Scripta Nova.
Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales.
Universidad de Barcelona [ISSN 1138-9788]
Nº 8, 1 de octubre de 1997.

 
UNA EXPERIENCIA MODERNIZADORA EN LA PERIFERIA: LAS REFORMAS DEL EGIPTO DE MUHAMMAD ALI ( 1805-1848) (*)

María Luisa Ortega Gálvez
Universidad Autónoma de Madrid


RESUMEN

Tras el fracaso colonial y civilizador de la Expedición de Egipto (1798-1801) liderada por Bonaparte, se inaugura un nuevo período histórico para el Valle del Nilo. Su nuevo gobernador, Muhammad Alí, emprende una serie de reformas que combinan estrategias tradicionales de centralización del poder con la importación de modelos europeos para la creación de nuevas estructuras militares, educativas, agrícolas e industriales. Este artículo pretende presentar un sucinto fresco de las políticas que caracterizaron el Egipto de la primera mitad del siglo XIX como un interesante caso de incipiente modernización en la periferia cuya comprobación con otros procesos similares puede resultar iluminador.


ABSTRACT

After the colonial and civilixing failure of the French occupation of Egypt (1798-1801), it begu a new historical period for the Nile Valley. Its new governor, Mahummad Ali, undertook a whole series of reforms which combined traditional strategies of power centralization with european imported models for the creation of new military, educational, agricultural and industrial structures. This article aims to present a brief fresco from the main egyptian policies during the first half of nineteenth-century as an interesting case of earlu modernization in periphery whose study can throw light on the other similar processes.


El umbral que inaugura el siglo XIX supuso para Egipto, una provincia del Imperio Otomano desde el siglo XVI, un significativo cambio de rumbo en su historia. En 1798 se divisó desde sus costas el imponente ejército de la flamante República francesa que comandado por el general Bonaparte emprendería la conquista del país bajo la consigna de la mission civilisatrice. El contingente expedicionario francés, que incluía una numerosa e ilustre Comisión de Ciencias y Artes,(1) tan sólo lograría prolongar durante tres años el sueño colonial de Bonaparte en Oriente. A pesar de los ambiciosos objetivos civilizadores del proyecto expedicionario de Bonaparte, la ocupación francesa apenas dejará huellas tangibles en el país, aunque provocó una serie de fracturas en las élites tradicionales de poder y en las relaciones sociales de las mismas. La campaña, primer ataque directo a un país islámico desde las Cruzadas, supuso además un traumático enfrentamiento con la modernidad occidental materializada en una efectiva maquinaria militar, así como un punto de inflexión en las relaciones entre Oriente y Occidente y la apertura del oriente mediterráneo a la intervención colonial o pseudocononial europea.

La desestabilización política, social y económica provocada por la ocupación francesa hizo posible una peculiar reconfiguración del aparato de poder en Egipto que tendrá como protagonista a Muhammad Ali quien, llegado al país en calidad de jefe del destacamento albanés integrado en las fuerzas anglo-otomanas que expulsarían al ejército francés y reintegrarían el territorio al Imperio Otomano, logró en poco tiempo convertirse en el más poderoso candidato al gobierno del Valle del Nilo. Así se alza sobre el horizonte un nuevo gobernador, un autócrata que pretende construir un poder fuerte en el país a la manera de otros gobernantes mamelucos en Egipto. Para ello pondrá en marcha una serie de medidas que combinan tradicionales estrategias de centralización del poder y la importación de nuevos instrumentos para su consecución: mirará a Europa, y en especial a una Francia cuyas tropas habían sido evacuadas del país con el auxilio de su espada, para reclamar de ella expertos militares, científicos y tecnócratas a través de quienes creará estructuras militares, sistemas educativos, grandes proyectos de obras públicas y reformas sanitarias a partir de modelos europeos.

Este trabajo se propone tan sólo presentar un sucinto fresco de las principales líneas de actuación de este nuevo gobierno durante la primera mitad del siglo XIX cuyos frutos convertirán a Egipto a los ojos de ciertos sectores del pensamiento europeo contemporáneo en un modelo de civilización y modernización a seguir por otros pueblos no europeos. Para la historiografía contemporánea el gobierno de Muhammad Ali es, sin duda, un interesante caso de incipiente modernización en la periferia cuya comparación con otros procesos similares en latitudes y contextos socioculturales radicalmente diferentes sería muy iluminador. Sirva pues este modesto artículo para ofrecer a los lectores de Scripta Nova algunas claves generales que puedan favorecer el establecimiento de futuras reflexiones comparativas en este sentido.

La configuración de un nuevo poder en Egipto. Hacia la centralización estatal: producción agrícola, administración y ejército.

Desde 1805, fecha en la que Muhammad Ali es investido por la Sublime Puerta como nuevo wali [gobernador], hasta 1840, año en el que las potencias europeas firman el Tratado de París presionados por el Imperio Otomano para poner fin a la amenaza económica y política en la que se ha convertido Egipto, el Valle del Nilo -con su nueva cabeza gobernante- se convirtió en un banco de experimentación de reformas políticas, militares, administrativas, económicas y educativas tendentes a la constitución de un poder centralizado y fuerte, autárquico económicamente, con potencial de expansión territorial, cuyos logros le llevarán a demandar su independencia política de Estambul en 1839 y a atraer la mirada de Europa como modelo, perverso o benéfico, del rumbo que podrían tomar otras tierras del Oriente islámico.

En el gobierno de Muhammad Ali se han distinguido cuatro períodos para dar cuenta de las diferentes fases de las políticas internas(2): período de control del estado (1805-1811); fase de consolidación (1811-1820); fase de expansión (1820-1838); y fase de repliegue (1839-1840). Utilizaremos esta división tan sólo como recurso expositivo para presentar sucintamente un panorama general de las dinámicas globales que marcan las cuatro décadas que abarcan su gobierno, pretendiendo no otorgar a dicha periodización un valor teórico o metodológico sustantivo. Esta exposición general pretende trazar, a grandes rasgos, los elementos más característicos que van a marcar el gobierno de Egipto en estos años tal y como suelen presentarse por la historiografía al uso, sin aspirar a una discusión pormenorizada y profunda de algunos de ellos.(3)

Entre 1805 y 1811, las luchas por asegurar el control del gobierno sobre todo el país y por crear una administración coherente y centralizada, eliminando igualmente las amenazas externas e internas que contienden por el poder, serán los rasgos característicos. Las alianzas con un reducido grupo de comerciantes, notables y ulemas para la obtención de recursos financieros se muestra insuficiente para sostener los gastos que el mantenimiento de las tropas supone, y comienzan a contemplarse las grandes posibilidades que ofrece el comercio exterior de grano(4) y la necesidad cada vez más urgente de transformar el sistema de reparto, explotación y tasación de las tierras, cuya administración devenga más eficiente mediante una jerarquización rígida y la eliminación de sistemas periféricos de fiscalización, redistribución y recompensas. En este período se inaugura además la política de intervención militar en el exterior(5) y de expansión territorial(6) con el inicio de la campaña del Hiyaz en 1811. Aprovechando la petición que desde Estambul se hacía al gobernador egipcio de aniquilar las revueltas wahabitas que amenazaban su soberanía sobre la península arábica,(7) los hombres de Muhammad Ali se hacen con el control de las Ciudades Santas de La Meca y Medina, se convierten en salvaguardas del Peregrinaje y pasan a dominar las costas orientales del Mar Rojo, zonas estratégicas para las políticas comerciales iniciadas.(8)

En la siguiente década, de 1811 a 1820, se asiste a un proceso de consolidación. De las primeras medidas aisladas adoptadas para la reestructuración del sistema de posesión de la tierra, como la tasación desde 1809 de las tierras waqf (propiedades de carácter religioso), hasta entonces exentas, y la confiscación ese mismo año de la mitad de los beneficios obtenidos por los multazim (aquellos que disfrutaban del derecho de la libre explotación de determinadas propiedades rurales o urbanas), se pasa ahora a un conjunto coherente de acciones reguladoras de gran alcance económico y social. En 1814 los multazim del bajo Egipto son desposeídos de las tierras de las que se beneficiaban, y cuyas ganancias venían siendo recaudadas en la mayoría de los casos por notables locales, compensando a los primeros con una suma equivalente al porcentaje que obtenían y el usufructo vitalicio de una tierra exenta de tasación que podían transferir, donar o vender al estado. Los iltizam (propiedades explotadas por los multazim) del Alto Egipto habían sido confiscados en 1812 sin compensación alguna, pues la mayoría de los multazim de esta zona eran mamelucos, antigua elite gobernante del país a quien las tropas francesas habían dado un duro golpe y que logrará ser prácticamente aniquilada por Muhammad Ali en una célebre masacre en 1811. Una vez eliminado el control de los multazim sobre las tierras, Muhammad Ali hizo dividirlas en parcelas y distribuirlas entre los fellahin (campesinos egipcios) para su cultivo.(9)

Entre 1811 y 1814 el Estado va a pasar a sustituir a los multazim tanto en el Alto como en el Bajo Egipto, haciéndose con la administración directa de gran parte de la tierra cultivable; el control y administración de las tierras pasará a estipularse en función del catastro realizado en 1814 para el Delta,(10) por el que todas quedarán divididas en categorías de tasación y la mayoría de ellas quedaban registradas a nombre de las comunidades de pueblos y aldeas. Igualmente serán confiscadas en estos años una gran parte de las tierras waqf, cuyos beneficios eran teóricamente utilizados para el mantenimiento y la financiación de instituciones y actividades religiosas; aquéllos que no pudieron demostrar sus derechos legales sobre dichas propiedades las perdieron en beneficio del estado.(11) Similares reformas habían sido acometidas en el corazón del Imperio por el sultán Selim III a finales del siglo XVIII y principios del XIX con el fin de obtener mayores ingresos, necesarios para la reorganización militar, mediante el control más directo de la recaudación de impuestos; sin embargo, fueron mucho menos efectivas que en Egipto, al igual que ocurrirá con la reasunción del programa de reformas por Mahmud II, debido en gran parte a la ausencia en Anatolia tanto de un cuerpo equivalente al de los administradores coptos como de un cuerpo de notables rurales susceptibles de convertirse en agentes del gobierno central como ocurría en Egipto.(12) Si Muhammad Ali pudo apoyarse en este último grupo para llevar a buen puerto sus reformas, éstas por su parte, junto a las transformaciones administrativas, favorecieron la situación y el estatus de los notables locales, que pasaban a integrarse en la jerarquía estatal que comenzaba a dibujarse obteniendo recompensas por sus servicios, tanto monetarias como en concesión de tierras exentas de tasación, medida esta última que conducirá progresivamente a la formación de un núcleo de propietarios nativos en el país.

Muhammad Ali se encontraba implícitamente legitimado para abolir, como lo hizo, las prerrogativas territoriales de ciertos individuos sobre la base del sistema otomano que -rigiéndose por la Ley Sagrada, la Sharia- estipulaba el monopolio público de la tierra, el derecho del sultán sobre la tierra.(13) Además, dicho derecho se hallaba reforzado en Egipto por la condición tradicional de sociedad hidráulica que caracterizaba al país, donde el poder del gobernador para redistribuir las tierras era esencial a resultas de las transformaciones que las crecidas anuales del Nilo imponían a las zonas cultivables, principalmente en el Alto Egipto. Las medidas territoriales y agrarias que se estaban estableciendo no suponían reformas en el sentido fuerte de la palabra, pues no intervenía en ellas ningún principio que no hubiera estado presente en anteriores cambios de régimen en Egipto.(14) Estas consideraciones explican en gran medida por qué el nuevo gobierno de Egipto no encontró resistencias significativas en sus reformas territoriales, mientras sí se manifestará a la hora de aplicar otras como la tasación de las propiedades religiosas, protegidas por la Sharia, o, posteriormente, las normas de reclutamiento obligatorio que alteraban las normas fijadas por la tradición otomano-egipcia.

El desarrollo de las políticas de comercio exterior, que se acometen con gran éxito, va a venir a reforzarse con la progresiva política de monopolización de productos como el trigo, el arroz, el sésamo, las legumbres, el índigo o el algodón, obteniendo así beneficios directos para las arcas del bajá.(15) A ello irá aparejado un proceso de incipiente industrialización, política que cobrará su máximo apogeo en la década siguiente. El primer sector afectado será el textil,(16) para el que comienzan a importarse de Europa maquinaria y trabajadores cualificados y serán reclutados trabajadores nativos, como si de un ejército se tratara, entre los fellahin y los pequeños artesanos; posteriormente se comenzarán a manufacturar otros productos, como el índigo, tintes, harina, aceite de linaza, vidrio, etc. Aunque algunos de estos productos manufacturados a partir de materias primas locales pasarán al mercado exterior -por medio de un grupo de comerciantes seleccionados-, a precios establecidos por el gobierno, la política de industrialización de Muhammad Ali iba principalmente dirigida al abastecimiento del consumo interior, para disminuir así el número de importaciones. Estas últimas serán canalizadas a través de la administración, que decide qué y de dónde importar.

La nueva maquinaria económico-política puesta en ejercicio en tan pocos años sólo es concebible con una reforma considerable en la administración, que la hiciera posible funcionalmente. Aunque la historia administrativa de este período es difícil de trazar claramente, en parte debido a su carácter experimental, no obstante podemos señalar algunas líneas definitorias. En primer lugar, si bien el verdadero desarrollo de la reforma administrativa y la jerarquización burocrática se producirá a partir de 1820, el período anterior está marcado por una redistribución territorial que subvierte la anterior división en gobernaciones dirigidas por los beys mamelucos. Así, paralelamente al nuevo catastro, hacia 1814, se restructuró la división territorial administrativa estableciendo trece gobernaciones que fueron subdivididas en departamentos, y se estableció un sistema jerarquizado de gobernadores provinciales y oficiales de departamentos con el fin de lograr un mayor control de la producción agrícola. Por otra parte, la administración central va controlar de forma directa la gran mayoría de los asuntos del país, por pequeños e insignificantes que pudieran parecer: las decisiones últimas serán tomadas por el gabinete virreinal, al que durante mucho tiempo se remitirá para su aprobación cualquier medida a tomar en cualquier punto del país, tanto administrativa como militar. Junto a él, otros cuerpos administrativos centrales, como los departamentos ministeriales (diwan) y los consejos (maylis) tendrán atribuidas respectivamente la gestión administrativa cotidiana y las funciones judiciales y disciplinarias. La división de funciones entre estos cuerpos no seguirá, en cualquier caso, criterios estrictamente lógicos: las atribuciones se solaparán en algunos casos, y finalmente la mayor parte de las decisiones seguirán siendo tomadas por el gabinete de Muhammad Ali establecido en su corte. Si algo caracteriza, no obstante, este período inicial de reformas administrativas es el deseo de liberarse tanto de los antiguos gobernadores otomanos, que irán siendo sustituidos por oficiales del entorno de Muhammad Ali, como del poder de los escribas coptos en el campo de las finanzas, quienes hasta entonces se encargaban de los trabajos catastrales y la contabilidad relacionada con la recolección de impuestos. En la arena financiera entrará ahora con fuerza el grupo de armenios cristianos encabezados por Boghos, posiblemente una de las figuras más influyentes de la nueva elite creada en torno a Muhammad Ali cuyas funciones excedían las correspondientes de su cargo de director del departamento de asuntos exteriores. Con él, el elemento cristiano alcanzará un fuerte peso en la nueva administración, lo que no dejaba de ser molesto entre ciertos grupos sociales musulmanes.(17)

