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Scripta Nova.
 Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales.
Universidad de Barcelona [ISSN 1138-9788] 
Nº 94 (91), 1 de agosto de 2001

MIGRACIÓN Y CAMBIO SOCIAL

Número extraordinario dedicado al III Coloquio Internacional de Geocrítica (Actas del Coloquio)

LATINOAMERICANOS Y MAGREBÍES EN EL MEDIO RURAL
LAS PROVINCIAS LEVANTINAS

Juan David Sempere Souvannavong
(Dpto. de Geografía Humana. Universidad de Alicante)


La regularización extraordinaria de 1991 hizo que por primera vez se tomara en España conciencia de la inmigración. Desde entonces esa cuestión no ha dejado de aumentar en importancia hasta transformarse en la acutalidad en uno de los temas de mayor alcance en la prensa y en la sociedad (1).

Al mismo tiempo, en la última década se ha agravado el déficit estructural de mano de obra como resultado del hundimiento de la natalidad y del rechazo de los trabajadores autóctonos a un creciente numero de empleos considerados "sucios, duros o mal remunerados" en un creciente número de provincias.

Desde 1999 el fenómeno de la inmigración en España ha cobrado un nuevo impulso con la llegada masiva de ecuatorianos y colombianos que han pasado en muy pocos años a ser el tercero y cuarto colectivo de ciudadanos extra-comunitarios con permiso de residencia en España. Estos nuevos inmigrantes han venido a ofrecer en la mayoría de los lugares la mano de obra que ya nadie quería ocupar mientras que en otro lugares han entrado en competencia con los magrebíes, el principal colectivo de extranjeros en España y el que que desde hace una década se había instalado sobre todo en Madrid y el litoral mediterráneo.

Cambios en el panorama migratorio de las provincias levantinas

A mediados de agosto de 1998 las autoridades detectaron e iniciaron el proceso de expulsión de un grupo de ciudadanos y ciudadanas de Ecuador que trabajaban sin permiso de residencia en España y que vivían en el pequeño pueblo Totana (Murcia). Los distintos agentes sociales (ONGs, empresarios, autoridades locales) supieron movilizar a la población y organizaron con éxito una manifestación (perfectamente mediatizada por diarios por como El Pais) contra esa medida con lo que las autoridades no tuvieron más salida que interrumpir el proceso de expulsión. La sonada noticia de que, en España, un pueblo entero se había manifestado a favor de los inmigrantes dio la vuelta al mundo y se convirtió sin duda en la chispa que iba a disparar la emigración ecuatoriana hacia el sureste de la península. Es lo que en palabras de la representante de una de las dos principales ONGs de la zona ha venido a llamarse "el efecto Totana", en pocos meses los ecuatorianos ya eran muy numerosos en todo el Valle del Guadalentín (sobre todo en los municipios agrarios de Lorca y Totana) y en las comarcas vecinas del Levante Almeriense (en Pulpí y Huercal Overa) y del Campo de Cartagena (en Fuente Álamo y Torre Pacheco sobre todo) en cuya agricultura intensiva ya había una fuerte presencia de trabajadores magrebíes desde el principio de la década de los años 1990.

Desde entonces la progresión de los ecuatorianos por España y en particular por las provincias levantinas se puede calificar de fulgurante. La crisis que desde 1999 atraviesa la economía y la sociedad de este país, la ausencia de dificultades para entrar en la UE (no se requiere visado) y la existencia de redes migratorias perfectamente rodadas ha facilitado la entrada a través de Madrid o de otros aeropuertos europeos (sobre todo de Amsterdam) de un gran número de personas procedentes de esa región. Antes de que las autoridades pudieran o quisieran reaccionar ya eran, a finales de 2000, casi 29.000 los ecuatorianos y las ecuatorianas con permiso de residencia en España. Ya son la tercera nacionalidad de residentes extra-comunitarios, justo por detrás de los chinos y muy por debajo de los marroquíes; sin embargo es muy de suponer que habrán pasado a ser el segundo colectivo a tenor del fortísimo ritmo de crecimiento que tienen desde 1999 y de que es uno de los grupos que más se ha beneficiados de la regularización extraordinaria del año 2000 y de los demás regularizaciones encubiertas que desde entonces se están llevando a cabo.

