Scripta Nova.
 Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales.
Universidad de Barcelona [ISSN 1138-9788] 
Nº 14, 1 de enero de 1998

EL CONTROL DE LAS PLAGAS DE LANGOSTA EN ESPAÑA EN LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XX. EL INGENIERO AGRONOMO JOSE CRUZ LAPAZARAN Y LA PLAGA EN ARAGON.

Antonio Buj Buj



El control de las plagas de langosta en España en la primera mitad del siglo XX.  El ingeniero agrónomo José Cruz Lapazarán y la plaga en Aragón (Resumen)

Algunas especies de langosta son capaces de multiplicarse enormemente, llegando a formar enjambres destructivos que cubren grandes distancias. Una de las especies más dañinas es el Dociostaurus maroccanus, endémica en la península Ibérica. Uno de sus lugares de reproducción está situado en la comarca aragonesa de Los Monegros, lugar en el cual el ingeniero agrónomo José Cruz Lapazarán llevó a cabo importantes trabajos para luchar contra ese insecto y poder controlar su plaga en la primera mitad del siglo XX.

Palabras Clave: José Cruz Lapazarán, España, Aragón, Los Monegros, plagas de langosta, Dociostaurus maroccanus, siglo XX.

The locust plague control in Spain in the first half of XXth Century.  The agronomist José Cruz Lapazarán and the plague in Aragon (Abstract)

Some species of locust are able to reproduce so highly that they cover very large areas with their destroying swarms. One of the most harmful species is the Dociostaurus maroccanus, endemical in the Iberian Peninsula. One of its reproduction sites can be found in the Aragonese region called Los Monegros, place where the agronomist José Cruz Lapazarán carried out important works to fight against this insect in the first half of the XXth century, in order to have the pest under control.

Key words: José Cruz Lapazarán, Spain, Aragon, Los Monegros, locust plague, Dociostaurus maroccanus, XXth Century.


Esta ponencia, presentada en el XIXth International Congress of History of Science, celebrado en Zaragoza (España) entre el 22 y el 29 de agosto de 1993, forma parte de un trabajo más amplio que sobre los riesgos agrícolas se está desarrollando dentro del Departamento de Geografía Humana de la Universidad de Barcelona(1).

Para entender el significado científico-técnico de la obra del ingeniero José Cruz Lapazarán Beristáin en la provincia de Zaragoza durante la tercera década de la presente centuria es necesaria una introducción general de ciertos aspectos geográficos, biológicos y organizativos de la lucha contra la langosta, tarea que pasamos a desarrollar a continuación.

Algunas especies de langosta, un insecto de la familia Acrididae, son capaces de multiplicarse enormemente, llegando a formar enjambres destructivos que cubren grandes distancias. Se han controlado algunos de más de 200 kilómetros, con miles de millones de insectos. Hay un gran número de especies dañinas, extendidas por los cinco continentes. Entre las más importantes se encuentran la Schistocerca gregaria, la Locusta migratoria, la Nomadacris septemfasciata y la Dociostaurus maroccanus. Esta última es endémica en la península Ibérica. El continente más afectado es Africa que además padece las especies más dañinas. Le siguen América, Asia, Australia y Europa.

Dentro de este último continente, España ocupa una posición especialmente negativa respecto a esta calamidad natural. En la península Ibérica existen varias zonas de reserva de la langosta Dociostaurus, es decir, las regiones donde se reproducen y desde donde se puede originar la plaga. Una de esas zonas de reserva es la comarca de Los Monegros, entre Zaragoza y Huesca. Las otras dos zonas importantes son La Serena, en la provincia de Badajoz, y el Valle de Alcudia, en la de Ciudad Real. Por otro lado, la zona de invasión del Dociostaurus ocupa casi toda la península.

