Menú principal

Índice de Scripta Nova

Scripta Nova
REVISTA ELECTRÓNICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona. ISSN: 1138-9788. Depósito Legal: B. 21.741-98
Vol. VII, núm. 146(003), 1 de agosto de 2003

ARQUITECTURA Y DOCUMENTACIÓN: ARQUEOLOGÍA DE LA VIVIENDA EN EL CASCO ANTIGUO DE BARCELONA

Francesc Caballé i Esteve
Historiador

Arquitectura y documentación: arqueología de la vivienda en el casco antiguo de Barcelona (Resumen)

Tradicionalmente la documentación sobre la arquitectura histórica en Barcelona se ha centrado de manera casi exclusiva en aquellas construcciones de carácter más señero que han llegado hasta nuestros días. Este tipo de documentación ha llevado a menospreciar el valor histórico y patrimonial de la edilicia doméstica, no tan sólo como elemento de estudio, sino como referente de soluciones estrictamente arquitectónicas o como fuente de información para el conocimiento pormenorizado de la arquitectura residencial o productiva de diferentes épocas. En este marco, el desarrollo de una metodología específica, tal como se plantea en este articulo, se convierte en una necesidad de primer orden, ya que de este modo se posibilita la elaboración de criterios objetivos a la hora conocer, comprender y finalmente valorar este tipo de patrimonio arquitectónico.

Palabras clave: Patrimonio, Barcelona, arquitectura doméstica, arqueología, documentación.

Architecture and documentation: archaeology of the house in the Barcelona's old helmet (Abstract)

Traditionally documentation about historical architecture in Barcelona has been focused fairly exclusively, on these buildings which have an unequalled character, and they have survived until now. This kind of documentation has lead to scorn the historical and hereditary value of domestic architecture, not just as an element of study if not, as a reference of architectural solutions strictly or as a source of information for the detailed knowledge of the residential or industrial architecture of different periods. In this cultural scene, the development of a specific methodology, as it is explained in this article it is turned into a necessity of the first order, seeing that in this way, it is possible to elaborate objective criteria to know, to understand and finally to value this kind of architectural heritage.

Key words: Heritatge, Barcelone, documentations, archaeology, architecture.

El patrimonio construido como objeto de estudio

Lo primero que viene a la mente cuando se utiliza la expresión "patrimonio arquitectónico" son, inevitablemente, los grandes edificios monumentales -civiles o religiosos- que nos evocan las grandezas arquitectónicas de nuestro pasado y que tienen que ser legados a las generaciones futuras como testigos de la historia. Se trata, pues de conjuntos o elementos singulares -palacios, conventos, catedrales, castillos, murallas, puentes, etc.- con una carga simbólica y una significación histórica indiscutible. Afortunadamente, las leyes sobre patrimonio cultural -no es este el lugar para detenernos en su estudio comparativo- ofrecen definiciones lo suficientemente amplias , y a veces ambiguas, para que dentro del saco del "patrimonio inmueble" puedan entrar muchos más elementos, siempre que sean considerados como bienes de interés histórico, artístico, etnológico,etc.[1]

Aquí es donde empiezan a surgir los problemas. ¿Cómo se mide este interés, este valor que implica a posteriori una determinada política y acción de protección? Si los monumenta, o las piezas de determinada cronología, corriente artística o autoría -piénsese por ejemplo en el caso del modernismo y Gaudí en Barcelona- pueden disfrutar de un amplio consenso, cuando dejan de tratarse elementos singulares la cosa se complica.

Para evitar la carga conceptual que conlleva la etiqueta de "patrimonio arquitectónico", nosotros preferimos utilizar un término más neutro: "patrimonio construido" . Parece que si se habla de construcción y no de arquitectura no hay peligro de confundiraquello que se percibe como digno de pasar a la historia, del resto de construcciones que aún tienen que ganarse el grado -si es que lo merecen-de "bien de interés de algo" . De hecho, más que ganárselo necesitan demostrarlo.

Este patrimonio construido -anónimo y en minúsculas-tiene que aportar pruebas, razones o evidencias que permitan valorar su necesidad de preservación y pasar al club de los "bienes protegidos" en cualquiera de sus distintas categorías. Para aportar estas pruebas, la única vía posible es la del conocimiento: sólo a partir del estudio y análisis del patrimonio construido se puede determinar su posible valor histórico. Y gracias a este estudio se pueden descubrir,y por lo tanto crear, nuevos elementos patrimoniales susceptibles de algún grado de protección. Por tanto, sin investigación no hay elementos de juicio que permitan valorar adecuadamente los elementos de este patrimonio construido que pueden o tienen que entrar en la nómina del patrimonio arquitectónico catalogado.

