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Scripta Nova
REVISTA ELECTRÓNICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona.
ISSN: 1138-9788. Depósito Legal: B. 21.741-98
Vol. VIII, núm. 170 (77), 1 de agosto de 2004

ELOGIO DE THOMAS F. GLICK
Premio Internacional Geocrítica 2004

Antoni Roca Rosell

Universitat Politècnica de Catalunya

El Profesor Horacio Capel me propuso participar en este acto con un "Elogio" de Thomas Glick[1]. Tengo que reconocer que me sentí muy complacido y acepté inmediatamente. Después me he dado cuenta de la responsabilidad que asumía y la preocupación ha ido ocupando parcialmente el lugar de la ilusión inicial.

Thomas F. Glick merece el premio Geocrítica y también merece el elogio y reconocimiento de la comunidad científica y, en particular, de los historiadores de la ciencia. Como afortunadamente, por razones de eficacia, no tengo mucho tiempo, podré limitar mis comentarios a unos pocos aspectos.

Thomas Glick es un hispanista en el sentido "fuerte" de la palabra, porque se ha interesado no sólo por la realidad cultural española peninsular sino también por la latinoamericana, incluyendo Brasil, es decir, en un sentido ibérico. También es hispanista en un sentido "fuerte" porque sus estudios alcanzan la diversidad cultural de España, tanto en el pasado como en el presente. Su formación como medievalista le puso en contacto con una península ibérica en la que convivían tres culturas: la islámica, la cristiana y la judía. Muy pronto, cuando incluyó los siglos XIX y XX en sus proyectos de investigación, tuvo la oportunidad de asumir las identidades culturales hispánicas. De hecho, Glick vino como estudiante de doctorado a la Universidad de Barcelona en 1960 y se dio cuenta -personalmente- de la resistencia de la cultura catalana. Cuando se dio uno de los primeros cursos -no oficiales, pero sí oficiosos- de catalán en la Universidad de Barcelona, a cargo del profesor Antoni Comas, Thomas figuraba entre los estudiantes que lo siguieron.

La aproximación de Glick a la historia de la ciencia también tiene un sentido amplio. Se ha interesado con la misma intensidad por la ciencia como por la técnica. Sus primeros trabajos se refirieron a las técnicas de irrigación en la Valencia andalusí, que han marcado profundamente el territorio del País Valenciano hasta nuestros días. Thomas participa hoy activamente en el movimiento de salvaguardia de la huerta valenciana, amenazada seriamente por el proceso de urbanización e industrialización.

La técnica tiene siempre un componente profundamente social, antropológico, porque responde siempre al modo de vivir de las colectividades. Por otro lado, la técnica es muchas veces un patrimonio humano invisible. En el caso de los sistemas de regadíos es particularmente transparente, debido a su horizontalidad, a pesar de que se establezca un tipo especial de paisaje. Las máquinas de vapor, en cambio, adquirieron una gran presencia pública, a veces sobrevalorada.

Su interés por la antropología ha representado una originalidad en su visión de la historia de la ciencia. No puedo extenderme en esto y, además, intuyo que este tema ocupará buena parte del discurso que tiene preparado.

Su visión de la actividad científica y técnica, que procede de su formación en Estados Unidos, con uno de los fundadores de nuestra disciplina, I. Bernard Cohen, recientemente fallecido, y de sus contactos con los grandes maestros españoles de la historia de la ciencia -Josep M. Millàs Vallicrosa, Juan Vernet, Luis García Ballester y José María López Piñero- le ha permitido convertir en objeto de estudio temas que eran menospreciados o ignorados. En los años 1970 inició sus investigaciones sobre la difusión en España y Latinoamérica de los tres paradigmas considerados "fuertes" de la ciencia contemporánea: el evolucionismo darwinista, el psicoanálisis de Freud y la relatividad de Einstein. Hay que recordar que, en aquella época, parecía que sólo era relevante el estudio de las grandes figuras, los creadores o desarrolladores de las teorías científicas, aunque obras como la Estructura de las revoluciones científicas de Khun (1962) ya planteaban que los colectivos científicos eran actores decisivos del proceso histórico.

