EXCEPCIONALISMO EN GEOGRAFIA

ESTUDIO INTRODUCTORIO: Horacio Capel

Schaefer y la nueva Geografía

La Geografía es una ciencia que, como tal, puede resultar muy poco satisfactoria y, desde luego no lo es en absoluto, si pensamos en la forma en que, en ocasiones, se practica en determinados países. Esta constatación, que ha atormentado a tantos profesionales de la Geografía, se encuentra en la base de toda una corriente de pensamiento que en los últimos quince o veinte años ha tratado de plantearse seriamente el lugar exacto que corresponde a la Geografía dentro del conjunto de la ciencia y de precisar el campo propio y específico de la investigación geográfica.

En el arranque de la nueva formulación teórica y epistemológica de esta corriente aparece en forma destacada el trabajo de Fred. K. Schaefer Excepcionalism in Geography, publicada en la revista "Annals of the Association of American Geographers" en 1953. El autor, profesor del Departamento de Geografía de la Universidad del Estado de Iowa, Estados Unidos, murió prematuramente, antes de ver incluso publicado su artículo.

En este trabajo Schaefer planteó con claridad y decisión la mayor parte de los problemas epistemológicos que las más destacadas figuras de la "nueva Geografía", han ido desarrollando posteriormente. En su importante obra Theoretical Geographyl el sueco Willian Bunge utilizó ampliamente las ideas del artículo, incluso usó manuscritos inéditos conservados en la "American Geographical Society" de Nueva York. Posteriormente otros muchos trabajos han ido desarrollando las ideas de Schaefer, y puede decirse sin exagerar que es en estos trabajos donde la escuela cuantitativista anglosajona y escandinava encuentra una parte de sus principios teóricos.

El propósito esencial de Schaefer es el de poner de relieve que la Geografía es una ciencia como las demás y que debe adoptar cuanto antes métodos verdaderamente científicos y originales. La expresión excepcionalismo, que se utiliza en el título del trabajo, la ideó Schaefer para designar la línea de pensamiento que atribuye a la Geografía un carácter singular entre las ciencias. Dicha posición hunde sus raíces en una obra temprana e inmadura de Kant, la Geografía física, redactada al parecer en 1756. Enella el filósofo, convertido en geógrafo por necesidades de la docencia, clasifica a la Geografía y a la Historia como ciencias particulares, distintas a las demás y considera que su objeto es la descripción de fenómenos que se dan juntos en el tiempo o en el espacio. Siglo y medio más tarde Hettner, influido por la escuela neokantiana, se apoyó en la autoridad de Kant para defender el carácter excepcional de la Geografía como ciencia al igual que él, consideró que la Historia y la Geografía eran excepcionales en el sentido de que ambas estudian fenómenos heterogéneos, que además son irrepetibles y únicos, bien en el tiempo o en el espacio. Lo característico de estas ciencias es que se enfrentan con el problema de explicar lo único y por consiguiente no pueden tratar de buscar leyes, ya que éstas no existen para lo único.

Es esta idea, que fue posteriormente recogida y defendida por Hartshorne, la que Schaefer ataca en su artículo, considerando que la renuncia a la búsqueda de leyes y la resignación a la simple "descripción" y "comprensión" de los fenómenos es lo que da a la Geografía su carácter no científico2.

La renuncia a la formulación de leyes se da sobre todo en la Geografía regional. Es a ésta a la que Hartshorne atribuye un carácter de estudio idiográfico, por su dedicación fundamental a describir las regiones a las que se consideran como casos únicos, que no pueden ser explicados mediante leyes. Para Schaefer el enfoque es erróneo, ya que si bien es cierto que las regiones son todas diferentes, también lo es que son distintas las piedras y, sin embargo, cabe aplicar a todas ellas la ley de la gravedad. Más aún. el hecho de que en algún caso la ley de la gravedad parezca no cumplirse, como sucede con los aviones, no es prueba de la falsedad de dicha ley. Lo que ocurre es que resulta necesario aplicar en cada caso leyes diversas que expliquen las variables esenciales del caso de que se trate.

Posteriormente la idea fue desarrollada por Bunge el cual piensa que Hartshorne, y con él muchos otros geógrafos, confunden lo único con lo individual. Las regiones pueden ser individuales, pero no únicas. Siguiendo el camino de Schaefer, el autor sueco insiste en que los fenómenos únicos no pueden ser explicados mediante leyes generales y que por ello la concepción de Hartshorne conduce a la realización de una geografía no científica.

