Biblio 3W
REVISTA BIBLIOGRÁFICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona 
ISSN: 1138-9796. Depósito Legal: B. 21.742-98 
Vol. XVI, nº 939, 5 de septiembre de 2011

[Serie  documental de Geo Crítica. Cuadernos Críticos de Geografía Humana]

 

MANZANAL, Mabel y VILLARREAL, Federico (organizadores). El desarrollo y sus lógicas en disputa en territorios del norte argentino. Buenos Aires: Fundación Centro de Integración, Comunicación, Cultura y Sociedad – Ciccus, 2010. 272 p. [ISBN 978-987-1599-04-2]

 

María Laura Silveira
CONICET
Instituto de Geografía, Universidad de Buenos Aires
laurasil@usp.br

Recibido: 8 de noviembre de 2010. Devuelto para revisión: 20 de noviembre de 2010. Aceptado: 30 de enero de 2011.


Palabras clave: territorio, desarrollo, poder, norte argentino

Key words: territory, development, power, Argentine north


Incluido en la Colección “Trabajo, integración y sociedad” de la editorial Ciccus, el libro El desarrollo y sus lógicas en disputa en territorios del norte argentino, organizado por Mabel Manzanal y Federico Villarreal, presenta una discusión sustantiva sobre el territorio y el poder, tanto desde el punto de vista teórico como del análisis de situaciones específicas en el norte de la República Argentina.

Nuevo resultado del Programa de Economías Regionales y Estudios Territoriales (PERT) coordinado por la Doctora Mabel Manzanal en la Universidad de Buenos Aires, este libro da continuidad a la línea de trabajo sobre desarrollo y políticas públicas en zonas rurales marginales de Argentina.

La obra está organizada en una introducción, un capítulo teórico-metodológico y diversas experiencias y estudios de caso en tres provincias argentinas. De ese modo, cuatro capítulos corresponden a Misiones, otros cuatro a Salta y uno a Jujuy y, en el final, encontramos un anexo que recopila los principales conflictos territoriales en esas jurisdicciones del territorio nacional.

Ya en la introducción, los organizadores del libro subrayan que su preocupación central es comprender la producción del territorio, el papel de los actores y su poder diferencial, así como el comportamiento de las instituciones involucradas en esas dinámicas socio-territoriales.

Esta obra tiene, entre otros, el mérito de ofrecer al mismo tiempo un enfoque interdisciplinario y un enfoque interregional. Así, de un lado, Geografía, Economía, Sociología, Antropología y Ciencias Políticas convergen para enfrentar el desafío de explicar una realidad que, junto a Sartre[1], podríamos entender como ese conjunto de cosas mediadas por los hombres y de hombres mediados por las cosas. Pero, simultáneamente, esos campos autónomos e interdependientes del conocimiento dialogan a partir de diferentes lugares del país en una verdadera polifonía. A los trabajos del grupo PERT en la Universidad de Buenos Aires, se suman otros investigadores de instituciones de las provincias en análisis. En un esfuerzo de esa naturaleza, en el cual dos planos de diálogo se hacen presentes, el riesgo sería perder el hilo conductor y, en consecuencia, la coherencia interna de lo que se busca retratar. Del inicio al fin del libro ese riesgo ha sido exorcizado.

Pero detengámonos un momento en el capítulo teórico-metodológico, escrito por Mabel Manzanal, y que precede los demás trabajos. Cuando nos proponemos discutir el desarrollo adviene un primer obstáculo que estaría dado, subraya la autora, por el carácter polisémico del término. Para enfrentar ese problema es necesario definir claramente un prisma de análisis: el desarrollo será entendido en su relación con el poder y la dominación. Esa es la propuesta formulada en el texto.

A partir de los fundamentos planteados en el capítulo el lector llega a una convicción. Nunca, después de los años 1960 y 1970, se utilizó tanto la idea de desarrollo. Nunca fue tan adjetivada como hoy. ¿Habría una prueba mayor del vaciamiento de su contenido?

