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Scripta Nova
REVISTA ELECTRÓNICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona. ISSN: 1138-9788. Depósito Legal: B. 21.741-98
Vol. VII, núm. 146(006), 1 de agosto de 2003

CIUDAD Y PODER EN GIOVANNI BOTERO: UNA LECTURA NO MALTUSIANA DE LAS CAUSAS DE LA GRANDEZA DE UNA CIUDAD

Mario Gómez Olivares
Universidade Técnica de Lisboa, Portugal

Ciudad y Poder en Giovanni Botero: una lectura no maltusiana de las causas de la grandeza de una ciudad (Resumen)

Botero es considerado uno de los primeros geógrafos económicos de la era moderna. Su obra sobre las causas de la grandeza de la ciudad es aquí discutida considerando la lectura que realizó J. Schumpeter, uno de los más importantes historiadores del pensamiento económico, cristalizando una interpretación de las ideas boterianas como premalthusianas. Como la población en el espacio físico y sus factores de localización es explicada por Botero en la interacción entre la grandeza del Príncipe y la de sus ciudadanos en el medio real, lo que desarrollamos en este artículo es que no necesariamente ellas coinciden con la calificación de las ideas de Schumpeter. Lo que para Malthus era un problema, para Botero era su solución, y esta era: encontrar la justa relación entre la virtud generativa y la virtud nutritiva en una visión optimista y humanista del ser humano.

Palabras-clave: ciudades, crecimiento urbano, territorio, Renaissance, historia del pensamiento  económico y  político.

Abstract

Botero is considered one of the first economic geographers of the modern era.  Its work on the causes of the greatness of the city here is discussed considering the reading that made J. Schumpeter, one of the most important historians of the economic thought, crystallizing an interpretation of the boterians ideas like premalthusianas.  As the population in the physical space and its factors of location is explained by Botero in the interaction between the greatness of the Prince and the one of its citizens in the real means, that we developed in this article is which not necessarily agree with the qualification of the ideas of Schumpeter.  What for Malthus it was a problem, for Botero was its solution, and this was:  to find the right relation between the generative virtue and the nutritious virtue in an optimistic and humanist vision of the human being. 

Keywords:  cities, urban growth, territory, Renaissance, history of the economic and political thoughT.

It is a good matter and a great help to a prince to know the natural site of his country, and with judgment to have an understanding how to amend it by art and industry. As, for example, to defend his ports with rampiers and with bulwarks, to make the lading and unlading of merchandise both quick and easy, to scour the seas of pirates and of rovers, to make the rivers navigable, to build storehouses apt and large enough to contain great quantity of wares, and to defend and maintain the ways as well on the plains as on the mountains and hilly places.

The Greatness of Cities,

  
    Giovanni Botero

Giovanni Botero, un jesuita piamontés nacido en 1533 y sepultado en el año de 1617 considerado un discípulo de Machiavelo y Bodin, escribe en Cause delle grandeza e della magnificenza delle città que cuando aumenta demasiado la populación, emergen epidemias, carestías, guerras, por lo que la emigración se hace necesaria. Todos estos desacatos se deben a una relación errada entre populación y sus recursos naturales y productivos, lo que obliga a encontrar necesariamente un punto de equilibrio entre lo que se denomina vis generativa y vis nutritiva. Esta análisis es considerada por J. Schumpeter como una de las plataformas interpretativas más fecundas de la teoría económica en el siglo 16, conjuntamente con la idea de Bodin sobre la cantidad de moneda en su relación con lo precios Schumpeter:1954), de hecho ambas ideas nos apuntan para o problema de la escasez.

En realidad Botero va más allá, como un analista competente y sagaz en la observación, recolección, coordinación de los hechos de la realidad, así como en su  interpretación y también en el estudio de los tratados, bien al uso y capacidad de los escolásticos del siglo XVI, por lo que se puede considerar uno de los fundadores de la practica empirista en la ciencia moderna que emerge en el Renacimiento. Botero es considerado el precursor de la teoría de la población de Malthus, los hombres generan limites a fin de impedir el crecimiento de la población levantando una moral restrain: cuando se esta frente a la situación de virtus nutritiva, es necesaria la abstención matrimonial, detener moralmente la virtus generativa. Esta idea de Botero se pierde en el medio de las ideas mercantilistas de confianza, segun las cuales el crecimiento de la población proporcionaría crecimiento económico ad eternum. En este artículo nos proponemos una relectura de Botero buscando mostrar que su pensamiento era bien mas articulado, que en realidad su concepción de crecimiento demográfico estaba ligada a una visión del poder del Príncipe en el espacio geográfico, donde la ciudad era el elemento vital de la expansión del poder secular mirando los cielos. La verdadera restricción del avance demográfico era la magnificencia, la grandeza de una ciudad, vista a la luz de un trabajo de comparación dinámica de sus factores de localización, de su espiritualidad, su  belleza,  su universalidad[1].

