Biblio 3W
REVISTA BIBLIOGRÁFICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
(Serie  documental de Geo Crítica)
Universidad de Barcelona 
ISSN: 1138-9796. Depósito Legal: B. 21.742-98 
Vol. XIV, nº 820, 25 de abril de 2009


BIGLINO, Paloma. El socialismo español y la cuestión agraria (1890-1936). Madrid: Centro de Publicaciones del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, 1986. 564 p. [ISBN: 84-7434-368-2]


Miriam Hermi Zaar
Colaboradora del Departamento de Geografía Humana
Universidad de Barcelona


Palabras clave: Cuestión Agraria, Partido Socialista Obrero Español (PSOE), Programa Agrario Socialista, Unión General de Trabajadores (UGT)

Key words: Agrarian Question, Spanish Socialist Worker Party (PSOE), Agrarian Socialist Program, General Union of Workers (UGT)


El socialismo español ha ido prestando atención desde finales del siglo XIX a cuestiones candentes por su trascendencia política, social o económica. La política sobre la vivienda obrera y popular en España, fue, con numerosos enfoques, objeto de discusión en los últimos treinta años. Así por ejemplo, la actitud del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) frente al problema de la vivienda obrera, han sido debatida por Luis Arias Gonzáles en su obra El Socialismo y la vivienda obrera en España: 1926-1939: La Cooperativa socialista de Casas Baratas "Pablo Iglesias" (2003), y por María Teresa Martínez de Sas, entre cuyas investigaciones podemos citar la comunicación que presentó al IX Coloquio Internacional de Geocrítica bajo el título “Los comienzos de un problema secular: la política sobre la vivienda obrera y los alquileres en los primeros socialistas españoles”, publicada en las páginas de Scripta Nova[1]. También pueden citarse los estudios de Mercedes Tatjer sobre las cooperativas de viviendas en Barcelona en el primer tercio del siglo XX[2].

En esa línea de investigaciones históricas sobre el pensamiento socialista, el libro que ha publicado Paloma Biglino es especialmente relevante por el enfoque y por la importancia del resultado.

Faltaba en la bibliografía española un estudio que abordara el problema de la cuestión agraria considerada desde la perspectiva del socialismo, ya que las investigaciones realizadas y publicadas confirman que tanto el PSOE como los Sindicatos Católicos, el Partido Comunista y las Organizaciones Ácratas ejercieron, aunque a veces no coincidiendo cronológicamente, una fuerte influencia en la organización de los trabajadores agrícolas y en la legislación agraria vigente en el último siglo. 

Este libro es resultado de la tesis doctoral de la autora dirigida por Antonio Elorza Dominguez y defendida en 1986 en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense. Según la autora, tiene como objetivo “intentar aclarar la forma en la que el socialismo español se enfrentó al tema agrario” y el objeto de estudio ha sido tanto la historia del PSOE como de la UGT.

El período que abarca la investigación (1890-1936) se inició con los planteamientos que surgieron a mediados de la década de los ochenta del siglo XIX cuando aparecieron los primeros grupos de organización socialista; y concluyó con las elecciones del Frente Popular. Analiza las diferentes formas de actuación y las divergencias internas que afectaron a la expansión o la retracción del movimiento de organización de los campesinos, así como los avances sociales y económicos obtenidos durante las casi cinco décadas estudiadas.

Para su análisis la autora utilizó los periódicos de la época, especialmente El Socialista, las Memorias y Actas de los Congresos Socialistas así como los trabajos de investigación histórica y textos del período analizado, lo que da a la obra carácter amplio y original.

Paloma Biglino Campos es licenciada en Derecho, y doctora en Ciencias Políticas y Sociología. Actualmente es catedrática en la Facultad de Derecho de la Universidad de Valladolid, Facultad de Derecho y desde mayo de 2008 es directora del Centro de Estudios Políticos y Constitucionales. Ha escrito o coordinado varios libros y decenas de artículos sobre temas relacionados con política y legislación (Europa y Comunidades Autonómicas), e igualmente con democracia, ciudadanía y derechos. Uno de sus trabajos relacionados con la obra que estamos reseñando fue publicado en Estudios de Historia Social bajo el título “Cuestión agraria y Marxismo: la elaboración del programa agrario del P.S.O.E.”[3].