En el pasado la fuerza del término desarrollo venía de su oposición –crítica– a la noción de crecimiento y a la formulación de sus respectivas políticas y planes. En los días actuales tal oposición parece desvanecerse y no es poco frecuente que la idea de desarrollo haya pasado a formar parte de un vocabulario aséptico devenido pensamiento único, pero que no se impone sin adjetivos: sostenible, local, territorial, territorial rural y tantos otros.

Mabel Manzanal reconoce dos etapas en que las políticas públicas han vinculado territorio y desarrollo en América Latina: la primera corresponde a la planificación nacional y regional del período desarrollista; la segunda, de base neoliberal y con énfasis en el desarrollo endógeno, puede reconocerse en los denominados desarrollo local, desarrollo territorial y desarrollo territorial rural.

La paradoja política es que, si el primer debate se hacía en el seno de una discusión sobre la nación y la región, el debate contemporáneo está enmarcado por la ideología neoliberal y, en tiempos de globalización, busca circunscribir el problema a una escala meramente local.

Por eso nos parece una verdadera apuesta crítica retomar este debate hoy, pero hacerlo, tal como en este libro, buscando las raíces de su desigualdad y de sus enmascaramientos, pues “la creciente concentración económica y la desigualdad social que han caracterizado a la sociedad argentina en prácticamente todo su devenir histórico no pueden explicarse de otro modo”[2].

Una idea-fuerza propuesta en este capítulo, y retomada con mayor o menor énfasis en los demás trabajos, es que la llave para ir más allá de las apariencias es el territorio. Y el territorio es visto aquí como ámbito de imbricación de las múltiples expresiones del poder, en otras palabras, una relación de poder desigual entre actores produciendo conflictos. Es el territorio el que nos permite encontrar una noción de desarrollo y ésta es una idea basilar.

Es allí que entra el par explicativo dominación y poder, pues al final son los propios actores hegemónicos quienes han retomado el término desarrollo y con él quieren dar un nuevo nombre al statu quo o a la fábula contemporánea, que oculta un par inquietante e inaceptable: crecimiento y pobreza.

Hoy, difícilmente las estrategias son explicitadas y el poder del discurso se alimenta a partir de eufemismos que le permiten lograr la legitimación social. Discutiendo Max Weber, la autora recupera la idea de que una confusión aparece entre los dominados cuando asumen como propia una decisión dirigida a dominarlos. Sin embargo, la complejidad del mundo actual le permite enfatizar, con Bourdieu, que se trata de modos de dominación, es decir, una dominación más impersonal y mediada por las instituciones. En este debate, pensamos que las palabras de Heidegger[3] renuevan su significado cuando escribía que estamos en el mundo con las cosas, con los otros hombres y en una esfera de significados.

La lectura no deja lugar a dudas. Reglamentaciones y autoridades difícilmente muestran lo que está oculto: las alianzas de poder entre grupos hegemónicos del lugar y del poder político en diversas escalas territoriales. Y, en este punto, no sería excesivo, tal vez, recordar que una norma es genéticamente una acción, la acción de quien tuvo fuerza suficiente para imponerla como principio de acción para los otros. Wilson Hilário Borges[4], jurista brasileño, llama la atención sobre la importancia de desmitificar el supuesto “equilibrio” social y político que yace detrás de la norma. El discurso construiría, entonces, la idea de equilibrio o, por lo menos, la convicción en torno de ella.

De esa manera, la discusión propuesta por Mabel Manzanal encuentra inspiración en Bourdieu para entender las relaciones de dominación y su disimulación, a menudo a partir de un marco institucional que asegura legitimidad y perdurabilidad. Podríamos preguntarnos, a partir de la lectura de este capítulo y de las situaciones analizadas, ¿será esto lo que nos priva de imaginar otro presente y otro futuro? Producida por quien detenta el poder, la convicción de que no hay alternativa y no hay final para el período actual parece imponerse.

