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Scripta Nova 
Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales.  
Universidad de Barcelona [ISSN 1138-9788] 
Nº 2, 1 de abril de 1997. 
ILDEFONSO CERDÀ Y EL DESARROLLO DEL GAS EN BARCELONA

Mercedes Arroyo
Universidad de Barcelona



Ildefonso Cerdà y el desarrollo del gas en Barcelona (Resumen)

Este artículo explica las hasta ahora escasamente conocidas actuaciones del Ingeniero de Caminos Ildefonso Cerdà en la instalación del gas en Barcelona.  Desde su puesto como concejal primero y como síndico más tarde en el ayuntamiento de Barcelona y por su amistad con el promotor francés Charles Lebon, Cerdà tuvo oportunidad de marcar algunas políticas administrativas tendentes a evitar el monopolio sobre un proceso unitario de producción, distribución y consumo de un artículo, el gas, que pronto mostró sus cualidades para modificar el tejido industrial y la estructura.comercial de la ciudad.

En el artículo se muestra, también, el corporativismo profesional y la competencia entre los Ingenieros de Caminos y las nuevas promociones de Ingenieros Industriales, a quienes, por la juventud de la nueva disciplina académica, se intentó mantener al margen de la instalación del gas.  Sin embargo, y como ocurría ya en otros países europeos, finalmente fueron los Ingenieros Industriales quienes fueron adquiriendo los conocimientos necesarios para influir de manera decisiva sobre el desarrollo de la nueva industria.

Palabras clave: alumbrado público, Barcelona, Cerdà, Ildefonso, Gas Municipal de Barcelona, geografía histórica, geografía urbana, Gil Serra, industria del gas, La Catalana, municipalización de servicios urbanos, redes, servicios urbanos.



Ildefonso Cerdà and the development of gas in Barcelona (Abstract)

This paper explains the scarcely known interventions of the Bridges and Roads Engineer Ildefonso Cerdà in the
installation of gas networks in Barcelona.  From his position, first, as councilman and afterwards as syndic in the Town Council  of Barcelona and by his friendship with the French promoter Charles Lebon, Cerdà had opportunity of determine some administrative politics in order to avoid the monopoly on a unitary process of production, distribution and consumption of an article, the gas, that soon showed its qualities to modify the industrial frame and the commercial structure of the city.

In the article is shown, also, the professional corporativism and the competition between the Bridges and Road Engineers, which intendend to maintain the promotions of Industrial Engineers out of the installation of gasworks, due to the youth of the new academic discipline.  However, and as was occurring already in other European countries, finally  the Industrial Engineers were acquiring the necessary knowledge to have an decisive influence upon he development of the new industry.

Keywords: public enlighting, Barcelona, Ildefonso Cerdà, Gas Municipal (gas company), historic geography, urban geography, Gil Serra (gasmanager), gas industry, La Catalana (gas company),  networks, urban services.


Pocos años después de que se iniciase la utilización del gas de hulla para el alumbrado público en las principales ciudades europeas y americanas, también en Barcelona se instaló esa nueva tecnología. El gas tenía dos características que le hacían idóneo para la seguridad ciudadana, eficiencia y estabilidad; la intensidad de la luz del gas era mayor que la que proporcionaban los combustibles tradicionales y su duración no se encontraba limitada, como sucedía con el aceite u otros combustibles utilizados hasta entonces que iluminaban durante el tiempo que tardaban en consumirse.

Por ser precisamente la industria del gas una actividad económica con capacidad para modificar de forma importante el espacio urbano, fue necesariamente tenida en cuenta por Ildefonso Cerdà. Las escasas noticias disponibles por el momento de las diferentes intervenciones de Ildefonso Cerdà en el desarrollo del gas de Barcelona, muestran que éstas fueron de una importancia decisiva para la expansión de la red, ya que precisamente se produjeron durante los años en que se iniciaron algunas actuaciones que marcarían la trayectoria de esta industria para un período bastante largo y por ser la época de mayor actividad de los diferentes empresarios gasistas que actuaron en la ciudad(1).

La implantación del gas en Barcelona

A falta de otros datos, las actividades de Cerdà en el desarrollo del gas de Barcelona se pueden fechar entre los años 1848 y 1872, primero a través de su relación con uno de los primeros promotores, el francés Charles Lebon, y desde 1854, como síndico y concejal del ayuntamiento de la ciudad.

Charles Lebon inició sus actividades en esa industria en 1837 con la construcción de la fábrica de gas en su ciudad natal, Dieppe. En 1840, se dedicó a viajar hacia el sur de Francia -España y el norte de Africa particularmente- en busca de ciudades que estuviesen interesadas en instalar alumbrado público por gas. Ante los distintos ayuntamientos desplegaba todas sus dotes de persuasión para convencer a las autoridades municipales de las ventajas de instalar el alumbrado público por ese nuevo sistema: prestigio y seguridad para la ciudad que lo adoptase y el honor de quedar asociados para siempre a tan importante mejora para los gestores municipales.

Charles Lebon seguía un método consistente en promover instalaciones, ofreciendo sus servicios técnicos para construir fábricas con sus correspondientes redes de distribución. A cambio de que el ayuntamiento le otorgase el privilegio exclusivo por un período de aproximadamente quince años, Lebon se comprometía a edificar la fábrica y tender la red. Simultáneamente, Charles Lebon se ocupaba en encontrar socios autóctonos con la capacidad económica suficiente para inmovilizar el capital necesario para acometer las obras de la fábrica y de la red.

