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UNIVERSIDAD DE BARCELONA
ISSN:  0210-0754 
Depósito Legal: B. 9.348-1976
Año IV.   Número: 21
Mayo de 1979
 
LA POLÉMICA DE LA GEOGRAFÍA SOCIAL EN ALEMANIA ( I ):
SOBRE LA CONCEPCIÓN DE LA GEOGRAFÍA SOCIAL
 
Karl Ruppert y Franz Schaffer
 


JUSTIFICACIÓN DEL NÚMERO Y NOTA SOBRE LOS AUTORES

La geografía social ha sido, sin duda, una de las más importantes y definidas corrientes de pensamiento geográfico en la Alemania de la postguerra. Como concepción netamente diferenciada con respecto a la geografía humana se desarrolló, sobre todo, a partir de las obras de Hans Bobek y de Wolfgang Hartke, realizadas respectivamente en Viena y Munich. Hans Bobek, que poseía un temprano y amplio interés en cuestiones urbanas y sociales, reflejado en su tesis doctoral sobre Innsbruck (1928), adquirió también desde su estancia en Berlín en los años 1930 una profunda preparación en geografía física, y trabajó luego ampliamente sobre problemas geomorfológicos, climáticos y ecológicos. La confluencia de esta variada formación le permitió desarrollar un enfoque ecológico aplicado al estudio de la geografía humana, en la línea de Ratzel y de Max Sorre, el cual está en la base de su concepción de la geografía social y de sus ideas sobre el paisaje cultural. En Viena desde 1949, primero en la Hochschule für Welthandel y luego en la Universidad, donde sustituyó a Hassinger, fue desarrollando su ambiciosa concepción de la geografía social, armado de su buen conocimiento de dos medios tan contrastados como eran Alemania y el Próximo Oriente. Sus primeras propuestas explícitas sobre la nueva geografía social, aparecidas en su artículo de 1948 Stellung und Bedeutung der Sozialgeographie ("Erdkunde" 1948) fueron luego desarrolladas ampliamente, en contraposición al enfoque más economicista de Otremba, y se plasmaron en el concepto de estructura geosocial (Lebensformen) y en su interés por las sociedades humanas como grupos geoespaciales.

La escuela de geografía social de Munich, por su parte, representó --sobre todo con los trabajos de Wolfgang Hartke, realizados en el tránsito de los años 1950 y 60-- un importante refuerzo de esta corriente geográfica, introduciendo novedades importantes que proceden de una mayor preocupación por las teorías sociológicas.

El interés de la geografía social alemana y las polémicas suscitadas en aquél país ante las propuestas de los geógrafos vieneses y muniqueses, justifican ampliamente la publicación de este número de "Geo Crítica", que será seguido por otros dedicados al mismo tema. Con ellos, y tras el que ya hemos dedicado a la crisis de la geografía regional y del paisaje en Alemania ("Geo Crítica", n.º 14) queremos contribuir a la difusión en España de esta importante línea de pensamiento geográfico.

Los autores

Los autores del trabajo que publicamos en este número son dos destacados representantes de la geografía social muniquesa en la línea abierta por Hartke.

El profesor Karl Ruppert es catedrático de Geografía Social y Económica de la Universidad de Munich, desde 1965, y director, junto con E. Thiel, de la serie "Müchner Studien zur Sozial und Wirtschaftgeographie", publicada desde 1966 por el Instituto de Geografía Económica de la Universidad de Munich. Desde 1974 es también director de la Landesarbeit Gemeinschaft Bayern für Raumforschung und Landesplanung. Es autor de más de 100 artículos publicados en revistas especializadas de geografía y planificación territorial, entre los que pueden destacarse (además de otros citados en la bibliografía de este artículo) los siguientes:

Die Wandel der sozialgeographische Strucktur im Bilde der Landschaft, "Die Erde", 1, 1955.

Die Bedeutung des Weinbaus und seiner Nachfolgekulturen für die socialgeographische Differenzierung der Agrarlandschaft in Bayern, "Müchner Geographische Hefte", n.º 19, 1960.

Zur Stellung und Gliderung einer Allgemeinen Geographie der Freizeitverhaltens, "Geographische Rundschau", 1, 1975.

El profesor Franz Schaffer es desde 1973 catedrático de Geografía Social y Económica de la Universidad de Augsburg. Su tesis doctoral presentada en Munich en 1966 y publicada en 1968 versó ya sobre cuestiones de geografía social (Untersuchungen zur sozialgeographischen situation und regional Mobilitaet in neuen Grosswohngebieten am Beispiel Ulm/Eselberg, "Muencher Geogra phische Hefte"", 32, 1968) , y fue dirigida por el profesor Ruppert, del que ha sido luego un íntimo colaborador, primero como profesor e investigador en la Universidad de Munich, y más tarde como miembro del consejo de redacción de los "Müchner Studien zur S.­und W.­geographie". Es autor de numerosas investigaciones sobre geografía social, principalmente en temas de movilidad de la población, división del espacio social urbano y planificación regional. Entre sus publicaciones, además de diversas comunicaciones a reuniones y congresos, pueden señalarse una quincena de artículos sobre temas de geografía social en revistas especializadas alemanas y yugoslavas: "Mitteilungen der Geographische Gesellschaft in München" (vols. 55, 56, 57, 59 y 60); "München Studien zur S.­und W.­geographie" (vols. 3, 4 y 8); "Informationen der Institut für Raumforschung" (vols. 69 y 70); "Geographische Rundschau" (vol. 69); "Geogr. Papers", Zagreb (vol. 70); "Geographica Slovenica", Ljubliana (vol. 70); "Geographische Zeitschrift" (n.º 74).

Karl Ruppert y Franz Schaffer han publicado (en colaboración con J. Maier y R. Paesler) una importante obra de síntesis que resume lo esencial de la aportación de la escuela de Munich de geografía social: Sozialgeographie (Braunschweig 1977). La polémica suscitada por la publicación de esta obra será objeto del siguiente número de "Geo Crítica".

