Biblio 3W. Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales
Universidad de Barcelona, nº 49, 30 de septiembre de 1997

.

LA DIDÁCTICA DE LAS CIENCIAS SOCIALES EN LA EDUCACIÓN BÁSICA ESPAÑOLA. UNA TESIS DOCTORAL SOBRE EL DISEÑO CURRICULAR DE CIENCIAS SOCIALES EN LA EDUCACIÓN SECUNDARIA OBLIGATORIA.

Guijarro Fernández, Alfonso. El diseño curricular de Ciencias Sociales en la educación secundaria obligatoria. Fundamentos de las propuestas de articularlo en torno al estudio de problemas actuales. Tesis Doctoral dirigida por el Dr. Alberto Luis Gómez, Universidad de Cantabria, Departamento de Ciencias de la Educación, Santander, 1997, 587 p.


Horacio Capel



El día 16 de septiembre de 1997 se ha defendido públicamente en Santander una Tesis doctoral, elaborada en el Departamento de Ciencias de la Educación de la Universidad de Cantabria, y presentada en el marco del Programa de Doctorado en Ciencias de la Educación de la Universidad de Oviedo. El autor de la misma, Alfonso Guijarro, lleva ya más de una década de colaboración con el profesor Alberto Luis Gómez en una línea de reflexión sobre el estatuto epistemológico de la pedagogía y sobre la didáctica de las ciencias sociales, dirigida esencialmente hacia una enseñanza de éstas articulada en torno al estudio de problemas actuales y relevantes. Un programa en el que se trata de relacionar de forma coherente el marco teórico general y su concreción final en materiales didácticos utilizables por los profesores en la enseñanza.

En esta Tesis, Alfonso Guijarro desarrolla en profundidad un aspecto que se relaciona con el programa general de investigación dirigido por el profesor Alberto Luis. Se trata de examinar las alternativas didácticas que se han propuesto en España en los últimos años para realizar al nivel de la enseñanza secundaria obligatoria (entre los 12 y los 16 años) una enseñanza crítica que lleve al alumno a un mejor conocimiento del mundo en que vive. El autor examina los programas oficiales y extraoficiales que se han elaborado y presentado públicamente para mejorar la enseñanza de las ciencias sociales desde de la promulgación de la Ley General de Educación a comienzos de los años 1970. Partiendo de dicho examen trata de mostrar la necesidad de una nueva perspectiva basada precisamente en la selección de problemas actuales y relevantes.

La Tesis consta de cuatro partes. En la primera, titulada "El peso del pasado. Cambio y continuidad en las propuestas para la enseñanza de las Ciencias Sociales (1970-1985)", estudia la evolución histórica de las propuestas de reforma de la enseñanza realizadas desde la promulgación de la Ley General de Educación a comienzos de los 70. La segunda parte, sobre "Los diseños curriculares para la educación secundaria obligatoria (1985-95)", analiza los debates que condujeron a la aprobación de la Educación Secundaria Obligatoria (ESO). En estas dos partes se realiza una descripción y valoración de las propuestas oficiales y extraoficiales que se han realizado en el último cuarto de siglo para la enseñanza de las ciencias sociales.

El subtítulo de la segunda parte anuncia ya la tesis del autor: "¿Una apuesta por el reformismo lampedusiano?", en alusión a esa idea que tan bien expresó el Príncipe de Lampedusa en la famosa novela El Gatopardo: "Que todo cambie para que todo quede igual". El autor distingue entre unas propuestas mas renovadoras y otras que califica como "academicismo activo pedagógicamente conservador", ya que según él, están llenas de confusión y conducen a "la instauración de lo que podríamos llamar una renovada pedagogía de la banalidad" (pág. 11).

La tercera parte lleva por título "De la ciencia social a la conciencia cívica. Luces y sombras de algunas propuestas innovadoras para la enseñanza de las ciencias sociales en la educación secundaria obligatoria". Se examinan en ella los proyectos y materiales de algunos grupos de profesores dedicados a la renovación educativa (Investigación en la Escuela, Cronos y Barataria) para mostrar sus logros y limitaciones; estas últimas vienen producidas especialmente -según el autor- por el hecho de que se han mantenido dentro de la cultura academicista, es decir, la cultura de la geografía y la historia como disciplinas académicas autónomas.

En la cuarta parte, por fin, "Hacia una enseñanza de las ciencias sociales en la ESO articulada en torno al estudio de problemas actuales y relevantes", el autor desarrolla las propuestas elaboradas por el grupo santanderino Asklepios, en el que él mismo está integrado, las cuales están dirigidas a articular la enseñanza de las ciencias sociales en torno a problemas actuales y relevantes, y en particular los planteamientos que se refieren al papel de la historia en relación con la enseñanza de problemas actuales. En relación con ello, se defiende la tesis de que han de hacerse "aquellas incursiones en el pasado que forman parte de un eje explicativo de alguna problemática relevante de nuestro pasado".

Finalmente, en el último capítulo se plantea el tema de si la formación actual del profesorado en España permite ese nuevo tipo de enseñanza que se propone, y que exige la puesta en marcha de procesos de actualización docente. En las conclusiones se presenta una reflexión general sobre el papel de las ciencias sociales en una escuela para la democracia.

La Tesis tiene dos anexos. En el primero se recogen las propuestas oficiales para la enseñanza de las ciencias sociales; en el segundo los temarios de geografía, historia y otras ciencias sociales propuestos en la enseñanza española a partir de 1953 por el Ministerio de Educación y por las diferentes Comunidades Autónomas con competencias educativas.

La amplia bibliografía, el aparato crítico extraordinariamente cuidadoso y los ricos anexos documentales valoran todavía mas esta Tesis, que se presenta como una aportación académica de carácter histórico y teórico a una línea de investigación mas general en la que se articulan otras Tesis doctorales en elaboración, dirigidas igualmente por el profesor Alberto Luis Gómez en la Universidad de Cantabria, de Santander.

En esta nota informativa se realiza, en primer lugar, un resumen detallado del contenido de esta Tesis y, finalmente, una discusión de algunas de las ideas que se defienden en ella.


Las reformas desencadenadas por la Ley General de Educación de 1970

La investigación se inicia con las reformas introducidas por la Ley General de Educación de 1970, que amplió la enseñanza obligatoria hasta los 14 años e intentó introducir una importante innovación educativa, tratando de conseguir una enseñanza mas activa.

El autor estima que, a pesar de los objetivos renovadores, el contenido de la enseñanza de la geografía y de la historia cambió poco tras la aprobación de la Ley, y que los programas elaborados fueron semejantes a los de la década de 1960, con una excesiva extensión temática. Según el autor, el problema más importante en relación con las reformas pretendidas fue la contradicción entre las pretensiones de "enseñar a aprender" que propugnaba la ley y los contenidos propuestos, lo cual, dice, tenía que ver con el concepto de cultura escolar dominante y con el gremialismo academicista de los profesores.

Un reflejo de dicho gremialismo serían, por ejemplo, las quejas de los geógrafos sobre la pérdida de singularidad de la geografía, subsumida con la historia en el área de ciencias sociales, y sobre la separación de la geografía física, que pasó al área de ciencias naturales. La situación llegó a ser paradójica, ya que mientras que unos criticaban la pérdida de algo que era esencial en su ciencia (la geografía física o la historia antigua, según los casos), otros, y a veces los mismos, se quejaban a la vez de que los programas resultaban inabarcables. Lo que conducía casi siempre a reclamar más horas para desarrollar los contenidos de estas dos materias.

