sus límites, mientras que grandes partes del capital de producción permanecieron inmovilizado como capital fijo'", (p. 101, citando a Moulaert y Swyngedouw).

La descripción de esa crisis no tiene suficientemente en cuenta los sucesos políticos relacionados con la descolonización, el surgimiento de nuevos países independientes, las medidas políticas de apoyo al desarrollo económico, la ONU y el debate sobre el desarrollo y subdesarrollo, la subida del precio del petróleo, la debilidad energética de Europa y tantos otros factores que la historia económica y política nos muestran y que afectaron al desencadenamiento de los cambios que se experimentaron en la década de 1970. Entre ellos la consolidación de Estados independientes que adoptaron políticas activas de crecimiento económico y atracción de inversiones.

No es seguro que estemos en el Post fordismo, ni que un cierto número de los rasgos que hoy se destacan del mismo no existieran también antes. En todo caso, vale la pena pensar sobre ello. Y, además, se ha puesto excesivo énfasis en lo que ocurría en algunos países , y sobre todo en lo que ocurre en la industria, y especialmente en algunas industrias, por ejemplo las que utilizan hoy el sistema just in time, olvidando otros muchas empresas pequeñas y medias, la economía informal, la artesanía o los servicios, que también existían, como ya he señalado, en la etapa Fordista.

Por último, no parece haber en la aproximación regulacionista, ni en la Tesis, una teorización clara sobre el poder y sobre sus mecanismos, y si lo hay, parece poco definida. Uno de los problemas que a veces presentan los enfoques marxistas es que de tanto hablar del capitalismo en abstracto nos quedamos a veces sin saber quienes son los capitalistas, y no se sabe como hablar de ellos. En la Tesis se afirma que "el capitalismo necesita anclajes espaciales" y que "construye y reconstruye la geografía a su propia imagen". Pero eso lo hacen capitalistas de carne y hueso, y gestores concretos, con sus intereses, ideales, imágenes espaciales, estrategias. Lo que a veces se echa en falta es un estudio más en profundidad de los capitalistas y de sus gestores, de sus intereses, emociones, percepciones, redes sociales; lo que por cierto sería muy apropiado dentro del contexto humanista y postmoderno hoy dominante. Tal vez eso se resolvería si los teóricos de la regulación prestaran más atención a una ciencia social por excelencia, la historia, y a la interesante historiografía que hoy existe sobre el poder, que permitiría conocer con alguna precisión quienes son los actores a escala local y estatal, y como interactúan entre ellos.

La autora entiende que en el capitalismo hay "un proceso de lucha por la fijación de las escalas, que necesariamente implica la lucha entre distintos grupos de poder para imponer sus visiones sobre cómo debe organizarse la infraestructura geográfica del capitalismo" (p. 116). Dífilmente podemos saber si es así si no conocemos las burguesías u oligarquías que están actuando y cuales son sus intereses, y los medios con que cuentan para actuar. Tampoco sabemos si las visiones que tratan de imponer los distintos grupos de poder (por ejemplo, los políticos del PP y del PNV) tienen que ver realmente con sus visiones diferenciadas sobre como debe organizarse la infraestructura geográfica del capitalismo.

En todo caso, todo ello lleva al tema de las escalas, a lo que se presta una amplia y oportuna atención en la Tesis.

Las escalas

La discusión sobre las escalas realizada en el capítulo 3 tiene, sin duda, un gran interés. Sara González resumen y reelabora de forma excelente toda una serie de propuestas y debates que se han realizado en los últimos años sobre este tema en el campo de la aproximación regulacionista.

La autora considera que "el capitalismo necesita para su acumulación de una infraestructura escalar que durante algunos periodos de tiempo logra una fijación, y por otro lado, que esa fijación no es más que una construcción social y que es, en última instancia, contingente". Que las escalas sean construcciones sociales significa que

"no son elementos que pre-existen a la interacción social, y que se nos presentan desde afuera. Las personas, mediante sus relaciones, sus hábitos, normas, costumbres e instituciones reproducen ciertas pautas que permiten la convivencia y un grado suficiente de consenso. Estas pautas tienen formas espaciales particulares que pueden acabar institucionalizándose en anclajes espaciales" (p. 115).

Estima también que "no cualquier escala puede llegar a convertirse en un sitio de regulación", y se pregunta qué es lo que se necesita para que realmente llegue a convertirse en ello. Y afirma que "el re-escalamiento del capitalismo, es un proceso de lucha por la fijación de las escalas". Su propuesta consiste en centrar la atención en esos procesos sociales de construcción escalar. Y realmente con ello dirige la investigación hacia una cuestión muy pertinente.

La lectura del capítulo pone de manifiesto el interés de analizar los discursos sobre las escalas. Una autora citada en el texto considera, muy oportunamente, que las escalas "son 'tropos de representación' a través de los cuales los agentes o grupos ofrecen una visión de como entienden el espacio" (p. 114).

En esa visión procesual Sara González propone fijar la atención "en los procesos escalares o estrategias escalares que cruzan todas las escalas y que al hacerlo las reestructuran y las recombinan" (p. 112), y en los "saltos de escala", es decir, las estategias de los actores y grupos para subir escalas. También considera que la escala local o regional ha de ser "el punto de partida de la investigación en la que nos preguntamos como se construye una escala, y consecuentente con qué enredos escalares nos encontramos" (p. 113)

La propuesta que se hace es de gran interés ya que, finalmente, las diferentes escalas son ámbitos de movilización del cambio político. Estima que las "narrativas escalares sobre el 'fin del Estado' y el 'nuevo Regionalismo' proveen del discurso explicatorio para justificar el estilo emprendedor de los políticos locales que, según la narrativa, cada vez se encuentran más a merced de la globalización" (p. 114). Señala que numerosos autores han puesto énfasis en "la narrativa escalar del nuevo Regionalismo", el cual "selecciona solo ciertos ejemplos y simplifica la compleja re-estructuración escalar de la economía en una simple dialéctica entre lo local y lo global" (p. 115). Finalmente, considera que las relaciones escalares son "inevitablemente relaciones de poder" y que aquellos que tienen más poder político y financiero tienen una influencia desproporcionada en la formación de la organización escalar de la sociedad" (p. 107).

El resumen que acabamos de hacer de algunas de las ideas de la autora, muestra el enorme interés del debate que se está realizando y en el que ella misma se sitúa. Pero ese debate sobre las escalas no deja de plantear también algunos problemas.

Uno de esos problemas se refiere a la misma concepción de la escala. En la Tesis la autora toma posición contra una concepción jerárquica de las escalas (p. 109), y afirma que "las escalas se enredan unas con otras, se mezclan e hibridizan". No son niveles, o capas, tamaños, o pirámides, ni es cierto que unas contengan a las otras, como las muñecas rusas. Todo está relacionado, los procesos actúan a varias escalas, se dice, y se propone la metáfora de la red. A partir de ella se afirma que se puede formar parte de muchas redes simultáneamente, y se advierte que "las redes son líneas, no superficies".