Agradecimiento

El artículo que aquí se presenta fue publicado con el título Zur Konzeption der Sozialgeographie en la revista "Geographische Rundschau" de Braunschweig (1969, págs. 205-214). El texto fue reproducido, con un apéndice, en la obra de A. SCHULTZE (Ed.): Dreissig Texte zur Didaktik der Geographie (Braunschweig, 1971, págs. 223-243). Agradecemos a los autores el permiso que han concedido para la traducción y publicación de este trabajo en "Geo Crítica".

El traductor

El presente número y el siguiente, dedicados a la polémica de la geografía social en Alemania, han sido coordinados y traducidos por Alberto Luis, Licenciado en Geografía por la Universidad de Barcelona y actualmente becario en la Universidad de Bonn. A. Luis ha tratado, desde una perspectiva más amplia, el desarrollo de la geografía social alemana en su tesis de licenciatura titulada: 1968-1978. Ascenso y puesta en cuestión de la concepción geográfico­social de la Escuela de Munich, dirigida por H. Capel (Universidad de Barcelona, junio 1977, 375 págs.).



I ACERCA DE LA CONCEPCIÓN DE LA GEOGRAFÍA SOCIAL

Karl Ruppert y Franz Schaffer

Puntos de partida diversos(1)

La geografía social pertenece a la dirección de investigación más reciente de nuestra disciplina. Al intentar determinar el lugar de esta nueva disciplina en el sistema teórico de la ciencia geográfica, se choca rápidamente con dificultades considerables. El ordenamiento y la posición de la geografía social con respecto a la vieja antropogeografía no están aclarados en modo alguno. (HOTTES, 1968; BUTTIMER , 1967).

En la bibliografía nos encontramos con tres puntos de partida diferentes: un elevado número de geógrafos considera aún hoy a la geografía social, como un campo de experimentación de algunos investigadores, el cual carece de una tradición académica. La geografía social es, para ellos, un apéndice de la antropogeografía con connotaciones procedentes de la sociología, es decir, un área especial más o menos subordinada de la Geographie des Menschen, como la geografía de la religión o la geografía del transporte y de las comunicaciones, etc. Otros, no llegan tan lejos y consideran a la geografía social como un área parcial subordinada a la geografía económica. El canon disciplinario de la geografía humana se ha visto enriquecido con un resorte más, pero sin haber dado lugar a ninguna modificación.

Un segundo grupo de geógrafos, soluciona la articulación de la geografía social de una manera bastante superficial desde el punto de vista lingüístico. Estos geógrafos, utilizan los conceptos de antropogeografía, geografía humana y geografía social de una manera más o menos sinónima y para la misma cosa, a saber, para la Geographie des Menschen en un sentido tradicional. La "elegante" solución indicada, parece ser practicada, en lo que respecta al problema que nos ocupa, por gran parte de las escuelas de habla inglesa. Esto se ve favorecido, sin lugar a dudas, por el hecho de que, el idioma inglés, distingue débilmente el significado de las palabras "human" y "social" con relación a otros idiomas europeos, sobre todo el francés, el sueco, el holandés o el alemán.

Finalmente, hay un tercer punto de partida en lo que respecta a la geografía social. En éste, se reconoce en la geografía social la nueva reorientación metódica de la antropogeografía humana, que ha de abarcar por igual todos los campos parciales de la Geographie des Menschen.

Cada una de estas tres concepciones tan diferentes de la geografía social, plantea, de por sí, un dilema al que pretenda desarrollar la concepción de ella. Es evidente que es imposible articular, simultáneamente, los tres puntos de vista en un concepto metódico claro. Los fundamentos del trabajo que se esbozan a continuación, sólo tienen, por lo tanto, validez exclusiva para el punto de partida citado en último lugar.

Inseguridad en la teoría

Con el fin de no despertar duda alguna, hay que decir claramente, que no es sólo la existencia de diversas concepciones en el campo de la geografía social lo que da lugar al reconocimiento de cierta inseguridad sobre los fundamentos teóricos de nuestra disciplina. Aquellos que tienen que enfrentarse con la geografía, se ocupan, desde hace tiempo, de problemas relativos a la tarea educativa, objeto y unidad de la ciencia geográfica. Esto lo prueban, por ejemplo, las discusiones en la asamblea de geógrafos celebrada en Colonia en el año 1961 (BOBEK, 1962; OTREMBA, 1962); la mesa redonda celebrada en Saarbruecken en el año 1964 sobre "Teoría de la geografía" (SCHMITHUESEN, 1966); aquellos trabajos del área de los geógrafos pedagogos, como los artículos de SCHWEGLER (1968) y KNUEBEL (1967) acerca de una nueva concepción de la enseñanza escolar de la geografía, con una "referencia mayor al espacio social"; las interrogantes de BARTELS (1968) sobre el futuro de la geografía moderna, o, las contribuciones relativas a la posición de la geografía social publicadas en el libro homenaje a Hartke (RUPPERT 1968).

También hay grupos de estudiantes de geografía que exigen una revisión del programa de enseñanza en la universidad.(2) Por último, aunque muy de tener en cuenta, la opinión pública espera una información objetiva sobre los problemas de los pueblos de la tierra y, además, la colaboración activa de la geografía en la organización de la planificación local y regional de nuestra esfera de vida.

No falta por lo tanto, de ningún modo, un sentido autocrítico o la exigencia externa de revisar nuevamente los fundamentos teóricos de nuestra disciplina, con el fin de poder hacerlos más aprendibles y enseñables en la escuela y en la universidad, y, simultáneamente, más aplicables en la práctica. Esta misma intención, reunió en el año 1964 a más de veinte geógrafos universitarios de siete estados federales en la mesa redonda de Saarbruecken, para discutir sobre la teoría de la geografía. Si bien se llegó al acuerdo de que la geografía posee un objeto concreto de investigación, no pudo 1legarse sin embargo a formularlo de una manera aproximadamente vinculante y unánime. En un sentido general se decidieron por la proposición: "la geografía encuentra su objeto en la estructura activa (Wirkungsgefuege) de la geosfera" (SCHMITHUESEN, 1966, p. 36). Esta manera de determinar el objeto permite reconocer que el dilema relacionado con la "teoría de la geografía" no parte exclusivamente de la recién nacida geografía social.