Junto a la administración se encuentra otro pilar básico, al que no hemos hecho referencia aún, que originalmente impulsa y otorga un sentido inicial a esta era de reformas: el ejército. Tanto observadores contemporáneos como historiadores de nuestro siglo otorgarán al mismo una importancia capital en la transformación de Egipto en un estado-nación moderno.(18) El mantenimiento de unas tropas numerosas con las que hacer imperar el orden y la seguridad en el país, considerados por todos como claves para la prosperidad, y la necesaria reforma del ejército, en las líneas ya iniciadas en Estambul a finales del siglo anterior con el Nizam-i Cedid (literalmente Nuevo Orden),(19) para incrementar la eficacia y el control del aparato militar, así como racionalizar y disminuir los gastos, a través de la importación de modelos occidentales(20) se hallaban entre los objetivos prioritarios del nuevo régimen. El Nizam-i Cedid, decretado por Muhammad Ali en 1815, tomando como excusa los violentos incidentes protagonizados por las tropas que regresaban del Hiyaz, despertó una fuerte reacción en contra que incluso haría peligrar su vida. No obstante, al año siguiente comienzan a sentarse las primeras bases para la reforma, como indica la apertura de una escuela en la Ciudadela del Cairo donde jóvenes mamelucos al servicio personal del virrey aprenden el Corán, turco, persa, italiano, ejercicios físicos, táctica militar, el uso de las armas y equitación. Esta será la primera de una larga lista de escuelas militares que, junto a otras de carácter civil, se crearán a un ritmo vertiginoso a partir de la década de 1820.(21) Las campañas del Hiyaz y Sudán permitirán mantener alejados durante un tiempo a los oficiales menos favorables a la reforma, y con el inicio de esta última, hacia 1820, se acometen efectivamente las transformaciones en el ejército. Ese mismo año se establece un primer campamento de formación militar en el Alto Egipto bajo las órdenes de un militar francés, el "coronel" Sève,(22) conocido como Sulaiman después de su conversión al Islam, que debería adiestrar a un regimiento compuesto por antiguos mamelucos y, posteriormente, a algunos esclavos que Ibrahim, hijo de Muhammad Ali, enviaba desde Sudán.(23) La incorporación de Sève, avalada por el cónsul francés Drovetti, y los buenos resultados de su trabajo van a marcar el giro galo que tiñe las instituciones reformistas egipcias del período, ya que los instructores y asesores franceses comenzarán a sustituir a los italianos, que hasta el momento habían sido los principales colaboradores extranjeros.(24)

Las claves de la reforma en el ejército, al igual que ocurrirá en la administración, residían en dos polos: por una parte, transformar lo que hasta entonces era un conglomerado de destacamentos de orígenes diversos(25) que funcionaban como tropas mercenarias, sin jerarquización homogénea ni relación de lealtad económica o disciplinaria respecto a un poder centralizado, en unidades regulares dependientes de una misma línea de mando, lo que permitía además un mayor control de los recursos para mantenerlas; por otra, dotar a estas nuevas unidades de los instrumentos que hacían a los ejércitos europeos tan poderosos, convertirlas en piezas de una máquina uniformada, alineada en estructuras geométricas, con unos cuadros de mando que hacían uso de nuevos conocimientos científico-técnicos y de armas modernas.(26) La decisión más significativa fue, no obstante, la adopción del modelo de reclutamiento por la fuerza que Napoleón había impuesto en el ejército francés: los intentos anteriores de reformas del ejército, incluyendo aquéllos acometidos por Selim III en Estambul o por los mamelucos en Egipto, habían operado siempre sobre la formación y reorganización de la casta militar otomana o mameluca. En el Egipto de Muhammad Ali, el reclutamiento de nativos se impuso como única solución ante la necesidad imperiosa de un mayor número de soldados, sobre todo para el desarrollo de las campañas militares en el exterior. En cualquier caso, el paso a un ejército compuesto por fellahin, aunque comandados por oficiales otomano-egipcios, supuso una verdadera revolución, pues suponía otorgar tácitamente, como señalarían muchos de los observadores contemporáneos, unas determinadas capacidades y lealtades a la población nativa que hasta el momento les habían sido negadas.(27) El rechazo al reclutamiento entre la población fue generalizado, y se recurrió incluso a los ulemas de la mezquita de al-Azhar para que defendieran y alabasen el servicio en el ejército como deber del buen musulmán que quisiera ganarse el paraíso, retórica que no pareció convencer a una población que siguió rebelándose contra el servicio en el ejército.

Los objetivos militares marcaron, ciertamente, buena parte de las primeras reformas económicas, administrativas y educativas; no obstante, esto es tan sólo aplicable a los primeros años, en los que hubo que diseñar nuevas estrategias de obtención eficaz de recursos financieros para el pago de las tropas que contribuyeron a la inicial pacificación del país. A partir de un momento determinado, que podríamos fechar en torno a 1815, muchas de las dinámicas establecidas, como una política económica tendente a la autarquía y la creación de una administración centralizada, comenzarán a adquirir una lógica propia que trasciende los propósitos iniciales de abastecimiento del ejército. Como han mostrado los estudios más recientes en historia económica del período, el ejército fue más la condición política que la finalidad de un proyecto económico más vasto,(28) habida cuenta de que muchos de los proyectos, como aquéllos orientados a la industrialización, se iniciaron con anterioridad a la reforma militar, y los productos que de ellos resultaron se destinaron tan sólo en un pequeño porcentaje a la cobertura de las necesidades del ejército. Así, el panorama pasa a ser más complejo y nos ofrece una red de interacciones: como han señalado algunos autores,(29) las campañas de expansión que se emprenden adquieren sentido si se las considera consecuencia de las dinámicas mercantilistas establecidas en los primeros años de gobierno, del mismo modo que la prioridad en la consecución de la seguridad interna que justifica el mantenimiento de un ejército poderoso favorecía principalmente al comercio por la regularización de las rutas comerciales; las campañas militares impusieron a su vez la reorganización del ejército y el reclutamiento forzoso, mientras el mantenimiento y mejora del aparato militar así creado reforzaba, como demanda, el sistema de monopolios agrícolas, las políticas industriales, el sistema educativo y el sistema sanitario, cerrando de este modo el círculo en el que se movería la política egipcia hasta 1839.

El proceso de expnasión y consolidación de las políticas reformistas: sistema escolar, políticas industriales y obras públicas.

Según venimos apuntando, a partir de 1820 y hasta 1838-1839 aproximadamente, el gobierno de Egipto va a entrar en una fase de expansión y consolidación en torno a tres polos en interacción: producción agrícola e industrial, administración y ejército. Y como telón de fondo de esta red de interacciones emergerá por primera vez un sistema escolar de especialización científico-técnica, un rosario de instituciones estatales con unos perfiles comunes -dirección a cargo de un miembro de la elite egipcio-otomana, jefatura de estudios a cargo de un europeo, profesorado mixto europeo y otomano que sería progresivamente sustituido por profesorado nativo formado en Europa y un alumnado mantenido íntegramente por el estado cuyo perfil socio-cultural dependía del tipo de carrera a emprender, militar (alumnado egipcio-otomano y mameluco) o civil (alumnado egipcio y copto)- un sistema escolar del que citaremos los ejemplos más representativos por la incorporación de enseñanzas tecnocientíficas modernas: una primera escuela de ingeniería y agrimensura (1821), la escuela naval (1824), la escuela de estado mayor (1825), la escuela de medicina (1827), la escuela de veterinaria (1827), la escuela de artillería (1831), la escuela de ingeniería o politécnica (1834) y la escuela de lenguas y traducción (1837).

En estos años se produce la consolidación de las reformas militares y quedan asentadas unas tropas regulares comandadas por oficiales de origen otomano y que se nutren de soldados egipcios reclutados al efecto, aunque para determinadas tareas siga contándose con tropas irregulares otomanas y beduinas. La formación de oficiales adquiere en este período nuevas dimensiones con la creación de numerosas escuelas de especialización militar que, con profesorado turco y europeo, cubren desde la artillería a la música, mientras el wali favorece tan sólo el ascenso de los oficiales en ejercicio alfabetizados, oponiéndose a la priorización del valor y el coraje defendidos por su hijo como virtudes primordiales. Las impresionantes campañas militares en el exterior -Sudán (1820), Morea (1822-1829) y Siria (1831-1839)- pondrán a prueba el poder del nuevo ejército egipcio asombrando a las potencias europeas y atenazando a la Puerta otomana. Sus derrotas, como la de Morea en apoyo a las fuerzas militares otomanas, provocan nuevos impulsos reformistas, creando una nueva caballería al estilo europeo, una flota naval de construcción propia y aumentando sus efectivos y recursos para nuevas empresas. Sus éxitos -siquiera temporales, como los de Sudán y Siria- refuerzan las expectativas de convertir a Egipto en interlocutor directo de las potencias europeas en todos los ámbitos.(30) Las dinámicas que promueven dichas intervenciones responden en gran medida a intereses económico-comerciales(31) y de regulación de una política interna marcada por la necesidad de alimentar los lazos con los grupos coaligados al poder, dejando en un segundo plano intereses políticos estratégicos, en cualquier caso presentes y que pasarán a primer plano con la petición de independencia tras el éxito de la campaña de Siria. Y las acciones de ocupación militar venían seguidas por la imposición local de las reformas experimentadas en el Valle del Nilo relativas a la producción agraria e industrial, al reclutamiento de tropas y la estructuración administrativa. La maquinaria militar arrastraba y movilizaba así procesos económicos y sociales, y sus operaciones en el exterior al mando del hijo de Muhammad Ali, Ibrahim, estaban provocando la aparición de un modelo alternativo: Ibrahim, desde su posición de héroe militar reconocido internacionalmente y gobernador de Siria,(32) comenzaba a proponer ulteriores transformaciones en el ejército, como el ascenso a rangos superiores de individuos no pertenecientes a la elite otomana que apuntaba a la "arabización" de la institución más importante del país. Aun sin llegarse a poner en marcha, sus posiciones serán el preludio de tendencias que marcarán la historia de Egipto en las siguientes décadas y que entraban en frontal oposición a la simbología otomana que caracterizaba las políticas de su padre.

Las reformas militares y el sistema escolar asociado tuvieron, en cualquier caso, sus altibajos en estos años: después de la primera campaña de Siria (1833), Uzman Nureddin,(33) uno de los hombres más significativos de la política y la administración egipcia del período que se había convertido en mayor general del ejército y tenía a su cargo la administración de la educación pública, abandona el servicio al virrey, al igual que lo harán algunos franceses implicados en las reformas militares como Cerisy (véase infra). Sulaiman (Sève) ocupará su puesto, hasta marchar de nuevo a Siria en 1835, convertido en Inspector General de las escuelas militares, cargo desde el que propondrá nuevos planes de reforma militar.

En segundo lugar, las reestructuraciones administrativas comienzan a adquirir cierta organicidad, a pesar de la dinámica ya indicada marcada por una infinita flexibilidad para responder a las necesidades inmediatas. Por una parte, la división territorial iniciada hacia 1814, será modificada al menos en dos ocasiones, en 1824 y en 1830-4,(34) conduciendo a una progresiva definición del concepto de provincia como elemento principal de la administración. Así, hacia 1824 el país sería dividido en veinticuatro distritos dirigidos por un mamur y agrupados en cinco unidades administradas por el wali y sus allegados. Posteriormente, después de diversas reorganizaciones, el sistema de administración se irá jerarquizando y descentralizando: los distritos serán divididos en subdistritos y agrupados en departamentos que se integrarían en provincias. El número de las mismas irá variando hasta pasar en 1830-4 a diez. Cada una de estas unidades estará dirigida por oficiales enviados de El Cairo, que sustituyen a los antiguos oficiales otomanos, cambiando asimismo su designación.(35) El resultado de todo ello será una administración provincial jerarquizada cuya estructura resultaba muy similar al prototipo napoleónico, de forma que los observadores europeos contemporáneos aplicaban las designaciones francesas a las unidades administrativas egipcias de la época.

El corazón de la nueva administración egipcia era el gabinete virreinal donde se tomaban todas las decisiones importantes y que estaba encargado del funcionamiento de todos los asuntos internos a través de la promulgación de órdenes virreinales, preparando y presentando informes al wali -todas las comunicaciones escritas en turco eran traducidas y transcritas al árabe- y actuando como canal administrativo para el ejercicio efectivo del poder por parte de Muhammad Ali. Estaba situado en el palacio del Bajá e integrado a la corte. Supervisaba las cuentas, designaba a los oficiales gubernamentales, mantenía correspondencia con las potencias extranjeras y ejercía poderes judiciales respecto a las faltas cometidas por los oficiales. Sus miembros eran cuidadosamente seleccionados y se controlaba su formación continua. Junto a esta institución se encontraban los diwan, que los europeos erróneamente equipararán a ministerios. En realidad, el nazir al cargo de cada uno podía más bien ser considerado un secretario a través del cual Muhammad Ali hacía cumplir las disposiciones acerca de todos los asuntos de estado.(36) El más importante de los diwan era el Diwan al-Mulki o Diwan al-Jidiwi, departamento de asuntos civiles que tenía a su cargo prácticamente todas las cuestiones relativas a asuntos interiores, excepto las finanzas, que eran compartidas con otras instituciones: administraba los establecimientos religiosos, el servicio postal, la cuarentena, los pasaportes, el censo y los servicios de construcción. En 1837, cuando se acomete una reestructuración total de la administración, este departamento se ocupaba igualmente de la administración del canal Mahmudiya, la casa de la moneda, el arsenal de Bulaq, los hospitales civiles, los consejos de comercio y el ruznama (organismo central en la administración de las finanzas del país, pues era el encargado de la recolección de impuestos y el pago de los gastos del estado), teniendo asignadas igualmente la investigación de delitos y otras cuestiones judiciales.

Como decíamos, en 1837 se alterará esta estructura poco operativa ante el volumen de cargas administrativas que aumentaba conforme se multiplicaba la creación de instituciones militares, escolares e industriales. Se abolirán los consejos y reestructurarán los departamentos existentes, creándose algunos nuevos: así, quedarán establecidos, además del departamento de asuntos civiles, los departamentos de finanzas, guerra, marina, industria, asuntos exteriores (que incluye el comercio y el sistema de aduanas, sin duda por tener a Boghos al frente) y educación (que se encarga además de las obras públicas, el telégrafo y las imprentas). A la cabeza de los mismos estará un nazir (después denominado mudir), figura que absorberá a algunos de los reincorporados de las misiones escolares en Francia -como Mujtar Bey al frente de educación-, en tanto que los oficiales que componían los departamentos comenzaron igualmente a reclutarse de las escuelas previa superación de un examen.

