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Scripta Nova
REVISTA ELECTRÓNICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona. ISSN: 1138-9788. Depósito Legal: B. 21.741-98
Vol. VII, núm. 134, 1 de febrero de 2003

DIÁSPORA Y COMUNIDADES ASIÁTICAS EN ESPAÑA

Joaquín Beltrán Antolín
Centre d’Estudis Internacionas i Interculturals. Universitat Autònoma de Barcelona
Programa Asia. Fundación CIDOB

Diáspora y comunidades asiáticas en España (Resumen)

La presencia de asiáticos en España es un fenómeno poco conocido a pesar de su larga historia y del considerable volumen de su población en la actualidad. El concepto de diáspora hace referencia a un tipo de migración específico, una de cuyas características es la no asimilación en la sociedad general de acogida. Es decir, los miembros de las comunidades diaspóricas se esfuerzan por no perder ni su lengua materna ni sus vínculos étnicos comunitarios y transnacionales, pues de ello depende su éxito económico y una parte importante de sus actividades laborales. Aquí se describen las características generales de las principales comunidades asiáticas en España y sus diversas estrategias de adaptación dentro del contexto global de las diásporas de las que forman parte. 

Palabras clave: diáspora, asimilación, enclaves económicos, comunidades asiáticas.

Diaspora and Asian communities in Spain (Abstract)

The Asian people in Spain are not very well-known in spite of their long historical settlement and their at present sizeable population. The concept of diaspora is referred to a specific migration pattern, one of its characteristics is the no asimilation to the host society. The diasporic communities’ members make efforts in order to don’t loose their mother languages and ethnic community links, because a great part of their economic success and laboural activities depend on to maintain them. This article describes the general characteristics of the main Asian communities in Spain and their different strategies of adaptation whithin the global context of their belonging diasporas.

Key words: diaspora, assimilation, economic niches, Asian communities.

La presencia asiática en España a comienzos del siglo XXI

A pesar de que los asiáticos están presentes en el territorio español desde hace más de un siglo, su residencia ha pasado prácticamente desapercibida hasta muy recientemente con la excepción de determinadas comunidades como la filipina ya activa durante la última parte del siglo XIX (Martín Corrales 1998), y otras que desde muy temprano se hicieron notar por las importantes repercusiones económicas de sus actividades aquí desarrolladas, como por ejemplo los indios en las Islas Canarias (Murcia 1974) o los japoneses en Cataluña y en otros lugares de España (Díaz y Kawamura 1994; Ramos y Ruiz 1996; Pareja 2002).

A 31 de marzo de 2002, excluyendo a los procedentes de Asia del suroeste (es decir, Oriente Medio y Próximo), hay 86.558 residentes asiáticos en España según la estadística de residentes extranjeros elaborada por el Ministerio de Interior, a quienes habría que sumar las 12.000 personas nacionalizadas durante las últimas dos décadas y los más de 2.500 estudiantes, lo que da un total de aproximadamente 100.000 personas de origen asiático oficialmente registradas. De cualquier modo su peso relativo con respecto al total de inmigrantes extranjeros en España siempre ha sido pequeño, no superando nunca en su conjunto el 10% del total  (Beltrán y Sáiz 2002).

El orden de las comunidades asiáticas por el volumen de su población ha variado con el paso del tiempo. Si en 1975 la primera era la india seguida de la filipina y la japonesa quedando en cuarto lugar la china, en marzo de 2002 la primera es la china con un total de 39.338 residentes (reuniendo ella sola al 45% de todos los asiáticos) seguida por la filipina (15.199), pakistaní (13.101) e india (9.228), y también son importantes, la japonesa (3.370), bangladeshí (2.207) y surcoreana (2.098). El resto se divide entre el grupo de comunidades que reúnen de 100 a 500 residentes como las procedentes de Taiwan, Thailandia, Sri Lanka, Indonesia, Malaysia, Singapur, y todas las demás con menos de 100 residentes.