¿Qué expectativas pueden concederse a esta joven disciplina? (OTREMBA, 1969). ¿Contribuirá a ampliar el vasto campo de la antropogeografía y, con ello, a acelerar el proceso de disolución dentro de la geografía? O, ¿arrojará por completo a la geografía en los brazos siempre expectantes de la sociología? Estas fundadas preocupaciones, exigen una formulación clara de la geografía social, cualquiera que sea su dirección y, si procediese, señalar también los puntos débiles.

La génesis de la geografía social

Una concepción metódica útil de la geografía social puede elaborarse, del modo más adecuado, a partir de la discusión de las fases de desarrollo más importantes de la antropogeografía (un tratamiento más profundo puede verse, entre otros, en CLAVAL, 1964; OVERBECK, 1954; SCHWARZ, 1948).

a) Fase geodeterminística

Con su "Anthropogeographie" (1882), RATZEL puso, a finales del siglo XIX, el pilar básico para la construcción científica de ésta gran área parcial de la geografía general. Las teorías darwinianas de la evolución habían alcanzado una aceptación general, y nada estaba más cercano al espíritu positivista de la época, que el reconocer en la influencia selectiva de la naturaleza el agente determinante de la diferenciación espacial de las culturas humanas. Esta impresión parecieron corroborarla, adicionalmente, los tempranos viajes de descubrimientos de aquella época, al permitir conocer pueblos sencillos que vivían subordinados a una naturaleza todopoderosa.

Esta corriente positivista, se vio reflejada, sin duda alguna, en el pensamiento de Ratzel (procedente de la zoología, Ratzel fue en sus años jóvenes un adepto entusiasta de Darwin). Por lo tanto, no extraña en absoluto, el que Ratzel tuviese que sobrevalorar la influencia directora de la naturaleza sobre el desarrollo de la civilización y la historia humana. El medio natural era el motor de todo desarrollo espacial. Las relaciones derivadas de la ubicación de un lugar sobre la superficie terrestre, y las influencias cercanas y lejanas ejercidas por ella en las migraciones humanas en épocas históricas, determinaban el pensamiento de Ratzel que, paralelamente, trataba de buscar los "rasgos fundamentales de la aplicación de la geografía a la historia". La joven antropogeografía adquirió, por ello, rasgos determinístico­naturales, es decir, se creía que la civilización de un país estaba determinada previamente por su configuración natural y, que esto era así inevitablemente, y no de otra manera.

Determinadas relaciones hombre­naturaleza, sólo pueden interpretarse hoy en un sentido de correlaciones conceptuales aparentes que, con el progresivo grado de desarrollo de un país, se manifestaban cada vez más como erróneas. Los fenómenos sociales, no se dejan examinar a través de categorías positivistas científico­naturales. La geografía social moderna no niega, en lo fundamental, el que haya influencias de la naturaleza con respecto al hombre. Esto es válido, evidentemente, para el aspecto puramente biológico de la existencia humana, en donde las leyes naturales tienen una validez indiscutible. Distinto es el caso de su influencia en la vida económico­social. Aquí, hay que examinar científica y detalladamente, las influencias de los factores económico­naturales sobre las formas de desarrollo espacial de la civilización, y/o respecto a su problemática.

El geógrafo suizo Ernst WINKLER ve el fundador de la geografía social en Ratzel, al que defiende, además enérgicamente, contra toda crítica de determinismo (1956, p. 437). WINKLER se inclina a considerar como idénticos los conceptos de antropogeografía y geografía social. Si bien Ratzel pudo haber puesto en cuestión, en citas aisladas, la determinación natural en lo que respecta al campo de lo humano, sin embargo, no resaltó nunca expresamente la actuación más o menos independiente de los grupos humanos en el espacio.

La influencia en la geografía norteamericana de su discípula Ellen Churchil SEMPLE (1911), muestra hacia dónde puede conducir una errónea comprensión de las ideas de Ratzel. La sobrevaloración de los factores ambientales en la teoría del medio o "enviromentalism", surgió claramente del descuido, incluso del rodeo consciente, de los fundamentos básicos científico­sociales. Sería totalmente injusto querer descalificar a Ratzel por considerarlo el fundador de la corriente de pensamiento determinístico­natural. Políticos como MONTESQUIEU, filósofos como KANT y HERDER y, fundamentalmente, los positivistas como TAINE, COMTE, BUCKLE y SPENCER, habían expresado, con anterioridad a Ratzel, el imperativo teleológico de la naturaleza del territorio sobre los seres humanos. El determinismo dominó la mayoría de las corrientes de pensamiento geográfico en el siglo XIX y, su influencia, se ha mantenido parcialmente hasta hoy. El desarrollo cultural­espacial está aquí subordinado, exclusivamente, a la causalidad natural. La tierra aparece en el sentido de HERDER, como la "casa de aprendizaje de la humanidad" ("Erziehungshaus der Menschheit"). Los espacios y regiones (Laender) están definidos de antemano en su estructura y frontera. A elección del ser humano, sólo queda el reconocer estas condiciones inmodificables y encuadrarse en ese orden preestablecido.

Si bien Ratzel no puede ser considerado como el padre de la geografía social, le queda el mérito de haber introducido el papel del ser humano en la discusión científica de la geografía general, y el de haber estimulado a investigadores contemporáneos y posteriores hacia el cambio de una geografía orientada exclusivamente desde una perspectiva científico natural, hacia la búsqueda de nuevas concepciones de pensamiento referidas a la sociedad. René KOENIG, valora en este sentido, el papel de Ratzel, cuando reconoce en él a un temprano compañero del pensamiento sociológico en Alemania (1969).

b) Fase posibilista

La reacción más importante al estudio ratzeliano sobre la teoría del medio natural provino, inmediatamente después del cambio de siglo, por la parte de la geografía francesa y, en particular, de Paul Marie VIDAL DE LA BLACHE (1902). La plasmación de la acción humana sobre la superficie terrestre es considerada como resultado de la iniciativa y de la lucha existencial del hombre, el cual actúa sobre el medio natural, utilizando y valorando de manera muy diferente sus posibilidades. Se trata, de la acentuación de la relativa autonomía del hombre frente a la influencia de la naturaleza, del posibilismo geográfico, el cual trajo como consecuencia la condición previa más importante para el desarrollo de la geografía social.