Parecidas contradicciones se daban también en el seno de los movimientos renovadores. El autor destaca concretamente las que existían en el seno del grupo barcelonés de Rosa Sensat (Grup de Treball de Ciencies Socials, 1975): por un lado, propugnaban una enseñanza cientifista y activa, que implicaba la formulación y comprobación de hipótesis, y, por otro, realizaban una selección de temas que conducía, estima, a un tratamiento puramente descriptivo alejado de la metodología didáctica que pretendían. Lo mismo ocurría en la segunda etapa de la EGB, donde los estudiantes "presos de los contenidos y de un modo de enseñar propios del conservador academicismo bachillerizante, en lugar de ser formados, eran informados y por ello deformados, ya que solo aprendían a examinarse"; lo que generaba un desinterés creciente de los estudiantes(pág. 43).

Las propuestas realizadas por la Ley General de Educación sobre transformación de los procesos de enseñanza y aprendizaje solo se empezaron a concretar en la segunda mitad de los años 70, coincidiendo con la transición política y la búsqueda de nuevas vías pedagógicas. A partir de ese momento aparecieron, en efecto, gran número de iniciativas que cristalizaron en programas y sugerencias de renovación pedagógica. Dichas propuestas son estudiadas en el capítulo 2 de esta Tesis, titulado "De las orientaciones pedagógicas a los programas renovados para el ciclo superior de la EGB. Un paso adelante". Se trata de una presentación crítica de cuya lectura puede obtener provecho también un lector que ha sido testigo de los cambios históricos que se describen, como es mi caso.

En aquellos años se produjo, por un lado, una efectiva actualización de los contenidos en el campo de la geografía y de la historia escolar. En el caso de la historia se pasó de una historia de acontecimientos a una historia mas estructural, y de la historia política y cultural a una historia socioeconómica, con fuerte influencia de la escuela francesa de los Annales y del marxismo. Y en geografía, de la geografía descriptiva a otra que ponía énfasis en las distintas ramas de la geografía general (geografía de la población, geografía rural, urbana...), y especialmente en los aspectos socioeconómicos, sobre todo en BUP; mas tarde también, aunque de forma parcial, a la introducción de enfoques y contenidos de la geografía cuantitativa, incorporados a veces solamente en el lenguaje. En conjunto se pasó, como dice el autor, "del facticismo al conceptismo" (pág. 51).

Por otra parte, se trataron de introducir, también, procesos de aprendizaje mas activos, frente a la actitud previa que situaba al estudiante ante programas enciclopédicos establecidos. Algunos pusieron énfasis en el estudio activo del entorno.

En ese contexto de renovación adquirieron cierto protagonismo los grupos renovadores Germanía 75 e Historia 13-16. También se dejó sentir la influencia de los nacionalismos periféricos que encontrarían en el estudio del entorno una vía para la forja de una renovada conciencia nacionalista (pág. 53).

Analizando aquellas propuestas, el autor estima que, debido a la falta de un marco teórico-conceptual bien definido, los métodos que ponían énfasis en la enseñanza activa se convirtieron con frecuencia en el simple uso de técnicas de recogida y representación de la información (pág. 55).

La geografía resultaba, en conjunto, poco atractiva, ya que "el problema mas importante para la comunidad de los geógrafos españoles en aquel momento, a saber la configuración morfológica de los paisajes, carecía de interés para cualquier persona que no fuese especialista en su disciplina" (pág. 56). A pesar de los esfuerzos que se hicieron para impulsar una enseñanza activa de esta ciencia, los contenidos continuaron siendo los de lo que denomina "tradición pedagógica culturalista", en buena parte originada en la geografía regional tradicional. Con mucha frecuencia los contenidos de algunas propuestas de grupos renovadores de fines de los 70 y comienzos de los 80 seguían consistiendo en "un vademecum informativo del que no cabía otro aprendizaje que el denostado memorismo" (pág. 60). De todas maneras, reconoce también que esos contenidos ya no eran las banalidades de la geografía descriptiva tradicional (ríos, cabos, golfos...) y los profesores mas jóvenes y recién salidos de la Universidad empezaron a poner énfasis en otros aspectos, tales como el estudio de la población, el trabajo, o los problemas del desarrollo y subdesarrollo.

Estos últimos, en particular, y los del funcionamiento del sistema capitalista, de forma mas general, pasaron a ser principios organizadores de muchas propuestas renovadoras que se hicieron en la enseñanza de BUP (lo mismo que en la Universidad); pero debajo, estima el autor, seguía estando presente la enseñanza descriptiva tradicional, como se ve en algún programa propuesto por el Grupo Garbí que es examinado en la Tesis (pág. 63).

Se plantearon también problemas en la elaboración de los programas para el ciclo superior de la Enseñanza General Básica, que entonces se implantó. A partir de 1975, la transición política y la instauración de un régimen político democrático impulsaron también la necesidad de renovar las enseñanzas básicas y de difundir valores democráticos y pluralistas. En ese contexto se elaboraron los programas renovadores para el citado ciclo superior de la EGB. Estos programas en realidad no llegarían a aplicarse, pero son "un buen exponente de la conservadora inercia que todavía dominaba las propuestas para la enseñanza de las ciencias sociales a comienzos de los ochenta y sobre todo de una contradicción que aún no ha sido superada: pretender activar los procesos de enseñanza-aprendizaje sin llevar a cabo -debido a la fuerza que tiene el precepto culturalista de formación entre el profesorado- una dramática reducción de los enciclopédicos programas de estudio que haga posible en la práctica, y no solo en el plano de la retórica académica" (pág. 69). A justificar esta tesis dedica el autor amplia atención en esas páginas.

Trata de mostrar, en particular, que aunque en las declaraciones formales se intentaba sustituir -al igual que en el bachillerato- una pedagogía centrada en los contenidos por otra centrada en los objetivos, esos propósitos no pasaron de meras declaraciones de intención. Prueba de ello es que se definieron 138 objetivos operativos acompañados de 391 actividades para desarrollar en 324 horas de estudio. Al mismo tiempo se estimulaba el eficientismo (es decir, el tratar de conseguir más aprendizaje en menor tiempo) y su correlato el evaluacionismo (pág. 75), reflejado en la aparición de la selectividad y el aumento de los controles. Todo ello permite entender las elevadas cifras que aparecieron de fracaso escolar, las cuales, según señala acertadamente el autor, constituyen mas bien un "fracaso pedagógico" (pág. 77)

A partir de 1982, con la llegada de los socialistas al gobierno, se trató de ampliar la escolaridad obligatoria y profundizar en la reforma educativa, produciéndose un "Primer paso hacia la oficialización de un academicismo activo"; así se dice en el subtítulo del capítulo 3, dedicado a este período.

En historia, se trató, de forma general, de reducir los contenidos elaborando modelos de sociedades denominadas a partir de una terminología y conceptos que se inspiraban en el marxismo. Se puso énfasis en las estructuras, a partir de conceptos del materialismo, tales como sociedades depredadoras, estamentales, sociedad industrial o sociedad capitalista.

En geografía los programas se orientaron hacia el estudio del mundo actual, y seleccionaron aspectos nuevos que ha habían ido intoduciéndose desde la década anterior: demográficos, espacio rural, urbano e industrial, intercambios y las grandes áreas socioeconómicas del mundo. Según recuerda el autor, esos programas recibieron grandes criticas de los geógrafos. En ellas encuentra de nuevo "el gremial reduccionismo con el que los especialistas en ésta o aquella disciplina suelen aproximarse a las cuestiones didácticas" (pág. 84).

A pesar de las apariencias renovadoras, Alfonso Guijarro estima que existían grandes contradicciones en la propuesta experimental que se hizo para el ciclo 14-16 años. En geografía había un claro mimetismo respecto a la geografía humana y económica de 2º de BUP. Al mismo tiempo se triplicaba la escala de análisis, ya que los problemas se habáin de estudiar en el entorno inmediato, en la realidad española y el ámbito mundial (pág. 86).

