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Índice de Scripta Nova

Scripta Nova
REVISTA ELECTRÓNICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona. ISSN: 1138-9788. Depósito Legal: B. 21.741-98
Vol. VII, núm. 146(120), 1 de agosto de 2003

LAS UNIDADES HABITACIONALES Y LA VIVIENDA EN LA CIUDAD DE MORELIA: APROPIACIÓN DE LOS ESPACIOS ABIERTOS

Pedro Lina Manjarrez
Instituto Politécnico Naciona, México

Ana Rosa Velasco Ávalos
Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo

Las unidades habitacionales y la vivienda en la ciudad de Morelia: apropiación de los espacios abiertos (Resumen)

La apropiación del espacio libre en las unidades habitacionales, genera conflicto y tensión social, por los habitantes- usuarios que crean y desarrollan una cultura urbana; expresada en sus vivencias, que van de lo individual a lo colectivo, de lo privado a lo público; haciendo de los espacios abiertos un lugar diferente. Los habitantes- usuarios buscan la identificación con su espacio, apropiándose de aceras y andadores, convirtiéndolas en lugares de beneficio privado; los camellones y áreas verdes se convierten en estacionamientos; otras áreas verdes, se incorporan como jardines al espacio privado; algunos pasillos se transforman en callejones custodiados por rejas y cercas. Tal situación, afecta y transforma la vivencia del usuario de las unidades habitacionales de la ciudad de Morelia, cuestionando la actual cultura urbana de la colectividad.

Palabras Clave: unidad habitacional, espacio libre, espacio abierto, tensión social.

Abstract

In the process to the appropriation at the free-space, created in the housing units, it was cause conflicts and social tensions at the inhabitant that create an urban culture. They express it into their experiences, singles or collectives, privates or publics, making at the free-spaces a different place. The inhabitant- users locking for identification with his space, in many cases to take over the sidewalk for a private usufruct, gardens and green areas are transformed at parking spaces, another areas were has incorporated like gardens at the private space; some corridors changes to enclosures areas with bars. This situation affects and changes the inhabitant experience at the housing units in the Morelia City, to be reasons at the present urban collectivity culture.

Key words: housing unit, free space, open space, social tension.

Espacios abiertos: tensiones y conflictos

La arquitectura no se ha expresado como un hecho aislado de los fenómenos sociales que la han generado; ha tenido un fin específico y lo viene cumpliendo por medio de sus formas y sus espacios, las actividades que se generan en ella responden a los valores culturales y a la interpretación del mundo real y cósmico de cada tiempo y de cada grupo humano, y por lo tanto expresa tensiones y conflictos sociales. Cada espacio y cada función han estado relacionados por el simbolismo y la lectura que de éstos pueda realizar el habitante- usuario a quien esta destinada la obra arquitectónica, sin depender exclusivamente de los valores culturales; el espacio, abierto en este caso, transmite, comunica, dialoga con el habitante-usuario, propone sus valores hacia el exterior, permite la lectura y la interpretación, la relación y la indiferencia relacionando sus contenidos, sus beneficios y sus aportaciones.

Es en este sentido que las tensiones sociales tienen un espacio arquitectónico de expresión, espacio urbano donde la presencia del usuario de las unidades habitacionales se justifica por la atención urgente a la demanda de dotación de vivienda. Así los conflictos sociales son resultado de una apropiación del espacio abierto, que propicia la estimulación sensorial permitiendo la percepción del medio ambiente, interpretando las relaciones que a partir de éste se generan y dotando al organismo de información continua que, en nivel sensitivo o racional, permite al habitante mantener un estado de alerta que estimule sus sentidos, su mente y las relaciones sociales y espaciales.

La modificación del espacio abierto

Las unidades habitacionales, si bien surgieron como una respuesta institucional a la acelerada demanda de vivienda en las ciudades durante la década de los 60’s y proliferaron durante los 70’s, se han transformado al paso del tiempo por el uso del espacio mismo y por la convivencia generada entre sus habitantes usuarios. El espacio urbano, desde entonces, transformó sus esquemas formales y los conjuntos habitacionales se fueron integrando como pequeños núcleos aislados dentro de la trama urbana.

Originalmente, el proyecto de la vivienda agrupada en unidades habitacionales, estuvo orientado a satisfacer una demanda de alojamiento por parte de un sector de la población adscrito como trabajador en alguna dependencia particular o gubernamental, bajo ciertas condicionantes socio- económicas. Pero cuando las instituciones gubernamentales intervinieron en los proyectos y la edificación a bajo costo, se generó un cambio en la concepción que el usuario- habitante asumía sobre ésta, con relación a sí mismo y con el aprovechamiento de su espacio abierto. El habitante empieza a modificar su vivienda en el momento en que la recibe; este hecho constituye en sí una respuesta de enfrentamiento a la manera en que las dependencias conceptualizan la vivienda de interés social, a través del diseño de los conjuntos habitacionales, expuesto como una contradicción que en forma velada se enfrenta a la argumentación organizativa del espacio privado por parte del Estado, sin que los usuarios tomen plena conciencia de lo que sus acciones individuales, expresadas a través de los actos contenidos en la ampliación o modificación de sus viviendas, pudieran representar frente al esquema de grupo al cual se pertenece; sin que, con conocimiento de causa, asuman actitudes que les permitan entender y enfrentar su ubicación en el contexto urbano que les ha sido conferido dentro del esquema formal en el cual se integran.