Charles Lebon entró en negociaciones con la familia Gil y Serra, de Barcelona, cuyos componentes se encontraban muy bien relacionados con capitalistas solventes españoles y extranjeros. Con este grupo fundó la Sociedad Catalana para el Alumbrado por Gas, que pronto fue conocida como La Catalana, a la que Charles Lebon aportó sus conocimientos y el privilegio exclusivo de canalización que había obtenido del ayuntamiento de Barcelona para instalar el alumbrado público.

En octubre de 1842, se instalaron los primeros faroles en los lugares más prestigiosos de la ciudad y el año siguiente, el 31 de julio de 1843, se fundó la Sociedad Catalana para el Alumbrado por Gas. Con sus socios, Lebon pactó también la construcción de la correspondiente red para atender el consumo particular de la ciudad, centrado en un principio en el alumbrado de factorías, teatros y cafés.

En 1847, Lebon fundó también su propia compañía en Francia, la Compagnie Centrale d'Éclairage et de Chauffage par le Gaz, una sociedad de cartera cuyo objetivo era promocionar instalaciones gasistas siguiendo el sistema que se ha indicado. Una vez que las instalaciones se encontraban en funcionamiento, ofrecía a sus socios la posibilidad de recomprarlas para integrarlas en su propia sociedad a cambio de acciones de su compañía o de un contrato de alquiler.

El conflicto por el control de La Catalana

El 15 de enero de 1848, un año después de encontrarse en funcionamiento la fábrica de La Catalana, Lebon, secundado por Cerdà y el ingeniero francés Léodegard Marchessaux -que también era socio de Lebon en la compañía que había fundado en Francia- ofrecieron a la asamblea general de accionistas de La Catalana, formalizar un contrato de alquiler de la fábrica de la que no deberían rendir cuentas a los accionista, sino únicamente pagarles una cantidad fijada de antemano en 115.000 duros anuales. De esta manera, la fábrica de Barcelona pasaría a engrosar el capital social de la Compagnie Centrale en forma de acciones de cartera. La presencia de Ildefonso Cerdà en esta oferta se puede explicar por su propio prestigio como ingeniero, que Lebon podía utilizar ante los accionistas de La Catalana como garantía del buen funcionamiento futuro de la empresa. Pero los Gil habían tomado la vía de la inversión industrial para ser ellos mismos quienes gestionasen los beneficios y en consecuencia, renunciaron a esa propuesta(2).

Como además las instalaciones se encontraban ya en funcionamiento, en esta misma asamblea la junta directiva decidió terminar su asociación con Charles Lebon, a lo que éste se opuso de forma tajante. El asunto se transformó en un conflicto de considerable entidad por las mutuas acusaciones que se cruzaron y finalizó ante los tribunales de Barcelona y de París, conflicto que no se solventaría hasta 1872. A esta primera actuación de Ildefonso Cerdà siguió otra de muy diferente carácter, como síndico del ayuntamiento de Barcelona.

La redacción de las bases para una nueva subasta

Se debe señalar que desde 1842 la única empresa que suministraba gas tanto para el alumbrado público como para el consumo particular de Barcelona era La Catalana, en posesión del privilegio exclusivo que Charles Lebon había conseguido del ayuntamiento y que ya había traspasado a la empresa. Ante las prácticas monopolistas de La Catalana, el ayuntamiento de la ciudad intentó promover una nueva subasta para la fecha en que debía finalizar el privilegio de La Catalana, es decir, para diciembre de 1857.

En 1854, Cerdà, junto a otros dos concejales, Fernando Puig y otro apellidado Prats, fue encargado de redactar un proyecto de bases para una nueva subasta para el alumbrado público y el consumo particular del gas en Barcelona con tiempo suficiente antes de que finalizase el privilegio de La Catalana(3).

Hasta ese año, el ayuntamiento se había limitado a conceder el privilegio del suministro dejando en manos de la compañía suministradora todo lo referente a la calidad del gas y al consumo de los particulares. El cambio político que supuso el Bienio Progresista (1854-56) ofreció por poco tiempo la posibilidad de una descentralización de poderes y que los ayuntamientos pudiesen intervenir en la cuestión del gas no sólo como materia de Policía Urbana -ornato y seguridad viaria- sino como objeto de servicio público. La Ley Municipal de 1856 truncaría esas esperanzas y la cuestión del gas volvería a quedar bajo el control de la Junta Central de Policía Urbana dependiente del ministerio de Fomento y en consecuencia, dependiente del poder estatal.

Para paliar los efectos de la concesión exclusiva para el alumbrado público, los tres redactores de las bases de 1854 propusieron protegerlo con una fianza de 50.000 duros que debería depositar el futuro empresario en garantía de su gestión; que se contase con un gasómetro de reserva para garantizar la continuidad del suministro así como también la necesidad de introducir la presencia de un representante municipal que pudiese intervenir en la calidad y cantidad de gas para el alumbrado público, señalando igualmente la obligación de utilizar los productos de la industria nacional.

Aunque no la citasen expresamente, intentaron sin éxito incluir la que en contratos posteriores sería imprescindible "cláusula de progreso de la ciencia", que bajo el supuesto del avance imparable de los conocimientos "de este siglo de grandes maravillas" obligaría a los contratistas de la mayoría de ciudades europeas a incorporar al proceso de elaboración del gas las innovaciones técnicas que favoreciesen una rebaja de su precio.

