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UNIVERSIDAD DE BARCELONA
ISSN:  0210-0754 
Depósito Legal: B. 9.348-1976
Año IV.   Número: 22
Julio de 1979
 
LA POLÉMICA DE LA GEOGRAFÍA SOCIAL EN ALEMANIA ( II ):
LA GEOGRAFÍA SOCIAL ALEMANA EN SU CONCEPCIÓN TEÓRICA Y EN
SU RELACION CON LA SOCIOLOGÍA Y LA "GEOGRAPHIE DES MENSCHEN" 
 
Eugen Wirth


JUSTIFICACION DEL NUMERO Y NOTA SOBRE EL AUTOR

Continuamos con este número la edición en castellano de textos representativos sobre la polémica de la geografía social en Alemania, con la publicación de la importante crítica realizada por Eugen Wirth a las propuestas de la escuela de Munich con ocasión de la publicación del libro de J. Maier, R. Paesler, K. Ruppert y F. Schaffer Sozialgeographie (Braunschweig, 1977). Debe señalarse que la crítica de Wirth dio lugar a una contrarréplica de los autores citados, publicada también en las páginas de la "Geographische Zeitschrift" (vol. 66, n.º 4, 1978).

El prof. Eugen Wirth, uno de los más destacados geógrafos alemanes contemporáneos, nació en Würtzburg (R.F.A.) en 1925. Entre los años 1945 y 1952 estudió en las universidades de Erlangen, Goettingen y Freiburg/Brsg. En el año 1949 realizó su examen estatal en Geografía e Historia en la universidad de Erlangen, doctorándose en la universidad de Freiburg/Brsg. en el año 1952 en las materias de sociología y filosofía. En 1959 se habilitó en la Facultad de ciencias naturales y matemáticas de la universidad de Hamburgo en la especialidad de geografía (especialmente geografía económica). Entre los años 1953 y 1959 fue ayudante en la universidad de Hamburgo, y desde 1960 a 1963 docente en dicha universidad. Desde 1964 es catedrático y director del Instituto de geografía de la universidad de Erlangen.

Viajes y excursiones han convertido al Prof. Wirth en un profundo conocedor del continente europeo. Además de los países de habla alemana, conoce bien el Benelux, los países alpinos, Francia, Italia y España. Cinco viajes al Canadá, Estados Unidos y a México le han introducido en la problemática geográfica de América del Norte, habiendo ejercido en la primavera del año 1975 como profesor invitado en el departamento de geografía de la universidad de Toronto. Entre los años 1953 y 1959 ha viajado unas treinta veces, con estancias desde varias semanas hasta nueve meses, por los países del Oriente Próximo, Asia y la India.

Entre otros muchos cargos, el Prof. Wirth ha sido primer presidente de la Asociación Central de geógrafos alemanes y de la Asociación de profesores universitarios alemanes de geografía durante los años 1975-1977. Es autor de una decena de libros y de casi un centenar de artículos, conferencias y contribuciones a publicaciones diversas, así como de gran número de recensiones en revistas especializadas. Entre los primeros destacan:

- Agrargeographie des Irak, Hamburgo, Hamburger Geographische Studien, vol. 13, 1962, 192 págs., 42 figs. y 59 mapas (Tesis de Habilitación).

- Syrien. Eine geographische Landeskunde, Darmstadt, 1971, 530 págs., 58 figuras. 14 mapas.

- Nordafrika und Vorderasien (en colaboración con H. Mensching), Frankfurt, 1973 (2ª ed. 1979).

- Theoretische Geographie. Grundzüge einer Theoretischen Kulturgeographie, Stuttgart, 1979, 336 págs.

Entre sus numerosos artículos señalaremos aquellos que tienen más directa relación con el tema tratado en este número de "Geo Crítica".

- Die Lermüttensiedlungen der Stadt Bagdad. Ein Beitrag zur Sozialgeographie orientalischer Städte, "Erdkunde", 8, 1954. págs. 309-316.

- Zur Sozialgeographie der Religionsgemeinschaften im Orient, "Erdkunde", 19, 1965, págs. 265-284.

- Ueberlegungen und Vorschläge des Fachausschusses Geographie im Arbeintskreis für Hochschuldidaktik zur Gestaltung des geographischenHochschlunterrichts, "Geographische Zeitschift", 57, 1969, págs. 42-55.

- Zum Problem einer Allgemeine Kulturgeographie. Raummodelle-kulturgeographische Kraftelehre - raumrelevante prozesse ­ Kategorien,. "Die Erde", 100, 1969, págs. 155-193.

- Zwölf Thesen zur aktuellen problematik der Landerkunde, "Geographische Rundschau", 11, 1970, págs. 444-450.

- Die Beziehungen der orientalisch-islamischen Stadt zum umgebenden Lande. Ein Beitrag zur Theorie des Rentenkapitalismus, en E. MEYNEN (Ed.): Geographie heute. Einheit und Vielfalt. Erns Plewe zu seinem 65 Geburstag, Wiesbaden, 1973, págs. 323-333.

- Die orientalische Stadt. Ein Ueberblick aufgrund jüngerer Forschungen zur materiellen Kultur, "Saeculum", 26, nº 1, 1975, págs. 45-94.

- Die Situazion der deutschen Geographie im Jahre 1977. En Verh. 41 Dt. Geographentag 1977, Wiesbaden, 1978, págs. 8-16.

- Zur wissenschaftstheoretischen problematik der Landerkunde, "Geographische Zeitschrift", 66, 1978, págs. 241-261.

- Zum Beitrag von G. Bahrenberg: Anmerkungen zu E. Wirth's Versuch... "Geographische Zeitschrift", 67, 1979, págs. 158-162.

- Zwei Jahrzehnte Theoretische Geographie. Eine kritische Bilanz, En Verh. 42 Dt. Geographentag Göttingen, 1979, Wiesbaden, 1980 (en publicación).

Agradecimientos

El texto original del artículo del prof. Wirth se publicó con el título Die deutsche Sozialgeographie in ihrer theoretischen Konzeption und ihrem Verhältnis zu Soziologie und Geographie des Menschen, en la "Geographische Zeitschrift", vol. 65, cuaderno 3, 1977, págs. 161-187. Agradecemos a los editores de la revista, y en particular a su redactor-jefe, el prof. Gerhard Sandner del Institut für Geographie und Wirtschaftsgeographie de la Universidad de Hamburgo, el permiso concedido para la traducción y publicación de este artículo en "Geo Crítica".

Por este mismo motivo damos también las gracias al Prof. Eugen Wirth, al que agradecemos además su amabilidad accediendo a redactar una nota introductoria para la presente edición española.

El traductor

El presente número y el anterior, dedicados a la polémica de la geografía social en Alemania, han sido coordinados y traducidos por Alberto Luis, Licenciado en Geografía por la Universidad de Barcelona, y actualmente Becario en el Instituto de Geografía de la Universidad de Bonn.



INTRODUCCION DEL AUTOR PARA ESTA EDICION ESPAÑOLA

El trabajo que se presenta a continuación es el resultado de una ocupación científica desde hace 25 años con problemas de geografía social. Ciertamente, no he estudiado nunca en Frankfurt, Munich o Viena --los centros de la geografía social alemana--, y tampoco pertenezco al círculo de los discípulos de Hans Bobek, Wolfgang Hartke o Karl Ruppert. Mediante un estudio completo de la sociología y mediante mi acceso al grado de doctor con una tesis puramente sociológica, se dirigieron ya mis intereses muy tempranamente hacia cuestiones geográfico-sociales. Cuando en el año 1953 permanecí casi un año en el Irak, tuve que enfrentarme de lleno con la miseria de los campesinos explotados sin piedad por los grandes propietarios, y pude realizar investigaciones empíricas en los "slumms" de la ciudad de Bagdad. Ya en el año 1954 apareció como resultado de ello una publicación de geografía social: Die Lehmhuettensiedlungen der Stadt Bagdad. Ein Beitrag zurSozialgeographie orientalischer staedte ("Erdkunde", 8, 1954, páginas 309-316).

Desde el año 1964, cuando fui nombrado catedrático en el Instituto geográfico de la universidad de Erlangen-Nuernberg, estuve en un constante y estrecho intercambio de opiniones científicas con los representantes de la geografía social muniquesa y vienesa. En visitas recíprocas de los institutos se produjeron siempre discusiones apasionadas sobre problemas de la geografía social. Por medio de publicaciones propias y a través de las tesis doctorales de mis discípulos, intenté comprobar científicamente mi concepción algo divergente de la geografía social. Frente a la estrecha y parcial referencia a la actualidad de la escuela de Hartke, intentamos mostrar, sobre todo, que también la geografía social tiene que estar fundada históricamente. Además de ello, intentamos poner de manifiesto que la limitación de los campos de investigación geográfico-sociales a Europa central conlleva un estrechamiento innecesario de los aspectos de investigación, y que también se puede trabajar con éxito en geografía social en culturas no europeas y en países en vías de desarrollo. Ambas posiciones se acercan en las perspectivas de investigación de Hans Bobek, el cual siempre ha trabajado en geografía social de una manera mucho menos dogmática que Wolfgang Hartke y Karl Ruppert.