No puede afirmarse, sin embargo, que Vidal de la Blache desarrollase sus ideas a partir de una contraposición intelectual a la teoría del medio ambiente desarrollada por Ratzel. ¡En algunos pasajes de su obra, se encuentran incluso hasta geodeterminismos escondidos! El, que pasó de la historia a la geografía, fue primeramente un empírico, dedicado casi exclusivamente a estudios regionales. Vidal de la Blache se dio cuenta enseguida, de que la teoría del medio ambiental no servía para poder explicar todos los hechos, o para poder explicar las estructuras espaciales más importantes de la existencia humana. Vidal de la Blache empezó a concebir la existencia espacial de la población a partir de sus modos de vida (genres de vie). Los grupos de modos de vida aislados conformaban su medio o, lo utilizaban de manera muy diferente, según las circunstancias. La tradición histórica, religiosa, cultural y psicológica, tenía que plasmarse en el paisaje de una manera más o menos independiente del medio natural.

Vidal de la Blache habló, de una manera totalmente consciente, de la repercusión de las relaciones sociales sobre las estructuras espaciales de una región. Este concepto totalmente nuevo (puede aceptársele tranquilamente como geográfico­social), fue formulado por él de una manera significativa en la frase: "al hombre le corresponde, cada vez más y más, el papel de causa y no el de efecto". A través de las actividades sociales, económicas y, fundamentalmente, por medio de la vida laboral, el hombre da forma, de manera muy diferente según su grado de civilización, al medio natural. René KOENIG (1969, p. 3) habla en este contexto de adaptación activa o, con una expresión técnica norteamericana, de "creative adjustament", es decir, adaptación creadora de los grupos humanos a su medio físico.

KOENIG, sigue con ello las ideas de modelo de HOMANS (1960) sobre el grupo humano. Mediante la "adaptación creadora" (por medio de la vía del trabajo), se ponen al servicio del grupo las partes componentes del mundo exterior, siendo a la vez conformadas culturalmente. En lo fundamental, el principio de la adaptación activa aparece en el pensamiento de Vidal de la Blache. Bajo la propuesta básica de la "adaptación creadora", las relaciones hombre­medio­naturaleza se presentan liberadas de determinantes unilaterales, es decir, no dañadas por cualquier tipo de determinismo (geo o social determinismo) y, abiertas para una nueva y constructiva reflexión.

La influencia de Vidal de la Blache es significativa. Sus teorías han conseguido un lugar fijo para el elemento social en la geografía. La geografía social francesa moderna se retrotrae directamente hasta él. Lo mismo sucede para la escuela de Utrecht en Holanda. Las escuelas de tradición antropogeográficas de Alemania, Inglaterra y Estados Unidos se han visto también obligadas, cada vez con mayor intensidad, a introducir su concepto en la discusión metodológica, si bien, y en lo que al tiempo se refiere, muy posteriormente y tras largos rodeos.

c) Fase morfogenética

Otto SCHLUETER (1906) se constituyó a comienzos de este siglo, en uno de los críticos más implacables de Ratzel en Alemania. El punto de partida de su pensamiento, fue el mundo sensorial, perceptible y conformado por el hombre: el paisaje cultural. Schlueter reclamaba una "morfología del paisaje cultural" y, además, una comprensión de su génesis histórica.

Esta concepción, pese a que pueda parecer a algunos como muy significativa para la teoría de la geografía, pues acentuó, ciertamente, el enfoque formal y el genético histórico, no aceleró de ninguna manera el desarrollo de la geografía social. Para la geografía social el período morfológico fue estéril, conduciendo a largas discusiones sobre el concepto del paisaje y a una sobrevaloración de lo estructural­formal.

La descripción de la articulación de lo visible del paisaje, no comporta ninguna explicación. La consideración del cambio de formas en el transcurso del tiempo, proporciona solamente una explicación limitada sobre las fuerzas y los procesos que originan este cambio. Las tendencias de desarrollo de formaciones espaciales futuras quedan, en gran medida, en un segundo plano. El dilema entre forma y contenido permanece sin resolver y el campo de fuerzas actual con trascendencia espacial queda, más o menos, sin consideración. ¡La fisonomía es fundamentalmente de interpretación múltiple; es decir, fuerzas y procesos de muy diversa clase pueden dar lugar, bajo determinadas circunstancias, a formas similares!

d) Fase funcional

Es precisamente en la explicación de paisajes culturales complejos como, por ejemplo, la ciudad, cuando el enfoque morfogenético muestra su insuficiencia. Si se quieren comprender, por ejemplo, los fenómenos relativos a la formación de barrios o las relaciones ciudad­campo, entonces hay que dirigirse hacia el entrelazamiento y hacia la diferenciación de los campos de la vida humana.

La geografía urbana debe sobre todo a Hans BOBEK (1927) la introducción del método funcional. Fuera de la geografía, el principio funcional se ha impuesto, sobre todo, en la arquitectura, en las tesis de la "Carta de Atenas" (LE CORBUSIER), las cuales en lo fundamental fueron formuladas por primera vez en el año 1933 en el 4.º Congreso Internacional de Arquitectura Moderna en Atenas. En la ordenación del espacio y en la planificación el funcionalismo, aunque vuelto a cuestionar nuevamente, representa hoy un método ampliamente utilizado. El funcionalismo analiza los campos más importantes de la vida humana según sus conexiones, subordinando las metas de ordenamiento espacial a unas determinadas ideas valorativas (Wertvorstellungen).