Se dio una gran importancia a los dossiers de documentos, que se aportaban para preparar las discusiones y alcanzar los objetivos propuestos. Eran materiales de apoyo, como complemento a los manuales y constaban generalmente de textos históricos, datos estadísticos e ilustraciones de época. Lamentablemente, señala el autor, muchas veces se tomaron como base para acceder al conocimiento que se pretendía, en lugar de considerarlos como un simple compendio de ejercicios complementarios.

El autor estima también que para los objetivos que se perseguían con la enseñanza -es decir, conocer los rasgos esenciales de cada modo de producción o formación socioeconómica-, así como para el aprendizaje de la historia clásica, era mejor la enseñanza tradicional basada en la emisión de información por el profesor. Realiza también diversas críticas a las propuestas que entonces se realizaron, señalando, especialmente, el olvido de conocimientos factuales (los hechos y datos de la historia) y la falta de adecuación de los contenidos al desarrollo cognitivo de los alumnos.

A la pregunta de porqué estudiar historia una de las respuestas que se daban era que convenía centrar la atención en el conocimiento del siglo actual, en el que viven los alumnos, y en su precedente mas inmediato, el siglo XIX. El autor cree que "es absolutamente falso que el panorámico conocimiento de la evolución de la humanidad sea clave para lograr ese objetivo" (pág. 92), y por tanto que los autores del Grupo Germanía, que fue muy influyente en aquellos años, estaban afectados por el gremialismo didáctico y no querían romper una de las señas de identidad de la historia, a saber, el desarrollo diacrónico desde la prehistoria hasta hoy. Todo ello, sugiere el autor (pág. 92), producía una "confusión permanente entre la dinámica del aprendizaje y la lógica de las disciplinas".

A partir de este panorama se entienden las propuestas del "Anteproyecto de reforma del ciclo superior de EGB" (1984), concretado poco después en el Proyecto del ciclo común 14-16 de la enseñanza media (1985).

Según se afirmaba en dicho proyecto, la enseñanza que recibían en aquel momento los alumnos era excesivamente teórica y alejada de sus intereses, simplemente expositiva y con programas sobrecargados de contenidos. Frente a ello, el nuevo programa organizaban los contenidos en cuatro grandes bloques: 1) condicionantes medioambientales; 2) utilización social del espacio; 3) organización social del espacio; 4) el mundo hacia el siglo XXI.

Con esa propuesta no se pretendía ya un estudio completo de la evolución histórica sino solo de momentos significativos. Por ello en el grupo 3 se seleccionaban cuatro grandes momentos históricos: la romanización, la cultura islámica y la cristiana de España, España siglos XVI-XVII, y Revolución industrial siglos XIX-XX, todos ellos por "su mayor significatividad para entender la realidad actual" y por las posibilidades que ofrecían para el estudio interdisciplinario. Los bloques, en efecto, pretendían ser interdisciplinarios: el primero integraba geografía y ecología; el segundo, geografía economía antropología y urbanismo, el tercero historia, economía, sociología, derecho y antropología.

El estudio en profundidad de períodos o procesos del pasado permitiría aproximar a tres ideas básicas: las de tiempo, cambio-evolución y estructura.

Se puso énfasis igualmente en los métodos y destrezas científicos, lo que significaba, en el campo de las ciencias sociales, de los métodos de trabajo de historiadores y geógrafos, a lo que se denominó como "los procedimientos".

Aunque el autor estima que en estas propuestas podía encontrarse el embrión de una enseñanza basada en problemas, también cree que a los redactores del anteproyecto les resultaba muy difícil "desprenderse del culturalismo que se había instalado en el ciclo superior del bachillerizante asignaturización de la segunda etapa de la EGB" (pág. 97). Y añade: "volvía a correrse el peligro de reducir la enseñanza de la historia a un mero bronceado cultural", con la imposibilidad de profundizar seriamente en los contenidos (pág. 103).


Las ciencias sociales en la Enseñanza Secundaria Obligatoria

La segunda parte de la Tesis está dedicada, como señalé, a las propuestas de reforma que condujeron a la implantación de la Educación Secundaria Obligatoria y al papel asignado a las ciencias sociales en la misma. Recordemos que el título general de esta parte es el siguiente: "Diseños curriculares para la Educación Secundaria Obligatoria", 1985-1995. ¿Una apuesta por el reformismo lampedusiano?".

El capítulo primero de esta parte (capítulo 4) se dedica a las propuestas curriculares para la ESO realizadas en las tres comunidades autónomas de Cataluña, Valencia y Andalucía, propuestas que califica de "una salida renovada por la tangente activa del academicismo".

Si durante la primera fase de la reforma -hasta 1985- habían adquirido un gran protagonismo los movimientos renovadores y se apostó por la apertura del curriculum y por los profesores como motores de la reforma, en la segunda, que se inicia en 1985, se intenta controlar ese proceso y tecnocratizar la elaboración del diseño curricular. En esos años se produjo una creciente oposición de la fracción mas conservadora del profesorado a la puesta en marcha de las innovaciones curriculares

En la Tesis se estudian las propuestas realizadas en Cataluña en un apartado cuyo título ("El diseño curricular catalán: ¿un nuevo academicismo filtrado por el activismo y el nacionalismo?") conduce a una respuesta afirmativa, aunque reconozca que es el programa que mas se acerca a lo que cree que debe hacerse.

En cuanto al programa elaborado en la Comunidad Valenciana su valoración queda reflejada en este título: "Una salida por la tangente activa de la cultura escolarmente dominante". Y la de Andalucía, en esta frase: "A mas pedagogismo mas enciclopedismo".

El autor estima que el error común a las tres propuestas didácticas consiste en que pretenden avanzar hacia un aprendizaje mas activo y mas significativo sin reducir al mismo tiempo los contenidos y sin seleccionarlos en base a su funcionalidad para llevar a los alumnos a comprender mejor algún aspecto relevante del mundo en que viven, y mas concretamente algunos graves problemas que estamos padeciendo (pág. 137).

El capítulo 5 lleva por título "La propuesta ministerial para el área de geografía, historia, y ciencias sociales. Retórica inhibitoria y programas conservadores".

En 1987 el ME presentó el "Proyecto para la reforma de la enseñanza en los niveles infantil, primario, secundario y profesional", que se concreta luego en el Libro Blanco para la Reforma del Sistema Educativo, complementado en el mismo año con un Diseño Curricular Base para la Educación Secundaria Obligatoria y un Plan de Investigación Educativa y Formación Profesional. Con ellos se pasa ya a la situación actual.

El Diseño Curricular Base, en lo que se refiere a las ciencias sociales, trata de 1) inculcar a los alumnos normas de comportamiento acordes con los valores para una sociedad democrática, y 2) proporcionarles conocimientos para "formar ciudadanos capaces de actuar y comportarse de forma responsable, consciente y crítica".

Los contenidos e organizan en cuatro grandes bloques temáticos: 1) sociedad y territorio, 2) Sociedades históricas y culturas diversas, 3) Sociedad y cambio en el tiempo, 4) El mundo actual.

En cada bloque se especifican a) los hechos, conceptos y principios, b) los procedimientos, c) las actitudes, valores y normas. Los procedimientos se refieren a indagación e investigación, tratamiento de la información y causalidad múltiple. Los valores y actitudes a rigor crítico y curiosidad científica; conservación y valoración del patrimonio; y tolerancia y solidaridad.

Frente a los años anteriores en que se insistía en los postulados piegetianos sobre el aprendizaje por descubrimiento autónomo de los niños, ahora se vuelve a destacar nuevamente la importancia de los procesos de aprendizaje por recepción, es decir, con la presentación sistemática de la información por parte de los profesores.