En cuanto al consumo particular que se había producido en Barcelona, en 1854 se contaba con un volumen de demanda importante, susceptible de incrementarse y que se mantendría bajo el monopolio de La Catalana mientras no se consiguiese articular algún tipo de competencia. A principios de ese año, ya se había realizado un intento por parte de otro empresario gasista, Ramón Salvador, propietario de la fábrica de gas del recientemente desagregado municipio de Gràcia, para instalar otra fábrica que debería suministrar gas a la parte norte del Raval de Barcelona, zona de la ciudad que aún no contaba con alumbrado. Las estrategias económicas de La Catalana consiguieron que ese proyecto no pudiese realizarse(4). En consecuencia, otros objetivos que se fijaron Cerdà, Puig y Prat se dirigieron principalmente a contrarrestar la tendencia que limitaba las atribuciones del poder municipal en lo concerniente al consumo particular para de esa forma sustraerlo del monopolio de La Catalana.

Para salir de esta situación, los tres firmantes escribieron en el preámbulo del proyecto de bases para la nueva subasta que era preciso dividir el territorio de la ciudad en dos distritos, en lugar de los cuatro con que se contaba en aquella época, a los que podrían suministrar gas dos empresas distintas en cada uno de ellos. De esta manera, esperaban "establecer una competencia que produjera la mayor baratura en el alumbrado particular"(5).

Esas primeras bases no prosperaron, pero fueron tomadas como modelo del proyecto que se propuso para la subasta para el alumbrado público que se produjo a finales de 1855 y cuyos resultados fueron invalidados por la actuación de La Catalana. No obstante, Cerdà como ingeniero convencido de las ventajas del gas y Lebon, como antiguo poseedor del privilegio para Barcelona continuaban interesados en plantear algun tipo de competencia a La Catalana y la ocasión se presentó con un proyecto para instalar una nueva fábrica de gas en la zona de Fuerte Pío, fuera del territorio de Barcelona, y fuera también de la zona de privilegio de La Catalana.

El proyecto de Fuerte Pío

Las características de las industrias gasistas limitaban su localización a lugares despejados, a una cierta distancia de los edificios habitados, que, según las legislaciones, podía llegar hasta los 400 metros. En Barcelona, los lugares adecuados se encontraban o bien extramuros de la ciudad -lo que implicaba frecuentemente encontrarse en Zonas Polémicas y en consecuencia bajo control militar(6)- o en la franja del litoral. La zona de Fuerte Pío, situada al nordesde de la Ciudadela, en el término municipal de Sant Martí de Provensals, ofrecía unas características favorables adicionales, ya que se encontraba delimitada por el trazado de la carretera hacia Francia y por el desarrollo de la vía férrea entre Barcelona y Granollers(7).

Charles Lebon sin duda tenía conocimiento de dos importantes proyectos de Ildefonso Cerdà en los que éste se encontraba trabajando en 1856. Uno, poco conocido hasta muy recientemente, que trataba de prolongar la línea férrea de Barcelona a Granollers -inaugurada el 23 de julio de 1854- desde esa ciudad hasta San Juan de las Abadesas, que aprovechaba las facilidades que brindaba la Ley de Ferrocarriles de 1856(8). El otro proyecto en que trabajaba Cerdà en 1856 era su célebre Plan de Reforma y Ensanche de Barcelona, que se aprobaría en 1860. Ambos podían tener incidencia en el desarrollo del gas en Barcelona.

El proyecto de ferrocarril de Granollers a San Juan de la Abadesas, era una aspiración de Cerdà desde enero de 1855, en que desde su puesto de síndico del ayuntamiento de Barcelona afirmaba que la prolongación de este tramo era necesario para surtir a la industria nacional de productos que llegaban entonces del extranjero, como el carbón y el hierro, con lo que se paliaría la dependencia del progreso español respecto de las materias primas. Ya se ha explicado la estrecha relación entre Cerdà y Lebon al menos desde 1848, y, por tanto, no es aventurado suponer que Lebon debía interesarse por esos estudios, principalmente por el primero, en el que la fábrica de Fuerte Pío se podría integrar como parte de un proyecto mucho más amplio para dotar a la ciudad de un sistema completo de infraestructuras(9).

En la decisión de Charles Lebon de instalar una nueva fábrica de gas también podía haber pesado la perspectiva de llevar a cabo un proceso de integración vertical en el que se pudiese incluir en un ciclo completo la extracción del carbón, la fabricación del gas para el alumbrado de ciudades o industrias y la utilización del coke, siguiendo el ejemplo de los accionistas del Crédit Mobilier, cuyo presidente, Isaac Péréire, era un reconocido saint-simoniano y un convencido, en consecuencia, de las ventajas del sistema industrial. El proyecto de lsaac Péréire consistía en poner en funcionamiento las minas de carbón de Barruelo, al norte de Palencia, utilizar ese carbón en primer lugar para el alumbrado de algunas capitales de la zona, como Valladolid y Madrid, y derivar el coke resultante hacia la industria siderúrgica del norte de la península. El proyecto se mostró inviable por varias razones, entre las que se deben destacar la baja calidad de las hullas españolas y el reducido volumen de contratación de gas en esas ciudades.