Mientras que el patrimonio arquitectónico con mayúsculas ha sido objeto de estudio sistemático -y recurrente- por parte de especialistas de distintos campos como la arqueología, la historia del arte o la arquitectura, el conjunto del resto del patrimonio construido ha pasado casi inadvertido aplicando la triste e ingenua fórmula de "no es singular, ergo no tiene interés o valor" . El problema es que atribuir apriorísticamente una no singularidad desde el desconocimiento es, cómo mínimo, arriesgado y sobre todo científicamente incorrecto. No se puede juzgar lo que se desconoce, aunque el verdadero problema es que a veces se quiere desconocer voluntariamente.

Parecería lógico pensar que antes de cualquier actuación -ya sea urbanística, de rehabilitación o de sustitución-que afectase al patrimonio construido tendría que buscarse el máximo de información del objeto que ha de padecer dicha intervención. Las propias palabras utilizadas nos conducen al fácil símil del mundo de lamedicina: ningún cirujano intervendría a un sujeto sin antes tener los resultados de todos los análisis realizados; a no ser que la operación fuesede urgencia y a vida o muerte. Aún así, la intervención vendría avalada por un diagnóstico que no admitiese duda. Por desgracia, el patrimonio inmueble no tiene la condición de paciente y, si lo tuviera, su valor especulativo aconsejaría, casi siempre, su muerte inmediata en aras de una resurrección con mayores plusvalías económicas o rentas electorales. El conocimiento y análisis del sujeto arquitectónico es, en esta lógica, irrelevante, gratuito y anecdótico, cuando no molesto. De ahí que su estudio y documentación sea generalmente obviado.

Para los propietarios y promotores privados -y desgraciadamente aveces también para la propia administración- los posibles valores históricos de un inmueble o de un conjunto son vistos como auténticos problemas para la libre realización de sus planes y proyectos.El patrimonio construido no ha llegado aún a gozar del consenso que, afortunadamente, existe entorno al patrimonio natural. El propietario de una masa forestal o de un bosque no puede deforestarlo a su antojo o quemarlo por el simple hecho de esgrimir un título de posesión y unas ansias voraces de obtención del máximo beneficio inmediato. Cuando sucede algún hecho de este calibre no dudamos de calificarlo como uno verdadero atentado. Esto, que nos parece lógico en el ámbito del patrimonio natural, parece no serlo para el patrimonio construido y la propiedad urbana. Por el contrario, dentro de un mercado inmobiliario cada vez más desaforado, la destrucción de un tejido urbano o de un determinado paisaje construido no es ningún atentado. El atentado parece producirse si se ponen trabas o límites a la sacrosanta propiedad privada. No hay problema en proteger catedrales o castillos, pero otorgar valor histórico a nuevos elementos arquitectónicos de los que se desconocía su singularidad o representatividad resulta peligroso para la especulación. Mejor hacer ver y creer unánimemente que no hay nada de interés. Además de atrevida, la ignorancia es, en este caso, tremendamente rentable.

Estudiar y conocer el patrimonio construido de una ciudad o de un centro histórico -como pueda ser el de Barcelona- tiene que servir para aportar nuevos elementos de juicio y singularizar elementos, tipologías, soluciones arquitectónicas, sistemas constructivos, estrategias de parcelación o subdivisión del espacio, etc. No se trata de catalogarlo todo e impedir cualquier actuación, pero sí de saber con qué nos enfrentamos antes de actuar.Claro que analizando edificios concretos pueden aparecer restos singulares o descubrir especificidades que otorgan un valor histórico a preservar. Pero esto no tiene que ser visto como una traba, sino como un valor añadido. Retomando el símil, los que nos dedicamos al estudio del patrimonio construido no somos médicos y nuestra misión no es la de salvar edificios per se,sino la de descubrir evidencias y dotar de las herramientas y los criterios suficientes para evitar que el desconocimiento nos haga perder una parte de nuestra historia.

Esbozadas estas consideraciones previas generales, el objetivo de esta comunicación es el de aportar cuestiones metodológicas y difundir las experiencias recogidas durante más de 15 años de dedicación al estudio del patrimonio construido de la ciudad de Barcelona, en especial su casco antiguo, el actual distrito de Ciutat Vella[2]Esperemos que algunos de los ejemplos que se expondrán contribuyan, también, a la reflexión sobre las políticas de conservación o desaparición del patrimonio construido de nuestras ciudades, ya que son dichas políticas -y no el interés privado o especulativo- las que tendrían que serlas responsables de otorgar carta de gracia (protección) o patente de corso (derribo) a nuestro paisaje arquitectónico.
 

