ELÍAS TRABULSE, PREMIO INTERNACIONAL GEOCRÍTICA 2002

Horacio Capel


Al instituir el Premio Internacional de Geocrítica hemos querido contribuir a la valoración, la difusión y el conocimiento de la obra de investigadores distinguidos en el campo de las ciencias sociales a escala internacional, pero poniendo especial atención a los de nuestro ámbito cultural, hispano, ibérico, hispanoamericano e iberoamericano.

Es un honor que el primer Premio Internacional de Geocrítica haya honrado al profesor Elías Trabulse. El jurado internacional que ha concedido el premio lo ha hecho, tal como se señala en el acta, en reconocimiento de su labor investigadora en el campo de la historia de la ciencia y, en particular, de la historia de la geografía mexicana.

En el sitio web de Geocrítica hemos publicado una extensa valoración realizada de la obra científica del profesor Trabulse, así como su curriculum vitae. En éste puede verse que ha publicado 44 libros, 103 artículos científicos, 12 ediciones críticas, 8 reseñas bibliográficas, una docena de dictámenes. Eso ya es de por sí impresionante. Pero mucho más lo es la calidad de su investigación.

La obra de Elías Trabulse destaca hoy como una de las más señaladas en el panorama de la historia de la ciencia, en general, y de la historia de la ciencia iberoamericana, en particular. Su aportación se caracteriza por un claro talante interdisciplinario y por una decidida voluntad de situar críticamente las aportaciones de la ciencia mexicana en el panorama de la ciencia internacional.

Las investigaciones del profesor Trabulse permiten afirmar de forma clara el valor de una tradición científica que forma parte de la historia de la ciencia y del pensamiento occidental, pero que ha sabido integrar de forma creativa aportaciones de la época prehispánica, en un diálogo que ha tenido múltiples ramificaciones.

Es químico de formación y realizó el doctorado en Historia en el Colegio de México, institución a la que se vinculó desde muy pronto y donde ha realizado lo esencial de su obra. Hemos querido premiar también a esta institución creada en relación con la emigración de intelectuales republicanos españoles tras la guerra civil y en la que se ha realizado una importante labor investigadora de carácter interdisciplinario.

Trabulse es uno de esos científicos que desde la práctica de una ciencia concreta ha derivado hacia la historia de la ciencia. El mismo Thomas Khun, cuya obra le influyó en sus primeros años, recorrió un camino semejante. Normalmente esos itinerarios son especialmente ricos. En general la atención rigurosa a un campo disciplinario por investigadores que proceden de otro permite descubrir nuevas perspectivas y produce fructíferas hibridaciones.

En el contexto en que el profesor Trabulse ha realizado su obra, la atención a la historia de la ciencia mexicana era inevitable, y a ella ha dedicado lo esencial de su labor investigadora. Gracias a él y a otros historiadores de la ciencia mexicanos y de los países iberoamericanos, así como de España y Portugal, hoy se ha recuperado una importante parcela de la ciencia mundial. De hecho, se ha advertido de que la historia de la ciencia escrita por otros especialistas dejaba fuera, por culpa nuestra, la historia de la ciencia hispana e iberoamericana. Las investigaciones de Trabulse y otros muchos están permitiendo reescribir la historia de la ciencia europea, a la que pertenece México desde el siglo XVI. Como están permitiendo integrar en la historia de la ciencia el rico acervo de la tradición indígena prehispana y las formas populares que se mantuvieron prácticamente hasta hoy.

Al mismo tiempo su aproximación ha ido prestando atención crecientemente a las ciencias y las técnicas de la organización y el gobierno del territorio, desde los mapas y la ingeniería a las construcciones ideológicas o intelectuales en general.

Su interés se extiende, desde el siglo XVI hasta el XIX y hasta hoy. Su manejo de fuentes nuevas y sus investigaciones sobre la ciencia en la época virreinal del reino de la Nueva España, de las interacciones entre las distintas ciencias y técnicas, entre ciencia y sociedad, la atención a las bases económicas del desarrollo científico y los efectos de éste sobre la economía han sido aportaciones destacadas de su esfuerzo investigador. Y lo ha hecho con el hábil e imaginativo manejo de nuevas fuentes, que ha sabido encontrar y valorar en los ricos archivos mexicanos. Elías Trabulse ha mostrado la existencia de comunidades científicas en la capital y en otras ciudades del reino de la Nueva España, y ha valorado figuras como Carlos de Sigüenza y Góngora, Sor Juana Inés de la Cruz, Francisco Xavier Gamboa, o, ya en el siglo XIX, José María Velasco y otros. Y ha sabido situarlos adecuadamente en el rico y variado panorama de la ciencia mundial.

También ha prestado sostenida atención a la historia de la geografía y la cartografía mexicana, desde las primeras obras geográficas sobre el Nuevo Mundo y las relaciones geográficas del XVI hasta la cartografía de la Ilustración. Su obra es esencial para los geógrafos, que encuentran en ella una tradición extraordinariamente rica y diversa, de gran valor científico y social.

