Biblio 3W
REVISTA BIBLIOGRÁFICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
(Serie  documental de Geo Crítica)
Universidad de Barcelona 
ISSN: 1138-9796. Depósito Legal: B. 21.742-98 
Vol. IX, nº 490, 5 de febrero de 2004

LIBELO CONTRA EL INGLÉS

Horacio Capel

Universidad de Barcelona

 
Palabras clave: ciencia, lengua española, internet, traducción automática, inglés en la ciencia.

Key words: science, Spanish in science, internet, automatic translation, English in Science.


Hay muchos argumentos en favor de la existencia de una lengua franca internacional, que sirva como instrumento compartido de comunicación. Sin duda en estos momentos es el inglés el que desempeña esta función[1]. Una buena parte de la comunicación internacional se realiza en esta lengua y la mayor parte de las revistas científicas se escriben en ella.

A partir de este dato muchas personas defienden que esa lengua siga desempeñando de forma permanente ese papel. Naturalmente son los países anglófonos los más fervientes partidarios de esta situación que tanto les beneficia. Pero también hay personas de otros países que apoyan esa misma posición, especialmente en el campo de la ciencia y de la técnica. Se trata de gentes muy diversas entre los que se encuentran, lógicamente, muchas personas interesadas en facilitar la comunicación intelectual y otras que se han formado en universidades de esos países. Pero también algunos afectados de un fuerte sentimiento anglófilo o norteamericanófilo, entre estos últimos aquellos que un gran maestro de la historia de la ciencia española acostumbra a llamar los "cipayos del imperialismo científico norteamericano".

Que siempre la lengua fue compañera del imperio lo conocían muy bien los políticos e intelectuales del mundo romano y lo sabía sobradamente nuestro Antonio de Nebrija. Pero la alusión a esos dos imperios, el romano y el hispano, nos permite recordar que las estructuras políticas de dominación no son permanentes, lo que debería conducirnos a ser un tanto escépticos sobre las pretensiones de perdurabilidad que algunos tienen, como si hubiéramos llegado efectivamente al fin de la historia. Seguramente no son conscientes de la fragilidad de las cosas humanas ni de que la rueda de la fortuna rueda sin descanso, y para todos. Por recordar lo que ha sucedido desde el Renacimiento, deberíamos citar aquí el papel de lengua franca científica que han tenido sucesivamente el latín, el italiano, el español y el francés, además del ruso durante varios decenios para los países del bloque comunista.

En cualquier caso, la asociación de la lengua al poder imperial de Estados Unidos debería hacernos también prudentes a todos aquellos que, aunque admiremos muchos aspectos y valores de la ciencia y la cultura británica y norteamericana, no estamos de acuerdo con ese imperialismo y que vemos también aspectos negativos en la dominación imperial angloamericana que se ha impuesto en el mundo desde el siglo XIX.

El tema de este encuentro es el de Ciencia, tecnología y ciencia española. Antes de hacer una defensa del uso del español en la ciencia y la tecnología conviene dedicar alguna atención al uso actual del inglés y sus consecuencias.
 

Algunos aspectos negativos del uso generalizado del inglés en la ciencia

El número de revistas científicas que se publican hoy en inglés es dominante de forma muy amplia. Por citar el caso de la geografía, en la serie bibliográfica Geographical Abstract donde se recogen artículos de unas 1.100 revistas de geografía y otras ciencias sociales y de la Tierra, el número de publicaciones periódicas en lengua inglesa recogidas representa más del 80 por ciento.

Esa tendencia dominante hace que algunas revistas de países punteros se hayan decidido a publicar también exclusivamente en inglés para asegurar la visibilidad internacional de los trabajos científicos. Lo que ha ocurrido incluso en un país tan celoso de la identidad lingüística como es Francia. Y no son pocas las revistas científicas que se publican normalmente en francés, castellano y otras lenguas y que aceptan al mismo tiempo publicar artículos en inglés.

Las Agencias Nacionales de Evaluación -cuya labor ha de ser valorada, en general, de una forma muy positiva- están contribuyendo a afirmar esa tendencia. La calificación superior que se hace de las publicaciones en inglés se va generalizando. Naturalmente el argumento es que están en esa lengua las que aparecen en el Science Citation Index y en otros índices internacionales como más citadas y más valoradas.

