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Scripta Nova.
 Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales.
Universidad de Barcelona [ISSN 1138-9788] 
Nº 69 (60), 1 de agosto de 2000

INNOVACIÓN, DESARROLLO Y MEDIO LOCAL.
DIMENSIONES SOCIALES Y ESPACIALES DE LA INNOVACIÓN

Número extraordinario dedicado al II Coloquio Internacional de Geocrítica (Actas del Coloquio)

GLOBALIZACIÓN Y MERCADO DE TRABAJO: RETOS Y OPORTUNIDADES PARA LA PROMOCIÓN DEL EMPLEO EN EL MEDIO LOCAL

Ricardo Rubio González
Geógrafo
Doctorando del Departamento de Geografía Humana.
Universidad Complutense de Madrid 


Globalización y mercado de trabajo: retos y oportunidades para la promoción del empleo en el medio local (Resumen)

La comunicación recoge algunas reflexiones en torno a los profundos cambios que se están produciendo en diversos ámbitos de las sociedades como consecuencias del proceso de globalización económica y social. Desde la perspectiva territorial, el espacio globalizado/fragmentado se presenta como nuevo escenario para potenciar soluciones al problema del desempleo a través de la reactivación de los sistemas productivos locales, cuestión en que desemboca la discusión que aquí se presenta.

Palabras clave: Globalización/ mercados de trabajo/ flexibilidad/ desarrollo local.


Globalization and labour market: challenges and opportunities for local employment. (Abstract)

This paper contains some reflections about the profounds changes that are taking place within the diverses spheres of society as a consequence of the economic and social globalization process. From the territorial perspective, globalized and fragmented space is presented as a new way to solve the problem of unemployment by the reactivation of local productive systems, subjects wich are issues of this paper.

Key words: Globalization/ labour markets/ flexibility/ local development. 


Actualmente en las Ciencias Sociales hay acuerdo en señalar que las sociedades asisten a un complejo y profundo proceso de cambio, una crisis de carácter integral, que tiene manifestaciones en prácticamente todas las esferas. Uno de los factores que se identifican en el desarrollo de este fenómeno es la globalización, sobre la que ya existe una profusa literatura, pero no una definición consensuada o unificada del concepto. Indistintamente se utilizan los términos globalización, mundialización y, con menor frecuencia, los términos "tecnoglobalismo"(1) y el cacofónico vocablo "glocalización"(2). Se trata, entonces, de un "concepto­maletín"(3) que ha sido adaptado a las necesidades de cada disciplina desde que naciera como noción durante la década de los 80 y se intensificara su uso en la década de los 90.

En estas líneas, la globalización es abordada en un sentido muy amplio y sin la intención de lograr una caracterización detallada del fenómeno. El énfasis está puesto en considerar que ha constituido una manera de interpretar la realidad al mismo tiempo que una manera de construirla, cuyo fundamento está en el modelo de capitalismo global articulado por políticas de carácter neoliberal o de libre mercado.

Con todo, es necesario señalar brevemente algunos de los rasgos fundamentales que la caracterizan, con el fin de centrar la discusión. En este sentido, Husson, refiriéndose a la mundialización, señala la importancia del "carácter cada vez más inmaterial de la producción, el desarrollo de los medios de comunicación, la transferencia de conocimientos y de gestión en tiempo real de los flujos financieros, del trabajo a distancia, la estandarización de los mercados, etc., constituyen el basamento tecnológico de este proceso"(4). De esta manera, la globalización se identifica con estrategias en que la innovación es una constante, que se manifiesta en la creación de nuevos productos, innovaciones en los procesos, mejora en los procedimientos de comercialización, mejoras en el manejo de recursos y nuevas formas de organización(5), así como una intensificación de los flujos de todo tipo a escala mundial, sobre la base del desarrollo de innovaciones en los medios de comunicación y transporte. Esto ha permitido modificar sensiblemente la relación espacio/tiempo, superando en muchos casos el factor distancia como limitante para la producción, permitiendo actuaciones en tiempo real y configurando un modelo de localización de los medios de producción a escala planetaria. Finalmente, puede entenderse como consecuencia de la modernidad(6), la que ha llevado hasta límites insospechados las tesis del liberalismo clásico del siglo XIX, fundamentalmente respecto a la noción de libertad y su relación con la economía.