La documentación arquitectónica en Barcelona

Precedentes

En Barcelona, el interés por el conocimiento de su patrimonio construido parece ir ligado, histórica y paradojalmente, a la desaparición del mismo. Quizás el episodio más paradigmático y ejemplar sea el de la apertura de la Via Laietana a inicios del siglo XX;primera de las tres vías previstas que tenían que atravesar el casco antiguo de la ciudad. La ejecución de la obra corría a cargo del Banco Hispano-Colonial, pero el ayuntamiento introdujo diversas cláusulas relativas a los objetos de "carácter artístico, arqueológico, de historia natural o de numismática" que pudiesen aparecer con motivo de los derribos y excavaciones que se tenían que realizar; e incluso ser reservaba el derecho a conservar cualquier edificio o construcción de carácter artístico, histórico o típico, siempre que no afectase directamente las obras de la Reforma. En un discurso de 1913, el historiador Francesc Carreras Candi recogía las inquietudes y los trabajos de documentación histórica y arqueológica que se iniciaron con motivo de los derribos que ocasionaba la apertura de la Via Laietana. El título en sí ya es sugerente: La administració municipal devant la desaparició de la Ciutat Vella[3] . Guiaban estos trabajos el ánimo de perpetuar aquello que inexorablemente se veía desaparecer. De ahí la importancia que se dio en su momento a la realización de reportajes de documentación gráfica. Los derribos sacaron a la luz pública edificios yelementos arquitectónicos de los que se desconocía su existencia y valor. Carreras Candi se lamentaba en estos términos: ...

Cases senyorials o gremials, esmicolades y convertides en pobres alberchs de gent treballadors, o en taller d'embalatges, o fàbrica de cartrons, pervingueren al segle XX en forma llastimosa. Fragmentariament se n'apreciaven detalls y dels enderrochs ne sorgía llur passada importancia. Matèria apta per l'estudi (...) Ajuntavan-se a aquesta desaparició de monuments que, d'una manera cinematogràfica, s'esfumína de nostra vista, al punt que-s derrocavan, altres exemplars vius y flamants, d'èpoqies més modernes, de grans dimensions y costosa reedificació, d'indubtable interès per la historia y la art, però que l'ajuntament no tenía previament estudiada y resolta llur aplicació y conservació...[4]

Quedémonos con la idea que,hace casi 100 años, los historiadores que veían desaparecer una parte del tejido urbano de Ciutat Vella se dieron cuenta de los valores histórico-aruiqtectónicos que surgían durante los derribos de edificios aparentemente sin interés o valor histórico conocido. Conviene también remarcar que la labor de recogida de datos, recuperación de materiales arqueológicos y salvación de algunos inmuebles -aplicando la política del traslado piedra a piedra- fueron actuaciones a posterioi de la decisión del derriboy apertura de la vía proyectada.

Otro episodio de documentación histórico-arquitectónica de patrimonio construido en vías de desaparición se dio más recientemente-a finales de la década de 1980- durante las obras de la fiebre olímpica. Aunque fuera del ámbito de Ciutat Vella es pertinente mencionar la completa desaparición del Barri d'Icària -en el distrito de Sant Martí- donde fue construida, de nueva planta,la Villa Olímpica. Se trataba de un barrio eminentemente industrial, colonizado en el siglo XIX por grandes fábricas, almacenes, talleres y viviendas que ocupaban una extensión de terreno poco cohesionado con la ciudad y que había ido degradándose con el tiempo y con la incertidumbre de la aplicación de planes especiales que ya preveían su desaparición parcial desde finales de los años 1960 (Plan de la Ribera). Con la aprobación del proyecto olímpico el barrio de Icària tenía que desaparecer, y con él unos elementos de arquitectura industrial que hasta hacía nada eran despreciados cómo bienes patrimoniales. En aquel momento -y gracias a la labor del servicio de arqueología de la ciudad que dirigía J. Oriol Granados- se crearon unos equipos interdisciplinares que tenían que estudiar el tejido urbano existente antes del derribo total del área afectada. A parte de la documentación gráfica (videográfica, fotográfica y planimétrica) se realizaron también estudios históricos de cada uno de los edificios que desaparecían[5] e investigaciones antropológicas.

Aunque en otro contexto y con distintos medios y resultados se repetía la historia de la Via Laietana: aquello existente -el patrimonio construido- no se valoró, se destruyó en aras de un proyecto considerado beneficioso para el común de la ciudad y, como medida de gracia, se destinaron ciertos esfuerzos a la preservación de su memoria. A los que participamos en aquellos trabajos de documentación se nos decía, y con razón, que sencillamente estábamos haciendo de notarios, recogiendo información y dando fe de aquello que desaparecía. Y la verdad es que desaparecieron verdaderas joyas de la arquitectura industrial barcelonesa -pongamos por ejemplo el complejo de Fàbriques Folch o Crèdit i Docks- sin plantearse en ningún momento su posible integración en el complejo de la Villa Olímpica. Eso sí, conservaron una chimenea como gesto de perpetuación de la memoria histórica. Aunque simbólica,la chimenea noera ni mucho menos el elemento patrimonial más singular o con más valor de lo que fue el barrio de Icaria, pero, en planta, ocupa tan poco espacio y molesta tan poco que no hay problema para salvarla.

