Biblio 3W
REVISTA BIBLIOGRÁFICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
(Serie  documental de Geo Crítica)
Universidad de Barcelona 
ISSN: 1138-9796. Depósito Legal: B. 21.742-98 
Vol. IX, nº 532, 5 de septiembre de 2004

AA.VV. L'Électricité en réseaux. Networks of Power. Annales historiques de l'Électricité, nº 2, junio 2004 [ISBN: 2-908056-82-8

ISSN: 1762-3227].  Número monográfico dedicado a las Actas del coloquio celebrado los días 5 y 6 de diciembre de 2003 en Burdeos (Francia).

Mercedes Arroyo

Universidad de Barcelona


Palabras clave: redes, Thomas Parker Hughes, infraestructuras energéticas

Key words: networks, Thomas Parker Hughes, energy systems


Los días 5 y 6 de diciembre de 2003, se celebró en la ciudad de Burdeos un coloquio para celebrar el vigésimo aniversario de la aparición de un libro que significó un hito importante en el estudio de las redes energéticas en general, la obra de Thomas Parker Hughes Networks of Power: Electrification in Western Society, 1880-1930 [1].

Diversas entidades han colaborado en la celebración de este coloquio, entre las que cabe destacar la Universidad de Burdeos, el Ministerio de Enseñanza Superior y de Investigación francés y el Consejo Regional de Aquitania, así como la Fondation de l'Électricité de France y la Maison des Sciences de l'Homme de Aquitania.

Las actas de dicho coloquio han sido publicadas de forma monográfica en el número 2 de la revista Annales historiques de l'électricité, correspondiente al mes de junio de 2004.  Annales historiques de l'électricité es una publicación periódica que continua la trayectoria de otra revista, el Bulletin d'histoire de l'Électricité, cuyo último número -el 36- apareció en diciembre de 2000.  Como su antecesor, Annales historiques de l'électricité  recibe el apoyo económico de la Fondation Électricité de France (EDF).

En el propio título de este número monográfico -L'électricité en réseaux.  Networks of Power-, se expresa la intención del coloquio de Burdeos, la de homenajear la obra de Thomas Parker Hughes, y en el mismo, se recoge la mayor parte de las colaboraciones que se realizaron en dicho coloquio, cuyo objetivo era el de poner en común sus experiencias por parte de algunos científicos sociales europeos y norteamericanos.  A partir del modelo que describe en su libro Thomas Parker Hughes, se realizaron algunas importante aportaciones sobre el desarrollo de la electricidad, desde sus primeras fases -invención y desarrollo- hasta la formación de sistemas regionales.  Entre estas dos etapas -la transferencia de la nueva tecnología a otros países, la aparición de nuevos retos relacionados con dicho crecimiento y la creación de la "cultura del sistema"[2]-, también fueron objeto de estudios comparados y de algunas matizaciones.

Por lo tanto, la mayoría de aportaciones se fijan en alguno o algunos de los aspectos más importantes de la obra original. Por ejemplo, algunas aportaciones observan los momentos iniciales de la electricidad; otras, en cambio, analizan la formación de los grandes sistemas regionales o el papel desempeñado por los respectivos Estados. Mientras que algunas de ellas aluden a  la importancia decisiva de la formación de los estudios de electricidad en los principales centros de enseñanza técnica europeos y norteamericanos, otras, en cambio, se fijan más en las estrategias desarrolladas por los promotores y la existencia de  redes de influencia a escala personal.

En síntesis, cabe señalar que todas y cada una de las distintas colaboraciones hacen alusión a la obra de Hughes y destacan alguno de los aspectos fundamentales del libro al mismo tiempo que  aportan sus propias reflexiones.

Las actas se han distribuido en cuatro secciones, además de una sección previa que consta de un preámbulo a cargo de los organizadores del coloquio, Pierre Lantier, de la Universidad de Québec-Trois Riviéres; y Christophe Bouneau, de la Université Michel de Montaigne, de Burdeos con la colaboración de Yves Bouvier, de la Fondation EDF y Sophie Coeuré de l'École Normal Superieure de Ulm.  A este preámbulo sigue la introducción del profesor François Caron, profesor emérito de la Universidad de París Sorbona-París-IV. (Véase el Anexo)

La primera de las secciones propiamente dichas se titula: "Réseaux électriques et réseaux non électriques", y está compuesta por las aportaciones de Christophe Bouneau, ya citado,  y de Pascal Griset, de la Universidad de París Sorbona, CRHI.

