Menú principal de Geo Crítica
UNIVERSIDAD DE BARCELONA
ISSN:  0210-0754 
Depósito Legal: B. 9.348-1976
Año XII.   Número: 84
Diciembre de 1989
 
HISTORIA DE LA CIENCIA E HISTORIA DE LAS DISCIPLINAS CIENTÍFICAS

  Horacio Capel



ÍNDICE

Objetivos y bifurcaciones de un programa de investigación sobre historia de la geografía
Las historias de las disciplinas y sus funciones
Las historias de la geografía
La historia de la geografía en España
El marco general y los objetivos del programa
Continuidad y cambio
Modelos de profesionalización e institucionalización
La perspectiva internalista
La enseñanza de la ciencia
La difusión de las ideas científicas
La ideología y la ciencia
Conclusión

NOTAS
 
 


HISTORIA DE LA CIENCIA E HISTORIA DE LAS DISCIPLINAS CIENTÍFICAS



Objetivos y bifurcaciones de un programa de investigación sobre historia de la geografía

por Horacio Capel

En el desarrollo de la historia de la ciencia las historias de las dis­ciplinas científicas han desempeñado un papel de gran trascenden­cia. Sus objetivos y sus funciones han recibido recientemente gran atención, tanto por la influencia que dichas historias han tenido en la legitimación y autoimagen de las disciplinas como por la adaptación que muestran a los cambios conceptuales y metodológicos que éstas experimentan. Existen, además, respecto a ellas diversas aproximaciones alternativas cuyas ventajas e inconvenientes son objeto también de debate: desde el interior de la propia disciplina o desde el campo más general y exterior de la historia de la ciencia; desde una motivación que conduce a la historia a partir de los pro­blemas actuales, hasta un interés por el pasado desligado de preo­cupaciones contemporáneas.

Algunas viejas ciencias, como la geografía, constituyen áreas de especial interés desde este punto de vista, ya que, por un lado, exis­ten diversas generaciones de historias disciplinarias, junto con pro­blemas teóricos de gran importancia y relaciones conflictivas con otras ciencias; y, por otro, se han producido recientemente cambios profundos que han conducido a grandes transformaciones en la his­toriografía disciplinaria.

Puede ser interesante en el marco de este Coloquio presentar aquí algunos de estos desarrollos y, en particular, ofrecer un pano­rama general de la génesis y objetivos del programa de investiga­ción en historia de la geografía que se desarrolla desde hace ya casi dos decenios en el marco de lo que hoy es el Departamento de Geo­grafía Humana de la Universidad de Barcelona. Los objetivos y la evolución de dicho proyecto han conducido a una creciente integra­ción de nuestras investigaciones con las que se realizan por parte de otros historiadores de la ciencia, a la vez que estimulan y permiten situar en una perspectiva nueva los trabajos sobre problemas actua­les de geografía humana que se efectúan en el Departamento.


Las historias de las disciplinas y sus funciones

La historia de la ciencia está llena de grandes obras que han supuesto un hito fundamental en el desarrollo de una rama del conocimiento y en las que la propuesta de un nuevo marco teórico o de una nueva sistematización de los conocimientos va precedida de una amplia introducción histórica que presenta la evolución del tema hasta ese momento. A partir del siglo XVIII, con la creciente especialización científica que da lugar a la aparición de nuevas ciencias y con la aceleración de los cambios en las teorías y métodos científicos, el número de obras de este tipo aumenta de forma considerable. Durante el siglo XIX, en particular, son muchos los científicos que tienen conciencia del carácter profundamente innovador de sus obras y que no dudan en redactar cuadros históricos justificativos que permitan valorar el significado de la aportación que realizan. Cuvier, Humboldt, Ritter, Lyell, Darwin, Comte y otros muchos que realizaron decisivas contribuciones no sólo tienen conciencia de ser verdaderos creadores o impulsores de nuevos desarrollos científicos, sino que a la vez intervenían en las disputas de su tiempo y necesitaban, en mayor o menor medida, convencer al público del carácter innovador de sus obras. Ello les llevaba a escribir o reescribir la historia de la disciplina, mostrando los obstáculos que se habían opuesto al desarrollo de esa ciencia cuyo despliegue final ellos aseguraban y los precedentes que habían abierto el camino que definitivamente ellos señalaban.

El caso de Lyell es particularmente significativo. En la larga introducción histórica de sus Principies of Geology (1830)1 Lyell forjó los mitos que le permitían situarse de forma privilegiada en el Panteón de la Geología, presentándose a la vez como el verdadero creador de los principios básicos de esta ciencia y señalando las barreras que habían impedido hasta entonces su desarrollo: la religión, la especulación filosófica y la concepción antropocéntrica2. A pesar de estos obstáculos, el camino hacia la geología positiva y uniformista se había ido descubriendo poco a poco, un camino respecto al cual, sin embargo, Lyell reparte alabanzas, críticas y silencios en beneficio de la originalidad de su propia aportación. Su introducción presenta la historia de la geología mediante una dicotomía simplificadora entre el catastrofismo bíblico y el uniformismo de raíz clásica, y -lo que no es extraño, dada la época- ofrece una visión selectiva y parcial del pasado, descontextualizado de su ambiente social e intelectual. Su concepción histórica es diferente a la geológica: «mientras que la historia de la Tierra de Lyell es uniformista la historia de la geología es catastrofista: una sucesión de figuras gigantescas, grandes por su contribución o por su negativa influencia, presentadas ante el lector sin ley o causa»3. Una historia catastrofista en la que la aportación final Lyelliana adquiere su verdadero sentido como una auténtica revolución definitiva.

El ejemplo de Lyell, como el de otros grandes autores, pone de manifiesto los sesgos y errores que pueden existir en la historia de una ciencia cuando se aceptan las ideas que de su evolución ofrece un científico. Ideas interesadas que deforman la evolución real y que, sin duda, desempeñan funciones apologéticas y justificativas: de su propio trabajo y de sus opciones personales, tanto como de la propia ciencia que se cultiva -en este caso la geología- presentada como un saber que finalmente alcanza su verdadero desarrollo científico después de una prehistoria de aproximaciones y errores.

La toma de conciencia de los sesgos que existen en las concepciones históricas de los grandes científicos y de los factores personales o corporativos que pueden influir en ellas permite cuestionar también la validez de las representaciones que de forma colectiva presentan los miembros de una comunidad científica acerca de su disciplina. Podemos sospechar que, al igual que las historias personales, también estas historias comunitarias poseerán, de forma inconsciente o conscientemente interesada, sesgos y deformaciones que conviene desvelar en su contenido exacto y en sus funciones.

La atención al contenido de las historias disciplinarias se ha desarrollado considerablemente en los últimos años dentro del campo de la historia de la ciencia. La incorporación y difusión de enfoques relativistas en el estudio de las disciplinas ha contribuido sin duda a ello. La concepción tradicional consideraba las ciencias como arquetipos prefigurados desde el comienzo de los tiempos, que sólo el despliegue progresivo de la razón permite configurar en su ser verdadero, despojándolos de las mezclas y confusiones que existían en la fase precientífica con otras ramas del saber. Frente a ello, hoy se reconoce el carácter históricamente determinado y contingente de las disciplinas científicas, que se van configurando en contextos sociales e intelectuales cambiantes y con límites que no están prefigurados en absoluto sino que dependen tanto de las condiciones de su constitución como de la misma evolución conflictiva con otras disciplinas también históricamente contingentes.

Las mismas historias disciplinarias desempeñan un papel importante en la estructuración y reestructuración constante de los campos del saber, proporcionando a los científicos una imagen de sí mismos, de la comunidad a la que pertenecen y del sentido de su trabajo. A través de la historia de la disciplina se forjan y difunden los mitos y las ideologías que dan cohesión a la comunidad científica: quiénes son sus progenitores y figuras más destacadas, su dignidad como verdadera ciencia, los objetivos y la relevancia social de su trabajo, las relaciones de cooperación o conflicto con otras disciplinas o subdisciplinas.

Si cada disciplina tiene su propia historia, a veces en contradicción o solapamiento con las vecinas, también es cierto que dentro de una misma disciplina la historia no es siempre la misma. Los cambios teóricos que se producen, en especial los cambios revolucionarios, los que conducen a la difusión e imposición de lo que Kuhn llamaría un nuevo paradigma, obligan a rescribir continuamente la historia, tanto para justificar y apoyar el cambio como para impedirlo y defender la situación alcanzada, y en cualquier caso, para legitimar con referencias al pasado los puntos de vista actuales.

Existen, pues, historias disciplinarias dirigidas a públicos distintos. Unas hacia el exterior de la comunidad, lo que normalmente significa para los miembros de otras comunidades científicas competidoras; en esos casos se trata de justificar la identidad, la validez y, a veces, incluso el carácter científico de la disciplina, todo lo cual es absolutamente necesario para lograr el reconocimiento en el seno de una estructura académica y competitiva con recursos limitados. Otras, más frecuentemente, hacia el interior de la propia disciplina; bien para socializar a los catecúmenos, adoctrinándolos, a través de la presentación histórica del pasado, en los principios y métodos de la disciplina; o bien para defender los puntos de vista de los científicos en los debates con sus colegas o en las controversias sobre teoría y métodos de la disciplina 4.

A través de la historia de la disciplina se puede observar la posi­ción que adopta un científico en las polémicas y en los cambios que afectan a su ciencia tanto por la cita y valoración que realizan de los precedentes y antepasados, como por las omisiones y silencios, y, desde luego, por la misma selección de los materiales incluidos. El tema de los padres o antecedentes es de gran interés. Son ellos los que abren el camino hacia el presente, anticipando o preparando los desarrollos actuales; son también ellos los que con su prestigiosa figura dan validez, en una fase inicial, a las propuestas que después triunfan.

Así pues, la historia de una disciplina sirve, como ha escrito un autor con referencia de desarrollo de la psicología alemana, «para instituir una tradición científica, colocar los antepasados para dar prestigio al campo y situarse en línea con las ciencias establecidas o para concebirse a sí mismos en la marcha del progreso científico»5.

Se desprende de todo ello el enorme interés que tiene el estudio de las diferentes historias disciplinarias dentro de un mismo campo así como la comparación entre las que se han realizado de disciplinas diferentes pero próximas, esas que a veces esgrimen precedentes comunes y tienen objetivos de estudio cercanos o prácticamente solapados. Y de manera semejante, el interés de identificar si existen historias disciplinarias, realizadas desde fuera o desde dentro, en las que esté ausente esa preocupación por la justificación y legitimación.
 

Las historias de la geografía

Desde el Renacimiento las obras antiguas de geografía constituyeron, a la vez, un modelo científico y un corpus de informaciones que podía ser utilizado con propósitos actuales. Estrabón o Pomponio Mela no solamente fueron modelos corográficos seguidos y valorados una y otra vez desde el siglo XVI al XVIII, sino que, además, las noticias que proporcionaban estos autores y las facilitadas por otros geógrafos de la antigüedad y edad media, o por itinerarios y relaciones de viajes, eran también de utilidad para, debidamente criticadas e identificadas, construir el mapa y realizar la descripción de la superficie terrestre, particularmente en beneficio de la geografía histórica. Todo ello originaba un gran interés por los viejos textos, por su cuidadosa edición, en la que colaboraban geógrafos, historiadores y filólogos, y por su estudio. Como ocurría en otras ciencias, y a pesar de los avances que se fueron realizando desde el Renacimiento, el conocimiento histórico siguió siendo hasta el siglo XVIII un apoyo de gran importancia para el desarrollo de la geografía moderna. De la utilidad de las fuentes antiguas y de las obras de los siglos XVI o XVII para la solución de problemas geográficos del setecientos hemos tratado en otros lugares y no parece necesario insistir en ello; bastará con recordar aquí el interés de un D'Anville o un Tomás López por las informaciones de los geógrafos antiguos para la construcción de sus mapas, o la atención con que Buache, Torrubia y otros estudiaban los viajes de descubrimiento de los siglos XVI o XVII para intentar responder a enigmas geográficos referentes a continentes todavía poco conocidos6.

Si todo esto es cierto, también lo es, sin embargo, que desde el siglo XVI, con los grandes descubrimientos, se asiste a una progresiva toma de conciencia de las insuficiencias y de los límites de las obras de geografía clásicas, que van siendo completadas y superadas por las nuevas observaciones que se realizan en toda la superficies del planeta. Hay así, paralelamente, un creciente proceso de obsolescencia de los textos antiguos, que pasan a ser invocados paulatinamente como modelos clásicos a imitar -por la diversidad de los datos integrados y la forma de sistematizarlos - o, más aún, como prestigiosos precedentes que valoran y dan crédito a la ciencia.

En las introducciones de las obras geográficas, al ponderar el valor y la dignidad de esta ciencia, se señalaban cuidadosamente los precedentes y autores antiguos, lo que daba lugar con frecuencia a una historia de la geografía en la que podían estar presentes incluso personajes como Moisés y Homero, dando así a esta ciencia los más honorables progenitores.

Podría defenderse, por tanto, que en cierta manera la historia de la geografía apareció con funciones de dignificación y legitimación. Una actitud que, si nos remontamos más atrás, aparece ya en los mismos geógrafos clásicos. Como se comprueba, por ejemplo en la Geografía de Estrabón en cuyo libro I, tras ponderar que es un estudio «propio, no menos que cualquier otro, de la profesión de filósofos acepta la tesis de Hiparco de que su iniciador había sido Homero y se adentra en una historia de la geografía para demostrar que ilustres fueron también los que le siguieron», todos ellos filósofos (es decir científicos), a saber: Anaximandro, Hecateo, Demócrito, Eratóstenes, Hiparco, Polibio y Posidonio, entre otros numerosos nombres.

En general, hasta el siglo XIX la historia de la geografía se presentó, a la vez, como una historia de los avances en el conocimiento de la Tierra, es decir como una historia de los descubrimientos y exploraciones geográficas, y como una historia de los mapas7. Al igual que otras historias de la época era, sobre todo, una historia de los progresos, un «cuadro histórico de los progresos de la geografía» en palabras de Malte-Brun8, lo que desde la segunda mitad del setecientos se pudo convertir también, bajo el impacto de la descripción buffoniana de la Tierra, en unas «épocas de la Geografía».

La historia de la geografía estaba asimismo vinculada a la geografía histórica, es decir a la reconstrucción de las geografías del pasado, en especial, desde la visión europeocéntrica, del pasado griego, romano o judío. Desde el punto de vista de la historia de los viajes estaba también ligada al descubrimiento de posibles títulos de prioridad que aseguraran la legitimidad jurídica en la posesión política de los territorios.

A la vez, en una geografía esencialmente descriptiva de países y regiones, la historia de los viajes y descubrimientos podía seguir desempeñando algún papel, como muestra la utilización que de la misma hicieron dos grandes figuras de comienzos del XIX, Humboldt y Ritter. Así, con referencia al llamado «método comparado» que tomó de la anatomía y que aplicó ampliamente en la redacción de su Erdkunde, un buen especialista de su obra, Hanno Beck, ha podido escribir que «lo que entiende Ritter por método comparado no es en primer lugar otra cosa sino la recopilación de fuentes históricas cronológicamente ordenadas, sobre todo de relaciones de viajes»9. No ha de extrañar por ello que dichas relaciones, que daban cuenta de la ampliación del horizonte geográfico, siguieran constituyendo lo esencial de las historias de la geografía hasta comienzos del siglo XX, una historia que algunos consideraron ya parte de la historia de la ciencia y especialmente útil al estudio de la disciplina porque -como escribió Vivien de Saint Martin ­«únicamente siguiendo a la ciencia a través de sus fases sucesivas puede verse qué lugar ocupa en el desarrollo general de la humanidad»10.

Durante la segunda mitad del XIX, coincidiendo con el espectacular desarrollo de la comunidad científica de los geógrafos, la historia de la geografía fue prestando atención a nuevos temas. El eco del Ensayo histórico sobre el desarrollo progresivo de la idea del Universo incluido en el Cosmos (1845-1862) de Alejandro de Humboldt11 y el desarrollo de la geografía física incorporó a estas historias la evolución de las ideas sobre la estructura física del mundo y sobre las interrelaciones de los fenómenos naturales; a la vez que el creciente interés por los temas humanos -que desembocaría en la creación de una geografía humana sistemática- dirigió también la atención hacia la historia de los medios y procedimientos utilizados para conocer la riqueza y población de los países (censos, catastros, etc.)12.

Simultáneamente, el desarrollo de una nueva geografía regional en la segunda mitad del XIX pudo significar la búsqueda de precedentes para delimitar las unidades corográficas. Y en este sentido algunas aportaciones de la geografía del setecientos, como las de Buache o los geógrafos de la reíne Geograpihie pudieron ser ahora esgrimidos. Mientras que los problemas de fundamentación teórica de la disciplina en relación con otros campos científicos llevaban a estudiar figuras del pasado que, como Varenio, habían reflexionado sobre el contenido y los métodos de esta ciencia.

La institucionalización académica de la geografía en las últimas décadas del siglo XIX se hizo afirmando la idea de ruptura con el pasado. La «nueva geografía» surgida en el ochocientos relegaba todo el pasado anterior a Humboldt y Ritter a la consideración de una etapa precientífica ya superada, o lo convertía simplemente en objeto de atención para buscar en ella precedentes a las ideas actuales. Al mismo tiempo, la historia de la cartografía y la historia de los descubrimientos, ingredientes tradicionales, como hemos visto, de la historia de la geografía, adquirían un desarrollo autónomo y aunque podían seguir siendo objeto de atención por parte de algunos geógrafos pasaban a ser crecientemente cultivadas por especialistas específicos. La primera, más en relación con cartógrafos e historiadores de la ciencia13; y la segunda, principalmente por historiadores sociales y de la técnica14.

Desde fines del siglo XIX cada cambio teórico importante en la ciencia geográfica o cada debate sobre susfundamentos y métodos ha ido acompañado de incursiones en el campo de la historia de la disciplina con el fin de apoyar con argumentos del pasado una u otra de las concepciones en liza. Importantes obras teóricas como las de Alfred Hettner15 o Richard Hartshorne16 poseen, así, también una dimensión histórica que trata de iluminar el pensamiento actual «a la luz del pasado».

En una disciplina cuya institucionalización universitaria a fines del XIX se hizo con dificultades, y que por su carácter de ciencia de encrucijada, entre las ciencias de la naturaleza y las ciencias humanas, ha tenido no sólo importantes problemas de fundamentación sino, al mismo tiempo, numerosos críticos y competidores, ha sido particularmente necesaria la justificación de la disciplina y la afirmación de su dignidad e independencia entre las ciencias sociales y naturales. Las introducciones de los manuales universitarios y compendios históricos más o menos extensos han abordado esta tarea, en la que también se ha incluido con frecuencia un debate sobre las relaciones con las ciencias «afines» y «auxiliares» de la geografía17. En general se trataba, como en otras disciplinas, de mostrar el camino que conduce hacia la geografía moderna, plenamente científica.

Pero, como cabía esperar en una disciplina de vieja raigambre y fuerte desarrollo institucional y que, a la vez, tiene una larga tradición de estudios históricos, las historias de la geografía que se han realizado a lo largo de nuestro siglo son mucho más ricas y variadas. Si es cierto que una buena parte están escritas desde la preocupación de los problemas presentes, existe también una importante línea de historias de la geografía en épocas pasadas, directamente vinculadas a la historia de la ciencia y a la historia de la cultura. Investigaciones concretas y obras generales sobre la geografía del mundo antiguo18, de la edad media19, de los tiempos modernos20, de los siglos XIX y XX21.