En este período se producen varios intentos de introducir sistemas europeos de contabilidad para la mejora de la administración y sus finanzas: Edme-François Jomard, antiguo miembro de la Comisión de Ciencias y Artes de la expedición francesa y activo colaborador de las reformas de Muhammad Ali principalmente como tutor de los pensionados enviados a París, se atribuye la prioridad en dichas reformas;(37) algunos registros consulares remiten en 1828 a una orden por la que Osman bey Nuraddin es encargado de la dirección de la contabilidad para la administración general de Egipto según el método financiero utilizado en Europa, innovación que habría sido propuesta un año antes por un tal Zaccar, nativo del Cairo que había vivido en Trieste, a quien se encarga de la instrucción de todos los empleados en esta administración según su grado; del mismo modo, otra orden de 1829 urge al departamento de la guerra (Diwan al-Yihandiya) a adoptar el sistema europeo en sus cuentas y registros.(38) Igualmente se crearán algunas escuelas civiles para la formación en cuestiones relacionadas con la administración, en las que la enseñanza del árabe y el turco destinada a la traducción tendrán no obstante más peso que otras materias administrativas.(39) A pesar de todo ello, los observadores acusan graves carencias en la gestión financiera,(40) y en su conjunto el aparato administrativo egipcio de la época presentará importantes deficiencias para gestionar adecuadamente todas las instituciones que se ponen en marcha, deficiencias que para algunos autores contribuirán al declive de sistemas como el industrial y el educativo a partir de 1839.

Finalmente debemos referirnos a la expansión de la agricultura y la industria egipcia en estos años. El desarrollo de una política económica monopolista orientada a la exportación adquiere nuevas dimensiones con la introducción en 1821 del cultivo a gran escala del algodón de fibra larga, o algodón Jumel,(41) que se convertiría en todo un símbolo del Egipto moderno por la alta competitividad que alcanzará en el mercado internacional y las transformaciones sociales y económicas que provocará su explotación a lo largo del siglo XIX. A su cultivo dedicará el estado determinadas áreas: aprovechando la maquinaria de la administración agrícola puesta en funcionamiento, se determinarán las tierras del Delta a cultivar, se distribuirán en las aldeas semillas y prensas de manufactura, mientras a los campesinos se les otorgarán créditos para la compra de animales y otros gastos que serían posteriormente descontados del precio que el gobierno pagaba por la cosecha al final de la estación. Al tratarse de un cultivo de verano,(42) su implantación otorgó nuevas dimensiones a la política de obras públicas de irrigación ya iniciadas: además de la instalación de nuevas norias tradicionales, se inició la construcción de nuevos diques y canales en cuyas obras trabajaban los campesinos en los períodos de menor actividad agrícola(43) según el antiguo sistema de corvée (trabajo obligatorio y no retribuido), aunque ahora recibían una pequeña retribución económica por dicho trabajo.

El primer gran proyecto en el área de las obras públicas se remonta a la reconstrucción del canal Mahmudiya, acometida entre 1817 y 1819 para permitir el transporte de mercancías entre la rama occidental de Nilo y el puerto de Alejandría. No hay, sin embargo, que presuponer la dependencia de obras públicas como ésta con respecto a la ciencia y tecnologías modernas: estas primeras obras, a pesar del contar con técnicos europeos,(44) se realizaron en su mayoría sobre la base de prácticas de construcción tradicionales y contando con la ingente mano de obra del campesinado.(45)

En 1830 Linant de Bellefonds,(46) geógrafo e ingeniero francés autodidacta, es reclamado por Ibrahim, entonces gobernador del Alto Egipto y a cargo de la realización de un nuevo catastro, para su nombramiento como ingeniero jefe de la provincia, puesto que desempeñará por tres años. A partir 1833 propondrá un proyecto de reorganización en la planificación de la obras públicas, en cuya redacción reglamentaria podrían haber colaborado miembros de la misión saint-simoniana como Lambert y Bruneau llegados, a Egipto en ese año, y que se inspiraba en la reforma del Cuerpo de Puentes y Caminos llevada a cabo en Francia en 1828. En él, se establecía una asamblea general anual de los ingenieros para la evaluación de las obras a emprender hasta la siguiente inundación, recomendaciones que pasaban al Gran Consejo para su aprobación y para la redacción y envío a las provincias de las instrucciones correspondientes a su ejecución. Así, en 1835 se creará un cuerpo de ingenieros de irrigación y un consejo general de obras públicas que, junto con la reorganización administrativa de 1837 por la que se funda un ministerio de obras públicas e instrucción pública, permitirá la racionalización y centralizalización de los trabajos a emprender. En esta redefinición de la política de obras públicas que se produce en estos años coadyuvan por una parte la llegada de la misión saint-simoniana encabezada por Enfantin con sus grandes proyectos de transformación material del país, aunque no debemos sobrevalorar, como se hace habitualmente, sus logros efectivos; por otra, el regreso de la misión escolar enviada a Europa en 1826, en la que se han formado algunos ingenieros que llegarán a alcanzar relevantes puestos en la administración.(47) Muhammad Ali, después de haber dedicado los esfuerzos de la década anterior a la reparación de la red hidráulica del Delta, tenía como objetivo principal en estos momentos la generalización de los cultivos de verano, para lo cual se requería una solución al problema de la infraalimentación de la rama de Damieta de la que bebían los canales que regaban las provincias orientales y el Delta Central. La solución llegaría con la construcción de la presa del Delta -proyecto de Linant a cuya construcción se sumarán por propia iniciativa los saint-simonianos que veían desvanecer el sueño de Suez-(48), decisión adoptada tras una dura competencia entre proyectos alternativos remitidos por los diversos técnicos franceses al servicio del virrey. Proyecto ambicioso y de gran dificultad técnica para la época, fue iniciado en 1834 de manera apresurada y sin haberse completado el estudio exhaustivo para su realización, tarea en la que Linant contó con la imprescindible ayuda de saint-simonianos como Lambert, Bruneau y Hoart. Las obras, a las que se habían incorporado más de 40.000 trabajadores y habían movilizado a los obreros del arsenal de Alejandría para la construcción de máquinas-herramientas, o a los alumnos de la recién creada escuela de ingeniería, serán suspendidas al año siguiente a causa de una virulenta epidemia de peste, para reemprenderse al año siguiente sin gran éxito.(49)

El fracaso de este gran proyecto no impidió, sin embargo, la realización de otras muchas obras públicas menores, sobre todo presas y canales: en total, a lo largo de las décadas del gobierno de Muhammad Ali se construyeron 32 canales, diez diques, cuarenta y una presas y embalses, que, unidos a la instalación de máquinas de elevación, dieron como resultado el incremento en 1 millón de feddan en tierras cultivables.(50) Y, junto a las obras públicas hidráulicas, habría que hacer también una breve mención al desarrollo de los transportes, importante pilar para el desarrollo del comercio. Algunos canales construidos con propósitos de irrigación sirvieron igualmente como vías de transporte, mientras que las vías fluviales en general siguieron constituyendo las principales arterias para el transporte interior de mercancías, si bien en ellas apenas harían acto de aparición embarcaciones a vapor durante este período. El transporte marítimo comercial estará dominado por compañías foráneas hasta 1845, cuando Muhammad Ali decide crear una compañía de navegación a vapor entre Alejandría y Constantinopla. Por otra parte, los diversos proyectos de construcción de vías ferroviarias fueron desestimados por el temor al incremento del poder británico en el país. Más éxito tuvieron las telecomunicaciones, posiblemente debido a su inmediata utilidad militar y política,(51) ya que en 1821 comenzaría la instalación de una línea telegráfica desde El Cairo a Alejandría con material y técnicos franceses, que no se terminaría hasta 1826, mientras otra línea vendría a unir Suez con la capital en 1841. En todo caso, las comunicaciones de mercancías se beneficiaron más de la creciente seguridad en las rutas que de verdaderas mejoras en infraestructura o vehículos.(52)

Pero, volviendo a la proyección de las obras hidráulicas en el progreso en el sector agrícola, conviene subrayar cómo el desarrollo del regadío perenne favoreció no sólo a la producción algondonera: otros cultivos de verano con excelente demanda en el mercado internacional, como la caña de azúcar, el índigo, el opio y el arroz, fueron igualmente potenciados en las tierras irrigadas. La producción de cereales, cultivos de invierno, conoció también un aumento considerable, mientras las áreas del Delta regadas llegaban a permitir hasta tres cosechas diferentes al año mediante la política de rotación de cultivos. Sin embargo, y aunque el primer tipo de cultivos constituía tan sólo un décimo de la agricultura egipcia, representaban un cuarto de su producción, la mitad de sus ingresos y la práctica totalidad de las ganancias procedentes de la exportación.(53) Y, junto a las obras de regadío, el interés por la mejora de la calidad de los cultivos llevaba a la importación de expertos procedentes de diferentes partes de Levante, Oriente y Europa encargados de organizar granjas modelo(54) con mayor o menor éxito: de Siria para el cultivo de moreras destinadas a revivir la producción de seda, de Esmirna expertos armenios en el cultivo del opio, de Bengala para el cultivo y tratamiento del índigo, franceses para el cáñamo y el algodón, cultivo a cuya mejora contribuirían expertos venidos de Siria y Asia Menor en 1822.

Todo este aparato productivo agrícola iba engrosando considerablemente las arcas del gobierno, ganancias que podían ser invertidas en las campañas militares y en los proyectos industriales que seguían multiplicándose(55) y convirtiéndose en objeto de alabanza unas veces, de airadas críticas otras, por boca de los observadores europeos. El algodón Jumel confiere nuevo impulso al proyecto industrial. A las cinco fábricas textiles algodoneras ya existentes, se suma ahora la construcción de nuevos establecimientos, dedicados al hilado y al tejido del algodón: entre 1824 y 1826 se crean doce nuevas fábricas en zonas algodoneras del Delta y en centros como Roseta o Damieta; en 1827-1828, nueve en el Alto Egipto.(56) Unidos a los ya existentes, ofrecen un cómputo total de treinta y cinco establecimientos (de los cuales seis incluyen las labores de blanqueado y una de impresión) y consumían anualmente entre 3.000 y 4.000 toneladas de algodón. Por término medio, cada fábrica contaba con 15.000 agujas de hilar montadas sobre setenta mule-jennys, unas cincuenta cardas y, aquéllas que incluían el tejido del algodón, contaban además con unos doscientos telares. Las máquinas funcionaban principalmente accionadas por bueyes,(57) aunque se introdujeron algunos motores de vapor(58) que caerían en desuso debido en gran parte a la necesidad de importar carbón para su alimentación. Entre 1818 y 1848 alrededor de 20.000 hombres trabajaron en este tipo de manufacturas.(59)

Otros sectores textiles, como la seda, el lino, la lana y el cáñamo, también se integraron(60) en un proyecto industrial destinado en su mayor parte al ahorro en las importaciones, al abastecimiento de un comercio interior que hasta ahora había importado, principalmente de Palestina y Siria, buena parte de las telas de algodón y seda. La manufactura de la lana y el cáñamo estaba destinada a cubrir las necesidades del ejército: una de las primeras fábricas modernas establecida en Bulaq en 1819 estaba dedicada a la manufactura lanera, cuya actividad será reforzada por otros establecimientos para la confección de uniformes y tarbushs; el cáñamo será utilizado para la fabricación de cabos para uso en establecimientos como el arsenal de la marina en Alejandría. Igualmente destinado a las necesidades del ejército estará un establecimiento de curtido de cueros en Roseta, creado en 1827 bajo las órdenes de un francés, con el que se desarticula el gremio curtidor de El Cairo.

Otros productos agrícolas serán asimismo manufacturados en las fábricas del virrey: en Roseta se establece en 1827 una fábrica para decorticar y blanquear el arroz, uno de los productos de mayor exportación, dotada de una máquina de vapor; una primera refinería de azúcar se establece en el Alto Egipto en 1816, a la que seguirán otras dos menores, en las que se producirá tanto azúcar refinado como ron; iniciativas menores se acometen para la fabricación industrial de harina de trigo, de aceite, la torrefacción del café y el preparado del opio para su consumo. El gobierno egipcio prestará del mismo modo atención a la producción de determinados productos químicos necesarios para la industria siderúrgica y textil, así como para otros usos cotidianos: el ácido sulfúrico y clorhídrico, para el trabajo de los metales, el blanquedado, tintado e impresión de las telas; unas veinte manufacturas de índigo producen tinte según procedimientos artesanales; se produce igualmente tinta a base de carbón y goma arábica; nitro por evaporación en los alrededores de El Cairo, que se emplea en las fábricas de pólvora dedicando una parte a la exportación; papel en una fábrica creada en El Cairo en 1831; cristal utilizando técnicas europeas en Alejandría (1822), en el arsenal y en Kariun, junto al canal de Mahmudiya (1836), etc.

Cerrando el capítulo de la política industrial en estos años, hay que hacer también mención al desarrollo del sector siderúrgico, dirigido casi en su totalidad a la producción militar, y que apenas existía con anterioridad en Egipto por la escasa utilización del hierro en el transporte tradicional o en la agricultura. Junto con el sector textil, la industria bélica fue una de las primeras preocupaciones del gobierno egipcio. Pero la carencia de materias primas (hierro, madera y otros minerales como el carbón) hizo muy costosa la tarea: de ahí que campañas militares como la de Sudán y Siria adquieran una nueva dimensión "colonial" como empresas en búsqueda de recursos naturales diversos.(61) Los centros de manufactura metalúrgica moderna establecidos por el gobierno egipcio se sitúan en varios complejos: Bulaq, donde además de realizar trabajos de fundición y laminación para la construcción naval y de reparación y construcción de maquinaria, se fabrican pequeñas armas y cañones de bronce; la Ciudadela de El Cairo contaba con una fábrica de mosquetes y otra de municiones, fabricando igualmente cañones de hierro y numerosas armas blancas (y realizando otros trabajos de fundición como raíles para las minas de Siria); en Qalyub y Roseta se asentarán pequeñas fundiciones asociadas al sector textil; finalmente, el arsenal de Alejandría se convertirá en el más importante complejo industrial del país, principalmente a partir de 1829-1831, cuando el ingeniero francés Louis Charles Lefévre de Cerisy,(62) hasta entonces empleado en los astilleros de Tolon y Marsella, es encargado de la reestructuración del arsenal y de la puesta en marcha de un gran complejo de construcción naval para paliar la destrucción de la flota egipcia en Navarino,(63) logrando en tres años la construcción de veintiséis navíos de guerra y situando así a Egipto entre la siete flotas más importantes del mundo. En el complejo de Alejandría estarán instalados diferentes talleres de fundición y construcción en madera, y se fabricarán igualmente instrumentos marinos de precisión.

El colapso de un modelo: las dinámicas internas y la intervención internacional.

La empresa industrial del Egipto de Muhammad Ali se edificó sobre un ideal de autoabastecimiento a cualquier precio y la obsesión mercantilista de que la balanza nunca se inclinara a favor del capítulo de importaciones. Son numerosos los ejemplos en los que el propio virrey daba órdenes estrictas a los directores de diferentes establecimientos estatales para que adquirieran los productos manufacturados en el país aun cuando fueran de peor calidad o resultasen más costosos que los procedentes de la importación, "medidas administrativas" que aspiraban a proteger la producción local;(64) porque ciertamente, a pesar de la monopolización de las materias primas, los ínfimos salarios pagados a los trabajadores por interminables horas de trabajo y la utilización de niños y mujeres en las fábricas, la creación y mantenimiento de la industria resultaban onerosas para las arcas públicas, lo que se traducía en precios poco competitivos en algunas de las manufacturas egipcias, a lo que se sumaba una calidad inferior a la de otros productos del mercado internacional. No obstante, una parte importante de las manufacturas textiles eran exportadas a diversas provincias del Imperio Otomano y, después de su anexión, principalmente a Sudán y Siria; algunas de ellas, como el lino, encontraban un mercado más amplio. Por otra parte, el excesivo celo con que los observadores contemporáneos, especialmente los británicos, criticaban la política industrial del virrey puede llevarnos pensar, como hace Marsot,(65) que las manufacturas egipcias podían llegar a encontrar un mercado que amenazara los intereses de las potencias, al igual que ya lo estaban haciendo productos agrícolas como el algodón.

