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Biblio 3W
REVISTA BIBLIOGRÁFICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
(Serie  documental de Geo Crítica)
Universidad de Barcelona 
ISSN: 1138-9796. 
Depósito Legal: B. 21.742-98 
Vol. XI, nº 631,  5 de febrero de 2006

  Divorciadora, profesora de Escuela Normal y Engel

NUÑEZ REY, C. Colombine en la Edad de Plata de la literatura española. Sevilla: Fundación José Manuel Lara, 2005. 699 p. [ISBN: 84-96152-95-2]

Alberto Luis Gómez
Jesús Romero Morante

Universidad de Cantabria



Palabras clave: cultura, literatura, mujeres, escuela

Key words: culture, literature, women, school


“In der Kindheit frühen Tagen hört’
ich oft von Engeln sagen,
…”
Desde hace ya un cierto tiempo, pero con mayor intensidad  en los últimos años, los lectores del Boletín de la SEDHE han podido leer reseñas en las que se informaba de la aparición de trabajos firmados por C. Muñoz, P. Castañeda y S. Mangini. Aunque muy distintas, estas obras, y otras que no citamos aquí, tienen en común su preocupación por resaltar el proceso de emancipación -tanto en ideas como en prácticas socioculturales- de ciertas mujeres que, en muchas ocasiones, fueron primero maestras y luego formadoras de futuras profesoras en los correspondientes centros.

En esta misma línea, si bien con una preocupación centrada en su labor como escritora y periodista, Concepción Núñez ha puesto a nuestra disposición una interesante y premiada biografía en la que, en cinco grandes bloques, nos cuenta las variadas peripecias de la agitada vida de Colombine, es decir, de Carmen de Burgos y Seguí (1867-1932). Tras una breve introducción contextualizadora, en la primera parte -En el mundo de Almería (1867)- se apuntan aspectos relevantes de su entorno vital para resaltar la trascendencia de los estudios de magisterio como vía para, entre 1895 y 1898, salir de un ambiente familiar asfixiante -primero- y, luego, ya en 1901, obtener por oposición una plaza de maestra en la Escuela Normal de Guadalajara. Los lectores de la clásica monografía sobre este centro redactada por Mª del Mar del Pozo, M. Segura y A. R. Díez, publicada en 1986 y que aquí no se cita, intuimos ya que todo lo relativo a la enseñanza formal -otra cosa muy distinta es el magisterio de Colombine en el no menos significativo campo de la educación informal- interesó únicamente de modo secundario a la escritora almeriense.

Esto puede comprobarse en el segundo bloque -En el mundo de Madrid (1901)- del libro que nos ocupa, pues fue justamente entre los años 1901 y el inicio de “la Gran Guerra” cuando, con el pseudónimo y la labor periodística, se inició una nueva época en la que, si bien es verdad que desde 1904 no dejaron de aparecer en ella algunas obras pedagógicas en el ámbito de la Higiene y de las Labores, no lo es menos el que estas aportaciones, pendientes todavía de un análisis sistemático, quedaron totalmente empequeñecidas por otros trabajos -artículos periodísticos, cuentos, conferencias, novelas- con los que nuestra autora se hizo un hueco en la vida literaria española. Entre ellos, y de  modo fundamental, resaltan sus impresiones como viajera por Europa entre octubre de 1905 y agosto de 1906, becada por el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes. Justamente en este periodo, y como consecuencia del impacto público de sus columnas periodísticas, el cambio de gobierno en 1907 y la entrada en el Ministerio de Faustino Rodríguez Sampedro, trajo para la divorciadora -pero no solamente para ella como puede comprobarse leyendo el sugeridor Epistolario de J. Castillejo- algunas dificultades ya que fue trasladada a Toledo, ciudad en la que, entre otras cosas, hizo amistad con J. Besteiro y Dolores Cebrián. La caída del gobierno de Maura en 1907 y el regreso de sus amigos al poder hizo posible su vuelta a Madrid; más tarde, en el mes de febrero de 1911,  alcanzó una de sus grandes metas obteniendo por concurso una plaza de profesora numeraria en la Sección de Letras de la Escuela Normal Central de Maestras. Este mismo verano volvió a viajar por Europa publicando en 1912 su segundo -el primero, Por Europa, apareció en 1907- gran libro de viajes: Cartas sin destinatario.

