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Biblio 3W
REVISTA BIBLIOGRÁFICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
(Serie documental de Geo Crítica)
Universidad de Barcelona
ISSN: 1138-9796.
Depósito Legal: B. 21.742-98
Vol. XI, nº 628, 20 de enero de 2006

OLIVA I CASAS, Josep: La confusión del urbanismo. Ciudad pública versus ciudad doméstica. Madrid: Inversiones Editoriales Dossat 2000, 2005 [ISBN: 84-96437-20-5]

Josep Oliva i Casas
Arquitecto



Palabras clave: urbanismo, ciudad pública, ciudad doméstica

Key words: urban planning, public town, particular town


Este artículo es el avance de la publicación de un libro que trata de dos modelos de ciudad referidos al mundo occidental. El autor presenta las ideas básicas del libro en cuestión con objeto de informar a los lectores para que dispongan de una panorámica general de esta publicación. Esta revista ha publicado anteriormente trabajos de este mismo tipo. La referencia de la obra que aquí se comenta es la siguiente:

En el mundo occidental hay dos maneras, bien diferentes, de entender y de enfocar el hecho urbano que responden, respectivamente, a los conceptos de ciudad a secas y asentamiento humano y que yo llamo ciudad pública y ciudad doméstica de acuerdo con la nomenclatura que estableció el urbanista madrileño Fernando Chueca Goitia, fallecido recientemente. Él añadió un tercer modelo al cual le dio el nombre de ciudad privada. Es la ciudad religiosa del Islam de la cual no me ocuparé.

Evolución de la ciudad

Proceso histórico

Para entrar en el tema de los modelos de ciudad primero voy a hacer la pertinente contextualización en el proceso histórico. A lo largo de los siglos, hasta llegar a comienzos del XX había ido cristalizando un modelo urbano que se ha convenido en calificar de “ciudad” por antonomasia. Tiene su origen en la antigua Mesopotamia (actual Irak) entre el cuarto y el tercer milenio antes de Cristo, se extendió a Egipto y, por un lado, hacia la India y la China y, por otro lado, hacia el Mediterráneo. Posteriormente, fue avanzando hacia el Norte de Europa en donde no hubo ciudades hasta el siglo XIII d.C. y esta es un dato a tener en cuenta. Se la ha considerado como la “gran creación artificial del hombre”, en contraposición al campo y en la que los ciudadanos pueden compartir y gozar del espacio público, que es susceptible de adquirir valores significativos y simbólicos. En todo este proceso, en el marco de unas coordenadas sociales y económicas muy diferentes de las actuales, las familias sentían necesidad de relacionarse con el vecindario, es decir, la solidaridad entre la gente se hacía casi imprescindible y, además, la inseguridad ante ataques del exterior era grande (pensemos, por ejemplo, en el caso de las ciudades amuralladas). Estas y otras circunstancias, junto con la escasa capacidad que había para desplazarse, resultaba que buena parte del intercambio de información sólo era posible por proximidad física. En definitiva, propició el apiñamiento de las construcciones y dio lugar a las ciudades compactas las cuales, hasta hace pocas décadas, casi que eran la única imagen que teníamos de “la ciudad”. En algunas áreas geográficas (me refiero al Mediterráneo), la benignidad del clima permitía y favorecía la sociabilidad en el espacio público. Lo que podríamos llamar este único modelo de ciudad fue manteniendo sus características fundamentales durante siglos pero, al mismo tiempo, iba evolucionando y adaptándose a las condiciones de cada época. Así se configuraron diversos tipos de ciudad en el marco de un mismo modelo.

Revolución Industrial y Modernidad

Las consecuencias de la aparición de la Revolución Industrial en la segunda mitad del siglo XVIII produjeron un cambiobrusco de escala en lo que se refiere a la dimensión de las ciudades y originó graves disfunciones cifradas en la pérdida de la relación directa ciudad-campo y en los graves problemas de tipo higienista a causa de las deplorables condiciones de habitabilidad de las viviendas que acogían la emergente clase obrera que, proviniendo del campo, invadía los nuevos centros industriales. En este sentido, es típico citar los slums de Londres y de otras ciudades inglesas, la cuna donde nació la Revolución Industrial. El cambio de escala obligaba a repensar ciertos aspectos de la ciudad anterior y a intentar solucionar, ya en el nivel urbanístico, el tema de las condiciones de habitabilidad. Llamo la atención sobre el hecho de que durante el siglo XIX, ya en plena etapa industrial en España y en la época de la construcción de los Ensanches, se mantuvieron las características esenciales de la ciudad histórica. En este aspecto, y aplicándolo al caso de Barcelona, es lo mismo la ciudad antigua que el “Eixample” Cerdà y ello a pesar de las diferencias dimensionales (por ejemplo la anchura de las calles) y a pesar de la naturaleza orgánica del tejido de la primera frente a la rígida geometría del segundo.

