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UNIVERSIDAD DE BARCELONA 
ISSN:  0210-0754 
Depósito Legal: B. 9.348-1976 
Año XVI.   Número: 97
noviembre de 1992

LA GEOGRAFÍA Y LA HISTORIA DE LOS SISMOS

NOTA SOBRE EL AUTOR

Fernando Rodríguez de la Torre nació en Albacete en 1932. Se licenció en Filosofía y Letras, sección de Historia y Geografía, en la Universidad de Murcia (1965), donde fue discípulo del Prof. Juan Vilá Valentí. Desde 1949 a 1990 ha sido funcionario de la Seguridad Social, en donde alcanzó el número 1 del escalafón del Cuerpo Superior Facultativo -que incluye a más de 5.000 titulados- y fue decano de sus inspectores nacionales. Su jubilación anticipada se produjo por una grave dolencia de los ojos provocada, en buena parte, por las horas de trabajo dedicadas a la investigación, fuera del horario laboral.

Hacia 1977 empezó a estudiar por iniciativa propia la geografía e historia de los sismos. Con los materiales reunidos elaboró su Tesis Doctoral, dirigida por el Prof. Juan Vilá Valentí y presentada en la Universidad de Barcelona en 1990. Desde entonces ha asistido a diversos congresos y reuniones sobre esta materia y ha publicado numerosos trabajos sobre temas históricos y literarios de interés general y local.

A continuación indicamos los trabajos realizados por este autor en el campo de la sismología histórica, prescindiendo de los referidos a otras temáticas que también han sido abordadas por él. El número que precede a esta bibliografía será utilizado luego en el texto para remitir a estos trabajos, evitando la repetición de referencias.

LIBROS:

1. Los terremotos alicantinos de 1829. Alicante, 1984. 323 pp.

2. Sismicidad y sismología en la Península Ibérica durante el siglo XIX. Tesis doctoral. Universitat de Barcelona. Facultad de Geografía Historia. 1990. 5 vols. 2615 pp. (en publicación por microfichas).

3. Recopilación documental de datos manuscritos correspondientes a los efectos en España del terremoto de 1 de noviembre de 1755, existentes en el Archivo Histórico Nacional. Efectuando mediante convenio de investigación con el I.G.N. finalizado en 1992. 1023 pp. (en prensa).

ARTÍCULOS CIENTÍFICOS:

4. "Catálogo sísmico de la actual provincial de Alicante (hasta el final del siglo XVIII)". Rev. del lnst. de Est. Alicantinos. 30. Mayo-agosto, 1980; 107-133.

5. "Vida y obra de Vicente Inglada Ors (879-1949)". Rev. del lnst. de Est. Alicantinos. 32. Enero-abril, 1981; 13-77.

6. "Efectos del terremoto de 1 de noviembre de 1755 en localidades de la actual provincia de Albacete". AI-Basit, Albacete. 10. Abril, 1981; 85-125.

7. "Hace cien años. Catálogo sísmico ibérico de 1883". I Reunión científica sobre sismicidad histórica de la región de la Península Ibérica. Madrid, 31 de mayo de 1983. Madrid, I.G.N.; 1984; 42-47.

8. "Repercusión en tierras de Girona y del Maresme del gran terremoto de Lisboa (1 de noviembre de 1755)". Annals Gironins. XXVII. 1984; 329-353.

9. Aportación para un catálogo bibliográfico de fuentes españolas sobre terremotos de Italia de los siglos XV al XVIII. Madrid, 1986; 1I + 16 pp. Original en Bib. Nac. Madrid; sigo BM. 550.34.

10. "Algunas consideraciones en torno a la investigación histórica de las sismicidad ibérica". Jornadas de Estudio sobre metodología para la investigación histórica de terremotos. Madrid, 1-3 abril 1987. Madrid, I.G.N., 1988; 360-368.

11. "Management and interpretation of hemerographical sources concerning research historicallberian seismicity". Workshop on historical earthquakes in the Ibero-Maghrebian region. Methodological approach and case studies. Lisbon, Portugal, 15-17 Nov., 1989. Lisboa, 1990; IV; 23-94.

12. "La sismicidad de la provincia de Albacete". Cultural Albacete. 48. Dic. 1990; 3-20.

13. "An unpublished Catalonian earthquake: July-18th-1790". Seismicity, Seismotectonics and Seismic Risk of the Ibero-Maghrebian Region. Madrid, I.G.N., 1991; 183-190.

14. "Nuevos documentos albacetenses sobre el terreno de 1 de noviembre de 1755. AL-BASIT. 28. Junio, 1991; 141-167.

15. "Iberian Seismic Catalogue, 1851-1900. A revision". European Seismological Commission. XXII General Assembly. Barcelona, 17-22 Sept. 1990. Proceedings, l. Barcelona, 1992; 317-322.

16. "Literatura popular sísmica: una novela y muchas poesías con motivo del terremoto del 21 de marxo de 1829". Rev. de Folklore. 142. Sept. 1992; 111-122.

DOCUMENTOS INTERNOS DE INVIESTIGACIÓN:

Para el Instituto Geográfico Nacional:

17. Documentos relativos a los terremotos de Montesa y Enquera, de 1748, en el Archivo Histórico Nacional. Madrid, 1980; 84 pp.

. Para el CEC PROJECT R.H.I.S.E. (Milano, Italia):

18. Noticia sobre las posibilidades documentales del Archivo General de Zamancas (España) concernientes a terremotos de Italia. Madrid, 1990; 12 pp.

19. Documentación existente en el Archivo General de Simancas (España) sobre los terremotos de Sicilia, principalmente del período 1693-1694. Madrid, 1990; 16 pp. + 320 microfilmes.

20. Documentación existente en el Archivo General de Simancas (España) sobre algunos terremotos de Italia, excluí dos los de Sicilia. Madrid, 1990; 17 pp.

21. Documentación existente en el Archivo General de Simancas (España) sobre algunos terremotos de Europa y Asia occidental, excluí das las Penínsulas Ibéricas e Itálica. Madrid, 1990; 16 pp.

22. Noticias sobre terremotos de Europa, Asia occidental y Norte de África aparecidas en el "Mercurio Histórico y Político" (Madrid, España) en los años 1760-1800. Madrid, 1990; 102 pp.

23. Noticias sobre sismos de Europa, Asia occidental y A frica del Norte aparecidas en la publicación periódica "Mercure de France" (París, Francia); años 1732 a 1763. Madrid, 1991; 56 pp.

24. Systematic reading of periodical press. Toward a revision of European seismicity during the 17th and 18th centuries. Madrid, 1991; 20 pp.

25. Noticias relativas a terremotos correspondientes a Europa, África del Norte y Asia occidental que aparecen en la "Gaceta de Madrid" durante los años 1701 a 1750. Madrid, 1992; 76 pp.

26. Noticias relativas a terremotos correspondientes a Europa y Asia occidental que aparecen en la "Gazeta de Lisboa" durante los años 1716 a 1752. Madrid, 1992; 62 pp.

27. Terremotos del Golfo de Cádiz en la primera mitad del siglo XVIII. Madrid, 1992; 50 pp.

. Para el Ente Societá, Geofísica, Ambiente, que dirige la profesora Guidoboni (Bologna, Italia), Proyecto Geodinámico del C.N.R.C., de Roma:

28. Documentazione spagnuola sopra gravi terremoti accaduti in Sicilia- Calabria (1546-1909). Madrid, 1990. 80 pp. + 142 de anexos + 36 diapositivas.

29. Fuentes españolas concernientes al terremoto siciliano deL 11 de enero de 1963. Valoración. Madrid, 1991; 33 pp.

ARTÍCULOS Y COMUNICACIONES, EN PRENSA:

30. "El terremoto de Caudete (Albacete) del 14 de agosto de 1991 ",66 fols., mapas, dibujos, fotografías. Rev. AI-Basit, Albacete.

31. "A very largue earthquake of 1880 with origin in the Atlantic Ocean, until now unknown. Seismological reconstruction and methodological considerations". Comunicación presentada a la XXIII Asamblea General de la European Seismological Commission. Praga, 7-12 sept. 1992.

32. "Known and unknown earthquakes through European press of the Eighteenth Century". En colaboración con la doctora P. ALBINI. Presentada a la XXIII Asamblea General de la European Seismological Commission. Praga, 7-12 sept. 1992.

Con independencia de la concreta línea investigadora citada, Rodríguez de la Torre ha publicado dos libros de geografía histórica:

Albacete en textos geográficos anteriores a la creación de la provincia. AIbacente, 1985. 342 pp.

Relaciones geográfico-históricas de Albacete (1786-1789), de Tomás López. Albacete, 1987. 364 pp. (En colaboración con J. CANO).

También redactó el capítulo "El Turismo" de la Geografía de la Provincia de Alicante, dirigida por A. LOPEZ GOMEZ y V.M. ROSSELLO VERGER. Alicante, 1978; 367-398.

Durante 1993 proyecta publicar Sismicidad histórica de las Islas Canarias y Bibliografía agropecuaria, documentada, de la provincia de Albacete.

Creemos importante destacar que Rodríguez de la Torre ha realizado por su propia cuenta y sin ningún tipo de ayuda una impresionante tarea de investigación en más de un centenar de archivos españoles, en los que ha acopiado cerca de medio millón de fichas y fotocopias que le ayudan a plantear líneas de investigación no muy usuales. Por ello Geo Crítica se honra en publicar este trabajo de un esforzado y riguroso investigador que, fuera del marco académico y sin ningún interés curricular, ha dedicado miles de horas a la reconstrucción de la simología histórica española, enriqueciendo considerablemente el inventario de los sismos conocidos y realizando una importante tarea de documentación e interpretación.

La publicación de este trabajo se inserta en el plan de intercambios científicos previsto en el Programa de investigación de la DGICYT sobre "Desarrollo científico y dinámico territorial" (PB91-0247).


GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LOS SISMOS.

Fernando Rodríguez de la Torre

 
"La Geografía 'tiene la aptitud de no dividir lo que la Naturaleza une' (Vidal de La alache) y este principio fundamental es el que la fortalece hasta el punto de que 'toda ciencia, al abordar el problema de la extensión de un fenómeno, se acerca a la Geografía' (E. de Martonne)".
(C. Gaibar Puertas, geofísico. Estudios Geográficos, IX, nov. 1948; p. 617).
Es sorprendente el olvido que los slsmos1 padecen tanto en la geografía como en la historia. Parecería que los terremotos no ocurren, o no han ocurrido, o, por lo menos que nada tienen que ver con disciplinas tan interconexionadas como las citadas. Sin embargo, la madre Tierra, la vieja Gea, se agita constantemente2 y cada cierto tiempo, en un espacio concreto, una catástrofe telúrica se suma a los anales del sufrimiento de la Humanidad. Los sismos ocurren aquí o allá, antes o después, con una instantánea secuela de pánico en los seres vivos, destrucción, leve o grave, de edificaciones y otras obras del hombre (infraestructuras, cultivos...) y, a veces, pérdida de vidas. Los sismos son fenómenos naturales que atañen al territorio, al hombre y a su entorno, y no pueden ser olvidados por los geógrafos. Y como han ocurrido en todas las edades (y ocurrirán, de eso podemos estar seguros) su impacto en hombres, tierras y localidades, también ha de ser registrado por la historia.
Nos encontramos, por decisión de la O.N.U., en el Decenio Internacional para la reducción de desastres naturales y, desde esta perspectiva, geográfico-ecológica, en su sentido prístino, aportamos las presentes reflexiones.
En este análisis acudiremos a la dualidad "geografía-historia", no a la manera antigua, en que la geografía, simple corografía, era una ciencia "auxiliar" (ancilla) de la historia, pero sí desde un enfoque moderno, en que una y otra disciplinas se buscan y se complementan. Veremos cómo, en el estudio de la sismicidad, y frente a la exacerbación de las hiperespecialidades, podemos hablar de "geohistoriadores".

Algunas definiciones previas

Para poder entrar en la materia, considero indispensable preestablecer unas definiciones que elegiré con cuidado de entre muchísimos tratadistas, no siempre de última hora.
Sismo.
Esta voz (y no "seísmo") la he visto usada, por primera vez en España, por aquel gran sismólogo de fama mundial que fue el alicantino Inglada Ors3. Hasta entonces se había usado terremoto o temblor de tierra. Udías, geofísico español, define el sismo como "la ruptura súbita del equilibrio elástico de una región de lo interior de la tierra"4. Quince años después, de forma más técnica, dice que "los terremotos son causados por el desplazamiento de los dos lados de un plano de fractura de cizalla con el relajamiento consiguiente de las deformaciones elásticas acumuladas por la acción de esfuerzos diferenciados que actúan en diversas regiones de la corteza terrestre"5. Del vocablo sismo se deriva Sismología, que es la ciencia que estudia los sismos, sismógrafo (instrumento registrador de ondas sísmicas, cuya expresión documental es el sismograma; antes de 1890 se usaron los sismoscopios, aparatos que sólo detectaban la existencia de un sismo y su dirección), sismicidad, que es una correlación sismológica que analizaremos más adelante. Cuando un sismo es grande se usa la voz castellana terremoto (similar en portugués y en italiano; catalán: terratrémol; francés: tremblement de terre, inglés: earthquake; alemán: erdbeben); cuando un sismo es leve se usa la expresión temblor de tierra (en Hispanoamérica: temblor a secas; también, remezón). Derivado del vocablo sismo tenemos macrosismo, y aún megasismo, para los muy grandes, en contraposición a microsismo, para los muy pequeños (generalmente, no detectados por el hombre sino por los sismógrafos).

Parámetros sísmicos.

Frente al denostado uso y abuso de la voz "parámetro" la Sismología puede acreditar que desde los primeros decenios del siglo XX ha utilizado este vocablo para referirse a cada una de las varias características que definen un determinado sismo. Un sismo tiene parámetros intrínsecos y extrínsecos. "Un terremoto, como fenómeno físico, viene determinado por lo que llamamos sus parámetros intrínsecos: coordenadas, hora origen y energía liberada o magnitud "6. A estos tres parámetros intrínsecos, se adiciona otro extrínseco: "El efecto producido en las formaciones geológicas superficiales, en las edificaciones y en el medio humano"7. Udías añade, con razón, otro parámetro intrínseco: "la profundidad (h)"8.

Es así que, recogiendo las distintas opiniones expuestas, por nuestra parte nos referiremos a los siguientes parámetros sísmicos:

a) Hora origen.- Llamada también "tiempo-origen" o tiempo de ocurrencia; "el momento en que se produce un terremoto es su tiempo u hora origen"9. En la moderna sismología instrumental este parámetro se suele registrar en año, mes, día, hora, minuto, segundo y centésima de segundo. La expresión horaria se suele dar en tiempo universal del meridiano de Greenwich (GMT). Por eso en España los sismos de los catálogos modernos no corresponden en una o en dos horas a las informaciones de prensa - hora "oficial"-. Naciones que no correspondan al huso horario de Greenwich deberán registrar en sus catálogos el tiempo-origen en GMT y en hora local, a veces muy dispares (ejemplo, México, Japón, Nueva Zelanda).

El primer sismo cuya hora origen aparece registrado en España con expresión de segundos es el de 23-IV-1909. En cambio, en el catálogo italiano, el primer sismo con expresión de segundos es el de 25-X-1858. Significativamente, aquí aparecen los cincuenta años de avance que, según mi estimación, llevaba la ciencia sismológica italiana a la española en el siglo XIX (pero no a partir de la segunda mitad del siglo XX en que ya están igualadas).