Chez Botero, l’enjeu n’est plus le pouvoir du prince mais la puissance de l’Etat, sa capacité à se maintenir, à maintenir sa « domination et seigneurie ». Ainsi, la population devient un enjeu de pouvoir : un Etat doit être peuplé, sa population doit être riche, son organisation spatiale doit favoriser les échanges, les villes doivent avoir « un site commode », etc., dès lors, sont requis des savoirs concernant la démographie et la géographie, et l’économie investit la politique. Le champ de la politique s’élargit donc considérablement[2].

Botero nos adelanta una visión política institucional de la economía; riqueza y estado se relacionan no solamente por los tributos o beneficios de los ciudadanos, por la obediencia en la repartición de las utilidades y provechos, por los contratos comerciales legales, como también por una abordaje analítica de los fenómenos reales, separando los elementos histórico-culturales de aquellos que son eternos y nos acompañan hasta el siglo XXI, la optimización de los espacios, la utilidad del bienestar, el sentido verdadero de los negocios, la producción, la racionalidad económica de la belleza.

La ciudad como el arte del bien vivir

Botero es considerado como el primer sociólogo de geografía económica y de la estadística espacial, lo que puede parecer exagerado, pero su contribución si situada en el  contexto do su tempo, de los conocimientos sobre geografía que era posible tener, es sin duda notable[3]. Un hecho extraordinario de su análisis se basa en el conocimiento de centenas de ciudades de su tiempo, no solo europeas, sobretodo aquellas que estaban en las rutas comerciales, en la expansión del mundo mediterránico, desde la civilización greco-latina para Oriente, de los portugueses y españoles en la dirección de la Indias y nuevas Indias, aquellas que reflecten la proyección espacial de la difusión de la cristiandad, de la misión evangelizadora, civilizadora y de aquellas que abren el velo de misterios desconocidos para nuevos horizontes de saber, para los nuevos mercados y rutas de comercio.

La ciudad de Botero aparece humanizada por los placeres, las bellezas, los logros, su riqueza material, sus calles, sus huertos, sus novedades arquitectónicas, su comodidad, su sustentabilidad, esta palabra tan contemporánea como moderna; la ligación con ríos, mares y lagos, puertos y sus instituciones humanas: tribunales, academias, escuelas. Porque Paris, Roma, Estambul, Lisboa, Ámsterdam, Génova, Londres, Venecia, Pergamon, Rhodes, Cartago, Babilonia, Syracusa, Samos, Thespis, Alexandria, Barcelona fueron, son y serán grandes ciudades?[4]. Sobre esto Botero no tiene duda: la ciudad es las personas, los individuos. Cuando más poderosas son esas personas mayor es la magnificencia de esa ciudad:

“A city is said to be an assembly of people, a congregation drawn together to the end they may thereby the better live at their ease in wealth and plenty. And the greatness of a city is said to be, not the largeness of the site or the circuit of the walls, but the multitude and number of the inhabitants and their power” ( Botero:1598).

El jesuita Botero toma como referencia, prefiere la ciudad a los valles bernardinos, a las montañas benedictinas, a las colinas franciscanas. Botero repropone la ciudad como el símbolo de la civilización, del arte, de la cultura, del comercio y la ciencia, abandonando el prototipo romano del terrarum dea gentium; adicionando a la virtud de la ciudad no apenas la virtud religiosa de la Ciudad de Dios de San Agustín, sino toda la virtud humana constructiva, productiva. La ciudad es vista como un símbolo valorativo de los sujetos tal y cual el concepto de campagna, la ciudad es vista también como símbolo de admiración positiva. Así la ciudad es un arte de vivir, tal vez por eso Giovanni Botero define la ciudad a través de su objetivo principal: la felicidad. Botero era sobre todo un hombre del renacimiento, que se reconecta históricamente a los filósofos de Atenas y de Roma, que consideraron la urbe, la polis como la culminación de la civilización y del progreso cultural.

