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Scripta Nova
REVISTA ELECTRÓNICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona. 
ISSN: 1138-9788. 
Depósito Legal: B. 21.741-98 
Vol. X, núm. 218 (59), 1 de agosto de 2006 


CARTOGRAFÍA HISTÓRICA, PLANEAMIENTO Y DISEÑO URBANOS.

Santa Cruz de Tenerife y el Plano Topográfico de 1927

Germán J. Delgado Pérez
Arquitecto: Jefe del Servicio de Edificación y Patrimonio
Excmo. Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife.


Cartografía histórica, planeamiento y diseño urbanos. Santa Cruz de Tenerife y el Plano Topográfico de 1927 (Resumen).

En esta comunicación se analizan el origen y los antecedentes del levantamiento planimétrico denominado Plano Topográfico de Santa Cruz de Tenerife, realizado en 1927 por los ingenieros militares Rafael Villa Calzadilla y Antonio Núñez Maturana durante el mandato del alcalde Don Santiago García Sanabria, y sus consecuencias prácticas posteriores como ejemplo de aplicación de los conocimientos obtenidos de las fuentes cartográficas históricas en el planeamiento y diseño urbanos contemporáneos. Con ello se pretende constatar como a partir de estas fuentes podemos intervenir con mayor rigor en la ciudad, con independencia del carácter multidisciplinar de este tipo de actuaciones.

El Plano Topográfico de Santa Cruz de Tenerife nos informa de manera rigurosa del estado de la ciudad Hacia 1927.  El documento consta de 31 hojas de formato cuadrado, de aproximadamente un metro de largo, realizadas a escala 1:500. En el momento de su consulta se encontraba depositado en el Servicio de Infraestructuras del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife. Sería deseable, que al igual que ocurre con otros documentos imprescindibles para el conocimiento del desarrollo histórico de la ciudad, hoy dispersos en distintas dependencias del Ayuntamiento, se depositaran en el Archivo Municipal, en un centro de documentación o museo de la ciudad que reúna mejores garantías de seguridad, con vistas a su conservación, consulta y difusión.

El estudio y análisis de esta documentación de la historia urbana de la ciudad de Santa Cruz de Tenerife permite obtener conclusiones  que pueden ser aplicables en enclaves geográficos de condiciones similares, en particular dentro del propio Archipiélago Canario, España, e incluso en el ámbito iberoamericano, enclaves a los que nos une afinidades históricas y culturales. En este trabajo se incide especialmente en el interés del conocimiento histórico de la ciudades que tenemos para abordar la planificación y el diseño urbano desde presupuestos culturales contemporáneos.

Palabras clave: cartografía histórica, planeamiento y diseño urbanos, Santiago García Sanabria, Santa Cruz de Tenerife, Canarias, España.


Historical cartography, urban design and planning: Santa Cruz de Tenerife and the 1927 Topographical Plan (Abstract).

This paper analyses the origin and background of the survey known as the Santa Cruz de Tenerife Topographical Plan, carried out in 1927 by military engineers Rafael Villa Calzadilla and Antonio Núñez Maturana when Mayor Santiago García Sanabria was in office, and the practical consequences arising from it, as an example of applying knowledge obtained from historical cartographic sources to contemporary urban design and planning. Our purpose is to establish how these sources can facilitate stricter intervention in the city, irrespective of the multidisciplinary nature of this type of action.

The Santa Cruz de Tenerife Topographical Plan provides rigorous information about the state of the city around 1927. The document consists of 31 squared sheets, approximately one metre long, at 1:500 scale. At the time of consultation, the plan was housed in the Infrastructure Services of Santa Cruz de Tenerife City Hall. As occurs with other documents currently scattered around various departments of the City Hall and vital for knowledge regarding the historical development of the city, it would be desirable for such documents to be deposited in the Municipal Archives, at an information centre or city museum that could provide higher security, with a view to their conservation, consultation and diffusion.

Studying and analysing such documentation concerning the urban history of Santa Cruz de Tenerife enables us to reach conclusions that may be applicable to geographical locations of similar conditions—especially within the Canary Islands (Spain) and even in Latin America—owing to cultural and historical affinities. This work particularly stresses our interest in a historical knowledge of cities so as to address urban design and planning from contemporary cultural assumptions.

Key words: historical cartography, urban design and planning, Santiago García Sanabria, Santa Cruz de Tenerife, Canary Islands (Spain).


En este trabajo se analizan los antecedentes, el origen del levantamiento planimétrico denominado Plano Topográfico de Santa Cruz de Tenerife, realizado en 1927[1] por los ingenieros militares Rafael Villa Calzadilla y Antonio Núñez Maturana durante el mandato del alcalde Don Santiago García Sanabria, sus consecuencias prácticas posteriores a partir de la aplicación de los conocimientos obtenidos de las fuentes cartográficas históricas en el planeamiento y diseño urbanos contemporáneos. Con ello se pretende constatar como a partir de estas fuentes podemos intervenir con mayor rigor en la ciudad, con independencia del carácter multidisciplinar de este tipo de actuaciones.