Las "medidas administrativas" para proteger la producción local ayudaban a paliar la dificultad que suponía la imposición de tarifas aduaneras disuasorias, ya que -como en el resto de las provincias otomanas- las capitulaciones internacionales imponían la libre circulación de mercancías europeas en los confines del Imperio; sin embargo, dichas normativas fueron a menudo vulneradas tanto en la tasación de productos de importación como en la exención de cargas aduaneras en las manufacturas egipcias para la exportación. Todo ello resultaba en un sistema altamente proteccionista asociado a un monopolio de la producción y distribución de los productos egipcios -a través de agentes locales y extranjeros designados por el propio gobierno- y a un control directo de todos y cada uno de los aspectos implicados en el proceso, desde el reclutamiento de trabajadores hasta el índice de calidad y cantidad de cada una de las factorías funcionando bajo la estricta vigilancia de los nazir ayudados por los sarrafs, contables coptos. Un paisaje que horrorizaba a los observadores europeos, propugnando unos -como los saint-simonianos- la apertura a la empresa privada, otros -esencialmente los agentes y viajeros británicos- la adopción de un sistema económico conforme a natura, es decir, basado en la explotación agrícola.(66)

A partir de 1838-1839 el gobierno de Muhammad Ali va a entrar en una fase de recesión de la que ya no conseguiría recuperarse. Los factores que intervienen en dicha situación son tanto de carácter interno como externo, frente a las tajantes afirmaciones que encontraremos en muchas obras que satanizan la conspiración de las potencias europeas y Estambul para destruir el imperio naciente como única causa del declive. No obstante, es cierto que la alianza entre británicos y otomanos, a la que se unirá después de muchas vacilaciones Francia, propiciarán un duro golpe al sistema económico edificado por Muhammad Ali, que condicionará una política con un estrecho margen de maniobra. La campaña de Siria había hecho avanzar peligrosamente a las tropas egipcias hacia el núcleo del Imperio Otomano ya en 1833, aunque al llamamiento de auxilio de la Puerta tan sólo había respondido Rusia y aquélla se vio forzada a firmar una paz provisional por la que se otorgaba a Ibrahim el gobierno de Siria, Adana y Candia (Creta), asegurándose Egipto el control de la mayor parte de las rutas comerciales orientales con graves consecuencias para los intereses británicos. Mientras, en consejerías como la francesa se extendía como la pólvora -y sin provocar excesivo rechazo- la noticia de que Egipto deseaba pedir su independecia como Grecia, objetivo que Muhammad Ali anunciará a los representantes de las potencias en 1838, reclamando la independencia de Egipto y Siria como un reino hereditario. Lo que consiguió, no obstante, de manera inmediata fue que otomanos y británicos firmaran ese mismo año el tratado de Balta Liman, que imponía la abolición de los monopolios en todas las provincias del Imperio, Egipto incluido, y nuevas tarifas aduaneras altísimas, medida esta última que afectaría más que la primera a una economía egipcia que ya había comenzado a abandonar la política de monopolios antes las crisis financieras que se sucedían desde 1837. Egipto se niega a aceptar el tratado y un nuevo enfrentamiento militar tiene lugar en 1839, resultando Ibrahim de nuevo vencedor y resuelto a volver a avanzar hasta Konya, lo que su padre prohibiría tajantemente.(67) El secretario británico Palmerson(68) consigue coaligar a todas las potencias, excepto Francia,(69) para frenar las ambiciones egipcias firmando el tratado de Pacificación de Levante en Londres en 1840, con subsiguientes intervenciones militares. En 1841 Muhammad Ali aceptará las condiciones de una paz por la que conservaba sus posesiones en Sudán, obtenía el bajalato hereditario de Egipto conforme a la costumbre otomana y debía a cambio reducir su ejército.

Bajo estas condiciones, por las que se perdían mercados levantinos para las manufacturas y la posibilidad de seguir exportando materias primas directamente a Europa con grandes beneficios o proteger férreamente la importación, los pilares del sistema económico se vieron gravemente afectados. La reducción drástica de los efectivos militares obligaba asimismo a un receso en la producción industrial y en la inversión en formación. Esto no supone, sin embargo, un desmatelamiento total, pues siguen emprendiéndose pequeños proyectos partir de 1840 y los establecimientos estatales continúan funcionando, aunque a un ritmo muy inferior, lo que desmiente la frecuente afirmación de que a partir de la derrota frente a las potencias el gobierno virreinal pierde todo el interés por el mantenimiento de las estructuras creadas.

Las condiciones internacionales vinieron a agravar los problemas financieros y administrativos internos. Los costes de las tropas movilizadas por la campaña de Siria desde 1831 se habían hecho sentir acuciantemente tanto en las arcas del gobierno como en la despoblación de muchas factorías y otras instituciones, toda vez que la movilización militar imponía periódicos recesos en la actividad industrial y agrícola. La crisis financiera internacional y las epidemias de 1837 no hicieron sino empeorar la situación, y la reestructuración administrativa de este año no constituía sino un esfuerzo por mejorar la efectividad de un aparato burocrático que no acertaba a controlar todos y cada uno de los resortes del imponente aparato económico y comercial: recordemos que el gobierno coordinaba, a través de sus agentes locales y extranjeros, todas las transacciones comerciales exteriores, el suministro de materias primas, hombres y maquinaria a las fábricas, el control de su funcionamiento y productividad, la redistribución interior y exterior de las manufacturas, la manutención, alojamiento, reclutamiento y pago tanto de los soldados como de los estudiantes de las escuelas, etc.

Los problemas financieros van a provocar modificaciones en política económica que inauguran tendencias de gran alcance temporal. En primer lugar, la necesidad de obtener más ingresos en concepto fiscal y la imposibilidad de seguir manteniendo monopolios fuerzan a un restablecimiento de ciertas formas de propiedad de la tierra: ciertas tierras que se denominarían uhda serán concedidas a aquéllos que lo soliciten con el compromiso del pago puntual de las cargas fiscales y de la utilización de mano de obra asalariada para su cultivo, prohibiéndose además la imposición de cargas fiscales adicionales o la explotación de los fellahin, lo que por supuesto no se cumplió. Esta política comienza a imponerse principalmente a partir de la segunda campaña de Siria, y después de la derrota se generalizará igualmente la concesión de tierras en propiedad a familiares y allegados del virrey. Hacia 1845 el wali y su familia serán los terratenientes más importantes del país, tendencia que continuará hasta nuestro siglo, seguidos por los funcionarios del estado y burócratas de la elite otomano-egipcia, algunos coptos relacionados con la administración y notables rurales. En segundo lugar, la eliminación de las barreras proteccionistas, forzadas primero por las presiones internacionales y posteriormente por el propio entorno de Muhammad Ali comenzaría a situar a Egipto en el camino de un sistema económico basado en la exportación de productos agrícolas y gobernado por las implacables leyes del mercado internacional.

Balances y perspectivas.

Es imposible conjeturar en qué medida, sin la intervención internacional, las nuevas dinámicas establecidas en el Egipto de la primera mitad del siglo XIX habrían abierto un nuevo camino de desarrollo económico y político, eludiendo las directrices del pensamiento liberal y consiguiendo mantener una estructura económica diversificada y con un pilar en una industria local. Lo que queremos señalar, no obstante, es que las medidas reformistas del gobierno de Muhammad Ali intentaron minimizar la dependencia del país respecto a los intereses económicos internacionales; de ahí que se desestimasen, imprevisiblemente, proyectos como el del ferrocarril o el del canal de Suez por considerar que sus beneficios iban a responder a los intereses foráneos y no a los propios. Del mismo modo, debemos recordar que toda la empresa industrial de Muhammad Ali se produjo con un limitado coste en la importación de maquinaria: tan sólo algunos modelos sirvieron para su reproducción local.(70)

Como han puesto de manifiesto autores tan preocupados por la transferencia tecnológica como Daniel Headrick, una de las variables de la difusión cultural de la tecnología, paso siguiente a la relocalización de la misma, radica en la diferencia de nivel tecnológico entre el país exportador y el importador. Como igualmente señala Headrick, a diferencia de lo que iba a suceder a finales de siglo con el desarrollo de la tecnología industrial, a principios del siglo XIX simples conocimientos y habilidades artesanales posibilitaban la réplica de los modelos de maquinaria, lo que explicaría la facilidad con que las máquinas y procesos de la Primera Revolución Industrial se difundieron desde Inglaterra a otros países occidentales.(71) Algo similar encontramos en el despegue industrial del Egipto de Muhammad Ali: reclutando trabajadores de los gremios artesanales urbanos, la construcción de nueva maquinaria se realizó sin necesidad de grandes esfuerzos en formación específica y, por ende, las inversiones en la importación de maquinaria fueron prácticamente despreciables. Del mismo modo, la producción de manufacturas con leves mejoras tecnológicas no provocó la aparición significativa de una mano de obra cualificada. Gran parte de las obras públicas realizadas durante el gobierno de Muhammad Ali se llevaron a cabo, como vimos, utilizando métodos de construcción tradicionales, si bien la labor de los ingenieros franceses comenzaría a tener un papel importante en la toma de decisiones sobre ubicación y métodos a utilizar a partir de la década de 1830, cuando ya una buena parte de la red hidráulica del Delta había quedado establecida.

Con ello contrasta la continua contratación de técnicos europeos y la frenética fundación de escuelas especiales y envíos de misiones escolares, instituciones estas últimas que se constituyen como un sistema paralelo a la educación tradicional islámica controlada por los ulemas. Todo parece indicar que lo que se demandaba a los primeros era fundamentalmente la reorganización y racionalización de las tareas emprendidas. Respecto a las instituciones de formación y las misiones escolares, a las que apenas hemos prestado atención en estas páginas pero que representan uno de los pilares principales para la aparición de una nueva elite gobernante(72), las mayores críticas a las políticas egipcias por parte de los observadores contemporáneos, tanto abogados como críticos de la obra de "civilización" de Muhammad Ali, apuntarían a la lamentable infrautilización de los graduados en Europa o en las escuelas egipcias: rara vez se utilizaba a estos individuos en las labores para las que habían sido formados con tanto esfuerzo.

¿Se trataba de negligencia por parte de la elite política, como señalaban estos observadores? ¿O tal vez dichos comportamiento respondía a que el valor otorgado a la educación científico-técnica residía en algo diferente a sus aplicaciones practicas inmediatas? Nuestra interpretación se inclina por lo apuntado en la última de las cuestiones.(73) El objetivo político que había perfilado Muhammad Ali en las primeras décadas de su gobierno tendía al establecimiento de un poder centralizando a través de la constitución de una nueva elite administrativo-política. La red de lealtades e identidades que definirían y mantendrían en el poder a esta elite no podían basarse exclusivamente en los valores militares que aglutinaban a castas militares y gobernantes como los mamelucos. Tampoco podría hacerlo sobre los valores rituales otomanos (que reinstaurará su sucesor Abbas), dado que se aspiraba a una independencia respecto al Imperio, o sobre valores religioso-culturales, cuando el elemento cristiano-levantino comenzaba a tener un peso en la elite en el poder. Frente a todo ello, el sistema educativo moderno ofrecerá nuevos mecanismos de ascensión social y de integración en la maquinaria estatal. Muchos de los otros elementos de identidad cultural y social citados estarán igualmente en escena. Sin embargo, el sistema educativo supondrá una atalaya desde la que contrarrestar tendencias que hicieran peligrar los objetivos estatales. En cualquier caso, no parece haber una adecuada justificación para calificar a la elite que se está formando en este sistema como "occidentalizada", designación que se atribuye mecánicamente a los grupos resultantes de procesos de "modernización" desde arriba comunes en diferentes países periféricos en los siglos XVIII y XIX. La formación en las escuelas modernas o en las misiones a Europa provoca, en estos años y en el caso egipcio, muy pocos casos de asimilación de ideologías occidentales (lo que sí adquirirá un carácter decisivo en el último tercio de siglo bajo el gobierno de Ismail). Pero al menos, como ha puesto de manifiesto Peter Gran en su magnífico estudio del desarrollo cultural egipcio en estos años,(73) encontramos en los estudiantes que regresan de Europa las muestras de la transferencia de un cuerpo de conocimiento científico-técnico o un fermento teórico con él relacionado.

Las reformas emprendidas por Muhammad Ali y su entorno en las primeras décadas del siglo XIX supusieron pues la configuración de nuevas dinámicas políticas, económicas y sociales en el Valle del Nilo que tendrían importantes consecuencias para la historia ulterior del país. No obstante, el carácter y alcance de las mismas ha sido interpretada por la historiografía especializada a la manera de un caleidoscopio. Para algunos, arrastrados por la combinación entre nacionalismo y continuismo como claves de interpretación de la historia Egipto, el período de Muhammad Ali representa una fase de renacimiento nacional favorecido por difusión de la modernidad occidental.(74) Otros lo concebirán como un ejemplo más del ejercicio del poder en el más puro estilo otomano o mameluco, aunque para lograr sus objetivos realice una importación selectiva de técnicas, modelos e ideas europeas: las nuevas estructuras no serían más que una réplica de las antiguas relaciones patrimoniales regidas por relaciones de dependencia personal y lealtad, aunque el reforzamiento de la autoridad se realizara mediante una burocracia y un ejército que imitaba a Occidente.(75) Finalmente, la corriente historiográfica que se viene imponiendo como hegemónica considera que, aún siendo el "último de los mamelucos", Muhammad Ali y su entorno estaban asentando las bases de un estado moderno en el que las lealtades dejaron de ser personales, las recompensas y redistribuciones pasaron a estipularse en términos de servicio al sistema, un sistema de ejercicio del poder fuertemente jerárquico a resultas de la elección de una política económica orientada a un mercado de exportación basado en excedentes agrícolas y economía hidráulica.(76) En todas estas interpretaciones, por acertados que puedan ser los estudios que las sustentas, encontramos un esfuerzo por calificar el proceso acontecido en la primera mitad del siglo XIX en Egipto en relación con un concepto restrictivo de modernidad política -esto es definida por los elementos que han la caracterizado en la Europa occidental- en unos casos para negar su "modernidad", en otros para afirmarla en términos difusionistas. En la última de las corrientes aludidas, a la que en cualquier caso nos sentimos más cercanos, el concepto de modernidad política sigue siendo restrictivo, es decir, evaluado en referencia al estado occidental; sin embargo, alejándose del difusionismo estricto o del evolucionismo, serían dinámicas locales las que en última instancia marcarían la aparición de elementos característicos del estado moderno.

