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Scripta Nova Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales.  
Universidad de Barcelona [ISSN 1138-9788] 
Nº 50, 15 de octubre de 1999.
 
LA INTRODUCCIÓN Y EL DESARROLLO DEL HIGIENISMO EN ESPAÑA DURANTE EL SIGLO XIX. PRECURSORES, CONTINUADORES Y MARCO LEGAL DE UN PROYECTO CIENTÍFICO Y SOCIAL.
 
Rafael Alcaide González.
Geógrafo
Universidad de Barcelona


La introducción y el desarrollo del higienismo en España durante el siglo XIX. Precursores, continuadores y marco legal de un proyecto científico y social. (Resumen)
Este artículo trata acerca de los científicos españoles que posibilitaron la introducción y el desarrollo de la doctrina higiénica en nuestro país, y se divide en dos grandes apartados. El primero se dedica a la obra de los higienistas pioneros como es el caso de Mateo Seoane, Pedro F. Monlau y Francisco Méndez Álvaro, y se complementa con un estudio de la legislación española en materia de higiene promulgada entre 1700 y 1863. El segundo, hace referencia por una parte, a los médicos higienistas continuadores, dentro del núcleo higienista barcelonés de finales de siglo XIX, como Juan Giné Partagás y Rafael Rodríguez Méndez y, por otra, a la creación, funcionamiento y reglamentación de las Secciones de higiene especial, destinadas a la prevención de las enfermedades derivadas de la prostitución tales como la sífilis, entre otras.
Palabras clave: higienismo / Barcelona, Sección de higiene especial / legislación española en materia de higiene
 

The introduction and development of hygienic doctrine in Spain during the century XIX. The predecessors, the continuing hygienic doctors and the legal setting of a scientific and social project. (Abstract)
This i articulate it treats about the spanish hygienic doctors that made possible the introduction and the development of the hygienic doctrine in Spain and is divided in two great sections. First it is dedicated to the work of the pioneering hygienic doctors as it is the case of Mateo Seoane, Pedro Felipe Monlau and Francisco Méndez Álvaro, who complements itself with a study of spanish legislation in matter of hygiene promulgated between 1700 and 1863. The second section of i have been articulating, on the one hand for reference to the continuing hygienic doctors, within hygienic nucleus from Barcelona of end of century XIX, like Juan Giné Partagás and Rafael Rodríguez Méndez, and by another one, to the creation, operation and regulation of the Sections of special hygiene, destined to the prevention of the diseases derived from the prostitution such as syphilis, among others.
Key words: hygiene / Barcelona, Section of Special Hygiene / spanish legislation in matter of hygiene


La historia de España en el siglo XIX se configura a partir de una serie de vicisitudes políticas y económicas difíciles de conjugar tanto por su hetereogeneidad como por la complejidad de su desarrollo. La herencia ilustrada del XVIII y el afianzamiento del credo liberal como el gran proyecto de ruptura con un pasado dominado por el sistema político del Antiguo Régimen generan, tras la muerte de Fernando VII, un conjunto de cambios políticos y sociales que se van sucediendo en el transcurso de la centuria y que constituyen el germen de algunos de los más importantes logros científico-sociales en nuestro país.

En otro artículo, publicado en esta misma revista (1) , he hecho mención de las transformaciones que el ideario ilustrado produjo en el seno de la sociedad europea y de los factores que motivaron las mismas. Una de esas transformaciones se produce en el campo científico, concretamente en el de la medicina, y estriba en la necesidad de mejorar la atención médica a las clases sociales más desfavorecidas.

Las altas tasas de mortalidad que, por diversas enfermedades y epidemias, afectaban a un gran sector de la población conformado por las grandes bolsas de pobreza, por causas añadidas a la propia enfermedad como el hacinamiento y la desnutrición y el contacto que día a día mantenían los médicos con la población afectada, posibilitó los primeros estudios sobre la mortalidad ocasionada por estas causas, así como la frecuente denuncia de las miserables condiciones de vida de dicha población.

En Europa, desde la publicación en 1790 de la obra del médico vienés J.P. Frank, titulada La miseria del pueblo, madre de enfermedades, otros higienistas como Turner Thackrah, Arnold, Chadwick, Villermé o Virchow contribuyeron con sus estudios a refundar la higiene, que entonces formaba parte junto con la medicina legal de la llamada medicina pública, como ciencia profiláctica y disciplina médica independiente de aquellas, dotándola de un cuerpo doctrinario propio que la situó en primera línea de la lucha por la erradicación de enfermedades como el la fiebre amarilla o el cólera-morbo, afecciones que se desarrollaban con más frecuencia en el medio urbano y que afectaban a la mayor parte de la población, especialmente aquella conformada por las clases más bajas, trabajadores, obreros y sus familias, cuyas insalubres condiciones de vida y de trabajo se convertían en focos de enfermedad permanentes.

La higiene abarcó todos los campos posibles de actuación en la relación entre la sociedad y las enfermedades, constituyéndose en una disciplina médico-social, por la estrecha relación que los profesionales de la medicina, en la puesta en práctica de sus conocimientos higiénicos, mantuvieron con la enfermedad propiamente dicha y con la problemática social de la población afectada. En palabras del gran higienista Rodríguez Méndez, "la higiene en su sentido más lato comprende el universo entero, en tanto que diversas partes de éste son capaces, directa o indirectamente, de obrar sobre los seres vivos. Cuanto influya en los organismos, otro tanto es objeto de su estudio; de aquí resulta la multiplicidad de materias que comprende y lo fecundas y abundantes que han de ser las fuentes de sus conocimientos (2) ".

En España, los presupuestos liberales de base ilustrada tuvieron un importantísimo papel en la introducción de la doctrina higienista. Los primeros testimonios escritos acerca del tratamiento de las enfermedades de los trabajadores mediante preceptos de carácter higienista en nuestro país, datan de mediados del siglo XVIII. En concreto, tres médicos españoles: Francisco López de Arévalo, Jose Masdevall y Ambrosio María Ximénez de Lorite se ocupan, en sendos informes redactados a lo largo de la última mitad del siglo XVIII, de la problemática del proletariado industrial (3) . Sin embargo, será durante la compleja transición histórica entre los años finales de la Ilustración y los primeros albores del movimiento romántico, cuando tendrá lugar, en nuestro país, el desarrollo conceptual definitivo del higienismo como doctrina de base científica. Veamos, a continuación, dicho desarrollo a través de la vida y la obra de algunos de sus protagonistas.
 

1. LOS MÉDICOS PROTAGONISTAS DEL HIGIENISMO EN ESPAÑA DURANTE LA ETAPA BURGUESA REVOLUCIONARIA. 1835-1874.
 

La Ilustración, al igual que hiciera con la razón o la observación empírica de la naturaleza, adoptó el progreso como una de las reglas de oro a seguir para conseguir la meta de la ansiada felicidad del género humano, objetivo último de perfección, resultante del optimismo que siempre acompañó los postulados del movimiento ilustrado.

En España, a raíz de los sucesos revolucionarios de 1812, se gestó un profundo sentimiento de cambio y una verdadera simpatía por el ideario surgido de la revolución francesa, que con altibajos debidos al retorno del absolutismo fernandino, tuvo su realización más idealista en el período histórico correspondiente al Trienio liberal (1820-23). La nueva burguesía surgida a partir de la abolición de los señoríos y de la primera desamortización adopta plenamente los presupuestos de la doctrina liberal, heredera directa de la Ilustración, en la que "felicidad y propiedad resultan sinónimos, al considerar que la felicidad no es un estado de ánimo sino la situación del individuo que tiene los medios de satisfacer sus necesidades (4) ".

La adopción de una economía basada en el mercado libre, frente a la economía dirigida del Antiguo Régimen, la asunción de determinadas parcelas de poder, y el progresivo afianzamiento de un nuevo estilo de vida que persigue la superación personal en abierta oposición a una sociedad estamental basada en los privilegios, conforman en gran medida los contenidos teóricos de la nueva burguesía, contenidos e intereses que en la práctica no serán tan rígidos pues "en gran medida, a mediados del siglo XIX el Antiguo Régimen y la nueva situación liberal siguen dialogando entre sí, intercomunicándose realidades de todo tipo. No es que el Antiguo Régimen sobreviviese sin más, sino que muchos de sus postulados y realidades se incrustaron en la formación del Estado y de la sociedad liberales (5) ".

Así las cosas, la nueva sociedad clasista se convirtió en una realidad asumida por los dos grandes grupos que protagonizaron la política liberal hasta el Sexenio: moderados y progresistas, y las realizaciones de carácter político y económico no tardaron en entrar en conflicto con las reivindicaciones y la condición social y cultural de las masas.

Dos grandes científicos, pertenecientes al elenco médico español de la época, fueron los responsables, en gran medida, del afianzamiento y posterior desarrollo de la doctrina higiénica en nuestro país. En primer lugar, Ignacio María Ruíz de Luzuriaga médico internista "adoctrinado primero en el centro mismo de la Ilustración vascongada, formado científicamente después durante años en las mejores escuelas británicas y restituido más tarde a España para desempeñar funciones de elevada importancia, entre ellas ser el principal dirigente de los asuntos de nuestra higiene pública (6) ". En segundo lugar, Mateo Seoane Sobral, una de las personalidades científicas más relevantes de este período histórico, cuyo magisterio influirá decisivamente en sus discípulos Pedro Felipe Monlau y Francisco Méndez Álvaro. Estos tres últimos conforman la tríada de médicos higienistas de la primera mitad del siglo XIX, de cuya vida y obra, junto con algunos de los aspectos referentes a la legislación promulgada en España hasta 1863, pasa a ocuparse la primera parte de este artículo.
 

Mateo Seoane: el magisterio erudito.
 

Mateo Seoane nació en Valladolid en 1791. Cursó estudios de medicina en esta ciudad y en Salamanca, obteniendo la Licenciatura en esta última localidad en 1812 y el Doctorado al año siguiente. Su temprana adscripción al movimiento liberal impidió y truncó su brillante carrera (7) , hasta el punto de verse inhabilitado para impartir tareas docentes y quedar desterrado de lugares tales como Madrid, Valladolid o Salamanca por una Real orden de Fernando VII, de junio de 1814, en la que, entre otros motivos, se acusaba a Seoane de ser "un joven muy aventajado, pero completísimamente contagiado del liberalismo y, por sus buenas cualidades, extraordinariamente peligroso (8) ".

De este modo, debido a sus ideas políticas, Seoane tuvo que ejercer forzosamente de médico rural, convirtiéndose a la vez en activista de cuantas conspiraciones se dirigieron hacia el Régimen absolutista hasta 1820, año en el que el triunfo del pronunciamiento del coronel Quiroga y el comandante Riego, ocurrido en Cabezas de San Juan (Sevilla), inaugura el Trienio Liberal. Fue durante este período (1820-1823) cuando Seoane participa de una manera mucho más activa en la política española, al ser elegido diputado, situándose de manera notoria en el grupo de los llamados "exaltados", y constituyéndose además en "el principal responsable del Proyecto de Código sanitario de 1822 que, aunque no llegó a aprobarse, pesó notablemente en la posterior organización de la sanidad española, sobre todo en lo que respecta a la higiene pública. Notable fue también su contribución al estudio de los problemas de la sanidad militar, así como de la asistencia médica a los pobres, de acuerdo con una concepción secularizada de la beneficencia (9) " .

Tras el retorno al absolutismo en 1823, fue presa de la terrible persecución que se realizó desde la Corte contra los liberales, siendo condenado a muerte y debiendo exilarse en Londres como destino definitivo, ciudad donde permaneció durante una década y que constituyó un hito irrepetible en su vida y en su obra. Allí trabó contacto con las personalidades más importantes del exilio científico español y del mundo científico inglés, convirtiéndose en una de las figuras más importantes del movimiento liberal en el exilio; perfeccionó su técnica y conocimientos en el Guy's Hospital de Londres siendo miembro numerario de diversas asociaciones profesionales; publicó entre 1827 y 1831 diversos trabajos en revistas médicas inglesas siendo el principal redactor de una de ellas, dedicada a la divulgación científica y literaria, denominada The Atheneum, y entre otras actividades como la de publicista, fue médico titular del St. George Hospital y colaborador del Central Board of Health británico (Servicio Central de Salud).

Seoane trató fundamentalmente en sus escritos de aquella época acerca de una de las epidemias que más estragos causó en Europa: el cólera. Además de algunas traducciones al idioma castellano y de sus trabajos para el editor Rudolf Ackermann, la preocupación por la temible enfermedad causada por el vibrio colerae se refleja en sus trabajos en Inglaterra, destacando entre todos ellos los tres que se citan a continuación:

SEOANE SOBRAL, M. Documentos relativos a la enfermedad llamada cólera espasmódico de la India que reina ahora en el norte de Europa... Madrid: Imprenta Real, 1831. (Obra traducida al portugués por J. Romao Rodrigues, Lisboa: Imprenta Regia, 1832)

SEOANE SOBRAL, M. Informe acerca de los principales fenómenos observados en la propagación del cólera indiano por Inglaterra y Escocia. Londres: Santiago Holmes. 1832.

SEOANE SOBRAL, M. Instrucciones generales sobre el modo de preservarse del cólera-morbo epidémico con indicaciones acerca de su método curativo. Madrid: P.M. Calero, 1834. (Con una traducción al catalán realizada por J. B. Foix, Barcelona 1834; y una segunda edición castellana editada en Madrid en 1854) (10) .

Al observar las diferentes fechas de edición de las traducciones al castellano, portugués y catalán de dichas obras resulta que, paradójicamente, el mismo régimen absolutista que le condenó a muerte diez años antes, publica ahora sus obras más importantes relacionadas con la enfermedad del cólera. Ello es debido a la preocupación existente en el Gobierno español ante la propagación de la enfermedad por el continente, lo que origina la consulta del embajador español a los expertos ingleses sobre el tema, y la consiguiente recomendación y remisión de dichos expertos a Mateo Seoane como gran especialista y conocedor de los temas relacionados con la epidemia.

La consistente labor científica llevada a cabo por Seoane le facilitó su vuelta a España en 1834, al acogerse a una amnistía decretada para los liberales por la regente María Cristina (11) . Ya en nuestro país, Seoane -merced a su bien ganada reputación-, se convirtió en una de las personalidades científicas más relevantes y prestigiosas "en lo que respecta a la organización de la profesión y la enseñanza médicas y, sobre todo, de la asistencia y la higiene pública, desde los supuestos liberales (12) ".

La estancia de Seoane en tierras inglesas coincidió con la fuerte influencia ejercida sobre la higiene pública de aquel país por la ideología utilitarista de Jeremy Bentham (1748-1832), filósofo y jurisconsulto británico, y una de las personalidades que más contribuyeron a la formación del pensamiento constitucionalista europeo de principios del siglo XIX. Dicha influencia se tradujo en la obra de Seoane en España y, posteriormente, en la de sus discípulos Monlau y Méndez Álvaro; de este modo se importaron a nuestro país, desde el exilio británico, unos presupuestos higiénicos de marcada índole social y democrática entre los que también tuvieron cabida los estudios médico-sociales franceses y los procedentes de la corriente higienista germánica encabezada por J. P. Frank.

Vocal de la Junta Suprema de Sanidad y consejero, desde su fundación, del Consejo de Sanidad del Reino (1845), Seoane influyó decisivamente en la creación del Cuerpo de Sanidad Militar (1836); en la enseñanza de la medicina, a partir de la elaboración del Plan General de Estudios de 1845, y en la legislación española sobre higiene pública, a partir de su participación en la elaboración de la Ley Orgánica de Sanidad de 1855. Desde su llegada a España hasta la mitad de la centuria publicó diversos artículos y memorias entre las que se pueden destacar, entre otras, las siguientes: Consideraciones generales sobre la estadística médica... Madrid: Compañía Tipográfica. 1838 y Memoria sobre el estado actual de las ciencias exactas, físicas, naturales y médicas en España. Madrid: Imprenta Médica 1842 (13) , obras en las que se refleja la honda preocupación existente en el ánimo de Seoane por el avance de las ciencias y, muy especialmente, de aquellas relacionadas con la medicina y la higiene en nuestro país.

Seoane falleció en Madrid en 1870. Su gran tarea erudita, su formación liberal y su proyecto higiénico quedaron reflejados en la evolución intelectual de sus dos discípulos más influyentes en el proyecto médico-social español de la segunda mitad de la centuria: Pedro Felipe Monlau y Francisco Méndez Álvaro. El paso de Seoane por los ambientes médicos ingleses de la segunda y tercera décadas del siglo XIX, su quehacer científico tan brillante como positivo para la ciencia médica española, no fue fruto de la casualidad ni de las circunstancias políticas del momento; no en vano, sus conocimientos especializados sobre el cólera, sus excelentes contactos con las más altas instancias del higienismo inglés y su conocimiento de los estudios higiénicos que a la par se desarrollaban en la Europa continental demuestran, por una parte, el gran espíritu científico e innovador que le caracterizó y, por otra que, a pesar de la reacción absolutista de Fernando VII, la ciencia médica y la introducción del conjunto de los conocimientos higiénicos en España no estuvieron desconectados, en absoluto, de los proyectos, los presupuestos y los avances de la ciencia europea, generados a partir del movimiento ilustrado, del fenómeno industrial y de los cambios sociales.
 