Podemos empezar a cuestionar esos criterios. Además de impugnar también algunos otros referentes a la evaluación científica; como el que están imponiendo los evaluadores de las llamadas ciencias duras, para los cuales la investigación se traduce en artículos científicos publicados en revistas reputadas, y no en libros, que son desvalorizados como simples trabajos de difusión. Ese último dato muestra el escaso sentido común de los evaluadores procedentes de las ciencias física y naturales y el poco conocimiento que poseen de las formas como se realiza y difunde la investigación en las ciencias sociales y las humanidades, en las cuales el libro es muchas veces la forma normal de presentar una investigación acabada.

En lo que se refiere a los artículos publicados en inglés vale la pena empezar a poner en cuestión los criterios de inclusión del Science Citation Index, y los mecanismos de selección que poseen las revistas anglosamericanas, los cuales siempre les benefician a ellas.

Los filtros para la inclusión en el Science Citation Index son en buena parte lingüísticos. Muchas de las revistas valoradas no son verdaderamente internacionales sino que favorecen inconsciente, o tal vez conscientemente, los trabajos en inglés, e incluso los del propio país. Y naturalmente son ampliamente citados por los autores que publican en revistas de esos países. Un trabajo referente a las revistas de geografía británicas y norteamericanas pone de manifiesto de forma incontestable el carácter limitadamente "internacional" que tienen a veces la mayor parte de los consejos de redacción y consejos asesores de las revistas "internacionales" de geografía en lengua inglesa, al igual que los árbitros o censores, todos los cuales pertenecen en general a países anglófonos; y los temas, marcos teóricos y debates a que se refieren los artículos tienen que ver en la mayor parte de los casos con la tradición anglosajona. Unas tres cuartas partes de los artículos publicados son de autores norteamericanos y británicos, seguidos por canadienses y australianos. La representación de autores de países de lengua no inglesa es extremadamente reducida, a pesar de la importancia histórica y actual que pueden tener otras escuelas geográficas (por ejemplo de la escuela francesa o alemana, que sin embargo poseen solo un 0,05 % del total de artículos publicados);  la geografía española e iberoamericana carece casi de representación[2]. Cada vez son más los geógrafos que expresan su descontento por esta situación[3]

Algunos aspectos de esas publicaciones son verdaderamente escandalosos. Me refiero sobre todo a la bibliografía. En general, los artículos que se publican en las revistas anglosajonas citan solamente bibliografía en inglés. Tal vez eso pueda estar justificado en un artículo científico sobre un tema específico en el que todas las contribuciones relevantes se han hecho en esa lengua. Pero, desde luego, no lo está en absoluto en el de las ciencias sociales y las humanidades.

Es hora de decir con claridad que en esos campos las revistas de otros países son tan buenas, y a veces más (porque tienen mayor antigüedad y mayor tradición) que las que se publican en inglés. Hay que recordar que hasta que los países europeos se despedazaron mutuamente en esas dos guerras internas que fueron en buena parte la primera y segunda guerra mundial, el francés y el alemán eran lenguas prestigiosas y en algunos campos dominantes en el campo de la ciencia. Y que el italiano o el español, entre otras, habían alcanzado también un buen nivel.

En España la tendencia a desvalorizar nuestra propia tradición científica (que lleva a desconocer y desvalorizar no solo la ciencia contemporánea española sino también la de siglos anteriores, con notable ignorancia) se acentuó con la llamada "polémica de la ciencia española", a fines del siglo XIX, la cual coincide con otras polémicas similares en países europeos, en momentos en que las comunidades científicas de cada país trataban de obtener mayores recursos para la investigación científica y ponían énfasis en el retraso, y no en los avances.

El desconocimiento y desvaloración de la ciencia española llegan a extremos considerables que a veces quedan sorprendentemente invalidados cuando se conoce el desarrollo real de la ciencia española y la aportación efectiva de las comunidades científicas y corporaciones técnicas de este país. Las investigaciones que se han hecho sobre la historia de la ciencia española moderna y contemporánea - y entre ellas las que se han realizado en el Departamento de Geografía Humana de la Universidad de Barcelona sobre el cuerpo de ingenieros militares, sobre los ingenieros de montes, sobre la agronomía, sobre la creación de la edafología y otros temas- han permitido descubrir un panorama mucho más rico del que se pensaba, en lo que se refiere a los siglos XVIII al XX. Y muestra que a veces esa ciencia española que los mismos contemporáneos desvalorizaban o que nosotros ahora desconocemos, era tomada como modelo por otros países avanzados. Bastará citar el título de una obra, que fue estudiada por Vicente Casals, el libro de John Croumbie Brown Forest Engineers in Spain, indicative of a Type for a Bristish National School of Forestry, publicado en Edimburgo en 1886, en plena polémica de la ciencia británica. En mayo de 1885 la Cámara de los Comunes había ordenado que se constituyera un comité especial para establecer una Escuela Forestal en Gran Bretaña, el cual estudió los sistemas de enseñanza seguidos en Alemania -"la cuna de la moderna ingeniería forestal", según se recuerda en el informe, y donde existían un gran número de Escuelas para estudios forestales- y en otros países europeos (Austria, Polonia, Rusia, Finlandia, Suecia, Francia, Italia y España). Uno de los miembros de ese comité elaboró el informe final en el que, como escribe en el libro citado reconoce: "no puedo citar ninguna Escuela de Estudios Forestales que cumpla todos los deseos británicos, pero la Escuela de Ingenieros de Montes de España es el tipo que podría seguirse con beneficios en la organización de una British National School of Forestry"[4].