En sismicidad histórica la datación y cronología de los sismos es uno de sus muchos problemas hermenéuticos, como veremos más adelante.

b) Coordenadas.- Deberemos especificar que las coordenadas geográficas, a que nos referimos son las epicentrales. Epicentro (del griego  = sobre el centro) "es el nombre dado al punto o, mejor, a la región donde se haya sentido más un terremoto, por suponerla situada sobre el foco"10. Más modernamente: "la proyección del foco desde el centro de la Tierra sobre la superficie es el epicentro"11. El cálculo epicentral ha constituido un verdadero desafío para la Sismología teórica en toda la primera mitad del siglo XX. Hasta tres fórmulas distintas se lanzaron por españoles a la comunidad internacional: las de Fontsere, Inglada y Navarro Neumann. Precisamente, este último publicó, en 1929, un artículo titulado "Estado actual de la determinación de los epicentros"12 en el que, nítidamente, escribió: "la palabra epicentro, de acuerdo con su etimología griega, se usa para designar el punto del suelo, situado en la vertical que cae sobre el foco u origen del terremoto. Como ese foco no es un punto matemático, sino un bloque de marquetería terrestre, en frase del ilustre Lapparent, cuyo brusco movimiento, en unión del estremecimiento debido a las fracturas, producen el terremoto, el epicentro tampoco puede ser punctiforme, sino más bien comprende un espacio de hasta muchos kilómetros cuadrados de superficie, dentro del cual se suele adoptar el centro de figura. El interés que encierra para el sismólogo la exacta determinación de los epicentros de los terremotos es capital, puesto que encierran la clave de numerosos problemas, tanto geofísicos como geológicos y hasta humanitarios; de aquí el legítimo empeño de determinarlo en todos los casos posibles"13. De una forma excesivamente tajante, Mezcua afirma que "generally speaking, before 1950 the error in epicenter may be estimated in 80-100 kms."14 En el catálogo español de Munuera, de 196315 las coordenadas geográficas del epicentro se estimaban en grados (de paralelos o meridianos) y décimas de grado. En el último Boletín de sismos próximos publicado16 las estimaciones se registran en grados, minutos y décimas. Se ha avanzado 60 veces en la precisión.

c) Foco, hipocentro, profundidad.- Fue el ingeniero irlandés Mallet, quien al estudiar el megasismo de la Basilicata (Italia), de 16-XII-1857, imaginó el concepto de foco, definiéndolo como "la cavidad subterránea, punto de irradiación de la energía explosiva"17. Ligado a este concepto hay dos problemas: cuál sea el tamaño del foco, y la profundidad a que se encuentra del epicentro. En cuanto al tamaño, se ha superado el concepto punctiforme, desechado a partir del terremoto de San Francisco (18-IV-1906). Rey Pastor así lo reconoce: "Hay que resaltar (...) la naturaleza punctiforme del hipocentro, que siempre debe afectar a un área o volumen de cierta consideración (...) Se tiene la convicción de lo irreal que sería asimilar el foco a un punto de concepción geométrica"18. El naturalista español Odón de Buen afirmó: "el foco inicial o punto de partida del terremoto está a una profundidad relativamente poco importante"19. En cambio, el ilustre sismólogo Inglada, en 1923, se dió cuenta de que "los procedimientos de cálculo de la profundidad hipocentral a base de los datos del registro instrumental suelen dar cifras comprendidas entre 20 y 50 kilómetros (...) el origen del sismo está las más de las veces en las capas profundas de la zona de fractura de la corteza terrestre y no en las más superficiales"20.

Hasta 1930, primero por Turner21 y enseguida por Wadati22, no se demostró que en el cinturón circumpacífico había hipocentros a una profundidad de más de 500 km. Gutenberg-Richter23 lanzaron la teoría de la inexistencia de este tipo de sismos profundos en el geosinclinal mediterráneo. Piénsese, pues, en la importancia del sismo del 29-111-1954, con epicentro en Dúrcal (Granada), e hipocentro a 657 km de profundidad. Es uno de los mismos del siglo XX que más literatura científica ha provocado.

"Un bel exemple en est fourni par le violent séisme du 29 mars 1954 qui s'est produit en Espagne, sous la Sierra Nevada a 630 km de profondeur, premier séisme profond connu en dehors du cercle circumpacifique"24

El 30-I-1973, se detectó, bajo Lentejí (Granada) el segundo sismo profundo europeo, con 660 km de h. Finalmente, -por ahora- el 8-III-1990, el tercer sismo profundo europeo, con epicentro similar al de 1954, alcanzó 637 km de profundidad. Todavía está abierto el camino a las hipótesis de la causa cierta de estos sismos tan profundos bajo Sierra Nevada.

De acuerdo con su profundidad los sismos se dividen en: superficiales (de O a 60 km), intermedios (de 60 a 300 km) y profundos (entre 300 y 700 km). "La profundidad 700 km es la mayor a la que se han observado sismos. Para profundidades mayores el material de la Tierra no tiene rigidez suficiente para producir una relajación súbita de los esfuerzos"25.

La instrumentación científica sismográfica no está todavía capacitada para definir, en todos y cada uno de los sismos, la profundidad del hipocentro. En 1955, Rey Pastor afirmó que "el cálculo de la profundidad del hipocentro es sumamente complejo, ya que la realidad difiere mucho de las consideraciones teóricas, basadas en los principios de la teoría de la elasticidad"26. Mezcua, en 1975, insiste: "Es de sobra conocido el escaso control que se posee en este parámetro aún hoy con la determinación mediante ordenador electrónico"27. Para ilustrar este "escaso control" se me ocurre señalar que en el catálogo sísmico iberomogrebí28 el primer sismo registrado, con parámetro de profundidad, es el de Andalucía, del 25-XII-1884, con "15" km. El segundo, el de Albox (Almería), del 06-VI-1923, con "5" km. El tercero, el de Mogente (Valencia), deI 30-X-1937, con "5" km. El cuarto, el de Bazo (Granada), del 16-X-1950, con "5" km. Se desprende: a) que entre cientos de sismos registrados, sólo cuatro contienen este complejo parámetro; b) que, no obstante, se aprecia un ostensible "redondeo"; c) que hasta la segunda mitad del siglo XX no se empieza a obtener alguna cifra menos redondeada, pero, con todo, sigue siendo el parámetro de la profundidad la "asignatura pendiente" de la Sismología moderna. Nuevo ejemplo: en el último Boletín de sismos próximos29, de 444 sismos registrados en el año 1989, sólo 255 (el 57'4 por 100) contienen el parámetro de la profundidad, pero aun cuando aparecen cantidades muy definidas (11, 16, 29, 49,52 km, por ejemplo) persiste el "redondeo"; así, la cifra: "5" km aparece en 19 ocasiones (el 7'5 por 100 de los datos de profundidad) y la cifra "10" km en 35 ocasiones (el 13'7 por 100).

d) Magnitud.- La magnitud es un concepto moderno, muy del siglo XX, que se debe a Richter30. Un terremoto supone una cierta cantidad de energía liberada en algún lugar de la Tierra. El sismólogo español Munuera propuso, en la Asamblea general de la U.G.G.I. (Zurich, 1967), con escaso éxito, que a la unidad de magnitud sísmica se le denominase "richter", en homenaje a su inventor (y por asimilación con la gama de las unidades eléctricas). Si se hubiera aceptado por la comunidad internacional, nos ahorraríamos la constante equivocación en el lenguaje común entre "magnitud" e "intensidad" de un sismo. La escala Richter de magnitud es logarítmica (¡no aritmética!) y se ofrece con grados y décimas. Así, una magnitud de 1,5 es la menor registrada instrumentalmente en el Boletín de sismos próximos. Tan sólo hacia el grado 2,5 se puede hablar (en buenas condiciones, como sismos con escaso hipocentro y epicentro cercano a localidades habitadas) de perceptibilidad humana, mientras que en el grado 4,5 se producen daños en la región epicentral y con el grado 6,0 destrucciones. El tope máximo es el grado 9 (reléase, por favor, la nota 2).

e) Intensidad.- Se trata de un parámetro extrínseco. Para el mejor conocimiento de un sismo no basta el valor intrínseco de su magnitud. Aquí el hombre y su entorno es crucial: hay una gran diferencia entre un sismo de magnitud 5,0 con epicentro en una zona despoblada (montañas, desiertos; el vasto oceáno) que otro de igual magnitud con epicentro bajo una ciudad. Por eso a pesar de que el verdadero parámetro definidor de la "fuerza" de un sismo en concreto es su magnitud (como suma de la energía liberada) hay que tener en cuenta que la intensidad es lo que interesa en un punto dado de la superficie terrestre, donde se asientan el hombre y sus obras. Así, la intensidad es la "fuerza" con la que un sismo concreto se ha observado en un punto concreto de la superficie terrestre. La intensidad es un concepto extrínseco, por lo dicho, subjetivo si se quiere, pero muy práctico.

"La primera manera de describir el tamaño de un terremoto es por sus efectos, es decir, por los daños ocasionados en edificios y estructuras construidas por el hombre, o por sus consecuencias en el terreno. Sobre ambos tipos de observaciones se basa la determinación de la intensidad. La intensidad de un terremoto en un punto determinado de la superficie de la Tierra es la fuerza con que se siente en dicho punto y se mide por sus efectos destructivos sobre los edificios y el terreno (...) La intensidad, por su propia definición es una medida indirecta, en la que entran muchos factores (...) Un terremoto muy superficial, en cierto tipo de terreno, puede producir intesidaddes muy altas en un zona limitada y, en cambio, corresponder a una energía liberada bastante pequeña"31

Un ejemplo paradigmático, añadimos, suele ser el del sismo de Agadir, del 29-11-1960, con una magnitud de 5.9, pero con el hipocentro a sólo 2 km bajo los barrios pobres de la ciudad, con el resultado de 14.000 muertos. Mucha mayor magnitud (en concreto: 7.0) tuvo el sismo profundo de Dúrcal, del 29-11-1954, y no produjo un solo herido.

Tratar de las escalas de intensidad sísmica ocuparía un libro entero (por cierto, sin hacer todavía). Baste decir que a partir de las escalas decimonónicas de Rossi (año 1873), Forel (año 1880) y Mercalli (año 1887), Montessus de Ballore propuso la expresión de los grados de intensidad sísmica en números romanos. Hasta entonces tenían X grados. Mercalli-Forel-Cancani pasó a ser una escala duodecenal a principios de siglo XX, convertida primero en Mercalli-Cancani-Sieberg, yen 1931 en Mercalli-Wood-Neumann. Richter la modificó en 1956 (de ahí viene la constante confusión entre las escalas de magnitud y de intensidad "de Richter"). En 1963, los científicos Medvedez, Sponheur y Karnik propusieron una escala de XII grados que, aceptada en una reunión intergubernamental en la UNESCO (París, 1964) es la que viene usando en la actualidad, bajo la clave "escala M.S.K." (iniciales de sus autores). Para la clasificación de daños se tiene en cuenta el tipo de construcción, el porcentaje de daños registrados en cada tipo, y los efectos en las personas, árboles, terreno, masas de agua, etc.

Geografía de los sismos.

Concepto de sismicidad.

Complejo concepto es el de sismicidad. El geofísico Bonelli, después de reconocer que "la sismicidad de una región es una característica local que todavía está envuelta en una cierta nebulosidad"32 asegura que "esta palabra "sismicidad" no encierra un concepto simple y sencillo, sino que está compuesta por los siguientes distintos elementos:

"- la determinación de los lugares donde los sismos se han producido, que es a lo que se llama localización de los focos,

-la energía disipada por los terremotos que se han dejado sentir en aquella zona,

- la frecuencia con que se han producido los terremotos de las diversas magnitudes,

- las características dinámicas del foco o tipo de dislocación"33.

"lugares", "localización", "zonas"... son conceptos del espacio geográfico.

Ya en 1914, el P. Puig escribía:

"La distribución de los terremotos pueden considerarse desde dos puntos de vista completamente diferentes: en el tiempo y en el espacio. La distribución en el tiempo se refiere a la frecuencia, y la distribución en el espacio, a la repartición geográfica"34.

Pero ambas constantes que configuran la sismicidad de un territorio, deben estudiarse, añadimos, a partir de un espacio físico definido. Claramente se deduce, pues, que hay una sismicidad temporal (ocurrencia en el tiempo de los sismos) y otra sismicidad espacial (ocurrencia de sismos en los territorios). La primera corresponde a la historia sísmica; la segunda, a la geografía sísmica o sismológica.

Con todo, falta aquí, a nuestro juicio, una distinción fundamental: para el sismólogo, la sismicidad de una localidad, comarca o territorio viene dada por las funciones (frecuencia, magnitudes, mecanismos focales) de los epicentros propios, mientras que para el geógrafo o el historiador (y también para el aplicador de la sismología, sea arquitecto, ingeniero o urbanista planificador) la sismicidad viene dada por la función de los efectos sísmicos sentidos, aunque los epicentros no estén en el territorio contemplado. Es decir, para cada punto del territorio se debe distinguir entre una sismicidad aparente per se (la de sus propios epicentros) y una sismicidad real (la de los efectos sísmicos sentidos, dondequiera se hallen los epicentros). A la primera la denomino sismicidad autóctona; a la segunda, alóctona. En un territorio geográfico dado la sismicidad autóctona puede ser nula o muy débil, mientras que la sismicidad alóctona puede ser más amplia. Así, por ejemplo, la sismicidad máxima sentida en Madrid no se corresponde con epicentros de la provincia madrileña, sino con epicentros "andaluces" o "atlánticos".

La sismicidad, en términos geográficos, sería, pues, el coeficiente de frecuencia sísmica: número de terremotos sentidos, con énfasis en sus grados de intensidad, por cada territorio considerado en un tiempo dado. Así lo define Montandon: "coefficiente de fréquence pour chacun des territoires en questión"35. Pero, insisto, no se trata de frecuencia de epicentros, sino de frecuencia de efectos sísmicos sentidos, aun cuando estos sismos tengan epicentros extraterritoriales.

A partir de estos conceptos previos, podemos analizar diversas cuestiones geográficas de los sismos, o, lo que es lo mismo, los diversos enfoques en que, nuestro juicio, se divide la geografía de los sismos.

La geografía sismológica.

Nos parece que la geografía sismo lógica ha existido en la mente de los naturalistas, los geólogos y los sismólogos, pero no en la de los geógrafos.

Inevitable es la mención de Aristóteles:

"Los terremotos más fuertes se dan donde el mar está lleno de corrientes o la tierra es porosa y vacía o hueca. Así se dan en el Hellesponto, en Acaia y en Sicilia, y en las zonas de Eubea en que se supone que el mar corre por canales debajo de la Tierra. Las fuentes termales de Edepso se deben a una causa semejante"36.

Esto es ya geografía sismológica. Recordemos, de paso, que las ideas aristotélicas sobre los sismos prevalecieron hasta el siglo XVIII, al menos.

En 1847 la perspicacia de Perrey lleva a adivinar la juntura de las placas tectónicas europea y africana: "Cette zone semble former comme une es pece de suture encore mal établie entre l'Europe et le continente africain"37. Intuición que ni siquiera los franceses han advertido hasta ahora.

A fines del siglo XIX se produjo una curiosa asunción de la ciencia sismológica por parte de la geografía oficial. Nos referimos al Congreso Internacional de Ciencias Geográficas (París, agosto de 1889) en el que se discutieron los siguientes temas, dentro del grupo II ("Geografía física. -Geología general.- Geografía zoológica y botánica. Meteorología, climatología y geografía médica"):

"17.- Relación de los terremotos con la constitución geológica de las regiones conmovidas.

"18.- Organización de un sistema de observaciones seísmicas metódicas de las que se obtengan datos precisos y comparables entre sí, que faciliten un estudio verdaderamente científico de los terremotos"38.