 Figura 1
Islas Canarias, Madeira, el sur de la península Ibérica y la costa Occidental de África

La presentación de comunicación en el VIII Coloquio de Geocrítica en Ciudad de México, me ha permitido estudiar nuevamente un documento que conocí en 1980, durante los trabajos de redacción del Plan Especial de Reforma Interior del Centro Histórico de Santa Cruz de Tenerife (en adelante PERI)[2], y revisar los conocimientos y experiencias obtenidos en una realidad concreta, con el ánimo de que éstas pueda ser de utilidad a aquellas personas interesadas en el planeamiento y diseño urbanos, la geografía y las ciencias sociales que se encuentren ante situaciones similares.

El Plano Topográfico de Santa Cruz de Tenerife nos informa de manera rigurosa del estado de la ciudad hacia 1927.  El documento consta de 31 hojas de formato cuadrado, de aproximadamente un metro de largo, realizadas a escala 1:500. En el momento de su consulta se encontraba depositado en el Servicio de Infraestructuras del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife. Sería deseable, que al igual que ocurre con otros documentos imprescindibles para el conocimiento del desarrollo histórico de la ciudad, hoy dispersos en distintas dependencias municipales, se depositaran en el Archivo Municipal, en un centro de documentación o museo de la ciudad que reúna mejores garantías de seguridad, con vistas a su conservación, consulta y difusión.

Para la redacción de este texto se ha partido en primer lugar del estudio, clasificación y digitalización del  citado documento técnico. Para ello se ha procedido fotografiando[3] cada una de las 31 hojas que lo componen, respetando su escala para que así pueda ser reproducido en soporte papel al mismo tamaño que el original. La reproducción digital del documento, dadas sus grandes dimensiones 7 x 7 metros lineales y 31 metros cuadrados de superficie, permite que éste pueda ser contemplado por primera vez como un documento unitario.

El estudio y análisis de esta documentación de la historia urbana de la ciudad de Santa Cruz de Tenerife  permite obtener conclusiones  que pueden ser aplicables en enclaves geográficos de condiciones similares, en particular dentro del propio Archipiélago Canario (Figura 1), España, e incluso en el ámbito iberoamericano, enclaves a los que nos une afinidades históricas y culturales. En este trabajo se incide especialmente en el interés del conocimiento histórico de la ciudades que tenemos para abordar la planificación y el diseño urbano desde presupuestos culturales contemporáneos, en particular de aquellas ciudades o fragmentos de ciudad que por sus especiales características históricas estén o deban estar sometidas a algún nivel de protección, con independencia del carácter multidisciplinar de la propia práctica de la planificación urbana.

En una comunicación anterior  ya manifesté la necesidad de que la planificación urbana partiera  en primer lugar de la ciudad que tenemos, que hemos heredado, levantando acta de la ciudad real, de las necesidades y demandas de sus habitantes. El paso previo en el camino largo y a veces sinuoso hacia la ciudad que anhelamos, y por qué no hacia la ciudad utópica. Ante cualquier actuación que se prevea desarrollar en el ámbito urbano debemos evitar considerar a éste como un papel en blanco[4] o una tabula rasa[5], sobre la que pudiéramos intervenir, prescindiendo e ignorando lo existente, tanto en el orden social, material, como documental. Valorar en su justo término el legado de la historia es un ejercicio elemental de máxima economía material e intelectual[6].

Ese ejercicio se pudo poner en práctica a comienzo de la década de los 80, cuando para la  redacción del PERI de la ciudad de Santa Cruz de Tenerife hubo que recurrir a la cartografía histórica, al mencionado Plano Geométrico de 1927 (figura 2), como medio imprescindible para generar la planimetría del nuevo planeamiento de la ciudad. El suelo urbano contenido en dicho plano es aproximadamente igual al ámbito ordenado por dicho Plan Especial de Reforma Interior, cuya elaboración obedeció a la política de la primera corporación, surgida tras las elecciones del 3 de abril de 1979[7], que se había propuesto como objetivo prioritario poner freno al deterioro continuo de las condiciones ambientales y de vida urbana del Centro Histórico de la ciudad. Se  pretendía cambiar la política urbanística seguida hasta entonces, regida casi exclusivamente por un aprovechamiento desmesurado de la capacidad edificatoria del suelo,  propiciada por planteamientos especulativos que no reconocían otros valores en la ciudad que los derivados de una inmediata rentabilidad económica. Este era el panorama en todo el territorio nacional durante el franquismo,  sorprendentemente aún vigente en muchas ciudades españolas.