A comienzos del siglo XX, se entró en la llamada era maquinista y con ella en la Modernidad. Se produjeron cambios importantes en el campo del pensamiento, las artes, la ciencia, la tecnología, la economía, etc. que se traducían, también, a nivel de imágenes. Era evidente que se hacía necesario repensar a fondo la disciplina arquitectónica y es lo que hizo, muy acertadamente, el Movimiento Moderno aunque olvidara algún aspecto funcional menos aparente, por el hecho de pertenecer a lo intangible, pero no por eso menos real. En urbanismo, y por primera vez, se puso en cuestión lo que podríamos calificar de espíritu de la ciudad. El Movimiento Moderno partía de un trasfondo de mentalidad suburbana de raíz anglosajona y nórdica y con la destacada intervención del arquitecto suizo “Le Corbusier”. Pues bien, según el geógrafo inglés Peter Hall, los suizos son un pueblo obsesionado por el orden y, digo yo, con este bagaje mental no se puede enfocar el planteamiento de un organismo tan complejo como la ciudad. Incluso pienso que las ideas que movieron el nuevo enfoque urbanístico fueron, más bien, elucubraciones mentales porque se encaró el hecho urbano con una óptica sesgada y parcial y con el prejuicio de una mentalidad que, en el fondo, no acepta la ciudad en el sentido clásico del término. Por lo tanto, el M.M., más que dar respuesta global a la cuestión urbana, que incluye aspectos no cuantificables, reaccionó en la línea de a) poner el acento en el tema higienista, que era importante pero puntual y coyuntural, b) incorporar la naturaleza a la ciudad mezclando indiscriminadamente construcción y vegetación y, en general, c) analizar solamente los componentes de funcionalidad directa y primaria. En este punto, señalo que es muy diferente dar unarespuesta global a un problema general o, simplemente, reaccionar ante disfunciones puntuales. La ciudad racionalista no es la consecuencia de una reflexión general sobre el hecho urbano sino que es fruto de una reacción a problemas muy concretos y el producto, lógicamente simplificado, de haber llevado a cabo un análisis reduccionista del fenómeno urbano. Pensemos que el concepto de “zoning” es profundamente antiurbano. Su influencia, desgraciadamente, ha sido enorme, especialmente en el período de la postguerra (española y segunda mundial) durante la que hubo que construir o reconstruir muchos barrios.

En las últimas décadas del siglo XX, por segunda vez se cuestionó fuertemente el espíritu de la ciudad. Tiene un origen totalmente diferente del anterior, está desprovisto de cualquier reflexión teórica y viene representado por una serie de intervenciones urbanas que, por un lado, reflejan una cultura suburbana de constante nostalgia de la Naturaleza y que no asume la dureza y la artificialidad de la ciudad clásica y, por otro lado, son producto del neoliberalismo norteamericano en el que los promotores inmobiliarios se apropian de la ciudad para construir centros de consumo, acumulaciones de terciario e implantaciones residenciales segregadas a la medida de cada estrato socioeconómico. Todo esto, acarrea la dilución del secular modelo anterior.

Modelos de ciudad

Construcción teórica

Los dos modelos de ciudad son construcciones teóricas, especialmente en lo que respecta a la ciudad pública. Por lo tanto, son abstracciones o ideales a los cuales se debería tender. En la realidad, sí hay sectores y entornos concretos de ciudades históricas que alcanzaron un alto nivel de calidad urbana. Son las que admiramos y que constituyen el foco de atención de los turistas. Hoy en día, es muy difícil conseguir espacios urbanos tan calificados aunque sólo sea por una razón muy sencilla: la ciudad histórica se fue construyendo lentamente a lo largo de los siglos y, ahora, las ciudades crecen muy rápidamente. El factor tiempo en la conformación de la ciudad, igual que en otras cuestiones, es importante para insuflar calidad a un producto.

Es necesario aclarar que les ciudades históricas son poseedoras de importantes valores pero, al mismo tiempo, padecen disfunciones debido a las circunstancias y los requerimientos del mundo actual.

Ciudad pública

La ciudad pública es el hilo conductor que recoge los diferentes tipos de ciudad a lo largo de la historia tanto las de estructura orgánica (ciudad antigua) como las geometrizadas (Ensanches del siglo XIX y otras). Después, hace falta llevar a cabo la conveniente actualización que, básicamente, se concreta en: a) previsión del vehículo privado y esto conlleva una estructura regular y una mínima amplitud de calles, b) disponer de una red de transporte público lo más completa posible, c) creación de un doble sistema formado por la yuxtaposición de edificación y espacios abiertos, d) integración urbana del terciario y las TIC, e) consideración de la Ecología, f) aumento del número de equipamientos y g) planteamiento policéntrico y fractal de las grandes ciudades. Es importante el tercer punto que trata de resaltar y reforzar la artificialidad de la ciudad y, a la vez, disponer de un conjunto de parques, zonas verdes y grandes espacios más o menos urbanizados que estarían intercomunicados por paseos arbolados. El objetivo es que cada ciudadano pueda escoger fácilmente entre

1) sumergirse en un entorno plenamente urbano o
2) adentrarse en un ambiente de vegetación o simplemente abierto y “natural”. Con la existencia de este doble sistema seria posible, y creo que convendría, aplicar densidades edificatorias medianas y altas. Por lo tanto, abogo por crear estos dos ámbitos (para entendernos sería hacer presente la dualidad ciudad/campo) cada uno de ellos tratado con cierta radicalidad y, en consecuencia, perfectamente delimitados el uno del otro.