Sólo a través del método funcional alcanza la geografía la urgente y necesaria abstracción de lo formal y en caso necesario, hasta la idealización en forma de modelos de gran influencia espacial (CHORLEY­HAGGETT 1967). La teoría de los lugares centrales de CHRISTALLER y sus campos de influencia representan, por ejemplo, uno de los primeros y mas conocidos intentos de modelos espaciofuncionales (1933).(3)

El concepto de función posee en geografía un doble significado: una relación de dependencia y una manifestación existencial. Apoyándose en el concepto matemático de función, aproximadamente según la fórmula y = f (x), la geografía cuantitativa trata, fundamentalmente, relaciones de dependencia entre cantidades cuantificables. La geografía se aproxima con ello al campo de la econometría y al estudio de la localización. Gracias a la elaboración electrónica de datos, se está en condiciones de poder comprobar o simular relaciones múltiples de dependencia, de retroacción y de regulación de diverso alcance, así como pueden también comprobarse o simularse procesos de sistemas. La "planificación territorial cibernética" de KUETTNER (1962) puede citarse como ejemplo (TETZNER, 1966).

En un segundo sentido más sencillo, función significa básicamente algo así como tarea, actividad o manifestación existencial. De la empiria geográfica deriva BOBEK (1948, p. 121), a manera de ejemplo, seis círculos de funciones: "1. Funciones biosociales (procreación y cría con el fin de conservar la especie); 2. Funciones económico­sociales (cobertura de las necesidades económicas y creación de riqueza); 3. Funciones políticas (afirmación e imposición de la propia opinión); 4. Funciones topo­sociales (ordenamiento de poblamiento, del territorio utilizado y del que se habita); 5. Funciones socio­migratorias (migración, modificación del lugar de residencia); 6. Funciones culturales (en tanto que tienen alcance regional o paisajístico)". El catálogo de funciones, derivado de la terminología lingüística del ordenamiento espacial, se ha impuesto de manera persistente. Así, PARTZSCH (1964) habla de las funciones existenciales básicas categoriales.(4)*

1. Reproducirse y vivir en comunidad (privada y política).
2. Habitar.
3. Trabajar.
4. Aprovisionarse y consumir.
5. Educarse.
6. Descansar.
7. Transporte, comunicación, información.

Las exteriorizaciones de las funciones existenciales poseen una relación de dependencia múltiple, esto es, forman como compleja estructura activa (komplexes Wirkungsgefuege) el "campo de fuerzas antropógeno" (BUSCH-ZANTNER, 1937). Además, se encuentran en correlación con los campos de fuerza y el equipamiento del medio natural el cual, ahora como antaño, ofrece el substrato material para el desarrollo de la vida espacial. Todas estas funciones existenciales humanas, poseen exigencias específicas de espacio y superficie, así como instalaciones "localizadas", cuyas "muestras" regionales diferenciadas ha de registrar y explicar científicamente la geografía. El paisaje cultural es, finalmente, una imagen articulada compleja, de muestras de estructura de las funciones existenciales ya citadas de la sociedad de un área (Gebiet).

El paso a la concepción geográfico­social

El método funcional tiene, sin embargo, una desventaja decisiva, la cual radica en la escasa atención que presta en su sistema a los actores. De la antropogeografía funcional a la geografía social, falta solamente un pequeño paso. Con el reconocimiento de que los portadores de las funciones y los creadores de las estructuras espaciales son, en última instancia, los grupos humanos, se realizó el giro hacia la concepción geográfico­social (BOBEK, 1948, p. 121). Dejando de lado los resultados de la investigación de las ciencias sociales, es un hecho corroborado por la experiencia el que los hombres no actúan jamás aisladamente e, igualmente, que no valoran y reaccionan como una suma de individuos independientes, sino que están relacionados en un determinado contexto social de la vida en común, del valorar y actuar conjuntamente en todas las funciones vitales de su existencia.

Los geógrafos franceses sobre todo y, en primer lugar VIDAL DE LA BLACHE, han señalado hace tiempo y con fuerza, la tendencia a actuar en grupos del quehacer humano. DEMANGEON, por ejemplo, consideró a la investigación de las relaciones entre los grupos humanos y el medio geográfico como la tarea básica de la geografía humana. "En este contexto hay que renunciar a considerar al hombre como individuo pues, solamente la antropología y la medicina, pero no la geografía humana, pueden alcanzar resultados científicos partiendo del estudio del individuo. La geografía humana investiga a los seres humanos dentro de una colectividad de los grupos y de sus acciones, en tanto que éstas han sido originadas a partir de una comunidad. Tenemos que partir, por tanto, en nuestras investigaciones, del grupo y no del individuo" (1942, p. 25; citado según G. SCHWARTZ, 1948). Toda antropogeografía que no quiera dejar de lado los conocimientos de las ciencias sociales modernas, sólo puede ser exclusivamente una geografía de los grupos humanos, es decir, una geografía social.

Ramas de la geografía social

Un ordenamiento según una escala de valores de las funciones existenciales básicas, por ejemplo, en el campo de nuestra sociedad industrial, se presenta como poco fructífero, pues, ninguna de las funciones mencionadas puede dejarse de lado, sin que sufra por ello la articulación de la existencia humana o la de la "sociedad espacial". Dado que las funciones básicas tienen como consecuencia exigencias específicas de espacio, esto es, demandas específicas de superficie y de estructuras espaciales, a cada campo funcional puede articulársele la rama correspondiente de la geografía social o las ciencias afines complementarias.

1. Las funciones "reproducirse y vivir en comunidad", conducen directamente a la geografía de la población, a la geografía política y a la geografía de la religión. Las ciencias afines más importantes (wichtigste Nachbarwissenschaften) son aquí: la demografía, la etnología, la sociología y la historia, la ciencia de las religiones y las ciencias políticas.

2. A la función "habitar", le corresponde en primera línea la geografía del poblamiento, naturalmente, con las ciencias afines que se utilizan habitualmente.

3. La geografía económica, la del comercio y la de los mercados, se ocupan de las funciones "trabajar" y "aprovisionarse y consumir". La economía política y la economía empresarial son, en este caso, los colaboradores más importantes.