El interés por la biografía y por las contribuciones personales de los geógrafos más destacados22 ha dado paso, más recientemente, a un ambicioso intento de realizar un completo inventario biográfico de todos los geógrafos que han realizado alguna aportación a esta ciencia23 y a una preocupación por recoger los testimonios de los autores vivos sobre su formación y sus métodos de trabajo24.

El énfasis en el origen y evolución de ideas geográficas así como en su contexto intelectual y social aparece igualmente, y de forma cada vez más intensa, en algunas obras que atienden el llamamiento hecho en 1926 por J. K. Wright y siguen, de forma explícita o implícita, el surco abierto por los trabajos de Lovejoy25.

Las antologías de textos geográficos han permitido poner a disposición de los estudiantes fragmentos seleccionados de los más importantes geógrafos26, unidos a veces a testimonios del saber geográfico de otros autores del pasado (poetas, filósofos, teólogos, viajeros, etc.)27.

Los cambios que a partir de 1950 se produjeron en la geografía supusieron una quiebra de la unidad que había conseguido la disciplina desde principios de siglo, basada en la aceptación por el conjunto de la comunidad científica del paradigma regional y de los enfoques historicistas. Dichos cambios dieron lugar a nuevas generaciones de obras históricas, algunas de las cuales han tratado de narrar las vicisitudes y los protagonistas de las transformaciones que se han ido experimentando28. Todo ello ha significado, en primer lugar, una mayor atención al presente; luego, una búsqueda de precedentes adecuados a cada cambio revolucionario; y, finalmente, una mayor atención hacia las relaciones de la geografía con la evolución general de las ciencias sociales y naturales, así como con la evolución general de las ideas y de los marcos filosóficos29. También ha reforzado la tendencia a una cronología corta de la historia de la disciplina, limitada a la geografía contemporánea, es decir al desarrollo posterior a las aportaciones de Humboldt y Ritter, considerados litúrgicamente por unos y otros como los padres de la geografía actual.

Los intentos que recientemente se han realizado para presentar de forma global el desarrollo histórico de la disciplina desde la antigüedad reflejan fielmente, como siempre ocurre, la posición de los autores ante los cambios que se han ido produciendo. A título de ejemplo basta con citar el caso de la obra de Preston James, publicada en 1972. La diferentes cronología de los cambios en los distintos países se hace evidente si comparamos la obra de este autor norteamericano con la del alemán Hanno Beck publicada al año siguiente30. Si en esta última la revolución cuantitativa está totalmente ausente, en la de James, autor cuatro lustros mayor que el alemán, se refleja claramente tanto su aceptación del paradigma regional como su sensibilidad a los cambios que se habían producido en la disciplina dentro del ámbito angloamericanos31. La insistencia de James en que la geografía trata de las diferencias en la superficie de la Tierra (la geodiversidad) e investiga «qué cosas se combinan en diferentes lugares para producir el complejo de características del paisaje del mundo», muestran que James se sitúa en la línea de Hartshorne, es decir en la concepción de la geografía regional y del paisaje. Pero al mismo tiempo las alusiones a las imágenes mentales, a la importancia de la localización relativa, y la afirmación de que «los científicos han formulado muchas clases diferentes de explicaciones para hacer plausibles o aceptables las imágenes mentales, y sus explicaciones, a su vez, determinan los rasgos que eligen para observar», todo ello muestra que la obra ha sido escrita tras los debates realizados en los años 1950 y 1960.

Una frase refleja en particular su conocimiento y sus reticencias hacia la geografía cuantitativa: según él, los científicos «buscaron y encontraron regularidades matemáticas separadas de los procesos de cambio, regularidades que sin embargo satisfacían la urgencia para explicar las imágenes de la geodiversidad». En ese sin embargo parece reflejarse inconscientemente su descalificación de dichos hallazgos matemáticos que sólo satisfacen momentáneamente, ante la urgencia de encontrar soluciones provisionales; es decir en él está todo el descontento de un geógrafo tradicional, pero sensible y abierto, hacia uno de los aspectos fundamentales de la revolución cuantitativa. De ahí surge una excelente historia concebida desde un lugar y un momento dado (EEUU, 1970), con una perspectiva amplia y con una gran atención al desarrollo más reciente (de la década de 1960), aunque sin renunciar, a la vez al mantenimiento de sus puntos de vista.

Con toda esta evolución, la historia de la geografía es hoy un campo extraordinariamente rico y diverso, con una larga tradición de investigaciones realizadas desde el interior de la disciplina. Desde el primer Congreso Internacional de Geografía, realizado en Amberes (1871) prácticamente todas las reuniones han dedicado atención a estos temas, generalmente en secciones específicas dedicadas a «Historia de la Geografía y Geografía Histórica». Más recientemente desde 1968, se ha creado en el seno de la Unión Geográfica Internacional una comisión dedicada a la «Historia del pensamiento geográfico», que ha estimulado nuevas investigaciones y en el seno de la cual se han debatido comunicaciones sobre los temas más variados: viajes, historia de las ideas, marcos filosóficos, biografías de científicos, historia del lenguaje y de los métodos geográficos, instituciones, etc.32 Como era de esperar, en todos estos trabajos se mezclan, a la vez, los que acuden a la historia desde las preocupaciones surgidas de la práctica científica o profesional actual, y los que se interesan por el pasado en sí mismo; los que utilizan técnicas históricas tradicionales, y los que buscan nuevos caminos con el empleo de técnicas filológicas, bibliométricas, o iconográficas; o los que tratan de situar sus investigaciones en el campo más general de la historia de la ciencia, junto a los que las conciben todavía como trabajos con una finalidad legitimadora y dignificadora de la disciplina.
 

La historia de la geografía en España

Una evolución parecida se ha dado en nuestro país. Los estudios de historia de la geografía tienen en España una larga tradición a la que sólo podemos referirnos aquí brevemente. Sin duda ha sido un campo de interés para los geógrafos, pero también para los historiadores sociales, historiadores de la náutica e historiadores de la ciencia. Estos estudios, junto con los de geografía histórica, han tenido, además, un gran significado en el desarrollo general de la disciplina, ya que durante mucho tiempo fueron predominantes en el conjunto de los estudios geográficos.

Debido a la íntima asociación que, como hemos señalado, existió entre historia de la geografía e historia de los descubrimientos, fueron los marinos interesados en la historia de la náutica los que realizaron alguna de las más importantes aportaciones.

En esa línea se encuentra la obra del gran erudito de la Ilustración Martín Fernández de Navarrete, cuya Disertación sobre la Historia de la Náutica y de las Ciencias Matemáticas que han contribuido a sus progresos entre los españoles, publicada por la Real Academia de la Historia en 1846 constituye seguramente la más destacada aportación de todo el siglo XIX. Durante la Restauración, la fundación en 1876 de la Sociedad Geográfica de Madrid (más tarde Real Sociedad Geográfica)33 permitió aglutinar a un sólido número de geógrafos interesados en el desarrollo de todos los aspectos de la disciplina incluyendo, de forma preferente, la historia de la geografía. Los temas históricos que ese núcleo de geógrafos, y algunos historiadores o naturalistas vinculados a ellos, desarrollaron están en buena parte muy en la línea del enfoque tradicional que asocia la historia de la geografía y la historia de los descubrimientos geográficos (cuadro l). Aunque no faltaron trabajos sobre las edades antiguas y media (sobre periplos, o descripciones geográficas medievales) el grueso de las aportaciones estuvo constituido por estudios sobre los cambios en el conocimiento de la Tierra a partir del siglo XVI, con especial atención a las navegaciones y a los cosmógrafos españoles, así como a empresas hispanas tales como las Relaciones Geográficas mandadas realizar por Felipe II o la labor de España en América. Las necrológicas y homenajes recordatorios constituyen otra importante línea de trabajos, a los que se unen las reseñas históricas de algunas instituciones geográficas, desde la Casa de Contratación de Sevilla, al Instituto Geográfico y Estadístico y a la propia Sociedad Geográfica. Finalmente, la preocupación por seguir los avances geográficos de la época y por dar cuenta de la participación en congresos Internacionales constituyen una última línea de trabajos que son hoy valiosas aportaciones a la historia de la geografía aunque en su día no tuvieran, naturalmente, ese carácter. En cualquier caso, esa es la razón de que en las bibliografías actuales sobre el tema34 la atención al siglo XIX y comienzos del XX parezca tan abultada  (cuadro l).

Entre los autores más destacados deben señalarse geógrafos como Rafael Torres Campos o Ricardo Beltrán y Rózpide, historiadores como Antonio Blázquez o G. Latorre, naturalistas como A. Barreiro, marinos como Julio Guillén y militares como J. de la Llave.

Las obras históricas generales que se publicaron durante la Restauración siguieron presentando, sobre todo, el avance del conocimiento geográfico acerca de la Tierra en general y sus continentes y países, y por consiguiente continúan siendo historias de los descubrimientos y exploraciones -que ahora alcanzan las últimas tierras polares- pero dedican creciente atención a la cartografía, a las descripciones geográficas y a los geógrafos y obras individuales. Entre todas las publicadas, la de Jerónimo Bécker (Los estudios geográficos en España, Ensayo de una historia de la Geografía, Madrid, 1917) merece una mención especial. La introducción de la nueva geografía francesa y, en menor medida, alemana dio lugar, asimismo, a algunos debates teóricos publicados, sobre todo, a partir de 1910.

Refiriéndose al contenido y enfoque de los estudios realizados hasta la guerra civil un buen conocedor del tema, el Profesor Joaquín Bosque Maurel, ha podido escribir que los estudios de historia de la geografía se realizaron «con una preocupación más descriptiva que explicativa por los hechos y sus protagonistas»35.

En los años inmediatamente posteriores a la contienda continuó esta forma tradicional de historiar por parte de los geógrafos, que siguieron prestando atención a los temas habituales: descubrimientos, estudios corográficos, biografías y aportaciones científicas de geógrafos individuales. Algunos autores que ya habían empezado a publicar antes de la guerra lo siguieron haciendo ahora (Amando Melón, José Gavira, Juan Dantín). La conmemoración de determinadas efemérides hizo que algunas figuras recibieran repetida atención, tanto por parte de geógrafos como de historiadores y marinos; los casos de Alejandro de Humboldt o Jorge Juan destacan de manera especial por la cantidad de estudios que se les dedicaron. La historia de la cartografía, de la triangulación geodésica y de las instituciones científicas recibieron renovado interés, centrado especialmente en las figuras de Ibáñez de Ibero y Francisco de Coello. Aparecen también trabajos generales sobre temas específicos, como la cartografía militar española del Siglo XIX36, al mismo tiempo que se abordaban temas nuevos, como la historia de las divisiones administrativas o la historia de determinados conceptos geográficos37.

En algunos casos, la preocupación por la historia de la disciplina en una perspectiva amplia y general ha podido ir unida a un interés por los cambios más recientes y por los fundamentos teóricos de la geografía38, así como también a una valoración de tradiciones menos conocidas como la catalana39 Mientras tanto, las antologías últimamente publicadas adoptan una cronología corta, incluyendo sólo textos de los siglos XIX y XX40. Los manuales u obras más generales han seguido incorporando en ocasiones presentaciones históricas legitimadoras y autojustificativas de la disciplina, con funciones de socialización.

La contribución de los historiadores sociales y de la náutica sigue siendo destacada y gracias a ellos se dispone de nuevos y valiosos estudios sobre instituciones geográficas -como la Casa de Contratación (J. Pulido) o la Sociedad Geográfica de Madrid (E. Hernández Sandoica)- sobre cosmógrafos -como Alonso de Chaves (P. Castañeda)- sobre el papel de la geografía en los programas de desarrollo económico de la Ilustración (J. Muñoz Pérez) o sobre el desarrollo de la geografía americana (F. Morales, J. Muñoz Pérez, R. Serrera y otros). Los historiadores de la ciencia se interesan de forma creciente por la náutica y los viajes (J.M. López Piñero), por las expediciones (Lucena) o por el proceso de geometrización de la Tierra (A. Lafuente), a la vez que instituciones como el Museo Naval, el Museo de Ciencias Naturales, la Biblioteca Nacional, el Servicio Geográfico del Ejército y otras abordan la publicación de catálogos sistemáticos de sus ricos fondos documentales o la edición de manuscritos y obras agotadas de gran interés geográfico.

Sin duda el panorama de los estudios de historia de la geografía en España es ahora más rico y variado de lo que ocurría años atrás, tanto en cuanto a fuentes disponibles como en lo que se refiere a estudios monográficos, e interés por nuevos temas. De todas maneras, en general, siguen dominando los estudios descriptivos y monográficos, siendo mucho más escasos los de carácter interpretativo. Falta, en todo caso, con mucha frecuencia una preocupación por situar estos estudios en un marco más general vinculado a los grandes problemas planteados en la teoría y en la historia de la ciencia en el momento actual. Esto es, en cambio, de alguna manera, la principal preocupación que deberían tener los programas de investigación que se diseñen, los cuales necesitan urgentemente rebasar el estricto ámbito disciplinario y perder, -si aún quedara- la preocupación apologética y autojustificadora de la disciplina para situarse en un marco más general, en estrecha colaboración con filósofos, epistemólogos, historiadores y sociólogos de la ciencia.
 

El marco general y los objetivos del programa

El inicio del programa de investigación en historia de la geografía desarrollado por nuestro grupo en el Departamento de Barcelona está estrechamente vinculado con los cambios experimentados por la ciencia geográfica desde los años 1950, los cuales se dejaron sentir en España desde finales de los 60. El tardío impacto de la revolución cuantitativa en nuestro país en esos años y, poco después, la llegada casi simultánea de los primeros ecos de la nueva revolución antipositivista41 obligó a cuestionar los presupuestos teóricos dominantes hasta ese momento en la comunidad geográfica y dio lugar a una reflexión teórica que conduciría bien pronto a una investigación epistemológica, histórica y sociológica sobre los fundamentos y el desarrollo de la disciplina.

En una primera fase fue preciso conocer y difundir las propuestas teóricas y metodológicas de las «nuevas geografías». En la «Revista de Geografía» del entonces recién fundado Departamento de la Universidad de Barcelona se publicaron algunos de los primeros trabajos sistematizadores y propagandísticos42, así como en la colección «Pensamiento y Método Geográficos», en donde apareció, en particular, el importante texto teórico de Fred K. Shaeffer Excepcionalismo en Geografía con dos decenios de retraso respecto a su redacción original43. El propósito de dar a conocer sistemáticamente textos teóricos básicos de las nuevas tendencias y enfoques críticos de las ideas dominantes está en la base de la fundación de Geo Crítica. Cuadernos Críticos de Geografía Humana, cuyo primer número se publicó en enero de 1976 y cuyos objetivos críticos y renovadores quedaron expresados desde la primera entrega44.

Los cambios que se producían suscitaban una y otra vez la necesidad de responder a preguntas sobre la definición y el objeto de la geografía, sobre los elementos de continuidad existentes entre los nuevos desarrollos y la vieja tradición geográfica, sobre la validez de la síntesis geográfica y la integración de los aspectos físicos y humanos de la disciplina, sobre la posición de la geografía en el sistema de las ciencias y su relación con otras disciplinas científicas y, en particular, con las hasta entonces consideradas «ciencias afines» y «ciencias auxiliares». El tema de la continuidad y el cambio aparecía de forma recurrente y la trascendencia de las modificaciones recientemente experimentadas parecía cuestionar la concepción del desarrollo lineal y del progreso acumulativo de la ciencia.

Todo ello conducía a plantear el tema de la «ciencia normal», de las revoluciones científicas y de los paradigmas, conceptos que habían sido aplicados tempranamente en geografía para tratar de explicar los cambios que se experimentaban45.

En la obra de Kuhn sobre las revoluciones científicas habían cristalizado, sin duda, muchas ideas difusas a comienzos de los 60 sobre la trascendencia de los cambios revolucionarios que se habían experimentado en diversas ramas de la ciencia durante el decenio de 1950. La geografía fue una de las disciplinas más profundamente afectadas y la idea de «revolución» había pasado a ser ampliamente aceptada por la comunidad científica de los geógrafos. No es casual que en 1963 Ian Burton publicara un artículo sobre «La revolución cuantitativa y la geografía teorética» en el que insistía sobre la importancia del cambio y defendía que la revolución ya había triunfado en geografía46 Muy poco después las ideas de Kuhn fueron ya directamente aplicadas en geografía para justificar el cambio de paradigma y se hicieron de uso corriente en la disciplina47.

A comienzos de 1970, cuando todos estos problemas empezaron a planteársenos en la geografía española el debate sobre las propuestas kuhnianas estaba en plena efervescencia y se habían realizado ya serias críticas a la validez de su esquema, que a pesar de todo seguía resultando extraordinariamente estimulante48. Por esta razón exploramos otras alternativas, especialmente a partir de las ideas sobre «rupturas epistemológicas» y cambios epistémicos de Gaston Bachelard y Michel Foucault49, y finalmente usando la contraposición positivismo-historicismo propuesta por Ernest Cassirer, Von Wright50 . Y otros epistemólogos, e implícita de alguna manera en el campo de la geografía en el trabajo de Shaeffer, muy vinculado teóricamente a los círculos neopositivistas alemanes51.

Ese último marco teórico proporcionó la base para presentar la historia del pensamiento geográfico contemporáneo en términos de una contraposición recurrente entre positivismo e historicismo52. Este esquema interpretativo fue aplicado también para interpretar la evolución de la geografía física contemporánea53, así como al desarrollo de la geografía española y del pensamiento de algunos geógrafos contemporáneos54.

Como ya advirtió Kuhn cada cambio revolucionario en la ciencia conduce a reescribir su historia55. Así lo hicieron desde el primer momento los geógrafos cuantitativos en su lucha por imponer las nuevas ideas, esgrimiendo a la vez nuevos antecedentes y maestros56. Pero, a su vez, esto cuestionaba toda la historia aceptada, suscitando interrogantes sobre el valor y el significado de los precedentes históricos comúnmente admitidos en un período más amplio que el estrictamente contemporáneo.

Desde 1974 nos propusimos reevaluar en la colección «Pensamiento y Método Geográficos» los maestros y las obras significativas de la historia de la geografía moderna, prestando atención a figuras de las que existía escasa información directa en la tradición española y a textos olvidados o poco conocidos. Ese es el sentido de la traducción parcial de la obra de Varenio Geografía Generalis (1650)57 y del estudio sobre el significado de dicha obra58, así como de otras ediciones posteriores59.

De forma creciente los cambios revolucionarios en la ciencia fueron apareciendo como cambios en las teorías y en los métodos, al mismo tiempo que como cambios decisivos en los prestigios y en las relaciones de poder en el seno de la comunidad científica.

El debate para la introducción de la geografía cuantitativa en los años 1950 y 1960 había dado lugar a una verdadera guerra civil en el seno de la comunidad, guerra en la que estaban en juego no sólo concepciones científicas sino también aspectos sociales referentes al control de la comunidad60. A la vez, las primeras investigaciones que realizamos sobre el desarrollo institucional de la geografía contemporánea mostraron la importancia de las oposiciones y de los conflictos sociales que provocó en el seno de la comunidad científica del siglo XIX, así como el papel decisivo que la defensa de los intereses de la comunidad de geógrafos y de las estrategias desplegadas para ello tuvieron en la misma configuración de la geografía académica desde fines del ochocientos61.

De todo ello fue surgiendo un programa autónomo en historia de la geografía, que intentaba abarcar todo el desarrollo de la geografía moderna, desde el Renacimiento y la Revolución científica hasta hoy. Un programa que desde el primer momento, y por la naturaleza de su génesis y objetivos, tenía necesariamente unas dimensiones históricas, teóricas y sociológicas, profundamente imbricadas. Y en cuyo desarrollo nos hemos visto conducidos a establecer de forma cada vez más intensa lazos con otros especialistas preocupados desde diferentes perspectivas por estos mismos temas.

