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Scripta Nova
REVISTA ELECTRÓNICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona
ISSN: 1138-9788. Depósito Legal: B. 21.741-98
Vol VI, nº 109, 1 de marzo de 2002



UNA MIRADA A LOS RECLAMOS MODERNOS DE IDENTIDAD HUARPE



Alejandro García
CONICET (Ianigla) - UNSJ (Instituto de Investigaciones Arqueológicas y Museo)


Una mirada a los reclamos modernos de identidad huarpe (Resumen)

Los avances registrados en la lucha por el reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas han dado origen a un proceso paralelo que involucra la búsqueda de aceptación de identidades aborígenes por parte de determinadas minorías sociales. En algunos casos no existe una clara vinculación entre tales grupos y las etnias indígenas de las cuales supuestamente descienden. Uno de estos caso es el de los "huarpes modernos", cuyos fundamentos deben analizarse en relación a motivaciones materialistas como el acceso a la propiedad de la tierra conforme a las posibilidades brindadas a las comunidades indígenas por la legislación vigente.

Palabras clave: identidad étnica, indígenas, huarpes


A look at modern claims for Huarpe identity (Abstract)

The advances in the acknowledgement of indigenous rights have originated a parallel process involving claims of social minorities to be accepted as aboriginal people. In some cases there does not exist a solid link between those groups and the indigenous ones from which they supposedly derive. One of these cases is that of the "modern huarpes", whose reasons must be analyzed considering some materialist issues like the access to land property based on the possibilities granted to Argentine indigenous communities by present-day legislation.

Key words: Ethnic identity, Indigenous people, Huarpes


En la última década del siglo XX se observó en Mendoza y San Juan la actividad de algunos sectores sociales enrolados en un proceso destinado al reconocimiento externo de su supuesta identidad huarpe. Luego de una etapa caracterizada por la difusión de su existencia, se observó, en los últimos años, la introducción de otros temas en el discurso de estos grupos, fundamentalmente la solicitud de las tierras que ocupaban. A pesar de la continuidad de estas actividades y de algunos logros alcanzados, no se han hecho públicos aún los estudios que fundamentan estos reclamos y los reconocimientos obtenidos hasta el presente.

A fin de contribuir a una mejor comprensión de este proceso y de sus causas, en el presente trabajo se analizan las formas de diferenciación de grupos étnicos, los elementos constitutivos de una identidad indígena, los fundamentos del caso huarpe y la propiedad de la tierra como probable causa y objetivo del proceso.

Mecanismos de identificación de grupos étnicos

Los estudios recientes sobre etnicidad señalan la existencia de dos perspectivas contrapuestas para abordar el tema (Shnirelman 1995. p. 8-9). Una, denominada "esencialista" u "orientalista", vinculada a los estudios soviéticos, y a la idea de permanencia y durabilidad, sostiene que la detección de criterios objetivos de larga duración, como el lenguaje, tradiciones culturales, etc., es una vía idónea para la identificación de un grupo étnico. Otra, relacionada con la idea de cambio constante, y de empleo común entre los antropólogos occidentales, define la etnicidad en términos más dinámicos, y en cierta medida psicológicos; por ejemplo, y dada una posición extrema, la existencia de una etnia podría apoyarse fundamentalmente en la auto-identificación de los propios integrantes y en el reconocimiento externo por parte de otros grupos (Kohl 1997, p. 3). Las dos perspectivas mencionadas han surgido de la evaluación de realidades totalmente diferentes: los vertiginosos cambios de las sociedades occidentales, por un lado, y la monolítica estabilidad de las sociedades orientales, por el otro.