En los dos grandes ejemplos considerados el sujeto de estudio, es decir el patrimonio construido, ya estaba condenado o muerto. Los estudios eran, pues, como autopsias. Autopsias que, en cualquier caso no eran inútiles tanto para avanzar en metodologías de trabajo, como para dejar constancia -lo más fiel posible- de aquello que desaparecía para siempre.

Intentos de generalización de los estudios de documentación arquitectónica

A raíz de los resultados y la experiencia adquirida en los trabajos de documentación del barrio de Icària, el Museu d'Història de la Ciutat de Barcelona empezó a impulsar la realización de más estudios histórico-arquitectónicos de elementosde Ciutat Vella condenados a desaparecer. La década de 1990 se ha caracterizado por la realización de grandes operaciones municipales -dichas de "esponjamiento" - que han supuesto la desaparición de un parque inmueble considerable, parte del cual, y gracias a la financiación de la empresa pública Pocivesa, ha sido documentado en menor o mayor grado. Con el tiempo, no sólo han sido objeto de estudio las actuaciones públicas. Ante un derribo de fincas de Ciutat Vella, los técnicos municipales empezaron a pedir a los promotores lo que denominaban "estudios históricos".

El origen y la óptica de estos trabajos continuaba siendo, paradojalmente la misma: sólo se documentaba aquello que ya estaba decidido que iba a desaparecer. El resultado, una ingente información gráfica, fotográfica, descriptiva y documental -aún dispersa en distintos ámbitos municipales- que nos acerca al conocimiento de un patrimonio construido que ya ha dejado de serlo.

Esta generalización de estudios -que nunca fue ni es completa y absoluta- ha tenido su contrapartida positiva. Gracias a lo que ya no existe ahora sabemos muchasmás cosas de la arquitectura histórica barcelonesa: materiales, técnicas constructivas, cronologías relativas, distribuciones espaciales, soluciones estructurales, fuentes documentales, etc.

La aprobación del último Plà Especial de Protecció del Patrimoni Arquitectònic de la Ciutat de Barcelona (2000) ha acabado por dar carta de naturaleza a la necesidad de los estudios históricos del patrimonio construido con la inclusión de un nuevo nivel de protección -el D según la nomenclatura utilizada- que incluye a los edificios que tienen un "interés documental". El nivel D no implica un nivel de protección, pero sí la conservación de su memoria histórica. Según el propio catálogo -aún no publicado-se trata de edificacions que es poden substituir, però de les que s'ha de fer un aixecament complert (plànols, foto/video...) i una memòria històrica i arquitectònica abans d'enderrocar-les.

Desde la entrada en vigor del actual catálogo de patrimonio de la ciudad, todos los edificios de Ciutat Vella que no tienen una protección mayor - bienes de interés nacional o local -se hallan catalogados como nivel D. Como mínimo, antes de su desaparición física alguien tendrá que hacer de notario. ¿En qué consiste su labor? ¿Qué es un estudio histórico o una memoria histórica y arquitectónica? En definitiva, ¿Cuáles han de ser los contenidos de este estudio para que verdaderamente aporte nuevos conocimientos sobre un edifico en concreto y su valor dentro de la historia del patrimonio construido de la ciudad?.

Intentaremos responder a estos interrogantes aportando nuestras experiencias en el estudio del patrimonio construido de la ciudadde Barcelona. Antes de pasar a aspectos metodológicos querríamos, no obstante, hacer hincapié en que la verdadera utilidad de estos estudios histórico-arqutiectónicos que ahora se definirán se produce cuando la investigación es útil y revierte en la valorización, singularización y rehabilitación del propio edificio. Aunque la ciencia avance con el estudio de los muertos -edificios condenados a su desaparición-, la aplicación de sus conocimientos tendría que mejorar la existencia de los vivos.
 

Metodología

Consideraciones previas

Como realidad compleja que es, un edificio - o un conjunto de edificios- puede ser analizado desde distintas disciplinas y con diferentes metodologías. Obviamente nosotros nos ceñiremos a lo que comunmente se llama "documentación arquitectónica", aunque prefiramos utilizar el término de "documentación integral del patrimonio construido".

El objetivo de la documentación integral del patrimonio construido es el de conocer el origen y la evolución de una unidad arquitectónica para poder determinar su singularidad o valor patrimonial de representatividaddentro del contexto histórico de la ciudad. En el caso de los centros históricos urbanos hay dos elementos cruciales en esta definición que hay que tener muy presentes: uno es la relatividad de la singularidad o el valor patrimonial de un elemento, y el otro el concepto evolutivo.

Si algo caracteriza la arquitectura de los centros históricos es su capacidad de pervivencia, mutación y transformación en el tiempo. En terminología moderna estaríamos hablando de mestizaje y sostenibilidad. El derribo nunca era rentable y, por ende, el reaprovechamiento de muros, elementos constructivos o decorativos, piedras, etc. ha sido continuo y se superpone a lo largo de la vida del edificio en lo que podríamos denominar distintas capas (estratigráficas según los arqueólogos).