Figura 2
Plano geométrico de Santa Cruz de Tenerife, 1927

Fotomontaje. Recuadrados, los espacios colectivos más representativos de la ciudad del momento

El planeamiento del Centro Histórico de Santa Cruz de Tenerife (figura 3) se elaboró a partir de un método de trabajo muy artesanal, muy común por entonces. Ciudades como Bolonia, Stuttgart, Barcelona, Madrid, etc., también emplearon métodos similares en la redacción de sus instrumentos de planeamiento[8]. El seguimiento político sobre el desarrollo del trabajo fue permanente, discutiéndose con cada uno de los portavoces de las cinco fuerzas políticas presentes entonces en la corporación, cada uno de los aspectos sobre los que se iba avanzando. El trabajo resultó finalmente aprobado en todas sus fases por unanimidad. Este sistema de  proceder atípico, por inusual, rudimentario y  poco o nada  profesionalizado, supuso un  enriquecimiento  enorme tanto para el proyecto en si  como para los que en él intervenimos. Significó la formación técnica  de un  grupo de  arquitectos jóvenes  con experiencia en  planeamiento, como  alternativa necesaria y  contrapeso, frente a los equipos que representaban el urbanismo oficial y ortodoxo del periodo político anterior.

Figura 3
PERI del Centro Histórico (1982)

. A la derecha, comparación con la cartografía de 1927

 
Al inicio del proceso de redacción del Plan, a falta de una cartografía adecuada hubo que elaborarla tomando como base una documentación cartográfica imprecisa, denominada “GEOFASA[9]”, que se fue completando y enriqueciendo con el trabajo de campo y la consulta de determinados planos históricos y fotografías aéreas adquiridas al efecto. Entre dicha documentación cartográfica contaban: el denominado plano topográfico a escala 1:500 de 1927, objeto de esta comunicación; el levantamiento taquimétrico, también a escala 1:500, elaborado por los aparejadores municipales durante la redacción del Plan General de Ordenación Urbana de 1957; una completa colección de fotografías aéreas también a escala 1:500 que abarcaba todo el ámbito del trabajo y sus alrededores; y un plano catastral a escala 1:2000 facilitado por el propio Ayuntamiento.

La experiencia, en misiones imposibles, de algunos miembros del equipo[10]de trabajo, hizo viable la elaboración  de una  cartografía  propia, “virtual” por inexacta e imprecisa, pero de una importancia capital para elaborar el imprescindible planeamiento de protección. De entre toda la documentación empleada resultó determinante el referido Plano Geométrico, que incluía la ciudad consolidada hasta la fecha, así como las barreras  geográficas -costa y montañas- al  crecimiento urbano, y el territorio circundante susceptible de ser ganado para la expansión de la ciudad, al sur de la ciudad consolidada, a su vez delimitada entre por dos grandes accidentes naturales, los barrancos de Santos y del Hierro.

Figura 4
Ortofotografía 1998

La retícula representa las diferentes hojas que conforman el Plano Geométrico de 1927.
A trazos verdes los barrancos de Santos, al Norte "derecha" y el Hierro, al Sur "izquierda";
a trazos amarillos, territorio cartografiado en 1927; a trazos rojos el territorio ordenado por el PERI de 1982

Tomando como base ese plano a escala 1:2.000 y la documentación complementaria ya mencionada, se procedió a la elaboración de una cartografía propia[11], para salir del paso y poder acometer el proyecto, con los defectos dimensionales propios de un sistema de trabajo inexacto, desde el punto de vista métrico y cuantitativo. Con dicha documentación se elaboró un documento riguroso que cumplió una función de valor incalculable. Las ventajas y limitaciones de este tipo de tareas son indudables. Por una parte, obliga a los redactores a adquirir un conocimiento exhaustivo del ámbito de actuación y de laciudad en general, al tener que realizar  mucha labor  de campo. Por otra, introduce determinadas incertidumbres e inexactitudes geométricas, dificultando y haciendo más compleja la redacción final, aunque sin menoscabar su rigor técnico e intelectual. En algunas ocasiones la falta de medios se puede suplió con mucho esfuerzo, trabajo personal y entusiasmo, que era lo que más abundaba entonces. La escasez de medios humanos y materiales no fue un obstáculo insalvable.

También parece oportuno valorar aquí como el  método de elaboración del proyecto puede tener incidencia en el resultado final, concretamente en cada una de las propuestas, en su formalización en la redacción de los documentos planteamiento gráfico.

Como indiqué antes, la primera de las tareas consistió en la delimitación del área de intervención,  comprendida entre la ladera del macizo de Anaga, límite de la ciudad por el Norte; el barranco de Santos hasta su desembocadura, el límite por el Sur; al Este, el mar (figura 5). Este ámbito, equivalente al suelo urbano consolidado, que ya aparecía en la cartografía de 1927, fue el que motivó el  Plan Especial de Reforma Interior, con la finalidad de rehabilitar el casco urbano y proteger sus valores histórico-artísticos, tradicionales, arquitectónicos y medioambientales.