Esta respuesta, no consciente, ni organizada del usuario habitante tiene estrecha relación con las percepciones personales que del espacio abierto se realizan, con las atenciones a sus expectativas individuales- familiares y con las experiencias previas en el uso y aprovechamiento del espacio -interno o abierto- que a manera de apropiación y discurso se construyen entre el usuario y el espacio mismo.

Estos conflictos nos conducen a la reflexión sobre la propuesta de transformación en el diseño, que pretende hacernos creer que un cambio en la arquitectura conducirá a un cambio social necesario, sin atender a que la causa- efecto funciona estrictamente en el sentido inverso. La forma del conjunto habitacional, la distribución de sus espacios, las funciones destinadas a cada uno de ellos, las relaciones que establecen los espacios con los habitantes, las interpretaciones que ellos efectúan sobre las expresiones del espacio abierto, las formas específicas del edificio destinado a vivienda, han perdido identidad con sus funciones y por tanto el hombre en su medio ambiente no encuentra significados tangibles. [1]

 

La valorización del espacio abierto

Los espacios abiertos, exteriores a la vivienda pero integradores del conjunto habitacional, resultan entendidos de propiedad comunitaria por la peculiaridad de atención y mantenimiento que el diseño en sí mismo les atribuye; debieran ser deducidos por el habitante como zonas de intercambio, de convivencia, de recreo y de juego; sin embargo, quedan estrechamente ligados a las expectativas individuales y a las sutiles formas de apropiación, lectura y entendimiento que cada individuo efectúa en beneficio de su peculiar interés. Cuando los espacios pertenecen a la comunidad que se integra en el conjunto habitacional, pero quedan alejados de la vivienda y del paso cotidiano pierden relevancia, cuando son espacios abiertos próximos a la vivienda, a los accesos al conjunto habitacional o a los servicios, se entienden como extensiones del espacio privado interno y se asumen actitudes de valoración, respeto y cuidados de las zonas que lo integran.

Cuando la lectura que se hace del espacio abierto no cumple con las expectativas del habitante- usuario del conjunto habitacional, cuando no responde a sus necesidades implícitas, entendidas como requerimiento psicológico -que no explícitas, correspondientes al plano físico- para el uso y aprovechamiento de éste, se generan tensiones y conflictos de carácter social que habrán de repercutir en la calidad de las relaciones interpersonales. Entre individuos, la apropiación del espacio abierto de carácter comunitario para beneficio de uno o de unos pocos, sin atender a las necesidades del grupo en su totalidad, provoca conflictos de pertenencia y derecho por el espacio abierto cuando éste es entendido como espacio de propiedad común por el beneficio que de éste se obtiene; uso y función van ligados en una misma expresión dual de diálogo entre usuario y espacio abierto.

Responsabilidad compartida y abandono del espacio abierto 

Simultáneamente, esta misma acción de apropiación para usufructo individual carece de sentido frente al grupo de usuarios, cuando el espacio abierto en cuestión no representa valores ante el conjunto de habitantes que integran la comunidad de la unidad habitacional; cuando la responsabilidad no es compartida en el entendimiento del espacio abierto, en el aprovechamiento de éste y en el cuidado que se le brinda, el abandono del espacio abierto se expresa en el menoscabo de la calidad del área traducido en insalubridad. Los terrenos que debieran constituir los espacios abiertos como centros de reunión y de integración quedan abandonados por falta de uso, deteriorándose a gran velocidad; los jardines se transforman en ramales donde se acumulan basuras y con ello propician la proliferación de animales nocivos, repercutiendo en poco tiempo en daño físico en la salud de los habitantes y en daño emocional en cuanto a la cualidad de reconocimiento de propiedad y de identificación entre el usuario y su espacio abierto.

La importancia que para el entendimiento de estos aspectos representan los estudios paralelos reside en el establecimiento de parámetros que desde la descripción de la calidad de vida y de las formas de entendimiento con el espacio abierto de carácter común, permiten explicar los conflictos sociales de los conjuntos habitacionales en Morelia, donde a lo largo del tiempo aún no se ha  concretado la identificación del espacio abierto con el hacer cotidiano del habitante- usuario.

 

La argumentación, quedará entonces integrada a partir de los valores que el usuario otorga y reconoce en su espacio abierto como formas de diálogo, de entendimiento con su espacio abierto y por consiguiente de aprovechamiento, que conlleven al cuidado y a la identificación entre habitante- espacio y más adelante habitante- habitante, como valor comunitario que permita el intercambio de bienes y servicios, así como la convivencia, entendida como la necesidad de respeto y aprecio hacia los valores humanos, las presencias de individuos vecinos y las cualidades naturales del medio ambiente.

¿El derecho de adueñarse de un espacio? 

El entendimiento que el habitante de la unidad habitacional establece con su entorno, se aprende a partir de los valores familiares; aspiraciones personales, metas y proyectos de vida se entremezclan para formar al individuo que -en carácter de único- interpreta al entorno y se relaciona con éste. Tradiciones, cultura y valores sociales aprendidas en el interior del espacio privado, en la intimidad de la familia, se expresan en las acciones diarias del individuo fuera de los límites de la vivienda; espacios abiertos y entidades humanas forman una amalgama de valores que habrán de repercutir en un diálogo continuo entre espacio- habitante- espacio, que permitirá más adelante establecer nexos de interacción social entre usuarios, de respeto al entorno próximo a la vivienda por los mismos habitantes y por ende en mejores condiciones en la calidad de la vida humana.