Pedro Felipe Monlau: metodología y divulgación de la higiene.

El segundo de los grandes protagonistas del movimiento higiénico en España, y sin ninguna duda el más prolífico en cuanto a producción literaria y difusión de la doctrina higiénica, es el doctor Pedro Felipe Monlau y Roca (1808-1871), personalidad española de influencia inequívoca en la vida y en los hechos médicos en nuestro país durante el siglo XIX. Nació Monlau en Barcelona en 1808, ciudad en la que cursó sus estudios de medicina, licenciándose en 1831. Desde 1833, año en que se doctoró, Monlau perteneció al cuerpo de Sanidad Militar, actividad que compaginó con otras de índole política, pues fue un ardiente defensor del liberalismo progresista a partir de la redacción o dirección de diferentes diarios y revistas. Profesor de geografía y cronología en la Academia de Ciencias Naturales y Artes de Barcelona y catedrático de literatura en la Universidad de la misma ciudad, desde 1840 a 1844, fue destituido de esta última por motivos políticos, debiendo trasladarse a Valencia. Posteriormente, en 1848, Monlau pidió la excedencia del cuerpo de Sanidad Militar y ganó por oposición la cátedra de psicología y lógica del Instituto de San Isidro de Madrid, en la que permaneció hasta 1857.

Desde 1847 a 1855 estuvo asociado al Consejo de Sanidad del Reino, hasta que en este último año fue nombrado consejero de número. En 1851 fue designado delegado médico español en la primera Conferencia Sanitaria Internacional de París, cargo que repitió ocho años más tarde. Su polifacética actividad le convirtió en un escritor prolífico, pues fue autor de una amplísima obra escrita que incluye más de medio centenar de libros y casi doscientos artículos originales o traducidos, consagrados a temas muy diversos: literatura de creación, estudios literarios, lexicografía, historia, economía, psicología, medicina, etc. (14). Sin embargo, el tema por el que Monlau manifiestó más interés, fue el dedicado a la medicina preventiva, materia en la que su obra es fundamental en nuestro país durante el siglo XIX.

Anteriormente a sus más conocidas obras acerca de la higiene, Pedro Felipe Monlau publicó en Barcelona, en 1841, el que sería uno de sus trabajos más reconocidos y divulgados. Se trata del pequeño folleto titulado Abajo las murallas !!! , escrito en el que Monlau esbozó las grandes líneas del pensamiento higienista, y que llevó a cabo con motivo de un concurso promovido por el Ayuntamiento de Barcelona con el fin de premiar una memoria "en la que se expongan las ventajas que reportaría a la ciudad y, especialmente a su industria, el derribo de las fortificaciones (15) ".

Posteriormente, a raíz de su vinculación al Consejo de Sanidad del Reino y a su relación con Mateo Seoane, de quien recibe la influencia de las corrientes higienistas británicas, vieron la luz una serie de obras relacionadas estrictamente con la higiene pública, materia que Monlau concibió, de acuerdo con los supuestos liberales, como "el asesoramiento de la medicina a la administración pública. Afirmó explícitamente que su función debe reducirse a garantizar la seguridad, la libertad, la comodidad y la salud de cada ciudadano, considerando como muy problemática la intervención estatal, en unos términos muy similares a los de los higienistas británicos influidos por Jeremy Bentham (16) ". Así, desde 1846, aparecieron editadas, por orden cronológico, las siguientes obras de Monlau: Elementos de higiene privada (publicada en 1846, y que cuenta con varias ediciones posteriores); Elementos de higiene pública (con una primera edición en 1847, y dos reediciones posteriores en 1862 y 1871); Higiene del matrimonio (obra publicada en 1853 con varias ediciones posteriores); Higiene del alma (publicada en 1855, consta de la traducción al español del tratado del barón E. de Feuchtersleben) y, por último Higiene industrial (obra que se publica en 1856) (17). A este ingente trabajo divulgativo llevado a cabo por Pedro Felipe Monlau hay que añadir la publicación de la primera revista en España dedicada a la educación sanitaria, desde 1858 a 1864, titulada El monitor de la Salud.

Entre su abundante obra escrita, vale la pena destacar y analizar algunos de los aspectos más importantes de dos de sus títulos más divulgados: en primer lugar, los Elementos de higiene pública (véase la nota nº 17); en segundo, la Higiene del matrimonio.

Para Monlau la higiene pública es "la referente a la conservación de la salud de las colecciones de individuos, de los pueblos, de los distritos, de las provincias, etc. (estudia todas las causas de insalubridad pública y consigna los preceptos oportunos para remediarlas) (18) ". A partir de esta consideración dedica dos de los tres tomos de la obra, a tratar sobre las cinco secciones en que divide su estudio, y que son: la Atmosferología, en la que se tratan aspectos relacionados con el aire, las poblaciones y la policía médica, y en donde aparecen las diferentes consideraciones sobre el medio urbano que Monlau expusiera ya en su folleto sobre las murallas de Barcelona, si bien con nuevos puntos de vista y aspectos relacionados con las topografías médicas (19); una segunda sección trata de la Cosmetología haciendo referencia a los vestidos y la limpieza; la tercera sección incluye la Bromatología y trata de los alimentos y los condimentos; la cuarta, la Gimnástica, está dedicada al ejercicio, las profesiones y el reposo; y la quinta consta de la Perceptología y en ella trata de las sensaciones, a las que divide en internas y externas, y en cuyo contenido se encuentran los temas relacionados con el estudio de la población, tales como natalidad, mortalidad, fecundidad, matrimonio y poblacionismo, tema este último en el que se enfrenta a los postulados malthusianos aduciendo que "el principio de Malthus, es a todas luces falso, completamente falso (...) Las siniestras profecías de Malthus no deben, pues, asustarnos: los hechos las desmienten; y la desproporción que supone dicho autor entre la población y los mantenimientos, o no existe, o cada día se hace menor (...) Y para discurrir con alguna certeza sobre población, son necesarias más premisas de las que suministra un rincón del Globo [Inglaterra] colocado en circunstancias enteramente excepcionales (20) ".

Trata también la sección dedicada a la Perceptología de las pasiones, a las que el médico barcelonés divide en animales, sociales e intelectuales, y en las que incluye la prostitución como pasión animal:

El oficio de prostituta es tanto o más infame que el de verdugo. Es el oficio más asqueroso, más impuro y más pútrido que se conoce. "Si en una calle te encuentras entre un montón de basura y una prostituta (decía el lord Chesterfield a su hijo), y es inevitable tener contacto con el uno o con la otra, tírate a la inmundicia. Un poco de agua devolverá a tus vestidos la limpieza que antes tenían; pero nada hay capaz de quitar la mancha que en ti habrá impreso el contacto del vicio (21) ".

Situados en una perspectiva actual, estas consideraciones de Monlau referentes a la prostitución no pueden por menos que ser calificadas como terribles y absurdas; pero tales manifestaciones se deben considerar, creo, dentro del contexto histórico de una época en la que el idealismo que acompañó al movimiento romántico, asociado a un pensamiento absolutamente burgués del que Monlau participa inequívocamente. La doctrina higiénica fue más allá de las consideraciones propiamente médicas y  silenció cualquier atisbo de emancipación femenina, estableciendo un conjunto de reglas de comportamiento, extensivas a todos los ámbitos de la existencia humana, que estaban absolutamente impregnadas de una componente moral y ética heredera del optimismo ilustrado y orientadas a la búsqueda de unos comportamientos perfeccionistas que en las capas de la población más desfavorecidas, desaparecían acuciadas por la necesidad y el hambre. Se hace necesario recordar aquí que Monlau desarrolló su denuncia de las condiciones de vida de las clases más desfavorecidas desde un púlpito burgués y, como cita López Piñero, "los proletarios españoles tienen en Monlau un enérgico testigo de su situación, pero en modo alguno alguien que se sienta partícipe de su destino (22) ".

El tercer y último tomo de la Higiene pública se dedica, por entero, a la Legislación Sanitaria de España, o Colección de las leyes, decretos, reglamentos, providencias y demás disposiciones oficiales, antiguas y modernas, dictadas sobre Sanidad e Higiene pública general y municipal, comprendiendo todos los ramos concernientes a la salubridad, comodidad y ornato de los pueblos. De este modo, tanto por la amplitud como por la sistematización de sus contenidos, los Elementos de higiene pública de Monlau se constituyen como el primer compendio, dentro del campo de la higiene pública española, y como uno de los mayores logros dentro del proyecto científico-pedagógico que acometió.

La segunda, de las obras propuestas para su análisis, es la titulada Higiene del matrimonio, publicada por primera vez en 1853 y de la que se realizan un buen número de ediciones posteriores (23) . La obra presenta un extenso índice de veintiuna páginas, dividido en una extensa introducción, diecisiete capítulos y una conclusión, apartados en los que se van desarrollando diversos temas relacionados con la higiene matrimonial, que abarcan desde Legislación Eclesiástica y Civil sobre el matrimonio, hasta la educación de los hijos, pasando por la higiene física y moral de los esposos, los órganos de la generación, la virginidad, la copulación, la impotencia, la preñez, el parto. Se trata, en conjunto, de un intento programático de instruir a los casados en los preceptos y reglas de un matrimonio basado en los principios consagrados de la higiene y de la moral cristiana, con especial incidencia en los aspectos relativos a la instrucción de los cónyuges, aspectos por los que el higienista barcelonés aboga muy especialmente, pues está plenamente convencido de que "con un poco más de instrucción en los casados, podría ser infinitamente menor el número de los matrimonios mal avenidos (24) ".

En las dos obras que se han analizado Monlau demuestra estar al día en lo que a contenidos e ideas demográficas se refiere, ya que la larga lista de referencias y citas que jalonan sus páginas, así lo demuestra. No hay que olvidar que el médico barcelonés fue comisionado como delegado médico español en la primera Conferencia Sanitaria Internacional celebrada en París, que estuvo vinculado al Consejo de Sanidad del Reino durante muchos años y que los conocimientos que poseía sobre especialidades como la historia o la economía, le convirtieron en una personalidad erudita sobre los temas higiénicos al estar en contacto continuo con las fuentes bibliográficas de carácter más innovador, tanto españolas como extranjeras. Cabe reconocer en la persona de Pedro Felipe Monlau, una de las figuras claves en el conjunto del conocimiento científico español del siglo XIX, hasta su muerte, acaecida en Madrid en el año 1871.
 

Francisco Méndez Álvaro: medicina y liberalismo.
 

La tercera de las figuras clave del período que nos ocupa, surgida también del magisterio ejercido por Mateo Seoane, es la del médico higienista Francisco Méndez Álvaro (1806-1883). (25)  

Méndez Álvaro nació en Pajares de Adaja (Ávila) en 1806. A los diez años de edad se trasladó a Madrid, a casa de su tío Pedro de Álvaro, donde prosiguió su educación, orientada hacia los principios liberales, a la que acumuló la rica experiencia de la vivencia de los difíciles tiempos del Trienio liberal junto a sus tíos: el ya nombrado Pedro, y Aniceto de Álvaro, participantes activos y directos en la causa liberal. Su interés por la ciencia médica le condujo a matricularse en el Colegio de Cirugía de San Carlos de Madrid en el año 1823.

La creación de esta institución, junto con otros Colegios de Cirugía en la época ilustrada, constituyó uno de los logros más importantes dentro del proyecto intelectual médico español de finales del XVIII. Con los Colegios, la cirugía española se sumó al ritmo general europeo. Estas instituciones resultaron fundamentales en la mejora y puesta a punto, tanto de los conocimientos quirúrgicos y anatómicos de los médicos españoles como del saber médico en general. Uno de los motivos principales de su éxito radicó en el enorme apoyo prestado por las instituciones y por los propios profesionales, ante la necesidad de disponer de un buen elenco de cirujanos para las necesidades propias del Ejército y de la Marina.

En 1827, Fernando VII aconsejado por su médico de cámara Pedro Castelló y Ginestá, personalidad médica de corte absolutista en quien recayó buena parte de la estructuración institucional del quehacer médico en España durante la última etapa fernandina, decretó el Reglamento para el régimen científico, económico e interior de los Colegios de Medicina y Cirugía y para el gobierno de los profesores que ejerzan estas ciencias de curar en todo el Reino. Mediante este reglamento, los Colegios de Madrid, Cádiz y Barcelona, se convirtieron en Colegios de Medicina y Cirugía, en un intento institucional de paliar el déficit de médicos, agravado por las purgas y las persecuciones de que fue objeto la profesión médica identificada con el liberalismo, a partir de la restauración absolutista de 1823.

Como se indicó anteriormente, Méndez Álvaro ingresó en San Carlos en 1823 y cursó estudios de cirugía hasta 1828, fecha en que dicha institución se convirtió en el Real Colegio de Medicina y Cirugía, afectando en grado sumo los estudios de Méndez Álvaro, pues tuvo que licenciarse primero en cirugía, y posteriormente en medicina, alcanzando el titulo de doctor en ambas disciplinas en 1834.

Tras ejercer como médico rural ingresó, en 1836, en el Cuerpo de Sanidad Militar, concretamente en la Plana Mayor, cuyo organizador era Mateo Seoane. De este modo Méndez Álvaro pasó a ser ayudante de Seoane, quien influyó de forma notable en la posterior orientación profesional y humana del higienista abulense. En 1837 abandonó la práctica médica y se dedicó de lleno al periodismo, fundando, dirigiendo y colaborando en diversas publicaciones de carácter general; por otra parte, su actividad dentro del partido moderado le llevó también a participar activamente de la vida política.

Precisamente su activismo político en la sublevación contra Espartero le valió un reconocido prestigio que le encumbró a ocupar puestos de alta responsabilidad política; entre estos cabe destacar: alcalde de Madrid, diputado a Cortes, vocal de la Junta de Beneficencia, presidente de la Junta Municipal de Beneficencia de Madrid, consejero de Instrucción pública y, desde 1847, secretario del Consejo de Sanidad del Reino, cargo en el que permaneció hasta 1854, año en el que alcanzaron el poder los liberales. Posteriormente, en 1856, volvió a tomar posesión de dicho cargo en el que permaneció hasta 1865, fecha en que fue elegido diputado a Cortes.

Es innegable la influencia política de Méndez Álvaro en las más altas esferas sanitarias españolas de la época. Influido por Mateo Seoane, Méndez Álvaro fue un excelente conocedor del proyecto higienista británico en particular, y en general de los últimos avances en materia higiénica que se llevaron a cabo en toda Europa; multitud de autores como Chadwick, Quetelet, Farr, Villermé, aparecen citados en sus trabajos referentes a los temas higiénicos.

Sin duda, la labor más importante de Méndez Álvaro fue la periodística, tanto de carácter político como médico; aunque, desde 1847, su labor como periodista político desarrollada en publicaciones tales como El Castellano, El Mensajero de las Cortes, La Revista Mensajero y El León Español, va en decremento, hasta llegar al año 1855 en que abandona definitivamente la prensa política (26).

Debido a su cargo en el recién creado Consejo de Sanidad del Reino, le fue posible dedicarse de lleno al periodismo médico. Su contribución en este sentido fue decisiva para el posterior desarrollo de este tipo de prensa en nuestro país. En 1854 funda la revista El Siglo Médico a partir de la refundición de dos revistas: la primera, el Boletín de Medicina, Cirugía y Farmacia fundada en 1834, de la que Méndez Álvaro fue co-director y co-propietario, y la segunda, otra de las publicaciones más especializadas de la época: La Gaceta Médica fundada en 1845, de la que fue director Matías Nieto Serrano, uno de sus colaboradores más íntimos.

Méndez Álvaro colaboró también en otras publicaciones tales como El Semanario de Medicina (1841), Archivo de Medicina Española y Extranjera (1846) y la Prensa Médica (1846) (27). Por otra parte, su labor como traductor no fue menos importante, ya que versionó más de una treintena de obras y tratados médicos procedentes del extranjero sobre diversos temas de interés médico, tales como obstetricia, oftalmología, ginecología, patología general, etc, dentro de una colección que se tituló Biblioteca escogida de Medicina y Cirugía, colección que apareció en la década comprendida entre 1841-51, y que significó la puesta al día en muchos aspectos del saber médico español de la primera mitad del siglo XIX.

Méndez Álvaro se ocupó reiteradamente de la mortandad causada en España por las epidemias; son muchos los escritos que consagra a temas tales como la fiebre amarilla, la viruela, el cólera, la lepra, la gripe y la pelagra entre otras. Entre ellos cabe destacar los siguientes: Reflexiones acerca del catarro pulmonar epidémico que vulgarmente se conoce bajo el nombre de Grippe. (1837); Revista terapéutica del cólera morbo. (1854); La lepra en España a mediados del siglo XIX. Su etiología y su profilaxia. (1860) y Discurso acerca de la preservación de las viruelas. (1871). Su extenso conocimiento del tema y su dominio de las estadísticas le convirtieron en un consumado especialista y abundaron en sus escritos no tan sólo las denuncias o el estado de la cuestión sobre el tema, sino también la exposición de las medidas higiénicas más indispensables para la eliminación de los focos epidémicos y la consiguiente profilaxis.