Volviendo de nuevo al tema de la bibliografía, es inaceptable que los trabajos científicos publicados en revistas inglesas citen casi exclusivamente bibliografía en esa lengua. Lo cual muestra una ignorancia muy grave, que es muy frecuente, o, en ocasiones, una actitud censurable. Hay autores de los que me consta que han utilizado trabajos en castellano y luego no los citan. Conozco el caso de investigadores que han trabajado en España o en países iberoamericanos y que luego en sus artículos solo citan trabajos en inglés, prescindiendo de otros que estaban escritos en español o portugués y que han usado con gran provecho. Es posible que tengan la misma actitud que aquel antropólogo norteamericano que después de hablar con Don Julio Caro Baroja no estimó oportuno citarlo porque lo consideraba simplemente un informante.

Esa actitud alcanza niveles risibles en el caso de algunos campos científicos. Por ejemplo, en el de la geografía cultural. Como ya advirtió un autor norteamericano, una geografía cultural que utiliza solamente trabajos en inglés parece ser una contradicción en los términos. Y sin embargo así ha ocurrido y sigue ocurriendo de forma generalizada en el mundo norteamericano, tanto en artículos científicos como, más aún en manuales. El más reciente manual universitario de geografía cultural publicado por varios de los más conocidos geógrafos de esta tendencia no trae ni una sola referencia en una lengua distinta al inglés[5].

Frente a esto habría que adoptar una posición muy clara, que ya he expresado por escrito en otra ocasión y que me permito repetir ahora. En el campo de las ciencias humanas y sociales, las investigaciones que solo citan artículos en una lengua (sea ésta el alemán, el francés, el inglés o el español) han de calificarse como "de interés puramente local", o con alguna otra expresión descalificadora. En este sentido habría que tomar ejemplo de lo que se hace en las defensas de las Tesis doctorales que se presentan en el Instituto Universitario Europeo de Florencia, es decir, en la Universidad Europea: una investigación vale tanto más cuanto -en igualdad de condiciones- más lenguas se utilizan en su defensa y a más lenguas pertenecen los trabajos citados en la bibliografía.

Estoy convencido de que ese uso de diversas lenguas proporciona ventajas comparativas al que lo practica, ya que le permite conocer diversos horizontes intelectuales. Estimo que en el caso español el hábito tradicional de mirar hacia otros ámbitos culturales, de seguir lo que se hace en Francia, Estados Unidos, Alemania, etc. es especialmente beneficioso, y que puede darnos ventajas indudables sobre aquellos que solo leen en su propio idioma, aunque éste sea el inglés.
 

Una comunidad científica luso-hispana

Creo que la posición que hemos de adoptar es ésta: se ha de apoyar la continuidad y la creación de revistas científicas prestigiosas en español, dirigidas a la comunidad internacional y especialmente a la comunidad hispanoamericana.

Esa propuesta debe todavía reformularse de una forma algo más amplia. Los miembros de esa comunidad científica hispanoamericana hemos de ser conscientes de que existen una serie de lenguas en las que nos podemos expresar con fluidez y que son leídas y entendidas sin dificultad por una persona culta. Me refiero al portugués, al gallego, al catalán y al italiano. Nuestras revistas deben publicar normalmente en esas lenguas, sin hacer un problema de ello, y considerando que para todos los hablantes en ellas la lengua propia puede ser un instrumento de comunicación, si se pone voluntad de entenderla, lo que no siempre es el caso (como muestra el de algunas personas hispanohablantes que después de llevar años viviendo en Cataluña afirman no entender el catalán, una lengua que se comprende sin problemas a la semana de escucharla).

