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Scripta Nova
REVISTA ELECTRÓNICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona. ISSN: 1138-9788. Depósito Legal: B. 21.741-98
Vol. VII, núm. 146(054), 1 de agosto de 2003

EL PAPEL DE LA HACIENDA COMO FORMA DE VIVIENDA COLECTIVA Y SUS TRANSFORMACIONES EN LA REGIÓN DE MORELIA, MICH., MÉXICO

Ma. del Carmen López Núñez
Universidad Nacional Autónoma de México

El papel de la hacienda como forma de vivienda colectiva y sus transformaciones en la región de Morelia, Mich., México ( Resumen)

Se presenta un acercamiento al conocimiento de los espacios que generaron las haciendas como forma de habitación y sus transformaciones en el tiempo, dando énfasis al periodo porfirista y a la época de su desintegración. La vivienda fue una parte muy importante dentro del asentamiento que conformaron las haciendas, el acceso a la vivienda estaba estrechamente relacionado con la jerarquía social a la que se pertenecía, y de acuerdo a ella eran las características de la vivienda, es decir, el hacendado como propietario y ostentador del poder habitaba la casa grande, en cuya fabrica material se manifestaba la riqueza que este había alcanzado.  Los empleados de confianza tenían acceso a vivienda de mejor calidad; como peón acasillado se podía obtener por medio de un pehujal, es decir un pedazo de tierra que podía cultivar y en donde podía tener su vivienda; o como jornalero por lo general en viviendas de muy mala calidad.

Palabras clave: hacienda, vivienda, discurso de poder, asentamiento humano, transformaciones.

Con este ensayo se pretende un acercamiento al conocimiento de algunos espacios generados en la hacienda, en especifico de las formas de vivienda que en ella se dieron en la región de Morelia, Mich. México.

Es sólo un acercamiento al conocimiento de los espacios que generaron las haciendas y forma parte de un estudio mas amplio que se realizó como tesis de maestría, “Espacio y significado de las haciendas de la región de Morelia. 1880-1940”[1], en la que, como el titulo lo especifica, se hizo énfasis en este periodo.

Se estudian las haciendas que se ubicaron en la región de Valladolid, en donde se percibe la ciudad como centro administrativo. En su entorno rural inmediato se establecieron gran cantidad de haciendas, región que durante el periodo virreinal formó parte de lo que fue el obispado de Michoacán, éstas abastecieron a la ciudad de los principales productos agrícolas y ganaderos que requirió desde su fundación. Entre ellas tenemos la hacienda del Rincón que fue una de las primeras haciendas que existieron en el valle de Guayangareo, aún antes de la fundación de la ciudad de Valladolid “La estancia de Guayangareo del sevillano Gómez pasaría a la historia como la simiente de la nueva ciudad, punto de provincia del hospedaje y abastecimiento, así como referencia obligada para la misma ubicación del poblamiento querido por Mendoza”[2], por lo menos en lo que se refiere al espacio físico de su ubicación.

Se estudia la hacienda como espacio construido en constante transformación, producto de la relación hombre-naturaleza a través del tiempo; por lo tanto para el presente estudio vemos implícitos en el término espacio, las transformaciones que este sufrió a través del tiempo, así como los modos de vida y las formas de producción, ya que el espacio en las haciendas es un satisfactor para los requerimientos necesarios del vivir y el producir; es decir, se entiende el espacio como un espacio vivo, en constante transformación, ya que lo observamos a través de un periodo de tiempo determinado, en este caso una larga duración, en el que el espacio esta en constante cambio.  Al hablar de espacio construido, como se ha mencionado, no podemos dejar de lado la sociedad, quien transformó el espacio natural y los recursos que la rodearon para la satisfacción de sus necesidades contribuyendo a la construcción de un nuevo paisaje cultural.

En la región de estudio, la cuenca hidrológica del Río Grande de Morelia, existen vestigios arquitectónicos de aproximadamente 50 antiguas haciendas[3], cuyo origen se remonta al siglo XVI.

La vivienda fue una parte muy importante dentro del asentamiento que conformaron las haciendas, el acceso a la vivienda estaba estrechamente relacionado con la jerarquía social a la que se pertenecía, y de acuerdo a ella eran las características de las viviendas, es decir, el hacendado como propietario y ostentador del poder habitaba la casa grande, en cuya fabrica material se manifestaba la riqueza que este había alcanzado, algunas veces esta casa podía ser habitada por el administrador en ausencia del dueño.  Los empleados de confianza, tenían acceso a la vivienda por medio de un pehujal, es decir un pedazo de tierra que podían cultivar y en donde podían tener su vivienda así mismo al ser jornalero de la misma o como peón acasillado.          

Con la desintegración de la hacienda se realizan parcelaciones para dotar de tierras a los trabajadores del campo, producto de la reforma agraria. Es en la vivienda y en la organización urbana en donde se aprecian mas estas transformaciones, ya que los peones trabajadores de la tierra fueron los mas beneficiados, al poder dignificar su vivienda. Con la desintegración de las haciendas el poder pasa a otras manos, de esta manera se segrega la casa del hacendado, se hacen nuevas parcelaciones y la vivienda del trabajador del campo adquiere un nuevo significado. En el transcurso de la presente investigación se puede observar como los modos de vida y los procesos sociales siempre están en estrecha relación con el espacio construido.

Antecedentes

Con la llegada de los españoles a la región comenzó la transformación de un espacio que había sido creado por los antiguos pobladores, esto debido a la ideología de los nuevos habitantes, quienes querían obtener de la naturaleza la mayor producción posible para su comercialización y de esta manera crear riqueza; forma distinta de producción de la de los residentes originales, quienes obtenían lo necesario para vivir, y algunos excedentes que intercambiaban con otras regiones o tributaban al imperio purépecha. En general, el espacio se transformó, se creó una nueva estructura espacial en donde la haciendas jugaron un papel primordial, pero también se aprovechó parte de la estructura espacial ya existente, ya que se tenía que estar cerca de la población anterior, para su evangelización y para el aprovechamiento de la mano de obra.

En el virreinato la hacienda se forma y consolida como parte fundamental de esta nueva estructura espacial, ya que es el centro productivo por excelencia, que va a satisfacer las necesidades agrícolas y ganaderas de la región.

Esta etapa se extiende hasta 1880, cuando se introduce nueva infraestructura que va a reforzar y dinamizar la ya existente. Podemos decir que la estructura que se consolidó durante el virreinato permanece pero se agiliza de 1880-1919, ya que se introduce el ferrocarril, el teléfono y el telégrafo, así como nueva maquinaría para la producción; se afirma esto porque la primera línea del ferrocarril fue Morelia-Acámbaro-México, caminos que desde mucho antes ya existían. Entonces el espacio regional no cambio se dinamizó,  la fisonomía de las haciendas fue la que si sufrió un cambió y el espacio del casco hacendario también ya que crecieron éstos y se revistieron con las tendencias arquitectónicas de la época.

La Revolución Mexicana y el reparto agrario, fue un espacio temporal de transformaciones e incluso de ruptura, en él se disuelve la hacienda, se logra imponer una nueva ideología, una ideología social, orientada al bienestar de la mayoría, a aumentar la calidad de vida para los campesinos, aquellos trabajadores agrícolas que durante tanto tiempo fueron explotados.

Los pueblos indios, que durante tanto tiempo reclamaron lo que les pertenecía, fueron escuchados. Esto se llevo a cabo durante los años de 1919 a 1940, pero principalmente durante la etapa cardenista, la que se considera de 1928 a 1940. Pero, ¿Repercutió en el espacio? y si es así ¿Cómo?. Nuestra respuesta es si, anterior a la Reforma Agraria, la mayoría de los esfuerzos del Estado por la “modernización” del país iban dirigidos a crear la infraestructura necesaria para que las haciendas pudieran agilizar su producción, pero esto muchas veces sólo repercutió en el bienestar de sus dueños, aunque existieron casos en los que los hacendados se preocuparon por darle mejores condiciones de trabajo y de vida a sus trabajadores, estos fueron los menos, la mayoría abusaba de ellos para obtener las mejores ganancias.

Con el Cárdenismo se piensa en vivienda digna, escuelas, trabajo, comunicación y tierra para todos, de esta manera se abren caminos para comunicar a poblaciones marginadas o se mejoran las condiciones de estos, con la formación del ejido se urbanizan algunos de los asentamientos a aledaños a las haciendas, se instalan escuelas, casas ejidales, algunos de ellos se elevan a cabeceras municipales y se instala una presidencia municipal se hacen plazas o se acondicionan las ya existentes; por otro lado se buscan las mejores condiciones para que los ejidatarios trabajen la tierra, se crean distritos de riego y se hacen nuevas obras hidráulicas en ellos. Todo esto se da a nivel estatal, por lo que  nuestra región de estudio no es una excepción.

