Scripta Nova  Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales.
Universidad de Barcelona [ISSN 1138-9788] 
Nº 45 (8), 1 de agosto de 1999
 

IBEROAMÉRICA ANTE LOS RETOS DEL SIGLO  XXI.
Número extraordinario dedicado al I Coloquio Internacional de Geocrítica (Actas del Coloquio)

HACIA UNA NUEVA MITOLOGÍA DE LA DINÁMICA PRODUCTIVA LOCAL EN AMÉRICA LATINA

 Xavier Paunero i Amigo
Universidad de Girona


La estructura socioeconómica local es un resultado complejo, producto de la sucesión de roles en una combinación más amplia, nacional e internacional, de la división espacial del trabajo(1)
 

Durante las últimas décadas, las actuaciones locales en América Latina han sido múltiples y diversas: reclamaciones de tierras, derechos humanos, servicios e infraestructuras y demandas por una mejor calidad de vida. En general, se han planteado a escala nacional y conectadas con otros escenarios globales(2). Si esto ha sucedido en la escala social, la manufactura también ha desarrollado su papel local y global, si nos atenemos a la amplia literatura generada por economistas, geógrafos, sociólogos, gestores, etc., sobre las relaciones entre producción y territorio.

El desarrollo local de América Latina aparece de diversas maneras: brote y crecimiento de empresas de una forma clásica y aleatoria; desarrollo de actividades inductoras, por externalización de tareas y funciones de grandes empresas; y, crecimiento de actividades a partir de un tejido denso de pymes (pequeñas y medianas empresas) que cooperan y compiten entre ellas por una producción tradicional. Todo esto, además, se desarrolla en un período de tímidos cambios estructurales, cuando la crisis del régimen de acumulación fordista y su sustitución por nuevos esquemas productivos y legislativos están afectando a las relaciones laborales, reforzando si cabe, las ventajas competitivas de una serie de empresas y territorios concretos.

Precisamente este carácter innovador de los sistemas productivos locales, es el reflejo a escala local de la especialización productiva flexible, que intenta salvar el bache tecnológico que sufren la mayoría de pymes. Por ello, con demasiada frecuencia, el modelo local se ofrece como una alternativa al core industrial: espacios metropolitanos, enclaves exportadores, zonas francas productivas, paraísos fiscales, etc.; de esta guisa, viene a cubrir el vacío intersticial existente entre las áreas metropolitanas, las ciudades intermedias y el mundo rural(3).

En América Latina este modelo se origina entre 1950 y 1976, cuando más de cuarenta millones de campesinos dejaron el agro(4) y el territorio pasó de ser eminentemente rural a tener el 75 por ciento de su población en grandes urbes y capitales regionales(5) ; los activos industriales también han pasado de ser el 19 por ciento, en 1950, a ser el 26 por ciento del total, en 1997(7). La contraurbanización y la expansión reciente de las ciudades medias hicieron el resto de la tarea; de la misma forma, nuevas pautas en la circulación, en general, han ampliado el espacio ocupado por las periferias industriales, con un efecto doble: descentralizando una parte significativa de la producción, y un papel eminentemente geopolítico, como es la descentralización y el desmembramiento del poder obrero.

Este artículo, en definitiva, muestra los trazos del desarrollo local latinoamericano y reflexiona sobre el paradigma de los espacios productivos locales al hilo de lo que sucede en otras periferias; a su vez, pone el acento en el grado de dependencia de este modelo de desarrollo en la fase actual de globalización que vive el subcontinente.
 

Globalización, estado-región y desarrollo
 

En el contexto económico mundial, tradicionalmente el territorio latinoamericano ha quedado relegado a un papel secundario, como suministrador de mano de obra abundante y barata (especialmente el continuo flujo migratorio hacia los EE.UU.); de recursos naturales y agrícolas; y, como espacio-reserva, para los tours operadores y las empresas multinacionales, en los nuevos modelos turísticos.

