Scripta Nova
REVISTA ELECTRÓNICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona.
ISSN: 1138-9788. Depósito Legal: B. 21.741-98
Vol. IX, núm. 194 (61), 1 de agosto de 2005

 

INVERSIONES EN SERVICIOS PÚBLICOS Y DINÁMICA DEL ESPACIO URBANO

 

Silvia Beatriz Grippo

Universidad Nacional del Sur. Argentina, Departamento de Geografía.

E- mail: sgrippo@uns.edu.ar

 

Stella Maris Visciarelli

Universidad Nacional del Sur. Argentina, Departamento de Geografía.

E- mail: smviscia@criba.edu.ar

 


Inversiones en servicios públicos y dinámica del espacio urbano (Resumen)

El estudio de los servicios públicos constituye un campo en el que pueden examinarse la forma como la población satisface sus necesidades, los problemas y conflictos que se generan en el modo de producción, distribución y consumo, la relación entre el rol del Estado y las inversiones privadas en la satisfacción de esas necesidades y la construcción del espacio urbano. El estudio retrospectivo permite identificar las etapas de expansión urbana, los momentos de crisis del suministro de agua y energía, las soluciones técnicas  encontradas, así como los actores sociales involucrados, políticos e institucionales. Se analizan las múltiples relaciones entre los procesos de construcción y expansión de las redes técnicas urbanas, los cambios en los modos de gestión y en los marcos regulatorios y la producción de nuevos espacios urbanos en la ciudad de Bahía Blanca.

 

Palabras claves: servicios públicos, actores sociales, gestión, espacio urbano.


Investments in public services  and  the urban space dynamics (Abstract)

Public Services studies allow us to examine the way a population satisfies its requirements and the problems and conflicts coming from production, distribution and consumption methods, the relationships between the state and private investments in order to satisfy those requirements and to make the expansion of the urban space. There was a retrospective research that allows us to recognize the steps of the urban expansion, the conflicts based in the water and energy supplies, the technical solutions found, as well as the social actors involved, from both politic and institutions.  Multiple relationships between the construction and expansion processes of the urban technical networks, the changes in the management methods and the urbanization of new spaces in Bahía Blanca city are analyzed.

 

Keywords:  public services, social actors, management, urban space.


 

Introducción

 

Las redes de infraestructura, energía, agua y saneamiento, transporte y comunicaciones, poseen una lógica de expansión territorial consistentes en redes materiales o virtuales por las que se distribuyen o circulan los servicios. En sus modos de gestión,  tanto en la planificación como en la producción y distribución, tienen un significativo y creciente protagonismo el sector privado y la lógica del mercado. En cuanto a la lectura territorial la cobertura de las redes no se caracteriza por la homogeneidad ya que no siempre la red técnica se corresponde con prestaciones del servicio de igual tipo y calidad introduciendo un factor de diferenciación espacial en el desarrollo urbano.

 

Ante una nueva crisis de abastecimiento de agua y energía en la ciudad de Bahía Blanca (Argentina) se consideró oportuno realizar un estudio retrospectivo que permitiera identificar las etapas de expansión urbana, los momentos de crisis del suministro de agua y energía, las soluciones técnicas encontradas, así como los actores sociales involucrados.

 

En el contexto de diferentes modelos de gestión se analizaron las múltiples relaciones entre los procesos de construcción y expansión de las redes técnicas urbanas, los cambios en los modos de gestión y el proceso de urbanización en el espacio local. En el análisis se detectaron cambios en el marco regulatorio y en los modos de producción, distribución y consumo, así como en el rol y el protagonismo de los actores sociales involucrados, políticos e institucionales. Teniendo en cuenta estas pautas se distinguieron tres modelos de gestión de los servicios de agua y energía en Bahía Blanca, de acuerdo con la clasificación que establece Pedro Pirez en sus estudios para el área metropolitana de Buenos Aires (Pirez, 1999):

 

·  Descentralizado-privado: desde de la instalación de las primeras redes de servicios de agua y energía a principios del siglo XX hasta mediados del siglo.

 

·  Centralizado-estatal: desde mediados del siglo XX hasta finales de los años 80

 

·  Centralizado-privado: a partir de la década de 1990.

 

 

La ciudad de Bahía Blanca

 

Bahía Blanca se funda en 1828 como fuerte de avanzada de la frontera sur. Localizada en un área marginal en el  proceso de ocupación de la región pampeana y aislada de los centros principales, se vio amenazada frecuentemente por los malones que dificultaban aún más la vida cotidiana. Uno de los problemas más graves que ocasionaban a la población era el acceso al curso de agua más cercano, con lo cual debió recurrirse como medida de emergencia a la perforación de pozos y construcción de aljibes.

 

El agua, antes que el alumbrado, pasó a constituirse en uno de los principales problemas para los habitantes debido a la permanente contaminación de los pozos y a las condiciones climáticas restrictivas del área (sequías recurrentes) que limitaba la cantidad de agua disponible en los aljibes y que suponía en los meses de estío la presentación de epidemias que, como la del tifus, diezmaban la población en forma implacable. Las tasas de mortalidad del 20,47 por mil (Salubridad: 1902) eran superiores a otras poblaciones de la región. El primer censo nacional en 1869 demuestra lo poco que había avanzado demográficamente Bahía Blanca: 1472 habitantes.

 

Con respecto al suministro de energía las dificultades no fueron menores. Entre 1828 y 1853 no hubo intentos de alumbrado público de la población, sólo existían algunos pocos faroles a aceite. El kerosene posiblemente significó un progreso en el alumbrado, aunque no demasiado eficiente teniendo en cuenta que se multaba a los comerciantes que no colaboraban en la iluminación, colocando un farol en la puerta del local.