En América Latina se observan algunos intentos por integrar estas dos visiones. Así, Cardoso de Oliveira (1992, p. 100) considera que el concepto de "etnia" está integrado por dos grandes ámbitos: el de las identidades (asumidas por grupos minoritarios como los indígenas o los negros, o por grupos mayoritarios) y el de los patrones culturales (sociales, religiosos, económicos, etc.). En el mismo sentido, Colombres (1997) propone la existencia de cuatro tipos de factores de identidad que casi siempre se hallarán en una cultura: elementos de origen prehispánico con y sin modificación por la acción de la cultura dominante, elementos introducidos por la cultura dominante y elementos provenientes de otras culturas populares (1997, p. 69). Asimismo, Ringuelet describe tres dimensiones que articulan el concepto de identidad étnica: la temporal, o profundidad histórica, la espacial, vinculada con la localización del agrupamiento social, y la relacional, "en donde la etnia como comunidad cultural se conforma contrastivamente con relación a un exterior en una situación común" (Ringuelet 1992, p. 129). En coincidencia con lo anterior, Klor de Alva explica que la identidad en la visión post-orientalista es concebida "1. en términos relacionales, en vez de esenciales; 2. como una reconstrucción parcial y continua, resultado del desarrollo de los procesos históricos, en lugar de como una totalidad unificada, y 3. como un fenómeno sujeto a una constante negociación y reinvención" (Klor de Alva 1992, p. 457).

Como puede observarse, a pesar de los distintos enfoques subyace la idea de que la identificación étnica se relaciona con una suma de factores o elementos compartidos por un grupo determinado que permite diferenciarlo de otros grupos. Según Colombres "la subsistencia de un grupo étnico depende entonces de la conservación de una frontera" que más que territorial es social, y sobre todo cultural. En definitiva, el grupo "hablará una lengua especial, se vestirá distinto, adoptará en las diversas situaciones conductas diferentes y sustraerá un sector de la vida social a la interacción con otro grupo o sociedad vecina, como ciertas fiestas, ritos y ceremonias, las relaciones matrimoniales, etc. Esto último constituye el sector de no articulación social, principal baluarte de la identidad étnica" (1997, p. 83).

Hasta este punto, y sin haber analizado en detalle todos los aspectos involucrados en el caso, no se observan obstáculos importantes que puedan oponerse al "proceso étnico identitario" (Vázquez 2000, p. 75) de los habitantes del área de las Lagunas de Guanacache y adyacencias. Sin embargo, estos intentos de elaboración de identidad étnica se asocian con otro elemento menos claro: la vinculación con un pasado aborigen que permitiría retomar una identificación indígena.

¿Qué se necesita para ser un indígena?

Los indicadores "esencialistas" han sido fuertemente criticados por su falta de adecuación a la diversidad de situaciones presentes en América. Así, Nervi (1986, p. 292-293) descarta los rasgos biológicos, el uso de lenguas aborígenes, el criterio de supervivencia de caracteres culturales y el de organización económica. Como intento superador del análisis de las particularidades propias de cada grupo, Bonfil Batalla (1972, p. 110) afirma que "la categoría de indio denota la condición de colonizado y hace referencia necesaria a la relación colonial", esto es, alude a un grupo dominado en el marco del régimen colonial iberoamericano o de la sociedad capitalista actual (Bonfil Batalla 1972, p.120-121). Evidentemente, este enfoque presenta dos obstáculos principales: por un lado desconoce la existencia de otros grupos minoritarios y dominados dentro de las sociedades capitalistas que no son indígenas. Por otro lado, no advierte la existencia de relaciones de dominio en el interior de las sociedades indígenas (Nervi 1986, p. 294).

Otra propuesta es la identificación en sentido extremadamente amplio. "Son indios todos aquellos grupos que se autoidentifican como tales y/o son identificados así por la sociedad mayor" (Nervi 1986, p. 294). Este criterio psicológico ha sido oportunamente criticado por Colombres, ya que "se trata de un criterio débil, pues todo lo deja librado al arbitrio del observador externo o del mismo sujeto. El primero puede equivocarse o bien manipular el concepto en contra del indígena. El segundo puede tener sólo de indígena el deseo de parecerlo para usufructuar servicios especiales o alegar un derecho a los bienes de una comunidad" (Colombres 1997, p. 72). Después de todo, a nadie escapa que el pasado ha sido frecuentemente utilizado con fines políticos e ideológicos (Dietler 1994; Díaz-Andreu et al. 1995) y que dada la potencialidad de la etnicidad como instrumento para lograr reivindicaciones económicas, políticas, y sociales, los procesos vinculados con etnogénesis y con reivindicaciones sociales de grupos minoritarios han cobrado cada vez mayor importancia en los últimos tiempos (Maestre Alfonso 1990, Cardoso de Oliveira 1990).