Al mismo tiempo, inmigrantes originarios de otros Estados de la región, en concreto de Colombia, se han hecho a su vez numerosos en varias zonas siguiendo ritmos de crecimiento bastante parecidos al de los ecuatorianos. Los colombianos eran 24.650 con permiso de residencia en España lo que les hacía ser, detrás de la ecuatoriana, la cuarta población extra-comunitaria en España. En total oficialmente eran, a finales de 2000, más de 53.000 los inmigrantes originarios de esta región de América del Sur que tienen en España unas pautas y comportamiento social y laboral relativamente parecido.

La expansión de ecuatorianos y colombianos por las provincias levantinas se ha hecho por unos sectores económicos bastante concretos y por casi todas las comarcas levantinas, desde Almería a Castellón.

Antes de la brusca llegada de los latinoamericanos, los inmigrantes extra-comunitarios, en su mayoría magrebíes, trabajaban por lo general en sólo algunos de los sectores más dinámicos o más necesitados de mano de obra sin cualificar. Es el caso de los "nichos laborales" tradicionales en los que desde hace más de una década se venían empleando los trabajadores inmigrantes de España: la agricultura intensiva, el servicio doméstico y la construcción principalmente. Los magrebíes nunca tuvieron sin embargo una presencia apreciable en la hostelería o en las actividades industriales, sectores que también precisan una mano de obra numerosa, estacional y eventualmente no declarable.

Desde su llegada los ecuatorianos han irrumpido en cambio en casi todos los sectores que requieren trabajadores con poca cualificación. Además de predominar en algunas zonas de agricultura intensiva y de estar «barriendo» (2) en el servicio doméstico interno de las ciudades levantinas con lo que se han transformado en claros competidores de los magrebíes, se han hecho muy numerosos en la hostelería y sobre todo en las pequeñas y medianas empresas productoras de bienes de consumo que tanto caracterizan las economías de Murcia y en la Comunidad Valenciana.

Se ha detectado la presencia de trabajadores latinoamericanos en numerosas zonas tanto rurales como urbanas de las provincias levantinas: en el interior de Almería (mármol de Macael y de Olula del Rio), en el eje industrial del Valle del Vinalopó (mármol en Novelda, calzado en Elda, Elche y Villena), en la montaña alicantina (textil en Alcoi, juguete en la Foia de Castalla), en el Altiplano murciano (muebles en Yecla), en las ya citadas comarcas del Campo de Cartagena, Valle de Guadalentín y Levante Almeríense, en la cerámica de la Plana de Castellón y en las zonas rurales más interiores que se están beneficiando de la saturación de ésta última y de la expansión económica (municipios de Onda, Alcora, Cabanes, Vilafamés). Es muy probable que en otras de las muchas regiones levantinas que tienen características económicas similares se esté dando el mismo fenómeno con la inmigración latinoamericana.

Desde perspectiva espacial cabe decir que hasta hace poco tiempo la inmigración se concentraba en los espacios donde más importancia tenían los citados "nichos laborales", en comarcas fundamentalmente agrarias como el Campo de Cartagena, el Campo de Nijar o el Poniente Almeriense, en ciudades importantes donde hay trabajo en los servicios y en las zonas litorales donde más dinamismo tiene el sector de la construcción. Estos entornos constituían el marco tradicional de la inmigración en la zona levantina.

Como ha sucedido en el plano económico, los ecuatorianos han ido apareciendo en todas o en casi todas las comarcas de la región de estudio desbodando ampliamente el cuadro anterior y entrando en competencia con los magrebíes en la mayoría de las regiones donde estás vivían. Mientras en numerosas comarcas, en su mayoría rurales o interiores donde hasta hace poco tiempo eran muy pocos o inexistentes los extranjeros, se han convertido en el primer y único colectivo inmigrante, en otras se ha dado un incierto desplazamiento de los magrebíes por los ecuatorianos (como en el Valle de Guadalentín o en municipios como el de Torre Pacheco) y en otra regiones, generalmente más limitadas, no han llegado a instalarse de manera clara como en las comarcas la Vega Baja, del Campo de Nijar o del extenso municipio Cartagena donde los marroquíes siguen siendo la primera población extranjera.

Junto a los magrebíes ha aparecido pues un colectivo que se ha establecido en amplios sectores económicos y regiones levantinas y que a diferencia otros grupos de inmigrantes (sobre todo senegaleses y asiáticos) compite directamente con ellos en el espacio y en el trabajo lo que ha tenido importantes consecuencias para los magrebíes en el plano social, laboral y territoria.