¿El poder de la ciudad y no el poder del Príncipe es la verdadera razón del estado?  El poder está más en la ciudad que en las manos del Príncipe. Para Botero, el Príncipe, este bien amado de la política florentina surge como una figura subordinada e inserida en la ciudad. Esto significa ver de modo diferente la noción de razón de Estado heredada de Machiavelo, entendida como la máxima del obrar político, el conjunto de normas que dicen al político lo que debe hacer a fin de que pueda adquirir, aumentar y conservar el Estado, la cual se había convertido en la suprema justificación de los métodos del poder y del poder en sí. Ciudad y estado son una misma cosa, entidades o categorías políticas. Una población fuerte es un criterio de potencia del estado para Machiavelo, pero en un contexto de un populacionismo limitado En el Príncipe se revé el peligro de un crecimiento excesivo de la población, la cual creciendo mucho puede ultrapasar sus recursos. En este sentido las pestes y la carestía constituyen un remedio a la superpoblación. El estado debe basarse por eso en la programación y en estadísticas a fin de contener la expansión excesiva, nos dice Botero.

La afirmación de que el poder del Estado debe procurarse por todos los medios posibles llevó a poner la razón de Estado más allá y arriba de cualquier consideración ética o jurídica, peroa través de su concepto e idea de ciudad, Botero lo considera menos admisible. Por todo ello y, en especial, por hacer de la religión un medio útil para el logro del poder y el sustento del Estado, la subordina de esta forma a la política.

Los científicosde la época de Botero condenaban únicamente la razón de Estado maquiavélica o falsa razón de Estado, puesto que al mismo tiempo consideraban necesaria para la práctica política la razón de Estado en cuanto tal, entendida por ellos como el conjunto de medidas que permiten la conservación del todo político, y que son reveladas por la propia razón humana. La política no es otra cosa -pensaba la mayoría de ellos- que la razón de Estado llevada a la práctica. Sin embargo, estos mismos teóricos estaban conscientes del éxito de la teoría de Maquiavelli en la práctica, de que la experiencia cotidiana (y la propia historia) verificaba que en el ejercicio de la política los principios morales se dejan al margen. Así, pues, la nueva consideración de la «razón política» venía determinada, por un lado, por el rechazo a los medios propuestos por Maquiavelli y, por otro lado, por la necesidad de proponer medios acordes con las exigencias reales de la política. Un modo alternativo seria el propuesto por Botero.

“Non é cosa più necessaria per dare perfezione alla prudenza e per il buon maneggio della repubblica, che l'esperienza, madre della suddetta virtù, poiché molte cose paiono fondate sulla ragione mentre si discorre oziosamente in camera, che messe poi ad effetto, non riescono; molte paiono facili ad effettuare, che la pratica mostra essere impossibili nonché difficili…..Senza dubbio, che maggior opera e il conservare, perche' le cose umane vanno quasi naturalmente ora mancando, ora crescendo, a guisa della luna, a cui sono soggette: onde il tenerle ferme, quando son cresciute, sostenerle in maniera tale, che non scemino, e non precipitino, e imprese di un valore singolare, e quasi sopra umano. Giovanni Botero, Della ragion di Stato”[5]

De esta forma se intentó asimilar la razón de Estado como el arte de lo posible en la política. La cultura de la contrarreforma no podía aceptar las teorizaciones de Bodin y Machiavelo: la idea de una razón de estado considerada como criterio fundamental para la acción política, más allá de cualquier justificación divina o trascendental, la cual entra por esa razón en pugna con el pensamiento orientado a plantear el primado de lo religioso sobre la política.

Todos los teóricos se unieron en la búsqueda de una «política moralizada» que fuese realmente una «política cristiana», una solución intermedia, que mediante el esclarecimiento de la naturaleza de la verdadera razón de Estado, cuyos límites venían dados por los principios morales de la religión cristiana, permitiera luchar y triunfar sobre los practicantes de la llamada razón de Estado maquiavélica. Botero no se resignó ante esta evidencia y trató de hallar un procedimiento mediante el cual, los principios morales pudieran regir en la práctica y al mismo tiempo se atendiera a las necesidades del Estado ( Cantarino Suñer:1996 )[6], por esta razón la magnificencia es vista por este autor como una idea más vasta, más permanente; la racionalidad  esta en el Príncipe y la ciudad, en primer lugar en la Ciudad y luego en el Príncipe; la política sirve la ciudad y luego a seguir el Príncipe. A diferencia de Aristóteles la ciudad no es la ciudad de filósofos es una ciudad que mira los costes de la supervivencia.