El ciclo biológico del Dociostaurus empieza cuando las hembras hacen las puestas hincando el abdomen en tierra, donde quedan los huevos envueltos y protegidos por una substancia mucosa, formando el canuto; cada hembra pone más de cien huevos, repartidos en varios canutos. Tal como señalaron los ingenieros agrónomos José del Cañizo y Víctor Moreno, "si la hembra de una pareja de langostas pone 120 huevecillos, para que la población no aumente al año siguiente, 118 de ellos, o de los insectos a que dan lugar, han de perecer antes de la puesta. Pero si en vez de sólo dos langostas adultas sobreviven 4, 6, 8, 10 ó 50, entonces el número de langostas al otro año habrá aumentado 2, 3, 4, 5 ó 25 veces, respectivamente"(2). Durante el verano las langostas no avivan por falta de humedad y en invierno a falta de calor, por lo que no nacen hasta la primavera. Durante esta estación, si las condiciones atmosféricas y la temperatura son favorables, se desarrollan los huevos puestos en otoño y nacen las larvas. Éstas tienen el tamaño de un grano de centeno y son de color blanquecino pero poco más tarde se tornan oscuras; en esta fase reciben el nombre de mosquito por su semejanza con este insecto, aunque carecen de alas. Después, en sucesivas mudas pasa a los estados de mosca, saltón y langosta verdadera. Desde su primera fase forman rodales, cada vez más grandes al reunirse con sus inmediatos, y a medida que van devorando la vegetación tienden a concentrarse en busca de alimento. En su fase voladora emigran a largas distancias. En esta última etapa de su ciclo la langosta es un animal temible, básicamente por la dificultad de evitar sus invasiones y por la facilidad con que se desplaza. Después de un periodo variable, entre cuarenta y noventa días, durante el cual tiene lugar la fecundación y puesta de los huevos, mueren los individuos adultos; es el momento en que la langosta vuelve a empezar otra vez todo su ciclo biológico.

Durante la segunda mitad del siglo XIX, la plaga de langosta pudo ser relativamente controlada en nuestro país. Las plagas siguieron produciéndose, como lo demuestra el título de esta ponencia, pero la calificación de la misma como calamidad pública por una real orden de febrero de 1860, o las actuaciones tanto legislativas como organizativas atajaron, en parte, un problema secular en la sociedad española. Ese control pudo llevarse a cabo gracias a la creación del cuerpo de ingenieros agrónomos, a mediados del siglo XIX, al que se le encomendó los trabajos contra las plagas, y también a la formulación de una ley específica en 1879, la Ley de extinción de la langosta. Esta fue sustituida en 1908 por la Ley de plagas del campo, culminación de ese proceso organizativo por parte del Estado.

La resolución efectiva del problema de las plagas de langosta, sin embargo, no fue posible hasta que no se descubrieron las claves científicas del fenómeno. Esto tuvo lugar en la tercera década de nuestra centuria de la mano del entomólogo ruso Boris Petrovich Uvarov, padre de lo que en la ciencia anglosajona se denominó acridology(3).

En España, en la primera mitad del siglo XX se presentaron varias plagas de langosta. La más grave fue la de 1922-1923, con 250.000 hectáreas infestadas de canuto. Una de las comarcas con problemas fue la de Los Monegros. Las tareas de control fueron llevadas a cabo por el ingeniero agrónomo José Cruz Lapazarán (Azcoitia, Guipúzcoa, 1879-Madrid, 1975) desde el Servicio agronómico de Zaragoza. Sus investigaciones y trabajos con motivo de la plaga de ese bienio fueron muy significativos y sirvieron de guía para sus compañeros del Cuerpo, siendo citados, entre otros, por Boris P. Uvarov.