La experiencia de las revistas vinculadas al grupo de Geocrítica puede ser un ejemplo de ello. A partir de la creación del sitio web de Geocrítica, que continúa en formato electrónico la línea de publicaciones que se inició en 1976 con la revista Geo Crítica. Cuadernos Críticos de Geografía Humana, publicada por la Universidad de Barcelona y de la que se editaron 100 números en papel, nuestra estrategia ha sido bien clara. Hemos publicado sistemáticamente los artículos en las siguientes lenguas: español o castellano, portugués, gallego, catalán e italiano. Los Coloquios Internacionales de Geocrítica, que se han celebrado desde 1999, se han desarrollado en estas lenguas, sin que haya existido nunca ningún problema de comunicación entre los participantes.

Las dos revistas electrónicas que publicamos, Geo Crítica-Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales (siete volúmenes con 154 números y unos 700 artículos) y Biblio 3W. Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales (ocho volúmenes y 478 números), se publican en estas lenguas y han alcanzado un aceptable reconocimiento internacional[6].

Hemos procurado que estas revistas sean verdaderamente internacionales, por la composición del consejo de redacción, del Comité Asesor Internacional, de los evaluadores y de los temas tratados. Se trata de publicaciones periódicas de geografía y ciencias sociales, y pretendemos que sean lugares de encuentro y de debate interdisciplinario. De momento la difusión va siendo bastante buena. Los artículos aparecen citados en todos los buscadores internacionales. Según los últimos datos disponibles, tenemos una media de más de 20.000 accesos diarios, 90.000 sesiones de trabajo semanales y más de 2 millones de kb descargados semanalmente[7].

En estos momentos en que son ya revistas bien difundidas y han alcanzado un cierto prestigio, recibimos de vez en cuando propuestas para publicar en inglés. Mi respuesta es siempre la misma, y confieso que causa cierta sorpresa en los proponentes (generalmente norteamericanos): el día que los Annals of the Association of American Geographers, la Geographical Review y otras prestigiosas revistas estadounidenses publiquen artículos en español, nosotros publicaremos también trabajos en inglés.
 

Internet y el lenguaje científico

Hemos llegado así a internet, un medio que se va convirtiendo cada vez más en un vehículo indispensable para la difusión de la investigación científica. El número de publicaciones científicas que se difunde ya por internet no ha hecho más que crecer y su aceptación es cada vez mayor.

Recuerdo bien que cuando en 1996 propusimos iniciar la publicación electrónica de Geo Crítica-Scripta Nova eran todavía muchos los profesores e investigadores que no veían su utilidad, y eso a pesar de que ya en aquel momento el British Council había establecido normas precisas para aceptar en las evaluaciones científicas los trabajos difundidos a través de internet.

Desde aquel momento la aceptación de internet para la difusión de la ciencia no ha hecho más que aumentar, por varias razones.

Una de ellas es la difusión mundial que permite a los trabajos realizados y la rapidez de la misma. Otra es el coste creciente de las publicaciones en papel y la imposibilidad que tienen las bibliotecas de muchas universidades para mantener las suscripciones de la gran cantidad de revistas científicas que se publican. Y el tercero, es la comodidad del acceso desde cualquier lugar, incluyendo el propio domicilio o lugar de trabajo.

El número de revistas científicas electrónicas crece sin parar. Y cada vez más las que ya se publican en papel, realizan también una edición electrónica. En la Universidad de Barcelona el número de revistas electrónicas a las que se puede acceder desde las bibliotecas de la misma es de 6.299, de las cuales tuvieron alguna consulta 4.690, y de ellas 1.806 con más de 5 consultas. Las revistas que se incluyen en el sitio web de Geocrítica aparecen normalmente entre las primeras consultadas entre las de ciencias sociales, y la primera siempre entre las de geografía.

Los buscadores se han convertido en la enciclopedia universal, algo que supera lo que el mismo Borges fue capaz de imaginar. El Google, como es sabido, encuentra información de forma prácticamente instantánea a partir de 3.307 millones de páginas web[8], y a lo largo de 2003 ha tenido 55.000 millones de visitas.