La capa más superficial y siempre visible de un edificio es, obviamente, su fachada. Esto no significa, ni mucho menos, que sea la más importante, la que aporte más información, o la que tenga que ser determinante en la valoración patrimonial de un inmueble. La primera premisa que hemos de tener en cuenta es que un edificio no es lo que aparenta su fachada. Este ha sido y es el principal escollo con que topa la realización de los catálogos de patrimonio: sin un conocimiento individualizado y exhaustivo de un edificio, los únicos valores aparentemente visibles son los de la fachada. Pero ¿Cuántas fachadas de Ciutat Vella anodinas y sin interés conocido esconden joyas arquitectónicas dignas de protección? Podríamos nombrar bastantes. Y al revés, ¿Cuántas fachadas catalogadas no son más que esto, simplemente fachadas ornamentadas? Sin duda muchas. Pero, además ¿quién ha determinado que el valor histórico de un elemento construido tiene que estar en su fachada o en cualquier otro elemento arquitectónico y no en la singularidad de un proceso de urbanización, parcelación, uso o propiedad de un inmueble? Para poder evaluar todos estos parámetros no hay otra alternativa que la investigación: la documentación integral del patrimonio construido.

El propio concepto de documentación implica ya la doble utilidad de los trabajos que se han de desarrollar. Documentar significa tanto dejar constancia y analizar la realidad física que se estudia a nivel formal y descriptivo, cómo aportar evidencias y noticias históricas sobre el propio objeto de estudio.

El trabajo de campo

El objetivo del trabajo de campo es el de analizar la realidad física objeto de estudio para poder determinar su evolución histórico-constructiva y poder así aportar elementos de juicio para su valoración patrimonial.

Una de las primeras piezas para poder desarrollar el trabajo de campo de una manera satisfactoria es la de disponer de una buena planimetria del edificio. Esto que parece una premisa lógica y razonable acaba convietiéndose a menudo en una auténtica pesadilla. La lógica de la documentación choca -una vez más- con la de los intereses. Pongamos el ejemplo de los expedientes de derribo. La normativa municipal exige la presentación de los planos del estado actual del edifico que se propone derribar como un elemento más de la documentación que debe presentarse para obtener la licencia. Los planos se presentan, pero a veces sólo se asemejan tímidamente al original: alzados con el numero de pisos equivocados, fachadas con errores de medición de bulto, equivocaciones en las ventanas, puertas o balcones y, sobre todo, interiores con distribuciones de planta tipo diseñadas ad hoc -en donde nunca se ha entrado-, y unos grosores de muro que, ni por asomo, corresponden a la realidad. ¿De qué nos sirve una representación falseada de la realidad? Para los promotores de un expediente de derribo, los planos son un mero trámite que intentan salvar los más rápidamente posible con el menor esfuerzo y el mínimo coste. Total, ¿para qué sirven, si el edificio tiene que desaparecer? Pues precisamente por esto. Si hacemos caso de lo que el actual catálogo de patrimonio de la ciudad dice de los edificios protegidos conel nivel D (y en el que se incluyen todos los de Ciutat Vella) hay que conservar su recuerdo documental antes de su desaparición, lo que implica -entre otras cosas- la realización de una planimetría que deje constancia de su estado real. Ante la demanda de una planimetría que refleje el estado actual nos han llegado a preguntar más de una vez cómo queríamos los planos. La respuesta es simple: sencillamente bien hechos.

El trabajo de campo debe determinar la evolución histórico-constructiva del edificio a través de las evidencias físicas que se observan y los restos que puedan llegar a descubrirse. Para eso deben llevarse a cabo sondeos o repicados parietales que permitan -através de los materiales constructivos o elementos arquitectónicos descubiertos- secuenciar y otorgar cronologías relativas. Se trata de ir quitando capas, si se permite esta expresión, para poder establecer la evolución histórica del inmueble. De ahí el nombre de "arqueología vertical" , o "arqueología de la arquitectura" con que se definen en según que latitudes este tipo de intervenciones. Aunque por su poder evocativo hemos utilizado el término arqueología en el título de esta comunicación, algunos de los principios metodológicos que se pretenden aplicar en esta disciplina cuando tratamos de patrimonio construido son, por exceso, más que cuestionables. Trasladar el rigor del registro arqueológico a la lectura estructural y de paramentos produce un aumento de datos -repetitivos e histórica y constructivamente irrelevantes- que pueden llegar a colapsar la síntesis y la interpretación arquitectónica, además de suponer un aumento de costes y de calendario de la intervención que supera los límites de la lógica. Los análisis que reclamábamos del patrimonio construido como paciente deben ser los que nos aporten datos relevantes sobre su estado, no todos aquellos que sean posibles de obtener. Lo importante es poder llegar a descubrir la constitución parietal de un muro y poder determinar su tipología y posible adscripción cronológica, así como su relación con la evolución histórica de la finca dónde se encuentra,más allá de poder identificar -utilizando terminología arqueológica- todas las acciones positivas y negativas que se observan en el paramento, detallar su ubicación, dibujarlas a escala 1:20, otorgarles un número de unidad estratigráfica y realizar un registro individualizado. No es que el método sea incorrecto y aún necesario en según que contexto de investigación -sobre todo de elementos singulares- , pero en cualquier caso creemos que, en el estudio del patrimonio construido, no aporta más información de la que se puede extraer con la obtención de muestras razonables.