 

El medio urbano, hasta ese momento primitivo y estático, comienza a registrar un acelerado ritmo de crecimiento y niveles de comercio que marcan una de las etapas de mayor expansión. Esto se produce en el contexto de la apertura de las grandes inversiones de capital extranjero en el país que permite el avance de los ferrocarriles y la construcción de puertos marítimos que cambian la estructura, el funcionamiento y la articulación del territorio y, sobre todo, la incorporación de regiones marginales –como era el caso de Bahía Blanca- al espacio nacional e internacional, con la exportación de cereales y subproductos. También influye en el rápido crecimiento la expansión y afianzamiento de las fronteras internas y la consolidación del sistema legal y político nacional. En 1886 queda incluida en la Ley Orgánica de las Municipalidades. Dotada de gobierno propio, ve aumentar notablemente su población, por lo que en 1895, con 14.238 habitantes, es elevada al rango de ciudad.

 

Si se tratara de construir una espacialización urbana de la ciudad en ese momento, veríamos  un centro poco consolidado, con algunas obras de poca magnitud, al que se le suman las primeras obras ferro-portuarias, aisladas en el amplio entorno que todavía presentaba. La precariedad de los servicios, por no decir la ausencia de los mismos, se pone en evidencia cuando  Bahía Blanca queda unida por la vía férrea al resto del país en 1884. Sin embargo, el problema no obtiene la repercusión política necesaria para ser tratado en el ámbito del gobierno provincial lo que demuestra la debilidad de los gobiernos locales en esta etapa para responder a las necesidades de una población en crecimiento. La satisfacción  de las demandas de servicios básicos urbanos serán resueltas, años más tarde, por las empresas privadas ferroviarias localizadas en la ciudad.

 

 

Los servicios urbanos en el período  1906 - 1948

 

A principios del siglo XX el Estado concede a la Waterworks Company Limited de Bahía Blanca, formada en Londres con capitales británicos, la prestación del servicio de agua corriente para Bahía Blanca, puerto de Ingeniero White y Punta Alta. La Compañía se constituye por iniciativa de las empresas ferroviarias: Ferrocarril Sud y Ferrocarril Bahía Blanca-Noroeste. A nivel local estaba representada por una comisión presidida por el Superintendente del Ferrocarril Sud[1].

 

El agua, extraída del río Sauce Grande mediante dos bocas tomas situadas a unos 80 kilómetros de la ciudad de Bahía Blanca, se conducía a la planta de filtrado a diez kilómetros del centro urbano, donde era tratada según las técnicas más avanzadas de la época. Para la conducción del agua a Bahía Blanca y Punta Alta se encontraban constantemente en servicio aproximadamente 160 kilómetros de cañerías maestras, mientras que en las calles del municipio se colocaron 84 kilómetros de tuberías que formaron el sistema de distribución original al cual se conectaron, en el mismo año 2965  instalaciones domiciliarias. La instalación completa de la red de  agua significó una gran inversión de capital en  relación a la población que abastecía. El elevado costo (12.000.000 de pesos) se debió a la apreciable distancia a que se encuentra el punto de extracción. (Coleman, 1947, 342).

 

Instalada la red de agua en 1908, la empresa perfecciona el servicio con la finalidad de asegurar la mejor calidad y el caudal necesario para Bahía Blanca y demás centros urbanos. La situación sanitaria mejora considerablemente. La mortalidad tiene  un pronunciado decrecimiento, y en las defunciones por tifoidea el decrecimiento es aún más evidente: en 1908 con 36.100 habitantes la mortalidad por esta enfermedad representó un porcentaje anual de 4,7%; en 1923 con 70.000 habitantes fue de 0,8%.

 

El servicio de energía eléctrica se inaugura a principios del siglo XX con la construcción de la primera usina en el área central de la ciudad. La empresa South American Light and Power Company Limited explota el servicio con muchas dificultades y accidentes. En 1906 la empresa Ferrocarril Bahía Blanca Noroeste (FCBBNO), que ya había sido adquirida por la del Ferrocarril al Pacífico (FCP), ambas de  capitales británicos, se hace cargo de la administración y explotación de la South American Light and Power Company Limited  y se normalizan los servicios. Para ello se construye una nueva planta generadora, que se levanta en terrenos del mismo ferrocarril, dotándola de maquinaria adecuada y apta para brindar un servicio eficiente.

 

Al mismo tiempo una compañía inglesa: Compañía de Gas de Bahía Blanca Limitada, dependiente del Ferrocarril Buenos Aires al Pacífico, se constituye en Londres y en Bahía Blanca en 1907 y  adquiere la concesión para el alumbrado público a gas que se inaugura a fines del mismo año.

 

La empresa era propietaria de un terreno de grandes dimensiones (6 hectáreas, divididas en cuatro cuadrantes) en Villa Rosas, uno de los primeros barrios suburbanos de la ciudad. Sobre uno de los cuadrantes se instaló la fábrica de gas, los talleres, los depósitos y las oficinas; los restantes fueron destinados para parque y club de tenis, con el fin de crear las mejores condiciones urbanas –de acuerdo a los ideales de la época- para que las familias se establecieran  definitivamente. Poseía además un edificio con las oficinas de la administración, salón de exposición y venta de artefactos en el centro de la ciudad.

