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Scripta Nova
REVISTA ELECTRÓNICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona. ISSN: 1138-9788. Depósito Legal: B. 21.741-98
Vol. VII, núm. 146(01), 1 de agosto de 2003

EL V COLOQUIO INTERNACIONAL DE GEOCRÍTICA: LA VIVIENDA Y LA CONSTRUCCIÓN DEL ESPACIO SOCIAL DE LA CIUDAD

Horacio Capel
Universidad de Barcelona

Desde 1999 los Coloquios Internacionales de Geocrítica han permitido reunir anualmente a investigadores de las dos orillas del Atlántico para debatir problemas de actualidad. La voluntad de tender puentes entre Europa y América hizo que el primero se dedicara a "Iberoamérica ante los retos del siglo XXI"; sucesivamente hemos ido abordando cuestiones como "Innovación, desarrollo económico y medio local", "Migración y cambio social", y "El trabajo y el mercado de trabajo".  Un total de 390 comunicaciones fueron aceptadas y publicadas en los cuatro primeros coloquios.

El tema del V Coloquio Internacional de Geocrítica es también, sin duda, muy oportuno y las 150 comunicaciones que hemos aceptado para este Coloquio muestran la variedad de facetas que incluye y el interés que despierta. La vivienda es un problema esencial en el mundo actual y su papel decisivo en la construcción del espacio social de la ciudad.

Aunque la Carta de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas y muchas constituciones de diferentes países establecen explícitamente el derecho a la vivienda para todas las personas, la realidad es que el acceso a ella sigue siendo difícil para muchos. La infravivienda, los barrios de barraquismo, el hábitat marginal son una realidad claramente presente en muchos lugares, y especialmente en las grandes urbes de rápido crecimiento. Hay grandes capas de la población que no tienen acceso a una vivienda digna. En un país desarrollado como España las cifras de infravivienda son todavía de cierta importancia y jubilados e inmigrantes de bajos recursos viven a veces en condiciones totalmente inaceptables; y no hay más jóvenes en esas situaciones simplemente porque lo evita el colchón de la ayuda de la familia.

Sabemos, además, que el problema de la vivienda es todavía más grave en otros países, lo que se refleja claramente en el paisaje de barracas, bidonvilles, favelas y toda la amplia variedad de formas y nombres con que se presenta la infravivienda y el hábitat marginal en todo el mundo. El panorama del déficit de alojamientos a escala mundial es verdaderamente aterrador.

No disponer de una vivienda digna y segura es unA de las carencias más graves que pueden afectar a la vida humana. Immanuel Kant señaló agudamente que "la casa, el domicilio, es el único bastión frente al horror de la nada, la noche y los oscuros orígenes; encierra entre sus muros todo lo que la humanidad ha ido acumulando pacientemente por los siglos de los siglos". Todavía más, como observó otro filósofo, Martín Heidegger, la vivienda, la construcción está en la misma esencia del ser, ya que el verbo que la designa en alemán, bauen, tiene la misma raíz que la palabra que en alemán antiguo designaba el ser (beo, de donde la primera persona del singular, Ich bin). De esta manera, "ser hombre significa estar en la tierra como mortal, significa: habitar (...); el hombre es en la medida en que habita".

La vivienda es el lugar desde el que el hombre se enfrenta al mundo, y su carencia, o la inseguridad que provoca la inestabilidad de los contratos (como ocurre hoy en España) constituye, un grave atentado a la condición humana.

Sin duda el de la vivienda sigue siendo todavía hoy un grave problema. Aunque, de entrada, debemos reconocer que se ha conseguido mucho, y que hay también motivos para el optimismo. La realidad es que a lo largo del siglo XX se han construido más viviendas que en toda la historia anterior de la humanidad. Viviendas que han permitido alojar a una buena parte de los más de cuatro mil millones de personas en que ha aumentado la población mundial durante esos cien años, y ello a pesar de las enormes destrucciones provocadas por dos guerras mundiales y por multitud de guerras regionales. El desarrollo de las técnicas constructivas, la estandarización e industrialización, la aparición de eficientes formas de organización empresarial, las innovaciones arquitectónicas que impulsó el Movimiento Moderno, todo ello ha permitido construir cada vez más viviendas para alojar a masas crecientes de población concentradas sobre todo en las ciudades. Una población cuyo crecimiento ha sido especialmente rápido en el medio siglo posterior a la segunda guerra mundial, cuando el esfuerzo constructivo para alojarla ha sido verdaderamente gigantesco. Todavía más si pensamos que durante ese periodo han mejorado los estándares de lo que se considera la vivienda mínima en cuanto a dimensiones y equipamiento.