Cuadro 1
Residentes de las principales comunidades asiáticas en España*

Comunidades

1991

1996

1997

1998

1999

2000

2001

31/03/02

China

6.482

10.816

15.754

20.690

24.693

28.693

36.143

39.338

Filipinas

8.049

11.770

11.357

13.553

13.765

13.160

14.716

15.199

Pakistán

922

2.471

3.354

4.238

5.126

7.843

14.322

13.101

India

5.352

6.882

6.790

8.114

8.515

7.813

9.271

9.228

Japón

2.601

2.998

3.070

3.613

3.478

3.136

3.259

3.370

Bangladesh

74

346

548

732

850

1.179

2.084

2.207

Corea Sur

1.506

1.684

1.639

1.971

2.129

1.961

2.064

2.098

Taiwan

542

630

519

612

506

411

416

425

Thailandia

235

285

293

336

343

350

398

420

Indonesia

s.d.

144

170

214

201

s.d.

233

235

Sri Lanka

124

149

181

219

195

s.d.

225

218

Malaysia

s.d.

108

115

134

127

s.d.

147

158

Singapur

s.d.

78

93

118

122

s.d.

130

135

Otros Asia

s.d.

s.d.

154

218

228

s.d.

392

426

Total Asiáticos

s.d.

s.d.

44.037

54.762

60.278

s.d.

83.800

86.558

Total extranjeros

360.655

538.984

609.813

719.647

801.329

895.720

1.109.060

1.243.919

(*) Excluida Asia del suroeste. Todos los años hacen referencia a la fecha de 31 de diciembre salvo que se indique lo contrario.
Fuente: Anuario de Migraciones y Ministerio de Interior

La evolución más importante durante la década de 1990 es el espectacular aumento de bangladeshíes y pakistaníes, sobre todo durante los últimos procesos de regularización de extranjeros (2000-2001), junto al constante aumento relativo de la comunidad china y el estancamiento e incluso pérdida de efectivos de japoneses, taiwaneses y surcoreanos. También es destacable la pérdida de peso relativo de la comunidad filipina que después de ocupar el primer puesto desde el año 1979, cede su posición a la china en 1997.

La mayoría de las comunidades asiáticas se caracteriza por estar compuestas por familias completas con un equilibrio de sexos y personas de todas las edades, aunque generalmente siempre hay una mayor proporción de niños y adolescentes que de ancianos. Las únicas excepciones son las comunidades feminizadas de Filipinas y de Thailandia y las masculinizadas de Pakistán y Bangladesh, que además coinciden con las que menos niños y ancianos tienen.[1]

Diásporas y trabajo

Diáspora, una palabra de origen griego que significa dispersión, es un concepto que actualmente se utiliza de un modo indiscriminado para referirse a distintos fenómenos migratorios que cabría distinguir. No existe un acuerdo entre los autores para su uso, y muchos la aplican, sin especificar exactamente su significado, a cualquier movimiento de población o en ocasiones lo limitan exclusivamente a las migraciones forzosas (exilios). En este artículo diáspora hace referencia a un tipo específico de migración que se caracteriza por la presencia de comunidades de un mismo origen etnonacional en más de un país. Estas comunidades de migrantes se relacionan entre sí y con origen formando importantes redes transnacionales multipolares. Es frecuente la reemigración entendida como la movilidad desde un destino en el extranjero hacia otro. Además las diásporas se mantienen a lo largo del tiempo, es decir, sus miembros se adaptan a las sociedades de acogida donde están establecidos sin asimilarse totalmente a ellas perdiendo su identidad y disolviéndose en la sociedad general  (Lie 1995; Cohen 1997; Van Hear 1998; Ma Mung 2000).