En cuanto a las haciendas, al cambiar de manos el poder durante la reforma agraria y dejar de ser estas la estructura productiva más importante y al pasar a ser el ejido la forma de organización de los campesinos, estas dejan de tener el papel preponderante como entidades productivas y la mayoría de las veces no se incluyen como parte de la nueva organización del asentamiento, relegándose a un segundo plano al cambiar su significado dejando de ser símbolo de poder y adquiriendo el de opresión y abuso.

Los modos de vida

Los modos de vida en las haciendas era la interrelación que tenían hacendados con administradores, capataces y peones, así como con los empleados de a casa grande, la forma de convivir, divertirse, sus tradiciones, entre otras cosas; éstos estaban directamente ligados con las formas de producción como los ciclos productivos. En la hacienda se aprendió a vivir con diferencias muy marcadas entre las clases sociales.

Los propietarios de la hacienda

Los primeros dueños de la tierra en el siglo XVI fueron españoles influyentes o sus administradores además de algunos indios caciques. Posteriormente algunas órdenes religiosas, principalmente los Agustinos, fueron adquiriendo grandes cantidades de tierra, las que algunas veces arrendaban. Para finales del siglo XVIII, en su mayoría los hacendados de la región, pertenecían a la oligarquía asentada en la ciudad de Valladolid, conformada por no más de 20 familias, entre peninsulares y criollos; propietarios de tierras, y poseedores de un prestigio social y poder político. Entre los nombres de algunos de estos hacendados figuran: Isidro Huarte, José Joaquín de Iturbide, José Manuel Olarte, José María de Castro y José María Peredo, Domingo de Torices y José Nicolás Ortíz, entre otros.[4]

Morelia siguió siendo la ciudad en donde se centraba el poder político y administrativo para la región, lugar de residencia, en donde parte de los hacendados tenían otra vivienda que habitaban parte del año para atender sus negocios; para el siglo XVIII, Pérez Acevedo comenta al respecto:Morelia durante esta época era la residencia de connotadas familias, muchas de ellas de rancio abolengo que tenían su origen en el periodo colonial. Del mismo modo, compartían el espacio urbano otras de origen francés y español, que mantenían su condición de súbditos. En ambos casos se encontraban los apellidos Alzua, Anciola, Ibarrola, Iturbide, Malo, Menocal, Pérez-Gil, Román, Solórzano y Macouzet por citar algunos. (…) El prestigio económico alcanzado por algunas de esas familias, o por varios de sus integrantes, descansaba en las múltiples actividades que desempeñaban como comerciantes, prestamistas y hacendados; categorías que muy frecuentemente asumía un solo individuo.”[5]

Ya en el siglo XIX algunos de los hacendados, además de dedicarse a la agricultura, tuvieron la agudeza para dedicarse a diversas empresas a la vez. “El carácter predominante de comerciante y prestamista que hasta la década de los años setenta del siglo XIX había caracterizado el desempeño de los empresarios morelianos, se complementó con su participación en la industria y la agricultura. […] Por lo que respecta al rubro agrícola, la familiaridad que algunos de ellos ya mantenían con éste, las perspectivas de desarrollo, las utilidades que se derivaban,-  sobre todo del abasto de cereales a la capital del estado-, fueron los motivos que estuvieron presentes, y que alentaron a los empresarios a convertirse en hacendados y arrendatarios de fincas rusticas”.[6]

Pero no sólo a los negocios se dedicaban los hacendados, otra característica de algunos de ellos era su cariño por el campo, lógicamente por eso se interesaron en adquirir fincas rusticas, y todas las actividades que se daban en ese entorno; esto se manifiesta en lo orgullosos que se sentían al portar el traje charro, mismo que era característico de las zonas rurales, así como el agrado que sentían por algunas de las actividades que practicaban como parte de la forma de divertirse, es decir, las charreadas, jaripeos o carreras de caballos.

La hacienda se estableció como núcleo estructurante con relación a la familia por lazos de sangre, con respecto a las relaciones sociales y políticas, constituía con su presencia una auténtica red de intereses multifuncionales, intereses internos y externos, rurales y urbanos.[7]

La fuerza laboral

La relación de la fuerza laboral con los “patrones” en las haciendas podía ser de dos formas, una de tipo paternalista en la que se le consideraba al patrón protector y algunas veces amigo, en el caso de los trabajadores de mayor rango, se le tenía al hacendado respeto y aprecio; y la otra en la que la relación era de explotación y algunas veces de miedo por parte de los trabajadores.

Relaciones sociales

Por lo general, en la región, el trato que se daba entre patrón y empleados era amigable. Había actividades en las que ambos convivían, por ejemplo en las ceremonias religiosas y en las fiestas del santo al que se veneraba en el lugar; aunque aquí todos tenían cabida se manifestaba el rango de cada quien, en la iglesia, se sentaban primero los hombres, ellos de un lado y las mujeres del otro, los patrones y los empleados de mayor rango se situaban en la parte de enfrente y el resto de la gente en la parte posterior. Para ejemplificar lo anterior la  marquesa Calderón de la Barca nos describe: “...salimos por la tarde disfrutando de un delicioso paseo a caballo hasta San Bartolo. Por fortuna al día siguiente (domingo) era el día de la virgen de Guadalupe, una de las mayores festividades que se celebran aquí... Antes de almorzar fuimos a misa en la gran capilla de la hacienda. Nosotros en la familia asistimos al coro, mientras que la nave de la capilla estaba llena de rancheros acompañados de sus esposas.”[8]

Lo anterior se llevó a cabo en la hacienda de San Bartolo que tenía una de las capillas mas grandes de las haciendas de la región. Ya en la fiesta, como parte de la diversión, había comida y bebida para todos pero los protagonistas siempre eran los hacendados.

Formas de diversión

Aunque el trabajo era duro también se encontraban momentos propicios para la diversión y se crearon actividades en las que participaba hombre, caballo y toro, como los jaripeos y las charreadas que con el tiempo se convirtieron en el deporte nacional: “Después de comer quisieron colear toros para divertirnos; una suerte favorita de los mexicanos y que se practica con la misma pasión en todas partes de la república. Reúnen una manada de toros, fuerzan a algunos a que se salgan corriendo de la piara; y al punto, dando rienda suelta a los caballos les persiguen al galope; y el más diestro es aquel que logra alcanzar a un toro y cogerle el rabo pasándolo bajo su pierna derecha, amarrando la cola a cabeza de silla, y haciendo correr entonces su cabalgadura en ángulos divergentes con relación a la res, hace que el toro caiga a tierra. Aún chiquillos de diez años de edad participan en esta suerte. Nada tiene de extraño que los mexicanos sean semejantes “centauros”, tal parece que hombre y caballo formen un todo, ya que desde la niñez se familiarizan con semejantes peligros, simples pasatiempos para ellos.(...)Tienen un toro enano, feo, de un amarillo sucio, que dicen está amasado, y en el que montan los mozos con toda confianza. Me persuadieron que probara esta manera tan novedosa de montar; un hombre sujetaba la cabeza del animal con una cuerda, pero me parecieron tan alarmantes e incómodos los derrotes del toro que muy pronto me dejé deslizar al suelo.” [9]

También se hacían desfiles y al igual que en otras actividades los protagonistas eran los hacendados, mayordomos y caporales, posteriormente hacían las charreadas ya descritas o carreras de caballos, todos estos eventos, muchas veces estaban enmarcados en el festejo religioso. Para cada una de estas diversiones se tenían designados espacios en los terrenos de la hacienda, siempre al aire libre. Las carreras de caballos en la hacienda de Lagunillas, por ejemplo, se hacían en el camino de entrada a la hacienda el cual estaba flanqueado por grandes árboles, esta característica se observa en muchas de las haciendas de la región.

Las bodas eran un evento importante en las haciendas, algunas veces los hacendados, administradores o mayordomos eran los padrinos de algún peón acasillado y se encargaban de los gastos, toda la gente de la hacienda participaba en la fiesta. Eso no sucedía cuando era la boda de alguno de los hijos de los patrones, en este caso todos tenían derecho a entrar solamente a la ceremonia religiosa y a algunos festejos, ya que la comida familiar se hacía de manera privada en la casa grande, en donde sólo podían asistir los miembros de la familia y algunos trabajadores de confianza. La cacería también era considerada una distracción, cuando llegaba algún visitante a las haciendas en donde había la posibilidad y abundancia de caza, se le invitaba a realizarla. [10]

Los hacendados también se divertían tocando algunos instrumentos y cantando[11], esto lo hacían para los miembros de la familia y algunos visitantes ya que muchas de estas haciendas eran paso obligado para los viajeros, ya que se consideraban como buenos lugares para pernoctar e incluso pasar unos días.

Al combinarse los modos de vida con las formas de producción, en un tiempo y lugar determinado, se crearon necesidades especificas que generaron espacios adecuados para la producción y habitación, esta afirmación se evidencia en las haciendas tanto en la actividad agropecuaria como en la ganadera. El espacio de las haciendas es resultado de las formas de vida y los modos de producción que se llevaron a cabo en estas, a la vez que fue necesario que se aprovecharan los recursos naturales para una mayor producción. El espacio alimentó a la sociedad, así mismo el espacio se alimento de ésta para la creación de espacios óptimos para la producción agrícola ganadera. La construcción de los espacios para la producción va en estrecha liga con los modos de vida y las formas de producción particulares para cada uno de ellos; por lo que para comprender los espacios para la producción es necesario estudiar ambos.