La segunda sección está dedicada a las redes humanas y financieras con el título "Réseaux humains et financiers" y cuenta con también dos aportaciones: una de William Haussman, del College William and Mary, de Williamsburg y otra de Dominique Barjot, de la Universidad de París Sorbona-París IV realizada en colaboración con Ginette Kurgan, de la Universidad Libre de Bruselas.

La tercera sección lleva por título "Régulation et dérégulation"  y consta igualmente de dos artículos, de Martín Chick, de la Universidad de Edimburgo y de Richard F. Hirsh, de la Universidad de Virginia, respectivamente.

Finalmente, la cuarta sección, cuyo título es "Électricité et culture", está formada por cuatro artículos, cuyos autores son David Nye, de la Universidad del Sur, de Dinamarca; Alain Beltrán, del Institut d'Histoire du Temps Passé y director de investigación del CNRS; Gabrielle Hecht, de la Universidad de Michigan y Robert Fox, de la Universidad de Oxford, que realiza su aportación junto a Anna Guagnini, de la Universidad de Bolonia.  Finaliza esta última sección con unas palabras del propio autor homenajeado.

Como se encargó de subrayar François Caron en la introducción del coloquio[3], la expansión de las redes no es fruto de la casualidad, sino que constituye una respuesta a las necesidades de una sociedad, y más precisamente, a las necesidades de una sociedad en crecimiento.

Una vez constituidas las redes, su desarrollo puede ser descrito como el producto de las circunstancias técnicas y organizativas vinculadas a economías de escala, es decir, lo que Hughes denomina "el efecto de carga" debido al afecto multiplicador de todas las actividades que se reúnen para lograr la adopción generalizada y el desarrollo de una innovación tecnológica, como en este caso lo fue la electricidad.

No es tampoco por casualidad que las redes de pequeño tamaño adquieran uno mayor, sino que ese crecimiento es el resultado de lógicas propias de ciertas técnicas  en determinados momentos históricos.

En la actualidad, la creciente globalización e internacionalización ha traído consigo nuevas formas de organización espacial de las redes técnicas. Lo podemos observar en las redes energéticas a escala continental, como la red de gas natural; y lo podemos ver asimismo en los numerosos intentos de conexión de las redes eléctricas también a escala continental.

Guiado en buena parte por el esquema del libro de Hughes, el profesor François Caron puso también de manifiesto que las interconexiones de las redes pueden realizarse de tres maneras distintas:

El primer tipo se produce por medio del acoplamiento de sistemas autónomos, en un proceso en el que las redes se unen técnicamente pero no a nivel organizativo.

El segundo tipo de interconexiones entre redes energéticas, el sistema integrado,  supone la fusión de organizaciones, lo cual implica necesariamente la desaparición de determinadas empresas dedicadas a la distribución de energías como el gas o la electricidad, y su absorción por parte de otras con mayores posibilidades de extenderse por el territorio.

 El tercer tipo es el que está basado en alianzas y vínculos a largo plazo entre sistemas; se caracteriza por la unión técnica y por la fusión de los recursos organizativos.

Estos tres tipos de interconexiones pueden combinarse a lo largo de tiempo y evolucionar conjuntamente; pero para ello es preciso que exista la convergencia de otras circunstancias favorables al desarrollo de la nueva tecnología, como la convergencia y la cooperación entre los conocimientos aplicados al desarrollo de otras redes pertenecientes a campos tecnológicos diferentes, como los ferrocarriles.

Se debe, pues, aprovechar los ejemplos de desarrollo de otras redes, como por ejemplo, las redes de ferrocarriles, en las que, de igual manera que en otras se produjo un crecimiento paralelo que corresponde a tres momentos históricos.

Una primera etapa dio lugar al crecimiento regional de las redes de infraestructuras, fuesen éstas de ferrocarriles, eléctricas o de gas, que presentaron fuertes connotaciones nacionales. En toda Europa, las diferentes redes eléctricas presentaron voltajes diferentes, lo que supuso mantener su carácter nacional, de manera que no solo no permitían el paso de las fronteras interestatales sino que a menudo la autonomía de esas redes implicaba no traspasar determinados límites interprovinciales.

 Una segunda etapa fue la de la formación de las redes nacionales unificadas en el marco de la ola de nacionalizaciones a partir de los primeros años del siglo XX.  Con esa estrategia se persiguió una coherencia mínima con los sistemas a escala internacional.