Ya hace muchos años quise formular de una vez en un trabajo sintético mis ideas acerca de la geografía social. Dado que el libro Sozialgeographie de J. Maier, I. Paesler, K. Ruppert y F. Schaffer debía aparecer primitivamente en el año 1971, quise esperar aún a su publicación, la cual se retrasó seis años completos. Así, el trabajo que sigue a continuación se convirtió en una detallada reseña crítica de los merecimientos del librito aparecido en 1977 junto con el intento de mostrar una alternativa viable.

Eugen Wirth
Erlangen, junio 1979





LA GEOGRAFIA SOCIAL ALEMANA EN SU CONCEPCION TEORICA Y EN SU RELACION CON LA SOCIOLOGIA Y LA "GEOGRAPHIE DES MENSCHEN" (1)

Eugen Wirth



La gran época científicamente fructífera de la "nueva geografía" anglosajona, parece haber pasado ya. Los pioneros de antaño, se han convertido en funcionarios de reconocidos méritos y, aunque los héroes no se han cansado, parecen estar plenamente ocupados la mayoría de ellos en perfeccionar las ideas y pensamientos de su juventud en detalles, o en recopilarlos en excelentes manuales didácticos. Todo esto, suponiendo que sigan ocupándose aún con la geografía y no se dediquen predominantemente al computador o a Carlos Marx.

Hay antecedentes que indican que la discusión actual está determinada por los epígonos. ¡Compárense solamente los primeros y ampliamente estimulantes cuadernos de "Progress in Geography", o de "Geographical Analisis", con los de los últimos años! En lugar de los libros pioneros y de los trabajos originales, han aparecido instructivos libros de texto, los cuales difícilmente pueden distinguirse unos de otros en lo que respecta al contenido; o recopilaciones con la reimpresión de los trabajos clásicos; o recensiones bibliográficas; o propuestas de planes de estudio y enseñanza; o traducciones. Ya no es la fructífera teoría la que domina el campo, sino el perfeccionamiento de las técnicas...

Hace algún tiempo, un famoso representante de la geografía teórica moderna en Toronto delineó de una manera similar la situación actual y, si bien el recensionista que suscribe discrepa en muchos puntos de aquella descripción, pudiera haberse situado sin dificultad al comienzo de la misma. No queremos preguntarnos aquí si pudiera dictarse una sentencia similar sobre la geografía teórica y cuantitativa del ámbito lingüístico alemán, pues es más urgente examinar de una vez a la geografía social alemana en su estado más reciente de la investigación, preguntándonos si su desarrollo no ha tomado un curso similar.

También aquí el punto de partida de una "nueva geografía", bajo Hans Bobek y Wolfgang Hartke, se remonta a los años 1948-1960. En total contraposición a la geografía teórica del ámbito lingüístico anglosajón, la escuela alemana de geografía social no ha tenido, hasta comienzos de 1977, ninguna exposición global sintética del tipo de manual. De Wolfgang Hartke, el gran estimulador, ya no se habla, si bien él nunca tuvo la intención de redactar un compendio sistemático de la geografía social. Hans Bobek, por el contrario, tiene desde hace varios años sobre su mesa de trabajo un grueso manuscrito con el esbozo de una geografía social. Este manuscrito, cuya aparición esperan ansiosos todos los colegas de la disciplina, se originó como resultado de una serie de conferencias que, como invitado, pronunció en Munich en el curso 1963-1964. Hasta ahora, no ha podido decidirse a publicarlo, aunque quizá le estimule finalmente a ello el tomo que comentamos aquí...

Hasta hace bien poco, el ámbito anglosajón no ofrecía ningún tipo de sustituto satisfactorio, no habiendo allí una geografía social que se acercase, aunque sólo fuese de una manera aproximada, a la problemática y a los trabajos de investigación de Hans Bobek, Wolfgang Hartke, Karl Ruppert o Franz Schaffer. El trabajo de investigación de J. EYLES (l974), por ejemplo, es totalmente insatisfactorio ya que trata casi exclusivamente de sociología y no de geografía. Igualmente decepcionante es el informe de R. E. PAHL (l965), y el trabajo de R. L. MORRIL (l974) sobre The Spatial Organization of Society finalmente, y por citar un tercer ejemplo, se ocupa en el texto solamente de la "spatial organization" y no, por el contrario, de la "society". Sólo a partir del libro de J. A. JAKLE et al. (l976), existe una síntesis muy lograda de aspectos de investigación, los cuales merecen totalmente el nombre de "geografía social".

Debido a esta situación, será bien recibido por todas partes, el que a comienzos de mayo de 1977, haya aparecido finalmente, de la pluma de J. Maier, R. Paesler, K. Ruppert y F. Schaeffer en la colección "Das Geographische Seminar" de la editorial Westermann, el panorama sobre la Sozialgeographie anunciado ya desde hace muchos años. Como primer intento de una exposición sintética de la geografía social en el ámbito lingüístico alemán, este libro encontrará ciertamente una rápida difusión. Cualquier toma de posición crítica que se adopte con respecto al libro ha de contrastarse con la positiva ventaja que corresponde a tal primicia, aunque esto no pueda eliminar toda reflexión crítica. El autor de esta recensión, que se siente estrechamente unido con la obra científica de Hans Bobek, y al que le une una larga amistad de años con los autores del libro que comenta, quisiera ofrecer a continuación una pequeña contribución relacionada con el esfuerzo común de lograr una sólida fundamentación de la geografía social alemana.

La primera parte del libro, "De la antropogeografía a la geografía social" (pp. 9-43), repite de nuevo en lo esencial, aunque algo ampliadas, las ideas que ya fueron publicadas en el famoso trabajo de la "GeographischeRundschau", titulado Zur Konzeption der Sozialgeographie (K. RUPPERT y F. SCHAFFER, 1969).(2)  Solamente han sido añadidos de nuevo un pequeño capítulo sobre "El sistema espacial geográfico-social" y una sección complementaria mayor, en la que, en primer lugar, se informa sobre aquellas concepciones de la geografía social que se apartan de la de la "escuela de Munich", pasando a continuación a informar brevemente, como ciencias vecinas de la geografía social, de la sociología, la sociografía, la ecología social, y de la ciencia e investigación regional.

La segunda parte denominada "Grupos y estratos en su referencia espacial" (pp. 44-69), ha sido concebida esencialmente de nuevo, pese a que tanto en el apartado "Acerca de la determinación de los grupos geográficos relevantes", como en el relativo a la "Articulación espacio-social", aparecen reflexiones teóricas y metodológicas generales que son más antiguas, y a que los problemas que se plantean se contestan básicamente refiriéndose a las investigaciones empíricas de la geografía social muniquesa.

Esto mismo, es válido para la tercera parte, que lleva por título "El espacio geográfico-social" (pp. 70-99). Tras un subcapítulo introductorio titulado "Formas y procesos de organización espacial", que se refiere en lo esencial a ideas ya aparecidas en el trabajo de RUPPERT-SCHAFFER en la "Geographische Rundschau" (l969), se resumen aquí algunos conceptos de trabajo que son importantes para las investigaciones empíricas de la escuela de Munich: "El radio de acción específica de grupos", "El principio de la persistencia", "Los indicadores como reveladores de procesos" y los "Procesos de innovaciones".

La cuarta parte del libro, lleva el prometedor encabezamiento de "Tipos de comportamientos espacialmente relevantes en el curso de las funciones básicas" (pp. 100-156). Tras un panorama sobre las investigaciones muniquesas realizadas hasta ahora, aparecen aquí con más intensidad que en las partes anteriores, reflexiones relacionadas con la fundamentación teórica de la geografía, las cuales se agregan, unas veces de manera más razonada que otras, a una de las denominadas "funciones básicas" que determinan la articulación en subcapítulos. Finalmente, en la quinta y última parte titulada "La geografía social como fundamento de la planificación" (pp. 157-170), los autores se refieren de nuevo a algunas investigaciones empíricas del instituto muniqués de geografía económica para mostrar con su ejemplo, cómo la geografía social puede ponerse al servicio de la planificación regional y de la ordenación espacial.

El breve repaso conceptual efectuado, permite reconocer ya tres características esenciales del libro Sozialgeographie:

a) El núcleo de la exposición radica en la problemática e investigaciones de la escuela de geografía social de Munich-Viena. Hans Bobek, Wolfgang Hartke, Karl Ruppert, Robert Geipel, Franz Schaffer, Karl Ganser, Joerg Maier y, la generación posterior de sus discípulos, determinan en lo esencial el contenido con sus ideas teóricas y sus trabajos empíricos. Esto es en principio correcto y adecuado al objeto, pues nadie negará que estos científicos son los que más han contribuido hasta el momento a la construcción de la geografía social. Sólo una crítica efectuada más detalladamente podrá comprobar entonces si, con el presente trabajo, la escuela muniquesa-vienesa no se ha protegido algo exageradamente contra estímulos externos.

b) Quien en los últimos 10-15 años haya leído los trabajos más importantes de los científicos que han sido citados anteriormente, encontrará casi exclusivamente cosas conocidas en el libro Sozialgeographie, pues sólo ocasionalmente se informa sobre investigaciones no publicadas o se modifican ligeramente las ideas expresadas anteriormente. Este modo de proceder es también totalmente correcto y se verá seguramente con satisfacción, ya que puede considerarse ampliamente legitimo, como tarea de una colección concebida para estudiantes y geógrafos escolares, el referirse sintéticamente a toda la bibliografía que constituye en su conjunto el edificio actual de la geografía social muniquesa-vienesa y que está repartida en numerosas publicaciones. Sólo una crítica de mayor alcance podrá preguntarse de nuevo si no hubiese sido posible, y más aconsejable, un cierto desarrollo posterior de las ideas que se han manifestado hasta el momento.

c) La obra Sozialgeographie que se comenta, aspira a dos cosas muy diferentes: por una parte, expone los fundamentos conceptuales de la geografía social del ámbito alemán bajo el punto de vista de su desarrollo científico; por otra, informa, más o menos detalladamente, sobre casi todas las investigaciones empíricas y estudios aislados que han sido desarrollados en los últimos 15 años por la escuela de Munich de geografía social. Estas investigaciones empíricas y las cuestiones planteadas por ellas constituyen sin duda alguna, el "núcleo central" de la geografía alemana, representando probablemente en su conjunto, el trabajo científico mayor y más impresionante que ha producido la geografía de habla alemana desde la segunda guerra mundial. En concordancia con el núcleo de sus investigaciones, los autores acentúan constantemente, en el trabajo que comentamos aquí, la primacía de los trabajos de investigación empírica frente a la reflexión teórica.