Volviendo al proyecto de Charles Lebon, éste preveía también que muy pronto el ayuntamiento debería convocar una nueva subasta, ya que la concesión de La Catalana finalizaba el 31 de diciembre de 1857, y definitivamente apartado del negocio de La Catalana, se propuso conseguir que el ayuntamiento le facilitase otro privilegio. En este intento de Charles Lebon se debe ver, además de su interés por plantear la competencia a La Catalana, su conocimiento de las grandes posibilidades del mercado industrial barcelonés.

Para llevar adelante su nuevo proyecto se agenció un terreno de 58.140 palmos en el ya señalado término municipal de Sant Martí de Provensals. Este terreno se encontraba a 435 metros del Fuerte Pío y a 585 de la Ciudadela y por lo tanto, también en zona polémica y dependiente de permiso militar. En su instancia a la reina, del 17 de mayo de 1856(10) presentó el proyecto como de "suma utilidad" ya que permitiría proporcionar gas "con mayor baratura y abundancia" no sólo a la ciudad de Barcelona sino también a otros municipios limítrofes, como "el Clot, San Andrés y Sants que aún carecen de tan provechoso artículo"(11). Si se conseguía que el gas fuese un producto abundante, su precio sería menor y podría "gastarlo hasta la clase del pueblo menos acomodada". El plano de la fábrica y el mapa de situación, ambos firmados por Ildefonso Cerdà, debían servir como garantía de la seriedad del proyecto.

En una nueva instancia a la reina, un mes después, Lebon hacía hincapié en otro motivo que podía hacer más atractiva su oferta y que conocía sin duda por su relación con Cerdà: como se ha dicho, el terreno que poseía Lebon se hallaba cercano al trazado del ferrocarril a Granollers; si, como era "de esperar, dicho trazado se prolongaba", era muy posible que pudiese llegar hasta las minas de carbón de San Juan de las Abadesas, carbón que se comprometía a usar en la fabricación del gas.

"Esta circunstancia no se oculta a la profunda ilustración de V.M. que podrá influir muy ventajosamente en favor del público por la mayor baratura con que será dable adquirir dicho carbón para elaborar el gas, luego de explotadas las indicadas minas"(12).

El atractivo del proyecto era doble, ya que se podía abaratar los precios del gas por dos conceptos: en primer lugar, el transporte del carbón en ferrocarril y la situación de la fábrica a pie de la vía férrea eliminarían tanto los costes de fletes, siempre en aumento, como los de acarreo del carbón desde la costa si éste debía llegar por vía marítima. En segundo lugar, la utilización de carbón del país sería la forma de deshacerse de la dependencia de los carbones ingleses.

Respecto al ya mítico carbón de San Juan de las Abadesas, se debe señalar que a pesar de estar compuesto por hulla, ésta era de muy baja calidad y constituía, por tanto, un material poco idóneo para la fabricación de gas por dos razones principales: su bajo poder calorífico y la elevada proporción de residuos no aprovechables, en contraste con las hullas inglesas(13). Aunque, como se ha indicado, el precio de éstas fuese incrementado notablemente por los fletes y portes, su alto rendimiento las hacía más rentables que los carbones españoles. Por otra parte, se debe tener en cuenta el bajo nivel de explotación de las minas: la línea férrea de 116 Km que conectaría Barcelona con los yacimientos de Surroca y Ogassa, cerca de San Juan de las Abadesas, no fue completada hasta 1881 y como puntualiza Nadal, el carbón de estas minas salió por muy poco tiempo de la parte alta del valle del río Ter(14).

A pesar de las ventajas que presentaba, el proyecto de Lebon no fué aprobado porque, según el informe de la Comandancia de Ingenieros, la distancia de los fuertes a que se encontraría la futura fábrica sería "sumamente perjudicial a la defensa de los mismos"(15), lo cual no deja de constituir un contrasentido, ya que el 12 de agosto de 1854 se había aprobado por Real Orden la demolición de la muralla de la ciudad -una antigua aspiración de los habitantes de Barcelona deseosos de sacudirse el "cinturón opresor"(16) que ahogaba su crecimiento- y con ella el Fuerte Pio, al menos, también estaba llamado a desaparecer muy pronto.

La actuación de Cerdà en la construcción de Gas Municipal

Después de innumerables litigos con los gestores de La Catalana, de conversaciones fallidas con las instancias políticas, y principalmente como consecuencia del malestar que se había desarrollado entre los consumidores particulares de gas de la ciudad, el ayuntamiento de Barcelona consiguió finalmente que se le autorizase por Real Orden a gestionar una fábrica de gas, que debería quedar al término de los quince años de concesión de propiedad municipal, para atender el alumbrado público de Barcelona primero y para plantear una activa competencia a La Catalana por el consumo particular después. Ese nuevo proyecto también fue encomendado a Charles Lebon, que ofreció la propuesta más ventajosa de las cinco que se presentaron a la subasta del ayuntamiento, realizada a finales de 1863.

La construcción de la fábrica se inició a mediados de 1864 en una estrecha franja de terreno en la costa entre el Fuerte de Don Carlos y el cauce desviado de la riera del Bogatell, conocida como "El Arenal". Esta iniciativa del ayuntamiento se desarrolló en un clima de crispación debido a dos principales motivos: el interés de Charles Lebon por trabajar sin tener que rendir cuentas al ayuntamiento y las numerosas trabas que fue introduciendo La Catalana para el desarrollo de la nueva red para el alumbrado público. La actuación de Ildefonso Cerdà en ayuda de Lebon se mostró básica para que las obras llegasen a buen fin.