En el campo de la geografía el debate sobre las escalas se ha referido normalmente al problema de lo que se pierde y se gana en el cambio de escalas y en el de si al cambiar de escala siguen siendo válidas las generalizaciones que se habían hecho en la otra.

Los mismos fenómenos pueden ser analizados, observados, a diferentes escalas con grados diferentes de detalle. El nivel de resolución cambia de una a otra; es decir, lo que se percibe a la escala 1:2.000 es diferente de lo que se percibe a la escala 1:1.000.000. Por eso unas veces se ven unos rasgos (el parcelario, por ejemplo) y otras rasgos diferentes (la localización de las ciudades, el curso general de los ríos, la línea de costa, los grandes sistemas montañosos).

Cuando se privilegia una escala es porque en ella se observan detalles que no se ven en una distinta. Siempre se ha de tener presente que el estudio de una escala no implica abandonar las otras, sino simplemente considerarla específicamente para observar un determinado fenómeno. Si estamos estudiando la estructura de la propiedad y los procesos de reparcelación no podemos utilizar una escala 1:2.000.000, y si estudiamos la localización relativa de ciudades para investigar la validez de la teoría de los lugares centrales, entonces la escala 1:2.000 es, desde luego, inadecuada.

En los debates que se han realizado dentro de la perspectiva regulacionista parece que se seleccionan esencialmente unas pocas escalas, y en concreto, como hemos visto, estas tres o cuatro que se consideran especialmente significativas: la local, la regional (a veces confundida con la anterior), la Estatal y la supraestatal o internacional. Lo cual puede ser visto también como un reduccionismo a partir de las tomas previas de posición sobre la transición al post-fordismo y el proceso de globalización.

Un reduccionismo porque al hacerlo así se dejan de lado otras muchas escalas que también podrían seleccionarse y ser relevantes para la discusión.

Si en lugar de esos tres o cuatro cortes hacemos otros, las cosas se complican. Podemos utilizar desde la escala 1:1, que sería la del mapa del imperio perdido de Borges, a la escala 1:75.000.000. A la escala 1:500 aparecen los edificios, en la escala 1:2.000 el parcelario, la 1:25.000 es la escala del mapa topográfico militar, la escala 1:50.000 puede ser interesante para el estudio de la organización de un términio municipal, la escala 1. 200.000 para la de una provincia,etc. En cada escala se revelan rasgos diferentes, y se pueden hacer preguntas significativamente distintas, en relación siempre con los rasgos topográficos, naturales, agrarios, urbanísticos etc. que se representan. La lógica de la acumulación del capital ha de estudiarse a escalas diferentes, porque muchas veces tiene que ver con muchas de las citadas, desde la adquisición de parcelas para la construcción o la especulación inmobiliaria, a la de la circulación de capitales a escala mundial. Y porque hay individuos que están anclados a una sola escala, por ejemplo, la del barrio o aldea donde viven, mientras que otros que viven cerca de ellos pueden moverse simultáneamente en múltiples escalas.

Dicho de otra manera, las escalas que podríamos considerar y que tal vez podrian ser relevantes para la discusión que se realiza en esta Tesis son más numerosas que aquellas a las que se alude. Pueden ser, por lo menos, todas éstas: la escala del barrio, la municipal, la comarcal, la del Área metropolitana, la provincial, la de las Comunidades Autónomas o los estados federados, la Estatal o del Estado-nación, la de los bloques supranacionales como la Unión Europea o el Mercosur, la de las alianzas militares o políticas (OTAN), la continental, la mundial.

Es posible que, como dice la autora citando a Swyngedouw (1997) "no cualquier escala puede llegar a convertirse en un sitio de regulación, es decir, no cualquier espacio puede convertirse en este compromiso social que contiene y canaliza el conflicto". Pero la relación que acabo de hacer sobre otras posibles escalas muestra que las cosas no están claras, ya que, en principio parece que cualquiera de las escalas que hemos citado pueden convertirse en "un sitio de regulación": desde el que corresponde al movimiento vecinal de barrio, hasta la que está implícita en el movimiento mundial antiglobalización. Si es cierto que, como la autora defiende en el capítulo siguiente "las instituciones importan", entonces todas aquellas que podamos considerar como relevantes tienen en principio interés, y nadie negará que en cada una de las escalas que hemos señalado antes existen instituciones y en ellas se ejerce el poder: asociaciones de vecinos, ayuntamientos, consejos comarcales, gobiernos autonómicos, gobiernos centrales de los Estados-Nación, comisiones de gobierno y parlamentos supranacionales,... hasta la ONU y los movimientos de coordinación antiglobalización.

Creo que esta observación tiene importancia, sobre todo teniendo en cuenta que la autora, ante la pregunta pertinente de "¿qué es lo que se necesita para que una escala se convierta en un sitio de regulación?", considera que "la respuesta es Poder, y un grupo de personas que movilizan su poder alrededor de un espacio" (p. 116). Es posible que eso pueda hacerse a cualquiera de esas escalas citadas; o al menos puede ser una buena hipótesis para incorporar en la investigación.

Que las cosas no están claras lo muestra, entre otras, la afirmación de la autora (citando a B. Jessop, p. 102) en el sentido de que "los procesos de reescalamiento actuales son de hecho una relativización de la escala y que ninguna escala politica o económica ha logrado una hegemonía parecida a la estatal en el periodo post-fordista".

Estoy de acuerdo con la autora en que "el creciente consenso entre académicos pero sobre todo entre políticos y agentes sociales sobre la mayor importancia de las ciudades y regiones como unidades de regulación económica, tiene que entenderse como parte de esa lucha". Pero entonces el análisis de cómo y porqué se seleccionan unas u otras escalas es de gran interés. Por ejemplo, el enfrentamiento entre la "Europa de las ciudades" (defendida por Pascual Maragall durante su etapa de alcalde de Barcelona) y la "Europa de las regiones" (defendida por Jordi Pujol como presidente de la Generalidad de Cataluña), podría ser muestra de un oportunismo político o de estrategias a partir de las posiciones institucionales que uno y otro han tenido.

La Tesis está llena de sugerencias y de preguntas interesantes. Por ejemplo: "lo que resulta de interés desde la perspectiva de la politica de escalas es analizar los procesos por los que ciertos grupos se movilizan alrededor de un espacio, definiendo sus objetivos y estrategias" (p. 107). Pero entonces es preciso investigar ese problema, es decir, si se movilizan -y porqué razones- en torno a reivindicaciones sobre equipamientos locales, sobre reivindicaciones nacionalistas referentes al conjunto un territorio como el País Vasco, o en torno a revindicaciones sobre España, o sobre la construcción europea, o por la religión, o en torno a la globalización. Las cuestiones referentes a qué grupos sociales son exactamente esos que se movilizan, cuantos miembros tienen, qué intereses defienden, qué acceso a los medios de comunicación y a la financiación, etc. se convierten en temas de interés Y naturalmente, habría que añadir, si hay coincidencias o incompatibilidades en esas movilizaciones. Todo lo cual, por supuesto, no quita interés a la opción que la autora ha adoptado privilegiando las cuatro escalas en las que centra su atención.
 

