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Scripta Nova
REVISTA ELECTRÓNICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona. ISSN: 1138-9788. Depósito Legal: B. 21.741-98
Vol. VI, núm. 121, 30 de agosto de 2002


LA CUESTIÓN AGRARIA BRASILEÑA A COMIENZOS DEL SIGLO XXI

Bernardo M. Fernandes
Profesor del Departamento de Geografía
UNESP - Presidente Prudente, Brasil.


La cuestión agraria brasileña a comienzos del siglo XXI (Resumen)

Para entender la cuestión agraria en el inicio del siglo XXI es necesario discutir los nuevos elementos que aparecieron en la década de 1990. En este sentido, realizamos una reflexión sobre las principales teorías de la cuestión agraria y analizamos el embate entre el "Movimiento Sin Tierra"- MST y el gobierno de Fernando Henrique Cardoso, en la disputa de proyectos de desarrollo y de la apropiación de los espacios políticos. Presentamos una lectura de la representatividad de la agricultura familiar como elemento nuevo de la cuestión agraria, así como la importancia de las ocupaciones como forma de asegurar su fijación en la tierra. Enfatizamos las diferencias de los conceptos de lucha por la tierra y de reforma agraria, así como destacamos la banalización que la noción de reforma agraria viene sofriendo. Al final, se defiende como una posibilidad de diálogo la participación de los trabajadores en la política de implantación de asentamientos rurales.

Palabras clave: cuestión agraria, lucha por la tierra, reforma agraria, MST, agricultura familiar.


The brazilian agrarian question in the beginning of the XXI century (Abstract)

To understand the agrarian question in the threshold of the century XXI it is necessary the new elements that appeared in the decade of 1990 to discuss. In that sense, we accomplished a reflection regarding the main theories of the agrarian question and we analyzed the confront between MST and the government Fernando Henrique Cardoso, in the dispute of projects of rural development and in the appropriation of political spaces. We presented a reading of the meaning of the family agriculture as new element of the agrarian question, as well as the importance of the occupations as a form of access to land. We emphasized the differences of the concepts the struggle for land and of agrarian reform, as well as the devaluation of the notion of agrarian reform. Finally, we defends as possible dialogue to the workers' participation in the politics of rural settlements.

Key-words: Agrarian question, struggle for land, agrarian reform, MST, farm agriculture.


Abordar el estudio de una realidad tan compleja como el espacio agrario brasileño nos exige, desde el primer momento, evidenciar algunos presupuestos que nos permitan evitar la exposición de un conjunto de meras generalizaciones.

Estamos frente a un territorio como el brasileño, con 8,5 millones de kilómetros cuadrados, 800 mil km2 menos que los Estados Unidos y 5 millones de km2 más que toda la Unión Europea. Con una diversidad climática que comprende desde climas ecuatoriales hasta subtropicales. Un país que fue incorporando las tradiciones agrarias americana, africana, asiática y europea, como resultado de los flujos migratorios que fueron llegando y asentándose en su territorio. Nos encontramos, por tanto, delante de una producción agraria diversa, fruto de un país de dimensiones continentales y del encuentro de diferentes "culturas agrarias".

Sin embargo, descubrimos la complejidad del agro brasileño en toda su dimensión cuando consideramos los conflictos que lo caracterizan. La incorporación precaria y dependiente al mercado internacional, la concentración de la propiedad de la tierra (ambas herencias de la colonización portuguesa reforzadas hasta nuestros días) o la modernización excluyente en el sector agrario, son algunos de los conflictos que determinan la evolución y la situación actual del campo en este país.

Frente a este panorama, hemos optado por delimitar nuestro estudio sobre las características de la agricultura brasileña a comienzos del siglo XXI al análisis de la pequeña producción en el contexto de esa realidad multidimensional, heterogénea y confusa que denominamos "globalización". La nueva orientación que desde finales de la década de 1990 va tomando la política agraria ha pasado a considerar la pequeña producción como un sector de actuación prioritaria. La consolidación de los movimientos sociales rurales que luchan contra la opresión del latifundio y contra la complicidad de los poderes públicos en mantener el statu quo, ofreció un argumento más para invertir en una política de "solución" de los conflictos en el campo. Desde entonces se suceden las políticas encaminadas a sustituir la agricultura tradicional campesina por una agricultura denominada "familiar" e integrada totalmente a la lógica del mercado. En el segundo apartado se tratará con profundidad estos aspectos, prestando atención también a los elementos teóricos de este proceso. Para completar el análisis de la agricultura brasileña, mostraremos en el apartado tercero una radiografía de los aspectos socioeconómicos del sector, dando prioridad a la dinámica seguida por la pequeña producción y considerando cuáles son las circunstancias que rodean su integración a un mercado global, vía acuerdos comerciales internacionales.

Brasil tiene una amplia tradición de conflictos sociales en el medio rural asociados a las desigualdades que caracterizan la propiedad y la producción de la tierra. Son conflictos que hoy no se circunscriben exclusivamente a la zona rural; ni el problema ni las posibles soluciones[1]. La resolución de la cuestión agraria gana cada vez más espacio entre las instituciones gubernamentales y entre los investigadores y se refuerza entre los propios afectados. Los problemas que surgen cuando la propiedad, uso y distribución de la tierra se convierten en obstáculo para "el aumento de la producción, para el abastecimiento satisfactorio de toda la población y para el progreso social y económico de la sociedad" (Stédile, 1997: 8), que consideramos como la "cuestión agraria", demandan nuevas interpretaciones frente a los cambios que se suceden en el sector agrario. A lo largo de este trabajo intentaremos mostrar una lectura crítica de las transformaciones socioeconómicas, políticas e, incluso, científicas que de manera contradictoria atraviesan la dinámica de este sector.

La cuestión agraria brasileña a comienzos del siglo XXI

Al iniciarse un nuevo siglo, el debate respecto de la cuestión agraria en Brasil incluye elementos antiguos y nuevos que tienen como referencia las formas de resistencia de los trabajadores en su lucha por la tierra, la implantación de asentamientos (assentamentos)[2] rurales, y, simultáneamente, el aumento en la concentración de la propiedad de la tierra. En el centro de este debate se produce una disputa política por diferentes proyectos de desarrollo rural.

Desde la década de los años 1970 el campo brasileño pasa por profundas transformaciones, resultantes, por un lado, de la implantación del modelo de desarrollo económico del sector agropecuario implementado por los gobiernos militares y, por otro lado, de las acciones de los principales protagonistas de la lucha contra ese modelo: el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) y la Comisión Pastoral de la Tierra (CPT).

Desde los primeros años del "debilitamiento" de la dictadura militar (finales de los 1970, principios de los 1980), los "sin tierra" volvieron a situar el tema de la reforma agraria en la pauta política. En el primer gobierno de la Nueva República (1985-1989), tras la caída definitiva de los gobiernos militares, fue creado el Plan Nacional de Reforma Agraria, que no llegó a concretizarse. La mayor parte de los asentamientos implantados durante este gobierno fueron resultado de las ocupaciones de tierras. También en este período, los trabajadores conquistaron el Programa Especial de Crédito para la Reforma Agraria (PROCERA). Durante los gobiernos de Fernando Collor de Mello (1990-1992) y de Itamar Franco (1992-1994), las políticas creadas para tratar de la cuestión agraria mantuvieron la represión sobre los "sin tierra". En esta época, los trabajadores conquistaron algunos asentamientos y crearon el Sistema Cooperativista de los Asentados (SCA), además de otros sectores de actividades del Movimiento, ampliando la lucha por la tierra y conformando un proyecto de desarrollo para el campo. Para impedir el avance de esta lucha siempre se recurrió a políticas de represión. La militarización de la cuestión agraria ha sido tradicionalmente una barrera a la lucha de los trabajadores. Pero no ha sido la única. En la década de los noventa apareció un nuevo obstáculo: la judicialización de la lucha por la tierra, representada por la estrategia de criminalizar las ocupaciones de tierra y por la más absoluta impunidad de los que mandan asesinar y de los que asesinan a los trabajadores.