La estructura y el contenido del libro

En España, un país esencialmente  agrario, la cuestión agraria ha sido motivo de debate a partir de finales del siglo XIX. Las condiciones de subdesarrollo en que se encontraba el país, principalmente en las áreas agrícolas de Andalucía, Extremadura y Castilla, con una estructura agraria basada en el latifundio, y las formas para intentar sacar el trabajador agrícola de la miseria, representaron durante décadas el talón de Aquiles del campo español.

Con base en esta realidad, la autora, en la introducción, elabora una reflexión del debate internacional sobre la cuestión agraria y su repercusión en España, señalando que la influencia del pensamiento de Karl Kautsky sobre la pequeña explotación afectó a este debate y destacando las primeras iniciativas del PSOE acerca de los obreros del campo.

La autora divide en seis las diferentes fases de relación por las que pasó el Partido Socialista y los trabajadores agrícolas. Inicialmente, y con referencia al período 1890-1909, muestra un PSOE preocupado por el trabajador industrial y muy débil con relación al trabajador rural, aunque, tuviera un papel importante tanto en el auge como en la crisis de las primeras organizaciones agrarias. Esto queda reflejado en el relato sobre la constitución de innumerables asociaciones y como éstas actuaron en las huelgas de Teba (1902) y de Castilla la Vieja (1904), así como la retracción del movimiento[4]

A partir de 1909, con la integración de los socialistas en la vida nacional y la necesidad de ampliar la base de apoyo al Partido, comenzaron a presentarse nuevos planteamientos y fue entonces cuando alcanzó cierto relieve la cuestión agraria. Para que aumentasen el número de afiliados y de asociaciones urgía ofrecer a los campesinos un programa agrario. Tanto la Escuela Nueva como las Juventudes Socialistas le dieron una importancia prioritaria y el tema fue incorporado a las tareas del IX Congreso del Partido en 1913[5]. Como respuesta, tanto Andalucía como Extremadura duplicaron el número de afiliados[6].

El problema, así como la orientación que debía darse al contenido del nuevo programa, estaban abiertos. El objetivo era redactar el Programa Agrario manteniendo los presupuestos ideológicos básicos del Partido Socialista (lucha de clases, colectivización) y, al mismo tiempo, adoptar medidas a corto plazo que, aunque aceptadas como compatibles con las aspiraciones del socialismo, podían estar, según la autora, en clara contradicción con las mismas. El debate, reflejado en la obra, destaca que son muchos los testimonios que ponen de manifiesto antes del X Congreso del PSOE (1915) la vinculación entre el Programa Agrario y la protección a sectores no asalariados de la agricultura tales como arrendatarios, aparceros, pequeños e incluso medianos propietarios. Estos últimos porque tenían dificultad para aceptar los principios que orientaban el programa de PSOE acerca de la propiedad privada.

Las dos posturas principales que se enfrentaron en el debate fueron, por un lado, siguiendo la estrategia global del Partido, admitir la posibilidad de defender a corto plazo los intereses de la población campesina no asalariada, excluidos los propietarios e insistiendo en que, a largo plazo, estos deberían ser incorporados al ideal colectivista. Por otro lado, una posición que puede considerarse reformista, en la que se encontraban los que consideraban la cuestión agraria como un problema con caracteres singulares, que exigía del Partido Socialista soluciones específicas, y defendían la incorporación en el Programa Agrario de todos los trabajadores agrícolas asalariados o no.

Aunque rechazado en el X Congreso del PSOE (1915), debemos destacar el proyecto de Antonio Fabra Ribas y sus dos principales rasgos: su índole reformista (protección a la pequeña explotación y que la mayor parte de las reivindicaciones se planteaban frente al Estado) y su parcial inadaptación a la estructura de la agricultura española (ya que dejaba de lado a los jornaleros).

La aprobación del Programa Agrario en el XIII Congreso (1918) dio lugar, según la autora, a un texto de características ambiguas y desconectadas ya que encubría un reformismo disimulado. Esto se refleja, por ejemplo, en medidas como la de liberar la pequeña propiedad de futuras expropiaciones, la de no fomentar su expansión y ofrecerle la alternativa de la concentración parcelaria y la cooperación; pero también con la creación de las Cajas de Crédito y la organización del seguro obligatorio contra las plagas del campo y las epizootias del ganado. De la misma forma, en el Programa se incluían más reivindicaciones de los arrendatarios y colonos que de los obreros agrícolas[7].