El desarrollo industrial desde el pasado siglo fue el extractivismo, que continúa estando arraigado, pero la manufactura ha derivado hacia formas más complejas, especializadas y diversificadas, casi siempre a partir de un modelo substitutivo de importaciones; sólo en algunos casos se han generado redes de empresas, principalmente en las periferias metropolitanas y en algunas ciudades medianas y pequeñas.

Actualmente, otro factor añadido es la influencia del contexto económico global sobre el mapa local, estaría favoreciendo además dichas redes empresariales (y de emprendedores propiamente), que de otra forma no tendrían una fuerza suficiente para competir en la complejidad de los circuitos globales; por eso mismo, las dimensiones global y local no son excluyentes, sino que se complementan e incluso se hallan intrínsecamente unidas en muchos aspectos(7). Ahora bien, estos tipos de integración productiva, precisan de mecanismos nuevos en materia laboral, financiera, tecnológica, medioambiental, etc., al objeto de que la pretendida competitividad espacial no se vea reducida exclusivamente a términos de precios(8).

En el contexto mundial, América Latina, sin ser la región más pobre del mundo, sí que es la más desigual, lo que atrae de buen grado inversiones en plantas industriales de empresas multinacionales, que pueda obtener así ventajas competitivas desde desequilibrios regionales puntuales (la industria maquiladora es un buen ejemplo); si cabe, ahora con más fuerza puesto que la manufactura queda intrínsecamente unida a los cambios en la geografía económica mundial(9).

A partir del Nuevo Orden Mundial de los años noventa, la globalización ha ido ganando terreno en el proceso de desterritorialización de flujos de capitales y tecnología, superando las fronteras nacionales y reduciendo el espacio operativo de la toma de decisiones económicas, las cuales se han concentrado aún más en esta fase(10). Simultáneamente, el Fondo Monetario Internacional ha demostrado ser incapaz de poner orden en el caos financiero y, por lo tanto, se conforma con ajustes estructurales, en particular en América Latina, donde el seguidismo ha sido mayoritario(11).

Otro enfoque sobre estas empresas en el contexto internacional lo aporta la teoría de las ventajas comparativas de Heckscher-Olin cuando afirma: "teniendo en cuenta que diferentes productos precisan factores de producción diversos y en proporciones variables, un territorio que cuente con una buena oferta de mano de obra, por ejemplo, tendría una ventaja comparativa en la producción de aquellos bienes que lo utilicen de forma generalizada". Este teorema, aplicado de una forma simplista, ha servido para justificar durante décadas, que América Latina se especializara en la exportación de bienes de mano obra intensiva, a la vez que importaba bienes intensivos en capital y tecnología(12).

Por último, conviene hacer hincapié en que algunas de estas teorías no resultan ser ya demasiado viables en el ámbito internacional, puesto que las condiciones de producción y los salarios se asemejan entre diversos territorios y algunas denominaciones, como economías emergentes, nueva división internacional del trabajo o nuevos países industrializados quedan descontextualizadas ante neologismos como regiones económicamente óptimas o estados-región, que entran a formar parte del modelo explicativo del nuevo escenario industrial(13).
 

Política económica local
 

En las últimas décadas, hemos asistido a una eclosión de análisis sobre la economía local y su desarrollo, realizados por economistas, geógrafos, politólogos y otros científicos sociales(14) hasta el punto de convertirse en una auténtica mitología(15). Para la disciplina geográfica, nos hallamos ante una vieja cuestión, como es la visión a diferentes escalas de la cuestión regional, la economía y el territorio.

Los sistemas productivos locales y la especialización presuponen una estrategia basada, en la innovación permanente, mediante una constante adaptación a los cambios en lugar de controlarlos(16). Precisamente por eso, asistimos a un aggiornamento de las antiguas formas artesanales de producción, que habían quedado marginadas durante la primera revolución industrial. Los sistemas productivos locales surgen en ámbitos específicos mediante una condensación en el tiempo de la cultura productiva a escala local, con pautas como las siguientes:

Esta cristalización estaría justificada por algunas precondiciones: a) sobre el entorno social y cultural; b) la existencia de un sistema de valores compartido por la comunidad local (un amortiguador de la conflictividad) con normas sociales específicas; c) una densidad de relaciones familiares y comunitarias, arcaísmo con modernidad; y, d) la seguridad en la familia (autoconsumo, pluriactividad, etc.). Evidentemente, los sistemas productivos locales que tienen mayor éxito se han mantenido en el tiempo, transformándose e incluso ampliando su ámbito de actuación; en segundo lugar, se está produciendo un cambio conceptual y epistemológico, a través de formas productivas flexibles, que influyen en la jerarquía urbana como la conocemos hoy en día.