El programa de investigación en el que estamos plenamente comprometidos durante los últimos quince años tiene varios presupuestos que conviene desvelar.

1) Ante todo, acepta la utilidad de las investigaciones históricas por el trabajo del científico actual. Ante la existencia de diferentes y sucesivas «nuevas geografías»62 y ante la diversidad de opciones teóricas y metodológicas hoy existentes en nuestra disciplina, la investigación histórica, guiada por objetivos teóricos bien definidos y en diálogo permanente y dinámico con la práctica científica actual, puede iluminar el trabajo del científico, introduciendo una perspectiva que le ayude a discriminar, evaluar y elegir entre los distintos enfoques y métodos, y que le permita relativizar las diferentes teorías que se proponen.

2) Desde el punto de vista educativo, la historia de una disciplina, y de forma más general la de la ciencia, tiene un papel importante no sólo porque ayuda a responder de forma no dogmática a las cuestiones sobre qué es cada rama del conocimiento y sus relaciones con otras ciencias sino también, y quizás sobre todo, porque permite mostrar que los problemas científicos aparecen siempre formulados históricamente, y porque muestra que en el desarrollo de la ciencia lo importante siempre no son las respuestas sino las preguntas que se formulan63.

3) La historia de la geografía, como la de cualquier disciplina posee también un valor por sí misma, no en función de sus objetivos legitimadores sino como contribución a la historia de la ciencia y a la historia social en general. Nos interesa la historia de la geografía en relación con otros aspectos de la actividad científica del pasado, es decir como historia de la ciencia, como historia de la cultura y como historia social.

4) Aunque en el programa se abordan problemas generales, nuestras investigaciones se centran de manera prioritaria en la historia de la geografía y en la historia de la ciencia de España y los países iberoamericanos. Una tradición más rica e importante de lo que acostumbran a pensar los historiadores formados en las escuelas anglosajona, francesa o alemana, y que en el caso de nuestra disciplina es absolutamente esencial para explicar el origen de la geografía moderna. En definitiva, nuestro proyecto posee también una dimensión política ya que a través de la historia de la ciencia hispana estamos convencidos de que se puede contribuir a eliminar el complejo de inferioridad que con frecuencia se posee en nuestros países y que tan gravemente afecta también a los estudiantes universitarios, los cuales aceptando acríticamente los estereotipos sobre la superioridad de otras tradiciones y sin valorar debidamente su propia historia, son presa fácil de la colonización cultural y llegan a ser incapaces de imaginar y emprender ambiciosos proyectos científicos64.


Continuidad y cambio

El problema de la continuidad y el cambio dentro dé las disciplinas científicas aparece de forma acusada en una ciencia como la geografía, cultivada sin solución de continuidad, durante, al menos, casi tres milenios. La comparación de obras geográficas actuales con otras del pasado permite observar en seguida profundas diferencias de objetivos y de métodos entre unas y otras. Si el término que designa a esta rama de la ciencia -«geografía», esto es, descripción de la Tierra- se ha mantenido siempre, y si los miembros de la comunidad tienden a afirmar la idea de continuidad, el examen de la evolución de la disciplina permite percibir las grandes diferencias existentes en el oficio de geógrafo, no ya sólo entre la época de Heródoto y Estrabón, sino incluso entre lo que se hacía en el siglo XVIII y lo que hoy realizan estos científicos y profesionales.

Esto nos condujo a diseñar una línea de investigación que tratara de reconstruir sin prejuicios disciplinarios la historia de la geografía desde el Renacimiento y la Revolución científica hasta la actualidad, considerando que la época moderna es esencial en la modificación del contenido de la disciplina, y que los cambios experimentados desde la época clásica al Renacimiento podían considerarse -a efectos de nuestro problema ­insignificantes.

Además del análisis interno de los cambios en la disciplina nos interesan también las relaciones que ha mantenido con otras ramas del saber, y los intercambios e influencias recíprocas que han podido existir. El estudio de dichas relaciones es de gran importancia, tanto en momentos en que no existía una fuerte especialización científica y los límites entre las diferentes ciencias eran fácil y frecuentemente rebasados por sus cultivadores, como a partir M siglo XIX cuando existen ya de forma general instituciones y comunidades científicas fuertemente estructuradas y diferenciadas.

El doble carácter de la geografía desde su mismo origen, como ciencia matemática y como ciencia histórica, da a este estudio un gran interés, a la vez que provoca un cierto riesgo por la amplitud y diversidad de las direcciones a seguir.

La tradicional división de la geografía general en matemática (o astronómica), física (o natural) y política (o civil) permite percibir las diferentes facetas de esta rama del saber. Dicha división aparecía ya plenamente formulada en el siglo XVII. Como ciencia matemática mixta estudiaba las características geográficas que se derivan de la forma y movimientos de la Tierra y realizaba la medida y representación cartográfica de ésta. Como ciencia física y natural se ocupaba de la constitución del planeta, de sus formas superficiales, del repar­to entre tierras y mares (estos últimos objeto específico de la hidrografía) y de la distribución de la vida vegetal y animal. Como ciencia política, en fin, se interesaba por las características de los pueblos de la Tierra y la constitución de las sociedades.

Al mismo tiempo en su parte especial, particular o corográfica la geografía describía los continentes, los países y las regiones en la complejidad de sus rasgos físicos y humanos, convirtiéndose en un saber enciclopédico de enorme ambición.

Como ciencia descriptiva la geografía era un saber «histórico», y como tal aparece en muchas clasificaciones de las ciencias desde el Renacimiento, mientras que como ciencia matemática mixta o físico-matemática se incluía, al mismo tiempo, entre las ciencias matemáticas y en estrecha relación con la astronomía.

En cuanto ciencia matemática mixta la geografía se estudiaba en las cátedras de Matemáticas de las universidades y estaba presente en prácticamente todas las grandes instituciones científicas de la Edad moderna. Durante el siglo XVII era una disciplina en la vanguardia del conocimiento científico y estaba asociada a la resolución de algunos de los grandes problemas de la Revolución científica65. Al estudio de esta relación y al divorcio creciente que se produce entre geografía y matemáticas durante el siglo XVIII hemos dedicado algunos trabajos66. La edición de la obra de Manuel de Aguirre (1782) permite hacer accesible un texto básico de la geografía española del XVIII, representativo de la «nueva geografía» que fue posible tras la resolución definitiva del problema de la magnitud y forma de la Tierra67.

El estudio de estas dimensiones matemáticas de la geografía conduce necesariamente hacia la historia de la cartografía durante la edad moderna y contemporánea, tema ya abordado en-algunos de nuestros trabajos y que constituye uno de los campos que deseamos profundizar en el futuro68. La reedición y el estudio de la primera gran bibliografía científica realizada en el mundo hispano, el Epítome de A. León Pinelo en su edición de Andrés González de Barcia (1737)69 nos permite disponer de un copioso caudal de referencias sobre obras de geografía, cosmografía y náutica, así como de mapas antiguos, que pueden ser de gran utilidad para trabajos posteriores.

Las relaciones entre la geografía física y las ciencias físiconaturales deben ser también objeto de atención, y nuestro proyecto se dirigió, en primer lugar, a estudiar las aportaciones específicas de los geógrafos a la elaboración de las teorías sobre la tierra, así como a las influencias recibidas desde otras ramas científicas. La sistematización de noticias de procedencia diversa sobre el relieve, ríos, mares y lagos, y las especulaciones sobre las leyes de su distribución en la superficie terrestre constituyeron aportaciones de primera magnitud de los geógrafos a la elaboración del conocimiento que hoy denominamos geológico. Cómo se realizó el paso desde la geografía física a la actual geología y, de manera semejante, cuáles fueron las cambiantes relaciones entre la primera y la geografía de las plantas o la zoogeografía constituyen cuestiones que nos interesan de forma destacada. El siglo XVIII parece crucial en esa evolución ya que en él se acelera el proceso de especialización científica que caracteriza a la ciencia contemporánea.

A través de la geografía política y de la geografía regional se establecían, a la vez, relaciones con el amplio campo de las ciencias sociales, que sólo empezaron a constituirse como disciplinas científicas a partir del siglo XVIII Durante dicha centuria la economía política, la estadística y la etnografía, en particular se solapaban en cuanto a sus objetivos y métodos con la geografía, y, como en los casos antes citados, su desarrollo como disciplinas independientes no dejaría de afectar a las amplias pretensiones integradoras que aquella ciencia tenía.

La evolución de los nombres de las ramas científicas expresa los tanteos y los cambios en la evolución de la ciencia. Lo primero que llama la atención es el gran número de ramas que aparecen en los frondosos árboles de las clasificaciones de las ciencias y que no son reconocidas hoy como tales.

Otro hecho destacable es el de los cambios semánticos que afectan al significado de las denominaciones científicas. El ejemplo de la geografía es, en este sentido de gran interés.

La descripción de la Tierra (geografía) dio paso a lo largo del siglo XVII al estudio científico de ella (geología), pero la nueva ciencia -que adquirió finalmente esa denominación entre otras posibles que también se usaron ­desarrollaba sólo una de las facetas que constituían la geografía clásica y de la edad Moderna. Con el desarrollo de la astronomía, la geofísica, la botánica (especialmente en su rama de geografía botánica) la estadística, la economía política y otras, la geografía iba quedando reducida esencialmente a corografía (descripción de países y regiones) y a topografía (descripción de lugares y comarcas), aunque la primera denominación, que podía haber derivado hacia la corología, se usó para una parte de la geografía, la geografía regional, y la segunda pasó a designar una nueva rama científica con objetivos diferentes. En realidad, la topografía se usó en el siglo XIX con dos sentidos distintos. Uno, derivado del tradicional, fue de amplio uso en la medicina de la época, que no había realizado la revolución bacteriológica y que todavía ponía gran énfasis en la vieja línea hipocrática de las influencias ambientales: se trata de las topografías médicas», estudios unas veces a gran escala, y por tanto verdaderamente topográficos, y otras a media o pequeña cala, y por tanto corográficos, en los que se reflejaba la antigua línea geográfica de los estudios regionales70. El otro sentido era nuevo, y correspondía a la aparición de una nueva ciencia cultivada por nuevos profesionales al servicio de los levantamientos cartográficos del territorio.

Las persistencias y los cambios de denominación de las ramas científicas ofrecen, sin duda gran interés y muestran un panorama dinámico del sistema de las ciencias en relación con las transformaciones de las bases de la actividad científica.

Tras el proceso de especialización iniciado en el siglo XVIII y acelerado en el XIX la geografía podía haber desaparecido y sus funciones haber sido integradas en otras ciencias: la geología, la cosmografía -vieja denominación hoy en desuso pero que se mantuvo incluso institucionalmente en el siglo XIX-, la estadística o ciencia de los estados, la fisiografía (o estudio descriptivo de la superficie terrestre en toda su complejidad), que estuvo a punto de desbancar efectivamente a la geografía en la enseñanza; la ecología, o ciencia de las relaciones de los seres vivos con su hábitat; la economía política; la corografía, la topografía... Si ello no ocurrió se debe a razones diversas, entre las que nos parecen esenciales las educativas, es decir la presencia de la geografía en la enseñanza y sus funciones educativas y culturales.

Pero en todo este proceso diacrónico, en el siglo XIX se produce un hecho que adquirirá una importancia creciente. Se trata de la constitución de comunidades científicas bien estructuradas y con fuertes apoyos institucionales. Son ellas las que hacen cristalizar la ciencia en disciplinas bien configuradas y compitiendo entre sí por dominar campos del saber bien definidos. Lo que empezó siendo un problema de clasificación racional de bibliotecas, que exigía previamente una clasificación de las materias a ordenar; lo que, a partir de ahí, se convirtió en una cuestión filosófica de clasificación de los campos del saber; y lo que en el siglo XVIII constituyó también un ejercicio y un esfuerzo, más o menos afortunado, de proponer nuevas denominaciones, acabó en el siglo XIX cristalizando en disciplinas rígidamente configuradas y cultivadas por comunidades científicas competitivas entre sí.
 

Modelos de profesionalización e institucionalización

La institucionalización y la profesionalización, con la consiguiente formación de comunidades científicas, ha desempeñado, en efecto, un papel esencial en la constitución y en el desarrollo de las disciplinas científicas. A través de dichas comunidades, apoyadas en instituciones docentes e investigadores, ha avanzado el proceso de especialización que tan decisivo ha sido para el progreso científico desde los siglos XVIII y XIX.

La sociología de la ciencia ha puesto claramente de relieve la importancia de los foros comunitarios y de los aspectos institucionales en los procesos de socialización académica y en la selección y aceptación de conceptos científicos. A través de la creación y potenciación de comunidades científicas es como normalmente se deja sentir la acción social sobre el desarrollo del pensamiento científico. Podría decirse, por ello, que la vieja polémica entre internalistas y externalistas puede recibir una nueva perspectiva centrando la atención sobre esos aspectos institucionales y comunitarios.

La comunidad científica general es un subsistema social que está estructurado, a su vez, en comunidades diferenciadas o disciplinarias, con diferente prestigio y poder social. Cuando en estas comunidades domina la componente práctica aplicada o técnica, por encima de la puramente científica, podemos hablar de corporaciones profesionales.

Además de los intereses intelectuales que comparten en común, las comunidades científicas poseen también intereses corporativos que defender, en relación con sus miembros y con otras comunidades competitivas. En función de dichos intereses despliegan, hacia el interior y hacia el exterior de la comunidad, estrategias sociales e intelectuales que pueden ser esenciales para la evolución de los conceptos científicos.

Dentro de esta perspectiva general, el estudio de la comunidad científica de los geógrafos se convirtió en un aspecto fundamental de nuestra investigación. Dos períodos bien diferentes se abordan en ella. Durante el primero, que llega hasta el siglo XVIII o principios del siglo XIX, existía ya el oficio de geógrafo pero el proceso de especialización y profesionalización no se había desarrollado con intensidad, en el sentido de que los geógrafos, como otros científicos, podían cultivar frecuentemente diferentes campos del saber. En el segundo, desde mediados del siglo XIX, se configuran comunidades científicas nacionales que se integran a través de órganos y relaciones internacionales en una comunidad de geógrafos supranacional, con reglas de acceso y funcionamiento rígidamente definidas. Nuestro trabajo se dirige a establecer los caracteres específicos y generales de la comunidad de geógrafos y sus relaciones con el resto de la comunidad científica, los diferentes modelos de profesionalización y de organización de la actividad intelectual, las reglas para el acceso y las normas internas de funcionamiento, y en general las estrategias sociales que despliegan y su influencia en la actividad científica y en los conceptos que generan. Creemos haber mostrado convincentemente que en el caso de la comunidad de geógrafos algunos aspectos de la evolución de la disciplina no resultan plenamente comprensibles sin tener en cuenta todos estos aspectos sociales71.

El proceso de socialización que se realiza dentro de cada comunidad es esencial para la forma en que se realiza la práctica científica, ya que el vocabulario, los conceptos y seguramente las mismas teorías elaboradas se ven afectadas por los requisitos para el acceso, los planes de estudio, las lecturas y los trabajos prácticos realizados, las aplicaciones profesionales, etc. Por ello, cuando varias comunidades científicas abordan objetos de estudio total o parcialmente coincidentes, el análisis de las relaciones entre estructura comunitaria y producción intelectual ofrece un interés especial. Se trata de una forma nueva y sugestiva de abordar el problema general de las relaciones entre factores sociales y desarrollo del conocimiento científico.

La geografía es una ciencia particularmente bien situada para este tipo de análisis comparativo. Como ciencia que se interesa por la organización y las relaciones que se dan en el espacio terrestre pueden tener solapamientos más o menos amplios con otras disciplinas que también se ocupan de dicho espacio. Estudiar de qué manera se aproximan al mismo objetivo científicos o profesionales integrados en distintas comunidades ofrece, nos parece, un gran interés.

Entre las comunidades científicas que abordan de alguna manera el estudio del espacio terrestre se encuentran, además de la de los geógrafos, algunas como éstas: geólogos, geofísicos, ecólogos, edafólogos, botánicos, oceanógrafos, economistas, antropólogos, ecólogos humanos, sociólogos o historiadores. A ellos debemos añadir numerosas comunidades científico-técnicas que realizan intervenciones sobre el espacio, para las cuales necesitan realizar estudios previos de carácter científico: arquitectos, ingenieros de caminos, de montes, de minas, agrónomos o militares. El espacio terrestre es para todos ellos, como para los geógrafos, una dimensión ineludible para la elaboración de sus teorías o para la intervención profesional con vistas a su transformación. Pero en función de los objetivos que posee, cada uno puede seleccionar o privilegiar diferentes características del mismo. Comprobar de qué manera se realiza ello, de qué forma influye la estructura comunitaria en la selección y en la elaboración de los conceptos y teorías espaciales es una línea esencial de nuestra investigación. Y por esta razón -y sin negar que nos gustaría tener tiempo y medios para estudiarlas todas hemos seleccionado algunas de estas comunidades para iniciar el trabajo.

La metodología a aplicar incluye el análisis de varias dimensiones. Una se refiere al conocimiento de la estructura institucional: legislación sobre títulos y funciones normas de funcionamiento interno, reclutamiento, selección, controles de calidad; otra al proceso de socialización académica: planes y programas de estudios, instituciones docentes, titulaciones, justificaciones ideológicas sobre la dignidad y utilidad del trabajo a realizar; una tercera al inventario de los miembros de la comunidad científica en un censo lo más completo posible y que permita posteriormente análisis prosopográficos; finalmente, el conocimiento e interpretación de la producción científica, de la labor profesional y de otras actividades intelectuales de los miembros del grupo, con atención preferente, en nuestro caso, a las publicaciones y actividades que hagan referencia al espacio terrestre.

El objetivo de todo ello es conocer las bases intelectuales y los intereses sociales que han podido influir en la elaboración de conceptos y teorías científicas relacionadas con el espacio terrestre, separando, por un lado, los aspectos comunes, resultado de las ideas dominantes en la comunidad científica general y en la sociedad en cada momento histórico, y, por otro, los rasgos específicos y diferenciales relacionados con el proceso de socialización disciplinario y con los objetivos intelectuales y profesionales de cada comunidad.

Con esta metodología hemos emprendido ya el estudio del cuerpo de Ingenieros Militares, que en España -debido a la tardía creación del de ingenieros civiles- fue durante todo el siglo XVIII y parte del XIX un grupo esencial en las tareas cartográficas, en la descripción y estudio del territorio y en la ordenación espacial. Con referencia al siglo XVIII hemos elaborado ya un repertorio biográfico e inventario de la labor científica y espacial del millar de miembros que lo integraron72, un estudio de su formación científica y estructura institucional73 así como varios análisis de su actividad en la intervención espacial74, estando ya en curso de realización el análisis de su producción científica y cartográfica relacionándola con las normas del cuerpo (ordenanzas que determinaban el tipo de planos o descripciones a realizar) y con la formación recibida en las Academias Militares de Matemáticas existentes en la España del setecientos. Respecto al siglo XIX el estudio de este cuerpo se ha abordado dentro de un análisis más general sobre el papel de la geografía y la utilización de conceptos espaciales en la formación militar75.