Frente a todo ello desearíamos contemplar el proceso cuyas líneas generales hemos descrito en estas páginas como un caso, entre otros, de reinvención de la modernidad donde lo interesante radique en las modificaciones y adaptaciones que experimentan los elementos de modernidad importados en el contexto local estudiado. Así, durante las cuatro décadas que abarca su gobierno, Muhammad Ali y su entorno inmediato habrían reinventado una realidad política, social y cultural para Egipto -un horizonte de posibilidades que será percibida de diferentes formas por los distintos grupos socio-culturales implicados- resultado de una catalización, en parte no prevista, entre el objetivo de creación de un gobierno altamente centralizado, autárquico y políticamente independiente y los medios para conseguir: la adopción de una política económica orientada al mercado exterior -lo que implicará transformaciones en los sistemas de producción agrícola, propiedad de las tierras y regadío, y para la mayoría de los analistas la absorción de la economía egipcia en la economía-mundo-, el inicio de una política de industrialización, la creación de un ejército poderoso y de una burocracia centralizada adaptando modelos europeos y la creación de un nuevo sistema educativo sobre patrones occidentales. La reacción internacional para frenar el ascenso del nuevo poder que se alzaba en el Mediterráneo contribuyó en gran medida a derrumbar el edificio construido por Muhammad Ali y su entorno, pero las dinámicas socio-políticas y culturales que impulsó -aparición de una nueva elite abierta a Occidente, arabización progresiva de ciertos sectores de la administración, introducción en la economía mundial, relativa independencia política respecto al Imperio- seguirán un curso propio materializándose en las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del XX en movimientos políticos y sociales ideológicamente definidos. Tan sólo en esta medida Muhammad Ali puede seguir mereciendo el calificativo, que tanta veces se asocia a su nombre, de padre del Egipto moderno.
 
 

NOTAS

(*) Este artículo tiene su origen en uno de los capítulos de nuestra Tesis Doctoral que bajo el título Ciencia y Civilización: la Expedición de Bonaparte y el Egipto Moderno (Universidad Autónoma de Madrid, julio de 1997) ha explorado los elementos ideológicos que hicieron posible que la Expedición francesa se convirtiera en un referente simbólico en el pensamiento francés del siglo XIX que pretendía enfrentarse al problema de la modernización y civilización de países no europeos y con culturas tradicionales como Egipto.

(1) Un pormenorizado análisis de las dimensiones científicas de la Expedición puede encontrarse en la primera parte de nuestra Tesis Doctoral ya citada, y una sucinta presentación de las mismas en María Luisa Ortega Gálvez, Técnica e Imperialismo: la Aventura egipcia de Bonaparte. In María Luisa Ortega, Javier Ordóñez y Alberto Elena (eds.), Técnica e Imperialismo. Madrid: Turfán, 1993, pp.23-48. Otros aspectos de las prácticas científicas y del proyecto ideológico de la expedición han sido abordados en: María Luisa Ortega Gálvez. Visión de los otros y visión de sí mismos entre Oriente y Occidente: el caso de Egipto. In Fermín del Pino y Carlos Lázaro (eds.) Visión de los otros y visión de sí mismos. ¿Descubrimiento o invención entre el Nuevo Mundo y el Viejo? Madrid: CSIC. 1995. pp.235-250 y María Luisa Ortega Gálvez. La construcción científica del Mediterráneo: las expediciones francesas a Egipto, Morea y Argelia. Hispania, Madrid: CSIC. vol.LVI, nº192. 1996. pp.77-92

(2) Afaf Lutfi al-Sayyid Marsot. Muhammad Ali's Internal Policies. In L'Egypte au XIXe siècle. París: CNRS, 1989, pp.153-173.

(3) Las obras generales de referencia acerca de las principales transformaciones políticas y económicas del período abordado serían: Afaf Lufti al-Sayyid Marsot. Egypt in the Reign of Muhammad Ali. Cmbridge: Cambridge University Press, 1984; Peter Gran. Islamic Roots of Capitalism. Egypt 1760-1840. Austin-Londres: University of Texas Press, 1979; Robert Hunter. Egypt under Khedives 1805-1879: from Household Government to Modern Bureaucracy. Pittsburgh: University of Pittsburgh Press, 1983; los artículos que integran el volumen colectivo L'Égypte au XIXe siècle. París: CNRS, 1982; Helen Rivlin. The Agricultural Policy of Muhammad Ali in Egypt. Cambridge: Harvard University Press, 1961; E.R.J.Owen. Cotton and the Egyptian Economy, 1820-1914. A Study in Trade and Development. Oxford: Clarendon Press, 1969 y Gabriel Baer. A History of Landownership in Modern Egypt 1800-1950. Londres: Oxford University Press, 1962. Además de las obras citadas, debemos hacer mención de un muy interesante trabajo centrado en las reformas económicas e industriales de Muhammad Ali y su comparación con otros procesos modernizadores en Oriente Medio y América Latina, Jean Batou. Cent ans de résistence au sous-développement. L'industrialisation de l'Ameriqu Latine et du Moyent-Orient face au défi européen (1770-1880). Ginebra: Centre d'Histoire Economique International, 1990.

(4) En 1808, tras la evacuación de las tropas británicas que habían ocupado territorio egipcio durante seis meses, las autoridades británicas acuerdan la compra de grano, previamente ofrecida por Muhammad Ali, ante las dificultades que las guerras napoleónicas estaban creando para el mercado de estos productos. A partir de enconces el comercio exterior de materias primas, su control y su expansión, se convertirán en un objetivo clave del gobierno egipcio, justificado además por la demanda de los mismos en el sur mediterráneo en general.

(5) Ésta verá su continuación en la intervención de las tropas de Muhammad Ali con su hijo Ibrahim a la cabeza en la guerra de independencia griega en 1824, con la promesa del Sultán Mahmud II de obtener a cambio el bajalato de Morea.

(6) Continuada por la conquista de Sudán a partir de 1820, fundando Jartum en 1822 donde se instalaría en 1830 el primer gobernador egipcio, y de Palestina y Siria a partir de 1830, obteniendo por el tratato de Huntar Iskelesi firmado en julio de 1833 los bajalatos de Acre, Damasco, Alepo y Adana.

(7) Desde la extensión de la soberanía otomana a Arabia, los asuntos del Hiyaz se habían delegado tradicionalemente en el gobernador de Egipto, como sucesor de los sultanes mamelucos.

(8) La campaña del Hiyaz ofrecía a Muhammad Ali muchas ventajas relacionadas con la política interior egipcia: servía para mantener ocupados a los sectores más conflictivos de las tropas albanesas a su servicio; permitía comenzar a establecer un monopolio sobre los productos agrarios que, confiscados bajo la excusa de provisiones para el ejército, comenzaron a ser vendidos al exterior directamente por la élite allegada a Muhammad Ali, sin intermediarios, revirtiendo directamente los beneficios a las arcas del estado; favorecía igualmente del desarrollo del comercio en el Mar Rojo emprendido y sostenido por Muhammad al-Mahruqi -como cabeza del gremio de los comerciantes (shabandar al-tuyyar) controlaba a todos los comerciantes y artesanos y tenía autoridad sobre sus disputas y regulaciones. Muhammad al-Mahruqi fue uno de los primeros aliados de Muhammad Ali, de quien devendría banquero, asesor y comerciante principal; así, acompañaría a Tusun, oficial al mando en la campaña del Hiyaz y sería consultado en todas los asuntos que se plantearan durante la campaña. Para un estudio exhaustivo de la relación entre la política interna y la campaña del Hiyaz véase el capítulo 3 de Fred H.Lawson, The Social Origins of Egyptian Expansionism during the Muhammad Ali Period, Nueva York: Columbia University Press, 1992.

(9) En el Alto Egipto serán los umda, notables rurales, los encargados de hacer el reparto, pues las áreas cultivables en esta zona variaban de año en año en función de la crecida de las aguas.

(10) Véase Abdalrahman al-Yabarti. Merveilles biographiques et historiques ou chroniques du Cheih Abd al Rahman al Djabarti. El Cairo: 1888-1896, citado por la reimpresión en Nendeln/Liechteinstein: 1970, vol.VIII, p.347 (obra que constituye la principal fuente árabe contemporánea de este periodo). El catastro del Delta fue dirigido por Muallim Ghali, un escriba copto convertido en secretario privado de Muhammad Ali, quien hasta su caida en desgracia en torno a 1822 estaría a cargo de la supervisión de todos los registros fiscales y la fijación de los impuestos. El catastro en el Alto Egipto no sería acometido hasta 1820 bajo la supervisión directa de Ibrahim Pasha, el hijo de Muhammad Ali.

(11) Véase Yabarti, Merveilles biographiques et historiques, vol.VIII, p.347. Aunque en principio este tipo de propiedades eran donaciones cuyos beneficios debían ser destinados exclusivamente a fines caritativos, y de ahí sus exenciones fiscales, sin embargo se habían convertido en un mecanismo por el que notables poderosos se hacían ilegalmente con determinadas tierras para su explotación privada y el aumento de las riquezas familiares, pues el usufructo de las mismas podía legarse hereditariamente, aunque no la tierra propiamente dicha. Así, al-Yabarti afirmaba que un quinto de las tierras cultivables en Egipto se habían convertido de forma ilegal en awqaf, y de ahí que no pudieran demostrarse los derechos de explotación de la mayoría de las mismas cuando Muhammad Ali los reclamó bajo amenaza de confiscación.

(12) Para un análisis comparativo entre Egipto y otras provincias otomanas en relación a este tipo de reformas y sus consecuencias económicas, véanse los capítulos 1 y 2 en Roger Owen. The Middle East in the World Economy, 1800-1914. Londres-Nueva York: Methuen & Co, 1981.

(13) La cuestión de la legitimidad para confiscar todas las tierras del país por parte de Muhammad Ali será uno de los puntos principales de enfrentamiento entre los defensores y los detractores de la obra civilizadora del virrey en Europa. Entre los primeros, un viajero como Ampère abogará por comprender dicha acción en términos culturalmente relativos, esto es, sin dejarse cegar por las ideas europeas y considerando el carácter que la propiedad de la tierra ha poseído históricamente en los países islámicos y en Oriente en general: "Sans la justifier, on peut chercher à s'en rendre compte en considérant ce qu'avait été la propriété en Égypte avant Méhémet-Ali, et en général ce qu'elle est dans tout l'Orient.[...] Une verité est cetaine: c'est que, suivant la doctrine la plus généralment admise dans les pays musulmans, la terre conquise n'appartient pas aux individus, mais à Dieu, c'est-à-dire à l'État, car c'est Dieu qui, en pays d'islam, dit: l'État, c'est moi. Les Moultezims, ceux qui occupaient le sol de l'Égypte avant que Méhémet-Ali s'en emparât, n'étaient pas des propriètaires dans le sens absolu du mot, mais possesseurs héréditaires; le pacha a pu, sans choquer les idées musulmanes, leur retirer la possession au nom de l'État, et en leur payant une rente à titre d'indemnité". (J.J.Ampère. Voyage en Égypte et en Nubie. París: Michel Lévy Frères, 1868, p.245). La misma reflexión había realizado el gran apologeta de Muhammad Ali, Clot-Bey, médico francés al servicio del virrey de Egipto, artífice de las principales reformas sanitarias y credaor de la escuela en 1826, quien además se sorprendía de que fueran autores británicos quieres criticaran un sistema de propiedad y explotación agricóla que ellos mismos practicaban en sus posesiones en la India. (Véase Clot-Bey. Aperçu général sur l'Égypte. París: Fortin et Masson, 1840, vol.II, pp.191-199). En realidad, los elementos de análisis que encontramos en éstos y otros autores respecto al caracter específico del sistema de propiedad de la tierra en Egipto tenían como fuente el trabajo de uno de los miembros de la Comisión de Ciencias y Artes de la Expedición francesa, Lancret Mémoire sur le systeme d'imposition territorial et sur l'administration des provinces de l'Égypte, publicado en el volumen XI (pp.461-517) de la magna obra que recogería los trabajos científicos realizados por los franceses en Egipto, Description de l'Égypte ou recueil des observations et des recherches qui ont été faites en Égypte, pendant l'Expédition de l'Armée française. París: 1809-1828, 9 vols. de texto y 11 de planchas.

(14) Este punto es especialmente señalado por P.M.Holt en Egypt and the Fertile Crescent (Nueva York/Londres: Ithaca/Cornell University Press, 1982), quien recuerda cómo la confiscación de propiedades para su redistribución entre la élite en torno al nuevo gobernador había sido una práctica frecuentemente utilizada en Egipto con cada cambio de régimen. No obstante, Muhammad Ali no emprenderá la redistribución, conservando las propiedades bajo su control directo hasta casi el final de su gobierno. Prácticas similares seguirán siendo ejercidas después de la muerte de Muhammad Ali; dado que en los últimos años de su gobierno se comenzó a otorgar en propiedad numerosas tierras entre familiares y su entorno para explotación particular, su sucesor Abbas, al subir al poder, confiscará parte de dichas propiedades para entregarlas a otros miembros de la élite más favorables a su gobierno.

(15) Ya en 1811 se prohibe el comercio privado de grano procedente del Alto Egipto, asegurándose el estado el monopolio de la recolección y de la venta exterior del mismo. En 1812 las mismas medidas afectarán a la producción de arroz del Delta, en 1815 al azúcar del Alto Egipto, mientras que en 1816 el sistema se extiende hasta afectar al resto de los cultivos del país. (Véase Yabarti, Merveilles biographiques et historiques, vol.VIII y vol.IX, donde va dando cuenta de la instauración sucesiva de dichos monopolios).

(16) La primera fábrica textil se crea en 1816 en el viejo Cairo de la mano de un descendiente de comerciantes armenios cristianos, Joseph Bocti (que llegaría a cónsul de Suecia): concebida para la producción de terciopelos y otras sedas, pronto será reconvertida hacia la manufactura del algodón. Ese mismo año se monopoliza la producción textil urbana, cerrando los talleres existentes y haciendo que los trabajadores pasen a la nueva fábrica estatal y a otros establecimientos, afectando posteriormente a las áreas rurales. Véase Yabarti, Merveilles biographiques et historiques, vol IX, p.196. Antes del inicio de esta política de industrialización ya existía en Egipto una pequeña red industrial, principalmente de pequeños talleres dedicados a la manufactura de materias primas locales para su consumo en el mismo área, aunque también se encontraban algunos centros productores de mayor envergadura en las grandes ciudades dedicados a la manufactura textil (algodón, seda o lana), aceite, azúcar, etc. Muhammad Ali monopolizará esta industria, cerrando los talleres de manufactura algononera, aboliendo las corporaciones de tejedores, obligando a los oficiales y trabajadores de los mismos a trabajar en los establecimientos del estado a los que se dota de maquinaria moderna, mientras se prohibe la actividad privada en el sector. Frente a las erráticas iniciativas anteriores, ahora se produce un crecimiento a gran escala de la producción de manufacturas integrada en una política estatal global.

(17) El ulema e historiador Yabarti se lamenta constantemente del ascenso imparable en poder y riqueza de los armenios y griegos cristianos, a los que atribuye la continua creación de nuevos impuestos. Véase, por ejemplo, Merveilles biographiques et historiques, vol.VIII, p.348.

(18) Los argumentos de unos y otros girarán en torno al establecimiento de lealtades al estado, así como a la simbiosis en una misma institución de la tradicional casta militar y del elemento indígena, conduciendo todo ello al nacimiento progresivo de un ideal nacional único. Una reciente reafirmación de esta tesis puede verse en David B.Ralston. Importing the European Army: The Introduction of European Military Techniques and Institutions into the extra-European World, 1600-1914. Chicago: University of Chicago Press, 1990, cap.4.

(19) El término suele utilizarse para designar todo el abanico de reformas realizadas en el Imperio Otomano a partir de Selim III. Sin embargo, en el caso de Egipto se utiliza tan sólo para hacer referencia al nuevo ejército.

(20) En realidad deberíamos hablar de modelo francés, pues será éste que se adopte para la reorganización del ejército en su conjunto, como ya lo habían hecho contendientes al poder de Egipto como Alfi-Bey o Jusrev Pasha, alistando en regimientos especiales de mamelucos a los franceses que permanecieron en el país después de la evacuación.