También en la enseñanza, sus recomendaciones sobre la instrucción de la higiene y la inclusión de la estadística en los programas de estudio fueron una constante. Intervino además en la elaboración de la Ley de Sanidad de 1855 y en la de otros diversos decretos entre los que destaca el de 1854, por el cual se organizaban los partidos médicos, se planificaba la asistencia gratuita a los pobres, se regularizaba el servicio de Higiene Pública y Medicina Legal, y se establecía la vigilancia del ejercicio de la profesión (28).

Méndez Álvaro acometió, por otra parte, uno de los retos pendientes de la sanidad madrileña: la reforma hospitalaria de Madrid en 1845, como primer paso de una larga serie de proyectos referentes a la mejora de las instituciones sanitarias de nuestro país que culminará, en 1882, con uno de los logros institucionales fundamentales en la historia del higienismo español: la fundación de la Sociedad Española de Higiene, presidida por él, cuyos objetivos se dirigían a "propagar los conocimientos higiénicos, crear institutos de higiene, fomentar esta disciplina desde el punto de vista de la docencia y de la investigación y el de confeccionar una estadística demográfico-sanitaria (29) ".

Según López Piñero (30), el talante político de Méndez Álvaro es ciertamente conservador, a diferencia de Monlau. Ello se deduce de sus escritos muchas veces de signo retrógrado ante la impresión que le causan "las perniciosas doctrinas socialistas y pedagógicas que tanto cuerpo han tomado en nuestros días (31) ", llegando en ocasiones a renegar "de la tradición de testimonio de los higienistas porque describieron con tan oscuras y odiosas tintas la habitación del pobre que excitaron la pasión política y el espíritu demagógico (32) ".

Méndez Álvaro ejemplifica, en definitiva, el prototipo de la mentalidad liberal moderada y su forma de actuación dentro de los postulados higienistas de la segunda mitad del siglo XIX. De entre sus obras más reseñadas cabe destacar dos de ellas. La primera, titulada Consideraciones sobre la higiene pública y mejoras que reclama en España la higiene municipal. publicada en Madrid, en 1853 por J. Rodríguez. La segunda es la titulada La habitación del menesteroso, considerada bajo el aspecto higiénico social (1874) y se trata del discurso de contestación al pronunciado con motivo de la recepción pública en la Real Academia de Medicina de Madrid, por el académico electo D. Rogelio Casas de Batista, médico higienista de posturas más abiertas que las de Méndez Álvaro, titulado El problema relativo al hogar del obrero.

En las Consideraciones, escrito que Méndez Álvaro divide en tres partes, se dan cita los elementos necesarios para significarlo como uno de los alegatos higienistas más importantes de su tiempo. En la primera parte, Méndez Álvaro expone de una manera brillante el estado de la cuestión higiénica en la Europa del momento, dando una vez más muestras de su exacto conocimiento del desarrollo de las corrientes higienistas en el continente, especialmente en Alemania, Francia e Inglaterra. En la segunda, se desgranan los porqués del atraso higiénico español, haciendo especial hincapié en el proletariado, los alimentos y la falta de estadísticas, tema este último en el que Méndez Álvaro trabajó durante gran parte de su vida profesional. En la tercera y última parte del escrito, se proponen una serie de mejoras encaminadas a eliminar el atraso español en materia de higiene.

No acompaña el mismo entusiasmo pero sí mucha más información al Discurso pronunciado en 1874 del que ya se ha hecho referencia. Su contenido es, en líneas generales, muy similar al de las Consideraciones, pero con veinte años de diferencia y con un Méndez Álvaro mucho más cauteloso y conservador como resultado, por una parte, de las limitaciones impuestas por la ideología liberal de carácter moderado y, por otra, de una visión partidista contra el socialismo en auge que poco a poco se va convirtiendo en una amenaza política de primer orden. Ello, sin embargo, no le impide describir -con excelente visión-, la situación del proletariado en las grandes ciudades, especialmente en Madrid, su migración hacia la periferia y las ínfimas condiciones de las viviendas, junto con toda una serie de detalles referentes a las difíciles condiciones de vida de los trabajadores.

Méndez Álvaro falleció en Madrid en 1883. Con él desaparece una de las personalidades fundamentales en la forja del proyecto higienista en nuestro país, junto con Mateo Seoane y Pedro Felipe Monlau, que configuran la trilogía de científicos pionera del conocimiento, estudio y puesta en práctica de las materias médicas más relevantes en lo que hace referencia a la innovación de los estudios higiénicos, a partir de un destacado carácter social que será el punto de partida de toda una serie de cambios políticos, sociales y culturales en el conjunto de la sociedad española de la segunda mitad del siglo XIX.
 

2. LA HIGIENE Y SU REFLEJO LEGAL EN LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA ESPAÑOLA: LOS CONTENIDOS DEL COMPENDIO DE LEGISLACIÓN SANITARIA DE PEDRO FELIPE MONLAU (1700-1862)
 

"La Higiene pública dice lo que debe ser, y la Legislación dice lo que es. La ciencia higiénica propone las medidas y disposiciones que deberían estar en vigor, y la legislación sanitaria resuelve y manda lo vigente. No siempre andan acordes las disposiciones que científicamente deberían recibir la sanción oficial, con las que de hecho y de derecho la han recibido del Gobierno; y de ahí la necesidad de que el higienista sepa no solamente lo que debe ser, para dar oportunos consejos a la Autoridad pública, sino también lo que es, a fin de obedecerlo y cumplimentarlo (33) ".

Este párrafo de Monlau, que figura en la Advertencia previa al compendio de la Legislación Sanitaria de España, nos sitúa de lleno en los aspectos más técnicos que presentó el higienismo en su implantación, como guía y componente intelectual de lo que fueron las acciones de gobierno, durante gran parte del siglo XIX y principios del XX en España.

La teoría higiénica - ante la puesta en práctica de todas las acciones que se podían derivar de ella - entra en conflicto no tan sólo con intereses públicos o privados, ya sean de índole comercial (mataderos, mercados, comercios en general), industrial (manufacturas, pequeños talleres, fábricas), eclesiástica (cementerios), militar (ejército, armada), intelectual (protomedicato, docencia en medicina y farmacia) o civil (propiedad privada y pública), entre muchos otros, sino que además contempla una serie de mejoras de tipo técnico (abastecimiento de aguas, alcantarillado, conformación de nuevo suelo urbano) con una premura que no siempre la Hacienda pública, ni el capital privado son capaces de afrontar. Entiéndase que la concepción metodológica de todos los aspectos que la ciencia higiénica comprende, representa una reforma en profundidad de toda la legislación referente a la salud y de todo lo que se entiende como salud con anterioridad al auge de la doctrina higiénica, tanto más cuando, por ejemplo, bajo el epígrafe de higiene pública Monlau incluye "todas las leyes y todas las providencias que directa o indirectamente se encaminan a mantener la salud de los gobernados, a cubrir sus necesidades, a remediar las dolencias sociales. En este concepto, no hay medidas, ni disposición, gubernativa o administrativa, que no entre en el cuadro de la Higiene pública (34) ". Por lo tanto, cabe deducir que, si los preceptos higiénicos vinculan todos los ordenes de la vida del ser humano, toda la legislación existente al respecto ha de ser modificada parcial o totalmente, y su falta suplida por leyes que contemplen los aspectos más novedosos del paradigma higiénico.

En el período comprendido entre los años 1700 y 1862 (año de la publicación de la 2ª edición de los Elementos de Higiene Pública) he contabilizado, siguiendo el compendio de Monlau antes citado, un total de 1.944 disposiciones legales (35)  referidas al conjunto de la higiene. Su volumen habla por si solo de la importancia que tuvieron los postulados higiénicos en el ordenamiento jurídico y legal de la época que nos ocupa, pero hay que hacer constar que sobre la legislación apuntada "también convendría hacerse cargo de la confusión, y a las veces contradicción, que se advierte en nuestra legislación sanitaria; confusión y contradicción que suelen depender de que muchas veces se ha legislado de presente, sin acordarse de disposiciones anteriores no derogadas; de que las disposiciones oficiales no siempre están redactadas con la debida claridad y precisión; de que han escaseado siempre, en España, las Instrucciones detalladas, indispensables para que se ejecute bien lo mandado; y de que, por resultado de todo, se hallan obscuridades, sobrevienen dudas, y ocurren dificultades, las cuales dan lugar a un número prodigioso de reales órdenes aclaratorias, modificativas, suspensorias, derogatorias, etc (36) ".

Aclarados estos conceptos, he elaborado unas tablas -que el lector encontrará al final de este artículo- distribuidas por fechas y contenidos, disponiendo el recuento según la división en Secciones que Monlau realiza de la legislación sanitaria hasta 1862, y que resulta ser la siguiente: a) Administración Sanitaria; b) Higiene pública general; c) Administración de Justicia; d) Enseñanza de la Medicina y la Cirugía; e) Ejercicio de la Medicina; f) Epidemias y Contagios; g) Premios y Castigos; h) Sanidad Marítima; i) Sanidad Militar (Ejército); j) Sanidad Militar (Armada); k) Quintas y Reconocimientos; l) Aguas minerales; m) Farmacia; n) Veterinaria y Epizoótias; o) Higiene Municipal y Policía urbana y rural y p) Cementerios.

Cada sección de la obra de Monlau incluye un comentario general, a la vez que diversas explicaciones de índole más particular para cada uno de los diferentes apartados en que Monlau divide las dieciséis secciones. Dichos apartados también se incluyen en las tablas del final del artículo, con tal de poder subrayar la importancia de algunos de ellos dentro de su sección y la comparación entre apartados y secciones que llevaré a cabo en adelante.

Otra de las obras que he consultado para la realización de ésta parte del artículo dedicada a la legislación es la de Martínez Alcubilla (37) . Este compendio legislativo de carácter general, recogido con exhaustividad hasta la fecha de su edición, presenta el inconveniente de que su división en secciones difiere bastante de la que Monlau da a su obra, además de incluir toda la legislación ya recogida en la obra del higienista barcelonés; aunque, por otra parte, su consulta puntual en algunos apartados (especialmente por lo que se refiere a Abastos, Ayuntamientos, Beneficencia, Cementerios, Epidemias, Gobierno y Administración de las provincias, Higiene pública, Mataderos, Pobres, Policía Municipal y Sanidad, entre otros), resulta imprescindible para poder analizar con más detalle los textos legales correspondientes. Sin embargo, debido a que el propósito de este estudio contempla una aproximación general a los contenidos de la legislación sanitaria de la época, sin entrar en cuestiones más específicas, he tomado como base para este capítulo la compilación de la legislación sanitaria llevada a cabo por Monlau.

Es importante destacar la profusión de disposiciones que tuvo lugar en las décadas de 1841-50 (468, 24,7 % del total) y 1851-60 (841, 43,26 % del total). Tan sólo en veinte años se legisló el 67,96 por ciento del total de los contenidos higiénicos contemplados por ley en el espacio de 163 años. Por siglos, mientras que en el siglo XVIII sólo se encuentran anotadas en la obra de Monlau 84 disposiciones diversas (4,32 %), en los sesenta y dos años del siglo XIX contabilizados en dicha obra se halla el 95,68 por ciento restante de la legislación sanitaria. Estos aspectos refuerzan el hecho de que el higienismo, como doctrina científica, adquiere su desarrollo definitivo a partir de la cuarta década del siglo XIX.

Los acontecimientos políticos determinan esencialmente el auge de la legislación en materia higienista. El absolutismo oscurantista que protagonizan los diversos gobiernos de Fernando VII, da paso más tarde a una serie de cambios políticos que posibilitan el llevar a cabo algunas de las múltiples propuestas sobre reformas sociales en materia higiénica, especialmente desde los Ayuntamientos, órganos decisivos en la consecución de gran parte de las mejoras urbanas que experimentan diversas ciudades, entre ellas Barcelona a partir del derribo de sus murallas completado en 1856.

En las secciones propuestas en la obra de Monlau el número total de disposiciones es variable en función de su amplitud. Así, la sección que más disposiciones recoge es la de Higiene pública general con un total de 343 disposiciones (17,64 % del total), seguida de la de Sanidad marítima con 290 (14,91 %), Enseñanza de la Medicina y Cirugía con 206 disposiciones (10,59 %), Administración Sanitaria con un total de 181 (9,31 %), Epidemias y contagios con 169 disposiciones (8,69 %), Sanidad militar (Ejército) con 167 (8,59 %), Aguas minerales con 121 (6,22 %) y Farmacia con 116 (5,96 %) respectivamente. El resto de secciones aparece con un número de disposiciones legales inferior siempre al centenar y por el orden que sigue: Cementerios con 92 disposiciones (4,73 % del total), Ejercicio de la Medicina con 68 (3,49 %), Administración de Justicia con 55 (2,82 %), Premios y Castigos con 44 disposiciones (2,26 %), Veterinaria-Epizoótias con 40 (2,05 %), Sanidad Militar (Armada) con 28 (1,44 %) y por último Quintas y reconocimientos con 24 disposiciones (1,23 %) respectivamente.

Haciendo excepción de la sección de Cementerios, en la que se encuentran disposiciones de carácter general que se ven ampliadas en los diferentes Reglamentos de Policía e Higiene Municipal de cada ciudad o pueblo, cabe suponer que la causa del menor número de disposiciones en las restantes secciones que no llegan al centenar, radica en que muchos de los aspectos legales que pudieran contener ya están recogidos en otras secciones, especialmente por lo que se refiere a Veterinaria-Epizoótias en relación con Epidemias y contagios, y Sanidad Militar (Armada) en relación con Sanidad Militar (Ejército).

Reflejada de este modo la importancia de las diferentes secciones, pasaré al análisis de aquellas que revisten más interés por lo que se refiere a su incidencia en el conjunto de la población. La Higiene pública general constituye la sección más densa no tan sólo en cuanto a legislación sino también en la subdivisión que Monlau hace de la misma en su obra. Merecen especial atención tres apartados: el dedicado a la Estadística con 65 disposiciones (18,95 % del total del apartado), el de Beneficencia pública con un total de 124 disposiciones (36,15 %) y el de Higiene Municipal superior con 83 disposiciones (24,19 %).

Si la Estadística es un instrumento cada vez más imprescindible en el marco del gobierno y de la planificación del Estado, la Beneficencia pública intenta recoger aquellas disposiciones legales de la Higiene pública que afectan a una mayor parte de la población. No es que este apartado recoja los flecos de otros de carácter más general, sino que en sí mismo aúna todo el complejo entramado legal de la asistencia a las capas de población más deprimidas, intentando corregir los enormes desequilibrios sociales existentes en la época que nos ocupa con mayor o menor acierto y es, sin lugar a dudas, el origen de múltiples disposiciones legales de la actualidad entre las que se pueden contar la referidas a Sanidad, Seguridad Social y Pensiones, Seguros, Cajas de Ahorro, Loterías y Apuestas del Estado, Vivienda, etc. Cabe destacar por su título algunas de las divisiones que incluye el mencionado apartado de Beneficencia tales como: Enseñanza a sordomudos, ciegos, asilos de párvulos, casas de lavado y baños para pobres, casas salubres y baratas para familias proletarias, Calamidades públicas en general, Expósitos y Casas de Maternidad, Hospitales públicos generales, Hospitales Especiales (Manicomios) etc. Por último, en el apartado referido a la Higiene Municipal superior se establece el marco legal para que los Ayuntamientos puedan legislar sobre aquellas competencias que les son propias, sin detrimento de las disposiciones oficiales de carácter más general que en ese mismo marco se recogen.

En la sección de Sanidad Marítima se incluyen todos aquellos aspectos que tienen que ver con el tráfico marítimo de mercancías y personas, así como la permanencia en puerto de los buques, cuarentenas, lazaretos y espurgos, policía higiénica y sanitaria de los puertos, tarifas, etc. Cabe destacar que el mayor número de disposiciones de esta sección se refiere al apartado titulado Tarifas, Derechos y Fondos sanitarios con 65 (22,41 %), seguido por el referido a Cuarentenas con 41 disposiciones (14,13 %), y el de Patentes con 33 (11,37 %), entre otros, significándose otro apartado que, denominado Disposiciones generales varias, incluye un total de 47 disposiciones (16,2 %) de índole diversa.

La Enseñanza de la Medicina y la Cirugía es objeto de división en varios apartados, destacando que un 88,34 por ciento de sus disposiciones legales (182 en total) están dedicadas a diferentes aspectos tales como: Planes de Estudio, Reglamentos, Instrucciones y Disposiciones generales, Matrículas, Exámenes, Incorporaciones y Abonos de cursos, Depósitos, Reválidas, Grados y Títulos, etc.

