REVISTA ELECTRÓNICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES Universidad de Barcelona. ISSN: 1138-9788. Depósito Legal: B. 21.741-98 Vol. X, núm. 218 (59), 1 de agosto de 2006 |
CARTOGRAFÍA HISTÓRICA, PLANEAMIENTO Y DISEÑO URBANOS.
Santa Cruz de
Tenerife y el Plano Topográfico de 1927
Germán
J. Delgado Pérez
Arquitecto:
Jefe del Servicio de Edificación y Patrimonio
Excmo. Ayuntamiento
de Santa Cruz de Tenerife.
Cartografía histórica, planeamiento y diseño urbanos. Santa Cruz de Tenerife y el Plano Topográfico de 1927 (Resumen).
En esta comunicación se analizan el origen y los antecedentes del levantamiento planimétrico denominado Plano Topográfico de Santa Cruz de Tenerife, realizado en 1927 por los ingenieros militares Rafael Villa Calzadilla y Antonio Núñez Maturana durante el mandato del alcalde Don Santiago García Sanabria, y sus consecuencias prácticas posteriores como ejemplo de aplicación de los conocimientos obtenidos de las fuentes cartográficas históricas en el planeamiento y diseño urbanos contemporáneos. Con ello se pretende constatar como a partir de estas fuentes podemos intervenir con mayor rigor en la ciudad, con independencia del carácter multidisciplinar de este tipo de actuaciones.
El Plano Topográfico de Santa Cruz de Tenerife nos informa de manera rigurosa del estado de la ciudad Hacia 1927. El documento consta de 31 hojas de formato cuadrado, de aproximadamente un metro de largo, realizadas a escala 1:500. En el momento de su consulta se encontraba depositado en el Servicio de Infraestructuras del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife. Sería deseable, que al igual que ocurre con otros documentos imprescindibles para el conocimiento del desarrollo histórico de la ciudad, hoy dispersos en distintas dependencias del Ayuntamiento, se depositaran en el Archivo Municipal, en un centro de documentación o museo de la ciudad que reúna mejores garantías de seguridad, con vistas a su conservación, consulta y difusión.
El estudio y análisis de esta documentación de la historia urbana de la ciudad de Santa Cruz de Tenerife permite obtener conclusiones que pueden ser aplicables en enclaves geográficos de condiciones similares, en particular dentro del propio Archipiélago Canario, España, e incluso en el ámbito iberoamericano, enclaves a los que nos une afinidades históricas y culturales. En este trabajo se incide especialmente en el interés del conocimiento histórico de la ciudades que tenemos para abordar la planificación y el diseño urbano desde presupuestos culturales contemporáneos.
Palabras clave: cartografía histórica, planeamiento y diseño urbanos, Santiago García Sanabria, Santa Cruz de Tenerife, Canarias, España.
Historical cartography, urban design and planning: Santa Cruz de Tenerife and the 1927 Topographical Plan (Abstract).
This paper analyses the origin and background of the survey known as the Santa Cruz de Tenerife Topographical Plan, carried out in 1927 by military engineers Rafael Villa Calzadilla and Antonio Núñez Maturana when Mayor Santiago García Sanabria was in office, and the practical consequences arising from it, as an example of applying knowledge obtained from historical cartographic sources to contemporary urban design and planning. Our purpose is to establish how these sources can facilitate stricter intervention in the city, irrespective of the multidisciplinary nature of this type of action.
The Santa Cruz de Tenerife Topographical Plan provides rigorous information about the state of the city around 1927. The document consists of 31 squared sheets, approximately one metre long, at 1:500 scale. At the time of consultation, the plan was housed in the Infrastructure Services of Santa Cruz de Tenerife City Hall. As occurs with other documents currently scattered around various departments of the City Hall and vital for knowledge regarding the historical development of the city, it would be desirable for such documents to be deposited in the Municipal Archives, at an information centre or city museum that could provide higher security, with a view to their conservation, consultation and diffusion.
Studying and analysing such documentation concerning the urban history of Santa Cruz de Tenerife enables us to reach conclusions that may be applicable to geographical locations of similar conditions—especially within the Canary Islands (Spain) and even in Latin America—owing to cultural and historical affinities. This work particularly stresses our interest in a historical knowledge of cities so as to address urban design and planning from contemporary cultural assumptions.
Key words: historical cartography, urban design and planning, Santiago García Sanabria, Santa Cruz de Tenerife, Canary Islands (Spain).