Si a continuación se va a discutir casi exclusivamente sobre la concepción teórica, es porque esta polémica, que abarca sólo un aspecto parcial del libro, resulta más del interés de este crítico que del interés de la escuela de Munich. Tras la aparición de este libro, la pregunta sobre los fundamentos teóricos de la escuela de Munich de geografía social no puede postergarse más. Un atento repaso del texto, arroja como resultado que el trabajo de RUPPERT-SCHAFFER publicado en la GeographischeRundschau (l969), ha sido tomado en sus pasajes esenciales de una manera casi literal. De las aproximadamente 810 líneas del texto primitivo, por lo menos 560 líneas, se encuentran sin modificar en el libro que comentamos (es decir aproximadamente el 70% del texto con todas las formulaciones básicas).

No puede objetarse fundamentalmente lo más mínimo contra tal procedimiento, pues este mismo crítico, por ejemplo, ha empleado de nuevo en publicaciones posteriores muchas formulaciones primitivas sobre la ciudad oriental. La condición previa para este proceder es, en cualquier caso, el que tanto antes como ahora, se esté convencido de la exactitud y de la validez de las proposiciones formuladas antaño. Si se observa que muchos de los pasajes y de las definiciones básicas del trabajo de RUPPERT-SCHAFFER (l969) han sido reproducidos literalmente o casi literalmente de la tesis doctoral anterior de F. SCHAFFER (1968, pp. 12-17 y 35-37), hay que concluir entonces con que los autores del libro, pese a los diez años transcurridos, mantienen hoy aquellas formulaciones respecto a su concepto teórico, tal como fueron introducidas al principio de una manera provisional y a modo de experimento en la discusión científica.

Ni las numerosas conversaciones personales con científicos amigos acerca de la concepción geográfico-social, ni las objeciones de G. LENG (1973) y de J. BIRKENHAUER (l974), han motivado a los autores a efectuar correcciones profundas en el concepto primitivo. La primera de estas objeciones podrá seguramente rechazarse con razón, por poco fundamentada o por errónea. A la segunda de estas objeciones, es difícil que se la pueda rechazar plenamente con el mismo tipo de argumentación y con el mismo grado de derecho. Con respecto a dos posteriores tomas de posición crítica no se adopta en absoluto postura alguna: la crítica de M. FUERSTENBERG (1970) y la de E. BUCHHOLZ (l972). Finalmente, la buena síntesis crítica del trabajo, realizado como parte del primer examen estatal por F. GRUBER (l977), se formuló cuando el libro que aquí se comenta estaba ya en la imprenta.

Como continuación de los trabajos de Hans Bobek y de Wolfgang Hartke, los autores del libro constatan, en la página 21, que la antropogeografía funcional se ha convertido en la geografía social moderna mediante la inclusión de aspectos y conocimientos científico-sociales. De ello podría deducirse, en principio, que la geografía social habría incluido en su concepción científica las problemáticas y los resultados de las investigaciones de la sociología moderna con una intensidad similar, por ejemplo, a la relación existente entre geomorfología y geología.

Sorprendentemente no puede tratarse de esto, ya que no solamente los tempranos trabajos de Hans Bobek y Wolfgang Hartke, sino también, las publicaciones más recientes de la escuela de Munich más el libro que nos ocupa, emplean para la descripción de procesos sociales, conceptos que aparecen como poco elaborados. Mientras que se adoptaron por completo las técnicas de la investigación social empírica: los conceptos de la moderna sociología se emplean sólo en casos excepcionales y de manera bastante marginal. Por ello, para la geografía social alemana es válido, cum grano salis, lo que H. ALBERT (l963, pp. 45 y ss.) puso de manifiesto en relación con la economía: "ésta, parece ser inmune contra la penetración de conocimientos sociológicos y psicológico-sociales". Con el ejemplo de dos categorías adoptadas por la escuela de Munich de geografía social, la de "grupo" y la de las "funciones vitales básicas", podremos aclarar ésto de manera más precisa.

El "concepto sociológico de grupo", si bien se discute brevemente en las páginas 45 y ss., es caracterizado a continuación como poco útil para trabajos geográficos, sustituyéndosele por el concepto mixto de "grupos geográfico-sociales". Al aclarar el concepto sociológico de grupo, los autores se refieren de una manera desafortunada a G. Weippert y a W. Sombart y, al intentar subdividir los distintos grupos, introducen una imagen tan deformada que casi se pierde lo que para la sociología es la característica fundamental de todos los grupos. Esta es, sin embargo, la interacción entre los miembros del grupo, que ocupa un lugar importante en casi todas las definiciones de los sociólogos: "cuando utilizamos la palabra "grupo", pensamos con ella en dos o más personas que se interactúan". Un grupo social, es... "un número de personas con intereses comunes que se influyen los unos a los otros, poseen un sentimiento de pertenencia común y participan en actividades comunes". El grupo es "una estructura social (Gebilde) que surge de las relaciones recíprocas de dos o más personas, ... diferenciándose más o menos claramente de su medio social" (ZOLL-BINDER, 1968, pp. 10-12). "Bajo grupo, entendemos a una serie de personas que, en un determinado período de tiempo, tienen entre sí relaciones frecuentes" (C. G. HOMANS, 1960, p. 29).

Dirigido básicamente hacia los grupos pequeños, la sociología posee un concepto claro y unívoco de grupo al que denominaremos de aquí en adelante "grupo de interacción sociológica". Frente a él, los "grupos geográfico-sociales" de la escuela de Munich aparecen como una mezcla muy heterogénea de elementos. Los grupos de modos de vida (Lebensformgruppe), que fueron introducidos en la geografía social por Hans Bobek, son una variante muy específica de los grupos de interacción. Por el contrario, los grupos de comportamiento incluyen a cualquier cantidad casi arbitraria de personas que se sintetizan en un "grupo", sólo porque presentan entre sí cualquier tipo de relación de comportamiento similar. Los grupos cuya acción es espacialmente relevante son sólo un caso especial de los grupos de comportamiento que se acaban de citar, a saber, una cantidad de personas con similar comportamiento en el espacio, por lo que se diferencia de manera poco clara entre "tipos de familias cuya acción es espacialmente relevante" y "grupos geográfico-sociales". Finalmente, aunque si bien no de un modo expreso, en el capítulo ya mencionado sobre los grupos, en los trabajos empíricos muniqueses, se utilizan frecuentemente "grupos sociales" como cantidades de personas con iguales características estadístico-sociales ("grupos de características").

Un concepto de grupo "geográfico-social" elaborado en base a componentes tan diversos, es inapropiado como fundamento teórico duradero. Tras una correcta adopción de los conceptos básicos y de la teoría sociológica, una geografía social que se considera como subdisciplina de las ciencias sociales, debería ante todo intentar trabajar con el concepto sociológico de grupo como contexto de interacción de personas, ya que si podemos determinar en tales grupos sociológicos de interacción igual o similar comportamiento, entonces la teoría sociológica nos ofrece también con sus conceptos de normas de comportamiento, de imitación, de control social, de orientación según las expectativas de comportamiento de los otros miembros de los grupos, de rol y expectativa de roles, de sanciones sociales y de identificación y socialización (Talcott PARSONS, 1951) una fundamentación o una explicación de la igualdad de este comportamiento.

Todas las investigaciones de la geografía del ámbito alemán (y no solamente las que proceden del ámbito de la escuela de Munich) que se ocupan de los "grupos de modos de vida" articulados de una manera más o menos fija y plasmados unitariamente, pueden partir de esta clase de unificación del comportamiento en el espacio y con respecto al espacio producida mediante una estrecha interacción social. Por esta razón, las investigaciones de los "grupos de modos de vida" aparecen como particularmente fructíferas para la geografía social, cosa reconocida ya en 1948 por Hans Bobek con gran agudeza.