La Administración Sanitaria ocupa uno de los lugares preferentes en las secciones con mayor número de disposiciones legales. En especial destacan las referentes al Consejo de Sanidad del Reino, órgano supremo de consulta que sustituye a la Junta Suprema de Sanidad en marzo de 1847, y del que emanan la mayor parte de las disposiciones de esta sección, concretamente 57 (31,49 %). Siguen por orden las referidas a Organización con 39 disposiciones (21,54 %), Juntas de Sanidad Provinciales y Municipales con 30 (16,57 %), Subdelegados de Sanidad con 17 disposiciones (9,39 %) y Academias de Medicina con 15 (8,28 %) respectivamente, división, esta última, en la que ya se legislaron tres de sus disposiciones en el segundo cuarto del siglo XVIII, entre otras.

La sección referente a Epidemias y contagios consta de dos apartados titulados: Exóticas o importadas con 147 disposiciones (86,98 % del total) e Indígenas o aclimatadas con 22 (13,02 % restante). Aquí se refleja la importancia concedida a las enfermedades o pandemias (especialmente el cólera-morbo) que, procedentes del exterior, se propagaban a través de los puertos, generalmente con la llegada de barcos con mercancías o personas infectadas. En íntima conexión con este apartado estaba el ya mencionado de Sanidad Marítima, especialmente en sus divisiones de Cuarentenas, Policía y Lazaretos, y algunas de las disposiciones referentes al apartado de Enfermedades exóticas o importadas se remontan al primer cuarto del siglo XVIII.

En la Sanidad Militar (Ejército) se recogen todas las disposiciones sanitarias referentes a la tropa que conforma los Cuerpos y Armas de tierra. Fundamentalmente cabe destacar los apartados referidos al Cuerpo de Sanidad Militar con 59 disposiciones (35,32 %), Higiene Militar con 36 (21,55 %), Hospitales Militares con 27 (16,16 %) y Reconocimientos con 22 disposiciones (13,17 %) respectivamente, entre otros.

De la importancia que se dio a la curación de algunas enfermedades por medio de la hidroterapia, son fiel reflejo tanto el número de obras y publicaciones periódicas de literatura médica (38)  como el gran número de disposiciones legales que comprende esta sección (121 en total), dividida en cuatro apartados por el orden siguiente: Reglamentos y providencias generales con 48 disposiciones (39,66 %), Establecimientos de Aguas Minerales con 35 (28,92 %), Médicos Directores con 32 (26,44 %) y Manual de Aguas Minerales, con 6 disposiciones (4,95%), éstas últimas legisladas en la década 1841-50.

La sección de Farmacia incluye, como las anteriores, diversos apartados entre los que cabe destacar los dedicados al Ejercicio de la profesión, con un total de 45 disposiciones (38,79 %), la Enseñanza con 25 (21,55 %), las disposiciones referentes a Intrusos (que también se recogen en el apartado de Ejercicio de la Medicina, para los profesionales médicos) con un total de 13 (11,2 %) y el Sistema Ponderal también con 13 disposiciones (entre las que se incluye la ley de 19 de julio de 1849 referida a la unificación y adecuación de pesas y medidas al Sistema Métrico Decimal ), entre otros.

En las restantes secciones, Monlau detalla todas las disposiciones existentes hasta la fecha de la edición de los Elementos que he consultado, intercalando algunos comentarios y añadiendo al final de la obra, en una segunda parte, el texto literal de algunas de las disposiciones vigentes más al uso por aquel entonces.

Para concluir con esta primera parte del artículo, vale la pena destacar la íntima relación existente entre la Administración de Justicia y la Medicina a través de la Higiene. Monlau, en uno de los párrafos más representativos del compendio legislativo que se ha comentado, expone con brillantez la lógica de esta relación y pone de relieve, tanto la solidez como la profunda implicación de los contenidos del paradigma higienista en todos los órdenes de la vida humana: "La Magistratura necesita a cada paso de las luces de la Medicina para la recta administración de justicia, tanto en lo civil como en lo criminal. Los nacimientos, el matrimonio, la preñez, los testamentos, las defunciones, el estado mental de las personas, el aborto, el infanticidio, el parto, las heridas y los envenenamientos, la violación, el suicidio, las inhumaciones y las exhumaciones, las enfermedades contagiadas y las hereditarias, las simuladas y las disimuladas, las pretextadas y las imputadas, todas éstas, y muchas más cosas, reclaman la intervención del Médico para el esclarecimiento y la fijación de los hechos y de las circunstancias sin cuyo conocimiento no cabe la buena administración de la justicia. Bienes y personas, fortunas y vidas, todo reclama la intervención y la asistencia de la Higiene y la Medicina (39) ".
 

3. EL HIGIENISMO EN ESPAÑA DURANTE LA ETAPA BURGUESA CONSERVADORA: EL NÚCLEO
HIGIENISTA BARCELONÉS Y LAS SECCIONES DE HIGIENE ESPECIAL. (1874-1900)
 

Para los sectores más conservadores de la sociedad española, los sucesos históricos acaecidos durante la Gloriosa (1868-1874) representaron un peligroso precedente de anarquía social. Los movimientos obreros que intentaron descomponer la jerarquía de las clases sociales dominada por la burguesía liberal y la crítica a que ésta se vió sometida por una gran parte de la opinión pública durante los seis años de revolución democrática acentuó, con el advenimiento de la Restauración, el conservadurismo de una burguesía temerosa de perder su poder económico y social.

Los mecanismos que se emplearon consistieron en la represión y en la supresión de muchas de las libertades y garantías alcanzadas durante el período revolucionario. Las restricciones que se impusieron en el sistema electoral, en el que más de los dos tercios de la población española quedaba excluida del derecho a sufragio, o las limitaciones a la libertad de prensa y enseñanza y la sucesión de gobiernos conservadores, propiciaron un clima en el que "la lucha por reconocer, afirmar y defender las libertades públicas llevará a una permanente fuente de división entre los partidos y fuerzas políticas de la Restauración. El constante recurso gubernativo a limitar los ámbitos de actuación y tolerancia, cuando no pura y simplemente a ignorarlos, por medio de las declaraciones de estado de excepción o incluso de guerra, privaba con harta frecuencia a los ciudadanos de una información y transparencia de gobierno que con el transcurso del tiempo iba a hacer más intransigente la reivindicación generalizada de la libertad y el respeto a los derechos humanos, frecuentemente violados por cuerpos armados y por acciones y omisiones de los gobiernos centrales (40) ".

Con todo, la reacción conservadora trató de poner en práctica un sistema político que posibilitara el crecimiento de la riqueza y una reorientación de ésta en aras de la modernización de España, tanto en los aspectos económicos como sociales; pero todo esto sólo podía tener efecto mediante la paz social. Esta última se hacía indispensable en aras de una tregua temporal, imprescindible para que los mecanismos de índole política y económica pudiesen recuperarse y se ajustaran a los de la Europa finisecular. Pero la paz social no podía conseguirse sólo a base de represión y terror. Era necesario realizar las concesiones que una gran parte de la sociedad demandaba y quizá por ello la higiene, que mediante los aspectos legislativos, científicos y sociales se había ido introduciendo en todas las capas de la sociedad española, se convirtió en el mecanismo capaz de aglutinar la satisfacción de una gran parte de las demandas sociales, sin que por ello la burguesía conservadora perdiera su parcela de poder, ni dejara de poseer los elementos necesarios de disuasión que le brindaban la necesaria protección a su quehacer político y económico.
 

El núcleo higienista barcelonés.
 

El magisterio ejercido por Monlau y Méndez Álvaro, junto con su dilatada trayectoria científica y social, influyó decisivamente en la continuidad y definitivo arraigo de las doctrinas higienistas en nuestro país, con la creación de numerosas cátedras de higiene, fundación de diversas Academias, reglamentación y legalización de múltiples preceptos doctrinales y amplia divulgación, a través de la prensa, de los temas higiénicos y de los avances conseguidos en materia de lucha contra las enfermedades y epidemias. Madrid y Barcelona se consolidarán, tanto por su peso específico en cuanto a población y economía se refiere como por su larga tradición como centros de vanguardia en materia de estudios científico-técnicos, como los núcleos donde alcanzarán mayor vigor los estudios higiénicos y las realizaciones sociales derivadas de ellos.

La ciudad de Barcelona adquirió un notorio protagonismo en el acontecer histórico del siglo XIX, a partir del fenómeno de la industrialización. Paralelamente a dicho fenómeno se desarrolló en la ciudad Condal una intensa actividad intelectual en todos los ámbitos del pensamiento literario, artístico y científico; de este último formó parte de manera inequívoca y pionera el proyecto intelectual higienista, que en sus primeros años está representado fundamentalmente por la figura de Pedro Felipe Monlau. La creación de la Academia de Higiene de Cataluña en 1887, la Exposición Universal de 1888, y la puesta en marcha del Instituto de Higiene Urbana de Barcelona en 1891, dirigido por Luis Comenge, tuvieron lugar en la época en que dos destacadas personalidades del movimiento higienista, Juan Giné Partagás y Rafael Rodríguez Méndez, continuadores en gran medida de la escuela iniciada por Monlau, desarrollaron su intensa e influyente actividad en el campo de las ciencias médicas, destacando especialmente por su extensa labor divulgativa, que constituyó uno de los más firmes pilares en la fundamentación y arraigo definitivos de la doctrina higiénica en nuestro país.
 

Juan Giné Partagás: la higiene como elemento de gobierno.
 

Juan Giné Partagás nació en el municipio de Cabra del Camp (41) (Alt Camp, Tarragona), aunque en la mayoría de obras consultadas figure erróneamente el de Pla de La Cabra, en 1836. Cursó sus estudios de Medicina en Barcelona licenciándose en 1858, y doctorándose en Madrid en 1862. Un año después ganó por oposición una de las plazas de ayudante en la Facultad de Medicina de Barcelona, donde permaneció hasta 1866 año en que fue nombrado catedrático en la Universidad de Santiago de Compostela. Un año más tarde, en 1867, volvió a la ciudad Condal, tras ganar la titularidad de la primera cátedra de Higiene de la Facultad de Medicina de Barcelona y, posteriormente, la de Clínica quirúrgica, siendo nombrado Decano de la misma Facultad en 1892, cargo desde el que impulsó las obras de la nueva Facultad y Hospital Clínico, y en el que permaneció hasta su muerte en 1903.

Su actividad intelectual fue muy amplia y polifacética, pues compaginó los estudios de Psiquiatría, Dermatología e Higiene, con una fecunda producción literaria en la que destacó como autor, traductor y compilador, además de como periodista desde la tribuna de dos publicaciones médicas barcelonesas de gran importancia: El Compilador Médico, dirigida por uno de sus maestros, Antonio Mendoza, y La Independencia Médica, revista que fundó en 1869.

Tres años antes, en 1866, fundó el Instituto de Medicina de Barcelona, institución extraoficial -de la que fue presidente- que sirvió como ensayo de una escuela libre de medicina y, unos años más tarde, en 1873, fue nombrado director del manicomio de Nueva Belén en Sant Gervasi de Cassoles (Barcelona), establecimiento pionero en técnicas de tratamiento desde el que Giné ejerció una intensa actividad científica. Este centro acabó convirtiéndose, bajo el magisterio y dirección de Giné y Partagás, en la primera escuela de psiquiatría española, en la que tendrá lugar, en 1883, el primer Certamen Frenopático, de amplio eco tanto a nivel nacional como internacional. El Tratado teórico práctico de frenopatología de Giné, publicado en Madrid en 1876, constituye la primera de una serie de aportaciones decisivas al entonces novedoso campo de la psiquiatría en nuestro país (42) .

En el apartado referente a Dermatología, Giné fue el artífice de la regularidad en la enseñanza de la especialidad, y el autor de uno de los primeros tratados sobre el tema titulado Tratado clínico iconográfico de dermatología quirúrgica, publicado en 1880, obra desde la que contribuyó a la introducción de conceptos modernos sobre asepsia quirúrgica.

Por lo que respecta a la Higiene, aparte de la cátedra que ocupó en la Facultad de Medicina de Barcelona entre 1867 y 1871, Giné Partagás representó a España en el Congreso Internacional de Ginebra de 1882 y fue nombrado Director del Cuerpo Médico Municipal de Barcelona por el alcalde Rius i Taulet, en 1889, a raíz del traspaso -desde los Gobiernos Civiles a los Municipios- de las Secciones de Higiene especial, tema que se tratará más adelante. Acerca de sus escritos sobre higiene cabe destacar dos obras: la primera es el Tratado de higiene rural (1861) en el que resume sus experiencias como médico rural antes de incorporarse a la ayudantía de cátedra de Barcelona; y, la segunda, el Curso elemental de Higiene privada y pública (43) , publicado en Barcelona en su primera edición en 1871-72 y premiado por la Real Academia de Medicina de Madrid en 1876, obra de amplia repercusión, especialmente por lo que respecta a la higiene industrial, si bien ésta última, en su explicación, no es más que una "mera compilación de los tratados de Vernois, Tardieu, Levy y Motard (44) ".

El primer tomo del Curso elemental lo dedicó Giné a la Higiene privada y consta de cuarenta y siete lecciones en las que se van desarrollando todos los aspectos relacionados con la materia y que no son otros que todos aquellos relacionados con la existencia individual. Giné realizó dos grandes divisiones dentro de la Higiene privada: la primera corresponde a la Mesología, en la que se trata de "los medios o circunstancias que rodean al ser vivo y en las cuales éste encuentra las condiciones propias para desarrollar, sostener y manifestar la vida (45) " ; y la segunda consiste en la Macrobiótica o Higiene preceptiva. A la Mesología (apartado que incluyen las topografías médicas y que no es otra cosa que una descripción geográfica del medio físico) corresponden los conocimientos relativos a la atmósfera, vientos, terrenos, climas, localidades, habitaciones, agua, fluidos aeriformes, alimentos, condimentos, bebidas, bebidas alcohólicas, baños, etc.; mientras que a la Macrobiótica, corresponden aquellos conocimientos relativos a la edad fisiológica, el temperamento, constitución e idiosincrasia, hábito, herencia orgánico-funcional, y el gran grupo de funciones humanas (circulación, respiración, digestión, reproducción, y derivadas).

Los tomos II y III se dedican a la Higiene pública. El tomo segundo incluye unos prolegómenos a cargo de Rafael Rodríguez Méndez (páginas 13 a 87) y las lecciones I a XXVII en las que se tratan aspectos relacionados con la higiene, entre ellos : historia de la higiene pública; atmósfera; mefitismos miasmático y palúdico, desinfección, influencia del clima y de la localidad en la población; climas de España y fluidos aeriformes. Trata este volumen, además, de los múltiples aspectos relacionados con las urbes tales como la vías públicas urbanas, la población, la vivienda, las habitaciones, el abastecimiento y evacuación del agua para consumo humano, los edificios públicos (cárceles, nosocomios, mataderos, hospitales, cuarteles, escuelas, etc.), establecimientos bromatológicos y policía sanitaria rural.

En el tomo III se completan los aspectos relacionados con la Higiene pública en las lecciones comprendidas entre la XXVIII y la LXV. Así, en este volumen se pueden encontrar los temas referidos a higiene naval, higiene militar, higiene rural, higiene del trabajo o profesional, Topografías médicas, Enseñanza de la Medicina y otros tipos de higiene como la de las manifestaciones de la actividad psicológica, o la higiene de las pasiones de la población (en la que se incluyen la ebriosidad, la guerra, el juego y la vagancia), dedicándose dos amplios capítulos a la rama de higiene relacionada con la prostitución y el contagio de enfermedades venéreas.

El cuarto tomo de la obra se dedica a la Higiene industrial. Consta de las lecciones LXIV a LXXIV en las que se tratan diferentes temas relacionados con la alimentación, el trabajo y el salario; vestidos; baños públicos; trabajo de niños; tipos de industrias y prescripciones higiénicas que deben adoptarse, entre otros aspectos. En cuanto a la higiene industrial, Giné la divide en dos grandes tipos: extrínseca, "o aquella referida a las circunstancias independientes del trabajo, tales como la habitación, el salario, el régimen alimenticio, etc., en que se halle constituida la población obrera y (que) expone los medios conducentes a aumentar el bienestar y conservar la buena salud de los industriales cuando están fuera de las influencias directas del taller" e intrínseca, "que examina las condiciones particulares relativas a la materia, lugar, naturaleza y agentes de trabajo a que se hallan sometidos los obreros, a fin de encontrar los medios más adecuados para sanear las industrias (46) ".

Cabe indicar que desde la segunda edición los contenidos del Curso elemental de Giné fueron ampliados y complementados por el gran higienista Rafael Rodríguez Méndez, del que se tratará más adelante, de tal manera que la adiciones efectuadas por este último en materia de Higiene pública, conforman casi la mitad de los contenidos de esta disciplina.