 

El gas producido en la fábrica, que contaba con los más adelantados sistemas de producción, se almacenaba en un gasómetro de 7000 m cúbicos de capacidad y se distribuía por una red de cañerías de 75 km de longitud para el suministro de gas de alumbrado y calefacción en la planta de la ciudad y sus suburbios. La producción de gas a través del carbón de piedra y del petróleo tuvo grandes dificultades durante el transcurso de  la primera guerra mundial y aún un tiempo después, ya que la importación de esos materiales fue imposible. Sin embargo, el suministro no fue interrumpido. Para ello se hicieron varios e interesantes experimentos de sustitución, empleando entre otras materias primas, las mazorcas de maíz, el afrecho, el aserrín, varias clases de aceite y de leña. Se comprobó que ciertas clases de leña, empleada conjuntamente con el petróleo crudo, eran adecuados para sustituir al carbón de piedra, aunque la calidad no era la misma. Finalizada la guerra, las dificultades continuaron para la compañía a causa del aumento de los combustibles. La consecuencia fue la considerable disminución de las ventas destinadas a alumbrado.

 

La ciudad entra en una etapa de gran expansión, de crecimiento general, muy relacionado a la actividad de exportación e importación, que la convierte en un centro  regional de abastecimiento. La expansión física se refleja en las obras de infraestructura y el equipamiento institucional ( sociedades de colectividades extranjeras, clubes, periódicos, teatro, establecimientos educativos), comercial, industrial y de espacios  públicos, que le otorgan una nueva jerarquía urbana. En conjunto constituían un equipamiento de los más completos para la época: adoquinados en calles céntricas y camino al puerto, alumbrado eléctrico público y domiciliario, tranvías, telégrafo, teléfono, gas, agua corriente, servicios de ómnibus, desagües y servicios sanitarios, parques y paseos públicos. Un dato que, en un aspecto particular, reafirma la importancia que tenía Bahía Blanca y su puerto hacia 1910, lo da el hecho de que el Instituto Geográfico Militar (IGM) edita ese mismo año una carta geográfica a escala 1:25.000 que abarca la ciudad, el puerto y los principales ramales ferroviarios e instalaciones portuarias. Este tipo de cartas estaba realizándose por primera vez en el país  para el área de Buenos Aires y los alrededores.

 

La eficiencia del servicio eléctrico y el crecimiento urbano y demográfico de la ciudad contribuyeron a que la demanda aumentara mucho y en forma continua. A esto se une la electrificación de los tranvías y el aumento del consumo en los talleres de las empresas ferroviarias y en los puertos, como consecuencia de la intensificación del tráfico, principalmente, por la exportación de cereales, por lo que se resuelve construir una nueva planta, con maquinaria moderna y mayor potencia, en terrenos próximos al área portuaria. Para transportar la corriente de alta tensión y su correspondiente distribución a los radios de la ciudad, se construyen cinco sub-usinas dentro de la ciudad de acuerdo a los últimos adelantos en la materia.

 

En 1925 se transfiere la administración de las líneas del FCBBNO y sus empresas subsidiarias, entre ellas la  South American Light and Power Company Limited y la Bahía Blanca Waterworks Company Limited, a la empresa Ferrocarril del Sud. Las redes de agua y energía eléctrica se extienden a toda el área urbana y suburbana de la ciudad; el alumbrado a gas, que se mantenía aún en algunos sectores suburbanos, fue sustituido definitivamente. El progreso del servicio realizado por ambas empresas para acompañar la expansión física y demográfica de la ciudad se pone de manifiesto a través de los siguientes datos comparativos: el número de usuarios del servicio eléctrico pasa de 212 en 1906, a 2267 en 1916 y a 6500 en el año1926. (ver cuadros Nº 1 y Nº 2)

 

Cuadro Nº 1

Venta mensual  de corriente eléctrica en kw/h

 

Año

Alumbrado público

Alumbrado particular

Fuerza motriz, calefacción

Total kw/h

1903

7 728

12 150

------------------

19 878

1907

7 728

17 960

------------------

25 688

1926

58 886

167 961

215 453

442 300

1927

64 852

202 043

214 139

481 034

 

Fuente: La Nueva Provincia (1928): Centenario de Bahía Blanca.

 

 

Cuadro Nº 2

Expansión de la red y consumo de agua potable

 

Año

Consumo (metros3)

conexiones

Kilómetros

1909

567343

2965

84

1919

928000

------

------

1926

-------

------

202

1931

4102000

15800

245

 

Fuente: La Nueva Provincia (1928): Centenario de Bahía Blanca, y Coleman (1947).

 

En 1927 se hace cargo de los servicios de alumbrado eléctrico, gas y tranvías la compañía Empresas Eléctricas de Bahía Blanca (EEBB). El contrato reporta a la comuna y al público ventajas considerables en las tarifas y en la calidad del alumbrado público. Dos años más tarde la empresa construye una nueva planta termoeléctrica. Dada la vinculación de la firma local con la Italo Argentina de Electricidad, los capitales para la obra fueron enteramente italianos, a diferencia de todas las usinas anteriores de capitales británicos.

 

El nuevo edificio se levanta en el área portuaria de Ingeniero White, localización de la empresa del Ferrocarril del Sud, cuya zona presentaba uno de los mayores perfiles industriales. Para construirlo hubo que ganarle tierras al mar y sus cimientos levantados sobre pilotes de hormigón, ya que el terreno era un lodazal que se cubría con las mareas altas. La obra, a cargo de una empresa alemana, se termina en 1932 y su silueta se hace inconfundible en el paisaje portuario. La procedencia de los capitales fue decisiva para el cambio en la expresión edilicia de la usina, denominada posteriomente General San Martín, pero identificada por la población como “El Castillo”, por sus características arquitectónicas. Esta obra constituye un hito en el estilo imperante de las plantas productoras de energía para la ciudad ya que rompe con la tradicional arquitectura ferro-industrial británica de todas las usinas anteriores.