El estudio de la difusión de esos paradigmas, que todavía mantiene abierto -lo prueban sus publicaciones recientes- ha desvelado una realidad a la que antes nadie reparaba. En España, el debate en términos de la llamada "polémica de la ciencia española" había generado una cierta producción historiográfica, pero con una perspectiva teórica muy poco interesante; en realidad, irrelevante.

La propuesta de Glick de análisis comparado de la difusión de las ideas científicas y de las técnicas representa una aportación metodológica original, reconocida por la comunidad científica internacional. En el estudio comparado se ponen de manifiesto muchos aspectos de la actividad científica más allá de la creación de teorías, aspectos que resultan tan significativos para la actividad científica como el mismo proceso de producción original.

El programa investigador de Thomas Glick ha tenido un efecto lateral que considero muy destacado. Su actitud ha servido para legitimar el estudio de la ciencia en países periféricos y, por lo tanto, nos ha proporcionado un lugar en la historiografía de la ciencia. En efecto: los procesos de actividad científica en contextos como Cataluña o España no tienen únicamente un valor interno, sino que pueden contribuir al conocimiento general de la historia de la ciencia. Hay que tener en cuenta que la vanguardia de la creación científica y técnica se ha dado en realidades culturales distintas a lo largo de la historia (Mesopotamia, China, India, Oriente próximo, el Mediterráneo central, el centro y el norte de Europa, etc.) y, además, ningún país o colectivo es únicamente creador de ciencia o de tecnología, sino que también es receptor y, por lo tanto, la producción, la difusión y la recepción deben considerarse en un mismo conjunto. En la historiografía de las grandes figuras o en la historia internalista, parecía que la actividad científica de la periferia (científica) no tenía ningún interés. En la perspectiva que Glick y otros maestros han desarrollado, nuestros estudios pueden tener un valor científico universal.

El afán investigador de Thomas Glick le ha llevado a establecer contactos en toda la geografía hispana y latinoamericana. Muchos tenemos el honor de haber sido sus corresponsales y de haber llevado a cabo investigaciones con él. Conocí a Thomas Glick en 1979, cuando estaba desarrollando su impresionante investigación sobre la recepción de la relatividad en España. Se puso en contacto conmigo porque yo había publicado una nota breve de "síntesis" sobre la cuestión y, además, porque estaba a cargo del Fondo Terradas del Institut d'Estudis Catalans. Entonces él estaba en Valencia donde tenía y tengo buenos amigos, entre los cuales Víctor Navarro Brotons, que pienso que le recomendó que se pusiera en contacto conmigo. Llevé a cabo mi primera colaboración con él editando la correspondencia de Terradas con Tullio Levi-Civita, lo cual me proporcionó la oportunidad de conocer a Lluís García Ballester, a quien todos recordamos. En 1982, Glick me presentó a José Manuel Sánchez Ron, cosa que no deja de ser un buen testimonio del aislamiento en que trabajábamos en aquellos tiempos los historiadores de la ciencia en España. Desde entonces, hemos continuado en contacto, a veces menos intenso por las vicisitudes de la vida, aunque en los últimos años el correo electrónico ha vuelto a facilitar tener noticias o comentar las novedades de una manera cómoda y simple.

Termino aquí mi elogio de un investigador intelectualmente ambicioso y renovador, que está realizando aportaciones muy interesantes a la historia de la ciencia en periodos y materias muy distintas, con orientaciones metodológicas que han ayudado a desarrollar nuestra disciplina. Desde el ámbito de las culturas hispánicas, su contribución tiene por lo menos una doble dimensión, por sus estudios particulares y por el estímulo que ha representado para muchos de nosotros.
 

Nota
 

[1] Palabras pronunciadas en la sesión de entrega del premio, Facultat de Geografia i Història, Barcelona, viernes 28 de mayo 2004.
 
 
 
© Copyright Antonio Roca Rosell, 2004
© Copyright Scripta Nova, 2004

Ficha bibliográfica:

ROCA ROSELL, A.Elogio de Thomas F. Glick. Scripta Nova. Revista electrónica de geografía y ciencias sociales. Barcelona: Universidad de Barcelona, 1 de agosto de 2004, vol. VIII, núm. 170 (77). <http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-170-77.htm> [ISSN: 1138-9788]

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