El higienista tarraconense mantuvo en su obra un espíritu utilitarista y eminentemente práctico, no exento de eclecticismo en algunas de las fases de su producción literaria y científica. Por otra parte, su postura ideológica, aunque influida decisivamente por la obra de Monlau, fue más proclive a la comprensión de los cambios sociales y de algunas de las reivindicaciones obreras acaecidas en la Barcelona de la Restauración, aunque siempre contempladas desde una posición burguesa conservadora, muy alejada de un verdadero compromiso social.

Su gran labor como publicista y las posibilidades que le brindó la cátedra de Higiene le permitieron ejercer una acción vanguardista y reivindicativa de los preceptos higiénicos, como componentes implícitos de una buena acción de gobierno. Pensaba que las mejoras sociales que la aplicación de los preceptos higiénicos podían comportar serían de mucha utilidad al gobierno en su lucha por apaciguar los exaltados ánimos de las clases más deprimidas tanto económica como socialmente. Para Giné gobernar era higienizar, sobre todo por la componente moral y la ética profesional que caracterizaban al discurso higienista, y que aparece implícita en multitud de sus escritos, en una época, manifiestamente convulsa.
 

Rafael Rodríguez Méndez: erudición y evolucionismo.

El segundo gran protagonista del higienismo en la Barcelona finisecular fue el doctor Rafael Rodríguez Méndez, nacido en Granada el 24 de octubre de 1845. A los dieciocho años empezó a estudiar Medicina, doctorándose en Madrid en 1870 y desempeñando en la Facultad de Medicina de Granada, entre otros cargos, los de auxiliar de las cátedras de Higiene, Patología general, Clínica de Obstetricia, Terapéutica y Fisiología, además del de encargado de la Sección de Dermatología y Sifiliografía.

Trasladado a Barcelona, ganó por unanimidad, en 1874, la cátedra de Higiene Privada y Pública de la Universidad de Barcelona, magisterio que desempeñó hasta su jubilación, con lo que, prácticamente, toda su labor intelectual se desarrolló en la ciudad Condal. Durante su dilatada trayectoria como catedrático de Higiene desempeñó multitud de cargos entre los que destacan el de vicepresidente de la Academia y Laboratorio de Ciencias Médicas de Cataluña, presidente de la sección de Higiene de la misma entidad y co-director del Instituto-manicomio de Sant Boi de Llobregat (Barcelona). Asimismo fue miembro de destacadas asociaciones científicas tales como la Societé Française d'Hygiene, el Ateneo Antropológico de Madrid y el Colegio de Profesores de Cataluña, entre otros, así como vocal y componente de múltiples juntas, secretario general del Congreso Médico Internacional celebrado durante la Exposición Universal de Barcelona en 1888, y presidente de la Sección 1ª de Higiene de la misma Exposición, además de miembro de su jurado. Con posterioridad, presidió el Primer Congreso Internacional de Tuberculosis, materia en la que efectuó más que notables aportaciones, además de ser el introductor de las doctrinas de Pasteur en nuestro país.

Su actividad intelectual abarcó diversos campos desde la medicina hasta el periodismo. Su labor como divulgador social, amplia y fecunda, comprendió tanto sus enseñanzas, impartidas desde la cátedra de Medicina e Higiene, como su trabajo de colaboración en innumerables publicaciones profesionales, entre las que sobresalen las siguientes: Annual of the universal Medical Sciences (Filadelfia); Merck's Bulletin of New Discoveries in Materia Medica and Practical Therapeutics (Nueva York); Journal d'Hygiene (París); La Independencia Médica (Barcelona) y la Revista de Medicina y Cirugía prácticas (Madrid), y muy especialmente la fundación de la Gaceta Médica de Cataluña, periódico al que se concedió la Medalla de Oro de la Exposición Universal de Barcelona y que, bajo su dirección, llegó a convertirse en uno de los magazines por excelencia dentro del amplio espectro de publicaciones médicas habidas en España en la época que nos ocupa.

El 10 de enero de 1878 apareció el primer número de la revista, con el título Gaceta Médica de Cataluña. De publicación quincenal, la Gaceta se constituyó desde su fundación en un escaparate de la actualidad médica de carácter estrictamente científico, que recogió de forma continuada temas propiamente higiénicos en conexión con la profesión médica y en amplia sintonía con la temática de interés social (marginación, beneficencia, prostitución criminalidad, etc.) Dirigida conjuntamente por Rodríguez Méndez y el doctor Formiguera Soler, e inspirada en el modelo francés representado por Le Progrés Medical, revista médica de la que reproducirá, traducidos, múltiples artículos, la revista cambió de título en 1881, pasando a denominarse Gaceta Médica Catalana, nombre con el que continuó hasta su desaparición en 1921.

Sus contenidos se componían de ponencias, comunicaciones, tesis doctorales, avisos oficiales, memorias y artículos de otras publicaciones, tanto españolas como extranjeras, conformando las diferentes secciones de la publicación. Con el tiempo estas secciones sufrieron algunos cambios, mediante la inclusión de algunas nuevas y el cambio de denominación o la supresión temporal o definitiva de otras.

En resumen las secciones que de manera habitual aparecieron en la revista, durante su publicación, fueron las siguientes: a) Anatomía y fisiología normales; b) Anatomía y fisiología patológicas; c) Patología y Clínicas Quirúrgicas; d) Patología y Clínicas Médicas; e) Obstetricia y Ginecología; f) Enfermedades de los niños; g) Sifiliografía y Dermatología; h) Frenopatología; i) Oftalmología; j) Laringología; k) Terapéutica Médica; l) Electroterapia; m) Higiene pública; n) Meteorología y demografía médicas; o) Medicina Legal; p) Bibliografía; q) Noticias científicas; r) Publicaciones recibidas; y s) Sección oficial.

Independientemente de los temas que son propiamente técnicos y más abundantes, destacan otros de gran interés dentro del espectro social; tales temas pueden dividirse en tres apartados diferenciados, aunque íntimamente conexionados dentro del conjunto del proyecto higienista decimonónico.

Un primer apartado se configura a partir de escritos cuyo contenido es básicamente de índole patológica, profiláctica y terapéutica, tales como la profilaxis de las enfermedades venéreas y sifilíticas, cuestiones relativas a la hidrología médica, vacunaciones, y la epidemia de sarampión de Barcelona entre 1881 y 1882, entre otros.

El segundo apartado está representado por los estudios de carácter estadístico-sanitario. Entre ellos, los referidos a los censos de población, la meteorología en su relación con la demografía, la rabia, natalidad y mortalidad, fiebres tifoideas, el cólera morbo y la influenza o grippe, además de otros aspectos sanitarios.

El tercer apartado lo conforma el conjunto de las diversas aportaciones en materia de higiene, tanto pública como moral, entre las que cabe destacar diversos informes relacionados con obras públicas tales como la construcción de la cárcel, o la conveniencia del emplazamiento de los cementerios, mataderos y mercados, entre otras cuestiones. En este mismo apartado se pueden incluir abundantes artículos sobre bromatología o higiene de los alimentos, gimnasia y temas de higiene moral que, por su complejidad, merecen mención aparte.

Los temas de higiene moral, se entremezclan con los de higiene pública en lo que tienen de implicación social, por una parte ética y, por otra, patológica. No hay que olvidar que el discurso higiénico está condicionado, en gran parte, por los intereses políticos del momento, alejándose en cierta forma de su espíritu inicial de libertad y dignidad, al promoverse -a partir de sus contenidos- un determinado modelo de comportamiento social, en el que se funden planificación y directrices destinadas a fabricar una sociedad libre de agitación social, sana por idiosincrasia, pero sujeta, inevitablemente, a los dictados burgueses.

Los contenidos acerca de higiene moral a los que hago referencia, se manifiestan en la aparición periódica de artículos sobre temas relacionados, en su mayor parte, con el áspero problema de la prostitución y su derivación en el contagio venéreo. Entre todos ellos cabe destacar un gran número de estudios estadísticos, llevados a cabo por el doctor Carlos Ronquillo, presidente de la Comisión de Higiene Especial de la capital catalana y director de la Sección de Higiene Especial y Vigilancia de la Prostitución de Barcelona, de la que se tratará a continuación. Estos estudios demuestran, por una parte, la honda preocupación existente en la sociedad por problemas marginales y de difícil solución y, por otra, la minuciosidad y el método científico con que se abordaron tales asuntos.También aparecen en la publicación, aunque en menor medida, escritos relacionados con temas como la mendicidad, así como diversos discursos y recomendaciones acerca de los vicios en general, el alcoholismo, la forma de trabajar y la alimentación, entre otros aspectos. Todos ellos configuran la totalidad de los contenidos sobre higiene a los que se ha venido aludiendo.

La Gaceta Médica Catalana se publicó ininterrumpidamente hasta 1921, año en que desapareció después de 44 años de permanencia y de un bien ganado prestigio entre la clase médica, llegándose a convertir en la decana de las publicaciones médicas en Barcelona. El gran contenido intelectual de sus artículos, la metodología y la escrupulosidad de sus observaciones y el reconocido prestigio de sus colaboradores, entre los que se pueden destacar a Gregorio Marañón, Rovira y Oliver (director de la publicación a la muerte de Rodríguez Méndez en 1921), los hermanos Barraquer y un amplio abanico de renombrados médicos en corresponsalía con las ciudades más importantes de España y algunas de América y Europa como México y París, contribuyeron en gran medida al desarrollo de la ciencia médica en España, a partir de la gran labor de la Gaceta Médica Catalana por cuanto a divulgación de temas científicos en los últimos decenios del siglo XIX y los primeros del XX.

A la enorme tarea divulgativa llevada a cabo por Rafael Rodríguez Méndez, hay que añadir una incansable labor erudita que culminó con numerosas obras e infinidad de notas científicas, traducciones y prólogos, además de una decidida y eficaz contribución a la formación de la Estadística sanitaria española. Uno de los muchos ejemplos de su obra es el trabajo titulado Concepto de la Infección y la Desinfección que data de 1888, en la que el autor considera que la Higiene, como disciplina, "posee un verdadero cuerpo de doctrina, formado según es ley en las ciencias empíricas, con sus datos, sus leyes, sus deducciones y su práctica" y que "es de suma utilidad y ha de influir marcadamente en el progreso de nuestras ciencias, en el de las biológicas en general y no menos en las sociológicas aceptadas en su más lata expresión (47) ".

Fue Rodríguez Méndez hombre de talante liberal y de avanzadas ideas; un evolucionista tanto en materia científica como en política. A raíz de su gran popularidad y de una serie de coincidencias de carácter político figuró como candidato del Partido Radical a diputado a Cortes por la provincia de Barcelona, y llegó a conseguir el escaño aunque, al final, no lo ocupó por decisión propia. Sus clases, muy concurridas e impregnadas de una gran erudición, se caracterizaban tanto por el contenido actualizado de los conocimientos que se impartían como por la aversión que el catedrático granadino sentía por la sentencia magister dixit, dado el grado de ampliación y evolución continua que experimentaban los conocimientos médicos.

Rafael Rodríguez Méndez falleció en Barcelona el 20 de septiembre de 1919, dejando tras de sí la estela de una fecunda e ingente labor médica, social y cultural que, unida a los grandes avances científicos desarrollados a partir de los estudios sobre microbiología e implantación de las vacunas, desembocará en el progreso imparable de las ciencias médicas en las primeras décadas del siglo XX en nuestro país (48) .

Ambos higienistas, en su labor periodística y editorial, contribuyeron desde sus publicaciones a divulgar, popularizar y reivindicar los contenidos de una de las ramas de la Higiene, la denominada especial, en la que la relación entre la medicina, la moral y la justicia social fue más problemática.
 

Las Secciones de Higiene especial y vigilancia de la prostitución.
 

La prostitución junto sus causas y -especialmente- sus efectos sobre la población, constituyó una de las principales preocupaciones de los higienistas, con mayor incidencia durante el último tercio del siglo XIX. Como ya se ha visto con anterioridad, la higiene extiendió sus preceptos a todos los ámbitos de la vida humana, por tanto, la moralidad como exponente del comportamiento social de las gentes, y la profilaxis como método de evitar las posibles enfermedades, habían de ser observadas en un contexto global y enriquecedor de las formas de vida, fuera cual fuese la clase social a que pudiera pertenecer el individuo.

El higienismo, por lo que respecta a la moral pública y privada, se identificó con el contexto burgués de la época, presentando dos vertientes conexas aunque ciertamente diferenciadas. Una de ellas, con una fuerte componente moral se basó, en definitiva, en una proyección del pensamiento burgués más conservador; en este sentido, veló esencialmente por sus intereses, que no fueron otros que la preservación de las buenas costumbres, y de la mano de obra que les permitió mantener su status. No se tenía en consideración la explotación a que se veía sometido el obrero con sueldos miserables e ínfimas condiciones de trabajo que le impedían desarrollar unas mínimas condiciones de vida pero, a la vez, se intentaba ejercer sobre él una tutela paternalista e hipócrita, diciéndole qué era lo que había de hacer con su vida y lo saludable que podía llegar a resultar ésta si se seguían determinadas normas ético-sanitarias. En cuanto a las prostitutas, a una percepción moral de éstas y del ejercicio de la prostitución en su conjunto, impregnada de un cierto paternalismo y conmiseración, se unió una condena individual tan desaforada como injusta, pues "no obstante, en el fondo [la prostituta], ha sido siempre y continua siendo un ser abyecto (49) ".

La otra vertiente fue la que incorporó todo el contenido científico con que el higienismo, a través de sus profesionales, fue capaz de dotar a la prostitución, considerándola como enfermedad social y aportando los medios técnicos que, obtenidos a partir de la elaboración de estadísticas y del conocimiento de los múltiples trabajos sobre el mismo tema llevados a cabo fuera de España, podían aminorar las consecuencias de las enfermedades derivadas del ejercicio de la prostitución, en especial la temida sífilis.

Como resultado de todo ello tuvo lugar la creación de las secciones de Higiene Especial, dependientes de los Gobiernos civiles, que tuvieron como objetivo principal "prevenir y evitar los malos efectos de la prostitución; disminuir ésta en lo posible e impedir que se manifieste de un modo escandaloso afectando a la moral y salud públicas (50) ".

Al mismo tiempo, fue significativo el esmero en el cometido profesional de los higienistas, tanto en las propuestas como en la práctica médica y deontológica que el día a día les condujo a desarrollar en las Secciones de Higiene especial en las que desempeñaban su cometido:

"Deseamos como el que más, la extinción completa de la prostitución; más, para lograr este fin, no creemos prudente el sistema represivo, ni el de una absoluta libertad, sino más bien la reglamentación higienizada, la persuasión, la práctica moral y la difusión de la enseñanza; medios que, lenta y gradualmente, han de conducirnos, si no a la abolición total de las prostitutas, a la casi anulación, cuando menos, de esos centros putrefactos que hoy hemos de contentarnos con sanear a beneficio de las más rigurosas medidas higiénicas (51) ".

Para Sereñana y Partagás (52) , higienista ilerdense representante de la postura reglamentarista, las causas por las que la mujer llegaba a prostituirse se dividían en dos: "predisponentes" (escasa ilustración del sexo femenino, falta de aptitud de la mujer para ganarse el sustento, falta de equidad entre la consideración que merecen respectivamente el seductor y la seducida, concurso de ambos sexos en las fábricas, talleres y minas y lectura de novelas inmorales) y "ocasionales" (abandono de los padres, maridos, tutores o amantes, viudez, prole numerosa o falta absoluta de ella, carencia de trabajo, lujo, bailes obscenos, las alcahuetas, el alcohol, cafés, restaurantes, pastelerías y dulcerías ) (53) .

De este discurso se desprende que, en la mayor parte de ocasiones, se considera a la mujer como un ser desvalido y pusilánime, incapaz de reaccionar ante la adversidad. Sin embargo, aparte de resituar el discurso higiénico-moral de finales del XIX en un contexto temporal y social en el que la mujer todavía no ha adquirido ni los derechos ni la libertad personal que le son propios e irrenunciables, y en el que la falta de instrucción sitúa a la mujer en una grave condición de inferioridad respecto al hombre pues "no están adecuadas a su capacidad mental las carreras literarias ni las profesiones de cálculo ni mucho menos las graves tareas de la política (54) ", cabe destacar que no faltan alegatos respecto a la emancipación de la mujer como manera de abolir la prostitución:

"el que consiguiera sacar para siempre de la esclavitud a la mujer, habilitándola, por la maravillosa virtud del trabajo, para bastarse en sus propias necesidades, podría estar cierto de haber conseguido abolir la prostitución (...) creo, con todo, que el espíritu del derecho moderno infiltrándose lentamente entre los poros de la masa social, a beneficio de los grandes propagadores de luz de que dispone nuestro siglo, determinará la emancipación del sexo. Entonces, pero sólo entonces, la prostitución dejará de ser un mal necesario (55) ".
 

Las Reglamentaciones de la Secciones de Higiene Especial.
 