La vivienda en propiedad ubicada dentro de los conjuntos habitacionales es un arquetipo compartido socialmente; la acción de tener derecho a ella, incluso de pagar por el bien adquirido, ofrece al habitante la seguridad de pertenencia y de posesión, el derecho a adueñarse de un espacio propio con reconocimiento de status social proporcionado por los sistemas de acreditación económica y socialmente reconocidos. Permite al habitante disponer de su espacio privado, incluso de modificarlo, de personalizarlo a través del uso de la identificación de características peculiares que lo distingan de otros dentro del conjunto; proceso de interpenetración que le otorga a la vivienda un carácter culturalmente diferencial que se enfrenta a las cosmovisiones externas, por lo general de una manera implícita.

Este espacio doméstico privado está íntimamente ligado con las actividades familiares cotidianas; aunque la vivienda no sea funcional, las actividades diarias crean y adaptan los espacios internos a su desarrollo, de forma tal que éstos vienen a ser uno de los elementos más importantes que agrupan a la familia desde el punto de vista social. Es en el interior de la vivienda donde se representan y se aprenden las formas de comunicación y de integración en distintos aspectos de la vida cotidiana, desde los aprendizajes tradicionales que fortalecen el sentido de pertenencia al grupo familiar, hasta los dominios del sentido común y las nociones prácticas en numerosos ámbitos de la vida. [2]

Estos valores aprendidos en el seno de lo familiar y desarrollados en el interior de la vivienda, se convierten en acciones y actitudes de grupo que son socialmente reconocidas y que se expresan en los espacios abiertos. La calidad de entendimiento entre el habitante y su espacio abierto se genera a partir de los valores adquiridos hacia el interior de la familia, por eso es que las expectativas de calidad de vida se ven reflejadas en las acciones precisas sobre el cuidado, respeto y entendimiento con los espacios abiertos. Es aquí donde el individuo manifiesta sus condiciones culturales, sus cualidades sociales y su disposición de respeto al contexto -sea urbano o natural- y a las manifestaciones de la vida misma.

La expectativa del mejoramiento de la calidad de vida 

El espacio abierto tiene valores por su localización dentro del conjunto, por la facilidad de lectura que el habitante puede efectuar sobre éste y por las condiciones de beneficio directo que se perciben a través de la organización del entorno; es, entonces, el espacio abierto una cualidad fundamental en la toma de decisiones para efectos de diseño dentro de los conjuntos habitacionales, dado que se erigirá como el punto focal desde el cual se generen las actividades cotidianas y permitirá la integración del conjunto en su totalidad, es decir, si se plantea como el centro de reunión, que genera las actividades de grupo y que permite la identificación de espacio, su importancia trasciende mas allá del cumplimiento legal de dotación de superficies dentro de una proyecto trazado en papel y calculado centímetro a centímetro como respuesta a una normatividad establecida.

Debe atender el espacio abierto a las expectativas de mejoramiento de la calidad de vida del habitante de los conjuntos habitacionales, dado que la adquisición de la vivienda se traduce a poco en un patrimonio de carácter familiar que implica un esfuerzo económico y que, inversión al fin, deberá producir beneficios a largo plazo; es el caso actual en la ciudad de Morelia que en la mayoría de las unidades habitacionales creadas a partir de los 1960’s, el menoscabo del espacio abierto lo transforma en sitios de abandono que nada significan para el usuario o que incluso se perciben como deterioro físico aledaño a la propiedad privada que debiera ser evitado en lo cotidiano. Este abandono provoca mayor deterioro y éste a su vez mayor abandono; círculo vicioso que no puede equilibrarse porque el diseño de los espacios abiertos tiene fallas desde el origen en el planteamiento inicial del proceso de proyecto, resultando en la práctica que se implantan en espacios que lejos de incrementar las cualidades del bien adquirido, ocasionan el detrimento en sus valores comercial, social, físico y moral.

El espacio abierto no sólo queda formado por las áreas jardinadas, aunque constituyen las mayores superficies, se integran en éste los andadores, plazas, paradas de autobuses, estacionamientos, áreas de juegos, deportivas y accesos a la vivienda, incorporando -en el prototipo ideal- una gran diversidad de actividades humanas de carácter cotidiano que debieran fructificar en un diario acontecer entre espacio abierto y habitante, donde él resulte el beneficiado directo y el espacio abierto se establezca como la condición principal para el mejoramiento de la calidad de vida.

 

Los espacios abiertos en Morelia 

Con la idea de contextualizar las condiciones que en Morelia han regido sobre el diseño de los espacios abiertos en los conjuntos habitacionales, hacemos referencia a otros sitios de la Republica Mexicana, que sirve de partida para señalar las diferentes condiciones socio –económicas, costumbres y tradiciones de las regiones del País, esto es con el fin de poder estructurar objetivamente algunas de las constantes y/o de las variables que inciden sobre las condiciones del diseño de los espacios abiertos en los conjuntos habitacionales, así como las cualidades del espacio abierto en tanto a conservación y aprovechamiento que del mismo pudieran efectuar los habitantes.