Como resultado de la aprobación del Programa Agrario, así como del incremento de la propaganda y del empeoramiento de las condiciones de los trabajadores, los movimientos huelguísticos se extendieron esencialmente a las regiones agrarias de Extremadura, Aragón y Levante y con ellos surgieron, a partir de 1919, numerosas federaciones provinciales como la de Córdoba, Granada, Málaga y Almería. Este hecho hizo que las fuerzas socialistas casi cuadriplicasen su número entre junio de 1918 y diciembre de 1920, y que esta situación culminase con la celebración de un Congreso Agrícola en octubre del mismo año y con un primer intento de crear la Federación Nacional Agrícola[8].

Durante este período, considerado como reformista, se dibujaron dos modelos distintos, que dieron lugar a amplios debates en España. De un lado el bolchevique, que defendía una transformación revolucionaria de la sociedad; y de otro, un modelo seguido mayoritariamente en los países europeos, cuyo objetivo esencial era remover los obstáculos tradicionales para el desarrollo del capitalismo, evitando al tiempo la extensión del bolchevismo[9]. El resultado fue la elaboración de tres importante proyectos: el “Proyecto de Reforma Agraria” de Fernando de los Ríos, el “Proyecto de bases” (elaborado por una minoría socialista) y el “Código o Estatuto del Trabajo” (de la UGT).

Sin embargo, el surgimiento de una nueva actitud, argumentada por Gabriel Morón, que defendía la construcción de una sociedad comunista se oponía a la línea reformista adoptada por las organizaciones socialistas, parece haber sido una de las causas de un nuevo acontecimiento: la escisión del PSOE. Un acontecimiento que la autora analiza detalladamente, reflexionando sobre la forma en que influyó en la cuestión agraria.

Asociado con lo que venía ocurriendo en otros países europeos, esto hizo que entre 1919 y 1921 en España, igual que en Francia, Italia y Alemania, prevaleciera una mentalidad fundamentalmente obrerista: el debate sobre el tema agrario dejó de centrarse en la formalización de reivindicaciones a favor de la población agraria, para girar en torno a la estrategia a seguir para la adhesión de la misma al Partido Socialista.

Durante los Congresos del PSOE de 1919, 1929 y 1921 la cuestión agraria quedó en segundo plano. Asimismo, entre 1924 y 1930 - un período marcado por la Dictadura de Primo de Rivera y, consecuentemente, por el estancamiento y debilidad de las organizaciones obreras, especialmente entre los jornaleros de las zonas de latifundio -  la política agraria socialista estuvo dominada por el retraimiento político y la preocupación organizativa. Ejemplo de esto fueron los hechos que se produjeron en este período: la elaboración de los Estatutos de la Federación Nacional de Trabajadores de la Tierra (FNTT) como lo más significativo del XV Congreso de la UGT (1922); la celebración del Congreso Regional de las Sociedades Obreras adheridas a la UGT en Barcelona, en enero de 1925; la elaboración por J. Durán del Programa Obrero Agrícola de Cataluña de carácter esencialmente reformista; la puesta en marcha del Servicio Nacional de Crédito Agrícola; y  la realización de una encuesta agraria elaborada por Fernando de los Ríos y que tenía como finalidad obtener un conocimiento más detallado de la estructura agraria y de otros problemas agrarios del país. El PSOE también reforzó sus lazos con otros partidos socialistas europeos, participó de la Conferencia dedicada al tema agrario que se celebró en Marsella en 1925, y publicó a través de El Socialista una encuesta agraria internacional promocionada por la Agencia Internacional de la Prensa Socialista, cuyas principales conclusiones son recogidas por la autora.

Entre 1928 y 1930 ganó fuerza el intento de extender la organización socialista a la agricultura y la reactivación del interés por los problemas agrarios. La creación de los Comités Paritarios (tribunales arbitrales que debían servir de mediadores entre el capital y el trabajo) constituyó un poderoso instrumento para que los socialistas planteasen nuevamente el tema de la propaganda y de la organización de los campesinos. El Folleto de propaganda ¡Despierta labrador! y la constitución de la Federación Nacional de Trabajadores de la Tierra fueron los acontecimientos más importantes de un período que contribuyó decisivamente a la formación del pensamiento socialista que caracterizaría a la II República.   