Al mismo tiempo, a partir de planteamientos de las tendencias constructivistas del aprendizaje, se insiste asimismo en la importancia de los conocimientos previos de los alumnos como punto de partida del proceso de enseñanza; eso implica que los profesores debe conocer las ideas previas de los estudiantes, lo que convierte al profesor en un investigador de lo que saben y aprenden los alumnos.

El autor valora positivamente la incorporación en los programas de nuevos temas, referentes a cuestiones importantes del mundo actual, especialmente a partir de la transformación de los contenidos de la geografía.

Las críticas del autor se refieren: en primer lugar al exceso de contenidos en los programas aprobados; y, luego, al mantenimiento de la historia como materia unitaria que trata de presentar la evolución de la Humanidad desde la prehistoria hasta nuestros días, incluyendo los contenidos de la historia del arte. Respecto a éstos sugiere que tal vez deberían incluirse en el área de Educación Visual y Plástica, de la misma manera que la parte de geografía física se han trasladado al área de ciencias naturales. Estima que "es clara la inercia conservadora que alienta bajo un programa de estudio que se antecede de un discurso innovador" (pág. 151), y que esos programas enciclopédicos y sobrecargados de contenidos solo pueden conducir a una enseñanza puramente expositiva por parte de los profesores y a la trivialización de la docencia. Algo parecido piensa que les ocurre a otros diseños curriculares autonómicos que son también analizados en el trabajo. En el caso del gallego, estima, además, que se ha exagerado el énfasis en el aprendizaje por descubrimiento.

A partir de todos esos estudios del Ministerio de Educación y Ciencia, en junio de 1991 se aprobó finalmente el Decreto de Enseñanzas Mínimas para la Educación Secundaria Obligatoria (ESO). Las críticas anteriormente realizadas se repiten con referencia a un decreto que a pesar de llamarse de enseñanzas "mínimas", sobrecarga los programas de contenidos, es academicista y posee numerosas contradicciones internas, lo que, debido a la superficialidad con que necesariamente habrá que tratar los temas, hace temer cual será la "renovada pedagogía de la trivialidad que dominará los procesos de enseñanza-aprendizaje de las ciencias sociales en la ESO" (pág. 166)

En el capítulo 7 el autor examina algunos ejemplos de los manuales de geografía y de historia que se han elaborado en relación con la ESO, redactados por profesores de enseñanza media en activo, y encuentra que esa superabundancia de contenidos se refleja lógicamente en ellos, incluso de forma exagerada. Los manuales tienen un gran parecido con los textos tradicionales de geografía y de historia, aunque incorporando temas nuevos, de acuerdo con los programas oficiales, y el planteamiento enciclopedista lleva a tratar los temas con superficialidad. En cuanto a los ejercicios que se proponen, considera que son irrealizables en el tiempo lectivo disponible. De manera general considera que los libros de texto analizados son una verdadera "chapuza pedagógica", y que tras una década de debates y reformas curriculares "lejos de avanzar hemos retrocedido en el proceso de racionalización de la enseñanza de las ciencias sociales", y que "se ha perdido mas de una década para desandar buena parte del camino que tanto costó avanzar en la renovación de las enseñanza de las ciencias sociales". Es decir, que con esas reformas ministeriales se habría perdido la guerra contra el academicismo y el conservadurismo pedagógico.


Las propuestas de los movimientos renovadores

En la tercera parte de la Tesis Alfonso Guijarro examina las propuestas innovadoras para la enseñanza de las ciencias sociales en la Educación Secundaria Obligatoria realizadas por tres movimientos de renovación educativa, a cuyo análisis dedica sendos capítulos (8 al 10). Se trata del grupo andaluz denominado primeramente Investigación en la Escuela, y mas tarde IRES, Investigación y Renovación Escolar; del grupo salmantino Cronos; y del grupo castellano-aragonés Insula Barataria.

Se trata de los tres grupos que mas han avanzado en el camino de la renovación curricular, aunque todos -según el autor- presentan luces y sombras. Si, por un lado, han desarrollado propuestas de enseñanza activa, por otro se han mantenido fieles a las directrices curriculares aprobadas por el Ministerio, lo que por otra parte era condición imprescindible para poder optar a los concursos de producción de materiales pedagógicos convocados por las autoridades educativas. En conjunto, los tres han tenido lo que el autor califica "una salida por la tangente activa de la cultura escolarmente dominante".

En el primer caso, el del grupo IRES, estima que en el campo e las ciencias sociales el proyecto realiza "una selección temática excesivamente condescendiente con la tradición dominante en el área de las ciencias sociales", y que es tíbiamente innovador a la hora de seleccionar los objetos de estudio y al tratarlos, y cree que los temas que incorpora, aunque novedosos, por su tratamiento no sirven para entender los problemas del mundo actual.

El grupo salmantino Cronos, aunque tiene un proyecto explícitamente dirigido al estudio de problemas actuales y relevantes, sería un ejemplo de "lo difícil que es nadar entre dos aguas", puesto que acaba proponiendo un programa misceláneo en el que acepta las directrices oficiales, ya sea "para obtener el nihil obstat ministerial o para no desconectar totalmente con la tradición pedagógica dominante entre el profesorado de nuestra área de estudio" (pág. 289). Afirma que "la derrota del grupo salmantino es un buen indicador de que la tesis defendida en anteriores capítulos es plausible, es decir que dentro del marco curricular establecido por el Ministerio de Educación y Ciencia no hay salvación para los proyectos innovadores" (pág. 292).

Finalmente el grupo Insula Barataria, el mas renovador de todos en lo que se refiere al tratamiento de problemas actuales y relevantes, acaba también por no llevar sus propuestas hasta las últimas consecuencias debido a la aceptación del marco ministerial, lo que le obliga a incorporar temas del programa oficial, y a una inadecuación de las enseñanzas al tiempo disponible. También critica que haya aceptado la tradición disciplinaria de la geografía y la historia, sin hacer un esfuerzo para incorporar los conocimientos económicos, ya que son ellos los que permitirían a los alumnos "enfrentarse a los dictados de la neoliberal ideología político-económica dominante", para lo que hay que demoler los fundamentos del discurso que la sostiene.

El estudio de problemas actuales y relevantes

Finalmente, en la parte cuarta de la Tesis el autor desarrolla su propia alternativa dirigida hacia una enseñanza de las ciencias sociales en la ESO articulada en torno al estudio de problemas actuales y relevantes. A ello dedica tres capítulos.

En el 11 muestra el desarrollo de las propuestas para la enseñanza en torno a problemas, que se remontan a la obra del norteamericano H. Taba Curriculum Design (1962) y, de forma mas concreta, al Humanities Project (1970) de L. Stenhouse. En España algunos autores trabajaron en esa dirección agrupados en torno al proyecto Cronos, aunque a partir de cierto momento se desgajó de él el proyecto Asklepios, liderado por Alberto Luis Gómez en la Universidad de Cantabria y del que forma parte el autor de la Tesis, grupo que ha tratado de desarrollar un proyecto ambicioso y coherente en torno a la enseñanza centrada en problemas. La dificultad fundamental con la que se enfrenta este proyecto es la de definir un conjunto claro y bien organizado de problemas. Según el autor

"dado que el conjunto de problemas que caben bajo la genérica especificación de actuales y relevantes es inabarcable, el siguiente paso a dar es recortar ese inmenso campo. Para ello se pensó, como es lógico, en disponer algún tipo de constructo que orientase la selección de aquellos. Y de los muchos posibles se eligió el que dio en denominarse facetas, es decir, una forma de dividir la realidad social en función de las necesidades (o actividades) básicas que toda comunidad humana de de satisfacer (o desarrollar)" (pág. 328).