Al mismo tiempo se ha abordado también, ya directamente, o ya en relación con otras líneas de investigación, el estudio de los oceanógrafos76, de los ingenieros de montes77, de los ingenieros agrónomos78, de los ingenieros de caminos79 de los edafólogos80, de los antropólogos81 además, como ya dijimos de los geógrafos. Si el proyecto global puede desarrollarse durante los próximos años, esperamos poder llegar al final de él a conclusiones de interés -en nuestra limitada parcela ­sobre el problema general de la relación entre factores sociales y desarrollo del conocimiento científico.

En nuestra concepción, el análisis corporativo e institucional tiene también una estrecha relación con el problema de la formación y evolución de las disciplinas científicas. Las diferencias en «esas empresas racionales que son las disciplinas científicas» tienen una dimensión intelectual y otra social. Desde el punto de vista intelectual las disciplinas se distinguen por los problemas clave que tratan de resolver. Desde el punto de vista social por los nichos ecológicos -es decir, institucionales- en los que se han desarrollado. A partir de la institucionalización y de la formación de una comunidad científica se produce un desarrollo crecientemente diferenciado que genera un vocabulario, unos conceptos, y unas tradiciones cada vez más distintas. Las barreras disciplinarias y la existencia de conflictos entre comunidades establecen, en algunos casos, límites a los contactos e intercambios intelectuales e imponen, otras veces, relaciones nuevas que influyen sobre la evolución teórica y metodológica.

De las dos dimensiones que hay que tener en cuenta para la definición y delimitación de las disciplinas científicas, la social es probablemente la fundamental. Lo demuestra la existencia de comunidades que abordan el estudio de un problema clave muy semejante o prácticamente idéntico considerándose, sin embargo como comunidades y disciplinas separadas. El caso de la sociología y la antropología, el de la geografía y la ecología humana, o el de la geografía y la ciencia regional como rama de la economía podrían ser ejemplos de ello, y a los dos últimos hemos dedicado alguna atención82. En muchas ocasiones, es la profesión que el científico declara, a partir de su vinculación institucional, y no los problemas, los métodos o las teorías lo que diferencia a unas disciplinas de otras.

Todo ello supone una investigación histórica y sociológica que tiene interés para la práctica científica actual. Cuestiones tales como la valoración del papel de las disciplinas científicas, y del disciplinamiento de los científicos, en el desarrollo científico, las estrategias académicas o institucionales para desarrollar nuevos campos del saber o la cuestión de la licitud del uso de teorías y métodos de una disciplina en otra diferente pueden verse iluminadas por estas investigaciones.


La perspectiva internalista

Si el enfoque sociológico y «externalista» es esencial para entender la producción del conocimiento científico, no puede ser, desde luego, exclusivo. Junto a él es también indispensable la perspectiva «internalista», que considera las ideas científicas en sí mismas, en su génesis, en su lógica interna y en su evolución, intentando detectar las influencias intelectuales que las van conformando.

En esa dirección nuestra investigación ha privilegiado hasta ahora, sobre todo, algunos campos concretos, además del que se refiere a la evolución del pensamiento geográfico, al que ya se ha hecho referencia.

1) Las teorías sobre la estructura física de la tierra, y la interacción entre filosofía, teología y ciencia natural.

La preocupación por la continuidad en la edad moderna de viejasideas de ascendencia clásica nos condujo a estudiar la influencia de tradiciones platónicas y aristotélicas en la reformulación de las concepciones organicistas difundidas en Europa durante los siglos XVII y XVIII, especialmente en lo que se refiere a las teorías sobre el fuego central, el vulcanismo y los terrernotos83 . La obra del padre Kircher, tan profundamente organicista y tan influyente en el pensamiento europeo de fines del XVII, fue objeto de particular atención84.

El problema del tardío desarrollo de la Revolución científica en el campo de lo que hoy se conoce como geología se convirtió también en una cuestión básica, y en ese sentido el obstáculo que representaba la concepción bíblica de la creación del mundo y del diluvio universal apareció como el factor fundamental.

Los datos empíricos sobre la erosión y la transformación del relieve terrestre eran difícilmente interpretables dentro de una concepción providencialista, antropocéntrica y teleológica, que aceptaba que el mundo había sido creado por Dios para el hombre y era inmutable porque respondía al plan divino que no necesitaba de correcciones.

Las racionalizaciones del relato bíblico que se fueron realizando durante el siglo XVII por personas de formación y preocupaciones diversas facilitaron la elaboración y difusión de atrevidas hipótesis que permitieron ir aceptando la idea de cambio y evolución en la superficie terrestre. Todo lo cual nos condujo a estudiar el problema de la influencia de las creencias religiosas y las posiciones teológicas en el desarrollo de la geología85, y a la publicación de algunos textos representativos de ese período86. Ideas profundamente renovadoras como las de Descartes, que aplicó a la teoría de la Tierra la mentalidad de la Revolución científica, y la actitud cautelosa y el espíritu empirista de un Varenio, sólo pudieron difundirse y tener un impacto decisivo cuando se pudo disponer de hipótesis alternativas o complementarias a la narración del Génesis87.

La evolución de las ideas sobre la geografía física de España88 así como la llegada a nuestro país durante el siglo XIX de las modernas teorías geológicas89 constituyen asimismo temas de interés. Como igualmente lo es la aparición y difusión de las teorías geomorfológicas. Entre ellas, la que se refiere a los problemas sobre la acción de los glaciares y la constitución de la glaciología han sido ampliamente abordadas90, en relación con otra línea de investigación de la que luego hablaremos.

2) El segundo gran tema abordado desde una perspectiva internalista -aunque, como en el caso anterior, nunca exclusivamente, ya que es muy difícil separar a veces los aspectos internos y los sociales- es el de la historia de las ideas medioambientales.

En la concepción europea dominante hasta el siglo XVIII, de carácter providencialista, no tenía cabida la preocupación por los recursos naturales, ya que de acuerdo con el plan divino de la creación el hombre encontraría en la naturaleza todo lo necesario para su vida.

La crisis de esta concepción providencialista, antropocéntrica y teleológica, así como la toma de conciencia de que algunos recursos -como los bosques y la pesca- podían verse afectados por la explotación humana dio lugar a una actitud conservacionista que aparece ya claramente formulada en el pensamiento ilustrado español a fines del setecientos91. Se encuentra ahí la raíz de una corriente de pensamiento que adquiriría creciente importancia durante el siglo XIX, en relación, sobre todo, con la defensa de las masas forestales, de la lucha contra la erosión y de la protección de espacios naturales92, y que culminaría a mediados de nuestro siglo con los movimientos de carácter ecologista y en la preocupación por el problema de los recursos terrestres93.

Ligado de algún modo a la tradición ambientalista se encuentra el desarrollo de la preocupación higienista. La tradición hipocrática había dado lugar en el campo de la medicina a una línea de estudios sobre las características del medio ambiente y su influencia en la salud y en las enfermedades de los hombres. Ahí se encuentra, como ya hemos dicho, el origen de las «topografías médicas» realizadas por estos especialistas, y que tanta importancia tuvieron como paradigmas de estudio corográficos94. En esa misma línea la preocupación por las condiciones ambientales de las ciudades y su repercusión en la difusión de las epidemias estimuló el desarrollo de una corriente higienista que tuvo gran influencia durante todo el siglo XIX95.

3) La tercera línea se ocupa de las teorías de las ciencias sociales.

Durante el Renacimiento y el siglo XVII, la formulación de estas teorías ha de buscarse en lugares muy diversos. El ámbito de la historia es, sin duda, el fundamental, y en ese sentido conviene prestar atención a campos especializados hasta ahora poco atendidos. Por ejemplo, las historias de ciudades constituyen un conjunto bien definido y de significativa entidad. En las obras de este tipo desde comienzos del XVI se comprueba, por un lado, la influencia de la historiografía clásica, en particular Tito Livio, de las obras políticas de Platón y Aristóteles y de la Ciudad de Dios de San Agustín, además de los trabajos de geógrafos y naturalistas como Plinio. Pero también, por otro, la elaboración a partir de todo ello, de un nuevo modelo historiográfico y de análisis social al servicio de los objetivos de algunos grupos sociales, a la vez que, eventualmente, de los ideales de reforma social, lo que convierte a este género en un punto de confluencia entre conocimiento histórico y utopía96.

Otra importante línea de pensamiento que dio lugar a la elaboración de teorías sociales se encuentra en las recopilaciones estadísticas y en las reflexiones sobre el crecimiento de la población. Esa preocupación cuantitativa adoptaba hasta el siglo XVIII unos planteamientos optimistas ligados a las concepciones providencialistas, y sólo con la obra de Malthus se convirtió en una poderosa corriente pesimista, de temprana influencia en España97. A lo largo del siglo XIX a estas preocupaciones cuantitativas se unieron las referentes a la cualidad de las poblaciones, lo que, en el contexto del ambiente positivista imperante en la segunda mitad del ochocientos, se convirtió en una preocupación por la selección y la eugenesia. Apareció así una potente línea de pensamiento, en conflicto con las tradiciones cristianas e ilustradas europeas, y que se traduciría, ya en el siglo XX, en propuestas de políticas demográficas que tendían a seleccionar las poblaciones, y que han ido unidas generalmente a planteamientos políticos totalitarios y a actitudes racistas98.

Una conclusión que se desprende de todas estas investigaciones es la complejidad de las influencias intelectuales que dan lugar a la elaboración de los conceptos y teorías científicas. La tradicional insensibilidad de los historiadores de las ciencias físicas y naturales hacia los campos filosófico, religioso y de las humanidades ha impedido tener una percepción clara de que las ideas científicas están profundamente imbricadas con la evolución del pensamiento en general e incluso con las ideas estéticas o literarias. Y ello no sólo en momentos del pasado en que no existía la disociación entre lo que desde C.P. Snow se denominan «las dos culturas», sino incluso hoy en que a pesar de dicha disociación la circulación de ideas es extraordinariamente rápida y las interacciones entre ciencias y humanidades más intensas de lo que se piensa. En ese sentido nuestras investigaciones conducen en la misma dirección en que, como muestran los últimos congresos y publicaciones, se dirigen otros investigadores en historia de la ciencia.

       También queda claro a partir de estos trabajos que los datos empíricos por sí solos tienen un valor muy limitado y que a partir sola­mente de ellos es muy difícil llegar a teorías generales. El mismo dato puede tener valores muy diferentes en distintas teorías. Así, las observaciones empíricas sobre la erosión sólo adquirieron plena­mente sentido cuando se puso en cuestión la concepción bíblica y se aceptó la idea de cambio en la Tierra; las noticias sobre el agotamiento de los cardúmenes podían interpretarse de muy distinta manera según se aceptara o no la visión providencialista y teleológica; o las informaciones sobre la evolución de las poblaciones humanas adquirían un valor diferente desde una concepción optimista o desde otra pesimista. Cómo interaccionan los datos empíricos y las teorías es un problema que todavía se discute y que merece ser abordado también desde una perspectiva histórica.


La enseñanza de la ciencia

La necesidad de nuevos enfoques integrados en los estudios de historia de la ciencia que percibe claramente cuando se comprueba la disociación que existe entre la historia de la educación y la historia de las disciplinas y de las ideas científicas.

En nuestro programa de investigación intentamos evitar esta situación. Y también en este caso nuestra opción procede, ante todo, del interés por un campo no específicamente histórico, como es la enseñanza de la geografía. Nuestro interés por el papel y la función de la geografía en las enseñanzas básicas -primaria y secundaria- y por la renovación de la didáctica geográfica nos condujo, en un primer momento, a examinar las propuestas pretendidamente renovadoras que se habían ido realizando a lo largo de la década de 197099, así como las vías alternativas que se desarrollaban dentro y fuera de la disciplina100. El análisis de estas propuestas exigía una perspectiva histórica que permitiera valorar las novedades que, pretendida o efectivamente, poseían, a la vez que recuperar los elementos de crítica válidos que pudieran existir en debates similares que se habían producido en el pasado101. Paralelamente, la constante presencia de la geografía en todos los planes de enseñanzas básicas desde el Renacimiento, y la hipótesis que habíamos formulado sobre el decisivo papel de dicha presencia en la institucionalización universitaria durante el siglo XIX obligaba igualmente a una consideración histórica de esta temática.

La geografía ha sido, sin duda, una materia privilegiada, por su larga e importante presencia en las enseñanzas básicas europeas y de otros países durante los últimos cinco siglos. Pero la historia de la enseñanza de una disciplina concreta difícilmente se entiende si se prescinde de la estructura global de los planes de estudio, y del peso relativo de las distintas materias en los mismos, a partir de lo cual se puede llegar a conclusiones sobre las funciones que se les asignan.

Hacen falta, por ello, estudios diacrónicos y estructurales de los planes de estudio en los diferentes niveles de la enseñanza. Y así en las investigaciones que estamos realizando se ha abordado el análisis de la geografía en la enseñanza española de una forma amplia, reconstruyendo su posición relativa (por ejemplo, número de horas previstas para cada asignatura) en el conjunto de los planes de estudio, e interpretando los cambios del sistema educativo en relación con las modificaciones de la estructura social, por un lado, y de las ideas pedagógicas, por otro102.

La historia de la enseñanza de la geografía nos ha conducido así hacia la historia de la enseñanza de las ciencias en el bachillerato, y hacia la historia de la instrucción primaria; hacia la organización de las escuelas normales y la formación de maestros103; y, finalmente hacia las relaciones entre los movimientos políticos proletarios y la enseñanza científica104 . Todo lo cual nos ha obligado a situarnos una y otra vez en una posición que considera simultáneamente la historia de la ciencia, la historia de la pedagogía y la historia social y política.


La difusión de las ideas científicas

Debido a su constante presencia en los planes de estudio y a su popularidad, la geografía ha sido una disciplina que ha contribuido en gran manera a la difusión de conocimientos científicos, a la vez que desempeñaba, como las otras disciplinas, funciones ideológicas de gran importancia. A través de la geografía la población escolarizada ha recibido tradicionalmente la mayor parte de los conocimientos acerca de la posición de la Tierra en el universo, sobre la estructura física de nuestro planeta, los accidentes que existen en su superficie, el clima, los pueblos que la habitan y las características de diferentes continentes y países.

El estudio de los programas de los textos de geografía se convierte así en una línea de investigación de gran interés para conocer el tipo de conocimientos impartidos, a la vez que para estudiar la persistencia de viejas ideas o la llegada de innovaciones. En esa dirección iniciamos hace ya algún tiempo el análisis de la enseñanza de la geografía en los niveles básicos durante el siglo XVIII a través de los programas de exámenes públicos105y continuamos con el estudio de los textos de geografía usados en la enseñanza española durante la primera mitad del siglo XIX106 y durante el medio siglo siguiente107, así como un inventario bibliográfico de los textos de geografía usados en España entre 1800 y 1939108. Nuestra investigación se ha extendido también a los textos de enseñanza de la historia109 y de la agricultura110 y pretende alcanzar en el futuro a otras materias, a la vez que intenta estimular la realización de trabajos semejantes en países hispanoamericanos.

El interés de esta línea de investigación nos parece enorme, aunque la tarea es, sin duda, laboriosa. En su forma más ambiciosa  exige realizar un inventario lo más completo posible de los textos usados en los diferentes niveles de la enseñanza (primaria, secundaria, universitaria y enseñanzas especiales) con el número de ediciones y, a ser posible, su difusión; identificar a los autores y conocer su formación y su actividad, especializada o no; analizar la estructura global de los textos; y, finalmente, estudiar el contenido de los mismos, prestando atención a la novedad o antigüedad de los conocimientos que se imparten y relacionándolos con el desarrollo de la ciencia, al nivel más elevado, en cada momento. A partir del inventario de los textos es posible realizar análisis bibliométricos simples que, en una primera aproximación permiten conocer los centros editoriales, los autores más productivos e influyentes, la importancia de las traducciones, o el número de ediciones y el período de circulación de las obras, que en algún caso, según un estudio que hemos realizado, pueden extenderse más de medio siglo111.

Más adelante, y teniendo también en cuenta las referencias bibliográficas que incluyen los textos, será posible aplicar, con las debidas cautela112, técnicas bibliométricas más refinadas que son de interés para conocer la actividad científica. Al mismo tiempo, y aunque pensamos que para el estudio de los contenidos el análisis cualitativo sigue siendo esencial, la aplicación de nuevas técnicas como la lexicometría puede permitir disponer, tal vez, de índices cuantitativos que den cuenta de la evolución conceptual113.

El conocimiento del impacto real de las ideas científicas, tanto a nivel general, como en el interior de la comunidad científica es un tema de gran importancia, que ha sido abordado en los últimos tiempos. El análisis bibliométrico a partir de citas constituye una técnica muy usada, y es sin duda un camino a seguir, conociendo las limitaciones que posee. El problema puede abordarse también de forma cualitativa mediante el análisis cuidadoso de las lecturas realmente realizadas por los científicos, en particular con referencia a autores concretos y significativos, y detectadas por referencias concretas o indicaciones indirectas. A una escala más general, el estudio de la difusión de ideas científicas y del público de la ciencia puede también abordarse mediante el uso de otras fuentes: suscriptores y adquirientes de las publicaciones, ventas de las editoriales y librerías, catálogos de bibliotecas, inventarios post mortem, etc. Es un camino que hemos seguido, con resultados alentadores, para conocer la difusión y el público de la geografía durante el Siglo XVIII114 y que tenemos la intención de seguir explorando.

Desde el punto de vista de la historia social es importante estimular la realización de estudios sobre la difusión popular de la ciencia, sobre la aceptación o rechazo de nuevas ideas científicas, sobre la velocidad con que se difunde la innovación y los canales que se utilizan o se han utilizado. Puede afirmarse que lo que se llama hoy cultura popular es, en buena medida, cultura científica vulgarizada en el pasado, a través del púlpito, de la escuela, de calendarios campesinos, obras religiosas o periódicos y libros científicos. Lo que los dichos, refranes y creencias populares recogen con gran frecuencia son simplemente retazos de la cultura clásica (por ejemplo, Aristóteles, Plinio, Séneca, etc.), renacentista o humanista, vulgarizados e incorporados de tal forma al saber popular que resulta difícil reconocerlos a no ser que se identifique su origen. Tenemos datos que lo demuestran con referencia a las ideas populares sobre la estructura de la Tierra, el clima o las enfermedades.

La geografía es una de las ciencias que más eficazmente han contribuido a modelar esas creencias populares, debido esencialmente a su larga presencia en la enseñanza y a su tradicional popularidad. A través de ella se han difundido imágenes y estereotipos sobre la Tierra, sus países y los pueblos que los habitan.

No hay que olvidar que, además de los catones y manuales de enseñanza, la geografía ha estado presente entre el público a través de geografías universales de amplia difusión desde el Renacimiento; o a través de diccionarios enciclopédicos, una larga línea de producción editorial que alcanzó su mayor significado intelectual en la época del enciclopedismo de la Ilustración15 y primeros decenios del siglo XIX -en donde todavía podía tener útiles funciones de sistematización, como muestra el diccionario de Madoz- y que se prolongó con obras de uso popular hasta nuestros días.

Por otra parte, la geografía ha estado asociada siempre a los viajes, en su preparación, en su realización y en la utilización de sus resultados. La geografía ha sido con frecuencia el punto de partida y el de llegada de los viajes. De partida, porque facilitaba al viajero las noticias previas indispensables para conocer los territorios a recorrer. De llegada, porque los resultados, una vez sistematizados, podían integrarse como noticias de un país o región en una nueva recopilación enciclopédica de carácter geográfico (corografías, diccionarios y geografías universales). Pero, al mismo tiempo, constituía también una guía imprescindible durante el viaje, ya que era el método corográfico el que proporcionaba el armazón metodológico para guiar la observación durante el recorrido y, a veces, la sistematización final.