Véase cómo se tomó a cargo de la geografía el estudio científico, instrumental, de los sismos, y la relación de éstos con la constitución geológica de las "regiones conmovidas". Sabido es que en el último decenio del siglo XIX se detectaron los primeros telesismos por medio de sismógrafos inventados por J. Milne, en el Japón, y por E. von Rebeur-Paschwitz, en Berlín. Precisamente, éste último, antes de su prematura muerte, a los 33 años, propuso al Congreso Internacional de Geografía (Londres, 1896) la formación de una Liga Internacional de Sismología. Gerland reavivó la idea en el VII Congreso de Geografía (Berlín, 1899) y el Congreso decidió la creación de una Sociedad Internacional Sismológica39. Vemos cómo la geografía "oficial" fue la creadora, como una hijuela, de la sismología "oficial". No sabemos si los actuales sismólogos conocen estos antecedentes de la historia de su ciencia.

Debemos al capitán, ingeniero y conde de Montessus de Ballore el primer tratado de "Geografía Sismológica"40, enorme volumen donde aparece la descripción, muy correcta, de todas las regiones sísmicas del globo, agrupadas por sistemas geológicos y grandes geosinclinales. Así, por ejemplo, el estudio de la Península Ibérica aparece fragmentado en un mosaico, que reconstruímos: a) la Meseta ibérica (págs. 61-63); b) los Pirineos (págs. 299-303); c) "le bassin occidentale de la Méditerranée", con las islas Baleares (págs. 325-6) y el Sudeste español (págs. 326-333; más bien es el E. y el S., pues alcanza del cabo de Creus a Huelva); d) la desembocadura del Tajo (en realidad, casi todo Portugal; págs. 343-346). Además, añadimos, claro, "el Atlántico", con Azores, Madeira y Canarias (págs. 347-349).

Es sorprendente que cincuenta años después se publicara la segunda edición de esta obra incólume41.

Parécenos, repetimos con insistencia, que los geógrafos no se han enterado de la existencia de la geografía sismológica. A duras penas observamos ciertas alusiones a sismos en obras geográficas; hay una contención, diríamos, geológica, que vela por no sobrepasar una cuestión que aparece como ajena a la geografía o a la geomorfología42. Pero los maestros geógrafos no han olvidado los sismos, como Lautensach al tratar de España y Portugal43 ni Vila Valentí al tratar del reino de Murcia44. Entonces, ¿por qué el olvido sistemático de los sismos y de la sismicidad en el moderno estudio geográfico de España, de sus regiones, de sus comarcas o de las localidades en las socorridas y numerosísimas geografías locales?45. No lo sabemos; sólo lo constatamos en este "estado de la cuestión".

Está claro que la "geografía sismológica" la debieran hacer los geógrafos y no los sismólogos, aunque (deseamos vivamente que se nos acepte el aserto) somos partidarios del trabajo interdisciplinario y nunca plantearemos desagradables papeles de competencias. Pero -estrategia gnoseológica del horror vacuisi no se hace geografía sismológica por los geógrafos, la harán los geofísicos o los sismólogos o los geólogos46.

Una última nota crítica sobre esta cuestión. En un artículo científico leemos estas sentenciosas palabras:

"El cambiante contenido de la geografía. Los geógrafos estadounidenses y británicos están de acuerdo en que el contenido de su materia puede incluir todos los fenómenos existentes en el espacio entre el límite superior de la atmósfera y una profundidad de unos 20 kilómetros a algo más bajo la superficie de la tierra o del mar"47.

Sorprendente en cuanto al límite geográfico de los fenómenos a estudiar; resultará, con sana interpretación, que la geografía debería estudiar los sismos con hipocentro hasta unos 20 kilómetros o algo más, y no debería estudiarlos si el hipocentro fuera más inferior. Absurdo (por no decir... gracioso). Si el geógrafo estudia los sismos y, sobre todo sus efectos en hombres y ciudades ¿qué importa que el sismo tenga un hipocentro a 10 kilómetros o a 100? Creemos que no se han meditado bien estas palabras que, por su carácter enunciativo, son conceptuales y definitorias, aunque les abrimos el beneficio de la duda; el autor pone una excepción: "los meteoritos también irrumpen en el espacio del geógrafo"48. Cursivas nuestras. Sin dudarlo: también -añadiremos nosotros- los sismos irrumpen en el espacio del geógrafo, cualesquiera que sea la profundidad de su foco. Para terminar, más lúcidas nos parecen las palabras de Hettner:

"Richthofen (...) resaltó el estudio de la corteza terrestre sólida como el objeto propio de estudio de la geografía, y opinaba que todos los demás fenómenos tendrían que ser considerados solamente según el grado de dependencia respecto de la corteza terrestre sólida"49.

Nos parece adecuada la correlación geográfica. Así pues, los sismos son objeto propio del estudio de la geografía, aunque hayamos tenido que retroceder hasta Hettner o, mejor, hasta Richthofen.

Toponimia.

Una importante aportación que debe realizar el geógrafo al mejor conocimiento de la sismicidad es la evolución de la toponimia del territorio que estudie sus sismos históricos. El cursus histórico de la evolución de la toponimia la deben de hacer los geógrafos y los historiadores. Con ello nos evitaríamos desagradables sorpresas, crasos errores de atribución sísmica. Vamos a poner dos ejemplos:

a) En el imprescindible catálogo sísmico ibérico, de Galbis50, que no porque contenga errores y omisiones deja de ser todavía el elemento de trabajo necesario para quien estudie la historia sísmica de la Península ibérica y el N. del África mogrebí, leemos esta descripción:

"[Año] 1803. Octubre.- En San Felipe de Neri (Alicante) y en Beniganim (Valencia) tembló la tierra con bastante violencia, pero sin consecuencias desagradables"51.

Pues no. Una fuente de la época nos da esta información:

"Valencia, 21 de Octubre.- El día 18 de Setiembre último, a las 10 y quarto de la noche, se sintió en la ciudad de S. Phelipe un templar de tierra bastante leve que fue como preludio de los que le siguieron: a los 3 quartos para las 11 repitió con fuerza, oyéndose un ruido confuso pero fuerte, y a los 5 minutos se volvió a percibir con tal vehemencia que los muebles de las casas saltaban de abaxo para arriba, y las puertas y ventanas crugían". (Gaceta de Madrid, 1 de noviembre de 1803; pág. 946).

La información es larga, da cuenta de distintos terremotos, sus horas, sus efectos, y añade que "en la ciudad de Beniganim, distante una legua", se sintió el terremoto quizás con mayor intensidad, así como en los pueblos inmediatos de la gobernación de San Felipe.

Un geohistoriador habrá deducido ya que se trata de la ciudad de Xativa, que en aquella época llevaba casi un siglo denominándose "San Phelipe". Como Galbis no encontró en el Nomenclator geográfico otra localidad de la región valenciana que tuviera la denominación de San Felipe más que la de "San Felipe Neri (Alicante)" agregó ésta a la percepción común con Benigánim, lo que es absurdo (están separadas 110 km). Nótese, además, el incremento de datos que se obtiene acudiendo a una fuente primaria: los sismos no ocurrieron en octubre -que es la fecha de la información- sino el día 18 de septiembre, ya las 22h. 15m., 22h. 45m. y 23h. 50m., día y horas totalmente ignorados en el moderno Catálogo sísmico ibérico52. Véase la importante contribución de un geohistoriador.

b) El 22 de abril de 1863 los periódicos de Madrid La Correspondencia de España, El Constitucional, La Epoca y La España publican una información tomada de El Eco Granadino. El texto es largo y sólo traemos el extracto de lo que nos interesa en estos momentos:

"Se han hundido tres casas en la capital se han agrietado varias; en Gójar han sufrido detrimento otras y se ha cuarteado la torre de la iglesia; en los Ojijares se ha caído un molino, y en Alhendín se ha venido abajo un lienzo entero de una pared".

Casiano de Prado toma esta información periodística y da algunos detalles más:

"Alhendín, los Ojíjaras [hoy Ogíjares] o Gójar son pueblos que se hallan de 6 a 8 kilómetros hacia el Sur de Granada y en la falda de Sierra-Nevada"53.

Pues bien, este sismo está catalogado oficialmente en la localidad de "Guejar, Granada" [sic, localidad inexistente], con intensidad de grado VII M.S.K. y una réplica54 y de ahí han tomado la localidad de "Güejar-Sierra" como "foco sísmico" los geofísicos Sanz de Galdeano y López Casado55. Signifiquemos que "Güejar- Sierra" se halla a 14 kilómetros al E. de Granada, no tiene antecedentes sísmicos y a su lado se encuentra el embalse de Canals; véase cómo se ha "inventado" un "foco sísmico" en una zona peligrosa. Esto es grave. Y todo por errores de toponimia que un geógrafo no debería cometer.

Queda considerar un último asunto. Es el de si la actividad sísmica ha provocado algún tipo de toponimia (toponomástica) en la Península Ibérica. Difícil resulta la búsqueda, que ya no es sólo tarea de geógrafos. Así que hemos encontrado muy poco:

a) Un terremoto en 1357 (ignoramos más datos) destruyó Bahón y Ena, pequeñas localidades próximas a la actual de Villarreal de la Canal [de Berdun]. Según relata Rey Pastor, en un documento medieval (no identificado) se dice: "el terremoto fue tan intenso que en Biniés se partió un monte con estrépito enorme". y añade Rey Pastor: "A este monte se le conoce actualmente con el nombre de "el Trueno"56.

b) Se dice en las historias locales de Orihuela del Tremedal (Teruel) que su nombre proviene de los sismos sentidos en la Edad Media. Aunque también pudiera aludir a la voz "tremedal" (terreno pantanoso, abundante en turba, cubierto de césped, y que por su escasa consistencia retiembla cuando se anda sobre él"; Diccionario de la Real Academia, 1992; p. 1433)57 las historias locales sobre la Virgen del Tremedal insisten en que se trata de un apelativo relacionado con la percepción sísmica en tiempos pretéritos. La Sierra de Albarracín tiene una sismicidad media.

c) Ignoramos el origen de los topónimos "El Tiemblo" (Avila, España) en zona asísmica, y "Tremés" (cerca de Santarem, Portugal), en zona sísmica.

d) En Uruguay hay una cuchilla en el Cerro Largo con el nombre de "Terremoto"58. En Brasil, subcontinente casi asísmico, en la región de Sao Paulo, hubo un sismo en una zona llamada por los indígenas Sorocaba, que significa "paraje de hendiduras"59.

Apenas dejamos esbozada esta cuestión, que en otros países sísmicos (Italia, Japón...) no sabemos si tiene líneas de investigación, aunque lo presuponemos.

Cartografía sísmica.

Es difícil hablar de sismicidad y no presentar algún mapa relacionado con la misma; es natural, dada la constante y útil utilización de la cartografía para la explicación de los fenómenos naturales. El geógrafo debería ser siempre el mejor preparado para la creación y utilización correcta de mapas sísmicos. De los mapas sismológicos podríamos escribir mucho, aunque sólo lamentaremos la falta, a escala mundial, de un manual de cartografía sísmica60.

Deliberamente vamos a constreñir las nociones más elementales que el geógrafo debe conocer sobre la cartografía sísmica. Otro libro por hacer.

A nuestro juicio, el primer mapa diseñado para explicar los efectos de un sismo fue el publicado sobre el terremoto de la Puglia (Italia) del 30-VII-1627. Ha sido dado a conocer por Magri y Molin61. En cambio, el primer mapa español relativo a un sismo aparece en 1829 62. Con todo, el primer mapa verdaderamente sísmico fue publicado por Maller63: un mapa en color de Italia central, titulado "Seismic map, with wave paths and isoseismical curves", con lo que nos dice todo: ha inventado las isosistas.

Sin que conozcamos la causa, los sismólogos italianos no hicieron caso de esta innovación y se empeñaron en seguir publicando mapas con "líneas de fuerza" (flechas) de los sismos importantes, dentro de su machacona teoría de la "meteorología endógena".

En cambio, el ingeniero de minas español Centeno publicó, en 1883, una magnífica monografía sobre un gran terremoto en la isla de Luzón, en el que aparece, desplegado, un mapa en color con líneas isosistas64. Y es que, si en la Península Ibérica la sismología se hallaba muy retrasada, en Filipinas hubo un gran florecimiento de estos estudios científicos gracias a los ingenieros de minas, los ingenieros militares y varios sabios jesuítas. Algo, como tantas cosas, desconocido por la historia de la ciencia española.

Cuando parecía, ya iniciado el siglo XX, que todo sismo importante podía ser acompañado por su correspondiente mapa de isosistas, aparece el padre de la sismología moderna, el conde de Montessus de Ballore e introduce un serio debate sobre la cuestión.

"Cuando se quieren trazar las isosistas sobre un mapa de suficiente escala se encuentra uno ante una imposibilidad [pues] hasta grados de tres y cuatro unidades diferentes se entremezclan de una manera inextricable (...) Y es que la determinación de la intensidad depende de elementos contradictorios en los que es imposible desentrañar prácticamente la influencia respectiva: la distancia al foco, la mayor o menor cohesión del terreno, la construcción más o menos sólida de los edificios (...) Es preciso, pues, decidirse a renunciar al trazado de isosistas, que tienen el grave defecto de conducir a concepciones falsas, como por ejemplo, el de los epicentros múltiples, así como a la deducciones teóricas que se deducirían de todo ello. Es preciso rendirse a la evidencia y acabar con el trabajo de trazar curvas que no representan más que una grosera aproximación.. [que] conducen a la construcción de una superficie topográficamente ilegible65.

Fue un debate interesante, en el que el sismólogo español Inglada terció con gran prudencia. Explicó las causas de la dificultad: falta de datos completos de las localidades, infidelidad del diseñador con los datos suministrados, a causa de la tendencia a geometrizar las líneas (en general, formas circulares o elípitcas) y, además, la corteza, el substratum, es heterogéneo, de desigual densidad y elasticidad. Por ello "para el trazado de las isosistas, la heterogeneidad de las capas terrestres dará lugar a unas curvas muy irregulares en nada parecidas a los óvalos de las formas clásicas"66.

En conclusión: se han seguido trazando mapas de isosistas, pero estos tienen, a veces, bastante complejidad, a consecuencia de las diferencias geológicas del terreno conmovido. La cartografía sísmica habla de "islas", "senos", "lenguas", "canales"... para designar las extrañas figuras resultantes67. Véase el mapa de un sismo moderno en la Península Ibérica, con varios islotes de resonancia y uno de atenuación (figura 2).

Figura 2. Mapas de isosistas del sismo del 20 de diciembre de 1989. Obsérvese la irregularidad de líneas isosistas, con varios islotes de resonancia (aumento de grado de intensidad) y uno de atenuación (disminución de intensidad).

Fuente: Boletín de Sismos Próximos, 1992; p. 98.

¿Cómo procederemos para diseñar un mapa de isosistas? En un mapa general de un territorio dado su puede señalar el punto aproximado donde se cree que se ha producido el epicentro de un sismo; alrededor de este punto una línea marcará el territorio donde se han sentido los máximos efectos (área pleistosista; de  = lo más) y otras líneas unirán los puntos en que se han sentido los efectos con un grado menos de intensidad; así construiremos las líneas isosistas, que son unas líneas isopletas (de   =  igual, y    = media) que unen puntos que han recibido otros efectos evaluables en un grado más o en un grado menos de intensidad apreciada.

Un mapa de isosistas elaborado, por muy moderna que sea la información, está muy abocado a una reevaluación (la reevaluación de los datos es una constante de la sismología, no porque sea una ciencia dubitativa, sino porque siempre es perfeccionable). El profesor Vogt no se extraña que un primer mapa de isosistas de un sismo "muy actual" sea sustituído al cabo de cierto tiempo, una vez estudiados profusamente los efectos sísmicos, por nuevos mapa68. Estamos de acuerdo.