La preferencia por los latinoamericanos

Ante los cambios que hemos descrito y la amplitud que, en los dos últimos años, ha alcanzado cualquier aspecto concerniente a la inmigración en España, los distintos colectivos que intervienen con inmigrantes han tenido que adaptar su discurso a la nueva realidad ya que en amplias zonas los magrebíes han dejado de ser la única población extra-comunitaria. En casi todos los ámbitos y en todas las regiones recorridas se puede afirmar que, por lo general, hay una preferencia clara aunque más o menos velada por los inmigrantes y trabajadores latinoamericanos.

Pocas personas, reconocen abiertamente preferir, sin más, a los latinoamericanos generalmente son ciudadanos sin relación laboral con los inmigrantes. La mayoría de los argumentos empleados por las instituciones y asociaciones están bien ponderados, pocos insisten en que el origen geográfico de los inmigrantes tiene importancia en el ejercicio de una actividad o en la integración social. Sin embargo resulta obvio que en la mayoría de los discursos se marca una notable diferencia entre los grupos ya sea generalizando o mostrando ciertos prejuicios hacia los magrebíes, ya sea reiterando con insistencia las ventajas que debido a su cultura hispana los latinoamericanos tienen en España.

La cuestión cultural es el motivo con el que se justifica que, en muchos casos, una predilección más o menos disimulada por los inmigrantes procedentes de Latinoamérica, se concreta en dos elementos decisivos: el idioma y la religión.

Los problemas derivados del desconocimiento del idioma son a menudo el pretexto que delata una preferencia por latinoamericanos y latinoamericanas. Si bien es cierto que en algunas situaciones laborales tiene importancia entender perfectamente el castellano, en el medio rural, la mayoría de los trabajos que desempeñan no requiere un dominio del idioma, además es bastante corriente que los magrebíes, por su lugar de nacimiento o por el conocimiento habitual del francés, hablen o puedan aprender castellano con fluidez. Resulta revelador observar que, en realidad, suele causar más irritación el no entender las conversaciones entre los trabajadores que el hecho de que no se expresen con fluidez en castellano.

Sin embargo más que en el idioma, la diferencia entre magrebíes y latinoamericanos es en esencia más bien el resultado de la disparidad de las religiones y sobre todo de la forma de vivir consecuencia de ellas.

Aunque la religión parezca tener una influencia menos directa que el idioma en lo cotidiano, aunque no surja de manera espontánea en el trabajo, en la vida o en el transcurso de las entrevistas, resulta obvio que se valora muy favorablemente que los inmigrantes sean católicos o que, en su defecto, sean ortodoxos.

La cotidianidad está llena de detalles espontáneos y sencillos que marcan una cierta diferencia entre los católicos y los no católicos sobre todo a los ojos de los ciudadanos autóctonos: ejemplos recientes lo demuestran; en las celebraciones de la Semana Santa, tan tradicionales e importantes en la mayoría de los municipios levantinos, a muchos ciudadanos autóctonos les llamó la atención la asistencia de latinoamericanos a las procesiones y el que, en ciertos casos, llegaran a participar como costaleros como bien han difundido los diarios locales. En algunas localidades como Macael, los ecuatorianos ya han traído sus propias imágenes de Santos para ponerlas en la parroquia local junto a los Santos del lugar. Resulta evidente que esta realidad está contribuyendo de manera decisiva mostrar la proximidad cultural y ayudando a favorecer la aceptación de los inmigrantes por parte de los "ciudadanos de a pie".

Las organizaciones no gubernamentales españolas no se centran en un colectivo en especial. Sin embargo, las dos principales ONGs de la región son Cáritas, que pertenece a la iglesia católica y Acoge, cuyos trabajadores y voluntarios tienen una educación religiosa en su mayoría; es un hecho que no se puede obviar y que, eventualmente, puede llegar a justificar una mayor facilidad de entendimiento con los inmigrantes provenientes de una cultura católica como la latinoamericana. Además de estos dos casos importantes pero concretos hay que tener en cuenta la influencia general de la iglesia católica en la formación de un gran número de voluntarios y colaboradores de la débil red asociativa en medio rural de las provincias levantinas (sólo en la provincia en el Poniente Almeriense hay un cierto desarrollo de las asociaciones).