Como ya se ha indicado, la postura del ayuntamiento de Barcelona fue variando sensiblemente respecto a la toma de decisiones sobre el suministro de gas a la ciudad desde una posición puramente pasiva. En 1863, se llegó a fijar la intervención directa de una comisión de seguimiento compuesta por cuatro arquitectos y un ingeniero industrial. Aparte de numerosos indicios localizados en las Actas Capitulares del ayuntamiento de Barcelona, que muestran intervenciones puntuales de Ildefonso Cerdà en la instalación de la nueva fábrica, también se ha podido encontrar un completo informe en el que éste junto al también concejal Vicente Genovart, intentó convencer a las autoridades municipales de que las intervenciones de la comisión de seguimiento fuesen menores de lo que pretendían sus componentes(17).

El conflicto entre Charles Lebon y los integrantes de la comisión de seguimiento se inició con la solicitud de planos completos y detallados de la situación de la fábrica de "El Arenal", solicitud a la que Lebon no atendía por la razón de que no deseaba comprometerse mostrando la estrechez del terreno en el que era muy difícil incluir todas las instalaciones a que se había comprometido con el ayuntamiento. Ante las críticas que se dirigieron a Charles Lebon, Ildefonso Cerdà acudió en su auxilio realizando los planos del terreno de la fábrica de "El Arenal", que entregó al promotor a mediados del mes de agosto de 1864(18). Sobre éstos, el ingeniero belga Alejandro Wohlguemüth, responsable en aquel momento de las obras de la fábrica, realizó un anteproyecto a finales del mismo año(19).

La cuestión de las atribuciones de la comisión de seguimiento se mostró conflictiva desde el principio, ya que si bien habían quedado estipuladas en el contrato entre el ayuntamiento y Charles Lebon, ni los miembros de la comisión conocían exactamente su alcance ni Lebon tenía un interés definido en someterse a la fiscalización constante de la comisión municipal, como fue probando desde el principio(20).

Respecto a las atribuciones de la comisión municipal, Cerdà y Genovart propusieron en su informe "guiar su manera de ejercerlas de acuerdo con la condición 2ª de la contrata: las palabras "con precisa intervención del ayuntamiento" tenían un claro significado, esto es, la comisión debía intervenir en el coste, calidad y condiciones de todo el material, aunque en su concepto, la sección municipal de Fomento debía tener en cuenta que si Lebon había escogido el terreno de "El Arenal", había dispuesto las distintas dependencias y escogido los materiales como lo había efectuado, sus razones habría tenido como "interesado en la industria del gas" desde hacía más de 15 años.

La comisión de facultativos criticó desde el inicio de las obras algunos de sus aspectos más significativos, entre otros, la situación de la fábrica, demasiado cercana al mar y en consecuencia, sujeta a los embates de los temporales de invierno; la escasa capacidad de fabricación de gas que previó Lebon y la calidad de los materiales, principalmente la de los tubos que debían formar la nueva red de canalizaciones, todo lo cual sólo hacía que retrasar el final de las obras.

La comisión municipal solicitó insistentemente los planos detallados de la red de canalizaciones, solicitudes que chocaban ante la negativa de Lebon y que se transformó en otro motivo de conflicto, ya que el promotor no deseaba que el ayuntamiento conociese sus proyectos de canalizar no sólo para el alumbrado público sino para absorber también el consumo particular para el que por el momento no contaba con el correspondiente permiso municipal.

Cerdà y Genovart recordaban en su informe que las condiciones en que se había convocado la subasta -una campaña promovida por los consumidores, un doble contencioso sostenido con La Catalana y las dificultades de orden jurídico que habían retrasado todo el proceso- hacían aconsejable no ser demasiado estrictos en las exigencias a Lebon, ya que sólo la solicitud de planos de la red podía "demorar un año el inicio de las obras"(21).

En síntesis, la opinión de Cerdà y Genovart era que el interés prioritario del ayuntamiento debía ser que las obras se adelantasen, ya que se encontraban tan retrasadas que lo único que conseguían tantas órdenes era que se perpetuase la falta de competencia a que podrían acogerse los consumidores una vez se encontrase en marcha la segunda fábrica. Cerdà y Genovart reflexionaban sobre el hecho de que Lebon había obtenido permiso para extender su red no sólo a las calles del interior de la ciudad sino además al Ensanche, mientras que La Catalana "no lo ha disfrutado (el permiso municipal) hasta ahora más que en determinadas calles y no lo ha de tener en ninguna en lo sucesivo", con lo cual Cerdà y Genovart contaban con que finalmente el ayuntamiento otorgaría a Lebon el privilegio exclusivo en el que también entraría el consumo particular del Ensanche, como ya lo había hecho para el alumbrado público.