Estos estudios anuncian la búsqueda de maneras de interpretar y concebir la espacialidad de los fenómenos, [3] con respecto a la manera de las relaciones sociales, con la construcción del imaginario de espacios abiertos encaminado a propiciar la convivencia, estableciendo el fundamento de la cultura construida sobre las bases de la integración y el simbolismo; donde las apreciaciones personales respondan a las expectativas del grupo y el entendimiento con el espacio abierto permita al usuario dialogar desde sus individualidades y relacionarlas con lo efímero y con lo diverso del grupo social y de la valoración espacial.

Se indican las condiciones de clima y las características de las ciudades con respecto a número de habitantes, servicios de equipamiento e infraestructura, crecimiento urbano, densidad de uso del suelo y periodos de construcción de conjuntos habitacionales, con el propósito de que por medio de estas cualidades, atendidas como invariables, la comparación pueda ser valedera en sus características de función, uso, mantenimiento y apropiación del espacio. Para tal efecto, en vez de recurrir a palabras de teóricos ajenos a esta praxis, se ha trabajado una argumentación en función de entrevistas y experiencias propias de los habitantes de cada lugar, de tal suerte que las apreciaciones puedan resultar más apegadas a la percepción que el mismo individuo tiene de su espacio abierto y la caracterización de apropiamiento e identificación con éste pueda resultar del análisis objetivo entre lo observado y los comentarios de los habitantes- usuarios de cada unidad habitacional. [4]

Dentro de este panorama se han identificado los conjuntos habitacionales de interés social construidos durante la década de los 1970’s en las ciudades de Querétaro, Qro., y los conjuntos habitacionales de nivel medio en Cuernavaca, Mor., durante el mismo periodo y la década de los 1980’s, así como en las adaptaciones de los espacios urbanos que fueron originalmente peatonales y posteriormente apropiados para el paso vehicular, con el consecuente cambio en las cualidades formales del espacio abierto y, por tanto, modificado en la percepción que el individuo realiza sobre este espacio abierto urbano. Se han incorporado para este estudio dos modelos específicos de la ciudad de Morelia a fin de apreciar las variables con respecto a diseño, ubicación, apropiación y conservación como condiciones de valoración final.

 

Figura 1. Crecimiento urbano en la ciudad de Morelia entre 1955 y 1965. Se identifican las colonias, fraccionamientos y las Unidades habitacionales que ocupan el espacio urbano. Las vialidades y los servicios debieron atender a las crecientes demandas sociales.



En la Ciudad de Morelia: espacio residual y de tránsito cotidiano  

Para el estudio específico en la ciudad de Morelia se han considerado algunas unidades habitacionales que por su extensión y su concentración humana merecen particular cuidado. Al nor-poniente de la ciudad, cercano al límite urbano de los años 1960’s, rebasando el bordo identificado por el cauce del Río Grande, se localiza la Unidad habitacional “INFONAVIT La Colina”; al nor-oriente de la ciudad, dentro del límite físico establecido por la presencia del Libramiento oriente (Revolución) se localizan en el mismo espacio urbano las Unidades habitacionales “INFONAVIT Lomas de Hidalgo” y “FOVISSSTE Acueducto”, que comparten iguales condiciones de trazo vial y sembrado de vivienda, siendo construidas al final de los años 1970’s.

Por ser el Infonavit La Colina el más antiguo de éstos espacios urbanos, se hace necesario especificar que ocupa una importante superficie urbana, que alberga cerca de 200 familias y quedó integrado por varios tipos de vivienda, destacándose los edificios de departamentos en la zona sureste del predio que ocupa, la vivienda unifamiliar en la parte central y la vivienda en sistema dúplex al noroeste del conjunto. El espacio abierto ocupa una extensa superficie localizada hacia el sur en la unidad habitacional, mismo que cuenta con áreas destinas a jardín, con la presencia de grandes árboles de eucaliptos que le dan sombra y refrescan el ambiente, con un espejo de agua, con áreas de superficie de concreto destinadas a canchas deportivas y andadores, de concreto unos y de adocreto los otros; pero está emplazada a espaldas de las propiedades de vivienda unifamiliar y median entre este espacio abierto y el emplazamiento de los edificios departamentales una calle de intenso tránsito vehicular y la zona de servicios de equipamiento para la unidad habitacional, constituida por la caseta de bombeo para el servicio de agua potable y la presencia del tanque elevado.

Ésta se ubica en el área topográfica más desfavorable tanto por la existencia de fuertes pendientes como por la presencia de accidentes de terreno como pedregales y taludes, razones por las que los habitantes- usuarios de la unidad habitacional no lo identifican como parte de su propiedad, ni tampoco necesitan acercarse a esta zona para desarrollar alguna de sus actividades. Como no se hace necesario en ningún caso hacer uso de este espacio abierto, la gente que vive en esta unidad no transita por ahí; el espacio ha quedado abandonado, las canchas no se utilizan porque están alejadas de la vivienda; los jardines no se atienden, son ramales secos y crecidos; se han aglomerado basuras y desperdicios; incluso, las actividades de comercio ambulante ocasional para el servicio de las familias que aquí habitan, identificadas como “tianguis” semanal, se efectúan sobre la avenida principal que da acceso a esta zona urbana, cerrando totalmente uno de los carriles para ubicar sobre la vialidad los puestos ambulantes, generando conflictos viales, acumulación de basuras y desorden urbano, a pesar de estar emplazados a escasos 200 mts. del espacio abierto descrito, que por su extensión bien pudiera servir para el intercambio y la convivencia que atendiera esta demanda.