Otro factor determinante es que los magrebíes no suelen ir con la misma facilidad a los servicios sociales municipales que los latinoamericanos más acostumbrados a acudir de forma espontánea en busca de ayuda o de información. Los funcionarios sociales de los pequeños pueblos declaran frecuentemente que no reciben casi nunca visitas de magrebíes aunque se encuentren viviendo en condiciones difíciles. El idioma y la idiosincrasia particular de los magrebíes explican esta actitud: en efecto, siguiendo una lógica distinta suelen ayudarse entre sí eludiendo acudir a la administración representante de la "Autoridad"; hay que saber ganarse la confianza de los "lideres" de la comunidad magrebí, algo que no se da muy a menudo, entre otras razones por que por los funcionario no tienen siempre la disponibilidad de los voluntarios y por que la mayor parte de los funcionarios sociales son mujeres mientras que los que magrebíes que acuden en pedir ayuda son muy mayoritariamente hombre.

La mayoría de los empresarios y sobre todo de las organizaciones empresariales agrarias que trabajan con mano de obra inmigrada presentan un discurso claro, estándar y bien aprendido en lo que concierne los trabajadores extra comunitarios y la falta de mano de obra. El origen geográfico de los trabajadores no tiene, en el discurso de la gran mayoría de los empresarios, importancia alguna, lo que importa «son las ganas de trabajar». Sin embargo no es raro que, basándose en el idioma o en la religión, salga algún comentario sobre el supuesto carácter de unos y de otros que revele algún grado de imparcialidad: "son más traicioneros", "no se están cuando se les necesita", "son más trabajadores", "son menos sumisos"…

Además de forma general los empresarios han adquirido al amparo de los últimos cambios y acontecimientos y cambios el convencimiento (tienen garantizado) que la mano de obra magrebí puede reemplazada sin demasiadas pérdidas por trabajadores de otros países.

El hecho es que los ecuatorianos son vistos en casi todas las localidades recorridas con una innegable simpatía, la sociedad multiplica los gestos altruistas y solidarios hacia ellos. Actitud que nunca han tenido ni los magrebíes, ni los europeos del este que empiezan a su vez a ser numerosos.

Las desventajas de los latinoamericanos factores que les perjudican

En el conjunto del Estado, el colectivo latinoamericano es minoritario con respecto al magrebí, pero el ritmo de crecimiento tan vertiginoso y llamativo que ha tenido este colectivo en los últimos años ha permitido la aparición de un nuevo foco de interés en temas de inmigración. El protagonismo casi exclusivo que tenían los magrebíes hasta 1999 ha sido eclipsado por la velocidad con la que se han impuesto los latinoamericanos en numerosas zonas y sectores económicos y por los sonoros sucesos que han protagonizado en los últimos meses y que han sido objeto de grandes titulares en prensa y televisión: el acuerdo bilateral con Ecuador, el excesivo éxito de la operación de retorno voluntario que siguió la firma de dicho acuerdo y el accidente de Lorca donde el 3 de enero de 2001 murieron en una furgoneta doce ecuatorianos sin permiso de trabajo ni de residencia.

Más allá de la aparición de ese nuevo centro de atención, es evidente que el interés general de los medios de comunicación y de la sociedad por los temas relativos a la inmigración se ha disparado en estos años; el debate político sobre las leyes de extranjería, la gran regularización extraordinaria de 2000, los violentos acontecimientos en varias localidades y la rápida diversificación de las nacionalidades de los inmigrantes en España ha contribuido en gran medida a diluir las numerosas noticias relativas a los magrebíes. Los trabajadores de los países del Magreb han dejado ser el foco exclusivo de atención y, en cierto modo, han dejado de ser "el inmigrante en España" por antonomasia.