La Razón de Estado de Botero es aun una manera de recolocar el primado de la acción política del Príncipe y no necesariamente del estado en el centro del pensamiento político, una forma de colocar la ciudad como la razón de la política en contraposición a visiones centralistas, vaticanistas de la política; de ese modo, si bien admite la subordinación del imperativo moral y religioso, le da un grado de libertad. No se trata de recolocar el monopolio religioso católico como la razón verdadera del estado. El soberano deberá inspirarse en principios éticos religiosos y no fines utilitaristas como en  Machiavelo o en Bodin.

La autoridad es la autoridad del Príncipe en la ciudad, que presenta la garantía  de los edificios magníficos, de la belleza de las calles, de la multiplicidad innumerable de habitantes, de la existencia de mercancías, de número inestimable de naves y de embarcaciones, algunos con ébano y algo con marfil, y algunos con oro y alguno con plata. El poder político puede de este modo ser un instrumento de consenso e de prudencia, de mediación entre los individuos y sus intereses, que se asemeja mas a la idea de republica ateniense que de una ciudad principado. Quien mejor expresa esta idea es sin duda el propio Machiavelo:

“All States, all powers, that have held and hold rule over men have been and are either republics or principalities. Principalities are either hereditary, in which the family has been long established; or they are new. The new are either entirely new, as was Milan to Francesco Sforza, or they are, as it were, members annexed to the hereditary state of the prince who has acquired them, as was the kingdom of Naples to that of the King of Spain. Such dominions thus acquired are either accustomed to live under a prince, or to live in freedom; and are acquired either by the arms of the prince himself, or of others, or else by fortune or by ability.”[7]

 

Marcantonio Raimondi, Prudenza, Wien, Albertina.
Marcantonio Raimondi, Prudenza, Wien, Albertina.

 

Porque existen ciudades grandes y magnificas

La principal razón por lo que las ciudades se destacan por su grandeza e magnificenza esta en la capacidad de incrementarse, de aumentar primordialmente su población de modo permanente, anticipando así el optimismo de los clásicos optimistas de la economía política en el siglo XIX. Esta visión contrasta con las visiones de otros grandes pensadores de su tiempo que escribieron sobre el tema, que colocaban más énfasis en una característica británica de la grandeza de la ciudad: el poderío del monarca, la agresividad militar temperada por reglas y construcciones institucionales, muy probablemente aquellas que caracterizan las doctrinas mercantilistas, donde el espíritu director es bien visible, como en esta citación de Francis Bacon; el filósofo ingles escribe que:

“that the principal point of greatness in any state, is to have a race of military men…  it is in the power of princes or estates, to add amplitude and greatness to their kingdoms; for by introducing such ordinances, constitutions, and customs, as we have now touched, they may sow greatness to their posterity and succession. But these things are commonly not observed, but left to take their chance”[8].

El propio Bodin coloca acento en la autoridad del Príncipe como el elemento estructurante de la grandeza de una ciudad, la unión de sus habitantes por la mano ciega del monarca visible, él escribe en sus famosos “seis Libros”:

“It is neither the town nor its inhabitants that makes a city state, but their union under a sovereign ruler, even if they are only three households.  Just as the mouse is as much numbered among animals as is the elephant, so the rightly ordered government of only three households, provided they are subject to a sovereign authority, is just as much a commonwealth as a great empire”[9].