Las ocupaciones masivas son un nuevo elemento que contribuye para el avance de la lucha por la tierra. Solamente en la década de los noventa, más de cuatrocientas mil familias ocuparon latifundios[3]. Estas luchas se desarrollaron mediante procesos de "espacialización" y "territorialización"[4] de los movimientos sociales en el campo. Aunque algunos investigadores denominen a esta política de asentamientos rurales como política de reforma agraria, la existencia de la inmensa mayoría de los asentamientos es resultado de la lucha por la tierra. De esta manera, frente a la inexistencia de una efectiva reforma agraria, las ocupaciones han sido la principal forma de acceso a la tierra.

Sin embargo, hay diferencias substanciales entre las políticas de los gobiernos anteriores y las del actual. Los tres primeros gobiernos de la Nueva República (1985-1994) apenas fortalecieron el modelo de desarrollo económico para el sector agropecuario que atiende a los intereses y privilegios de la agricultura capitalista, sin crear ningún proyecto de desarrollo rural más amplio. En realidad, el discurso político que predominó en este período fue que la reforma agraria debería ser una política escasamente social, de modo que la territorialización de la lucha por la tierra fue determinante para la conquista de políticas de desarrollo para el campo, principalmente para los asentamientos.

El gobierno actual está intentando implantar una nueva política agraria que llama, "Nuevo Mundo Rural". En este programa, el gobierno de Fernando Henrique Cardoso reconoce la importancia de los pequeños agricultores para el desarrollo del campo e impulsa un conjunto de políticas para tratar de la cuestión agraria. Sin embargo, estas políticas consideran el capital y el mercado como principales referencias, pretendiendo vaciar de sentido las formas históricas de lucha de los trabajadores. La lucha por la tierra, que tiene como principio el enfrentamiento contra el capital, entra en conflicto con ese programa, a través del cual se intenta convencer a los pequeños agricultores y a los "sin tierra" de aceptar una política en la que la integración en el capital sería la mejor forma de minimizar los efectos de la cuestión agraria.

Este programa presenta la "nueva reforma agraria", que además de la desapropiación de tierras, contempla la compra de tierra, intentando introducir este elemento en el concepto de reforma agraria, desvirtuándola. Por no estar interesado políticamente en el enfrentamiento con los "ruralistas"[5], ni en acabar con los fraudes de las indemnizaciones millonarias para pagar las expropiaciones de tierras, el gobierno está haciendo dejación sus competencias, definidas en la Constitución, para sacar adelante la reforma agraria. De este modo, optó por enfrentarse a los trabajadores. A través del citado programa y mediante la implantación de un conjunto de medidas para desmovilizar y debilitar a los trabajadores organizados, pretende reconducir la cuestión agraria e impedir que la lucha por la tierra continúe creciendo.

Desde su primer mandato (1995-1999), el gobierno de Fernando Henrique Cardoso está creando diversas políticas con el objetivo de impedir el progreso de la lucha por la tierra. Para intentar impedir el crecimiento de las ocupaciones de tierra, fue creado el Banco de la Tierra: una política de compraventa de tierras. Igualmente, por medio de decretos provisionales, puso en marcha una serie de políticas, como por ejemplo no realizar auditorias técnicas[6] de las tierras ocupadas, no asentar a las familias que participen de las ocupaciones, excluir a los asentados que apoyen a otros "sin tierra" en las ocupaciones de tierras, intentando, con todo esto, impedir el proceso de territorialización de la lucha por la tierra. El gobierno creó, asimismo, la "reforma agraria por correo"[7], con la intención de desmovilizar a los movimientos sociales. En relación con la política de crédito, los trabajadores vieron como el PROCERA fue substituido por el Programa Nacional de Fortalecimiento de la Agricultura Familiar (PRONAF). Esta substitución representa no sólo una pérdida económica para los trabajadores, sino también una derrota política en la implantación de un proyecto de resistencia de la lucha por la tierra. Estas políticas fueron creadas como respuesta a las acciones de los trabajadores "sin tierra", pero también son el resultado de un nuevo paradigma de la cuestión agraria, denominada "agricultura familiar", que tiene como principal referencia el papel central del Estado como gestor de proyectos para la "integración" de los campesinos en el mercado.

En este contexto, desde mediados de la década de los noventa, la lucha por la tierra y la implantación de asentamientos han sido elementos importantes para analizar las transformaciones que ocurren en el campo. Sin la realización efectiva de la reforma agraria, las ocupaciones, las acampadas (acampamentos)[8], los asentamientos, los expulsados del campo y la concentración de la propiedad de la tierra crecen. Para contribuir a su estudio y al debate, proponemos una reflexión teórica sobre la cuestión agraria y un análisis de la realidad de la lucha por la tierra, principalmente desde la perspectiva de la confrontación entre el gobierno de Fernando Henrique Cardoso y el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST).

Reflexiones para el estudio de la cuestión agraria

La cuestión agraria es la dinámica del conjunto de problemas relativos al desarrollo del sector agropecuario y de las luchas de resistencia de los trabajadores, ambos inherentes al proceso desigual y contradictorio de las relaciones capitalistas de producción. En diferentes momentos de la historia, esta cuestión ha ido presentándose con características diversas, relacionadas con los distintos grados de desarrollo del capitalismo. Así, la producción teórica en este campo sufre modificaciones constantes debido a las nuevas referencias, generadas a partir de las transformaciones de la realidad.

Los problemas referentes a la cuestión agraria están relacionados, básicamente, con la propiedad de la tierra, y en particular, con la concentración de la estructura de la propiedad, con los procesos de expropiación, expulsión y exclusión de los trabajadores rurales, campesinos y asalariados, con la lucha por la tierra, por la reforma agraria y por la resistencia en la tierra, con la violencia extrema contra los trabajadores, con la producción, abastecimiento y seguridad alimenticia, con los modelos de desarrollo del sector agropecuario y de sus patrones tecnológicos, con las políticas agrícolas y el mercado, con el campo y la ciudad, con la calidad de vida y la dignidad humana, abarcando, por tanto, desde la dimensión económica hasta la social y la política.

La cuestión agraria es un elemento estructural del capitalismo. Por tanto, el conjunto de problemas es constante; se puede intentar suavizarlos, disminuir su escala, pero no es posible solucionarlos totalmente, aunque las políticas públicas pueden servir para suavizarlos. Estas medidas de control político pueden disminuir la violencia provocada por las desigualdades. Otras posibilidades son las formas de lucha de los trabajadores por medio de la presión política: las ocupaciones de tierra, las manifestaciones, las ocupaciones de edificios públicos, las huelgas, etc. Estas son acciones que modifican la coyuntura, pero que no impiden el proceso de intensificación de las desigualdades, generadoras de miseria y de hambre. La persistencia de esta dinámica y la renovación de los problemas son propias de la lógica de la cuestión agraria.

Por el hecho que la cuestión agraria es un conjunto de problemas inherentes al capitalismo, para que sean suavizados es necesario que se hagan efectivas, simultáneamente, medidas de carácter político y socioeconómico. Cómo llevarlas a cabo es el quid de la cuestión del tema agrario, porque solamente las luchas por la tierra y por la reforma agraria no son suficientes para minimizar los problemas, así como las políticas gubernamentales en solitario tampoco son eficientes. La cuestión no se reduce a la distribución de la tierra, sino también a construir nuevas relaciones de poder con la participación de los trabajadores en la implantación de las políticas públicas. Este es el sentido de la correlación de fuerzas políticas en el plano de los conflictos propios del capitalismo. Las políticas públicas eficaces se implementan con la participación de los trabajadores, y por no ser éste el proceso habitual, sino la unilateralidad en la implantación de los proyectos, siempre fueron fundamentales las luchas populares para el enfrentamiento y las conquistas de los trabajadores rurales.