Por todo ello, seguir afirmando que el crecimiento económico está sometido a la centralidad urbana, solamente se explica por los intereses de las áreas metropolitanas, o porque las políticas económicas y territoriales aún no se han modificado y seguirían operando bajo la premisa: Desarrollo=industrialización en grandes plantas=urbanización en grandes ciudades.

En el ámbito latinoamericano, las fuertes inversiones del sector público y el capital exterior han seguido el patrón mencionado; pero simultáneamente se ha desarrollado otra realidad local en cuatro fases, desde la aparición de los primeros negocios locales hasta la fase de control local y consolidación de una estructura de manufactura y servicios locales (véase cuadro nº 1) donde artesanos e industriales asumen de forma conjunta los riesgos del mercado, pero complementarían actividades en un proceso autónomo, discontinuo y con medios de producción modestos.
 

Cuadro nº 1
Crecimiento endógeno
 
Etapas
Características
Factores desencadenantes
1. Firmas locales Inicio de negocios locales

Competencia interregional

Información y capitales
2. Expansión regional Ventas exteriores

Inversiones exteriores

Expansión de las ventajas competitivas
3. Control local Peso en la economía regional Identidad del empresario local
4. Consolidación Estructura equilibrada Todos los anteriores
Fuente: COFFEY y POLÈSE, 1984, op. cit.
 

Estos enclaves productivos de carácter endógeno, han pasado por diversas etapas de desarrollo y ciclos de vida diferenciados; se trata de territorios estructurados de una forma difusa y en los que se toma en consideración, una forma especial, su dinámica de innovación, que los convierte en conjuntos segregados del cuerpo productivo, como auténticas islas de innovación, caracterizadas por una atmósfera económica y una calidad de vida que en muchos casos se equipara a la de las regiones-motor. Además, algunos países de América Latina con una cierta trama productiva local, son paradigmáticos para el desarrollo posfordista(17) y posibilitan relaciones enriquecedoras, de complementariedad: entre pymes, microempresas y un segmento cada vez más amplio del sector informal de empresas, dirigidas en algunos casos desde las grandes corporaciones(18) .

Resumiendo, podemos decir que las diversas situaciones productivas locales en América Latina, entrarían a formar parte de algunas de las opciones siguientes, agrupadas en cuatro rúbricas:
 
 

Sistemas productivos locales, urbanización e informalidad
 

En 1940, la estructura urbana latinoamericana estaba muy polarizada: los pueblos pequeños y medianos tenían el 53,3 por ciento de la población urbana, mientras que los centros metropolitanos representaban solamente un 35 por ciento de la población urbana. Pero, desde entonces el crecimiento urbano ha sido imparable, en detrimento de las áreas rurales, que permanecen estables (cuadro nº 2). Habría que destacar el crecimiento experimentado por las ciudades intermedias (a un ritmo del 6,3% anual) asociado con una mayor especialización en las nuevas fases de la industria. Hacia 1980, la redistribución de la población urbana ya se había producido: el peso relativo de las ciudades intermedias aumentó a costa de los lugares más pequeños, aunque la concentración metropolitana persistía y el sistema urbano de América Latina se desequilibraba.
 

Cuadro nº 2
América Latina. Distribución de la población, 1940-1980
 
Ámbito
% población 1940
% población 1980
% Crecimiento 1940-1980
Rural
62,6
30,5
0,08
Pueblos
20,0
23,3
3,0
Ciudades intermedias
4,3
19,0
6,3
Metrópolis
13,1
27,2
4,4
Total urbana
37,4
69,5
4,1
Total %
100
100
 
Población total (106)
95,7
268,3
2,6
Fuente: Elaboración propia a partir de BETHELL, Leslie, (ed.), 1997, op. cit.
 