La ciudad pública es, pues, la superposición de la histórica, los ensanches, y la actualización en la cual el doble sistema juega un papel importante. Su objetivo va más allá del cumplimiento de las funciones estrictas, incorporando el valor añadido del goce de la propia ciudad. Este hecho implica tratar de generar vida urbana en el grado más alto posible en cada sector y de crear espacios urbanísticos calificados mediante un marco físico perceptualmente claro y, al mismo tiempo, lleno de estímulos visuales. La creación de vida urbana reclama y exige una mezcla de todo tipo y de toda clase, es decir, de edificios, de usos y de personas. Así, se consiguen unos entornos complejos (verdaderos escenarios urbanos), capaces de atraer ciudadanos al espacio público que, por otra parte, es el único agente estructurador y vehiculador de acceso a cualquier unidad. Para conseguir esto se requieren determinados ingredientes, perfectamente identificados si se analiza el funcionamiento de les ciudades, en las cuales hay componentes formales pero también sociológicos. Yo identifico nueve características: artificialidad, continuidad o compacidad, formalización del espacio, mezcla de usos, protagonisme del espacio público, fachada a la calle, carácter difuso, prioridad al peatón y determinada actitud de la arquitectura. Por otro lado, la ciudad se ha de ver como estructura física a la cual se le superpone el elemento humano. Es una mezcla de espacios, de arquitectura y de tejido social y el resultado ha de tener un valor añadido que cristaliza y da lugar a los espacios públicos susceptibles de ser disfrutados. Es ver la ciudad como obra de arte, a parte de los componentes puramente funcionales que necesita cualquier asentamiento humano. Aunque se puedan identificar los diferentes sectores o barrios de que está formada, existe continuidad entre ellos y, además, cada pieza es heterogénea pero con intensidades variadas. Es una ciudad bien estructurada físicamente y, hasta cierto punto, també socialmente. Ahora bien, este modelo presupone tener detrás un tipo de sociedad urbana mínimamente cohesionada y con voluntad de querer “vivir la ciudad”. A pesar de que parezca una redundancia, es la ciudad del urbanismo y en la cual la arquitectura le está subordinada. Se adapta a lo que escribió el filósofo Ortega y Gasset: “se edifica la casa para estar en ella y se funda la ciudad para salir de casa y reunir-se con otros que también han salido de su casa”. Es hacer realidad la acertada frase de un radiofonista barcelonés el cual, hace años, decía: “la ciudad es un millón de cosas”. Podemos ejemplificarla hablando de “ciudadanos” de Barcelona.

Ciudad doméstica

Dentro de la ciudad doméstica, incluyo tanto la ciudad racionalista emanada de las teorías del Movimiento Moderno como las tendencias más recientes, básicamente importadas de los Estados Unidos, tipo grupos residenciales segregados, centros comerciales y grandes superficies, parques temáticos, centros lúdicos e, incluso, las casas unifamiliares en hilera con jardín delantero, a menudo a una cota superior con relación a la calle. Viene definida por la negación de las nueve características de la ciudad pública. El análisis de ese modelo permite aventurar que no existe una verdadera intencionalidad urbanística en su conformación y solamente se trata de una cierta proximidad física entre los diversos componentes con una relación laxa entre ellos. En el fondo, responde a una cultura suburbana que no pretende otra cosa que resolver la funcionalidad primaria referida a infraestructuras viarias y redes de servicios, viviendas, industrias y todo tipo de equipamientos. Es doméstica porque concibe la vivienda como santuario de la familia y menosprecia, o ignora, la dimensión ciudad. Es de tipo mosaico o “collage”, es decir, está formada por piezas internamente homogéneas. Así, la ciudad se convierte en una suma de guetos de manera que la segregación es una característica importante que define este modelo.

Por todo lo dicho, no es una ciudad propiamente dicha sino un asentamiento humano aunque esté bien dotada de servicios y bien equipada de toda clase de edificios no residenciales. En ella, prevalece la arquitectura por encima de los intereses generales de la ciudad y está más enfocada de cara al vehículo privado que de cara al peatón. Es típica la separación de usos, porque todo está clasificado y ordenado. Podríamos ejemplificarla hablando de “residentes” en Los Angeles.

Por lo tanto, se produce una similitud, por lo menos a efectos prácticos y que, por cierto, resulta bien curiosa, entre la ciudad del M.M. y la realidad urbana (más bien no urbana) del neoliberalismo norteamericano de finales de la segunda mitad del siglo XX y que, desgraciadamente, se irradia por todo el mundo.

Voy a transcribir una excelente y condensada definición de ciudad doméstica expresada por una ciudadana. Hace algunos años, en la contraportada de un periódico barcelonés se entrevistó a una señora de Málaga que tiene un hijo que vive en Estados Unidos. Le preguntan por qué no se va a vivir allá. La respuesta es taxativa y contesta textualmente: “De ninguna manera, allí la gente vive metida en casa y todo está lejos”. Se trata de la madre del actor Antonio Banderas.