En el poder a partir de 1931, los socialistas pusieron en práctica el Programa Agrario que contiene las reivindicaciones de los campesinos. Como bien relata Paloma Biglino, el rápido crecimiento del movimiento, esencialmente en zonas agrarias como Andalucía y Extremadura, y la coyuntura económica que atravesó el país en aquel período hicieron que el PSOE, diese prioridad a las políticas agrarias con el objetivo de modernizar las arcaicas estructuras de las relaciones económicas y laborales de país.

El objetivo era limitar los privilegios tradicionales de los patronos y mejorar el nivel de vida del proletario agrícola, mientras que los temas que se referían a los campesinos no asalariados pasaron a ocupar un lugar marginal. La mayor parte de la legislación aprobada en el bienio 1931-1933 correspondía a las reivindicaciones que contenía el Programa Agrario Socialista. La Ley de Bases de Reforma Agraria fue un importante instrumento para limitar el poder económico y político de los terratenientes a través de la intervención del Estado. El objetivo era transformar la agricultura y con ella renovar la vida nacional, potenciando a la vez los restantes sectores productivos. Sin embargo, este conjunto de leyes, que la autora analiza explícitamente, no dejó inmovilizados a los latifundistas; su reacción se centró, principalmente, en el abandono de los cultivos y en la mayor utilización de máquinas, si bien el Gobierno supo responder con otras leyes que ofrecían nuevas garantías a los trabajadores.

Aunque esta legislación no pretendió transformar de forma revolucionaria las relaciones de producción, lo cierto es que, según Paloma Biglino “fueron mucho más allá de lo que en un principio cabía esperar”. Entre otros, se comprobó la evolución de los salarios y se restringió la posibilidad de los propietarios de controlar el mercado de trabajo con la política de intervención activa del Estado sostenida por la comisión de las organizaciones obreras[10].

El planteamiento de los socialistas en relación con la elaboración de la Ley de Reforma Agraria era que tanto el minifundio como la parcelación de la tierra llevarían el campesino a la miseria. Para ellos, la alternativa era la nacionalización de los latifundios y su explotación colectiva. Una postura que estuvo complementada con el respeto a la existencia de los pequeños campesinos organizados en cooperativas y el rechazo explícito a cualquier actitud revolucionaria.

El proceso de elaboración y de aprobación de la Ley fue complejo. Se creó la Comisión Técnica Agraria con la finalidad de proponer al Gobierno las medidas necesarias para llevar a cabo la implantación de dicha ley, pero las opiniones de los socialistas y de los miembros de ésta comisión  fueron discrepando cada vez más a medida que se elaboraban los textos. Entre las divergencias estaban, la ocupación temporal de las tierras, la forma de organizar las explotaciones, las zonas geográficas afectadas por la Reforma, las tierras que deberían ser puestas a disposición de los campesinos y la cuantía del impuesto progresivo sobre la renta. A pesar de las duras críticas que sufrió, incluso del PSOE que tenía criterios más radicales para el texto redactado por la Comisión, la Ley, de carácter moderado, fue aprobada por el Parlamento en septiembre de 1932. El PSOE no tuvo otra alternativa que aceptarlo, porque tenía objetivos que esencialmente no diferían de la alternativa socialista: pretendía “transformar la agricultura como medio de fortalecer la economía, favorecer a los trabajadores del campo y robustecer a la República”. No obstante, no coincidía con los que se consideraban los objetivos últimos del socialismo: la abolición de la propiedad privada como medio de alcanzar la sociedad sin clases[11].

En este contexto, y considerando el progresivo deterioro de la situación social en la agricultura, muy bien detallado por la autora, era necesario conseguir una efectiva aplicación de la Ley. Sin embargo, la constitución de un Instituto de Reforma Agraria, que no consiguió funcionar, el aplazamiento de las leyes que debían completar la reforma agraria y la creciente conflictividad en las relaciones obreros-patrones, caracterizaron el final de este período.   

La última parte del libro está dedicada a la radicalización de los socialistas y a la crisis de la organización socialista campesina entre 1933 y 1936. Este proceso se inició después de las elecciones de 1933 en las que triunfaron las fuerza conservadoras; con ello, como se sabe, se produjo un retroceso en las mejoras conquistadas por los trabajadores durante el primer bienio republicano y, como consecuencia, surgieron reacciones de los trabajadores del campo partidarios de desarrollar acciones más decididas frente a las persecuciones patronales y en defensa de sus derechos.