Vistos los antecedentes antes discutidos, ¿son legítimos los reclamos étnicos de los habitantes de la zona lagunera y alrededores? Y aun cuando estos grupos sean aceptados como minorías dominadas, marginales o de participación diferencial dentro de una sociedad mayor, ¿son indígenas?

El caso de las comunidades huarpes: razones argumentadas y razones verdaderas

Recapitulando, el proceso de identificación huarpe debería contemplar tres etapas: 1) Primero se debe mostrar la existencia de la minoría étnica; 2) luego se deben exhibir los fundamentos que vinculen a esa minoría con los indígenas que poblaron la región; 3) finalmente se deben mostrar las pruebas que permitan relacionar la minoría de referencia con una sociedad aborigen determinada (en este caso, la huarpe).

La primera etapa requiere un estudio profundo de las comunidades involucradas en los reclamos de identidad indígena, a fin de mostrar su funcionamiento como minorías sociales con una cultura distintiva frente a la sociedad mayor que las abarca. La segunda etapa requiere pruebas de la vinculación de esas minorías con las poblaciones indígenas previamente asentadas en la región. Para su cumplimiento pueden convergir distintas perspectivas de estudio, como la Historia Oral, la Etnohistoria, la Sociología y la Etnografía. Finalmente, como resultado de la tercera etapa debería surgir de manera convincente la relación con una etnia indígena determinada, en este caso la huarpe.

En tanto el primer punto no parece presentar obstáculos importantes y el segundo podría llegar a cumplirse (aunque a la actualidad no se ha presentado aún ningún estudio que satisfaga los requerimientos mínimos necesarios para su aceptación), el tercer punto presenta inconvenientes que a primera vista parecen insalvables. Los argumentos expuestos por diversas comunidades para obtener su reconocimiento como agrupaciones indígenas se centran fundamentalmente en los vínculos biológicos y en la profundidad temporal de la ocupación de territorios. Escolar (1997) menciona que en San Juan la autodenominada "Comunidad Huarpe" basa su identidad en los principios de descendencia (de población indígena) y de precedencia (a la llegada de los europeos). Actualmente no existen fundamentos para vincular biológicamente a las comunidades actuales con los indígenas que ocupaban la región a la llegada de los españoles. De todas maneras, aun cuando eventualmente en el futuro la comparación del ADN de las comunidades actuales y del correspondiente a muestras de entierros probadamente huarpes y cuantitativamente representativas indicaran tal relación, esto no constituiría fundamento suficiente, ya que, según se ha visto, la "etnicidad" excede lo individual y lo biológico, y por lo tanto es necesario demostrar el efectivo desarrollo de la "dimensión relacional" que permite la conservación de la frontera cultural del grupo minoritario, y su profundidad histórica.

Si se considera la supervivencia de elementos objetivos de la cultura huarpe como indicador de continuidad de la etnia, se observará la ausencia completa en las sociedades modernas de componentes de la cultura material identificados en estudios arqueológicos y etnohistóricos (García ms.). El análisis de la historia de la autoidentificación y del reconocimiento externo no brinda mayores fundamentos a las pretensiones de identidad huarpe. Frente a factores de peso como la falta total de menciones de los huarpes en los siglos XIX y XX, la funcionalidad del área lagunera como refugio de indígenas y españoles y de instalación de prisioneros portugueses (Prieto 1976, p. 262) y la activa movilización de aborígenes de diversas etnias por parte de los españoles entre los siglos XVI y XVIII (Michieli 1996, 2000), ningún estudio ha sido presentado para probar la profundidad temporal de la interacción socioétnica de los miembros de las agrupaciones pretendidamente indígenas. Sólo queda, por lo tanto, adoptar la posición más extrema de la autoidentificación: son huarpes, en consecuencia, quienes se consideren huarpes. Como ya se ha visto, este criterio psicológico es totalmente insostenible (Colombres 1997).