No faltan hoy las perspectivas que reifican el ámbito local, asevera la autora. Políticas de desarrollo local con financiamiento internacional que nunca restarán fuerza a la dominación. Se elaboran modelos y recetas cuya aplicación abstrae todo y cualquier trazo de singularidad del lugar. Es la propia negación del lugar y de las diferentes lecturas del mundo desde el lugar. Si esto es grave en términos políticos y culturales, lo es aún más porque se completa con la negación de la escala de la formación social, del territorio nacional como agregado de lugares banales.

Pero la autora se refiere también a las actuales propuestas de participación que son, en realidad, modelos pseudo-participativos y los casos retoman, cada uno en su compás, este problema. Se trata de métodos institucionalizados sobre la base de opciones limitadas, calcadas muchas veces sobre clientelismos disimulados o, en otros términos, verdaderos ejercicios de encuadramiento en virtud del poder de la institución y del financiamiento internacional, inclusive con la aplicación y desarrollo de procedimientos precisos. Una “fantasía más”, concluye Mabel Manzanal, cuando se refiere a los “métodos institucionalizados que determinan con suma precisión las características de los beneficiarios, los proyectos y las demandas a financiar y, asimismo, el modo y alcance de la participación”[5].

Esa promoción de acciones que no son autónomas ni independientes es lo que nos permite hablar de “técnicas de acción”[6], es decir, acciones normatizadas o procedimientos que desarrollamos, tantas veces, cuando creemos hacer política. El corolario es una participación sesgada y funcional a los actores hegemónicos, sobre la base de la desinformación y de la formulación de una pauta ajena. Se agudiza, por ese camino, el estado actual de las relaciones de poder y pobreza.

A partir de doce reflexiones, la autora pone en evidencia las manifestaciones resultantes de la aplicación de los Programas de Desarrollo Rural en Argentina. Allí son señaladas las cooperaciones y conflictos entre Estado y ONG´s , el papel incontestable de la tecnología que llega a través de la voz del técnico rural, la falta de información y la irregularidad de la participación de los actores menos poderosos y la creciente normatización de la producción y de la participación.

El discurso de la “competitividad territorial” termina por ser reconocido por el conjunto de la población local como propio y, de esa manera, oculta las prácticas de dominación. En estos moldes, el desarrollo –ese término polisémico– significa más concentración de capital, más polarización social y el aumento de la brecha entre una economía superior y una economía inferior.

De allí la necesidad urgente de interpretar, decodificar y codificar las acciones y palabras, los horizontes y límites de los movimientos –ora espontáneos, ora organizados–, que se oponen al orden establecido, como lo hacen los siguientes capítulos.

Utilizando la periodización como recurso fundamental de método, todos los textos revelan una preocupación por la génesis de las formas actuales –materiales, jurídicas, políticas-. Podríamos afirmar que esas formas actuales no resultan únicamente de su historia sino también de la intencionalidad de los actores en el presente que es un modo de realizar el futuro. Esto puede verse, en cada análisis, cuando los autores anticipan el desenlace de ciertos conflictos e intuyen otros.

En Misiones, Salta y Jujuy vemos divisiones territoriales del trabajo en diacronía y sincronía, mostrando que el territorio es un proceso y que, en cada momento histórico, existe un mosaico de formas diferentes de trabajar. A pesar de las modernas divisiones del trabajo, existen intersticios donde se alojan otros modos de producir y la región del norte argentino es una manifestación de esas dinámicas. Contrariamente al discurso que enfatiza el valor técnico de cada forma de trabajar, jerarquizando los desempeños y productividades, diríamos que el valor del trabajo es siempre político.

Los capítulos revelan que, en general, en las tres provincias analizadas hay una coexistencia de una miríada de pequeñas propiedades de agricultores, a veces de indígenas, y grandes propiedades o empresas destinadas a una agricultura moderna y de exportación. En las grandes propiedades la técnica utilizada permite obtener otros rendimientos y su legitimidad no es discutida desde las instancias formales de poder.