El conocimiento que Alberto Luis tiene desde hace años de los trabajos de los geógrafos muniqueses sobre las funciones sociales básicas le llevó a partir de las mismas, las cuales se transformaron finalmente en las funciones de: trabajar, habitar, comunicarse, tener normas y producir ideas. Ese proyecto se desarrolló en un principio conjuntamente con el Grupo Cronos, dividiéndose incluso la producción de materiales didácticos (los problemas relacionados con la actividad trabajar para los salmantinos y los de habitar para los santanderinos). Tras la participación de Cronos en los concursos ministeriales antes citados, los santanderinos formaron su propio grupo con el nombre de Asklepios, nombre tomado de la novela de Miguel Espinosa Asklepios, el último griego. El rasgo fundamental de este grupo es que la producción de materiales se mantiene todavía en el campo puramente académico.

La Tesis que se presenta supone así verdaderamente un hito, en el sentido de que representa una reflexión histórica y teórica sobre el programa científico de este grupo de trabajo, al que están unidas otras investigaciones, algunas en forma de Tesis doctorales en vías de finalización, sobre problemas como el turismo, el subdesarrollo, la vivienda o los conflictos nacionalistas.

El objetivo fundamental de este grupo es seleccionar unos problemas básicos que constituyan el eje de las enseñanzas de tal forma que sea posible desarrollarlos en clase durante el tiempo realmente disponible.

A la hora de seleccionar los problemas se señala que han de ser actuales y relevantes, versar sobre el mundo actual, con especial atención a los problemas españoles, y especialmente a aquellos "que derivan de la lógica económico-política que preside el funcionamiento de las sociedades capitalistas avanzadas", lo que conduce especialmente a dos grandes núcleos temáticos: la degradación del medio ambiente, y las desigualdades sociales y territoriales en la distribución de la riqueza. Piensa Guijarro que sería especialmente interesante mostrar las luces y sombras en el modelo norteamericano que muchos neoliberales consideran el ejemplo a seguir. Y en la esfera política se debería poner énfasis en la escasa participación política de los ciudadanos y el control de los políticos y de sus gastos.

El procedimiento mas adecuado para la incorporación de la historia al tratamiento de los problemas actuales es el de "retrotraerse hasta las raíces de ciertos procesos actuales y analizar su desarrollo histórico, puesto que ahí se encuentra una de las claves explicativas de los mismos" (pág. 342). La enseñanza ha de ser activa, ha de tratar de estimular la lectura y forjar lectores, y ha de tener como objetivo contribuir a emanciparlos de la ideología dominante. Al mismo tiempo ha de "inculcar a los alumnos, siguiendo una senda racionalista, es decir, fundada en razones y no en pasiones, ciertas actitudes básicas, como pueden ser la tolerancia, la fraternidad o la deseable conservación del medio ambiente (pag. 346).

El capítulo 12 se dedica íntegramente a discutir el papel de la historia en el estudio de las ciencias sociales, y se inicia con una frase del historiador J. Aróstegui: "toda enseñanza de la Historia que no tenga como horizonte contribuir a una mejor explicación del presente es perfectamente estéril". Estando de acuerdo con esa idea, el autor cree, sin embargo, que para comprender los problemas actuales la historia, tal como se enseña, tiene escasa utilidad. Estima que "como sobradamente demuestra la experiencia acumulada, al estudio de la tradicional historia se le podrá suponer funcional para dar trabajo a los licenciados en dicha materia o para broncear culturalmente a los alumnos, pero no parece que lo sea para ayudarlos a comprender más cabalmente los problemas del presente"; eso es debido a que "para que el estudio del pasado resulte fructífero de cara al entendimiento de alguna cuestión importante de nuestro mundo, la primera condición es que exista alguna relación inteligible entre ambos" (pág. 364). En todo caso, lo que no debería hacerse nunca es "mezclar en un mismo programa el estudio del pasado (entendido al modo tradicional) y el presente". Lo que -aclara- no significa que la historia no tenga utilidad en la enseñanza, para una formación general de carácter cultural.

Ante las acusaciones de manipulación ideológica que a veces se hacen a una enseñanza de la historia dirigida al entendimiento de problemas actuales, sostiene la imposibilidad de mantener una estricta neutralidad política e ideológica en el campo de las ciencias sociales, lo que afecta también a la enseñanza de la historia. Recordando a C. Lerena señala que "un principio básico de la sociología de la educación es que la enseñanza libre de valores conduce al reinado de los valores dominantes" (pág. 375). Los efectos de esa enseñanza pretendidamente libre de valores son grandes: "el primero de los cuales, pedagógicamente hablando, es que vacuna a los alumnos contra todo lo que suene a trabajo escolar, el segundo que lleva a la sumisión intelectual, y el tercero que impide el desarrollo de una verdadera conciencia social y por ello abre la puerta a ideologías totalitarias" (pág. 376).

El último capítulo de esta Tesis aborda el problema de las inercias y resistencia de los profesores, y el de si las reformas educativas pueden superar los condicionantes que derivan de la formación que los profesores poseen en geografía e historia y el de la falta de materiales didácticos de carácter integrador. Su punto de vista que es que si las reformas son necesarias para alcanzar unos objetivos, han de abordarse; y que si a corto plazo las dificultades son grandes, a medio plazo pueden resolverse. En todo caso, para conseguirlo hace falta un esfuerzo común y organizado. Denuncia los efectos nefastos de la excesiva especialización y del aislamiento disciplinario para la formación de los jóvenes y clama por la necesidad de una amplia formación en ciencias sociales, y de un esfuerzo para que la enseñanza no sea simplemente seleccionadora y jerarquizadora.

La enseñanza de las ciencias sociales debe convertirse, dice, en un componente básico de la formación cívica, con procesos activos de aprendizaje para formar en la democracia. Solo partiendo de los problemas actuales y relevantes podrá potenciarse el interés por estos conocimientos:

"asunto este de la mayor importancia, pues todo indica que una vez cegado el potencial incentivador de las expectativas de ascenso social (y parece que el generalizado desempleo ha matado esta fuente de ascetismo) parece necesario buscar estímulos diferentes. Y no solo porque aquellas (las ciencias sociales) han pasado a ser numéricamente reducidas, sino también porque la experiencia demuestra que llevan a la forja de mozos de esquina versados en humanidades fragmentarias, es decir, que sistemáticamente dejan de lado todo aquello que no entra para el examen" (pág. 419)

Algunos problemas a debatir

El amplio resumen que he realizado de esta Tesis doctoral ha tratado de mostrar, especialmente a aquellos que no tienen de momento ocasión de consultarla, la riqueza de las aportaciones que en ella se realizan. Es una Tesis escrita con pasión y con un lenguaje claro, cáustico e incisivo, en la que el autor discute con rigor las opiniones, toma partido explícitamente y realiza valoraciones personales en relación con las propuestas que se analizan, usando calificaciones expresivas que son en sí mismas valoradoras o desvalorizadoras.

Vale la pena destacar el interés del diálogo que realiza Alfonso Guijarro con otros autores, colegas y amigos, con los que coincide o discrepa sin perder por ello las buenas formas y la amistad. La Tesis muestra también que existe ya una importante tradición de estudios y de hábitos de debate científico en el campo de la educación en España.

Quiero insistir que la Tesis forma parte de un ambicioso programa de investigación dirigido por el profesor Alberto Luis Gómez, y dirigido al desarrollo de una enseñanza de las ciencias sociales centrada en problemas. En el marco de dicho programa, que ha dado ya lugar a diversas publicaciones, se ha presentado anteriormente otra dedicada a desarrollar una propuesta didáctica sobre los problemas del subdesarrollo y están a punto de presentarse dos más sobre la vivienda y sobre el ocio y turismo.

