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Scripta Nova
REVISTA ELECTRÓNICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona. ISSN: 1138-9788. Depósito Legal: B. 21.741-98
Vol. VII, núm. 137, 15 de marzo de 2003

LA TELEGRAFÍA ÓPTICA EN CATALUÑA. ESTADO DE LA CUESTIÓN

Antonio Aguilar Pérez. Geógrafo. Universidad de Barcelona
Gaspar Martínez Lorente. Historiador. Universidad Complutense de Madrid

La telegrafía óptica en Cataluña. Estado de la cuestión (Resumen)

En la España del siglo XIX, eran necesarias unas comunicaciones rápidas para consolidar el nuevo Estado liberal en todo el territorio. Por ello, a mediados de siglo se pone en marcha una ambiciosa mejora en la red de carreteras y la construcción de una red de telegrafía óptica. En Cataluña, la Guerra dels matiners (1847-1849) aceleró la instalación de dicha red ante la guerra de guerrilla practicada por las tropas carlistas. Este artículo trata de explicar cómo se construyó la red de telegrafía óptica en Cataluña, hasta formar una  malla que abarcó la mayor parte de su territorio, y  muestra, mediante una ficha (que consta de foto y datos relativos a su emplazamiento), el estado de conservación actual de las torres de telégrafo óptico localizadas hasta el momento en Cataluña.

Palabras clave: telegrafía óptica, guerras carlistas, telecomunicaciones

Telegrafia optica in Catalonia. State of the question (Abstract)

In XIX Spain, fast communications were necessary to consolidate the new liberal State in all of the territory. For that reason, in the middle of the century an ambitious improvement in the road network and the construction of a optical network of telegraph started up. In Catalonia, the War "dels matiners" (1847-1849)  accelerated the installation of this network before the war of  "guerrilla" waged by the Carlistas troops. This article tries to explain how the optical network of telegraph in Catalonia was constructed. Forming a mesh includiing most of its territory,  showing by means of a card (consisting of photos and data relative to its location), the present state of conservation of the located towers of optico telegraph to date in Catalonia.

Key words: telegrafia optica, carlistas wars, telecommunications

Durante la primera mitad del siglo XIX están en crisis las viejas estructuras feudales  del modelo de Estado del Antiguo Régimen, comenzando la transición hacía  un nuevo modelo de Estado liberal. En la construcción del nuevo Estado, que administrativamente recoge toda una serie de cambios del siglo XVIII, eran absolutamente imprescindibles unas comunicaciones rápidas que articularan el país.

Cuando a mediados de siglo se comienza a construir la red de telegrafía óptica, ya se sabía que desde sus inicios estaba desfasada. Sin embargo, la situación política y social de España que llevó al enfrentamiento de los partidarios de uno y otro modelo de Estado en las guerras civiles del XIX, no permitía la instalación de una red de telegrafía eléctrica, mucho más vulnerable que la óptica.

El telégrafo óptico contribuyó a la construcción del Estado, que con una vocación centralizadora y de control gubernamental necesitaba que sus decisiones se realizaran lo más rápidamente posible. Completamente ligado a cuestiones de orden público, tuvo un uso restringido a las autoridades civiles y militares, no estando en ningún momento abierto a los particulares.

Los inicios del telégrafo

El pensamiento ilustrado favoreció grandes progresos científicos y tecnológicos. Así, entre otros, los avances en la óptica que llevan a cabo Euler, Fuss y Claraut que dan como resultado el anteojo acromático permitieron el desarrollo de la telegrafía óptica a finales del siglo XVIII. Un siglo antes, en 1684, Robert Hooke ya había expuesto ante la Royal Society un sistema de telegrafía visual, pero nunca se puso en funcionamiento.

Fue la guerra en la que se encontraba inmersa Francia a finales de siglo la que auspició la construcción de las líneas de telégrafo óptico. Entre 1790 y 1795 Francia necesitaba tener unas comunicaciones rápidas y seguras. Se encontraba en plena Revolución; rodeada por las fuerzas aliadas de Inglaterra, Países Bajos, Prusia, Austria y España; Marsella y Lyon se habían sublevado, y la flota inglesa tenía la ciudad de Toulon. Ante esta situación desesperada, uno de los factores más favorables para los ejércitos franceses fue la falta de coordinación existente entre las fuerzas de coalición, por la ausencia de líneas de comunicación.[1]

El día 2 de Thermidor (19 de julio) de 1794, se transmitió el primer telegrama de la historia a lo largo de una línea de telegrafía óptica ideada por Claude Chappe que, mediante 22 torres y a lo largo de 230 kilómetros unía Lille y París.  Por este medio, la Convención tuvo conocimiento de la derrota del ejército austríaco y la  toma por parte del ejército republicano francés de las plazas fuertes de Landrecies y Condé.

El abad Claude Chappe, siguiendo el espíritu científico de la Ilustración, fue un estudioso de la física y la química, e incluso parece que hizo algún ensayo con la electricidad.[2] Durante el verano de 1790, con la colaboración de sus hermanos, intentó desarrollar un sistema de comunicación que permitiera al gobierno recibir información y transmitir órdenes en el menor tiempo posible. Durante dos años fue ideando diferentes modelos, que tuvieron suertes dispares. En una ocasión al instalar su aparato telegráfico en la plaza de Etoile en París, una masa popular furiosa lo destruyó al pensar que se trataba de un medio de comunicar con el rey Luis XVI que estaba en prisión.

Finalmente, el 22 de mayo de 1792, a través de su hermano que era diputado,  presentó ante la Convención un sistema de señales ópticas con las que se podían transmitir signos alfabéticos y numéricos a distancia.[3] La Convención vio rápidamente las ventajas políticas de la innovación y le concedió una subvención de 6.000 francos para la construcción de una línea de prueba. 

Chappe construyó rápidamente esta línea de prueba, que consistía en estaciones telegráficas instaladas sobre unas torres construidas al efecto o preexistentes (como fue el caso de la cúpula del palacio del Louvre, en la que se instaló el último telégrafo de la línea Lille-París).

Figura núm. 1
Fuente: Olivé, 1990.

En las torres, sobre una plataforma se montaba un mástil de madera, en cuyo extremo superior se colocaba horizontal un travesaño (denominado regulador), que podía modificar su posición mediante cuerdas y poleas. En el extremo del brazo horizontal había otros brazos verticales también móviles (denominados reguladores). De este modo se podían conseguir un gran número de figuras geométricas que desde la torre siguiente eran visualizadas por medio de un anteojo (figura núm. 1).

Ante el éxito de esta primera línea se creó en Francia una extensa red de telegrafía óptica que, a mediados del siglo XIX, alcanzaba casi los 5.000 kilómetros. Ésta tuvo su máximo desarrollo en la Francia napoleónica debido a las necesidades que tenía el Imperio de una rápida transmisión de las noticias. Entre 1805 y 1810, se construyeron las líneas París-Lyon-Turín-Milán, París-Brest y París-Calais-Boulogne. Durante la restauración borbónica sólo se construyó, en 1823, la línea París-Bordeaux-Bayonne. Finalmente, bajo el gobierno de Luis Felipe, la telegrafía óptica tuvo un nuevo impulso al crearse una red en forma de tela de araña, que garantizaba la eficacia de las comunicaciones del Estado al ser capaz de unir las plazas fuertes del Norte, los centros comerciales del canal de La Mancha y las ciudades importantes del Midi francés.[4]

La difusión del telégrafo óptico

La noticia de la existencia del telégrafo de Claude Chappe se extendió a otros países, que se propusieron imitarla rápidamente. Los Estados, con una burocracia cada vez más compleja, buscaban nuevos medios de comunicación. Para los diferentes gobiernos era de la máxima importancia contar con un sistema de comunicación, que de forma más rápida y segura que el correo, permitiera transmitir la información a los centros de poder.