La experiencia que tenemos a partir de la edición de revistas electrónicas es contundente. Nunca antes se había difundido tan rápida y ampliamente nuestros trabajos, nunca había habido la posibilidad de hacerlos llegar a rincones tan apartados. Nunca tampoco el plagio o la reproducción sin permiso de un trabajo ha sido tan fácilmente detectable. El incremento de la comunicación, el aumento de la visibilidad de la investigación, la reducción de costes y la posibilidad de evaluar el uso de la producción científica son posibilidades y beneficios considerables de la edición electrónica. La utilización de hiperenlaces en el interior del texto y hacia documentos,  textos exteriores o bases de datos facilita considerablemente el trabajo del lector. Todo ello sin hablar de la posibilidad que ofrece la edición que abre para materiales gráficos, imágenes e incluso de vídeo y audio como complemento a los documentos que se editan.

El paso normal ha sido desde el papel al formato electrónico. Sin embargo ya se están dando también otro en sentido contrario, desde la publicación electrónica al papel. No me refiero a las copias de materiales para elaborar trabajos escolares y dossiers, sino a que artículos primeramente publicados en internet han tenido luego una difusión tal que ha aconsejado incluirlos en libros específicos sobre una temática determinada. Los propias revistas Scripta Nova y Biblio 3W han conocido experiencias de ese tipo.

Son sabidas las dificultades que tienen las universidades e instituciones públicas en nuestro país para difundir lo que publican, tanto más con este Estado Español de las Taifas Comunitarias al que estamos llegando. Encontrar en Cataluña una publicación de la Junta de Castilla y León y viceversa se convierte en un empeño verdaderamente dificultoso. La incapacidad de las Universidades para difundir los libros y revistas que editan es asombrosa. Podría dar detalles sobre lo que representó editar, y distribuir, durante quince años la revista Geo Crítica en la Universidad de Barcelona, pero no es el momento de hacerlo.

Frente a eso la revista electrónica disminuye el coste de la publicación (que puede hacerse casi de forma gratuita, como una especie de ONG o de voluntariado social, como ha sido en buena parte nuestro caso) y aumenta considerablemente la difusión.

Trabajos publicados un día pueden tener respuestas y comentarios al día siguiente de parte de investigadores que viven en países muy alejados. Los Coloquios científicos pueden tener previamente publicados los trabajos, lo que permite dedicar tiempo a la discusión, tras una breve presentación de las tesis fundamentales por el propio autor (evitando así ese sistema inaceptable de los relatores que resumen las comunicaciones de otros autores que están también presentes en la reunión).

Además de ello, la edición electrónica facilita la medida de las consultas efectuadas, es decir permite establecer con claridad el índice de impacto y la visibilidad de las publicaciones científicas.

Lo único que se exige es que los criterios de publicación de las revistas electrónicas sean los mismos que en las revistas científicas que se editan en papel. Es decir, que los trabajos que se publican hayan sido previamente evaluados por otros investigadores. Y que se cumplan unos criterios de calidad, que están bien establecidos: resumen en el propio idioma y en inglés, palabras clave, identificación de los autores y de las instituciones a que pertenecen, consejo de redacción y consejo asesor, criterios claros en cuanto a la bibliografía, normas explícitas para la presentación de originales, etc.

Debemos tener en cuenta que internet ofrece también la posibilidad de publicar trabajos científicos sin evaluación previa bajo la responsabilidad de los autores. Es lo que han hecho algunos físicos norteamericanos, en un sitio que tiene una gran popularidad[9]. Y que permite imaginar asimismo la consulta activa de los documentos, con la respuesta y los comentarios inmediatos al autor o a los editores de la revista, lo que puede enriquecer de forma importante la comunicación científica.

En todo caso, queda mucho por hacer. En mayo de 1999 un informe del Instituto Cervantes señalaba que los 2,6 millones de páginas web en español representaban solo el 1,5 por ciento de webs existentes en el mundo (el inglés el 70 %, el japonés 5 %, el alemán 3,3, el francés 1,9 %).Pero el español era, después del inglés, la lengua que más periódicos digitales tenía; a finales de 1998 existían 331 ediciones digitales de diarios en español, a los que había que añadir otros 400 no diarios y semanarios y 20 que se publicaban solo en internet; frente a ello existían 1.236 cabeceras en inglés, 134 en alemán y 133 en portugués[10]. Un dato preocupante es que una buena parte de esas páginas webs (32 %) estaba en países donde el español no es lengua oficial, y solo la cifra de Estados Unidos representaba el 21 %, lo que con la tendencia al spanglish puede que no sea un buen augurio para el futuro.
 