 La tercera etapa, de una gran complejidad, se desarrolla ante nosotros en el momento actual.

En la actualidad, las políticas de privatización de servicios esenciales que se están produciendo en casi todos los países europeos parecen querer invertir la tendencia a la integración de las redes nacionales y dispersarse, tanto a escala geográfica como a escala organizativa.

Esta es precisamente la tesis que maneja Christophe Bouneau que inicia su aportación con la historia de las redes de transporte de electricidad a finales del siglo XIX[4].  Este proceso de dispersión implica una necesaria sincronización de las distintas redes nacionales, para cuyo desarrollo no parecen existir otras fronteras que las económicas.

El desarrollo de la interconexión actual y lo que parece ser ya una tendencia imparable a la descentralización de dicho desarrollo a escala continental nos lleva a reflexionar sobre el modo en que ésta tiene lugar.  Desde sus especificidades técnicas nacionales, las redes eléctricas se desarrollan en las regiones en detrimento del centro; aunque a pesar de ello, la interconexión europea se refuerza y se unifica con el tiempo.

Parece, pues, que para las redes eléctricas, la formación de una auténtica red continental será en gran medida el resultado de la sincronización de las diferentes redes nacionales, para las que no deberán existir fronteras.  Queda sin embargo pendiente el control efectivo de esas redes,  sean de gas o de electricidad, lo cual nos lleva a analizar el papel de otro tipo de redes, las redes personales que se establecen entre los diferentes individuos que tienen el poder real de control sobre las redes.

Desde la perspectiva transatlántica, William J. Haussman[5] señala precisamente este fundamental aspecto en su artículo.  En definitiva, y ya desde principios del siglo XX, la industria eléctrica fue considerada, sobre todo en Norteamérica, una de las principales fuentes de ganancias para los capitales financieros, y ofreció desde esos años excelentes perspectivas de beneficios económicos. Esa fue la necesidad más importante que experimentaron las nuevas aplicaciones de la electricidad, la disponibilidad de capitales, para lo que se empezó por crear un número determinado de acciones; pronto, sin embargo, la creciente necesidad de mayores cantidades de dinero hicieron entrar en juego los capitales financieros que pudieron intervenir precisamente gracias a su aportación económica en el control de la industria eléctrica americana, tal como mostró en su momento Hughes.

Siguiendo también el modelo de Hughes, Pascal Griset observa en su aportación la existencia de una categoría determinada de individuos que tuvieron una enorme trascendencia en el desarrollo de las redes energéticas a escala continental: son los que este autor denomina los investigadores-empresarios al estilo de Thomas Alba Edison[6].  Dentro de esta categoría de investigadores-empresarios, Griset presenta la trayectoria del pionero norteamericano Lee de Forest, físico de la Universidad de Yale.  En 1902, creó la empresa De Forest Wireless Telegraph Company  dedicada a la transmisión por radio.

A diferencia de Edison en el campo de la transmisión de electricidad, de Forest, como el italiano Marconi, constituyeron empresas "muy innovadoras pero muy frágiles".  Frágiles por la necesidad de contar con un volumen de capitales que les permitiese, en primer lugar, disponer de los recursos necesarios para la puesta en pie de las empresas, después para efectuar las inevitables ampliaciones y más tarde para no quedar anulados por otras empresas económicamente más fuertes.  El autor de este artículo subraya que la "enorme mortalidad" de empresas radioeléctricas en esos años se debió dos factores combinados: la extrema fragilidad económica de las empresas que se creaban y la feroz competencia existente entre ellas.

Lo cual recuerda el caso de las creaciones, las luchas y las desapariciones de las primeras empresas gasistas a principios del siglo XIX en los países industrialmente más avanzados.  También en ese caso, la falta de recursos financieros que permitiesen hacer frente a las dificultades de la introducción de una nueva tecnología unido a la competencia entre las nuevas empresas, ávidas de conseguir clientela al precio que fuese, llevó a la ruina a muchos buenos inventores-empresarios que, en la mayoría de los casos  tuvieron que terminar uniéndose entre sí o simplemente dejarse absorber por otras empresas de nueva creación con un potencial financiero infinitamente mayor que, en el caso de la electricidad, fueron las grandes firmas como AT&T, General Electric o Westinghouse las que finalmente consiguieron hacerse con el control del mercado.