Infonavit Lomas de Hidalgo y Fovissste Acueducto son dos unidades habitacionales construidas en fechas posteriores a Infonavit La Colina, con casi 15 años de distancia en su construcción, pero contemporáneas entre sí, comparten el mismo espacio urbano al nor-oriente de la ciudad; actualmente quedan integradas por la presencia de equipamiento urbano de abasto y se articulan por el sistema vial.

La vivienda, en la unidad Lomas de Hidalgo, esta formada en su mayoría por esquemas dúplex, modulados y repetitivos, distribuidos sobre andadores y cercanos a las áreas destinadas para estacionamientos. Los espacios abiertos están repartidos en andadores, jardineras, estacionamientos, accesos, áreas para juegos infantiles e incluso paradas para servicio de transporte público, por tanto quedan seccionados en diferentes zonas dentro de la unidad habitacional; están dispuestos dentro del esquema de diseño respondiendo a una idea general de organización, por lo que las áreas que ocupan, si bien no son las más favorables (éstas quedaron destinadas a la vivienda), tampoco son las más desventajosas, dadas las accesibles condiciones topográficas del predio en total. La mayoría de estos espacios abiertos quedan emplazados cerca de las viviendas, son espacios que se pueden observar desde el interior privado y dominar con la vista sobre el entorno; son recorridos obligados para acceder a la vivienda, para hacer uso de los estacionamientos, para llegar a las áreas destinadas a equipamiento y para traslado desde una vialidad hacia la otra; se han constituido en sitios de descanso propicio para el encuentro y la charla, son las áreas de juego para los niños, para su crecimiento social y su relación con el medio, con el mundo, con el grupo de iguales.

Algunos de estos espacios abiertos destinados a jardines de menor superficie, como resultado del diseño quedaron como espacios residuales, [5] olvidados en las esquinas cercanas a la vivienda, en todos los casos fueron apropiados por el usuario más próximo y se integraron a la propiedad privada, así que no existen rincones donde se acumulen las basuras; para beneficio de la calidad del medio ambiente no han cambiado su uso original. Frente a los edificios departamentales del Fovissste Acueducto los espacios abiertos están formados por amplias zonas sembradas de altos árboles de diferentes especies, aún cuentan con la localización de bancas y arriates, así como de elementos naturales que permiten la permanencia y el descanso, todavía puede apreciarse durante las tardes la presencia de niños jugando y adultos compartiendo.

Las experiencias humanas son ricas en la calidad de su expresión cotidiana; al igual que los espacios abiertos descritos anteriormente, éstos son espacios donde el tránsito se hace obligado para la práctica de actividades cotidianas, con la peculiaridad de que resultan fácilmente identificables desde el interior de la vivienda y esto les otorga un carácter distintivo de diálogo entre habitante y ambiente. Son pocos los espacios abiertos que han perdido sus cualidades, estos quedaron ubicados en andadores cerrados que no tienen salida hacia otras zonas, ni comunicación con otros servicios dentro de la unidad habitacional y por su diseño se emplazan alejados de las zonas de estacionamientos, en estos casos se han transformado en vialidades estrechas de carácter privado, de beneficio sólo para los 10 o 12 núcleos familiares que ahí se emplazan, perdiendo de su diseño original arriates, jardineras, jardines privados y andadores hasta transformarse en un incómodo acceso vehicular.

La cultura del espacio abierto en la Ciudad

El individuo aprende de su grupo social – familia, escuela, amigos, iguales- por medio de la imitación para integrarse a ellos, para ser aceptado, para hacerse humano; el lenguaje y la conducta son las primeras manifestaciones de la formación del individuo como ente social. Estas experiencias forman la cultura del hombre y la cultura es dinámica, cambia en cada generación y evoluciona; el hombre se hace humano porque aprende los valores que lo identifican dentro de un núcleo social determinado. Y es a través de esta condición que se forma la cultura por la experiencia del espacio urbano: la cultura del espacio abierto.

Esta cultura surgida de la vida cotidiana sólo es real y diferente para cada individuo de acuerdo al estrato en que se encuentra en ella; es el modo de vivir diario, con respecto a su espacio abierto, de cada individuo en la totalidad social a que pertenece; consciente o no, la cultura del espacio abierto se constituye con recuerdos, sentimientos, acciones, pasiones, experiencias, leyendas, tradiciones, costumbres; es en ella que aparecen las necesidades que son el motor de nuestras acciones y el fundamento del deseo de una vida mejor en la vida colectiva, dentro de las unidades habitacionales.

La cultura del espacio abierto, su pertenencia, y el diseño  

La cultura del espacio abierto concierne a la apropiación de este, por parte de los usuarios. En este sentido el arquitecto y urbanista, al plantear los modelos de diseño, deben considerar esta cultura; deberá establecerse el acopio de ideas por razonamiento y por experiencias previas; el modelo (o la utopía) busca que la arquitectura llegue a la autenticidad del comportamiento del habitante- usuario en su contexto y al deseo de transformación y de superación por la apropiación de las nuevas características. Esto considera a la vez que cada propuesta de diseño de espacio abierto es diferente, porque responde en individualidad a una experiencia espacial y existencial de un usuario distinto, porque atiende a la “experiencia previa y del conocimiento anterior, tanto del arquitecto como del usuario”. [6]

El modelo de espacios abiertos deberá ser entendido por el habitante para funcionar como áreas comunes, las actividades que en ellos se realizan no deberán quedar restringidas por la escasa cantidad de espacio disponible o por la dificultad de acceso y permanencia. Debieran constituirse en modos de dialogar entre la obra arquitectónica, el medio ambiente y el usuario, de esta forma el modelo de composición de los espacios abiertos sería identificado como “pertenencia” de uso común. Se ha detectado a lo largo del proceso de análisis que cuando no existe dominio sobre el espacio, ni visual, ni físico, el área cae en desuso, lo que más adelante representa el deterioro de la calidad de vida de los usuarios.