La razón primera que invoca Botero para explicar la grandeza de una ciudad: su potencia productiva, exige su estudio desdoblado de un conjunto de factores que permiten explicar como se puede mantener una población que esta en la base de su condición material, que van desde la localización, su energía y vivacidad, la fuerza, la seguridad y defensa, la autoridad, la espiritualidad, su stock de mercadurías, edificios y construcciones, su ingeniosidad e industria, su capacidad científica y sistema de enseñanza y formación, su capacidad de innovar. Estos atributos y virtudes son explicados por la naturaleza, por el desarrollo cultural, por el ingenio humano en las lecturas de la voluntad divina, pero mirando para el espacio terreno inclusive cuando ese puede ser obra del Señor. Es esta base que tiene lugar un proceso importante de innovación técnica al que no es ajeno la organización y forma institucional del trabajo en la ciudad, contrariamente a lo que sucede en el campo, como refiere Belfanti como un  fenómeno típico de la Italia moderna septentrional:

“Furono infatti le corporazioni artigiane cittadine a “consolidare” le  conoscenze relative ai vari processi produttivi, nonché ad assicurare che tale patrimonio venisse conservato e trasmesso di generazione in generazione attraverso una rigida e severa gestione dell’apprendistato. Pertanto la supremazia tecnica a livello continentale, raggiunta da molti centri manifatturieri dell’Italia settentrionale tra Medioevo e prima Età Moderna, si spiega anche con l’azione esercitata dalle istituzioni corporative, oltre che con  l’acquisizione di una posizione strategica nel commercio internazionale. In tale contesto spesso emergevano e si affermavano - grazie al facile accesso alle materie prime, o in presenza di una consistente domanda, o, ancora, in virtù di favorevoli condizioni ambientali” ( Belfanti: 2000 ).

I) Botero se pregunta en primer lugar ¿porque razón los hombres construyen las viviendas en determinados sitios? Porque utilizan los altos de colinas, los borde de los ríos. ¿Cuál es la naturaleza de determinados edificios como las torres ( gli torri), los puertos?. Su reflexión, donde el acento es colocado en la riqueza humana y las restricciones para su sustentabilidad, es una visión de corte más bien naturalista.

Una ciudad se dice ser una asamblea de la gente, lo que nos recuerda la asamblea de Dios de San Agustín, en la que la  autoridad permitió primero la fundación de aldeas y después de las ciudades, utilizando las fuerzas productivas propias y las adquiridas: bestias de los campos,  maderas y  piedras,  los ingenios y  los  materiales, en contraposición a la vida en cuevas y las cabañas (no llamarlas casas dice Botero) hechas de ramos y de hojas de la palma que los expedicionarios y exploradores jesuitas relatan como siendo parte de la cristianización de los indígenas de Brasil.

II) La autoridad es la autoridad de un Príncipe que recuerda que esas ciudades, que han sido construidas por la energía humana y habitadas por la autoridad de grandes Príncipes o de algunas corporaciones famosas ( Botero recuerda Jerusalén), es una fuerza en relación con los peligros, especialmente de guerras. A fin de poner en seguridad sus vidas y sus mercancías: y tal seguridad es encontrada muchas veces en montañas y lugares escarpados, o islas pequeñas, las cuales no está fácilmente accesibles, frente a la ruina, la basura y la devastación irrecuperables, las ciudades emergen, de cierto modo, después del diluvio general del mundo en la época de Noé. La metáfora del arca de Noe es utilizada por Botero para explicar porque se localizan las ciudades en las montañas, porque las torres de observación frente a un nuevo diluvio crecieron en el medioevo. Así la antigüedad construye buena parte sus ciudades. Los hombres buscaron evitar que de nuevo ocurriera otra hecatombe, otra ruina; intentaron asegurarse; algunos construyendo sus habitaciones sobre las colinas altas y algunos levantando torres enormes de altura y de grandeza increíbles, incluso hasta los cielos.

III) La ciudad es un sitio de placer,  por la frescura del aire, la vista agradable de los valles, las cortinas agradables de los bosques y sus maderas, los recursos y materiales, la abundancia de buenas aguas. Esto es verdad para Antioch y Damasco, Brusa en Bithynia, Cordova y Sevilla en España, y muchas otras buenas ciudades. A esto se une el arte de las calles rectas y justas de una ciudad; de los edificios magníficos, de los teatros, de los pórticos, de los círculos, de los caballos, de las fuentes, de las imágenes, de los cuadros y de las otras cosas excelentes y maravillosas, tales que, alimentan los ojos de la gente. Roma se inundó de maravillas y de placer por la grandeza de sus acueductos, por la rareza de sus baños y también por el arte de sus trabajos admirables, en mármol y en latón, labrado por los artífices excelentes, por la altura y la grandeza de sus obeliscos, por la multiplicidad y la variedad de los pilares, en la diversidad y la fineza del mármol exótico, del corte exquisito y curioso de ellos, del blanco, del alabastro, del negro, del gris, del amarillo y del mezclado; las grandes ruinas, las puertas santas, y un número de otras clases de obras, que eran demasiado difíciles de contar e imposible distinguir. Mejor manera de describir la utilidad de las cosas no se puede encontrar para justificar una visión hedonística de la existencia, tal vez complementar a la ciudad de Dios una razón natural de las cosas terrenas, abandonando así, de cierto modo, un poco la hipocresía medieval vigente.