Cuando comprendemos la cuestión agraria como la dinámica de los problemas relativos al sector agropecuario inherentes al proceso de relaciones capitalistas, conseguimos desvelar sus elementos estructurales y coyunturales que, dependiendo de las políticas desarrolladas, son ampliados e intensificados. De esta forma, el conjunto de problemas se expande y la cuestión se territorializa. Por tanto, no hay salida para los problemas creados y recreados por la cuestión agraria. Su límite es su superación y eso es imposible en el contexto del capitalismo. Luchar para intentar superarla, significa luchar contra el capital. Y en este plano también hay límites, porque vivimos en un tiempo en que necesitamos construir nuevas experiencias y referencias para pensar la transformación de la sociedad, no considerar esta posibilidad significa perder la perspectiva, significa ignorar la realidad del sistema capitalista y aceptarlo, supone aceptar ser engullido o consumido lentamente por la cuestión agraria.

Las referencias teóricas y las experiencias históricas son fundamentales para la construcción de nuevas prácticas en la lucha contra el capital. Abandonar a los clásicos de la cuestión agraria y de la lucha por la transformación de la sociedad no nos llevará a ninguna parte; es necesario tomarlos como referencia para ayudarnos a comprender el mundo en que vivimos, lo que resulta esencial para luchar por otra sociedad, por algún lugar. Del mismo modo, la lucha contra el capital supone la lucha por un espacio político. Implica luchar para intentar ser protagonistas y no actores secundarios del proceso; en este camino, la certeza de la lógica destructiva de la cuestión agraria está presente en la conciencia de los que luchan y resisten. A partir de estas referencias se construyen nuevas interpretaciones, nuevas tesis. En este proceso de formación de paradigmas del conocimiento se van dando las persistencias y superaciones de las teorías, contribuyendo con el debate de la cuestión agraria por medio del análisis de las diferentes corrientes teóricas en determinados momentos históricos.

En este sentido, no se puede dejar de mencionar algunas de las más importantes obras clásicas que son referencias teóricas fundamentales para comprender este movimiento, entre las que podemos citar La cuestión agraria, de Kautsky, en la que encontramos excelentes análisis respecto a los elementos estructurales de la cuestión. Otra obra contemporánea de la anterior, El desarrollo del capitalismo en Rusia, de Lenin, también contribuye a la formación de los marcos de referencia para el estudio del capitalismo agrario. A partir de esta comprensión, estas obras son punto de partida y de retorno para cualquier análisis profundo. Por tanto, estos libros no se adaptan exclusivamente al marco de luchas políticas en que vivieron sus autores, como afirma Abramovay (1992:31). De hecho, son referencias esenciales para la investigación de la dinámica de la cuestión agraria y contribuyen con la elaboración de nuevas ideas respecto de la verdadera dimensión de los problemas agrarios.

Otro clásico es La cuestión agraria de Caio Prado Júnior. Este libro fue publicado por primera vez en 1979, y reeditado por la Editora Brasiliense en el año 2000. Los artículos que componen la obra fueron publicados en la Revista Brasiliense entre 1960 y 1964. En virtud de la lógica y persistencia de la cuestión, el libro de Caio Prado, además de ser un referencial teórico y un documento histórico importante, incorpora los principales elementos estructurales al análisis de la cuestión agraria brasileña. El clásico Cuatro siglos de latifundio de Alberto Passos Guimarães es otra obra de referencia, principalmente paara entender la formación de los latifundios. Estos autores dieron lugar a debates políticos respecto de sus diferentes interpretaciones de la cuestión, construyeron conocimientos científicos e influyeron con sus teorías sobre la cuestión en el desarrollo del capitalismo en Brasil. Están entre las principales referencias teóricas desde mediados del siglo XX.

En el campo de los debates, de los procesos de formación de las ideas y sus lecturas diversas, los elementos estructurales de la cuestión agraria fueron interpretados por los investigadores, que presentaron diferentes visiones respecto del desarrollo del capitalismo en el campo. Entre los elementos estructurales que se encuentran en el centro de la cuestión están los problemas relativos a la "diferenciación del campesinado". Sobre este tema existen diferentes lecturas: por un lado, la premonición de los que creen en la destrucción del campesinado y en la probable hegemonía de la condición de asalariado, por otro, los que defienden la tesis de la "persistencia de relaciones no capitalistas de producción", en el contexto de las desigualdades y de las contradicciones de las "relaciones capitalistas de producción". Estas interpretaciones contribuyeron a la elaboración de distintas políticas referentes la legislación laboral y a la reforma agraria (ver el Estatuto del Trabajador Rural de 1962, y el Estatuto de la Tierra de1964).

Otro elemento esencial de la cuestión es la concentración de la propiedad de la tierra. La reforma agraria es una política pública para la democratización del acceso a la tierra y para la formación del campesinado. En este sentido fue, y es, defendida como una posibilidad de desarrollo del capitalismo, pero también -y al mismo tiempo-, es una forma de construcción de nuevas experiencias de lucha contra el capital que, además, representa efectivamente la (re)socialización de los expropiados. En este contexto se dan las discusiones en las que la reforma agraria es vista como una cuestión económica y como una cuestión social, de solución de injusticias, etc.

Estas interpretaciones están presentes en los documentos de las instituciones que trabajan sobre la cuestión: movimientos, sindicatos, Estado, Iglesia y partidos políticos. Así, fueron construidas diferentes lecturas de la realidad en los territorios teóricos y en el desarrollo de políticas.

En la década de los ochenta, por lo menos dos obras pueden señalarse entre las más importantes en el análisis de la cuestión agraria: Los campesinos y la política en Brasil de José de Souza Martins, y La modernización dolorosa de José Graziano da Silva. Estos trabajos también se erigieron en referencias para el desarrollo de las investigaciones y la consolidación del debate, volviéndose fundamentales para los análisis y contribuciones teóricas sobre la dinámica de la cuestión. José de Souza Martins discute los orígenes y la formación del campesinado; su obra es sin duda, referencia esencial para una lectura sociológica de este proceso. Graciano da Silva analiza las transformaciones recientes de la agricultura y la permanencia de la concentración en la estructura de la propiedad de la tierra, la frontera agrícola y la subordinación del campesino al capital. Estas obras se convirtieron en referencias bibliográficas obligatorias para el estudio de la cuestión agraria.

En la década de los noventa, una referencia importante es el libro La cuestión agraria hoy, dirigido por João Pedro Stédile. Es una recopilación de artículos en que se debaten desde las cuestiones teóricas del desarrollo del capitalismo en el campo hasta los desafíos de las luchas de los trabajadores organizados. Esta obra contiene estudios que analizan las distintas dimensiones de la reforma agraria, los elementos estructurales y algunos elementos coyunturales que formaron parte de la cuestión agraria durante las décadas de los ochenta y los noventa, del siglo XX.

En algunas partes de esta obra, las desigualdades generadas por la territorialización del capital y la reforma agraria son vistas como una cuestión social, o sea, como una forma de distribución de renta, como forma de lucha y resistencia de los trabajadores, entendiendo que la reforma agraria no sería ya necesaria para el desarrollo capitalista y no interesaría a la burguesía, que la tendencia es la desintegración del campesinado y al intenso éxodo rural y que, desde ese punto de vista, sólo tendría sentido como lucha política. Bajo esta interpretación se considera que la organización de la pequeña producción campesina no conduce a la transformación de la sociedad y que es preciso, por tanto, construir nuevas experiencias colectivistas en los asentamientos conquistados.