La tercera parte -La llegada de un nuevo mundo, (1914)- se inicia con un balance de la experiencia intelectual y vital de Carmen de Burgos hasta ese momento, y sigue con el relato de otros viajes por diversos países europeos -nuevamente Suiza, Dinamarca; pensionada por la J. A. E. estuvo también en Argentina en 1913- en los que tiene ocasión de comprobar no solamente los horrores de la guerra sino, además, su efecto emancipador para la mujer. Junto a ello continúa entrevistando como periodista a personajes famosos –también del mundo educativo-, publica su biografía sobre M. Larra, asiste feliz a la boda -en 1918- de su hija con un galán y, justamente cuando había dejado de serlo hacía poco tiempo, difunde en 1919 su militancia en el Partido Socialista desde 1910.

En el cuarto bloque -La búsqueda de otros mundos (1919)- irrumpe Portugal en su vida afectiva -puesto que “El Ventanal” posibilitó en Estoril el refuerzo de su relación amorosa con Ramón Gómez de la Serna iniciada ya en 1909- y en la propiamente intelectual, ya que, sobre todo con su producción periodística, nuestra activista actuó como enlace entre dos países -España y Portugal- tradicionalmente muy alejados. Junto a ello, nos enteramos aquí del agravamiento en 1922 de sus viejos problemas coronarios, de su viaje a Liérganes para “tomar las aguas” y del terrible lío en el que se vio metida por las escandalosas repercusiones de la charla de clausura en un ciclo de conferencias higiénicas o sanitarias pronunciada en noviembre de 1923, no por ella como estaba previsto, sino por una reciente amiga suya -la canaria Mercedes Pinto- quien, con gran valentía y de un modo que ahora diríamos políticamente incorrecto, defendió ante el auditorio las ventajas del divorcio como medida higiénica.

Finalmente, en la quinta parte -Hacia la República (1928)- se nos narran algunos aspectos vitales –separación y divorcio de su hija María,  breve y apasionada relación de Ramón con María que, según se cuenta, dejó al primero “tergirversado” y destrozada a Colombine- que explicarían un cierto regreso de nuestra autora hacia el mundo interior. Si bien enseguida, sobre todo con la llegada de la República en 1931,  Carmen de Burgos recuperó sus tareas públicas defendiendo viejas causas relacionadas todas ellas -educación, derechos cívicos, aborto, antibelicismo, …- con la lucha por la emancipación femenina. Tarea en la que, con matices, había coincidido o coincidía con precursoras de la talla de Emilia Pardo Bazán  -fallecida en 1921- o con otras valiosísimas mujeres como Victoria Kent y Clara Campoamor quien, en su famoso libro sobre El voto femenino, no mencionó para nada la labor pionera de Carmen de Burgos en una lucha a la que dedicó muchos esfuerzos a pesar de que era consciente de su delicada salud. Baste saber a este respecto que, justamente cuando, como siempre y al pie del cañón, participaba el ocho de octubre de 1932 en una mesa redonda sobre educación sexual organizada por  el Círculo Radical Socialista -ella había ingresado en 1932 en el Partido Republicano Radical Socialista-, se sintió indispuesta y, pese a la asistencia médica, falleció en su domicilio en las primeras horas del día siguiente.

La obra se cierra con una sección bibliográfica en la que se incluyen obras de y sobre la escritora, así como otros trabajos que han sido utilizados para la redacción del libro. Hay también una detallada cronología y un útil índice onomástico.