4. La función básica "educarse" es tratada, como ya lo ha mostrado GEIPEL (1968) por una geografía social de la educación.

5. El campo vital "descansar" cae dentro de una geografía del ocio (RUPPERTMAIER, 1969).

6. Finalmente, una geografía de las comunicaciones, se ocuparía de los aspectos espaciales de la función desplazarse.(5)

El efecto integrador

Todos los campos funcionales se centran en la sociedad, o en sus elementos los grupos sociales. La geografía social explica los fenómenos espaciales de la sociedad, a partir de la articulación conjunta de los grupos y de sus funciones básicas. Esto significa, que ninguna de las disciplinas geográficas parciales mencionadas, puede practicarse aislada de la referencia a la sociedad, sin ninguna relación con el modo de pensar geográfico­social. Si se parte desde este punto de vista, no es posible una separación rígida de las ramas aisladas de la geografía social, convirtiéndose en superfluas las reflexiones sobre la escala de prioridades. El modo de pensar geográfico­social actúa de una manera convergente y no divergente.

Como principio de investigación integrador imposibilita la independización de las disciplinas antropogeográficas parciales. Puede ser perfectamente posible analizar uno u otro campo funcional con las correspondientes muestras y procesos espaciales, pero nunca puede dejar de considerarse la "retroacción" (Rueckkoppelung) con el portador de la función y, finalmente, con la sociedad, con sus compartimientos de funciones interdependientes.

La elaboración exclusiva de los aspectos espaciales del campo funcional social­psicológico "vivir en comunidad", a la manera de una ciencia regional sociológica, se alejaría, en este sentido, tanto de la concepción geográfico­social ya explicitada, como se alejaría igualmente, una geografía económica practicada unilateralmente, la cual rechazase la "retroacción" con respecto a lo social. No se trata, de rastrear en todas las ramas de la antropogeografía, buscando los elementos geográfico­sociales posibles para rehacer con ellos una "nueva" geografía social (OTREMBA, 1969, p. 13). Sin embargo, en ningún caso puede limitarse la geografía social al tratamiento de situaciones urgentes político­sociales.

Definición de la geografía social

La concepción geográfico­social resulta del desarrollo posterior de la antropogeografía funcional bajo aspectos científico­sociales. Como definición de trabajo para la geografía social, podría proponerse la siguiente formulación (ver SCHAFFER, 1968, p. 205):

"La geografía social es la ciencia de las formas de la organización espacial y de los procesos conformadores de espacio de las funciones existenciales básicas de los grupos y sociedades humanas."

La superficie terrestre, como suma de todas las estructuras y fenómenos a­bióticos, bióticos y sociales, permanece, más o menos, como punto de partida de las reflexiones geográficas. El interés básico de la geografía social, no se dirige en primer término hacia la fisonomía del paisaje, en el sentido de una sección de la superficie terrestre, sino que está orientado hacia los grupos sociales o las sociedades en su actividad espacial, con sus tipos de comportamiento, y, a los fenómenos y procesos que parten de ellos y que son conformadores de espacio.

Según la opinión de BOBEK (1963), toda investigación geográfico­social ha de tener en cuenta tres círculos de problemas. En cualquIer complejo geográfico­social, sea este un poblamiento, una región (Region) o un país (Land), hay que:

1. Estudiar las determinaciones de las estructuras sociales, esto es, separar los grupos que son eficaces espacialmente y, a la vez, estudiar su distribución en la región. BOBEK caracteriza este paso como determinación de la "estructura social geográfica".

2. Tiene que seguir la determinación del sistema espacial de las funciones y procesos permanentemente en cada grupo (sistema social geográfico).

3. Y, finalmente, se trata de la captación de las estructuras espaciales visibles. BOBEK las denomina los "lugares funcionales", los cuales posibilitan el desarrollo espacial de la vida.

Aspecto estructural

La definición anteriormente indicada de la geografía social, contiene dos concepciones sobre lo espacial: una estructural y otra procesal. La componente estructural de lo espacial en la concepción propuesta, aspira a la comprensión y explicación de las estructuras sociales diferenciadas regionalmente, y de la diferente fisonomía espacial de las muestras de las funciones vitales de los grupos sociales o de las sociedades.

La componente procesal de la definición, orienta el interés hacia el surgimiento, o hacia la transformación, de las estructuras espaciales existentes. El paisaje se interpreta como un campo de procesos, a partir del cual y, por medio de las actividades de los grupos ­es decir, en el desarrollo de sus estructuras existenciales y de una manera continua­ se regeneran, cristalizan o modifican nuevas estructuras. Las muestras estructurales que se han hecho visibles en el paisaje, hay que entenderlas a la vez como "estadios transitorios residuales" ("geronnene Durchgangsstadien") de procesos que han tenido lugar antaño. En el sentido de HARTKE (1959) y RUPPERT (1968), el paisaje es caracterizado como placa registradora de procesos geográfico­sociales, como campo de procesos.

Esto no significa, en ningún caso, el descuido de la situación geográfico­física. Esta, puede influenciar los procesos de valoración, de un modo muy diferente según uno u otro grado de civilización, en las decisiones relativas a la existencia. Si se quiere, ésto es un posibilismo geográfico­social de nuevo cuño. Vidal lo indicó ya, en lo fundamental, en el cambio de siglo.

El espacio geográfico­social

¿Cómo hemos de comprender nuevamente el espacio geográfico desde el aspecto procesal? El espacio geográfico­social es una abstracción; sus fronteras, se delimitan a través del radio de acción de las reacciones específicas de los grupos sociales que desarrollan sus funciones vitales dentro de un área. Si se modifican los campos de acción, comportamiento y función de los grupos, entonces, se modifican también, forzosamente, las dimensiones de los espacios geográfico­sociales.



APENDICE DE LOS AUTORES EN 1971

De importancia básica para la geografía social es la fusión conceptual del espacio y la sociedad. El espacio geográfico­social aparece, desde este punto de vista, como un sistema de referencia localizado de la acción humana, que surge con el desarrollo de las funciones básicas de la existencia vital social. Bajo "sistemas de referencia", hay que entender articulaciones sistémicas, relaciones y procesos sistémicos resultantes de las exigencias vitales de la sociedad dentro de áreas aisladas.