Tradicionalmente este tipo de diáspora estaba compuesto fundamentalmente por comerciantes (internacionales) y era precisamente en esa ocupación donde más éxito podían tener gracias a la ventaja comparativa de ser biculturales y de formar parte de redes diaspóricas transnacionales (Wong 1997; Light 2001). Las comunidades diaspóricas clásicas son la india, china, libanesa, armenia, etc. Incluso se han elaborado categorías para describir su funcionamiento: capitalistas parias (pariah capitalists) o minorías intermediarias (middleman minorities), aunque el final de la etapa colonial clásica cuestione el uso actual de ellas (Bonacich 1973; Chun 1989; Chirot y Reid 1997). Siendo su trabajo fundamental el comercio internacional, estas comunidades de migrantes cuentan con motivaciones económicas reales para mantener sus vínculos sociales y culturales con sus lugares de origen. Su medio de vida depende de mantener su lengua materna y el capital social comunitario, y por lo tanto la asimilación (entendida como la pérdida de la lengua materna y de los vínculos étnicos comunitarios) va en contra de su éxito. Los intereses económicos proporcionan una base ideológica para su no asimilación. El capital social internacional que disponen las diásporas proporciona acceso a una confianza asegurada. Así, se relacionan con sus coétnicos repartidos por todo el mundo mediante tratos comerciales con la seguridad de que no van a ser engañados (Light y Bachu 2000; Light 2001).

¿Hasta qué punto los asiáticos en España forman parte de diásporas tal como se han definido anteriormente? Antes de analizar cada caso por separado es necesario tener presente que ninguna comunidad asiática, igual que las de otro cualquier otro origen, es homogénea, es decir en todas se encuentran diferentes clases sociales y orígenes, diferentes historias y experiencias migratorias y diferentes expectativas y motivaciones. Las generalizaciones, aunque inevitables, no deben ocultar la realidad de la diversidad y de los variados intereses internos movilizados en cada comunidad. La llegada de nuevos inmigrantes que no están relacionados con los establecidos previamente introduce una mayor complejidad a cada una de ellas. No obstante, es posible apuntar una serie de características generales:

La comunidad india

Los indios en España son la comunidad más claramente diaspórica en el sentido clásico (Clarke, Peach y Vertovec 1990). Los primeros indios se instalaron en la Islas Canarias en la década de 1950, y allí se encuentra su base principal de residencia hasta la actualidad. Eran comerciantes que procedían tanto de India como de comunidades establecidas en otros lugares del mundo (Tánger, Casablanca, etc) (Murcia 1974; Colectivo Ioé 1987). Su ocupación fundamental es el comercio internacional al que se suman los bazares de venta al por menor. Es precisamente la ventaja de formar parte de redes diaspóricas lo que ha facilitado su éxito. Por ejemplo, los sindhis de Barcelona, que desde la década de 1960 están vendiendo productos de electrónica a bajo precio, se abastecían de sus coétnicos en Hong Kong, Estados Unidos y Gran Bretaña (Murcia 1974; Pernau y Luque 1998).

Su éxito ha sido tal que una parte importante del comercio internacional de Canarias está en sus manos y sus bazares se han extendido por toda España, e incluso por Andorra. Los puertos y ciudades francas son lugares por excelencia para su residencia. La comunidad india es muy endogámica y trata de no perder su lengua a pesar de que algunos de sus miembros ya están residiendo aquí más de medio siglo.

La comunidad china

El primer flujo importante de migrantes chinos en España data de las décadas de 1920 y 1930. En aquel momento eran vendedores ambulantes que recorrían toda Europa. Después de la Segunda Guerra Mundial pasaron a desarrollar el nicho económico de los restaurantes de comida china, y así llegaron nuevos inmigrantes chinos procedentes de otros países de Europa donde ya eran propietarios de este tipo de negocios. España se convirtió en un terreno virgen para la expansión económica de sus empresas (de hostelería). Los restaurantes suelen ser empresas familiares y han alcanzado ya el punto de saturación por lo que comienzan a diversificar su actividad económica introduciéndose en otros sectores comerciales e industriales (comercio internacional, venta al por mayor y al por menor, industria textil de la confección, etc.).

Las redes familiares y económicas transnacionales son fundamentales para su prosperidad. Es habitual que las familias con mayor éxito económico coincidan con las más dispersas internacionalmente, es decir con presencia de negocios simultáneamente en más países diferentes, y sin romper los vínculos con sus pueblos de origen que siguen proporcionando mano de obra, cónyuges matrimoniales, oportunidades para donar en pos del prestigio social y para invertir en sectores inmobiliarios, comerciales y productivos, etc. A mayor dispersión de la red (espacial y sectorial), más posibilidades existen de prosperidad.