En la obra citada y desde una perspectiva diferente, se considera a la reforma agraria como algo inviable. Incluso reconociendo las enormes desigualdades producidas por el progreso técnico y por el "modelo agrario vigente", afirma que la tendencia del desarrollo de la agricultura capitalista no es generar empleos directos, sino en los sectores de servicios creados por las demandas de los "complejos agropecuarios". Dentro de una postura más a la derecha, se defienden medidas de combate al desempleo en vez de asentar a los "sin tierra". Incluso se llegan a defender políticas asistenciales como forma de combatir la miseria. En el otro extremo, se discute que las políticas reformistas son paliativas y que solamente la lucha por el socialismo sería un verdadero proceso de transformación.

Todavía en la década de los noventa surgió otra obra que se convirtió en una referencia importante para las investigaciones sobre la cuestión agraria, en la elaboración de políticas públicas y en la organización sociopolítica: es la tesis doctoral de Ricardo Abramovay, titulada De campesinos a agricultores: paradigmas del capitalismo agrario en cuestión y publicada con el título: Paradigmas del capitalismo agrario en cuestión, (Abramovay, 1992). Esta obra ha sido una referencia muy utilizada en los estudios de la cuestión agraria en diversas áreas de las ciencias humanas. Es parte de un amplio conjunto de estudios sobre la "agricultura familiar", noción que ha ganado posiciones en detrimento del concepto de campesino. Dentro de este paradigma se defiende que el productor familiar que utiliza recursos técnicos y está "fuertemente" integrado en el mercado no es un campesino, sino un agricultor familiar. De este modo, se puede afirmar que toda la agricultura campesina es familiar, pero no toda la agricultura familiar es campesina, o que todo campesino es agricultor familiar, pero no todo agricultor familiar es campesino. Se creó, por tanto, un término superfluo[9], pero de reconocida fuerza teórico-política. Y como eufemismo de agricultura capitalista, fue creada la expresión "agricultura patronal".

Lo que en estos estudios se cuestiona es la defensa de la tesis que la agricultura familiar está integrada en la lógica del desarrollo del capitalismo, que su existencia se debe mucho más a las políticas creadas por el Estado para garantizar la producción de alimentos que a los intereses políticos y a las luchas de los pequeños agricultores. Esta visión de la agricultura campesina está presente en el conjunto de políticas del Banco Mundial, creadas en la década de los 1990, para el "desarrollo rural" de los países pobres. Resulta evidente que en esta visión no están presentes los conflictos políticos y que las posibles soluciones para la cuestión agraria pasarían por las políticas económicas dictadas por el Banco Mundial.

A pesar de todo, la mayor parte de estos referentes teóricos demuestran que la existencia del campesinado es consecuencia de su lucha heroica contra la expropiación y la proletarización causadas por el desarrollo del capitalismo, de la dinámica de creación y recreación del campesinado en el proceso de diferenciación. Éste es un proceso contradictorio que se da por medio de la sujeción de la renta de la tierra al capital. De este modo, la formación del campesinado pasa simultáneamente por la exclusión/inclusión de las condiciones de realización del trabajo familiar, por la creación/destrucción/recreación de relaciones sociales que van desde la propiedad campesina, el arrendamiento o la mediaría, hasta la aparcería. Al mismo tiempo que el capital destruye al campesinado en un lugar, lo recrea en otro. O en el mismo lugar en otro tiempo. De esta forma, se puede comprender la destrucción del campesinado por la territorialización del capital, así como el proceso de recreación del campesinado donde el capital se territorializó. Y esto sucede porque el campesinado, en el proceso de diferenciación, al ser totalmente expropiado se vuelve un asalariado, y al capitalizarse se puede volver un capitalista. Y en el interior de este proceso, resistiendo, se mantiene como campesino, o incluso en las regiones donde se dio una profunda difusión de la industria, se vuelve un campesino asalariado. Es a partir de la formación del campesinado que se desarrollaron las relaciones capitalistas. Así, el capital destruye y recrea relaciones no capitalistas y también se desarrolla a partir de su contrario, o sea, a partir de relaciones no capitalistas. De cualquier modo, estamos frente a un proceso de subordinación al capital, de explotación, de expropiación. Lo que significa que en el capitalismo, el campesinado está sometido a este proceso. La cuestión es si el campesino lucha contra el capital o acepta este "destino".

La cuestión es que, en su territorialización, el capital expropia mucho más rápidamente de lo que recrea; en otras palabras, la territorialización del capital es mucho más intensa que la del campesinado. Para los trabajadores expropiados, que son la mayor parte y viven en la miseria y luchando contra el hambre, sólo les queda luchar para cambiar este "destino". Es por esta razón que los campesinos se organizan. Y es en este contexto que algunos campesinos expropiados y en proceso de exclusión se organizaron y crearon el MST. La lucha por la tierra es otra forma de recreación del campesinado[10]. En su reproducción ampliada, el capital no puede asalariar a todos, excluyendo siempre a gran parte de los trabajadores. El mantenimiento del ejército de reserva, por medio del control del desempleo, y el interés del capital en apropiarse de la renta de la tierra producen las condiciones de lucha contra el capital. Así, por medio de la ocupación de la tierra, los trabajadores "sin tierra" del campo y de la ciudad se (re)socializan, resistiendo y subordinándose al capital, porque al conquistar la tierra, se (re) insertan en el proceso de diferenciación, y pueden ser nuevamente expropiados y otra vez correspondería (re)socializarse, desenvolviéndose de esta forma el tenso e intenso proceso de territorialización de la lucha por la tierra. El sentido de esta resistencia, en la lucha contra el capital, es luchar para continuar siendo ellos mismos. Resisten para no convertirse en asalariados, ni en capitalistas. Por tanto, muchos trabajadores conscientes de este "destino", luchan contra esa desventura.

En la década de los ochenta, en el campo de las investigaciones de la cuestión agraria, continuaba siendo fuerte la posición de los que defendían que el campesinado desaparecería, que no tenía futuro. La proletarización era un proceso inminente. Estaban, también, los que defendían su existencia en el proceso desigual y contradictorio del modo de producción capitalista. Su única salida, ya fuera como campesinos o como asalariados, era la lucha contra el capital en una perspectiva revolucionaria de transformación de la sociedad. En estos momentos, en el inicio de un nuevo siglo y de un nuevo milenio, esa contestación permanece. Estas tesis continúan actuales y varios estudios se han realizado a partir de estas referencias. Lo que hay de novedoso es que, desde el inicio de la década de los noventa, surgió otra lectura de este proceso en que se defiende la "integración" en el capital: esta es la tesis de la "agricultura familiar" que comprende la diferenciación y las desigualdades, pero, evidentemente, no discute la perspectiva de luchar contra el capital, entendiendo el desarrollo del agricultor familiar en la lógica capitalista. En esta tesis, el Estado tiene un papel determinante en la elaboración de las políticas que garanticen la disminución de las desigualdades provocadas por el proceso de diferenciación. En los países en que el Estado cumple este papel, con políticas de control de la propiedad de la tierra, de crédito y de subsidios para los campesinos como, por ejemplo, en Europa, el proceso de expropiación es menos intenso. Sin embargo, en Brasil, donde el Estado y el Congreso están controlados por los intereses del empresariado y de los "ruralistas", son pocas las políticas públicas que contribuyen al desarrollo de la agricultura campesina. Y, cuando éstas se crean, es debido a las luchas de los trabajadores. Basta observar las políticas del Ministerio de Agricultura, volcadas exclusivamente hacia la agricultura capitalista. Este hecho es tan evidente, que las actuales políticas para la llamada "agricultura familiar" son desarrolladas por el Ministerio de Desarrollo Agrario. Igualmente, en el Estado de São Paulo la Secretaría de Agricultura está bajo control de los intereses de los agricultores capitalistas, y los "sin tierra" reciben asistencia técnica del Instituto de Tierras, vinculado a la Secretaría de Justicia y de Defensa de la Ciudadanía. Estas son algunas de las razones por las cuales todavía no fue posible realizar una política efectiva de reforma agraria.