(21) En este trabajo no entraremos a analizar el nuevo sistema escolar puesto en marcha por el gobierno de Muhammad Ali, del que puede encontrarse un estudio pormenorizado y reflexivo en el capítulo 3 de la segunda parte de nuestra Tesis Doctoral. En este sentido, es de referencia obligada la obra de J.Heyworth-Dunne. An Introduction to the History of Education in Modern Egypt. Londres: Frank Cass & Co.1968.

(22) En realidad, tan sólo había conseguido el grado de teniente, o según algunos de capitán, en el ejército francés. Sève representa el perfil de muchos militares franceses que, tras el término de las guerras napoleónicas y la derrota final del Imperio, buscan fortuna en el Mediterráneo, y muchos de ellos encontrarán una magnífica oportunidad en la disposición del gobierno egipcio a contratar oficiales europeos para organizar determinadas áreas del nuevo ejército. La marina, una de la primeras preocupaciones de Muhammad Ali (ya hacia 1809 comienza a encargar la construcción de barcos en Estambul y Rodas, después en Livorno y Venecia, finalmente en Tolon y Marsella antes de instalar un astillero propio en Alejandría después de la derrota de Navarino; igualmente, las primeras misiones escolares entre 1809 y 1818 enviadas a Europa están marcadas por un interés especial en la formación en construcción naval) será uno de los cuerpos en los que más se utilice a estos aventureros.

(23) Algunas fuentes contemporáneas (Prisse d'Avennes y P.N.Hamont. L'Egypte sous la Domination de Méhémet-Ali. París: Didot, 1848. Ambos autores estuvieron al servicio del gobierno egipcio, el primero como ingeniero de obras hidráulicas y profesor de topografía en la escuela de estado mayor, el segundo como director de la escuela de veterinaria) parecen remontar el asentamiento del campamento de formación a cargo del "coronel" Sèves a una fecha más temprana, 1816, y lo sitúan en Asuan con quinientos mamelucos de Muhammad Ali (p.131). Del mismo modo, Yacoub Artin Pasha en su L'Instruction Publique en Egypte (París: Ernest Leroux, 1890) afirma que a partir de 1816 comienzan a enviarse a los jóvenes formados en la escuela de la Ciudadela al Alto Egipto para continuar su formación en una escuela militar bajo la dirección de instructores europeos, sin precisar el nombre de ninguno de ellos. Sin embargo, Sève no llegaría a Egipto sino en 1819, siendo presentado por Drovetti, consul francés, a Muhammad Ali. En 1820 es enviado a Isna junto a trescientos o cuatrocientos mamelucos para ser formados como oficiales del nuevo ejército. A dicho campamento comenzarían a llegar los batallones reclutados por Ibrahim en Sennar y Nubia, y Muhammad Ali decretaría en 1821 la creación de una escuela militar bajo la dirección de Ahman Efendi al-Muhandis y Sulaiman Agha (Sèves) en Asuan. (Véanse Planat. Histoire de la Régénération de l'Egypte. Lettres écrites du Kaire par Jules Planat, ancien officier de l'artillerie de la Garde Impériale, et chef d'etat major au service du Pacha d'Egypte. Ginebra: J.Barbezat, 1830, p.26; George Douin. Une Mission Militaire Française auprès de Mohamed Aly. El Cairo: Société Royale de Géographie d'Égyte, 1923, pp.XI-XII y J.Heyworth-Dunne. An Introduction to the History of Education in Modern Egypt. Londres: Frank Cass & Co, 1968, p.111.

(24) En el ámbito estrictamente militar que nos ocupa, junto a la iniciativa individual, hay que señalar la constitución de algunas misiones militares francesas que, solicitadas por el propio Muhammad Ali, servían no obstante a los intereses galos, en la medida en que actuaban soterradamente como agentes franceses. Tal es el caso de la misión encabezada por el general Boyer, antiguo miembro de la expedición bonapartiana, quien desembarca en Egipto en noviembre de 1824 con la misión de cooperar en la instrucción de la infantería y ofrecer asesoramiento en la reorganización administrativa, y que sustituiría a Sève como instructor del ejército mientras éste se encontraba en la campaña de Morea. Llega acompañado por otros oficiales: el coronel Gaudin, que sustituirá a Boyer como instructor principal cuando éste abandone Egipto en 1826, los hermanos De Tarlé -uno de ellos colaborará directamente con Ibrahim en la reestructuración de la caballería después de la campaña de Morea-, el cirujano Duvignault, y dos ayudantes de campo, Ledieu y Jamiville-Pujol.

(25) En núcleo central del ejército de Muhammad Ali hasta el momento consistía en las tropas albanesas con las que había llegado a Egipto, a las que se habían unido algunas tropas turcas y mamelucas, algunos magrebíes (tunecinos y argelinos principalmente) y auxiliares beduinos. Los soldados obedecían sólo a sus propios oficiales, de los que cobraban directamente, y cada grupo poseía su propio estilo. En total estaba compuesto, en la época de la campaña del Hiyaz, por unos diez mil hombres.

(26) Armas inicialmente de Europa, un negocio del que se beneficiará un ilustre miembro de la Expedición francesa y colaborador en la obra de civilización de Muhammad Ali como fue el geógrafo Edme-François Jomard. Después, construidas en Egipto en los arsenales construidos al efecto, el primero de ellos establecido en la Ciudadela de El Cairo en 1815-1816, que alcanzaría una alta produccion en la década de 1820 (véase Owen. The Middle East in World Economy, p.71) bajo las órdenes de un francés, un tal Gonon (véase Planat. Histoire de la Régéneration de l'Égypte, p.29). A ellos seguirán la instalación de otros en El Cairo, Bulaq, Roseta y Alejandría, complementados con talleres de fundición y fabricación de pólvora que ocupaban a un elevado número de trabajadores.

(27) La decisión del reclutamiento, cuya inspiración se atribuye -como muchas otras- al cónsul Drovetti, fue meditada y adoptada in extremis. Como señala Marsot (Egypt in the Reign of Muhammad Ali, p.127), algunas órdenes de Muhammad Ali en torno a 1814 prohiben tajantemente el reclutamiento de fellahin. Igualmente, los sucesivos intentos de nutrir el ejército con mamelucos procedentes de Europa y otras regiones del Imperio Otomano, con esclavos de Sudán o magrebíes, denotan el difícil camino hacia la renuncia de un modelo de ejército tradicional otomano. Los primeros fellahin fueron reclutados en un número moderado durante la campaña de Sudán, habida cuenta de los problemas que las tropas albanesas tenían para adaptarse a las condiciones climáticas.

(28) Esta es la tesis mantenida por Jean Batou, quien, desde una tradición historiográfica ajena a muchos de los lugares comunes de la línea de estudios de historia económica centrados en Oriente Medio y el Egipto del XIX, ha aportado nuevas claves de interpretación a través del estudio comparado del Egipto de Muhammad Ali con desarrollos económicos contemporáneos en otros países periféricos. Véanse Cent ans de résistence au sous-développement. L'industrialisation de l'Amerique Latine et du Moyent-Orient face au défi européen (1770-1870), Ginebra: Centre d'Histoire Economique International, 1990; L'Egypte de Muhammad-Ali. Pouvoir politique et développement economique. Annales (marzo-abril, 1991), pp.401-428 y Beetween Development and Underdevelopment. The Precocious Attempts at Industrialization of the Periphery (1800-1870), Ginebra: Librairie Droz, 1991. Su estudio del Egipto de la primera mitad del siglo XIX se encuadra en una tesis general según la cual hasta 1860-1880 fue posible, para determinadas regiones periféricas, un despegue industrial puesto que, aunque la expansión económica económica comenzaba a impedir algunos de sus desarrollos, en este momento aún los factores socio-económicos internos poseen un peso mayor que el mercado internacional. Para Batou, Egipto se estaba embarcando en estos años en una vía de industrialización al mismo nivel de otros países occidentales del momento, y la política económica de Muhammad Ali sería una alternativa radical a las tesis liberales de desarrollo, un plan pionero de modernización estatal para países carentes de burguesía industrial, un programa de desarrollo que recordaría a los métodos establecidos por la Unión Soviética.

(29) Principalmente al-Sayyid Marsot, Peter Gran y Fred H. Lawson en las obras citadas.

(30) Sin duda, los éxitos militares de Ibrahim en Siria hicieron a muchos barajar la posibilidad de que el nuevo poder egipcio fuera la solución a la interminable "Cuestión de Oriente", la potencia que pudiera frenar las ambiciones expansionista rusas y reunificar el Imperio. No debemos olvidar, por otra parte, que Francia había negociado entre 1827 y 1829 con Muhammad Ali la conquista de las Regencias Berberiscas, Trípoli, Túnez y Argelia por parte de las tropas egipcias comandadas por Ibrahim en calidad de apoyo al proyecto francés de ocupación de Argelia, propuesta que finalmente es rechazada por el virrey tanto por la fuerte oposición anglo-otomana como por considerar la conquista de Siria más rentable para sus proyectos económicos y políticos. Sobre todo el proceso negociador, véase Sabry. L'Empire Egyptien sous Mohamed-Ali et la Question d'Orient (1811-1849). París: Paul Geuthener, 1930.

(31) Entre ellos, dos serán los principales. En primer lugar, la extensión del control de las rutas comerciales, que ya había adquirido prioridad en las operaciones del Hiyaz, es ahora uno de los intereses prioritarios en la ocupación de Sudán, con la que se aseguraba el tradicional papel de Egipto y de su capital como centro comercial distributivo de mercancías europeas y levantinas en el Africa central. En segundo lugar, y a la manera los modernos imperios occidentales, la obtención de materias primas para el sistema industrial y la apertura de nuevos mercados para las manufacturas que no podían competir en los mercados europeos.

(32) Serán precisamente sus medidas administrativas y económicas como gobernador de Siria las que creen en la opinión pública europea, a través de los informes consulares, el horizonte de posibilidad de un nuevo modelo de gobierno encabezado por un Ibrahim que "es más árabe que turco", más liberal en su política económica, más permisivo respecto a las minorías culturales y religiosas levantinas.

(33) Osman Uzman Nureddin, designado habitualmente por el nombre de Osman seguido de sus sucesivos títulos de Efendi, Bey y Pasha, fue el primer enviado a Europa en 1809 para recibir formación en ciencia militar, el arte de la imprenta e ingeniería, adquiriendo además una considerable biblioteca por encargo de Muhammad Ali. Pasaría cinco años en Pisa y Livorno, más otros dos en París, regresando a Egipto en 1817. A partir de entonces, todos los proyectos relacionados con la política de reforma militar y escolar, incluida la creación de la imprenta oficial, pasarán por él desde su cargo de comandante general del ejército. Prisse d'Avennes y P.N.Hamont relatan así el final de su carrera al servicio del gobierno egipcio: "Il était gouverneur de Candie en 1833; lors de l'insurrection il parvient à pacifier cette île sans verser de sang, et promit une amnistie générale au nom du vice-roi. Malheureusement, Méhémet-Ali, d'ordinaire si généreux et clément, avait contre les Candiotes un profond ressentiment. Osman, constrint de violer sa parole et d'être l'instrument d'exécutions sanglantes, obéit en fidèle serviteur; mais aussitôt après il abandonna le servide de Méhémet-Ali [...] Cette retraite fut bientôt connue; la Porte, toujours prête à profiter des fautes ou des revers du pacha d'Egypte, appela Nureddyn à Contantinople, et lui confia le poste de Barout-khané-éminé (intendant général des poudres)." L'Egypte Moderne. Sous la domination de Méhemet-Ali, p.143.

(34) En 1826 se llevaría a cabo una división del Bajo Egipto basada, según Planat, en el trabajo efectuado entre 1818 y 1827 por Xavier Pascal Coste -uno de los primeros franceses al servicio del virrey- e ingenieros civiles egipcios que daría igualmente lugar a un mapa de la zona. Posiblemente dichos ingenieros fueran los jóvenes formados en la Madrasa al-Handasa abierta por Uzman Nur-addin en 1821 como prolongación de otra anterior y que tenía como objetivo fundamental la formación de agrimensores y cartógrafos con métodos europeos para poder prescindir del servicio de los coptos, si bien parece probable que entre sus alumnos, mamelucos y egipcios, se encontraran también un número considerable de éstos. Véase Jules Planat. Histoire de la Régeneration de l'Egypte. Lettres écrites du Kaire par Jules Planat, ancien officier de l'artillerie de la Garde Impériale, et chef d'etat major au service du Pacha d'Egypte. Ginebra: 1830, pp.31-32 y 367.

(35) Para historiadores como Holt, la aparición de neologismos que se van incorporando al lenguaje cotidiano sustituyendo a antiguos títulos y cargos otomanos es un indicativo de la subversión total que se produce en la administración egipcia de estos años así como de la fluidez de las instituciones administrativas: caerán progresivamente en desuso términos como defterdar y kashifs en favor de los dos nuevos títulos mudir y mamur; igualmente se introducirá un neologismo como müdülük en turco, mudiriyya en árabe, para dar cuenta del nuevo concepto de provincia sustituyendo a los anteriores iqlim o kashiflik. La adquisición de nuevos territorios provocará la adopción de otro título nuevo, hükümdar, con el que se investirá en 1832 al gobernador civil de Siria y en 1835 al gobernador general del Sudán egipcio. Términos como bey, que en el Egipto mameluco indicaban la detención del poder, ahora pasará a ser meramente honorífico como en los primeros tiempos del Egipto otomano. Véase P.M. Holt. The Egypt and the Fertile Crescent. p.189.

(36) Por unanimidad, todos los viajeros y observadores europeos atribuyen a Muhammad Ali una actividad casi inhumana que le permitía ocuparse y preocuparse personalmente de todos los asuntos por triviales que pudieran parecer. Así, afirman que su jornada comenzaba a las cuatro de la mañana, dirigiéndose inmediatamente a su gabinete donde le eran leidos los memoranda, peticiones y despachos pendientes y a los que iba dando rápidas respuestas; el resto de la mañana quedaba ocupada por la recepción de oficiales, los encuentros con extranjeros y las inesperadas visitas que realizaba a oficiales gubernamentales; después del almuerzo, seguía trabajando hasta las diez u once de la noche bien en su gabinete, bien en los aposentos dispuestos al efecto en el palacio o incluso en el harén, donde una mujer instruida hacía las veces de secretaria de asuntos de estado y Boghos despacha con él los asuntos urgentes. Pasaba una parte del año en Alejandría supervisando los departamentos allí instalados, como el de comercio y marina, y dos veces al año realizaba una gira de inspección por las provincias examinando plantaciones, obras de irrigación, recibiendo peticiones y impartiendo justicia. Véanse, por ejemplo, James Augustus St.John. Egypte and Mohamed Ali; or Travels in the Valley of the Nile. Londres: Green & Longman, 1834. vol I, pp.59-63 y Prisse d'Avennes y P.N.Hamont. Egypte moderne sous Méhémet-Ali. pp.23-24.

(37) "Il y a déjà six ans que j'ai été chargé de faire confectionner pour l'admistration Égyptienne, des registres destinés a la comptabilité financière: ils sont faits à l'européenne, et les écritures établies à peu près commme en France, sous les ordres du kharnadar, ou trésorier des finnaces". Edme-François Jomard. Coup d'oeil impartial sur l'état présent de l'Égypte. París: Imprimerie de Béthune et Plon, 1836, p.23.