Componentes

Me referiré a un aspecto sobre el cual quisiera llamar la atención: los dos modelos de ciudad están formados por los mismos ingredientes y es única y exclusivamente la manera de distribuirlos sobre el terreno lo que da lugar a la pública o a la doméstica. Estos ingredientes o elementos constituyentes son los siguientes:

1 – Infraestructuras de transporte

2 – Redes de servicios que forman el conjunto de les REDES

3 – Urbanización

4 - Viviendas

5 – Locales comerciales

6 - Industrias

7 – Oficinas y TIC

8 - Equipamientos que constituyen los LUGARES

9 – Vegetación que podemos calificar de ENTORNO

De la comparación entre los dos modelos, conviene focalizar dos aspectos:

* la ciudad pública mezcla usos y personas pero separa edificios y espacios verdes,

en cambio,

* la ciudad doméstica separa los usos y personas pero mezcla construcciones y vegetación

Por otro lado, cada modelo remite a un tipo de sociedad. Esta es el motivo por el cual la ciudad pública pierde razón de ser (y también eficacia) cuando la población es de cultura suburbana o está fragmentada. Hay que añadir que el binomio formado por modelo-de-ciudad/sociedad está sujeto a retroalimentación o feed back, de tal manera que la acción de uno de los elementos puede ir modificando el otro.

Quisiera insistir en la gran diferencia que hay entre un modelo y otro porque son dos caminos que conducen a destinos muy distintos, de tal manera que cualquier intervención que se produzca en una ciudad apunta hacia una ciudad o hacia un asentamiento.

En el campo del urbanismo intervienen dos grandes bloques de técnicos: los arquitectos y los ingenieros que son los ejecutores porque actúan directamente en la construcción de la ciudad y el resto, que son los sociólogos, geógrafos, ecólogos, abogados, etnólogos y otros intervienen en el nivel de estudios y de asesoramiento. Pues bien, los primeros pueden sufrir deformación profesional pues, a veces, nos dejamos llevar por la estética del dibujo sobre el plano o por la composición de volúmenes de una maqueta y, por lo tanto, ignoramos la vertiente social entre otras. Por si esto no es suficiente, también podemos estar atrapados por la fascinación que nos produce la ciudad racionalista. Los segundos se mueven en un plano más teórico y, a menudo, son ajenos a la concreción física. El resultado es que, muchas veces, el urbanismo no traduce la globalidad de los componentes que deberían entrar en juego. Últimamente, algún ecólogo urbano como Salvador Rueda, especifica con bastante detalle la forma final de la ciudad.

Apuesta por la ciudad pública

Chueca decía que las ciudades de la civilización anglosajona, calladas i reservadas, tienen de vida doméstica lo que les falta de vida civil. Añade que la distinción entre ciudades públicas y ciudades domésticas es más profunda de lo que parece y que la una es la ciudad de puertas afuera y la otra de puertas adentro.

Por mi parte, reivindico la ciudad pública, es decir, el espíritu de la ciudad puesto al día, defiendo el sistema dual artificialidad/espacios abiertos en el doble nivel urbano y metropolitano y rechazo el “zoning” que da lugar a los usos segregados. La superioridad de la ciudad pública radica en su mayor complejidad fruto de unos objetivos más ambiciosos y, además, resulta que se adapta mucho mejor al concepto de sostenibilidad y facilita el intercambio de información de proximidad

Cultura urbana y suburbana

Desde una perspectiva más amplia pero relacionada con la contraposición entre les sociedades urbanas y suburbanas, querría citar la dicotomía que estableció Lluís Racionero. Enfrenta el área del Mediterráneo, zona climáticamente habitable, con el Norte de Europa que es un territorio inhóspito y de aquí surge un determinismo geográfico que da lugar a dos tipos de sociedades que adoptan actitudes diferentes con relación al hecho urbano. Racionero da un dato: en los países nórdicos no existían ciudades hasta al siglo XIII. Según él, el Norte sabe producir mejor y el Sur sabe vivir mejor, los puritanos viven para trabajar mientras que los epicúreos trabajan para vivir. Recientemente, he leído otra versión, en este caso del ensayista norteamericano Jeremy Rifkin que constata que los norteamericanos viven para trabajar y los europeos trabajan para vivir. Señala el dilema que existe entre tecnología y civilización o entre opulencia material y calidad de vida. Habla de volver al ideal epicúreo y humanista del Mediterráneo. Los signos del sistema de vida básicamente norteamericano, y parcialmente nórdico, son los siguientes: la sociedad de consumo, el materialismo del “american way of life”, la salvaje destrucción antiecológica y el abandono del urbanismo humanista.

Ahora bien, calidad de vida equivale a auténtico progreso y, por este motivo, el progreso se puede entender como un aumento generalizado de la calidad de vida en un marco de justicia social y de respeto a la Naturaleza y que, urbanísticamente, se traduce en el modelo de ciudad pública que reclama un fuerte intervencionismo político, lejos del neoliberalismo imperante.

