Biblio 3W
REVISTA BIBLIOGRÁFICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona 
ISSN: 1138-9796. Depósito Legal: B. 21.742-98 
Vol. XV, nº 895 (9), 5 de noviembre de 2010

[Serie  documental de Geo Crítica. Cuadernos Críticos de Geografía Humana]

 

DESAPARECE EL BARRIO DE ICARIA, NACE LA VILA OLÍMPICA

Francesc Caballé
Historiador. Veclus - Gestió i documentació del patrimoni arqueològic. Assesorament històric per a la rehabilitació arquitectònica
francesc@veclus.cat


Recibido: 2 de agosto de 2010. Aceptado: 30 de septiembre de 2010.


Desaparece el barrio de Icaria, nace la Vila Olímpica (Resumen)

Entre las grandes obras de transformación urbana que se ejecutaron en Barcelona a raíz de la celebración de los juegos olímpicos de 1992, destaca el derribo del barrio de Icaria para la construcción de lo que fue la Vila Olímpica. Un derribo que no tuvo en cuenta ni valoró ningún elemento preexistente y que supuso la pérdida de un valioso  patrimonio de arquitectura industrial.

Palabras clave: Patrimonio industrial, documentación, derribos, Vila Olímpica


 Disappearance of the Icaria neighbourhood, creation of the Olympic Village (Abstract)

Amongst the large scale urban transformation projects carried out in Barcelona as a result of holding the 1992 Olympic games, it highlights the demolition of the Icaria neighbourhood for the construction of what was the Olympic village. A demolition that didn't take into account or value any existing element and meant the loss of valuable industrial architectural heritage.

Key words: Industrial Heritage, documentation, demolitions, Olympic village


A nadie escapa que los grandes acontecimientos mundiales – como lo son la celebración de unos Juegos Olímpicos – se erigen como los catalizadores y la excusa perfecta para la ejecución de grandes proyectos de transformación urbanística que, sin ellos, serían difícilmente ejecutables. Estos acontecimientos – verdaderos hitos dentro la historia de las ciudades – movilizan gran cantidad de recursos e inversiones y generan un alto grado de unanimidad – a menudo acrítica – que permite que los proyectos puedan realizarse en el siempre corto plazo de tiempo que exige una cita ineludible. Todo se hace por el bien de la ciudad, por la imagen de la ciudad, para mejorar la ciudad, para transformarla y modernizarla, para que esté a la altura de lo que espera la comunidad internacional, no sea caso que vayamos a hacer el ridículo y no seamos lo suficientemente modernos.

Algo así pasó también en Barcelona’92. No sería justo hablar de improvisación, ya que la mayoría de estos proyectos, especialmente los de las grandes infraestructuras, estaban ya pensados, cuando no previstos, delineados y/o aprobados a la espera de la inversión y el consenso suficiente para su ejecución. Este fue el caso de la remodelación del frente marítimo de levante de la ciudad, proyecto que se reconvirtió en la construcción de la Vila Olímpica de los juegos de 1992.

 

Antecedentes: el Plan de la Ribera

Uno de los puntos fuertes de la candidatura de Barcelona’92 era la concentración de los equipamientos deportivos (lo que se denominó “anillo olímpico” en la montaña de Montjuïc – con el estadio y el Palau Sant Jordi – y la cercanía de la Villa Olímpica donde debían hospedarse los deportistas. En una ciudad colmatada,  sin espacios libres centrales de crecimiento urbano, crear de nueva planta una nueva “ciudad de los deportistas”  significaba sacrificar un viejo barrio, con su historia y sus peculiaridades sociales, económicas y urbanísticas. Y así se pensó, se proyectó y se ejecutó. El lugar elegido, la víctima, fue un espacio céntrico – menos de 1 Km en línea recta al centro de la ciudad - aunque marginal. En la línea degradada del litoral de la ciudad, aislado por las vías del tren, con una ocupación industrial en proceso de creciente abandono, la trasformación del barrio de Icaria en la nueva Vila Olímpica y la recuperación de todo el frente litoral – se construyó igualmente el nuevo puerto olímpico – se convirtió en una de las obras emblemáticas de la modernidad propiciada por los Juegos Olímpicos. Después de la celebración de las Olimpiadas la ciudad recibiría en herencia – a parte de las infraestructuras – un nuevo barrio, ordenado, céntrico y en un entorno inmejorable.  A costa, eso sí, de perder un pedazo de la historia y del patrimonio de la ciudad.