Pero siguen existiendo carencias que es preciso abordar con resolución, diseñando políticas para ello. El uso de un alojamiento en condiciones sigue siendo para muchas personas algo inaccesible, y el problema de la vivienda continúa estando presente como en el siglo XIX, cuando se convirtió en una de las dimensiones de la llamada "cuestión social".

En un país como España, ese problema de la vivienda se plantea todavía para muchas personas; unas veces porque son caras e inaccesibles para los grupos populares de bajos ingresos, otras porque son deficientes; o porque están vacías, ya que han sido adquiridas como una forma de ahorro, lo que tiene que ver con una grave incapacidad del sistema económico dominante, que no puede garantizar la seguridad de lo ahorrado. Es evidente que la vivienda, y en particular la vivienda construida por los promotores inmobiliarios privados, es inalcanzable para los salarios de una parte de la población.

Que las familias hayan de dedicar en ocasiones cerca de la mitad de su rentas salariales, concretamente en España el 48 por ciento, al pago de la vivienda, frente a un 30 por ciento que se considera razonable, muestra que algo  no funciona bien en la economía y en la organización social de este país. Muchas familias ni aun dedicando ese porcentaje de sus rentas y endeudándose para treinta años pueden adquirir la vivienda. Y los que lo han hecho en esas condiciones pueden verse afectados en el futuro por cualquier pequeño cambio en la coyuntura económica, que les impedirá pagar la hipoteca comprometida y les hará perder la vivienda.

Los agentes urbanos, los promotores inmobiliarios, que han sido capaces de movilizar gigantescas cifras de capital para el negocio de la vivienda, y utilizar sistemas logísticos de una gran complejidad, no han podido resolver el problema de la vivienda debido a la existencia de una demanda no solvente y a la avariciosa búsqueda de beneficios.

Esto último es especialmente grave y la prensa se hace eco frecuentemente del escándalo que representa. Un periódico español de economía poco sospechoso de izquierdismo (Expansión) publicaba hace unos días (10 de mayo 2003) una noticia como ésta:

"Las grandes ciudades, que han experimentado subidas del precio de la vivienda superiores al 17 % en 2002, como ha sido el caso de Madrid, se han convertido en el auténtico colchón financiero de las promotoras. Las empresas del sector han fijado márgenes en la ventas de inmuebles superiores al 200 % del coste real de construcción de los pisos".

Unos beneficios que no son los únicos que obtienen dichas empresas, ya que generalmente adquieren el suelo con anterioridad y consiguen también de ello fuertes plusvalías.

La solución para eso pasa por una legislación que controle estrictamente los beneficios desmesurados de estos agentes, y por la construcción de vivienda pública. Algo que es necesario, pero no suficiente, ya que, además, se necesitan criterios para su localización y su adjudicación. Hacen falta también nuevas formas de vivienda, ligadas a nuevas formas sociales y nuevas formas de ciudad.

Hay que reconocer que una cosa es el problema de la vivienda y otra el problema de la buena vivienda. Para lo primer basta un alojamiento decente como el que la arquitectura racionalista ha permitido construir. Lo segundo implica no solo estándares adecuados, en dimensiones y equipamientos, sino también condiciones ambientales, accesibilidad al trabajo, vecindario agradable, equipamientos colectivos utilizables. Algo mucho más complejo y delicado que construir polígonos de viviendas para las clases populares, y que pone en cuestión una parte de la práctica inmobiliaria y urbanística.

Debemos hacer un debate que vaya más allá de la consideración habitual del problema de la vivienda. Hemos de debatir qué tipo de vivienda queremos, si unifamiliar y dispersa, o compacta en bloques; si en régimen de propiedad, o como vivienda pública en alquiler a largo plazo; con qué disposición de los ámbitos privados; con qué formas de agrupación social. Se necesita pensar en nuevas tipologías, nuevas formas de organización social que tengan en cuenta la existencia de nuevos grupos familiares y de individuos (familias monoparentales, ancianos mayores, jóvenes que se independizan, nuevas formas de familia...)