Quienes hayan leído lo escrito hasta el momento habrán podido comprobar nuestro aprecio por el libro de C. Núñez, una persona que ha dedicado muchas horas de su vida -su tesis doctoral sobre Colombine se publicó en 1992- a rescatar del olvido las ideas de una mujer cuyas obras, junto a las de muchos otros, fueron incluidas en las listas de autores prohibidos confeccionadas por las autoridades franquistas. Puesto que la complejidad del personaje estudiado es enorme, es perfectamente comprensible que la biógrafa optase en su momento por analizar con detalle su faceta de periodista-escritora, pasando de puntillas  por todo lo relacionado con su -¿más bien escasa?- labor docente. Aspecto que, si bien de modo parcial, había sido ya analizado desde perspectivas historiográfico-educativas por diferentes autores y autoras: desde los redactores de esa monografía sobre la Escuela Normal de Guadalajara en 1986 hasta una reciente comunicación –“Mujeres y currículum. Carmen de Burgos y María Zambrano”-  presentada en el XV Simposio Internacional de Didáctica de las Ciencias Socialescelebrado en Alicante en el mes de abril de 2004. Entre una y otra fecha, Carmen de Burgos interesó particularmente a P. Ballarín en una comunicación -“Género y mediación curricular: …”- presentada a un Coloquio de la SEDHE celebrado en 1996  y en un libro sobre la educación de las mujeres en la España contemporánea editado cinco años después por Síntesis. Es del todo evidente que en investigaciones por todos conocidas -y manejadas por C. Núñez-, como las de G. M. Scanlon  -en 1976, sobre todo al comentar las ideas en torno al trabajo femenino  y la posición legal de la mujer-, C. Colmenar Orzaes -en 1988- y nuevamente P. Ballarín -en 1996 y 2004-, aparecen en distintos contextos ideas de Colombine y de otras mujeres que, como Magdalena Fuentes Soto, ejercieron la docencia y tuvieron cierta actividad pública.