El discurso

Los debates que se han producido en el seno de la aproximación regulacionista han llevado a plantear cuál es exactamente el objeto de la regulación, y a preguntas sobre cómo opera la regulación a escalas diferentes del Estado-Nación, es decir a la escala local e internacional. Se han incorporado nuevos temas al estudio del proceso regulatorio, en particular el discurso político, la práctica, la subjetividad, la identidad. Es aquí donde la autora sitúa su investigación, tratando de descubrir la contribución de los discursos a los procesos regulatorios. En la línea abierta recientemente por diversos autores, trata de prestar atención a los materiales discursivos como mecanismos institucionales de regulación. A ello dedica el capítulo 4, titulado "Poder y discurso en el análisis institucional del planeamiento urbano"

Se centra aquí "en las narrativas escalares que han utilizado en cada momento la historia de Bilbao para ver como estas narrativas han fijado parcialmente Bilbao en una configuración espacial determinada". Estudia la elaboración de políticas públicas y pone énfasis, sobre todo, "en las políticas urbanas, que es donde podemos observar las diferentes racionalidades del poder y concepciones espaciales" (p. 122). Trata también de conectar la aproximación regulacionista al espacio con un interés por las relaciones de poder en la construcción del espacio", lo cual estima que puede hacerse con la perspectiva institucionalista", elaborada desde la Teoría del Planeamiento y desde el Análisis Argumentativo de Políticas, que forman parte de la perspectiva institucionalista.

El capítulo destaca los descubrimientos que recientemente han hecho que las ciencias sociales sean más conscientes de la importancia de las instituciones y de la importancia que la cultura tiene en la interacción social. Alude en ese sentido a un 'giro institucionalista' y a un 'giro cultural', que incluye, a su vez, un giro linguístico o discursivo y un giro argumentativo, entre otros. Tantos giros, y producidos en tan poco tiempo, que no me extraña que produzcan mareo.

El giro institucionalista (o neo institucionalismo, para contraponerlo al viejo de Durkheim y Weber) ha llevado a destacar las instituciones y las organizaciones formales como elementos esenciales entre los elementos estructurales y los individuales. Con ello se alude no solo a instituciones concretas y localizadas (hospitales, asilos, empresas, colegios..) sino también a "redes de intenciones, conocimientos, recursos y poderes dispersos" (p. 125).

Creo que se trata de un descubrimiento importante de los autores que se sitúan en el marco de la teoría de la regulación, y que les puede permitir incorporar a sus investigaciones toda una amplia línea de estudios sobre cuestiones institucionales que se han venido efectuando en diversas ramas de la sociología, entre las cuales, desde hace muchos años, en la sociología de la ciencia.

El uso del concepto de institución parece tener para estos autores un significado que se refiere tanto a instituciones sociales y políticas (por ejemplo, ayuntamientos, diputaciones o cámaras de comercio) como, de manera más amplia, a los "conjuntos de reglas y recursos que constriñen y facilitan la acción social" y que actúan como "mecanismos de regulación social". Cuando, con referencia a este tema, se alude también a hábitos y rutinas, marcos cognitivos, sistemas de soporte empresarial, poder corporativo, medio ambiente regulatorio, políticas gubernamentales y no gubernamentales (p. 127) llegamos a tener la impresión de que el sentido que normalmente se atribuye en castellano a los términos 'institución' e 'institucional' no coincide con el sentido tan lato que se le da en la Tesis.

En todo caso, a partir de este énfasis institucional, los autores regulacionistas han pasado a prestar atención al proceso del planeamiento, desencadenado y realizado por instituciones públicas, y que puede convertirse en "un proceso social interactivo". Y al estudio del "entramado institucional de las regiones y ciudades" y su papel en el desarrollo económico. La idea es que las instituciones modelan la sociedad y el territorio, lo que la autora expresa indirectamente cuando, enlazando su exposición con el debate sobre las escalas, concluye que "las escalas geográficas son entramados institucionales compuestos de administraciones públicas, organizaciones comerciales, empresariales, centros educativos, redes de poder, de clientelismo, cultura empresarial, costumbres, formas de pensar e incluso valores religiosos que están incrustados en un territorio geográfico concreto" (p. 128).

La autora considera el planeamiento urbano como una arena de confrontación y de consenso entre agentes y actores urbanos diversos (p. 130). Enlaza así, de alguna manera, con ideas que ya se propusieron en los años 1970 por sociólogos, urbanistas y geógrafos. Pero la versión que ahora se hace de ese proceso parece alejarse de los planteamientos más radicales de aquel momento, y estar influida por las ideas de los planes estratégicos. El planeamiento se considera ahora que ha ido evolucionando "hacia una actividad profesional de mediación entre participantes involucrados en un proceso de decisión colectivo en el que cada participante o grupo de participantes posee visiones distintas de objetos de planeamiento y estrategias de poder desiguales"; es decir, se añade, que "el planeamiento se considera una arena pública en la que ciudadanos, inversores, propietarios del suelo, autoridades públicas y otros actores se encuentran para debatir y expresar sus diferentes visiones de la ciudad" (p.130)

El otro rasgo que se añade es el énfasis -muy oportuno- en el discurso y en el lenguaje del planeamiento, y la alusión a la "confrontación de diferentes narrativas escalares, de diferentes visiones de como se organiza la geografía del capitalismo". Pero las interpretaciones resultan a veces un poco chocantes. Por ejemplo, cuando se dice que en los años 90 el planeamiento urbano "se ha llegado a considerar un proceso interactivo e interpretativo, que se lleva a cabo entre 'comunidades discursivas' o culturas diversas y fluidas y que requiere una discusión interpersonal respetuosa, en arenas donde tiene lugar el debate político, y en las cuales se ponen de manifiesto puntos de vista diferenciados" (p, 130) no sabemos si se describe lo que ocurre o lo que se desea que suceda.

Una inquietud que se vuelve a experimentar cuando a propósito de la teoría del planeamiento comunicativo, que parte de Habermas y de su propuesta sobre la racionaldiad técnico-instrumental, se dice que el objetivo de dicha teoría no es tanto ayudar a interpretar los discursos sino "la democratización de las prácticas del planeamiento, y la movilización de los grupos discursivos, formas de razonamiento y los sistemas de valores que tradicionalmente se han excluido del planeamiento urbano"(133). Estamos con ello otra vez en el plano de los deseos, y no en el de la descripción de realidades.

Además de ese énfasis en la teoría del planeamiento comunicativo se destaca también el llamado análisis argumentativo de políticas o análisis interpretativo, que lleva la atención hacia "el leguaje y la retórica que se utilizan en el proceso de planeamiento de políticas". Creo que ese énfasis en la retórica es efectivamente importante y coincide con lo que sucede en campos muy diversos, incluidos los estudios sobre el lenguaje y la argumentación retórica en la presentación de los resultados científicos.