Esta nueva situación repercutió en la dirección de la Federación Nacional de Trabajadores de la Tierra la cual fue sustituida por un nuevo cuadro de dirigentes, entre los que se destacaba R. Zabalza, que seguían la línea encabezada por Largo Caballero. En este contexto la autora pone de manifiesto los principales hechos que llevaron a las tensiones vividas dentro del PSOE, a través de los diferentes planteamientos de Largo Caballero e Indalecio Prieto, al mismo tiempo que confronta los programas de estos últimos, la posición moderada de Julián Besteiro (UGT) y la actuación de la Federación Nacional de Trabajadores de la Tierra (FNTT)[12].   

El descenso de los salarios, el incremento del paro (un 33% de los braceros agrícolas en los últimos meses de 1933), las persecuciones, el incumplimiento patronal de la legislación y la desilusión ante al incapacidad demostrada por la República para dar continuidad a la Reforma Agraria y acabar con el problema del hambre en el campo, hicieron que las 198 huelgas agrícolas de 1932 se transformasen en 448 en 1933[13].

Sin embargo, esta realidad no fue sinónimo de cohesión y de aumento de afiliados. Al contrario, el año de 1933 representó para la mayoría de las organizaciones socialistas el momento en el que se inició un período de crisis, provocado, según la autora, por la expansión del Partido Comunista, pero igualmente por las críticas a la actitud del PSOE y de la UGT para los que se proponía una nueva forma de actuar en la que “en vez de intentar realizar ‘la revolución desde arriba’, se atuvieran a los puntos de vista de las organizaciones provinciales, resumidos en los acuerdos de los Congresos”[14].

En medio del malestar de los campesinos y de numerosos paros parciales escalonados, el 5 de junio de 1934 se inició una huelga cuyos objetivos consistían en recuperar parte de las mejoras conquistadas en el bienio anterior;  tuvo mayor repercusión en las zonas de latifundios como las provincias extremeñas y andaluzas, Castilla (sobre todo en Salamanca y Zamora), norte de Zaragoza,  Navarra y Alicante. La autora estudia con detalle la postura del PSOE, UGT, FNTT y del Comité Central del PC sobre el movimiento, así como las causas de su “fracaso” y hace hincapié en que los motivos principales fueron la ausencia de una adecuada coordinación, la negativa de la UGT a apoyar la acción y la desproporcionada represión ejercida por el gobierno. A partir de junio de 1934, la organización agraria socialista entró en una fase de profunda crisis, motivada sobre todo por la represión ejercida contra sus miembros. Esto determinó la ausencia de los campesinos en el movimiento revolucionario de octubre de 1934, y en los meses posteriores los problemas del campo pasaron a ocupar un lugar secundario en las preocupaciones socialistas.

En conclusión, la autora recoge las gestiones para la elaboración del Programa del Frente Popular con relación a la cuestión agraria. Para ello analiza las propuestas del PSOE, presentadas por iniciativa de Largo Caballero, las críticas de los dirigentes socialistas Indalecio Prieto y Fernando de los Ríos y el programa alternativo del Partido Comunista. El texto final del Programa fue dividido en tres grandes apartados. El primero incluía una serie de medidas referidas a los “cultivadores directos”; el segundo, contenía mejoras técnicas destinadas a incrementar la producción; y el tercero, proponía un conjunto de medidas para la reforma de la propiedad de la tierra, estimulaba la cooperación y la explotación colectiva. Sin embargo, el Programa no hacía referencia directa a la Ley de Reforma Agraria, aunque ofrecía a los jornaleros llevar a cabo “una política de asentamientos de familias campesinas, dotándolas de los auxilios técnicos y financieros precisos”. Una situación que según la autora no alcanzaba siquiera los niveles de reformas ensayadas durante los primeros años de la República[15].