Fue en las grandes ciudades españolas: Madrid y Barcelona, donde tuvieron lugar las primeras reglamentaciones acerca de las Secciones de Higiene Especial y del ejercicio de la prostitución. Desde 1855, se crearon diversas Comisiones médicas en las que estuvo presente la controversia entre "si sería conveniente prohibir de todo punto la prostitución, y en el caso de que no lo fuera, qué medios podrían adoptarse para que, sin ofender a la religión y a la moral pública, cesara esta gangrena que corroe la sociedad en el germen de su existencia (56) ". Estas Comisiones fueron elaborando sucesivos informes que, elevados a los Gobiernos civiles, traerían como consecuencia la promulgación de diferentes Reglamentaciones provinciales que se fueron modificando y ampliando en fechas posteriores.

De estas Reglamentaciones, muy similares entre sí en lo esencial, cabe extraer diversos aspectos que, por su contenido, ofrecen una excelente visión del quehacer higiénico y del espíritu moral imperante en las últimas décadas del XIX. Los grandes ejes vertebradores de las diferentes reglamentaciones fueron por una parte, la lucha contra las enfermedades venéreas y en especial contra la sífilis y, por, otra, la importancia de disminuir los efectivos de la llamada prostitución clandestina o privada, efectivos que Sereñana y Partagás cifró para Barcelona en 6.000 mujeres y para Madrid en alrededor de 17.000 (57) .

Así, aspectos tales como la clasificación de que fueron objeto las mujeres públicas entre amas de casa de prostitución y prostitutas propiamente dichas, la inscripción obligatoria en el Registro de higiene local, el pago de honorarios por la apertura de la cartilla sanitaria, la cuota a satisfacer por las revisiones médicas (entre 30 y 3 pesetas según si fuere ama de casa de mancebía o bien pupila de la misma), la obligación de pasar revisión sanitaria a cargo de los médicos higienistas (al menos una vez por semana y en el caso de estar enfermas, ser recluidas en un establecimiento hospitalario hasta su curación) (58)  y las severas multas que se imponen por incumplimiento de la reglamentación, demuestran sobradamente -excepto en la cuestión de las cuotas sanitarias- la voluntad del cuerpo médico de llevar a cabo un control exhaustivo sobre la enfermedad y las causas de su propagación, además de posibilitar los medios necesarios para la curación de la misma.

Los aspectos morales que incluyen las diversas Reglamentaciones, están recogidos por lo general en los capítulos dedicados a policía sanitaria y vigilancia especial, acciones -a cargo de la Inspección médica local- que perseguían, esencialmente, el mantenimiento de las buenas costumbres y de la convivencia ciudadana, prohibiendo el estacionamiento de las mujeres públicas en las calles por causa de su falta de pudor, acompañada en ocasiones de acciones obscenas, gestos, miradas y palabras incitantes (59).

He dejado para la parte final de este análisis dos aspectos controvertidos y presentes en todas las Reglamentaciones: el pago de la cuota sanitaria y la redención de la mujer prostituta. En cuanto al pago de la cuota sanitaria "la base de justicia por la cual se exigía el dinero a la mujer corrompida, era precisamente el beneficio médico que la visita sanitaria le reportaba (60) ". Si se añaden a esta cuota sanitaria el hecho de que, al inscribirse en el Registro de Higiene especial, la prostituta tenía que satisfacer una cantidad en concepto de gastos de apertura de cartilla y cédulas, y las previsibles multas que se le imponían por los retrasos en la visita médica, entre otras causas, el resultado revela por una parte, la tremenda injusticia que estos pagos representaban en las mujeres de más humilde condición y, por otra, la nada despreciable fuente de ingresos adicionales que estos cobros significaban para las arcas de los Gobiernos civiles (61). De este modo la rama administrativa, ejecutora de los cobros y de los asientos en los diferentes libros de registro de las cantidades percibidas, adquiría una importancia creciente y decisiva en cuanto a la organización de las Secciones de Higiene especial, importancia que queda reflejada en diversos artículos de sus correspondientes Reglamentos, entre los que cabe destacar la "naturaleza reservada" de todos los libros, registros y documentos diversos relativos a dichas Secciones.

Las continuas corruptelas a las que se prestó esta recaudación encubierta y las consecuencias respecto al descrédito moral de los profesionales médicos integrantes de las Secciones de Higiene se convirtieron, con el paso del tiempo, en uno de los muchos motivos de divergencia entre los cuerpos médico y administrativo. Innumerables artículos y discursos pusieron énfasis en la necesidad de un cambio en la reglamentación referido a la inscripción de las prostitutas y de los impuestos y multas a que se las sometía:

"Fijar impuestos a la infamia, a la miseria, a la degradación, a la inmundicia y a la pobreza, es un acto atentatorio a toda noción de justicia, a todo sentimiento bello y bueno. Por idénticos motivos que la meretriz deberían pagar contribución el pobre para pedir limosna, el ladrón para dedicarse a sus atentados, el apestado para comunicar la muerte y hasta el moribundo para morirse.(...) Los gobiernos, si quieren reglamentar la prostitución, no deben limitar sus aspiraciones a limitar la propagación de los males venéreo y sifilítico, sino que deben velar por las jóvenes expuestas a la seducción, tender una mano amiga a la seducida y hasta procurar que retroceda la más degradada. Para esto, la reglamentación debería formar parte de una vasta institución social dedicada a impedir el desarrollo de la prostitución, a velar continuamente por la mejora de las prostitutas sorprendiendo un momento y una ocasión oportuna para redimirla, sin que un ama pudiera alegar deudas de ningún género. En una reglamentación perfecta que mereciese el aprecio del público y el respeto de las meretrices, no deberían mencionarse ni derechos de inscripción, ni cuotas mensuales, ni tan siquiera multas (62) ".

Si para el ejercicio de la prostitución controlada todo eran trabas de carácter administrativo, y no de carácter médico, para la redención de la prostituta que dejaba el oficio, existían toda una serie de requisitos reglamentados que constituían verdaderos escollos en el futuro de la mujer redimida.

El contenido de los artículos de los diversos Reglamentos incidía especialmente en tres requisitos: el primero, consistía en la curación total -caso de estar enferma de venéreas o de sífilis- de la prostituta; el segundo, en la demostración fehaciente de haberse retirado de la profesión, con la puesta al corriente por lo que se refiere a pagos pendientes y contar a la vez con medios de subsistencia; por último, el tercero exigía el amancebamiento, matrimonio o designación de una persona respetable que garantizase su buena conducta.

Las sucesivas Reglamentaciones fueron suavizando los requisitos exigidos a las meretrices para desprenderse del oneroso título de prostituta, como lo demuestra el hecho de que, en apenas tres lustros, las condiciones que se exigían consistían tan sólo en "la manifestación de la interesada, previa solicitud suscrita por ella o por su familia, dirigida al Excmo. Sr. Alcalde; que resulte su buen estado de salud, del reconocimiento médico, y que esté al corriente del pago de las cuotas del impuesto (63) ", sin haberse eliminado, pese a la opinión médica mayoritaria, la injusta cuestión de los impuestos.
 

Las relaciones entre los poderes civiles.
 

Ya he hecho referencia, anteriormente, a las corruptelas que generaba el hecho recaudatorio adicional a los reconocimientos médicos obligatorios. Los médicos higienistas de las Secciones, en su conjunto, no estuvieron de acuerdo en absoluto con una actitud burocrática tan injusta. Bien es cierto que, en un principio, todas las reglamentaciones referidas a la Higiene especial fueron elaboradas por los mismos higienistas que desempeñarían su cargo y profesión en las Secciones, pero el posterior desarrollo de los acontecimientos, aparte de desbordar las reglas establecidas, alentó sospechas en la opinión pública y en las propias meretrices, acerca del buen oficio de los higienistas.

La rama administrativa no parecía proclive a la reforma de algunos de los artículos más discutidos, como por ejemplo la inscripción o las bajas de las prostitutas en los Registros y el pago de arbitrios, tasas y multas por diversos conceptos. Por otra parte, el Gobierno civil de cada provincia se reservaba el derecho a modificar los Reglamentos en los puntos que considerase oportuno, y es de suponer que, ante los diversos altibajos políticos, las redacciones de los Reglamentos estuvieran impregnadas del espíritu político del momento en que se llevaban a efecto.

Profesionalmente, los únicos que se sentían cualificados para reformar los Reglamentos eran los médicos higienistas ya que la cuestión administrativa, ampliamente denostada, tenía que ser relegada a un segundo plano o ni siquiera estar presente en la reglamentación. Sin embargo, los Gobiernos civiles no estaban dispuestos a ceder en este aspecto; primero, por el poder que representaba la ostentación de autoridad máxima en materia civil, especialmente en un tema que se convertía en un recurso político de gran magnitud y, segundo, por la recaudación de tributos que tenía lugar en las Secciones de Higiene, y que representaba una considerable suma, a tenor del número de mujeres inscritas en las mismas.

En otro orden de cosas, la provisión de plazas de médicos higienistas destinados a las Secciones de Higiene especial no siempre estuvo en correspondencia a los méritos de dichos profesionales. Como en muchas otras situaciones, el momento político podía favorecer la adquisición de determinadas plazas de médico higienista por parte de individuos no preparados a tal efecto o sin la debida experiencia profesional, aunque respaldados por las más altas instancias del poder establecido (64), cosa que mermaba de manera rotunda la continuidad en el quehacer médico sobre un tema tan delicado como la prostitución y sus consecuencias.

En enero de 1889, una Real Orden incidió todavía más en este contencioso, al determinar el traspaso de la autoridad de los Gobiernos civiles sobre las Secciones de Higiene especial a los respectivos Ayuntamientos. Este hecho condicionó las sucesivas reglamentaciones sobre las Secciones de Higiene Especial y la reanudación de la labor que, durante años, llevaron a cabo un gran número de médicos higienistas y que se vio interrumpida al ser separados de sus cargos, por cuestiones políticas, y sustituidos por otros profesionales.

En definitiva, un pujante corporativismo por parte de la clase médica y la influencia que las autoridades políticas pudieron ejercer desde los Gobiernos civiles y los Ayuntamientos respecto a los integrantes de los respectivos Cuerpos médicos, protagonizaron las relaciones de poder entre los estamentos médico y político, relaciones de poder que no siempre permitieron ni facilitaron el desarrollo de las doctrinas higiénicas en toda su amplitud.
 

CONCLUSIÓN
 

El movimiento higienista español participó directamente, desde sus inicios, de los avances en materia de higiene científica que se produjeron en Europa. De hecho, tres de las personalidades médicas más importantes en sus inicios, mantuvieron un continuo contacto con los científicos más importantes en la materia, tanto en Inglaterra, cuna del higienismo de carácter social, como en otros países herederos de una tradición más asentada en los preceptos del despotismo ilustrado. El exilio protagonizado por los liberales, a partir de la vuelta al trono de Fernando VII en 1824, explica una de las causas que favorecieron estos contactos, sin desmerecer las personalidades médicas que, desde el absolutismo, también contribuyeron a la consolidación de la doctrina higiénica en la primera mitad del siglo XIX, y otras que, ya desde la Ilustración, se hacen eco de los avances científicos en materia de higiene experimentados en Europa a finales del siglo XVIII.

Mateo Seoane, Pedro Felipe Monlau y Francisco Méndez Álvaro conformaron desde sus respectivas aportaciones, el primer proyecto fundamentado en cuanto al establecimiento de los preceptos en materia de higiene en nuestro país. Seguramente sin sus conocimientos y su enorme labor científica y divulgativa los logros higiénicos se hubieran retardado considerablemente, aun a pesar de las inaplazables necesidades de las capas sociales más deprimidas.

La lenta, aunque inexorable, repercusión de los postulados higiénicos fue tomando posiciones en el seno de la sociedad. Nada escapó en teoría a la visión de los higienistas y gran parte de las actividades humanas cotidianas fueron dotadas de un cuerpo legislativo, de tal manera que la legislación constituyó el refrendo mediante el cual se pudieron plasmar definitivamente algunos de los contenidos higiénicos, en especial aquellos cuya necesidad hacía inaplazable su realización. Es por esa razón que Monlau habla al principio de su compendio de legislación de "lo que debe ser" y de "lo que es", de la utopía y de la realidad del higienismo y de sus realizaciones como doctrina científico-social.

El magisterio ejercido por Mateo Seoane, Pedro Felipe Monlau y Francisco Méndez Álvaro tuvo continuidad en dos de las figuras más importantes del elenco médico de la Barcelona finisecular: Juan Giné Partagás y Rafael Rodríguez Méndez quienes contribuyeron decisivamente, a través de su labor divulgadora y científica, a modificar algunas de las posiciones encastilladas y conservadoras de una burguesía, temerosa de la repetición de los sucesos revolucionarios de 1868 pero consciente del aumento de su poder, que cada vez adquiría mayor participación en los órganos de gobierno del país.

La tradición de los estudios en materia higiénica y su continuación por estos dos grandes higienistas posibilitaron, en gran medida, una toma de conciencia respecto a la necesidad de un cambio social que había de abarcar, tanto el aspecto de la enfermedad, que implicaba una mejora de la calidad de vida humana, como la consecución -implícita a tal mejora- de los derechos considerados fundamentales por parte de las clases más desfavorecidas y marginadas. Se propuso así el paradigma higienista -por su especial equilibrio entre la ética y la pragmática- como forma de gobierno y como actuación destinada a prevenir y a remediar los males que afectaban al conjunto de la sociedad española.

Un ejemplo de esta necesidad de cambio, se reflejó en uno de los comportamientos humanos en los que tuvo mayor incidencia la Higiene: la prostitución. Poner fin a esa tremenda lacra de la sociedad, comportó una actuación médica que aglutinó el ejercicio profesional con un acentuado componente de carácter social. Si bien es verdad que los dictados higiénicos presentaron una innegable vertiente moralista, no es menos cierto que en el tratamiento de la prostitución se impusieron, de manera abrumadora, tanto el estudio de la enfermedad propiamente dicha como el análisis de sus causas, y la aportación científica y sociológica de los remedios necesarios, y fueron en gran medida estos tres aspectos los que caracterizaron, por regla general, el proceder de los médicos higienistas al respecto.

Ese proceder, junto con los descubrimientos en microbiología, el empleo de las vacunas, los continuados avances técnicos y una amplia divulgación de los contenidos médicos determinaron una paulatina mejora en las condiciones de vida de la población (nutrición, vivienda, trabajo, etc.) y la adquisición de un conocimiento científico más amplio acerca de los remedios curativos a emplear contra enfermedades tan temidas como el cólera-morbo, la tuberculosis o la sífilis. En definitiva, el fervor que embargó a los primeros higienistas españoles y con posterioridad a sus discípulos, logró apartar del camino muchos de los obstáculos que fueron surgiendo en la difícil lucha contra la enfermedad considerada tanto individual como colectivamente, lucha que obtuvo enormes resultados en dos frentes: uno, a partir de la investigación microbiológica y el declive del paradigma miasmático y otro, a través de una nueva concepción de la ciudad, de sus habitantes y de la sociedad en definitiva, lucha que, a caballo entre dos siglos caracterizados por una apasionante sucesión de aconteceres históricos, no decayó en el empeño de la consecución de uno de los bienes sociales más preciados: la salud y, en consecuencia, todo lo que de mejora en la vida individual y colectiva del ser humano ésta comporta.
 
 

ANEXO DOCUMENTAL
 

CUADRO 1 (A)
LEGISLACIÓN SANITARIA DE ESPAÑA 1700-1862. RESUMEN
 
 

  1700-25 1726-50 1751-75 1776-1800 1801-10 1811-20
I. Admón. Sanitaria 1 8 4 3 5 25
II Higiene pública general     3 4   9
III. Admón de Justicia           7
IV. Enseñanza Medicina y Cirugia   1 5 6 4 10
V. Ejercicio de la Medicina   9        
VI. Epidemias y Contagios 9 4 3 1 1 22
VII. Premios y castigos            
VIII. Sanidad marítima   1 4   4 21
IX. Sanidad militar (Ejército) 1       2 12
X. Sanidad militar (Armada)           3
XI. Quintas y reconocimientos            
XII. Aguas minerales       1   4
XIII. Farmacia   4 3 5 7 3
XIV. Veterinaria Epizootias       1    
XV. Higiene municipal no se considera por estar incompleto
XVI. Cementerios       3 12 5
TOTALES 11 27 22 24 35 121
CUADRO 1 (B)
LEGISLACIÓN SANITARIA DE ESPAÑA 1700-1862. RESUMEN
 
 
  1821-30 1831-40 1841-50 1851-60 1861-1863 TOTALES
I. Admón. Sanitaria 12 19 38 61 5 181
II Higiene pública general 13 41 47 189 37 343
III. Admón de Justicia 1 7 12 23 5 55
IV. Enseñanza Medicina y Cirugia 7 12 84 70 7 206
V. Ejercicio de la Medicina 7 5 16 24 7 68
VI. Epidemias y Contagios 8 26 35 60   169
VII. Premios y castigos 4 6   31 3 44
VIII. Sanidad marítima 9 12 70 148 21 290
IX. Sanidad militar (Ejército) 14 11 45 69 13 167
X. Sanidad militar (Armada) 2 4 10 7 2 28
XI. Quintas y reconocimientos 4 3 4 12 1 24
XII. Aguas minerales 3 9 47 50 7 121
XIII. Farmacia 1 8 31 44 10 116
XIV. Veterinaria Epizootias 1 1 14 20 3 40
XV. Higiene municipal No se considera por estar incompleto
XVI. Cementerios 7 12 15 33 5 92
TOTALES 93 176 468 841 126 1.944
FUENTE: Elaboración propia a partir de MONLAU, P.F. Elementos de higiene pública. Madrid: 1.862, 2ª edición, Tomo III.
 