Así, el mercado libre de trabas, parece haber llegado a convertirse en la ortodoxia que aglutina el medio interpretativo de la realidad y el programa político de la globalización. Lo que partiera como un fenómeno eminentemente económico(7), ha llegado a la esfera de lo social y lo cultural,quizás con menor intensidad que en el caso de los fenómenos de carácter económico, dada la persistencia de diversos rasgos de la identidad nacional, regional y local. El efecto de la globalización en el territorio es diferencial, y los impactos territoriales ocurren con diferente signo (sólo algunas regiones ganan(8)) y distinta intensidad (reproducción o creación de nuevas desigualdades a través del mayor o menor grado de inclusión o exclusión en el "sistema socio­territorial dominante"(9)) y "aunque todos ellos responden a las formas de articulación de las sociedades en un sistema global"(10).

Dada la naturaleza del origen de la globalización, la preeminencia de las cuestiones de carácter económico sobre lo social es una de las primeras constataciones posibles. En este sentido, es necesario repetir que la referencia en estas líneas se hace sobre el discurso y sobre la práctica, el medio interpretativo y la manera de construir la realidad, o si se prefiere, la "descripción y la receta"(11). Junto con lo anterior, impera la idea de presenciar un proceso irreversible. La globalización es el marco prácticamente inevitable en el que habrá que "repensar el papel del Estado así como el papel de la sociedad civil"(12).

La compleja transición hacia un nuevo modelo de relaciones sociales, políticas, económicas y territoriales, es el contexto en que se aborda la discusión sobre las transformaciones del empleo, teniendo en cuenta que la globalización ha dado señales suficientes para identificarla como un fenómeno de manifestaciones múltiples y ambivalente en sus efectos. Una de las paradojas de la revolución tecnológica es el aumento de la productividad y la destrucción de empleo, y en el caso de la globalización la incorporación de unos territorios y la exclusión de otros.

Globalización, territorio y transformaciones en el mercado de trabajo

La interrelación del medio local con los nuevos espacios de la globalización (vinculación nada nueva, tal vez sólo más evidente dada su difusión e intensidad), ha supuesto un nuevo escenario para el mercado de trabajo, que juega un rol clave como mediador en las relaciones entre competitividad económica y cohesión social en naciones, ciudades y regiones(13). Sin duda, junto a esto se haya el papel que el empleo ha jugado en la construcción de las sociedades modernas. En efecto, el mercado de trabajo tiene la capacidad de transmitir los impactos externos de la economía y de los procesos de reestructuración interna a las perspectivas de empleo, ingresos y calidad de vida, tanto de los individuos como de los distintos colectivos o comunidades.

Sobre la base de conceptos como competitividad, flexibilidad, desregulación y reingeniería, el desarrollo de las transformaciones del empleo ha tenido dos vertientes fundamentales: los procesos de reestructuración económica (reconversión industrial y reestructuración productiva) y las reformas políticas, asociadas principalmente a la regulación de las relaciones laborales.

La revolución tecnológica ha permitido a las empresas innovar, abrirse a nuevos mercados internacionales e impulsar transformaciones en la organización del sistema productivo, lo que ha afectado tanto a la oferta como a la demanda de trabajo: el volumen de puestos de trabajo en muchos casos se ha reducido(14), hay un cambio sustancial en el nivel de formación y el tipo de cualificación requerida por las empresas a los trabajadores. Así se configuran nuevos patrones de distribución de la fuerza de trabajo, a menudo en función de las nuevas estrategias espaciales de las empresas, basadas en la segmentación y descentralización de procesos.