No se agota la cartografía sísmica con los mapas de isosistas (un sismo, un mapa). Hay otros muchos tipos de mapas:

- Mapa punctiforme de epicentros (como el de Lautensach, que publicamos),

- Mapa de densidad de epicentros; se construye sobre una malla reticular de paralelos y meridianos, o sus mitades, cuartos o décimas, asignando signos gráficos o colores para una escala cuantitativa de epicentros por unidad de territorio dado.

- Mapa de densidad de flujo sísmico; es más significativo que el de densidad de epicentros, pues el flujo sísmico es la cantidad total de energía liberada por cada unidad de superficie dada,

- Mapas de isomáximas: "las líneas de igual intensidad trazadas para cada sismo notable permiten obtener en una zona las isosistas absolutas que marquen las áreas que han sido afectadas alguna vez por movimientos del grado que las mismas indiquen"69. Se construyen, pues, mediante una superposición de los mapas de los mayores sismos sentidos, trazando la mayor isosista (isomáxima) resultante.

- Mapas de riesgo sísmico, que son en los que se basan las normas de construcción antisísmica.

- Mapas de peligrosidad sísmica, según períodos de retorno (son distintos, lógicamente, según el período de retorno que se considere: 100, 500, 1000 años). El I.G.N. ha editado en 1991 (D.L. M-35.975) un mapa mural que contiene un mapa de epicentros (período 1320-1990), uno de sistema de fallas, y tres de peligrosidad para los períodos de retorno de 100, 500 Y 1000 años.

- Mapas de riesgo tsunamigénico.

- Mapas sismotectónicos.

Y otros más que omitimos. Júzguese la ingente combinación espacio-temporal que puede hacerse con estas modalidades de mapas.

En suma, en cartografía sísmica se impone la labor interdisciplinaria de geógrafos, geólogos, geofísicos y cartógrafos. Por cierto, hemos visto seudo-mapas sísmicos carentes de escala; eso no lo debe consentir un geógrafo.

Reconstrucción de localidades destruídas por sismos.

Un interesante aspecto de la geografía urbana consiste en el estudio de la reconstrucción de localidades destruídas por los sismos. Aunque es de tiempo inmemorial la preocupación por la construcción anstisísmica (cf. la Biblia, Libro del Eclesiástico, XXII, 19.), nos parece, después de haber estudiado con detenimiento el asunto, que el primer plan de reconstrucción antisísmica se dio en Sicilia, a consecuencia de los catastróficos terremotos del 9 y 11-1-1693, por iniciativa del virrey español duque de Uceda, quien nombró vicario para la reconstrucción al siciliano G. Lanza, duque de Camastro; éste, con la autoría del coronel de ingenieros militares C. Grunemberg (flamenco), reconstruyó 25 localidades, entre ellas Catania, Avola y Noto. Algunas ciudades cambiaron de emplazamiento; el resulado fue espectacular70. Después, es más conocida la reconstrucción de Lisboa, con planos supervisados por el marqués de Pombal, ejemplo de ordenación urbanística de una gran ciudad asolada por un megasismo (el de I-XI-1755). Sigue después la reconstrucción de Guatemala, destruída por graves terremotos en los meses de mayo, junio y julio de 177371.

En España tenemos escritas en un manuscrito las primeras ideas "Sobre el modo de construir las casas en los sitios propensos a terremotos", por el erudito Sempere y Guarinos72, que no pasaron de ser ideas expuestas. Por el contrario, la actuación del ingeniero de caminos J.A. de Larramendi en la reconstrucción de los pueblos destruídos en la vega baja del Segura por el sismo del 21-III-1829 fue una operación práctica de las que hoy quedan todavía los trazados urbanísticos73, junto con una explicación teórica publicada74. Por nuestra parte, hemos sintetizado las idea escritas de Larramendi, en las que hemos encontrado las siguientes directrices:

a) Anchura de las calles.

b) Altura de las casas, reducida a un solo piso. c) Espacios de seguridad.

d) Materiales y formas de construcción. e) Urbanización y estética.

f) Cambios de emplazamiento75.

En cuanto a la reconstrucción de pueblos destruídos por el megasismo de Andalucía, del 25-XII-1884, además de la primera mención de Quirós Linares, en un estudio del I.G.N. más reciente aparecen numerosos planos de los antiguos y nuevos barrios de ciudades y pueblos76.

Las conclusiones que obtiene un geógrafo urbanista de estos interesantes temas son que a consecuencia de sismos destructores los núcleos de población arrasados son reconstruídos con arreglo a normas antisísmicas del momento, que incluyen a veces el cambio de emplazamiento, y también la construcción en cuadrícula sobre el suelo terraplenado (Lisboa, Torrevieja, AlmoradQ, quedando para siempre una impronta en el plano urbano, a veces, como hemos visto, secular.

Geografía del riesgo sísmico.

De todos es conocido (al menos así se repite) que la geografía anglosajona introdujo, hace unos veinte años, el estudio de los riesgos como una parte de la human ecology77. Un catedrático de geografía humana de la Universidad española, Calvo García- Tornel, ha sido el que ha planteado, al menos, en dos ocasiones, las propuestas para una "geografía general de los riesgos", mientras que en otra ocasión más, ha atendido explícitamente a la "geografía del riesgo sísmico"78. La calidad de los tres estudios es muy alta. Ello nos veda, para evitar la repetición, incidir en lo presentado y conocido. Porque es que, a continuación, una vez planteada la "línea de investigación" vemos que son numerosos los estudios que han incidido sobre el asunto79. Dicho esto, nos retiramos de la cuestión con dos posiciones o enunciados:

1.a El geógrafo no es un filósofo que viva en la abstracción empírica de las ideas; los planteamientos rigurosos sobre riesgos deben apoyarse en datos y documentos fehacientes; nos apena ver repetidos constantementes por profesores universitarios (de geografía, geofísica, geología...) datos equivocados sobre sismos. De forma opuesta, se omiten datos que se descubren o reevalúan, se publican... y no se toman en consideración.

2.a En su consecuencia: el geógrafo de los riesgos es el primer interesado en el acrecentamiento de lo que podríamos llamar (ilusa o ilusionadamente) "banco de datos de catástrofes naturales acontecidas", puesto que tal banco de datos no existe (en ningún país del mundo) completo y en muchos países ni se tiene conciencia de lo que sea ni de quiénes podrían iniciar su investigación. Algo de esto apuntaremos al tratar, más adelante, de los métodos de investigación de los sismos históricos80.

Y ya que mencionamos la historia, permítasenos apuntar hacia el origen más antiguo de "la geografía de los riesgos", pues nos parece poco conocido este aspecto de la historia de la geografía. En la X Conferencia Internacional de la Cruz Roja, en 1921, se sentaron las bases de la "Geografía de las calamidades", que hizo suyas el Consejo de la Sociedad de Naciones (septiembre, 1925).

La Sociedad de Geografía de Ginebra, empezó a publicar en 1925 la revista Materiaux pour I'étude ds calamités81, a la que acudiremos enseguida para mostrar un excelente estudio de Severit.

Véase que no es tan nuevo el asunto. Por ello queremos reivindicar a los viejos geógrafos (y de paso estimular al estudio de la historia de la geografía) ya sea cuando promovieron la Liga Internacional de Sismología, a fines del siglo XIX, ya cuando se aplicaron a la geografía de las calamidades.

El geógrafo en un equipo de microzonación.

Después de los enunciados teóricos vamos a pisar el terreno de la práctica. No basta definir el riesgo geofísico y decirle al geógrafo que se aplique al estudio del medio que puede sufrir ese riesgo. Debemos tomar el bagaje teórico y profundizar más en las ideas, incluso en el terreno de la semántica. En primer lugar, no nos parece adecuado el término "riesgo" y "vulnerabilidad" o, al menos, hay otros dos conceptos más, interactivos con él.

"Peligrosidad sísmica es la probabilidad de ocurrencia de una cierta intensidad o movimiento del suelo en un cierto lugar producido por un terremoto. Riesgo sísmico es la probabilidad de que una cierta estructura sufra un daño apreciable, ante la acción de un terremoto, lo que se denomina vulnerabilidad"82.

Por lo tanto, según los sismólogos deberíamos hablar mejor, en geografía, de "peligrosidad" sísmica, distinto concepto que los de "riesgo" y "vulnerabilidad" de las obras humanas, que son correlativos.

Nos hallamos, por supuesto, ante la necesidad del estudio intensivo y pormenorizado de un pequeño territorio, por ejemplo: una ciudad y su entorno (espacios urbano y rururbano), para saber valorar la respuesta ante el azar (hazard) de un posible (probable) sismo. A este estudio intensivo se denomina "microzonación sísmica" y, por su propia naturaleza, nos encontramos con que:

a) La microzonación es un tipo de estudio de ordenación del territorio, tanto en el sentido medioambiental como en el de planeamiento.

b) El estudio de la microzonación debe ser efectuada por un equipo multidisciplinario, en el que el geógrafo tiene un papel evidente (si se me pregunta por otros "profesionales" de este equipo supongo que no puede faltar el geólogo, el sismólogo, el topógrafo, el arquitecto urbanista, el ingeniero de seguridad, el historiador, el economista...).

En 1986 se celebraron en Murcia las I Jornadas de Estudios del Fenómeno Sísmico y su Incidencia en la Ordenación del Territorio, en las que destacó un estudio83 cuyo esquema nos revela fuertemente su contenido interdisciplinario:

1. Distribución de la población.

2. Los usos del suelo en el área periurbana.

3. Los usos del suelo en el lugar central.

3.1. La ordenación urbana del lugar central.

3.2 Altura máxima.

3.3. La industria en la malla urbana.

4. Implicaciones sísmicas de la situación y de la dinámica actuales.

4.a. Densidad de población.

4.b. Cualidades de la edificación.

4.c. Asentamiento industrial.

4.d. Construcciones de alta responsabilidad.

5. Conclusiones y recomendaciones.

Y otra aportación esencial a estas Jornadas fue la del ingeniero geógrafo y sismólogo Ibargüen84 cuyo esquema director es:

Marco sismotectónico regional.

Aportaciones de la sismicidad histórica.

Posibilidades de predicción.

Estudios de riesgo sísmico.

Microzonificación sísmica de la Huerta de Murcia.

Conclusiones y recomendaciones.

Dejamos a la perspicacia del lector el conglomerado de los asuntos a tener en cuenta en el estudio de la microzonación sísmica y si le parece necesaria o imprescindible la intervención del "geográfo" en el equipo multidisciplinario de análisis y planeamiento85.

Paradigmas del estudio geográfico de los sismos.

Distingamos entre un modelo de estudio general geográfico de los sismos, y otro modelo para el estudio monográfico de un sismo en particular, desde el punto de vista geográfico. Ambas cuestiones son bastante desconocidas para el geógrafo de 1993.

Para el primer caso confesamos que, en nuestra propuesta, nos inspiramos, en algún aspecto, en el trabajo de I.W. Severit86, de 1933, relativo a "La importancia de los terremotos desde el punto de vista de la geografía humana". Sintetizamos:

I.. Generalidades sobre la naturaleza de los sismos desde el punto de vista de la Geografía: 1. Planteamiento. Nociones sismológicas previas. 2. Concepto de sismicidad. 3. Los efectos sísmicos; causas que inciden en su gravedad: la situación geográfica; la naturaleza del subsuelo; la naturaleza y emplazamiento del habitat; los modos y materiales de edificación; el medio rururbano; la hora de ocurrencia. 3. Las réplicas sísmicas.

II. Los sismos considerados a la luz de ciertos aspectos de la geografía física: 1. Los efectos de los sismos sobre la naturaleza. Efectos sobre el suelo (fenómenos de licuefacción, agrietamientos). Efectos inducidos: deslizamientos, desprendimientos. Efectos sobre las masas acuosas (tsunamis, alteraciones en ríos y lagos...).

III. Los sismos a la luz de la geografía humana. 1. La influencia inmediata de los sismos sobre los hombres: efectos del pánico, mortalidad, siniestralidad; índices; influencia psíquica87 2. Efectos ulteriores sobre las condiciones sociales (desempleo por destrucción de empresas, huída del turismo...) y económicas (destrucción de cultivos, cosechas, pérdidas ganaderas...). 3. Efectos sobre las poblaciones (emigración, incidencias de los sismos sobre las obras humanas: efectos sobre infraestructuras, fábricas y locales de alta responsabilidad; efectos sobre edificaciones; efectos sobre redes de servicios; efectos sobre las comunicaciones. Efectos administrativos y políticos.

IV. Medidas de protección y prevención en orden al peligro sísmico. Microzonación. Normas antisísmicas. Acciones de protección civil (educación, información, acción: sanidad y desescombros). La emergencia y el orden público. Optimización de ayudas recibidas. Las réplicas sísmicas en situación de emergencia. Normas edilicias. Seguros antisísmicos (cómo y qué). Prospectiva: retorno sísmico esperado.

V. Repartición de los sismos en el territorio estudiado [el mundo, un continente, una nación, una región...]. Historial sísmico y peligrosidad (cálculos de retorno sísmico). Estadísticas fiables de daños (pérdidas de vidas, heridos, inválidos; pérdidas económicas directas e indirectas).

VI. Apéndices. Catálogos sísmicos. Cartografía sísmica Bibliografía.

Respecto al análisis geográfico de un sismo determinado (análisis sísmico-geográfico en forma de monografía) el paradigma lo encontramos en una revista geográfica francesa; su autor: X. Piolle88. El sismo estudiado se produjo el 14-VIII-1967, con epicentro en Arette (Pirineos Atlánticos) e intensidad de grado VIII M.S.K. El área de percepción fue grande; en España se sintió en una zona muy cispirenaica, entre Barcelona y Valladolid. El estudio monográfico se publicó siete meses después de la ocurrencia, con fotografías, diagramas y detallado mapa de isosistas. No sólo se tienen en cuenta los datos de los Observatorios sismológicos y las encuestas macrosísmicas efectuadas en muchas localidades, sino que Piolle también investigó por su cuenta, en Arette, con ojos y mente de geógrafo.

El esquema de su trabajo (ejemplificador) es el siguiente:

0. Introducción.

I. El sismo y sus consecuencias.

1. Las sacudidas.

a) Los datos científicos.

b) Los testimonios.

2. Las consecuencias inmediatas.

a) La extensión de los datos.

b) Una población transtocada.

II. Balance y perspectiva.

1. La situación antes del sismo.

2. Las consecuencias del sismo.

3. Perspectivas.

Como muestra del valor geográfico del estudio digamos que se ha llegado a indagar la demografía de los lugares antes y después del sismo y se encontró: disminución de la nupcialidad, presumible disminución de la natalidad (se escribe sin tiempo para verificar la hipótesis) y un acusado incremento de la mortalidad post-sísmica (no en el momento de la ocurrencia, cuyo balance fue de 1 muerto y 18 heridos). Igualmente se estudia el decaimiento del turismo y sus consecuencias económicas en las estaciones de montaña en el invierno siguiente.

Por todo ello damos a este sencillo esquema el valor de paradigma para el estudio geográfico de un sismo concreto.

Historia de los sismos

Antecedentes.

La investigación de la sismicidad histórica ha tomado desde hace unos años un auge espectacular, aun cuando nos engañaríamos si pensáramos que este tipo de investigación es una actividad realizada tan sólo una vez entrada la segunda mitad del siglo XX.

La historia de los sismos se ha estudiado con diversas finalidades; la primera ha sido la memoria colectiva que supone la propia Historia. Cuando en la antigüedad clásica un tratadista mencionaba los sismos (Aristóteles, Séneca) acompañaba su exposición con lo ocurrido en terremotos localizados en el tiempo y en el espacio.