La elección del barrio de Icaria como el escenario donde debía llevase a cabo parte de esta gran transformación olímpica no fue, ni mucho menos, ni gratuita ni fortuita. La idea y las pretensiones de la remodelación urbana de la zona costera de levante de Barcelona se remontan a mediados de la década de 1960. Formada por las principales empresas industriales que ocupaban grandes extensiones de terreno en esta área (Catalana de Gas y Electricidad, La Maquinista, Motor Ibérica, Crédito y Docks o Foret, entre ellas), se constituyó en 1966 la empresa RIBERA s.a., cuyo objetivo era la elaboración de un ambicioso proyecto urbanístico que se conoció como el “Plan de la Ribera”. Con él se pretendía transformar esta área de la ciudad en una zona residencial y comercial y así revalorizar unos terrenos  que ya habían dejado de ser estratégicos para las grandes industrias que los ocupaban.  El plan, muy ambicioso, pretendía también una gran reordenación de las infraestructuras viarias, especialmente las de las vías férreas. No es el momento de reproducir los trámites y la oposición que despertó el “Plan de la Ribera”[1], aunque sí es pertinente no olvidar, a pesar de que incomode, que en buena medida el anteproyecto de la creación de la Vila Olímpica tiene sus raíces profundas en los intereses de transformación urbana que expresaron en plena dictadura los grandes propietarios de la zona. Tampoco debería olvidase que el primer alcalde de Barcelona surgido después de las primeras elecciones democráticas e impulsor de la candidatura olímpica, Narcís Serra, había formado parte destacada del gabinete de estudios que elaboró el proyecto del Plan de la Ribera.

La propia formulación del proyecto del Plan de la Ribera – aprobado inicialmente el 1971 – y su posterior no concreción propiciaron cierta idea de provisionalidad que hizo aumentar el proceso de deterioro y marginalización de un espacio eminentemente productivo. El traslado de las grandes industrias hacia zonas más alejadas de la ciudad favoreció este abandono progresivo, hasta el punto que al reformularse la transformación de esta área de la ciudad bajo el paraguas olímpico desaparecieron las voces discrepantes. De la mano de un ayuntamiento democrático se capitaneaba un gran proyecto urbanístico denostado cuando se intentó – décadas atrás – únicamente a beneficio de los propietarios de los terrenos.


El nuevo proyecto de transformación del Sector Avinguda Icària- Passeig Carles I

Obviamente, lo primero que desapareció fue el nombre de “Plan de la Ribera”, sustituido por uno mucho más neutro y con meras referencias de localización vial: Sector Avinguda Icària - Passeig Carles I. Los autores del nuevo proyecto fueron los prestigiosos arquitectos Oriol Bohigas, Josep Martorell, David Mackay i Albert Puigdomènech. La superficie de suelo afectado era de 55 ha – significativamente menor que la del Plan de la Ribera. La nueva urbanización del sector estaba ligada a la gran transformación de las infraestructuras viarias que tanto habían determinado el aislamiento de la zona y su falta de comunicación: desaparecían las vías del tren y se construía el cinturón litoral, uno de los grandes proyectos rescatados. En una publicación municipal, el proyecto se definía a partir de los siguientes parámetros:

La remodelació del sector de Carles I-avinguda Icària es presenta com una operació de gran trascendècia a curt termini que rematarà un conjunt d’actuacions en curs marcant les directrius de la construcció de la façana marítima de la ciutat al sector de llevant en direcció al Besòs. Aquesta operació de notable complexitat urbanística té dues línies mestres: la urbanització del front costaner i l’obertura del passeig de Carles I fins al mar (...) El programa Olímpic Barcelona 92 suposa un inestimbale alicient per tal d’iniciar les operacions de trasnformació d’aquesta àrea urbana de posició estratègica tradicionalment sotmesa a unes fortes hipoteques d’infraestructura, avui en fase de solució definitiva....[2]