La idea de la "agricultura familiar" también ganó en fuerza y organización. Van creándose sindicatos, federaciones y la confederación de los agricultores familiares, formando así también, un paradigma político. En el interior de las organizaciones del campo se van configurando y delimitando nuevos espacios políticos. Por una parte, pueden situarse, grosso modo, las organizaciones de "agricultores familiares", vinculadas a la Confederación de Trabajadores de la Agricultura (CONTAG) / Confederación Única de los Trabajadores (CUT), que están más volcadas hacia las políticas de "integración" en el capital. Por otro lado, están el MST, el Movimiento de los Pequeños Agricultores (MPA) y, en cierta medida, el Movimiento de los Damnificados por los Embalses (MAB[11]), que defienden políticas de resistencia en la lucha contra el capital. Es evidente que la relación política de estas organizaciones con el gobierno es distinta. Como los proyectos del gobierno se crearon a partir de una fuerte influencia de la perspectiva de la "agricultura familiar", los primeros movimientos mencionados tienen facilidad para aceptarlos, por la identificación que tienen con sus objetivos. Podemos citar como ejemplo el caso del PRONAF, que tiene como objetivo la transformación de los campesinos en pequeños capitalistas. Este programa está ya determinado, sin derecho a la negociación de sus principios. Como puede observarse en el proyecto "Nuevo Mundo Rural" elaborado por el gobierno, ésta es la perspectiva del PRONAF:

La integración del asentado al universo de los agricultores familiares, con el objetivo de favorecer su participación en el mercado competitivo, fue prevista en el Programa Nuevo Mundo Rural. La viabilización del programa se inició con la inclusión de los beneficiarios del extinto Programa Especial de Crédito para la Reforma Agraria (PROCERA) en una nueva línea de crédito del PRONAF/Planta Brasil[12]. (Ministério do Desenvolvimento Agrário, 1999).

El "Nuevo Mundo Rural" es un proyecto creado por el gobierno de Fernando Henrique Cardoso y tiene como principio:

Promover el desarrollo socioeconómico sostenible, a escala local y regional, por medio de la desconcentración de la base productiva y de la dinamización de la vida económica, social, política y cultural de los espacios rurales -que incluyen los pequeños y medios centros urbanos- usando como vectores estratégicos la inversión en la expansión y el fortalecimiento de la agricultura familiar, en la redistribución de los activos tierra y educación y en el estímulo a las múltiples actividades generadoras de renta en el campo, no necesariamente agrícolas. (Ministério do Desenvolvimento Agrário, 1999).

En este proyecto, cabe al Estado la definición de un modelo de desarrollo y la determinación de políticas a las cuales los trabajadores deberán acogerse. En su interpretación de la situación deben predominar políticas como, por ejemplo, el Banco de la Tierra, o sea, las negociaciones son definidas en el territorio político-económico de la lógica del capital. En este sentido, cualquier forma de "enfrentamiento con el capital" escasamente se dan en el campo de la lucha por resultados.

Con otro proyecto distinto, los movimientos sociales, principalmente el MST, el MPA y el MAB, tienen como principio básico de su lucha la organización de los campesinos en función de planes políticos y económicos de enfrentamiento y de construcción de nuevas experiencias. Esto puede observarse en algunos puntos de su plataforma política, aún en discusión:

Por la democratización de la propiedad de la tierra. Fijar límites al tamaño máximo de la propiedad. Dar prioridad a la expropiación de todos los latifundios. Contra el funcionamiento del Banco de la Tierra [...] Garantía de una renta mínima, a partir de la valorización del trabajo del agricultor, a todas las familias que viven en el medio rural [...] Creación de una línea de crédito subsidiada para todos los pequeños productores... Recursos de crédito especial y subsidiado para la agroindustria asociativa y cooperativista [...] Suspensión del pago de la deuda externa brasileña: que consume miles de millones de dólares anuales, prohibiendo la repatriación de beneficios y aplicándolos en un plan de desarrollo rural [...] Ampliación y cobranza efectiva del Impuesto Territorial Rural como forma de hacer tributar a los latifundios, y aplicar esos recursos en la reforma agraria (Movilização Nacional dos Trabalhadores Rurais, 2000: 80).

A partir de estas referencias se puede observar que la dimensión política del campo teórico del paradigma de la "agricultura familiar" está orientada hacía el interior del sistema, para la valorización de las relaciones capitalistas. De hecho, estas ideas representan un cambio, pues reconocen la inherencia del trabajo familiar en el desarrollo del capitalismo. Es un avance con relación a la idea de que solamente las relaciones capitalistas predominarían en la agricultura. Pero es un atraso, al entender que la garantía de una integración entre trabajo familiar y relaciones capitalistas esté solamente en las políticas elaboradas por el Estado, sin considerar el carácter esencial de la lucha contra el capital. Por otro lado, la dimensión política del campo teórico del paradigma de la "agricultura campesina" está orientada hacia "fuera" del sistema, desde el punto de vista de la superación de las relaciones capitalistas. Al mismo tiempo en que presiona al Estado, construye su organización y sus proyectos. De este modo, los campesinos participan activamente del proceso desigual y contradictorio en que están colocados. Tienen, por tanto, la perspectiva de la superación de las condiciones de exclusión en que se encuentran. Luchar contra el capital no significa una transformación estructural inmediata, significa resistir contra la expropiación, luchando por cambios coyunturales que acompañen y disminuyan la intensificación de las desigualdades. Abandonar esta perspectiva, como quieren los ideólogos de la "agricultura familiar", y consentir la integración servil en el capital, es aceptar la expropiación, la miseria y el hambre como una "determinación natural" y no como una determinación del capital.

Por tanto, no es posible dejar de luchar contra el capital, no es posible dejar de enfrentarse al proyecto del gobierno. Y en este punto es esencial destacar una cuestión: por haber sido elegido democráticamente, el gobierno debería gobernar de modo democrático, con la participación de los campesinos y no imponer sus proyectos políticos para la cuestión agraria de manera totalitaria. Comprender este enfrentamiento, en el campo teórico, entre las propuestas de los proyectos de desarrollo, incluidos en diferentes perspectivas de la sociedad, es hoy un elemento importante para analizar la cuestión agraria. Las lecturas que hemos señalado anteriormente son referencias fundamentales. Sin embargo, a finales de los años noventa, la cuestión agraria alcanzó una nueva dimensión debido a estas nuevas características que estamos tratando y que generaron la actual situación en las negociaciones entre el gobierno y los movimientos sociales. A continuación analizaremos estas nuevas reformulaciones.

La lucha por la tierra a comienzos del siglo XXI

La lucha por la tierra es una dimensión importante de la cuestión agraria. De ésta nacen otras luchas y en este contexto el MST actualmente es, sin duda, una de las más importantes organizaciones de trabajadores a la hora de llevarlas a la práctica. Las acciones que el MST viene realizando en este sentido han mantenido en la arena política los debates sobre la necesidad de realización de la reforma agraria, así como de otras políticas públicas para el campo.

Por medio de estas acciones de los trabajadores podemos comprender las formas de resistencia a los procesos de expropiación, de expulsión y de exclusión. Podemos analizar, así mismo, la disputa política por proyectos de desarrollo rural. La amplitud de esta lucha es conocida por las diversas manifestaciones cotidianas de los "sin tierra", desde el trabajo de base a las ocupaciones de tierra, desde el enfrentamiento con los terratenientes a las diversas formas de violencia que sufren, desde las acampadas y las ocupaciones de edificios públicos a las interminables negociaciones con el gobierno, desde el asentamiento a la demanda de política agrícola, buscando con todo esto la formación de una conciencia mayor que comprenda la lucha por otros derechos básicos, como la educación, la sanidad, etc.