La traducción automática en la Babel universal

Internet permite empezar a pensar en la posibilidad de resolver el problema de la lengua franca científica. Ya se percibe en el horizonte el día en que cada investigador podrá publicar en su propia lengua y cada lector podrá leerla en la suya.

No hay más que fijarse en lo que ya ocurre en la actualidad. Si buscamos en algunos buscadores artículos sobre un tema concreto podremos encontrar que en muchos casos aparecen artículos en inglés con la pregunta sobre en qué lengua prefiere leerse. Artículos publicados en español pueden ser también traducidos al inglés, por gentileza de un traductor automático que está disponible en algunos de los buscadores ampliamente utilizados. En estos momentos tanto yahoo como altavista ofrecen este servicio.

La traducción automática de unas lenguas a otras es ya una realidad. Sin duda se trata todavía de traducciones poco precisas, y hay en ellas muchos errores. Por el momento, nadie puede pretender leer a Shakespeare o a Rabelais a través de una traducción automática. Como ha señalado con expresiva metáfora J. Abaitua, la traducción automática funciona como las máquinas de lavar, son en general muy útiles pero también se recomienda el lavado manual cuando se topen con una prenda delicada[11]. Pero también es cierto que ya hoy un investigador especialista en un tema y que no conoce una determinada lengua, con mucha frecuencia puede enterarse del argumento fundamental del artículo traducido automáticamente.

Al mismo tiempo, muchas informaciones indican que se está avanzando en la traducción automática del habla, algo mucho más complejo que la traducción de textos escritos porque las frases pueden ser incompletas o incorrectas, y la entonación diferente de una a otra persona. Los grupos que existen en Europa y Estados Unidos están avanzando en ese camino, y entre ellos hay algunos españoles[12]. Se trabaja simultáneamente en el reconocimiento del habla para convertirla en texto escrito y en la traducción de ese texto a otra lengua. Los avances se realizan en el tratamiento simultáneo de las dos fases. De momento se trabaja en pocas lenguas y es posible usar solo unos pocos cientos de frases, sobre temas muy concretos y aplicaciones determinadas (conversación en la recepción de un hotel o agencia de viajes)[13]. Pero cabe imaginar que los progresos en este campo pueden ser también grandes en el futuro, con el uso de la inteligencia artificial, la incorporación de técnicas de aprendizaje y el aumento de la velocidad de cálculo de los ordenadores. Los ordenadores que hoy ya existen para jugar al ajedrez y que evalúan correctamente entre millones de jugadas posibles son una prueba de lo que puede hacerse también en ese sentido en el campo de la lengua.

Todavía no hay traducción simultánea de todos los idiomas, sino de los más extendidos. Pero países o comunidades de lenguas minoritarias que cuentan con una administración pública o unos recursos privados abundantes están haciendo esfuerzos importantes para desarrollar traductores automáticos a sus lenguas. En España el caso de Cataluña y el País Vasco son bien conocidos y se ponen frecuentemente como ejemplo de una política lingüística bien orientada.

En Cataluña, podemos citar, además el caso de El Periódico de Cataluña, ejemplo de una publicación que diariamente puede sacar la edición en dos lenguas gracias a los traductores automáticos.

La conclusión de todo esto es bien sencilla. Hemos de tener revistas científicas en nuestras propias lenguas. Revistas de calidad, que cumplan todos los estándares. El rechazo de la imposición del inglés no significa, naturalmente, considerar que todo vale. La evaluación rigurosa del material científico se impone y debe hacerse sea cual sea la lengua en que se publique. La defensa de una buena evaluación no está en ningún caso vinculada a la publicación en inglés, como algunos parecen entender. Depende solo de nosotros que lo hagamos bien, y debe exigirse que se haga bien. Por otro lado, si lo que se publica es valioso, ya se enterarán aquellos que están interesados en ese tema. Naturalmente, eso no significa que abandonemos la difusión de nuestros trabajos también en otras lenguas de amplio uso, pero a ser posible mediante publicaciones realizadas en España y difundidas también a través de internet. Lo que hemos de procurar es elevar al máximo el nivel de exigencia de los trabajos que se publican en nuestras revistas y mejorar los sistemas de evaluación hasta hacerlo tan rigurosos como los que usan las revistas más exigentes.

Contar con revistas de calidad internacional reconocida en los principales campos de la ciencia es una prioridad estratégica de gran trascendencia cultural, económica y política. El gobierno a través de la ANECA debería apoyar decididamente las revistas españolas para conseguir que sean reconocidas internacionalmente y que los autores españoles consideren la conveniencia de proponer en primer lugar sus artículos a ellas. Al mismo tiempo, los gobiernos de los países iberoamericanos deberían coordinarse para conseguir tener revistas científicas prestigiosas y visibles en todo ese ámbito cultural y publicadas en las lenguas de estos países.