Una de las ideas que ha demostrado tener mucha fuerza es la noción de flexibilidad. Al mismo tiempo que se ha acentuado la globalización, en países como España y algunos países miembros de la Unión Europea, se ha promovido un proceso de desregulación del mercado de trabajo. Así, en el caso del estado español el paquete de medidas que reformaron el mercado de trabajo en 1994 contempló, como uno de sus objetivos, la consecución de una mayor flexibilidad en las relaciones laborales individuales(15). Las reformas afectaron diversos aspectos del mercado laboral relacionadas con la flexibilidad (creación de las empresas de trabajo temporal y contratos de aprendizaje, por ejemplo), medidas que si bien han dinamizado las relaciones laborales, también han generado nuevos instrumentos de precariedad laboral.

Por otra parte, a lo anterior se suma el problema del desempleo, que ha jugado un rol decisivo. Ha impelido con fuerza a las administraciones públicas a preocuparse por el tema de manera permanente, motiva y articula gran parte del discurso y la práctica política, renueva el interés de los investigadores y afecta a las personas. Así, la problemática global del empleo ha concentrado gran parte de los análisis en su vertiente menos satisfactoria y más preocupante desde el punto de vista de sus impactos sociales, económicos y psicológicos. Sin duda, el desempleo representa uno de los grandes problemas aún no resueltos, tanto en la esfera de los países desarrollados como en los países del llamado tercer mundo, y que todavía exige atención "por tres razones fundamentales: el incesante progreso tecnológico, la importancia del cambio social y económico asociado al mismo, y la persistencia de un desempleo generalizado, especialmente en Europa"(16).

En conjunto, lo que resulta es un complejo factor de debilidad del "pacto capital­trabajo"(17), mayor precarización de la condición trabajadora(18) y una mayor segmentación del mercado de trabajo. El empleo/desempleo(19) corresponde a un tema transversal cuyas implicaciones se inscriben tanto en la esfera de las relaciones sociales y económicas como en el ámbito de las interacciones políticas y territoriales. Por tanto, la magnitud del problema, los rasgos de ser un fenómeno de carácter estructural más que un simple desajuste coyuntural y el contexto de profundas transformaciones sociales, han dado lugar a la discusión en torno al desarrollo de una crisis de la "sociedad del trabajo"(20) o de la "sociedad salarial"(21).

El modelo de desarrollo(22) difundido internacionalmente, parecía ser deseable y posible, sobre la experiencia del proceso seguido principalmente en Europa y Estados Unidos. La economía capitalista global y la sociedad salarial, han sido hasta ahora los modelos dominantes, pero la necesidad de un desarrollo sostenible pusieron en tela de juicio el modelo en su totalidad al cuestionar su deseabilidad, su viabilidad y las estrategias propuestas para conseguirlo. El modelo de empleo tampoco está exento de problemas y prueba de ello son la importancia y la persistencia del desempleo, así como la buena salud de que sigue disfrutando la economía sumergida o informal.

¿Y el medio local?

Como se ha dicho en líneas anteriores, la globalización es un fenómeno ambivalente, generador de nuevos contrastes y desigualdades, que integra y fragmenta el espacio, al configurar nuevos territorios en función de la interacción entre "el espacio de los flujos y el espacio de los lugares"(23). El espacio geográfico se organiza, como plantea Santos, "conforme a un juego dialéctico entre fuerzas de concentración y dispersión"(24). El medio local debe evaluar sus potencialidades dentro de una "división interterritorial del trabajo"(25) comandada por el proceso de globalización.

Para los agentes de los sistemas de producción a escala local (instituciones públicas, empresas y trabajadores), las fuerzas de dispersión debieran despertar especial interés, en tanto ofrecen un mecanismo de inserción en el mundo construido e interpretado desde la óptica del espacio de las redes y flujos. Esta es una de las oportunidades que se abren a las iniciativas de desarrollo en el medio local y, en consecuencia, representa uno de los desafíos planteados a partir de la crisis de las economías de aglomeración, la que ha propiciado el surgimiento de "economías de diversidad y altamente territorializadas"(26), vinculadas a los sistemas productivos locales, en los que la empresa es un factor estratégico decisivo frente a la dinámica del mercado de trabajo local.