 

En síntesis, durante el período 1906-1948 se evidencia una preocupación constante de las empresas que tuvieron a su cargo la provisión de los servicios de agua y energía a la ciudad para responder a la demanda creciente del medio urbano y solucionar con eficiencia los problemas que se plantearon. Se produce una innovación en el modo de producción, distribución, y consumo de la energía eléctrica y el agua potable, así como en la administración, gestión y control de dichos servicios.

 

En este modelo de gestión, descentralizado privado, las empresas (concesionarias) fueron responsables de la construcción de la infraestructura y la operación de los servicios, desde la planificación hasta la atención de los usuarios.

 

El Estado determinaba la política, los lineamientos de la planificación y el control, sin embargo no cumple acabadamente con ese rol por el peso social, económico y político de las empresas y por la falta de control real y la subordinación (politización) de la gestión de los servicios. Los habitantes de la ciudad eran usuarios-ciudadanos frente a las empresas y al Estado; consumidores de los servicios y actores políticos a través de sus representantes locales en comisiones y órganos de gobierno.

 

Al final del período comienzan a plantearse  problemas de escasez de agua como consecuencia del crecimiento urbano y deficiencias en la calidad de los servicios. Estos se caracterizan por la desinversión, ineficacia y mala calidad en la prestación y por un cambio en la política económica y en el rol del Estado, crecientemente interventor, que llevó a la estatización de los servicios planteando un nuevo modelo de gestión. Dichas modificaciones adquieren forma legal en la reforma constitucional de 1949 al incorporarse el artículo 40, según el cual, los servicios públicos solamente debían ser prestados por el Estado y las empresas privadas serían expropiadas según el valor histórico de las instalaciones (Pirez, 1999).

 

 

Los servicios urbanos en el período 1948 - 1990

 

En 1948 el Estado Nacional compra los ferrocarriles británicos, y la Compañía de Aguas Corrientes como empresa subsidiaria del F.C.S, pasa a depender del Ministerio de Transporte de la Nación, disolviéndose la Comisión local. El Gobierno de la Provincia de Buenos Aires dispone la expropiación de los bienes de Empresas Eléctricas de Bahía Blanca. El acontecimiento es registrado  por los periódicos locales como “un acto de trascendental importancia para la ciudad”... y ...“se espera, ha de traducirse en amplios beneficios colectivos” (La Nueva Provincia, 15 de noviembre de 1948). Comienza a configurarse un modelo centralizado-público. Centralizado porque los servicios pasan del ámbito local al Nacional/Provincial y público porque se crean empresas de propiedad del estado que se hacen cargo de ellos.

 

La ciudad entra en un período caracterizado por una nueva etapa urbana de expansión y crecimiento cuantitativo y cualitativo. La población llega a 182.000 habitantes en 1970 y las dos terceras partes de la población activa se dedican al comercio y los servicios. El nivel económico de la población es alto. La actividad portuaria intensa y diversificada, incorpora a su tradicional exportación de cereales, la de frutas provenientes del valle del río Negro y del Colorado (50% del total exportado en el país). Se expande la actividad industrial (metalúrgica y textil) y comercial. La industria de la construcción adquiere dinamismo debido al auge de la edificación en altura, marcando el comienzo de la verticalización del área central de la ciudad. Bahía Blanca  recibe el aporte de migraciones internas y externas, principalmente de población chilena, por su proximidad a la Patagonia. En consecuencia, la ciudad se expande horizontalmente, localizándose en la periferia las primeras villas de emergencia. Algunos de los hechos que marcan un cambio cualitativo en el desarrollo urbano y regional son: la creación de la Universidad Nacional del Sur, la inauguración del aeropuerto y la decisión del gobierno provincial de declarar a Bahía Blanca: Polo de desarrollo.

 

En poco tiempo comienzan a manifestarse los problemas, tal como lo atestiguan las continuas notas periodísticas que aparecen en los años siguientes.[2]  Según el Plan de Desarrollo de Bahía Blanca del año 1971 “la carencia de suficiente agua potable junto con el de provisión de energía eléctrica constituyen los dos problemas básicos que limitan las actividades actuales de Bahía Blanca y frenan su desarrollo, especialmente, el posible desarrollo industrial”. En otro apartado del mismo documento se manifiesta lo siguiente: “las limitaciones inherentes a la provisión de agua potable en la ciudad han sido hasta la fecha uno de los factores indirectos poderosos que han contenido la indiscriminada dispersión poblacional. Al respecto cabe reflexionar que una vez solucionadas las restricciones imperantes en la distribución de agua corriente será imperioso ejercer un estricto control sobre la extensión del área edificada con el fin de mantenerla dentro de los límites de densificación aceptables para una económica construcción de todos los servicios de infraestructura”.

 

Con el fin de solucionar definitivamente el problema, el gobierno de la provincia de Buenos Aires resuelve, en 1968, la construcción de un dique y embalse sobre el río Sauce Grande en Paso de las Piedras, a 57 kilómetros de la ciudad. Su objetivo principal era posibilitar el desarrollo urbano e industrial de Bahía Blanca, elegida como polo de desarrollo. El dique comienza a construirse en 1970 y se inaugura en 1978. El complejo incluye, además, un acueducto, un establecimiento de  potabilización en el noreste de la ciudad y una red de distribución con un acueducto al futuro Parque Industrial, y a otras localidades vecinas (General Cerri, Punta Alta y Puerto Belgrano). Su capacidad fue prevista para una población de hasta 500.000 habitantes.