Principio de consistencia

Con el fin de no inducir a error en este punto, quisiéramos acentuar especialmente lo siguiente: el cambio de los espacios geográfico­sociales y, en particular, de las estructuras, no se realiza, en absoluto, rápidamente o al mismo ritmo que el cambio de los procesos sociales. En todas las relaciones entre proceso y estructura en geografía social, hay que tener en cuenta el principio de la consistencia en el sentido de VON DE VRIES REILLINGH (1968): con la creación de los "lugares funcionales", esto es, con todas las inversiones espaciales en la forma de instalaciones de vivienda, trabajo, aprovisionamiento, educación, recreo, comunales y de comunicaciones, la sociedad limita de una manera considerable su libertad de reacción. La cantidad de inversiones, es tan grande que, para poder dar marcha atrás, hay que superar grandes resistencias.

Esta consistencia espacial de las infraestructuras, crea, simultáneamente, una resistencia estabilizadora frente a las tendencias modificadoras que proceden exclusivamente de la sociedad. Pero, también en lo económico, en lo político y en lo social, es decir, en cada campo funcional de nuestra existencia, hay "muestras" consistentes que no pueden ser modificadas fácilmente como, por ejemplo, tipos fijos ya existentes de comportamiento, la jerarquía de valores e ideales y la meta final del ordenamiento económico y social. Cada proceso geográfico­social que origina nuevas estructuras espaciales, tiene que hacer frente, simultáneamente, a la transformación de tales estructuras y muestras.

Problemática del grupo

Antes de seguir desarrollando el programa de la "geografía social­proceso", hay que hacer notar algunas observaciones críticas referentes a un problema básico de la concepción geográfico­social: la cuestión de los grupos relevantes en lo que al espacio se refiere. O, formulado de otro modo, ¿con qué grupos puede o debe trabajar la geografía? ¿Qué grupos son los que tienen relevancia espacial? ¿Puede uno referirse al mismo grupo para todas las cuestiones a solventar? ¿Qué grupo compuesto por diversas personas aisladas forma la unidad de reacción espacio­social más pequeña? Para decirlo brevemente: ¡una respuesta científica satisfactoria a ésta interrogante no existe actualmente! La simple adopción del concepto de grupo, tal como es utilizado por los sociólogos, no es en absoluto una solución satisfactoria.

Sin más, podemos ir tan lejos como para poder comprender la actuación del individuo, pero también la de las personalidades individuales relevantes, a partir de su "rol" dentro del grupo que las rodea. Esto significa, que nosotros subordinamos los tipos de comportamientos de las personas a las normas de reacción espaciales del grupo.(6)

El formar agrupaciones caso por caso, en base a características estadístico­sociales no referidas a problemas espaciales, representa una solución muy superficial. Dado que existe una cantidad inconmensurable de características estadístico­sociales, podrían formarse muchos grupos según sus características, con lo que, sin querer, estaríamos más cerca de una "geografía individual" que de una geografía social.

Como unidad de reacción espacio­social importante situada en el escalón más inferior, tenemos sin lugar a dudas al hogar, la familia, que puede ser utilizada como una comunidad biológico­social, económico­social y cultural­social. Muchas de estas familias u hogares, pueden sintetizarse en grupos de modos de vida similar o de situación social parecida, en los ya mencionados grupos de formas de vid (Lebensformgruppen). Según sea el campo de la función geográfica que se investigue, debería realizarse una determinación correspondiente del grupo referida al problema en cuestión.

En lo que respecta a investigaciones referidas a aspectos demográficos, resulta adecuada 1a adopción de grupos de un comportamiento generativo determinado. En lo concerniente a la problemática de la geografía de la religión, algunos grupos confesionales presentan, naturalmente, más ventajas que cualquiera de las capas sociales; con respecto a problemas relacionados con la geografía económica, podemos formar grupos según su profesión, ingresos o status o, distinguiendo, dentro del campo de la actividad económica, los sectores primario, secundario y terciario. Se reconoce sin más, que los grupos enumerados aquí, son relevantes de modo muy distinto en lo que al espacio se refiere, pero es precisamente en ésto, entre otras cosas, en donde radica el problema.

Aparición de procesos espaciales

Otra dificultad radica en que, a lo largo de su existencia, los grupos, por ejemplo, la composición familiar de determinadas capas profesionales, están sometidos tanto al cambio demográfico como al social. Esto significa, que surgen situaciones constantemente cambiantes en la existencia de los grupos y, consecuentemente, también modificaciones del comportamiento geográfico­social. De ello, se deriva una proposición clave para la geografía social:

Los grupos sociales, no son solamente portadores de las funciones, sino que son también portadores de procesos espaciales, estando ellos también sometidos al cambio.

La cadena de reacción que conduce al proceso espacial, puede pasar, por ejemplo, por las siguientes situaciones (SCHAFFER, 1968, p. 206);

1. Modificación de los supuestos valorativos, es decir, que el valor de apreciación que está fijado para un grupo social por factores sociales, económicos o medio­ambientales, puede modificarse más o menos rápidamente por medio de ciertas influencias. Con ello, se modifican.

2. determinados tipos de comportamiento económico y social que,

3. por su parte, pueden inducir a una nueva clase de procesos económicos y sociales, los cuales,

4. y, tras un cierto período de tiempo, transforman muestras consistentes, dando lugar a procesos espaciales y por consiguiente, a la creación de nuevas estructuras geográfico­sociales.

El curso del sistema portado por los grupos, es decir: valoración­comportamiento­proceso­situación espacial, no tiene por qué desarrollarse solamente en una dirección. En el sistema grupo­medio (a­biótico, biótico, antropógeno)­valoración­comportamiento­proceso­producción o regeneración de situaciones espaciales, son posibles todas estas retroacciones y correlaciones en el sentido de una relación de dependencia múltiple.