 

Una planificación sin preexistencias

Lo primero que llama poderosamente la atención del nuevo proyecto es que en él no existen preexistencias. Se actúa como si el terreno fuese virgen y, en consecuencia, se proyecta de nueva planta, con las únicas y lógicas exigencias de conexión del área con el resto de la ciudad. Ni calles, ni edificios. Todo desaparece absolutamente y es sustituido por un tejido absolutamente nuevo. Tal y como se planeó, la construcción de la Vila Olímpica significaba la desaparición absoluta del antiguo barrio de Icaria, borrando cualquier vestigio de lo que había sido uno de los espacios con mayor concentración industrial de la ciudad de Barcelona (véase Figura 1).

Figura 1: Vista aérea del barrio de Icaria antes de su desaparición (1987). En la fotogarfía puede apreciarse la gran concentración de arquitectura fabril que configuraba singularmente el barrio.

 

En 1986, Barcelona fue proclamada como sede para los juegos olímpicos de 1992. Solo un año más tarde, en verano de 1987, empezaron los derribos que acabarían por eliminar lo que había sido el barrio de Icaria. 

Con la decisión del derribo total tomada de antemano sólo quedaba la posibilidad del registro y la conservación de la memoria.


Derribos y documentación

Ya a principios del siglo XX, el derribo de parte de Ciutat Vella para la apertura de la Via Laietana despertó el interés y creó la necesidad de documentar y recuperar la historia y los vestigios arquitectónicos y arqueológicos que “debían” desaparecer. Se creó una comisión municipal de vigilancia y evaluación, en la que tubo un papel destacado el historiador Francesc Carreras Candi, a la que se debe la recuperación de numerosos elementos arquitectónicos góticos y, por ejemplo, la “salvación” de la casa Padellàs, actual sede del Museu d’Història de la Ciutat, trasladada piedra a piedra de su encalve original al actual espacio de la Plaça del Rei. Paralelamente se realizaban fotografías y dibujos de los derribos. En el discurso inaugural de la exposición gráfica de calles y edificios desaparecidos por la Reforma (como así se conocía la operación de apertura de la nueva calle) se explicitó que no se trataba únicamente de “salvar monumentos”, sino de hacer perdurar la memoria: “Fou previsió del Municipi al contractar ab lo Banch Hispano-colonial la execució de la primera vía de Reforma, conservar tot quan sigués d’utilitqt per lo passat de nostra vella urbe. No ja en interès dels museus municipals, sinó de las eva história. Puix obgectes de veritable importancia històrica no los tindràn arqueològica ni artística...” [3]

Algo parecido ocurrió con la desaparición programada del barrio de Icaria. Oriol Granados, antiguo director del Servei d’Activitats Arqueológiques del Museu d’Història de la Ciutat lo explicó así:

La decisió política d’enderrocar totes les construccions, cap de les quals havia estat inclosa dins del catàleg[de patrimoni] –malgrat la categoria d’algunes d’elles- va fer que el Servei d’Activitats Arqeuológiques proposés al Servei de Protecció del Patrimoni Monumental de l’Ajuntament de Barcelona la realització d’un treball de documentació i catalogació del sector per tal de conservar un testimoni de les construccions industrials i socials que s’aixecaven i tenien lloc en aeusta zona per tal de convertir-les en una part del nostre patrimoni. El programa fou negociat amb l’emrpesa Vila Olímpica s.a. la qual, desp´res de l’aprovación del projecte per l’Ajuntament, assumí, dins del seu pressupost, les despeses que ocasionaria la constitució de l’equip técnic d’historiadors i arquitectes i la contractació dels diferents serveis tècnics d’imatge per a les filmacions i fotografia.[4]

A tal efecto se crearon diferentes equipos de documentación con un mismo fin: el barrio de Icaria desaparecería, pero antes se intentaría dejar fiel constancia de su existencia, de lo que fue y de lo que era.