 

El  aumento considerable de la demanda debido al incremento poblacional, pero fundamentalmente a la demanda industrial, plantea nuevos problemas que se estudian en un Plan Integral de Abastecimiento de Agua para Bahía Blanca y el Gran Bahía Blanca en 1978, con el fin de evaluar  fuentes alternativas de provisión de agua. Este plan se revisa en 1990 en una comisión conformada por miembros del Ministerio de Obras Públicas, la Universidad Nacional del Sur y la CIC (Comisión de Investigaciones Científicas de la Provincia de Buenos Aires) con el propósito de dar respuesta a los problemas estructurales y coyunturales que se presentan. Ninguna de las alternativas propuestas se concretan. La falta de inversiones del sector público, como consecuencia del desfinanciamiento del Estado en la década del ochenta, provoca el deterioro de la infraestructura existente y de la calidad del servicio, que se agrava con la aparición de algas en el embalse, agregando un problema ambiental que planteará nuevos conflictos.

 

Un diagnóstico de la situación puso en evidencia que desde fines de años 70 y durante los 80 se produjeron en forma paralela dos procesos de fuerte impacto. Uno sienta las bases para el desarrollo industrial del sector químico y petroquímico con la radicación de la planta Petroquímica Bahía Blanca (1981), la habilitación de la Central Termoeléctrica Luis Piedrabuena (1989) y la construcción del gasoducto Neuquén-Bahía Blanca - Buenos Aires. Estas inversiones vinculadas directamente al Estado generan el soporte de crecimiento para los años venideros. El otro proceso se relaciona con una pérdida de la importancia relativa del rol que desempeñaba la ciudad en la región sur del país, debido a la retracción del puerto Ingeniero White en el espacio norpatagónico y al notable crecimiento de las ciudades de esa región. (Plan Estratégico Bahía Blanca, 2000: 22)

 

La construcción de la termoeléctrica Luis Piedrabuena se inicia en 1979 con el fin de solucionar el problema del suministro de energía a la ciudad y la región. La empresa provincial a cargo del servicio (ESEBA) recurre al financiamiento del  Banco de la Provincia de Buenos Aires y a préstamos del exterior. El complejo se levanta en el área contigua a la Usina General San Martín, en el puerto Ingeniero White, sobre 60 hectáreas que debieron ganarse al mar.

 

Al iniciarse los trabajos, los movimientos de tierra producen resquebrajaduras en varias viviendas de la población portuaria, dando lugar a numerosas situaciones conflictivas entre las empresas constructoras, ESEBA, el municipio y los pobladores. Les siguieron otros problemas ambientales (ruidos molestos, temblores del suelo, emanaciones contaminantes) al ponerse en funcionamiento la planta, finalmente, en 1989.  La central, cuya capacidad instalada es de 640 megavatios, fue afectada también por otra cuestión adicional: la modificación del sistema energético, con la habilitación de la línea Alicurá-Abasto (1986), que pasa por la ciudad, y la puesta en marcha del Sistema Interconectado Nacional (SIN). De este modo la usina se  convierte  en un “complemento de alivio”, que sólo se utiliza cuando se producen inconvenientes en otros sistemas del país. En 1996, la energía que generaba era tan costosa que sólo ingresaba al SIN en casos de extrema necesidad. La obra resultó ser la más onerosa y problemática para la provincia de Buenos Aires. La deuda generada en su construcción es transferida para ser absorbida por el erario público provincial.

 

A fines de 1995 se lleva a cabo un proceso de reestructuración del Polo Petroquímico de Bahía Blanca como consecuencia de la privatización de las empresas Estatales que, luego de varias transferencias de acciones, quedan bajo el control de dos multinacionales: Dow Chemical Co. y Solvay. A partir de este hecho se desencadenan una serie de inversiones, principalmente extranjeras (aproximadamente dos mil millones de dólares), que incluyen al Polo Petroquímico, y le imprimen una nueva dinámica a la economía local. Las nuevas radicaciones industriales en este sector, pusieron en evidencia las deficiencias de la infraestructura, constituyendo un grave obstáculo a la productividad de la inversión. Al respecto el Plan estratégico de Bahía Blanca prevee, en su diagnóstico de 1998, la probabilidad de rotura del único acueducto de transporte del agua desde el dique Paso Piedras a Bahía Blanca.

 

En síntesis, en este período se observa una marcha discontinua, ambivalente entre la concreción de importantes proyectos y el desarrollo de infraestructura de base, seguido por situaciones críticas que eclosionaron a partir del modelo macroeconómico de los años 90.

 

En este modelo de gestión centralizada-estatal los servicios son el resultado de relaciones entre dos tipos de actores: los actores estatales (gobierno nacional, gobierno provincial, el Congreso, instituciones político-administrativas del gobierno y las empresas públicas de servicios) y los usuarios. El gobierno es responsable y garante de la prestación de los servicios. Asume el papel de regulación y control al mismo tiempo que es  propietario de las empresas productoras del servicio. Por lo tanto el Estado desempeña roles diferentes y contrapuestos. Garantiza la efectiva prestación por medio de subsidios explícitos o implícitos y si no logra garantizarlo apela a otras formas (asociaciones con ciertos usuarios o permisividad frente a la clandestinidad). El rol del usuario es doble: usuario-consumidor frente a las empresas de servicios y usuario-ciudadano frente al gobierno, aunque su papel político se diluye. Los sindicatos de los empleados de las empresas del estado y las empresas privadas vinculadas con la producción de los servicios (subcontratistas del Estado), son las organizaciones con capacidad de interlocución con los aparatos técnicos del Estado y con las empresas públicas de servicios. El municipio y las asociaciones locales tienen poca o ninguna  injerencia. (Pirez,1999).