En el marco de nuestro proyecto de investigación nos interesan los viajes: a) en cuanto estrategias de conocimiento geográfico -y científico, de forma más general- durante su preparación y realización (preparativos, conocimientos previos, observaciones que se realizan durante el viaje, elección de informadores, uso de bibliografía y de los mapas, etc.); b) en cuanto a sus resultados, que tras la publicación se convierten en un vehículo de difusión de ideas y estereotipos, de mayor o menos impacto en función de su éxito. Sin duda los viajeros están influidos por el ambiente intelectual de la época (ideas filosóficas o estéticas, creencias religiosas, prejuicios políticos) y pertrechados en mayor o menor medida de ideas científicas (sobre la población, los recursos, el clima, el relieve, etc.). Equipados con ellas y conocedores, eventualmente, de tratados o guías de arte apodémico los viajeros elaboraban una obra con la que contribuían, en algunos casos, al desarrollo del conocimiento científico y casi siempre a la formación de estereotipos populares (sobre el carácter de los pueblos, la estética del paisaje, los lugares «pintorescos» o «románticos», etc.). Así ocurrió con los viajeros de la Ilustración, los que efectuaban ese «grand tour» o «petit tour» que tanta importancia ha tenido en la elaboración de los modelos de comportamiento durante los viajes116.

Los relatos de viajes y todo el conjunto de material auxiliar (guías de postas y posadas, mapas, guías turísticas) constituyen un material de gran interés por entender la formación de imágenes mentales y estereotipos sobre el espacio y los pueblos. Las guías de ciudades nos parecen en este momento un subconjunto de especial importancia, ya que a través de ellas puede estudiarse la evolución de las valoraciones sobre la ciudad y los elementos destacados en cada momento como dignos de ser visitados por el viajero, lo que nos permite analizar las imágenes y la idea de ciudad117.

La generalización de viaje en el siglo XIX, en relación con el aumento del nivel de vida y del nivel cultural de las clases medias y populares, dio lugar a la difusión del excursionismo, en sus variadas e inextricables facetas de excursionismo científico, deportivo, y de simple interés por la naturaleza. Este fenómeno social que, aunque de origen anterior, tuvo una gran expansión durante el ochocientos desempeñó funciones educativas, culturales, morales e ideológicas y estuvo en algunos casos fuertemente vinculado a sentimientos de exaltación nacionalista. Pero al mismo tiempo. a través de centros excursionistas, montañistas o alpinistas (andinistas en América del Sur), se convirtió en un factor de difusión de la ciencia y, en algunos casos realizó contribuciones destacadas al inventario y al estudio del medio natural y del patrimonio histórico o de la riqueza etnográfica y folklórica de los países europeos y americanos118.

En esta misma línea nos interesa también la difusión de ideas científicas a través de otras vías. La literatura, en particular, ha podido desempeñar en algunas ocasiones un importante papel, y la obra de algún escritor como Jules Verne es especialmente significativa119.


La ideología y la ciencia

El estudio de los textos escolares, las enciclopedias, los relatos de viajes, el excursionismo y la literatura no sólo ofrece interés desde el punto de vista de la historia social y de la difusión de ideas científicas. También lo tienen desde otra perspectiva, la ideológica, en cuanto que están impregnados de ideología y en cuanto que contribuyen a la difusión de la «ideología de la ciencia». El largo y confuso debate sobre el concepto de ideología se ha reflejado con agudeza en el campo de la historia del pensamiento desde comienzos de nuestro siglo y en el de la historia de la ciencia desde el Congreso de Historia de la Ciencia que se celebró en Londres en 1931.

Se trata de una temática de gran relevancia que recibe creciente atención en las revistas y congresos internacionales de historia de la ciencia 20 y que nos interesa especialmente en dos aspectos importantes: por un lado el que se refiere a los presupuestos ideológicos de las teorías científicas; y, por otro, el que se relaciona con la utilización ideológica de dichas teorías.

Nuestro avance en esta dirección se ha realizado a través de varias líneas de trabajo.

1) La primera de ellas investiga las relaciones entre ideología y ciencia en los debates y en las propuestas sobre la organización del territorio. Nos interesa, en especial, la utilización de ideas científicas para justificar y apoyar propuestas concretas de organización territorial presentándolas como propuestas de valor objetivo e indiscutible cuando, en realidad, reflejan opciones de grupos sociales y estrategias de clase.

En ese sentido, el estudio de los debates sobre la división regional de España realizados a fines del XIX y primeros decenios del siglo XX ha permitido mostrar la utilización de ideas positivistas o de concepciones organicistas en algunas de las propuestas que se realizaron, las cuales reflejan, a la vez, todo el intenso debate intelectual que se producía en aquellos años entre positivistas y neorománticos121. Aplicando este mismo enfoque a otros debates posteriores no es difícil observar similares operaciones de justificación, con una metodología o un lenguaje científico (región natural o funcional, teoría de sistemas, u otras) de opciones sociales previamente adoptadas.

Dentro de esta misma línea de investigación pueden situarse otros trabajos sobre las ideas espaciales del pensamiento militar español122; sobre el papel de las imágenes mentales, de los mitos y, en cierta manera, de las ideologías, en la apropiación de espacios poco organizados123; o sobre los aspectos ideológicos que pueden estar presentes en los debates sobre la articulación de un nuevo estado a través de la construcción de una red ferroviaria124.

2) Una segunda línea de trabajo pone un énfasis especial en los temas del poder y el control del espacio. Se trata de una investigación en la intersección de la historia de las ideas penológicas, la ideología de la técnica y la evolución de las formas físicas de control territorial, desde las cárceles y los cuarteles a la organización general de la ciudad y las colonias industriales. El refinamiento y la extensión creciente de los mecanismos de control social en relación con las transformaciones sociales experimentadas desde la Ilustración, tiene un reflejo preciso en la legislación, en la producción ideológica, en la reflexión científica, en las propuestas técnicas (por ejemplo máquinas para azotar científicamente) e incluso en la misma estructura material de los edificios (cárceles, cuarteles .... ), a los que se hace desempeñar funciones simbólicas, o del conjunto todo de la ciudad y del territorio125.

3) Finalmente, nos interesa también el contenido ideológico de las teorías y los debates científicos sobre la población. Con referencia a la América hispana del siglo XVI creemos haber mostrado que las ideas emitidas acerca de temas como la superioridad o inferioridad relativa de las poblaciones indígenas, sobre el origen de los amerindios o sobre la catástrofe demográfica que afligió a los indígenas tras la conquista se encuentran fuertemente afectadas, no sólo por tradiciones intelectuales y sistemas de creencias, que daban lugar a prejuicios, sino también por las estrategias que desplegaban los grupos sociales a que pertenecían sus autores, los cuales, consciente o inconscientemente, trataban de defender intereses económicos y posiciones políticas o religiosas muy concretas126. Los cambios sociales que se experimentaron en la América española en los dos siglos siguientes, y en especial el fortalecimiento de los grupos criollos y la aparición de importantes movimientos emancipadores a fines del XVIII, reflejan la creciente autovaloración de dichos grupos sociales en un proceso que simbólicamente culminaría, tras la independencia, en la aceptación ideológica de las tesis de Ameghino sobre el origen americano del hombre, lo que permitía entender el movimiento inmigratorio como una vuelta al hogar primigenio127.

A lo largo del siglo XIX prácticamente todos los debates científicos o populares sobre el poblamiento y las políticas demográficas realizados en el cono sur americano estuvieron también fuertemente impregnados de ideología; desde el concepto de «desierto» aplicado a espacios en los que, pese a todo, vivían poblaciones indígenas, hasta las mismas justificaciones de la política inmigratoria o de las características poblacionales128.

Paralelamente, en la Europa de esa misma época, las preocupaciones sobre la selección de los individuos y de las poblaciones provocaron el desarrollo de la eugenesia, una vigorosa rama científica a la que se hicieron numerosas e importantes contribuciones, en las que siempre es apasionante desvelar y tratar de separar lo que pertenece verdaderamente a la ciencia y lo que ha sido puesto por los prejuicios de los autores129.
 

Conclusión

Las historias de las disciplinas científicas, y entre ellas la historia de la geografía, han tenido en sus fases iniciales, y parcialmente siguen teniendo todavía hoy, funciones de legitimación y socialización. En general, estas historias se han desarrollado a partir de las propias disciplinas y, en los casos más elaborados, teniendo en cuenta problemas teóricos y metodológicos que existen en las mismas. Con el tiempo, sin embargo, han podido reforzar su dimensión histórica evolucionando cada vez más hacia la historia de la ciencia, confluencia que ha sido facilitada por el hecho de que ésta, a su vez ha pasado a convertirse a veces en una historia de las ciencias, es decir en una historia de las disciplinas.

Existe, sin duda, una relación dialéctica, un camino de ida y vuelta entre la historia disciplinaria y la práctica profesional. Se ha dicho muchas veces que el estudio de la historia refleja problemas contemporáneos; se va a ella, sobre todo, en momentos de crisis, buscando los orígenes, los precedentes, los fundamentos. Se acude al pasado para entender mejor el presente, desde los problemas actuales, y esto permite definir cada vez temas nuevos y nuevas perspectivas en el trabajo histórico.
Pero la historia de una disciplina, como la historia de la ciencia en general, es también un campo histórico propio que tiene un valor por sí mismo, sin que necesite justificarse por sus beneficios para el trabajo del científico de hoy. En geografía existe una larga tradición de estudios históricos que ha producido obras de gran valor desde la perspectiva de la historia de la ciencia o de la historia social y cultural. Una historia de la geografía que - parafraseando una conocida expresión ­es más historia de la geografía que historia de la geografía. Aún así, a pesar de esa lejanía respecto a las preocupaciones del presente, los efectos de estos estudios históricos sobre la práctica actual son impredecibles; pueden producir resultados positivos inesperados, ya que la mirada al presente desde la historia permite conseguir nuevas perspectivas en la práctica científica qué se realiza.

En cualquier caso, sea cual sea el camino por el que se llega a ella, la historia de la geografía puede contribuir a edificar una teoría geográfica que tenga en cuenta el origen y la evolución de los conceptos que se usan, que relativice el método científico, que muestre la carga ideológica de muchos postulados o teorías, o que permita tomar conciencia de hasta qué punto las ideas son generadas, contrastadas y difundidas, socialmente, en el seno de comunidades científicas, y cómo se ven afectadas por concepciones intelectuales más generales, desde las religiosas a las políticas o estéticas. Y en un mundo cambiante como el de hoy, con una rápida y profunda reestructuración de los campos del saber, la historia de la geografía, entendida como una historia comparada de esta disciplina científica, puede ayudar al joven estudiante a mostrarle la configuración histórica y cambiante de las ramas de la ciencia y de las comunidades científicas, preparándole de esta forma para que rechace las anteojeras disciplinarias y se «indiscipline» cuanto antes, si lo considera necesario -algo muy alejado, desde luego, de las funciones legitimadoras y socializadoras que tradicionalmente han desempeñado las historias disciplinarias.

Nuestro programa de investigación en historia de la geografía surgió en una situación histórica dada, durante la primera mitad de los años 1970, y en el contexto de los cambios que se estaban produciendo en la geografía - y en la sociedad - española. En su origen había varias cuestiones que nos importaban, y en especial la necesidad de explicar el comportamiento de la comunidad de los geógrafos ante unos cambios que se habían producido en la ciencia geográfica y que llegaban entonces a nuestro país. La observación del comportamiento de algunos geógrafos ya establecidos y con autoridad indudable en la comunidad nos hizo percibir vivamente hasta qué punto las comunidades científicas son refractarias al cambio.

En lugar de alentar la exploración de nuevos caminos -lo que no tenía porqué implicar la renuncia a sus propios métodos y puntos de vista- se produjo una actitud de rechazo que llegó incluso, en algún caso, a comportamientos que cabría calificar como psicóticos, y que, por su influencia entre los más jóvenes, provocaron dificultades para el examen y, en su caso, aceptación de las nuevas ideas. Eso, unido a las dificultades para contestar a las preguntas sobre la naturaleza y métodos específicos de la geografía, y a la inquietud por la legitimidad de la práctica investigadora -e incluso docente- de transferir teorías de unas disciplinas a otras, generó las preguntas básicas que impulsaron el proyecto de investigación.

A pesar de que existieron desde el principio objetivos concretos130 y ha habido también continuidad en el programa, la realidad es que éste se ha ido bifurcando y ramificando, llevando a los investigadores -y entre ellos, en primer lugar, por razón de la edad, al que esto escribe- en direcciones inesperadas. Los problemas se han ido encadenando y conduciendo de unos a otros. He aquí algunos itinerarios. Uno: desde la geografía contemporánea a la del siglo XVIII; de aquí hacia la historia de las distintas ramas de la geografía en esa época, entre las cuales la geografía física; esto condujo hacia las teorías sobre la estructura física de la tierra, y a las corrientes filosóficas que habían influido en ellas, en particular la relación entre platonismo y organicismo; finalmente de ahí a la influencia de las creencias religiosas en el desarrollo de la geología. Otro: de la preocupación por la comunidad geográfica a las comunidades científicas y en especial a las que estudian el espacio terrestre, entre las cuales la corporación de los ingenieros militares y de aquí a las obras públicas y la ordenación del espacio en el siglo XVIII. Un tercer itinerario, para acabar, ha conducido desde el higienismo a las topografías médicas, de aquí a la historia de las ideas medio-ambientales, a la historia de la explicaciones ambientalistas de la actividad humana y finalmente a las teorías que cuestionan el ambientalismo y ponen el énfasis en características humanas específicas como la raza o la calidad genética.

Así pues, aunque existen objetivos claros a largo plazo, el programa se ha ido desarrollando, en zig-zag, con desvíos, fluctuaciones, reorientaciones y, sobre todo, con ramificaciones inesperadas que descubren nuevos problemas y obligan a introducir nuevas perspectivas. Con el tiempo se abandonan objetivos -incluso textos ya escritos- que quizás en el futuro volverán a reaparecer. En este camino el desarrollo de las investigaciones de los más jóvenes se ve afectado por el que se ha realizado con anterioridad pero, a su vez, influye y reorienta las primeras hipótesis, los métodos y los objetivos a conseguir. Cada vez más, el trabajo se convierte en una tarea colectiva y crecientemente diversificada, al igual que ha ocurrido anteriormente, o a la vez, a otros investigadores españoles, que desde la historia de la medicina, de la física o de la biología han ido descubriendo nuevos campos e introduciendo nuevas perspectivas enriquecedoras131.

Somos conscientes de la experiencia limitada que tenemos todavía en algunas de las líneas de investigación emprendidas, y en las técnicas convenientes, así como del gran número de perspectivas no exploradas y que sabemos sería interesante introducir. Nos gustaría en particular estar en condiciones de abordar un psicoanálisis de la ciencia -o mejor aún del trabajo de los científicos-, así como la historia del lenguaje geográfico, lo que, debido a la importancia del lenguaje gráfico en geografía debe conducir, además de a una historia de la cartografía, a una historia de los signos y sistemas de representación.

En cuanto a los límites temporales de nuestra exploración, si por arriba están limitados, por ahora a la geografía del Renacimiento y de la Revolución científica, por abajo son ilimitados y llegan hasta el momento actual, que pensamos puede ser también objeto de una investigación histórica. Una investigación esta última que, como se puede deducir de todo lo dicho hasta ahora, estimamos especialmente interesante y en la que son más claras las conexiones con la sociología de la ciencia y con la epistemología.

Volver al principio de la página



NOTAS

1. LYELL, Charles: Principles of Geology or the modem changes of the Earth and its inhabitants considered as filustrative of Geology London, 1830.

2. PORTER, Roy: «Charles Lyell and the Principies of the History of Geology» TheBritish Joumal for the History of Science, vol IX, part 2, nº 32, july 1976, pág. 91103.

3. PORTER, R.: op. cit. en nota anterior, pág. 97.

4. GRAHAM. Loren; LEPENIES Wolf, y WEINGART, Peter (Eds.): Functions and Uses of Disciplinary Histories, Dordrecht-Boston - Lancaster, D. Reidel Publishing Co, 1983, 308 págs.

5. GENTER, Ulfried: «The uses of history for the shaping of a field: observations on German psychology», en GRAHAM, LEPENIES y WEINGART, 1983, op. cit. en nota 4, pág. 192.

6. Véase por ejemplo CAPEL, H.: Geografía y Matemáticas, op. cit. en nota 66. cap. XI.

7. URTEAGA, Luis: «Descubrimientos, exploraciones e historia de la geografía», Geo Crítica. Universidad de Barcelona, núm. 71, septiembre 1987, 37 págs.

8. MALTE BRUN: Geographie universelle, ed. por V.A. Malte Brun Fils (s.a.) vol I, pág. 9.

9. BECK, Hanno: Carl Ritter, genio de la geografía. Sobre su vida y su obra, Bonn­ Bad Godesberg, Inter Nationes, 1979, pág. 114.

10. SAINT MARTIN. Vivien de: Historia de la Geografía y de los descubrimientos geográficos, Escrita por... Presidente honorario de la Sociedad de Geografía de Paris... Traducida y anotado por Manuel Sales y Ferré, Catedrático de Geografía Histórica en la Universidad de Sevilla, Sevilla, Administración de la Biblioteca Literaria, y Madrid, Librería de D. Victoriano Suárez, 1878, vol II, pág. 508.

11. HUMBOLDT, Alexander von: Kosmos, Entwurf eíner physischen Weltbeschreibung, Stuttgart, Cotta, 1845-1862. 5 vols. Trad. castellana Cosmos, Ensayo de una descripción física del mundo, vertido al castellano por Bernardo Giner y José de Fuentes, Madrid, Imprenta de Gaspar y Roig, 1874-1875, 4 vols. Breve resumen de algunas ideas básicas de esta obra en «El Cosmos de Humboldt», Introducción de M.A. Miranda, Geo Crítica, Universidad de Barcelona, nº 11, septiembr 1977, 49 págs.

12.   Todo esto aparece ya, por ejemplo, en KRETSCHMER, Konrad: Historia de la Geografía, Traducción de la segunda edición alemana por L. Martin Echevarria, Barcelona, Labor, 1926, 200 págs.

13. Algunas recientes historias de la cartografía:

BAGROW, L. y SKELTON, R.S.: History of Cartography Londres, Wats and Co., 1964.

THROWER, J.W.: Mapsand Man. An examination of Cartography in relation to culture and Civilization, Engiewoud Cliffs, Prentice Hall, 1972, 184 págs.

BROWN, Lloyd: The story of maps, New York, Dover Publications Inc., (1949), reedición 1979, 397 págs.
WILFORD, John Noble: The mapmaker. The Story of the great pioneers in cartography from Antiquity to the space age, New York, Vintage Books-Random House, 1982, 414 págs.

14. Entre las historias de los descubrimientos pueden citarse:

BAKER, J.N.L.: A history of geographical discovery, Londres 1937. Trad. francesa Histoire des decouvertes géographiques et des explorations, Edition revisée, París, Payot, 455 págs.

HERMANN, Paul: Historia de los descubrimientos geográficos (1ª ed. alemana 1952), Barcelona, Labor 1955-1966, 3 vols.

PARIAS, L.H. (director): Historia Universal de las Exploraciones, Trad. cast., Madrid, España Calpe, 1967-1969, 4 vols.

15. HETTNER, Alfred: Die Geographie, lhre Geschichte, ihr Wessen und ihre Methoden, Breslan, F. Hirt, 1927.

La traducción de un capítulo de esta obra, con una introducción general sobre la figura de Hettner y la geografía alemana de su época ha sido realizada por Gerardo Nahm en: HETTNER, Alfred: «La naturaleza y los cometidos de la Geografía», Geo Crítica, Universidad de Barcelona, nº 70, julio 1987, 82 págs.