Génesis de los asentamientos rurales en torno a la hacienda

Para el caso particular de la región de estudio se pueden mencionar dos condiciones en que se dieron estos asentamientos. La primera fue en la que los dueños de la hacienda se establecieron en un asentamiento indígena preexistente, como rasgo importante se tiene que la hacienda conservó el nombre original de éste, seguramente con la finalidad de tener acceso a la mano de obra que posteriormente intervendría en la producción de la tierra. La segunda condición se dio cuando la hacienda no se estableció directamente en el asentamiento previo, pero si relativamente cercana a alguno o algunos de ellos, por lo tanto fungió como polo de atracción para distintos habitantes debido a las condiciones que imperaban en la época; primero de manera obligada, posteriormente, los peones se trasladaron a la hacienda misma, en busca de trabajo.

A partir de un asentamiento indígena original

Fue muy común que los encomenderos solicitaran mercedes en terrenos dentro de sus encomiendas y pasaran a ser dueños de parte de las tierras que se ubicaban en su encomienda, posteriormente estas mercedes de tierra se transformaron en haciendas.

Esta fue una de las formas de génesis de los asentamientos rurales en la región, y en general de los asentamientos humanos establecidos a partir de la llegada de los españoles, es decir, aprovecharon los lugares en que los antiguos pobladores se establecieron, este fenómeno se dio también en la fundación de conventos, éstos fueron los principales asentamientos rurales que permanecieron hasta principios del siglo XX, es después de la Revolución que esta estructura cambió debido a los movimientos que se hicieron de campesinos al dotarlos de tierras.

Los ejemplos que podemos mencionar de este tipo de origen de los asentamientos de las haciendas en la región son: Atapaneo, Zinzimeo, Tírio, Itzícuaro, Cointzio, Urundaneo, Chehuayo, Cuparátaro, entre otros; cabe mencionar que estos asentamientos tienen la particularidad de conservar el nombre original del asentamiento indígena.

A partir de la hacienda misma

Los asentamientos rurales se formaron a partir de la hacienda y cercana a ella, cuando ésta no se estableció directamente sobre un asentamiento indígena original. Sucedió así porque cuando ésta se implantó, los asentamientos cercanos ya tenían un fundo legal, es decir, un lugar de tierras comunales de uso exclusivo para la población, por lo que la hacienda se estableció fuera de este fundo y se convirtió con el paso del tiempo, en un polo de atracción que otorgaría fuentes de trabajo a la gente que vivía en sus alrededores. Ejemplos de ello lo encontramos en varias de las antiguas haciendas, la de El Rincón, que aunque el sentamiento se encontraba cercano al casco, el grupo nativo no se integró directamente a éste; San José de la Huerta, cuya característica presentó las mismas condiciones que la anterior; Santa Rita , entre Copándaro y Chucándiro; la de Guadalupe en las cercanías a Tarímbaro; San Bartolo, aledaña a Sínguio; San Antonio Corrales, cercana a Charo; Coapa contigua a Tiripetío, y Lagunillas próxima a Huiramba.

Todas ellas, que aunque cercanas a un asentamiento indígena, éste no fue lo suficientemente importante como para que la hacienda se estableciera sobre él, por lo que se tienen que asentar fuera de éste; La Bartolilla es otro ejemplo importante que se encuentra cercano a asentamientos indígenas, entre ellos Zinapécuaro. Esta característica, de no se establecerse sobre un asentamiento indígena original, se refleja en el nombre, ya que por lo general, estas haciendas ocupan nombres relacionados con santos de origen español, además de que la mayoría de ellas pertenecieron a alguna orden religiosa durante el virreinato.

Ahora bien la hacienda de Santiago Queréndaro es un caso particular, ya que, aunque tiene el nombre del asentamiento indígena original, también posee el nombre de un santo, de tal forma que se combinan aquí, los dos casos anteriores, esta hacienda perteneció a una orden religiosa y aunque se estableció muy cercana a este asentamiento indígena, existió una separación entre los trabajadores de la hacienda y los habitantes del pueblo, aunque cabe señalar que este asentamiento gozaba de importancia en la región, ya que, llegó a ser cabecera de tenencia y a tener un número considerable de habitantes.

Los asentamientos quedaban tan cercanos que hoy en día con el crecimiento de la población han quedado unidos y es posible confundirse en cuanto a su origen; esto lo podemos confirmar si revisamos el diccionario de Mariano de Jesús Torres[12] en donde apunta: “Queréndaro. Geog. Pueblo cabecera en la Tenencia de su nombre, en la municipalidad y distrito de Zinapecuaro. Esta situada cerca de la magnifica hacienda de su nombre, es muy fértil y tiene una buena capilla dedicada a Santa María Magdalena. Dista dos leguas de Zinapécuaro. Cuenta con 1869 habitantes: 938 hombres y 931 mujeres. Queréndaro. Geog. Hacienda en la municipalidad y distrito de Zinapecuaro, con 553 habitantes: 281 hombres y 272 mujeres.”[13]

Es importante mencionar como nace la hacienda en la región de Morelia para poder establecer si esto repercutió en la relación de ésta con el asentamiento humano aledaño a ella como forma de vivienda, tanto en su desarrollo  como en sus transformaciones.

La hacienda como discurso de poder

La hacienda fue una propiedad cuya actividad económica se realizaba dentro del sector rural; según la región y las particularidades productivas a las que se dedicaban existieron haciendas agrícolas, ganaderas, azucareras, de obrajes o textiles, mineras o henequéneras, entre otras. Gracias a las características naturales de esta región como son, el clima, el constante acceso al agua, las calidades de tierra y el conjunto de valles en donde se asentaron estas estructuras, el tipo de hacienda que se desarrolló en ésta fue el de las haciendas  agrícolas y ganaderas, las cuales se dedicaron al cultivo de cereales, frutos, legumbres y hortalizas, conjuntamente con la cría de ganado, por lo que también las llamaremos mixtas. Estas haciendas fueron las más comunes en el Bajío.[14]

Se puede hablar de la hacienda como asentamiento humano y a su vez como forma de vivienda,  éste se constituye por una serie de espacios dirigidos a la producción, pero que también está compuesto por áreas destinadas a diversas funciones o actividades: la vivienda, ya sea para el dueño, administrador, trabajadores de confianza y para los peones; la administración, vigilancia, abasto, culto religioso, comercio, instrucción y recreación. Además, este conglomerado poseía un amplia red de infraestructura, principalmente hidráulica y de comunicaciones en la época colonial,  esta última se amplía posteriormente con la llegada de el ferrocarril, teléfono y telégrafo y posteriormente se complementa con la electricidad y la nueva tecnología en los procesos productivos.

La institución que fueron las haciendas se vio materializada en los espacios que generó, en éstos se pueden encontrar algunos elementos que nos aportan información acerca de las formas de vida que se dieron en ella y las necesidades productivas a las que dio respuesta, lo que se observa en los espacios que conformó; esto quiere decir que la arquitectura y en general el espacio construido, comunica, aunque ésta no sea su intención primera.[15] Por lo anterior podemos considerar al espacio construido como un texto, en el que podemos leer gran cantidad de información y cuyas características de éste son variables para cada caso, según la época, el lugar y la persona que lo trate de interpretar: “La pregunta que el intérprete hace al texto nace en el presente, dentro de unas coordenadas espaciotemporales y de un tejido de ideas previas que determinan la alteridad del presente frente al pasado. El lector tiene que tener la conciencia de la distancia respecto al texto. Es aquí donde se introduce la estructura del dialogo entre yo y tú, en apertura recíproca del uno al otro, donde lo que se trata no es abandonar el horizonte propio para pasar a otro, sino percibir desde el horizonte propio no sólo lo extraño del horizonte del texto sino, sobre todo, lo extraño y otro manifestado en el texto. El texto asume la forma de una respuesta a una pregunta, no a la pregunta nuestra sino a aquella con la que el texto se enfrenta.”[16]

La primera imagen que la mayoría de la gente tiene de la hacienda, evoca memorias de opulencia y concentración de riqueza enfrentadas a imágenes de triste y vergonzosa explotación humana, en la mayoría de los casos los peones que trabajaban en estos organismos de producción fueron explotados a favor del enriquecimiento del hacendado. Existen sugerencias simbólicas implícitas en algunos nombres, por ejemplo de ciudades que nos traen diferentes imágenes; tal es el caso de Roma como símbolo de poder, creemos que la hacienda, logra este tipo de sugerencia simbólica, también de poder, aunque en distinto grado ya que aquí se habla del medio rural michoacano a través de la historia.