En sus primeros años de vida profesional, Lapazarán se centró en otras plagas y riesgos naturales para la agricultura zaragozana, entre ellos el pedrisco, la sequía, las heladas, o las plagas de la viña, sobre los que realizó interesantes aportaciones. Como colofón de esa primera etapa profesional, Lapazarán apuntaba que los males de la agricultura tenían gran parte de remedio en la asociación, y en el caso de la defensa contra las plagas se hacía indispensable pues no podía tolerarse que la incuria de unos pocos perjudicase a la mayoría. De este modo escribía que tener un alfalfar con cuscuta, un sembrado con tizón o una plantación de frutales con arañuelo, era mantener un foco de infección perjudicial a la colectividad, "y lo mismo que no deben existir contemplaciones con casa donde el tifus o el cólera se presentaron, para salvaguardia de la salud pública, así en el campo la higiene de los cultivos debe ser colectiva"(4).

Lapazarán, siendo individuo de formación técnica, manifestó una gran sensibilidad colectiva, interesándose de manera especial por la ciencia. En sus trabajos demostró conocer las obras de Bartolomé Jiménez Patón y de Juan de Quiñones, que escribieron sobre la langosta a principios del siglo XVII, y las de Ignacio de Asso y Guillermo Bowles, asimismo importantes tratadistas sobre el tema en la España ilustrada. Pero no sólo de los antiguos nutrió el zurrón de su saber. Las técnicas más modernas para luchar contra la langosta, como los lanzallamas, la lucha química, base de los insecticidas, o la biológica, que intentaba propagar hongos y parásitos entre las langostas, fueron conocidas por Lapazarán hacia 1920. Igualmente los trabajos de los más importantes entomólogos que trabajaron sobre la langosta, entre los que figuraban el ya mencionado Uvarov, el francés Paul Vayssière, el alemán H. Bücher y el italiano Enrico Pantanelli, eran conocidos por nuestro ingeniero. De este modo, no es de extrañar que formase parte, entre otras sociedades científicas, de la Academia de Ciencias Exactas, Físico-Químicas y Naturales de Zaragoza, de la Sociedad Ibérica de Ciencias Naturales y de la Sociedad Entomológica de España.

1922 fue un año de recrudecimiento de la plaga en España. El semanario El Progreso Agrícola y Pecuario de Madrid inició una ronda de colaboraciones de los ingenieros de las provincias afectadas, entre los que figuró Lapazarán. En uno de sus artículos éste insistía acertadamente en el carácter internacional del problema; en todas las naciones poseedoras de grandes extensiones de terreno y sometidas a climas avaros en lluvias, escribía Lapazarán, la langosta existía como algo innato. Extensiones inmensas de tierras donde no se columbraba ser viviente, distancias enormes a las poblaciones más cercanas, carencia total de agua, falta de vías de comunicación y transporte, todo cooperaba a aumentar las dificultades de los trabajos de extinción. Por todo ello deducía que "la destrucción de la langosta, como especie zoológica, era prácticamente imposible, debiendo ser la actuación mucho más modesta, es decir, dedicar los esfuerzos a defender los cultivos contra las depredaciones del insecto"(5).

Ante la gravedad del problema, el 9 de setiembre de 1922 el Comisario regio de Fomento, Juan Fabiani Díaz de Cabria, y José Cruz Lapazarán, presidieron una asamblea provincial de agricultores zaragozanos en la que afirmaron que la intensidad de la misma tenía todas las características de calamidad pública. La superficie de tierras infestadas con germen de langosta afectaba a más de ocho mil hectáreas, repartidas en 31 municipios, como podemos ver en el cuadro I. Por término medio, cada metro cuadrado contenía hasta cien canutos, lo cual suponía un millón por hectárea. Ante esa angustiosa realidad, Lapazarán proponía a su auditorio pasar rápidamente a la acción. Los trabajos generales de saneamiento, basados en la roturación de las tierras con infesto, empezaron a finales de agosto de 1922. Los gastos de esta campaña ascendieron en la provincia a más de medio millón de pesetas. CUADRO I Hectáreas de tierras infestadas con germen de langosta (Zaragoza/otoño 1922).
 