16. HARTSHORNE, Richard: The Nature of Geography. A critical Survey of current Thought in the light of the Past, Lancaster, Penn, Association of American Geographers. 1939.

17. CLOZIER, Histoire de la Géographie, Paris, P.U.F. (Col. «que sais-je-») 4a ed., 1967.

18. LELEWEL, Joachim: Géographie du Moyen Age, Bruxelles, 1852-57, Reimpresión Amsterdam meridian Pub. 1966, 3 vols.

WARMINGTON, E.H.: Greek Geography, London and Toronto, Dent and Sons, 1934.

THOMSON, J.O.: History of Ancient Geography, New York, Biblio and Tanen, reimpresión 1965.

AUJAC, G.: La géographie dans le monde antique, París P.U.F. (Col. «que sais-je?» nº 1598), 1975.

19. KIMBLE, G.H.T.: Geography in the Middle Age, New York, Russell and Russell, reimpresión 1968.

20. BROC, Numa: La Géographiede la Renaissance (1420-1620) París, Bibliothèque Nationale, 1980, 258 págs.

DAINVILLE, F. de: LaGéographie des Humanistes, París, Beauchesne, 1940.

BUETTNER, Manfred (Hrsg): Wandlungen in geographíschen Denken von Aristoteles bis Kant, Paderborn-München - Wien, Ferdinand Schöningh, 1979, 276 págs.

BROC, Numa: La GéographiedesPhilosophes. Géographes et voyageurs françaisau XVIllè. siècle, París Ophrys, 1975.

BUETTNER, Mantred (Hrsg): Carl Ritter. Zur europäisch - amerikanischen Geographie an der Wende vom 18 zum 19 Jahrhundert, Paderborn- München - Wien, Ferdinand Schöningh, 1980, 256 págs.

21. FREEMAN, T.W.: A hundred years of Geography, London, Gerald Duckworth, 1961, 336 págs.

STODDART, David R.: On Geography, Oxford, Basil Blackwell, 1985, 336 págs.

BERDOULAY, Vincent: La formation de l'Ecole Francaise de Géographie (1870-1914). París, Bibliothèque Nationale 1981, 246 págs.

TAYLOR, Griffith: Geography in the Twentieth Century. A Studyof Growth, Fields, Techniques, Aims and Trends, New York and London Philosophical Library and Methuen, 1951.

FREEMAN, T.W.: A History of Modem British Geography, Congman, London and New York, 1980, 258 págs.

STEEL, Robert W.: British Geography, 1815-1945, Cambridge University Press, 1987, 189 págs.

BROWNI, E.H. (Ed.): Geography, yesterday and tomorrow, Edited by... for the Royal Geographical Society, Oxford University Press, 1980, 302 págs. Trad. cast. Geografía, pasado y futuro, México, F.C.E., 1985, 424 págs.

MEYNIER, André: Histoire de la pensée géographique en France (1872-1969), París, P.U.F., 1969, 224 págs.

CLAVAL, Paul: Essai sur l'évolution de la Géographiehumaine, 1964. Trad. cast. Evolución de la Geografía humana, Barcelona,Oikos Tau, 1974, 240 págs.

22. DICKINSON, R.E.: The Makers of Modem Geography, London, Routledge and Kegan Paul, 1968, 305 págs.

23. FREEMAN, T.W. y PINCHEMEL, Philippe: Geographers. Biobiblogra ical Studies, Mansell, London, desde 1977, 11 vols. publicados.

24. BUTTIMER, Anne: The Practice of Geography, Longman, London - New York, 1983, 298 págs.

25.WRIGHT, John K.: «A plea for the history of Geography», Isis, vol. 8, 1926, págs. 477-491. Reimpreso en WRIGHT, J.K.: Human naturein Geography, Cambridge, Mass, 1966, págs. 11-23.

GLACKEN, Clarence: Traces on the Rhodian Shore. Nature and culture in Westem Thought from Ancient Times to the End of Eighteenth Century, Berkeley and Los Angeles, University of California Press, 1967, 763 págs.

BROC, Numa: Les montagnes vues par les géographes et les naturalistes en langue française au XVIllè siécIe, París, Bibliothèque Nationale, 1969.

DICKINSON, R.E.: Regional concept. The anglo-american Leaders, Routledge and Kegan Paul, 1976, 408 págs.

STODDART, D.R. (Ed.): Geography, ideology and social concern, Oxford, Basil Baickwell, 1981, 250 págs.

26. BECK, Hanno: GeographieEuropäische Entwicklung in Texten und Erläuterungen, Freiburg - München Veriaf Karl Albert, 1973, 510 págs.

PINCHEMEL, P., ROBIC, M.C. y TISSIER, J.L.: Deux siècles de Géographie française. Choix de Textes. Paris, Comité de Travaux Historiques et Scientifiques, 1984, 380 págs.

27. KISH, Georg: A Source Book in Geography, Harvard University Press, 1978, 453 págs.

28. JOHNSTON, R.J.: Geography and Geographers, Anglo-American Human Geography since 1945, Londres, Arnold 1979.

29. HARVEY, Milton E. y HOLLY, Brian P.: Themes in Geographical Thought, London, Crom Helm, 1981, 222 págs.

HOLT-JENSEN, Arild: Geography, its history and concepts, London, Harper and Row, 1980.

30. BECK. op. cit. en nota 26.

31. JAMES, Preston: All possible Worlds A Historyof Geographical Ideas, New York, Odyssey Press, 1972.

32. Un panorama de avances en historia y filosofía de la geografía puede verse a traVéS de las secciones dedicadas a estos temas en las principales revistas geográficas (por ejemplo, de forma regular en Progress in Human Geography) o en las publicaciones y revistas de algunos centros (Bochum, Berkeley, París, Varsovia, etc.).

33. VILA VALENTI, Juan: «Origen y significado de la Sociedad Geográfica de Madrid», Revista de Geografía, Universidad de Barcelona, vol. XI, nº 1-2, 1977, págs. 5-21.

HERNANDEZ SANDOICA, Elena: Pensamiento burgués y problemas coloniales en la España de la Restauración 1875-1887, Tesis Doctoral, Universidad Complutense, 1982, 2 vols.

34. BOSQUE MAUREL, Joaquin: «Los estudios de Historia de la Geografía en España», Anales de Geografía de la Universidad Complutense, Madrid, nº 4, 1984, págs. 229-245. Aunque la bibliografía incluida en dicho artículo no es exhaustiva, resulta suficientemente amplia y representativa para nuestros objetivos.

35.   BOSQUE MAUREL, J. op. cit. en nota anterior, pág. 231.

36.   ALONSO BAQUER, Miguel: Aportación militara la cartografía españolaen la historia contemporánea, Madrid, C.S.I.C. 1972, 364 págs.

37. El Prof. Amando Melón dedicó numerosos trabajos al primero de estos temas y a otros sobre historia de la geografía española, muchos de los cuales fueron reproducidos en el volumen de homenaje publicado por Estudios Geográficos, Madrid, vol. 38, 1977, 944 págs.

Un trabajo ejemplar sobre la historia de un concepto esencial en la geografía ibérica es el de: SOLE SABARIS, Luis: «Sobre el concepto de meseta española y su descubrimiento» en Homenaje al Prof Amando Melón, Zaragoza, CSIC, 1966, págs. 15-45.

38. VILA VALENTI, Juan: Introducción al estudio teórico de la geografía, Barcelona, Ariel, 1983, vol I, en especial caps. 2 y 3.

VILA VALENTI, Juan: «Veinticinco siglos de Geografía», Revista de Geografía, Universidad Católica de Chile, Santiago de Chile, nº 9, 1982, págs. 3-10.

VILA VALENTI, Juan: «Visión tradicional y reciente de la Península lbérica» en Scrittigeografiche in onoredi Ricardo Ricardi, Roma, Societá Geografia Italiana, vol. II, págs. 973-986.

Véase también VILA VALENTI, op. cit en nota 33.

BOSQUE MAUREL, Joaquín, op. cit. en notas 34.

GRAU, Ramón: «Sobre la base filosófica del método regional en Vidal de la Blache», en V Coloquio de Geografía, Granada 1977, págs. 297-301.

GRAU, Ramón y SALA, Maria: «La geomorfología en sus tratados y manuales. Un esquema histórico de la disciplina», Revista de Geografía, Universidad de Barcelona, vols. XVI-XVII, 1982-83, págs. 175-192.

39. VILA VALENTI, Juan: «El camí de Pau Vila cap a la geografia», Revista de Geografía, Universidad de Barcelona, vol. XV, 1981, págs. 15-23.

LLUCH, Enric: «La ciencia geográfica», en Un segle de vida catalana 1814-1930, Barcelona, Alcides, 1961, 2 vols.

GRAU, Ramón: «lldefonso Cerdá y la geografía catalana» Revista de Geografía, Universidad de Barcelona, vol. XIV, 1980, págs. 75-89.

40. GOMEZ, J.; MUÑOZ, J. y ORTEGA, N.: El pensamiento geográfico. Estudio interpretativo y antología de textos (de Humboldt a las tendencias radicales), Madrid, Alianza Editorial, 1982, 530 págs.

41. CAPEL, Horacio: «La Geografía española tras la guerra civil» Geo Crítica, Universi­dad de Barcelona, 1 enero 1976, 36 págs.

CAPEL, Horacio: «La Geografía española actual», en LOPEZ PIÑERO, J.M.: Laciencia española, Madrid, Espasa-Calpe, (en publicación).

42. El primer número de la Revista de Geografía de la Universidad de Barcelona apareció en 1967. Algunos trabajos referentes a geografía urbana fueron publicados luego en el libro

CAPEL, Horacio: Estudios sobre el sistema urbano, Universidad de Barcelona, 1974, 2a edición 1982, 204 págs.

Otros trabajos de esa época fueron los de: VILA VALENTI, Juan: «¿Una nueva geografía?» Revista de Geografía, Universidad de Barcelona, V, 1971, pp. 5-38; y VII, 1973, pp. 5-57.

CAPEL, Horacio: «Percepción del medio y comportamiento geográfico», Revistade Geografía, vol. VII, 1973, págs. 58-150.

43. SHAEFFER, Fred K.: Excepcionalismo en Geografía, Introducción y traducción de Horacio Capel, Ediciones Universidad de Barcelona, 1971, (la ed. 1953). Se han realizado luego seis ediciones posteriores: 1974, 1977, 1980, 1986 y 1988. Puede verse una valoración del significado de ese texto en el estudio introductorio de dicha obra: CAPEL, Horacio: «Shaeffer y la nueva geografía», págs. 7-25.

La colección «Pensamiento y Métodos geográficos» se propuso publicar «trabajos metodológicos y de epistemología de la geografía prestando especial atención a obras de escuelas geográficas hasta ahora poco conocidas en España, o que incorporen a la bibliografía española las investigaciones más recientes de dicha ciencia. También publica textos y estudios destacados de la historia del pensamiento geográfico».

44. En aquel número se decía: «La situación actual de la geografía española hace necesario iniciar una crítica sistemática de las concepciones dominantes y de los estudios concretos que se efectúan. A esta tarea pretende contribuir la serie Geo-Crítica. El título de la serie debe entenderse como crítica de y desde la geografía. Crítica de la Geografía, es decir de las concepciones teóricas dominantes y de las ideologías subyacentes. Crítica desde la Geografía, en cuanto intento consciente de utilizar la ciencia geográfica como arma crítica frente a la realidad social que nos rodea».

Algunas valoraciones de Geo-Crítica y de su significado en la geografía española pueden verse en los siguientes trabajos:

BOSQUE MAUREL, Joaquín: «Presencia y significado de la revista Geo-Crítica de la Universidad de Barcelona» en A. GARCIA BALLESTROS (Coord.): Geografía y marxismo, Editorial de la Universidad Complutense, Madrid, 1986, págs. 197-221.

GONZALEZ POLLEDO, L.A.: «La revista "Geo Crítica" o la renovación de la Geografía española», Contextos, Universidad de León, vol. II, nº 4, 1984, págs. 161-173.

BROC, Numa: «L'Histoire de la Géographie á l’Université de Barcelone», Annales de Géographie, París, nº 530, 1986, págs. 488-493.

45. La primera utilización de las ideas de Kuhn en geografía fue quizás la de R. Chorley y P. Hagget, que defendieron en el capítulo I de una importante obra la necesidad y la posibilidad de situarse en un nuevo paradigma geográfico basado en modelos.

CHORLEY, Richard R. y HAGGETT, Peter: Models in Geography Londres, Methuen, 1967, Trad. parcial castellana La geografía y los modelos socioeconómicos, Madrid, I.E.A.L., 1971 (cap. I «Modelos, paradigmas y nueva geografía»).

46. BURTON, lan: «The quantitative revolution and theoretical geography», Canadian Geographer, Toronto, vol. 7, nº 4, 1963, reproducido en DAVIES, W.K.D.: The conceptual Revolution in geography, University of London Press, 1972, págs. 140-156.

El artículo de Burton publicado al año siguiente de Thestructure of cientific revolutions no hace alusión a esta obra ni a Kuhn, aunque cita cierto número de filósofos y epistemólogos, lo que muestra que las ideas sobre cambios revolucionarios estaban, efectivamente, en el ambiente.

47. Sobre el uso del concepto de paradigmas en geografía puede verse:

STODDART, David R.: «El concepto paradigma y la historia de la geografía», Geo Crítica, Universidad de Barcelona, nº 40, julio 1982, págs. 5-19.

48. Una obra particularmente influyente fue la de: LAKATOS, Imre y MUSGRAVE, A.: Criticism, and the growth of knowledge, Cambridge university Press, 1970, Trad. cast. La crítica y el desarrollo del conocimiento, Barcelona, Grijalbo, 1975.

La amplia y documentada introducción de Javier Muguerza a la edición española de estas obras presentaba un excelente panorama del estado de la cuestión.

También deseo recordar aquí el impacto de este otro libro:

ADORNO, Th. POPPER, K. y otros: La disputa del positivismo en la filosofía alemana, Trad. cast. por Jacobo Muñoz, Barcelona, Editorial Grijalbo, 1972, 326 págs.

49. BACHELARD, Gaston: La formation de l'esprit scientifique. Contribution a unepsychanalyse de la connaissance objective, Paris, Vrin, 1938. Trad. Castellana de José Babini La formación del espíritu científico. Contribución a un psicoanálisis del conocimiento objetivo, Buenos Aires, Siglo XXI, 2a ed. 1972, 302 págs.

FOUCAULT, Michel: Les mots et les choses, Une archeologie des sciences humaines, París, Gallimard, 1966. Trad. cast. Las palabras y las cosas, México, Siglo XXI. 1971, 3a ed., 375 págs.

50. CASSIRER, Ernst: El problema del conocimiento en la filosofía y en la ciencia moderas. Trad. castellana, México Fondo de Cultura Económica, 1953, 3a reimpresión 1979, 4 vols.

WRIGHT, Georg Henrik von: Explanation and understanding, Ithaca, Nueva York, Cornell University Press. 1971. Trad. cast. Explicación y comprensión, Madrid, Alianza Editorial 1979, 198 págs.

51 SHAEFFER fue amigo y colega de Gustav Bergman, con el que discutió algunos aspectos de su trabajo. Debido a la prematura muerte del autor las galeradas de Excepcionalism in geographyfueron corregidas por el filósofo alemán, que era profesor entonces de la Universidad de lowa.

52. CAPEL, Horacio: Filosofía y ciencia en la Geografía contemporánea, Barcelona, Barcanova, 1981, 510 págs.

CAPEL, Horacio: «Sobre clasificaciones, paradigmas y cambios conceptuales en Geografía. Reflexiones introductorias a la ponencia de Pensamiento Geográfico», en Actas del II Coloquio Ibérico de Geografía, Lisboa 13-17 octubre 1980, Universidad de Lisboa, 1983, vol. II, págs. 133­151; publicado también en El Basilisco, Oviedo, núm. 11, 1981, págs. 4-12.

CAPEL, Horacio: Filosofía e Scienza nella Geografia contemporanea, Milano, Unicopli 1987, 282 págs.

Véase también:

GRAU, Ramón y LOPEZ, Marina: «Para un esquema histórico del pensamiento geográfico» comunicación al II Coloquio Ibérico de Geografía, Lisboa 13-17 octubre 1980; publicada en Revista de Geografía, Universidad de Barcelona, vol. XVIII, 1984, págs. 19-29.

53. CAPEL, H.: «Positivismo y antipositivismo en la ciencia geográfica. El ejemplo de la geomorfología», Geo Crítica. Universidad de Barcelona, núm. 43, enero 1983, 56 págs.

54. CAPEL, H.: «El pensamiento y la obra científica del profesor Joaquín Bosque Maurel», Introducción a la reedición de la obra de J. BOSQUE MAUREL, Geografía urbana de Granada, Granada, 1988, XXXIV pp.

CAPEL, H.: «Bernard Kayser et la géographie française» en Hommage Prof. Bernard Kayser, Université de Toulouse Le Mirail (en publicación).

55. KUHN, Thomas, F,: The structure of Scientific revolutions, The University of Chicago Press, Trad. cast. por Agustin Contin La estructurade las revoluciones científicas, México Fondo de Cultura Económica. 1971, 320 págs. (pág. 257 ss.).

56. TAYLOR, Peter: «El debate cuantitativo en la geografía británica, Geo Crítica. Universidad de Barcelona, nº 10, agosto 1977. 24 págs.

57. VARENIO, Bernhardt: GeografíaGeneral en la que se explican las propiedades generales de la Tierra, Traducción del latin por José Ma Requejo y Estudio Introductorio por Horario Capel, Ediciones de la Universidad de Barcelona, 1974, 148 págs.

58.   CAPEL, H.: «La personalidad geográfica de Varenio», introducción a la edición española de VARENIO. (op. cit. en nota 57). 1974, págs. 9-84.

59. A lo largo de estos años hemos publicado textos de Manuel de Aguirre, José Cornide. Andrés González de Barcia. Gabriel Cramer, A. Kircher, A. Hettner, Emilio Huguet del Villar (obra inédita), entre otros.

Véanse notas 15, 67. 69. 80. 84. 86 y 88.

60. TAYLOR, Peter: «El debate cuantitativo en la geografía británica». op. cit. En nota 56.

61. CAPEL, Horacio: «institucionalización de la Geografía y estrategias de la comunidad científica de los geógrafos», Geo Crítica, Barcelona, 8 y 9, 1977, 31 + 27 págs.

Este trabajo constituyó a la comunicación del autor al Congreso Internacional de Historia de la Ciencia celebrado en Edimburgh en agosto de 1976.

CAPEL, Horacio: «Institucionalization of Geography and strategies of change». en David STODDART (ed.), Geography, Ideology and social concern, Cambridge, 1981, págs. 37-69.

62. CAPEL, Horacio y Urteaga, Luis: Las nuevas geografías, Madrid, Salvat, 1982, 60 págs.

63. CAPEL, Horacio: «Valor didáctico de la Historia de la Geografía», comunicación al Simposium La Historia de las ciencias y la enseñanza, Valencia, Universidad Literaria de Valencia, 1980, págs. 115-121.

64. CAPEL, Horacio: España, América y la historia de la ciencia. Sugerencias para un debate», Expoforum 92. Umbrales de Grandes Descubrimientos: 1492-1992, Sevilla, Expo 92, 1987, págs. 81-91.