La estructura de poder en México estuvo encabezada por los hacendados durante mucho tiempo, aunque éstos tenían la mayoría de sus fincas en el campo, muchas veces fueron importantes políticos que invirtieron parte de su fortuna en la ciudad. Esta imagen de poder se vio reflejada en las haciendas. El conjunto de edificios en sí, generalmente de grandes dimensiones las que constituían principalmente el área productiva y la “casa grande” –vivienda del hacendado-, se ubicaba en el medio rural en donde las construcciones de esta naturaleza eran muy pocas; rodeado de pequeños caseríos, vivienda de los peones, que por su proporción y diferencias en los materiales constructivos, acentuaban dicha grandeza; algunas veces este conjunto se encontraba, además, rodeado por una gran cerca y accesos enmarcados que lo delimitaban del resto del espacio. La hacienda estuvo inmersa en el paisaje rural, éste por lo general presenta una imagen “relativamente difusa” y raramente existen en él figuras geométricas, por lo que adquiere una significación particular al destacar como figura geométrica y dominante[17] en el paisaje cultural en donde se ubican de manera dispersa, es decir, aparecen como imágenes individuales en contraposición con el perfil de la ciudad conformada por una acumulación considerable de edificios. “Con frecuencia el conjunto arquitectónico hacendario promovía un sistema de orientación, de pertenencia y un efectivo sistema mental de referencia, capaz de ser recordado con facilidad y de imprimir en la memoria a través de recurso simbólico, imágenes imborrables. Con ello se conseguía que cualquier individuo que pasase cerca de una hacienda (incluso hoy en día) logrará una imagen clara de un lugar hegemónico mediante la cual orientarse en los recorridos cotidianos o esporádicos fomentando, entre otros, el sentido de arraigo e identificación, a través de aquellas formas de abstracción”.[18]

El discurso de poder del edificio se venía experimentando desde la colonia con otros géneros arquitectónicos, el convento o las capillas son ejemplo de ello, se alzaban sobre los caseríos de manera similar a la hacienda; incluso se podría decir que desde el origen de las primeras sociedades estratificadas, el jefe, cacique o rey siempre tuvo una sede de mayor jerarquía que el resto de sus gobernados, como una forma de señalar su superioridad social, política o económica.

Para entender como se manifestaba este discurso de poder que ejercía la hacienda nos acercaremos más adelante al análisis de los espacios que conformaban el casco, haciendo énfasis en la vivienda, ya que en ella es en donde se podemos ver con mayor claridad como la arquitectura sirvió como discurso de poder y en donde la habitación de los peones se empleó a manera de vivienda colectiva.

Por lo general, en cuanto a la corriente estilística plasmada en las haciendas de este periodo se encontraron ciertas reminiscencias de lo clásico, lo que acentúa el carácter de imagen fácil de recordar, ya que si en el espacio rural encontramos pocas construcciones que destacan en el paisaje al utilizar elementos arquitectónicos con características clásicas estos acentúan su importancia, así también el utilizar un lenguaje clásico sólo se llevo a cabo en los edificios de mayor importancia. El casco hacendario con sus diferentes elementos formó un interesante microcosmos en donde los espacios fluctúan entre lo público y lo privado; interactuando entre sí y creando una gran variedad de formas que le confieren a cada una de ellas particularidades que las hacen distinguirse unas de otras; pero en su estructura más profunda se pueden descubrir rasgos que las unifican y las hacen pertenecer a una misma familia espacial. Las observaciones que se hacen del significado de la haciendas son resultado de la propia experiencia, con lo que queremos decir que nuestra observación no es única, además de que así como la sociedad se transforma a través del tiempo, también los espacios y con ellos sus significados, de tal forma, que pierde algunos de ellos y adquiere otros.

El significado que tuvo la hacienda también cambia según quien la produce y la usa, así como para quien la observa y la interpreta, dependiendo del tiempo en que se realice esta observación. Con lo que se quiere decir que, en cierto modo, el significado es diferente para el campesino, el viajero, el propietario, para los habitantes de la ciudad, entre otros. El propósito fue establecer una relación en cuanto al nivel del espacio que estamos analizando,

La hacienda como forma de vivienda

El tamaño y las características de los diferentes espacios construidos en las haciendas tenían una cercana relación con la riqueza económica que alcanzaba cada una de ellas y a su vez esta relación estaba estrechamente ligada con la cantidad de recursos naturales a los que la hacienda tenía acceso y la manera en la que se le hacía producir. Al conjunto de edificios que formaban la hacienda se le nombra casco, éste resumía y simbolizaba el grado de prestigio y de poder alcanzado por el dueño de la hacienda y de la hacienda misma.

Para cada caso, el casco de la hacienda estaba constituido por una serie de espacios relacionados entre sí por sus actividades productivas. La ubicación de cada uno de ellos se pensaba para responder a la estrecha relación en el proceso productivo, sus espacios fueron resultado de las actividades que allí se realizaron, para ello, se aprovecharon los recursos propios del lugar, tanto físicos como climáticos, con el fin de que funcionaran adecuadamente.[19] El aspecto formal estaba íntimamente relacionado con las actividades productivas, sin embargo encontramos formas ancestrales que se han adecuado para diversas funciones realizadas en ellas, además de algunos elementos de ornato que también sirvieron como elementos significativos.

Para poder analizar los espacios en necesario clasificarlos según las actividades que se llevaban a cabo en éstos, podemos decir que  las haciendas están dentro de la clase de edificios civiles, en la subdivisión de espacios para la producción, específicamente para el genero de las haciendas mixtas lo clasificamos como un espacio básico,  y para aquellas haciendas con molinos los identificamos como espacios de transformación.[20] Para que el proceso productivo se llevara a cabo satisfactoriamente, eran necesarios espacios complementarios entre sí, éstos formaban un todo, para entenderlos mejor se ordenaron de la siguiente manera:

- Vivienda: casa del hacendado o Casa grande, casas de los peones, casa del administrador o empleados de confianza.

- Culto: capillas

- Administración y vigilancia: tienda de raya, administración, acceso.

- Educación: escuelas

- Para la producción: trojes, eras, macheros, establos.

- Abasto y comercio: red hidráulica y de comunicación.

Uno de los espacios jerárquicos entre las construcciones de la hacienda fue precisamente el dedicado a la vivienda: la casa grande, ésta era la residencia del dueño y de su familia e invitados, o en algunos casos del administrador. Esta construcción se ubicó muchas veces sobre el nivel del piso con la intención  de enfatizar el poder del dueño, en ella se reflejaron las corrientes arquitectónicas de la época de mayor auge de cada una de ellas, como el barroco, neoclásico, neocolonial, neogótico, entre otros. Todas ellas contaron con corredores cubiertos y arcadas, al interior y/o exterior, y la mayoría tuvieron patios interiores. Se encontró que existe un mestizaje en los espacios de las haciendas de la región ya que se combinan los espacios abiertos en los interiores –introvertidos-, como los fueron los patios interiores de las casas grandes rodeados por corredores cubiertos, ya utilizados en el mundo español; con los corredores cubiertos abiertos hacia el exterior -extrovertidos- en relación directa con los patios de trabajo por lo general de usos múltiples.

La habitación de los peones “acasillados” y de los empleados de confianza muchas veces se ubicaban dentro del casco, algunos otros se asentaban en caseríos ubicados en tierras de la hacienda, y por lo general cercanos a los edificios principales, pero sin una clara integración al resto de las construcciones, pero cada uno de estos conjuntos se integraban a manera de vivienda colectiva, ya que muchas veces compartían los servicios. La tienda de raya se encontraba, generalmente, junto, o en la casa del hacendado; en ella se pagaba a los trabajadores y a la vez se les vendían o fiaban productos. La capilla se disponía de diversas maneras en relación a la casa grande: esto es en la misma construcción, junto a está, o muy cercana  pero sin formar parte de ella. La Escuela era el espacio para la educación de los empleados de confianza de la hacienda, ya que los hijos de los hacendados eran mandados a estudiar a otros lugares. En algunos casos se localizaron accesos como puntos de vigilancia o control. También la infraestructura y las circulaciones o caminos formaron parte importante de este tipo de haciendas.

Los requerimientos espaciales en las haciendas agrícola-ganaderas variaban según sus características particulares, sin embargo siguieron un programa básico y manifestaron un partido arquitectónico fundamental.[21] Como respuesta a las necesidades propias de una hacienda mixta, agrícola-ganadera, se construyeron varios espacios, éstos los vemos como unidad indivisible para su funcionamiento, eran necesarios todos para el proceso productivo por lo que la hacienda en sí la entendemos como unidad, espacio dedicado a la producción.

En ellos se localizaron: la casa del hacendado, que por su jerarquía y necesidades sobresale del resto de las habitaciones, misma que habitó el administrador; la de los empleados de confianza y las de los peones, cada uno de estos espacios muestra particularidades que reflejaban la estratificación social de las personas que las habitaban. En estos lugares se deja ver un posible esquema de panóptico en donde la casa grande se utilizaba como espacio de vigilancia, éste, casi siempre situada en un punto más alto del resto de las construcciones, lo que permitió, en la mayoría de los casos, un mejor control tanto de las personas como de los procesos productivos.