CUADRO 2 (A)
Legislación referente a Administración Sanitaria 1700-1820
 
 

  1700-25 1726-50 1751-75 1776-1800 1801-10 1811-20
Organización.     2   3 15
Protomedicato. 1 1   1   4
Junta Suprema Sanidad   4 2   1  
Juntas gubernativas de Medicina, Cirugía y Farmacia.            
Consejo de Sanidad del Reino            
Juntas de Sanidad provinciales y municipales.         1 4
Academias de Medicina   3   2   1
Subdelegados de Sanidad           1
Inspección            
TOTALES 1 8 4 3 5 25
CUADRO 2 (B)
Legislación referente a Administración Sanitaria 1821-1863
 
 
. 1821-30 1831-40 1841-50 1851-1860 1861-63 TOTAL
Organización. 5 3 3 8   39
Protomedicato.           7
Junta Suprema Sanidad 2 2 2     13
Juntas gubernativas de Medicina, Cirugía y Farmacia.   1       1
Consejo de Sanidad del Reino     17 36 4 57
Juntas de Sanidad provinciales y municipales. 2 13 5 5   30
Academias de Medicina 2   3 3 1 15
Subdelegados de Sanidad 1   8 7   17
Inspección       2   2
TOTALES 12 19 38 61 5 181
FUENTE: Elaboración propia a partir de MONLAU, P.F. Elementos de higiene pública. Madrid: 1.862, 2ª edición, Tomo III.
 

CUADRO 3 (A)
Legislación referente a Higiene Pública general 1700-1820
(En sombreado los apartados referidos a Beneficencia püblica)
 
 

  1700-25 1726-50 1751-75 1776-1800 1801-10 1811-20
General            
Estadística            
Vestidos y Trajes            
Subsistencias            
Profesiones            
Moral y costumbres públicas           1
Higiene municipal superior           1
Policía Rural       1   1
Beneficencia Pública TOTALES     3 3   6
Administración General            
Enseñanza a sordomudos, ciegos, asilos de párvulos, casas de lavado y baños para pobres,casas salubres y baratas para familias proletarias            
Cajas de ahorro y Monte de Piedad            
Sociedades de Socorros Mutuos            
Rifas y Loterías     3     2
Calamidades públicas en general            
Expósitos y Casas de Maternidad       3   2
Beneficencia / hospitalidad domiciliarias           2
Hospitales públicos generales            
Casas de curación por empresa particular            
Hospitales especiales (Manicomios)            
TOTALES     3 4   9
CUADRO 3 (B)
Legislación referente a Higiene Pública general 1821-1863
(En sombreado los apartados referidos a Beneficencia püblica)
 
 
  1821-30 1831-40 1841-50 1851-60 1861-63 TOTAL
General   2   1   3
Estadística 2 7 15 33 8 65
Vestidos y Trajes       1   1
Subsistencias 1 1 1 21   24
Profesiones       2 1 3
Moral y costumbres públicas 2 3   3   9
Higiene municipal superior 1 3 15 51 12 83
Policía Rural 2 1 2 23 1 31
Beneficencia Pública TOTALES 5 24 14 54 15 124
Administración General 2 8 11 13 5 39
Enseñanza a sordomudos, ciegos, asilos de párvulos, casas de lavado y baños para pobres,casas salubres y baratas para familias proletarias   2   6   8
Cajas de ahorro y Monte de Piedad   5   5   10
Sociedades de Socorros Mutuos   1 2 5 1 9
Rifas y Loterías 2 3 1 5 1 17
Calamidades públicas en general       1 4 5
Expósitos y Casas de Maternidad 1     1   7
Beneficencia / hospitalidad domiciliarias       7 1 10
Hospitales públicos generales       7 2 9
Casas de curación por empresa particular         1 1
Hospitales especiales (Manicomios)   5   4   9
TOTALES 13 41 47 189 37 343
FUENTE: Elaboración propia a partir de MONLAU, P.F. Elementos de higiene pública. Madrid: 1.862, 2ª edición, Tomo III.
 

CUADRO 4 (A)
Legislación referente a: Administración de Justicia; Enseñanza de la Medicina y la Cirugía; Ejercicio de la Medicina; Epidemias y Contagios; y Premios y Castigos. 1700-1820
 
 

III ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA 1700-25 1726-50 1751-75 1776-1800 1801-10 1811-20
Código Penal           6
Cárceles y Establecimientos penales           1
Médicos forenses            
TOTALES           7
IV. ENSEÑANZA DE LA MEDICINA Y LA CIRUGÍA
Arreglos, Planes de estudio, Reglamentos, Instrucciones y Disposiciones generales   1 4 4 2 3
Cátedras y Catedráticos     1 2    
Matrículas, Exámenes, Incorporaciones y Abonos de cursos         1 1
Depósitos, Reválidas, Grados y Títulos         1 6
Títulos obtenidos en el extranjero            
TOTALES   1 5 6 4 10
V. EJERCICIO DE LA MEDICINA
Práctica del arte de curar   1        
Intrusos   8        
Facultativos titulares            
Facultativos de los Establecimientos de Beneficencia            
TOTALES   9        
VI. EPIDEMIAS Y CONTAGIOS
Enfermedades exóticas o importadas 8 4 2     21
Enfermedades indígenas o aclimatadas 1   1 1 1 1
TOTALES 9 4 3 1 1 22
VII. PREMIOS Y CASTIGOS
Premios            
Castigos            
TOTALES            
CUADRO 4 (B)
Legislación referente a: Administración de Justicia; Enseñanza de la Medicina y la Cirugía; Ejercicio de la Medicina; Epidemias y Contagios; y Premios y Castigos. 1821-1863
 
 
III ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA 1821-30 1831-40 1841-50 1851-60 1861-63 TOTAL
Código Penal 1 1 3 4   15
Cárceles y Establecimientos penales   6 5 8 4 24
Médicos forenses     4 11 1 16
TOTALES 1 7 12 23 5 55
IV. ENSEÑANZA DE LA MEDICINA Y LA CIRUGÍA
Arreglos, Planes de estudio, Reglamentos, Instrucciones y Disposiciones generales 6 8 25 17 1 71
Cátedras y Catedráticos 1   17 2 1 24
Matrículas, Exámenes, Incorporaciones y Abonos de cursos   3 21 29 5 60
Depósitos, Reválidas, Grados y Títulos   1 21 15   44
Títulos obtenidos en el extranjero       7   7
TOTALES 7 12 84 70 7 206
V. EJERCICIO DE LA MEDICINA
Práctica del arte de curar 1 1 3 2 1 9
Intrusos 2 1 9 8 3 31
Facultativos titulares 3 2 2 4 1 12
Facultativos de los Establecimientos de Beneficencia 1 1 2 10 2 16
TOTALES 7 5 16 24 7 68
VI. EPIDEMIAS Y CONTAGIOS
Enfermedades exóticas o importadas 3 26 34 49   147
Enfermedades indígenas o aclimatadas 5   1 11   22
TOTALES 8 26 35 60   169
VII. PREMIOS Y CASTIGOS
Premios 4 5   23 3 35
Castigos   1   8   9
TOTALES 4 6   31 3 44
FUENTE: Elaboración propia a partir de MONLAU, P.F. Elementos de higiene pública. Madrid: 1.862, 2ª edición, Tomo III.
 

CUADRO 5 (A)
Legislación referente a Sanidad Marítima. 1700-1820
 
 

  1700-25 1726-50 1751-75 1776-1800 1801-10 1811-20
Juntas de Sanidad del litoral         2 4
Empleados de Sanidad marítima            
Policía higiénica y sanitaria de los puertos            
Policía de embarco y travesía           2
Patentes           5
Policía de arribada: visita de naves           1
Cuarentenas         2 1
Lazaretos y Expurgos     2     4
Tarifas, Derechos y Fondos sanitarios   1 2     4
Disposiciones generales varias            
TOTALES   1 4   4 21
CUADRO 5 (B)
Legislación referente a Sanidad Marítima. 1821-1863
 
 
  1821-30 1831-40 1841-50 1851-1860 1861-63 TOTAL
Juntas de Sanidad del litoral 1 3 5 10 1 26
Empleados de Sanidad marítima     2 7   9
Policía higiénica y sanitaria de los puertos       2   2
Policía de embarco y travesía     9 12 3 26
Patentes   1 10 13 4 33
Policía de arribada: visita de naves 1 1 2 10 1 16
Cuarentenas 6   13 16 3 41
Lazaretos y Expurgos 1   4 14   25
Tarifas, Derechos y Fondos sanitarios   6 13 36 3 65
Disposiciones generales varias   1 12 28 6 47
TOTALES 9 12 70 148 21 290
FUENTE: Elaboración propia a partir de MONLAU, P.F. Elementos de higiene pública. Madrid: 1.862, 2ª edición, Tomo III.
 

CUADRO 6 (A)
Legislación referente a: Sanidad Militar (Ejército y Armada); y Quintas y Reconocimientos. 1700-1820
 
 

IX. SANIDAD MILITAR (Ejército) 1700-25 1726-50 1751-75 1776-1800 1801-10 1811-20
Cuerpo de Sanidad Militar         1 8
Higiene Militar            
Hospitales Militares 1         2
Enfermerías Regimentarias            
Aguas y baños minerales            
Reconocimientos         1  
Farmacia Militar           1
Veterinaria Militar            
Disposiciones generales varias           1
TOTALES 1       2 12
X. SANIDAD MILITAR (Armada)  
Cuerpo de Sanidad Militar de la Armada           3
Higiene Naval militar            
Hospitales            
Reconocimientos            
Disposiciones generales varias            
TOTALES           3
XI. QUINTAS Y RECONOCIMIENTOS
Quintas            
Reconocimientos            
TOTALES            
CUADRO 6 (B)
Legislación referente a: Sanidad Militar (Ejército y Armada); y Quintas y Reconocimientos. 1821-1863
 
 
IX. SANIDAD MILITAR (Ejército) 1821-30 1831-40 1841-50 1851-60 1861-63 TOTAL
Cuerpo de Sanidad Militar 6 1 12 28 3 59
Higiene Militar 3 2 16 11 4 36
Hospitales Militares   5 5 12 2 27
Enfermerías Regimentarias     2 1   3
Aguas y baños minerales 2 3 1 1 1 8
Reconocimientos 1   5 13 2 22
Farmacia Militar 2     1   3
Veterinaria Militar     1 2   3
Disposiciones generales varias     3   1 4
TOTALES 14 11 45 69 13 167
X. SANIDAD MILITAR (Armada)  
Cuerpo de Sanidad Militar de la Armada 1 2 4 5 2 17
Higiene Naval militar     4 1   5
Hospitales   2       2
Reconocimientos     1     1
Disposiciones generales varias 1   1 1   3
TOTALES 2 4 10 7 2 28
XI. QUINTAS Y RECONOCIMIENTOS
Quintas 2 3 1 2   8
Reconocimientos 2   3 10 1 16
TOTALES 4 3 4 12 1 24
FUENTE: Elaboración propia a partir de MONLAU, P.F. Elementos de higiene pública. Madrid: 1.862, 2ª edición, Tomo III.
 

CUADRO 7 (A)
Legislación referente a : Aguas minerales; Farmacia y Veterinaria-Epizootias. 1700-1820
 
 

XII. AGUAS MINERALES 1700-25 1726-50 1751-75 1776-1800 1801-10 1811-20
Reglamentos y Providencias generales       1   3
Establecimientos de aguas minerales           1
Manual de aguas minerales            
Médicos directores            
TOTALES       1   4
XIII. FARMACIA  
Enseñanza       3 2 1
Ejercicio   1 2 1 4  
Petitorio, Farmacopea y Tarifas   3 1 1 1  
Sistema Ponderal            
Intrusos           1
Inspectores de las Aduanas           1
TOTALES   4 3 5 7 3
XIV. VETERINARIA Y EPIZOOTIAS  
Enseñanza       1    
Ejercicio            
Epizootias            
TOTALES       1    
CUADRO 7 (B)
Legislación referente a : Aguas minerales; Farmacia y Veterinaria-Epizootias. 1821-1863
 
 
XII. AGUAS MINERALES 1821-30 1831-40 1841-50 1851-60 1861-63 TOTAL
Reglamentos y Providencias generales 2 4 17 17 4 48
Establecimientos de aguas minerales     15 18 1 35
Manual de aguas minerales     6     6
Médicos directores 1 5 9 15 2 32
TOTALES 3 9 47 50 7 121
XIII. FARMACIA  
Enseñanza 1 1 8 9   25
Ejercicio   6 15 13 3 45
Petitorio, Farmacopea y Tarifas   1 1 3 1 12
Sistema Ponderal     1 8 4 13
Intrusos     3 7 2 13
Inspectores de las Aduanas     3 4   8
TOTALES 1 8 31 44 10 116
XIV. VETERINARIA Y EPIZOOTIAS  
Enseñanza 1 1 9 8   20
Ejercicio     2 7 3 12
Epizootias     3 5   8
TOTALES 1 1 14 20 3 40
FUENTE: Elaboración propia a partir de MONLAU, P.F. Elementos de higiene pública. Madrid: 1.862, 2ª edición, Tomo III.
 

CUADRO 8 (A)
Legislación referente a Cementerios. 1700-1820
 

  1700-25 1726-50 1751-75 1776-1800 1801-10 1811-20
Cementerios y lugares de enterramiento       3 11 5
Exéquias y sepultura eclesiástica            
Inhumaciones y exhumaciones         1  
TOTALES       3 12 5
CUADRO 8 (B)
Legislación referente a Cementerios. 1821-1863
 
  1821-30 1731-40 1741-50 1851-60 1861-63 TOTAL
Cementerios y lugares de enterramiento 5 12 7 24 3 70
Exéquias y sepultura eclesiástica 2   3 5 1 11
Inhumaciones y exhumaciones     5 4 1 11
TOTALES 7 12 15 33 5 92
FUENTE: Elaboración propia a partir de MONLAU, P.F. Elementos de higiene pública. Madrid: 1.862, 2ª edición, Tomo III.
 

Notas
 

1. ALCAIDE GONZÁLEZ, R. Las publicaciones sobre higienismo en España durante el período 1736-1939. Un estudio bibliométrico. Scripta Nova, nº 37, abril de 1999. Universidad de Barcelona. http://www.ub.es/geocrit/sn-37.htm.

2. RODRÍGUEZ MÉNDEZ, Rafael. Concepto de la Infección y la Desinfección. Barcelona: Imprenta de Federico Sánchez, 1888, 73 páginas. p. 28.

3. LÓPEZ PIÑERO, J. Mª, et al. Medicina y sociedad en la España del siglo XIX. Madrid: Sociedad de Estudios y Publicaciones, 1964. p. 115.

4. ARTOLA, M. La burguesía revolucionaria (1808-1874) In ARTOLA M. (Dir) Historia de España. Madrid: Alianza Editorial, 1990. 496 p. Volúmen nº 5. p.112-113.

5. BAHAMONDE, A. España en democracia. El Sexenio, 1868-1874. In Historia de España, Madrid: Historia 16, 1996, 138 p. Volúmen 23. p.20.

6. Sobre la vida y la obra de Ignacio María Ruiz de Luzuriaga pueden consultarse las siguientes obras: LÓPEZ PIÑERO, J. Mª, et al. Diccionario histórico de la Ciencia Moderna en España. Editorial Península: Barcelona, 1983 (2 Vols) Vol. II p. 275-278 y LÓPEZ PIÑERO, J. Mª, et al. Medicina y sociedad...op cit. p. 124-127.

7. Según el profesor López Piñero, Mateo Seoane era, a principios de 1814, catedrático sustituto y vicepresidente de la Academia de Medicina de Valladolid; por su militancia liberal fue incluido en una causa de reos del Estado cuya pena le fue conmutada por otra que consistía en la prohibición de tener cualquier cargo en la enseñanza pública o privada y la de presentarse en Madrid, Valladolid o Salamanca. Véase LÓPEZ PIÑERO, J. Mª, et al. Medicina y sociedad... op. cit. p. 62.

8. LÓPEZ PIÑERO, J. Mª, et al. Diccionario histórico...op. cit. pág. 317.

9. Ibid. p. 318.

10. Ibid. p. 319.

11. Según López Piñero, Seoane se negó a aceptar el indulto que a título personal y como recompensa por los servicios prestados a la Nación le facilitó el último gobierno absolutista de Fernando VII, prefiriendo regresar a España cuando la Regente María Cristina, esposa de Fernando VII, decreta a la muerte de éste, el indulto general para los encausados liberales. Véase LÓPEZ PIÑERO, J. Mª, et al. Diccionario ... op. cit. p. 319.