Cuando en la Edad Moderna comienza la historiografía de las naciones se da cuenta, entre el cúmulo de detalles del acaecer de los pueblos, de los grandes sismos ocurridos, con datos de fechas y lugares (en España: Medina, acampo, Zurita, Morales, Sandoval...). Por el contrario, la ciencia del barroco, con su carácter más especulativo, pasó frecuentemente a los tratados de historias naturales los ejemplos de sismos históricos89. Y cuando un terremoto catastrófico sacudía las tierras y mataba a sus moradores, además de mover a las gentes a las devociones sui generis (que yo denomino "devoción religiosa antisísmica") algunos sabios buscaban antecedentes en los cronicones, en las historias generales y locales, y ofrecían un elenco histórico de sismos -por lo general, una catalaogación mundial-. El primer gran ejemplo lo tenemos en el megasismo italiano del 5-VI-1688, que dio origen al libro de Bonito Terra Tremante90; el segundo lo tenemos en el megasismo lisboeta del I-XI-1755, que fue la causa de un magnífico libro de Mendonga91. Más toda la finalidad de consignar los sismos y sus consecuencias (las más de las veces) trágicas, no era otra que la historia pura, sin aplicación práctica.

La entera vida de un honrado científico, el profesor Perrey (1807-1882), se dedicó a la recolección de sismos de su tiempo (catálogos anuales mundiales) junto con el estudio histórico que algunas, bastantes, naciones o conjuntos supranacionales92. Murió sin poder demostrar su hipótesis de la causa de los terremotos: la "marea lunar" del magma interno de la tierra. La teoría italiana de la "meteorología endógena" buscaba la concomitancia sísmica con los fenómenos meteorológicos, y así se recolectaban, junto a los sismos, las auroras boreales, los halos solares, los ciclones (por las caídas bruscas de la presión), las nevadas en meses poco frecuentes... Esto duró hasta fines del siglo XIX en que a las teorías orogénicas, más que tectónicas, de los sismos, se unió la instrumentación sísmica y el registro y detección de telesismos. Se empezó a dividir así la historia de los sismos en dos eras: la "pre-instrumental" o, simplemente, "histórica", y la "instrumental". División muy teórica, pues no hay sismólogo (sea de EE.UU., del Japón, de Italia o de España) que no reconozca que los primeros decenios de la "era instrumental" son todavía incompletos y se deben auxiliar de los procedimientos de la historia moderna: prensa, cuestionarios escritos, archivos, historia oral93.

¿Por qué se estudia hoy la historia de la sismicidad?

Paralelamente al incremento de la instrumentación sismográfica se exacerba en todo el mundo el fenómeno de la urbanización. y con ella se incrementan extraordinariamente las grandes obras públicas. Con lo explicado se demuestra que existe la necesidad de conocer el comportamiento sísmico en un lugar o en un territorio dado, por causa de dos cuestiones diferentes:

a) Por el asentamiento de una urbe en constante expansión. b) Por la futura ubicación de una infraestructura que puede ser:

- un embalse, pantano o presa.

- una fábrica pesada (complejo petroquímico...),

- una obra civil (aeropuerto, puente, autopista, túnel, viaducto, oleoducto...),

- una central nuclear,

- cualquier otra obra denominada "de alta responsabilidad" (gran hospital, parque de bomberos...).

Toda localidad, por pequeña que fuera, debería tener un estudio sismológico, cuya necesidad más y más se demanda cuanto la urbe aumenta o cuando la obra a ejecutar es importante y delicada (sobre todo, la central nuclear). Dice un ingeniero:

"El informe sismológico detallado debe indicar cuáles son los esfuerzos máximos posibles en un determinado tiempo o, dicho de otro modo, con una probabilidad aceptada"94,

Y, para ello, agrega:

"se debería establecer un estudio cierto y realista del área del entorno, por ejemplo, en unos 50 km de radio, con un historial sísmico de epicentros, hipocentros, magnitudes e intensidades. Esto puede facilitar una estimación de cuál puede ser el máximo sismo probable en un determinado período, dato ciertamente muy problemático"95.

El geofísico Payo Subiza apuesta por el estudio de la historia sísmica:

"El conocimiento detallado de la historia sísmica de una región es fundamental no sólo para conocer su evolución geológica y tectónica, sino para calcular el riesgo sísmico y poder prever las catástrofes que producen los terremotos"96.

El ingeniero y sismólogo Martín Martín apunta a la necesidad del estudio histórico de los sismos, acuciado por la gravedad de los daños de un terremoto catastrófico imprevisto, ya que:

"desde un punto de vista estrictamente económico, este fenómeno [un sismo catastrófico en España] de producirse hoy día podría llegar a causar pérdida por encima de los tres mil millones de dólares, cifra muy próxima a lo que representan nuestros ingresos anuales por turismo"97.

En 1983, los profesores de geofísica Udías y Muñoz decían;

"El cálculo de riesgo sísmico para probabilidades muy pequeñas exige conocer las ocurrencias de terremotos para un período de tiempo grande, lo que sólo es posible a través del estudio de la sismicidad histórica"98.

El geólogo López Marinas se refiere al previo conocimiento de la peligrosidad sísmica en el emplazamiento de centrales nucleares y depósitos de residuos radioactivos:

"... requiere un estudio detallado y profundo de la sismicidad de la zona. Los tados del listado oficial [se refiere al catálogo sísmico español de I.G.N.] no aportan aún el grado de confianza como para no realizar un análisis específico para cada caso concreto"99.

Este autor es explícito al confesar que:

"curiosamente, en España los avances registrados en el estudio de la sismicidad y más concretamente en la de carácter histórico, han sido motivados por las necesidades derivél.das de la instalación de centrales nucleares"100.

Y otro tanto viene a decir el ingeniero nuclear Marqués de Carvalho para Portugal:

"The studies of nuclear power plant sitting during the 70's and a site selection survey launched in the beginning of the 80's stressed the need for improvements in the seismic data base and triggered a program of sistematic searches in historical seismicity"101.

Sismólogos, geólogos, geofísicos, ingenieros y otros muchos necesitan, piden, buscan, el estudio de la historia sísmica. Y como ésta no se realiza por los historiadores, aquellos, pues, se dedican (otra vez el horror vacui), improvisadamente, con variable acierto, a elaborar sus precisas historias sísmicas. Este es el estado actual de la cuestión, con honrosas excepciones que confirman la regla102.

Metodología de la investigación sísmico-histórica.

Si "método" es el "modo de hacer algo sistemáticamente y con orden" y "metodología" es "la ciencia del método", según nuestra propia definición: metodología de la investigación sísmicohistórica son aquellos procedimientos y actuaciones que proporcionan un óptimo aprovechamiento de las fuentes disponibles pa ra la consecución de la mayor cantidad y mejor calidad de los datos de aquellos sismos que no han podido ser definidos por instrumentos automáticos geofísicos.

El sistema de la investigación sísmico-histórica, según nosotros lo concebimos, viene dado, en primer lugar, por una recopilación de los datos existentes y la publicación de ellos bajo un sistema ordenado (catálogos, monografías...). Sobre este punto de partida se pueden hacer análisis [estudio minucioso de un dato o de un conjunto de estos] que conduzcan a una crítica [enjuiciamiento de una cuestión], lo que nos situará ante lo que se viene en denominar "estado actual de la cuestión" (figura 3).

La investigación pura consiste en la mejora [optimización] de los datos conocidos. Este incremento de datos puede ser:

a) Cualitativo. Tenemos, como ejemplo, un sismo histórico que está ya determinado (registrado, catalogado, publicado). Gracias a nuestra investigación aumentamos el conocimiento de su percepción en otros distintos lugares, conocemos mejor los efectos, conocemos parámetros desconocidos o mal conocidos (tiempo- origen, intensidad...) o, también, negamos los datos registrados (efectuamos así una variación de datos: "no ocurrió a las 0.3 h. sino a las 15 h.", "no se sintió en la ciudad X; por el contrario, se sintió en la ciudad Z", "se trata de un falso sismo; es un rock- fa//", etc). Con todos los nuevos datos lo que nosotros aportamos es una ree/aboración (o reevaluación, tanto da).

b) Cuantitativo. Se trata de nuevos sismos desconocidos hasta el momento actual. La calidad de los datos de estos nuevos sismos puede ser, lógicamente, muy variable. Con los elementos nuevos efectuamos una publicación de estos sismos que son, y llamamos, "inéditos". Con ellos aportamos una innovación.

Efectuada la recopilación de todos los datos obtenidos en la investigación se procederá a una nueva publicación ordenada. Esto, a su vez, originará nuevos análisis, nuevas críticas y así sucesivamente, porque la investigación sísmico-histórica es una tarea siempre inacabada y siempe mejorable. Nunca se agota; jamás puede asegurarse que hemos llegado a un conocimiento ciertísimo y total de todo lo sucedido.

Heurística.

El investigador de la sismicidad histórica, para nosotros un geohistoriador, debe tener muy claros los sistemas de búsqueda de las fuentes (heurística) para, una vez hallados los datos, operar con ellos con una sana crítica interpretativa (hermeneútica).

No sería preciso establecer aquí la prelación de fuentes según las distintas épocas o siglos. La vieja Europa tiene ricos archivos, con documentación importante desde los siglos XI-XIII. Es obvio, pues, que el investigador de esta época trabajará en archivos, como lo hace, por ejemplo, el profesor Riera para investigar los terremotos catalanes de los siglos XIV y XV103. Después, con la imprenta, nos enfrentamos a una búsqueda entre miles y miles de libros, opúsculos y "relaciones"; son de todo tipo: historias generales y locales, cronicones medievales, historias eclesiásticas, libros de geografía y viajes, de filosofía o historia natural, incluso literatura (pliegos de cordel). Así trabajaremos (sin olvidar, claro es, los archivos) hasta que aparecen los primeros intentos de prensa periódica a fines del siglo XVII y su consolidación en el XVIII. Archivos, bibliotecas y hemerotecas, pues. El siglo XIX es el de la exacerbación de la prensa periódica (muchos más títulos que en el siglo XX); además empiezan importantes series de revistas científicas, sobre todo de geografía y de ciencias naturales, sin olvidar las enciclopédicas de las sociedades de sabios (tipo C.R.A.S.), las de divulgación científica, las geológicas, las mineras; incluso en revistas astronómicas hemos obtenido numerosas informaciones sísmicas.

Nuestro particular modo de enfocar la investigación de la prensa periódica nos ha conducido a dos tipos de técnicas:

a) La intensiva. Con esta técnica partimos de un sismo catalogado. Con el estudio de varios (cuantos más, mejor) periódicos y revistas científicas quizás conseguiremos, con la aportación de datos detallados y contrastados, reevaluar el terremoto catalogado, en algún aspecto, como, por ejemplo:

- el conocimiento del día de ocurrencia; téngase en cuenta que bastantes sismos catalogados de los siglos XVIII y XIX carecen del día,

- el conocimiento de la hora y minuto de ocurrencia (en tiempo local, lógicamente), ya que en muchos sismos catalogados sólo se conoce el día de ocurrencia,

- un mejor conocimiento del área de percepción, con la agregación de localidades que lo percibieron o, quizás, con la desagregación de localidades que, en la realidad, no percibieron el sismo,

- un mejor conocimiento de la hipótesis de intensidad, por medio de numerosos detalles sobre efectos sentidos, que nos encaran ante una variación de la misma en más o en menos,

- el conocimiento, quizás, de algún sismo precursos o de réplicas, por lo general, pequeños o medianos sismos inéditos.

b) La extensiva. Esta técnica es una exploración por un paraje desconocido. Se trata de hallar los sismos ignorados, los sismos que han ocurrido y que nunca se han catalogado. Para ello tenemos que leer varios (mejor, muchos) periódicos y revistas científicas de un año104, ejemplar por ejemplar, página a página, columna a columna. Técnica, pues, que exige una gran dosis de paciencia, pero el resultado es más interesante de lo que pudiera sospecharse105. Nosotros, por esta técnica exhaustiva, hemos descubierto m1s de mil nuevos sismos ibéricos en el periódo 1851-1900106. Contra lo que se imaginan los sismólogos, no se descubren tan sólo sismos de muy escasa importancia; también, para satisfacción nuestra, aparecen sismos importantes, como, por citar un caso, el inédito del 21-X-1880, de foco atlántico, al que hemos conjeturado una hipótesis de magnitud de 7.5 Aichter107. También hemos descubierto numerosos terremotos italianos del siglo XVII1108 con la lectura de publicaciones periódicas portuguesas, españolas y francesas, sismos no catalogados en el importante, moderno y detallados Catálogo dei Terremoti Italiani109, resultado de un "Progetto Finalizzato" del Consiglio Nazionale delle Ricerche (C.N.R.), lo que no ha dejado de conmover a los grupos de sismólogos europeos, reunidos en Praga (septiembre, 1992).

Hermenéutica.

Una vez obtenidos los datos falta pasarlos por el filtro de una lúcida interpretación.

Las fuentes pueden ser falsas o verdaderas. Las verdaderas, además, pueden contener informaciones falsas bona fide y veraces; las informaciones veraces pueden ser iguales a la realidad, y exageradas o atenuadas, sin querer, por el informante.

Con independencia de la fuente el hecho relatado puede delimitarse como verdadero sismo (fehaciente, fidedigno) o como dudoso, improbable, erróneo o falso. Somos partidarios de introducir en los catálogos sísmicos históricos una calificación de certeza, clasificando los datos en "evidentes", "dudosos", "falsos" o "erróneos". Son "dudosos" aquellos que en el estado actual de la investigación no se puede conjeturar ni su certeza ni su inexistencia; la Edad Media es terreno abonado para estas dudas110 Son "falsos" aquellos eventos que se consideran sismos y no lo son (ejemplo: registrado un sismo en el catálogo ibérico, ocurrido el 13-1-1881, con intensidad de grado VII M.S.K. y epicentro en Palau de Noguera, Lleida, después de una abundantísima documentación acopiada y analizada resulta ser una "esllavissada" o deslizamiento de ladera ocurrida en Puigcercós).

Son "erróneos" aquellos sismos catalogados en cronología inexacta (ejemplo: el sismo ibérico catalogado el día 30-IX-1893 en "golfo de Cádiz" ocurrió en realidad -lo hemos averigüado gracias a la técnica extensivista- el 30-IX-1892, en Huelva) o aquellos que nunca existieron, como el de I-XI-1775, que citan numerosísimos libros, enciclopedias y artículos, y que es un error por el de "I-XI-1755" (la causa, según Galbis, es el "sonsonete numérico").