En la línea de observar también las redes humanas y su influencia sobre el desarrollo de las redes energéticas, el excelente capítulo de Dominique Barjot y Ginette Kurgan-van Hentenrynk[7] pone sobre todo el énfasis en señalar que bajo el desarrollo de los sistemas -o las redes- eléctricos siempre se encuentran los intereses de las redes humanas, es decir, los actores de primera línea, que vieron la oportunidad de beneficio y se unieron rápidamente a los pioneros y promotores del desarrollo de las redes eléctricas.

Para estos dos autores, el "esqueleto" de los sistemas eléctricos está formado por los inventores, los ingenieros y las instituciones que a su vez se desglosan en tres grandes categorías, las escuelas técnicas, los holdings, es decir aquellas empresas que tienen intereses en muchas otras empresas del mismo sector o en sectores diferentes, como los los cartels. En cualquier caso, el resultado será la unificación de diversas empresas eléctricas con el objetivo de optimizar los beneficios.  Los autores mencionan, también, "los intereses cruzados" en algunas zonas fronterizas, sobre todo de pequeños países, como Suiza o Bélgica, en los que la cantidad de energía fabricada excedía con mucho las necesidades internas de dichos países y debía ser exportada, lo cual favorecía sin duda a los dos países situados a ambos lados de la frontera común.

El "monopolio natural", del que en la actualidad poco se oye hablar pero que hizo correr abundante tinta entre los años 1970 y 1990, es analizado por Martín Chick[8].  Hablar de monopolio natural (el monopolio ejercido por los Estados sobre determinadas energías por tratarse de un bien colectivo que, en consecuencia,  no está sujeto a las fluctuaciones del mercado) cuando la mayoría de las empresas que controlan las redes energéticas ha pasado o está en trance de pasar a la privatización más pura y dura, parece un contrasentido: pero Martín Chick defiende la vuelta al monopolio que, indudablemente, debería mantenerse en manos de los Estados[9].

Si, como parecería lógico, las grandes infraestructuras se mantuviesen bajo el control de los Estados y en consecuencia bajo la propiedad pública, se podría, como señala el autor de este artículo, regular las tarifas y el desarrollo de las redes; pero, como también reconoce el autor, la privatización -al menos en Gran Bretaña, que es el país al que se refiere esencialmente en su contribución- ha permitido aumentar de manera extraordinaria las perspectivas de crecimiento de todas esas redes, desde las de telecomunicaciones a las de electricidad, gas agua y hasta el servicio postal.

Tomando el ejemplo de la privatización de la red de gas en Gran Bretaña, el autor señala que, evidentemente, la liberalización (o la privatización) y la aparición de nuevas  empresas en el sector energético sería la mejor manera de favorecer la competitividad, con lo que se lograría una mayor eficiencia en el servicio.  Pero ya se observan las reticencias de los operadores de redes de gas que no aceptan fácilmente la entrada de competidores en su campo.

En la actualidad, la privatización ha quedado muy diluida y se ha debido optar, finalmente, por la regulación de las relaciones entre las empresas y entre éstas y los consumidores.  El Estado, pues, parece no estar presente, pero antes de privatizar ha efectuado una labor de regulación del mercado y de las relaciones económicas entre empresas, lo cual no parece haber sido demasiado efectivo para la liberalización del mercado del gas que es el sector que estudia el autor.

Por ejemplo, el hecho de que se deba negociar con British Gas, propietaria de la red de Gran Bretaña, los derechos de transporte de gas por la misma red ya supone una desventaja para los futuros operadores, lo cual hace todavía más difícil la ruptura del monopolio del gas, a pesar de que, oficialmente, British Gas se encuentre privatizada.

Una posibilidad -que permitiría seguir una tercera vía entre el monopolio "natural"  y la privatización-  sería en opinión de Martin Chick, que se llegase a una situación de co-propiedad de la red por parte del Estado y de las empresas privatizadas, lo cual, según el autor, no dejaría de constituir un monopolio encubierto, bien que mediatizado por el Estado. La pregunta que ello nos suscita es: ¿podría resistir el Estado la tentación de ser juez y parte, es decir, estar en la propiedad y en la regulación de las redes energéticas? ¿O caería en el antiguo error de dejar en manos de organismos tutelados por el Estado (el antiguo INI -el Instituto Nacional de Industria- podría ser un buen ejemplo) que dejaron caer en la mayor obsolescencia las redes de distribución?.