La movilidad de capital, mano de obra, información, etc. por la red es constante y fundamental para el éxito. Abandonar las ventajas comparativas que proporciona el estar inserto en redes transnacionales va en contra de la lógica de la empresa familiar y de la lógica migrante, y más cuando las sociedades de acogida son incapaces de proporcionarles esas mismas condiciones[2].

La comunidad china está compuesta fundamentalmente por familias que tienden a ser propietarias de sus propios negocios (familiares). Las cadenas de migración y los procesos de reunificación familiar facilitan su asentamiento y expansión (Beltrán 1997, 2000, 2002; Beltrán y Sáiz 2001, 2002; Nieto 2002).

La comunidad filipina

Es una comunidad feminizada que aparece con sus características actuales a finales de la década de 1960. El trabajo fundamental de las mujeres filipinas es el de empleadas domésticas internas. A pesar de ser fundamentalmente asalariadas, la especialización en el segmento laboral concreto del servicio doméstico para la clase alta les proporciona habitualmente unos salarios y condiciones laborales relativamente por encima de la media (Ribas 1994; Martín 1998; Luque y Pernau 1999). La migración internacional filipina ha estado controlada en gran medida por canales estatales [3] y las mujeres se han especializado en el servicio doméstico sea en países de Asia como Singapur, Hong Kong, Japón, Taiwan o europeos como Italia, España; de cualquier modo su destino preferente es Norteamérica (Estados Unidos y Canadá) y hacia allí se dirigieron muchas de las que estaban en España cuando tuvieron esa oportunidad. Por otra parte sus contactos en España fueron muy útiles para las nuevas llegadas de Filipinas.

En este sentido podemos hablar también de diáspora y de reemigración hacia terceros países: “De la primera hornada de empleadas de hogar filipinas, es decir de las que llegaron con contrato legal [hasta 1978 aproximadamente] y algunas de las llegadas a Barcelona como turistas, ya no queda prácticamente ninguna aquí; marcharon hacia Canadá, aprovechando que la entrada estaba abierta, y que había una fuerte demanda de servicio doméstico, en especial en la ciudad de Toronto. La entrada masiva como turistas coincide pues con la salida numéricamente considerable hacia Canadá, de forma que el mercado laboral queda nuevamente cubierto por parientes, amigas y conocidas de aquellas que se van” (Comamala 1998: 129).

La comunidad japonesa

También se establece por primera vez en la década de 1960. En este caso el carácter transnacional de su migración va asociado a las inversiones de capital financiero, comercial e industrial en España (Díaz y Kawamura 1994; Ramos y Ruiz 1996). Son fundamentalmente directores y ejecutivos de grandes empresas transnacionales que residen en España durante unos años antes de ser destinados a otros lugares (Tzeng 1995). En este sentido se trata de un trabajo de alta cualificación con una gran movilidad y en muchos casos dentro del sector industrial. De hecho sus empresas en la actualidad proporcionan 145.000 puestos de trabajo directos e indirectos en España, generando una parte significativa del PIB español (Pareja 2002).

El comercio internacional sin duda es otro segmento ocupacional importante aunque quede encuadrado dentro de grandes firmas comerciales y no sea a escala familiar como en el caso de indios y chinos. La movilidad de unos países a otros también es importante en el caso japonés, aunque frente a las demás comunidades, la biculturalidad y el bilingüismo sea bastante escaso pues muy pocos empresarios y ejecutivos japoneses aprenden las lenguas del estado español. No obstante, existe otro segmento de los aquí residentes que es el formado por los estudiantes (más de la mitad de los estudiantes asiáticos en España procede de Japón). Y en los últimos años se observa el crecimiento sostenido de pequeñas empresas familiares y de profesionales independientes, alejados ambos de las grandes empresas transnacionales.