La vivencia directa de estos espacios, permite identificar que el espacio abierto, exterior pero cercano al acceso de la vivienda, no queda caracterizado como pertenencia al conjunto habitacional; es más fácil para el habitante la apropiación directa por medios físicos tales como cercas, bardas o en caso mínimo la presencia de arbustos, que la relación total del pequeño espacio abierto con el medio ambiente urbano y social en conjunto, como parte integrante del grupo humano.

La integración del hombre a un ambiente predeterminado por las características formales de diseño no ha sido obstáculo para que los conjuntos habitacionales impongan formas moduladas y repetitivas en sus edificaciones. La vivienda y su espacio abierto (que debiera ser de beneficio común) son modificados en función de las propias necesidades individuales de quienes habitan en la unidad habitacional y de las características de apropiación y diálogo que se generan entre usuario y ambiente como resultado de la peculiar forma de entendimiento entre el hombre y sus espacios. Los espacios abiertos de carácter común se integran en los accesos a la propiedad privada de la vivienda, no así las áreas de donación o de servicios, que  constituyen espacios de uso común perfectamente tipificadas.

La investigación del arquitecto y del urbanista, muestra que todo eso que nosotros consideramos como “ciudad” se encuentra en proceso de cambio de forma constante y en ocasiones de manera radical; si bien la ciudad es una extensión física y humana de dimensión poco tangible, el conjunto habitacional -por su extensión y atendiendo a sus condiciones de emplazamiento y de identificación urbana- debiera permitir una experiencia de vida en grupo, similar en sus valores a las costumbres de antaño, ya perdidas; donde todos los vecinos están relacionados, donde no existe el desconocido, donde la propiedad se cuida y se conserva en beneficio del grupo, donde la presencia del extraño causa estados de alerta, donde la seguridad social nace de la convivencia cotidiana y la comunicación trasciende más allá del rumor y se hace diálogo y permanencia de intereses.

La apropiación del espacio abierto y los valores de orden social  

La vivencia urbana ha perdido el contacto del hombre con el hombre, en las grandes aglomeraciones urbanas los vecinos son desconocidos y las vidas se tornan ajenas por ser distantes manifestaciones en intereses, en actividades, en horarios, en sentimientos. Las peculiaridades que por su localización urbana presentan las unidades habitacionales debieran permitir el reestablecimiento de valores de orden social, de identificación y de comunicación. Las vivencias detectadas como constantes en el análisis de este estudio conducen a la reflexión sobre la necesidad de realizar diseños urbanos, en este caso de unidades habitacionales, específicos y propios para el usuario que se integrará a ellos.

Las modificaciones observadas en el uso y la apropiación del espacio abierto permiten reflexionar sobre las condiciones necesarias entendidas por la individual experiencia del usuario; manifestación que incluso afecta las condiciones de la vivienda por la adaptación de espacios para atender a las necesidades individuales, para obtener espacios adecuados para realizar otras actividades que permitan el desempeño de un oficio o de una actividad propia para el sustento familiar, implicado en ello la manera de expresión individual sobre la obra arquitectónica uniformizante; implantándose la vivienda como la más obvia expresión de las necesidades individuales frente a la atención grupal de las demandas sociales, manifestándose como expresión externa del sentir propio de sus moradores, contenido en ellos los modos de apropiarse del uso del espacio abierto para beneficio individual.

Por tanto, son los valores que el usuario otorga a su espacio abierto los que permiten identificar la permanencia de sus cualidades a través del uso y del tiempo; cuando el espacio abierto es entendido como beneficio colectivo, cuando se hacen manifiestos los valores de seguridad y de proximidad, cuando se entiende que la relación espacio abierto- habitante, necesariamente dependen una de la otra para el beneficio y el desarrollo de las cualidades, de la apropiación y del usufructo; entonces, adquiere significado para el usuario, se transforma en un lugar de permanencia y se le valora por sus cualidades implícitas; se transforma el entendimiento del espacio abierto de servicio necesario al beneficio propio.

Así, encarar la lectura del ambiente equivale a investigar sobre el hecho arquitectónico; el análisis de la obra arquitectónica se despliega de ser una historicidad interna hasta la valoración de la evolución de la disciplina en sí y el análisis de sus corrientes; se presentan los cuestionamientos sobre cómo se ha transformado el espacio natural en una sociedad determinada, cómo se percibe por los hombres que la conforman y qué significados se le atribuyen. [7] Las relaciones establecidas entre el espacio –cualquiera de ellos- y la experiencia que el sujeto obtiene de él no responden a acciones mecánicas establecidas, aunque existe una relación mutua entre el sujeto y lo percibido (habitante- espacio- ciudad) hasta el punto de que alterar cualquiera de ellos implica alterar su relación relativa. De aquí que, por sus características formales y los valores cualitativos del espacio abierto en las unidades habitacionales, expresado en la relación habitante- espacio abierto, “la experiencia espacial pueda ser más rica y sugerente de ideas, relaciones y estímulos”. [8]

La proximidad entre usuarios habitantes y vecinos

La vida cotidiana es la concreción de la vida como idea abstracta y es posible describirla observando los fenómenos que la constituyen. En esa vida los hombres nacen, crecen se reproducen y mueren; aprenden, saben, creen, conocen, recuerdan, sienten, aman, se relacionan, se ayudan;  la vida cotidiana es ese modo de vivir dentro de una totalidad social concreta; es decir, dentro de un grupo de personas que viven en un territorio común, que tienen semejantes modos de producción, que generan un tipo de gobierno que propicia la ideología que los identifica y que los mantendrá unidos.