12. Ibid. p. 319.

13.Ibid. p. 319.

14. Ibid. p. 72-73.

15. URTEAGA, L. Barcelona y la higiene urbana en la obra de Monlau. In Estudis i recerques. El nacimiento de la infraestructura sanitaria en la ciudad de Barcelona. Ajuntament de Barcelona, Serie Salut Pública, nº 6, Barcelona, 1987 p. 89-99, (p. 92). En este artículo se encuentra un interesante estudio sobre la obra de Pedro Felipe MONLAU Abajo las murallas !!! de 1841.

16. LÓPEZ PIÑERO et al. Diccionario... op. cit. p. 73.

17. En las páginas interiores de la segunda edición de los Elementos de Higiene Pública o Arte de conservar la salud de los pueblos, edición revista y aumentada, que consta de tres volúmenes en octavo, con más de 1.500 páginas, láminas y un Apéndice sobre la Legislación Sanitaria de España, publicada en Madrid por la imprenta y estereotipia de M. Rivadeneyra, en 1862, conservada en la Biblioteca de Catalunya de Barcelona, aparece un índice con las obras de MONLAU reseñadas en orden de aparición, entre las que figura en último lugar una, titulada: Nociones de higiene doméstica y gobierno de la casa, libro aprobado de texto para las escuelas de niñas. 2ª ed. revista y aumentada, al precio de 4 reales, hecho que acredita la extraordinaria vinculación de la doctrina higiénica con el quehacer cotidiano en la vida del siglo XIX.

18. MONLAU, P. F. Elementos de higiene pública... op. cit. p. 1 (prenociones)

19. URTEAGA, L. El higienismo en España en el siglo XIX y el paradigma de las topografías médicas. Universidad de Barcelona. Tesis de licenciatura. 1980.

20. MONLAU, P. F. Elementos de higiene pública... op. cit. Tomo II, p. 744-745.

21. Ibid. p. 923-924.

22. LÓPEZ PIÑERO, J. Mª, et al. Medicina y sociedad en la España del siglo XIX. Madrid: Sociedad de Estudios y Publicaciones, 1964. p. 135.

23. El título completo de la obra es Higiene del matrimonio o libro de los casados, en el cual se dan las reglas e instrucciones necesarias para conservar la salud de los esposos, asegurar la paz conyugal y educar bien a la familia. La primera de las diez ediciones que se hicieron de esta obra data de 1853. La que se ha consultado para este trabajo es la décima, y esta editada en París por Garnier Hermanos en 1898, pudiéndose localizar en la Biblioteca de Catalunya de Barcelona.

24. MONLAU, P. F. Higiene del matrimonio... op. cit. p. 597.

25. De entre las obras de carácter biográfico dedicadas a Francisco Méndez Álvaro, destaca por su importancia la primera de ellas preparada por Matías Nieto Serrano para la Real Academia de Medicina de Madrid en 1888, titulada "Biografía del Excmo. e Ilmo. Sr. Don. Francisco Méndez Álvaro" publicada en El Siglo Médico, XXXV, en el mismo año. Otras obras de importancia, que ya se han reseñado con anterioridad, sobre la vida y obra de Méndez Álvaro son las de LÓPEZ PIÑERO, J. Mª, et al. Medicina y Sociedad en la España del Siglo XIX, Madrid: Sociedad de Estudios y Publicaciones, 1964, p. 165-174 y LÓPEZ PIÑERO, J. Mª et al. Diccionario histórico de la ciencia moderna en España, Barcelona: Editorial Península, 1983, Tomo II, p. 51-53. Posteriormente aparecen otras dos publicaciones referentes a la vida y obra de Méndez Álvaro: la primera, en 1986, cuyo autor es MORO AGUADO, J. Francisco Méndez Álvaro. La higiene española del siglo XIX, publicada en Valladolid por la Junta de Castilla y León; la segunda, de quien es autor FRESQUET FEBRER, J.L. se publica en 1990 dentro de la colección del Ministerio de Sanidad: Textos clásicos de Salud Pública, con el número 14, y se titula Francisco Méndez Álvaro (1806-1883) y las ideas sanitarias del liberalismo moderado.

26. FRESQUET FEBRER. J.L. Francisco Méndez Álvaro... op. cit. p. 12.

27. Ibid. p. 19.

28. Ibíd. p. 12.

29. MÉNDEZ ÁLVARO, F. El Siglo Médico. Madrid: 1881, Vol. XXVIII.

30. LÓPEZ PIÑERO, J. Mª, et al. (1983) Diccionario... op. cit. Tomo II, p. 52.

31.LÓPEZ PIÑERO, J. Mª, et al. (1964) Medicina y sociedad... op.cit. p. 172. Esta nota y la siguiente se refieren a uno de los más importantes manifiestos de Méndez Álvaro, a saber el "Discurso de contestación al académico D. Rogelio Casas de Batista", quien ocupó el puesto dejado vacante por el fallecimiento de P.F. Monlau. (Véase "Discurso..." p. 56)

32. Ibid. ("Discurso..." p. 86)

33. MONLAU, P. F. Elementos de higiene pública o arte de conservar la salud de los pueblos. Madrid: Imprenta y estereotipia de M. Rivadeneyra. 1862. 3 Tomos. 1.728 p. (p. 1.111)

34. MONLAU, P. F. Elementos de higiene pública... op. cit. p. 1.163.

35. Por cuestiones de espacio no he diferenciado los distintos tipos de disposiciones según su rango (Leyes, Reglamentos, Reales Decretos, Reales Órdenes). Sobre este punto sería interesante la elaboración de un trabajo en el que se reflejaran, por una parte, las sucesivas derogaciones o rehabilitaciones de determinados aspectos del ordenamiento jurídico sanitario, a fin de poder conocer el número real de disposiciones concretas y, por otra parte, todas aquellas disposiciones de distinto rango legal que son totalmente nuevas; posiblemente de esta manera, se podría conocer con mayor claridad la repercusión del higienismo en la legislación sanitaria española.

36. MONLAU, P.F. Elementos... op. cit. p. 1.112.

37. MARTÍNEZ ALCUBILLA, M. Diccionario de la Administración Española. Compilación de la novísima legislación de España peninsular y ultramarina. 5ª ed. Madrid 1892-94. Tomos I - VIII.

38. ALCAIDE GONZÁLEZ, R. Las publicaciones sobre higienismo... op. cit en nota nº 1.

39. MONLAU, P.F. Elementos de higiene pública... op.cit. p. 1.201.

40. MARTÍNEZ CUADRADO; Miguel. Restauración y crisis de la Monarquía (1874-1931) In ARTOLA, M. (Dir). Historia de España. Madrid. Alianza Editorial, 1991, 560 p. Volúmen nº 6. p. 4-5.

41. Quiero agradecer a Rosa Canela, su aportación respecto al municipio de nacimiento de Juan Giné y Partagás

42. Véase el interesante artículo de DIÉGUEZ GÓMEZ, A. El problema de la nosografía en la obra psiquiátrica de J. Giné y Partagas. In Asclepio. Revista de historia de la medicina y de la ciencia, 1998. Volúmen L (1) p. 199-221.

43. GINÉ Y PARTAGÁS, Juan. Curso elemental de Higiene privada y pública. Barcelona: Librería de Juan Bastinos e hijo. 1874-1876. 4 tomos. Tomo I (1874, 3ª edición, 592 p.) dedicado a Higiene privada; Tomos II (1875, 2ª edición, 508 p.) y III (1876, 2ª edición, 645 p.) dedicados a Higiene pública; Tomo IV (1876, 2ª edición, 250 p. + XV) dedicado a Higiene industrial. En los tomos II, III y IV la 2ª edición que se menciona está corregida y aumentada con notas del catedrático de Medicina e Higiene de la Facultad de Medicina de la Universidad de Barcelona, D. Rafael Rodríguez Méndez, con motivo de servir esta obra de manual de estudio en algunas de las asignaturas impartidas por Rodríguez Méndez.

44. LÓPEZ PIÑERO, J. Mª, et al. Medicina y sociedad en la España del siglo XIX. Madrid: Sociedad de Estudios y Publicaciones, 1964. p. 178-180.

45. GINÉ Y PARTAGÁS, Juan. Curso elemental de Higiene ... op cit. Tomo I, p.48.

46. Ibídem, Tomo IV, p. 8.

47. RODRÍGUEZ MÉNDEZ, Rafael. Concepto de la Infección y la Desinfección. Barcelona: Imprenta de Federico Sánchez, 1888, 73 páginas (p. 62).

48. Para la elaboración de este apartado sobre la vida y la obra de Juan Giné y Partagás y Rafael Rodríguez Méndez he utilizado las siguientes obras: LÓPEZ PIÑERO, J. Mª, et al. (1983) Diccionario histórico de la ciencia moderna en España. Barcelona: Editorial Península, 1983. Tomo I p. 400-402; LÓPEZ PIÑERO, J. Mª Medicina y sociedad en la España del siglo XIX. Madrid: Sociedad de Estudios y Publicaciones, 1964. p. 178-191; PLANAS Y VIVES, G. Biografía del Dr. Don Rafael Rodríguez Méndez In Revista de Higiene y Policía Sanitaria. Barcelona. Año III, nº 28, Abril de 1892, p. 50-55; VARIOS AUTORES. Gran Enciclopèdia Catalana, Barcelona: Enciclopèdia Catalana. S.A., 1995, Tomo nº 12, p. 84; y Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo Americana. Madrid: Editorial Espasa Calpe, 1958. Tomo XXVI (p. 105-106) y Tomo LI, (p. 1.307-1.308)

49. SEREÑANA Y PARTAGÁS, Prudencio. La prostitución en la ciudad de Barcelona, estudiada como enfermedad social y considerada como origen de otras enfermedades dinámicas, orgánicas y morales de la población barcelonesa. Barcelona: Imprenta de los Sucesores de Ramírez y Cía, 1882, 242 p. (p. 9).Esta obra ha sido reeditada con posterioridad a la publicación de este artículo por Geo Crítica. Colección Textos electrónicos, nº 2, Diciembre de 2000; y se puede consultar en la dirección http://www.ub.es/geocrit/texelec.htm

50. Reglamento de Higiene Especial de la provincia de Barcelona de fecha 11 de noviembre de 1874. Capítulo I, artículo 1º.

51. SEREÑANA Y PARTAGÁS, P. La prostitución en la ciudad de...op. cit. p. 239.

52. El tema de la prostitución generó durante el siglo pasado y con anterioridad una abundante bibliografía en la que autores como Moore (1770); Parent-Duchatelet (1837); Guardia (1857); Carboneres (1876); Dufour (1877); Despres (1883); González Fragoso (1887); Eslava (1900), entre otros, trataron el tema desde diversas perspectivas. Por otra parte, la prostitución figuró, de manera destacada en todos los manuales de higiene que se han venido describiendo en el artículo y formó parte de innumerables artículos de diversos autores aparecidos en la mayoría de publicaciones periódicas sobre higiene de la época que nos ocupa, entre las que figura la Revista de higiene y policía sanitaria publicación que, junto con la de Sereñana y Partagás, he utilizado como base de esta parte del artículo, ya que sus contenidos tratan y son coetáneos al desarrollo y funcionamiento de la Sección de Higiene Especial de Barcelona.

53. Ibid. p. 127-143. Todo el capítulo titulado Etiología está dedicado a desgranar las causas por las que la mujer se prostituye, resultando especialmente interesantes aquellas que el autor denomina ocasionales, para comprender la concepción que se tenía de la moralidad femenina al finalizar el siglo XIX.

54. GINÉ Y PARTAGÁS, Juan. Curso elemental de Higiene ... op cit. Tomo III, p. 477.

55. SEREÑANA Y PARTAGÁS, P. La prostitución... op. cit. Véase la página IX de la carta-prólogo firmada por Juan Giné y Partagás. En referencia a este aspecto resulta muy interesante el trabajo de Carmen del Moral sobre la prostitución en Madrid, contenido en la obra titulada La sociedad madrileña. Fin de siglo y Baroja. Madrid, Editorial Turner, p. 125-142.

56. Ibid. p. 98. La cita pertenece a una proposición presentada por el Sr. Martín de Foronda, Gobernador civil de Barcelona en 1852, en la Sociedad Económica barcelonesa de Amigos del País el 16 de marzo de 1860.

57. Ibid. p. 148-149.

58. Si la prostituta poseía suficiente dinero, le era permitido curarse en su domicilio, siempre bajo la supervisión, bien de los médicos de la Sección de Higiene Especial, bien de cualquier otro médico de su confianza. En este último caso debía presentar certificado semanal firmado por el médico en cuestión.

59. En referencia a estos aspectos se anota, a continuación, el contenido del artículo 20 del Reglamento para la organización de la Higiene especial de Madrid, vigente en las fechas en que Sereñana y Partagás elabora la obra que se viene citando: "Se prohibe a las prostitutas frecuentar los lugares públicos y los paseos en las horas de afluencia, el dar a entender la profesión que ejercen y el causar escándalo con su presencia. Asimismo les queda prohibido, al salir a la calle, hacer ademán alguno para distinguirse de las mujeres honestas, reunirse más de dos, pararse para conversar con los hombres, poner encima del portal o en el balcón signo alguno para atraer a los transeúntes y cometer todo otro acto susceptible de ofender la moral y la decencia públicas". Véase SEREÑANA y PARTAGÁS, P. La prostitución...op. cit. p. 93.

60. BASSOLS PRIM, A. La Sección de Higiene especial en Barcelona.In Revista de Higiene y Policía Sanitaria. Barcelona: Estudio Tipográfico de J. Balmas Planas, 1890 (Vol. I) p. 5-8; 29-32; 61-65; 94-97; 154-157 y 239-243. Este artículo, publicado en seis partes durante el año de 1890, hace referencia a la historia de esta Sección desde que se constituye el Cuerpo de médicos higienistas en 1884 por disposición del entonces Gobernador civil, Aquilino Herce, hasta la Real Orden de 4 de enero de 1889, en que se manda a los Gobernadores civiles que se inhiban de las llamadas Secciones de Higiene especial, pues éstas pasan a ser dirigidas por los Municipios.

61. "En el Gobierno Civil se vio claro que la inspección y reglamentación del servicio de higiene llamada especial, podía ser la fuente de ingresos no despreciables y que podía coadyuvar a sufragar los gastos que aquel importaba, además de los honorarios a los facultativos que desempeñasen los cargos de higienistas." BASSOLS PRIM, A. La sección de higiene... op. cit. p. 29.

62. RONQUILLO, C. En una reglamentación perfecta no debe admitirse el oro de las prostitutas. Discurso leído ante el Cuerpo de Médicos higienistas el 23 de febrero de 1885. In Gaceta Médica Catalana, Barcelona: Establecimiento Tipográfico de los Sucesores de N. Ramírez y Cía, 1886. Año IX, nº 206, p. 35-40. El Dr. Carlos Ronquillo fue Presidente de la Comisión de Higiene especial de Barcelona desde 1884 hasta febrero de 1889. A su pluma se deben innumerables artículos periodísticos sobre la prostitución, así como las estadísticas llevadas a cabo por el Cuerpo Médico de Higiene especial de Barcelona, referidas al mismo tema, durante dicho período.

63. Reglamento del Servicio de Higiene Especial y Vigilancia de la Prostitución de abril de 1890. Excmo. Ayuntamiento de Barcelona. In Revista de Higiene y Policía Sanitaria. Barcelona: Establecimiento Tipográfico de J. Balmas Planas, 1890 (Vol.I), p. 172-173.

64. "Un Gobernador, un Alcalde, un Municipio, tiene compromisos de orden político y administrativo. A ellos no les está encomendado velar por el prestigio de la clase médica. Desde el instante en que a ellos se confíe exclusivamente la designación de los candidatos para plazas facultativas, deben partir del principio de que todo médico, por el hecho de serlo, tiene aptitud bastante para su desempeño. El criterio con el cual llenará estas vacantes será el consiguiente al interés político o administrativo, léase favoritismo, y no puede ser de otro modo ya que aquellas entidades, no médicas, no deben juzgar de méritos profesionales y bochornoso sería que lo hicieren. Más, desde el momento en que la provisión de tales destinos se subordina a los intereses políticos o administrativos, como tales intereses varían según el juego de los partidos, no existe motivo racional para que un Gobernador, un Alcalde, un Municipio respeten la obra de sus adversarios políticos o cuando menos para que no amplíen los lugares para dar cabida a los que directamente o por sus recomendantes han prestado servicios a la causa política que ellos representan. He aquí el motivo de la inestabilidad de los destinos de médicos higienistas cuando los Gobernadores los llenaban motu propio; he aquí la causa de la inestabilidad del actual estado de cosas". BASSOLS PRIM, A. La Sección de Higiene...op. cit. p. 242.
 

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