Términos municipales Montes públicos Fincas de prop. privada Cabañeras Varios
Alborge 3 - -
Alfajarín  59,43 142,93 38,60 -
Alforque 2 - - -
Bárboles - 157 - -
Bujaraloz 8 17,14 - -
Cadrete - 6,50 - -
Caspe 43 - - -
Cuarte 6 27 - -
El Burgo de Ebro - 2,50 - -
Farlete 18 138 - -
Fuentes de Ebro 583 514 - -
Gelsa 15,44 - - -
Grisén - 0,14 - -
La Almolda 52,68 34,26 0,71 -
Leciñena 250 200 - -
Mediana de Aragón 74,69 9,83 - -
Monegrillo 104 19 - -
Osera de Ebro - 9 - -
Perdiguera - 208 8,50 -
Pina de Ebro 69,25 122,50 8 -
Pinseque 139,69 139,68 - -
Puebla de Albortón 5,71 4,27 - -
Puebla de Alfindén 175 - - -
Quinto 150 50 - -
Ricla 57 - - -
Rodén 7 36,48 - -
San Mateo de Gallego 30,88 66,69 - -
Sástago 24 - - -
Utebo - 45,86 - 10
Villafranca de Ebro - 26,50 - -
Villanueva de Gállego 1.050,91 50,13 - -
Zaragoza 789,71 1949,53 - -
Zuera 220,80 - - -
Totales 3.926,19 3.985,94 55,81 10
         
Fuente: José Cruz Lapazarán: La plaga de la langosta en la región aragonesa, Zaragoza,
Imprenta del Hospicio Provincial, 1925, págs. 14-15. Elaboración propia.

A pesar de los esfuerzos realizados, entre un 14 y un 16 por ciento de la superficie infestada no pudo ser saneada. Durante la primavera la langosta avivó en los municipios de Zaragoza, Quinto, Fuentes de Ebro, Rodén, Mediana, Pina y Villafranca de Ebro. Durante el mes de abril de 1923, momento de auge de la campaña, se organizaron 83 brigadas, de ocho individuos cada una con un arado Brabant o Rud Sack para zanjas. Los sistemas de destrucción empleados fueron los de zanjas y hojas de enterramiento mediante arados y surcos limpios a azada, buitrones y similares, quema con esparto y trochas de zinc. También se utilizó la gasolina, con lanzallamas y regaderas, e insecticidas de acción externa e interna de arseniato de sosa. Para finalizar, Lapazarán presentaba la cuenta de gastos (material y personal) para la campaña de primavera de 1923 (cuadro II).

  CUADRO II
 
 Valor de 7.195 cajas de gasolina 215.850  ptas.
 4.000 litros de insecticidas de acción externa 8.200
Importe de insecticidas de acción 3.275
55.000 metros de trocha de zinc 110.000
30.000 garfios de hierro 15.000
110 lanzallamas 33.000 
300 regaderas 3.600 
20 sulfatadores 1.600
 80 buitrones  1.600
Varios: cuerdas, alambres, mazos, alquitrán 2.200
 Total 394.325
Pago de brigadas, del crédito extraordinario 
de la Diputación 
180.000
Importe de carros con yuntas, prestación vecinal (transportes) 11.250
Prestación vecinal en varios términos municipales y cooperación de colindantes 43.325
Total 234.575
TOTAL GASTADO  628.900 

Por otro lado, las aportaciones para hacerse cargo de la cuenta anterior fueron las siguientes:
 
 
Estado  107.250
Diputación (crédito extraordinario) 260.000 
Consejo provincial de Fomento  101.515
Particulares de Zaragoza 18.270
Canal Imperial de Aragón 6.000 
Entidades agrarias e industriales  35.000
Ayuntamientos y particulares de varios municipios 22.590
Prestación vecinal general 54.575
Varias organizaciones 23.700
TOTAL APORTACIONES 628.900
Fuente: José Cruz Lapazarán: Ibídem, págs. 30-31. Elaboración propia.