Gran Bretaña, en plena guerra napoleónica, tenía la necesidad de estar informada de lo que ocurría en el continente. Enterados del sistema de Chappe, comienzan la construcción de las primeras líneas de telegrafía óptica para unir los principales puertos del canal de La Mancha (por donde entraban las noticias del continente europeo) y Londres.

Figura núm. 2
Fuente: Olivé, 1990.

El sistema de telegrafía óptica británico, propuesto por Lord George Murray al almirantazgo británico, era diferente del francés. Consistía en instalar en la cumbre de cada torre un gran panel de madera, taladrado por seis agujeros circulares que se podían tapar por unos postigos también de madera (figura núm. 2). El sistema se basaba en un código binario que permitía 2 elevado a 6, es decir, un total de 64 combinaciones.[5] La primera línea que se construyó unió, mediante quince estaciones, Londres con la ciudad costera de Deal. Poco a poco se fueron construyendo estaciones a lo largo de la costa en ciudades como Portsmouth, Yarmouth, Plymouth, etc.

En Estados Unidos, la primera línea de telégrafo óptico, construido por Jonhathan Grout, entró en funcionamiento en 1800. Se trataba de una línea de 104 kilómetros que unía la isla Martha's Vineyard y la ciudad de Boston con la finalidad de anunciar novedades relativas a la navegación, como llegada de navíos, etc. Unos años más tarde, en 1812, quedaban unidas por este medio la ciudad de Nueva York y la costa de Sandy Hook. Sin embargo, el telégrafo óptico en Estados Unidos únicamente se instaló en algunas ciudades de la costa Atlántica, pero sin llegar a constituir una autentica red.

También en las colonias del norte de África se instalaron líneas de telégrafo óptico, especialmente en Argelia, donde se utilizaron hasta 1859, año en que fueron reemplazadas por las líneas electrotelegráficas.

El telégrafo óptico en España

España no fue ajena a las noticias de la aparición del telégrafo óptico. El 14 de octubre de 1794 La Gaceta de Madrid publicaba la existencia del telégrafo de Chappe y, unos días más tarde, un suplemento del 4 de noviembre, explicaba las pruebas que había llevado a cabo Salvador Ximénez Colorado,  profesor del Observatorio Astronómico de Madrid. Éste, con la ayuda de otros profesores, comprobó la efectividad de los anteojos acromáticos en la observación de señales a distancia, intercambiando una serie de mensajes entre varios puntos cercanos a Madrid con el objetivo de idear un sistema de comunicación, pero su experiencia no fue más allá de estas pruebas.

Las noticias llegadas de Francia comenzaron a sembrar la inquietud entre los ilustrados españoles. Así, el año 1799 la corte de Carlos IV recibía diferentes propuestas de modelos de telégrafo. Por un lado, el teniente coronel Luis Rancaño del Cancio presentó a la familia real un modelo de telégrafo.[6] Por otro, Josef Fornell propuso a la Corte un sistema que consistía en un panel rectangular en el cual se movían horizontal y verticalmente 11 bolas o faroles, forrados con lienzo.[7] Este último sistema fue sometido por el Ministerio de Estado a la valoración del ingeniero Agustín de Betancourt, pero lo desestimó por considerarlo lento, difícil de usar y con gran riesgo de averías provocadas por el viento. Finalmente, sería Agustín de Betancourt y Molina quien creó un sistema de telegrafía que superaba al sistema de Chappe, tanto en velocidad de transmisión como en seguridad, facilidad y precisión.

El apoyo que recibió de la corte de Carlos III, a través del conde de Floridablanca, permitió a Betancourt viajar a París para ampliar sus estudios y conocer destacados ingenieros y científicos.[8] Allí hizo amistad con Abraham Louis Breguet, relojero suizo que residía en París y que había colaborado con Chappe en la construcción y perfeccionamiento de su sistema de telegrafía, lo que le permitió conocer de primera mano el sistema francés. Algo más tarde, entre 1793 y 1796, residió en Londres, donde estudió el sistema de George Murray.

Buen conocedor de los dos sistemas y dudando de la efectividad de ambos, creó un nuevo telégrafo, que mostró a Breguet a su regreso a París en 1796. De nuevo juntos, Breguet y Betancourt perfeccionaron el sistema y lo presentaron a la Academia de Ciencias del Instituto de Francia. Ésta formó una comisión para su estudio con científicos de extraordinaria importancia: Charles de Borda, Jacques Alexandre Charles, Charles Coulomb, Jean Baptiste Delambre, Louis de Lagrange, Pierre Simon y Marie Rich. Aunque obtuvieron el respaldo científico de la Academia y el éxito del aparato fue rotundo, sin embargo, no fue aceptado al encontrar la oposición del máximo responsable del telégrafo en Francia: Claude Chappe, en esos momentos jefe de los telégrafos franceses, que lo rechazó y descalificó.

A su regreso a España, en diciembre de 1798, Betancourt contó con el apoyo de Urquijo, ministro de Estado, para que Carlos IV firmara una Real Orden el 17 de febrero de 1799 por la que se aprobaba el proyecto para la instalación del telégrafo óptico en España.

Se proyectó la línea de telégrafo óptico Madrid-Cádiz, que debía contar con 60 ó 70 estaciones y con una asignación presupuestaria de 1.500.000 reales. La dirección de las obras se encargó a Betancourt, así como la fabricación de los aparatos telegráficos, estableciendo para ello unos talleres en las dependencias de la antigua fábrica de porcelanas del Buen Retiro.[9] No obstante, parece ser que de toda la línea sólo llegó a construirse el tramo Madrid-Aranjuez.[10]

A comienzos del siglo XIX, en 1805, el teniente coronel de ingenieros Francisco Hurtado creó un sistema telegráfico del tipo semafórico para un uso estrictamente militar. El modelo de Hurtado llegó a ponerse en funcionamiento en cuatro líneas que, partiendo de Cádiz, terminaban en Sanlúcar de Barrameda, Medina Sidonia, Chiclana y Jerez, prolongándose esta última durante un tiempo hasta Sevilla.[11] Algunas de estas líneas se mantuvieron hasta 1820.

Ya próximo el final del reinado de Fernando VII, en febrero de 1831, el oficial de la Marina Juan José Lerena, después de presentar su sistema telegráfico a la Corte recibe el encargo de la construcción e instalación de una red de telegrafía óptica entre Madrid y los Reales Sitios.[12] Tres meses después, se terminaba la primera línea de prueba, que, con cuatro estaciones intermedias, unía Madrid y Aranjuez.[13] Durante los años posteriores se continuaron construyendo diferentes líneas hasta que, en 1836, la crisis política y de la hacienda pública impiden continuar con el proyecto de extender una amplia red que cubriera el territorio nacional.[14]

También en 1836, el director de telégrafos del ejército de operaciones del norte, el general Manuel de Santa Cruz, concibió un sistema original de telégrafo (con el correspondiente diccionario de claves). La lucha que éste encabezaba contra el ejército carlista del norte de la Península  le planteó la necesidad de unas comunicaciones rápidas, por lo que organizó dos líneas que se unían en Logroño y enlazaban Vitoria y Pamplona mediante trece estaciones intermedias, formando una media luna alrededor de Estella, sede del pretendiente carlista al trono.[15]

El 14 de mayo de 1837 (sólo hacía un año que a Lerena se le había negado seguir con su red de telegrafía), el Ministerio de la Gobernación encargó al director general de caminos que propusiera un sistema telegráfico "para que cuando lo exija el servicio público y las relaciones del comercio interior, pueda dársele la extensión conveniente". Quince días más tarde, por Real Orden de primero de junio, se encargó al mismo director general la organización del servicio telegráfico, porque consideraba que era más eficaz "confiar su dirección al Cuerpo científico con quien tiene una conocida analogía, tal es el de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos".[16]Aunque según parece el encargo no tuvo mucho éxito, sí demuestra el interés que tenía el nuevo Estado liberal por poseer unas comunicaciones rápidas.[17]