El conflicto por la tierra no se hace esperar con la ocupación de tierras, tantas veces seguida por luchas por la regularización, cortes de ruta, desalojos y migraciones, alimentando el círculo de la pobreza.

El papel del Estado, a menudo, se reduce a impulsar la internacionalización del capital y, para ello, se sancionan las normas necesarias para la entrada y salida fluida de los capitales, al tiempo que se aseguran los subsidios y los mercados. Si la velocidad del mercado mundial para valorizar y desvalorizar los productos es alta, también lo es la velocidad en que los conflictos se multiplican. Innúmeros conflictos por la tierra, por el agua, por la explotación minera, por los mercados locales y regionales son aquí retratados, revelando que las desiguales cantidades y cualidades de técnica, organización, información y finanzas están en la base de la coexistencia de actores con diferente poder y de la disimulación de los mecanismos que producen el territorio.

El caso del agua en San Carlos (Salta), estudiado por Federico Villarreal, es una clara manifestación de esos procesos. El autor ofrece un panorama exhaustivo de las formas técnicas de irrigación y especialmente de las formas de organización que, en sístoles y diástoles, permitieron pasar de un sistema centralizado a un sistema descentralizado de uso del agua, en el cual la menor participación del Estado significó el agravamiento de las disputas. En esa región el cultivo del pimiento para pimentón y otros cultivos menos representativos son realizados por una gran cantidad de pequeños productores y un puñado de grandes propietarios. Aquí comprendemos cómo las diferencias entre las técnicas de riego y de cultivo, el acceso diferencial a esas técnicas por parte de los grandes y pequeños propietarios, la organización de la distribución del agua a través de las concesiones de riego son elementos productores de desigualdad y, en consecuencia, de conflictos por el uso del territorio.

En tales situaciones nuevos actores surgen, aunque a veces sean hegemonizados, pero otros actores desaparecen. Y lo mismo ocurre con sus técnicas materiales y de organización. Esto nos recuerda las palabras de Thierry Gaudin[7] cuando se refería a las sociedades que sufren un etnocidio porque sus tecnologías y conocimientos son asesinados para dejar espacio a nuevas tecnologías y conocimientos de mayor desempeño. A diferencia del genocidio, agrega el autor, el etnocidio puede ser una batalla sin derramamiento de sangre.

Todo eso no se hace sin altas dosis de discurso, cuya producción científica es garantía de su eficiencia. De ese modo y con frecuencia, el problema es identificado como un vector externo que entra en el territorio nacional, como en el caso del Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra en el nordeste de Misiones en el contexto de una ocupación de tierras privadas explicado por Laura Kostlin. Allí el conflicto entre ocupantes y propietarios adquiere mayor complejidad en función del peso de la forestoindustria.

En otras ocasiones la raíz del conflicto es atribuida a los no-nativos, como en el caso de los movimientos ambientalistas autoconvocados contra la explotación de uranio, altamente beneficiada con concesiones favorables en los Valles Calchaquíes salteños. Exponiendo los problemas surgidos en virtud de los volúmenes de agua utilizados y de la contaminación resultante, los movimientos de resistencia social a la reapertura de la mina de uranio Don Otto han creado algunos obstáculos a la expansión de las grandes corporaciones, a pesar de los esfuerzos gubernamentales de poner en duda su legitimidad.

Argumentos fundamentados en ciertas representaciones del territorio y de la naturaleza redundan en posiciones como los productivistas y los preservacionistas que van a interferir en la disputa por los títulos de las tierras en el Chaco Salteño. Allí el peso del agronegocio de la soja y los conflictos que genera son bastantes significativos, como muestra el capítulo escrito por Norma Navarro, Marcela Álvarez y Mónica Flores.