Un equipo de arquitectos, dirigido por Xavier Güell,y entre los que se encontraban Montserrat Pàmies, Francesc Rabat i Alfons Llorens, fue el encargado de realizar un levantamiento pormenorizado de todas las estructuras existentes antes de su derribo. No se trataba tan sólo de levantar planos de los edificios singulares o con algún valor arquitectónico, sino de recoger el estado actual de todo el conjunto antes de su desaparición. De todas maneras, aquellos elementos con mayor valor patrimonial –ya fuesen edificios aislados, conjuntos o soluciones constructivas- fueron objeto de un mayor detalle (véase Figuras 2, 3 y 4).

 

Figura 2: Alzados y sección de la fàbrica Folch. Ejemplo de parte de la información generada por el equipo de arquitectos que documentaba las estructuras del antiguo barrio de Icaria.

 

Figura 3: Dibujo axonométrico de parte de las naves de la empresa Credit i Docks

 

Figura 4: Dibujo acuarelado de la fachada de la antigua fábrica Rocamora (posteriormente Motor Ibérica)
Montserrat Pàmies

 

Dirigió la documentación histórica Manuel Arranz, quien tuvo en su equipo a Reinald González, Teresa Navas, Marta Puchal y Francesc Caballé. El objetivo de la documentación histórica era doble: una exhaustiva investigación sobre la formación del barrio y de cada una de las unidades arquitectónicas que lo componían, y un análisis histórico-arquitectónico descriptivo de todos los edificios[5].

A parte del material gráfico y fotográfico generado por ambos equipos, hubo también un seguimiento videográfico realizado por una empresa externa. Completó el estudio un análisis sociológico realizado por Concha Doncel a partir de entrevistas a los antiguos habitantes o trabajadores del barrio.

Todo un esfuerzo de catalogación y documentación que ni se había planteado como un análisis previo ni, a posteriori, ha tenido la más mínima trascendencia.

En épocas moderna y contemporánea, la ciudad de Barcelona ha conocido derribos masivos programados que han significado importantes transformaciones urbanísticas. Así,  por ejemplo, el derribo de parte del barrio de la Ribera para la construcción de la fortaleza de la Ciudadela después de la Guerra de Sucesión a principios del siglo XVIII, o el ocasionado por la  citada apertura de la Via Laietana en pleno corazón de la ciudad antigua a principios del siglo XX .Curiosamente, a diferencia de lo que ocurre con estos derribos históricos que han sido interiorizados como hitos importantes en la transformación urbana de la ciudad, la desaparición de lo que fue el barrio de Icaria no ha merecido el más mínimo recuerdo[6]. Parece como si  la transformación no hubiese sido ni extensa (véase Figura 5) ni traumática. Y, como mínimo, a nivel patrimonial lo fue.

 

Figura 5: Extensión de los grandes derribos realizados en Barcelona por causa de transformaciones urbanísticas.  La extensión del derribo de lo que fue el barrio de Icaria (en verde) supera con creces aquellos derribos interiorizados cómo importantes pérdidas ciudadanas: El barrio de Ribera en el siglo XVIII (en amarillo) i la apertura de la calle Via Laietana a principios del siglo XX (en rojo). Elaboración: Francesc Caballé.

 

Pérdidas patrimoniales

La ciudad ganó mucho con la celebración de los Juegos Olímpicos de 1992. Y gracias a ellos se produjeron cambios importantes, entre los que destacan la realización de grandes infraestructuras viarias. Pero también hubo peajes, como las pérdidas de patrimonio histórico. Aunque una cosa no tenía porqué acarrear necesariamente la otra.