Siete años después, por Real Decreto de 1 de marzo de 1844, se encarga a la Dirección General de Caminos establecer un telégrafo para unir Madrid con todas las capitales de provincia, los puntos notables de la costa y las fronteras. Con ello, se pretendía tener unas comunicaciones rápidas para mantener el orden público, tal como se decía en el preámbulo del referido Real Decreto: "Decidido el gobierno de S.M. a procurar por cuantos medios estén a su alcance el afianzamiento del orden público, tan necesario para que los pueblos puedan disfrutar de una administración paternal y previsora..."[18]

El proyecto se consideraba urgente. Por ello, Manuel Varela y Límia, director de Caminos, Canales y Puertos, dos días antes de que el Real Decreto apareciera publicado en La Gaceta de Madrid envió una copia del mismo a todos los ingenieros jefes de los distritos, así como de las dos Reales Órdenes de 1837 que en él se citaban. Así mismo, de propia iniciativa, envió una circular en la que se exponía las líneas generales de la red telegráfica que se deseaba, dando una serie de recomendaciones a los ingenieros como: practicar reconocimientos del terreno previos a los replanteos, la distancia entre las torres, la conveniencia de que el trazado de las líneas estuviera próximo al de las carreteras, etc.

Convocado el concurso para escoger el sistema telegráfico, de los cuatro proyectos presentados fue elegido el del coronel de Estado Mayor, José María Mathé Aragua. Unos años antes Mathé había colaborado en la red telegráfica de Juan José Lerena, también formó parte de la Comisión encargada de levantar el mapa topográfico de España y tenía experiencia al frente de obras de fortificación (en 1833 fortificó Castro Urdiales). Por tanto, conocía directamente el terreno y, además, era capaz de pensar en unas torres mitad fortaleza, mitad habitación, en las que tendrían que permanecer casi aislados durante bastante tiempo unos torreros, en su mayoría de extracción militar, en unas condiciones muy duras.

El proyecto de Mathé contemplaba la construcción de gran número de líneas, sin embargo sólo se llegaron a construir tres. La primera (llamada la línea de Castilla) comenzó a prestar servicio el 2 de octubre de 1846 y unía, mediante 52 torres, Madrid con la frontera francesa a través de Irún, pasando por Valladolid, Burgos, Vitoria, San Sebastián, etc. La segunda, la línea Madrid-Cádiz, que contaba con 59 torres y pasando por Toledo, Ciudad Real, Córdoba, Sevilla, Jerez de la Frontera, Puerto de Santa María, etc, llegaba a Cádiz. Finalmente, la tercera unía Madrid con la frontera francesa a través de la Jonquera, recorriendo Cuenca, Valencia, Castellón y en el territorio catalán del presente trabajo, las provincias de Tarragona, Barcelona y Girona.

El telégrafo óptico en Cataluña

Es necesario situarnos en el momento histórico en que se encuentra España, y concretamente Cataluña, para entender el enorme esfuerzo que hizo el Estado liberal con el fin de establecer unas comunicaciones rápidas. Con la mejora de la red de carreteras, que entre otras cosas facilitaba un correo más rápido, y el establecimiento del telégrafo óptico, el régimen liberal se intentaba consolidar en todo el territorio.

La abdicación de Carlos María Isidro de Borbón y la cesión de sus derechos a su primogénito Carlos Luis de Borbón y Braganza, el 18 de mayo de 1845, aumentó las luchas entre los dos bandos carlistas de la época: moderados y ultras. El fracaso del pretendido matrimonio del recién nombrado Carlos IV con la reina Isabel II favoreció la postura de aquellos que defendían una solución bélica ante el problema dinástico. En Cataluña la situación se agravó ante la oposición al sistema contributivo aprobado por Alejandro Mon en 1845, sistema que favorecía a los terratenientes y perjudicaba a los medianos y pequeños campesinos, así como a los sectores populares de las ciudades. A este desacuerdo se sumaba la oposición al sistema de sorteo empleado en el reclutamiento de mozos al ejército. Esta situación fue aprovechada por el caudillo carlista Benet Tristany, alzándose en Solsona a principios del mes de septiembre de 1846 para reivindicar la pretensión al trono del conde de Montemolín. A pesar del apoyo de otros destacados dirigentes políticos y militares carlistas, la muerte de Tristany marcó el fracaso de estos primeros intentos de extender la lucha al resto de Cataluña. Sin embargo, la aparición de grupos armados fue una constante en la vida catalana durante los años 1846 y 1847.

Las fracasadas insurrecciones progresistas madrileñas de los meses de marzo y mayo de 1848 tuvieron una inmediata repercusión en el levante peninsular, especialmente en Cataluña. Desde la primavera aparecieron diversos pelotones republicanos, que coincidieron con partidas carlistas, las cuales también durante estas fechas habían visto crecer sus filas.[19] Desde este momento, tanto la campaña montemolinista como las insurrecciones demócratas y republicanas se recrudecieron, dando lugar a la llamada Guerra dels Matiners.

La llegada de Cabrera, el caudillo más popular entre los carlistas, a Cataluña el 23 de junio de 1848 cambió el signo de las acciones bélicas. Con más de 10.000 hombres a su cargo, Cabrera organizó un pequeño ejército con la peculiaridad de que nunca atacaba en bloque, sino que con la articulación de sus tropas alrededor de la cuenca del río Ter, acosaba al enemigo continuamente y en lugares diferentes. Ni el envío de nuevos soldados ni el cambio del capitán general Pavía por Fernández de Córdoba consiguieron menguar una serie de contratiempos en las filas estatales.

Ante la imposibilidad de la ocupación militar del amplio y montañoso territorio catalán y dada la perseverancia del enemigo en cortar las comunicaciones del ejército, el general de la Concha, que fue nombrado capitán general de Cataluña, se decantó por unas fuerzas militares rápidas en sus desplazamientos y permanentemente comunicadas entre ellas. Para conseguir esto, además de relanzar la construcción de caminos y carreteras, proyecta la creación de una red de telegrafía óptica militar

La red catalana de telegrafía óptica civil

El telégrafo óptico, como se ha dicho, estaba únicamente en manos del gobierno con el objetivo fundamental de mantener el orden público. En ningún momento llegó a ser un instrumento de comunicación para la articulación económica del mercado nacional o de uso para la sociedad civil, estando únicamente al servicio de la Corte,  del gobierno y del ejército.

La real orden de 26 de noviembre de 1846 dejaba claro el uso del telégrafo: "Únicamente los Capitanes Generales y los Jefes Políticos, podrán dirigir por el telégrafo comunicaciones ya sea a las Secretarías del Despacho o a las Autoridades Superiores de las Provincias"

Servido por personal del ejército o bajo un régimen paramilitar, con personal reclutado entre licenciados del ejército, cuando hablamos de línea civil o militar la diferencia es mínima. Su función era en la mayoría de los casos, y particularmente en el caso de Cataluña con un gran movimiento de tropas carlistas en su territorio, una función militar o de transmisión de mensajes relacionados con el orden público.

De las líneas proyectadas en 1844 por José María Mathé, la de Cataluña por Valencia fue la segunda en entrar en servicio, si embargo, sólo hay constancia de su funcionamiento regular en el tramo Madrid-Valencia, que comenzó a construirse en 1848 y entró en funcionamiento a finales de 1849.

En la instalación del telégrafo óptico en esta línea intervino el ingeniero de Caminos, Canales y Puertos Ildefonso Cerdá. En marzo de 1844, cuando Cerdá se encontraba trabajando en el tramo catalán de la carretera de Valencia a Barcelona y la Jonquera, se le encomendó, junto con el ingeniero Víctor Martí, reconocer los puntos más convenientes para el emplazamiento de las torres del telégrafo óptico en el distrito de Cataluña.