Huelga decir que, excepto en los casos de edificios de nueva planta de época moderna y contemporánea -donde la cronología de su construcción y evolución es fácilmente identificable,- la correcta realización del trabajo de campo acostumbra a dar resultados sorprendentes, cuando no verdaderos hallazgos de valor patrimonial indudable. Desde restos de pintura mural gótica, a lonjas, galerías o arcos medievales, escaleras de caracol del siglo XVIIy XVIII,artesonados decorados, etc.

La función del trabajo de campo no es sólo descubrir. También constatar. Así, son igualmente relevantes las descripciones de los espacios y los sistemas constructivos, usos de materiales, soluciones de cubierta, etc. que permiten igualmente otorgar cronologías relativas y establecer criterios de singularidad.

El trabajo de archivo

La investigación archivística documental sobre el patrimonio construido ha de satisfacer las necesidades de información sobre una entidad física concreta, aunque esta no se conserve íntegramente i se hayan identificado sus testimonios entre estructuras posteriores -que también hay que documentar- durante le trabajo de campo.

Habitualmente se confunde la documentación de archivo de una estructura arquitectónica con la mera obtención de dos datos que se erigen en un falso objetivo final: de qué año es el edificio y de quién es el proyecto. Muchas son las supuestas memorias históricas que, partiendo de la premisa de encontrar el proyecto original de un determinado inmueble, concluyen diciendo que realizadas las consultas al Archivo Histórico no se ha podido obtener ningún dato sobre el edificio objeto de estudio. Punto y final.

Esto que podría ser válido -con matices- para la arquitectura moderna y contemporánea de nueva planta- carece de sentido cuando nos referimos a la arquitectura histórica de una ciudad. En el largo recorrido de un edificio construido en un área de urbanización que puede llegar a tener más de 1000 años, ni existe una fecha de construcción ni un único proyecto que nos haya llegado en estado puro.

La estrategia de la investigación documental debe partir de la realidad física -original, transformada o desaparecida- y retroceder en el tiempo a partir de fuentes documentales que lo permitan. Obviamente nuestra experiencia se centra en el caso de Barcelona, dónde dichas fuentes -aunque indirectas o de difícil localización o interpretación- existen y lo que hace falta es saber recuperar la información que contienen para poder retroceder en el tiempo y reconstruir hasta dónde sea posible la evolución histórica de la finca objeto de estudio.

Esta estrategia de partir de una realidad concreta rompe con los planteamientos empleados habitualmente en las investigaciones archivísticas, en especial las que se realizan con documentación medieval. Las investigaciones históricas han tendido a extraer información archivística a partir del vaciado más o menos sistemático y exhaustivo de series documentales. Las noticias que se aportan han servido para documentar múltiples aspectos de la realidad histórica, pero en caso de las referencias a construcciones no singulares como son la arquitectura civil o doméstica, se trata siempre de una documentación sin concreción física. Podemos saber muchas cosas de una casa, pero ¿de qué casa hablamos?. De este modo la numerosa documentación medieval sobre establecimientos, compraventas o herencias de casas, huertos, patios o alodios, así como los contratos de obras o inventarios que encontramos en rigurosos diplomatarios o colecciones documentales son difíciles de casar con la realidad construida que se pretende documentar. Los nombres de propietarios, los límites i afrontaciones i el origen de censos de muchos edificios referenciados en la documentación medieval no pueden atribuirse a direcciones concretas, ya que la recuperación de esta información ha partido del vaciado per ser de la fuente documental y no es el resultado final de la investigación de un objeto concreto. Si a este hecho le añadimos que las realidades descritas en los documentos han sido indefectiblemente transformadas con el paso del tiempo -es lógico que cada generación o nuevo propietario deje su huella en la arquitectura donde vive- la tendencia historiográfica ha sido creer que era imposible, o como mínimo muy laborioso, conseguir que los datos archivísticos referidos a la arquitectura doméstica tuvieran correspondencia con los posibles restos que pudieran descubrirse en la actualidad. Por citar un ejemplo, muchos de los inventarios postmortem de personajes barceloneses de época medieval localizados, transcritos y publicados han servido para estudiar temas como la composición de las bibliotecas privadas, los utensilios domésticos, el ajuar, etc. En la inmensa mayoría de casos no se puede precisar -porque es imposible si la investigación no parte de una línea directa con la realidad construida- dónde se encontraba aquel inmueble y si aún pueden quedar vestigios de las estancias que lo componían. Amparándose en las dificultades de la investigación, en los cambios estructurales y de propiedad y en las transformaciones urbanísticas que han ido modificando la ciudad a lo largo de los siglos, la tendencia ha sido que no los profanos, si no incluso los historiadores se desentendieran de las posibilidades que podía aportar una investigación de archivo sobre el patrimonio construido[6].