La riqueza de las aportaciones que se hacen en ésta de Alfonso Guijarro es grande. Pero también lo son las cuestiones que se suscitan a partir de las mismas ideas que en ella se defienden. Realizaré aquí algunos breves comentarios que me ha sugerido la lectura de este trabajo. Me referiré, en concreto, al problema del memorismo en geografía e historia, a la dimensión cultural y los amplios contenidos de esas materias, a la dimensión política de las reformas educativas y al punto central del programa de investigación, a saber: la propuesta de una enseñanza basada en problemas actuales y relevantes.


1) El memorismo en geografía y en historia antes de la Ley General de Educación

Como es sabido, el uso de la memoria tuvo un importante papel en el aprendizaje desde comienzos de la edad Moderna, y la elaboración de métodos mnemotécnicos fue una actividad intelectual a la que se dedicaron importantes científicos y pensadores. Pero desde el siglo XVII las críticas a esos métodos se generalizaron, y se aplicaron, entre otras, a la enseñanza de la geografía y de la historia. En los siglos XVIII y XIX dichas críticas aumentaron de intensidad, a la vez que se proponían como alternativa diferentes métodos de enseñanza activa. A pesar de ello, los geógrafos seguían quejándose todavía a finales del ochocientos de la extensión del memorismo en la didáctica de su ciencia y lo han continuado haciendo hasta mediados de nuestro siglo.

En España la guerra civil supuso un retroceso profundo en toda la enseñanza y afectó también a la geografía, por lo que sin duda se vieron afectados los esfuerzos de renovación que se habían ido haciendo en esta disciplina desde fines del XIX, en particular por pedagogos ligados a la Instución Libre de Enseñanza. Eso explica que en nuestro país las críticas del memorismo en geografía se dejaran oir con gran intensidad todavía en la década de 1950 y de 1960.

Pero podemos preguntarnos si, al igual que en otros campos de la actividad y la ciencia, no quedaron en España tras la guerra civil algunos profesores conservadores, o que no estaban comprometidos políticamente, pero que habían mantenido puntos de vista innovadores en la enseñanza de la geografia y la historia. Algunos de esos profesores que realizaban una enseñanza activa y renovadora tal vez pasaron a provincias, tras su "depuración", y realizaron allí una labor de interés en la línea de la renovación que se había ido difundiendo desde fines del XIX.

Todo ello está por conocer. Necesitamos realizar investigaciones sobre la enseñanza de la geografía y la historia, así como de otras ciencias, en España durante los oscuros años 1940 y 1950, distinguiendo entre la situación en la enseñanza pública y en la privada, y dentro de ésta, además, entre la de carácter laico y la de las distintos tipos órdenes religiosas. En lo que se refiere a los años 60, podemos suponer que ya habrían entrado algunos docentes formados con los nuevos maestros de la geografía, y podemos aceptar que la renovación en ese campo se inició entonces, comenzando primeramente por los institutos de enseñanza media.

Es muy probable que en los años 50 y 60 dominara en la enseñanza media española el enciclopedismo y memorismo, especialmente en la enseñanza de la geografía y la historia. Pero tal vez haya que realizar también aquí algunas matizaciones. Por lo que yo recuerdo de mi formación de bachillerato, la metodología de la enseñanza dependía en gran medida del profesor, de su preparación y de su actitud.

Pienso que las desvalorizaciones que se hacen en la Tesis sobre la enseñanza de la geografía en esos años (pág. 26), siendo en general justas admiten, sin embargo, diversas matizaciones. En alguna ocasión se habla, por ejemplo de que esa enseñanza conducía al dominio de un aprendizaje libresco, a la pasividad de los alumnos, al memorismo y a una simple verbalización de conocimientos. Pero libresco significa utilización de libros, lo que no es del todo negativo; la pasividad de los alumnos dependía, en último término, del profesor, y siempre existía la posibilidad de que los estudiantes exploraran por sí mismos, leyendo, por ejemplo, novelas de aventuras y libros de viajes; el memorismo puede suponer el desarrollo de una facultad que, de todas formas, es importante desarrollar; y en cuanto a la capacidad de verbalizar los conocimientos, hay que reconocer que no es tampoco un mala destreza.

En conjunto, las desvalorizaciones que se hacen de la situación de la enseñanza de la geografía en el período anterior a la Ley General de Educación, son seguramente correctas pero poco matizadas. Hacen falta estudios mas detallados para saber qué pasaba realmente, si existieron profesores preparados que fueron enviados a provincias y cómo percibían los alumnos esta materia, al igual que la historia.

Pero además, cabe preguntar, si la difusión del memorismo era un problema general en la enseñanza de la época o específico de la geografía y la historia. Sin duda, debieron de existir situaciones diferentes según las asignaturas. La cuestión es saber si el retroceso posterior a la guerra civil fue más acusado en geografía e historia, por tratarse de materias de un contenido ideológico fuerte que estaban muy controladas, o si dicho retroceso fue mayor en ellas por el hecho de que los profesores de estas materias eran mas renovadores y se exilaron tras la guerra civil o fueron depurados de forma mayoritaria. Para todo ello necesitamos estudios generales decarácter comparativo.

Quizás el problema estaba en los libros, y en la cultura de sus autores, que podían hacerlos mas o menos atractivos. Pero los de geografía podían serlo tanto o mas como los de otras asignaturas, porque además del interés de su contenido para los jóvenes incluían figuras y gráficos sobre los paisajes de la Tierra y de España, lo que siempre resulta muy atractivo para los alumnos. O datos e ilustraciones históricas que apasionan con frecuencia a los estudiantes del bachillerato.


2) El tema de los contenidos amplios e inabarcables.

Podría argumentarse que, en último término, la enseñanza de la geografía y de la historia se veían afectadas, sobre todo, por la amplitud del campo de conocimientos que han de ser enseñados. Ello hacía que los contenidos fueran inabarcables en un curso y debía haber conducido a una reducción drástica de dichos contenidos, lo que implicaba tareas de selección y jerarquización que no se realizaron en aquellos momentos. El problema se habría mantenido hasta los años 1970, es decir después de la aprobación de la Ley de Educación.

Se trata de un problema que no es nuevo, y que se planteó ya de forma aguda desde hace mas de medio siglo. Y algunas de las soluciones adoptadas se introdujeron ya en los libros de texto de geografía e historia antes de la L.G.E.

Con el crecimiento del número de países era imposible seguir poniendo énfasis en la descripción de los mismos. Por eso el proceso de selección llevó a agruparlos, primero, por grandes regiones o por continentes y, finalmente, a la selección de algunos significativos. Esa significación podía venir dada por el hecho de ser grandes potencias, por constituir ejemplos de paisajes físicos o humanos determinados (países tropicales o fríos, industriales o predominantemente agrarios, etc.). Finalmente a partir de los años 1960 se añadieron a esos otros criterios seleccionadores, como por ejemplo el de que dichos países fueran representantes de las situaciones de desarrollo o subdesarrollo, o de formas de organización socieconómicas capitalita o socialista.

La selección de los países o de los temas relevantes se ha realizado normalmente desde las disciplinas implicadas, es decir, en el caso de las ciencia sociales, la historia y la geografía, y no desde las necesidades de la docencia en relación con los objetivos que se pretenden alcanzar en el tiempo escolar realmente disponible.

En todo caso, el intento de dar un conocimiento amplio de la materia, por razones que el autor llama "culturalistas", ha conducido normalmente en geografía e historia a la elaboración de programas con contenidos que considera amplios e inabarcables. Como es, por ejemplo, pretender enseñar 40 temas durante un curso, a una media de tres horas por tema (pág. 32).