IV) Pero la autoridad solamente no es suficiente, la necesidad del gobierno es muchas veces violenta, pero la violencia no puede producir ningún efecto durable sobre el crecimiento de las ciudades si sus ciudadanos  no tienen los beneficios e la obediencia. Hasta la clase más ociosa se construye y se funda en la base de los trabajos y de la industria de los que cultivan, de su congregación, de la gente creciente y multiplicada en una versión ulteriormente reconocida como mercantilista.

Una ciudad prospera y triunfa si existe beneficio para sus habitantes, lo cual consiste en la capacidad de unir tal energía, de unir y sujetar a los hombres a un lugar real[10]. La ciudad se desarrolla en la medida que ejerce poder y dominio sobre otras urbes, capta sus medios, sus energías, aglomera el potencial,  la fuerza y el vigor vecino, capturando su población, su saber. Es el ejemplo de Roma que se despliega y expande sobre Italia, sobre el mediterráneo, llevando consigo la cultura de Grecia,  la idea del imperio, el vino y el aceite, el saber y la retórica.

La segunda mayor causa de la grandeza de una ciudad es la productividad del país; cuánto más un país podrá producir diversas mercancías, tanto mayor y suficiente es el beneficio y la riqueza posible para levantar una gran ciudad.

I) Como todos los suelos no producen todas las cosas,  la productividad de la tierra no es suficiente en sí misma,  solo si permite levantar la grandeza de una ciudad, dice Botero. Muchas provincias son muy ricas, que no tienen una buena ciudad en ellas;  por ejemplo, el Piamonte, no hay un país a través de toda la Italia que tenga más maíz, ganados, vino y frutas excelentes, de todas las clases, que mantuvieron por muchos años ejércitos  y fuerzas en España y Francia. No basta que el territorio sea fructuoso, debe existir una relación con los costes de localización, los medios de transporte de productos, las vías de trasporte, mares, ríos, afluentes, las construcciones e infraestructuras, etc. La aptitud del sitio, la productividad del suelo y del transporte de bienes, comercio exterior  son tres elementos inseparables de la capacidad productiva de la ciudad.

II) Una grande ciudad es una ciudad libre que permite el comercio y el tráfico de bienes entre sus habitantes y los extranjeros. La ciudad se debe situar de modo a que permitiese el tráfico y el transporte de sus mercancías en abundancia o para recibir cosas de la cual existe escasez, es el ejemplo de Lisboa, Amberes y algún otra. Una libertad moderada y un lugar seguro, dice Botero, ayudaron grandemente a permitir una multiplicidad de gente. La capacidad de relacionarse con el exterior constituye una riqueza adicional y necesaria.

III) En ese sentido la religión y la adoración del Dios son una cosa necesaria y con mucha importancia,  no sólo para por un número de personas o por las personas, sino también porque son positivas para el comercio. Las ciudades que en esta clase sobresalen y prosperan en autoridad y reputación, tienen también los medios mejores de aumentar su energía y gloria. La religión es una fuerza importante para amplificar ciudades,

IV) Por las mismas razones que es necesario que la ciudad tenga  ríos y manantiales, recursos y maderas, es necesario una academia en una situación agradable y encantadora. Es necesario y conveniente agradar y alentar las mentes de los estudiantes.

V) Además, las vidas, el honor y la sustancia espiritual están todas en las manos de la justicia y del juez. Si amor y la caridad fallan en otros lugares y diariamente, por la violencia y como consecuencia de la acción humana, es conveniente que los jueces  defiendan la ciudad. Una ciudad tiene que tener instituciones:  audiencias reales, senadores,  abogados,  procuradores, notarios y  clases de Tribunales de Justicia.  La justicia debe hacer que los hombres pongan a funcionar la ciudad tan rápidamente como el dinero.