 

El modelo no logra garantizar la continuidad en la gestión de los servicios. Las empresas no cumplen con su verdadero objetivo: la satisfacción de las necesidades de los usuarios; no logran seguir el crecimiento urbano y son incapaces de atender los problemas de la ciudad. Las consecuencias más graves de la mala gestión de las empresas públicas se manifiestan hacia fines de la década de 1980 en cortes y racionamientos de energía eléctrica y agua y una parte de la población excluida de los servicios. El modelo llega al límite de sus posibilidades.

 

 

Los servicios  urbanos en la década de 1990

 

Los cambios estructurales en el sistema  económico argentino en la década de 1990, repercuten sensiblemente en el ámbito local. La reforma económica y del Estado a través de la ley 23.696 establece las reglas y procedimientos para la privatización declarando la emergencia de los servicios públicos. Entre 1991 y 1999 se privatizan de manera muy rápida teléfonos, energía eléctrica, agua, gas, ferrocarriles, etc. generando un modelo centralizado-privado de gestión. Centralizado porque los servicios son conservados o reasignados al nivel central, y privado ya que se ejecuta por medio de empresas capitalistas.

 

En el nuevo modelo se destacan tres tipos de actores: el Estado, las empresas y los usuarios. El Estado actúa a través de sus órganos legislativos y ejecutivos y los Entes reguladores que se crean para cada servicio privatizado. Las empresas se hacen cargo del servicio por dos vías principales: por compra de los activos de la empresa pública o por concesión de la prestación del servicio y el uso de los activos, que continúan siendo de propiedad estatal. El servicio puede ser otorgado a una o más empresas y puede ser sectorial (generadores, transportistas, distribuidores) o territorial, por zonas. Los usuarios se comportan como clientes contractuales frente a las empresas y como usuarios-ciudadanos frente a los aparatos estatales. La relación usuario- gobierno es sumamente mediada.

 

Este nuevo modelo, por sus características, por el contexto en que se lleva a cabo y por los procesos que le dan lugar, produce importantes cambios en el ámbito local. La privatización de empresas públicas modifican la situación ocupacional de la ciudad elevando las tasas de desempleo. A fines del siglo XX, Bahía Blanca se encuentra concertando la capacidad de los poderes públicos y de los actores privados para revertir los efectos negativos y aprovechar las nuevas oportunidades que se presentan. Esta actitud se manifiesta en la formulación del Plan Estratégico de Bahía Blanca, (1997/1999): “las transformaciones en la organización jurídico-administrativa del puerto, el proceso de ampliación y radicación de nuevas industrias en el complejo petroquímico y las inversiones en el sector comercial y de servicios, resultan elementos que caracterizan el presente panorama económico de la ciudad y que interactúan a favor del posicionamiento de Bahía Blanca en el horizonte regional extra-nacional, a partir del desarrollo de sus ventajas competitivas.” El mismo documento sostiene que: “La ciudad se encuentra en una situación favorable desde el punto de vista del abastecimiento y acceso al suministro de energía eléctrica, ya que conforma un nodo del Sistema Argentino de Interconexión de 500 kilovatios. Cabe señalar que la usina Luis Piedrabuena funciona a pleno y se ubican localmente dos nodos de la red provincial de 132 kilovatios.” ... “Sin embargo  esta buena disponibilidad no se complementa con una oferta de calidad y precio que pueda atraer emprendimientos en los que la energía incida significativamente en los costos de producción. El porcentaje de población servida ascendía al 95% en 1995, siendo los principales consumidores las empresas del Polo Petroquímico.” (Plan Estratégico Bahía Blanca, 2000: 54)

 

Para 1997, después de haber transcurrido seis años del inicio del proceso de privatizaciones, la termoeléctrica Luis Piedrabuena se vende al grupo formado por Camuzzi, Cei Citicorp y Pacific Enterprise por un monto aproximado al 1,5 % de lo que invirtió la provincia en su construcción. En junio de 2004, luego de la crisis política, económica e institucional  del país en el año 2002  y en el momento más álgido de una crisis energética nacional, la planta es adquirida por el grupo Albanesi, de Rosario por un monto aún menor que el anterior.  La central tiene un plantel promedio de 170 empleados que mantiene en guardia para cuando la Compañía Administradora del Mercado Mayorista Eléctrico solicita sus servicios. En los últimos cinco años, sólo estuvo en marcha un total de 18 meses y, en ese lapso de tiempo, distintas ONG ambientalistas han manifestado inquietud por las cenizas y asbestos generados y preocupación en relación a aspectos del funcionamiento de la usina, señalando que la misma tiene tecnología anticuada. (La Nueva Provincia, 15/8/2004: 8). Mientras tanto, su chimenea de 180 metros es un hito para la ciudad. 

 

El servicio  de agua potable a la ciudad de Bahía Blanca

 

A fines del año 1999, el gobierno de la provincia de Buenos Aires transfiere el servicio de agua potable al sector privado. Debido al carácter estratégico del recurso, el Estado se reserva su participación a través de las tareas de regulación con la creación de un organismo destinado a tal fin: el ORAB (Organismo Regulador de Aguas Bonaerenses). Uno de los temas importantes de su función es el referido a la regulación de las inversiones comprometidas por la empresa, especialmente cuando se trata de firmas que actúan en un mercado no competitivo. Otro, es el de la regulación y supervisión de las tarifas y calidad en la prestación de los servicios, así como garantizar que las demandas futuras serán adecuadamente atendidas con un nivel de actualización tecnológica razonable. Este nuevo contexto creará  situaciones de conflicto  acentuadas por la inexperiencia de las nuevas instituciones reguladoras ya que el nuevo modelo deja vacíos normativos, aumentando las insuficiencias regulatorias.