La retórica del planeamiento debe destacar "la importancia de la persuasión de audiencias específicas en contextos específicos para aceptar explicaciones, visiones y acciones recomendadas" (p. 137). Un campo en el que autores escandinavos están efectuando aportaciones destacadas y en el que podemos situar también las que realiza en Suecia el filósofo José Luis Ramírez, algunas de las cuales están disponibles en la serie Scripta Vetera. De manera similar, los estudios existentes en el campo de la antropología, de la historia oral y de la retórica en la ciencia y en el planeamiento podrían enlazarse fácilmente con los que la autora utiliza en su trabajo.

Todo el debate crítico y erudito que la autora realiza en el capítulo 4 de su Tesis le permite definir de una forma muy precisa y certera los objetivos de su investigación. Dicho en sus propias palabras:

"Lo interesante es, por supuesto, analizar cómo estas prácticas institucionalizadas, insertas en discursos, normas y formas de entender la realidad, ganan un cierto peso, una aceptación entre la mayoría de la sociedad y poco a poco se van convirtiendo en 'normales', de forma que empiezan a enmarcar nuestro pensamiento, restringirlo y solidificarlo" (p.145).

Que, como añade a continuación este proceso sea el que se suele llamar 'institucionalización' por los autores regulacionistas, y que en alguna ocasión pueda producir inquietud la ambigüedad y posible confusión del mismo, no quita interés a esa declaración. Que da paso a otra en la que se explicitan los objetivos del análisis que efectuará a continuación sobre Bilbao:

"En el análisis de la narrativa de Bilbao voy a fijarme más en analizar cómo surgen las diferentes concepciones del espacio y cómo se transmiten y filtran en la elaboración de políticas públicas a través de los discursos. Analizaré también cómo los actores mediante sus prácticas se involucran en un intercambio discursivo en la lucha por imponer sus visiones. Para ello, las coaliciones de discurso utilizan historias o narrativas que intentan dar coherencia y poder a su discurso" (p. 148).

Lo cual nos permite llevar ahora la atención a la segunda parte de su Tesis en la que se dedica a desarrollar ese programa de trabajo.
 

Las narrativas sobre Bilbao

La segunda parte de esta Tesis se dedica, en efecto, como ya he señalado, al análisis de las narrativas sobre Bilbao. La autora realiza una presentación histórica en la que sucesivamente va analizando los discursos sobre la construcción de Bilbao como una ciudad industrial, desde fines del siglo XIX hasta el final del franquismo; la crisis económica de los años 1970, con la "fractura del imaginario industrial y el re-escalamiento institucional"; la reflexión colectiva y el surgimiento de la escala metropolitana en los años 1980; y las narrativas sobre Bilbao como una ciudad emprendedora, que se construyeron en los años 1990.

En toda esta segunda parte, que valorada en su conjunto resulta excelente, existen algunos problemas de relación con el marco teórico previamente presentado. Da la impresión de que la investigación se había iniciado por estos capítulos y que posteriormente se rehicieron tras conocer en profundidad y aceptar el marco teórico regulacionista. Lo que podría explicar algunos de los desajustes existentes.

De manera general hay que valorar el esfuerzo que se ha realizado para reconstruir e interpretar los discursos sobre los cambios que ha experimentado Bilbao. Cuando la Tesis se publique, como espero, será una aportación de gran interés. De todas formas, en relación con el argumento de esta reseña, quiero hacer un comentario sobre algunos de los citados problemas de articulación entre el marco teórico y el trabajo empírico que se realiza.

Quizas lo primero que ha de señalarse (especialmente en el capítulo 5, en el que trata de mostrar la forma como Bilbao y el Bajo Nervión pasaron a imaginarse como una zona industrial) es la confusión entre el discurso de la autora y los discursos que tendrían que exhumarse e interpretarse. La autora nos presenta su propio discurso sobre la formación del núcleo industrial de la Ría de Bilbao, una narrativa histórica en la que los beneficios industriales se convierten en plusvalías y la naturaleza es modificada para adaptarse a las necesidades de la producción capitalista. Los conceptos que se utilizan (capitalismo y plusvalías, esencialmente) muestran, naturalmente, la vinculación de esta narrativa con el marco teórico antes expuesto y en concreto con los planteamientos marxistas que están en la base de la aproximación regulacionista, frente a otros posible en el que, por ejemplo, las 'plusvalías' fueran 'beneficios' y los capitalistas 'empresarios emprendedores'. Al mismo tiempo, esa descripción que la autora realiza se apoya en los trabajos sobre el proceso de industrialización vasco que han realizado historiadores y geógrafos concretos (González Portilla, García Merino y otros) cuyas interpretaciones han sido realizadas en los últimos años y están afectadas por las perspectivas historiográficas dominantes en la actualidad.

Esto último tiene importancia, ya que la descripción histórica del proceso de industrialización podría haberse hecho de otra forma. En realidad se ha realizado de maneras diferentes a lo largo del tiempo. La historia de la industrialización no se contaba de igual manera en los años 1920 -si se contaba.- que en los 40 o en la actualidad. Los cambios en esas narrativas 'científicas' tienen, sin duda, un gran interés y, en todo caso, es probable que para el tema de estudio de esta Tesis habría sido también pertinente presentar y analizar las que se hicieron en los momentos a que se refiere el capítulo (desde finales del siglo XIX a mediados de 1970) que la que se hacen hoy, ya que son ellas las que contribuyeron a elaborar y fijar la nueva "narrativa escalar" de Bilbao.

En segundo lugar, el análisis del discurso para debatir el tema debería poner énfasis en los discursos que realizaron en aquellos años los protagonistas, es decir, esencialmente la burguesía industrial bilbaína. Aunque también podría ser interesante incorporar otras narrativas que existieron del mismo proceso. Narrativas de las clases medias y de los grupos populares, que tal vez hablarían de su explotación, pero también de sus mejoras materiales a lo largo del tiempo. Porque una descripción del funcionamiento del sistema capitalista en la edad contemporánea no puede hacerse sin aludir también a los progresos en la calidad de vida y en las posibilidades de ascenso social de los grupos populares, de las cifras salariales entregadas a las poblaciones obreras y el aumento del nivel de vida de las mismas respecto a la que tenían antes en las áreas de donde procedía, así como las mayores probabilidades de educación que van unidas a la urbanización. Sobre ese tema no basta ya con aludir a la reproducción de la fuerza de trabajo ni a la distinción entre reproducción simple y ampliada.

La visión que se da de la región urbana de la Ría del Nervión como un espacio "con una coherencia estructural dentro de la cual la clase obrera trabajaba, habitaba y se movía mediante los medios de transporte (p. 177) es interesante, aunque al mismo tiempo tal vez olvida algunos aspectos importantes, y las incoherencias que se producían.

La Tesis considera, siguiendo a Harvey que en los años 1920 el capital industrial ya había construido "una geografía a su propia imagen y semejanza", lo que parece implicar que solo había una posibilidad, en lugar de varias posibles.