La utilización de la cartografía histórica permitió profundizar en el conocimiento de la ciudad y el territorio circundante, en su formación y desarrollo. En el ámbito delimitado, coincidente de manera aproximada con el crecimiento de la ciudad hasta los años cincuenta, proyectado en parte sobre la base cartográfica del 27, existía una estrecha relación entre el modelo de urbanización, la tipología edificatoria y el trazado de las calles, resultado de un modo de hacer arquitectura y ciudad desde presupuestos urbanísticos artesanales. Era un modelo compacto, concebido como ámbito de convivencia, alejado de la concepción mercantilista y especulativa de los desarrollos urbanos actuales. Los espacios urbanos recogidos en dicha documentación hoy constituyen los más representativos de la ciudad, a pesar de todos los tipos de agresiones sufridas injustificadamente. Nos referimos a: las plazas de Regla y San Telmo, desaparecidas; la de la Iglesia de la Concepción, parcialmente desaparecida; la de La Candelaria, transformada; la alameda del Duque de Santa Elena, totalmente transformada; la plaza de San Francisco, transformada en sucesivas ocasiones; la del Príncipe de Asturias, parcialmente destruida y posteriormente reconstruida; la de Santo Domingo; la de Ireneo González, transformada en el marco del denominado “Plan Urban”, de carácter injustificadamente uniformizador; la del General Weyler, totalmente transformada por el arquitecto municipal Enrique Rumeu de Armas; la de 25 de julio o de los Patos, rehabilitada; la Militar o de Pedro Schwartz, transformada; la plaza de toros, amenazada de demolición en la Revisión del Plan General, actualmente en redacción, etc.

Lamentablemente, soplan malos vientos para las intervenciones de carácter rehabilitador, que se apoyan en lo preexistente y refuerzan las señas de identidad de la comunidad, valorando la ciudad que tenemos y conocemos. Estas propuestas no tienen continuidad. Se ha optado, sin embargo, por aquellas otras que parten de una concepción del desarrollo social y del progreso deficiente, acomplejada, propia de los planteamientos proyectuales de los 60, que infravaloraban lo propio. La ignorancia, el oportunismo y los intereses económicos dan pie a planteamientos anodinos que pretenden mejorar la realidad menospreciando los recursos materiales, técnicos y culturales ya existentes. No se tiene en cuenta, sin embargo, la posibilidad de mejorar y explotar las propias potencialidades por medio de una gestión constante y sistemática, sino que se opta, generalmente, por objetivos a corto plazo, de apariencia brillante, instantáneos, como si se pretendiese parodiar las propuestas periclitadas de Le Corbusier para el Plan Voisin.


La práctica del diseño urbano a partir de la información cartográfica histórica

En esta comunicación también pretendemos analizar diferentes formas de actuación en la ciudad, que parten de presupuestos teóricos y proyectuales diversos. Desde la pseudo-restauración, propuesta recientemente en la ciudad, de una edificación histórica descontextualizada: la ermita de Regla; la reinterpretación de un espacio urbano parcialmente desaparecido: plaza de la iglesia de La Concepción; la restauración e intervención de un espacio parcialmente modificado: plaza del Príncipe de Asturias;  y la plaza de Ireneo González como ejemplo de espacio público desaparecido, aún recuperable a partir de la cartografía histórica.

El contenido de este trabajo también se podría extender a otras actuaciones que han supuesto la desactivación de previsiones urbanísticas tópicas, erróneas, que una vez formuladas se mantienen de manera engañosa en el imaginario colectivo como supuestos objetivos a los que una comunidad no debería renunciar, aunque se hubiese constatado su innecesariedad. Ejemplos de este tipo de actuaciones lo constituyó en su día la prolongación de la avenida de Bravo Murillo y actualmente algunas peatonalizaciones indiscriminadas, etc.


La ermita de Regla y su entorno

La ermita de Regla, fundada en 1643 para servir a las guarniciones del castillo o batería de San Juan, emplazado entonces en las afueras de la ciudad, fue dedicada a Nuestra Señora de Guadalupe, según relata Alejandro Cioranescu . En el Plano Geométrico de 1927 (figura 5)  se puede  observar su emplazamiento junto al mar, en la planicie de los Llanos (figura 6), próxima al castillo, hoy integrado en el Parque Marítimo diseñado  por el artista César  Manrique. Hasta hace pocos años su relación con el terreno circundante se había mantenido inalterada (figura 7). Sin embargo, el proyecto redactado para la vía de penetración a la ciudad desde el sur, en cumplimiento de las previsiones del Plan General de Ordenación Urbana de 1992, y su ejecución posterior sobreelevando la rasante de dicho acceso sobre el terreno circundante, ha dado lugar a que la citada edificación religiosa se encuentre hoy semienterrada con respecto a su entorno y en unas condiciones de absoluta precariedad (Figura 8). La depresión en la que hoy se emplaza plantea problemas de evacuación de  aguas pluviales y una compleja integración del edificio con el espacio circundante.
 
 

Figuras 5 y 6
Hoja del Plano Geométrico de 1927,  correspondiente a la Ermita de Regla, frente al mar, en el paraje conocido como Los Llanos y fotografía área del lugar en enero de 1972


La reciente propuesta de la Consejería de Cultura y Deportes del Cabildo Insular que bajo la denominación “proyecto de restauración”  plantea la destrucción parcial y reconstrucción de la edificación para adecuarla a las rasantes actuales, no parece el camino más adecuado y causa cierta perplejidad teniendo en cuenta que dicho organismo detenta las competencias insulares en materia de defensa y protección del Patrimonio Histórico. En cualquier caso la posible solución habría de venir del estudio y resolución de los problemas técnicos planteados, entre los que destaca sin lugar a dudas la evacuación de las aguas de lluvia y la creación de un entorno adecuado y respetuoso para que la edificación pueda convivir con la realidad urbana actual.