En un sentido similar se expresa Richard F. Hirsh a partir de su análisis de la producción y distribución de electricidad en California[10].  Este artículo tiene el valor añadido de que sigue punto por punto el capítulo de Thomas Parker Hughes titulado "Technological Momentum", que Hirsh inserta en su propia explicación sobre el actual proceso de reestructuración del mercado eléctrico en Estados Unidos.

Evidentemente, la noción de monopolio natural suponía que los Estados regularían las actividades de las empresas de servicios con el fin de defender los intereses de los consumidores, lo que se inició a partir de la crisis del petróleo de los años 1970.  Con la entrada en la escena energética de otras fuentes de obtención de electricidad, como el sistema de co-generación, la electricidad obtenida por los medios tradicionales -fuesen éstos hidráulicos o termonucleares- entró en crisis, lo que, según el autor, supuso un importante freno para el desarrollo de la electricidad en California, ya que también cambiaron las condiciones de producción.

Paralelamente, y para favorecer un tipo de producción basado más en unidades de menor tamaño que las grandes corporaciones eléctricas, se entró en una política de desregulación del mercado eléctrico para, precisamente, recortar el poder de los grandes productores de electricidad y favorecer la pequeñas plantas de co-generación. Dicho sea de paso, el autor señala una distinción útil en el análisis del paso del monopolio a la liberalización. Muchas veces se ha considerado que desregulación y reestructuración son sinónimos para indicar la pérdida de monopolio; pero no es así.  La desregulación supone el final de la supervisión del Estado y la entrada de, por ejemplo, la electricidad en una dinámica de libre mercado; por su parte, la reestructuración se refiere al final del monopolio sólo en algunos aspectos, pero el Estado conserva su papel regulador.  De modo que la desregulación sería un estadio más hacia el libre mercado que la reestructuración.

En opinión del autor de esa aproximación a los sistemas eléctricos de Estados Unidos, parece que en la actualidad puede haberse acabado la era de los sistemas a gran escala y que -ayudado por las presiones de grupos ecologistas y anti-globalización y por la crisis del petróleo de los años 1970, todo hay que decirlo- se estuviese yendo hacia un nuevo modelo de desarrollo de redes basado más en el aprovechamiento de las energías disponibles que en el crecimiento de las dos primeros tercios del siglo XX.

Ante la innovación que suponía la co-generación, y el menor precio de producción de las pequeñas unidades productivas que funcionaban por esos métodos, el Estado inició una política de protección por medio de una reglamentación de desregulación que favoreció la liberalización, es decir, la desregulación permitió la entrada de más participantes  en el mercado energético y estimular la producción energética, lo cual rompe indudablemente la tendencia a la concentración de poder de las grandes corporaciones, vigente hasta los años 1970-80 y magistralmente explicada por Hughes en su libro.

La última sección, que cuenta con el mayor número de aportaciones, está dedicada a mostrar las relaciones entre la cultura, entendida como una expresión social, y la electricidad.

Dejamos para el final de nuestra reseña la aportación de David Nye, puesto que resume quizás mejor que sus compañeros de sección las implicaciones actuales de la relación entre la cultura y la electricidad y que, en general, muestran un -bien que respetuoso- distanciamiento de la obra de Hughes.

Alain Beltran ya fija en el inicio de su exposición unas primeras matizaciones a la obra de Hughes[11]. Afirma el profesor Beltrán que, sin duda, la electricidad constituyó un hito en la historia de la sociedad, y que en su desarrollo influyeron determinados factores,  como los factores políticos y los tecnológico-científicos, como señaló Hughes en su libro.  Pero, en opinión de Beltran, con todo y ser importantes también se deben tener en cuenta otros aspectos que influyeron de manera decisiva en el desarrollo de las redes eléctricas, tales como los factores sociales y los económicos.

En realidad, opina el profesor Beltran, en el casi siglo y medio transcurrido desde la aparición de la electricidad, la sociedad occidental ha avanzado tanto que no se puede ya considerar la misma.  "Tomar la electricidad desde un solo ángulo no hace sino reducir la comprensión de un fenómeno que, por definición, ha sido cambiante, múltiple y polisémico".  De hecho, desde las primeras centrales eléctricas de los años 1870, ni el tipo ni la cantidad de electricidad son ya los mismos.