La autora elabora su propia narrativa. Según ella, "el capitalismo ya había construido su segunda piel geográfica, con patrones diferenciados de localización, acumulación y transporte en el área urbana del Nervión". Esa narrativa pretende ser la de Bilbao como "un espacio-en-si', es decir "aquel que se caracteriza por las condiciones objetivas determinadas por el modo de producción" (p. 179). Una narrativa que parte de investigar "como se construyó un paisaje urbano tanto físico como social en imagen y semejanza' a la acumulación capitalista" (179). A partir de ahí intenta descubrir como Bilbao se convirtió en un 'espacio-para-si', es decir, siguiendo a Lipietz (1994) en "una región consciente de sí misma en términos territoriales, en cuanto a objetivos estratégicos comunes y en cuanto a una clase política-económica que adquiere una hegemonía sobre este territorio" (p. 179).

La pretensión es curiosa. Que un espacio sea 'consciente de sí mismo' no deja de ser sorprendente. Son las personas y los grupos sociales los que adquieren conciencia y eso implica, en el caso que se estudia, los empresarios industriales, los comerciantes, los propietarios, los grupos populares. No basta ya con hablar de la clase dominante y la clase dominada, aunque pueda ser un buen punto de partida. Hay que hablar de diversos grupos que incluso dentro de la 'clase dominante' pueden tener importantes contradicciones y conflictos internos.

La autora en cambio da por supuesto la coherencia estructural de la Ría para los capitalistas (sin demostrarlo y sin hablar de las posibles contradicciones que también debían de existir). Y afirma:

"Estas estrategias son las formas concretas a través de las que las contradicciones del capital pueden superarse dentro de contextos espacio-temporales específicos. Suponen la definición de un "interés general" para una zona y una estrategia de cómo se va a acumular el capital y como se van a reproducir las relaciones entre el capital y el trabajo de acuerdo con este interés (...) La definición de un interés general alrededor de un espacio concreto, hace necesaria la existencia de una clase o grupo de personas que defina ese objetivo y lleve a cabo estrategias y acciones necesarias para situar a Bilbao como un 'espacio-para sí' dentro de las condiciones estructurales del modo de producción" (p. 180).

Los historiadores hoy día pueden afirmar que el interés general era la "la acumulación de beneficios económicos", pero lo interesante es mostrarlo con las propias palabras de los protagonistas, que podían enmascararlo o añadir otras facetas que ahora no tenemos en cuenta. En el capítulo que ahora comento la clase empresarial bilbaina aparece como algo coherente, sin que estemos seguros de que realmente lo era, ya que podían existir contradicciones internas entre industriales, comerciantes, financieros y propietarios rentistas. Cuáles eran los intereses de cada grupo y las estrategias espaciales que desplegaban en relación con ellos, es un tema que merece sin duda atención.

La estrategia de la autora en este capítulo es dar primero su propia interpretación, que se apoya en los trabajos de algunos destacados historiadores del tema, e incorporar luego esa interpretación a conceptos previamente definidos en la primera parte. Por ejemplo, y de manera destacada en el capítulo 5, en relación con "la estrategia escalar" de la burguesía bilbaina. En relación con ello surgen algunos problemas.

Que "el poder de esta clase burguesa empresarial estaba inextricablemente unido y se expresaba a través de los procesos de construcción de la ciudad", es una idea interesante, pero que exige mayores precisiones. Entre otras razones porque el espacio que construyeron se parece mucho al diseñado por burguesías locales de otras ciudades españolas no industriales, como Madrid o León.

Por otra parte, la articulación entre el desarrollo del pensamiento científico (por ejemplo, en el campo del urbanismo) y los intereses sociales existe, pero no es directa y automática, sino que se realiza a través de numerosas mediaciones, entre las cuales la misma organización de las comunidades científicas, las redes sociales y las relaciones intelectuales de los autores.

Un aspecto destacado de este capítulo es el estudio de las primeras presentaciones que se hicieron de la escala supramunicipal de Bilbao, que debería corresponder a ese espacio del Bajo Nervión que la burguesía industrial había modelado de acuerdo con sus intereses.

La autora presta atención a las propuestas que realizó el arquitecto Ricardo Bastida al elaborar en 1923 su plan de exensión de Bilbao. Que este arquitecto fuera un exponente de los intereses concretos de la burguesiía industrial bilbaina (de esos capitalistas que daban coherencia espacial a la Ría) es una idea interesante, pero que no puede darse por sentada, sino que ha de demostrarse. Porque si hablamos de intereses podría reflejar otros diferentes a los industriales, y si hablamos de ideas podría estar influido por alguna elaboradas fuera del espacio bilbaino, como de hecho ocurría. Que Bastida formara parte de la clase burguesa bilbaina por el hecho de tener la misma "fascinación por la técnica" que ella no parece muy convicente, entre otras cosas porque esa misma fascinación la tenían también las clases populares.

Que las propuestas de Bastida fueran "los primeros indicios de una nueva visión escalar de Bilbao" (p. 193) puede ser posible, pero que eso coincida con los intereses de la burguesía industrial está por demostrar. No es seguro que la idea de considerar por primera vez a toda la Ría del Nervión como una unidad contara con el apoyo decidido de la burguesía industrial bilbaina, que tal vez quería quedar al margen del planeamiento. Es posible que el mismo proceso de anexión de municipios -que siempre fue un proceso complejo y conflictivo- pudiera ser visto como un peligro por los industriales. Bastará aquí con remitir a los textos referentes a Barcelona que exhumó Francesc Nadal en su trabajo Burgueses contra el municipalismo.

Por otra parte, la misma autora reconoce que los proyectos de Bastida era una empresa que "todavía está pendiente". Lo que mostraría que la burguesía bilbaina no llegó a tener tanta fuerza como para organizar su propio espacio de dependencia, como antes se pretendía.

La guerra civil española de 1936-39 tuvo, sin duda, un efecto devastador. Es difícil pasar sobre ella sin aludir a las responsabilidades que empresarios e intelectuales bilbainos pudieron tener en su desencadenamiento, y en los beneficios que luego obtuvieron en la nueva situación política del franquismo, un régimen político algo más complejo de lo que se acostumbra a decir. En todo caso, que la dictadura franquista estuviera más al servicio de la oligarquía agraria que de la burguesía industrial está por demostrar también, así como que, más allá de la retórica ruralista que a veces se encuentran, fuera realmente antiurbana. Los mismos textos aducidos en la Tesis parecen mostrar la complejidad de las cosas (p. 196).

La autora sostiene que entre 1940 y 1945 "la narrativa escalar de la ciudad-región fue institucionalizándose en la práctica del planeamiento y en las leyes del territorio" (p. 197), sin duda de forma similar a lo que sucedía en otros países. La idea que se desprende del análisis que se hace en la Tesis del Plan de Grandes Ciudades aplicado a Bilbao es que fue elaborado por el gobierno sin tener en cuenta a la burguesía bilbaina, lo que es muy difícil de creer, y en todo caso, plantearía problemas sobre la articulación entre la esfera económica y la política durante el largo periodo de la dictadura franquista. Seguramente el plan contó con el apoyo de diversos grupos sociales de la ciudad, pero habría que saber de cuáles. El análisis que se realiza en este capítulo de los presupuestos científicos e ideológicos de este plan tiene interés. Pero más aún tendría en el contexto de la Tesis, la discusión sobre la coincidencia o no con los intereses y estrategias de la burguesía industrial de la que se venía hablando y con sus proyectos de organización espacial. Que ese plan elevara a la comarca del Nervión a sujeto de planeamiento (p. 203) es probable, pero que esa "narrativa escalar" coincida con los intereses de la burguesía industrial bilbaína me parece que está todavía por demostrar.