Para unir Valencia y Barcelona se proyectó la construcción de 30 torres, y de Barcelona a la frontera francesa a través de la Jonquera  17 más. Este último tramo se consideró un ramal de la línea de Barcelona. Se sabe que en 1850 se estaba trabajando en el trazado de la línea Valencia-Barcelona e incluso que se aumentó una torre y se rectificó la numeración, pero no existe constancia que por ella se cursara servicio.[20]

Los trayectos Valencia-Castellón y Barcelona-Tarragona estuvieron funcionando de forma no oficial. El tramo Castellón-Tarragona, que debía atravesar el delta del Ebro (zona dominada por los carlistas donde la guerra nunca acababa definitivamente), parece que no llegó a funcionar.

Se ha dicho que el fracaso de esta línea en Cataluña fue, probablemente, porque uno de los principales usuarios de la telegrafía óptica fueron los militares y  éstos tenían en dicho territorio líneas militares independientes.

La línea mencionada, de Cataluña por Valencia, constaba de sesenta  torres numeradas correlativamente. La número 1 se instaló en el edificio de la Aduana, en Madrid; la 30 en la torre de San Francisco, en Valencia, y, finalmente,  la 60 en el castillo de Montjuïc, en Barcelona. Naturalmente se construyeron toda una serie de torres intermedias, de las que, desgraciadamente, sólo disponemos de una relación incompleta en la que figura el número que les correspondía y el nombre.

En el territorio catalán estudiado han sido localizadas la mayoría de las torres del telégrafo civil, que figuran subrayadas en la lista que damos a continuación. Para poder visualizar la ficha de cada torre es necesario situarse encima del número de ésta (subrayado) y hacer clic. Apareciendo de este modo una ficha con una fotografía de la torre, la línea a que pertenece, su número de registro, municipio en el que se encuentra, comarca, provincia, localización y estado de conservación. También se pueden ver las fichas de las torres localizadas (militares y civiles) en el mapa de Cataluña del Anexo 1, haciendo clic sobre el punto correspondiente.

Torres de telegrafía óptica civil:

Torre núm. 47 Perelló Torre núm. 54 El Vendrell
Torre núm. 48 Torre núm. 55 l'Arboç
Torre núm. 49 Torre núm. 56 Vilafranca del Penedès
Torre núm. 50 Cambrils Torre núm. 57 Altura de la Guardia
Torre núm. 51 Salou Torre núm. 58 Ordal
Torre núm. 52 Tarragona Torre núm. 59 Sant Pere Martir
Torre núm. 53 Ermita S. Antonio (Altafulla) Torre núm. 60 Barcelona-Montjuïc
Torre 154 Coma-ruga  

El ramal de Barcelona a la Jonquera lo formaban 17 torres, más la de Barcelona que era común a las dos líneas. Como éste era el segundo ramal de la línea, su numeración se inicia en la segunda centena:

Torre núm. 201  Casamachán, en la Jonquera Torre núm. 210  El Mirador, en Brunyola
Torre núm. 202  Mont-roig Torre núm. 211  Puigsardina, en Riudarenes
Torre núm. 203  Castillo de Figueres Torre núm. 212  Puigmarí
Torre núm. 204  Ermita del Ángel Torre núm. 213  Montagut
Torre núm. 205  Coll de Noy Torre núm. 214  La Patona, en Calella
Torre núm. 206  Cuesta de Fallinas Torre núm. 215  Torre Vieja, en Caldetas
Torre núm. 207  Sant Miquel Torre núm. 216  Vilassar de Mar
Torre núm. 208  Girona Torre núm. 217  Montgat
Torre núm. 209  Turó del Casot Torre núm. 60 Barcelona-Montjuïc

En septiembre de 1850, las 17 torres del ramal de Barcelona a la Jonquera ya estaban construidas y preparadas para cursar mensajes y, de hecho, en estas fechas funcionaban de forma no oficial para hacer prácticas. Su control estaba divido en tres secciones: la primera comprendía de la torre 213 (Montagut) a la 217 (Montgat), la segunda de la torre 207 (Sant Miquel) a la 212 (Puigmarí) y la tercera de la torre 201 (Casamachan, en la Jonquera) a la 206 (Cuesta de Fallinas).

Para localizar el emplazamiento idóneo de las torres, los ingenieros de Caminos, Canales y Puertos se basaron en una circular de marzo de 1844 que establecía las condiciones generales, que eran, entre otras, las siguientes:

- La distancia entre las estaciones debía ser como mínimo de dos leguas y como máximo de tres, pero teniendo en cuenta las condiciones geográficas, tanto los desniveles provocados por las montañas como las nieblas ocasionadas por los ríos y terrenos pantanosos.

- Debían seguirse las carreteras existentes, siempre que fuera posible.

- Las estaciones se fijarían en poblaciones, tratando de evitar la construcción de torres en parajes deshabitados.

- En las capitales de provincia debían procurar situar las estaciones en el mismo edificio que las autoridades civiles o militares tuvieran para su alojamiento fijo, prefiriendo en igualdad de ventajas el que ocupen las primeras.

- En cualquier caso eran preferibles edificios del Estado, torres de iglesias o ermitas, castillos o casas fuertes antiguas.

- Se debía mantener la alineación, procurando un radio visual de la línea perpendicular al frente de cada torre.

Las torres, de acuerdo con la tradición de los ingenieros militares españoles, constituían auténticos fuertes. Su puerta de entrada se situaba a unos dos metros del suelo, de modo que se accedía a ella por medio de una escalera de madera que se retiraba en caso de ataque (figura 3). Tenían aspilleras y en algunos casos estaban rodeadas para su defensa por un foso o un muro, todavía hoy conservados en varias de las torres localizadas, como la núm. 207 (Sant Miquel) o la núm. 211 (Puigsardina).

Figura núm. 3
Fuente: Olivé, 1990.

El personal encargado de los telégrafos se dividía en personal facultativo (inspector de primera, inspectores de línea, comandantes de línea y ayudantes) y personal operativo (oficiales de sección, torreros y ordenanzas). Muchos de ellos siguieron en la telegrafía eléctrica cuando se dejó de utilizar la telegrafía óptica.

Un gran número eran licenciados del ejército, soldados, cabos y sargentos, que habían combatido en las guerras carlistas o en algún otro conflicto. En el artículo Madrid del Diccionario Geográfico de Pascual Madoz, éste nos dice que es una decisión acertada el emplear en telégrafos a licenciados militares, no sólo porque se daba un acomodo digno a los veteranos, sino porque no hay ningún servicio más análogo al militar que el telegráfico, por los hábitos de subordinación y disciplina que exige, y por las fatigas y privaciones que le son inherentes.

Años más tarde también encontramos referencia a la cruda vida de los torreros en la novela Pedro Sánchez de José María de Pereda [21] En ella, además, hace referencia al bajo sueldo que cobraban y al hecho que, en una época de continuos cambios de gobierno, no llegaba puntualmente.[22] Todo esto, unido a la situación topográfica que ocupan las torres, en lugares altos con una buena visibilidad, pero con un frío terrible en invierno, produjo gran número de fallecimientos entre los torreros.

Ante la situación de miseria en que quedaban las familias de los fallecidos, en julio de 1852 se creó la Asociación de Auxilios Mutuos, que socorría a viudas, huérfanos y a torreros que quedaban inútiles para el servicio. Aunque la asociación era voluntaria, en 1852 casi la totalidad de los torreros y oficiales formaban parte de ella, a la que contribuían con medio día de haber para cada ayuda y en la que en caso de accidente o fallecimiento no había diferencia de cantidades por la categoría que ocupara el telegrafista.