En esos procesos de producción del territorio, el texto de Alfredo Pais muestra el impacto que nuevas técnicas y políticas, bajo la forma de infraestructuras viales y de comunicación, el turismo y la agricultura empresarial de vid, tienen sobre los pequeños productores y sobre los jóvenes de Cachi (Salta) que terminan por emigrar. Para esas poblaciones las oportunidades ofrecidas por el lugar son exiguas frente a la posibilidad de emigrar, dada por la información sobre otros lugares y la modernización de las infraestructuras de circulación.

Aunque advirtiendo sobre la diversidad de situaciones, Mariana Arzeno y Mariana Ponce discuten los vínculos entre dirigentes de las organizaciones y el Estado, como en el caso de la presión de la forestación sobre las tierras en Misiones. Para las autoras, a partir de la década de 1990, se instaló un contexto adverso para pequeños productores y trabajadores rurales y, si bien la conformación de cooperativas fortaleció la gestión autónoma, los expuso a la manipulación y cooptación por parte del gobierno. Para la mayor parte de los actores en esa región, una porción del territorio asegura la supervivencia cotidiana. Aquí es imposible no recordar la idea de Jean Gottmann[8] cuando explicaba que el territorio era para algunos una plataforma o un recurso, mientras que para otros era un abrigo.

Pero Mariana Arzeno y Claudia Troncoso nos alertan sobre el papel que las intervenciones para el desarrollo tienen en áreas donde todavía no se resolvieron problemas graves de tenencia de la tierra, del mercado laboral y de las formas de comercialización. Las autoras abordan el caso de la Quebrada de Humahuaca, donde adquieren importancia programas sociales de transferencia de recursos a los estratos más pobres con el objetivo de contener la conflictividad social y acciones de ONG´s, como la asistencia técnica para la producción y la organización, que reciben recursos públicos y ocupan las instancias abandonadas por el Estado. Además, la declaración de la Quebrada como Patrimonio de la Humanidad llevó a la política provincial a orientarse fuertemente al desarrollo del turismo.

Dos capítulos señalan otras formas posibles de organización social y territorial. María Andrea Nardi, oponiendo a los proyectos orientados a una agricultura industrial, con uso intenso de capital, de normas y de agroquímicos, presenta algunos programas de desarrollo rural que promovieron otro tipo de agricultura entre los pequeños productores. En este último caso se valoriza el autoconsumo, las decisiones de los productores sobre qué producir, la industrialización casera, las pautas agroecológicas y los nuevos canales de comercialización en Misiones. Reconociendo la comercialización como el principal mecanismo de dominación, Gabriela Schiavoni plantea la necesidad de revalorizar el mercado-plaza rural como forma de lucha contra la intervención creciente de acopiadores e intermediarios. La feria franca permitiría, así, valorizar la producción propia, mantener la naturaleza heterogénea del dinero doméstico obtenido e inhibir la introducción de técnicas de cálculo y fijación de normas de calidad. Esto nos lleva a aseverar, con Ana Clara Torres Ribeiro[9], que el mercado concreto y territorializado es un mercado socialmente necesario.

Cabe señalar, además, que al final de la obra se presenta un anexo de inestimable valor con los principales conflictos territoriales en las provincias de Salta y Misiones entre 1990 y 2008. Esa recopilación, realizada por Soraya Ataide y Fernando González, con la coordinación de Mabel Manzanal, está organizada por tema del conflicto, período y localización, demanda y actores.

El libro pone al descubierto una región – el norte argentino – que se debate entre la modernidad y la pobreza. Estamos, al mismo tiempo, frente a un documento, una denuncia, un análisis, una propuesta teórica operacionalizable y, por lo tanto, apta para nuevas investigaciones. Se trata de un mosaico de situaciones en movimiento, una nueva geografía de la Argentina que contiene algunas respuestas pero, sobre todo, muchas preguntas que los autores van haciéndole a la realidad estudiada, a la contradicción oculta o disimulada, a sí mismos y a los lectores.