Figura 7

La ermita de Regla a principios del siglo XX

Figura 8
La ermita de Regla en la actualidad


La plaza de la iglesia de La Concepción

El primer núcleo edificado de Santa Cruz de Tenerife se estableció en las proximidades del barranco de Santos, junto al mar. Este asentamiento primitivo se emplazó en los alrededores del lugar ocupado actualmente por la iglesia de La Concepción.

En el primer plano conocido de la ciudad, el de Torriani de 1588, ya se observa el embrión de lo que fue ese núcleo originario, en el las edificaciones aún no alcanzan a configurar una estructura urbana definida. Este modelo de ocupación del territorio, sin planificación previa, explica la irregularidad del trazado que dio lugar a espacios recoletos de concepción mudéjar, como la primitiva plaza de la Iglesia. En la cartografía posterior a 1680 aparece ya reflejada la iglesia de La Concepción y la plaza. Sin embargo, será en el plano de Santa Cruz de Tenerife, sus castillos, muelle, costa y sondeo -levantado por orden S.M. en el año 1740-, donde aparece la plaza por primera vez configurada como tal. El Plano Geométrico de 1927 recoge el estado de la plaza tal y como se mantuvo hasta los años sesenta, cuando fue destruida la manzana de casas que la delimitaba por el este, motivada por la apertura de la Avenida de Bravo Murillo, a raíz de la ejecución del Plan General de Ordenación Urbana de 1957. El cambio de orientación de la política urbanística, coincidente con la primera corporación democrática, posibilitó que se tomasen medidas para la conservación del patrimonio, defensa del paisaje, etc. El marco urbanístico de esta política fue el PERI del Centro Histórico antes citado. El primer proyecto redactado para contribuir a la recuperación del Centro Histórico fue precisamente el de la Plaza de la iglesia de La Concepción .

El solar sobre el que se reproyectó la plaza fue el resultado de la acción del planeamiento desarrollista y destructor de los años cincuenta, que generó un espacio marginal junto a la anodina Avenida de Bravo Murillo, constituido por la antigua Plaza, reflejada en el levantamiento de 1927 (figura 9), y el vacío producido por la demolición de las edificaciones anteriores a la apertura de la avenida.
 

Figuras 9 y 10
Hoja del Plano Geométrico de 1927,  correspondiente a la plaza de la iglesia de 
La Concepción y proyecto de rehabilitación 
A trazos el trazado posterior de la avenida Bravo Murillo.

La apertura de ésta contribuyó a borrar el espacio de la Plaza y desdibujar el entorno de la iglesia de La Concepción. Su torre, concebida para ser percibida desde un espacio recoleto, parecía ahora empequeñecida, y las traseras de la iglesia que no habían sido concebidas para ser percibidas desde una perspectiva tan amplia surgían ahora desordenadas. Debido a esas intervenciones, el pequeño espacio de la plaza, que acentuaba la imponente fábrica de la torre de cincuenta metros de altura, dio paso a un lugar amorfo, sin identidad, situado a su vez junto a una avenida desprovista de carácter que discurría además a una cota superior a la de la plaza. El hecho de que dicho espacio fuese el más bajo de la ciudad y la coincidencia en ese lugar de determinadas infraestructuras eléctricas de alta tensión y de saneamiento, añadieron complejidad al proyecto. No se trataba solo de resolver un simple problema de diseño urbano, limitado a ordenar con cierta racionalidad una superficie, sino la restitución de un espacio desaparecido, tomando como guía la documentación histórica y  s resolver también un problema técnico de cierta complejidad. Por ello entre los objetivos del proyecto inicial (figura 10), redactado en 1982, contaba la recuperación de la dignidad urbana y el empleo de unos criterios de diseño que permitiesen la lectura del trazado original, recuperando el primitivo espacio de la plaza, reinterpretando el jardín,  resolviendo el encuentro de ese espacio con la avenida Bravo Murillo, conservando el arbolado existente y definiendo el nuevo. La recuperación del primitivo espacio de la plaza se planteó a través de la geometría, el tipo y posición del arbolado y la definición del jardín central.

Para resolver el encuentro con la avenida Bravo Murillo se plantearon varias opciones (banco lineal sobre la plaza, pérgola, etc.), optándose finalmente por una escalinata longitudinal que se adaptase al máximo a la realidad existente sin modificar la topografía.

El jardín era el elemento preexistente más importante de la plaza, mediante su diseño se enfatiza su relevancia dentro del conjunto, reforzada a su vez por la neutralidad del resto de los elementos que la conforman -pavimentos, iluminación, disposición del arbolado, etc.-. De él parten todas las líneas maestras que definen la geometría, se bordea de una amplia acera de piedra en la que se apoya el arbolado, se le dota de volumen mediante una verja y se concentra en su perímetro la máxima intensidad de luz. En el interior se plantea un jardín inaccesible al público, para albergar en él la cruz de mármol que conmemora la fecha de la Conquista.