La tesis esencial del autor es que "la activación de los procesos de aprendizaje exige una reducción de los contenidos de los programas de estudio".

Pero en relación con esto cabe preguntar si un buen profesor no es capaz de explicar en 3 horas un tema de geografía o de historia de manera que estimule el conocimiento y la imaginación de los alumnos. Seguramente depende del profesor y de los materiales disponibles (manuales, libros para leer y otros materiales).

La cuestión fundamental es la de si es mejor explicar durante un curso solo diez diez temas o explicar 45. Puede argumentarse que con diez temas se puede profundizar mas en ellos. Pero también que con 45 temas variados se puede motivar alalumno más que si se le obliga a extender durante días y días el mismo tema, con ejercicios redundantes y poco estimulantes. Si se dispone de buenos libros y se motiva al estudiante, lo que el profesor no da lo proporciona el manual, las lecturas o la prensa (y seguramente también hoy la navegación por Internet).

Seguramente el buen profesor puede estimular a los jóvenes con una clase de una hora. Es posible que, más que los contenidos, lo importante sea el profesor, siempre que no se insista en los exámenes y en la evaluación sino en la motivación y el aprendizaje. Lo esencial son los profesores. Cuando a una edad madura se piensa en el bachillerato, en realidad muchas veces no se recuerdan las materias, sino las personas, los profesores que uno ha tenido y que han contribuido de forma decisiva a la formación.

Entre las críticas que se han hecho en geografía y en historia se encuentra una que el autor de la Tesis hace suya, la de que los programa de geografía "no correspondían a la realidad sociocultural de los alumnos ni a sus intereses" (pág 14). A pesar de la gran cantidad de estudios sobre psicología cognitiva y de encuestas existentes, todavía podemos interrogarnos sobre cuales son realmente los intereses de los alumnos. Podría argumentarse que tampoco las matemáticas o las ciencias naturales se relacionan con esa realidad inmediata de los alumnos, y pueden ser sin embargo muy atractivas y formativas.

Por otra parte, tenemos datos que nos indican que en el pasado, por ejemplo en el siglo XIX, las clases de geografia podían despertar un gran interes, incluso un interés apasionado, Numerosos testimonios de geógrafos y no geógrafos nos lo atestiguan, y nos hablan de la curiosidad que despertaba la geografía de los países, el conocimiento del mundo, y el del propio país. Y eso ha podido seguir siendo así hasta los años 1970. Todavía en la década de 1970 la television estaba poco difundida y no podía hacer la competencia a la geografia. Podría ser que se la hicieran las revistas ilustradas, aunque estaban todavía poco difundidas. Curioso caso, el de una disciplina científica desvalorada en la enseñanza por los nuevos medios de comunicación, incluso antes de la televisión.

3) El culturalismo y el gremialismo en la enseñanza

El mantenimiento de programas con amplios contenidos tras la Ley General de Educación de 1970 tuvo que ver con el concepto de cultura escolar dominante, dice el autor.

Ese concepto venía del siglo XIX y era difícil de cambiar. Todavía no es seguro que se haya cambiado. Pero a lo mejor habría que resucitarlo, llenándolo de otros contenidos. Podría ser que los niños y los jóvenes necesitaran tener una cultura homogénea y general, del tipo de la que en el texto se denomina "culturalista", de forma al parecer descalificadora.

Las críticas que el autor hace a los programas de historia tratan de mostrar siempre que es difícil llegar a los problemas actuales y relevantes a partir de la historia. Y que si se parte de éstos no se pueden integrar todos los contenidos que prescriben las directrices ministeriales (pág. 290). La enseñanza de la historia queda de esta forma cuestionada en relación con ese nuevo contenido que se pretende dar a la enseñanza de ciencias sociales. Lo que resulta discutible, ya que la historia tiene interés por si misma, no solo con referencia a los problemas actuales y relevantes: contribuye de manera eminente a introducir la dimensión temporal del acontecer humano y la diversidad cultural en el desarrollo de la humanidad.

Podemos discutir si la geografía ha de estar presente en la enseñanzas básicas, pero no creo que quepa ninguna duda sobre la necesidad de la presencia de la historia. Y por otro lado, podemos ponernos de acuerdo sobre la necesidad de incorporar en esas enseñanzas otras ciencias sociales, como la antropología, la economía, la sociología o el derecho. Pero no es seguro que la mejor forma de incorporarlas en la enseñanza secundaria sea a través de una asignatura de Ciencias Sociales.

Las críticas que se hicieron a los programas elaborados tras la L.G.E. eran con mucha frecuencia de carácter gremialista, como defiende el autor en su Tesis, pero a la vez, como él sabe también, políticas e interesadas. Dede luego, si partían de una defensa de la enseñanza activa del medio y a la vez defendían posiciones nacionalistas, es lógico que criticaran, al mismo tiempo, un programa general y amplio de Geografía España y que pusieron énfasis en el estudio de la realidad próxima de los alumnos.

Sin duda hay que criticar a los críticos, a partir de lo que decían entonces y de lo que luego realmente han hecho. Es algo que Alfonso Guijarro realiza en su trabajo, pero habría que insistir en esa dirección. Tenemos ahí un campo de estudio muy interesante. Seguramente habría que seleccionar y clasificar a los críticos de la L.G.E. y de las reformas posteriores y evaluar sus críticas con rigor. Algunos de los críticos de los que se habla en la Tesis eran realmente poco solventes, y, en algún caso, es posible que estuvieran guiados por intereses espúreos de caracter editorial, concretamente la defensa de sus propios libros de texto.

4) Necesidad de prestar mayor atención a la dimensión y al contexto político de las reformas educativas

Un aspecto sobre el que convendría profundizar más de lo que se hace en esta Tesis es la dimensión política de las reformas. Es decir, con referencia a las que se efectuaron después de la transición política, las condiciones en que se hicieron las primeras propuestas bajo gobiernos de la UCD, las elaboradas por el primer gobierno socialista, la crisis en el Ministerio de Educación, la huelga de estudiantes, la huelga de docentes contra la reforma, el cambio ministerial que supuso la sustitución de Maravall por Solana, las nuevas elecciones, los problemas sindicales que pudieron incidir en los debates y decisiones sobre el sentido de la reforma y sobre las carreras docentes. Convendría estudiar, en particular, el papel que han desempeñado los sindicatos en las reformas de la enseñanzas, y los intereses, a veces contradictorios de las distintas categorías de profesorado de primaria y secundaria.

Necesitamos un debate sobre los objetivos políticos y los logros de las leyes educativas, en el pasado y en la actualidad. Por ejemplo, y para empezar, una reevaluación de la misma Ley General de Educación, promulgada en los años finales del franquismo. Una ley que era contradictoria con los principios políticos de ese sistema, que fue desvalorizada en su momento por los grupos de izquierdas, pero que estaba en la línea de lo que se hacía en ese momento en otros países occidentales y fue, a la larga, socialmente revolucionaria al permitir la generalización de la educación básica hasta la edad de los 14 años.

Necesitamos también descender a un nivel detallado de análisis y hacer estudios de carácter sociológico. Convendria prestar atención a la biografía de las personas concretas que intervinieron en la reforma (su formación, intereses profesionales y políticos, etc.) para tener algunas claves que todavía nos faltan para comprender ese proceso. De la misma manera que es importante conocer los nombres y las posiciones políticas o educativas de quienes formaban los tribunales de ingreso al cuerpo, para conocer los sesgos que pudieron existir en la selección de los docentes de geografía e historia, resulta importante asimismo saber quienes formaban las comisiones que elaboraron, por ejemplo, los programas renovados para el ciclo superior de la EGB a comienzos de los 80, y su actividad docente e investigadora anterior y posterior. Para entender las contradicciones que seguramente existieron y entender lo que ocurrió, para poder evaluar el sentido de las propuestas que se fueron haciendo, las carencias y conocimientos que tenían esos miembros, sus intereses políticos, sindicales, nacionalistas o editoriales, que podían ser importante y afectar a las mismas propuestas y al debate posterior.