La red urbana de Barcelona

Con objeto de mantener constantemente comunicados los fuertes de la ciudad de Barcelona, en 1848 el capitán general de Cataluña, el general Manuel Pavía y Laci, encargó el diseño de una red urbana al coronel Leonardo de Santiago, que más tarde llegaría a ser inspector de línea de primera clase de los telégrafos civiles. Mediante esta línea se unían los fuertes de Montjuïc, Ciudadela, Atarazanas, Marqués de la Mina y Palacio de la Capitanía General.

[haga clic en la imagen para ampliarla]
Figura núm. 4
Fuente: Olivé, 1990.

El sistema ideado por Leonardo de Santiago consistía en un mástil en el que se izaba una bandera que indicaba el destino del mensaje: española, mensaje general; amarilla, para Ciudadela; blanca, para Marqués de la Mina; listada azul y blanca, para Atarazanas; azul, para Montjuïc, y roja, llamada de atención. Al mismo tiempo, una columna dividida en seis teleras de situación era recorrida por un tambor de señales que podía adoptar once posiciones.

Las teleras de situación se comienzan a enumerar empezando a contar por la primera inferior, que sería la 1ª y acabando en la 6ª. Las posiciones que toma el tambor de señales y su significado en cifras son las siguientes:

- representaba el número 1 cuando aparecía sobre la 1ª telera
- representaba el número 2   cuando aparecía bajo la 2ª telera
- representaba el número 3   cuando aparecía sobre la 3ª telera

y así sucesivamente (figura 4)

Para la transmisión de mensajes se ayudaban de un diccionario, que se componía de un cierto número de palabras ordenadas alfabéticamente. Las hojas estaban numeradas por páginas  y cada página contenía dos columnas. Así, para traducir las comunicaciones de cifras, se buscaba en el diccionario primero la página y a continuación el número de renglón, encontrando de esta forma el significado de los números transmitidos.

Unos años antes, en 1843, la Comandancia General del segundo distrito militar hizo una propuesta para establecer estaciones de telegrafía óptica en Clot (Sant Martí de Provençals), Gràcia y Sants (en aquel momento pueblos cercanos a Barcelona y hoy, tras diferentes anexiones municipales, formando parte de esta ciudad). Para ello era necesario colocar unas astas en las azoteas de algunas casas, quedando de esta forma comunicados dichos pueblos con Barcelona. [23]

La red catalana de telegrafía óptica militar

La idea de una red militar ya había surgido del general Pavía durante su mandato, cuando encargó los primeros estudios al coronel de Santiago, aunque, como hemos visto, sólo llegó a construirse la red militar que unía los principales centros castrenses de Barcelona. En el momento que vuelve a ocupar la Capitanía General, el marqués del Duero pidió la colaboración del brigadier José María Mathé, que se encontraba en esos momentos dirigiendo la construcción y el funcionamiento de la red civil de telegrafía óptica.

Durante los primeros meses de la llegada de Mathé a Barcelona se produjo una situación peculiar. Por un lado, el brigadier Mathé pasó a dirigir los telégrafos militares como "Director facultativo de las nuevas líneas de Telégrafos", firmando unas veces como brigadier y otras como coronel del Estado Mayor; por otro lado, se creó una comisión auxiliar telegráfica formada por miembros del cuerpo de ingenieros del ejército, bajo el mando del coronel Manuel Ramón García.

El proyecto inicial de la red se articulaba tomando como centro Barcelona. Desde allí salían las líneas en dirección a la Jonquera (vía Girona), Lleida y una tercera, circular, que pasando por Manresa llegaba hasta Vic y volvía por Tona y Granollers a la capital catalana.[24]

Figura núm. 5
Fuente: Olivé, 1990.

Por su parte, las torres fueron proyectadas por el coronel Manuel Ramón García de acuerdo con el modelo de Mathé para las líneas civiles. En este caso se proyectaron tres modelos.[25] En el primero de ellos, los tres pisos de que constaba, incluyendo la planta baja con los muros en talud, eran con aspilleras y el terrado almenado (figura 5). La diferencia estaba en la planta: una era cuadrada y la otra circular.[26] Debe resaltarse que estas torres estaban ocupadas, además de por los torreros, por una guarnición de quince soldados. Como en el caso de las líneas civiles, si era posible, se preferían torres, edificios o fortificaciones situadas en el interior de pueblos o ciudades. En algunos casos coinciden en el mismo emplazamiento el telégrafo civil y el militar, construyéndose dos torres (una civil y otra militar) muy juntas o aprovechando algún edificio o fortificación sobre el que se colocaron los aparatos.[27]

La construcción de las torres fue financiada por los pueblos de alrededor y más tarde, a través de los fondos de quintas atrasadas, el ejército devolvió el importe. Así, por citar un ejemplo, en 1851 se devolvía la suma invertida en las obras de la torre núm. 2, Sant Pere Martir, a Sarrià, Vallvidrera, Esplugues de Llobregat, Sant Just Desvern, Les Corts y Sant Gervasi, que habían adelantado un total de 8.374 reales y 12 maravedíes para la fortificación de la torre.[28]

El sistema ideado por Mathé pretendía ser más rápido y sencillo en su manejo que el del telégrafo civil. Esencialmente constaba de un árbol dividido en seis fajas iguales. Sobre la cuarta faja se situaba una polea y una verga, ésta con dos platillos o círculos en los extremos, que podían girar verticalmente 360º. En la parte superior del árbol, un pescante con una polea que permitía subir y bajar una bola del mismo diámetro que los círculos de la verga. Por la noche se sustituían los círculos y la bola por dos faroles. Para transmitir, la verga adoptaba cuatro posiciones respecto al árbol: vertical, horizontal, inclinada 45º a la derecha e inclinada 45º a la izquierda. Si tenemos en cuenta que la bola podía situarse en las cinco primeras fajas o franjas del árbol, el número de posiciones diferentes era de veinte.[29]

Con objeto de facilitar la transmisión Mathé, desplazado a Barcelona, elaboró un diccionario y unas tablas de transmisión.[30] El diccionario estaba compuesto de diferentes capítulos: el primero un diccionario general; el segundo dedicado a palabras y frases militares; un tercero que recogía un nomenclator de geografía general y otro de geografía catalana, y un cuarto capítulo con temas diversos como la hidrografía, la Historia Sagrada, la Mitología, etc. Incluía también un amplio anexo con todas las fórmulas posibles de transmisión. El hecho de que los registros de los modelos de transmisión fueran variables y los cambios de clave diarios, dejaba a salvo el secreto de lo transmitido aunque el diccionario cayera en manos de los carlistas.

Los casi tres años de experiencia que acumulaba Mathé como director de los telégrafos civiles, lo llevaron a escribir un reglamento y unas instrucciones para el servicio de las torres.[31] El articulado de las normas dejaba claro que el más mínimo error o dejadez en el servicio se castigaría severamente. Las señales codificadas recogían una especie de diccionario de frases, y entre sus capítulos temáticos destacaban los dedicados a señales de mando: correos y diligencias, y los que afectaban a la tranquilidad pública. Los dos últimos, reunían todas las posibles incidencias referidas tanto a los servicios de correos y transporte de viajeros como a cualquier otra que afectara al orden público. La importancia de los factores socioeconómicos y la táctica casi guerrillera de republicanos y carlistas dictaban la clase de mensajes que previsiblemente se debían transmitir por el telégrafo óptico.