Con lo apuntado hasta ahora queremos señalar dos cosas: por un lado, la existencia de trabajos histórico-educativos sobre Carmen de Burgos desde hace casi una década y, sobre todo,  los problemas que plantea -al dejar varias cuestiones abiertas- el que, realmente, tanto las historiadoras de la educación como C. Núñez hayan obviado la labor realizada por Colombine dentro del aula.  Veamos cómo se pasa rapidísimamente sobre este asunto. Ya apuntamos que, en 1898, Carmen de Burgos obtuvo en Granada el título de Maestra de Primera Enseñanza Superior. Y, poco después -véase la nota 85 en la página 76-, justamente en el preámbulo de un programa manuscrito firmado en Almería el 20 de julio de 1899, la almeriense señalaba ya la importancia de la educación de la mujer dentro de un discurso regeneracionista más amplio ya expuesto con rotundidad en 1892 por Emilia Pardo Bazán. Tras su traslado de hecho a Madrid a partir de 1901 -recordemos que ella era la profesora titular de la Sección de Letras en la Normal de Guadalajara- C. Núñez nos señala en la página 131 el inicio en 1904 de la publicación de sus primeros trabajos pedagógicos que, lógicamente, estaban relacionados con la higiene infantil y con una materia específicamente femenina: las Labores. Como es sabido, y gracias a su puesto docente, Carmen de Burgos obtuvo financiación del correspondiente Ministerio para hacer visitas profesionales en varios países europeos entre 1905 y 1906. Leyendo el contenido de las páginas 143-160 de esta biografía uno saca en claro dos cosas: por un lado, que, como puede verse por el variopinto contenido de las 55 cartas incluidas en su libro Por Europa, la viajera -el turismo moderno no le interesaba tal y como puede verse en unos comentarios críticos incluidos en la página 148- empleó muy bien el tiempo; y, por el otro, que a pesar de la existencia de menciones por aquí y allá las visitas a centros escolares y a otras instituciones educativas -¡qué diferencia con los viajes de F. Martí Alpera o J. Castillejo!- no le ocuparon muchas horas.Por si fuera poco, y pese a que en el libro citado no hay referencias al viaje a Suiza, en la Memoria justificativa de su viaje -entregada significativamente con muchísimo retraso ya que, como se indica en la página 160, no se incluyó en la Gaceta hasta enero de 1910- se describió el sistema educativo de este país.  Según va leyendo en torno a este asunto al lector no acaban de cuadrarle del todo las cosas -¿estaría realmente allí?- ya que, si bien Carmen de Burgos dijo en su última carta haber visitado Suiza, lo cierto es que la periodista -dada a contar rápidamente a sus lectores lo que estimaba de interés- no llegó siquiera a publicar ese libro sobre “Los Secretos de la Escuela”- del que, al parecer y siempre según C. Núñez -véase el contenido de la nota 162, página 155-, se habla en la Memoria; además, y al hilo de este asunto, no ha de olvidarse que Colombine tampoco se refirió a esta antigua estancia cuando, en el verano de 1914, volvió a Basilea y contaba a sus lectores del Heraldo la estupenda organización social y educativa de un país en el que -así lo narra C. Núñez en la página 356- los niños eran paseados en unos cochecitos que tenían hasta toldo y ruedas. El interés de la biógrafa por resaltar esta clase de contribuciones hace que en la página 173 se haga una rápida e incompleta mención al Real Decreto de 18 de noviembre de 1907 por el que se crea la Junta Central de primera enseñanza, ya que en uno de sus artículos se exigía a los Maestros y profesores Normales la confección de unas Memorias técnicas que habrían de escribirse durante el verano.Como resultado de tal obligación C. Núñez expone en la página 173 que Carmen de Burgos redactó un cortísimo trabajo sobre el tipo de lecturas preferidas por las alumnas de su Escuela Normal que, atendiendo sobre todo a su estilo y llamando la atención sobre la novedad que suponía la propuesta de usar en la enseñanza femenina lecturas actuales, fue bien calificado por el rectorado. Al hilo de los problemas que tuvo en Toledo, y usando como fuente el Diario de las Cortes-Senado de diciembre de 1908, los lectores de esta biografía podemos constatar en las páginas 205-206 que Carmen de Burgos -que residía en Madrid- impartía Historia y Geografía los tres primeros días de la semana; más adelante, y  en el contexto de sus enfrentamientos con los sectores conservadores toledanos, se nos dice en la página 241 que en el verano de 1909 Colombine se quejaba en su columna del Heraldo de los contenidos obsoletos que tenían que aprender unas alumnas a las que, además y por si fuera poco, se les impedía aprender a razonar. Finalmente -no olviden nuestros lectores que hilvanamos únicamente cuestiones referidas el ámbito de la enseñanza formal- Carmen de Burgos fue pensionada por la J.A.E. en el verano de 1913 para visitar Argentina durante seis meses. De modo muy coherente, y como en casos anteriores, la tarea fundamental se centró en la impartición de conferencias y en la toma de apuntes con los que elaboraba sus crónicas periodísticas. A su vuelta, y en una charla dada en Almería -véase la página 344-, Colombine mostraba su aguda mirada criticando la arrogancia del mundillo educativo argentino por haber dejado de lado propuestas tan interesantes como las defendidas en Argentina por A. Posada y R. Altamira.