Para Schaefer la Geografía está todavía en la fase juvenil de las clasificaciones, sin haber pasado a la fase adulta de la formulación de leyes. Muchos otros autores han puesto de relieve igualmente que la simple acumulación de hechos y la descripción de los mismos, aun aceptando que esto se realice objetivamente, no basta para dar a la Geografía un carácter científico. De todas formas, Bunge ha matizado la afirmación haciendo observar el carácter científico de la descripción geográfica por el hecho de que ésta es siempre altamente selectiva, escogiendo de entre la multitud de hechos que nos rodean aquéllos que se consideran significantes de acuerdo con un cuerpo más o menos formulado o explícito-- de teorías. Es la misma idea que luego ha desarrollado L. Curry,4 al recordar el carácter selectivo de la descripción geográfica y la condición de teorías implícitas y de cuasi-modelos que poseen todas las descripciones de relaciones y de procesos que realizan los geógrafos.

A pesar de todo, el carácter verdaderamente científico de una disciplina sólo aparece cuando se pasa de la simple descripción y clasificación de fenómenos a su consideración como ejemplos de leyes. Desde el punto de vista de la Geografía, las leyes que interesan son las que gobiernan la distribución espacial de ciertas características en la superficie terrestre, es decir, las que hacen referencia a la organización espacial. El olvido de esto por muchos geógrafos es comenta Schaefer lo que ha producido la tremenda confusión que existe acerca de la relación de la Geografía con las otras ciencias.

La actitud crítica ante la descripción geográfica tradicional y la preocupación por el establecimiento de leyes generales son ideas expresadas por Schaefer en 1953 y que hoy se encuentran ampliamente aceptadas. Sin embargo, desde entonces, se ha avanzado aún más. El gran paso que la "nueva Geografía" ha dado con respecto al trabajo de Schaefer, consiste en afirmar que en cierta manera el conocimiento de las leyes deberá preceder a la descripción de la realidad, ya que sólo de esta forma será posible orientarse en el aparente caos de la realidad. Como se dice en una frase de Sigwart, ampliamente repetida, y que podría considerarse uno de los lemas de la nueva Geografía: "Existe en la naturaleza más orden del que aparece a primera vista, pero ello no se descubre hasta que este orden es buscado" 6. La mayor parte de los trabajos de la nueva escuela parte de esta idea, la cual, por otra parte, había sido ya explícitamente formulada en 1933 por W. Christaller en el prólogo de su libro, que ha pasado a ser una especie de Biblia de la nueva Geografía. Christaller al plantearse el problema de explicar el tamaño, número y distribución de los núcleos urbanos y tratar de descubrir las leyes que los rigen rechaza la investigación geográfica tradicional. En lugar de ello trata de formular una teoría "con una validez completamente independiente de lo que la realidad aparenta, pero válida sólo por virtud de su lógica" esta teoría podría ser entonces "confrontada con la realidad... (para ver) en qué parte la realidad corresponde a la teoría, en qué parte es explicada por ella y en qué aspectos la realidad no corresponde con la teoría... Los hechos inexplicados, deberán ser entonces clasificados utilizando los métodos geográficos e históricos porque implican resistencias condicionadas por razones personales, históricas y naturales factores todos que causan desviaciones de la teoría. Estos hechos no tienen nada que ver con la teoría en sí, y no pueden ser esgrimidos como pruebas contra la validez de la teoría".' La idea es auténticamente revolucionaria y conduce a una revisión del método geográfico la cual de hecho constituye un auténtico giro copernicano: frente al método tradicional que primero describe los hechos y luego se preocupa de interpretarlos y comprenderlos, el nuevo método formula hipótesis y luego procura observar si los hechos se corresponden a la teoría establecida, comprobando de esta forma la validez de las hipótesis.

En la polémica tradicional que en ocasiones ha opuesto, dentro de nuestra disciplina, a la Geografía regional y sistemática, Schaefer toma partido decididamente señalando los defectos de este enfoque dualista que, desde luego, no constituye ningún carácter que dé originalidad a la ciencia geográfica. Para él la primera sólo tiene sentido cuando se aplican los principios de la Geografia sistemática al área en cuestión, ya que únicamente así es posible establecer leyes de valor general. La Geografía sistemática es la que formula las leyes que luego se aplican en el análisis regional. Desde luego, queda claro que estas leyes sólo podrán formularse a partir del análisis de cierto número de regiones y no del examen de una sola.