 

En el Plan  Estratégico de la ciudad quedaron explicitadas las incertidumbres con respecto a la eficiencia de los organismos públicos de control y regulación que se le impondrá al concesionario; a  las tarifas que pudieran afectar tanto a los  sectores pobres como a las pequeñas y medianas empresas y a la continuidad de las inversiones del Estado provincial en grandes obras de base comprometidas con el concesionario, que originaría un debilitamiento del sistema, en caso de que estas se vieran suspendidas.

 

La ciudad presenta problemas en la provisión de agua: falta de capacidad de transporte y probabilidad de rotura del único acueducto desde el dique Paso Piedras; problemas infraestructurales en el dique, problemas ambientales en el lago y en la calidad del agua. Esta situación se agrava en abril del 2000 con la proliferación de algas en el embalse, y desemboca en una sucesión de graves acontecimientos que tienen un gran impacto sobre la ciudad, y muestra la complejización de la administración del recurso así como la desadaptación de las estructuras administrativas locales. El malestar de los ciudadanos se traslada rápidamente a los actores  tanto de la administración como a los legislativos, lo que hizo que, durante varias semanas, la comunidad de Bahía Blanca se convirtiese en una crítica revisora de las modalidades de concesión de los servicios públicos y de los sistemas de control. A partir de las privatizaciones se produce una relocalización de los ámbitos de gerenciamiento que provoca la fuga de las cabeceras de las empresas hacia otros puntos del territorio Nacional o del exterior. Ante la falta de los poderes de decisión de las empresas en el ámbito local, las quejas de los vecinos se manifiestan ante el Municipio, que se convierte en el principal receptor de los problemas y en el intermediario entre los organismos de gobierno superior, la empresa y los ciudadanos.

 

El suministro de agua destinada al consumo, la industria y otros usos ingresa en una franja de creciente preocupación debido al notable aumento de la demanda, especialmente por la instalación de nuevas plantas industriales, en relación al estancamiento de la provisión y a la falta de cumplimiento de los compromisos contraídos. Se plantea aquí un conflicto de uso entre el área industrial y la ciudad con respecto a la cobertura de la red y a la prestación de un adecuado servicio en cantidad y calidad. Esta nueva crisis del sistema requiere encontrar soluciones técnicas e incorpora a las empresas involucradas como nuevos actores sociales.

 

La preocupación del sector empresario industrial ante la conflictiva situación convoca por primera vez a una reunión a todos los actores involucrados: representantes de las empresas del Polo Industrial, de la Autoridad del Agua, de Osba residual, del ORAB, de Azurix Buenos Aires, de la Subsecretaría Provincial de Servicios Públicos y de la Municipalidad de Bahía Blanca, para analizar los temas en discusión: el dique Paso de las Piedras; fuentes de provisión alternativas; necesidades de la industria; calidad del agua; capacidad de transporte; consumo de agua; plan de inversiones. Entre los escenarios posibles para la resolución del conflicto aparece la alternativa de la municipalización del servicio, opción sustentada desde los gobiernos comunales: “La explotación pública-privada a través de una empresa mixta es la herramienta adecuada para lograr objetivos que compensen un servicio de claro contenido social con rentabilidad”[3]          La posibilidad de regionalización del servicio implicaría una descentralización, no como parte de una nueva política de administración del territorio sino como alternativa ante el posible fracaso de una gestión compleja y conflictiva debido a la cantidad de actores y a la dilución de responsabilidades.

 

La empresa Azurix, concesionaria del servicio desde 1999, y el organismo regulador entran en una dura polémica donde ambas partes se recriminan la no concreción de obras comprometidas. El conflicto finaliza con el retiro de la empresa Asume la responsabilidad del servicio la provincia de Buenos Aires, a través de una empresa del Estado provincial dando inicio, en este caso, a un nuevo modelo de gestión centralizado-público.

 

 

Consideraciones finales

 

En el análisis del proceso de provisión de los servicios de agua y energía eléctrica a Bahía Blanca se observa que la alternancia entre empresas públicas y privadas a cargo del servicio, se evidencia la notable incidencia de las empresas extranjeras en la construcción del espacio urbano en las primeras etapas de su desarrollo. Frente a gobiernos locales débiles, sin poder de decisión, son estas empresas las que organizan las redes de servicios y responden a las demandas de la creciente población, convirtiéndose en uno de los principales agentes de la dinámica del desarrollo urbano.

 

En cambio, cuando los servicios son producidos y distribuidos por el Estado, la relación entre la empresa estatal proveedora y los usuarios se plantea sin intervención del sector privado. Esto se refleja en una dinámica de construcción del espacio urbano fuertemente ligada a las políticas públicas, en la cual los gobiernos locales continuaron teniendo poca o ninguna injerencia en la formulación y ejecución de tales políticas.

 

En el último período, en el que el servicio de agua potable vuelve a estar a cargo de una empresa privada, los problemas adquieren alta conflictividad. Ponen en evidencia las deficiencias del marco regulatorio y las dificultades de la empresa para responder a las necesidades de la población y a las demandas del sector industrial en expansión. Sin embargo, es necesario tener en cuenta el estado de degradación y deterioro en que se encontraba la empresa pública y la infraestructura en el momento en que se privatizó.

 

El servicio de energía eléctrica queda solucionado por el acceso al sistema interconectado nacional (SIN) conformando la ciudad un nodo importante de la red. La generación, transporte y distribución de la energía queda a cargo de empresas privadas. La usina Luis Piedrabuena, construida por el Estado a un altísimo costo, se conecta ocasionalmente en la red, ingresando solo en casos de extrema necesidad por el alto costo de la energía que genera.