La obra incluye nueve apéndices que permiten al lector tener acceso a diferentes documentos comentados y discutidos en los diferentes capítulos. Se trata de dos Proyectos de Programas Agrarios de Antonio Fernández de Velasco (1911), de A. Fabra Ribas (1915), del XIII Congreso de la UGT (1918), del PSOE (1928), del Frente Popular (1935) y del Partido Socialista de 1936 (apéndices 1, 2, 3 y 4 respectivamente). A continuación los apéndices 5, 6 y 7 tratan del número de afiliados agrícolas de la UGT (1920-1922 y 1930-1933) y del PSOE (1912-1932); y los apéndices 8 y 9 presentan los cuatro documentos que componen La elaboración del Programa del Frente Popular en materia agraria y el Proyecto del Programa Agrícola del Partido Socialista.


Una aportación de gran interés y un debate para el futuro

Como hemos podido observar, esta obra analiza las diferentes formas de actuación del Partido Socialista Obrero Español frente a la cuestión agraria en España. Aunque el análisis parte de finales del siglo XIX, fue  a partir de la segunda década del siglo XX cuando la actuación socialista gana importancia, con su integración en la vida política del país y la necesidad de ampliar la base de apoyo. La elaboración y aprobación del Programa Agrario tuvo este objetivo y fue el sustento de su actuación durante la II República.

Desde el poder, el partido socialista tuvo la oportunidad de promover la modernización de las arcaicas relaciones económicas y laborales existentes entonces en el país. La Ley de Reforma Agraria representó este intento de cambio.

Sin embargo, tanto la elaboración del Programa Agrario Socialista  de 1918, como la aprobación de la Ley de Reforma Agraria en 1932, y el Programa del Frente Popular firmado en 1936 fueron  procesos arduos, que esta obra de Paloma Biglino se propone diseccionar. Para mostrar esto, la autora recoge, además de gran cantidad de informaciones relacionadas con el PSOE, impresiones de autores que ya habían tratado el tema y elabora un minucioso análisis de las diferentes situaciones coyunturales y de crisis interna por las que pasa el Partido y como este procede en cada una de estas etapas respecto a la cuestión agraria, siempre dentro del contexto político europeo y español.    

Este esfuerzo es evidente cuando la autora analiza los embates políticos para la elaboración y aprobación del Programa Agrario, de la Ley de Reforma Agraria y el Programa del Frente Popular. La descripción detallada de los hechos y su análisis refleja la diversidad de propuestas y de modelos de cómo deberían ser redactados los Programas y Leyes que modificarían la estructura agraria española. En un lado estaban los que defendían la lucha de clases y la colectivización, y cuando ésta no fuera posible, el cooperativismo; en otro estaban los que querían la construcción de una sociedad comunista con la nacionalización de las tierras; y en un tercer lado, siguiendo mayoritariamente a los países europeos, se encontraban los que pretendían sencillamente remover los obstáculos para el desarrollo capitalista. Una mezcla de planteamientos ricos y diversos en su contexto y debate, pero que enturbiaron el polémico y problemático proceso de Reforma Agraria Española, impidiendo finalmente que se llevara a cabo.

Se trata de un trabajo de importante valor histórico, tanto sobre la actuación del PSOE, de la UGT y de otros partidos políticos respecto al intento de realizar la Reforma Agraria, como sobre la realidad socioeconómica de los trabajadores agrícolas, a los movimientos de organización y las reivindicaciones de éstos, muy bien relatados y analizados por la autora a partir de documentos que revelan facetas importantes, poco conocidas de la historia política, social y económica de la España contemporánea.

Esta obra debería dar lugar a comparaciones con países Iberoamericanos. En el caso de Brasil, que conozco bien, se podrían plantear estudios respecto a la actuación de Gobiernos, Partidos Políticos y Sindicatos, frente a determinados sectores económicos o más específicamente frente a determinados segmentos de trabajadores como los agrícolas. Entender el proceso de organización de los trabajadores y las entidades políticas que los apoyaron, así como los avances y retrocesos sociales y económicos que se produjeron, significa, principalmente para países como Brasil, una oportunidad de promover un amplio debate sobre un problema que viene arrastrándose hace siglos: la cuestión agraria. 


Notas

[1] María Teresa Martínez de Sas. Los comienzos de un problema secular: la política sobre la vivienda obrera y los alquileres en los primeros socialistas españoles, 2005. Otras publicaciones suyas relacionadas con el Partido Socialista o al Socialismo:
a) El Partido Socialista y la "España Oficial": Pablo Iglesias en las Cortes de 1910-1913. Tesis dirigida por Carlos Seco Serrano. Universidad de Barcelona, 1973.
b) Socialistas, anarquistas e insurreccionalismo republicano (1876-1878), 2005, p. 59-72;
c) Los programas socialistas. Estudios de Historia de España: homenaje a Manuel Tuñón de Lara, 1981, p. 363-378.