Esta  referencia al dinero es curiosa, porque contrariamente a Bodin y otros pensadores en su época, Botero no parece ver males mayores en el aumento de la circulación monetaria o en el aumento del dinero; aunque se puede considerar Botero un discípulo, como se puede ver por esta citación ( Botero: 1604) no es necesariamente la clásica visión monetarista de Davanzati, por lo contrario, más parece ser una visión mercantilista:

For nothing in the world doth make men run so fast as current money. For the adamant is not of such force to draw iron unto it, as gold is to turn the eyes and the minds of men this way and that way and which way they list. And the reason is plain, because gold, even through the very virtue thereof, contained in it all greatness, all commodities and all earthly good whatsoever. To be short, he that hath money hath, you may say, all worldly things that are to be had.( Botero: 1598)

VI) En la ciudad debe imperar un sistema equilibrado de privilegios e impuestos; cuanto menor es el peso de los impuestos, aranceles y tributos, mayor puede ser el comercio, a ejemplo de los Países Bajos, que merecen por parte de Botero tantos elogios en lo que coincide con destacados mercantilistas de su tiempo como Davenport  y Child.

VII) Una grande ciudad no puede descuidar sus almacenes, su stock de reserva, no solo por los peligros o emergencia, también para impedir las fuertes variaciones de precios que se generan por flujos indefinidos, para construir los almacenes convenientes y bastante grandes para contener la gran cantidad de mercancías,  para defender y para mantener las conveniencias también en un espectro geográfico vasto ( los llanos  y los lugares montañosos tan típicos del Piamonte).

La mejor manera de hacer una ciudad más grande y populosa, en los territorios o ciudades que tienen jurisdicción sobre otros, es tener autoridad y energía suprema. Lo que explica, de acuerdo a Botero, entre otras causas,  porqué las ciudades de Italia son ordinariamente mayores que las ciudades de Francia o de otras partes de Europa. Para Botero, este hecho se explica por la propensión natural de los caballeros en Italia construyeren sus casas, palacios o mansiones en ciudades, en cuanto que en la Francia, los señores prefieren viven en sus castillos distantes unos de los otros, lo que no es de importancia pequeña para explicar la grandeza de una ciudad,

Para Botero, los fundadores antiguos de las ciudades intentaron llevar a cabo dentro de sus ciudades orden y formas de gobierno, considerando que las leyes y la disciplina civil no podrían ser conservadas fácilmente y donde una multiplicidad poderosa de gente limitó el número de los ciudadanos, nunca más allá de lo supusieron que podrían ser sustentados. Si el mundo fuera gobernado por la razón,  todos los hombres se contentarían con lo que les es justo pertenecerles, el juicio de los legisladores antiguos era digno y por ello debería ser abrazado.

 

Epilogo

Las consecuencias de las razones que determinan la grandeza de una ciudad están explicadas: su población y el sustento, en una organización institucional apropiada; nuestro autor nos advierte que ha declarado suficientemente los medios por los que él cree que una ciudad puede aumentar esa magnificencia y grandeza en una proporción deseada. Lo mismo se podría responder de modo negativo: porque no consiguen las ciudades crecer, o porque entran en declino, o como Botero coloca la cuestión: cuál es la razón entonces porque las ciudades no aumentan en la proporción necesaria. Una cierta respuesta de esto son las plagas, las guerras, en una anticipación maltusiana, solo que lo que para Malthus pueden ser la solución, es para Botero el problema.

Las plagas y las guerras han sido más sangrientas en épocas anteriores que ahora, dice Botero. ¿Ahora si las ciudades con todos estos accidentes aumentan la cantidad de habitantes, entonces el aumento de ciudades procedió en parte por causa de la virtud generativa de hombres, y en parte por causa de la virtud nutritiva de las ciudades.

La virtud generativa es sin duda muy igual en los seres humanos, o por lo menos ella era la misma cosa desde siempre, pues los hombres se reproducen de generación para generación desde los tiempos de David o de Moisés, en lo que coincide con el primer postulado de la ley de la población de Malthus. De modo que si no hubiera otro impedimento para ello, la propagación de la humanidad aumentaría sin extremos, y el aumento de ciudades continuaría sin término.