La construcción de la red militar se hizo en un breve periodo de tiempo. El papel relevante dado al telégrafo por el general de la Concha y las vicisitudes bélicas fueron determinantes en su construcción. El interés del marqués del Duero en una comunicación rápida y constante queda manifiesto en medidas como la de duplicar los mensajes enviándolos por telégrafo y mediante correos a caballo. Por otro lado, el meticuloso historiador Antonio Pirala, en su clásica obra sobre las guerras civiles del siglo XIX español, nos indica como en numerosas ocasiones el general de la Concha se encargó personalmente de la construcción de la red telegráfica.[32]

Las vicisitudes de la guerra convirtieron a Vic en un punto estratégico, que acabó como base de operaciones del marqués del Duero y como centro neurálgico de la red telegráfica, ya que se construyeron diversas líneas transversales a las proyectadas en un principio.

A continuación se detallan las diferentes líneas del telégrafo militar, con el número correspondiente a cada torre y su nombre. Como en el caso de las torres de la telegrafía civil, los números subrayados corresponden a las torres que hemos localizado y de las que se puede obtener la ficha (con la fotografía y sus datos correspondientes) al pasar el cursor sobre el número y hacer clic. Igualmente, éstas se encuentran en el mapa del Anexo 1, en el que se pueden visualizar todas las fichas de las torres localizadas.

Torres de telegrafía óptica militar:

- Línea de Barcelona a Lleida:

Torre   núm. 1 Dos torres en Montjuïc Torre núm. 13 Rubinat
Torre núm. 2 Sant Pere Martir Torre núm. 14 Cervera
Torre núm. 3 Molins de Rei, además un recibidor en el pueblo. Torre núm. 15 La Curullada
Torre núm. 4 Martorell Torre núm. 16 Tàrrega
Torre núm. 5 Esparraguera Torre núm. 17 Vilagrassa
Torre núm. 6 Collbató Torre núm. 18 Bellpuig
Torre núm. 7 Can Maçana Torre núm. 19 Golmés
Torre núm. 8 Castellolí Torre núm. 20 Mollerussa
Torre núm. 9 Igualada Torre núm. 21 Sidamon
Torre núm. 10 Jorba Torre núm. 22 Bell-lloc d'Urgell
Torre núm. 11 Argençola Torre núm. 23 Moradilla
Torre núm. 12 Casa Carbasí Torre núm. 24 Lleida

Desde la torre núm. 7 (Can Maçana), salía una rama hacía Manresa:

Torre núm. 25 Guixola Torre núm. 26 Manresa

Desde Manresa salían dos ramas: una hacía Solsona y la otra hacía Vic.

- Línea de Manresa a Solsona:

Torre núm. 27 Sant Martí de Torrella Torre núm. 31 Clariana
Torre núm. 28 Súria Torre núm. 32 Castellvell
Torre núm. 29 La Guixola Torre s/n   Solsona
Torre núm. 30 Cardona  

- Línea de Manresa a Vic:

Torre núm. 33 Sant Fruitós de Bages Torre núm. 38 Perafita
Torre núm. 34 Artés Torre núm. 39 Sant Boi de Lluçanès
Torre núm. 35 Avinyó Torre núm. 40 Orís
Torre núm. 36 Sant Feliu Sasserra Torre núm. 41 Sant Hipòlit de Voltregà
Torre núm. 37 Prats de Lluçanès Torre núm. 42 Vic

- Línea de Vic a Barcelona:

Torre núm. 43 Tona Torre núm. 47 Busquerons
Torre núm. 44 Centelles Torre núm. 48 Montcada
Torre núm. 45 Puig-graciós Torre núm. 49 Sabadell
Torre núm. 46 Sofia. Recibidor de Granollers Torre s/n   Barcelona (Atarazanas)

- Línea de Barcelona a Girona:

Torre núm. 50 Montgat Torre núm. 56 Hostalric
Torre núm. 51 Vilassar de Mar Torre núm. 57 Maçanet de la Selva
Torre núm. 52 Caldes d'Estrac Torre núm. 58 Puigsardina (Riudarenes)
Torre núm. 53 Calella Torre núm. 59 Sta. Coloma de Farners
Torre núm. 54 Blanes Torre núm. 60 San Dalmai
Torre núm. 55 Can Planes Torre núm. 61 Girona

- Línea de Girona a Olot:

Torre núm. 62 Sant Miquel Torre núm. 66 El Sallent
Torre núm. 63 Borgonyà Torre núm. 67 Beguda
Torre núm. 64 Banyoles Torre núm. 68 Olot
Torre núm. 65 Falgons  

- Línea de Olot a Vic:

Torre núm. 69 Sta. Maria dels Arcs Torre núm. 72 Manlleu
Torre núm. 70 Sant Feliu de Pallerols Torre núm. 73 Vic
Torre núm. 71 Sant Andreu de Pruït  

- Línea de Vic a Hostalric:

Torre núm. 74 Sant Julià de Vilatorta Torre núm. 76 Sant Martí de Riells
Torre núm. 75 Seva Torre núm. 56 Hostalric

La red, como se puede ver en el mapa del Anexo 1, formaba un gran polígono irregular que tenía como vértices más destacados Barcelona, Blanes, Girona, Olot, Vic, Solsona, Igualada y Molins de Rei, además de las ramas Manresa-Solsona e Igualada-Lleida. Un año después de acabada la guerra comenzó a construirse la línea Barcelona-Tortosa. El conjunto de la red continuó en funcionamiento hasta la tardía fecha de 1862, convirtiéndose en el entramado óptico telegráfico de más duración en España.

En la última de las guerras civiles españolas del siglo XIX (1872-1875) el ejército utilizó la red electrotelegráfica construida hasta entonces por el Estado, además de las empleadas por las compañías de ferrocarril.[33] No obstante, en lugares como la montaña central catalana y en comarcas como la Ribera d'Ebre y el Baix Ebre, utilizaron redes alternativas de telegrafía óptica con la finalidad de reforzar o sustituir la red electrotelegráfica, dados los frecuentes sabotajes carlistas que sufrió ésta.

Entre los años 1873 y 1875 se construyó una red de telegrafía óptica que se extendía por las provincias de Tarragona, Teruel, Zaragoza, Valencia y Castellón. Su autor fue el general Manuel de Salamanca y Negrete, que fue nombrado gobernador militar de Tarragona en noviembre de 1873.

La proliferación de acciones armadas por parte de los carlistas, que con frecuencia dejaban ambos lados del río Ebro incomunicados al hundir las barcazas que lo cruzaban, y la falta de soldados en el ejército liberal para controlar los pasos del río, motivó a Salamanca en la construcción de diferentes líneas de telegrafía óptica para asegurar y complementar la aún escasa red electrotelegráfica.

[haga clic en la imagen para ampliarla]
Figura núm. 6
Fuente: Olivé, 1990.

El sistema ideado buscaba la sencillez, pensando tanto en su utilización como en el aprendizaje. El aparato estaba compuesto de un árbol de madera, y muy cerca de su extremo superior giraban dos aspas o brazos. Las diferentes posiciones de las aspas, similares a los movimientos de los brazos de una persona formando ángulo con su cuerpo, componían las diferentes señales.[34] Para la transmisión nocturna se colocaban dos faroles en los extremos de las aspas y el eje sobre el que giraban (figura 6).

Para el aprendizaje de los soldados encargados de su utilización, así como para la búsqueda de los emplazamientos más adecuados de las torres y aparatos, contó Salamanca con la colaboración de funcionarios del cuerpo de Telégrafos.[35]

Así, con la construcción de 45 torres ópticas, se lograba que quedaran unidas, siguiendo la orilla derecha del Ebro, Zaragoza y Amposta. Las torres, como en los casos anteriores, fueron financiadas por los pueblos de los alrededores. Aunque todavía no hemos localizado ninguna torre de esta línea en Cataluña, se proyecto la instalación del telégrafo óptico en: Riba-roja, Flix, Ascó, Sta. Magdalena, Corbera, Gandesa, Mora d'Ebre, Benissanet, Miravet, el Pinell de Brai, Armas del Rey, Tivenys y Tortosa.