[2] Mercedes Tatjer. Los orígenes de la vivienda social en Barcelona: las cooperativas de viviendas en el primer tercio del siglo XX, 1997.

[3] Número 26-27, julio-diciembre 1983 (Ejemplar dedicado a Carlos Marx 1818-1883), pp. 257-339. [ISSN 0210-1416]

[4] A partir de la página 46 la autora hace un importante relato histórico sobre la organización y la propaganda en los núcleos de diferentes provincias españolas, así como del incremento de la afiliación  y su retroceso a partir de un conjunto de causas bien distintas como: a) la incapacidad del discurso socialista en alcanzar una sólida implantación, basada principalmente en la ausencia de un análisis específico de la cuestión agraria y de las relaciones de clase en la agricultura, lo que demuestra, según el análisis de las actas de las sesiones del Comité Nacional hecho por la autora, la insensibilidad del organismo ante las reclamaciones y problemas creados por el creciente número de sociedades agrarias; b) la emigración agrícola; c) al anarquismo que logró una mayor y más rápida implantación en las zonas agrarias del país; d) a partir de 1905 y tras la huelga castellana, comenzaron a aparecer numerosos sindicatos de carácter mixto o católicos creados por iniciativa patronal. 

[5] Aunque se trataron de planteamientos reformistas, fue a partir de ellos que se inicia un acercamiento del socialismo hacia la población campesina. Las bases redactadas por Fernández de Velasco constituían un elaborado y minucioso programa agrario bastante alejado de los planteamientos socialistas ya que la mayor parte del texto estaba dedicado al pequeño labrador (propietarios con menos de 40 ha). Aun así alcanzaron un cierto relieve e influyeron en el trabajo de A. Fabra Ribas encargado de redactar un proyecto de Programa Agrario. 

[6] Tanto las campañas de propaganda de Pablo Iglesias como la huelga agraria que estalla en Andalucía pusieron de manifiesto la dura realidad de los trabajadores agrarios andaluces y este fue sin duda el motivo principal del aumento del número de afiliados, tanto en Andalucía como en Extremadura.

[7] En el debate del Programa Agrario se diseñaron tres actitudes distintas: la reformista de Antonio Fabra Ribas, la de Verdes Montenegro en defensa del mantenimiento de los principios teóricos y prácticos que hasta entonces había orientado el Partido, y la actitud de Eladio Fernández Egocheaga que sin planteamientos teóricos pretendía atraer hacia el movimientos los jornaleros ofreciéndoles una serie de reivindicaciones para la conquista de mejoras inmediatas (p. 139-148).

[8] En Jaén, así como en Cáceres y Badajoz, fueron  los obreros que organizaron y controlaron las federaciones obreras (p. 195).  Este avance fue puesto de manifiesto por Pablo Iglesias, quien dedicó al tema cuatro capítulos publicados en El Socialista de 5, 7 y 18 de junio y 11 de julio de 1919 (p. 198, nota 59). Más informaciones a respecto pueden ser encontradas entre las páginas 196 y 205.

[9] Con base en esta afirmación la autora hace una comparación entre el modelo adoptado en Rusia (con base en la línea trazada por Engels) que había confiscado las grandes propiedades, nacionalizado las tierras y creado los Soviets y el método seguido en Europa Central y Occidental, con la parcelación de propiedades y el fomento al cooperativismo (p. 216-222).

[10] A pesar del carácter moderado de la legislación social aprobada en el primer bienio republicano se pretendió modificar la estructura agraria tradicional, limitando los poderes de la oligarquía terrateniente. Igualmente, la negociación colectiva a través de los Jurados Mixtos, la imposición a la contratación dentro de los Términos Municipales y la limitación de la jornada laboral, fueron medidas que beneficiaron a los obreros y por supuesto alteraron la posición de privilegio de los patronos (p. 342-347).

[11] Aunque en determinados aspectos la Ley carecía de la profundidad y radicalidad que los socialistas pretendieron imprimirle, la identidad substancial de los planteamientos globales condujo a una postura de conformidad con lo aprobado por el Parlamento (p. 348-373).