No vamos a explicitarpunto por punto la estrategia y la metodología empleada en los procesos de documentación del patrimonio construido de la ciudad de Barcelona[7]. Las series documentales de obras llegan sólo hasta el siglo XVIII y, de hecho, sólo aportan información directa sobre una dirección concreta a partir de mediados del siglo XIX . Así pues, cuando se trata de construcciones con una historia dilatada, la investigación tiene que centrarse en la reconstrucción de la secuencia de la propiedad de la finca. Para realizar esta especie de árbol genealógico de una propiedad se tiene que partir de los datos irrefutables del Registro de la Propiedad y, a partir de las referencias notariales -normalmente ricas en cuanto a la información de las fincas- reseguir sus antecedentes hasta donde nos sea posible, a veces hasta más allá del siglo XV. Ha sido de esta manera como se han podido documentar numerosas fincas de Ciutat Vella[8] otorgando propietarios ilustres o fechas concretas sobre algunos de los elementos que se descubren en el momento de la realización del trabajo de campo. Quizás, por citar uno de los últimos resultados, podríamos hablar de la localización de las sede de los antiguos Estudis Generals de la ciudad en un inmueble de la calle Ripoll. Se sabía documentalmente que los estudios habían estado durante un período de tiempo en aquella calle, pero sólo la investigación a partir de una determinada unidad constructiva ha permitido poder localizarlos inequívocamente.

Valoración

Ni la sola intervención de campo ni la estricta recopilación de noticias históricas documentales referidas a un mismo inmueble son el punto final de la investigación. En primer lugar, hace falta interrelacionar los datos conseguidos en uno y otro campo. La experiencia nos demuestra que a pesar de las supervivencias físicas, las propiedades han experimentado numerosos cambios no ya de reformas y construcciones, sino también de configuración parcelaria i distribución de espacios. Las divisiones, adiciones, segregaciones, unificaciones y compartimentaciones -tanto horizontales como verticales- se suceden en el tiempo. Casar las informaciones documentales con las físicas no siempre es un simple ejercicio de laboratorio. A menudo se convierte en un verdadero rompecabezas irresoluble. En cualquier caso, las evidencias físicas conocidas o descubiertas -muros, patios, escaleras, etc.- han de mandar en el ejercicio de interpretación de las fuentes.

A partir de aquí, los motivos para otorgar una relativa singularidad histórica o un valor patrimonial determinado pueden ser diversos. Podríamos hablar, por ejemplo, de la representatividad, la excepcionalidad o, simplemente, la antigüedad de los restos físicos descubiertos -una ventana, una columna, un muro de tapia, una decoración pictórica, un artesonado, un arco, una galería, etc. Pero también de aquellos elementos no físicos de la historia del patrimonio construido de la ciudad que tienen relación con el uso, la propiedad o el origen de un determinado edificio.

El ejemplo del edificio de la calle Ripoll, 25,vuelve a ser paradigmático. No solo se han descubierto testimonios arquitectónicos de valor patrimonial, sino que a partir de su contextualización histórica como sede de los Estudis Generals, éstos adquieren, sin duda, otra significación.

Conclusiones

Con la aplicación de una correcta metodología, el estudio del patrimonio construido aporta resultados importantes para avanzar en el conocimiento del proceso de la urbanización y evolución histórico-arquitectónica del parque inmueble de las ciudades. A partir del análisis sistemático de estos estudios se pueden establecer tipologías constructivas, tendencias evolutivas, soluciones arquitectónicas, cronologías relativas de materiales, estrategias de propiedad, etc. que permitan contextualizar históricamente y valorarpatrimonialmente los casos de estudio.

De poco serviría todo si este conocimiento fuese siempre de una realidad muerta. Además de aportar conocimiento, los estudios histórico-arquitectónicos han de servir para aumentar nuestro patrimonio. Si por el mero hecho de estar unos palmos por debajo de la cota cero de circulación, la aparición de los restos de la ciudad derribada a partir de 1716 merece los parabienes de la protección arqueológica, ¿por qué nolevantamos los ojos y protegemos los restos de aquella ciudad que aún están vivos en ella?
 

Notas
 

[1] Esta es, por ejemplo, la definición que ofrece la Llei de Patrimoni Cultural Català (9/1993): El patrimoni cultural català és integrat per tots els béns mobles o immobles relacionats amb la història i la cultura de Catalunya que per llur valor històric, artístic, arquitectònic, arqueològic, paleontològic, etnològic, documental, bibliogràfic, científic o tècnic mereixen una protecció i una defensa especials, de manera que puguin ésser gaudits pels ciutadans i puguin ésser transmesos en les millors condicions a les generacions futures.
 