A partir de los años setenta, los cambios en la organización industrial han favoreció la deslocalización de grandes plantas productivas en la periferia de las grandes ciudades(19), sobre todo en las metrópolis, donde el precio del suelo, los problemas laborales y medioambientales, indirectamente favorecían producir en unidades más pequeñas, flexibles y descentralizadas en el espacio (industria difusa) y desde el punto de vista organizativo (subcontratas). A pesar de todo, el ecosistema urbano concentra una alta productividad de información, conocimiento, creatividad, cultura, tecnología e industria, que exporta a otros sistemas(20).

Este cambio en la concentración de las actividades productivas a partir de unos cuantos emplazamientos urbanos, en beneficio de sistemas urbanos mucho más diversificados y especializados, se viene produciendo en la mayor parte de países latinoamericanos, con una estructura industrial mínimamente consolidada. En un caso, son las empresas multiplanta las que exigen un desarrollo de los sistemas locales y las redes, multiplanta; en otro, son las nuevas inversiones; y, por último, puede suceder que el propio tejido local consiga desarrollar una oferta manufacturera y de servicios de carácter autosostenido.

Otro aspecto que se debe analizar es el carácter particular de los sistemas locales en América Latina por lo que se refiere a las microempresas y el sector informal de la economía, que tienen un papel clave(21); y que desde una perspectiva estrictamente económica podrían constituir factores de alta competitividad. No obstante en América Latina, de hecho nos hallamos ante una serie de situaciones que en muchos casos rayarían la ética y el estado de derecho: explotación infantil, trabajo femenino invisible, ausencia de derechos laborales, en general, y sindicales, en particular, escasa preparación y seguridad, etc.(22).

Estos problemas son ya endémicos en las metrópolis latinoamericanas y se mimetizan en otros ámbitos, como las pequeñas ciudades, simplemente como forma de supervivencia y alternativa a la exigua remuneración del sector formal de la economía. Así, microempresas, tianguis, pepsicolización y otras actividades y servicios personales, tienen formas múltiples, así como variantes y acepciones locales; este segmento socioeconómico, altamente emprendedor, está muy consolidado e integrado en el paisaje urbano del conjunto de ciudades latinoamericanas(23).

Esta heterogeneidad, cualitativa y espacial, que caracteriza al sector informal latinoamericano es evidente y no estaría formado por un solo sector, sino por múltiples negocios; en buena medida, su diversidad se asocia con la dimensión geográfica y la vocación económica regional-local (en los sectores de confección, calzado, fundición, talleres, artesanías...) además del comercio, lógicamente.
 

Déficits y nuevas formas de intervención
 

Son múltiples las dificultades que experimentan los sistemas productivos locales, y las microempresas en América Latina son muy diferentes de las existentes en otros ámbitos mundiales; grosso modo podría decirse que operan en tres ámbitos principales:
 

Entornos diversos

a. Aspectos como la globalización de mercados, la privatización del sector público, la crisis del estado de bienestar y crecimiento de la conciencia social del ahorro, constituyen dimensiones a tener en cuenta para evitar que las regiones pobres lo sean aún más.

b. En el ámbito social, la competitividad empresarial se tendría que reflejar en función de la calidad y no del precio de los productos; la existencia de entornos sociales complejos y cambiantes, no contribuye al desarrollo de una solidaridad empresarial mayor.

c. Por lo que se refiere al mercado, generalmente nos encontramos con legislaciones poco flexibles, con escasa movilidad profesional, una presencia sindical mínima y una oferta educativa desligada de las necesidades productivas del mundo real.

d.Existe una fractura tecnológica y de innovación considerable: tecnología de la calidad, fomento de la investigación I+D, avance en telecomunicaciones.
 