Dentro de las unidades habitacionales, las formas de vida, costumbres, tradiciones, creencias se comparten por la proximidad entre vecinos más que por el convencimiento de la conveniencia del trato interfamiliar; la ocupación del espacio abierto adquiere importancia por su emplazamiento dentro del conjunto, por las facultades que el diseño le ha conferido y por el imaginario dentro del proceso proyectual [9] para que se instaure como generador del nivel de calidad de vida para el habitante- usuario que ocupa el conjunto habitacional.

Desde el punto de vista del usuario, el aprovechamiento del espacio abierto debiera ser el esquema regidor en la toma de decisiones para el diseño de las unidades habitacionales; a partir de la práctica cotidiana en el uso y el aprovechamiento de estos espacios por medio de la lectura inconsciente pero constante que el usuario efectúa, los resultados en las expresiones de la calidad de vida dentro de estos conjuntos habitacionales son evidentes: las personas que los habitan no consiguen establecer un diálogo que los identifique con su entono, los espacios abiertos no tienen uso, carecen de sentido, de utilidad y quedan olvidados.

Las áreas de beneficio común, identificadas como espacios abiertos destinados a un fin específico, mantienen sus funciones y aparecen más cuidadas; así, es posible identificar que las relaciones del individuo con el medio que le rodea –entendido como los espacios abiertos para el servicio de los habitantes de las unidades habitacionales- establecen pautas importantes para su integración con el grupo humano y para las manifestaciones, en general, de su conducta.

El diseño del espacio abierto y organización continua   

Desde el punto de vista del arquitecto- constructor, de alguna manera responsable directo del diseño y de la toma de acuerdos ajenos a los factores económicos, destaca como valor predominante para la propuesta del diseño en conjunto de la unidad habitacional el emplazamiento de la vivienda, atendiendo en segundo término el emplazamiento de los espacios abiertos: en relación con el cumplimiento de normas y requerimientos legales, relacionados con los porcentajes de superficies determinados para donaciones y áreas verdes. Los espacios destinados a estacionamientos quedan propuestos por zonas como áreas de superficies de pavimentos de diversas características y por tanto restringidos a una sola función de servicio. A través de la práctica en el uso del espacio abierto de las unidades habitacionales, con el tiempo y las experiencias de los usuarios, se conoce que los conjuntos habitacionales no presentan organización continua en el acomodo de los espacios abiertos, externos a la vivienda y moduladores de accesos y servicios.

Beneficio de funcionalidad, seguridad, y reconocimiento social  

Los espacios abiertos cercanos a las viviendas se han ido adicionando al espacio privado que ocupa la vivienda y ahora no son de uso público; estos mismos espacios tienen uso de beneficio común cuando están ubicados cerca de las viviendas y de sus accesos, pero poseen características bien estructuradas que permiten identificar sus funciones y sus objetivos. Los que están fuera de estas condiciones no se reconocen como útiles y se abandonan. El espacio abierto, que articula el acceso a la unidad habitacional y a las viviendas, tiene valor en relación con la función que desempeña directamente con el habitante; éste es interpretado en relación con las necesidades de seguridad y propiedad de quienes habitan el conjunto urbano.

Diseñar arquitectura es, entre otras cosas, diseñar estados emocionales y la conceptuación de este proceso alude a que las emociones sean también consecuencia de los objetos de diseño, que además de las repercusiones en el interior del individuo (arte, percepción estética, bienestar) juegan un papel importante, tanto en la productividad individual como en la comunicación social. La complejidad humana y las condiciones urbanas se hacen presentes en la formación de la ciudad y se entrelazan en la interpretación de imágenes, espacios, relaciones, ambientes, servicios; dentro de la unidad habitacional, estas representaciones fragmentarias de la relación entre los individuos y la ocupación de sus espacios adquieren relevancia por la cotidianeidad en que se efectúan y la implicación que establecen, incluso en valores subjetivos.

Las pautas a seguir para la expresión formal de la imagen urbana en las unidades habitacionales desde su inicio quedaron concretizadas por las posibilidades técnicas dentro del proceso de construcción; para finales de los años 1970’s, los conjuntos habitacionales presentaban la repetición constante de diseños y esquemas semejantes a los que se fueron construidos en los 1960’s: los espacios abiertos resultaron áreas residuales del trazo para la ubicación de la vivienda.