Lo cual, en opinión de Alain Beltran, implica la necesidad de una aproximación "cultural" -que no se produjo en el libro de Hughes, ciertamente- para conocer mejor las necesidades de la sociedad en que se introdujo la electricidad.  Mejor que "cultural", Alain Beltrán propone una aproximación que tenga en cuenta las "mentalidades".  Más allá de las cifras de consumo y más allá de las cuestiones tecnológicas, se debe analizar la electricidad desde el punto de vista de la historia de su aceptación o rechazo por parte de los individuos y las sociedades, con lo que, indirectamente, se está refiriendo al énfasis del libro de Hughes sobre los cambios tecnológicos como el resultado de actividades individuales más que colectivas.

De manera que, en opinión de Beltrán, para aprehender un fenómeno tan complejo y que tanto ha influido en los comportamientos, tanto a escala individual como a escala social, se hace imprescindible avanzar en la dirección de introducir el estudio de las mentalidades para conocer los distintos grados de aceptación que tuvo la electricidad en su momento y realizar estudios que muestren las posibles diferencias entre países.

 Por su parte, Gabrielle Hecht toma como punto de partida de su artículo el término "sistema", utilizado con profusión por Hughes, para analizar la relación entre el colonialismo -el decimonónico y el actual- y el desarrollo de los sistemas de obtención de energía por medios nucleares[12]. Existe en opinión de la autora una verdadera continuidad entre los antiguos imperios coloniales y las redes de suministro de uranio.  Especialmente, los Estados Unidos y Gran Bretaña, que trabajan conjuntamente para la prospección y la explotación de yacimientos en África del Sur, o los franceses en Madagascar, Gabón y Níger, lo cual permite a la autora concluir que más allá de los procesos de descolonización se mantienen unas relaciones post-coloniales que ahora se reproducen por medio de los intereses tecnológicos.

De hecho, esta aportación nos hace reflexionar sobre el papel de los intereses españoles en los yacimientos de gas natural en el norte de África y el interés de otros muchos países en conectarse a una red tecnológica que tiene su origen en  los lugares de menor renta per cápita del mundo globalizado.

La aportación de Robert Fox y Anna Guagnini se centra en el papel desempeñado por los laboratorios y los departamentos de investigación en la formación de los ingenieros y en las sinergias que se producen entre investigación y experimentación[13].

Esta relación es la que, en opinión de los autores, propició la clave tanto para el desarrollo económico como para el éxito tecnológico del nuevo campo de las aplicaciones de la electricidad.

Los autores señalan que "las explicaciones para el éxito o el fracaso" de una innovación deben tener en cuenta un análisis en el que se incluya "el complejo mundo de la economía, la política y el medio geográfico en el que las empresas y las instituciones de educación superior técnica hagan su camino".

Hemos dejado para el final de esta reseña la aportación de David Nye por la importancia, a nuestro juicio, de su contribución[14].

Ésta se inicia con la descripción de lo que Hughes bautizó como "Technological Momentum2, que se produce cuando se llega a aquel punto de crecimiento físico de la red  en el que se hace imprescindible la introducción de nuevos conocimientos y nuevas técnicas.

Pero a continuación, Nye señala -distanciándose de lo que propone Hughes en su libro- que la inercia que existe en el sistema eléctrico no es sólo de carácter técnico o económico, sino cultural e institucional.  Para Nye, Hughes se ha fijado más en la construcción del sistema y en la producción de electricidad que en la vertiente de la demanda.

Dice este autor: el sistema eléctrico está insertado en su contexto político y social; y la electrificación no es una fuerza implacable que se mueve a través de la historia, sino un proceso social que varía de un período a otro; de una cultura a otra.

Y añade, en Estados Unidos, la electrificación no fue una "cosa" que vino desde fuera de la sociedad; sino que constituyó un desarrollo coyuntural que se formó por su contexto social. No fue la electricidad lo que formó un tipo de sociedad, sino que gracias a la existencia de un tipo de sociedad, se formó el sistema eléctrico. En realidad, todas las tecnologías no dejan de ser una prolongación de la vida humana y la electricidad, como todas las innovaciones, no fue sólo la sustitución de la luz de gas, sino que fueron las fuerzas sociales las que formaron el proceso de invención, desarrollo y adopción de máquinas y sistemas.  Desde el momento en que fue incorporada a la vida social, la luz eléctrica avanzó.

En una de sus obras más conocidas[15], Nye ya afirmó que la electrificación de América puede ser interpretada de dos manera, como un proceso social y como un atributo de la sociedad: sólo el crecimiento de un sistema socio-técnico permite llegar al "Technological Momentum" a que se había referido otro de los participantes en el coloquio, Richard F. Hirsh.