Modelos y densidad

En relación a las ciudades, el concepto de modelo y el parámetro de la densidad se entrecruzan. La ciudad pública aporta un grado mucho más alto de urbanidad que la doméstica. Por otro lado, y hasta un cierto límite superior, a mayor densidad aumenta el carácter urbano. La deducción es que se alcanzará el máximo nivel de calidad urbana escogiendo el binomio ciudad pública / densitat mitjana-alta. Y que el nivel urbano ínfimo se consigue eligiendo la dualidad ciudad doméstica / baja densidad. En cuanto a la pública, hay que aclarar que las densidades altas se refieren al estricto perímetro edificado pero se rebajan significativamente englobando el sistema de espacios abiertos muy imbricado en el tejido. Se trata de la yuxtaposición radical de construcción y vegetación.

Es importante recordar que la opción ciudad pública / baja densidad forma parte del paisaje urbano de muchas poblaciones (muchísimos pueblos con calles formadas por hileras de viviendas unifamiliares) y, por lo tanto, era perfectamente aceptable hasta hace poco tiempo. Pero, atención, la Ecología nos da un toque de alerta y nos advierte que hace falta revisar esta idoneidad. Abona el modelo de ciudad pública pero hay que replantear el parámetro referido a la densidad. Aumentarla significa aumentar la calidad y ocupar menos territorio y siempre con la imprescindible condición de que haya una equilibrada proporción entre edificios (piedras) parques (árboles).

Nuevas circunstancias

Relación

Quisiera enumerar cinco aspectos, de naturaleza diversa, que han aparecido durante las últimas décadas y que afectan a la planificación y también al urbanismo, es decir, al territorio y a la ciudad. Los podemos considerar como a retos a los cuales hemos de hacer frente de una manera u otra. Son los siguientes:

1) – Incremento de la movilidad de les personas y del transporte de mercancías.

2) – Revolución tecnológica representada por la aparición de las tecnologías de la información y la comunicación, las llamadas TIC.

3) - Influencia que los Estados Unidos ejercen en todo el mundo y en todos los órdenes de la vida, incluida la cuestión urbana.

4) - Emergencia de la conciencia ecológica que es traduce en el concepto de sostenibilidad.

5) – Gran ocupación de territorio.

Movilidad

La movilidad de las personas es debida tanto a causas laborales (de carácter diario o no) como por razones de ocio (de carácter semanal, de una cierta periodicidad o bien anual) o por motivos familiares y de relación social, viene posibilitada y fomentada por el nivel de vida que, en el fondo, es el que hace posible los altos índices de motorización y la construcción de infraestructuras viarias cada vez mejores y más rápidas. El promedio de kilómetros recorridos por una persona en un año es muy superior al de hace, por ejemplo, cuarenta años.

Esta movilidad tiene diversos radios de acción: los unos se mueven en el perímetro del municipio, otros en el espacio de un territorio relativamente próximo hasta llegar a viajes a países más o menos lejanos. A efectos de planificación territorial local, conviene focalizar el tejido de relaciones y movimientos que se establecen en un ámbito más amplio que el municipio porque una parte cada vez más grande de sus habitantes mantiene a menudo relaciones con una determinada área exterior. Se puede observar que el individuo moderno vive en “hornacinas ambientales” variadas

El fenómeno de múltiples relaciones en el territorio hace que es difuminen las líneas que separan los términos municipales, lo mismo que pasa, aunque a otra escala, con la globalización que hace más permeables las fronteras entre países. De aquí la importancia y la necesidad de los Planes territoriales y de dirigir la mirada hacia el territorio circundante. Hay tener muy presente las influencias recíprocas que se establecen entre Ayuntamientos de una misma comarca a no ser que es muevan en ópticas político-urbanísticas muy diferentes. Es lo de tener siempre en cuenta el contexto porque el mundo es un gran sistema formado por una miríada de subsistemas. Por lo menos en el caso de los polígonos industriales o de determinados equipamientos, puede ser muy conveniente llevar a cabo políticas urbanísticas conjuntas.

Siempre han existido lazos entre la ciudad y el territorio próximo que le suministraba los medios de subsistencia. El cultivo de los campos del entorno era la despensa que proporcionaba un alto porcentaje de los alimentos para la población urbana. Hoy en día comemos manzanas de Nueva Zelanda o uvas de Chile, por poner dos ejemplos. No obstante, pensando en el aumento de la calidad de vida, sería conveniente retornar al abastecimiento de ciertos productos frescos que provienen de lugares cercanos y, por ello, exentos de todo tipo de manipulación, no solamente durante la fase del cultivo sino también en la fase del transporte y distribución. Este punto tiene una repercusión clara en el planeamiento y obliga a conservar los terrenos fértiles y, por lo tanto, hay que intentar hacer frente a la voracidad de la especulación inmobiliaria y a diseñar con mucho cuidado el trazado de las grandes infraestructuras viarias.

Revolución tecnológica

Realizar una política que favorezca la implantación de las tecnologías de la información y la comunicación (en adelante TIC) tiene consecuencias positivas para las empresas, sea cual sea su dimensión, al ser un eficaz instrumento de trabajo porque las comunica de una manera fácil y rápida con cualquier otro lugar, sea empresa o cliente. La creación de empresas directamente relacionadas con las nuevas tecnologías significa apuntarse a una industria avanzada que equivale a encarar mejor el futuro.