Numerosos problemas presenta la interpretación de los textos, que es, al mismo tiempo, una lucha humana contra el error. Señalemos sólo algunos, muy brevemente:

a) Sobre la tipología del fenómeno. Hay "relaciones" que relatan "terremotos de agua"; se trata de inundaciones. Otras veces, incluso en prensa del siglo XIX, se habla de "tormentas"; se trata de un verdadero sismo. No insistiremos sobre la aparente presunción de sismos en casos de deslizamientos, desprendimientos rocosos, derrumbamientos de montañas, falsos tsunamis, etc.

b) Inconcreciones. Cierto periódico de Madrid informa por el estilo de: "Dicen de Lugo que parece que la semana pasada ha habido algún terremoto". Efectuada indagacion suficiente en la prensa local, de Lugo, aparece con detalle la noticia de un sismo en Viveiro (Lugo).

c) Omisiones deliberadas. Algunos periódicos callan la información de sismos sentidos "por no alarmar a las señoras" o, como en el caso del diario A Patria, de Lisboa, del 29-1-1856, "porque nao somos terroristas" [sic]. Los periódicos se ven oblidados a reconocer la omisión deliberada al ver que otros diarios han dado cuenta de la información sísmica.

d) Falsedades. En la Crónica de Córdoba, del 28-XII-1862, aparece la noticia de un fuerte terremoto ocurrido a las 02 h., con hundimiento de casas y un puente. No se precipite el investigador. Se trata de una pesada broma, en el "día de Inocentes".

e) Errores de localización. El metodólogo Ambraseys nos ofreció un ejemplo paradigmático en la lucha contra los errores de localización: un sismo catalogado en Trípoli (Tripolitania) ocurrido en 1183, con 20.000 muertos, después de una interpolación de fuentes cronológicas, lo traslada a Trípoli (Siria), aunque sucedido en 1170. Para redondear el efecto el sismo de Trípoli (Siria) del año 1652, lo traslada a la ciudad homónima de Tripolitania, como afectada por el terremoto de la "Berbería", del mismo año111. Alexandre trasladó el epicentro del sismo destructor del 29-III-1000, desde Ljubliana (Eslovenia) a Lieja (Bélgica). Además: a este solo sismo se reducen todas las crónicas medievales que dicen: "años 999,1000 Y 1001: terremotos en toda Europa"112. Casos descubiertos por nosotros: el sismo catalogado en Alhama de Aragón (Zaragoza) el 22-XI-1885, sin hora conocida, después de exhaustivo análisis de prensa periódica, resulta que ocurrió el día 20-XI-1885, a las 04 h. 45 m., en Alhama de Granada (Granada). Otro: el periódico La Iberia, de Madrid, da cuenta de un terr moto sentido en Berga el 18-VII-1892; es inédito. Otros diez periÓdicos de Madrid, leídos uno a uno, localizan el sismo en Berja (Almería), donde sucedió realmente. Berga y Berja están separadas por 710 km. El error que se pudo cometer, si sólo se hubiera leído un periódico, al dar entrada a un sismo nuevo con una catalogacion errónea, hubiera sido lamentable.

f) Problemas de cronología113. Hay que tener en cuenta las diferentes eras cronológicas (la judaica, la hispana, la héjira, el calendario juliano, el gregoriano); saber los años bisiestos. Por otra parte, el comienzo del día se computaba al orto del sol hasta el siglo XIX; por eso, un texto que diga: "en la noche del 7", probablemente corresponderá "a la madrugada del 8".

g) La centralidad informativa. Llamamos así al hecho de que un centro habitado, populoso, que percibe una sacudida, emite información de la percepción del sismo, con olvido de que en otras localidades menores se haya sentido con una mayor fuerza (y por allí estará el epicentro teórico, no en la gran ciudad). Hasta el siglo XIX, pero mucho más en siglos anteriores, la noticia simple es que en "Nápoles", "Toulouse", "Murcia" o "Sevilla", por ejemplo, se sintió un terremoto. La indagación consiste en averigüar por qué puntos de su hinterland se encuentra la mayor percepción (el epicentro teórico).

h) Duplicidades. Es frecuente en la Edad Media la relación dúplice de sismos destructivos114. Hay que analizar bien el stemma de fuentes para desentrañar la distorsión documental. Las duplicidades llegan hasta el mismo siglo XIX; véase este ejemplo, descubierto por nosotros: siempre se ha catalogado un sismo "catalán", con epicentro en Balaguer (LIeida) ocurrido eI5-XII-1855, a las 06 h. 30 m. y otro "francés", transpirenaico, ocurrido, "casualmente" -muchos catalogadores lo recalcabanel mismo día, pero a las 18 h. 45 m.; resulta ser el mismo, con gran área sísmica hispanofrancesa y epicentro en Chaum (Francia), ocurrido el citado día a las 18 h. 48 m. La lectura de 22 textos informativos de periódicos franceses y españoles nos ha dado la resolución.

i) La hipótesis de intensidad. Es muy delicado conjeturar una hipótesis de intensidad. Los sismólogos reclaman su exclusiva; no es para tanto. Este tanteo, hermeneútico, es asequible al geo- historiador especializado. Hay que estar prevenidos contra las exageraciones; si se "cayeron unas casas" hay que plantear y asumir varios interrogantes: 1) cuál era su arquitectura; 2) sus materiales; 3) a qué se llama caída (¿agrietamiento? ¿destrozos? ¿colapso?). Ni hay que exagerar ni hay que atenuar la hipótesis de intensidad. Porque téngase en cuenta que un sismo, apenas perceptible por el hombre (un grado 11I M.S.K., por ejemplo), no es concebible que se plasme en un documento escrito de hace cinco o seis siglos. No es presumible, para ningún punto de Europa, que haya un material paleográfico que aluda a un terremoto si éste ha tenido una intensidad inferior al grado V M.S.K. El geofísico Mezcua nos alerta:

"Una asignación de intensidad errónea va a incidir en los posteriores cálculos de una forma decisiva. La asignación de la intensidad habrá de basarse, lo más posible, en descripción de daños a construcciones y evitar la descripciones relacionadas con personas"115.

De ahí viene la tendencia de los sismólogos a indagar terremotos históricos de graduación severa (igualo superior al grado VIII M.S.K., por ejemplo). Parece pragmático. Está bien conocer con mucho detalle los siete sismos de tal intensidad ocurridos en el siglo XVII en la Península Ibérica. Pero el historiador de la sismicidad no se conformará con analizar monográficamente estos siete sismos (alguno es posible que, al final, se reevalúe a la baja) porque ¿acaso no interesará saber donde ocurrieron otros treinta terremotos de graduación VI o VII? ¿y acaso encontrar otros cien más de graduación inferior a VI? Poseemos descripciones muy similares a las actuales descripciones de los grados de intensidad. Si un documento dice: "no causó daños en las construcciones, pero despertó a todos los habitantes" ¿no nos está colocando con claridad ante una intensidad de grado V M.S.K.? y si acabamos de descrubir un sismo, inédito, con racionales hipótesis epicentrales y de intensidad ¿no es esa la verdadera búsqueda de la historia de la sismicidad? Con todo, reconozcamos que asignar una intensidad a un sismo histórico es un problema hermeneútico 116.

Historia de la sismogénesis.

O historia de las ideas sobre la generación de los sismos. Ya no nos queda espacio para indicar la importancia de esta cuestión en la historia de la ciencia. Como siempre, algunos geofísicos han emprendido tareas de análisis y recopilación sobre la materia. Destacan una interpretación alemana sobre la sismogénesis del mundo griego117 y otra, austríaca, hasta el siglo XVIII118. Sismólogos y geólogos españoles han efectuado, también, esbozos sobre esta cuestión119. Téngase en cuenta que las ideas sismológicas estuvieron entrelazadas con otras ciencias telúricas (como la meteorología y la orogenia), y la historia de la ciencia tr ta de desentrañar el proceso de elaboración y avance en las ideas a lo largo de siglos y siglos en los que pensaban como una losa los Meteorológicos del Estagirita. Afortunadamente, un geógrafo como Capel ha efectuado, en esta misma colección, un buen análisis sobre las teorías sismogénicas en la ciencia española del siglo XVIII120. Pero falta conocer el importante y singular cursus de dichas ideas en el siglo XIX y, por último, en el XX, la introducción y aceptación de la teoría del rebote elástico, de Reid, como explicación del megasismo de San Francisco, de 18-IV-1906, y de todos los sismos de origen tectónico121.

Ejemplos recientes:

Esbozado el "estado de la cuestión" de la geografía e historia de los sismos, planteada la competencia de los geógrafos e historiadores en el campo de la investigación de la sismicidad, tanto actual como histórica, enunciada una metodología de trabajo, con casuística y soluciones, nos parece que esta exposición teórica puede complementarse con la praxis de unos recientes ejemplos, en los que el autor de este estudio ha intervenido a título personal.

Revisión del catálogo sísmico ibérico (años 1851-1900).

Vamos a exponer los resultados finales de una investigación (extensiva e intensiva) sobre la sismicidad de la Península Ibérica durante los años 1851-1900122.

Para ello partimos de los Catálogos preexistentes, que eran:

- El de Munuera, de 1963123.

- El de Mezcua y Martínez Solares124.

- El de la Dirección General de Obras Hidráulicas, que abreviamos como D.D.S.O.P .125.

Pues bien, para el período citado, el número de sismos catalogados era el siguiente:

- Munuera, de 1962: 260.

- Mezcua y Martínez Solares, de 1982: 512. - D.D.S.O.P., de 1986: 620.

Nuestra tesis doctoral catalogó 2066 sismos "evidentes", a los que añadimos 94 "dudosos", 73 "falsos" y 99 "erróneos". El total registrado fue, pues, de 2.332.

Resultado sobre los terremotos previamente catalogados:

A) Tiempo-origen:

- No se conocía el dato (que hemos descubierto) de la hora y el minuto de ocurrencia en 77 sismos.

- Se conocía la hora, pero no el minuto (que hemos descubierto) en otros 65 casos.

- La hora con la que estaban registrados 33 sismos era errónea y la hemos alterado.

- y hemos cambiado el minuto de ocurrencia en 79 casos (por lo común se trata de afinaciones; por ejemplo: en vez de las "18 h. 30 m." hemos catalogado "18 h. 24 m."

B) Localización:

- Hemos variado las coodenadas geográficas del hipotético epicentro en 79 sismos.

- No había hipótesis de epicentralidad, y nosotros la hemos expresado, con coordenadas, en 34 sismos.

C) Intensidad:

- Hemos reevaluado la hipótesis de intensidad (al alza o a la baja) en 91 terremotos.

- A 220 sismos, catalogados sin intensidad, les hemos otorgado una hipótesis, a tenor de la documentación recopilada.

O) Mapas sísmicos:

- Por primera vez hemos diseñado mapas sísmicos para 18 terremotos catalogados, carentes de cartografía126.

E) Falsos sismos:

- Hemos anulado 8 sismos registrados, por demostración documental de que no se trataban de fenómenos sísmicos.

Resultados sobre sismos inéditos:

a) Hemos descrito y documentado un total de 1.446 nuevos si mos "evidentes".

b) Un total de 437 de los nuevos sismos tienen el conocimiento de la hora de ocurrencia, y 747 de la hora y el minuto.

c) En cuanto a la hipótesis de intensidad hemos sido muy severos con la elaboración de la propuesta, necesitada de gran documentación. Aunque muchos sismos descubiertos quedan, por ahora, sin intensidad, hemos elaborado su hipótesis en los siguientes grados y número de casos:

Intensidad:
III
III-IV
IV
IV-V
V
V-VI
VI
VI-VII
VII
Total sismos:
308
63
160
29
147
6
31
1
1

En total, pues, 746 nuevos sismos con hipótesis documentada de intensidad, de los que 33 con grado VI o más.

d) Hemos diseñado un total de 130 mapas de otros tantos sismos inéditos.

Esto es, en cifras escuetas, el avance cualitativo y cuantitativo que hemos logrado en la revisión de 50 años históricos del Catálogo sísmico ibérico.

Colaboración en un proyecto europeo.

Durante los años 1989-1992, el Departamento de Clima, Medio Ambiente y Catástrofes Naturales de la Comisión de las Comunidades Europeas (C.E.C.) organizó un grupo de trabajo para afrontar el proyecto "Review of Historical Seismicity in Europe".

Este C.E.C. Project tenía por objeto127:

a) La búsqueda de una homogeneización de los datos manejados en los programas de investigación de terremotos históricos.

b) El establecimiento de una metodología común entre los "sismólogos e historiadores" europeos que trabajan en ese campo128.

La consecución de un catálogo sísmico europeo se consideró una meta difícil, ya que no puede consistir en un disforme agregado de catálogos nacionales: "any European cataloque cannot be anything else than a puzzle of national catalogues"129. Con buen criterio se concentró la atención en aquello que se ha denominado sismicidad transfronteriza ("transfrontier seismicity"). Europea, viejo mosaico de naciones, con archivos seculares, posee el material histórico necesario para superar las actuales fronteras, que es lo que siempre hicieron y harán los sismos, que ignoran las delimitaciones políticas territoriales:

Dado el carácter experimental del proyecto, se seleccionaron seis áreas test, que fueron:

- Valle del Rhin.

- Alpes occidentales.

- Alpes centrales y orientales.

- Pirineos.

- Golfo de Cádiz.

- Mar Jónico.

Obsérvese en el diseño de estas áreas cierta semejanza, teórica, en cuanto a extensión, con un simbólico dibujo oval homogéneo. Vid. mapa.

Para establecer una metodología de investigación y heurística de las fuentes se fijó un homogéneo corte temporal vertical, limitándose los estudios de sismicidad histórica de estas áreas a la primera mitad del siglo XVIII ("time-window 1701-1750 for all test areas").

Además, como ejemplo de colaboración internacional, se propuso la búsqueda de las fuentes que un Estado tuviera sobe sismos de otro Estado en los casos siguientes:

- cruce de información mutua entre Francia e Italia respecto al sismo ligure del 15-11-1644,

- vaciado de fuentes históricas de la República de Venecia sobre terremotos ocurridos en las islas Jónicas, antigua posesión suya130, y

- vaciado de fuentes históricas de España sobre el megasis mo siciliano del 11-I-1693, ocurrido cuando Sicilia era un Virreinato español.

El "CEC Project" se puso en marcha con el patrocinio de 11 instituciones científicas de 8 Estados. Por España, tan sólo, el Servei Geológic de la Generalitat de Catalunya.

Formaron parte originariamente del workshop 21 personas131. Los informes se centralizaban en Milán, mediante soporte informático.

Conocedor el doctor Stucchi de mis estudios sobre sismicidad histórica me invitó a incorporarme al "CEC Project", haciéndolo así como miembro número 22 del grupo y siendo de todos el único geógrafo, junto a un catedrático español de Historia Medieval, al lado de 20 geofísicos, sismólogos, geólogos e ingenieros.

Durante los años 1990-1992 realicé para el "CEC Project" un total de 10 informes puntuales y 2 más para el Ente "Societá. Geofísica. Ambiente", del C.N.R. italiano. Estas comunicaciones, y las realizadas a la XXIII Asamblea general de la European Seismological Commission (Praga; septiembre, 1992)132 suponen el estudio y aportación científica de un geógrafo, inmerso en un grupo de trabajo de sismólogos. Todo han sido facilidades y aceptación de mis técnicas de investigación y de los resultados. La labor concreta del "CEC Project" se expondrá en 1993 en dos libros de resultados.

Deseo sintetizar mis líneas de investigación:

a) He estudiado la sismicidad transfronteriza, en el área test del golfo de Cádiz (corte temporal 1701-1750), aportando una tercera investigación133, independiente de la encargada a los miembros del equipo de Sevilla y del de Lisboa134,

b) He indagado, por primera vez, las fuentes españolas, únicas, dada la dependencia virreinal del territorio afectado, del megasismo sículo del 11-1-1693 (o, mejor dicho, de todo el período sísmico de los años 1693-1694). Debo señalar que en la catalogación archivística oficial135, único instrumento disponible en los centros científicos del mundo, sólo se recontaban cuatro piezas manuscritas sobre este sismo existentes en el Archivo General de Simancas (A.G.S.); sin embargo, descubrí y recopilé en ese mismo A.G.S. un total de 235 manuscritos y 4 impresos, que suponen 772 páginas de documentación sobre el citado período sísmico siciliano de 1693-1694136. Juzgue el lector la diferencia. Esta documentación se halla ya microfilmada en el banco de datos sísmicos del C.N.R. en Bolonia, encargado del programa "Gravi terremoti accaduti in Sicilia e Calabria".

c) He realizado el primer vaciado orientativo de las fuentes españolas del citado A.G.S. en pro de la historia sísmica de los diversos países europeos, N. de Africa y Asia occidental: actuales Turquía, Siria, Líbano e Israel137.

d) He diseñado una metodología de investigación en prensa periódica del siglo XVIII, que ha dado óptimos frutos, haciendo hincapié en que el catálogo sísmico italiano138 puede ser mejorado, a partir de fuentes extra-italianas. Así se ha hecho constar, no sólo para Italia, sino para otros Estados, en la XXIII Asamblea General de la European Seismological Commission139.

e) He esbozado las líneas directrices y de trabajo para una revisión de los catálogos sísmicos nacionales a partir de fuentes hemerográficas140.