(38) Véase René Cattaui. Le Regne de Mohamed Aly d'après les archives russes en Egypte. Rapports consulaires de 1819 à 1833. El Cairo: 1931. vol.I, p.253.

(39) Por otra parte, en la primera misión escolar de 1826 cinco estudiantes son dedicados al estudio de la administración civil, entre ellos Mustafa Mujtar -director del Diwan al-Madaris, departamento de enseñanza, desde 1837- tres a la administración militar y otros tres a la administración naval. Los primeros recibirían, según Jomard, cursos de derecho administrativo, derecho natural, derecho de gentes, derecho positivo, estadística y todas las ramas de la economía política aplicada a la industria, a las finanzas y a la justicia, formación que sería complementada por las lenguas vivas en aquéllos que van a adoptar la carrera diplomática. Véase Jomard, L'Ecole Egyptienne de Paris. Journal Asiatique, 1828, vol.II, pp. 96-107.

(40) August Colin llega afirmar que "Il semblairait que le chiffre n'est pas absolument indispensable au monde administratif, puisque l'administration egyptienne marche bien sans chiffres". Lettres sur l'Egypte. Budget et Administration, p.113.

(41) Nombre otorgado en honor del francés que, según la leyenda, lo descubrió en el jardín de un tal Mako, nombre con el que también se conoce al Gossypium peruvianum en Egipto. En realidad, el algodón de fibra larga se cultivaba desde hacía tiempo en todos los jardines particulares del Valle del Nilo, pero no era muy adecuado para la producción manual de hilo ordinario, por lo que se reservaba para trabajos finos realizados en los harenes. Louis Alexis Jumel era un mecánico francés que había establecido en Francia su propia fábrica textil. En 1818 llega a El Cairo, donde se halla instalado un antiguo compañero suyo, Jean-François Morel, quien había instalado el año anterior un taller de fabricación de máquinas de cardado, hilado y tejido y había pasado a trabajar en la primera fábrica de hiladura moderna establecida por el estado en Joronfish. Jumel será contratado para desarrollar otra del mismo tipo en Bulaq, fábrica conocida como Malta, donde además dirigirá el trabajo de construcción de máquinas sobre modelos europeos utilizando mano de obra local. Posteriormente será encargado igualmente del complejo de fábricas textiles intalado en Shubra. Desde 1819, Jumel comenzará a cultivar algodón de fibra larga en su propio jardín y al año siguiente continuará con la ayuda financiera de una compañía comercial de Alejandría. Muhammad Ali alentará desde el principio las investigaciones de Jumel, permitiendo compartir su tiempo con el dedicado a la fábrica textil y eximiéndole del pago del impuesto correspondiente a las tierras que estaba utilizando para las mismas. En 1822 le otorgará una suma de dinero (125.000 piastras) para realizar ulteriores investigaciones. Posteriormente, hacia 1839, Muhammad Ali ensayará la introducción de un otro cultivo de algodón americano, el conocido por "Sea-Island", considerado como el de mayor calidad en el mercado internacional de algodón. Para ello se llamará a John Ninet, personaje que adquirirá un notable relieve en la vida política del Egipto de finales de siglo, quien había adquirido sus conocimientos acerca de dicho cultivo en América en una plantación de Georgia (acerca de su labor en Egipto y del valor de sus escritos para la historia del país de finales de siglo véase Anouar Louca, Une vision européenne de l'Égypte agricole du XIXe siècle: John Ninet (1815-1895). In L'Égypte au XIXe siècle, París: CNRS, 1982. pp.283-298. El cultivo de este algodón no obtendrá los resultados esperados y su producción se abandonará, aunque después de haber sido cruzada esta variedad con el tipo Jumel.

(42) Las características hidrológicas del valle del Nilo hacen que en toda la tierra cultivable puedan cosecharse los denominados productos de invierno (es decir, los que se siembran tras la crecida del Nilo que se produce entre agosto y noviembre, recolectándose en primavera), los cuales, al aprovechar las aguas de las inundaciones, no necesitan para su desarrollo regular de irrigación artificial. Las tierras destinadas a estos cultivos quedan en barbecho el resto del año. Estos cultivos están constituídos por cereales principalmente, así como legumbres. No obstante, en las zonas más cercanas al Nilo puede darse una segunda cosecha, constituída por los denominados cultivos de verano (azúcar, índigo, algodón, arroz, etc.), mucho más rentables, para la que se requiere un sistema de irrigación que implica maquinaria de elevación y extracción del agua, construcción y mantenimiento de canales más profundos que permitan conservar agua en verano, y mucha mayor mano de obra.

(43) La introducción del Mako/Jumel como proyecto estatal a gran escala provocó una verdadera transformación en las áreas rurales: los campesinos trabajaban ahora la mayor parte del año, como resultado del nuevo sistema de rotación de cultivos, y en los periodos de nula actividad agrícola debían trabajar bajo el tradicional sistema de corvée en el mantenimiento y construcción de diques y canales. Por otra parte, las mujeres y los niños comienzan a verse en los campos, ya que se incorporan a las labores agrícolas durante la recolección del algodón. En un primer momento, este incremento en el trabajo no pareció despertar reticencias entre la población rural, pues los beneficios aumentaron muy rápidamente y se les incentivaba económicamente por la calidad de la cosecha. Sin embargo, las nuevas políticas agrarias, junto a otras como el reclutamiento para el ejército y las fábricas, la aplicación de un nuevo impuesto y la subida de los existentes, provocó diferentes revueltas campesinas en determinadas zonas del país (sobre todo en el Delta) en la década de 1820. Igualmente, y como consecuencia de estas nuevas políticas, los observadores contemporáneos destacan a menudo el progresivo y masivo abandono de los pueblos, aunque posiblemente éste se produjera, según la reciente historiografía, en una proporción muy inferior a la que esta fuentes contemporáneas parecen aludir.

(44) En la construcción del canal Mahmudiya trabajaron principalmente ingenieros italianos. Un viajero inglés que recorrió el país en la década de 1820 movido principalmente por intereses médicos, comenta, no obstante, al respecto: "The Italian engineers, who were employed in making this canal, were totally ignorant of the business they undertook". R.R. Madden. Travels in Turkey, Egypt, Nubia and Palestine, in 1824, 1825, 1826 and 1827. Londres: 1829. vol.I, p.303. Linant de Bellefonds, quien dirigiría durante muchos años todas las obras públicas realizadas en Egipto, afirmaba asímismo cómo que canal se había realizado por ingenieros con poca formación y sin trabajos de nivelación suficientes ni un trazado estudiado. Linant de Bellefonds Bey. Mémoires sur les Principaux Travaux d'utilité Publique executés en Egypte depuis la plus haute Antiquité jusqu'a nos jours. París: 1872-1873. p.350. Al frente de la construcción del canal había estado el arquitecto francés Pascal Coste, al servicio del virrey desde 1817 para quien realizará numerosas obras como bancos de decantación de natrón, instalación del telégrafo óptico entre Alejandría y El Cairo, complejos industriales, fortificaciones, palacios e incluso mezquitas, abandonando Egipto en 1822. La estimación del número de muertos imputados a la construcción del canal Mahmudiya se convierte en un tópico en las obras de viajeros y observadores contemporáneos, cuyos valores oscilarán entre los 10.000 y los 30.000 hombres, sirviendo en la mayoría de los casos como elemento de crítica al sistema tradicional de corvée. Sin embargo, otros, como Linant, lo leían en curiosa clave socialista: "C'est pour ainsi dire un immense phalanstère où chacun doit fait tous ces efforts pour le bien commun et chacun doit profiter des resultats obtenus.[...] Jamais ces travaux qui intéressent la prospérité de tous ne pourront être considerés comme une corvée, c'est bien un travaux obligatoire, rémunératoire.[...] Il faut traiter le cultivateur comme un associé à l'oeuvre commune de l'explotation de la grande ferme, et partager les produits entre chacun selon son travail, puisque chacun est appelé à faire produire" (Mémoires sur les Principaux Travaux d'utilité Publique, pp.41, 43, 45).

(45) Linant calcula en 400.000 el número de campesinos movilizados cada año para la ejecución y mantenimiento de obras públicas. Linant, Mémoires, p.38.

(46) Linant de Bellefonds (1799-1883), hijo de un oficial de marina, es introducido en las ciencias por su abuelo matemático; con su padre seguirá su formación de marino y a la edad de 15 años embarcará en una misión de exploración a Terra Nova y Canadá, durante la cual se familiarizará con la geografía. Tres años después se unirá a la misión científica y arqueológica del Conde Forbin en Grecia y Levante, en la que sus dotes de dibujante le permitirán sustituir al artista de la misión. Después de ella, decidido a la exploración del Alto Egipto, se enrolará sucesivamente a las misiones de Bankes (1819-1824), la de la Sociedad Africana de Londres (1824-27) y a la auspiciada por la Association for Promoting the Discovery of the Interior Parts of Africa (1827-28), empresas que aprovechaban la protección de Muhammad Ali y sus incursiones militares hacia Sudán y en las que Linant participará como civil contratado por Drovetti. Durante estos años, antes de entrar al servicio del gobierno egipcio en 1830, la exploración del país va introduciendo al joven autodidacta a la realización de trabajos cada vez más serios en el ámbito de la geografía histórica y la hidrografía -él mismo fecha hacia 1827-1829 la transformación de su mirada hacia los parajes recorridos desde la geografía histórica bíblica a la ingeniería-, cuyos resultados van siendo publicados en París y en Londres. Antes de entrar definitivamente al servicio del gobierno de Muhammad Ali, se retira seis meses al Monte Sinaí con una biblioteca escogida para adquirir los conocimientos científicos que le faltaban. Su carrera como servidor del estado egipcio se extenderá desde 1830 a 1864, colaborando en todas las empresas relacionadas con las obras públicas a través de diversas funciones: ingeniero jefe del Alto Egipto (1830); director del cuerpo de ingenieros de irrigación (1835); ingeniero al mando de la construcción de la presa del Delta (1834); director general de obras públicas (1837); miembro de la comisión de instrucción pública (1837); codirector de las obras del Canal de Suez (1854). Toda su estancia en Egipto estará marcada por una preocupación primordial: la realización del gran canal de Suez, en la que finalmente podrá colaborar, pero a cuyo estudio ha dedicado gran parte de sus esfuerzos desde 1821. Sobre su vida y obra, véanse sus Mémoires ya citadas, así como: Ghislaine Allaume, Linant de Bellefonds (1799-1883) et le saint-simonisme en Egypte". In Magali Morsy (ed.) Les Saint-Simoniens et l'Orient. Vers la modernité, Aix-en-Provence: Edisud, 1990. pp.113-132 y Jean Edouard Goby. Ingénieurs et techniciens français en Egypte, au XIXe siècle. Revue des Deux Mondes, julio 1959, pp.691-705.

(47) Tres de ellos, otomanos nacidos en Egipto, van a adquirir una considerable relevancia y mantendrán asímismo estrechas relaciones con los saint-simonianos. Según el listado facilizado por Jomard, director de la Escuela Egipcia de París, Mustafa Effendi Mahramji (conocido como Mustafa Bahgat) parte con 17 años, estudiará hidraúlica y se convertirá en Nazir de obras públicas e instrucción pública; Muhammad Effendi al-Baiyumi partirá con la misma edad que el anterior y realizará el mismo tipo de estudios, pasando a ser profesor de química en la escuela de ingeniería de El Cairo y escribiendo algunas obras de ingeniería; Muhammad Effendi Mazhar partirá también con 17 años para estudiar ingeniería militar, ocupando después diferentes puestos docentes y colaborando con Mougel, ingeniero al frente del proyecto de Suez, y en las obras de la presa del Delta, antes de convertirse en Nazir de obras públicas. (Véase Jomard, L'Ecole Egyptienne de Paris, pp.96-116) Los tres consiguieron graduarse en la Ecole Polytechnique, donde tuvieron como profesor a Auguste Comte quien, demostrando la gran estima en que los tenía, los recomendó a su discípulo John Stuart Mill para el viaje a Londres que realizaron. (Véase Alain Silvela, The First Egyptian Mission to France under Muhammad Ali. In Elie Kedurie & Sylvia G.Haim (eds.) Modern Egypt. Studies in Politics and Society. Londres: Frank Cass & Co., 1980. pp.1-22.

(48) El completo rechazo de Muhammad Ali y su gobierno al proyecto del canal de Suez contrarió y frustró a buena parte del grupo. Algunos de ellos, como el ingeniero Founel, volvería inmediatamente a Francia. Enfantin y otros miembros de la misión, aun sin haber recibido del virrey el encargo oficial en tanto que grupo, decidirán individualmente unirse a las obras dirigidas por Linant, considerando que la enverbergadura del proyecto lo convertiría en una obra memorable y de gran impacto en Europa.

(49) La guerra de Siria había comenzado, y ahora la prioridad en los reclutamientos y la finalidad de los trabajos de instituciones como el arsenal recaían en la campaña militar. El proyecto será retomado una vez más en 1838, cuando se está produciendo un retroceso considerable en la economía egipcia para verse de nuevo marcado por el fracaso. En 1842, esta vez sobre un proyecto de presupuestos técnicos diferentes del ingeniero polytechnicien Mougel, sempiterno rival de Linant cuya enemistad adquirirá su climax con el proyecto de Suez, las obras se reemprenden, terminándose en 1861 ya sin la dirección de Mougel. Sin embargo, sus defectos de construcción, sus fisuras y filtraciones, harán la presa prácticamente inutilizable; en 1933, un siglo después del proyecto inicial, ingenieros ingleses construirán una nueva presa retomando los principios técnicos de Linant y los saint-simonianos. Véansse Ghislaine Alleume, Linant de Bellefonds et le saint-simonisme en Egypte, y Edouard Goby, Ingénieurs et techniciens français en Egypte.

(50) Véase Jean Batou, Cents ans de resistence..., p.59, para una relación muy completa de las estimaciones que ofrecieron, para este concepto, diversos autores contemporáneos.

(51) Y, como apuntara el viajero Madden, debido también al mayor favor otorgado a los franceses: "Mohammed Ali was now firmly fixed in his goverment, and it was evident that something more than Turkish wisdom preserved him in it. Telegraphs were established from Alexandria to Cairo; and every insurrection which begun, was disconcerted in the space of a few hours. The mamelukes deemed his agents supernaturals, but his only agent was M.Drovetti, the French Consul". R.R.Madden, Travels in Turkey, Egypt, Nubia and Palestina, vol I, p.239.

(52) Una panorámica general del desarrollo del transporte egipcio en los gobiernos de Muhammad Ali y Abbas puede encontrarse en los capítulos correspondientes de Ahmad Ahmad al-Hitta, Tarij Misr al-iqtisadi (The Economic History of Egypt), El Cairo: 1957, traducidos y reproducidos en Charles Issawi, The Economic History of the Middle East: 1800-1914. A Book of Readings, Chicago: The University of Chicago Press, 1966.

(53) Véase Batou, Cents ans de résistence, p.59.

(54) Dos de los saint-simonianos de la misión de Enfantin, Busco de Dombasle y Olivier, serán destinados a este tipo de establecimientos, donde morirían durante la epidemia de peste. Frente al aparente éxito de este tipo de establecimientos, la creación de una escuela de agricultura hacia 1833 fue uno de los mayores fracasos de la política educativa de Muhammad Ali.