CAPEL, Horacio: «Sobre ciencia hispana, ciencia criolla y otras ciencias europeas (A manera de síntesis del coloquio)», Comunicación al Coloquio «Ciencias y Técnicas en la América Española del siglo XVIII», (Casa de Velázquez, Madrid, 12-14 noviembre 1987): Publicada en Asclepio, Madrid, XXXIV, 2, 1987, págs. 317-336.

65. Como lo muestra el interés de Newton -que como profesor de matemáticas debía impartir también geografía- por la obra de Varenio, de la que hizo en 1672 una edición con anotaciones y enmiendas: véase CAPEL, H. «La personalidad geográfica de Varenio» op. cit. en nota 58.

66. CAPEL, Horacio: «La Geografía como ciencia matemática mixta. La aportación del circulo jesuítico madrileño en el siglo XVII» Geo Crítica, Universidad de Barcelona, 30, noviembre 1980, 35 págs.

CAPEL, Horacio: «Geógrafos españoles en los Países Bajos a fines del siglo XVII» Revista de Geografía, Universidad de Barcelona, 2, 1981, págs. 7-34.

CAPEL, Horacio: Geografía y Matemáticas en la España del siglo XVIII, Barcelona, Oikos-Tau, 1982, 389 págs.

CAPEL, Horacio: «La Geografía en los exámenes públicos y el proceso de diferenciación entre Geografía y Matemáticas en la enseñanza durante el siglo XVIII» Areas. Revista de Ciencias Sociales, Murcia, 1, 1981, págs. 89-112.

CAPEL, Horacio: «Los programas científicos: Geografía y Cartografía» en PESET, J.L., SELLES, A., LAFUENTE, A. (Eds.) Carlos III y la ciencia española de la ilustración, Madrid, Alianza Editorial, 1988, págs. 99-126.

CAPEL, Horacio: «Isidoro, de Antillón» Boletín Informativo Fundación Juan March, Madrid, nº 166, 1986, págs. 3-18.

COLL, Núria: «La geografía de la Revolución Francesa y su influencia en España. Antillón y la obra de Mentelle» Comunicación al V Congreso de la Sociedad Española de Historia de las Ciencias y de las Técnicas, Murcia 18-22 de diciembre de 1989 (en publicación).

67. AGUIRRE, Manuel de: Indagaciones y reflexiones sobre la Geografía con algunas noticias previas indispensables (1782). Ed. y estudio de H. CAPEL, Barcelona, Ediciones de la Universidad (Col. Pensamiento y Método Geográficos, nº 4) 1981, 78 + XVIII + 338 págs. Estudio introductorio de Horacio CAPEL: «Manuel de Aguirre y la nueva geografía española del siglo XVIII», págs. 9-78.

68. CAPEL, H.: Geografía y Matemáticas... op. cit. en nota 66.

CAPEL, H.: Cartographie belge dans les collections espagnoles, XVI au XVII siècles, sous la direction scientifique de C. Lemoine-Isabeau, Bruxelles, Europalia 85, España, M. Royal de l'Armee, 1985, 112 págs.

NADAL, F.: «La formación de la carta geotopográfica de Valcourt y los trabajos geográficos de la Comisión de Estadística y división del Territorio de Cuba, 1821-1868», en PESET, J.L (Coord.): Ciencia vidayespacio en Iberoamérica, op. cit. en nota 131, vol. III, págs. 329-356.

NADAL, Francesc y URTEAGA, Luis: «L'édition de la carte d'Espagne (1875-1968), Comunicación al XVIIIth International Congress of History of Science, 1-9 august 1989, Hamburg-Munich (en publicación).

URTEAGA, Luis y NADAL, Francesc: «La formación del mapa de España» Mundo Científico, Barcelona, diciembre 1989.

TATJER, Mercedes: «La contribución territorial urbana 1716-1906» en SEGURA, A. (Coord.): El Catastro en España, Madrid, Centro de Gestión Catastral del Ministerio de Hacienda, 1988, Vol. I, págs. 135-173.

TATJER, Mercedes: «La contribución territorial urbana en España, 1906-1979», en SEGURA, A. (Coord.): El catastro en España. De 1906 a la época actual. Madrid, Centro de Gestión Catastral del Ministerio de Hacienda, 1989, vol. II págs. 61-101.

69. GONZALEZ DE BARCIA, Andrés: Epítome de la Biblioteca Oriental y Occidental, Náutica y Geográfica de Don Antonio de León Pinelo, (1737), Ed. y estudio introductorio por Horacio CAPEL, Barcelona, Ediciones de la Universidad de Barcelona, 1982, 2 vols., Introducción («El Epitome de León Pinelo y la continuidad de la ciencia geográfica española en el siglo XVIII»), págs. I-XLI.

70. URTEAGA, Luis: «Miseria, miasmas y microbios. Las topografías médicas y el estudio del medio ambiente», Geo Crítica, Universidad de Barcelona, nº 29, noviembre 1980, 28 págs.

71. La problemática general que sirve de base a estas investigaciones ha sido expuesta en CAPEL, Horacio: «Factores sociales y desarrollo de la ciencia. El papel de las comunidades científicas», Conferencia en el V Congreso de la Sociedad Española de Historia de las Ciencias y las Técnicas, Murcia 18-21 de diciembre de 1989 (en publicación).

Véase también sobre ello

CAPEL, Horacio: «institucionalización de la geografía y estrategias de la comunidad científica de los geógrafos» op. cit. en nota 61.

CAPEL, Horacio: Filosofía y ciencia... op. cit. en nota 52. caps. III a IX.

SANCHEZ, Francisca: «El acceso al profesorado en la geografía española (1940-1979)» Geo Crítica, Universidad de Barcelona, nº 32, marzo 1981, págs. 5-52.

72. CAPEL, H., GARCIA, L., MONCADA, J.O., OLIVE, F., QUESADA, S., RODRIGUEZ, A., SANCHEZ, J.E. y TELLO, R.: Los Ingenieros Militares en España, siglo XVIII. Repertorio biográfico e inventario de su labor científica y espacial, Ediciones Universidad de Barcelona, (Geo Crítica. Textos de apoyo nº l), 1983, 495 págs.

73. SANCHEZ, Joan Eugeni: «La estructura institucional de una corporación científica: el Cuerpo de Ingenieros Militares en el siglo XVIII», en J.L. PESET (Coord.): Ciencia, vida y espacio en Iberoamérica, op. cit. en nota 131, vol. II, págs. 3-20.

CAPEL, Horacio: «Cursos manuscritos y textos impresos en la enseñanza científica de los ingenieros militares» Comunic. Coloquio Ciencias y Técnicas en la América Española del siglo XVIII, Asclepio, Revista Historia de la Medicina y de la Ciencia, Madrid XXXIX. 2, 1987, págs. 161-­169.

CAPEL, Horacio, SANCHEZ, Joan E. y MONCADA, Omar: De Palas a Minerva. La formación científica y la estructura institucional de los ingenieros militares en el siglo XVIII, Barcelona, Ediciones del Serbal, 1988, 390 págs.

CAPEL, Horacio: «Las Academias de ingenieros» en SELLES, A., PESET, J.L., LAFUENTE, A. (eds.) La ciencia española en el reinado de Carlos III, Madrid, Alianza Editorial 1988, págs. 187-204.

74. SANCHEZ, Joan Eugeni: «Los ingenieros militares y las obras públicas en el siglo XVIII», en Cuatro conferencias sobre Historia de la ingeniería de obras públicas en España, Madrid, CEHOPU, Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo, 1987, págs. 43-78.

CAPEL, Horacio: «Remediar con el arte los defectos de la naturaleza. La capacitación técnica del Cuerpo de Ingenieros Militares y su intervención en Obras Públicas», comunicación al simposium sobre Antiguas obras Hidráulicas en América, organizado por el Ministerio de Obras Públicas y la Universidad Nacional Autónoma de México, mayo 1988, Madrid, CEHOPU. (en publicación).

CAPEL, Horacio: «La invención del territorio. Ingenieros y arquitectos de la Ilustración en España y América», Actas de las Jornadas sobre «La ingeniería Militar y la Cultura Artística Española» (Cádiz 13-15 de noviembre de 1989), Cádiz. UNED-Fundación Rafael Alberti (en publicación).

Un historiador del arte, Juan Miguel Muñoz Corbalán, está finalizando en la actualidad su tesis doctoral -codirigida por H. Capel y R. Triadó - sobre la actividad constructiva de los ingenieros militares durante el reinado de Felipe V. En relación con ella ha realizado ya algunos trabajos:

MUÑOZ CORBALAN, Juan Miguel: «El ejército como vía de transmisión de modelos "flamencos" en el siglo XVIII», en Actas del VI Congreso Español de Historia del Arte (Santiago de Compostela, junio de 1986) Universidad de Santiago de Compostela 1989. págs. 369-380.

MUÑOZ CORBALAN. Juan Miguel: «Reformas hidráulicas en el río Ter (1715-1746). Interés estatal por la conservación de las fortificaciones de Gerona», Actas del VII Congreso de Historia del Arte, Murcia, octubre 1988 (en publicación),

MUÑOZ CORBALAN, Juan Miguel: «Las Atarazanas de Barcelona. Proyecto de reestructuración del sistema cuartelario urbano bajo el reinado de Carlos III» Actes del Segon Congrés d'História Moderna de Catalunya (Barcelona, diciembre 1988) en Pedral­bes. Revista d'Història Moderna. Universidad de Barcelona. vol. VIII nº 8-2, 1989. págs. 133-149.

MUÑOZ CORBALAN, Juan Miguel: «Sanidad, higiene y arquitectura en el siglo XVIII. Los ingenieros militares: un eslabón en la política sanitaria y hospitalaria borbónica». Revista de Arte, Universidad de Málaga (en publicación).

MUÑOZ CORBALAN, Juan Miguel: «l plastici e la difesa del territorio spagnolo del tempo di Carlo III. Fallimento e mancata assimilazione del modello francese» en Atti de Colloqui Internazzionali «Casteffl e Citta Fortificate». Storia - Recupero - Valorizzazione. (Palmanova - Gradisca d'lsonzo, julio 1989) (en publicación).

MUÑOZ CORBALAN, Juan Miguel: «La maqueta de Cádiz (1777-1779)», en Actas de las Jornadas sobre «La Ingeniená Militar y la Cultura artística Española» (Cádiz 13-15 de noviembre de 1989), Cádiz, UNED-Fundación Rafael Alberti (en publicación).

75. MURO, Ignacio, op. cit. en nota 122.

NADAL, Francisco: «Ingenieros militares, geógrafos y rebeldes en la organización territorial de Cuba (1824-1895)», Estudios de Historia Social, Madrid, nº 44-47. 1988, págs. 183-189.

76. SUAREZ DE VIVERO, Juan Luis: «El espacio marítimo en la geografía humana». Barcelona, Geo Critica, nº 20, marzo 1979. págs. 5-30.

77. CASALS, Vicente: «Defensa y ordenación del bosque en España. Ciencia. Naturaleza y Sociedad en la obra de los ingenieros de montes durante el siglo XIX», Geo Critica Barcelona, nº 73, 1988. 64 págs.

CASALS, Vicente: «Montes e ingenieros en Ultramar. Las ideas sobre la protección del bosque en Cuba y Filipinas durante el siglo XIX», en J.L. PESET (Coord.): Ciencia, vida y espacio en Iberoamérica. op. cit. en nota 131, vol. III págs. 357-388.

78. CARTAÑA. Jordi: «Respiración vegetal y fotosintesis en la enseñanza de la agronomia española durante el siglo XIX». Comunicación al V Congreso de la Sociedad Española de Historia de las Ciencias y las Técnicas. Murcia 18-21 de diciembre de 1989 (en publicación).

Jordi CARTAÑA realiza en estos momentos su tesis doctoral sobre la enseñanza de la agronomia en España y la actividad de los ingenieros agrónomos.

79. Jordi VILLALANTE trabaja en estos momentos sobre los ingenieros de caminos, canales y puertos.

80. MARTI HENNEBERG, Jordi: Emilio Huguet del Villar. 1871-1951. Cincuenta años de lucha por la ciencia, Ediciones Universidad de Barcelona (Colección Pensamiento y Método Geográficos. nº 5) 1984, 240 págs.

MARTI HENNEBERG, Jordi: «El estado actual de la Edafologia, un trabajo inédito de Huguet del Villar», Barcelona. Geo Critica. Universidad de Barcelona, nº 45, junio 1983, págs. 5-39.

HUGUET DEL VILLAR, Emilio: Geo-edafología. Método Universal de Tipología de los Suelos como base de su cartografía harmónica, edición e introducción de Jordi MARTI HENNEBERG, Ediciones de la Universidad de Barcelona (Colección Geo Critica. Textos de Apoyo nº 2), 1983, 308 págs.

MARTI HENNEBERG, Jordi: «El primer mapa de suelos de la Península Lusolbérica», Mundo Científico. Barcelona, Nº 33, febrero 1984.

MARTI HENNEBERG, Jordi: «La personalitat científica d'Emili Huguet del Villar» Butlletí de l'Institut Catalá d'Història Natural. Barcelona, L, 1985, págs. 39-45.

MARTI HENNEBERG, Jordi: «Huguet del Villar», Geographers Bio-Bibliograjohical Studies. Oxford, IX. 1985, págs. 55-60.

En la actualidad Pere Martí Sunyer prepara su tesis doctoral sobre la historia de la edafologia española (1750-1950).

81. BOUZA. Jerónimo: «Una interpretación del proceso de institucionalización de las ciencias sociales: La antropología y el modelo francés», Geo Crítica, Barcelona, nº 74, marzo 1988. págs. 5­60.

82. CAPEL Horacio: Geografía humana y ciencias sociales. Una perspectiva histórica. Barcelona, Montesinos. 1987. 138 págs

83. CAPEL, Horacio: «Organicismo, fuego interior y terremotos en la ciencia española del siglo XVIII», Barcelona, Geo Crítica, nº 27-28, 1980, 95 págs.

84. SIERRA, Eduardo: «El Geocosmos de Kircher. Una cosmovisión científica del siglo XVII», Traducción del latín y estudio introductorio, Barcelona, Geo-Crítica, nº 33/34, mayo/junio 1981, págs. 5-82.

SIERRA, Eduardo: Las ideas sobre la Tierra en Atanasio Kircher (1602-1680). Precedentes e influencias, Tesis doctoral, Universidad de Barcelona, diciembre 1984, 1 vol. texto + 2 vols. apéndices (traducción de El Mundo Subterráneo).

85. CAPEL, Horacio: «Ideas sobre la Tierra en el siglo XVIII», Mundo Científico, Barce­lona, nº 22, 1982, págs. 118-154.

CAPEL, Horacio: La Física Sagrada. Creencias religiosas y teorías científicas en los orígenes de la geomorfólogía española, Barcelona, Ediciones del Serbal y CSIC, 1985, 224 págs.

CAPEL, Horacio: «Religious beliefs, philosophy and scientific theory in the origins of Spanish Geomorphology, XVII-XVIII centuries» Organon, Academiade Ciencias de Polonia, Varsovia nº 20­-21, 1985, págs. 219-229.

86. CAPEL, Horacio: «Gabriel Cramer y la ciencia ginebrina del siglo XVIII», Introducción a «La Teoría física de la Tierra. Una tesis en la Ginebra del siglo XVIII», Traducción del latín por Virgilio Bejarano, Geo-Crítica, Universidad de Barcelona, nº 39, 1982, págs. 5-17.

87. CAPEL, Horacio: «Naturaleza y cultura en los orígenes de la geología», en LAFUENTE, A. y SALIDAÑA, J.J. (Eds.): Historia de la ciencia. Madrid, CSIC, 1987, págs. 167-193.

CAPEL, H. (Coord.): Naturalesa i cultura en el pensament espanyol, Barcelona, 1987, 143 págs.

88. CAPEL, Horacio, URTEAGA, Luis: José Córnide y su descripción física de España, Barcelona, Ediciones Universidad de Barcelona, (Col. Pensamiento y Método Geográficos, nº 6), 1983, 141 págs.

89. CAPEL, Horacio: «La estructura física de la Tierra según los textos de geografía», en CAPEL, H. y otros: Ciencia para la burguesía, op. cit. en nota 106 págs. 711-208.

90. MARTI HENNEBERG, Jordi: «Sorpresa, admiración y polémica en torno a los gla­ciares», Mundo científico, Barcelona, nº 69, 1987, págs. 548-557.

MARTI HENNEBERG, Jordi: «Los Andes. Investigación científica y regeneración patriótica en J.L. PESET (Coord.): Ciencia, vida y espacio en Iberoamérica, op. cit. en nota 131, vol. III, págs. 127­141.

MARTI HENNEBERG, Jordi: «La difusión de la Glaciologia en España (1849-1917)», Llull. Revista de la Sociedad Española de Historia de las Ciencias y de las Técnicas, Zaragoza, Vol. 11, núm. 21, 1988, págs. 235-246.

Véase también MARTI HENNEBERG, J. op. cit. en nota 118.

91. URTEAGA, Luis: Las ideas sobre la conservación de la naturaleza en el pensamiento ilustrado, resumen de la tesis de doctorado, Barcelona, Universidad de Barcelona, 1984, 50 págs.

URTEAGA, Luis: La tierra esquilmada. Las ideas sobre la conservación de la naturaleza en la cultura española del siglo XVIII, Barcelona, Ediciones del Serbal, 1987, 222 págs.

URTEAGA, Luis: «Explotación y conservación de la naturaleza en el pensamiento ilustrado», Geo Crítica, Barcelona, nº 50, 1985, págs. 7-40.

URTEAGA, Luis: «La conservació de la naturalesa en el pensament il.lustrat» en H. CAPEL (Coord.): Naturalesa i cultura en el pensament espanyol, Barcelona, Fundació Caixa de Pensions, 1987, págs. 95-108.

92. CASALS, Vicente: «Defensa y ordenación del bosque en España», op. cit. En nota 77.

CASALS, V.: «Montes e ingenieros en ultramar», op. cit. en nota 77.

SOLE, Jordi y BRETON, V.: «El Paraíso poseído. La política española de parques naturales (1880­1935)», Barcelona, Geo Crítica, 63, 1986, págs. 5-59.

93. URTEAGA, Luis: «La economía ecológica de Martínez Alier», Bellaterra, Docu­ments d'Análisi Geográfica, vol. VII, 1985, págs. 193-205.

URTEAGA, Luis: «Los recursos naturales y la nueva geografía política del mar», Barcelona, Geo Crítica, nº 75, mayo 1988, págs. 3-45.

94. URTEAGA, Luis: «Miseria, miasmas y microbios» op. cit. en nota 70.

95. URTEAGA, Luis: «Higienismo y ambientalismo en la medicina decimonónica».Dinamys, Granada, vol. 5-6, 1985-6, págs. 417-425.

URTEAGA, Luis: «El pensamiento higienista y la ciudad: la obra de Pedro Felipe Monlau (1808­1871), en A. Bonet Correa Urbanismo e Historia Urbana..., Madrid. Universidad Complutense, 1, 1985, págs. 397-412.

URTEAGA, Luis: «Barcelona y la higiene urbana en la obra de Monlau» en El naixement de l'infrastructura sanitaria a la ciutat de Barcelona, Ajuntament de Barcelona, Institut d'Ecologia Urbana (Serie Salut Pública nº 6), 1987, págs. 29-37 (en catalán) y 89-99 (en castellano).

Véase también:

NADAL, Francesc: «Epidemias, alcantarillado y especulación. Una aproximación histórica al saneamiento de los municipios del Pla de Barcelona (1884-1900) en El naixement de l'infrastructura sanitaria a la ciutat de Barcelona, Ajuntamentde Barcelona, Institut d'Ecologia Urbana (Serie Salut Pública nº 6), 1987, págs. 39-55 (en catalán) y 101 -117 (en castellano).