Poner al alcance de todo el mundo (empresas pero también viviendas) la fácil accesibilidad a una gran cantidad de información y a enormes posibilidades de comunicación a distancia es esencialmente bueno. Como siempre, después depende del uso, bueno o malo, que se haga de la misma. Hay un aspecto a comentar. Probablemente, la movilidad física junto con las TIC facilita que algunas personas permanezcan en el su lugar de origen, sea pueblo o ciudad pequeña, o bien algunos ciudadanos de grandes urbes se sientan atraídos para ir a vivir a un ambiente más tranquilo y con un contacto más directo con el campo. Es más probable cuando la persona tiene una especial relación con el espacio abierto o siente una fuerte atracción por la Naturaleza. Por lo tanto, es un factor que propicia, cada vez más, que se acorte la distancia que hay entre vivir en una ciudad pequeña o una de grande. No obstante, la gran ciudad tiene indudables ventajas a pesar de la invasión del coche con su corolario de ruido, contaminación, peligro y ocupación del espacio público y a pesar, también, del déficit crónico de parques urbanos que padecen las ciudades actuales.

Influencia de los Estados Unidos

Hablaré mal de los Estados Unidos y no es que sea un “progre” compulsivamente antinorteamericano. En realidad, en esta crítica también habría que incluir la vertiente urbanística del Movimiento Moderno y, concretamente, la ciudad racionalista. Un trabajo del periodista Vicente Verdú (5) que lleva por título “¿La sociedad americana, la sociedad del futuro?” realiza un magnífico análisis de la sociedad norteamericana. Entre otras cosas, señala Verdú:

* El mundo se americaniza en la medida que se moderniza y se globaliza.

* Estados Unidos ha hecho de sí mismo una referencia ....., y se está al día o retrasado en función de la mimesis con Estados Unidos

* Nunca un fenómeno de colonización tan intenso y cruel, tan absoluto y devastador ha recibido menos oposición ......, opera con la refinada estrategia de la seducción. El imperialismo ha dejado de manifestarse como una dura victoria del extranjero sobre lo indígena. El expediente no es ya sojuzgar sino subyugar. No (se trata de) explotar sino de “modernizar”.

* ..... la influencia de la cultura norteamericana que llegado a este punto no es ya efectivamente “norteamericana” sino parte de nuestra propia vida.

* La preeminencia del hogar sobre la calle, de lo privado sobre lo público, del individualismo utilitario y la comunicación distante es genuinamente norteamericano.

Creo que este texto retrata muy bien que cada vez estamos más influenciados por Estados Unidos pero de una manera casi inconsciente y ahí reside al mayor peligro. En la cuestión urbana, el resultado es nefasto cuando su modelo se aplica a la construcción de los crecimientos de nuestras ciudades. En este tema también se mezclan otros factores ligados al aumento del nivel de vida. Esta intensa influencia consigue que muchas de las características de la típica ciudad norteamericana (que más bien hay que tildarla de no-ciudad o ciudad doméstica) se vean como paradigma de la modernidad y, por lo tanto, dignas de ser imitadas. Concretamente, me refiero a los grupos de viviendas segregados, a las grandes extensiones de viviendas unifamiliares, a los llamados parques de negocios o empresariales, a los centros comerciales y a los “malls” que son planteamientos que se hacen más evidentes en las grandes ciudades pero que su repercusión también llega a las pequeñas ciudades. El criterio que se esconde detrás de este tipo de intervenciones es la creación de bolsas con un uso único y con un carácter bastante autónomo en relación con el resto de la ciudad, aparte de la privatización de ciertos espacios que, tradicionalmente, han formado parte del espacio público. Poco a poco, estamos convirtiendo nuestras ciudades en un puro asentamiento humano, producto de una mentalidad suburbana a la cual le resulta ajena la típica artificialidad que caracteriza el espíritu de la ciudad y también del neoliberalismo imperante en el cual la economía es la medida de todas las cosas. A la larga, las consecuencias negativas son variadas.

En el tema urbano, el aforismo que dice “small is beautiful” se convertiría en “small is urban”. Es curioso que, paralelamente, en la naturaleza se da una profusión de lo pequeño como bien señala Jorge Wagensberg. Está el claro ejemplo del equipamiento comercial: una cincuentena de tiendas de tamaño discreto repartidas a lo largo de un tramo de calle, es decir, bien integradas en el tejido, son mucho más eficaces, urbanamente hablando, que un centro comercial que las incluye en un espacio autista desvinculado del latido ciudadano. Aportan vida urbana, propician una mayor seguridad en el espacio público y responden mucho mejor al reto de la sostenibilidad.

Los centros comerciales contribuyen de manera decisiva a vaciar de contenido las calles y plazas de nuestras ciudades. Esta crítica frontal no ha de hacer perder de vista que también tienen algunas ventajas de tono menor, de manera que es conveniente que el pequeño comercio se agrupe para llevar a cabo una política comercial conjunta con objeto de solucionar algunos servicios al cliente que se pueden poner de relieve si se comparan con las grandes superficies. Pero insisto, desde el punto de vista urbano, habría que prohibir la construcción de centros comerciales.

El tema de fondo es el modelo de ciudad que proviene de los Estados Unidos a través de les imágenes engañosas de modernidad, engañosas al ser una modernidad inconsistente puesto que su único valor cierto es la novedad.