La escala empresarial

a. Sucede que un tipo de valores, como la calidad y satisfacción del cliente, la innovación y los cambios ligados a la dinámica empresarial, se encuentran todavía poco arraigados.

b.Algunos objetivos se afirman escasamente, como que la calidad es competencia, las actividades orientadas al cliente, la flexibilidad y capacidad de adaptación, la formación continua y la mejora de la productividad en general.

c. Por lo que se refiere a los métodos empresariales, resulta conveniente estudiar mucho mejor la evolución del entorno y la atención a objetivos no cuantificables: imagen empresarial, satisfacción al cliente, motivación personal.
 

El desarrollo de la gestión
 

Bajo mi punto de vista, éste será el gran reto que tendrían que enfrentar las pymes latinoamericanas de los entornos locales en un futuro inmediato, a pesar de las limitaciones existentes para empresas que se mueven en el margen de la rentabilidad, pero precisamente por eso; puede resumirse en los puntos siguientes.

a. En primer lugar, las empresas de los entornos locales precisan controlar dos áreas consideradas claves en la gestión como es el aparato comercial y de marketing y las finanzas.

b. Por otro lado, el perfil empresarial ha de tender a ajustarse a algunas de las siguientes características: líder, comunicador, emprendedor, visionario, coordinador, y eventualmente negociador, lo cual no siempre es así. Las cualidades exigidas pasan por una capacidad de persuasión, toma de decisiones rápidas, flexibilidad, creatividad/imaginación y un hábil negociador.

c. Finalmente se deben tener algunos conocimientos indispensables sobre gestión, marketing, recursos humanos y mayores dosis de autoconocimiento.
 

La síntesis anterior no significa que sea posible de aplicar este paquete de medidas al conjunto de los entornos locales latinoamericanos, sino que constituyen más bien un punto de partida y reflexión sobre mejoras en la manufactura. Por ello, al hilo de esta argumentación, un aspecto muy positivo es el hecho de que asistimos a una suma de nuevas propuestas realmente válidas en la escala local, como las siguientes:

Es posible que estos puntos sean solamente una pequeña muestra de las múltiples iniciativas que, desde los ámbitos nacionales e internacionales, se vienen realizando a favor de unos sistemas enclavados en realidades de enorme complejidad y por ello las actuaciones tienen que ser también múltiples, combinadas y no exentas de riesgos.
 

Hacia un replanteamiento de la cuestión local
 

El objetivo de estas líneas no era precisamente referirnos a los espacios de la gran industria de América Latina, dominados por la economía informacional, las industrias de las tecnologías de la información o la microelectrónica, que caracterizan el nuevo patrón de localización productiva mundial, sino a las buenas expectativas que ofrece el desarrollo local como modelo específico de desarrollo.

Puede decirse que los sistemas productivos de América Latina están en consonancia con lo que sucede en otras periferias, y por lo tanto les afectan conjuntamente problemas determinados, como el de la globalización. Pero en cambio, a diferencia de aquellos, tienen un carácter particular, donde destacarían más algunos aspectos concretos, como la flexibilidad y la innovación en detrimento de otros, como la intensidad tecnológica y financiera; por lo tanto, el modelo latinoamericano muestra una componente sui generis que, si en algunos aspectos hace que tenga mayores dosis de flexibilidad, desde otro punto de vista lo hace más dependiente de los cambios en la manufactura a escala global.

En este sentido, es tan evidente la importancia que el sector informal y las microempresas tienen en el contexto socioeconómico latinoamericano, que se está convirtiendo en una nueva mitología sobre la industrialización, a medida que toma cuerpo como una de las escasas alternativas viables al modelo de sustitución de importaciones, la presencia de mercados cerrados y la dependencia exterior en materia tecnológica y de innovación. Precisamente por eso creemos que América Latina ha de asumir un nuevo papel industrial bajo la consigna pensar globalmente y actuar localmente. Un neologismo, glocal, a caballo entre global y local, surgido para definir la nueva realidad política y urbana, sintetiza muy bien esta nueva realidad territorial, en cambio continuo.