La grandeza normal de una ciudad se asentó, en estos términos, en la nutrición y en la sustentación, las que dependen de causas distantes o de medios difíciles que no se pueden mantener siempre y que están distribuidos de manera diferente por diferentes localidades y tiempos. Por eso cada hombre examinará sus recursos y facilidades inquiriendo donde encontrarlas de forma adecuada y del mejor modo posible. Botero agrega a estas cosas antedichas que las grandes ciudades necesitan más sustentabilidad que las pequeñas. Para concluir lógicamente, todas las cosas que causan la grandeza de una ciudad también sirven para su conservación. 

 

Notas.

[1] La obra de Giovanni Botero fue traducida al castellano por Antonio de Herrera a petición de Felipe II y fue publicada en 1593 con el título Diez libros de la Razón de Estado. Con tres libros las causas de la grandeza, y magnificencia de las ciudades de Juan Botero. La traducción tuvo gran resonancia y sirvió, a la vez que introducía de modo explícito la distinción entre la «buena» y la «mala» razón de Estado, para dar una definición de ésta que fue tomada como base por la mayor parte de los tratadistas españoles, ver http://www.filosofia.org/rev/bas

[2]  M. Senellart, Machiavélisme et raison d’Etat, Paris, PUF, 1989, p. 125.

[3] Ver Descendre Romain, Etat, Territoire Et Population Dans L’œuvre de Giovanni Botero e  Manuel Martin Rodriguez,  Population Index- On The Web.

[4] Denise Pumain y Jean Pierre Gaudin nos dan un poco la clave para los conocimientos geográficos de Botero: “en Depuis le XVe siècle, les ouvrages décrivant les différentes parties du monde, entre autres selon leurs ressources naturelles et leurs organisations politiques, se sont multipliés, telles la Cosmographie Universelle de Sébastien Munster (publiée en latin à Bâle en 1536 et traduite en français dès 1562) ou encore le travail de F. Sansovino publié à Venise en 1562 (Del governo e amministrazione di diversi regni e republiche). Botero tire probablement maints exemples de telles lectures, mais aussi de son expérience personnelle de voyageur, habitué à dialoguer avec les marchands. Il commente ainsi des expériences récentes comme celle de la colonisation du Brésil, qui a commencé vers 1500, ou encore celle de l’aménagement des voies fluviales des Flandres. Surtout, il applique à la comparaison une réflexion critique afin de raisonner " toutes choses égales par ailleurs " (" data la parità dell’altra cose ", p. 366 de l’édition réalisée par L. Firpo à Turin).

[5] Citado por Gianfranco Borrelli in Ragion di Stato, L'arte italiana della prudenza politica, Istituto Italiano per gli Studi Filosofici Archivio Della Ragion Di Stato, in  http://www.filosofia.unina.it/ragiondistato/rdis.html.

[6] Elena Cantarino, Tratadistas político-morales de los siglos XVI y XVII(Apuntes sobre el estado actual de la investigación, El Basilisco, número 21 (abril-junio 1996).

[7] Nicolo Machiavelli, THE PRINCE, Written c. 1505, published 1515, translated by W. K. Marriott.

[8] Francis Bacon, Of the True Greatness of Kingdoms and Estates, in  The Essays by Steve Thomas for The University of Adelaide Library Electronic Texts Collection; from http://www.library.adelaide.edu.au/etext/b/b12e/b12e.zip.

[9] Bodin Jean (), Six Books Of The Commonwealth,  Abridged And Translated, by M. J. Tooley, Basil Blackwell Oxford, Great Britain, The Alden Press Bound,  The Kemp Hall Bindery, Oxford.

[10] El propio Thomas More escribió en Utopia en 1516, “The jurisdiction of every city extends at least twenty miles: and where the towns lie wider, they have much more ground: no town desires to enlarge its bounds, for the people consider themselves rather as tenants than landlords.  They have built over all the country, farmhouses for husbandmen, which are well contrived, and are furnished with all things necessary for country labor. Inhabitants are sent by turns from the cities to dwell in them; no country family has fewer than forty men and women in it, besides two slaves.  There is a master and a mistress set over every family; and over thirty families there is a magistrate.

 

Bibliografía

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Ficha bibliográfica:
GÓMEZ, M.
Ciudad y Poder en Giovanni Botero: una lectura no maltusiana de las causas de la grandeza de una ciudad. Scripta Nova. Revista electrónica de geografía y ciencias sociales. Barcelona: Universidad de Barcelona, 1 de agosto de 2003, vol. VII, núm. 146(006). <http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-146(006).htm> [ISSN: 1138-9788]

 
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