Los hechos culturales que el habitante de las unidades habitacionales comunica a través de la expresión individual de su vivienda, de su relación con el espacio abierto y, por tanto, de sus relaciones interpersonales, posiblemente le proporcionen un beneficio de funcionalidad y de reconocimiento social; sin embargo, lo que aquí importa deriva de la representatividad que tienen, por concentrar toda una cosmovisión del grupo humano que lo comparte y de las formas en cómo éste resuelve sus problemas comunes, en este caso el de alojamiento y de relación con su entorno, en una expresión de forma de vida social y culturalmente caracterizada como grupo.

Estas expresiones de formas de vida referidas en las conductas de asociación para el respeto y la conservación de los espacios abiertos en las unidades habitacionales repercuten directamente en la calidad de vida de los habitantes y en las cualidades de conservación del espacio, incluidos en éstos los valores de seguridad, de apropiación y de pertenencia que, sin ser tangibles, les son otorgados por el mismo usuario.


Bibliografía y notas

[1] NORBERG-SCHULZ, Christian Intenciones en la Arquitectura.  Barcelona: Ed. Gustavo Gili, S.A.,1967. “...se hace necesario rescatar las características propias de cada espacio y de sus conceptos, a fin de solucionar la falta de carácter urbano, que permita la identificación entre usuario, edificio y entorno”.

[2] PÉREZ Ramírez, Salvador.El uso y construcción del espacio en la vivienda popular. Zamora (Michoacán, México): Centro de Estudios de las Tradiciones. El Colegio de Michoacán, AC. 2002. . “La vivienda no se constituye únicamente por sus límites y formas físicas sino que existe una extensión de los espacios hacia los lugares donde se vive y donde se interacciona comunitariamente, dando lugar a la creación de un entorno social y culturalmente determinado. Los procesos autoconstructivos, aun en pequeña escala, juegan un papel muy importante en la creación de ese entorno ya que en ellos se prefiguran aspectos como las técnicas y el diseño arquitectónico que una vez concretados pueden establecer una cierta identidad del grupo autoconstructor y, por ende, manifestarse como contraparte de la arquitectura especializada”.

[3] ARIAS, Patricia.- La antropología urbana ayer y hoy.  CIUDADES 31.- Revista RNIU.- sección ENSAYO.- julio/septiembre 1996.- Puebla, México.- “Los espacios públicos -abiertos- los centros comerciales, los tianguis, los salones de baile, la vida cotidiana, donde son lo jóvenes quienes trazan y recorren las rutas de la geografía de la ciudad; de la territorialidad urbana que es creación de los actores sociales, no sólo del espacio neutral de los acontecimientos”.

[4] NORBERG-SCHULZ, Christian.  Intenciones en la Arquitectura.  Barcelona: Ed. Gustavo Gili, S.A..1967. “Se perciben totalidades, no objetos aislados; la imaginación nos permite llegar a la creación de espacios euclídeos, donde permanecen en la concepción, no en el plano de percepción. La socialización, relacionada con la percepción, influye en forma determinante para que el hombre pueda entender su medio; conformándose en la adaptación de sistemas de símbolos para la interpretación del medio, sus objetos, sus fenómenos. La experiencia del hombre le permite tener expectativas con respecto a su realidad y a las relaciones de sus objetos, pero en definitiva está condicionada por los parámetros de la cultura y de los valores que ésta representa; por tanto, podemos afirmar que los valores son relativos y que el hombre deberá relacionarse en su medio por medio de una conducta ordenada que justifique las intenciones de sus actitudes”.

[5] Proponemos el concepto de “espacio residual” ante la necesidad de identificar su carácter de sobrante, de desperdicio a partir del sembrado de vivienda y su peculiaridad de retazo excedente, producto secundario del diseño vial y consecuencia inevitable del desorden en las prioridades que rigen las decisiones para el diseño arquitectónico en lo general; resultado circunstancial en el trazo de predios para un mayor aprovechamiento de áreas destinadas a la vivienda.

[6] GREGOTTI, Vittorio.El Territorio de la Arquitectura. Barcelona: Editorial Gustavo Gili, S.A. 1972. Traducción Valero R., Salvador. Milán: Giangiacomo Feltrinelli, Editore.

[7] CERASI, Maurice.La lectura del ambiente.- Op.cit.-  “Intervienen en esto la economía, la psicología perceptiva, la estética, la historia; la descripción de cualquier objeto arquitectónico implica la selección de un punto de vista y la organización del material percibido”.

[8] GOYCOOLEA Prado, Roberto.¿Porqué conservar la ciudad antigua?. CIUDADES 00.- Revista RNIU.- sección ENSAYO.-  julio/septiembre 1996.- Puebla, México.

[9] Explicamos “Proyectuación”, y “proyectual” como una fase medular en la labor desarrollada dentro del proceso de diseño arquitectónico, que atiende al momento de la realización interna, a la estructuración de conceptos de donde surge la construcción de ideas que facilitan la fabricación de esquemas mentales que habrán de concretarse en la práctica por medio de la esquematización, la representación y más adelante, la construcción de la obra diseñada.

 

© Copyright Pedro Lina Manjarrez y Ana Rosa Velasco Ávalos , 2003
© Copyright Scripta Nova, 2003

 

Ficha bibliográfica:
LINA, P. y VELASCO, A. R.
Las unidades habitacionales y la vivienda en la ciudad de Morelia: apropiación de los espacios abiertos. Scripta Nova. Revista electrónica de geografía y ciencias sociales. Barcelona: Universidad de Barcelona, 1 de agosto de 2003, vol. VII, núm. 146(120). <http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-146(120).htm> [ISSN: 1138-9788]

 
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