El valor principal del estudio regional, piensa Schaefer, es que permite la experimentación en Geografía. En realidad, la región es como el laboratorio en el que la validez de las leyes formuladas por el geógrafo sistemático ha de ser comprobada. Por ello, para que los estudios regionales sean fructíferos debe existir primero un cuerpo de leyes formuladas y unas hipótesis que verificar. Evidentemente, recuerda Schaefer, cada región será distinta, en el sentido de que se dará en ella una combinación particular de fenómenos y habrá que recurrir a leyes diferentes para explicarlas. En cualquier caso, Schaefer piensa que una región no es un todo distinto de sus partes, como algunos han podido sostener. Como se ve, es éste un enfoque muy diferente al que se ha dado tradicionalmente por muchos autores a los que, siguiendo singularmente las ideas de la escuela francesa de las años 1920-40, no es raro oír proclamar la necesidad del estudio regional como un trabajo completo por sí mismo realizado como una especie de culminación de la investigación geográfica.

En relación con esta crítica de la noción tradicional del estudio regional 8 está la oposición de Schaefer a otra idea que también es frecuentemente repetida por muchos geógrafos: la de que el geógrafo se enfrenta a una tarea mucho más compleja que la de otros científicos sociales al tener que "integrar" hechos "complejos" de tipo muy diverso, de carácter físico y humano. Como el geógrafo sólo tiene que tratar con variables espaciales, su tarea puede resultar, en realidad, mucho más sencilla que la de otros científicos sociales, como por ejemplo el sociólogo o antropólogo. En cierta manera, piensa Schaefer "el geógrafo proporciona sólo el marco para posteriores estudios de otros científicos sociales" y únicamente cuando el trabajo de éstos se ha realizado también, es cuando podrá conseguirse plenamente la comprensión de un área.

Lo que constituye la peculiaridad de la Geografía es que las leyes que le interesan, además de hacer referencia a la organización espacial, son esencialmente de tipo morfológico. "Las leyes estrictamente geográficas no tienen referencias al tiempo y al cambio", dice Schaefer. El análisis de los procesos que conducen a la situación presente cae fuera del campo de la Geografía, y para investigar éstos el geógrafo debe contar con la cooperación de otros científicos sociales 9. Más adelante, sin embargo, el mismo Schaefer se ve obligado a matizar esta grave afirmación cuando acepta la preocupación por las leyes de procesos dentro del campo geográfico. Al clasificar las leyes que interesan a la Geografía distingue tres tipos. En primer lugar las leyes que interesan a la Geografía física, que no son propiamente geográficas, sino tomadas de otras ciencias, en segundo lugar leyes humanas, que en parte son de interés común con la economía, como la teoría de la localización espacial, aunque la Geografía insistiría sobre todo en los aspectos morfológicos por último, las leyes de procesos que pertenecen a todo el campo de las ciencias sociales.

En cualquier caso, para que la Geografía tenga un carácter verdaderamente científico, las leyes que descubre y formula han de permitir realizar previ­siones. Al igual que otras muchas ideas de Schaefer, ésta ha sido también aceptada y repetida posteriormente por otros muchos autores, como es el caso de Bunge. 10

El problema de la predicción conduce a plantear desde una perspectiva inédita el viejo y debatido problema del determinismo". Schaefer señala que el determinismo geográfico no es más que una teoría científica que puede ser discutida, pero que el atacarlo no representa atacar también la idea, esencial para la ciencia, de la existencia de leyes de valor universal. También aquí el camino abierto al plantear así la cuestión ha sido decididamente seguido después por otros. Burton, en su conocido artículo sobre la "revolución cuantitativa",12 piensa que la reacción contra el determinismo únicamente sirvió para retrasar la llegada de la revolución cuantitativa y el establecimiento del carácter científico de la Geografía. Más recientemente, W.KD. Davies 13 sostiene igualmente que la escuela posibilista francesa significó un grave retroceso desde el punto de vista científico frente a la corriente determinista de fines del siglo XIX, que tiene sus raíces en la obra de Darwin. Según dicho autor el determinismo intentó "expresar sus conclusiones como leyes, conectadas deductivamente dentro de un cuerpo de teorías, al tiempo que se insistía en la importancia de las generalizaciones". Para Davies, el posibilismo de la escuela francesa, con su insistencia en la libertad individual humana condujo inevitablemente a la consideración de casos únicos e irrepetibles y a la insistencia equivocada en la descripción regional, a partir de la cual es imposible establecer leyes generales. Independientemente de lo que se piense de estas ideas debe reconocerse su extraordinario valor como saludable revisión de conceptos que entre nosotros habían pasado a estar firmemente aceptados.