Conclusión

Uno de los objetivos de este trabajo era averiguar la localización exacta y el estado de conservación de las torres telegráficas que se utilizaron en Cataluña Hemos intentado mostrar, aunque todavía de forma incompleta, los testimonios arqueológicos que la telegrafía óptica dejó en Cataluña. Con estos restos se demuestra que, al igual que ocurrió en otros lugares (Francia, Gran Bretaña, Estados Unidos, etc), también en Cataluña se estableció una extensa red de telegrafía óptica.

Los testimonios no sólo han quedado en los restos de las torres sino también en la toponimia. Así, al igual que ocurre en otros lugares, como en Postdam (Alemania) donde hay una colina llamada Telegraphenberg o los montes que en Gran Bretaña reciben el nombre de Telegraph Hill, en Cataluña también encontramos en su toponimia testimonios de este medio de comunicación, con montes que se denominan turó del telègraf.

Con este artículo también pretendemos que las personas que conozcan la situación de las torres que todavía no tenemos localizadas se pongan en contacto con nosotros para, entre todos, recuperar, aunque sólo sea de forma gráfica, estos restos de la arqueología de las telecomunicaciones. En numerosas ocasiones los restos de las torres están casi completamente cubiertos de vegetación y, por tanto, muy difíciles de ver. Por esta razón, el trabajo de campo está resultando complicado, debido a que en muchos casos sólo es posible localizar las torres con la ayuda de alguna persona conocedora del terreno.

Igualmente, sería una gran satisfacción que, a través de estas páginas, ayuntamientos (algunos como el de Calella o Castellbisbal ya lo están haciendo) e instituciones conocieran la existencia de una parte de su pasado y se lograra una sensibilización mayor en la recuperación de este patrimonio, porque mientras estas torres sigan en pie, seguirán dando testimonio de aquellos telégrafos y telegrafistas que dieron los primeros pasos de la telecomunicación.

Como se ha mostrado, con el telégrafo óptico se intentó acortar y controlar el espacio catalán. Lewis Mumford decía al respecto: "Si el cañón fue el primer artificio anulador del espacio mediante el cual el hombre fue capaz de expresarse a distancia, el semáforo o telégrafo óptico (por primera vez utilizado en la guerra) fue quizá el segundo...". Efectivamente, a lo largo del siglo XIX se asistió a grandes avances en las comunicaciones: el ferrocarril, el telégrafo óptico, más tarde el telégrafo eléctrico, etc., con objeto de acortar las distancias.

La telegrafía óptica, a pesar de las interrupciones que se producían por la niebla, resultó mucho más segura que la eléctrica que quedaba anulada con sólo cortar el hilo. Por ello, los ingenieros militares, que con toda certeza conocían la existencia y las pruebas que se estaban realizando en Europa con el telégrafo eléctrico, optaron por ella en momentos de conflicto.

Como ha ocurrido con otros medios de comunicación, en Cataluña, fue la guerra y no el comercio o la industria, la que favoreció la instalación del telégrafo óptico. El ejército liberal necesitaba unas comunicaciones que abarcaran todo el territorio catalán, especialmente las zonas en conflicto. Así, como puede apreciarse en el mapa del Anexo 1, con la red de telegrafía que se construyó a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX buena parte del territorio quedaba comunicado por este medio.


Anexo 1. Localización de las torres de telegrafía óptica en Cataluña

Fuente: Elaboración propia

Notas

[1]  Del semáforo al satélite.- UIT- Ginebra, 1965

[2] Olivé, S., 1999 :16.

[3]  El aparato telegráfico consistía en un mástil, que tenía en su parte superior un travesaño (denominado regulador) que podía girar sobre su eje central, gobernado por una polea. El regulador tenía, a su vez, en cada uno de sus extremos sendos travesaños menores (denominados indicadores), que también podían girar sobre sus ejes gobernados por otras poleas.

Cada polea podía hacer que regulador e indicadores tomaran posiciones diferentes. Pero tales posiciones debían ser lo suficientemente diferentes para que no pudieran confundirse unas con otras. Por ello Chappe las redujo a las diferenciadas por ángulos de 45º.

Usando diferentes figuras que podía tomar el regulador y los indicadores, confeccionó un código. En realidad sólo utilizaba dos posiciones del regulador, de forma que el código se formó basándose en las combinaciones que proporcionaban los indicadores. Como estos podían tomar ocho posiciones, separadas cada una 45º, incluso prescindiendo de aquella en la que el indicador se solapaba con el regulador, quedaban 7 x 7 = 49 combinaciones útiles, que con las dos posiciones del regulador se convertían en 49 x 2 = 98.

Chappe ideó varios sistemas de codificación para cifrar los mensajes que quería enviar. Parece que el más utilizado fue un diccionario de 92 páginas, con 92 expresiones en cada página. Este sistema le permitía disponer de 92 x 92 = 8464 expresiones que podía seleccionar mediante dos signos de las torres para cada una de ellas (un signo indicaba la página y el otro la frase). Los seis signos restantes (hasta 98 posibles) los empleaba para señales auxiliares. Olivé, S., 1999 :16-17

[4] Bahamonde, A., 1993 :126.

[5] El telégrafo de Lord Murray consistía en seis paneles que podían desplazarse horizontal o verticalmente, de manera que al abrir o cerrar las seis ventanas, permitía codificar las diferentes letras del alfabeto.

Explicación del telégrafo:

Cuando el telégrafo se presenta como en A, con las seis ventanas abiertas, quiere decir que no hay nada para transmitir.

Cuando todas las ventanas están cerradas, como en C, quiere decir que se va a poner en marcha y que la estación siguiente debe estar preparada para la recepción.

Explicación del alfabeto:

Cuando el telégrafo se presenta al principio como en C, con las seis ventanas cerradas:

- La abertura de la primera ventana significa la letra A
-
La abertura de la segunda ventana significa la letra B
-
La abertura de la tercera ventana significa la letra C
-
La abertura de la cuarta ventana significa la letra D
-
La abertura de la quinta ventana significa la letra E
-
La abertura de la sexta ventana significa la letra F.

Esto es lo que se denomina la primera serie.

Para la segunda serie la posición de salida es la figura A, en la que todas las ventanas están abiertas:

Cuando se cierra la primera ventana significa la letra G

[6] La Gaceta de Madrid hace una descripción no demasiado detallada del telégrafo en la que dice que "se compone de dos piezas principales colgadas de dos horquillas, y otra accesoria", y añade "el dialecto y la paleografía telegráfica, que acompañan al invento son también ingeniosas y originales". Olivé, S., 1990 :24.

[7] Exposición de un método para comunicar las noticias con brevedad. Josef Fornell. Aranjuez, 30 de junio de 1799.

[8] Bonet, A.,  :279-285.

[9] [Olive, S., 1990 :20

[10] [Francisco Salvà i Campillo, que hizo una demostración de telegrafía eléctrica ante la Corte en 1797, en la memoria El Galvanismo aplicado a la Telegrafía, leída en la Academia de Ciencias Naturales y Artes de Barcelona, el 22 de febrero de 1804 decía: "Así pues, desde Madrid a Aranjuez, que sólo distan siete leguas y que apenas se necesitarían más de un telégrafo (de los suyos) en cada uno de los puntos, tuvieron que armarse cuatro, y así destinar y mantener cuatro familias para el servicio de él. Considérese los que a este respecto deberían estar empleados desde Madrid a Cádiz; y aunque en todas partes no mediasen iguales circunstancias, no bajaran de treinta torres las que tuvieran que armarse. Cuando en mayo de 1799 yo salí de Madrid, calculaban a dos millones de reales el coste de dicho telégrafo, sin contar lo que costaría su manutención"

[11] El sistema ideado por el Teniente Coronel Francisco Hurtado conseguía, mediante 24 combinaciones, obtener las cinco vocales, quince consonantes y cuatro combinaciones de servicio. Además, mediante una de las combinaciones de servicio podía cambiar el significado de las veinte letras en números (anticipándose a lo que, casi un siglo después, se denominaría la inversión telegráfica, y se emplearía en los teleimpresores.) La máquina del telégrafo era, simplemente, un asta y dos paletas que podían girar en un plano vertical, movidas por medio de poleas, para adoptar las combinaciones del código. Olivé, S., 1990 :25

[12] Anteriormente Lerena había realizado algunos ensayos. En la Habana en 1829, presentó a sus compañeros de Marina un Telégrafo de día y de noche, para mar y tierra, y unos meses después, una comisión de brigadieres de la Armada, reunidos en el navío Soberano, fondeado en el puerto de La Habana, aprobó el proyecto presentado por Lerena. Bahamonde, A., 1993 :129.