Especial importancia tiene el poner en marcha un sistema propio hispanoamericano e iberoamericano de evaluación de revistas científicas de calidad que cumplan los más exigentes criterios que se requieren para ello, y mecanismos para dar visibilidad a las mismas y conseguir impacto internacional. Deberían establecerse acuerdos entre las agencias nacionales evaluadoras con el fin de asegurar el reconocimiento de las publicaciones en estas revistas,  para conseguir animar a los científicos a publicar en ellas. De manera similar debería reconocerse la importancia de las tareas de evaluación de artículos científicos, labor que se realiza normalmente de forma desinteresada, y que se tenga en cuenta para la promoción académica.

Ha de quedar también claro que las recomendaciones que se hacen en este artículo no se dirigen a los científicos, que, como es lógico, publicarán sus investigaciones en las revistas que estimen más adecuadas para la visibilidad de su trabajo. Van dirigidas, sobre todo, a los responsables de la política científica. Y que son válidas, especialmente, para todo el campo de la cultura, de las humanidades y de las ciencias sociales, donde la propia lengua ha de ser el vehículo normal de comunicación, y donde existe una larga tradición de publicaciones de calidad. En los otros campos de la ciencia deberá pensarse, ante todo, en los campos emergentes en los que es posible competir con publicaciones nuevas de excelencia, y en aquellos otros en los que la calidad y la masa crítica de la ciencia española e iberoamericana lo permita.

Debería también asegurarse el disponer de una versión electrónica de todas las revistas científicas, con el fin de permitir la traducción automática de los textos a los idiomas más utilizados en la ciencia. Crear plataformas digitales y portales de excelencia con bases de datos bien organizados constituye también una prioridad que debe recibir el apoyo decidido de los gobiernos y las instituciones públicas y privadas. Debería hacerse especialmente un esfuerzo para que los gobiernos y las universidades de todas las Comunidades Autónomas españolas participen activamente en estos proyectos.

En lo que se refiere al español o castellano creo que hay unas ideas clave que tal vez convenga afirmar.

En primer lugar, hemos de hacer todos los esfuerzos necesarios para mantener la unidad de nuestra lengua. Es posible que existan estrategias imperiales que estén probablemente tratando de fragmentar el idioma o que vean con ojos favorables ese posible proceso. No hay más que consultar el corrector de Microsoft en lo que se refiere a la definición del idioma. Es cierto que existen nueve versiones del inglés (australiano, británico, canadiense, caribeño, irlandés, jamaicano, neozelandés, sudafricano y estadounidense), pero frente a ello hay trece versiones de español americano más dos de español peninsular (versión tradicional y moderna). A lo que habría que añadir los esfuerzos que algunos hacen para difundir el spanglish. Incluso he leído que alguien pretende publicar el Quijote en esta lengua.

El gobierno de España y los de los países hispanoamericanos han de adoptar políticas decididas de apoyo al español y a las publicaciones en español. Lo que se está haciendo en las comunidades Autónomas de Cataluña y el País Vasco en defensa del catalán y el eusquera debería ser también un modelo a tener en cuenta.

Hemos de exigir una decidida política lingüística de apoyo a la ciencia en castellano, lo que exige acuerdos gubernamentales.

Hemos de afirmar la enseñanza de la lengua. La carencia de recursos lingüísticos de la juventud es a veces lamentable y alarmante. La falta de sensibilidad por el idioma de que hacen gala políticos, comentaristas deportivos, periodistas y otros es pasmosa: decir que, el 70 aniversario, o el dieciochoavo (por el decimoctavo). Debería tenerse un cuidado exquisito con la lengua, y descalificar de entrada cualquier documento en el que haya solecismos y en todos los que empleen anglicismos o galicismos innecesarios (por ejemplo, donde se lea paper, por escrito; rapport, por documento o informe; panel por mesa o sección; assesment por valoración, etc). Hemos de esforzarnos por una cuidadosa versión castellana de las palabras que los avances de la ciencia y la técnica acuñan en otras lenguas.