[12] Páginas 395-406.

[13] A partir de la página 406 la autora hace un estudio detallado sobre la situación de las organizaciones campesinas en Jaén, Cáceres, Córdoba y Navarra así como de los principales conflictos que existieron entre 1933 y 1934.

[14] Comisión ejecutiva de la Unión General de Trabajadores. Unión y Trabajo, 22 de julio de 1933. Citado por la autora en la página 423.

[15] El texto aparece publicado en El Socialista de 16 de enero de 1936. La autora lo reproduce en la página 487. La discusión sobre el Programa se encuentra entre las páginas 478 y 492.


Bibliografía complementaria

ARIAS GONZÁLES, Luis. El Socialismo y la vivienda obrera en España: 1926-1939: La Cooperativa socialista de Casas Baratas "Pablo Iglesias”. Salamanca: Universidad de Salamanca Ediciones, 2003. 333 p.

BIGLINO, Paloma. Cuestión agraria y Marxismo: la elaboración del programa agrario del P.S.O.E. Estudios de Historia Social. Número 26-27, julio-diciembre 1983 (Ejemplar dedicado a Karl Marx 1818-1883), pp. 257-339. [ISSN 0210-1416]

MARTÍNEZ DE SAS, María Teresa. El Partido Socialista y la "España Oficial": Pablo Iglesias en las Cortes de 1910-1913. Tesis dirigida por Carlos Seco Serrano. Universidad de Barcelona, 1973.

MARTÍNEZ DE SAS, María Teresa. Los programas socialistas. Estudios de Historia de España: homenaje a Manuel Tuñón de Lara. Coord. Santiago Castillo, Vol. 1, 1981, p. 363-378. [ISBN 84-500-4519-3]

MARTÍNEZ DE SAS, María Teresa. Los comienzos de un problema secular: la política sobre la vivienda obrera y los alquileres en los primeros socialistas españoles. Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales. Barcelona: Universidad de Barcelona, 1 de agosto de 2005, Vol. IX, núm. 194 (22). http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-194-22.htm.  [ISSN: 1138-9788]

MARTÍNEZ DE SAS, María Teresa. Socialistas, anarquistas e insurreccionalismo republicano (1876-1878). Historia Social, Nº 52, 2005, p. 59-72. [ISSN 0214-2570]

TATJER MIR, Mercedes. In Horacio CAPEL y  Paul-André LINTEAU (organizadores) Barcelona-Montréal. Desarrollo urbano comparado/Développement urbain comparé. Barcelona: Universidad de Barcelona, p. 413-435. Versión eletrónica <http://www.ub.es/geocrit/tatjbcn.htm>.

ZAAR, Miriam Hermi. La viabilidad de la agricultura familiar asociada: el caso del Reasentamiento São Francisco/Cascavel/PR/Brasil. Tesis doctoral dirigida por Dr. Horacio Capel Sáez. Universidad de Barcelona, 2007, 718 p.

ZAAR, Miriam Hermi. La economía solidaria como solución a la sostenibilidad de la agricultura familiar: el caso del Reassentamento São Francisco, Cascavel, PR, Brasil.  Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales.   Barcelona: Universidad de Barcelona, 1 de agosto de 2007, vol. XI, núm. 245 (49). <http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-24549.htm> [ISSN: 1138-9788]

ZAAR, Miriam Hermi. El cooperativismo agrario en Brasil. Biblio 3W, Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona, Vol. XII, nº 750, 25 de septiembre de 2007. <http://www.ub.es/geocrit/b3w-750.htm>. [ISSN 1138-9796].

ZAAR, Miriam Hermi. La agricultura familiar y su función transformadora: Diez años de Reassentamento São Francisco, Cascavel, PR, Brasil. Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales.  Barcelona: Universidad de Barcelona, 1 de agosto de 2008, vol. XII, núm. 270 (77). <http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-270-77.htm> [ISSN: 1138-9788]


© Miriam Hermi Zaar, 2009
© Biblio3W, 2009

Ficha bibliográfica:

ZAAR, Miriam Hermi. Biglino, Paloma. El socialismo español y la cuestión agraria (1890-1936). Biblio 3W, Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona, Vol. XIV, nº 820, 25 de abril de 2009. <http://www.ub.es/geocrit/b3w-820.htm>. [ISSN 1138-9796].


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