La "ausencia completa y absoluta" de acuerdo entre el ayuntamiento y el contratista sólo daba lugar al retraso innecesario de las obras, por seguir, según Cerdà y Genovart, la opinión de personas -el ingeniero municipal, Magín Lladós- que no contaban con la debida preparación técnica. Cerdà y Genovart terminaban su informe afirmando que las vacilaciones de la comisión facultativa podían ser ocasionadas por "la diferencia de edad, carácter, conocimientos teóricos y prácticos" en clara alusión a LLadós:

"Esa multitud de partes, oficios, reconocimientos, informes, expedientes, suspensiones y embargos de trabajos, exigencias ridículas, vacilaciones y dudas, disposiciones contradictorias, incidentes pueriles, chismografía continua y pugilato incesante que hay hoy entre los dependientes del ayuntamiento y los del Sr. Lebon".

Finalizaban solicitando la creación de otra comisión de concejales, "la separación de sus funciones del ingeniero industrial", que era el ya citado Magín Lladós, y el nombramiento por parte de Lebon de un ingeniero español que se entendiese con el ayuntamiento, peticiones que sólo fueron atendidas en parte, ya que poco después Lebon nombró al abogado español Narciso Olivet como su representante.

En cuanto a la separación de sus funciones del ingeniero Magín Lladós, estas afirmaciones suscitaron una viva discusión en la sesión del ayuntamiento del 5 de mayo de 1865, en la que se solicitó a Cerdà que retirase sus frases alusivas a la incompetencia de Lladós. Cerdà respondió textualmente que no se hallaba "en el caso de retirar ni una sola línea de las que tiene consignadas en el informe, ni es esa su costumbre", añadiendo que no había sido su objetivo ofender al ingeniero municipal(22).

El interés puntualizador de los miembros de la comisión facultativa ante las obras de la nueva empresa se debía por una parte, a su derecho para hacer cumplir lo estipulado en el contrato de concesión y por otra, al escaso conocimiento de las características técnicas de la industria del gas. Excepto Lladós, que era ingeniero y que, a pesar de la opinión de Cerdà en la que es fácil identificar un cierto prejuicio corporativista -Cerdà, como es sabido, era Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos y Lladós era Ingeniero Industrial- debía conocer el proceso de fabricación y distribución de gas, es posible que el resto de los componentes de la comisión, no tuviesen un criterio definido sobre las cuestiones fundamentales, sino un conocimiento superficial del proceso en su totalidad, lo que les obligaría a mantener una postura minuciosa para que no quedase parcela alguna por controlar.

La liquidación de las obras de la fábrica de "El Arenal"

A mediados de julio de 1865, Charles Lebon inició una serie de peticiones de adelantos económicos al ayuntamiento sobre las obras ya realizadas; como en el contrato entre éste y el ayuntamiento había quedado estipulado que se le pagaría al final de la contrata, y ante la insistencia de Lebon, Cerdà propuso modificar el pliego de condiciones para llegar a algún acuerdo con el empresario y devolverle la fianza, ya que las obras efectuadas compensaban en su opinión la cantidad de 50.000 duros que había entregado(23).

El ayuntamiento temía que las obras se eternizasen si se devolvía a Lebon su fianza y se negó a ello. En la sesión del 23 de agosto del mismo año, se llegó a acusar a Cerdà de ejercer un claro favoritismo hacia Charles Lebon, acusación de la que se defendió Cerdà asegurando que lo único que le interesaba era que el ayuntamiento contase con el servicio de gas para el alumbrado público y para el consumo particular. A continuación, otro concejal, solicitó que se crease una nueva comisión, que "sin pasión ni simpatía" examinase las obras de la fábrica y de la red de Gas Municipal. Finalmente, el mismo Cerdà dimitió como integrante de la comisión de seguimiento "para no exponerse a una segunda censura"(24).

Sin embargo, como concejal tuvo otras actuaciones destacadas en favor de Charles Lebon, como la del 20 de octubre de 1865, en que volvió a abogar para que se devolviese a Charles Lebon la fianza que había depositado al inicio de las obras, y resarcirle de alguna forma de los "gastos y costosos sacrificios" que había realizado(25).

Por las dificultades económicas en que se encontraba el ayuntamiento de Barcelona, la deuda por el pago de las instalaciones se fue demorando de una manera que perjudicó seriamente no sólo los intereses personales de Charles Lebon sino que estuvieron a punto de provocar la bancarrota de la Compagnie Centrale en Francia. El ayuntamiento de Barcelona se escudaba en dos requisitos fundamentales: el primero, la presentación de planos y de las cuentas exactas de los gastos realizados para la construcción de la fábrica y de la red; el segundo, el permiso definitivo que debía otorgar al ayuntamiento el gobierno civil de la provincia, como instancia superior, para que pudiese aceptar la fábrica de Gas Municipal, lo cual alargaba el proceso con impedimentos de tipo burocrático(26).

Lebon volvió a acudir a Cerdà para que le ayudase a cumplir con las formalidades que exigían las dos corporaciones. Así, Ildefonso Cerdà fue quien completó los planos de las instalaciones de la fábrica de Gas Municipal. La confección de los planos definitivos de la fábrica de "El Arenal" realizados en 1872, fue la pieza definitiva para que finalmente el ayuntamiento de Barcelona liquidase las cuentas con Charles Lebon.

El área del asentamiento ocupado por las construcciones contaba con una longitud de 732 m por una anchura media de 46,40 m, aunque ésta fuese en algunos lugares una estrecha franja de aproximadamente 12 m. La superficie anterior al establecimiento de las obras de defensa era de 23.315 m2 a los que se añadieron, por medio de la construcción de estas obras, 10.660 m2, resultando, así, un total de 33.965 m2 disponibles para la fábrica e instalaciones.