[13] El sistema de Juan José Lerena tenía dos partes: un mástil, que permitía elevar una bola y situarla en distintas posiciones; y un panel que cambiaba de color. Olivé, S., 1990 :28.

[14] Pascual Madoz dice en el epígrafe "Telégrafos de Madrid" de su Diccionario Geográfico dice, haciendo referencia al sistema de Lerena: Este sistema no carecía de ingenio en su combinación; pero como sólo estaban en ejercicio las líneas durante la residencia de la corte en dichos sitios, y casi se empleaban exclusivamente en transmitir comunicaciones relativas al servicio particular de palacio, ni pudo organizarse con la debida perfección, ni prestar la utilidad de que acaso hubiera sido susceptible, resultando de ahí el que las enunciadas líneas fuesen suprimidas por real orden de 18 de mayo de 1838.

[15] El sistema ideado por el general Santa Cruz consistía en un mástil, con dos travesaños fijos a diferentes alturas y dos indicadores (dos discos), uno a cada lado del mástil, que podían variar su posición respecto a los travesaños fijos. Los dos indicadores y los travesaños de referencia podían iluminarse mediante faroles y ello permitía mandar mensajes nocturnos. Cada indicador podía tomar siete posiciones diferentes, mediante la polea correspondiente, de forma que los signos se codificaban empleando un sistema de numeración de siete dígitos. Olivé, S., 1990 :34.

[16] Boletín Oficial de Caminos, Canales y Puertos, marzo 1844

[17] Olivé, S., 1990 :40

[18] La Gaceta de Madrid, 6 de marzo de 1844.

[19] Bahamonde, A., 1994 :295

[20]  Olivé, S., 1990 :69

[21]  ... se erguía un castillete coronado de unos barrotes, entre los que subía y bajaba una cosa negra, a modo de caldero. Eran los telégrafos ópticos, que, lejos de alegrar el paisaje, le entristecían todavía más; pues a la contemplación del insulso detalle iba unida la consideración de que dentro de aquella jaula de sólidas paredes, había seres humanos incomunicados con el resto del mundo... Nos explicó don Serafín cuanto se le alcanzaba del modo de funcionar de aquellos aparatos; y llegando a decirnos la miserable retribución con que pagaba el Gobierno el suplicio moral de los empleados que los manejaban,... Pereda, José María de. 1883 :58.

[22]  Un ejemplo de esta falta de dinero, que les obligaba a adeudar artículos de primera necesidad, lo encontramos en el expediente personal de José Esteban torrero de la torre núm. 59 (San Pedro Martir), que murió en 1851 de pulmonía fulminante en Esplugues de Llobregat, haciéndose cargo la Administración de sus deudas, que eran:

-          Cuatro panes, a 15 cuartos 7 reales y 2 maravedíes.
-          Nueve cajetillas de tabaco, a 6 cuartos 6 reales y 12 maravedías.
-          Componer zapatos 12 reales.
-          Carne para comer 20 reales y 10 maravedíes.
-          Café y licores 39 reales y 6 maravedíes.
-          Comestibles 35 reales y 29 maravedíes.
-          Dinero prestado 290 reales.
-          Ataúd 36 reales.
-          Funeral 52 reales.

[23] Archivo de la Corona de Aragón. Comandancia de Ingenieros. Caja 306. Año 1843.

[24] Mapa de las cuatro provincias de Cataluña en que están marcadas las líneas Telegráficas en ejecución y en proyecto, desarrolladas según lo dispuesto por el Excmo. Sr. Capitán general marqués del Duero. Cuerpo de Ingenieros del ejército. Comisión auxiliar telegráfica. (1849).

[25] Proyecto de una torre telegráfica para las líneas militares del Distrito de Cataluña. Dibujo en tinta negra y acuarela. Firmado: El Coronel Jefe de la misma. Manuel Ramón García. Barcelona, 16 de diciembre de 1848. (Torre cilíndrica esmerilada de dos pisos).

Torre telegráfica de las líneas generales aprobada por S.M. con el aumento de obras defensivas indispensables para el Distrito de Cataluña. Dibujo en tinta negra y acuarela. Firmado: El Coronel Jefe de la misma, Manuel Ramón García. Barcelona, 16 de diciembre de 1848. (Torre de sección rectangular esmerilada de tres pisos).

[26] Un ejemplo de torre circular se puede ver en la torre núm. 46 (Granollers) y uno de torre cuadrada en la torre núm. 45 (Puig-graciós)

[27] En el emplazamiento de las torres núm. 58/211 (Puigsardina), núm. 53/214 (Calella) y núm. 62/217 (San Miguel) hay un torre civil junto a una militar.

[28]  Archivo de la Corona de Aragón. Comandancia de Ingenieros. Caja 306. Año 1851.

[29] Estudio histórico del cuerpo de ingenieros. Volumen II. p. 287.

[30] Diccionario y tablas de transmisión para el telégrafo militar de noche y día, compuesto de orden del Excmo Sr. Marqués del Duero, Capitán General del Ejército y Principado de Cataluña, por el..., Coronel del Cuerpo de E.M. del ejército . Barcelona, 1849.

[31]  Telégrafos militares. Instrucción para los torreros y Cartilla de Servicio interior y señales particulares. Barcelona, 1849. 21 páginas. El ejemplar del Servicio Histórico Militar está firmado por el mismo Mathé en Barcelona el 1 de abril de 1849.

[32] Anales de la Guerra Civil: Historia Contemporánea. A. Pirala. Madrid, 1906.

Forzosamente detenido Concha en Gerona por el deshecho temporal de aguas, procuró organizar el importante y mal parado servicio de pasapliegos, y seguir estableciendo telégrafos. Pág. 551

La actividad del marqués del Duero no tenía igual... recibiendo y despachando partes por minutos, día y noche, marcando hasta los puntos para establecer los  telégrafos militares. Pág. 552

Concha, que se hallaba ocupado en la construcción de las torres telegráficas de Barcelona a Vich, y de aquí a Manresa... p. 557

[33] Las líneas y estaciones de la red electrotelegráfica de Cataluña en los años próximos a 1872 eran las siguientes:

-          Barcelona-Girona-Figueras-la Junquera
-          Zaragoza-Huesca-Barbastro-Lleida-Valls-Tarragona
-          Valencia-Castellón-Vinaroz-Tortosa-Reus-Tarragona
-          Lleida-Fraga-Caspe-Alcañíz

[34] Bringas, M., 1884 :28 i ss.

[35] Rodríguez, E.

 

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© Copyright Antonio Aguilar Pérez y Gaspar Martínez Lorente, 2003
© Copyright Scripta Nova, 2003

Ficha bibliográfica:
AGUILAR, A. y MARTÍNEZ, G.
La telegrafía óptica en Cataluña. Estado de la cuestión. Scripta Nova. Revista electrónica de geografía y ciencias sociales. Barcelona: Universidad de Barcelona, 15 de marzo de 2003, vol. VII, núm. 137, . <http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-137.htm> [ISSN: 1138-9788]


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