Lo desafortunado para el geógrafo es el que el "modo de vida", como síntesis de una plasmación fuerte y unitaria del ser humano, desaparece cada vez con más fuerza en nuestra sociedad industrial moderna. Si la geografía no quiere trabajar solamente con "grupos de modos de vida" que estén caracterizados por sociedades tradicionales --por ejemplo, nómadas o campesinos de oasis con pescadores o cazadores--, o con grupos especiales dentro de nuestra sociedad actual --por ejemplo, mercaderes ambulantes y pastores, trabajadores emigrantes o vagabundos (Landfahren)--, entonces, la geografía social tiene que superar teóricamente el "entrelazamiento de círculos sociales" de nuestra sociedad industrial moderna, lo cual fue ya señalado con énfasis por Georg SIMMEL (l903, pp. 305-344) al poner de manifiesto que cada uno de nosotros pertenece hoy a muy diversas y diferentes estructuras sociales, dentro de las cuales adoptamos frecuentemente un rango muy diverso y roles muy diferentes. Cuanto mayor es el número de estructuras sociales a las que pertenecemos, menor será por lo regular la fuerza conformadora de cada estructura aislada sobre nosotros. Por ello, la pertenencia a los grupos sociales conlleva sólo un comportamiento similar muy limitado, siendo siempre muy difícil la articulación unívoca de personas a cualquier grupo que los conforme de una manera dominante, pues "las conexiones constantes entre el espacio y la sociedad, ya no son más la regla sino la excepción" (E. BUCHHOLZ, 1972, p. 88). ¿Estaba la geografía social bien asesorada para poder resolver fácilmente las dificultades teóricas que surgen del "entrelazamiento de los círculos sociales", como para que se pudiese apartar del grupo sociológico de interacción?

El concepto de "grupo de características" que utilizan hoy muchas investigaciones geográfico-sociales en lugar del grupo sociológico de interacción, significa ya, fundamentalmente, una solución para un concepto práctico de grupo científico-social, salvándose sólo aquí el término de "grupo" como caracterización para un agrupamiento casi arbitrario. En relación con el uso ampliamente extendido de grupos de características en la geografía social, E. W. BUCHHOLZ (l972, p. 9l) opina que "la posibilidad de cartografiar datos estadístico-sociales dio el estímulo para la construcción teórica, teniendo que conducir necesariamente a que determinados grupos (estadísticos) como los grupos profesionales y las agrupaciones según la posición profesional se convirtiesen (hipostasiasen) en articulaciones sociales como fuerzas conformadoras de paisaje".

Para aclarar esto con un caso extremo: todas las personas con 1,69 m de altura, o con los ojos azules, o las comprendidas entre una edad de 12-82 años, pueden sintetizarse en un caso dado en un "grupo de características". Tales "grupos", muestran en cierta manera un comportamiento similar: las personas con una estatura de 1,69 m compran sólo ciertos tamaños de ropa confeccionada, la tasa de mortalidad de las personas de 12 años es diferente que las de 82, etc. Las razones de este comportamiento similar, no hay que buscarlas en este caso en el campo de la teoría científico-social, sino, por ejemplo, en regularidades biológicas o racional económicas. Es por esto, por lo que los grupos de características difícilmente pueden seguir siendo el objeto propio de la geografía social.

Más sentido tienen las combinaciones típicas de características aisladas demográficas, económicas y sociales como, por ejemplo, las "mujeres casadas que no trabajan con niños en edad escolar", o el "presupuesto familiar decreciente", o la "familia con escaso poder adquisitivo y sin vehículo en una ciudad pequeña". Estas combinaciones de características con las que también trabaja la geografía social muniquesa, permiten observar un comportamiento similar con más frecuencia que los "grupos estadístico-sociales" (E. SPIEGEL, 1976). El problema es que a partir de este comportamiento similar, no puede describirse o explicarse el que personas con similares combinaciones de características pertenezcan a un "grupo" ya que, la homogeneidad de comportamiento tiene que explicarse mucho más a partir de una combinación específica de roles la cual, en el macro-nivel, es el resultado de la correspondiente situación económico-social; pues en los campesinos que se ocupan de las faenas agrícolas a tiempo parcial en Frankfurt, en la región del Sarre o en Baden del Sur, el baldío social no se presenta de una manera similar porque estos campesinos perteneciesen al mismo "grupo" o, solamente, porque estuviesen en contacto entre sí.

Con ello se toca ya la problemática general de los "grupos de comportamiento", es decir, de los grupos de personas que se comportan en el espacio o frente al espacio de una manera similar: en el caso más favorable, los grupos de comportamiento pueden ser grupos de interacción sociológica, si bien, en la mayoría de los casos no lo son en nuestra moderna sociedad industrial, habiendo que recurrir a menudo en última instancia a la sociología para la explicación de la similitud en el comportamiento. La sociología operará, preferentemente, a un nivel que está por encima del de los grupos, en el campo del "sistema cultural" en el sentido de Talcott Parsons.

Volviendo de nuevo a nuestro ejemplo: los campesinos que se ocupan de las faenas agrícolas a tiempo parcial, dejando de trabajar parte de la superficie de cultivo en las cercanías de los centros de aglomeración urbana con industria dinámica, pueden ser ciertamente agrupados en un "grupo de características" o en un "grupo de similar comportamiento", lo cual no nos permite avanzar teóricamente ningún paso, pues no es el señalar hacia cualquier concepto de grupo, sino la referencia hacia similares expectativas económicas de los directores de la explotación o del cabeza de familia en el marco de una situación social total dada, lo que puede servirnos como ayuda para la explicación. Entonces, ¿es aún el concepto de grupo absolutamente necesario para la caracterización del mismo comportamiento en el espacio?, o, ¿no debería desarrollarse mejor la problemática a partir del comportamiento espacial?

***

Con las denominadas "funciones vitales básicas", la geografía social se ha creado un esquema de orientación hipotético que la aleja aún más de las ciencias sociales modernas. En vano se buscará en los diccionarios sociológicos éste u otro concepto similar, ya que en la teoría sociológica actual no hay ningún lugar para cualquier clase de "funciones vitales básicas". Si le preguntamos al sociólogo por funciones o por las manifestaciones existenciales de los grupos, entonces, nos citará procesos como sanciones sociales, expectativas de comportamiento, distribución de roles, auto-conciencia de los grupos, liderazgo dentro de los grupos, etc.

También el esfuerzo por documentarse o por fijarse en el espacio de alguna manera y en algún lugar, pertenece a la exteriorización de las manifestaciones existenciales de las articulaciones sociales. En su brillante trabajo, Georg SIMMEL (l903, p. 294) llamó ya la atención sobre esto al decirnos que "el uso del lenguaje lo pone de manifiesto si es que una familia da nombre a una casa, si la iglesia posee simultáneamente el sentido del edificio y el de la comunidad, si la universidad, el club, etc., muestran la doble duplicidad de significados".

Es conocido el por qué la geografía social tomó la primitiva concepción de las "funciones vitales básicas", adoptadas y desarrolladas por los arquitectos en base a motivaciones exclusivamente pragmáticas: las "funciones vitales básicas" pueden ser "localizadas" fácilmente a primera vista, por lo que se pueden proyectar espacialmente permitiendo su fácil transformación en un currículum actual y relevante socialmente (J. BIRKENHAUER, 1974). Sin embargo, ambas cosas no pueden servir como argumento de solidez teórica, ya que si una vez prescindiésemos de los encabezamientos de los capítulos mantenidos básicamente como introducción, entonces, la casi totalidad de los trabajos de la escuela de Munich de geografía social también podrían realizarse excelentemente sin el concepto de las "funciones vitales básicas".

En el libro que nos ocupa, las "funciones vitales básicas" podrían eliminarse sin perjuicio, por lo menos hasta la página 100, pues si bien es cierto que los autores se esfuerzan en las páginas 18-20 en una defensa de su concepto frente a los críticos de las funciones vitales básicas, en una intercalación similar a un excurso, ésta es poco convincente. Un enfoque geográfico-social, tendría que partir verdaderamente de la localización de una función o de la función de una localización y no, por el contrario, de la función de cualquier agrupación de personas ya que la muestra de interacción espacial está conformada por las localizaciones y no por las funciones. Además, debido a que no pocas localizaciones de la geografía social son multifuncionales, la muestra de interacción espacial depende más de la unidad de localización que de la función.

Como principio de articulación de la geografía cultural,(3)  las "funciones vitales básicas" aparecen también como demasiado exigentes. Ayer como hoy (pp. 28 y ss. y 100 y ss.) los autores parten de la base de que por lo menos como "esquema orientativo", a cada función básica podría ordenársele "la correspondiente rama o área de trabajo de la geografía social". La geografía del comportamiento educacional o la geografía del ocio pueden articularse seguramente de esta manera. Ya en la articulación de la geografía de la población o de la geografía económica aparecen considerables dificultades y, ante una geografía urbana moderna, fracasa totalmente el esquema de las "funciones vitales básicas". Con el rechazo de un "pensamiento disciplinario ingenuo en categorías" (p. 19), apenas pueden rebatirse de una manera convincente tales objeciones.

Ya ha sido señalado varias veces que las "funciones vitales básicas", poseen un peso diferente no sólo en el "aspecto cualitativo" (p. 20), como por ejemplo, una duración diferente de su ejercicio, una trascendencia espacial diferente y diferentes exigencias en lo que respecta a la superficie, sino que aparecen también como fundamentalmente incompatibles: el "habitar" y el "trabajar" se corresponden aún en cierta manera, pues la vivienda y el lugar de trabajo son también polos relativamente estables en el espacio de acción de los seres humanos (HORTON-REYNOLDS, 1971, p. 39). Por el contrario, el "educarse" es, o trabajo (para el alumno), o comportamiento de ocio, siendo válido también esto para el "abastecerse". El "vivir en comunidad" no puede articularse de ninguna manera a una función determinada, pues si seguimos fielmente el concepto de la escuela muniquesa-vienesa de geografía social, el habitar, el trabajar, etc., sólo son posibles en el marco de la vida de una comunidad. En contraposición con el "trabajar" y con el "habitar", la función básica "vivir en comunidad" no indica claramente ningún "lugar funcional de la división del trabajo". Por ello, y pese a las pequeñas correcciones, como la eliminación de la función "reproducirse" y el no considerar ya a la función "desplazarse" como función básica, el concepto de las funciones vitales básicas se convierte en muy problemático en lo que respecta a su fundamentación.