Gracias al plano elaborado por Cerdà, el gobierno civil accedió finalmente a que el ayuntamiento liquidase el coste de las obras de la fábrica de Gas Municipal, liquidación que por las circunstancias económicas por las que atravesaba el municipio, se retrasó todavía hasta 1880.

Conclusiones

Hasta aquí se ha mostrado una parte, sin duda incompleta, de las actuaciones de Ildefonso Cerdà en la instalación del gas en Barcelona, vinculadas tanto a su puesto de concejal como a la relación profesional que mantuvo con Charles Lebon.

Las razones del interés de Cerdà por la industria del gas se explican, en primer lugar, por su propia profesión; en segundo lugar por sus previsiones para el planeamiento de la ciudad, y sus ideas sobre lo que él llamaba la "urbanización de la locomotora", en la que se deberían integrar, también, las infraestructuras urbanas; y por último, por su estrecha relación profesional con Charles Lebon. Se desconoce, sin embargo, la fecha en que se inició ésta; de hecho, en el libro del centenario de la Compañía Lebon editado en Francia en 1947, figura un Cerdà, que difícilmente puede ser otro, como "ingeniero de la sociedad Lebon" aunque no se especifique la fecha.

Otra de las razones que influyó sin duda en la relación personal entre Charles Lebon e Ildefonso Cerdà fue el conocimiento por parte de Lebon de la consideración de Cerdà como ingeniero de prestigio, lo que en consecuencia confería solvencia a su trayectoria en Barcelona, bastante erosionada por su relación con los accionistas de La Catalana.

Cerdà mantuvo durante todo el proceso de instalación del gas en Barcelona una posición ambivalente -fue, como señala Soria y Puig, "revolucionario y conservador a la vez"(27)- y fluctuó constantemente entre proteccionismo y librecambio: el mismo personaje que en 1848 secundaba los propósitos de Charles Lebon -de quien se ha podido comprobar el carácter monopolista de sus planes-, en 1854 se oponía al proteccionismo y el monopolio detentado por La Catalana e intervenía en la redacción de unas bases que debían terminar con el privilegio exclusivo. A pesar de ese proyecto de bases, no hay duda de que desde 1864 hasta 1872, se encontraría al lado de Lebon en sus propósitos para absorber la totalidad del consumo de la ciudad.

Estos cambios de actitud tienen su explicación sin duda en el interés de Cerdà por articular de manera homogénea la totalidad de la red de gas y hacerla entrar, como el resto de servicios a la ciudad, en las atribuciones del ayuntamiento, con lo que conseguiría la intervención municipal no sólo sobre el alumbrado como servicio público, sino también sobre la totalidad del consumo de gas, incluyendo el particular; sin embargo, la situación legal y económica en que se encontraba el ayuntamiento, así como la consideración legal del propio concepto de servicio público, no lo permitieron hasta una fecha mucho más tardía.
 

Notas

1. Este trabajo recoge las diferentes actuaciones de Ildefonso Cerdà detectadas a lo largo de las investigaciones realizadas para mi tesis doctoral dirigida por el Dr. Horacio Capel, Alumbrado público y consumo particular del gas en Barcelona, 1841-1933, en el Departamento de Geografía Humana de la Universidad de Barcelona y en el marco del programa de investigación PB91-0247.

2. Archivo Histórico de Protocolos Notariales de Barcelona, Notario, Antonio Alsina y Thomás (1849, fols. 124-128).

3. Ejemplar localizado en el Fondo Gil Nebot, que conserva el "Archivo del Presidente" de La Catalana, cargo ostentado durante los años 1849-1872 por José Gil y Serra.

4. He analizado los mecanismos legales y económicos que utilizó La Catalana para obstaculizar los proyectos de Ramón Salvador en Estudios Geográficos (en publicación) además de dedicarle una parte del capítulo VII de mi tesis doctoral.

5. He tratado más extensamente la trayectoria de La Propagadora del Gas, la empresa que Ramón Salvador poseía en Gràcia en Ciudad y Territorio, nº 94, 1992.

6. Sobre las zonas polémicas ver Muro, I., 1990.

7. Desde 1852, Cerdà dirigió los trabajos de explanación de la línea férrea desde Barcelona a Granollers: "Será incumbencia del Sr. Cerdà, previa aprobación del director de las obras de la línea el fijar el orden y el método que debe seguirse en el arranque, carga, transporte y descarga de los materiales (...) el establecimeinto de las vías provisionales de hierro (...) la distribución de los operarios (...) y la determinación del perfil longitudinal por medio de estacas que serán verificadas por el director". (Archivo Histórico de Protocolos Notariales de Barcelona, Contrato entre la Compañía Camino de Hierro del Norte y en su nombre el administrador, José Basora e Ildefonso Cerdà, 8 de junio de 1852, artículo 13º, notario Planas Compte, fols. 441 vto-449 vto.).

8. La memoria para ese proyecto la presentó en Madrid en marzo de 1857, y fue aprobado por Real Orden en junio del mismo año, (A. Soria y Puig, 1979 :53-64 y 208) y constaba de una memoria de 544 páginas. En el Archivo General de la Administración, de Alcalá de Henares he localizado numerosas alusiones a ese proyecto.