Los diferentes tipos de vivienda en la hacienda

La vivienda del hacendado

En el periodo de estudio la estratificación social era muy marcada o se era muy pobre o muy rico, todos los aspectos sociales se reflejan en el espacio construido. “Todo espacio arquitectónico será portador de una cierta visión del mundo”[22]. De esta manera notamos un total contraste entre la casa grande y las casas de los trabajadores. La casa grande era un espacio al que, por lo general, se accedía subiendo varios escalones sobre el nivel del piso para llegar al nivel en el que se distribuyen los espacios de ésta, tal característica acrecentó su aspecto de poder. Por lo general es de planta ortogonal de forma cuadrada o rectangular; aunque encontramos algunas excepciones. Localizamos patios interiores que sirven como regulador espacial y como un lugar en el que los dueños o administradores podían tener gran privacidad del resto de la hacienda; en cada uno de los lados del patio están distribuidas las habitaciones, por lo general muy amplias y perfectamente iluminadas y ventiladas. Encontramos que tanto los patios interiores como las fachadas presentan corredores cubiertos sostenidos por columnas y arquerías de cantería o por pilares de madera.

La fábrica de las haciendas, sobre todo desde finales del siglo XVIII y hasta el siglo XX, se construyó con materiales resistentes como la cantería, se aprecia que fueron trabajados por gente especializada. En lugares en los que los recursos materiales para la construcción se tienen a la mano y por lo tanto se conocen a la perfección. También se utilizaron otros materiales como el adobe, la piedra y la madera, dando como resultado edificios de muy buena calidad.

Era muy común que a la par de la buena calidad de la construcción se tratara de estar a la vanguardia en cuanto a corrientes arquitectónicas se refiere, aunque algunas veces éstas se presentaban de manera tímida sólo en algunos elementos, sobre todo de la casa grande como se puede apreciar en algunas de las ventanas. A excepción de la casa grande de la hacienda de San Bartolo, que data del s. XVIII la cual presenta algunos detalles de arquitectura barroca[23] y la de Lagunillas y Tirio, que presentan una imagen “vernácula”[24], el resto de la arquitectura que hasta la fecha permanece en pie presenta características, sobre todo en los ornamentos de las fachadas y pinturas, pertenecientes a corrientes como el neogótico, neocolonial o ecléctico.

A las haciendas fue donde llegaron los adelantos tecnológicos, infraestructura como el ferrocarril o el telégrafo, particularmente en las casas de los dueños se vieron favorecidas por la llegada de la electricidad y se instalaron teléfonos, de esta manera se podía tener una comunicación constante con otros lugares.. La arquitectura de las haciendas representó un discurso de poder. A decir de González Ochoa: “una de las funciones del espacio es la de inculcar esa visión, …de educar a los demás”[25] En este caso la arquitectura esta diciendo: yo tengo el poder ( figuras 1 y 2), en contraste con las casas “de pared” de los mayordomos o caporales y de los jacales de los peones.

 

Figura 1. Imagen que desde el camino presenta la hacienda de Quírio.

 

Figura 2. Imagen exterior de la hacienda de La Goleta.

La casa grande, en los espacios, fue reflejo del mestizaje en los espacios, ya que combinó, como ya se ha mencionado, los patios interiores, característicos de las habitaciones con influencias españolas que se construyeron en gran medida en la ciudad de Morelia, los cuales confieren un carácter introvertido a este tipo de habitación(cfr. Figuras 3-7); ahora bien los espacios abiertos en el exterior como lo fueron los patios de trabajo de usos múltiples.

Eran lugares en donde se llevaban a cabo actividades como carga y descarga de granos, paso de animales e incluso tianguis; había también un espacio de transición de carácter extrovertido como lo fueron los corredores cubiertos en las fachadas, en contacto directo con el anterior y lugar que servía para la vigilancia de los trabajadores así como de descanso, éste proporcionaba además una área de regulación del clima que protegía a cada lugar de la entrada directa de los rayos de sol, así como la regulación de la entrada de los vientos a ella. (cfr. Imagen 3 – 8)

Plantas arquitectónicas de algunas de las casas grandes de las  haciendas de la región

Figura 3: Casa grande hacienda de Guadalupe
Figura 4: Casa grande hacienda de Lagunillas.

 

Figura 5: Casa grande hacienda de Queréndaro.
Figura 6: Casa grande hacienda de Corrales.

 

Figura 7: Casa grande hacienda de Coapa.
Figura 8: Casa grande hacienda de Tírio.

 

Analizando las imágenes anteriores observamos que tenemos dos tipos de casa grande:

Tipo 1, con patio interior con corredores cubiertos en sus cuatro lados y dos  corredores cubiertos en “L” hacia el exterior; en este tipo encontramos algunas variantes en las que el patio interior sólo tiene tres corredores o en donde el corredor exterior no abarca completamente los dos lados. (ver fig. 9)

Tipo 1: Atapaneo.
Tipo 1: Coapa
Tipo 1: Quírio
Tipo 1: La Goleta
Figura 9

Tipo 2, con patio interior y cuatro corredores cubiertos delimitándolo, y corredor cubierto al exterior; con algunas variantes en las que el patio interior no está delimitado en sus cuatro lados por los corredores, y en donde el espacio exterior no está totalmente delimitado por el corredor. (ver fig. 10)

Tipo 2: Zinzimeo
Tipo 2: San Bartolo
Tipo 2: Corrales
Tipo 2: Guadalupe
Tipo 2: Queréndaro
Figura 10

Es claro que la casa grande de la hacienda recibió influencia urbana, ya que los dueños de ellas tenían contacto directo con la ciudad de Morelia, un ejemplo claro son los patios interiores, típicos de las casas de la ciudad; pero también se hicieron propuestas que la caracterizaron, como los corredores cubiertos que dan al exterior, de los que ya hablamos y se presentan en los esquemas anteriores, posiblemente porque las fincas se encontraban relativamente aisladas y con un entorno rural por lo que el aspecto que presentan hacia el exterior destaca dentro de éste, ya que en este medio no eran muy comunes este tipo de construcciones, esta característica favoreció para que, además de su aspecto funcional, se pudiera disfrutar del paisaje.

Esta particularidad es propia de la región, si lo comparamos con otras, como en Yucatán en donde la planta de la casa de la hacienda ganadero maicera es de tipo extrovertida y alargada[26]. Para nuestro caso de estudio, como ya se mencionó anteriormente, encontramos una dualidad en la mayoría de éstas plantas con características de “extroversión”, ya que presentan corredores cubiertos al exterior en uno o dos de sus lados; pero también la introversión, cubriendo la necesidad de privacidad al compartir el aspecto anterior con patios interiores con corredores cubiertos en tres o cuatro de sus lados. Esta dualidad permite tener comunicación directa hacia el exterior, lo que va acorde con la necesidad de control a la par del disfrute visual y a su vez brinda intimidad y tranquilidad al interior.

La excepciones las encontramos en Lagunillas con una planta parcialmente “extrovertida”, e irregular en donde la casa forma una especie de “U” con el espacio de corredores cubiertos hacía el interior. La de Corrales se encuentra totalmente introvertida.( figuras 4 y 6).

Era común que se buscara la simetría en estas casas, sobre todo en las fachadas principales que usualmente se presentaban hacía los caminos regionales cuya localización frecuentemente pasaba cerca de ellas, estas casas servían muchas veces de descanso para los viajeros, quienes se llevaban una grata impresión de ellas.

La vivienda del administrador y los empleados de confianza

La vivienda del administrador, en los cascos analizados, era la misma casa del hacendado, éste tenía derecho a hacer uso de la casa grande, especialmente cuando el dueño no se encontraba en el lugar, una de sus obligaciones era el cuidado de ésta. En algunos casos el propietario de la finca estaba poco tiempo en ella, por lo que el administrador era el que la habitaba, normalmente su recámara tenía una liga estrecha con la administración ya que era el lugar en donde revisaba las cuentas de la hacienda. Los empleados de confianza, y de más jerarquía que los peones, como los mayordomos y caporales tenían derecho a casas “de pared”, adobe o piedra, según los materiales que se tenían a la mano; ésta consistía en una planta rectangular con una o dos habitaciones, o en algunos casos, en que los dueños construían espacios específicos para ellos, tenían derecho a las casillas, por lo que se les llamaba “peones acasillados”, que era un conjunto de viviendas que se encontraba dentro del casco y que consistía en una serie de habitaciones, cada una de ellas ocupada por una familia y en donde se compartían algunos de los servicios. Para nuestra área de estudio encontramos un ejemplo en Quueréndaro, en donde las encontramos  con estas características, pero en otras regiones como en las haciendas henequeneras de Yucatán, se construyeron complejos completos en los que incluso se percibe una planificación urbana. Tanto administrador como empleado de confianza, comúnmente recibían a un pehujal, en donde podían sembrar y tener algunos animales.