Que no coinciden esos intereses industriales con el planeamiento se intuye cuando se afirma que los ayuntamientos (de nombramiento franquista) "no se sintieron demasiado vinculados a la nueva ortodoxia urbanística" y que tampoco lo estaban la propia Corporación del Gran Bilbao "formada por miembros de la Junta de Obras del Puerto, el presidente de la Cámara de la Propiedad así como otros miembros de la burguesía local, cuyo interés general no estaba alejado de los intereses del capitalismo industrial, a quien no le interesaba frenar el desarrollo económico mediante regulaciones" (p. 206)

Las tensiones entre la Diputación provincial y los municipios a propósito del plan del Gran Bilbao (p. 204) necesitarían de un mayor análisis. Aquí es donde tendría interés un estudio fino y detallado de los miembros de las instituciones y de los intereses que representaban, reflejados en los debates que se produjeron. Eso son los discursos que hay que estudiar.

El capítulo plantea también otros muchos problemas que no es el caso de debatir aquí en detalle. Seguramente una lectura atenta del mismo permitirá a la autora matizar lo que se dice sobre el Estado-Nación construido por el franquismo. Sin duda era un Estado totalitario, similar al que ayudaron a construir las burguesías alemana e italiana en los años 1930 para oponerse a las amenazas suscitadas por la creación de la Unión Soviética y por la creciente actividad de los grupos populares, que amenazaban seriamente el sistema social (capitalista). Integrar el análisis de la guerra civil española y de la construcción política franquista en ese panorama internacional de lucha contra las amenazas al capitalismo, sería interesante para interpretar adecuadamente las relaciones de la burguesía bilbaína y vasca en general con el régimen, y para integrar esa construcción en un momento de impugnación del sistema social por las amenazas subversivas.
 

De la crisis a la revitalización y a la ciudad emprendedora

Los capítulos finales de la Tesis ofrecen un gran interés para entender la historia del planeamiento en Bilbao. Están llenos de datos, informaciones, opiniones de actores diversos e interpretaciones atinadas. Mas dudas ofrecen algunos casos, la utilización del marco teórico (por ejemplo, el concepto lipetziano de 'ciudad-en-si' y 'ciudad-para si'). O la interpretación de cuestiones como el reescalamiento del Estado-Nación franquista en el contexto del marco teórico utilizado, o el uso del concepto de Fordismo periférico, que en todo caso debería explicitarse.

La cuestión esencial la plantea la autora en estos términos: "el Fordismo, que había adquirido una estructura coherente y una anclaje espacio-temporal alrededor del Estado-Nación empezó a resquebrajarse desde principios de los años 1970" (p. 221). Lo cual se relacionaría con la crisis del Regimen de Acumulación Fordista, producida por contradicciones que llevan a "formas alternativas de organizar la acumulación del capital" (220), y sería "resultado de la incapacidad de organización de un conjunto de factores contradictorios internos".

Los testimonios contemporáneos sobre la percepción de la crisis que sufrió Bilbao en los 70 no son coincidentes. Algunos parecen haberla percibido muy bien (por ejemplo, en p. 225) mientras que otros reconocen que no la percibieron (p. 229). Que las clases dominantes de Bilbao tuvieran dificultades para percibir la crisis no es específico de ellas, ya que ocurrió en otros muchos lugares donde tampoco se fue consciente de su gravedad. En todo caso, que se percibiera o no es una cosa, que se tomaran medidas es otra. Y en España la coincidencia de la crisis con el fin del franquismo y la transición política explica que no se tomaran en aquellos momentos y que éstas tuvieran que adoptarse después de los pactos de la Moncloa por el primer gobierno socialista a comienzos de los 80.

El tema del nacionalismo y de sus estrategias no está suficientemente tratado en la Tesis, aunque tal vez debería ser esencial en un trabajo sobre el País Vasco. Sin duda ha habido "un ambiente de confrontación política constante en el País Vasco desde que surgió la Comunidad Autónoma", pero quién ha movido el árbol y quién ha pensado durante todo este tiempo en recoger las nueces es algo que tal vez debería también tratarse. Y desde luego, sería interesante conocer de qué forma se relaciona el hecho de que no existiera . "un discurso compartido y consensuado que defendiera la comunidad imaginada del País Vasco y tampoco de Bilbao" (237) con la lógica de la actuación capitalista. No estoy seguro de que que los conflictos sobre la "territorialidad del País Vasco por la inclusión de Navarra", que parecen ser sobre todo políticos e ideológicos, puedan incorporarse fácilmente al debate sobre el tema de la crisis del Fordismo.

Una de las preguntas clave de esta parte de la Tesis se refiere a "porqué resultaba tan difícil para los actores locales rediseñar un nuevo envoltorio espacio-temporal". (p. 238). A lo que se responde aludiendo a tres procesos: la pérdida de condiciones objetivas para adquirir coherencia estructural por la crisis del Fordismo; la crisis del franquismo; y la identidad vasca, y sobre todo vizcaina, ligada a las glorias del pasado industrial.

Las propuestas que parecen haber existido desde los años 1990 para un "espacio económico vasco" o en otras palabras 'un nuevo envoltorio espacio-temporal vasco' (239), hemos de suponer que han tratado de adecuar la actuación espacial a la nueva situación post-fordista y a la creada por la crisis del Estado-nación. Pues bien, lo que se nos dice en ese sentido es que el proceso de reescalamiento "tuvo como resultado la pérdida de importancia relativa de la aglomeración de Bilbao como una escala de movilización, no solo de la producción (...) sino como sujeto político y de planeamiento" (243); y que "en concreto este proceso tuvo lugar a través de tres transformaciones escalares más amplias: la construcción institucional del País Vasco, la autonomía de los municipios y la abolición de la Corporación Administrativa del Gran Bilbao" (243).

Aquí encontramos también alguno de los problemas que afectan a esta Tesis y a la utilización de marco teórico regulacionista. Porque aunque no se explican las razones de las tres transformaciones, todas ellas pueden explicarse sin necesidad de aludir a la lógica de la transición del fordismo al postfordismo.

Respecto a la destrucción de la Corporación Administrativa del Gran Bilbao en 1981, habría que recordar que no es algo excepcional, sino que ha tenido otras expresiones en áreas metropolitanas que habían adquirido ya mecanismos de gestión y gobierno metropolitano. Las argumentaciones retóricas sobre el carácter franquista de la institución metropolitana bibaina no ocultan otras razones profundas, que podían adivinarse por la comparación con otros procesos similares. Al igual que ocurrió con Londres durante el gobierno conservador de Margaret Tatcher y en Barcelona con el igualmente de derechas de Pujol los carlistas del PNV tuvieron tambien sus sus reticencias ante esos conglomerados donde dominaba la izquierda. Pienso que en ese contexto aludir a las objetivos del PNV para "delimitar las estrategias de acumulación", resulta superfluo. Y si "con la disolución de la Corporación del Gran Bilbao desapareció la posibilidad de organizar institucionalmente un órgano político de gobierno de la metrópoli", es evidente que eso no ayuda a la organización escalar.