96. QUESADA, Santiago: «Las historias de ciudades: geografía, utopía y conocimiento histórico en la Edad Moderna», Geo Crítica, Barcelona, nº 81, mayo 1989, 75 págs.

QUESADA, Santiago: Laidea de ciudad en la cultura hispana de la edad moderna. Tipología y estructura de las historias de ciudades, siglos XVI-XVII. Tesis Doctoral, Universidad de Barcelona (en trámite de defensa).

97. URTEAGA, Luis: «Teoria demográfica e historiográfica: el tratado de población de Agustín de Blas y la difusión de Malthus en España», Estudios Geográficos, Madrid, núm. 181, 1985, págs. 447­472.

98. Luis URTEAGA está trabajando actualmente sobre estas cuestiones, sobre las que existe un trabajo de próxima publicación.

99 LUIS, Alberto, y URTEAGA, Luis: «Estudio del medio y "Heimatkunde" en la geografía escolar», Geo Crítica, Universidad de Barcelona, nº 38, marzo 1982, págs. 4-45.

100. URTEAGA, Luis y CAPEL Horacio: «La Geografía y la didáctica del medio urbano», comunicación al Seminario sobre Educación Ambiental en el Medio Urbano. I.C,E., Barcelona; Publicado en Revista de Geografía, XVI-XVII, 1983, págs. 113-126. Reimpreso en Cuadernos de Pedagogía, Barcelona, nº 153, 1987, págs. 8-15.

CAPEL, Horacio, LUIS, Alberto y URTEAGA, Luis: «La Geografía ante la reforma educativa», Geo Crítica, Barcelona, nº 53, septiembre 1984, 77 págs. Reimpreso en La Geografía y la Historia dentro de las ciencias sociales; hacia un curriculum integrado, Madrid, 1987, págs. 129-171.

CAPEL, Horacio y URTEAGA, Luis: «La geografía en un curriculum de ciencias sociales» Geo Crítica, Universidad de Barcelona, nº 61. 1985, 33 págs. Reimpreso en CARRETERO, M., POZO, J.L, y ASENSIO, M. (Comps.) La enseñanza de las ciencias sociales, Madrid, Visor, 1989, págs. 75-96.

En la revista Geo Crítica se han publicado asimismo otros trabajos de diversa procedencia acerca de estos temas; Alberto Luis, por su parte, ha continuado en la Universidad de Santander una importante tarea investigadora en el campo de la didáctica geográfica.

101. LUIS, Alberto y URTEAGA, Luis: «Estudio del medio y Heimatkunde», op. cit. en nota 99.

CAPEL, Horacio: «La enseñanza de la Geografía en España a principios del siglo XX». en Homenaje a la profesora Carmen Rey, Instituto Expres, Lorca, 1976.

102. LUIS GOMEZ, Alberto: La geografía en el bachillerato español (1836-1970), Ediciones de la Universidad de Barcelona (Col, Geo Crítica. Textos de Apoyo nº 6) 1985, 350 págs.

103. CARDENAS. Maria Isabel: La Geo

MELCON. Julia: «La geografía en el sistema de instrucción primaria de España, Cuba y Filipinas». Madrid, en J.L. PESET (Coord.): Ciencia, vida y espacio en lberoamérica, op. cit. en nota 131, vol. III, págs. 267-292.

MELCON, Julia: «Los estudios de ciencias en las Escuelas Normales de Maestras en España, 1843-1914» III Symposium d'Ensenyament i Historia de les Ciències i Tècniques, Barcelona, marzo 1988.

MELCON, Julia: La enseñanza elemental y la formación del profesorado en los orígenes de la España contemporánea: renovación pedagógica y enseñanza de la geografía, Tesis doctoral, Universidad de Barcelona, junio 1988, 3 vols.

MELCON, Julia: «La geografía en la escuela primaria y el sistema educativo liberal», Comunicación a las Primeras Jornadas de Didáctica de la Geografía (3-5 diciembre 1988), Madrid. Asociación de Geógrafos Españoles (en publicación).

MELCON, Julia: La enseñanza de la geografía y el profesorado de las Escuelas Normales (1882-1915), Ediciones de la Universidad de Barcelona (Colección Geo-Crítica. Textos de Apoyo, nº 9), 1989, 120 págs.

104. NADAL, Francesc y MARTI FENNEBERG, Jordi: «La aportación del libre pensamiento a la renovación de la ciencia española: "La Humanidad" (1871-1872)», en Actas del III Congreso de la Sociedad Española de Historia de las Ciencias (San Sebastián 1-6 octubre 1984), San Sebastián, 1989, Vol. III, págs. 341-354.

VICENTE MOSQUETE, M. Teresa: «Les rapports entre Elisée Reclus et l'Espagne», Bruxelles, Revue de la Société Royale Belge de Géographie I, 110, 1986, págs. 119-138.

VICENTE MOSQUETE, M.T.: «El papel de la geografía en el proyecto revolucionario de educación integral del anarquismo español de fin XIX y principios del XX», Lima, I. Congreso InternacionalGeografía de las Américas, 1988.

VICENTE MOSQUETE, M.T.: «La aportación de la geografía al pensamiento anarquista: Elíseo Reclus», Amsterdam, Congreso Internacional Las Tradiciones Culturales del Anarquismo Español, 1988.

105. CAPEL, Horacio: «La geografía en los exámenes públicos» op. cit. en nota 66.

106. CAPEL, H.; ARAYA, M.; BRUNET, M.; MELCON, J.; NADAL, F.; URTEAGA, L.: Ciencia para la burguesía. Renovación pedagógica y enseñanza de la geografía en la revolución liberal española 1814-1857. Ediciones Universidad de Barcelona, (Col. Geo Critica. Textos de Apoyo nº 3) 1983, 354 págs.

107. CAPEL, H.; CASTILLO, M.A.; MAYANS, B.; MELENDO, M.C.; PERICAS, C.; RIBA, P. y SANS, M.: Geografía para todos. La Geografía en la enseñanza española durante la segunda mitad del siglo XIX, Barcelona. Los Libros de la Frontera, 1985, 236 págs.

CASTILLO ALARCO, Ma Angela: La geografía en las Escuelas Especiales durante la segunda mitad del siglo XIX, Tesis de Licenciatura, Departamento de Geografía, Universidad de Barcelona, febrero 1986, 2 vols.

108. CAPEL, H.; SOLE, J. y URTEAGA, L.: El libro de geografía en España 1800-1939, Barcelona, Col. Geo-Crítica. Textos de Apoyo, CSIC, 1988, 214 págs.

109. GARCIA PUCHOL, Joaquín: «América en los manuales españoles de Historia del siglo XIX», en J.L. PESET (Coord.): Ciencia, vida y espacio en Ibero América, op. cit. en nota 131, vol. III, págs. 241-265.

GARCIA PUCHOL, Joaquín: «La imagen de la cuidad en la historiografía decimonónica. El valor de la apariencia y las actitudes ante el crecimiento urbano», Comunicación al V Coloquio Ibérico de Geografía, León, noviembre 1989 (en publicación).

GARCIA PUCHOL, Joaquín: «El progreso científico en los manuales escolares del siglo XIX», Comunicación al V Congreso de la Sociedad Española de Historia de las Ciencias y la Tecnología, Murcia, 18-21 de diciembre de 1989 (en publicación).

Este autor está finalizando su tesis doctoral sobre La enseñanza de la historia a través de los libros de texto en la España del siglo XIX.

110. En relación con su tesis doctoral (nota 78) Jordi CARTAÑA ha elaborado el inventario de los textos de agronomía usados en la enseñanza española durante el siglo XIX.

111. URTEAGA, Luis; SOLE, Jordi y CAPEL, Horacio: «Análisis de la producción bibliográfica de textos de geografía en la enseñanza española. 1800-1939», Madrid, en J.L. PESET (Coord.): Ciencia vida y espacio en ibero América. op. cit. en nota 131, vol, III págs. 293-327. Reproducido como introducción en la obra citada en nota 108.

112. Sobre cuya necesidad han llamado repetidamente la atención numerosos autores como:

LOPEZ PIÑERO, José María «Los modelos de investigación histórico médica y las nuevas técnicas», en LAFUENTE, A. y SALDAÑA, J.J.: Nuevas tendencias en historia de las ciencias, Madrid, CSIC, 1987, págs. 125-150.

KRAGH, Helge: An introduction to the historiography of science, Cambridge University Press, 1987, Trad. Cast. Introducción a la historia de la ciencia, Barcelona, Crítica, 1989, caps. 16 y 17.

113. En este sentido está trabajando Joaquín García Puchol en relación con su tesis doctoral, citada en nota 109. Véase también:

GARCIA PUCHOL, Joaquin: «Les ages de l'histoire dans les manuels espagnoles du XIXe. siècle. Analyse quantitative», en Abstracts lVe Congres History and Computing, Bordeaux, septiembre 1989, pág. 32.

GARCIA PUCHOL, Joaquín: «Palabras textos sociopolíticos y ordenadores», Estudios Geográficos, Madrid, nº 192, julio-septiembre 1988. págs. 450-453.

114. CAPEL, Horacio: «El público y circulación de obras de geografía en la España del siglo XVIII», en Alberto ELENA y J. FERNANDEZ: El público de la ciencia, Madrid, CSIC (en publicación).

115. CAPEL, Horacio: «Los diccionarios geográficos de la Ilustración española», Geo Crítica, Universidad de Barcelona, núm. 31. enero 1981, 51 págs.

116. CAPEL, H.: «Geografía y arte apodémica en el siglo de los viajes», Geo-Crítica, Universidad de Barcelona, núm. 56, marzo 1985. 60 págs.

En esa misma dirección Consuelo Freixa acaba su tesis doctoral sobre los viajeros ingleses en España durante el siglo XVIII.

117. El conjunto de las guías de ciudades publicadas en España durante el siglo XIX está siendo objeto de una tesis doctoral por Mª del Mar Serrano, de próxima finalización.

Véase también:

SERRANO, Mª del Mar: «Cárceles y murallas: la visión del viajero», en Los espacios acotados. Geografía y dominación social. Barcelona, PPU (en publicación).

118. MARTI HENNEBERG, Jordi: «La pasión por la montaña. Literatura pedagogía y ciencia en el excursionismo del siglo XIX», Barcelona, Geo-Crítica, 66, noviembre 1986, págs. 7-45.

MARTI HENNEBERG, Jordi: «L'alpinisme suïs i  l’excursionisme català vuitcentiste. El valor simbòlic, científic i educatiu de la muntanya», Lausanne, Erathostène, 1986, págs. 15-37,

MARTI HENNEBERG, Jordi: L'excursionisme cientific a Catalunya (1876-1900) i la seva contribució a la Geografía i a les Ciencies Naturals, Tesis doctoral, Universidad de Barcelona, mayo 1986, 513 págs.

Sobre la contribución del excursionismo a la glaciología véase también los trabajos de este autor citados en nota 90.

119. SUNYER, Pere: «Ciencia y Literatura. Los Viajes Extraordinarios de Jules Verne», Geo-Crítica, Barcelona, nº 76, julio 1988, 56 págs.

120. Por ejemplo en el XVII Congreso Internacional de Historia de la Ciencia de Berkeley, 1985, existió una sección sobre «Genética e ideología» y un Simposium, sobre «ideologías y desarrollo científico»: y en el XVIII celebrado en Hamburgo y Munich. 1989, se prestó asimismo atención a esta temática.

121. NADAL, Francesc: Política territorial y anexión de municipios urbanos en España, siglos XIX-XX, Resumen de la Tesis Doctoral, Universidad de Barcelona, 1985, 36 págs.

NADAL, Francesc: Burgueses, burócratas y territorio. La política territorial en la España del siglo XIX, Madrid, I.E.A.L., 1987, 350 págs.

NADAL, Francesc: «El pensamiento federal y la cuestión territorial» en Actas, Ponencias y Comunicaciones III Coloquio Ibérico de Geografía, Barcelona, 27 sept. 2 oct. 1983, Universidad de Barcelona, 1984, págs. 83-89.

NADAL, Francesc: «Ideologia i ciencia de les divisions del territori. El debat sobre la divisió territorial d'Espanya al segle XIX» en CAPEL, H. (Coord.): Naturalesa i cultura en el pensament espanyol, Barcelona, 1987, págs. 127-143.

NADAL, Francesc: «Geògrafs: regionalisme i divisió del territori (1874-1897)», Barcelona, Documents d'Análisi Geogràfica, nº 10, págs. 57-87.

NADAL, Francesc: «Los debates de la Sociedad Geográfica de Madrid sobre la organización territorial de España (1879-1881) Boletín de la Real Sociedad Geográfica de Madrid. Madrid,1988.

NADAL, Francesc: «Delimitar territorios, territorializar a los hombres», en los espacios acotados. Geografía y dominación social. Barcelona PPU (en publicación).

Véase también de este mismo autor:

NADAL, Francesc: «Burgueses contra el municipalismo. La configuración de la gran Barcelona y las anexiones de los municipios (1874-1904)», Geo-Crítica, Universidad de Barcelona, nº 59-60, 1985, 99 págs.

NADAL, Francesc: «Barcelona i les annexions de municipis (1874-1904). Un procés tancat?», Nous Horitzonts, Barcelona, 99, 1985, págs. 24-27.

NADAL, Francesc: «Els municipis del Plá de Barcelona: una perspectiva geográfica. Entre l'agregació i la creació de la Gran Barcelona 1874-1897)» L'Avenç, Barcelona, nº 95, 1986 (Plecs d'Història Local, nº 4, 6 págs.).

122. MURO MORALES, Ignacio: «Territorio y sociedad en el pensamiento militar español contemporáneo» en J.L. PESET (Coord.): Ciencia, vida y espacio en Iberoarnérica, op. cit. en nota 131, vol. III, págs. 143-178.

MURO MORALES, Ignacio: «Ciencia y educación en la Academia de Ingenieros del Ejército en el ochocientos» en V Congreso de la Sociedad Española de Historia de las Ciencias y la Tecnología, Murcia 18-22 de diciembre de 1989 (en publicación).

MURO MORALES, Ignacio: «Ciudad, fortificación e ingenieros militares», en Los espacios acotados. Geografía y dominación social, Barcelona PPU (en publicación).

Ignacio Muro está finalizando en estos momentos su Tesis doctoral sobre El pensamiento militar sobre el territorio, siglo XIX-XX.

123. OSORIO, Lia: Mitos e realidades da Amazonia brasileira no contexto geopolítico internacional (1540-1912). Tesis Doctoral, Universidad de Barcelona, julio 1989, 520 págs.

OSORIO, Lia: «Misiones y Estado Colonial: confrontación entre formas de control territorial en la Amazonia del Setecientos», en J. L. PESET (Coord.): Ciencia, vida y espacio en Ibero América, op. cit. en nota 131, vol. III, págs. 389-406.

OSORIO, Lia: «Brazilian Amazonia as example of a geostrategic and chronostrategic combination», Tübinger Geographische Studien. Tübingen. nº 95, 1987, págs. 189-204.

OSORIO. Lia: «The Intermittent Control of the Amazonian Territory», Londres, Intemational Journal for Urban and Regional planning, 1989 (en publicación).

124. LOPEZ DEL AMO, Fernando: Ideología, ferrocarriles y política ferroviaria en el proyecto liberal argentino (1858-1916). Tesis doctoral, Universidad de Barcelona, septiembre 1989, págs.

LOPEZ DEL AMO, Fernando: «Ferrocarriles, ideología y geografía en el proyecto liberal argentino», en J. L. PESET (Coord.): Ciencia, vida y espacio en Ibero América, op. cit. en nota 131, vol. III, págs. 179-198.

125. FRAILE, Pedro: «El castigo y el poder. Espacio y lenguaje de la cárcel» Geo-Crítica, Universidad de Barcelona, 57, mayo 1985, págs. 5-61.

FRAILE, Pedro: «El pensamiento penológico del setecientos español: D. Manuel de Lardizábal» Revista d'Història Moderna, Barcelona, 6, 1986. págs. 165-180,

FRAILE, Pedro: Un espacio para castigar. La cárcel y la ciencia penitenciaria en España (siglos XVIII-XX), Barcelona, Ediciones El Serbal, 1987, 224 págs.

FRAILE, Pedro: «La cárcel en la ciudad», Asclepio. Madrid, C.E.H. CSIC, XXXIX, 1987, págs. 5-25.

FRAILE. Pedro: «La geografía del castigo». Estudios geográficos, Madrid 1987 nº 186. págs. 5-30.

FRAILE, Pedro: «Ciencia y utopía. Ramón de la Sagra y la isla de Cuba», en J.L. PESET (Coord.): Ciencia, vida y espacio en ibero América, op. cit. en nota 131, vol. III págs. 209-239.

FRAILE. Pedro: «Lograr obediencias maquinales. Un proyecto espacial», en Los espacios acotados. Geografía y dominación social, Barcelona PPU (en publicación).

126. CAPEL. Horacio: « Ideología y ciencia en los debates sobre la población americana durante el siglo XVI», Geo-Crítica, Universidad de Barcelona, nº 79-80, 1989, págs. Un resumen de este trabajo se ha publicado, con el mismo titulo, como comunicación a los Anais do 2º Congresso Latino-Americano de Historia da Ciência e da Tecnologia, 30 de Junho a 4 de julho. 1988, Sâo Paulo. Nova Stella, 1989, págs. 241-260.

127. VAZQUEZ RIAL. Horacio: «Ameghino, Ingenieros, Roca y los orígenes del Hombre americano», en J.L. PESET (Coord.): Ciencia, vida y espacio en Iberoamérica, op. cit. en nota 131. vol. III, págs. 199-208.

VAZQUEZ RIAL, Horacio: «Una constitución poblacionista en la Argentina de 1852», Asclepio. Revista de Historia de la Medicina y de la Técnica, Madrid, CSIC. Vol. XL, fascículo 2, 1988, págs. 266-285.

128. Horacio VAZQUEZ RIAL está finalizando su Tesis doctoral acerca de Las ideas sobre la población en el Río de la Plata en la época contemporánea.

129. Véase la nota 98.

130. Véase, por ejemplo, en ese sentido:
CAPEL, Horacio: «La evolución del pensamiento y los métodos de la geografía» en Actas, Ponencias y Comunicaciones III Coloquio Ibérico de Geografía, Barcelona, 27 septiembre - 2 octubre 1983, Universidad de Barcelona, 1984, págs. 33-36.

131. El desarrollo de nuestra investigación se ha visto apoyado desde 1984 por la CICYT a través de la ayuda prestada a dos proyectos: «Territorio, sociedad y pensamiento geográfico en España e ibero América, siglos XVIII-XX» (desarrollo entre 1984 y 1988) y «Naturaleza y Cultura en la tradición geográfica española e iberoamericana» (a partir de 1988). Gracias a ello ha sido posible abordar nuevas líneas de trabajo y establecer fructíferas relaciones con otros investigadores, en especial con el grupo de historiadores de la ciencia del Centro de Estudios Históricos del C.S.I.C. Con ellos colaboramos en varias reuniones científicas y en la realización de un congreso internacional sobre el tema «La ciencia española e Iberoamérica» (Madrid, diciembre 1987), cuyos trabajos han sido publicados en la siguiente obra:

PESET, José Luis (Coord): Ciencia, vida y espacio en ibero América. Trabajos del Programa Movilizador del CSIC «Relaciones científicas y culturales entre España y América», Madrid, CSIC, 1989, 3 vols.
 

 Volver al principio de la página



Volver al menú principal