La vivienda del peón

La habitación del peón, al contrario de la del hacendado, consistía de una sola planta rectangular, contaba con muy poca luz y ventilación, los únicos vanos que presentaba eran, una puerta hacia el patio interior y otra al exterior. La cocina podía estar en la misma habitación o un fogón en el exterior. Como lo mencionamos anteriormente algunos hacendados, como los jesuitas en su hacienda de Queréndaro, se preocuparon por construir algunas casas en serie para los peones acasillados o posiblemente para los trabajadores de confianza dado que no todas presentan las mismas características. (ver fig. 11)

Figura 11. Del lado inferior izquierdo de la fotografía podemos ver las casas de los peones acasillados y empleados de confianza de la hacienda de Queréndaro.

Los materiales constructivos de estas casas eran por lo general propios del lugar y deleznables, como el adobe, la madera y paja o carrizo y tule, entre otros, esto obedecía a la condición del peón, a la región a la que pertenecía y a sus diversas variantes en los materiales localizados en ella. Los peones de las fincas, llamados a veces acasillados, eran los más “favorecidos” por el patrón, ellos tenían derecho a casa para vivir, por lo general de adobe, terrenos a medias y pastos para sus bueyes[27], en cambio los que vivían fuera del casco en el caserío disperso cercano a éste, eran jornaleros que podían trabajar donde quisieran pero sus casas muchas veces estaban en condiciones más pobres, de carrizo y tule y de muy pequeñas dimensiones, por ejemplo en terrenos hasta de dos por cuatro metros en donde vivía toda una familia[28]. Un ejemplo extremo de esto es el caso de Zinzimeo en el que: “A excepción hecha de doce o catorce casas construidas de adobe en las que se agrupan otras tantas familias, el resto de los vecinos de Zinzimeo hasta completar las 96 familias que forman el grupo, viven en misérrimos jacales con paredes de carrizo y tule y con techo de tule, que presentan un aspecto de desolación, que ocupan tres o cuatro metros, dos de terrenos, y en la desastrosa promiscuidad vive toda una familia. La simple observación de las fotografías que aparecen en la hoja tres de este informe, muestran al desnudo las condiciones en que se encuentran las habitaciones de los vecinos de Zinzimeo, fotografías tomadas al azar, sin que haya habido el propósito de tomar las peores de ellas pero que nos permiten apreciar la razón por la que el propietario de la hacienda de Zinzimeo no cobra renta por esos “alojamientos”(las mencionadas fotografías ya no se encuentran en el expediente), lo que resultaría inocuo  si se toma e cuenta la naturaleza de las mismas...”[29]

La desintegración de la hacienda como generadora de espacios.

Las estructuras espaciales que tuvieron que ver con la hacienda, como ya se ha observado, estuvieron en estrecha liga con los procesos productivos, ya que fueron las principales productoras agrícola-ganaderas de la región, de ahí la importancia de analizar a la hacienda como generadora de espacios arquitectónicos, lo que ya se estudió anteriormente; por lo que ahora, es preciso conocer si la hacienda también  participó en la construcción de espacios urbanos.

Desintegración del conjunto y transformaciones del asentamiento humano

El estudio del desarrollo de la hacienda mixta y su relación con el asentamiento humano aledaño, así como su crecimiento en conjunto, en el periodo temporal específico de nuestro análisis (1880 –1940), es fundamental, ya que encontramos particularidades que nos explican el por qué de la desintegración de la hacienda y cuál fue su significado posterior a esta desintegración. También se conoció cómo se transformaron la vivienda y los asentamientos con la decadencia del régimen hacendario.

La estructura espacial de las haciendas de la región estaba en relación directa con la sociedad que la conformaba y con el poder que ésta ejercía sobre los recursos naturales, materiales e incluso la mano de obra del lugar, así como los nexos de poder que se tenían con otros hacendados o políticos para poder llevar a cabo la distribución de la producción; de esta manera, hasta que los hacendados tuvieron en sus manos dicho poder la estructura espacial que conformó la hacienda permaneció. Con la reforma agraria el poder cambia de manos radicalmente :  “El movimiento conducente al reparto agrario iniciado en la zona hacia 1920, llevó a una modificación trascendental de la estructura de poder... el movimiento agrarista destruyó la hacienda y logro un reordenamiento radical del empleo de los recursos locales más importantes. Políticamente logró una centralización efectiva de las líneas de mando y reorientó la participación de los actores sociales locales de acuerdo a las nuevas prioridades de asignación de los recursos”[30].

Lo anterior se vio reflejado en el espacio, ya que la estructura espacial es una construcción social, por lo tanto al modificarse esta última se transforma también el espacio mismo. Con esto se puede afirmar que con el cambio de poder cambia el significado que tenían las haciendas. Para poder conocer más detalladamente la mencionada relación existente entre hacienda-asentamiento, el estudio se concentra en el periodo de transformación de la estructura rural a la urbana, esto es a partir de 1919, ya que se ha visto que los asentamientos humanos de la hacienda, cuando ésta era la que tenía el poder sobre los recursos, es decir, hasta antes de la reestructuración espacial en nuestra región, eran caseríos dispersos básicamente de tipo rural, que no tenían acceso a la mayoría de las comodidades, a las que sí accedían los dueños de la hacienda.

Transformaciones de lo rural a lo urbano en asentamientos con antecedentes hacendarios en la región

En esta lenta transformación los asentamientos también siguieron esta dinámica de cambios. En el proceso de la Reforma Agraria las haciendas fueron perdiendo poco a poco su hegemonía, hasta que quedaron reducidas a pequeñas propiedades, algunas veces el último dueño trató de conservarlas y con ello seguir produciendo, con el paso del tiempo, llegó un momento en que éste desistió y vendió la poca tierra que le quedaba conjuntamente con el casco, se dieron casos en los que incluso estas construcciones fueron abandonadas, otras veces grupos de ejidatarios invadieron las tierras al no ver solucionadas con prontitud sus demandas, saqueando los cascos para la construcción de sus casas. De esta manera los asentamientos como forma de vivienda de la hacienda poco a poco fueron pasando a ser la parte importante del conjunto y se relego el casco. Encontramos diferentes tipos de asentamientos, según el grado de transformación que tuvieron hacia lo urbano, los hemos dividido en cuatro variantes:

Variante uno: Son aquellos en los que el asentamiento, producto de la disolución de la hacienda, solicitan que se le eleve a municipio, tal es el caso de Alvaro Obregón, antigua hacienda de San Bartolo; Lagunillas, el cual conservó su nombre; y Queréndaro, aunque este último, ya era cabecera de tenencia con anterioridad. La razón de agruparlos en esta variante es porque como cabeceras municipales, tuvieron una serie de necesidades que los llevó a crear diferentes espacios, como son presidencias municipales, escuelas, mercados y plazas, entre otros.

Variante dos: Este tipo de localidades se ubicaban aledañas a una vía de comunicación importante, de esta manera aunque no eran cabeceras municipales tendían a crecer por lo que se implementó la construcción de nuevos espacios. Ejemplo de ello son Zinzimeo, Atapaneo, La Goleta y Coapa.

Variante tres: Son asentamientos que por su cercanía con la ciudad de Morelia tendieron a formar colonias y crecer hacía ella, al mismo tiempo, con su disolución, favorecieron el crecimiento de la ciudad, ya que antes de la Reforma Agraria haciendas y ranchos de propiedad privada formaban un cerco alrededor de la ciudad por lo que ésta no podía crecer libremente; para ello se implementaron algunos decretos con los que se implementara el crecimiento de la urbe. Estas antiguas haciendas son: El Rincón, La Soledad, Quinceo, La Huerta.

Variante cuatro: Esta conformada por antiguas haciendas que están alejadas de las principales vías de comunicación y por lo tanto han quedado un poco en el olvido, esta situación se ve reflejada inclusive hoy en día, ya que no muestran un orden aparente en la organización de la traza y por ende en la distribución de las casas. Como ejemplos podemos mencionar Quírio, San Antonio Corrales, Guadalupe y Santa Rita y La Bartolilla.

No podemos dejar de mencionar que, a partir de la Reforma Agraria, se crearon nuevas poblaciones o colonias que fueron producto de traslados de grupos de ejidatarios a la región, esto se debió más concretamente a que en sus lugares de origen las tierras para dotación a los campesinos estaban agotadas, este hecho forma parte de las transformaciones en la estructura espacial de la región.

La relación de conjunto después de la desintegración de las haciendas

Es importante, para nuestro estudio determinar las transformaciones que sufrió la relación del conjunto habitacional a partir de la desintegración de las haciendas; llamamos conjunto a la relación de la hacienda con el asentamiento humano en torno al casco. Esta relación es esencial ya que al hacer la lectura espacial se pueden inferir algunos de los significados que tuvo la hacienda para los habitantes asentados en torno a ésta, para ello, nos ubicamos en el periodo espacial que va de 1919 hasta 1940, etapa de disolución de la misma. Para poder hacer la lectura del espacio, en este apartado fue necesario que nos auxiliáramos de la fotografía aérea como herramienta[31] la cual nos ayudó a obtener una visión desde afuera, este método, nos proporciona grandes ventajas, ya que nos permite tener una visión completa de la relación hacienda asentamiento, lo que nos da como resultado varios esquemas típicos del conjunto.