Si no se han esgrimido argumentos firmes para obtener el reconocimiento de la identidad huarpe, es probable que en realidad éstos no existan o que por lo menos no hayan sido elaborados. En este estado de cosas, sin embargo, la vinculación con una etnia en particular (la huarpe) sigue siendo un objetivo primordial. ¿Por qué? Una de las razones posibles es que exista un real autoconvencimiento de su identidad huarpe por parte de poblaciones "silenciadas", "marginadas", que en determinado momento buscan reasumir públicamente una identificación étnica hasta entonces negada. Sin embargo, el movimiento reidentificatorio ha estado fundamentalmente promovido desde una instancia externa, por parte de agentes ajenos a las comunidades locales pretendidamente indígenas, y por lo tanto no constituye un proceso genuinamente interno de reidentificación.

Otra alternativa, fundamentada por el accionar de estas comunidades en la provincia de Mendoza, es la oportunidad de aprovechar concesiones legales previstas para los grupos indígenas argentinos. En efecto, el artículo 75 de la Constitución Nacional Argentina establece que corresponde al Congreso "reconocer la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos. Garantizar el respeto a su identidad y el derecho a una educación bilingüe e intercultural; reconocer la personería jurídica de sus comunidades y la posesión y propiedad comunitarias de las tierras que tradicionalmente ocupan; y regular la entrega de otras aptas y suficientes para el desarrollo humano; ninguna de ellas será enajenable, transmisible ni susceptible de gravámenes o embargos". Así, pues, la obtención del reconocimiento de la identidad huarpe convertiría a los lugareños en "pueblos preexistentes" y por lo tanto les allanaría el camino al reconocimiento legal de su propiedad sobre las tierras que ocupan.

Seguramente hay consenso generalizado en que el otorgamiento de tierras fiscales a los grupos que probadamente las ocuparon durante un período muy largo de tiempo es una reivindicación social justa. Sin embargo, la Constitución Nacional restringe el alcance de la medida, haciéndola aplicable sólo a las comunidades indígenas y no previendo medidas similares para otras comunidades rurales. La falta de acción y compromiso de la clase dirigente para implementar políticas genuinas de concesión de tierras a estos sectores es otro factor importante del problema. El resto es evidente: en poco tiempo aparecen sectores sociales pugnando por su identificación como indígenas, que se insertan en una macro-comunidad indígena continental en lucha por sus derechos, lo cual les permite hacer uso del discurso elaborado para situaciones radicalmente diferentes. La confusión o el interés particular o sectorial de los funcionarios públicos y organismos involucrados en el proceso es un tema interesante de estudio para el futuro; las actividades de académicos e investigadores que favorecen la emergencia de grupos "indígenas" sin fundamentos claros para sus pretensiones étnicas también serán un tópico de análisis ineludible una vez que se haya superado la actual corriente de pensamiento posmoderna y temas como el aquí tratado puedan considerarse con otra perspectiva. Pero en el presente es necesario no caer en posiciones extremas y medir la fundamentación, alcance y consecuencias de las medidas que se tomen en relación a reclamos de identidad indígena.

En el caso que nos ocupa, más allá de que se compartan los derechos de algunas comunidades a la posesión de las tierras que ocupan, el fin no justifica los medios. Si la obtención de tierras es un punto clave del programa de acción de los grupos indígenas actuales, los sectores que no tengan una probada vinculación con comunidades indígenas pasadas deberían buscar otras vías para vencer la negativa o ineficiencia política y satisfacer sus demandas. Obtener territorios, ventajas impositivas u otras concesiones asumiendo una identidad irreal significaría por un lado incurrir en la usurpación de una identidad histórica y en el falseamiento premeditado de la historia local y regional, y por otro lado el Estado se estaría exponiendo a eventuales demandas legales por otorgamiento de tierras públicas bajo falsas premisas.