(55) Como vimos, las primeras tentativas industriales se dan en la década de 1810 con la creación de algunas manufacturas militares en 1815 y la creación de fábricas textiles como la de Joronfish en 1816, dedicada en un principio al trabajo de la seda. A comienzos de los años 20 y en torno a 1830 se producen dos nuevas fiebres industriales, que autores como Fred H. Lawson han interpretado como una de las estrategias para ejercer el control sobre los sectores artesanales, agentes de revueltas durante estos años y amenaza vital a los intereses de los que siguen siendo los principales aliados de Muhammad Ali: los grandes comerciantes (The Social Origins of Egyptian Expansionism During the Muhammad Ali Period, pp.98-99, 132-133.)

(56) Las situadas en el Bajo Egipto integran el hilado y el tejido, mientras que las del Alto Egipto sólo acometen el hilado. Los propios campesinos desmotan manualmente el algodón -la desmotadora mecánica de Whitner utilizada en América no era apropiada para la fibra larga- y lo prensaban con los pies en balas, que eran trasportadas al almacen estatal más cercano donde se pesaba, se fijaba su precio y se distribuía bien al comercio o a las hiladoras.

(57) Batou (Cent ans de résistance, p.104) afirma que, en su comparación con el porcentaje de energía animal y humana utilizada en las fábricas de la Europa contemporánea, ello no supone un anacronismo ni una desventaja radical.

(58) Auguste Colin, miembro de la misión saint-simoniana, habla de la existencia de siete u ocho máquinas de vapor importadas de Inglaterra de las que sólo funcionan (en 1834) una o dos. Véase Auguste Colin, Lettres sur l'Egypte. Industrie manufacturière. Revue des Deux Mondes, 1838, vol.XIV, pp.517-531, p.521. Las máquinas de vapor no sólo fueron utilizadas en las fábricas de algodón, sino también en las de tratamiento del arroz, la fundición de Bulaq o la fábrica de papel fundada en 1847.

(59) Los datos sobre la industria algodonera han sido tomados principalmente de los trabajos ya citados de Batou (Cents ans de résistance) y Owen (Cotton and the Egyptian Economy, 1820-1914).

(60) La centralización de la producción en algunos de estos sectores se retrasa: por ejemplo, la producción de tejidos de lino, que incluso supera en cantidad y en beneficio económico a la manufactura de algodón en estos años (Colin habla de tres millones de piezas de lino anuales, frente a los dos millones de algodón, de las que se exportan una gran cantidad a Europa, véase Armand Colin, "Lettres sur l'Egypte. Industrie manufacturière", p.522) se sigue realizando de forma artesanal por las mujeres en las áreas rurales, actuando los agentes del gobierno como intermediarios, hasta su integración en el sistema gubernamental en 1830.

(61) La campaña militar de Sudán era seguida por "aventureros", agentes y coleccionistas europeos que, a cambio del permiso del gobierno egipcio para realizar el viaje al resguardo de las tropas, realizaban labores de prospección mineral para el virrey. Tales fueron los casos de Linant de Bellefonds o Frédéric Caillaud, quien habiendo servido ya al gobierno egipcio como especialista en mineralogía en la búsqueda de esmeraldas y piedras preciosas, se une a la expedición de Sudán simultaneando sus trabajos egiptológicos con las prospecciones. (Véase Michel Chauvet. Les aventures d'un naturaliste en Egypte et au Soudan: Frédéric Caillaud. Saint-Sébastien-sur-Loire: ACL-CROCUS, 1989). El inicio de la campaña de Siria coincide con la imperiosa necesidad de materias primas como la madera en el recientemente impulsado arsenal de Alejandría. Sobre el terreno, diferentes grupos de ingenieros europeos (franceses, ingleses y austríacos) realizan prospecciones en busca de carbón, plomo, cobre, plata y oro. (Véase Sabry. L'Empire Egyptien sous Mohamed-Ali et la Question d'Orient (1811-1849) p.361) Por otra parte, y aunque hemos hecho pocas referencias a ello, la anexión de Siria ofrecía otros muchos beneficios a la política industrial egipcia, principalmente para el sector textil de la seda. Mientras, otras prospecciones minerales en busca de hierro y carbón se llevaban a cabo en el Valle del Nilo, en ocasiones bajo la dirección del ingeniero inglés Galloway, a quien se le atribuye también la dirección de diferentes complejos industriales (fundición y textil en El Cairo) y el proyecto no realizado de ferrocarril entre El Cairo y Suez en los años treinta.

(62) Sobre Cerisy véase J.Vivielle, Cerisy Bey. Bulletin de l'Institut d'Egypte, 1925-1926, pp.70-91, donde se incluye el contrato por el que el ingeniero de la marina real francesa pasa al servicio de "Son Altesse le vice-roi d'Egypte" por un período de tres años consecutivos en los que se compromete a dedicar todos sus conocimientos y capacidades en el cumplimiento de las órdenes que reciba relacionadas con la construcción naval y marítima y donde se compromete igualmente a formar una escuela de constructores y maestranza y a organizar talleres de instrucción, asimilándose con el rango de ingeniero jefe de la marina y estipulando la prohibición de realizar cualquier trabajo de construcción naval para cualquier otro diferente al gobierno egipcio. Con anterioridad a su llegada, al menos desde 1825-1826, Alejandría era ya un centro de construcción y formación naval desempeñando un gran papel técnicos e instructores italianos. Desde 1827 se intensificarán las labores de formación en construcción, maestranza, artillería naval y táctica.

(63) La flota destruída en Navarino estaba constituída principalmente por navíos que el gobierno egipcio había encargado construir en astilleros de Marsella, Livorno, Trieste o Venecia, no sin grandes conflictos en la opinión pública francesa y recelo en el seno del gobierno francés, algunos de cuyos miembros lo consideraban como una colaboración con el enemigo. (Véase George Douin. Les Premiers Frégates de Mohamed Ali (1824-1827). El Cairo: Société Royale de Géographie d'Egypte, 1926). Así, en el prefacio a la edición de 1827 de su Itinéraire, Chateubriand aprovechaba para condenar toda la política francesa de apoyo a Egipto simbolizada en los navíos: "Vous laissez le pacha d'Egypte bâtir des vaisseaux dans vos ports, vous lui fournissez tous les moyens qui sont en votre pouvoir pour achever ses expéditions, et vous dites que les Grecs peuvent en faire autant! Le pacha d'Egypte peut vous payer les moyens de destruction qu'il vous achète: son fils ravage la Morée. Les Grecs ont-ils pour faire bâtir des vaisseaux l'or que les Arabes d'Ibrahim leur ont ravi? Les enfants de ces Grecs ne sont-ils pas élevés dans vos cités par la piété publique à laquelle vous ne voulez aucune part? Cessez donc de nous dire que les Grecs puvent aussi faire construire des vaisseaux dans vos ports! Ne venez pas, en insultant la raison et l'humanité, appeler du nom de neutralité une alliance abominable!" (Itinéraire de Paris à Jérusalem. París: 1827, p.15). Igualmente, muchos de los citados barcos estaban comandados por oficiales franceses que se habían unido a la incipiente marina egipcia después de la derrota del imperio napoleónico, como es el caso del vice-almirante Besson, quien supervisaba en el momento de la derrota de Navarino la construcción de una nueva fragata para la flota egipcia por Cerissy, o habían llegado a Egipto como miembros de misiones militares, como el capitán Letellier que comandará la fragata La Guerrière con pabellón egipcio en la guerra griega. Ambos se encargaban de algunas tareas de construcción y formación para la marina egipcia.

(64) Ali al-Giritli ofrece algunos de ellos extraídos de las órdenes de Muhammad Ali. sí el mismo wali prohibía al supervior de construcciones "el uso de vídrio europeo, puesto que la fábrica de Alejandría está produciendo vídrio, aunque este último sea más basto, pues deben preferirse los frutos del trabajo propio a los del trabajo de otros"; del mismo modo, se ordenaba al gobernador de Alejandría "decir a los comerciantes en vídrio que no lo importaran, sino que tomasen lo necesario de la citada fábrica para asegurar su continuo funcionamiento"; asímismo, ordenaba a los oficiales del gobierno comprar productos locales como los fez de Fuwa aunque su precio fuera más elevado que el de los europeos, justificando la diferencia por la mayor calidad del producto local. Véase Ali al-Giritli, Tarij al-sina`a fi Misr [The History of Industry in Egypt], El Cairo: 1952, capítulos traducidos y editados en Charles Issawi. The Economic History of the Middle East 1800-1914. A Book of Readings.

(65) Véase al-Sayyid Marsot, Egypt in the Reign of Muhammad Ali, p.179.

(66) Esta es la idea fisiocrática, cara al pensamiento económico ilustrado, y que ya se encontraba aplicada a la Cuestión de Oriente y a Turquía en la obra de Volney Vogaye en Egypte et Syrie, París: 1787, quien frente a un eventual desarrollo industrial de Turquía apostaba por una conquista del territorio otomano conforme a la cual sus nuevos dueños explotaran como única fuente de riqueza la agricultura.

(67) Según se desprende tanto de las fuentes consulares como de la correspondencia mantenida entre Ibrahim y Muhammad Ali, el primero estaba dispuesto a llevar la empresa iniciada hasta sus últimas consecuencias, llegando a derrotar al Sultán bien para hacerse con el poder del Imperio o al menos forzar al total desmembramiento del mismo, posición en la que muchos vieron y siguen viendo, como Marsot (Egypt in the Reign of Muhammad Ali), el signo de que Ibrahim había adquirido una nueva identidad político-cultural por la que no se consideraba a sí mismo un otomano; por el contrario, Muhammad Ali seguiría creyendo en el mantenimiento del trono otomano. El seguimiento pormenorizado de estos materiales oficiales y consulares puede verse en Sabry, L'Empire Egyptien sous Mohamed-Ali et la Question d'Orient (1811-1849), así como todas las negociaciones en torno a la petición de independencia por parte del gobierno egipcio.

(68) Haciendo caso omiso de los informes presentados por el agente Bowring y el cónsul Campbell que alababan, no sin reservas, la obra de Muhammad Ali en Egipto y Siria y recomendaban el apoyo a su independencia.

(69) El ministro Thiers era partidario de continuar la política de apoyo al virrey que favorecía su política africana, creyendo además como muchos de sus contemporáneos en la suerte de "imperialismo cultural" que Francia podría ejercer en el Valle del Nilo en soporte de sus otros intereses. Por el contrario, Luis-Felipe se mostraba reticente, agobiado por los conflictos internos que no harían más que empeorar si se producía una confrontación con Gran Bretaña. Así, Francia se unirá al resto de las potencias en 1841.

(70) Los viajeros y observadores contemporáneos son unánimes al respecto: señalan la construcción de máquinas de hilado en Bulaq en los primeros años de industrialización y los formidables talleres asociados a factorías textiles como Joronfish donde torneros de hierro y madera, forjadores, limadores y carpinteros trabajan en la fabricación y reparación de piezas para la maquinaria.

(71) Daniel R.Headrick, The Tentacles of Progress. Technology Transfer in the Age of Imperialism, 1850-1940, Nueva York-Oxford: Oxford University Press, 1988, p.11.

(72) Véase nuestra Tesis Doctoral, el especial el capítulo II de la segunda parte.

(73) Peter Gran, Islamic Roots of Capitalism. Egypt, 1760-1840, Austin-Londres: University of Texas Press, 1979. Lo que observa Gran, analizando ciertamente los escritos de la élite intelectual egipcia, es un periodo de neoclasicismo en el que el sistema cognitivo predominante, que integra filosofía y ciencia, sigue operando. Esto provocaría una inhibición respecto a la asimilación de conocimientos científicos occidentales. Por otra parte, afirma que los estados periféricos al mercado mundial moderno estaban caracterizados por un dominio de lo racional y lo conceptual frente a lo empírico, mientras se veían obligados, en el proceso de importación de conocimientos de Occidente, a realizar ajustes empíricos en cada fase para adecuarlos a su situación concreta.

(74) Entre los autores contemporáneos Abdel-Malek sería el mejor exponente de esta tendencia (Véase Idéologie et Renaissance National. L'Egypte Moderne, París: Anthropos, 1969), si bien es cierto matiza dichos términos a través del constructo teórico de "unidad nacionalitaria". En el caso de Abdel-Malek, como de otros autores egipcios, la búsqueda del genotipo de la realidad social, política y cultural que representará a Egipto a partir de 1961, lleva a proyectar sobre el pasado voluntades aún no manifiestas. Esta línea de interpretación recupera la ideología civilizadora de la Expedición en la reivindicación de un despertar nacional, realmente de un renacimiento, y de la centralidad de la arabidad, lo que unido al juego de proyecciones aludidas lleva a destacar las medidas reformistas del período que incidieron en la arabización del país tanto en términos sociales como lingüísticos. La representación de Muhammad Ali y su gobierno como el inicio de la constitución de un estado-nación moderno comenzó a configurarse entre los autores europeos contemporáneos, principalmente aquéllos que tomaron parte activa en el proceso, de nuevo siguiendo las huellas de la Expedición. En esta literatura concurrirán argumentaciones políticas y científicas que adapten el concepto moderno-occidental de nación a las realidades orientales. En el primer tercio de nuestro siglo, la obra de Henry Dodwell (The Founder of Modern Egypt, Cambridge: Cambridge University Press, 1931) reafirmó el éxito de la "aclimatación" de las ideas políticas occidentales a las condiciones de oriente, en este caso aplicando la analogía del ejercicio político de los administradores ingleses sobre la India, en la medida en que Muhammad Ali era al fin y al cabo un extranjero que gobernaba provincias de un imperio en deshecho. En este caso, la noción de estado se impone sobre la de nación como concepto explicativo de Muhammad Ali, fundador del Egipto Moderno.

(75) Robert Hunter (Egypt under the Khedives 1805-1879: from Household Government to Modern Bureaucracy) sería el último representante de una tradición que se remonta a los análisis que realizaran autores contemporáneos en el XIX, principalmente británicos, y en general el grupo de presión que se opuso a la independencia política de Egipto respecto a la Puerta en la crisis de 1840-1841. Como aquéllos hicieron, Hunter afirmará la fuerza de la solidaridad étnica de raíz turca en la élite de poder que rodea a Muhammad Ali acercando su imagen a la que la literatura europea ilustrada nos ofrecía del "despotismo oriental" y de la opresión de los pueblos bajo su yugo.

(76) Esta es la posición concreta de Afaf Lufti al-Sayyid Marsot que, sostenida en muchas de sus obras, se encuentra expresamente formulada en Muhammad Ali's Internal Policies. In L'Egypte au XIXe siècle. París: CNRS, 1982. pp.153-171. Ello no impide que la autora siga considerando a Muhammad Ali "el último de los mamelucos", pues, como afirma Albert Hourani (Bilan et perspectives. In L'Egypte au XIXe siècle. París: CNRS, 1982. pp.329-334), comentando el trabajo citado, llevó a su lógica conclusión lo que Ali Bey y otros habían aspirado a realizar. Más sofisticado es el análisis de Peter Gran (Islamic Roots of Capitalism. Egypt, 1760-1840), para quien en la primera década del gobierno de Muhammad Ali regiría una continuidad respecto al régimen mameluco, mientras que a partir de dicha fecha se produciría una significativa transformación en la medida en que el propio Muhammad Ali dejaría de ser un mameluco.
 
   

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