En ningún momento del proyecto de la nueva Vila Olímpica se valoró el potencial patrimonial existente y las posibilidades de su posible adaptación. Del pasado industrial del barrio tan sólo se preservó la chimenea de la antigua fábrica Folch. ¡Qué fácil resulta salvar chimeneas para rememorar el carácter fabril! ¡Con los pocos metros cuadrados que ocupan y el valor simbólico que imprimen! Pero algunas piezas de la arquitectura industrial del barrio de Icaria, como la propia fábrica Folch, o los almacenes de Crèdits i Docks, o la antigua fábrica Rocamora (después Ford y más tarde Motor Ibérica), eran piezas realmente singulares y que hoy, difícilmente escaparían de estar entre los bienes catalogados protegidos (véase Figuras 6, 7 y 8).

 

Figura 6: Ejemplos de la arquitectura industrial que se derribó en el barrio de Icaria.
Fotografías de Reinald Gonzàlez

 

 

Figura 7: Ejemplos de la arquitectura industrial que se derribó en el barrio de Icaria.
Fotografías de Reinald Gonzàlez

 

 

Figura 8: Ejemplos de la arquitectura industrial que se derribó en el barrio de Icaria.
Fotografías de Reinald Gonzàlez

 

 

Realmente, ¿la modernidad pasaba por el derribo absoluto del barrio de Icaria y la creación de nueva planta de un barrio como el de la Vila Olímpica, que a la postre ha resultado anodino (Figura 9)? ¿O quizás en transformar, recuperar y valorizar unos elementos arquitectónicos preexistentes de gran valor patrimonial y que explicaban parte de la historia de la ciudad?

La falta de un conocimiento previo y de un análisis riguroso de valoración patrimonial hizo que la ciudad perdiera para siempre unos elementos de arquitectura industrial realmente excepcionales y de los cuales sólo se pudo conservar un pálido recuerdo en un trabajo de documentación que, 20 años después, aún sigue olvidado.

 

Figura 9: La Vila Olímpica. Una arqutiectura de substitución impuesta sobre el derribo de lo que fueron verdaderos monumentos de la arquitectura industrial catalana del siglo XIX i principios del XX.

 

Notas

[1] Véase, en este sentido, Tatjer, 1973

[2]  Urbanisme a Barcelona, 1988, p. 146

[3] Carreras Candi, 1913, p. 5

[4] Granados, 1989, p. 38

[5] Una explicación más detallada de este proceso de documentación y de las dificultades conceptuales y metodológicas con las que se encontró puede encontrarse en  Caballé, González. i Navas, 1989, p. 39-43

[6] Tan solo los siempre activos miembros de l’Arxiu Històric del Poblenou publicaron en 1990 un pequeño libro que recogía el recuerdo de lo que había existido antes de la Vila Olímpica:  Nou viatge a Icària, 1990

 

Bibliografía

ARQUITECTURA I ESPAIS URBANS A LA VILA OLÍMPICA, Barcelona: Nova Icària, 1991

CARRERAS CANDI, F. La Via Layetana substituint als carrers de la Barcelona mitgeval, Barcelona: Atles geografich, 1913

GRANADOS, O. El projecte de documentació històrica de l’Avinguda d’Icària,  I Jornades d’arqueologia industrial de Catalunya, L’Hospitalet de Llobregat: 1989, p. 38.

CABALLE, F., GONZÀLEZ, R i NAVAS, T.   Un catàleg d’arqueologia industrial: el cas del Poblenou,  I Jornades d’arqueologia industrial de Catalunya, L’Hospitalet de Llobregat: 1989,  p. 39-43.

NOU VIATGE A ICÀRIA, Barcelona: Arxiu Històric del Poblenou, 1990

TATJER, M. La Barceloneta: del siglo XVIII al plan de la Ribera,  Barcelona: Ediciones Saturno,  1973

URBANISME A BARCELONA: plans cap al 92 Barcelona: Ajuntament de Barcelona. Area d’urbanisme i Obres Públiques. Planejament urbanístic, 1988

 

[Edición electrónica del texto realizada por Miriam-Hermi Zaar]



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Ficha bibliográfica:

CABALLÉ, Francesc. Desaparece el barrio de Icària, nace la Vila Olímpica. Biblio 3W. Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona, Vol. XV, nº 895 (9), 5 de noviembre de 2010. <http://www.ub.es/geocrit/b3w-895/b3w-895-9.htm>. [ISSN 1138-9796].