En algunas de las propuestas curriculares que se hicieron en los años 80 existía una evidente falta general de sentido común. Podía exitir una simple transposición de contenidos universitarios a la enseñanza media e incluso primaria, o copias caricaturescas de propuestas realizadas en algunos lugares por personas que no tenían hábitos de debate o que transferían a la educación española reformas que habían sido elaboradas en otros contextos sociales.

Y, como el autor de la Tesis conoce muy bien, puesto que ha sido oportunamente defendido por Alberto Luis, falta un protagonista importante en todo el proceso de reforma de la enseñanza: la industria editorial y sus intereses, que podían afectar también, como he dicho, a los defensores de ciertas propuestas y a los autores de libros de textos.

5) Una enseñanza basada en problemas actuales y relevantes

La Tesis, y el programa de investigación del que forma parte, supone una aportación importante en los debates sobre la enseñanza en España, ya que propone formalmente una alternativa a otras orientaciones docentes en el campo de las ciencias sociales.

Creo que la mayor parte de las críticas que el autor realiza son oportunas y permiten, en todo caso, reflexionar sobre el valor de las distintas propuestas ministeriales y de los movimientos de renovación educativa. Al mismo tiempo, estimo que la tesis que se defiende sobre la necesidad de difundir en los niveles de la educación básica y del bachillerato una enseñanza basada en problemas actuales y relevantes es digna de consideración en un momento en que tanto se habla de la desmotivación de los estudiantes, de la inadecuación de ciertos métodos de enseñanza y de fracaso escolar.

La cuestión fundamental es la de la selección y jerarquización de los problemas actuales y relevantes a partir de los cuales se ha de organizar los programas.

Cuáles son los problemas relevantes debe también plantearse de forma crítica, porque puede ocurrir que su identificación venga influida por la ideología dominante, por la "opinón pública" generada, en ocasiones, por la prensa. Cuando sabemos que algunos sucesos se magnifican y se convierte en relevantes en los medios de comunicación de masas debido a intereses políticos o económicos (recordemos, por ejemplo, lo que ocurrió durante la transición política en España con las campañas que trataban de mostrar el aumento de la inseguridad) nos damos cuenta de que aquellos de los que se habla pueden no ser los verdaderamente relevantes.

Sobre la cuestión de la selección de los problemas y su integración en el curriculum oficial el autor de la Tesis considera que la enseñanza de los problemas seleccionados como relevantes debería "conjugarse con el tratamiento- aunque sea mas superficial- de aquellas problemáticas que el grupo Asklepios considere de interés para la formación de los alumnos y, en la medida de lo posible, con las directrices curriculares oficialmente vigentes" (pág. 336). Sin duda ello plantea dificultades de tiempo semejantes a las que él mismo critica a otras propuestas a lo largo de toda la Tesis.

Necesitamos, además, mayores precisiones sobre quién ha de decidir esos problemas y a partir de qué criterios.

A lo largo de las páginas en la Tesis se van señalando incidentalmente algunos de los problemas que el autor considera actuales y relevantes. Y, efectivamente, hay que coincidir con él que lo son.

Por ejemplo, al presentar las propuestas del grupo IRES critica el que en sus programas no traten "cuestiones tan actuales y relevantes como la corrupción y el nepotismo asociados a la planifiación urbana" y temas como los ingresos y gastos de las entidades municipales; tampoco se estudia en ellos "ninguno de los problemas asociados a la segunda gran crisis del capitalismo en lo que va de siglo: ni el paro, ni la privatización de los servicios forjados por el Estado del Bienestar hispano, ni la creciente apatía política de numerosos ciudadanos, ni ningún otro asunto concomitante" (pág. 255), lo que supone una desatención hacia los aspectos económicos.

En otra ocasión alude a los asuntos de verdadera importancia que están planteados en el momento actual, como son la privatización de las instituciones forjadas por el Estado del Bienestar, y los problemas estructurales de la economía española (pág. 313). A ellos habría que añadir la desigualdad social y los discursos que la legitiman (pag. 366).

De manera general, estima que dentro de la crisis social en que nos encontramos:

"cabría proceder al análisis de los problemas políticos, que podrían desglosarse en dos grandes frentes: el de la apática participación de los ciudadanos y el control de los políticos (y especialmente de sus gastos). El primero por el peligro totalitario que encierra el pasotismo nos parece una problemática central en un proyecto crítico como el asklepiano, pues al fin y al cabo no son pocos los autores que nos advierten de que no puede existir un capitalismo salvaje como el que defienden los portavoces de la neo-liberal ideología dominante sin una retranca reaccionaria que salvaguarde el sistema. Y el segundo porque la mercantilización de la democracia, es decir, la correlación que existe entre gastos y votos, como hemos tenido ocasión de comprobar en Cantabria con la experiencia Hormaechea, suele conllevar un despilfarro cuyos efectos económicos son, obviamente nefastos" (pág. 339).

No cabe discutir sobre la importancia de estas cuestiones y la utilidad de su incorporación en la enseñanza secundaria obligatoria y postobligatoria. La cuestión es saber, primero, en qué momento se han de abordar, desde qué campos disciplinarios existentes o de posible incorporación a los programas; y, finalmente, si en un sistema democrático en el que existen diversas opciones políticas y diversos gobiernos posibles, va a existir un consenso sobre ellas.

Esto último en el caso de que se acepte que es el Ministerio de Educación el que debe configurar, de forma general, los programas docentes para tratar de obtener una enseñanza homogénea y de calidad. Porque si la decisión sobre cuáles son esos problemas actuales y relevantes se deja a la dirección de los distintos centros escolares o al profesor, las dificultades se multiplican, ya que los problemas que pueden identificarse son muchos y pueden venir sesgados por la ideología de los que los seleccionan. No es seguro que la selección realizada beneficiará siempre al desarrollo de la conciencia crítica de los alumnos.

Además, no se trata solo de identificar algunos de esos problemas, sino de organizarlos de forma coherente. Es éste un problema que todavía tiene planteado el grupo Asklepios y que, como he dicho, pretenden abordar a partir de un programa que pone énfasis en las funciones sociales básicas. Sea cual sea la solución definitiva que le den, es evidente que se trata de una propuesta profundamente renovadora y de una gran riqueza intelectual, apoyada en un trabajo serio y riguroso que se prolonga con tesón desde hace casi una decena de años. Por todo ello los interesados en la renovación de la enseñanza harán bien en mirar con atención las publicaciones de este grupo, y de forma mas próxima, las que Alfonso Guijarro pueda realizar a partir de la finalización de su investigación.

La Tesis fue defendida públicamente ante un tribunal constituido por los siguientes miembros: Presidente: Dr. Horacio Capel Sáez, Catedrático de Geografía Humana de la Universidad de Barcelona; Vocales: Dr. Miguel Angel Pereyra García Castro, Catedrático de Educación Comparada, Universidad de Oviedo; Dr. César Cascante Fernández, Profesor Titular de Didáctica y Organización Escolar de la Universidad de Oviedo; Dr. Rafael Valls, Profesor Titular de Didáctica de las Ciencias Sociales de la Universidad de Valencia; y Dr. Nicolás Martínez Valcárcel, Profesor Titular de Didáctica y Organización Escolar de la Universidad de Murcia. El Tribuna concedió a este trabajo la calificación de Apto cum Laude por unanimidad.


© Copyright: Horacio Capel

© Copyright, Biblio 3W


Volver al índice de Biblio3W



Menú principal