Las plazas del Príncipe y de Ireneo González: dos actitudes proyectuales contrapuestas ante problemas similares

Aunque  diferentes en  cuanto a  dimensiones, los  espacios  públicos  de las  plazas del Príncipe  de Asturias  e Ireneo González , ambos  obra del arquitecto  Municipal  Manuel  de Oraá y Arcocha, son representativos de la ciudad por diferentes razones.

La primera de las plazas fue proyectada sobre el solar correspondiente a la huerta desamortizada de un antiguo convento franciscano, adquirida por el Ayuntamiento capitalino por acuerdo adoptado en sesión plenaria celebrada de 27 de noviembre de 1857 (figura 11). La plaza de forma cuadrangular se proyectó como un recinto cerrado sobreelevado sobre tres de las cuatro calles a que da frente. En los años sesenta del siglo XX  su frente principal fue demolido para realizar el ensanche de la calle Valentín Sanz dentro de las obras contempladas en el proyecto conocido como “El Cuadrilátero” . Al igual que otras intervenciones realizadas en el centro de la ciudad el pretendido saneamiento se realizó a costa de sacrificar los episodios urbanos más significativos del Centro Histórico -plazas del Príncipe y San Francisco- y la destrucción de su patrimonio arquitectónico. La ejemplar intervención realizada en los años 80, según proyecto redactado por el arquitecto Juan Carlos Díaz-Llanos La Roche ha contribuido a restituir la plaza a su estado original.  Esta último junto al Instituto de 2ª Enseñanza, proyectado en su día también por el arquitecto Manuel de Oraá y Arcocha .

Dando frente al segundo de estos espacios públicos (figura 12), conocido inicialmente como plaza de La Constructora , se encuentra el edificio de enseñanza de la Institución Bernabé Rodríguez, proyectado también por Manuel de Oraá y datado en 1882, también reflejada en el Plano Geométrico de 1927. Su estado original se conservó hasta fechas recientes en que fue transformada dentro de las obras de peatonalización contempladas en el denominado “Plan Urban”. Una intervención, en este caso, poco afortunada que desplazó la escultura situada en el parterre central a uno de los bordes como si de un elemento más de mobiliario urbano se tratase, perdiéndose la oportunidad de restituir a este espacio público, recoleto y característico de la ciudad sus valores originales.
 
 

Figuras 11 y 12
Hojas del Plano Geométrico de 1927 correspondientes a las plazas 
del Príncipe e Ireneo González así como otros espacios públicos



A modo de conclusión

Como resultado cabría destacar la necesidad de conocer el proceso de desarrollo histórico de las ciudades, así como la documentación de su historia urbana, para poder abordar su planificación y diseño con un mínimo de solvencia desde presupuestos culturales contemporáneos, en particular de aquellas ciudades o fragmentos de ciudad que por sus especiales características históricas estén o deban ser sometidas a algún nivel de protección.

Es necesario, e incluso imprescindible, partir en primer lugar de la ciudad que tenemos, levantando acta de la ciudad real y las necesidades y demandas de sus habitantes para poder plantear con garantías una propuesta de futuro. Cualquier otro planteamiento está abocado de antemano al fracaso. Se trata no solo de preservar  y velar por la identidad de las ciudades como espacios de convivencia, como el mundo de los recuerdos y los sueños de sus habitantes, indagando cuáles son las características que hacen que una ciudad sea diferente del resto y apostar por ellas, en vez de imitar sin más lo que se hace en otras latitudes, algunas veces con criterio, pero la mayor parte de las veces carente de él.

En cualquier caso, por garantía e higiene democráticas, toda actuación que se desarrolle o se prevea plantear en la ciudad debería partir de una documentación exhaustiva de los recursos existentes, evitando que ésta sea considerada como un “papel en blanco” o una “tabula rasa” donde se intervenga de manera agresiva, prescindiendo o ignorando las preexistencias (figura 13), tanto sociales, como materiales o documentales.

Figura 13
Remodelación del “Cuadrilátero”

Si se parte de la base de que vivimos en un mundo con recursos limitados, el esfuerzo por mejorar debe estar encaminado a obtener más con menos, optimizando al máximo los recursos disponibles y utilizando estos para resolver las verdaderas necesidades de los ciudadanos.
 

Notas

[1]El Plano Topográfico aparece fechado en octubre de 1927 y firmado por los ingenieros encargados de su levantamiento.
 