Finalmente, una palabra aún relacionada con una aparente ventaja que ofrecen las funciones vitales básicas, la de que éstas deben poner "límites a una posterior desmembración de la geografía", sirviendo también a la vez como "momento integrativo" (p. 18). Como contraposición, se presenta una alternativa de "ciencias parciales aisladas de la geografía cultural, ... las cuales están poco conectadas las unas con las otras" (p. 100) debido a la "obligación de articularse en una determinada disciplina geográfica parcial con sus enfoques y métodos de investigación específicos" (p. 101).

Aquí solamente puede tratarse de un error, pues junto a muchos otros geógrafos D. WARD (1968), Peter Schoeller o el que comenta este libro, han acentuado siempre en sus publicaciones que todas las disciplinas parciales tienen que integrarse en la problemática de una geografía cultural moderna. La geografía social muniquesa parte, por ejemplo, de los campos de problemas que están relacionados con el "emigrante diario" y con el "movimiento migratorio diario", utilizando para ello los aspectos espaciales de las funciones básicas "trabajar", "habitar", "aprovisionarse" y "educarse" (p. 101). La geografía cultural por el contrario, parte por ejemplo, del campo de problemas "ciudad", estableciendo luego problemáticas y métodos de la geografía de la población, de la investigación del paisaje cultural, de la geografía económica, de la geografía industrial, de la sociología urbana, de la investigación sobre la centralidad, etc. En lo que respecta a la integración, no puede comprenderse en dónde radica la ventaja del concepto de las funciones vitales frente al explicitado en último lugar.

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Otro nuevo tipo de problemas surge del modo como la geografía social muniquesa une entre sí y pone en conexión mutua ambos conceptos fundamentales básicos del "grupo" y de la "función vital básica". Primeramente, la conexión se realiza por medio de la introducción de un genitivo adicional. En la página 35 de su tesis doctoral SCHAFFER (l968) lo formuló aún así: "la geografía social es el estudio de las formas de organización espacial y de los procesos de organización conformadores de espacio de los grupos humanos". En la página 16 del mismo trabajo, encontramos ya la siguiente definición: "la geografía social es la ciencia de las formas de organización espacial y de los procesos de organización conformadores de espacio de las funciones vitales básicas de los grupos humanos y de las sociedades", apareciendo de nuevo esta definición casi sin modificar en el trabajo de F. SCHAFFER (1968), en el de RUPPERT-SCHAFFER (l969) y en el libro que nos ocupa en la página 21. Pese a esto, la introducción del genitivo "de las funciones vitales básicas", resulta poco convincente. Como ya se ha indicado, la mayoría de las investigaciones empíricas de la geografía social muniquesa, pueden caracterizarse tan bien o mejor, con una definición que no contenga este añadido.

La introducción del genitivo se fundamenta porque los grupos sociales serían ahora "los portadores de las funciones vitales básicas", no aclarándose posteriormente lo que debe significar aquí el término "portadores" o "portar". Preguntémonos por ello, de una vez e imparcialmente, sobre quién ejecuta verdaderamente en lo que respecta a la relevancia espacial las "funciones vitales básicas" como necesidad vital, como actividad o como manifestación vital humana externa: en el habitar o en el abastecerse, es la familia o el hogar familiar; en el educarse, es el individuo; en el trabajar, son los que pertenecen a una empresa; en el descansar, se trata de familias, amigos, parejas de enamorados o indivIduos aislados. En el contexto social total, el "sistema cultural" (Talcott Parsons) y las influencias especificas de los estratos traducen una serie de caracteres, que pueden comprobarse en el comportamiento individual de los "portadores de las funciones". Estos caracteres son insuficientes para derivar de ellos como "portador" de las funciones vitales básicas al "grupo" que está situado entre el individuo y la sociedad.

Desde el punto de vista de la sociología hay que señalar aún una última particularidad de la concepción geográfico-social, que ya fue indicada por M. FUERSTENBERG (l970) como el centro de su crítica: a partir de Max Weber, la sociología moderna ya no parte más de conceptos sustanciales (por ejemplo, el grupo, la sociedad, la familia, la comunidad, etc.), sino de conceptos funcionales. El capítulo primero de los "conceptos sociológicos básicos" de Max WEBER (l968, p. 280) comienza con la frase: "sociología, ... debe 1lamarse: a una ciencia que quiere comprender la acción social en lo fundamental y, por ello, la quiere explicar causalmente en su desarrollo y en sus consecuencias".

Con ello, la estructura procesal de lo social (R. KOENIG, 1969, p. 1.014) se convierte en la concepción básica de la sociología. Una característica esencial de la acción social, es la regularidad con la que discurre (Max WEBER, 1968, p. 307). En la línea de Max Weber, Talcott Parsons construye su sistema de la sociología sobre una "General Theory of Action" (1951), en la cual, en el lugar del grupo aparece una red de relación social entre los autores, esperándose de ellos que se comporten de acuerdo con su rol ajustándose a él con su propio comportamiento, cuidándose de la estabilidad y de las regularidades las muestras de acción internalizadas y las muestras de motivación reguladas socialmente.

Al principio, el desarrollo de la geografía pareció correr en la misma dirección. RUPPERT-SCHAFFER (1969) y el libro que nos ocupa, muestran igualmente cómo la denominada "fase morfogenética de la antropogeografía", que se basaba en el concepto sustancial paisaje, fue sustituida por otra "fase funcional". Sin embargo e inesperadamente, aparece luego en la tesis doctoral de F. SCHAFFER (1968, pág. 15) la osada frase: "toda antropogeografía que no quiera pasar por alto los conocimientos de las ciencias sociales modernas, sólo puede ser una geografía de los grupos humanos, esto es, una geografía social". Con la repetición casi literal en los trabajos de F. SCHAFFER (1968, pág. 205), en el de RUPPERT-SCHAFFER (1969, pág. 209) y en el libro que nos ocupa en la página 21, esta tesis se acepta como un pilar básico en el edificio de la geografía social muniquesa.

¿Puede una geografía social que tenga en cuenta los conocimientos de las ciencias sociales modernas, ser realmente sólo una geografía de los grupos humanos? El plantear esta pregunta, significa ya el negarla. Veremos aún, que la geografía social podría ser también, por ejemplo, una geografía del comportamiento humano en el espacio, o una ciencia de los espacios sociales de interacción, o una geografía de las decisiones locacionales regulares humanas, o una ciencia de las formas de organización espacial de la sociedad.

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Hagamos un balance intermedio: justamente porque la geografía social según su propia auto-conciencia, "no quiere pasar por alto los conocimientos de las ciencias sociales modernas" (pág. 21), es imprescindible una fuerte observación de las problemáticas, de los métodos, de los conceptos teóricos y de los resultados de la sociología moderna. Sin embargo, si consideramos el trabajo científico de la escuela de Munich, esto parece estar un poco desequilibrado al comprobar que en la bibliografía del libro que nos ocupa, aparecen citados autores como Karl Ruppert treinta veces; Wolfgang Hartke catorce veces; Franz Schaffer doce veces, y Jorg Maier nueve veces; por el contrario, no se cita a Max Weber, a Talcott Parsons, a Elisabeth Pfeil, a Erika Spiegel, a Willi Hellpach, a Renate Mayntz, a Helmut Klages, a Wilhem Brepohl, a Katrin Zapf, a Wolfgang Zapf y a Eduard Spranger.

De René Koenig, el cual ha escrito trabajos especialmente importantes para la geografía social, sólo se cita un trabajo muy débil y ocasional de la "Geographische Rundschau". Lo mismo sucede con Rainer Meckensen y con Karl Martin Bolte, de los que se cita un trabajo más bien periférico para la geografía, pese a que tenemos de su pluma una obra importante para nosotros. Finalmente, las disciplinas científico-sociales como la antropología (¡Guenter Wiegelmann!), la etnología y la antropología cultural, las cuales son ciencias auxiliares muy importantes para la geografía, no son tenidas en cuenta ni en el texto (págs. 38-43) ni en la bibliografía.

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El informe que sigue, quiere concentrarse conscientemente en algunos aspectos de la pequeña obra Sozialgeographie; las observaciones de detalle, pertenecen más bien a un intercambio epistolar personal con los autores, que a una toma de posición que se hace pública. Hay que dirigirse aún hacia tres puntos de interés general que afectan a los conceptos de "indicador", de "innovación" y de "radio de la acción específica de grupo".

Doce páginas de la obra que nos ocupa se dedican en un capítulo a los "indicadores como reveladores de procesos": "el concepto del indicador se entiende aquí, o bien como algo visible en el paisaje, o como dato o característica que puede ser obtenido con los métodos de la investigación empírica y con cuya ayuda se puede... averiguar, interpretar y analizar de un modo indirecto aspectos que no son directamente aprensibles" (pág. 81). Esta definición y el uso del concepto indicador, pueden dar motivo a malos entendidos. Primitivamente, la escuela de Munich entendía bajo indicador un proceso que podía ser aprehendido empíricamente mediante la observación de campo, permitiendo deducciones de procesos socioeconómicos que estaban "subyacentes".