Ecología

La Ecología se puede considerar como la consecuencia de un cambio de escala en la expoliación de los recursos naturales del planeta. Hasta un determinado momento de la historia, el hombre iba extrayendo y utilizando toda clase de recursos de la Tierra como si fueran infinitos bien porque en unos casos el volumen de las riquezas extraídas era relativamente limitado o bien porque se aseguraba su renovación. Además, la generación de residuos, la gran mayoría reciclables, era relativamente pequeña.

Ahora bien, la explotación en grandes proporciones de ciertos materiales en los que se rompe el ciclo gasto/reposición, la aceleración en la extracción de bienes no renovables, la gran necesidad de energía con la utilización de los combustibles fósiles que se agotarán, la aparición de materiales artificiales que no son degradables, junto al aumento constante de la generación de residuos obliga a replantearse muchas de estas cuestiones. Se ha llegado al punto haber traspasado ciertos límites y, además, se ha de tener en cuenta el incremento demográfico. Finalmente, se ha tomado conciencia de la finitud del planeta y es que realmente se ha producido el citado cambio de escala en la proporción de este despilfarro insensato de las riquezas naturales, a causa de un antropocentrismo falto del sentido de la realidad y es la que produce disfunciones ambientales. El necesario cambio de paradigma consiste en el reconocimiento de la Naturaleza, dotándola de valores propios para convertirse en el centro mismo del pensamiento. Abriré un paréntesis referido al antropocentrismo y citaré los cuatro descubrimientos que son advertencias de la sabiduría al narcisismo del ser humano: el asalto cósmico de Copérnico, el golpe biológico de Darwin, el ataque psicológico de Freud y el golpe físico de Einstein según pone de relieve Rojas Marcos. En esta lista, hoy habría que añadir recientes descubrimientos en el campo de la Biología. De hecho, no tendríamos que consumir un volumen de recursos renovables que no se puedan sustituir, no tendríamos que producir residuos que no se puedan asimilar o reciclar y no tendríamos que reducir la biodiversidad. En definitiva, es necesario reconciliar el progreso con la Naturaleza. Una consecuencia importante es que obliga a mantener una mirada global sobre el planeta.

El concepto de la Ecología consiste en adoptar una actitud de respeto: a la Tierra y a las generaciones futuras no dejándoles un planeta degradado, desordenado y empobrecido.

He querido hacer esta aproximación a la Ecología, realizada por un no experto como yo, porque este concepto tiene repercusiones en el urbanismo. Es lógico porque la ciudad tiene que ver con el expolio de cual hablaba y es que contribuye a él de una forma significativa. La ecología es una rama de la biología y esta estudia los sistemas naturales. En consecuencia, los ecólogos urbanos estudian la ciudad considerándola un sistema y concretamente un ecosistema. Este enfoque nuevo, este punto de vista hasta hace poco inédito, es muy interesante porque enriquece el debate sobre el hecho urbano. Los núcleos urbanos se asimilan a los sistemas naturales, los cuales tienden a aumentar su complejidad y el corolario es que les ciudades tendrían que plantearse el mismo objetivo. La ciudad puede ser vista, pues, como un sistema abierto ya que necesita recursos de otros sistemas para mantener su organización de manera que, por sí misma, es insostenible. Por otro lado, la ciudad produce bienes materiales y culturales (entre ellos información), consume recursos (suelo, agua, materiales y energía) y, por último, genera residuos.

Desde la perspectiva ecológica, se trataría de hacer ciudad de acuerdo con un modelo urbano que sea lo menos insostenible posible. Pensemos que hay grados de insostenibilidad. Bien, pues, este modelo ya está inventado, ya existe y no es otro que el de la ciudad pública, es decir, la clásica ciudad mediterránea puesta al día en algunas cuestiones importantes pero no esenciales, de tal manera que su espíritu no solamente sigue siendo válido sino también con garantía de futuro. Apostar por la Ecología es, básicamente, pensar en el futuro. Utilizaré un símil: se ha llegado a la conclusión que la tradicional cocina mediterránea es mucho mejor que la modernidad del “fast food” norteamericano. Pues, lo mismo ocurre con los modelos de ciudad. A estas alturas, llegar a esta conclusión equivale a descubrir el Mediterráneo. Pero es que hay algunos urbanistas y políticos que, en nombre o de una modernidad banal o de un falso progresismo, todavía no lo han descubierto.

Ocupación de territorio

Durante las últimas décadas, en España en general y Cataluña en particular se ha ocupado una gran cantidad de territorio y este hecho nos tendría que hacer reflexionar. Los factores son diversos: infraestructuras viarias, naves industriales/naves logísticas/establecimientros comerciales, viviendas de baja densidad, segundas residencias, aumento del número de viviendas por la existencia de familias más reducidas e incremento del número de equipamientos de todo tipo. Turismo e inmigración son otros tantos factores que, en proporciones diversas según las zonas, contribuyen a esta ocupación. Sin embargo, en este tema hay que introducir muchos matices a causa de las diversas circunstancias en que se encuentran los diferentes países del mundo. Por ejemplo, es evidente la diferencia de escala dimensional entre Europa y América.