En este trabajo se analizan los antecedentes, el origen del levantamiento planimétrico denominado Plano Topográfico de Santa Cruz de Tenerife, realizado en 1927[1] por los ingenieros militares Rafael Villa Calzadilla y Antonio Núñez Maturana durante el mandato del alcalde Don Santiago García Sanabria, sus consecuencias prácticas posteriores a partir de la aplicación de los conocimientos obtenidos de las fuentes cartográficas históricas en el planeamiento y diseño urbanos contemporáneos. Con ello se pretende constatar como a partir de estas fuentes podemos intervenir con mayor rigor en la ciudad, con independencia del carácter multidisciplinar de este tipo de actuaciones.
Figura
1
Islas Canarias,
Madeira, el sur de la península Ibérica y la costa Occidental
de África
La presentación de comunicación en el VIII Coloquio de Geocrítica en Ciudad de México, me ha permitido estudiar nuevamente un documento que conocí en 1980, durante los trabajos de redacción del Plan Especial de Reforma Interior del Centro Histórico de Santa Cruz de Tenerife (en adelante PERI)[2], y revisar los conocimientos y experiencias obtenidos en una realidad concreta, con el ánimo de que éstas pueda ser de utilidad a aquellas personas interesadas en el planeamiento y diseño urbanos, la geografía y las ciencias sociales que se encuentren ante situaciones similares.
El Plano Topográfico de Santa Cruz de Tenerife nos informa de manera rigurosa del estado de la ciudad hacia 1927. El documento consta de 31 hojas de formato cuadrado, de aproximadamente un metro de largo, realizadas a escala 1:500. En el momento de su consulta se encontraba depositado en el Servicio de Infraestructuras del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife. Sería deseable, que al igual que ocurre con otros documentos imprescindibles para el conocimiento del desarrollo histórico de la ciudad, hoy dispersos en distintas dependencias municipales, se depositaran en el Archivo Municipal, en un centro de documentación o museo de la ciudad que reúna mejores garantías de seguridad, con vistas a su conservación, consulta y difusión.
Para la redacción de este texto se ha partido en primer lugar del estudio, clasificación y digitalización del citado documento técnico. Para ello se ha procedido fotografiando[3] cada una de las 31 hojas que lo componen, respetando su escala para que así pueda ser reproducido en soporte papel al mismo tamaño que el original. La reproducción digital del documento, dadas sus grandes dimensiones 7 x 7 metros lineales y 31 metros cuadrados de superficie, permite que éste pueda ser contemplado por primera vez como un documento unitario.
El estudio y análisis de esta documentación de la historia urbana de la ciudad de Santa Cruz de Tenerife permite obtener conclusiones que pueden ser aplicables en enclaves geográficos de condiciones similares, en particular dentro del propio Archipiélago Canario (Figura 1), España, e incluso en el ámbito iberoamericano, enclaves a los que nos une afinidades históricas y culturales. En este trabajo se incide especialmente en el interés del conocimiento histórico de la ciudades que tenemos para abordar la planificación y el diseño urbano desde presupuestos culturales contemporáneos, en particular de aquellas ciudades o fragmentos de ciudad que por sus especiales características históricas estén o deban estar sometidas a algún nivel de protección, con independencia del carácter multidisciplinar de la propia práctica de la planificación urbana.
En una comunicación anterior ya manifesté la necesidad de que la planificación urbana partiera en primer lugar de la ciudad que tenemos, que hemos heredado, levantando acta de la ciudad real, de las necesidades y demandas de sus habitantes. El paso previo en el camino largo y a veces sinuoso hacia la ciudad que anhelamos, y por qué no hacia la ciudad utópica. Ante cualquier actuación que se prevea desarrollar en el ámbito urbano debemos evitar considerar a éste como un papel en blanco[4] o una tabula rasa[5], sobre la que pudiéramos intervenir, prescindiendo e ignorando lo existente, tanto en el orden social, material, como documental. Valorar en su justo término el legado de la historia es un ejercicio elemental de máxima economía material e intelectual[6].
Ese
ejercicio se pudo poner en práctica a comienzo de la década de
los 80, cuando para la redacción del PERI de la ciudad de Santa
Cruz de Tenerife hubo que recurrir a la cartografía histórica,
al mencionado Plano Geométrico de 1927 (figura 2), como medio imprescindible
para generar la planimetría del nuevo planeamiento de la ciudad. El suelo
urbano contenido en dicho plano es aproximadamente igual al ámbito ordenado
por dicho Plan Especial de Reforma Interior, cuya elaboración obedeció
a la política de la primera corporación, surgida tras las elecciones
del 3 de abril de 1979[7],
que se había propuesto como objetivo prioritario poner freno al deterioro
continuo de las condiciones ambientales y de vida urbana del Centro Histórico
de la ciudad. Se pretendía cambiar la política urbanística
seguida hasta entonces, regida casi exclusivamente por un aprovechamiento desmesurado
de la capacidad edificatoria del suelo, propiciada por planteamientos
especulativos que no reconocían otros valores en la ciudad que los derivados
de una inmediata rentabilidad económica. Este era el panorama en todo
el territorio nacional durante el franquismo, sorprendentemente aún
vigente en muchas ciudades españolas.