En este sentido, la "empresa­red"(27) parece ofrecer algunas posibilidades para fomentar el empleo a escala local, al permitir mayor autonomía respecto de las empresas transnacionales y una mejor interacción entre la empresa y el medio local(28). No obstante, no queda claro en qué medida afectará a la generación de empleo. Será un logro concreto sólo si las actividades desarrolladas logran una inserción eficiente en el sistema económico a escala regional, tanto en el plano de la interacción con otras empresas, como en el terreno de la presencia competitiva en los mercados, sobre una base de actividades intensivas en mano de obra, contradicción más que evidente frente a la doctrina de la "sociedad informacional"(29) o de la revolución tecnológica, en la que los principios de mayor competitividad, eficiencia productiva y rentabilidad, aún están reñidos con la eficiencia evaluada desde un punto de vista social.

Las empresas­red vinculadas estrechamente al medio local e interconectadas globalmente, han sido sugeridas como una de las innovaciones dentro del nuevo modelo de relaciones sociales, económicas y territoriales resultante de la globalización. No obstante, esto parece reforzar la idea de que no hay una alternativa a dicho modelo, tanto en el pensamiento (fin de las ideologías, pensamiento único, neoliberalismo...) como en la práctica (capitalismo global).

Desde una perspectiva crítica, la alternativa propuesta supone un cambio que tiene su base en la esfera de las relacionales personales y sociales más que en contexto de las relaciones económicas. En el ámbito del empleo, la alternativa apunta a superar la visión sesgada que ofrece la dicotomía empleo­desempleo como categorías sociales y, al mismo tiempo, replantear la relación salarial con el fin de avanzar en la construcción de una sociedad en que la actividad (remunerada o no) defina el papel de cada quien en la comunidad, o bien, si se tiene en cuenta la componente territorial, el papel de cada lugar en la sociedad. Esta profunda transformación social por ahora no se vislumbra posible y, por supuesto, no basta sólo con un replanteamiento de la racionalización económica(30).

La innovación, en este sentido, es de un profundo carácter social y cultural, lo que representa un reto descomunal a escala global, que no puede ser planteada en estos términos. La tradición local, la identidad de los lugares, es un potente factor al momento de evaluar las posibilidades de redireccionar los objetivos de la sociedad, el interés del grupo o de la sociedad organizada en su conjunto, en definitiva, qué se entenderá desde ahora por bienestar y la manera de conseguirlo.

Las garantías sociales del trabajador no están avaladas institucionalmente en un contexto global de políticas económicas y comerciales neoliberales, más aún cuando la regulación de las relaciones laborales no aborda el tema de la inestabilidad y la temporalidad como factores de precariedad laboral, ya que la alternancia entre períodos de ocupación y desempleo, es uno de los rasgos característicos de la inserción laboral de quienes permanecen en los segmentos de oferta menos competitivos del mercado de trabajo. Esta situación podría tener diferentes matices de acuerdo a los marcos institucionales vigentes en cada estado nacional, temática que no será abordada en esta discusión.

Otra oportunidad clara para el medio local es la revalorización que durante los últimos años ha tenido el papel del territorio, especialmente los espacios locales y regionales, como ámbitos específicos de las políticas públicas(31). La difusión y consolidación de las teorías de desarrollo endógeno y su aplicación en las políticas públicas, ofrece la posibilidad de superar desajustes provocados en los mercados de trabajo locales al incluir como elementos de análisis el carácter flexible de los modelos de producción y de las políticas neoliberales.

En la actualidad, la política de empleo en la Unión Europea se fundamenta principalmente en el diseño y aplicación depolíticas activas, aún cuando todavía se mantienen vigentes las prestaciones por desempleo o las de inserción social (como las rentas mínimas de inserción ­RMI­ francesas y los ingresos mínimos de inserción ­IMI­ de la Comunidad de Madrid(32)). De esta manera, los nuevos yacimientos de empleo han sido concebidos como una de las líneas de acción para la creación de empleo a través de la potenciación de "actividades destinadas a la satisfacción de nuevas necesidades sociales que actualmente se configuren como mercados incompletos, que sean intensivas en empleo y que tengan un ámbito de producción/prestación definido en el territorio"(33). La estrecha relación que se puede establecer entre los nuevos yacimientos de empleo y las iniciativas de desarrollo local parece ser uno de los escenarios más favorables para su fortalecimiento, al mismo tiempo que muestra una de las tantas adaptaciones que las políticas públicas han experimentado en esta dirección.