Esquemas típicos exhacienda-asentamiento

En el proceso de desintegración de las haciendas las relaciones entre el casco y el asentamiento como forma de vivienda se transforman y dan como resultado diferentes esquemas, en donde el casco aparece en diferente posición con respecto al asentamiento humano; ya sea en una esquina, en el extremo, al centro; dentro o fuera de la mancha urbana; sin embargo se encontraron algunos casos en los no podemos hablar de mancha urbana porque el asentamiento sigue siendo como en la antigüedad un caserío, que se encuentra, ya sea reunido o como en La Bartolilla o de tipo disperso. Básicamente se encontraron cuatro variantes de estos esquemas[32], los que mostramos a continuación:

Primera variante: es la más común, en ella el casco está comunicado con el asentamiento por uno de sus lados y el resto de los lados de la hacienda se comunican con otros espacios, en esta variante puede quedar colocado el casco al centro exterior de cualquiera de los lados del asentamiento o a un costado, siempre al margen.

Segunda variante: en ésta ninguno de los lados del casco toca al asentamiento, estos se comunican por un camino pero están relativamente cercanos.

Tercera variante: aquí dos de los lados del casco están rodeados por el asentamiento y el resto de los lados por otros espacios, generalmente de cultivo.

Cuarta variante: el casco queda al centro del asentamiento, rodeado por éste. En los  diferentes casos de estudio de nuestra región sólo encontramos un ejemplo de esta variante.

 

Si buscamos entender el porqué del aspecto tipológico y morfológico que presentan los diferentes conjuntos en su relación hacienda asentamiento, encontraremos que tuvo mucho que ver el significado que se formó de las hacienda en peones y campesinos que habitaban los renovados núcleos de población; como hemos dicho anteriormente, el poder cambió de manos, aunado a la imagen que se tenía de los patrones, que aunque no todos se comportaban de la misma manera, por lo general era negativa y por lo tanto la arquitectura, como representante de este poder, se vio relegada a un extremo del núcleo de población, no se integró al centro de éste como en otros lugares[33].

Es decir, el poder pasó a otras manos y la arquitectura como construcción social y representativa de ello, quedó en total abandono y en algunos casos, incluso, se llegó al saqueo, pocos son los casos en los que ésta se conserva. Un alto porcentaje de las haciendas que se encuentran hasta la fecha mejor conservadas se debe a que sufrieron un proceso de fraccionamiento anterior a la Reforma Agraria, al llegar ésta, algunas de las haciendas ya pertenecían a varias personas, por lo que la idea de la hacienda como unidad perteneciente a una sola persona símbolo de explotación ya no era tan arraigada.

Ejemplo de ello es el casco de la antigua hacienda de San Bartolo. También se expropiaban por el gobierno para la creación de escuelas. Otra de las razones para que la hacienda no se integrara como parte importante del poblado fue que los dueños tenían derecho a conservar una pequeña propiedad de terrenos agrícolas, además del casco, por lo general los propietarios conservaban la tierra que se encontraba cercana al casco motivo por el cual el asentamiento humano no podía crecer en esa dirección.

Posteriormente a la Reforma Agraria los asentamientos se fueron reorganizando y creciendo paulatinamente, algunas veces debido al cambio de uso de las antiguas haciendas que propicio la llegada de nuevos habitantes al lugar, como fue el caso de las que se transformaron en escuelas que además de los estudiantes recibieron a los maestros para lo que se construyeron casas destinadas a ellos, esto se reflejo en el crecimiento de estos asentamientos; ejemplo de ello es Coapa en donde diferentes acontecimientos acaecidas a través del tiempo como la llegada del ferrocarril y la edificación de una estación, así como la construcción de la casa grande de la hacienda cercana a ésta, sentaron las bases para la forma que adquiriría su traza.

La desintegración de las haciendas y la construcción de nuevos espacios urbano- arquitectónicos.

En base a las variantes que encontramos en el análisis de las transformaciones de los poblados de las haciendas y su relación con el casco, y los tipos creados en cuanto el grado de transformación de los asentamientos hacia lo urbano, haremos un análisis morfológico de su organización y de los diferentes elementos que los componen.

Para ello nos basamos principalmente en la fotografía aérea, se cree que es pertinente su utilización ya que la organización de los asentamientos a nivel planta, es decir la traza, cambian muy lentamente con el pasar del tiempo[34]; básicamente observaremos en esta fotografía aérea, la manera en la que están organizados los espacios y su forma.

En particular las trazas de las haciendas de la región eran de tipo disperso hasta antes de la Reforma Agraria, cuando se mandaron urbanizar aquéllas que tenían la categoría de poblados, es decir, los asentamientos que contaban con mayor cantidad de habitantes y por lo tanto de viviendas, se modificaron algunas de ellas de manera que presentaron una organización regular.

La traza

Se ha observado que por lo general las trazas de los asentamientos que formaron parte de una hacienda sufrieron transformaciones con el proceso de Reforma Agraria, reorganizando los espacios aunque en algunos de ellos no fue así, según la organización del espacio se ha encontrado que las trazas fueron básicamente de dos tipos:

a) de traza regular, con calles lineales perfectamente reconocibles así como manzanas bien delimitadas, resultado de la idea que se tenía de una buena urbanización durante la Reforma Agraria ya que por lo general fueron trazadas por ingenieros del Departamento Agrario, quienes las organizaron de forma ortogonal; y

b) de traza dispersa, en donde muchas veces no se pueden reconocer la forma y límites de las calles, producto directo de los asentamientos de las haciendas que no se han modificado hasta la fecha y su lento crecimiento sigue esta misma dinámica, ya que por tener poca población y estar alejados de las vías de comunicación importante, nadie se ha preocupado por ordenarlos; o que fueron consecuencia de la topografía del terreno en el que están asentados.

Espacios abiertos

Los espacios abiertos en los cascos de las haciendas fueron muy comunes, como ya lo hemos observado para antes de la Reforma Agraria, los edificios de las haciendas se organizaban en torno a éstos, su utilidad principal era como patio de maniobras pero se designaban a usos múltiples; entre éstos tenemos que servían como lugar de reunión, lugar para actividades propias del proceso productivo, distribuidor para acceder a diferentes edificios, o como tianguis; todas estas actividades se llevaban a cabo en el mismo espacio.

Después de la desintegración de las haciendas se crearon nuevos espacios abiertos, principalmente plazas insertas en la nueva traza. Por su origen se encontraron dos tipos de espacios abiertos, los que formaban parte de la antigua haciendas y que en ellas fueron de usos múltiples y los que se crearon cuando el Departamento Agrario reordeno el espacio, en cuanto a los últimos se observó que algunas veces se crearon en el cruce de antiguos caminos.

Hubo lugares en los que se formaron ambos tipos de plazas como en Lagunillas y Alvaro Obregón, uno el patio de usos múltiples de la hacienda que para el primer caso se convirtió en “la plaza chica” en donde se realizan las festividades de la iglesia, y la plaza nueva formada en un antiguo cruce de caminos y en donde se llevan acabo las actividades cívicas, ésta se encuentra junto a la presidencia municipal. El Alvaro obregón la casa grande de la hacienda se convirtió en la presidencia municipal, por lo que el espacio abierto frente a ella se utiliza como plaza, sin embargo la de nueva creación que se ubico en el cruce de caminos es la que se utiliza como principal lugar de reunión para la gente del pueblo. En cuanto a su forma todas tienden a la ortogonal ya sean cuadradas, rectangulares o trapesoidales.

 

Figura 13. Fotografía de la plaza de Lagunillas en década de los treintas.

 

Figura 14. Aspecto actual de la plaza de Lagunillas.

Vivienda

En los recorridos por los poblados que formaron parte de las haciendas de la región se observó que la arquitectura ha sufrido cambios importantes en los últimos años, ya que ésta presenta materiales y procesos constructivos actuales, sin embargo todavía existen algunos ejemplos del tipo de arquitectura que se dio durante nuestro periodo de estudio, por lo general arquitectura autoconstruida, de carácter vernáculo y fabricada con materiales propios de la región ( fig. 15).

Figura 15. Vivienda construida para los maestros de la normal ubicada en Coapa.

Entre los nuevos espacios que se construyeron con el reordenamiento de los espacios en las haciendas estuvieron las escuelas, las presidencias municipales o comisarías ejidales, capillas y las plazas, de las que ya hablamos en el apartado anterior, entre otros. A la par hubo algunos espacios que se reciclaron y se utilizaron principalmente como escuelas agrícolas y rurales, como el caso de Coapa, Corrales y la Huerta (figs. 16,17 y 18).