La ampliación del concepto de indicador hacia procesos que no son accesibles a la observación de campo, como por ejemplo, a datos estadísticos de estructura, nos conduce ahora a un dilema: bajo una cantidad de aspectos o características de la estructura espacial o de los procesos conformadores de espacio, la característica o el aspecto que se emplea como indicador tiene que poseer algún tipo de posición prioritaria, bien porque este indicador por medio de la observación de campo, por ejemplo, nos facilite el acceso a procesos y a estructuras que no son directamente visibles, o bien porque este indicador, pars pro toto, sirva como señal para poder reconocer conexiones muy complejas.

Si no obstante tomamos ahora como indicador la estructura de la propiedad del suelo, el comportamiento en las elecciones políticas, el tamaño del presupuesto familiar o la cantidad de segundas viviendas que se poseen, entonces, la posición predominante del indicador (¿por qué precisamente esta característica como indicador?) no está a menudo clara. En las investigaciones muniquesas relacionadas con los problemas de la urbanización, como por ejemplo, en la página 89 y ss., en la 101 y ss. y en la página 139, se elevan preferentemente a la categoría de indicadores datos estadísticos de estructura que no se diferencian en nada, de otras características de los fenómenos mencionados que puedan ser aprehendidos empíricamente. Si cada aspecto al que se accede empíricamente puede ser indicador de un proceso geográficamente relevante, entonces, y, debido a ésto, el concepto de indicador es llevado al absurdo. P. HUEMMER (l971, 1976) ha mostrado que pueden realizarse con tan buenos resultados investigaciones totalmente análogas sin los "indicadores" sobre el proceso de la urbanización.

En el capítulo sobre los "Procesos de innovación" (págs. 93-99), los autores emplean el concepto "innovación" en el sentido del trabajo de CH. BORCHERDT (1961) que fue el primero que señaló el camino en Alemania: la innovación es entendida como un proceso de expansión. Esta determinación conceptual, está sin embargo en contradicción con el uso lingüístico de casi toda la bibliografía restante alemana y anglo-sajona, la cual entiende como "innovación" a la novedad como tal, caracterizando a su expansión como "difusión". Para evitar malos entendidos, habría que aconsejar seguir el uso lingüístico internacional, modificando correspondientemente la definición de Ch. Borcherdt tal como la cita en la página 94, en el sentido de: "a difusión de las innovaciones es un proceso que ...".

Además, este capítulo permite reconocer también de nuevo ciertos desplazamientos muy claros de perspectiva: pese a existir hoy en el ámbito lingüístico anglo-sajón varios metros de estanterías de interesante e importantes trabajos relacionados con la problemática de la difusión de las innovaciones, solamente se presentan como ejemplos los trabajos de Ch. BORCHERDT (l961), H. COHRS (l963) y el de R. PAESLER (l976) todos ellos procedentes de la escuela de Munich, así como las investigaciones de E. MEFFERT (l968) y D. BARTELS (l968). Para Torsten HAGERSTRAND sólo quedan exactamente trece líneas, no mencionándose aquí las investigaciones de difusión e innovación en la antropología alemana y en la sociología (por ejemplo, B. G. WIEGELMANN passim y K. KIEFFER). En lo que respecta a este asunto, véase también E. WIRTH (l969, págs. 180-183).

Finalmente, el capítulo "El radio de la acción específica del grupo" (págs. 73-79), no es del todo comprensible de una manera unívoca. En su concepto primitivo, K. RUPPERT (1968) hablaba de "El radio de la reacción típica de grupo" y, los ejemplos que aducía para ello, permitían una doble interpretación de este concepto: o bien como un margen diverso del comportamiento posible o real en relación a diferentes alternativas de la acción, o como una acción que puede ser abarcada en el espacio de manera ampliamente diferente. El texto de la obra que nos ocupa está más cerca de la segunda alternativa, mientras que la figura 15 se indica sin lugar a dudas como ejemplo para la primera alternativa. En una segunda edición sería de utilidad una aclaración al respecto.

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Al concluir adquiere aún mayor importancia una cuestión totalmente fundamental: ¿hasta qué punto cumple el trabajo que nos ocupa, al menos en los grandes rasgos que se han esbozado, la pretensión de que la geografía social sería "la orientación metódica nueva de la antropogeografía ... que ha de abarcar a todas las disciplinas parciales de la Geographie des Menschen"? (pág. 10). Pese a que los autores en las páginas 10 y 30-38, sin ningún tipo de comentario y sin ninguna argumentación a favor o en contra, se refieren a concepciones que no concuerdan con la citada, se declaran partidarios de una manera clara e inconfundible en las páginas 7, 10, 21, 70 y ss. y, en la página 100, de esta exigencia global.

El tratamiento de las funciones básicas en las páginas 100-156, el cual aspira a llenar el espectro total de las disciplinas parciales geográfico-culturales, da a nuestra pregunta una clara respuesta: si bien es cierto el que todos los trabajos empíricos múnico-vieneses de geografía social se dejan articular y referir correctamente en el marco precedente, sin embargo, la suma de todos estos trabajos representa solamente una sección muy limitada de aquellos a los que hoy designamos como geografía cultural.

Los más convincentes son los capítulos "educarse" y "comportamiento del ocio", en donde la geografía social muniquesa ha pisado ciertamente terreno nuevo, y en donde nuestro estado de conocimiento se apoya en lo esencial en las investigaciones muniquesas. Ya el capítulo "habitar y vivir en comunidad" (¿por qué se han sintetizado en un capítulo ambas funciones básicas?), con sus exposiciones sobre la urbanización y sobre aspectos parciales de la población, nos muestra, por el contrario, solamente un relleno del marco establecido. Esto mismo es válido de una manera más intensa para el capítulo "trabajar" el cual, pese a informar sobre algunos trabajos de investigación muy interesantes presentando algunas propuestas programáticas, deja luego de lado sin embargo, la totalidad de la geografía agraria, de la geografía industrial y de la geografía económica en general. El capítulo "abastecerse", finalmente, muestra nuevamente algunas referencias de no poca importancia, poniéndose de manifiesto con ellas que la geografía social no está en situación de poder abarcar la problemática económica de los sistemas de lugares centrales.

De ello se deriva la conclusión de que una geografía social de esta clase, no puede ser en absoluto una antropogeografía de nuevo estilo. En el marco general de nuestras disciplinas parciales geográfico-culturales, los centros de la investigación orientada económica e históricamente, tienen, por lo menos, el mismo peso que los que están orientados científico-socialmente. El que una investigación geográfico-cultural moderna en un caso ideal, intente tener en cuenta de la misma manera cuestiones históricas, económicas y científico-sociales, no es en ningún caso argumento para cualquier primacía del "enfoque geográfico-social", sino que lo es solamente para la unidad y la conexión principal de todos los enfoques de investigación geográfico-culturales. Básicamente, la obra que nos ocupa es por lo tanto una hermosa prueba de ello, es decir, de que la geografía social debería de estar situada convenientemente, junto a otras, como una disciplina parcial de la geografía cultural. Los méritos hacedores de una época de la escuela muniquesa-vienesa, no se reducen por ello de ningún modo, pues también la construcción de una disciplina parcial fundamental de nuestra geografía cultural representa una contribución científica digna de admiración.

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¿Con qué complejos de temas podría ocuparse en un sentido concreto una tal geografía social? El intento de proporcionar una respuesta planteará, entre otros, un círculo de problemas, los cuales, en contribuciones o en aspectos parciales, son similares a los que han sido elaborados por la escuela muniquesa de geografía social, pero que debido a la dominancia del "grupo" y de la "función vital básica", han sido infravalorados en lo que respecta a la importancia que tienen por la posición que ocupan, o han sido ignorados en su capacidad teórica. Tales contribuciones son, por ejemplo, los análisis de procesos o la concepción del espacio como un "sistema de radio de acción-capacidades" (págs. 70-73). Desde el punto de vista del que hace esta crítica, resultarían como principales tareas de una geografía social entendida como nueva subdisciplina de la geografía cultural, las siguientes:

1. Un enfoque espacial de los "grupos de modos de vida" como grupos de interacción propiamente sociológicos aparece, tanto ayer como hoy, de gran utilidad para el geógrafo. La pertenencia a uno de tales grupos, comporta una comunidad de vida socio-cultural articulada unitariamente, la cual, conforma de la misma manera el espacio vital que le corresponde. "Grupos de modos de vida" encontramos, sobre todo, en sociedades más bien tradicionales que son poco complicadas: nómadas, campesinos y habitantes urbanos en el Oriente (H. BOBEK, 1950-51; H. von WISSMANN, 1961), hombres en el Weld sudafricano, colonos o grupos de modos de vida en la Sierra Madre de Chiapas (L. WAIBEL, 1920, 1927, 1933), "cosacos, boers, gauchos, cow-boys y otros pueblos de jinetes de la estepa" (O. JESSEN, 1949) , mormones en Utah (H. LAUTENSACH, 1953), campesinos Waeld-Erz en Suecia (W. CREDNER, 1926), hidalgos españoles (A. RUEHL, 1922), colonos agrarios en América Central (G. SANDNER, 1961) y también en el área agrícola, ciudadanos arraigados en Chipre (G. HEINRITZ, 1975), comunidades religiosas en el Líbano o habitantes en los suburbios en las afueras de las grandes ciudades orientales (E. WIRTH, 1954, 1965), campesinos y pastores en el área del Himalaya (H. UHLIG, 1962).