[2] Un listado parcial de los trabajos realizados en los últimos años puede encontrarse en <http://www.veclus.com/inicial.htm>[10 de abril de 2003].
 
[3] El discurso en cuestión se pronunció el 26 de octubre de 1913 con motivo de la apertura de la exposición gráfica de las calles y edificios desaparecidos en las obras de la Via Laietana. (Carreras Candi, F. 1913, p. 5-16)
 
[4] CARRERAS CANDI, F. 1913
 
[5] Un resumen de los trabajos realizados -todos ellos inéditos- se puede encontrar en Caballé, F., Gonzàlez, R. i Navas, T.1991
 
[6] Como ejemplo, sirva esta reflexión de Ruiz-Domènec sobre la antigua casa de Ricard Guillem: (...) No puc descriure la topografia de la residència del matrimoni Ricard i Ermessenda amb el rigor i la precisió que hauria tingut si s'hagués mantingut el paisatge d'aquell temps. Donat el cas, hauria informat al lector -potser divertit i tot- observant com es construeix un casal a la Barcelona del segle XI. Però si ho intentés -i hi renuncio de bell antuvi-, el resultat hauria de ponderar-se sobre el terreny, aquest indret ara transitat d'una manera tan diferent, que és utilitzat en més d'una ocasió com a referent cultural d'una època i d'una societat. Deixem tancada, doncs, aquesta possibilitat, de la qual els documents amb prou feina ens deixen entreveure una tènue llum... (Ruíz-Doménec, J.E. 2001, p.35)
 
[7] Un resumen de dicha metodología se encuentra en Caballé, F., Gonzàlez, R. 2002.
 
[8] En contra de la opinión delseñor Jaume Riera que considera que sureciente estudio sobre unos inmuebles del Call de Barcelona -basado en esta metodología de seguimiento de la línea de la propiedad- no tiene muchos precedentes (Riera, J. 2002, p. 9), la verdad es que en Barcelona se han documentado de esta manera numerosos inmuebles de Ciutat Vella. Sin embargo, la opacidad de la adminsitración hace que los resultados de estas investigaciones queden diluidos en el magma burocrático del silencio.


Bibliografia

BATLLE GALLART, C. La casa burgesa en la barcelona del siglo XIII. Acta Mediaevalia, 1983, p. 9-51,

CABALLÉ, F., GONZALEZ, R. i NAVAS, T. Un Catàleg d'arqueologia industrial: el cas del Poblenou.Actes de les I Jornades d'Arqueologia industrial de Catalunya. L'Hospitalet de Llobregat: 1991. p.39-43.

CABALLE, F., GONZÀLEZ, R. Recerca documental de la finca del carrer de l'Arc de Sant Ramon del Call núm. 8 de Barcelona. [En línea] Barcelona: Veclus, 2002. <http://www.veclus.com/Opcion3/Call%20de%20Barcelona.pdf> [9 de abril de 2003].

CABALLÉ, F., GONZALEZ, R. La casa urbana i els palaus. Notes per a una definició de l'arquitectura civil baixmedieval a Barcelona. Quaderns d'Història de la Ciutat. Barcelona: Ajuntament de Barcelona, en premsa.

CARRERAS CANDI, F. La Via Layetana substituint als carrers de la Barcelona mitgeval, Barcelona: Imp. Atles Geogràfich d'Albert Martín, 1913.

GONZÀLEZ, R. L'espai domèstic i l'alimentació a la Barcelona dels segles XIV-XV. Del Rebost a la Taula. Barcelona: Museu d'Història de la Ciutat, 1994, p.30-33.

GONZÀLEZ, R. L'arquitectura de la ciutat: la casa. Barcelona en temps dels Àustries, Barcelona: Museu d'Història de la Ciutat, 1996, p. 85-86.

GONZÀLEZ, R. Les cases de Barcelona. L'arquitectura domèstica a la Barcelona gòtica. Segles XIII-XV. L'art gòtic català. Barcelona: Enciclopèdia Catalana, en premsa.

RIERA, J. La Sinagoga Major dels jueus de Barcelona en la tradició documental. Estudis històrics i documents dels arxius de protocols, 2002, nºXX, p. 7-73.

RUIZ-DOMÈNEC, J.E. Ricard Guillem o el somni de Barcelona. Barcelona: Edicions 62, 2001.
 
 

© Copyright Francesc Caballé, 2003
© Copyright Scripta Nova, 2003

Ficha bibliográfica:
CABALLÉ, F.
Arquitectura y documentación: arqueología de la vivienda en el casco antiguo de Barcelona. Scripta Nova. Revista electrónica de geografía y ciencias sociales. Barcelona: Universidad de Barcelona, 1 de agosto de 2003, vol. VII, núm. 146(003). <http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-146(003).htm> [ISSN: 1138-9788]

 
Índice de Scripta Nova