[2]El PERI del Centro Histórico, obtuvo el  Primer Accésit del “Concurso Nacional de Urbanismo, correspondiente al año 1982 y fue redactado por un equipo profesional compuesto por los arquitectos: Rafael de Cáceres Zurita, como director; Germán J. Delgado Pérez, Hugo Luengo Barreto, Alberto Luengo Barreto, José Trujillo La-Roche y Luís A. Abréu Fernández, incorporándose a lo largo del desarrollo del trabajo otros profesionales que colaboraron en temas puntuales o sectoriales. Entre estos últimos cabe citar a los abogados Luciano Parejo Alfonso y Eduardo Silgo Villegas; a la profesora de Historia del Arte María Isabel Navarro Segura; al ingeniero de caminos, canales y puertos Manuel Fernández del Castillo Massieu, que realizo el estudio de tráfico rodado; el arquitecto municipal Juan Fernández de Villalta; el también arquitecto Carlos A. Schwartz Pérez, responsable de las fotografías del catálogo de protección del patrimonio arquitectónico; y los arquitectos Felipe Artengo Rufino y Sebastián Matías Delgado Campos que colaboraron en el denominado “Informe Centro Histórico”.
 
[3]El trabajo fotográfico ha sido realizado de manera desinteresada en las dependencias de la Gerencia Municipal de Urbanismo de Santa Cruz de Tenerife por el aparejador municipal y fotógrafo Juan Pedro Valdés González, durante de junio y julio de 2005
 
[4]Como plantean Joseph Parcerisa Bundó y María Rubert de Ventós  La Ciudad no es una hoja en blanco. La ciudad es un gran registro de sucesos. Las generaciones han dejado ahí grabado su talento, sus contradicciones y limitaciones.
 
[5]Noción definida por el arquitecto Rafael Moneo en su intervención en la Conferencia Internacional sobre Patrimonio Mundial y Arquitectura Contemporánea que tuvo lugar en Viena en mayo de 2005, con el título “The interrelation between economic development, contemporany architecture and preservation of historic urban enviroments”. El autor defendió entonces que la libertad de expresión del arquitecto para producir la nueva arquitectura requería la noción de “tabula rasa”, defendiendo asimismo la ciudad como un desarrollo continuo en el tiempo justificándolo con el hecho de que la historia de la arquitectura está repleta de edificios que han sido construidos sobre otros que previamente existían. La conferencia estuvo organizada por el Centro del Patrimonio Mundial de París, dependiente de UNESCO y por el Consejo Internacional de Monumentos y Sitios, ICOMOS.
 
[6]DELGADO PÉREZ, Germán J. La  ciudad  que queremos.  Apología  de  un  urbanismo radical. Planeamiento urbanístico, participación ciudadana y gestión. El caso de la ciudad de Santa Cruz de Santiago de Tenerife 1980-2005. Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales,Universidad de Barcelona, vol. IX, 2005, nº 194 (117), 1 de agosto 2005. Los agentes urbanos y las políticas sobre la ciudad. Número extraordinario dedicado al VII Coloquio Internacional de Neocrítica (Actas del Coloquio).
 
[7]El proceso de transformación y cambio político en España, se inicia con la escenificación de la muerte del General Franco el 20 de noviembre de 1975, curiosamente coincidente con el aniversario del fusilamiento de José Antonio Primo de Rivera, fundador del partido fascista Falange Española, que tuvo lugar en 1936. La muerte del dictador supuso la apertura hacia el futuro de una puerta para un país que soportó durante treinta y cinco años un régimen dictatorial surgido de la guerra civil de 1936. Fallecido el autoproclamado Caudillo y coronado el Rey de España, el último jefe del Gobierno designado por Franco, Carlos Arias Navarro, prosiguió en su cargo hasta julio de 1976. Sin embargo, en  este  primer Gabinete de la Monarquía, Arias Navarro se vio obligado a incluir a varios ministros partidarios de desmantelar el régimen franquista para dar paso a un régimen democrático, se inició un periodo de transición política auspiciado por el propio monarca que, consciente de la voluntad popular, se propuso legitimar el régimen heredado del franquismo para transformarlo en una monarquía constitucional. Este proceso iniciado con la Ley de Reforma Política, refrendada  por los españoles  en diciembre de 1976, se continuó con las elecciones legislativas de junio de 1977 culminando con la aprobación de la Constitución en diciembre de 1978, mediante referéndum. Una vez aprobada la Constitución, la celebración nuevamente de elecciones legislativas el primero de marzo de 1979 y, más tarde, elecciones municipales en abril del mismo año, sirvieron para refrendar la normalización de la vida política española. Ese proceso de normalización  de la vida política española ha continuado sin pausa hasta nuestros días, aunque no exenta de múltiples intentonas golpistas y contratiempos.
 