Resumiendo: el legítimo interés de Concepción Núñez –catedrática de Lengua y Literatura Españolas en un Instituto madrileño- por analizar la figura de Colombine poniendo en el centro de sus preocupaciones sus múltiples y significativas aportaciones en el mundo de la prensa -no en vano, como se apunta en la página 275, en su afiliación al P.S.O.E. indicó como profesión la de periodista a pesar de que era ya profesora numeraria desde hacia casi una década- y en el de la literatura, ha originado el relegamiento del estudio de su labor como docente de la Sección de Letras en varias Escuelas Normales y en otros centros educativos.  Es verdad que este aspecto es menos relevante, pero -opinamos- el análisis -bien enmarcado usando estudios ya existentes que podrían incluirse en el apartado “Otra bibliografía utilizada” incluido al final- posibilitaría la aparición de matices que, sin lugar a dudas, enriquecerían nuestra comprensión de Carmen de Burgos. Junto a ello, sería muy interesante conocer los programas de las asignaturas que impartió para, siquiera de modo indirecto, poder averiguar cómo las entendía científica y metodológicamente; algo que, si bien usando a modo de fuente esos veintidós “Manuales de uso práctico” dirigidos fundamentalmente a un cierto público femenino que se citan al final de la bibliografía de Carmen de Burgos, posibilitaría averiguar el grado de sintonía entre lo que se dice en esta especie de manuscritos escolares y el pensamiento cívico-educativo expuesto por Colombine en sus artículos periódicos, conferencias, cuentos y novelas. En esta misma línea, y sin dejar de reconocer el interés del apéndice fotográfico incluido en este libro -en el que, junto a otras, podemos ver la fotografía de la portada realizada hacia 1901 así como la de su hija María con 26 años-, habría sido interesante la inclusión al menos parcial de algunas de las Memorias ya citadas. Junto a ello, y para hacernos con otras visiones, hubiésemos deseado saber algo de las alumnas de Carmen de Burgos y de los recuerdos que guardaron de sus enseñanzas. Finalmente, tampoco habría estado nada mal tratar de hacerse con una idea sobre la imagen que, al menos como profesional de la enseñanza, tendrían de ella otras profesoras con las que compartió tareas en diversos centros desde 1901.
 Repasando el texto escrito hemos tomado conciencia de la relativa extensión de estas notas y, por ello, conviene acabarlas ya recordando a nuestros lectores que con esta biografía hemos podido introducirnos en el complejo mundo intelectual y afectivo de una mujer, Carmen de Burgos, a la vez poderosa y débil; pero, sobre todo, tanto en el campo de los temas tratados en sus obras como -y de un modo especial- en el de sus vivencias personales, la antigua normalista nos ha interesado como transgresora y protagonista de batallas por alcanzar mayores cotas de conocimiento, libertad, justicia social y -muy importante- felicidad personal luchando contra todo tipo de prejuicios. Cuenta Concepción Núñez en el capítulo sexto de la segunda parte de su libro cómo, comentando a los lectores de la Revista Crítica (noviembre de 1908) el programa operístico del Teatro Real, Colombine, seguramente ya interesada por Ramón puesto que se conocieron en una tertulia celebrada en abril del año citado, apuntaba indirectamente su mundo interior evocando a Tristán y a una Isolda que se le aproximaba; junto a ello -y algo se ha escrito sobre este nebuloso asunto- mencionaba también el amor imposible entre R. Wagner y Matilde Wesendonk que dio lugar a cinco hermosos Lieder compuestos por el músico alemán entre 1857 y 1858 a partir de unos poemas de ella. Puesto que en este libro se narra que en su primera estancia en Nápoles Carmen de Burgos se alojó en una pensión familiar dirigida por una antigua institutriz de las hijas de R. Wagner -la señorita Corsani- no parece del todo descabellado pensar que, en algún momento de su azarosa vida, la apasionadamente enamorada Colombine los haya escuchado. Y, justamente por ello, nos planteamos antes de finalizar nuestra labor cuál de ellos sería su favorito. Creemos que, durante el largo tiempo que duró su relación con Ramón, disfrutaría enormemente con el primero -Der Engel- colocando repetidamente la aguja al inicio del gramófono dejándose envolver por unas notas musicales, una voz de soprano y, también, por un texto que muy bien podría conocer a partir de alguna traducción:
 

© Alberto Luis Gómez y Jesús Romero Morante, 2006

© Copyright: Biblio3W, 2006

Ficha bibliográfica

LUIS GÓMEZ, A. ROMERO MORANTE, J.Nuñez Rey, C.Colombine en la Edad de Plata de la literatura española  Biblio 3W Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona, Vol. XI, nº 631, 5 de febrero de 2006. [http://www.ub.es/geocrit/b3w-631.htm]. [ISSN 1138-9796].
 


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