La comunidad surcoreana

Como la comunidad india, se encuentra especialmente concentrada en las Islas Canarias. Entre los surcoreanos son importantes las empresas pesqueras y los marineros allí establecidos (también hay marineros chinos y japoneses), pero al igual que los indios también han desarrollado el comercio internacional (importación de pieles y textil), y como los japoneses también hay un sector de ejecutivos de alto nivel en empresas transnacionales coreanas con inversiones en España, y otro de pequeñas empresas familiares. Un ejemplo: una familia surcoreana establecida en Argentina, emigra en parte a Estados Unidos donde se dedica a la confección de ropa. Una de las hijas viene a España a estudiar y tras acabar los estudios abre una empresa de confección que pronto tendrá tres fábricas. Además de importar tela y ropa de Corea, ella misma fabrica ropa confeccionada en España en sus talleres donde trabajan chino-coreanos (ciudadanos chinos de la minoría nacional coreana) y también la distribuye al por mayor. La familia continúa establecida en Argentina, Estados Unidos y España, además de tener parientes y contactos frecuentes con Corea.

La comunidad pakistaní

Los primeros pakistaníes en España se encontraban en provincias del interior como León, Jaén y Teruel, trabajando en minas (Colectivo Ioé 1987), así como en Barcelona en distintas ocupaciones relacionadas con el sector de servicios. Constituye una de las comunidades asiáticas que más ha crecido durantes los últimos procesos de regularización de extranjeros (pasa de 7.843 residentes en 2000 a 14.322 en 2001). Ahora se concentran especialmente en la provincia de Barcelona y también están en otras del interior como La Rioja y Toledo. Su estructura ocupacional es la más diversificada de todos los asiáticos, siendo los únicos con un número significativo de trabajadores no cualificados en la agricultura, construcción e industria, frente al resto de los asiáticos que apenas cuentan con efectivos en esos sectores. El carácter diaspórico de los pakistaníes aparece sobre todo en estos momentos cuando han venido muchos procedentes de Gran Bretaña donde su comunidad ha llegado a un punto de saturación y está buscando nuevos lugares donde instalarse. También vienen pakistaníes procedentes de Jordania, Siria y Líbano donde han acumulado capital con su trabajo asalariado que deciden invertir en España abriendo pequeños negocios de servicios. Lo más peculiar de este colectivo, característica que comparte con los bangladeshíes, es la escasa presencia de mujeres, pero el gran número de menores de 15 años. Esto se debe a que el proceso de reagrupación familiar deja a las esposas en sus pueblos mientras que los hijos vienen aquí. Los vínculos con origen no se pierden y son fundamentales.

Relaciones con la sociedad de acogida y estrategias de adaptación de las diásporas asiáticas

El mantenimiento de la lengua, la cultura y los valores sociales de las comunidades de origen son muy importantes para el éxito y la prosperidad del establecimiento de los asiáticos en España. En general las distintas comunidades destacan por la gran proporción de trabajadores autónomos y de empresas familiares, además algunas de ellas también sobresalen por su inserción en el comercio internacional. Con el objetivo de no perder sus rasgos culturales han desarrollado diversas estrategias como por ejemplo la financiación privada de escuelas donde se imparte la lengua materna (o la oficial, o la de prestigio) y conocimientos básicos de la cultura y valores de sus países, especialmente destinadas a sus hijos aquí nacidos y escolarizados para que se alfabeticen también en su lengua y aprendan los valores comunitarios clave. Junto a ellas destaca el gran número de asociaciones que han creado para defender sus intereses económicos y comerciales, para facilitar y canalizar inversiones a y desde sus países de origen, para difundir y organizar actividades culturales. Las asociaciones facilitan el intercambio de información y satisfacen necesidades de bienestar social básico. A menudo desarrollan actividades caritativas de ayuda a personas que atraviesan dificultades o crisis, o son instrumentales para proporcionar trabajo y alojamiento a los recién llegados. También son las encargadas de organizar las fiestas comunitarias. Los líderes de las asociaciones suelen coincidir con los miembros con mayor prestigio en la comunidad, sea económico o cultural.

Por otra parte, los matrimonios mixtos no son muy bien aceptados por las comunidades en su conjunto pues pueden significar la pérdida de los valores familiares. Destaca entre los que menos matrimonios mixtos realizan el caso de los japoneses. Por otra parte, estos  matrimonios son más frecuentes en las comunidades más masculinizadas y feminizadas, donde el equilibrio de sexos es menor. También hay que señalar que conforme aumenta el número de residentes de cada comunidad también lo hace el número de negocios abiertos por coétnicos destinados a sus propias clientelas como son tiendas de comida, restaurantes, peluquerías, agencias de viaje, etc. es decir, toda una serie de servicios que la sociedad huésped no puede satisfacer o lo hace con muchas deficiencias dada su lejanía de los gustos y necesidades de los asiáticos aquí presentes.