[8]El primer documento se materializó en un expediente, fechado en junio de 1980, denominado en conjunto “Informe Centro Histórico”. Suponía un estudio exhaustivo de la ciudad, y contenía la información y las orientaciones básicas necesarias para iniciar la redacción del PERI., respaldado todo ello por un detallado y minucioso informe jurídico, elaborado por los profesores García de Enterría y Parejo Alfonso.
Consecuentemente con el proceso iniciado, el Pleno del Ayuntamiento acordó por unanimidad, el 28 de julio del mismo año, encargar la formación de un Plan Especial de Reforma Interior, de finalidad rehabilitadora del casco urbano y protectora de los valores: histórico-artísticos, tradicionales, arquitectónicos y medioambientales de la ciudad, que abarcase, en líneas generales, el área comprendida entre la ladera del macizo de Anaga, el barranco de Santos hasta su desembocadura y el mar. Delimitándose con precisión el ámbito de planeamiento, en virtud del acuerdo adoptado el 5 de septiembre.
Previamente al inicio de los trabajos, cuya contratación dictaminó favorable-mente la Comisión Municipal Permanente el 30 de septiembre, se procedió a la suspensión de licencias en todo el ámbito, procediéndose a la redacción del Plan en dos etapas de forma que se pudiese en ambos casos levantar dicha suspensión al amparo del artículo 120 del RPLS.
La aprobación del Avance, incluyendo ambos sectores, se produce el 28 de julio de 1981 y la aprobación inicial el 18 de septiembre, algo menos de un año después de que comenzara su redacción.
Una vez contestadas las alegaciones, se produjeron las aprobaciones, provisional y definitiva los días 23 de junio  y 11 de octubre de 1982 respectivamente, esta última por el Consejo Permanente de la Junta de Canarias.
 
[9]Corresponde a las siglas de la empresa Geología y Fotografía Aérea S.A.
 
[10]Un papel fundamental en la elaboración de esa cartografía lo tuvieron los hermanos Luengo Barreto, arquitectos con experiencia en este tipo de misiones  y trabajadores empedernidos que, durante la redacción del Plan Parcial de uno de los barrios más complejos del municipio limítrofe de San Cristóbal de La Laguna -San Matías-, ante la ausencia de cartografía y medios técnicos suficientes para elaborar el trabajo, consiguieron levantar todo el barrio a cinta métrica, con la ayuda de una brújula procedente de un barco de vela ligera y la colaboración de los vecinos del barrio. Su papel en la elaboración de esa cartografía “virtual”, por inexacta e imprecisa, fue capital.
 
[11]La cartografía que sirvió como base para la redacción del PERI fue elaborada por el delineante municipal Eduardo del Castillo. Posteriormente fueron incluidas las propuestas de ordenación del Plan por el arquitecto Germán J. Delgado Pérez, autor del presente texto.
 
[12]Cionarescu, Alejandro. Historia de Santa Cruz de Tenerife. Servicio de Publicaciones de la Caja General de Ahorros de Santa Cruz de Tenerife, 1977.
 
[13]Fotografía aérea correspondiente al vuelo a escala 1:13.000 realizado por GEOFASA -Geología y Fotografía Aérea- en enero de 1972.
 
[14]El denominado Proyecto de restauración de la Ermita de regla ha sido redactado por los arquitectos José Antonio González Pérez y Urbano Yanes Tuña por encargo de la Consejería de Cultura y Deportes del Cabildo Insular de Tenerife.
 
[15]El proyecto de rehabilitación fue redactado por los arquitectos Rafael de Cáceres Zurita -1ª Fase- y Germán J. Delgado Pérez -1ª, 2ª Fases y dirección de obra-. Figura recogido en la Guía de Arquitectura Contemporánea. Tenerife 1962-1998, realizada por el arquitecto Gabriel Ruiz Cabrero y publicada en Santa Cruz de Tenerife en 1999 por el Cabildo Insular de Tenerife y el Colegio de Arquitectos de Canarias. También se puede consultar en el nº 13 de la revista BASA –Renovar la arquitectura del pasado-, 1990, págs. 64 a 69.
 
[16]La figura de Manuel de Oraá está tratada en el número 3 de la revista BASA, publicación del Colegio de Arquitectos de Canarias, que recogió el contenido de la exposición “Manuel de Oraá (1822-1889)”
 
[17]El Proyecto de reforma y urbanización de la zona comprendida entre las calles de San José, Valentín Sanz, Suárez Guerra, Emilio Calzadilla y Avenida de Cuba, conocido como “El Cuadrilátero”, fue promovido por el Ayuntamiento de Santa Cruz y redactado por la Oficina Técnica Municipal, dirigida por entonces por el Arquitecto Enrique Rumeu de Armas. Fue aprobado inicialmente en julio de 1956. Dicho proyecto desarrollaba la denominada Reforma nº 2 del Plan General de Ordenación Urbana de 1957.
 
[18]Como señala Alejandro Cioranescu “…la plaza de la Constructora, llamada después de Ireneo González, es un espacio reservado dentro de sus solares por la Sociedad Constructora, hacia 1871, para este fin…”. Dicho nombre, según relata el citado historiador se le puso en 1918. Ireneo González Hernández (1842-1918) fue catedrático de latín, retórica y poética, lengua castellana y religión.


Bibliografía
 
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Ficha bibliográfica:

DELGADO PÉREZ, G.J. Cartografía histórica, planeamiento y diseño urbanos. Scripta Nova. Revista electrónica de geografía y ciencias sociales.  Barcelona: Universidad de Barcelona, 1 de agosto de 2006, vol. X, núm. 218 (59). <http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-218-59.htm> [ISSN: 1138-9788]

 
 

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