Ahora bien, los ajustes productivos no pueden entenderse sin el cambio institucional paralelo; y, en este sentido, conviene tomar también en consideración la política local y supranacional. Hay que defender el papel de los sistemas productivos locales sobre las ciudades intermedias y pequeñas, puesto que contribuyen al mantenimiento de la ocupación y son una fuente de constante innovación, a la vez que dinamizan políticas económicas locales de enorme difusión.
 

Notas
 

1. MASSEY, Doreen B. , 1985.

2. BARTON, Jonathan R., 1997.

3. El denominado vaciado industrial urbano obedece a diversas causas, como la presión de las rentas de situación, que promociona usos residenciales en antiguas fábricas o de carácter medioambiental de determinadas empresas. Afecta de manera especial a las ciudades central y sus bordes pero también en antiguas periferias urbanas y regionales.

4. MARTNER, G., 1986.

5. PORTES, A. y SCHAUFFLER, R., 1993.

6. SITUACIÓN LATINOAMERICANA, 1998.

7. BORJA, Jordi y CASTELLS, Manuel, 1997.

8. HARVEY, David W., 1988, p. 25: "constituye una auténtica ironía que el colapso de las barreras espaciales desarrolle nuevamente las políticas locales y el significado del lugar".

9. KNOX, Paul L. y AGNEW, John, 1989. BENKO, Georges B. (Ed.), 1990. BEST, Michael H., 1990.

10. CORBRIDGE, S., 1994.

11. Algunos autores formulan las condiciones de juego de las últimas décadas como prueba fehaciente de la crisis inherente a un sistema socioeconómico que es perverso por naturaleza e incapaz de superar las recientes contradicciones en un espacio cada vez más mundializado llevado a sus últimas consecuencias, y los desequilibrios territoriales es una de estas consecuencias (AMIR, Samir, 1999, op. cit.). Por ejemplo, la ubicación de las sedes empresariales en espacios urbanos centrales, en detrimento de la dispersión productiva; o el estado-nación monolítico, que "ocupa" el territorio sometiendo en la jerarquía a otros niveles administrativos, organismos públicos y privados. Es cierto que una de las consecuencias (o la causa) de la globalización es la crisis del estado-nación, con el consiguiente "trasvase de los problemas locales al ámbito internacional". Dicha crisis es indisociable de la crisis del modelo de regulación keynesiano (LÉVY, Jacques, 1991).

12. Según el teorema de Heckscher-Olin, las diferencias en la dotación de factores son la principal clave explicativa de un comercio internacional que beneficiará a todos los participantes en la medida que estimula la producción global y disminuye el costo de los productos, en tanto que retardo se identificará con la escasa capacidad de generar exportaciones y, por lo tanto, con el aislamiento respecto a los grandes circuitos comerciales y monetarios" (KLILKJINEN, 1986).

La teoría clásica de las ventajas comparativas, aceptada como base del análisis de las políticas internacionales y locacionales, y con aplicaciones sucesivas, como el teorema de Heckscher-Ohlin, se basa en una mayor ventaja territorial derivada de la exportación de aquellos productos donde intervienen los inputs autóctonos más abundantes; y contrariamente para el caso de las importaciones. Este modelo también se ha denominado H-O-S (Samuelson); se plantea en términos de la teoría ortodoxa (funciones de producción dadas para cada producto en cada país, cuando en realidad se alteran por el progreso tecnológico como variable exógena por países). Considera los movimientos internos de capitales, pero no las multinacionales, y mucho menos se plantea el papel de las EMN's -empresas multinacionales- en la transferencia de conocimientos -know-how de gestión- (CORDEN, W.M., 1974). Además, las funciones de producción se ven alteradas por el progreso tecnológico como variable exógena en cada país y la conexión tecnológica en el seno de las empresas multinacionales y los oligopolios.