Esa investigación histórica no tiene solo un valor académico y arqueológico. Posee también un gran valor para la sociedad actual. La conciencia de un rico pasado histórico contribuye al desarrollo científico, ya que permite sentirse inserto en una tradición y proporciona estímulos para diseñar nuevos programas de investigación. Es lo que probablemente quiso expresar aquella frase de Eugenio d'Ors que ha dado lugar a tantas interpretaciones: "lo que no es tradición es plagio".

Por otra parte, la labor editora y difusora de Trabulse a través de obras especializadas y otras de alcance más amplio contribuye de forma clara a un enriquecimiento de la perspectiva histórica, tanto de investigadores y universitarios como del público en general. Y ayuda a eliminar el complejo de inferioridad que a veces tienen los mexicanos -como otros pueblos hispanos- cuando olvidan que México tenía ya universidad en el siglo XVI, con latinistas que escribían diálogos erasmistas, imprentas donde se editaban las Pónticas de Ovidio, y oidores y obispos que se tomaban en muy serio a Tomás Moro y quisieron construir su utopía en la Nueva España; o cuando no valoran que a finales del siglo XVIII la ciudad de México era uno de lo grandes centros científicos del mundo, tal como reconoció el mismo Alejandro de Humboldt..

Como la entrega del Premio se hace en el marco de un Coloquio Internacional sobre el trabajo, tal vez deberíamos relacionar este galardón con los debates del Congreso. En ese sentido, creo que al valorar la obra de Trabulse no debemos poner énfasis en el esfuerzo que ha hecho durante toda su vida. Sin duda ha realizado un trabajo denodado y perseverante, pero lo mismo puede decirse de todos los trabajadores. Seguramente Elías Trabulse aceptará que es un trabajador, solo que, al contrario de lo que les ocurre a muchos, se dedica a un tipo especial de trabajo muy gratificante, el trabajo intelectual, creativo. Un trabajo que en el estado actual del desarrollo tecnológico es posible imaginar también para todos los trabajadores, con ayuda de esos esclavos mecánicos que son los autómatas y robots, cada vez más presentes en el sistema productivo y en nuestro entorno doméstico. Me parece que en relación con los problemas que se plantean hoy a los trabajadores, y que hemos discutido en el IV Coloquio de Geocrítica, hay otro aspecto que vale la pena destacar, a saber: Trabulse ha tenido el privilegio de tener el mismo trabajo durante muchos años, ha podido desarrollar su labor con continuidad, acumulando experiencia y conocimiento en todo ese tiempo. Frente al trabajo precario e inestable, frente a los cambios de empleo que se nos proponen como modelo por parte de los estrategas neoliberales, el caso de un investigador como Trabulse muestra la importancia del trabajo realizado con continuidad y con la posibilidad de realizar una labor creativa de carácter personal, en el marco de un trabajo colectivo de investigación científica.

Ese mismo es el rasgo del trabajo de otros muchos investigadores y creadores intelectuales. O la de los artistas, a los que también quiero aludir aquí, aunque solo sea para agradecer profundamente al pintor Albert Rafols Casamada, el mejor pintor actual de Cataluña por su finura, su elegancia y refinamiento, el haber diseñado la placa que honra a los premiados con el Premio Internacional de Geocrítica. También él es un trabajador intelectual infatigable, con perseverancia y continuidad, y cuyas aportaciones se extienden, más allá del campo de la pintura, también a la poesía, de lo que es un magnífico ejemplo su bello libro Signe d'Aire, hace poco publicado.

La obra de Elías Trabulse es una obra magistral, pero no está aislada en el panorama mexicano. Es uno de los más significados representantes de un amplio grupo de excelentes historiadores de la ciencia que han trabajado o trabajan en ese país. Entre los cuales, Enrique Beltrán, José Joaquín Izquierdo, Carlos Sanz de la Calzada, Roberto Moreno de los Arcos, Hira de Gortari o Juan Jose Saldaña; y entre los mas jóvenes, Alberto Saladino, Virginia González Claverán, Omar Moncada, Hector Mendoza, Graciela Zamudio o Ana Maria Carrillo, entre otros muchos más.

La celebración en julio de 2001 del XXI Congreso Internacional de Historia de la Ciencia en la ciudad de México, el primero que se ha realizado en un país hispanoamericano significó un claro reconocimiento a la madurez y la calidad de la investigación que efectúan los historiadores de la ciencia de ese país y de los países iberoamericanos en general, como lo es también el hecho de que en estos momentos sea un historiador de la ciencia mexicano, Juan José Saldaña, quien ostente la secretaría de la División de Historia de la Ciencia de la Unión Internacional de Historia y Filosofía de la Ciencia, la más importante asociación mundial sobre en este campo.

Al conceder a Elías Trabulse el Premio Internacional de Geocrítica 2002 valoramos el conjunto de la trayectoria intelectual de este investigador y su enfoque interdisciplinario que muestra continuamente las profundas imbricaciones que existen entre los distintos campos de las ciencias.
 

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