En suma, mi aportación al "CEC Project" -un sólo geógrafo entre sismólogos- supone un acto de fe europeísta, porque se han transpasado las fronteras estatales de las fuentes y se ha acumulado en un banco de datos informático europeo una gran cantidad de la información histórica existente en España (archivos, prensa periódica del XVIII) sobre sismos europeos, Asia occidental y N. de Africa.

Un historiador en el Instituto Geográfico Nacional.

Como sabemos, el Servicio Nacional de Sismología, con su red sísmica, es el órgano científico de la Administración española encargado de recopilar la información sísmica (mediante 7 observatorios geofísicos, 30 estaciones telemétricas y un Laboratorio Central), así como de dictaminar en asuntos relacionados con la ingeniería sísmica (o, con mayor propiedad, antisísmica). Depende de la Subdirección general de Astronomía y Geofísica del instituto Geográfico Nacional (I.G.N). El personal facultativo dell.G.N. es el constituido por los "Ingenieros geógrafos" y en el Servicio Nacional de Sismología a algunos Ingenieros geógrafos especializados y a simples licenciados en ciencias físicas (especialidad de geofísica), se les denomina "sismólogos". El viejo I.G.N., que puede remontarse en su prehistoria a fines del siglo XVIII (creación del Observatorio astronómico y del Cuerpo de ingenieros cosmógrafos, en 1796), inició su historia en 1853, con la creación de la Dirección de la Carta Geográfica de España y en 1873 con la Dirección General del Instituto Geográfico y Estadístico. Al par que las observaciones astronómicas su principal ocupación fue el trabajo geodésico y topográfico, con el magno trabajo del Mapa topográfico de España a escala 1 :50.000 (1875-1968). En la actualidad, aparte los trabajos citados, se ocupa, fundamentalmente, de la cartografía básica y temática, geomagnetismo, teledetección, fotogrametría, metrología... Pues bien, este Ente científico-administrativo se nos aparece prácticamente inalcanzable para un geógrafo. Un doctor en geografía física tiene tan pocas posibilidades para acceder a "Ingeniero geógrafo" como, por ejemplo, a astrónomo. Esto no quiere decir que en cartografía temática, por ejemplo, no dejarían de tener un buen trabajo como asesores unos cuantos geógrafos físicos, humanos y económicos (otro tanto diríamos del Instituto Nacional de Estadística). Pues aún insistiremos más ¿por qué no cuenta ell.G.N. con un servicio o gabinete de estudios históricos? ¿no interesa conocer científicamente la historia de la cartografía, del magnetismo, de la geodesia, de la metrología, de la astronomía, de la sismología; y la historia de las ideas, de los libros científicos y de la instrumentación141 relacionados con estas materias?

Ya hemos apuntado los problemas de la falta de especialidad de los sismólogos al intentar desentrañar la sismicidad histórica y su plasmación en catálogos nacionales, que están siempre dispuestos (no expuestos: dispuestos) a ser mejorados por nuevas aportaciones.

La ilusión, o la utopía, del equipo interdisciplinario142 no es tal: es una exigencia realista y utilitaria; pero es que, además, insistimos, un historiador tiene ancho campo de actuación en tareas propias del I.G.N. Por eso, con la reciente experiencia de un convenio de investigación científica entre el I.G.N. y un historiador (quien esto escribe) realizado en 1992 se ha obtenido un gran resultado. El trabajo se ciñó a la recopilación de manuscritos existentes en el Archivo Histórico Nacional (A.H.N.) sobre los efectos en España del megasismo deI1-XI-1755143. Hasta ahora sólo se conocía por los sismólogos y geofísicos la existencia de un manuscrito de la Real Academia de la Historia (R.A.H), que era un resumen de las contestaciones de centenares de localidades a la consulta efectuada por el Supremo Consejo de Castilla sobre los efectos del gran terremoto en los reinos de España. Este manuscrito fue dado a conocer por el almirante e historiador Guillén144. Sin embargo, yo había descubierto y publicado ya en 1980 que en el A.H.N. existía documentación original, de primer orden, sobre el megasismo145, mucho más amplia que la síntesis de la R.A.H. Y sobre esta síntesis se había elaborado por los sismólogos Martínez Solares, López Arroyo y Mezcua la más moderna interpretación  de efectos en España del terremoto de Lisboa, obteniéndose el mapa de isosistas del fenómeno, mapa que es, hasta ahora, el vigente en la comunidad científica146.

Al cabo, pues, de doce años de conocer la existencia de unos legajos con amplias informaciones manuscritas, una feliz coyuntura y el apoyo del doctor Mezcua hizo que en seis meses pudiera presentar all.G.N. el resultado de mis investigaciones en el A.H.N. Ante la importancia de lo conseguido se ha planeado la publicación íntegra del corpus transcrito en el año 1993, con una intro, ducción mía sobre el entorno político, administrativo, social y 1 económico de la España de 1755 que sufre el embate del anonadador y traicionero fenómeno; agrégase un índice de topónimos.

Lo conseguido se sintetiza en los siguientes datos:

a) Mientras que el manuscrito de la R.A.H. consta de unas 52.000 palabras, el corpus de nuestra transcripción pasa de las 410.000 palabras. Piénsese cuántos asuntos de interés aparecerán en esos 7/8 hasta ahora desconocidos.

b) El conjunto de transcripciones consta de 1.020 documentos. Algunas localidades emitieron diversos documentos: informes de primera hora, informes sobre actuaciones municipales y bandos públicos, informes de proyectos cuantificados sobre coste económico de reparaciones y reconstrucciones, relaciones científicas. Por ejemplo, Málaga remitió 20 documentos distintos; Cádiz, 14; Sevilla, 13.

c) Como quiera que algunas localidades informaron con detalle i

sobre los efectos del sismo en otros lugares subordinados, el índice de topónimos peninsulares de los que se emitió información sobre el megasismo alcanza los 1.228. En el manuscrito de la R.A.H. sólo se citan (y varios cientos de ellos, de pasada) 934. Hemos incrementado, pues, el conocimiento informativo de otras 294 i localidades más de España peninsular. Además, añadimos 6 informes monográficos sobre los efectos del sismo en plazas españolas del N. de África (desde Ceuta a Orán), y entre los que aparece una buena información (secreta) sobre efectos en Marruecos. Estos últimos informes son ignorados totalmente por el manuscrito de la R.A.H.

d) El incremento cualitativo de datos nos sitúa ante numerosos conocimientos de formación de grietas en la tierra; de fenómenos de licuefacción; clara apreciación de ondas S y P y su diferencia temporal (lo que posibilita una reevaluación de la hipótesis epicentral); descripción de daños (y, en muchos casos, cuantificación económica) en edificios religiosos, palacios, casas de ayuntamiento, murallas, pósitos y viviendas particulares; desprendimientos rocosos; toques de campanas impulsadas por las vibraciones; oleaje en ríos, afluentes y lagunas; eclosión de manantiales; fenómenos de tsunami no sólo en el SW. peninsular sino en las costas de Galicia y cántabras; numerosos fenómenos sobre psicosis colectiva de pánico; comportamiento de animales ante el sismo. Todas estas cuestiones; bien localizadas, nos sitúan ante reevaluaciones de las hipótesis de intensidad.

e) Hasta ahora se conocían las víctimas habidas por causa del tsunami (más de 2.000 en las playas de Huelva y Cádiz) pero se ignoraban las víctimas directas del sismo (muertes por derrumbamiento de edificios) o inducidas: atropellamientos en huidas por pánico, por "susto" (infartos), abortos... Todo lo sabemos ahora de forma detallada, localidad a localidad, con más de 100 muertos y unos 400 heridos, muy diseminados por España.

f) En fin, se documentan (horas; localidades) algunos sismos precursores o premonitorios; numerosas réplicas, más de cien en 27 días de noviembre de 1755; hasta ahora, el catálogo sísmico ibérico sólo daba 21 días sísmicos en noviembre, con 25 réplicas.

g) La documentación, bastante exhaustiva, en especial de muchas localidades que están en zonas sísmicas (Andalucía y Extremadura, sobre todo) será indispensable para iniciar o proseguir estudios actuales de microzonación sísmica.

En resumen, los sismólogos tendrán en su poder la mayor masa documental (informes de primera hora) de un sismo histórico en todo el mundo. Hasta ahora la mayor documentación sobre este terremoto correspondía al famoso "Inquerito do Marques do Pombal", solicitado en enero de 1756, pero del que sólo se conservan 566 manuscritos, pues, lamentablemente, están perdidos los de varios Distritos, entre ellos los de Estremadura, Alemtejo, Algarve y otros de fundamental interés147.

En fin, no sólo serán los sismólogos quienes "exploten" la información de nuestro A.H.N., sino también los arquitectos, urbanistas planificadores, ingenieros, economistas, historiadores (generales. locales, de la ciencia), sociólogos, etólogos...

Pues bien, esa ha sido la labor de seis meses de un historiador de la sismicidad cerca de I.G.N. Un historiador que se ha valido de numerosas fuentes para encontrar decenas de topónimos hoy inexistentes en los Nomenclatores, pero localizados con coordenadas. Un historiador, pues, convertido, en "geohistoriador" de la sismicidad.

CONCLUSIONES

Muy sintetizadamente, se enumeran a continuación, a modo de conclusiones, algunas deducciones racionales de lo expuesto junto con algunas sugerencias, que son, más bien, "catálogo de problemas"148.

1.a Geógrafos e historiadores han descuidado hasta ahora el estudio específico de los sismos, con lo que se ha producido una invasión en materias geográficas e históricas por parte de otros científicos, expertos en sus disciplinas (Física, Geología, Arquitectura, Ingeniería...), produciéndose confusiones y bajo nivel en los resultados.

2.a Geógrafos e historiadores deben afrontar el estudio de los sismos, para lo que se prepararán en niveles elementales o medios de la Sismología teórica: parámetros, sismogénesis, y de la aplicada: escalas, catálogos, normas antisísmicas.

3.a Curiosamente, fue la Geografía "oficial" de fines del siglo XIX la que promovió la organización mundial de la Sismología instrumental.

4.a La geografía de los sismos está ausente, por lo común, de las geografías locales, comarcales y regionales, al igual que en los tratados de geografía física o geomorfología y geografía humana. Deseamos que se subsane esta omisión.

5.a La toponimia histórica y la actual es materia geográfica de insospechados resultados para deshacer errores de la actual catalogación sísmica.

6.a La cartografía sísmica, olvidada hasta ahora por los geógrafos, ofrece también abundantes posibilidades de estudio.

7.a El geógrafo urbanista puede estudiar en muchos casos los resultados de la reconstrucción de localidades destruídas por los terremotos, con características muy peculiares.

8.a La geografía del riesgo sísmico que, en realidad es la geografía de la peligrosidad sísmica, está abocada, después de los enunciados doctrinales, a la actuación pragmática, que debe plasmarse en la integración de 103 geógrafos en los estudios multidisciplinarios de microzonación sísmica.

9.a Ofrecemos un paradigma para el estudio geográfico general de los sismos de un territorio dado.

10.a También se ofrece otro paradigma para el estudio geográfico de un sismo en concreto.

11.a La historiografía ha contemplado, muy de pasada, los grandes terremotos. Pero a partir del último tercio del presente siglo, razones del proceso de urbanización y de las infraestructuras (en particular, las centrales nucleares) motivan una demanda de investigación sísmico-histórica.

12.a Durante bastantes años, los sismólogos, ante la necesidad que han sentido, se han aplicado a la investigación de la sismicidad histórica de lugares y territorios. Reclamamos para el historiador, debidamente especializado en técnicas adecuadas, este tipo de estudios.

13.a Llamamos metodología de la investigación sísmico-histórica a los procedimientos y actuaciones que proporcionan óptimo aprovechamiento de las fuentes disponibles para la consecución de la mayor cantidad y mejor calidad de datos sobre los sismos no registrados instrumentalmente.

14.a La investigación sísmico-histórica atiende al incremento cualitativo de datos de sismos previamente conocidos, mediante la técnica intensiva, y al incremento cuantitativo de sismos no conocidos, "inéditos", mediante la técnica extensiva.

15.a El investigador de la sismicidad histórica debe conocer los mejores métodos heurísticos o de búsqueda de fuentes y los mejores métodos de interpretación de los datos o hermeneútica.

16.a Para el incremento cualitativo de datos, la lucha contra el error, las incertidumbres y las falsas interpretaciones, que rodean muchas veces los sismos históricos, es una permanente actitud del historiador, convencido que tiene en sus manos una tarea siempre mejorable y jamás conclusa.

17.a La historia de la sismogénesis forma parte de la historia de la ciencia, lo mismo que la historia de la instrumentación sísmica.

18.a Somos defensores del equipo multidisciplinario para la mejora de los conocimientos globales sobre sismos históricos, pero en él no ha de quedar el geohistoriador en el papel secundario de documentalista hallador de noticias que se entregan a los sismólogos para su manejo e interpretación.

19.a La historia de los sismos forma parte de la Historia integral y no concebimos una historia local, comarcal, regional o nacional con olvido de los sismos ocurridos en su territorio.

NOTAS

1. Así debe decirse, y no "seísmo". La preocupación fílológica me llevó a solicitar dictamen de la Real Academia de la Lengua, que suscrito por su segretario perpetuo, recibimos en febrero de 1990. Por su raíz etimológica (    sacudida) se deriva claramente la forma hispana "sismo", lo mismo que de      se deriva "Nilo". "Seísmo" es un préstamo del francés, tomado a su vez del anglosajón (vid. dictamen de P. Robert, del Diccionario de la Lengua francesa, Nouveau Littré, que remite al Diccionario Oxford, que dice: "The normal form would be sismic. Tazieff, 1970; p. 2). Lamentable ha sido que después de prometer la Real Academia de la Lengua la oportuna rectificación, no ha sido así, y en la ed. 1992 del Diccionario, permanecen los vocablos "sismo" y "seísmo" como sinónimos.

2 . Con excesivo redondeo se ha escrito: "We may expect every year one great earthquake, 10 major earthquakes, 100 destructive shocks, 1.000 damaging shocks, 10.000 minor strong shocks and 100.000 which are gene rally felt over a fairly wide area" (The Encyclopedia Americana, 1949, 9; 495). Mas ajustada parece la siguiente tabla del promedio anual de sismos según su magnitud: 2 [magnitud 8], 20 [magnitud 7],100 [6], 3.000 [5],15.000 [4], más de 100.000 [3] (Bolt, 1981, 222). La mayoría de los epicentros son marítimos; en cuanto a los terrestres, las magnitudes 3 y 4 sólo son percibidas por el hombre si se halla próximo al epicentro, lo que, lógicamente, no sucede siempre.