Estas manifestaciones son fruto del proceso de creación del proyecto de desarrollo sociopolítico y económico de los trabajadores "sin tierra" que choca con las políticas compensatorias del proyecto impulsado por el gobierno de Fernando Henrique Cardoso. En las diferencias de estos proyectos están explícitas dos visiones del mundo diferentes. En el plano estructural se trata de ideologías divergentes y de perspectivas distintas sobre la sociedad. Sin embargo, no se da un completo desentendimiento, ya que en el plano coyuntural existen algunas propuestas que se equiparan, puesto que ni las políticas compensatorias pueden ignorar las luchas populares, ni tampoco las acciones de los trabajadores dejan de servirse de esas políticas. Incluso el gobierno reconoce la importancia del papel histórico de los movimientos campesinos. Esta polémica centra el núcleo de la cuestión, generando un importante debate crítico dirimido entre el MST y el gobierno. De este debate también participan diversos investigadores que, conforme a los paradigmas en que desarrollan sus estudios, defienden parcial o totalmente el proyecto del gobierno o de los movimientos sociales, en función de su grado de compromiso. Resulta evidente que en esta situación, ni el gobierno ni el MST están totalmente imposibilitados de dialogar. Hay cuestiones que pueden ser superadas con los cambios coyunturales que se dan en el enfrentamiento entre ambos. Si con relación a los contenidos básicos hay divergencias, en otros aspectos adyacentes de estos proyectos hay interacción entre las fuerzas políticas y los investigadores. Por el momento, éste ha sido el territorio de la negociación y de la interlocución.

En el centro de esta cuestión está rasgo distintivo del MST: la lucha contra el capital. En el segundo Encuentro Nacional de Geografía Agraria (ENGA), realizado en 1979, el sociólogo José de Souza Martins presentó un excelente trabajo denominado La sujeción de la renta de la tierra al capital y el nuevo sentido de la lucha por la reforma agraria (Martins, 1981). Después de 21 años, el texto continúa siendo actual. La razón de la actualidad del artículo de Martins no está solamente en su contenido acerca del análisis estructural del desarrollo del capitalismo, sino que, en este tiempo, la cuestión agraria se intensificó debido principalmente a los procesos de espacialización y territorialización de la lucha por la tierra, desarrollados por el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra y por otros movimientos sociales (Fernandes, 2000). Por este motivo, la respuesta del gobierno de Fernando Henrique Cardoso fue la implantación de una política de asentamientos rurales que, evidentemente, multiplicó la demanda.

De esta manera, luchar por la tierra no tiene sólo el sentido de conquistar la tierra[13]. Este fue el significado de las primeras luchas del MST, desarrolladas desde finales de la década de los setenta hasta final de la década de los ochenta, cuando creó el Sistema Cooperativista de los Asentados. La creación de este sector dentro del Movimiento representa otra dimensión de la lucha por la tierra, que profundiza aún más la construcción de un proyecto de desarrollo rural y de país. Es importante destacar que los "sin tierra" nunca separaron la lucha por la conquista de la tierra de las luchas de resistencia tanto en la producción, agraria y agroindustrial, como en la comercialización. Porque son elementos intrínsecamente ligados. El gobierno va creando medidas políticas para evitar esas formas de lucha, criminalizando a los trabajadores que apoyan y participan de las ocupaciones de tierra o de edificios públicos. La separación de estas luchas tiene por objetivo solapar la organización de los campesinos y fragmentar sus luchas.

La existencia de miles de asentamientos se debe en mayor medida a la lucha por la tierra desarrollada por los trabajadores y no a la implementación de las políticas del gobierno. La competencia del gobierno, en cuanto a su implantación, no le confiere el mérito de principal protagonista del proceso pero es el reconocimiento de una realidad que él mismo se ha empeñado en negar. Es exactamente por admitir esta realidad que el gobierno inició una serie de medidas de desmantelamiento del proyecto de los "sin tierra" y creó su proyecto, que implica intentar acabar con las ocupaciones por medio de la criminalización de este tipo de acción y con la judicialización de la lucha por la reforma agraria[14]. También, y en parte olvidándose de sus competencias, creó el Banco de la Tierra, beneficiando aún más a los terratenientes, que pasan a cobrar en dinero y al contado, fortaleciéndolos y debilitando a los trabajadores. En este sentido, el gobierno creó una enorme desigualdad en las negociaciones políticas, ya que de esa forma es el mercado quien pasa a ser la condición de acceso a la tierra y no las acciones de los trabajadores y la intervención del Estado, como hasta ahora.

Esta política hace más fuerte a la clase de los propietarios y de los capitalistas. O sea, la perspectiva de realización de un proyecto de reforma agraria de hecho fue transformada en un territorio más del capital. En su desarrollo, el capital domina todas las relaciones sociales, de modo que la lucha contra esta dominación es propia de la conciencia histórica de quien conoce y sufre con los resultados de este proceso.

Por tanto, estamos de acuerdo con José de Souza Martins, cuando en la conclusión de su trabajo destaca:

Ya no se puede separar lo que el propio capital unificó: la tierra y el capital; ya no se puede pretender que la lucha por la tierra no sea una lucha contra el capital, contra la expropiación y la explotación que están en su esencia. (Martins,1981: 177).

Ésta también es la esencia de otras dimensiones de la lucha por la tierra, puesto que con los asentamientos conquistados se reprodujeron las demandas relativas a la lucha de resistencia en la tierra, como por ejemplo: políticas agrícolas, de crédito, de subsidios, de mercado, formas de organización política y del trabajo, de la producción y de la comercialización, políticas de vivienda, educación, sanidad, saneamiento, electrificación rural, transporte, teléfono, etc. Al final, la transformación del latifundio en asentamiento es la construcción de un nuevo territorio, es otra lógica de organización del espacio geográfico. Estas políticas no nacen solamente del interés del Estado, sino mucho más de la organización de los trabajadores. Luchar por la infraestructura básica de los asentamientos es parte de un proceso que se da al mismo tiempo que las ocupaciones de tierra. Forma parte del universo de la lucha, que no acaba con la conquista del asentamiento. Es un principio fundamental del MST, que en su movimiento amplía la lucha, dándole una nueva dimensión. Es el proceso de territorialización, de crecimiento, de multiplicación del Movimiento que el gobierno intenta frenar.

Algunos estudiosos, debido a sus referentes teóricos y políticos, tienen dificultades para comprender este proceso. Esto se puede observar en la siguiente declaración de Francisco Graciano Neto, realizada mientras era presidente del INCRA y negociaba soluciones para la lucha por la tierra en el sudeste del Estado de Pará en el caso que tuvo como resultado la masacre de Eldorado dos Carajás[15]:

Ellos se habían comprometido, públicamente, a no invadir más tierras en la región si eran asentados en la finca Rio Branco. Al final, después de tanto sufrimiento, acampados, viviendo a la intemperie, recibieron la tierra prometida... Entonces decidieron ir a por la [finca] Macaxeira. Sentí aquello como una verdadera traición. Mi reacción fue inmediata. Llamé a los líderes del movimiento y les amenacé: si invadís la Macaxeira, no recibís la Rio Branco. Y, contemporizando, me comprometí a mandar realizar una auditoria técnica en la nueva área para ver si era productiva o no... (Graziano Neto, 1996:24 y 25).