 

Las usinas constituyeron en todas las etapas el elemento símbolo de la producción, dado precisamente por su función dinámica. Las chimeneas fueron los puntos más precisos, jugando como organizador espacial de todo el conjunto edilicio del que formaba parte y como un hito en el espacio urbano y suburbano de Bahía Blanca e Ingeniero White.

 

La evolución de estos edificios nos da una pauta del movimiento y crecimiento de la ciudad y constituyen un elemento de interés para el análisis del proceso de  desarrollo de la misma. Ellos forman parte hoy del paisaje urbano. La sociedad, reconociendo su valor, los ha incorporado recientemente a su patrimonio histórico y arquitectónico, no sólo como simples testimonios del pasado sino otorgándoles una nueva función.[4]

 

 

Notas



[1]  “Incidentalmente, me ocupo en otro lugar de la prestación del servicio de aguas corrientes a la población de Bahía Blanca, el que únicamente fue posible establecerlo, cuando las empresas del ferrocarril Sud y Pacífico emprendieron la obra, invirtiendo elevados capitales en las instalaciones, sin apoyo alguno financiero de los bahienses, primeros interesados en tan elemental beneficio. Por muchos años me tocó presidir la comisión local de la Compañía de Aguas Corrientes de Bahía Blanca, haciendo frente como mejor se podía a las continuas demandas que provocaba el crecimiento de la población y su mayor densidad...”.(Coleman, 1947, pp. 333).

 

[2] “Con el crecimiento de la ciudad, que se extiende más y más, aumenta el área que debe atender este servicio público. Por tal motivo no pueden ser satisfechos de inmediato los pedidos que se formulan en algunas zonas periféricas del ejido, ya que en esos lugares resulta insuficiente la capacidad de transporte de las líneas eléctricas” (La Nueva Provincia, 15/7/1953).

 

“La conexión con la Usina de Puerto Belgrano solucionará la escasez de energía eléctrica” (La Nueva Provincia, 15/7/1956).

 

“¿Cuándo y cómo tendrá solución el problema del servicio eléctrico  en nuestra ciudad?” (La Nueva Provincia, 20/5/1958).

 

“A principios del próximo año quedará prácticamente solucionado el problema eléctrico de Bahía Blanca.”... “El problema eléctrico y la radicación de industrias: Es alentador observar la plena ejecución de las obras en Ingeniero White pero es penoso confirmar dos casos concretos de radicación industrial frustrados: una gran planta manufacturera (¿la Kaiser para la fabricación de aluminio?) solicitaba 40.000 kw ; otra requería 10.000 kw para la elaboración de caucho sintético, que no se pudo satisfacer.” ...”Lo que queda por hacer: luego de tener habilitada una central termoeléctrica de 65.000 kw , restan dos problemas importantes: 1) la ampliación y tendido de nuevas y eficientes redes primarias y secundarias de suministro y 2) la extensión de líneas de transmisión para llevar parte de la energía a zonas vecinas como Coronel Suárez, Puán, Guaminí, Darregueira, Punta Alta, etc.” (La Nueva Provincia, 29/4/1959)

 

[3] Declaración del Intendente de Bahía Blanca, Agr. J.Linares, al diario La Nueva Provincia, Bahía Blanca, 7/9/2001.

 

[4] En 1993 se destina el edificio de la ex usina General San Martín como Museo Ferroviario de Bahía Blanca recientemente inaugurado.

 

 

 

Bibliografía

 

COLEMAN, A. Mi vida de ferroviario en la Argentina. Bahía Blanca: Talleres gráficos Panzini, 1947.

 

 

GRIPPO, S.; VISCIARELLI, S.  Investissements etrangers et services publics: problèmes et conflits dans la distribution de l’eau à Bahía Blanca (Argentine) aux XIX et XX siècles. En Annales Historiques de l’électricité. 2003. Nº1, p. 175-190.

 

 

GRIPPO, S. El proceso de abastecimiento de energía en la ciudad de Bahía Blanca (1880-2004). X Encontro de Geógrafos da América Latina, 2005.

 

 

La Nueva Provincia. Centenario de Bahía Blanca. Homenaje del diario La Nueva Provincia: 11 de abril 1828-1928. Bahía Blanca: La Nueva Provincia, 1928.

 

 

Municipalidad de Bahía Blanca. Plan de desarrollo de Bahía Blanca. Bahía Blanca, 1971.

 

 

Municipalidad de Bahía Blanca. Plan estratégico Bahía Blanca. Documento final. Bahía Blanca, 2000.

 

 

PIREZ, P. Gestión de servicios y calidad urbana en la ciudad de Buenos Aires. Revista Eure, 1999, Vol. XXV, Nº76, p. 125-140.

 

 

SCHIAVO, E. Innovación tecnológica, redes y servicios urbanos, una mirada desde el sur”. En MUSCAR BENASAYAG, E. (coord. comp.). Innovación y desarrollo en Latinoamérica: nuevas dinámicas en ciudades y regiones, Madrid: C.E.R.S.S.A.- TAIBAM, 1998.

 

© Copyright Silvia Beatriz Grippo y Stella Maris Visciarelli, 2005

© Copyright Scripta Nova, 2005

Ficha bibliográfica:

GRIPPO, S.; VISCIARELLI, S. Inversiones en servicios públicos y dinámica del espacio urbano. Scripta Nova. Revista electrónica de geografía y ciencias sociales. Barcelona: Universidad de Barcelona, 1 de agosto de 2005, vol. IX, núm. 194 (61). <http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-194-61.htm> [ISSN: 1138-9788]

Volver al índice de Scripta Nova número 194

Volver al índice de Scripta Nova


Menú principal