 

 

Figura 16. Aspecto actual que presenta la que fue la casa grande de Coapa, actualmente escuela normal.

 

Figura 17. Aspecto actual del interior de la antigua hacienda de San Antonio Corrales, actual secundaria.

 

Figura 18. Vista actual de una parte de las instalaciones de la antigua hacienda de la Huerta.

En cuanto a las escuelas de nueva construcción para la época se pueden mencionar las de Alvaro Obregón, Atapaneo, La Goleta, Lagunillas, y Corrales, esta última ahora en ruinas (figs. 19, 20 y 21).

 

 

Figura 19. Escuela en ruinas de San Antonio Corrales.

 

Figura 20. Escuela de Alvaro Obregón.

 

Figura 21. Escuela de La Goleta.

Conclusiones

Existen algunos asentamientos rurales que se formaron a partir de la hacienda o cercanos a ella; o por el contrario, en los inicios de la hacienda, algunas de ellas se implantaron directamente sobre un asentamiento indígena original. Para los casos en los que no se asentaron directamente sobre un poblado existente, sucedió así porque cuando ésta se formó, los asentamientos cercanos ya tenían un fundo legal, es decir, un lugar de tierras comunales de uso exclusivo para la población, por lo que la hacienda se estableció fuera de este fundo y se convirtió, con el paso del tiempo, en un polo de atracción que otorgaría fuentes de trabajo a la gente que vivía en sus alrededores.  Desde este momento tan temprano la hacienda fungió como una forma de vivienda la cual podemos decir que sufrió pequeñas transformaciones a través del tiempo y es hasta la desintegración de la hacienda que la vivienda se modifica radicalmente , esto tuvo que ver directamente con las relaciones de poder que aquí se dieron.

Por lo anterior podemos concluir que la desintegración de la hacienda favoreció para la creación de nuevos espacios urbano-arquitectónicos, transformando espacios rurales en urbanos y en cabeceras municipales como centros administrativos; esto genero nuevas necesidades que repercutieron en nuevos espacios. Así mismo como la transformación de la vivienda colectiva, que en muchos casos no cubría las necesidades mínimas de sus habitantes, en vivienda digna para los campesinos.

 

Notas

[1] LÓPEZ Núñez, Ma. del Carmen, Espacio y significado de las haciendas de la región de Morelia. 1880-1940, Morelia, tesis para obtener el grado de Maestra en arquitectura investigación y restauración de sitios y monumentos, Facultad de Arquitectura/UMSNH, 2001.

[2]HERREJON Peredo, Carlos y Juvenal Jaramillo M., Orígenes de la Ciudad de Valladolid de Michoacán y de su Calzada de Guadalupe, Morelia, UMSNH, 1991, p. 16.

[3]LÓPEZ Núñez, Ma. del Carmen, Catálogo de las haciendas del municipio de Morelia y municipios colindantes, Morelia, IMC, 2002, p. 70.

[4] JUÁREZ Nieto, Carlos., “Los hacendados de Valladolid y el poder político. 1790-1810”, en: Origen y Evolución de la Hacienda en México: Siglos XI al XX, Memorias de Simposio Realizado del 27 al 30 de Septiembre de 1989, El Colegio Mexiquense A.C., Universidad Iberoamericana, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1990,  p. 169

[5] PEREZ Acevedo, Martín., Empresarios y empresas en Morelia. 1860-1910, Col. Historia Nuestra, Morelia, UMSNH/IIH, 1994, p. 29.

[6] Ibidem, p. 65.

[7] CAROZZI Gigliola, “El significado simbólico de la arquitectura de la hacienda mexicana del siglo XIX”, en: Arquitectura crítica, México, UIA, 1997, p. 71..

[8] BOEHM de Lameiras, Brigitte, et al, coords., MICHOACAN DESDE AFUERA Visto por algunos de sus ilustres visitantes extranjeros Siglos XVI al XX, Zamora, El Colegio de Michoacán/Gobierno del Estado de Michoacán/UMSNH/Instituto de Investigaciones Históricas, 1995,  p. 231.

[9] Ibidem., pp. 208-209.

[10] Ibidem, p. 123.

[11] Idem.

[12] TORRES, Mariano de Jesús, Diccionario Histórico Biográfico, Geográfico, Estadístico, Zoológico, Botánico y Mineralógico de Michoacán, Morelia, 1915, Tipografía particular del autor, Tomo III, p. 159.

[13] Idem.

[14] RENDON Garcini, Ricardo, Haciendas de México, México, Fomento Cultural Banamex, A.C., 1994,  p. 51

[15] ECO Humberto, “Función y signo: La semiótica de la arquitectura”, en Jencks Charles, El lenguaje de la arquitectura. Un análisis semiótico, México, LIMUSA, 1991, pp. 20.

[16] GONZÁLEZ Ochoa, César, “Gadamer y la Hermenéutica Filosófica”, en Acta Poética 14-15, 1993-1994, p.325.

[17] Schulz Norberg, C., Existencia, Espacio y Arquitectura, Barcelona, Blume, 1975. p. 36.

[18] CAROZZI Gigliola, “El significado simbólico de la arquitectura de la hacienda mexicana del siglo XIX”, en: Arquitectura crítica, México, UIA, 1997, pp. 55-84.

[19] TERÁN Bonilla, José Antonio, La Construcción de las Haciendas de Tlaxcala-Colonia, sigloXIX y Porfiriato, Tesis para obtener el grado de doctor en Arquitectura, México, Facultad de Arquitectura de la UNAM, 1988, p. 181.

[20] Ibidem, pp. 393-394.

[21] SALAZAR González, Guadalupe,  Las haciendas en el siglo XVII en la región minera de San Luis Potosí. Su espacio, forma, función, material, significado y la estructuración regional, San Luis Potosí, UASLP, 2OOO. p. 83.

[22] GONZÁLEZ Ochoa César, “La significación del Espacio Construido”, Ponencia inédita, Seminario de semiótica, Maestría en arquitectura, investigación y restauración de sitios y monumentos, 1999, s/n.

[23] GONZÁLEZ Galván, Manuel, Arte Virreinal en Michoacán,  México, Frente de afirmación hispanista, 1978, p. 274.

[24] “Arquitectura popular de las grandes masas, tanto urbanas como rurales, que abarca el espacio urbano, así como varios géneros arquitectónicos de construcciones privadas y públicas.  ...responde a un dialogo con el entorno y el contexto y con base en éstos se realizan obras con materiales regionales, ...dentro de técnicas tradicionales que permiten autoconstrucción...” CAMACHO Cardona, Mario, Diccionario de arquitectura y urbanismo, México, Trillas, 1998, p. 744.

[25] GONZÁLEZ Ochoa César, Op. Cit. s/n..

[26] ANCONA, Riestra Roberto, Coord., Arquitectura de las Haciendas Henequeneras, Mérida, Universidad  Autónoma de Yucatán/Facultad de Arquitectura/Unidad de Posgrado e Investigación/Escala, 1996,  p. 55. En este texto el autor hace la observación generalizada de que, para casos similares, en el centro del país existió la recurrencia “al tipo de planta cerrada de patio central con un corredor continuo en las plantas internas y ninguno en las externas”, que como vemos no solo se aplica para la hacienda de Corrales en nuestra región de estudio.

[27]A.H.M.M., Expediente 12, Caja 61, legajo 1, gabeta 6, año 1921.

[28] A.A.N. Expediente 452, Zinzimeo, mpio., Alvaro Obregón, Foja 029.

[29] A.A.N. Expediente 452, Hacienda Zinzimeo, mpio. Alvaro Obregón, asunto Ejecución Zinzimeo, foja 06.

[30] SALMERÓN Castro, Fernando, Los límites del agrarismo, Zamora, ColMich, pp. 6-7.

[31] Para mas información sobre la fotografía aérea como herramienta en la interpretación de la hacienda ver: LÓPEZ Núñez, Ma. del Carmen, op. cit., pp. 271-275.

[32] MOTA Bravo, Susana, Tipología funcional de los géneros arquitectónicos de las haciendas henequeneras, Mérida, Tesis para obtener el grado de maestro en arquitectura, Facultad de arquitectura/UAY , 1997, p. 38.

[33] Ibidem, p. 26.

[34] ETTINGER McEnulty, Catherine Rose, Las transformaciones de los asentamientos de la cuenca lacustre de Pátzcuaro, Morelia, UNAM/UMSNH, 1999, p. 87.

 

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© Copyright Ma. del Carmen López Núñez, 2003
© Copyright Scripta Nova, 2003

 

Ficha bibliográfica:
LÓPEZ, M. C. El papel de la hacienda como forma de vivienda colectiva y sus transformaciones en la región de Morelia, Mich., México. Scripta Nova. Revista electrónica de geografía y ciencias sociales. Barcelona: Universidad de Barcelona, 1 de agosto de 2003, vol. VII, núm. 146(054). <http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-146(054).htm> [ISSN: 1138-9788]

 
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