13. OHMAE, Kenichi, 1996: El concepto 'región económica óptima' designa aquellas áreas geográficas, a menudo transfronterizas, desarrolladas a partir de un centro económico y regional con una población que oscila ente los 5 y los 20 millones de habitantes, dotadas de un sistema adecuado de tecnología para conectarse de forma eficaz en la nueva economía global. Es decir, regiones bien dotadas en infraestructuras, red de comunicaciones, universidades y centros de investigación, tejido empresarial, etc. y cohesionadas mediante una historia y cultura suficientemente sólida. Como señala el autor: "el estado-nación se ha convertido en una unidad artificiosa, incluso engañosa, a la hora de reflexionar u organizar la actividad económica. Esto no debería sorprender a nadie. Siendo como es una creación de una etapa mucho más antigua de la historia industrial, ni tiene los incentivos, ni la credibilidad, ni los instrumentos, ni la base política para desempeñar una función eficaz en una economía en la que de verdad existen fronteras..." No estamos ante un asunto teórico ni especulativo, simplemente, se trata de una cuestión de eficiencia".

14. BECATTINI, Giacomo (Ed.), 1987; VÁZQUEZ BARQUERO, Antonio, 1987 y 1993; PECQUEUR, Bernard, 1988; COURLET, Claude, 1989; GAROFOLI, Gioacchino, 1991.

15. HADJIMICHALIS, Costis y PAPAMICOS, Nicos, 1990; AMIN, Ash y ROBINS, K. 1990.

16. PIORE, Michael y SABEL, Charles F., 1990.

17. PAUNERO, Xavier, 1998a y 1998.

18. VAZQUEZ BARQUERO, Antonio; GAROFOLI, Gioacchino y GILLY, Jean-Pierre (Eds.), 1997.

19. Sobre las formas de crecimiento de las periferias habría que destacar que proliferan muchas otras denominaciones de las periferias, en ocasiones asimiladas desde la bibliografía urbanística internacional y que presenta problemas de comprensión y de adaptación a nuestra lengua y a la realidad de las ciudades latinoamericanas.

20. CELECIA, John, 1998.

21. Elaboración propia en base a datos de CEPAL, 1996.

22. COPERTINO, M.A.M. 1990; MASSOLO, A., 1992.

23. Tiangui corresponde a una palabra nàhuac que ha entrado a formar parte del lenguaje coloquial mexicano, para designar cualquier pequeño negocio callejero de escasos medios. Las microempresas, formadas en su mayor parte por un gran número de emprendedores individuales (predominan las mujeres), que generan una parte significativa del empleo total, del producto y la renta regional. Algunos informes del Banco Interamericano de Desarrollo han estimado, en América Latina y el Caribe, que más del 80 por ciento de los negocios tienen diez o menos empleados; y el 80 por ciento de éstos, se concentrarían en la banda de cinco trabajadores o menos.

La relación de la actividad económica de las mujeres (sobre un índice de hombres=100) ha crecido de forma significativa en el conjunto de América Latina. Así, entre 1970 y 1994 pasó de ser el 33 por ciento al 38 por ciento, en Argentina; del 17 por ciento al 38 por ciento, en Brasil; del 27 por ciento al 39 por ciento, en Chile; y del 21 por ciento al 37 por ciento, en México. Tampoco se deben menospreciar las actividades laborales, el lugar y la estructura del trabajo infantil callejero; los niños que viven con su familia es muy amplia, en una gama de empleos informales (BORJA y CASTELLS, 1997, p. 99), desde pequeños vendedores, empleados de servicios precarios o de otro tipo o la propia mendicidad, la delincuencia y la prostitución genralizadas.

Otro impacto añadido a la precariedad de este tipo de negocios es su impacto medioambiental, en general, y visual en particular. Por ejemplo, en la ciudad de Guatemala por ejemplo, si alguien desea pintar la fachada de la casa, de paso, crea una microempresa con pocos recursos en los bajos del edificio, una tienda de refrescos y golosinas por ejemplo, Pepsi Cola entre otros. La multinacional se encarga de remozar toda la fachada de la casa ocupada toda ella por el llamativo logotipo en colores chillones azul y rojo; cuando esto sucede en miles de esquinas, el impacto visual llega a ser terrible, lo que se ha dado en llamar la "pepsicolización" del ambiente urbano.
 

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