Y hemos de hacer ciencia en español. Y hacerla, además con la máxima elegancia verbal, y con un exquisito respeto a la lengua. A las razones culturales y políticas que fácilmente podrían aducirse aquí, es posible añadir todavía otra de gran peso. Me voy a permitir expresarlo parafraseando una admonición que Leopoldo Alas "Clarín" realizaba en 1879 a propósito con ocasión de la publicación de un libro de economía positivista, y que ya he citado en otra ocasión.

Las teorías pasan y pasan, pero la sintaxis queda. Procuremos hablar y en escribir en un buen castellano para que la ciencia española resulte inteligible, y procuremos consensuar los términos que usemos para que la lengua sea verdaderamente un vehículo de comunicación en todo el mundo iberoamericano. A lo que podríamos añadir todavía esto: es difícil, si no imposible, hacer ciencia de calidad si se farfulla la propia lengua, lo que incluye la incorporación alegre, inapropiada, y apresurada de términos acríticamente tomados de otras lenguas, y especialmente hoy del inglés.
 

Notas

[1] Este artículo constituye el texto de la comunicación presentada al Seminario "Ciencia, Tecnología y Lengua Española", organizado por la Fundación Española de Ciencia y Tecnología, y celebrado en Madrid los días 11 y 12 de diciembre de 2003.

[2] Gutiérrez y López-Nieva 2001.

[3] Algunas referencias en García-Ramón 2003.

[4] Brown 1886, p. VI.

[5] Me refiero al de Anderson, Domosh, Pile & Thrift 2003.

[6] Quiero agradecer la ayuda concedida por la CICYT y que ha permitido consolidar esta red con el programa SEC.

[7] Los datos estadísticos de varias semana desde el año 2000 son los siguientes:

El directorio de Geocrítica aparece por sus consultas en el 5º lugar entre todos los de la Universidad de Barcelona, pero es el primero de carácter científico (los otros se refieren a Personal de Administración, profesorado y consultas generales). Los datos referentes a algunas semanas desde el año 2000 son los siguientes :
 
Utilización del sitio web de Geocrítica
Semana                                     accesos            sesiones        kb descargados
10 a 16 noviembre  2003            167.384              40,933          5.093.681
17 a 23 noviembre  2003            158.899              39.446          4.938.908
 24 a 30 noviembre  2003           155.193              90.772          2.083.025 

Utilización de la revista Scripta Nova
Semana                                     accesos            sesiones        kb descargados
10 a 16 noviembre                      32.717            11.138             1.400.931
17 a 23 noviembre                      32.469             10.956            1.400.931
 24 a 30 noviembre                     32.601             10.614            1.422.858 
 

Otro dato significativo es el que se refiere a la consulta de revistas electrónicas desde las bibliotecas de la Universidad de Barcelona. El total de las revistas electrónicas a que puede accederse es de 6.299, de las cuales tuvieron alguna consulta 4.690, y de ellas 1.806 con más de 5 consultas. Las revistas que se incluyen en el sitio web de Geocrítica tuvieron las siguientes consultas durante el mes de noviembre: Scripta Nova 38, Geo Crítica 16, Biblio 3W  8. Vale la pena señalar que Scripta Nova es la primera o segunda que normalmente aparece de ciencias sociales, y la primera siempre entre las de geografía consultadas.

[8] Exactamente 3,307.998.701 el día 3 de diciembre de 2003.

[9] Véase sobre todo ello Cindoc 2002.

[10] Asociación de Internautas, <http://internautas.org/NOTICIAS/MAYO99/11B.htm

[11] Abaitua 1999, p. 2.

[12] Como el grupo de Reconocimiento de Formas y Tecnologías del Lenguaje, de la Universidad Politécnica, dirigido por Francisco Casacuberta y Enrique Vidal Ruiz. Una información reciente en Machine Translation Summit VIII, celebrada en Santiago de Compostela.

[13] Véase en este sentido la entrevista a Francisco Casacuberta y Enrique Vidal en Euromap. Language Technologies (en Internet), y Abaitua 1999; pueden encontrarse también numerosas referencias en internet sobre 'speech-to-espeech machine translation'.
 

Bibliografía

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ANDERSON, Kay, Mona DOMOSH, Steve PILE & Nigel THRIFT. Handbook of Cultural Geography. Sage Publications, 2002

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© Copyright: Horacio Capel, 2004
© Copyright: Biblio 3W, 2004.
 

Ficha bibliográfica

CAPEL, H. Libelo contra el inglés. Biblio 3W, Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona, Vol. IX, nº 490, 5 de febrero de 2004. [http://www.ub.es/geocrit/b3w-490.htm]. [ISSN 1138-9796].



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