Investigaciones geográfico-sociales con una mayor orientación histórica se ocupan también, en el área de Europa, de tales "modos de vida" acuñados de una manera tradicional. A ellos pertenecen, por ejemplo, los vasallos en la primera nobleza real (H. HELLER, 1970), los jornaleros diarios (F. SCHOLZ, 1969) o los braceros (H. GREES, 1963). Es significativo que muchos de los trabajos que se acaban de citar, no se mencionen en el libro que nos ocupa. La concentración de casi todas las investigaciones de la escuela de Munich en el área de la Europa meridional y central, de la misma manera que la tendencia a tratar el presente, ha desfigurado probablemente el panorama de los temas que fuera de esta área, pueden ser particularmente interesantes como geográfico-sociales.

En el marco de nuestra sociedad industrial occidental moderna, las investigaciones geográfico-sociales con la problemática precedente se dirigirán, preferentemente, hacia los grupos de interacción sociológicos que aún aparecen diferenciados de manera similar a los modos de vida con una cierta exactitud: niños huérfanos (W. HARTKE, 1956), vendedores ambulantes (HARTKE-ROST 1963; G. HEINRITZ, 1970), vagabundos (Landfahren) (SCHAFFER-RISSLER, 1974), pastores (Th. HORNBERGER, 1959), campesinos de azada y agricultores (K. TISOWSKY, 1957), muleros (I. KUEHNE, 1970), mineros (I. VOEGEL, 1959), gitanos (L. JOCHIMSEN, 1963), trabajadores emigrantes (H. LAHRKAMPF, 1974), trabajadores extranjeros (H. SCHRETTENBRUNNER, 1971; H. KOPP, 1977), exiliados (W. BOPST 1968; E. WIRTH, 1964), habitantes en suburbios norteamericanos (K. WELLMANN, 1959; S. D. CLARK, 1966), migrantes externos o internos (D. WARD, 1968; H. RUPPERT, 1972), grupos étnicos cerrados que residen en ciudades norteamericanas (chinos, italianos, puertorriqueños, pero también negros; compárense R. MORRIL, 1965; W. F. WHYTE, 1955; G. SUTTLES, 1968). Las conexiones estrechas con la antropología y con la ecología social son por ello evidentes (R. E. PARK, 1967).

2. En nuestra sociedad industrial moderna, la agrupación dominante de la población es la que se realiza en base a las "capas sociales", bajo la cual, los sociólogos entienden una mezcla no claramente unívoca de profesión, posición en la profesión, formación escolar, ingresos, procedencia familiar, consumo e influencia en lo que respecta a la formación de opinión (K. M. BOLTE et. al., 1968). Con buenas razones, las investigaciones de la escuela de Munich operan también ampliamente con las características que se refieren a la pertenencia a capas sociales, sólo que la etiqueta de "grupo social" es, por lo menos confusa cuando no inadecuada, pues la estratificación social es un fenómeno social total que abarca a todos los grupos.

Los aspectos espaciales de la estratificación social han sido investigados detalladamente hasta el momento, aunque, preferentemente, en el área de nuestras sociedades (por ejemplo, D. WARD, 1964; F. SCHAFFER, 1968; P. BRAUN, 1968; H. POPP, 1976). En estas investigaciones y, siempre que fuese posible, el estrato social no tendría que ser el centro de la investigación, sino que debería servir exclusivamente como punto de referencia para fenómenos espaciales. No debería preguntarse tan frecuentemente, por ejemplo, cómo se "localizan" ("verorten") el estrato social básico o el estrato medio superior, o cómo se dejan "proyectar en la placa registradora del paisaje", sino que debería partirse de las unidades espaciales dadas (de las localizaciones de vivienda, lugares de trabajo, centros de compra, metas cercanas de esparcimiento) y preguntarse si, en lo que respecta a su utilización o a su combinación espacio-acción, resultan diferencias específicas de estratificación.

3. La geografía social muniquesa, se ha especializado en sus investigaciones de una manera casi exclusiva, en el enfoque espacial relativamente pequeño del micro-campo, ocupándose para su comprensión de las familias aisladas, de los hogares y de las empresas. Pese a que en las definiciones relacionadas con este objeto se habla mayoritariamente no sólo de "grupos", sino también, de "grupos y sociedades" (pág. 21), en los trabajos empíricos se trabaja casi exclusivamente con "grupos", apareciendo las "sociedades" que formaban parte de la definición casi como una mera declaración verbal.

Frente a esto, hay que acentuar expresamente el que dentro de la geografía social al macro-campo habría que concederle, por lo menos, el mismo peso. Hans BOBEK, es el único geógrafo social "clásico", que ha tenido siempre en cuenta esta clase de conexiones entre grandes espacios al escribir que: "los grupos viven raramente aislados, propiamente nunca y, en todo caso, no en las sociedades modernas ... Con ello, se abre un panorama para el estudio geográfico-social de estas sociedades en las que vivimos y en donde los problemas nos son urgentes". Finalmente, Bobek reclama "un nivel de grandes espacios en la geografía social, junto con la valiosa e indispensable investigación geográfico-socíal profunda ... Por decirlo de alguna manera, tenemos que practicar también, como segundo extremo de la investigación geográfico-social, una investigación geográfico-social de los grandes espacios" (l971, págs. 78 y ss.).

Si se quiere fundamentar o explicar el comportamiento similar del hombre en el espacio a nivel del macro-campo, entonces, puede apoyarse, para ello, como ya se ha dicho, en la teoría sociológica del "sistema cultural" de Talcott PARSONS (1951). Esta teoría, nos indica en el marco de la sociedad total, las normas de comportamiento y los valores que condicionan las acciones posibles en una determinada situación. También pueden derivarse de ella las guías para la acción político-estatal que determinan las acciones posibles en una situación dada: el ámbito dado para la acción, el cual está condicionado por el ordenamiento legal vigente y por la tecnología correspondiente, así como la acción que se oriente económicamente en lo posible hacia unas metas. Tomemos de nuevo un ejemplo concreto: si los colonos anglo-sajones en Norteamérica o los turistas de la Alemania Federal actual, o los habitantes de la ciudad tradicional oriental u occidental, o los emigrantes diarios que se desplazaron se conducen en el espacio de una manera similar o diferente según el estrato a que pertenezcan, entonces, esto está condicionado a un macro-nivel, por medio de una situación similar de carácter político, económico-social o cultural. Los trabajos sobre espacios de interacción, o sobre espacios de similar comportamiento a un macro-nivel, sobrepasan frecuentemente las fronteras entre una geografía social en sentido estrecho y otras disciplinas parciales geográfico-culturales.

4. En conexión con la investigación geográfico-social de los grupos de interacción sociológicos, y en conexión con la fuerza conformadora social total relevante especialmente, debería partirse en la geografía social, aún con más intensidad que hasta ahora, del comportamiento y de la acción humana en el espacio. Sobre las regularidades del comportamiento humano en el espacio antropológico --innatas, sociológicas, económicas y culturales-- estamos informados sólo muy a grandes rasgos. Ocasionalmente se derivan ya tipos muy diferentes de comportamiento espacial (por ejemplo, estable-móvil en lo que respecta a la localización: de alcance espacial muy limitado; de alcance espacial amplio, etc.). J. MAIER (1976), en su interesante análisis del comportamiento espacial relacionado con los desplazamientos, se ha liberado ya de una manera extraordinariamente amplia del concepto de grupo geográfico-social. Este autor trabaja con "muestras de comportamiento similar", con "espacios de actividad funcional", con "espacios de comportamiento similar" y con "tipos específicos de comportamiento según hogares o familias", por lo que puede determinar comportamientos espaciales similares en lo que respecta a los desplazamientos, en "grupos geográfico-sociales" totalmente diferentes. Aún más fructífero podría ser el enfoque de HORTON-REYNOLDS (l971) en lo que respecta a la comprensión del "action space" y del "activity space".

Una geografía social que parta del comportamiento y de la acción humana en el espacio, no necesita por ello convertirse automáticamente en una "Behavioral Geography"; incluso hay que advertir con insistencia ante una adopción acrítica de las problemáticas y de los métodos que están relacionados con ella. La geografía social habrá de ocuparse más prioritariamente de la "Human Spatial Behaviour" en el sentido de J. A. JAEKLE et. al. (l976). En cualquier caso, el grupo de interacción sociológico podría no estar situado totalmente en el centro de las investigaciones, pues en lo fundamental, es más un enfoque sociológico que geográfico si comenzando en el grupo de interacción, yo me pregunto a continuación cómo se manifestaba este grupo en el espacio (área de expansión, "localización", "proyección espacial", conformación del paisaje, etc.). El mismo tipo de problemáticas y de investigaciones, son caracterizadas por D. BARTELS (1968, pág. 165) con razón como "geografía social, considerando a ésta como a una de las disciplinas aplicadas complementarias que utilizan teoría sociológica antes de trabajar su campo especifico". Esta disciplina tiene que "comprobar las problemáticas de la sociología en lo que se refiere a su localización sobre la superficie terrestre y ha de ordenar descriptivamente los resultados empíricos...".