3. Inglada, 1923; 7, utiliza la voz "sismo". Vida y obra de Inglada: Rodriguez de la Torre, nº 5.

4. Udias, 1971; 99.

5. Udias, 1986; 19.

6. López Arroyo, 1962; 109.

7. Ibídem.

8. Op. cit. (4); 103.

9. Ibídem; 99.

10. Navarro Neumann, 1915; 60.

11. Op. cit. (4); 99.

12. Navarro Neumann, 1929.

13. Ibídem; 9

14. Mezcua, 1985; 9.

15. Munuera, 1963.

16. Boletín de Sismos Próximos. 1989. I.G.N. 1992.

17. Mallet, 1862.

18. Rey Pastor-Martín Romero, 1954; 21.

19. Buen, 1896; 483.

20. Inglada, 1927; 231.

21. Turner, 1930.

22. Wadati, 1930.

23. Gutenberg-Richter, 1949.

24. Rothe, 1968; 79, cursivas de Rothé.

25. Op. cit. (4); 99.

26. Rey Pastor, 1944; 36.

27. Mezcua, J. 1975; 17.

28. Mezcua-Martínez Solares, 1983.

29. Op. cit. (16).

30. Richter, 1935.

31. Udías-Mezcua, 1986; 181-2.

32. Bonelli, 1962; 97.

33. Ibídem; 98.

34. Puig, 1914; 204.

35. Montandon. 1953; 41. La Geografía y la Historia de los Sismos

36. Aristóteles. De los Meteoros. 11,7. Versión española Aguilar. Científicos Griegos. 1970, 1; 606.

37. Perrey. 1847b; 305.

38. Bol. Soco Geog. Madrid XXVI. 1889; 125.

39. Ibídem. XLI. 1899; 268.

40. Montessus de Ballore. 1906.

41. Vid. recensión de R. Cabanás, en Est. Geog. XVIII, 69, nov. 1957; 538-542.

42. En las obras clásicas, de hace decenios, o modernas, se citan de pasada o no se citan los sismos: Allix, A. Manual de Geografía General, 1956: 892 pp; 40 renglones en "explicaciones y complementos". Birot: Tratado de Geografía Física General, versión esp. 1962; sin alusión. Derruau, Geomorfología, versión esp. 1966, alude a volcanes y fallas tectónicas, pero no a sismos. King, C.A.M. Geografía física, 1984; 541 pp. (alude a inundaciones, pero no a sismos). Strahler, A.N. y A.H. Geografía física, 1989; 550 pp (en el cap. 13: "Relieves volcánicos y tectónicos" aparece: "Los terremotos, un riesgo medio-ambiental"; 261-263, con 3 obras en bibliografía).

43. Lautensach, H. Geografía de España y Portugal. Versión esp. 1964. Alude a sismos: en la geografía comarcal del Ribatejo (p. 563), en Lisboa, terremoto del I-XI-1755 (p. 572), en Alhama de Granada (p. 686). En bibliografía, de 47 obras citadas en "Geología, suelos, geomorfología" de España, 2 son de sismicidad (el 4.3 por 100) y en el mismo apartado de Portugal, de 32 obras, 1 es la gran obra de Pereira de Sousa (el 3.1 por 100). En el atlas temático no olvida plasmar un mapa de epicentros sísmicos [núm. 32-b]; por desgracia (no dice su fuente) lleno de errores y omisiones. Lo publicamos. Obsérvese, por ejemplo, que faltan los tres sismos destructores de Alicante y Valencia (Alcoi, 1620; Enguera, 1748; Torrevieja, 1829).

44. Vila Valentí, J. "Murcia", en Terán. M. de. Geografía de España y Portugal. 1967, IV, 3.a, alude a la "importante sismicidad..." (p. 11). En bibliografía, 4 obras sísmicas sobre 57 en general (el 7 por 100).

45. Podríamos poner decenas de ejemplos. Como muestra: Bolós i Capdevila, M.: La comarca de Olot. Estudio de Geografía regional. 1977; 450 pp. [sólo 16 renglones en una comarca tan volcanizada y sísmical]. Bosque Maurel, J. Geografía humana de Granada, 1962; 313 pp a 2 col. [40 renglones dedicados a terremotos, menos que a inundaciones; recoge la evacuación de 200 personas por el agua, en 1960, pero no menciona el acampamento en tiendas de campaña de 20.000 granadinos en el frígido invierno de 1885, a consecuencia del megasismo del 24-XII-1885, que no cita]. Ignoran la sismicidad local del territorio estudiado: Cano García, G.M. La comarca de Baza. Estudio de geografía humana, 1974; 524 pp. Gordillo Osuna, M. Geografía urbana de Ceuta. 1972; 530 pp. Morales Gil, A. El altiplano de Jumilla- Yecla. Estudio de geografía comarcal. 1972; 467 pp. Ponce Herrero, G. El corredor de Almansa. 1989.287 pp. Rodríguez Martínez, F. La serranía de Ronda. Estudio geográfico, 1977; 546 pp. Et coetera.

46. Por ejemplo: Sieberg, 1932. Rey Pastor, 1943, 1948 Y 1950.

47. Cole, J.P. "Ultimos cambios en el paradigma geográfico en los países de habla inglesa" Est. Geog. XLIX, 190; enero-marzo 1988; 80. Cursivas finales añadidas.

48. Ibídem; 81.

49. Hettner, A. Geo crítica, 70; julio 1987; 40.

50. Galbis, 1932.

51. Ibldem; 77.

52. Op. cit. (28); 31.

53. Prado, 1863-1864; 659-660.

54. Op. cit. (28); 38.

55. Sanz de Galdeano-López Casado, 1988.

56. Rey Pastor, 1931; 48.

57. Diccionario de la Real Academia. 1992; 1433.

58. Espasa. Enciclopedia Universal Ilustrada; 60, 1928, 1514.

59. Carta del emperador don Pedro, del Brasil, al científico Daubrée, catalogador sismico. En C.R.A.S., 80 (1875, I sem.); 230.

60. Ejemplo: en el célebre manual de E. Raisz, Barcelona, 1965,436 pp.; se dedican 18 renglones a "mapas sismológicos" (395-6).

61. Magri-Molin, 1981; 366.

62. Los terremotos de Orihuela, Ó Henrique y Florentina... Vid título completo en bibliografía. El mapa lo hemos reproducido en Rodríguez de la Torre, n° 1; 109.

63. Op. cit. (17).

64. Centeno y García, 1883.

65. Montessus de Ballore, 1912. Traducción y cursivas nuestras.

66. Inglada Ors, 1920.

67. Sieberg, A. "Los métodos sismoIÓgicos". En Keilhach, C. Tratado de Geología práctica. 1927; 457-518.

68. vogt, 1986; 71-74.

69. Rey Pastor, 1944b; 17. Vid. etiam Martín Martín, 1981.

70. Al cumplirse en enero de 1693 el III centenario de los sismos, el catedrático de Historia del arte A. Bonet Correa, publicó en ABC Cultural, 5-11.1993; 38, un artículo titulado: "La joya del barroco siciliano cumple tres siglos. El renacimiento de Noto". Ha estudiado in situ la hermosa reconstrucción, mas no alude para nada a la documentación existente en el A.G.S. sobre el asunto.

71. ¿Quién podría sospechar que una larga información manuscrita guatemalteca so. bre este terremoto se encuentra en un legajo de la Biblioteca de la Real Academia de Medicina, de Madrid? Pues ahí lo hemos descubierto.

72. Sempere y Guarinos, M. Cap. XIII de sus Reflexiones sobre los terremotos de Gra. nada. Ms. 9/5210 de la R.A.H.

73. Quirós Linares, 1968. Vid. etiam Rodríguez de la Torre, n° 1; cap. 7 completo.

74. Larramendi, 1829. Quirós Linares, op, cit, (73), al no dar con el folleto opinó que nunca se había publicado (p. 130). Se publicó y hay ejemplares, al menos, en la Bib. Nac., Bib. dell.T.GM. y Palacio Real, las tres de Madrid.

75. Canales Mar1ínez, 1984 y 1989. Este profesor universitario de Geografía humana ha escrito sobre la reconstrucción de pueblos asolados por el terremoto de 1829. Toma nuestro análisis sobre el pensamiento de Larramendi, pero en un caso no nos cita y en otro, de pasada. Caso infrecuente en la comunidad de geógrafos.

76. López Arroyo-Mar1ín Mar1ín-Mezcua Rodríguez, 1981.

77. White, 1974 y 1975. Abundante bibliografía en los estudios citados en notas (78) y (79).

78. Calvo García-Tornel, F. 1982, 1984a y 1984b.

79. Sauri Pujos, 1988. Quizás el último estudio sea, por ahora, el de Campos Romero, M.L., 1992; 12-24; bibliografía, 185-87).

80. Ejemplo: un riesgo geológico. no sísmico, es el de los deslizamientos de ladera (Iandslide) y otro, distinto, el desprendimiento de rocas (rockfa//). Pues bien, en una, muy incompleta, lista de catástrofes naturales de España, leemos: "Deslizamientos. 1874. Azagra. Destrucción del pueblo. 100 víctimas" (Llorente Gómez; 87. Por cierto, copiada por Campos Romero, 1992; 20, quien dice "Elaboración propia"). A esto decimos: el suceso de Azagra no fue deslizamiento sino desprendimiento y se produjeron dos (dato ignorado, de enorme interés, por su repetición): uno, eI1-VII-1856, con 11 muertos; otro, el 21-VII-1874, con 87 muertos. Tampoco se destruyó el pueblo, sino unas casas sobre las que cayó el peñon. Sin embargo, se omiten los dos mayores deslizamientos en España en el siglo XIX; el de Puigcercós (Lleida) a partir del 13-1-1881, y el de Güevejar (Granada), a consecuencia del megasismo de 25-XII-1884. En ambos casos quedaron destruídos los pueblos, y se reconstruyeron en otro emplazamiento.

81. Vid. ,. La Geografía de las calamidades", anónimo, en Revista de Montes, XLIX, 1925; pp. 134-35 Etiam: Beltrán y Rózpide, R. 1928.

82. Udías-Mezcua, 1986; 211. Etiam: Van Essche, 1984. Cursivas nuestras.

83. Andrés-EspejoIbargüen, 1986.

84. Ibargüen Soler, 1986.

85. Sobre el tema: Bubnov et al . 1970; Oliveira, 1984; Marcellini et al. , 1991.

86. Severit, 1933.

87. Cacabelos, 1987.

88. Piolle, 1968.

89. Por ejemplo: Kircher, 1665; Zahn, 1696.

90. Bonito, M, 1691.

91. Mendonça, 1758.

92. Perrey, A. Es imposible relacionar toda su bibliografía sísmica. Sus catálogos anuales mundiales abarcan del año 1843 al 1871, sin interrupción. Entre sus obras de historia sísmica citamos aquí: 1844, 1847a y 1847b.

93. López Marinas, 1985a.

94. García Yagüe, 1966; 14. Etiam: García Yagüe, 1963. Valverde Martínez, 1989,

95. García Yagüe, 1966; 15.

96. Payo Subiza, 1977; p. 5.

97. Martín Martín, 1983a; 1; 1.

98. Udías-Muñoz. 1985; 35. Cursivas nuestras.

99. López Marinas, 1985b; 333.

100. Ibídem; 334.

101. Marques de Carvalho, 1987; 1.

102. Citamos con gusto al doctor Riera Melis, catedrático de Historia medieval en la Universidad de Barcelona, con sus estudios sobre los sismos pirenaicos de los siglos XIV y XV: Riera, 1988; Olivera-Riera-Banda, 1992; Olivera-Riera-Roca, 1992. También el profesor de la Sorbona, Vincent, 1974, pero se ha documentado tan sólo en el catálogo de Galbis (op. cit. 50), tomando sus errores, y sin hacer ninguna investigación propia.

103. Riera Melis, trabajos citados en (102). Sobre archivos, vid. Heredia Herrera, 1987; Heredia 1988; Vera, 1988; Catalan, 1991.

104. Rodríguez de la Torre, n° 7.

105. Rodríguez de la Torre, n° 11.

106. Rodríguez de la Torre, n° 15.

107. Rodríguez de la Torre, n° 31.

108. Rodríguez de la Torre, n° 32; en colaboración con la doctora Albini.

109. Postoischl. 1985.

110. Castelli-Stucchi-Moriani, 1989.

111. Ambraseys, 1984; p. 152.

112. Alexandre, 1991.

113. Modélico es el estudio de Ferrari-Marmo, 1985.

114. Vid. López Marinas, 1982; Guidoboni, 1985.

115. Op. cit. (27); 22.

116. Vid. Davison, 1899; Everneden, 1972, 1975; Guidoboni, 1987; Ferrari, 1988: Marques de Carvalho-Albergaria de Sousa, 1988; Muñoz-Udías, 1988; Oliveira, 1988; C.H.E.E., 1989; Oliveira-Sousa, 1989; Raccichini et al. 1989; Albini, 1991; Mrabet, 1991. Estos 13 autores citados son todos geofísicos.

117. Wilsdorf-Schmid, 1981.

118. Oeber, 1992.

119. Rey Pastor, 1924; Due Rojo, 1945; Ordaz, 1979; Soto Lanuza, 1982; Udías, 1985.

120. Capel, 1980.

121. Reid, 1910.

122. Corresponde a una parte sustancial (vols 11, III Y IV: 1731 pp.) de mi tesis doctoral: Rodríguez de la Torre, n? 2. Un estudio de los resultados en: Rodríguez de la Torre, nº 15.

123. Munuera, 1963.

124. Mezcua-Martínez Solares, 1983.

125. O.O.S.O.P., 1986.

126. Mezcua, 1982.

127. Stucchi, 1988. El doctor Stucchi fue nombrado coordinador del "CEC Project". Trabaja en el Gruppo Terremoti del Istituto della Geofisica per la Litosfera, de Milán, del Consiglio Nazionale delle Ricerche (C.N.R.).

128. Stucchi, 1988; 333.

129. Ibídem; 335.

130. Albini, 1991.

131. 5 de Italia, 4 Francia, 3 de España, 3 de Portugal, 2 de Austria, y 1 del Reino Unido, de Bélgica y de Grecia. Los españoles eran M. González (Catedrático de Historia medieval de la Universidad de Sevilla), A. López Arroyo Oefe del área de Geofisica dell.G.N.) y A. Roca (sismólogo del Servei Geológic de Catalunya).

132. Rodríguez de la Torre, núms. 31 y 32.

133. Rodríguez de la Torre, nº 27.

134. Moreira-Cruz, 1990.

135. Magdaleno, 1951.

136. Rodríguez de la Torre, núms 19 y 29.

137. Rrodríguez de la Torre, núms 18, 20 Y 21.

138. Op. cit. (109).

139. Rodríguez de la Torre, nº 32.

140. Rodríguez de la Torre, Nº 24.

141. Por ejemplo, la ley italiana de 19-IV-1990, sobre catalogación e inventario de bienes culturales, incluye entre éstos: "tutti quei beni che constituiscono une rilevante testimonianza della storia della civilta e de la cultura", entre los que se encuentran los instrumentos científicos (y, por supuesto sísmicos) históricos. Vid. Ferrari, 1990; 20.

142. Vid. Inglada Ors, 1925; Levret, 1988; Magri et al. 1988; Martínez Guevara- Fernández Navarro-Soto, 1989; Mrabet, 1991; Eisinger et al. 1992.

143. Rodríguez de la Torre, nº 3.

144. Guillén, 1956.

145. Rodríguez de la Torre, núms. 4, 6, 8 Y 14.

146. Martínez Solares-López Arroyo-Mezcua, 1979; 305.

147. Barata et al., 1988. Runa-Freire, 1990.

148. "... Lo escrito es poco más que un catálogo de problemas por resolver. Aprendí, sin embargo, en un lejanísimo curso de doctorado impartido por el Dr. Vila Valentí lo sugerente que puede ser el tratar de articular los problemas y crear la armadura teórica para después afrontarlos" (Celvo García-Tornel; 1984a; 129). Modestamente, eso hemos intentado hacer también nosotros.
 

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