Con respecto a su relación con la sociedad de acogida, a nivel económico se puede afirmar que están insertos en la economía nacional: sus negocios están dados de alta, pagan impuestos y sobre todo, generan una gran riqueza económica además de dinamizar el comercio internacional español (tanto importación como exportación). El hecho de ser biculturales y su resistencia a aculturarse unilateralmente, es decir, a asimilarse y disolverse en el conjunto de la sociedad general, introduce una mayor diversidad cultural a una sociedad que ya de por sí es heterogénea (Beltrán 1999; Beltrán y Sáiz 2001). La inmensa mayoría de los asiáticos se adapta a la sociedad de acogida y son respetuosos con la ley, lo cual no significa que pierdan su identidad. El único segmento social que pasa a estar relativamente “asimilado” es el de nivel cultural más alto, aquellos que han ido a la universidad y ocupan puestos laborales en igualdad de condiciones con los miembros autóctonos de la sociedad general del mismo nivel de estudios: abogados, ingenieros, médicos, economistas, etc. Pero este segmento constituye una minoría del total de la población asiática aquí presente, al cual habría que añadir una parte de los matrimonios mixtos, la compuesta por quienes rompen los vínculos con sus coétnicos, también una minoría.

En general las comunidades asiáticas han desarrollado nichos económicos étnicamente controlados o de propiedad étnica, donde desarrollan la mayor parte de su trabajo, por ejemplo bazares indios, restaurantes chinos, servicio doméstico interno filipino para la clase alta, etc. Y es precisamente su inserción en esos nichos económicos lo que les ofrece una ventaja comparativa con respecto a la sociedad general, les permite ser competitivos y les ofrece mecanismos de movilidad social ascendente. Fuera del enclave étnico, es decir dentro del mercado laboral general y abierto, se encuentran en desventaja con respecto a la población autóctona del mismo nivel de estudios, salvo la elite anteriormente comentada que ha realizado sus estudios universitarios en España. Por ejemplo, por medio de los vínculos comunitarios se puede acceder a capital y a créditos para abrir negocios que la sociedad general con sus mecanismos financieros institucionalizados es incapaz de ofrecer porque los demandantes no cumplen con los requisitos habituales (avales, propiedades, nóminas, etc.).

En definitiva, si los asiáticos tratan de preservar su lengua y sus valores comunitarios es porque de ello depende su éxito económico y social, y porque su marco de referencia lo constituye la diáspora a la cual pertenecen más que el territorio donde se establecen. Es precisamente en sus actividades comerciales y de servicios donde se ofrecen como puentes entre sus países y España, dados sus conocimientos y habilidades biculturales, integrándose con su diversidad en la sociedad de acogida.

Notas

[1] Un análisis sociodemográfico más detallado junto a estadísticas básicas de la población y del trabajo de las distintas comunidades asiáticas desde el año 1975 se encuentra en el trabajo de Beltrán y Sáiz (2002) al cual remitimos para profundizar en este aspecto.

[2] Por ejemplo, acceso a crédito sin aval de propiedad o a mano de obra sin pagar salarios cuando son miembros de la familia.

[3] En el caso de España también es significativo el papel de la iglesia católica como facilitadora de la emigración y del empleo. También es importante destacar el estatus especial que han disfrutado los inmigrantes filipinos en España semejante al de los latinoamericanos, en cuanto a facilidad de su emigración y obtención de la nacionalidad.

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© Copyright Joaquín Beltrán, 2003
© Copyright Scripta Nova, 2003

Ficha bibliográfica:
BELTRÁN, J. Diáspora y comunidades asiáticas en España. Scripta Nova. Revista electrónica de geografía y ciencias sociales. Barcelona: Universidad de Barcelona, 1 de febrero de 2003, vol. VII, núm. 134, . <http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-134.htm> [ISSN: 1138-9788]


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