Un análisis geográfico del comportamiento humano en el espacio tiene, frente a éste, otro punto de partida totalmente diferente: las decisiones para una localización de la vivienda, del trabajo, de la compra y del esparcimiento, implican no sólo una localización de lo que se decide sino, también, una superación de la distancia periódica o episódica de las muestras de conexión y de las muestras estructurales que resultan de ello. La geografía social debería partir, con más fuerza que hasta ahora, del espacio de interacción, e investigar por ello los aspectos espaciales de las relaciones sociales.

Con ello, resultan estrechos puntos de contacto con la teoría general de los sistemas, pues los espacios de interacción social, pueden representarse idealmente en su mayoría como sistemas espaciales parcialmente cerrados. En el micro-campo, lo fundamental de las conexiones está situado dentro del espacio de interacción; en el macro-campo, las conexiones se construyen mediante la comunidad de lengua y literatura, mediante los medios de comunicación de masas y las instituciones educativas, así como por medio de normas y estructuras similares de organización política, económica y social.

En tal investigación, no son las "funciones vitales básicas" en sí mismas las que pueden ser introducidas con propiedad, sino los lugares funcionales. Justamente, una característica esencial de nuestra sociedad industrial moderna, es el que para una persona aislada, las localizaciones de la vivienda, del sitio de trabajo, las posibilidades de compra y el esparcimiento, se alejan cada vez más unas de otras. Por ello, en lugar de un espacio de acción pre-industrial estrechamente ligado a la comunidad, aparece un espacio más amplio de actividad que no sólo está extendido más ampliamente, sino que se presenta también como menos unido a una localización fija (E. SPIEGEL, 1974). En el marco de una diferenciación económico y social creciente, las localizaciones funcionales cada vez más alejadas se pueden contemplar correspondientemente como elementos de un sistema espacial, pudiéndose captar también las interacciones en lo que respecta a su aspecto espacial.

Algo más arriba del microcampo --podría hablarse de un mesocampo (Mesoebene)-- la antropología alemana, con su concepto de comunidad de relaciones (Verkehrgemeinschaft), y la sociología, con el concepto de la comunidad (Gemeinde), han expuesto ya tales espacios de interacción social. De manera similar se opera ya en la geografía con campos de información y con "networks". En el macro-campo, se investigarían, por ejemplo, --espacios de interacción históricos (la Hansa, la República de Venecia, el Imperio Romano, la colonización del Este y la construcción de estados), espacios de interacción geográfico-políticos (estados como sistemas parcialmente cerrados) o, espacios culturales, así como las áreas culturales de la tierra como espacios de interacción (estados industriales del mundo occidental, oriente islámico), teniendo que preguntarnos por las consecuencias geográficas de las nuevas interacciones entre espacios grandes (trabajadores emigrantes en el extranjero, turismo). Peter SCHOLLER (l968, pág. 179), ha dicho ya claramente que por encima del macro-campo, no son los grupos sociales los que deberían estar en el centro del interés, sino las regiones de similar comportamiento y de cohesión espacial. También la tesis doctoral de R. GEIPEL (1952) apunta exactamente hacia esta dirección.

5. Por último, aunque también importante, la geografía social, tendría que renunciar igualmente a la concepción habitual de que el grupo de interacción sociológico sería, en principio, un proceso de la sociología separable e independiente del espacio al que sólo se le interroga por sus manifestaciones espaciales en una segunda fase del conocimiento. Los sociólogos, son aquí casi más geográficos que los geógrafos. Nuevamente fue Georg SIMMEL (1908) el que reconoció la dimensión espacial como un supuesto indispensable y como un elemento constitutivo para cualquier proceso social.

Los grupos de interacción social y las relaciones sociales, no pueden ser en absoluto reales y capaces de vivir sin una determinada clase de organización espacial, no pudiéndose separar lo uno de lo otro. Así, por ejemplo, la sociología ha demostrado que la estructura social actual de las familias y hogares en la República Federal de Alemania, sólo se comprenden a partir de la estructura espacial de nuestras viviendas actuales y que en el aspecto de la vecindad, el aspecto social no puede separarse en absoluto de lo espacial: "la vecindad crea espontáneamente una cantidad enorme de interacciones sociales que no serían en absoluto pensables sin la cercanía espacial" (R. KOENIG; T. R. LEE, 1973). De manera análoga, esto es válido, por ejemplo, para la comunidad burguesa de nuestra ciudad medieval que se defendía autónomamente.

6. De los cinco puntos citados anteriormente, resulta como consecuencia inevitable que una geografía social, así entendida, no aparece esbozada con el círculo relativamente estrecho de bibliografía que se cita en el libro que nos ocupa titulado Sozialgeographie. Hemos hablado ya de la escasa bibliografía sociológica que se ha tenido en cuenta. Además de eso, habría de incluirse, en una cantidad no poco considerable, la nueva bibliografía delárea lingüística anglosajona. Nombres como los de W. Buckley, L. A. Brown, K. R. Cox, P. Gould, R. L. Morril, A. Pred, D. Ward, J. Wolpert y Yi-Fu-Tuan, serían imprescindibles. El que se mencionen cinco trabajos de la norteamericana Anne BUTTIMER en la bibliografía, no puede considerarse como un sustituto suficiente, dado que estos trabajos se diferencian conceptualmente muy poco entre sí.

Tal proceder, es decir, el superar el campo bibliográfico empleado más bien estrecho, teniendo con ello presente problemáticas y resultados científicos que se incluyan en la propia investigación, ayudaría, seguramente, a superar la sorprendente limitación al área lingüística del idioma alemán frente a la cual se sitúa hoy la geografía social muniquesa-vienesa. Pese a que en la nueva bibliografía se ha convertido en usual contraponer fuertemente a la geografía "tradicional" alemana relacionada con el paisaje, con la "moderna" geografía social cargada de futuro, ambas tienen en común la escasa atención que se les ha dedicado fuera del área lingüística alemana.

Claramente comparten también las dos el que pese a la existencia de muchos trabajos empíricos aislados, no parecen estar suficientemente fundamentadas teóricamente y que, al revés de las tendencias más modernas de investigación, parten de conceptos sustanciales ("paisaje" y "grupo") en lugar de conceptos funcionales. Merecería la pena preguntarse de una vez en una investigación al respecto, por qué las críticas de algunos geógrafos jóvenes se han concentrado casi exclusivamente en la fundamentación teórica de la geografía tradicional orientada hacia el paisaje, mientras que este tipo de geografía social ha permanecido libre de toda crítica.

Si, aunque sólo fuese al final de un experimento intelectual, se realizase consecuentemente el programa, o, ¿la utopía?, de una geografía social como la anteriormente esbozada a grandes rasgos, como disciplina parcial de la geografía cultural, entonces, aparecería un fenómeno particular; casi la totalidad de las investigaciones empíricas de la geografía social muniquesa-vienesa, no perderían valor en este marco modificado, sino que, quizá, lo ganarían, teniendo sólo que modificarse o ser eliminada la introducción teórico-programática que en muchas de estas investigaciones se antepuso escasamente ligada al texto restante. Por ello, se rebate convincentemente una vez más, la tesis siempre repetida en el libro que nos ocupa (págs.7, 19 y ss., 21, 24 y 92) de que los principios teóricos que están en la base de la geografía social, resultarían casi automáticamente y, en cierto modo, de una manera "objetivamente lógica" (?) de los trabajos empíricos de investigación.

Con total independencia de la problemática y de la concepción teórica en la que se ha insistido, en la base de las investigaciones empíricas de la escuela de Munich hay sólidos planteamientos y esquemas de investigación, los cuales ofrecen una suficiente base teórica e hipótesis intuitivas de sentido común que no han sido desarrolladas conceptualmente. Para los representantes de la formación de teoría geográfica, resulta de ello la advertencia de permanecer modestos y de no sobrevalorar la posición de la teoría analítica plenamente explicitada. La cantidad de las investigaciones empíricas, en parte pioneras, que debemos agradecer a la escuela muniquesa-vienesa de geografía social, pesa seguramente en un balance total, mucho más que alguna que otra incoherencia del concepto teórico hacia la que se ha señalado anteriormente.
 

NOTAS

1. El título completo del trabajo es el siguiente: La geografía social alemana en su concepción teórica y en su relación con la sociología y la "Geographie des Menschen". Acerca del libro "Socialgeographie" de J. Maier, R. Paesler, K. Ruppert y F. Schaffer (Braunschweig, 1977).

2. Publicado en "Geo-crítica", nº 21 (N. del E.).

Nota del Traductor: En un anterior trabajo WIRTH, E.: 1969 Zum Probleme einer allgemeinen Kulturgeographie, "Die Erde" 100, págs. 155-193, este autor señalaba que "bajo geografia cultural hay que entender... el campo total de la Geographie des Menschen, con excepción de la antropogeografía física" (p. 156). Más adelante señala que frente a "una geografía cultural especial (o geografía cultural concreta y referida al objeto), podría situarse una geografía cultural general (o geografía cultural abstracta, teórica o formal)" (p. 158, sub. og.). Es esta geografía cultural general la que, en su opinión, habría de ser el principio de articulación del campo de la "Geographie des Menschen".
 

BIBLIOGRAFÍA

Para evitar repeticiones inútiles, sólo se mencionan a continuación, aquellos trabajos que no han sido citados en la bibliografía del libro Sozialgeographie de J. MAIER, R. PAESLER, K. RUPPERT y F. SCHAFFER (1977, págs. 171-183).

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