Respecto a la fase del "Technological Momentum", Nye añade todavía que sin los mecanismos económicos necesarios -es decir, los recursos financieros- no se hubiese podido reforzar los sistemas tecnológicos,  así que los mecanismos económicos son lo que da la posibilidad real de avanzar tecnológicamente.

En sus conclusiones, David Nye señala que el modelo de Hughes es la base para estudiar los años iniciales de invención y de difusión de la nueva tecnología, la electricidad; pero, siempre según Nye, a ello se le debería añadir una aproximación que tenga en cuenta la construcción social de la innovación, que sería lo que explicaría las variaciones culturales entre sistemas. Es decir, la aceptación o el rechazo de la electricidad se debería ver, en opinión de este autor, en términos de consumidores y de mercados de diferentes características y no como el producto de estructuras deterministas, en lo cual coincide con las observaciones realizadas por Alain Beltran que ya hemos reseñado.

Esta sección y el coloquio se cierran con unas breves palabras de Thomas Parker Hughes[16] que, además de agradecer la dedicación de ese coloquio quiso hacer algunas precisiones sobre algunos de los conceptos que utilizaron los autores de las comunicaciones, conceptos tales como "reverse salients" (que a la hora de reseñar Networks of Power a quien esto escribe también ofreció sus problemas) el "factor de carga", y otros como 2Momentum" o 2Fase Development2.

Para terminar, quisiéramos señalar que, a la vista de las brillantes participaciones que hemos dejado reseñadas, no cabe duda que Networks of Power no ha dejado de constituir una importante aportación a la historia de la innovación tecnológica de la que muchos hemos tomado modelo.  En los veinte años transcurridos desde su publicación, se han producido otras obras del propio Thomas Parker Hughes, pero quizás el impacto que esta obra tuvo y continúa teniendo es la más clara demostración de que marcó un camino en el estudio de las redes técnicas.

El libro reseñado también es una muestra de las diferencias de apreciación que existen entre los científicos sociales respecto al papel del Estado en los procesos de privatización.  No parece existir acuerdo sobre las ventajas y los inconvenientes del tránsito de una política que favorezca el monopolio hacia otra que, fundamentada en razones neoliberales, fomenta la iniciativa privada[17].  Y no está claro porque, en el fondo y después de casi veinte años de políticas desreguladoras, la privatización de los servicios esenciales tampoco ha favorecido la libre competencia que hubiese debido suponer una mejora sustancial para los usuarios de esos servicios esenciales en forma de precios más ajustados y un mayor grado de eficiencia en la distribución, ya que el papel que en la actualidad se atribuyen los grandes operadores de las redes no es una garantía de ventajas para la población, sino que responde a la tendencia neoliberal de repartirse las zonas de influencia a escala continental.
 
 

Notas
[1]De esta obra se realizó hace ya algún tiempo una recensión en esta misma revista electrónica. Ver ARROYO, M. Hughes, Thomas Parker. Networks of Power. Electrification in Western Society, 1880-1930. Biblio 3W, Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona nº  44, 30 de julio de 1997. [http://www.ub.es/geocrit/b3w-44.htm]

[2] HUGHES, Thomas Parker. Networks of Power. Electrification in Western Society, 1880-1930. 3ª ed. Baltimore and London: The Johns Hopkins University Press, 1993. 474 p.

[3] CARON, F. Introduction, p. 11-22.

[4] BOUNEAU, C. Les réseaux de transport d'électricité en Europe occidentale depuis la fin du XIXé siècle : de la diversité des modèles nationaux a la recherche de la convergence européenne, p. 23-37.

[5] HAUSSMAN, W. Webs of influence and Control : Personal and Financial Networks in the Formative Years of the US Electric Power Industry, p. 53-67.

[6] GRISET, P. Pionniers et grandes entreprises aux premiers temps de l'industrie radioélectrique américaine : les réseaux hiérarchisés de l'innovation, p. 39-51.  A la historia de Thomas Alba Edison dedica muchas páginas Hughes en su libro. También a ello se alude en la reseña anteriormente citada, ya que es uno de los puntos esenciales del modelo de desarrollo de las redes eléctricas. Para Hughes, fue una suerte que Edison, además de rodearse de excelentes investigadores, tuviese la idea de crear un sistema coherente y completo, desde la primera línea al más pequeño elemento de una instalación doméstica.