La realización de los trabajos de extinción en Zaragoza, desde agosto de 1922 a junio de 1923, señalaba José Cruz Lapazarán, permitían abrigar la esperanza de que, con la campaña del año siguiente, la plaga quedase reducida a límites sin importancia, librando a la provincia de "la constante zozobra y continuo malestar proporcionado por ese azote de los campos".

Para concluir, desearía señalar que los riesgos de la naturaleza conducen a los desastres, con o sin incidencia agrícola, cuando una comunidad está mal preparada, no tiene o no utiliza con efectividad los adecuados signos de alarma y no puede movilizar eficazmente los recursos disponibles para su recuperación. De este modo, puede decirse que los desastres agrícolas, entre ellos las plagas de langosta, son el resultado de una insuficiente planificación del territorio o de la falta de medidas preventivas. Las plagas de langostas pasan a constituir, por tanto, un fenómeno marcadamente social; su origen y desarrollo dependen de la sociedad en la que tienen lugar. Su incidencia será diferente en una u otra, dependiendo de si cuenta o no con los adecuados recursos humanos y materiales para su combate.

Las plagas de langosta han sido responsables históricamente de graves problemas alimentarios. Desgraciadamente siguen teniendo actualidad, como lo indica las noticias que nos llegan de recientes plagas en Africa. Esto nos demuestra, una vez más, la estrecha relación entre desarrollo y control de los riesgos naturales. Su incidencia está subordinada a los recursos técnicos y científicos, pero también a los conocimientos históricos y geográficos acumulados.

En ese sentido, la obra del ingeniero agrónomo José Cruz Lapazarán fue significativa, destacando por tener una visión global e integradora del problema, al conjugar sus más variados aspectos, desde los históricos hasta los biológicos, pasando por los técnicos y los organizativos. Esa multidisciplinariedad hizo de José Cruz Lapazarán un testigo ejemplar y un aventajado a la hora de luchar contra la langosta en la España de la primera mitad de la presente centuria. La figura de Lapazarán no estuvo aislada, y aunque éste cesó en sus tareas de control hacia 1925, otros ingenieros tomaron el testigo y en la década siguiente realizaron interesantes aportaciones en este campo del saber.

 Notas

1. El trabajo está dirigido por el profesor Horacio Capel. Para una primera aproximación al mismo véase, Antonio Buj: "Control de las plagas de langosta y modernización agrícola en la España de la segunda mitad del siglo XIX", Geo Crítica, Universidad de Barcelona, nº 95, julio 1992, 67 págs.

2. José del Cañizo y Víctor Moreno: "Ideas actuales sobre las plagas de langosta", Servicio de Lucha contra la Langosta, Madrid, Dirección General de Agricultura, Sección de Plagas del Campo y Fitopatología, nº 3, 1940, pág. 8.

3. Las obras fundamentales de Uvarov fueron: "A revision of the genus Locusta, L.(=Pachytylus, Fieb.), with a new theory as to the periodicity and migrations of locusts", Bulletin of Entomological Research, vol. 12, 1921, págs. 135-163; Locusts and grasshoppers. A handbook for their study and control, Londres, The Imperial Bureau of Entomology, 1928, XIII-352 págs. (1ª ed. en ruso: Moscú, Khlopkovogo Delo, 1927, 306 págs.).

4. José Cruz Lapazarán: Divulgación sobre enfermedades de las plantas cultivadas. Conferencias dadas por el ingeniero agrónomo Sr. ___en la provincia de Zaragoza. Año 1916, Consejo Provincial de Fomento, Zaragoza, Tipografía del Hospicio Provincial, 1916, pág. 148.

5. El Progreso Agrícola y Pecuario, nº 1240, 31 marzo 1922, pág. 177. La cursiva es del original.


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