La capacidad de predecir es lo que, según Burton, constituye la prueba decisiva que demuestra la validez de cualquier teoría' geográfica14 .Pero está claro que estas predicciones no podrán ser absolutas, pues como Davies ha señalado, en un momento en que la física moderna ha descubierto el principio de indeterminación no puede pretenderse que la Geografía realice unas predicciones que otras ciencias han abandonado. La Geografía se ve obligada a introducir, como otras ciencias, el azar, y naturalmente, a tener en cuenta lo que tanto preocupó a los posibilistas: la capacidad humana para tomar a un nivel individual una decisión que es totalmente imprevisible. La ciencia moderna permite hoy introducir y aceptar el azar a nivel individual o de detalle y al mismo tiempo reconocer unas probabilidades a nivel colectivo o de conjunto. De aquí que cada vez más la nueva Geografía sustituya los modelos deterministas por los modelos estocásticos en los que se introduce lo aleatorio y en los que la probabilidad desempeña un papel fundamental. 15

Se comprende fácilmente que la exigencia por el nivel científico de la Geografía conduzca de forma ineludible al aumento de la cuantificación y a la matematización creciente de la disciplina 16. El camino, desde el punto de vista teórico, se encuentra también señalado en el artículo de Schaefer, el cual piensa que la Geografía se encuentra relativamente bien situada, respecto a las otras ciencias sociales, para adquirir fácilmente este nivel científico, debido al carácter de los objetos que estudia y a los métodos que puede utilizar. Esta matematización creciente que no significa simplemente una mayor utilización del cálculo, sino, sobre todo, el empleo de modelos matemáticos refinados y el uso de razonamientos lógicos, constituye la base de lo que Burton ha llamado la revolución cuantitativa, iniciada en la década de los cincuenta, que culmina entre 1957 y 1960, y según él totalmente realizada ya en 1963, año en que escribió su artículo. La afirmación quizás sea cierta para los países anglosajones, pero evidentemente no lo es para otros países europeos, como Francia, donde aun hoy pueden oírse encendidas discusiones sobre la necesidad de seguir este camino 17. Sin embargo, aun sin negar la justeza de algunas de las críticas, debe reconocerse que éstas han sido realizadas en su mayor parte por geógrafos que no dominan los instrumentos precisos para el análisis cuantitativo. Frente a estas críticas aumenta cada vez más el número de los geógrafos que piensan que "la cuantificación debe llegar a ser un instrumento privilegiado en toda investigación geográfica". El autor de esta frase, J. B. Racine 18, un geógrafo formado en los métodos tradicionales y convertido al cuantitativismo, piensa que "la formulación cuantitativa es la única que permite utilizar plenamente los recursos de la teoría del análisis de los sistemas y, por consiguiente, del ordenador, que es en sí mismo un sistema", y que además, "el método cuantitativo es el único que permite descubrir las relaciones que escapan a la observación empírica de manera tal que sea posible verificar su fiabilidad". Líneas atrás nos referíamos a la actitud crítica, que aparece ya en Schaefer, ante la descripción tradicional. La nueva descripción, conscientemente selectiva, se basa fundamentalmente en el empleo de modelos a través de los cuales se presentan de forma generalizada las relaciones o características consideradas significativas de la realidad que se intentó describir 19. Pues bien, hoy se acepta ampliamente que son precisamente la cuantificación y el lenguaje matemático los mejores medios para expresar los modelos y las generalizaciones, puesto que sólo así se podrán evitar las imprecisiones y las contradicciones de una exposición literaria o verbalizada. Algunos van todavía más lejos y consideran que las técnicas cuantitativas -por ejemplo, el uso de la estadística matemática- permiten superar el viejo problema de la falta de experimentación en geografía, sustituyéndola por el tratamiento estadístico de las observaciones 20. Aunque todavía no plenamente aceptada, la cuantificación de nuestra disciplina ha avanzado considerablemente desde los días en que se editaba el trabajo pionero de Schaefer. La Geografía científica, cuantitativa y teórica que deseó encuentra cada vez más partidarios. Esperemos que la publicación de este trabajo contribuya a popularizar sus ideas entre los geógrafos hispanos.

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Con la publicación del presente trabajo el Departamento de Geografía de la Universidad de Barcelona se propone iniciar una serie de publicaciones de obras esenciales en el pensamiento geográfico, para hacerlas así asequibles a nuestros estudiantes. Nuestra atención se dirigirá fundamentalmente a las realizaciones de escuelas geográficas hasta ahora poco conocidas en España (la inglesa y norteamericana, la escandinava, la alemana, la rusa, la polaca) procurando así contrapesar la unilateral influencia que la escuela francesa ha tenido tradicionalmente en nuestro país.

Sólo nos resta agradecer al profesor Nystron, secretario de la "Association of American Geographers" el permiso. que amablemente ha concedido al Departamento de Geografía de la Universidad de Barcelona y a las Ediciones de la misma Universidad para la traducción y reproducción del trabajo de Schaefer, publicado originariamente en el vol. 43, año 1953, de los "Annals".

HORACIO CAPEL