Esta gran ocupación de territorio es grave en ciertos àmbitos geográficos y en estos convendría que se reconsiderara la construcción de las viviendas de baja densidad. Una segunda causa son las infraestructuras viarias que afectan centenares de hectáreas. Se hace difícil rebajar la superficie destinada a autopistas o autovías y el problema es más cualitativo que cuantitativo: en la medida de lo posible, no tendrían que pasar por zonas de terrenos fértiles y que la vía fuese permeable para minimizar los efectos negativos de la segmentación del territorio y la fragmentación de los sistemas naturales. En el caso de las naves e industrias, se tendría incidir en un doble aspecto: a) situar los polígonos industriales concentrándolos en unos determinados emplazamientos de carácter supramunicipal y b) darles un tratamiento compacto, parecido a la ciudad que goza de esta misma característica. La concentración de industrias y la compacidad construida facilitarían la posibilidad de instalar transporte público. Además de ocupar territorio, hay establecimientos de carácter diverso (logístico, industrial y semicomercial) situados a lo largo de vías de comunicación que degradan el paisaje. En el tema de los equipamientos, se arrastraba un déficit considerable de la época franquista que se está solucionando de una manera bastante satisfactoria pero, evidentemente, eso exige superficie de terreno. Hay algo a hacer en este punto y es construirlos de una manera más compacta y más integrada en el tejido urbano.

Por último, está la línea de remodelar barrios en vez de construir de nuevos, es decir, rehacer la ciudad más que optar por crecimientos en extensión.

Política urbanística

Objetivos

La organización de un asentamiento humano que, evidentemente ya dispone de los usos residencial, comercial, industrial, algo de terciario y tal vez las TIC, creo que ha de tener dos grandes objetivos o girar alrededor de dos grandes ejes con el añadido de un tercero:

1 -velar por la viabilidad económica de la ciudad (o un área metropolitana o un determinado territorio) e incluso impulsarla

2 –dotar el asentamiento de los siguientes componentes
-buenas infraestructuras de transporte redes de servicios
-calles, paseos y parques con una urbanización de calidad
-gama completa de edificios de equipamientos de todo tipo, de acuerdo con los requerimientos actuales de una sociedad desarrollada


3 - El tercer componente tiene una importancia variable y es la geografía que significa tener en cuenta el marco físico natural en el cual está asentada la población.
Estos tres objetivos formen un gran bloque y, con ellos, se agotan los requerimientos si nos movemos en el campo de la ciudad doméstica. A partir de aquí, comienza la línea fronteriza que separa del modelo de ciudad pública.

B - Traspasado este límite, entramos en el terreno de la verdadera política urbanística, es decir, de la calidad urbana que es el gran objetivo que conforma el segundo bloque. Se trata del valor añadido que transforma un modelo en otro. Adentrados ya en el terreno de la pública, los dos primeros bloques son importantes pero el primero no ha de actuar nunca en detrimento del segundo. Eso significa que la bona marcha de la economía local junto a los otros tres puntos, es una condición necesaria pero no suficiente y, por otro lado, la calidad urbana se va degradando si la ciudad no funciona bien des de la perspectiva económica porque, en este caso, inexorablemente entra en decadencia.

Se ha de puntualizar que no hay ningún tipo de incompatibilidad entre los dos bloques sino que, muy al contrario, la consecución del segundo ayuda y refuerza el primero y esto es especialmente cierto de cara al futuro. De entrada, queda así establecido el marco general en el que caben los diferentes aspectos que han de guiar la acción urbanística.

A partir de aquí, esta calidad significa apostar por la recuperación del espíritu de la ciudad pero poniéndolo al día en una serie de cuestiones. Entramos, por lo tanto, en el tema del modelo urbano el cual incluye una visión territorial y sin olvidar el papel activo que hay adjudicar a la geografía.

Versión original catalana del libro: La confusió de l’urbanisme. Barcelona: Editorial Pòrtic.

Bibliografía

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ROJAS MARCOS, Luis .La ciudad y sus desafíos, héroes y víctimas. Madrid: Espasa Calpe, 1996

RUEDA, Salvador. Barcelona, ciutat mediterrània, compacta i complexa. Barcelona: Ajuntament de Barcelona, 2002

VERDÚ, Vicente. La sociedad americana ¿sociedad del futuro? In ICARO. Ciudad para la sociedad del siglo XXI. Valencia: Colegio Territorial de Arquitectos de Valencia.

WAGENSBERG. Jorge. Ideas sobre la complejidad del mundo. Barcelona: Tusquets editores, 1985

© Josep Oliva i Casas, 2006
© Copyright: Biblio3W, 2006 Ficha bibliográfica

OLIVA i CASAS, J. Oliva i Casas, Josep: La confusión del urbanismo. Ciudad pública versus ciudad doméstica. Las Auditorías Ambientales Municipales, un instrumento para el planeamiento urbano sostenible; diez años de experiencia en Catalunya. Biblio 3W Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona, Vol. XI, nº 628, 20 de enero de 2006. [http://www.ub.es/geocrit/b3w-628.htm]. [ISSN 1138-9796].


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