Y en lo que se refiere a las otras dos dimensiones de la transformación escalar, es decir la construcción institucional del País Vasco y la autonomía de los municipios, habría que mostrar también de qué forma una y otra se adaptan a la lógica post-fordista, y que ha habido en ese sentido un proyecto claro en los discursos y actuaciones de los protagonistas. Lo que de momento parece no encontrarse en la Tesis.

En el capítulo 7 la autora muestra que desde mediados de los 80 hasta comienzos de los 90 se produce una reflexión colectiva y el surgimiento de la escala metropolitana del Gran Bilbao, y que aparecen nuevos discursos y a partir de ellos alianzas entre actores locales. Por fin parece que éstos fueron conscientes de la situación de declive e inciaron un proceso de reflexión.

El estudio de los cursos, conferencias y jornadas que en aquellos años se realizaron ofrece un gran interés, y es un tema sobre el que convendría seguir profundizando en el futuro para estudiar los actores que intervienen, sus objetivos, sus redes sociales, los contactos con el extranjero. Lo cual debería llevar a un estudio de historia del pensamiento científico en el campo del urbanismo y de las políticas territoriales, al estudio de como se produce la creación de consensos científicos y como se difunden las ideas. Sería interesante estudiar el papel de investigadores y publicistas concretos que obtienen contratos en diversos lugares y promocionan el mismo modelo en ellos sin tener en cuenta las diferencias y especificidades locales. La exportación del llamado modelo Barcelona a diferentes ciudades iberoamericanas, ha terminado muchas veces en un fiasco.

En los años 1990 aparece el discurso de la revitalización, y una nueva narrativa escalar en la que se cita el eje atlántico, Bilbao como motor económico del País vasco, y Bilbao como ciudad emprendedora o ciudad empresarial (entrepreneurial city) con políticas urbanas empresariales como mecanismos de revitalización urbana. En el texto queda patente la capacidad que tienen los actores para justificar cualquier cosa manipulando los datos y los mapas. Con un dibujo adecuado, no es difícil hacer aparecer en esos mapas a Bilbao como capital del eje atlántico. Se comprueba también la capacidad para inventar palabras como (por ejemplo: coopetición, cooperación para la competición) y discursos, lo cual tiene que ver con la aplicación de las técnicas de la publicidad a la mercadotecnica urbana. y la conversión de algunos científicos sociales en publicistas a través de contratos. Las páginas dedicadas en esta Tesis a los estudios y debates terminológicos en relación con el planeamiento territorial son desde luego muy sugestivas.

De manera similar será interesante realizar un análisis del personal político, y de las vinculaciones o intereses económicos que tienen. El camino está ya bien trazado en la Tesis. Que en un momento dado, en relación con los criterios que llevaron a seleccionar una consultara específica, alguien diga que "la persona de Andersen Consulting era uno que estaba muy bien relacionado con el PNV" (p. 283) es, sin duda, un dato de gran interés y que ofrece una buena línea de investigación.

En el discurso y la actuación de la ciudad emprendedora y en la puesta en marcha de políticas urbanas empresariales como mecanismos de revitalización urbana no todo ha sido positivo, y tal vez habría que profundizar más en las críticas. El énfasis en la capacidad de maniobra de los gestores locales para luchar contra la crisis en la "nueva etapa postfordista" tal vez sobrevalora esa posibilidad, muy ponderada por políticos autocomplacientes que no tienen empacho en hacer una desvalorización ignorante o interesada de la escala estatal. Los impulsores de las llamadas "nuevas políticas urbanas" están tan preocupados por las relaciones internacionales, tan atentos a lo que se dice y se hace en Estados Unidos y otros países que olvidan a los ciudadanos de su propia ciudad y el tejido ya construido. La autocomplacencia que dejan traslucir esos discursos es total y muy adecuada a los masters en Bussiness Administration, a ser posible realizados en Estados Unidos o en un centro prestigioso. Los grandes proyectos urbanísticos son presa de la especulación inmobiliaria. El énfasis en los servicios lleva a olvidar el equipamiento productivo industrial, que se desmantela, borrando hasta el recuerdo. Se piensa en los equipamientos culturales para visitantes exteriores, descuidando a los ciudadanos que necesitan biblitecas y una ciudad bien equipada para su propio uso.La adopción de esa actitud empresarial y del lenguaje correspondiente, implica muchas veces olvidar la dimensión política del gobierno metropolitano, como se refleja en esa manía que los gestores actuales tienen en llamar a los ciudadanos como "clientes".

La autora destaca oportunamente que en estas políticas emprendedoras y negociaciones con los agentes privados, éstos obtienen los beneficios y la administración pública los riesgos. Más concretamente, a veces es el Estado tan cuestionado el que asume la mayor parte de las inversiones y carga luego con los déficits.

En la Tesis se habla también de la aparición del discurso del 'sistema polinuclear vasco de ciudades regionales', frente al de una capital económica (Bilbao) y dos subregionales, y del que presenta al conjunto de Euskadi como ciudad global. También se muestra que

"Bilbao ha adquirido una coherencia alrededor del discurso de ciudad emprendedora", y que se ha imaginado como "una ciudad global conectada al espacio de los flujos a traves de los grandes proyectos urbanísticos" (p. 376).

El énfasis que se pone en lo que cuentan los actores principales es una opción legítima en esta Tesis, pero conduce a tener solo una historia.

La autora reconoce que "cada uno de los habitantes del área metropolitana de Bilbao puede tener una versión diferente de esta historia" (372) y cita alguna de esas otras historias posibles. Pero también señala que "la libertad de interpretación no es del todo cierta", ya que si es cierto que hay diferentes posibilidades, también lo es que "tan solo varios modos de entramado se correponden con los discursos hegemónicos de entender la sociedad post-moderna". Tal vez habría que añadir: se corresponden hoy con la forma de entenderla con el aparato conceptual utilizado. Ese aparato conceptual, el de la aproximación regulacionista, ha sido fértil en abrir nuevas vías de reflexión, pero posee también limitaciones. Como otros marcos teóricos probablemente quedará obsoleto en el futuro. Tener conciencia de ello y buscar nuevos enfoques o enriquecer los que ya existen es una buena estrategia. Y en algún sentido la Tesis que Sara González ha elaborado nos conduce en esa dirección.

Como también nos conduce a proseguir con decisión otro camino, que cuestiona las aproximaciones exclusivamente disciplinarias. El conflicto potencial entre los discursos de las elites y el de las clases populares, los problemas sobre como circulan unos y otros, sobre como se produce su aceptación, la fuerte presencia de los discursos populares en unos momentos y su desvanecimiento en otros, nos sitúan ante problemas sobre difusión de las ideas y a cuestiones abordadas desde la historia del pensamiento; de la misma manera que el análisis del discurso conduce también hacia la filología o la semiótica, o como, y lo hemos visto ampliamente en el comentario de esta Tesis, nos vemos obligados una y otra vez a relacionar la economía política y los estudios sobre percepción, o la geografía y la sociología. Es decir, obliga claramente a tomar partido por las aproximaciones interdisciplinarias. Lo que, al mismo tiempo, pone evidentemente en cuestión el mapa disciplinario heredado.
 