Es un retrato de un país poco conocido, poco noticiado, una Argentina rural, moderna y pobre, hecha de conflictos en movimiento, de cosmovisiones –entre ellas el desarrollo–, de políticas públicas, de actores diversos, de poderes desiguales. Vemos aquí el territorio como matriz de la vida social…

Sin duda, este libro agrega conocimiento pero, especialmente, despierta nuevas miradas sobre realidades pretendidamente naturalizadas, sobre noticias descontextualizadas. Con matices diversos, los autores muestran la vida y la economía invisibles que existen, como el otro lado de la moneda, detrás de la economía visible. Y una se define por su oposición a la otra.

A partir de ese rico abanico de situaciones geográficas que el libro nos proporciona, podemos retomar la noción de acontecer solidario, formulada por Milton Santos[10]. En el período de la globalización, el devenir se vuelve interdependiente o, en otras palabras, es la realización compulsiva de tareas comunes aunque el proyecto no sea común y esto se alcanza por la agregación de actores, objetos, normas, ideas en los lugares. No sin contradicción, algunos actores se oponen a un poder hegemónico, pero también nacen contradicciones en el seno del conflicto. Es así que la historia se construye.

Y, en medio de esa interdependencia conflictiva de actores, una pregunta parece ser un eje para todos los capítulos del libro. En cada situación, ¿quién regula a quién? Pues, al buscar responder esa cuestión, entran los diversos desempeños técnicos, los diversos grados de información, las diferentes formas de organización, los discursos de los varios actores, las políticas de cambio y compensación, los asistencialismos y los clientelismos.

Lejos de una visión pesimista de la historia contemporánea, este libro nos aporta una mirada penetrante de la realidad argentina, revelando los poderes desiguales pero también la esperanza que nace en cada acción socio-espacial que busca otro mundo posible. Por todo ello, la lectura de esta obra nos parece fundamental.


Notas

 [1] Jean-Paul Sartre, 1979, 3 ed.

[2] Mabel Manzanal y Federico Villarreal, 2010, p. 19.

[3]Martin Heidegger, 1958.

[4]Wilson Hilário Borges, 1993.

[5]Mabel Manzanal y Federico Villarreal, 2010, p. 35.

[6]Milton Santos, 1996.

[7]Thierry Gaudin, 1999.

[8]Jean Gottmann, 1975, p. 29-47

[9]Ana Clara Torres Ribeiro,  2005, p. 93-111.

[10]Milton Santos, 1996.

 

Bibliografia

BORGES, Wilson Hilário. Historicidade e Materialidade dos Ordenamentos Jurídicos. São Paulo: Edusp Ícone, 1993.

GAUDIN, Thierry. Economia cognitiva. São Paulo: Beca, 1999.

Gottmann, Jean. The evolution of the concept of territory.  Soc. Sci. Information, 1975, vol. 14, n. 3/4, p. 29-47.

HEIDEGGER, Martin. Essais et Conferences. Paris: Gallimard, 1958.

RIBEIRO, Ana Clara Torres. Território usado e humanismo concreto: o mercado socialmente necessário. In: SILVA, Cátia Antonia; BERNARDES, Júlia Adão; ARRUZZO, Roberta Carvalho e RIBEIRO, Ana Clara Torres. Formas em crise: utopias necessárias. Rio de Janeiro: Arquimedes Edições, 2005, p. 93-111.

SANTOS, Milton. A natureza do espaço. Técnica e tempo, razão e emoção. São Paulo: Hucitec, 1996.

SARTRE, Jean-Paul. Crítica de la Razón Dialéctica. Buenos Aires: Losada, 1979, 3 ed.

 

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[Edición electrónica del texto realizada por Anna Solé]

 


Ficha bibliográfica:

SILVEIRA, María Laura. Manzanal, Mabel y Villarreal, Federico (organizadores). El desarrollo y sus lógicas en disputa en territorios del norte argentino. Biblio 3W. Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales. [En línea]. Barcelona: Universidad de Barcelona, 5 de septiembre de 2011, Vol. XVI, nº 939. <http://www.ub.es/geocrit/b3w-939.htm>. [ISSN 1138-9796].