9. Ver Cerdà, ed. facsímil, 1991. Ildefonso Cerdà fue síndico del ayuntamiento desde el 2 de julio de 1855 hasta el 22 de julio de 1856, fecha en que a raíz de la insurrección popular motivada por el fin del bienio progresista, el general Virgilio Zapatero, Capitán General de Cataluña, destituyó el ayuntamiento en pleno y nombró otro consistorio en el que figuraba como concejal el arquitecto Antonio Rovira y Trías.

10. Archivo de la Corona de Aragón, Fondo Comandancia de Ingenieros, sección Zonas polémicas, caja nº 25. Instancia a S.M.la Reina, 17 de mayo de 1856.

11. El Clot era un barrio pertenenciente al municipio de Sant Martí de Provensals, en el que se iniciaba la implantación de algunas industrias, como en Sant Andreu y Sants.

12. Instancia a S.M. la Reina, 18 de junio de 1856 (Archivo de la Corona de Aragón, cit. ant.).

13. A título de comprobación ver Coll, S. y Sudrià, C., 1987.

14. Cf. Nadal, J., 1975, 1990 :153-54.

15. Archivo de la Corono de Aragón, Fondo Comandancia de Ingenieros, sección Zonas polémicas, caja nº 25. Informe de la Comandancia de Ingenieros (30 de junio de 1856) y Resolución de la Dirección de la Subinspección de Ingenieros de Cataluña (6 de diciembre de 1856).

16. Serrano Segura, Mª del M., 1991.

17. Se da la circunstancia que desde el 15 de febrero de 1865, Cerdà y Vicente Genovart habían entrado en el turno de concejales que debían supervisar las obras de la fábrica y la construcción de la red de gas. El 1 de marzo de ese año entregaron su informe en el que abogaron por limar discrepancias.

18. Ver el Indice Cronológico ed facsímil, 1991.

19. El belga Alejandro Wohlguemüth era Ingeniero Civil de la Éco-le Centrale des Arts et Métiers de París. En esa época estaba asociado al Centro Científico Industrial de Barcelona, con numerosos vínculos con La Catalana. Con posteridad a estos acontecimientos, fundó en Barcelona, en los años ochenta, el Arsenal Civil, en cuyos talleres se construyó la columna conmemorativa del monumento a Colón, entre otras obras.

20. Archivo Administrativo del Ayuntamiento de Barcelona, Serie Histórica, Canalizaciones, Exp. 4.748, pieza 2ª, Informe de Ildefonso Cerdà y Vicente Genovart a la sección 2ª del ayuntamiento. 1 de marzo de 1865.

21. Archivo Administrativo del Ayuntamiento de Barcelona, Serie Histórica, Canalizaciones, Exp.4.787, pieza 5ª. También ver Actas Municipales, 1865, fols. 61 vto.; 82-83.

22. Libro de Actas Municipales, sesión del 5 de mayo de 1865, fols. 106-108.

23. Libro de Actas Municipales, sesión del 9 de agosto de 1865, fols. 187 + vto.

24. Libro de Actas Municipales, sesión del 23 de agosto de 1865, fols. 198-200 vto.

25. Libro de Actas Municipales, sesión del 20 de octubre de 1865, fols. 240-240 vto. De hecho, la situación económica de Charles Lebon se mantuvo en un estado crítico durante toda la vigencia de Gas Municipal, ya que la Compagnie Centrale, su empresa francesa, se negó a financiar las obras de la fábrica de "El Arenal".

26. Archivo Administrativo del Ayuntamiento de Barcelona, Serie Histórica, Canalizaciones, Exp. 4.748, pieza 9ª.

27. Soria y Puig, A., 1979 :65.
 

Bibliografía citada
 

ARROYO, M.: La Propagadora del Gas de Gràcia. Articulación del territorio y administración municipal, Ciudad y Territorio, nº 94, 1992.

-- -- La industria del gas en Barcelona. Infraestructura urbana y conflicto de intereses, Estudios geográficos (en publicación).

-- -- La industria del gas en Barcelona, 1841-1933, Innovación tecnológica, territorio urbano y conflicto de intereses, Barcelona, ediciones del Serbal, 1996, 420 p.

CAPEL, H. (coord): Los espacios acotados. Geografía y dominación social, Barcelona, Promociones y Publicaciones Universitarias, 1990.

CERDA, I.:Indice Cronológico y Memoria del Anteproyecto del Ensanche de Barcelona en Teoría de la construcción de las ciudades, ed. facsímil, Madrid/Barcelona, Ministerio para las Administraciones Públicas/Ayuntamiento de Barcelona/Ayuntamiento de Madrid, 2 vols, 1991.

COLL, S. SUDRIA, C.: El carbón en España, 1770-1961. Una historia económica, Madrid, Turner, 1987.

LEBON, Lebon, Un Centennaire, 1847-1947, París, Lebon, 1947.

MURO, J.I.: Ciudades, fortificaciones y zonas polémicas en la España del siglo XIX en Capel (coord), 1990 :113-137.

NADAL, J.: El fracaso de la Revolución Industrial en España, Barcelona, Ariel, 1975; 1990.

SERRANO SEGURA, Mª del M.: La ciudad percibida. Murallas y ensanches desde las guías urbanas, Geocrítica, nº 91, 1991.

SORIA y PUIG, A.: Ildefonso Cerdà, hacia una teoría general de la urbanización, Madrid, Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos/ed. Turner, 1979.


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