La ventaja más decisiva que tienen los magrebíes con respecto a los latinoamericanos es la de llevar más tiempo en España y por tanto la de tener más permisos de residencia o, en su defecto, la de poder acogerse con más probabilidades (en teoría) a los eventuales procesos de regularización como el contingente o la que se organizó durante 2000 (3). Uno de los aspectos más controvertidos de la última Ley de extranjería (Ley Orgánica 8/2000) es que endurece las multas a empleadores infractores sin necesidad de ser reincidente (art. 53) lo que aumenta el temor a contratar trabajadores sin permiso a pesar de la necesidad acuciante de mano de obra y de que las autoridades no han aplicado hasta el momento la Ley con todo su rigor. Esta situación de incertidumbre crea una tensión en el medio empresarial, especialmente en el sector agrario, que hace más vulnerables a ecuatorianos y favorece directamente a magrebíes que llevan más tiempo en España y que tienen, en conjunto, más conocimientos de los mecanismos que llevan a la obtención del permiso de residencia (contingente, regularizaciones, solicitud de permiso inicial…). Mientras dure está situación, mientras pese la amenaza de inspecciones sobre los empresarios de la agricultura o de otros sectores como la hostelería (4), los magrebíes con permisos seguirán siendo una mano de obra más demandada que la latinoamericana tanto en trabajos eventuales como en trabajos más duraderos.

Por otra parte, con el contacto entre los colectivos y el paso del tiempo, ecuatorianos y colombianos van perdiendo rapidamente el brillo de la novedad y la población autóctona de los municipios rurales va descubriendo sus defectos. Se han oido, entre otros, comentarios sobre su gusto por el juego, su costumbre de conducir sin respetar las normas y, por encima de todo, sobre su afición a tomar alcohol con mucha más asiduidad que los magrebíes quienes al ser musulmanes no suelen mostrarse bebidos con la misma frecuencia y con el mismo descaro. Esta nueva forma de percibirlos contribuyó a que en Totana - en el mismo pueblo donde se había hecho una manifestación a favor de los ecuatorianos el año anterior - se organizara en mayo de 2000 otra manifestación en contra de su presencia tan numerosa y por del sentimiento de inseguridad que generaba entre los habitantes de la población.

Finalmente no se puede obviar la desventaja más básica que tienen ecuatorianos y colombianos con respecto a magrebíes: la lejanía de sus países de origen y en consecuencia el mayor gasto que tienen que desembolsar para viajar a su país o para comunicarse con sus familias y amigos. El fulgurante incremento de los locutorios llevados por latinoamericanos en las ciudades y en los pueblos más importantes de la región y la imposibilidad de llevar a cabo la política del retorno voluntario propuesta por las autoridades estatales ilustran a la perfección ésta ineludible desventaja que tienen los latinoamericanos frente a los magrebíes.

Conclusión

Hemos visto que el principal problema de ecuatorianos y colombianos es que muchos de ellos no tienen permiso de residencia por habrer llegado en fechas reciente.

Últimamente el gobierno está haciendo un esfuerzo para poner remedio esta situación como lo demuestran la regularización de 2000 y el acuerdo bilateral que están permitiendo el acceso al permiso de residencia de un gran número de ecuatorianos y colombianos. De hecho se está intentando propiciar la llegada de estos inmigrantes dándoles facilidades en todos los ámbitos por una natural afinidad cultural.

Pero España no es un destino tradicional para la emigración ecuatoriana y colombiana como lo son los EUA para toda Sudamérica y Centro América. No hay que olvidar que su afluencia se ha disparado a partir de un hecho puntual, muy difundido por los medios de comunicación, y que responde a un concurso de causas culturales y económicas que no dejan de ser circunstanciales.

Sin embargo los magrebíes, por su próximidad, seguiran viniendo a pesar de su diferencia cultural y de los múltiples contenciosos que enfrentan España con Marruecos. Por tanto es un hecho que no se puede eludir y con el que habrá que afrontar con más realismo.
 

Notas

1. Esta comunicación se ha hecho dentro del proyecto que sobre «inmigrantes africanos en la fachada mediterránea de España» (Referencia: SEC 98-0628) realiza el Departamento de Geografía Humana de la Universidad de Alicante bajo la dirección del Dr. Don Vicente Gozálvez Pérez.
Por provincias levantinas entenderemos las provincias de Almería, Murcia, Alicante, Valencia y Castellón.

2. En palabras de varias personas de la administración y de ONGs encuestadas.

3. A pesar de que una las condiciones más claras para poner tener papeles en esa regularización era demostrar la presencia en España antes del 1 de junio de 1999, resulta muy curioso observar como el 77% de las solicitudes ecuatorianas y colombianas han sido aceptadas mientras que sólo tenemos un 53% de las argelinas y un 51% de las marroquíes aceptadas.

4. «Mil de empresas de hostelería y de comercio serán inspeccionadas», la temible amenaza que figuraba en los titulares del diario Información de Alicante el 9 de mayo de 2001.
 

Bibliografía

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