Algunas consideraciones finales

Uno de los principales retos es abordar el problema del empleo desde un enfoque integral. Las experiencias desarrolladas hasta ahora en el contexto de los nuevos yacimientos de empleo, ofrecen una nueva dimensión para el empleo remunerado en el medio local, pero los problemas identificados en distintos ámbitos parecen de difícil resolución, tanto en el marco institucional, financiero, de formación y cualificación profesional, así como en el plano jurídico, normativo y reglamentario(34).

Entre dichos obstáculos destaca especialmente la dificultad que presenta la mercantilización de servicios y/o actividades cuya producción ha estado tradicionalmente circunscrita al ámbito privado y de las relaciones familiares o de solidaridad (servicios a domicilio, atención a la infancia, atención de personas con dificultades ­enfermos, ancianos, jóvenes con problemas de inserción social­).El verdadero problema en este sentido estaría en la extensión de la racionalidad económica y mercantil hacia ámbitos de la vida en que no es aplicable.

Por lo tanto, la creación de empresas, el fortalecimiento y reactivación de los sistemas productivos locales, así como el aprovechamiento de ventajas específicas, tales como las características de la base asociativa preexistente, son algunos de los factores que exigen una especial atención, teniendo en cuenta que la innovación social hacia un modelo alternativo al capitalista global, no es posible salvo en el largo plazo, incluso si se entiende este periodo como lo hace la economía clásica, es decir, el tiempo en que todos los factores son modificados, incluidas, en esta ocasión, las relaciones sociales y diversos aspectos culturales relacionados con el trabajo y el empleo.

Desde la óptica del carácter irreversible del proceso de globalización, y teniendo en cuenta la tendencia actual del modelo, cabe mencionar que los medios locales mejor preparados para adaptarse a nuevos cambios en este marco son eminentemente urbanos. Las infraestructuras de diversa índole (comunicación, transporte, energía...) y los diversificados servicios preexistentes, ofrecen un entorno favorable al establecimiento de pequeñas empresas y al desarrollo de proyectos concretos de identificación y gestión de nuevos mercados de trabajo (tal vez vinculados a nuevos yacimientos de empleo). En el medio rural el desafío está en emprender experiencias empresariales que no se configuren como enclaves dinámicos en ámbitos territoriales excluidos, que sean capaces de generar relaciones eficientes con las distintas redes comerciales sobre la base de sistemas de organización y producción innovadores y, finalmente, se desarrollen en un marco institucional capaz de articular o apoyar propuestas empresariales capaces de potenciar el empleo en el entorno en que se localizan.

En el ámbito de las políticas públicas, las ventajas plantean al mismo tiempo un desafío, principalmente en el proceso de desarrollo local y la superación del problema del empleo. Por un lado, a pesar del empuje que se les ha dado durante las últimas décadas, aún existe una relativa debilidad de las iniciativas de desarrollo local en el contexto de las políticas públicas, y por otro, la superación de la fuerte tradición de enfoques sectoriales reflejada en las políticas de empleo, sigue siendo una tarea pendiente.

Tal como han planteado Lipietz y Leborgne, la salida a la crisis actual no se deduce sólo de un modelo de desarrollo a partir de las nuevas tecnologías. Exige elaborar un nuevo modelo de desarrollo que compatibilice tres aspectos fundamentales: una forma de organización del trabajo (paradigma industrial), una estructura macroeconómica (régimen de acumulación) y, un conjunto de normas implícitas y de reglas institucionales (un modo de regulación)(35).