Desde una perspectiva académica y social necesitamos elaborar un nuevo programa interdisciplinario para repensar la vivienda. Un programa que debería proceder como hicieron los arquitectos del Movimiento Moderno, desde una reflexión sobre las condiciones que debe tener la vivienda mínima, a las formas de agrupación de las viviendas en manzanas, en barrios, y en la ciudad; que, además, tenga en cuenta su evolución histórica para entender como se han ido configurando las tipologías hoy existentes, históricamente determinadas en situaciones sociales, técnicas y económicas concretas, y por tanto con posibilidades de nuevos cambios en el futuro, de acuerdo con las nuevas realidades. Que incorpore en el análisis las dimensiones sociales y económicas. Y que piense decididamente en alternativas, para lo que sin duda puede ser útil desempolvar los viejos debates y propuestas que realizaron sobre el tema tantos reformadores sociales y utopistas en el pasado.

Un debate en el que la vivienda nos lleva a pensar en la ciudad en la que nos gustaría vivir y en la sociedad que queremos construir.

Para todo ello está convocado este año el nuevo Coloquio Internacional de Geocrítica. Para convertir el ámbito universitario en un espacio de debate sobre los problemas sociales que nos preocupan. Para reunir a investigadores de diferentes países con el fin de poner en comun las experiencias sobre realidades que tienen caracteríticas comunes y rasgos específicos. Para integrar a jóvenes investigadores con otros de larga experiencia. Para reunir, en la medida de nuestras posibilidades, a académicos y agentes sociales. Para contribuir a crear espacios y foros de convivencia y democracia, de diálogo riguroso y, al mismo tiempo, cordial. Ese es el objetivo y a ello dedicaremos nuestros esfuerzos durante esta semana.

Solo me resta agradecer a todos los comunicantes su aportación al debate, y darles nuestra más cordial bienvenida a los que han venido de fuera, siempre con financiación propia y a veces desde países que pasan por dificultades financieras. Volvemos a encontrar a muchos amigos de años anteriores y nos alegramos de hallar a otros que no habían asistido hasta ahora; y estamos seguros de que haremos otros nuevos. Ante la imposibilidad de citar a todos, como sería mi deseo, quiero concretar mi agradecimiento en tres maestros aquí presentes. Uno el profesor Roberto Lobato Corrêa, Premio Internacional de Geocrítica 2003, que nos acompañará durante toda la semana; otro el profesor Giacomo Corna-Pellegrini, que ha estado con nosotros desde el primer Coloquio y siempre ha sido un ejemplo por su magisterio y por su humanidad; finalmente,  el profesor Manuel Riu, maestro de la historia medieval española, el cual contribuye con su presencia a afirmar la importancia de la dimensión histórica en el problema de la vivienda.

El Coloquio ha tenido este año dos actividades complementarias, el Ciclo de Cine Urbano, y el Concurso internacional de fotografía, que tratan de ampliar el ámbito de nuestras reflexiones y aportar nuevas facetas a los debates. También hemos procurado mejorar la imagen con un cartel anunciador que ha sido diseñado por el pintor mexicano  Calzada. Hemos solicitado una pequeña ayuda económica a la Universidad, que agradeceremos muy cordialmente en el caso de que se nos conceda.

Este año el Coloquio se inserta en el marco de las actividades del Programa titulado "Geocrítica. Sistema de evaluación de la innovación y la difusión de las tecnologías de la información y el conocimiento en el ámbito socioeconómico" (SEC2001-3424) de la Secretaría de Estado de Política Científica y Tecnológica, Ministerio de Ciencia y Tecnología.

En todo caso, la realización del Coloquio ha sido posible por la dedicación incansable y eficaz de los dos coordinadores (Jeffer Chaparro y Vicente Casals) y por el trabajo entusiasta y desinteresado de todos los miembros del Comité Organizador, a todos los cuales debemos expresarles nuestro vivo agradecimiento.

 

© Copyright Horacio Capel, 2003
© Copyright Scripta Nova, 2003

 

Ficha bibliográfica:
CAPEL, H. El V Coloquio Internacional de Geocrítica: La vivienda y la construcción del espacio social de la ciudad. Scripta Nova. Revista electrónica de geografía y ciencias sociales. Barcelona: Universidad de Barcelona, 1 de agosto de 2003, vol. VII, núm. 146(01). <http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-146(01).htm> [ISSN: 1138-9788]

 
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