[7] BARJOT, D. KURBAN-VAN HETENRYNK. Les réseaux humains dans l'industrie électrique, 69-87.

[8] CHICK, M. The Power of Networks : Defining Boundaries of the Natural Monopoly Network, and the implications for the restructuring of electricity Supply Industries, p. 89--106.

[9] Respecto a la privatización de otras redes de servicios esenciales, como el agua, puede verse la reseña realizada por Horacio Capel del seminario internacional "Faire parler les réseaux: l'eau, Europe, Amerique Latine", celebrado en París los días 20 y 21 de enero de 2000 y en el que el propio autor de la reseña fue el encargado de realizar las conclusiones finales del coloquio. Ver CAPEL, H. El agua como servicio público.  A propósito del  seminario internacional "Faire parler les reseaux: L'eau, Europe - Amérique Latine" Biblio 3W, Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales, nº 218. [http://www.ub.es/geocrit/b3w-218.htm]  A pesar de ser un bien escaso, también el agua ha fluctuado entre las dos grandes corrientes, la privatizadora y la estatalizadora, entre la competencia y el monopolio; y, como en el caso de algunas energías,  esa situación no es nueva. Como señaló Capel en su discurso de conclusiones al seminario: "muchos de los problemas planteados ya en la segunda mitad del siglo XIX o primer tercio del XX continúan estando presentes hoy".

[10] HIRSH, R. F. Power Struggle: Changing Momentum in the Restructured American Electric Utility System, p. 107-123.

[11] BELTRÁN, A. ¿Quelle approche "culturelle" de l'histoire de l'électricité ?, p. 139-145.

[12] HECHT, G. Colonial Networks of Power : the Far Reaches of System, p. 147-157.

[13] FOX, R. GUAGNINI, A. Sites of innovation in electrical technology, 1880-1914, p. 159-172.

[14]NYE, D. Electricity and Culture: Conceptualizing the american case, p. 125-137

[15]NYE, D. Electrifying America: Social Meanings of a New Technology . Cambridge, MIT Press, 1990.

[16] HUGHES, T. P. Afterword, p. 173-176.

[17] Ver GUY, S. MARVIN, S. Reestructuración de servicios esenciales. Scripta Nova, Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona, nº 26, 1 de septiembre de 1998 [http://www.ub.es/geocrit/sn-26.htm]
 
 

ANEXO

L'Électricité en réseaux. Networks of Power. Annales historiques de l'Électricité, nº 2, junio 2004.
Actas del coloquio celebrado los días 5 y 6 de diciembre de 2003 en Burdeos (Francia).
ÍNDICE

Pierre Lanthier, Christophe Buneau, Yves Bouvier, Sophie Coeuré: Avant propos

François Caron: Introduction

RÉSEAUX ÉLECTRIQUES ET RÉSEAUX NON ÉLECTRIQUES

Christophe Bouneau: Les réseaux de transport d'électricité en Europe occidentale depuis la fin du XIXé siècle: de la diversité des modèles nationaux a la recherche de la convergence européenne

Pascal Griset: Pionniers et grandes entreprises aux premiers temps de l'industrie radioélectrique américaine : les réseaux hiérarchisés de l';innovation

RÉSEAUX HUMAINS ET FINANCIERS

William Haussman: Webs of influence and Control : Personal and Financial Networks in the Formative Years of the US Electric Power Industry

Dominique Barjot et Ginette Kargan: les réseaux humains dans l'industrie électrique

RÉGULATION ET DÉREGULATION

Martin Chick: The Power of Networks: Defining Boundaries of the Natural Monopoly Network, and the implications for the restructuring of electricity Supply Industries

Richard, F. Hirsh: Power Struggle: Changing Momentum in the Restructured American Electric Utility System

ÉLECTRICITÉ ET CULTURE

David Nye: Electricity and Culture: Conceptualizing the American Case

Alain Beltran: ¿Quelle approche "culturelle" de l'histoire de l'électricité ?

Gabrielle Hecht: Colonial Networks of Power : the Far Reaches of System

Thomas P. Hughes: Afterword
 

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Ficha bibliográfica

ARROYO, M. AA.VV. L'Électricité en réseaux. Networks of Power. Biblio 3W, Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona, Vol. IX, nº 532, 5 de septiembre de 2004. [http://www.ub.es/geocrit/b3w-532.htm]. [ISSN 1138-9796].



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