Por otra parte, el carácter flexible de la producción no constituye sólo una componente tecnológica relacionada con aspectos de organización interna de las empresas y de los mecanismos de interacción entre ellas. Desde la política de empleo ya se ha expresado como una condición necesaria y deseable para el mayor dinamismo del mercado de trabajo. Para las empresas ha representado un factor ambivalente, al abrir nuevas posibilidades de elevar su rendimiento y productividad, al mismo tiempo que ha endurecido la competencia, pero a pesar de ello, es uno de los elementos centrales en la estrategia de producción. Sin embargo, los trabajadores han perdido algunas de las garantías laborales características de la fase del Estado de bienestar, principalmente en Europa, y frente a un modelo de acumulación flexible que comienza a consolidarse, desenvolver o potenciar las relaciones laborales en el medio local, en un contexto de proximidad, no parece ser suficiente. El triángulo protagonista del desarrollo de los mercados de trabajo locales (instituciones públicas/empresas/trabajadores) no termina de dibujarse de un manera muy clara.

Transformaciones tan profundas en la organización productiva, sumadas a los cambios sociales/culturales asociados a la globalización y a los modelos de flexibilidad, sugieren la necesidad de activar un nuevo cuestionamiento acerca de las relaciones sociales en el medio local, una nueva interpretación de las estructuras asociativas comunitarias como factor del sistema productivo local y un replanteamiento de las relaciones laborales institucionalizadas, aspectos que, en conjunto, constituyen un nuevo escenario de transformaciones aún más profundas en el plano de las relaciones sociales, institucionales y económicas que, en definitiva, representa un proceso innovador tan sugerente como complejo, al cual recién se ha dedicado cerca de una década de reflexión.

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Notas

1. Boyer, 1997, citado por Caravaca, 1998. p. 44.

2. Alonso, 1999. Pág 125. En la obra citada, el autor reseña la trayectoria de este neologismo.

3. Vaquero, 1998. p. 3.

4. Husson, 1996. p. 63.

5. Costa ­ Filho, 1996. Citado por Boisier, 1997.

6. Giddens, 1993.

7. Tal como lo indica el PNUD, la globalización es un hecho concreto y claramente efectivo en el terreno de la "integración de los mercados comerciales, de inversión y financieros". PNUD, 1998.

8. Lipietz y Benko, 1994.

9.  Caravaca, op. cit. en nota 1, p. 47.

10. Ibídem

11. PNUD, 1997. p. 92.

12. Boisier, op. cit. en nota 5, p. 82.

13. Turok, 1999. p. 893.

14.  La destrucción tecnológica de puestos de trabajo ha sido ampliamente discutida. Obras como las de Freeman, Clark y Soete, 1986; Castaño, 1994; y, Freeman y Soete, 1996, pueden ser ilustrativas.

15. Sala, 1994.

16.  Freeman y Soete, 1996. p. 28.

17. Vaquero, op. cit. en nota 3.

18. Serrano, 1998.

19.  El uso de esta referencia a la realidad del empleo no está centrada especialmente en resaltar su rasgo dicotómico. Muy por el contrario, sólo se pretende enfatizar la necesidad de adoptar, mantener o reforzar un enfoque integrador frente a estos asuntos.

20. Offe, 1984.

21. Gorz, 1991.

22. He aquí una noción deslucida y ambigua, portadora en muchas ocasiones de una interpretación poco adecuada de la realidad. La necesaria discusión relativa al concepto de desarrollo quedará pendiente para otro escrito.

23. Caravaca, op. cit. en nota 1, p. 45.

24. Santos, 1996. p. 78.

25. Caravaca, op. cit. en nota, p. 51.

26. López Novo, 1998, citado por Mayoral, 1992, p. 39.

27. Castells, 1996. p. 199.

28. Gorenstein y Burachik, 1999.

29. Castells, op. cit. en nota 27.

30. Gorz, op. cit. en nota 21.

31. Gorenstein y Burachik, op. cit. en nota 28.

32. Aún cuando ambas experiencias no sean comparables en sus alcances, se mencionan aquí con un fin ilustrativo.

33. Jiménez y otros, 1998. p. 18.

34. Ibídem, p. 55 ­ 56.

35. Lipietz y Leborgne, 1988.

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