De hecho, durante algún tiempo, el gobierno creía que asentando a las familias acampadas, el problema de los "sin tierra" estaría resuelto, que las familias que demandaban tierra, eran solamente las que estaban acampadas, y que al final, no existiría tanto "sin tierra". Sin embargo, el problema no se resolvía sino que se multiplicaba. Y esto sucedió por el hecho de que el asentamiento no es el fin de la lucha, sino el territorio iniciático de nuevas luchas, y porque por las experiencias históricas y por la conciencia política, los "sin tierra" saben que sólo recogerán lo que planten. Que si no continúan alimentando la lucha, ésta morirá en la desidia. La muerte de la lucha también significa la muerte de quien lucha.

De este modo, el Movimiento desarrolla la espacialización y la territorialización de la lucha por la tierra. Estos procesos representan la creación y la recreación de la lucha de aquellos que no aceptan el destino de los expropiados. Así, los "sin tierra" conquistaron la mayor parte de las tierras donde hoy están asentados. Y es importante enfatizar que esta realidad es fruto de la lucha por la tierra. La tarea del gobierno en estos procesos es la regularización de la propiedad. La lucha por la tierra no es, evidentemente, una política del gobierno, sino de los trabajadores. Sin reforma agraria, la implantación de los asentamientos se volvió una política del gobierno.

No obstante, hay diversos autores que entienden este proceso como una política de reforma agraria. Como por ejemplo Martins, que defiende que la actual política de asentamientos y la regularización de la propiedad de la tierra de los poseedores (posseiros)[16] son, en realidad, reforma agraria:

Cualquier acto del gobierno con relación a la reforma agraria es cuestionado en razón de que no se trata de reforma agraria. Autores y militantes dicen con frecuencia que la regularización de la propiedad en la situación de los poseedores de la extensa y complicada región amazónica y en el centro-oeste no es reforma agraria y no debería entrar en las estadísticas oficiales de reforma. Extrañísima interpretación [...] De hecho, la regularización de la propiedad de la tierra en Brasil es, en la mayoría de los casos un acto legítimo de reforma agraria [...] El assentamento es la forma de redistribución de la tierra, que es en lo que consiste esencialmente cualquier reforma agraria. Reforma agraria es todo acto que busca desconcentrar la propiedad de la tierra cuando ésta representa o crea un obstáculo histórico al desarrollo social basado en los intereses pactados de la sociedad. (Martins, 2.000:100 y 102).

Si entendemos la reforma agraria, por lo menos, como distribución de la tierra, como cambio en la estructura de la propiedad a partir de una política intensiva implementada por el gobierno, no tiene sentido entender la regularización de posesiones (posses) como reforma agraria, porque los poseedores ya estaban en la tierra. Para destacar mejor este proceso, citamos otra obra anterior de Martins, donde afirmaba:

Es verdad que el gobierno militar no hizo la reforma agraria: en dos décadas fueron realizadas apenas ciento y setenta expropiaciones de tierra, creció enormemente la concentración de la propiedad de la tierra y la proletarización de los campesinos (más de un millón y seiscientos mil campesinos se convirtieron en proletarios entre 1970 y 1980) [...] El gobierno alega que distribuyó un millón de títulos de tierra. Distribuir títulos no es lo mismo que distribuir tierra. Muchos de esos títulos son simplemente una licencia de ocupación para personas que ya estaban en la tierra. Otros son títulos que regularizan posesiones antiguas. (Martins, 1986b:25 y 35).

Para poder hablar de reforma agraria es necesario que exista, de hecho, una política en ese sentido, un plan con objetivos y metas para la desconcentración de la propiedad de la tierra. El gobierno ha intentado solucionar los conflictos en el campo con algunas expropiaciones y con la compra de tierra, respondiendo a las presiones de las familias "sin tierra". Si las familias no ocuparan la tierra, no existiría asentamiento. Al denominar a la actual política de asentamientos de reforma agraria, se ignora la historia de la lucha por la tierra y respectivamente a sus protagonistas. De todos modos, al mismo tiempo en que una familia es asentada, por lo menos dos son expropiadas o expulsadas. Además, la sobrevaloración de las expropiaciones, muchas veces, posibilita al terrateniente adquirir un área mayor que la que fue transformada en asentamiento. De esta forma, la implantación de los asentamientos crece paralelamente a la concentración de la propiedad. Por tanto, solucionar la posesión es simplemente regularizar la cuestión de la propiedad. Asentamiento implantado como resultado de una ocupación es lucha por la tierra. Estas políticas y las compras de tierra no son reforma agraria.

Mantener el carácter de la reforma agraria como política pública para la democratización de acceso a la tierra, con la expropiación y la penalización de los terratenientes, de acuerdo con la ley, es una cuestión que delimita territorios teóricos y políticos. Porque el debate hoy, no es asentar a las familias "sin tierra", sino de que forma van a ser asentadas. Podemos entender por tanto, que la cuestión de la reforma agraria va perdiendo fuerza al mismo tiempo que otras políticas ocupan este espacio, como el Banco de la Tierra, y son denominadas de reforma agraria. Así, el concepto fue banalizado y todo se volvió reforma agraria. En este contexto, en los medios de comunicación en general, el gobierno hace propaganda afirmando que está haciendo una cosa, mientras en realidad hace otra muy distinta.

En este mismo sentido, el gobierno se apropia de conceptos e intenta transfigurarlos, intentando, al mismo tiempo, dominar los espacios políticos, como por ejemplo en el establecimiento de políticas públicas. En este espacio se dan importantes embates entre el gobierno y el MST. Según su lógica, los "sin tierra" intentan participar de todo el proceso de lucha. Así, las políticas generadas por el gobierno en cualquier sector de desarrollo de los asentamientos son un espacio importante para ser ocupado. Eso significa trabajar para el avance de sus principios, luchar y construir nuevas experiencias. El desafío del gobierno es impedir que los "sin tierra" participen de esta forma. Su objetivo es que el MST no se apropie políticamente de su programa. Fue por esta razón que el gobierno acabó con el PROCERA y con el programa de asistencia técnica Lumiar. Sin ninguna otra propuesta, dejó a miles de agricultores sin asistencia técnica porque ese programa estaba sirviendo para fortalecer a los trabajadores. Igualmente, el gobierno resolvió investigar las cooperativas de los asentados, intentando desmoralizar al Movimiento. Y, para ello, ha tenido todo el respaldo de la mayor parte de los medios de comunicación, salvo raras excepciones, como el caso de la revista Caros Amigos.

El objetivo del gobierno con su programa es controlar la lucha de los trabajadores rurales en un determinado espacio político, el "espacio del capital". Esta es una acción estratégica del gobierno, porque afecta a los principios e intenta aniquilar los valores de una institución histórica como es el campesinado. Las tesis que defienden tanto el fin como la integración servil del campesinado al capital contribuyen para facilitar este aniquilamiento. Así la expropiación de los trabajadores rurales no es solamente resultado de la lógica desigual del capital, sino también de las teorías que posibilitan la elaboración de políticas para activar ese proceso. Este enfrentamiento intensifica los conflictos en el campo. Y de forma seleccionada. Solamente en el año 2000, el MST sufrió en torno de 180 procesos y mataron a 10 militantes. A partir de una lectura cuantitativa, se puede decir que el número de asesinatos de trabajadores disminuyó, pero en un análisis cualitativo, se observa que la violencia está centrada en los que luchan por la tierra y contra el proyecto del gobierno. Esta realidad efectivamente implica en una disminución de los números de ocupaciones, de lo cual el gobierno tanto se vanagloria. Sin embargo, es importante destacar que la disminución de las ocupaciones está relacionada con la intensificación de diferentes formas de violencia y de la criminalización de los "sin tierra", con la barrera de la judicialización.

En la lucha por la tierra, la ocupación es una comprobación de que el diálogo no es imposible. Al ocupar la tierra, los "sin tierra" salen a la luz pública e inician las negociaciones, los enfrentamientos con todas las fuerzas políticas. Al ocupar espacios políticos, reivindican sus derechos. Cuando el gobierno reprime esas acciones, corta el diálogo y pasa a dar órdenes. Intenta destruir la lucha por la tierra sin hacer la reforma agraria.