Otros problemas concurrentes

Uno de los mayores problemas de la posición constructivista que apoya el resurgimiento de la identidad huarpe es la hasta ahora amplísima brecha que separa la teoría de la práctica. Mientras que el discurso utilizado por los dirigentes de las comunidades y los políticos y académicos que favorecen este proceso no presenta una elaboración detallada y sólo se apoya en algunos postulados básicos (silenciamiento histórico por parte de los sectores dominantes, reafirmación de derechos identitarios de minorías étnicas, dinámica permanente del proceso de construcción de la identidad, etc.) no se ha realizado ninguna presentación que asocie los fundamentos del proceso con trabajos de campo o documentación o algún otro tipo de evidencia empírica. El divorcio entre la teoría y la práctica es total, y hace recordar situaciones similares observadas en otros campos de estudio, por ejemplo en relación a algunos trabajos arqueológicos postprocesuales: "Why are not more of the articles informed by hard archaeological evidence? (...) Too much teorethical discoursing from one`s armchair (or divan) presents another danger, particularly as the discipline is deliberately politicized: a certain disconnection from reality" 1 (Kohl 1998, p. 173).

Quizás es peor el argumento de incontrastabilidad que subyace al discurso constructivista esgrimido. La acción centenaria y permanente de diversos factores como la segregación, el "silenciamiento" y la marginación es invisible, no deja ninguna huella objetiva que permita reconstruir, comprobar y analizar el proceso, por lo que simplemente corresponde asumir una postura convenientemente posmoderna y antipositivista y aceptar que la actual situación de determinadas minorías se debe al efecto de tales factores sobre un sector social de base indígena.

Otro de los elementos discutibles es la posición parcial y las características de la intervención de las autoridades políticas. Por un lado, en lugar de generar un ámbito objetivo de discusión del cual pueda resultar una conclusión sobre el tema, el Gobierno de San Juan, a través de la Subsecretaría de Cultura y Turismo, ha optado por apoyar los reclamos de identidad indígena desde el comienzo (ver infra). Por otra parte, uno de los pilares del plan de acción oficial sobre el tema, desarrollado por la provincia de San Juan, es el intento de extender la supuesta identidad huarpe a toda la población provincial. La disputa sobre los orígenes de una minoría se transforma así en un problema global, que alcanza a todos los sectores sociales. El tema ya no es dilucidar aspectos de la identidad de determinadas comunidades sino "terminar con el silencio oficial sobre nuestros orígenes" (Meglioli 2001; el subrayado es mío). La actividad oficial busca así ganar fuerza involucrando al resto de la sociedad en una discusión sobre sus propios orígenes: "Somos sanjuaninos, pero primero somos Huarpes..." (Meglioli 2001). El hecho de que estas ideas se promuevan desde la propia Dirección de Cultura de la Provincia agrega un ingrediente de preocupación más al tema. Evidentemente, extender la confusión a sectores mayoritarios (incluyendo a otras minorías) que no presentan problemas existenciales sobre el tema y que en gran medida reconocen su origen en los movimientos migratorios europeos de los siglos XIX y XX, no parece ser una vía útil para esclarecer el caso. Más que el uso de lemas anclados en el Romanticismo decimonónico, la presentación de fundamentos firmes y menos teóricos muy probablemente sea una forma mucho más eficaz para interesar al resto de la sociedad sobre el tema.

Otro punto débil es la falta de coherencia en el discurso a favor de la identidad huarpe. Mientras que los integrantes de las comunidades "indígenas" no dudan en recurrir a una posición netamente esencialista, aludiendo a su vínculo biológico con las poblaciones huarpes coloniales y prehispánicas y a rasgos propios de la "esencia" huarpe (como el carácter pacífico del grupo o una especial condición psicosomática para sobrevivir en un ambiente desfavorable), e intentando restablecer su lengua, los dirigentes, académicos y políticos, por el contrario, exhiben una posición psicologista extrema y rechazan completamente cualquier intento de alusión a caracteres objetivos. Una situación similar ha sido observada entre los mayas guatemaltecos; en este caso, además, los mismos activistas mayas borran convenientemente los límites entre el esencialismo y el constructivismo para reafirmar sus pretensiones (Fischer 1999, p. 475-476).