Conclusión

La Tesis Doctoral de Sara González Ceballos es un trabajo excelente, que merece ser publicado tras la revisión normal en estos casos. Creo que hay que valorar muy positivamente el enorme y provechoso esfuerzo que ha realizado para elaborar un marco teórico coherente que guiara su investigación empírica. Y los materiales que ha seleccionado para dicha investigación, entre los cuales encontramos entrevistas a personalidades relevantes del mundo social y empresarial bilbaino.

La impresión que se tiene es -como antes he dicho- que la autora empezó a elaborar su Tesis con lo que es hoy la segunda parte de la misma, y que luego tuvo oportunidad de conocer el marco teórico de la teoría de la regulación, tratando de utilizarlo para dar coherencia a todo su trabajo, lo que le llevó a centrar la atención en los discursos. Textos ya redactados de los capítulos 5 a 8 seguramente se reaprovecharon y reelaboraron. De ahí surgen algunas de los problemas que se encuentran. Los cuales han intentado ser salvados en las páginas finales de cada capítulo con una interesantes conclusiones que reincorporan con habilidad todo el utillaje teórico aprendido.

La Tesis muestra los problemas que surgen para utilizar un marco teórico y aplicarlo al análisis concreto. En estos casos puede haber aspectos que no encajan plenamente en la teoría, como ocurre aquí. Sin embargo, es indudable que es preciso seguir ese camino, y que solo con marcos teóricos adecuados podemos investigar la realidad. La única condición es que realice con gran cuidado, y sin caer en esquematismos. Y también con muchas dosis de escepticismo, aunque procurando al mismo tiempo que éste no resulte paralizante.

Un problema fundamental en las ciencias sociales es el de la relación de las teorías con el conocimiento histórico, y el uso de la historia para fundamentar teorías sociales. No siempre los marcos teóricos son mejores que las interpretaciones históricas. En ocasiones, algunos de los conceptos teóricos que se elaboran han sido acuñados, con más o menos fortuna, a partir de la historia. Pretender luego aplicarlos de nuevo al análisis histórico puede ser un camino excesivo de ida y vuelta, que puede no producir nada nuevo significativo. Especialmente en los casos en que esos marcos teóricos son confusos o discutibles. Es lo que parece ocurrir aquí con los conceptos de 'burguesía compradora' y de 'burguesía interna' acuñados por N. Poulantzas y A. Lipietz, y aplicados luego a la interpetación de las estrategias de la burguesía bilbaína (p. 185), o la utilización de los conceptos de 'espacios de dependencia' y 'espacios de compromiso', definidos en el cap. 3 (p. 112) y aplicados a las estrategias espaciales de la burguesía bilbaína (en p. 184).

La lectura de la Tesis se hace, en general fácil, aunque tal vez habría que tener cuidado en el uso del castellano en lo que se refiere a la adaptación o traducción de términos ingleses. La autora muestra tener sensibilidad ante ello en algunos casos, por ejemplo, en el debate que realiza a propósito de la traducción de la expresión inglesa regulation (p 48), pero hay otros en que parecen escapársele, tal vez debido a la extensa bibliografía inglesa utilizada. El empleo de la expresión "agencia" para traducir el término inglés agency creo que es inadecuado: ninguno de los usos habituales de este término coincide con lo que se quiere decir, que creo que corresponde mejor al castellano 'actuación' o, según los casos, a otras que aparecen en los diccionarios. Algunas expresiones o conceptos usados por los autores de la aproximación regulacionista son confusos o se pueden prestar a confusión por la traducción que se hace. Por ejemplo, la distinción entre el mundo 'esotérico' y 'exotérico', que en castellano se refieren a lo oculto y lo manifiesto. El lector acostumbrado al uso normal de la lengua queda confuso cuando se dice que el nivel esotérico está relacionado con "un análisis a largo plazo de las estructuas que constriñen a los actores y continúan a través del tiempo", y el mundo exotérico, o 'encantado', comprende "todas aquellas representaciones creadas por los agentes económicos en conexión con su comportamiento y las circunstancias a las que se enfrentan", y a continuación se añade que "el nivel exotérico, por lo tanto, pretende entender cuáles son los mecanismos estratégicos y las consecuencias inintencionadas de ciertas acciones para que ciertos arreglos sociales adquieran estabilidad; es un nivel que deja espacio para la elección y la subjetividad, entendiendo que las relaciones sociales se construyen el el marco de las prácticas de la vida diaria" (p. 77-78). De manera similar, al leer las referencias al discurso sobre la europeinización (p. 69) nos preguntamos si es un algo diferente a la europeización; y si la aplicación a Bilbao de conceptos lipetzianos como el de 'espacio-en-si' y 'espacio-para-si' -demasiado cercanos y dependientes de los de 'clase-en-si' y 'clase-para-si' de la teoría marxista de las clases sociales- es realmente clarificadora.

Si tuviera que dar un consejo a la autora -lo que me atrevo a hacer porque tengo la máxima confianza en su preparación y capacidad- y a otros autores españoles e iberoamericanos que utilizan el marco teórico regulacionista, me atrevería a recordar aquí lo que Leopoldo Alas "Clarín" escribía el 6 de noviembre de 1879 en uno de sus famosos Paliques, dirigiéndose a Pedro Estasén que acababa de publicar un libro sobre economía positivista. Recriminándole su estilo y terminología advertía:

"Por su bien se lo digo, y por el bien de su escuela (....) Se descubrirán sistemas y sistemas... pero la sintaxis quedará. Mire usted lo que sucede con el krausismo; solo porque algunos de sus adeptos escriben mal, la escuela se ve perseguida y desdeñada por el vulgo de los sabios conservadores".
 
 

Notas
 

1 La Tesis se defendió el día 10 de diciembre de 2003 ante un tribunal presidido por el Dr. Jesús Leal Maldonado, Catedrático de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, y como vocales los Drs. Horacio Capel Sáez, Catedrático de Geografía Humana de la Universidad de Barcelona, Dr. Bob Jessop, Catedrático de Sociología de la Universidad de Lancaster, Reino Unido, Constanza Tobío, Profesora Titular de Sociología de la Universidad Carlos III de Madrid, e Imanol Zubero Beaskoetxea, Profesor Titular de Sociología de la Universidad del País Vasco. Obtuvo la calificación de Sobresaliente cum laude.
 
 
© Copyright: Horacio Capel, 2004
© Copyright: Biblio 3W, 2004.
 

Ficha bibliográfica

CAPEL, H. González Ceballos, Sara. La política de escalas en Bilbao.: la construcción sociopolítica de un Área. Biblio 3W, Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona, Vol. IX, nº 486, 15 de enero de 2003. [http://www.ub.es/geocrit/b3w-486.htm]. [ISSN 1138-9796].


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