Relativización geográfico­social

No se trata aquí, en absoluto, de una secuencia causal inmodificable, aun cuando al grupo o la organización social le corresponda una función guía. La manera como cada grupo cumple esta función es muy diferente de un grupo a otro, y cambia también según el sistema social. A esta relativización social, se une el cambio en el tiempo. Si bien es cierto que la geografía tiene que ocuparse, fundamentalmente, de las situaciones espaciales en una sociedad marcada por el sello de lo industrial, también es posible que, en el futuro, pueda haber otros sistemas espacio­sociales totalmente diferentes. La visión retrospectiva de los distintos estadios de desarrollo social, con sus formas espaciales específicas, lo ratifica con toda claridad (BOBEK, 1959).

En base a esta relativización social y temporal, no puede hablarse, en absoluto, en la geografía de un nuevo determinismo: "tampoco se trata de llevar cada explicación a una meta final, o de afirmar, que el desarrollo de una región está determinado previamente por la organización de su sociedad. No hay ni un determinismo natural ni un determinismo social. Dentro del complejo regional, todos los elementos actúan constantemente unos junto a otros y, además, en un "sistema abierto", es decir, en el sentido que ellos son influenciados simultáneamente por las regiones vecinas y por medio del desarrollo general" (BRUNET, 1968, p. 21).

Desde esta perspectiva procesal, cada poblamiento, cada región, no es exclusivamente una imagen estático­estructural en lo que respecta a su existencia, sino un proceso espacial social modificable, que sigue al cambio de la existencia humana. Metódicamente, la geografía social está en condiciones de seguir procesos espaciales mediante los indicadores. Entre otras cosas, los indicadores son manifestaciones de cada proceso: así, el indicador del "baldío social" ("Sozialbrache") caracteriza a una población rural que se encuentra en el tránsito de una sociedad agraria a una sociedad industrial; altas cotas de abstenciones en una zona urbana indican sectores de descontento y de desintegración social, etc.

Posibilidades prospectivas

Una importante aspiración de la investigación geográfico­social es, desde hace tiempo, la comprensión de las tendencias de estructuración de los procesos espaciales. Los enfoques formales, funcionales y genético­históricos se complementan aquí con el tratamiento procesal. Justamente en lo que respecta a la efectividad de la geografía en la praxis, la geografía social entendida procesalmente permanece como una aspiración importante, ya que sólo a partir del conocimiento de las tendencias de desarrollo de los procesos actuales pueden adelantarse prognosis de estructuras futuras Si se reconoce en la geografía social a la ciencia de la organización espacial de la vida de la sociedad, entonces, es evidente el que se utilice esta disciplina para con su ayuda, organizar nuestra vida con pleno sentido en lo que al espacio se refiere.

Síntesis

La concepción geográfico­social, es el resultado de la incorporación de los conocimientos de las ciencias sociales y económicas modernas a la "antropogeografía funcional". A ella le corresponde la descripción y explicación de las "muestras espaciales" y procesos conformadores de espacio de las funciones básicas de la existencia humana, a saber, "vivir en comunidad", "habitar", "trabajar" "aprovisionarse y consumir", "educarse", "descansar" y "desplazarse".

Todos estos campos funcionales se centran en la sociedad o en los grupos sociales de un área correspondiente. Bajo este punto de vista, las ramas de la antropogeografía no pueden practicarse aisladas de la sociedad. La concepción geográfico­social se convierte en un principio integrador, que imposibilita la independización de las disciplinas parciales.

A todo "complejo geográfico­social" hay que entenderlo básicamente de una manera estructural y procesal. En el sentido de un "creative adjustament", la sociedad conforma su medio con la creación de los "lugares funcionales", que son los que posibilitan el desarrollo espacial de la vida. Los radios de acción de los grupos en el desarrollo de la función dimensionan las diversas unidades espaciales geográfico­sociales. El "paisaje" se convierte en espacio procesal, a partir del cual y, por medio de las actividades espaciales de los grupos, las estructuras se regeneran, modifican o se cristalizan nuevamente.

Al desarrollo del sistema valoración­comportamiento­proceso­situación espacial, portado por los grupos e influido por el medio, le corresponde un significado particular. Con ello, se han modificado esencialmente desde Friedrich Ratzel las ideas sobre el comportamiento hombre­medio: desde la determinación natural de las civilizaciones, pasando por la relativa autonomía del hombre sobre la naturaleza en el sentido de Vidal de la Blache, el camino ha conducido a la relativización social de todos los hechos espaciales.
 
 

NOTAS

1 Artículo publicado en la revista Geographische Rundschau 1969, págs. 205­214. En este trabajo, esbozan los autores una serie de ideas que serán desarrolladas posteriormente de forma más detallada, en un tomo de la serie Geographisches Seminar de la editorial Westermann.

2. Véanse al respecto, los trabajos aparecidos en la revista "Geografiker" editada por el círculo de geógrafos de Berlín, asociación estudiantil en la Universidad Libre de Berlín. Cuaderno n.º 2, Dic. 1968. Edit. Kiepert, Berlín.

3.  Las ideas básicas en lo que se refiere al lugar central, se encuentran ya en el año 1927 en BOBEK. Véase también BOBEK 1969.

4. Nota del traductor: Dada la diversidad con que aparece mencionado este concepto en el texto, se señalan a continuación las equivalencias utilizadas en su traducción:
Daseinfunktionen = funciones vitales o existenciales
Grundfunktionen = funciones básicas
Frunddaseinsfunktionen = funciones vitales básicas

5.  En un cierto sentido, la función desplazarse, no puede equipararse en un mismo nivel con respecto a las restantes manifestaciones existenciales, ya que esta función es, entre otras cosas, supuesto y consecuencia de la expansión espacial de nuestros campos de vida.

6. OTREMBA, 1972; véanse las objeciones de W. HARTKE, pág. 179, y DE VRIES­REILINGH, pág. 183; RUPPERT, 1960, pág. 5; SCHAFFER, 1968, pág. 35; KOENIG, 1969; CAMPBELL, 1968.
 

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