Finalmente, un factor cuyo alcance probablemente no es percibido en toda su dimensión es la carga moral o el sentimiento de obligación de resarcimiento social para enmendar errores "históricos". En el marco del Primer Foro "Re-conociendo Nuestra Identidad" (San Juan, 26 y 27 de octubre de 2001) se realizó un explícito intento por inculcar en la sociedad un sentimiento de culpa y deuda social hacia la minoría "huarpe" por los excesos cometidos desde la conquista hasta la actualidad con esas comunidades. "Pueblo y gobierno de San Juan tienen una gran deuda pendiente con los descendientes del huarpe" (Acosta 2001, p. 3). Según esta posición, el estado actual de desatención y falta de reconocimiento de la minoría "huarpe" es responsabilidad de todos (aun de aquellos integrantes de los sectores mayoritarios que históricamente han estado marginados de la toma de decisiones políticas, económicas y sociales, o de los integrantes de otras minorías "no indígenas" más alejados aún del poder). La señal de alerta de Béteille (originada de un estudio sobre minorías indias) es clara: "Their economic and social conditions are for the most part abject and miserable, and they are subjected to discrimination and exploitation of the most oppresive kind. But that still does not justify their being described as "indigenous" people in the context of their present existence"2 (Béteille 1998, p. 190; el subrayado es mío). En el mismo sentido, las actuales condiciones de vida de algunas minorías no las convierten en indígenas y responden a complejos procesos históricos y sociales de los cuales no puede hacerse responsable a la sociedad actual.

Conclusiones

De la revisión anterior surge que ante la ausencia de patrones de aplicación universal, los argumentos más apropiados para determinar la filiación indígena de un grupo deben desprenderse del análisis específico de su trayectoria histórica. Este estudio no ha sido realizado en el caso de los reclamos de identidad huarpe, lo que resta fundamento a sus requerimientos. Un evidente error metodológico consiste en procurar un reconocimiento étnico preciso (huarpe) sin haberse comprobado una identidad indígena general y sin tener en cuenta que el importante cruce genético y cultural de europeos e indígenas de diversas etnias en las áreas de refugio huarpe durante la colonización española hace sumamente difícil la diferenciación de cada grupo indígena y de sus descendientes (más aún cuando hasta es posible que las identidades particulares se hayan transformado en otra global y distinta de cada una de las involucradas en el proceso). Finalmente, cabe destacar que, en el estado actual del caso, el surgimiento de procesos de reidentificación étnica en Cuyo parece constituir una vía moderna para la obtención de territorios por parte de las minorías que los ocuparon durante largo tiempo, esto es, una respuesta al tratamiento diferencial brindado por la Constitución Nacional a algunas minorías sociales argentinas, que sólo abre la posibilidad de concesión de tierras a los grupos identificados como indígenas.



Notas

1."¿Por qué la mayoría de los artículos no están respaldados por evidencia arqueológica firme? Hacer demasiado discurso teórico desde nuestro sillón (o diván) presenta otro peligro, sobre todo en el momento en que la disciplina es deliberadamente politizada: una cierta desconexión de la realidad".

2. "Su condición económica y social es mayormente servil y miserable, y están sujetos a la más opresiva discriminación y explotación. Pero eso, no obstante, no justifica su descripción como indígenas en el contexto de su presente existencia".



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© Copyright Alejandro García, 2002
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Ficha bibliográfica:
GARCÍA, A.. Una mirada a los reclamos modernos de identidad huarpe.
Scripta Nova. Revista electrónica de geografía y ciencias sociales, Universidad de Barcelona, vol. VI, núm. 109, 1 de marzo de 2002. www.ub.es/geocrit/sn/sn-109.htm [ ISSN: 1138-9788]


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