La lucha contra el capital es una forma de resistencia. Está incluida en una perspectiva de transformación de la sociedad. Para romper con esa perspectiva, el gobierno procura tratar la cuestión agraria exactamente en el campo del enemigo: el territorio del capital. Esta es la falacia del paradigma de la "agricultura familiar". Intenta destruir, así, las formas de lucha de los "sin tierra", exactamente en la dimensión política de la lucha por la tierra[17]. Esto significa la exclusión política que puede provocar o la intensificación de la lucha o el servilismo de los movimientos sociales del campo, lo que se traduciría en la eliminación de la organización de los trabajadores. Este momento pone en cuestión, una vez más, la resistencia de los movimientos campesinos. En diversos momentos de nuestra historia fueron creadas, por el gobierno y por la elite, formas para destruir al movimiento campesino. Así como sucedió con Canudos[18] o con las Ligas Campesinas[19], hoy hay una nueva forma de actuación política. Se acepta al campesinado, desde que él se acepte como otro, en su "destino" de subordinación.

Estos nuevos elementos de la cuestión agraria nos colocan frente a nuevos desafíos. Todavía no disdponemos un análisis más profundo de los problemas y de las situaciones generadas. En 2001, se conmemoró 20 años de las luchas de la Encruzilhada do Natalino, cuando el MST estaba en gestación. En la resistencia que permitió romper el cerco del entonces coronel Curió, al mando del general Figueiredo, está el sentido de la lucha campesina. De las formas de resistencia serán escogidas las experiencias y las lecciones que permitirán romper con las nuevas barreras que hoy se están construyendo.



Notas

[1] Como afirma el MST en el lema de su 3° Congreso Nacional, realizado en 1995: ¡Reforma agraria: una lucha de todos!

[2] El assentamento es un área rural donde se desarrollan actividades agrícolas y ganaderas. La formación de un assentamento comienza cuando los campesinos "sin tierra" ocupan un latifundio, reivindicando su desapropiación para fines de reforma agraria, o con la implantación de un proyecto gubernamental con la misma finalidad. El assentamento está formado por un conjunto de lotes que son unidades familiares de producción.

[3]Ver a este respecto los Cuadernos Conflitos no Campo, publicados por la CPT. La CPT elabora el mayor registro de las diferentes formas de resistencia de los trabajadores rurales y de los diversos tipos de violencias sufridas por los campesinos en la lucha por la tierra.

[4] Con el término "espacialización" nos referimos al proceso del movimiento concreto de la acción y su reproducción en el espacio y en el territorio, mientras que con "territorialización" consideramos el proceso de reproducción, recreación y multiplicación de fracciones del territorio.

[5] Los "ruralistas" son los diputados y senadores que componen un grupo de interés en el Congreso Nacional, defendiendo los intereses de los terratenientes y del sector patronal agrario.

[6] Para determinar si un latifundio puede ser desapropiado para fines de reforma agraria el Instituto de Colonización y Reforma Agraria (INCRA) realiza una auditoria técnica.

[7] La "reforma agraria por correo" es una política del gobierno de Fernando Henrique Cardoso que consiste en catastrar a las familias "sin tierra" en una oficina de correos para después de una selección, elegir a quienes participaran de los proyectos de asentamientos rurales.

[8] El acampamento es un espacio de lucha y resistencia creado durante la ocupación de la tierra. Puede estar localizado en una parte de un latifundio, en las orillas de una carretera o enfrente de un edificio público. El acampamento es la forma como los "sin tierra" salen a la luz pública, mostrando sus problemas, en este sentido, también es una forma de presión para agilizar las negociaciones referentes a sus reivindicaciones.

[9] En parte, aquellos que son denominados de "agricultores familiares", son en verdad empresas familiares. Estamos de acuerdo con Graciano da Silva, cuando afirma que son unidades de producción que "poseen una serie de elementos que definen una empresa comercial, pero mantienen, todavía, algunos trazos típicos de actividades familiares" (Silva, 1999, p. 214).

[10] Respecto de este proceso, ver Fernandes (2000).

[11] En portugués Movimento dos Atingidos pelas Barragens.

[12] Para conocer lo que es el PRONAF, ver: www.desenvolvimentoagrario.gov.br.

[13] Muchos oportunistas, principalmente de los medios de comunicación, enfatizan que el MST no quiere la tierra, que quiere el poder. Sería ingenuo pensar que solamente la conquista de la tierra sería suficiente para garantizar que los "sin tierra" consigan desarrollar los asentamientos. Tener la tierra es el primero paso. A partir de esta condición nacen otras necesidades, que por la inexistencia de políticas agrícolas, entre otras políticas públicas volcadas para la población campesina, se transforman en luchas perennes. Y, evidentemente, estas luchas están representadas en una lucha más amplia por el poder, que no es sólo de los "sin tierra" sino de toda la clase trabajadora.

[14] A respecto del proceso de judicialización, ver Fernandes, 1999.

[15] El 17 de abril de 1996, mientras realizaban una manifestación pidiendo la desapropiación de un latifundio declarado improductivo, fueron asesinados por la propia policía, 19 "sin tierra" en Eldorado dos Carajás, Sur del Estado de Pará. "A las 11 horas del 17 de abril, [los "sin tierra"] fueron informados por el comandante que el acuerdo [para recibir comida y autobuses que les llevaran hasta la capital, Belém] no sería cumplido. Los sin tierra deciden bloquear la carretera de nuevo. A las 16 horas llegaron dos batallones de la Policía Militar [...]. Y no vinieron para negociar. Llegaron disparando y lanzando bombas de gas lacrimógeno. Los "sin tierra" intentaron defenderse con piedras y palos, y con las pocas armas que tenían. Sucedió la matanza. Según los datos oficiales: fueron 19 "sin tierra" muertos. La repercusión de este hecho fue internacional. Era la segunda masacre durante el gobierno de Fernando Henrique Cardoso." (Fernandes, 2000, p. 209)

[16] El posseiro es el campesino que usufructúa la tierra, pero no es el propietario. Para ser propietario necesita tener el usufructo y el dominio, por medio de una certificación de la propiedad, de una escritura.

[17] Resulta interesante como algunos miembros del gobierno enfatizan que es preciso "despolitizar" la reforma agraria, mostrando con ese discurso la politización del programa del gobierno.

[18] Canudos, fue un movimiento campesino, de carácter messiânico (religioso), que en la década de 1890 agrupó más de 20 mil personas para luchar por la tierra, ocupando la hacienda Canudos, en el interior del estado da Bahia, región Nordeste de Brasil. Los campesinos sin tierra seguían a su líder Antônio Conselheiro. Fueron acusados de monarquistas y de luchar contra la República, que se implantó en 1889. El gobierno brasileño envió, en diversas ocasiones, tropas del Ejercito brasileño que hizo a un verdadero masacre a los campesinos. La obra literaria que mejor retrata este hecho histórico de la cuestión agraria brasileña es el libro Os Sertões escrito por Euclides da Cunha. Versión en españól véase: Los sertones. Traducido por Benjamín de Garay.Madrid: Fundamentos, 1981.

[19] Ligas Camponesas fue un movimiento campesino que se ha organizado en todo el país, desde la década de 1950 hasta 1964, cuando fue extinto por el golpe militar



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© Copyright Bernardo M. Fernandes, 2002
© Copyright Scripta Nova, 2002

Ficha bibliográfica:
FERNANDES, B. M. La cuestión agraria brasileña a comienzos del siglo XXI. Scripta Nova. Revista electrónica de geografía y ciencias sociales, Universidad de Barcelona, vol. VI, núm. 121, 30 de agosto de 2002.
http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-121.htm [ISSN: 1138-9788]


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