Figura 2
Plano geométrico
de Santa Cruz de Tenerife, 1927
Fotomontaje.
Recuadrados, los espacios colectivos más representativos de la ciudad
del momento
El
planeamiento del Centro Histórico de Santa Cruz de Tenerife (figura 3)
se elaboró a partir de un método de trabajo muy artesanal, muy
común por entonces. Ciudades como Bolonia, Stuttgart, Barcelona, Madrid,
etc., también emplearon métodos similares en la redacción
de sus instrumentos de planeamiento[8].
El seguimiento político sobre el desarrollo del trabajo fue permanente,
discutiéndose con cada uno de los portavoces de las cinco fuerzas políticas
presentes entonces en la corporación, cada uno de los aspectos sobre
los que se iba avanzando. El trabajo resultó finalmente aprobado en todas
sus fases por unanimidad. Este sistema de proceder atípico, por
inusual, rudimentario y poco o nada profesionalizado, supuso un
enriquecimiento enorme tanto para el proyecto en si como para los
que en él intervenimos. Significó la formación técnica
de un grupo de arquitectos jóvenes con experiencia
en planeamiento, como alternativa necesaria y contrapeso,
frente a los equipos que representaban el urbanismo oficial y ortodoxo del periodo
político anterior.
Figura 3
PERI del
Centro Histórico (1982)
. A la derecha,
comparación con la cartografía de 1927
Tomando como base ese plano a escala 1:2.000 y la documentación complementaria ya mencionada, se procedió a la elaboración de una cartografía propia[11], para salir del paso y poder acometer el proyecto, con los defectos dimensionales propios de un sistema de trabajo inexacto, desde el punto de vista métrico y cuantitativo. Con dicha documentación se elaboró un documento riguroso que cumplió una función de valor incalculable. Las ventajas y limitaciones de este tipo de tareas son indudables. Por una parte, obliga a los redactores a adquirir un conocimiento exhaustivo del ámbito de actuación y de laciudad en general, al tener que realizar mucha labor de campo. Por otra, introduce determinadas incertidumbres e inexactitudes geométricas, dificultando y haciendo más compleja la redacción final, aunque sin menoscabar su rigor técnico e intelectual. En algunas ocasiones la falta de medios se puede suplió con mucho esfuerzo, trabajo personal y entusiasmo, que era lo que más abundaba entonces. La escasez de medios humanos y materiales no fue un obstáculo insalvable.
También parece oportuno valorar aquí como el método de elaboración del proyecto puede tener incidencia en el resultado final, concretamente en cada una de las propuestas, en su formalización en la redacción de los documentos planteamiento gráfico.
Como indiqué antes, la primera de las tareas consistió en la delimitación del área de intervención, comprendida entre la ladera del macizo de Anaga, límite de la ciudad por el Norte; el barranco de Santos hasta su desembocadura, el límite por el Sur; al Este, el mar (figura 5). Este ámbito, equivalente al suelo urbano consolidado, que ya aparecía en la cartografía de 1927, fue el que motivó el Plan Especial de Reforma Interior, con la finalidad de rehabilitar el casco urbano y proteger sus valores histórico-artísticos, tradicionales, arquitectónicos y medioambientales.
La utilización de la cartografía histórica permitió profundizar en el conocimiento de la ciudad y el territorio circundante, en su formación y desarrollo. En el ámbito delimitado, coincidente de manera aproximada con el crecimiento de la ciudad hasta los años cincuenta, proyectado en parte sobre la base cartográfica del 27, existía una estrecha relación entre el modelo de urbanización, la tipología edificatoria y el trazado de las calles, resultado de un modo de hacer arquitectura y ciudad desde presupuestos urbanísticos artesanales. Era un modelo compacto, concebido como ámbito de convivencia, alejado de la concepción mercantilista y especulativa de los desarrollos urbanos actuales. Los espacios urbanos recogidos en dicha documentación hoy constituyen los más representativos de la ciudad, a pesar de todos los tipos de agresiones sufridas injustificadamente. Nos referimos a: las plazas de Regla y San Telmo, desaparecidas; la de la Iglesia de la Concepción, parcialmente desaparecida; la de La Candelaria, transformada; la alameda del Duque de Santa Elena, totalmente transformada; la plaza de San Francisco, transformada en sucesivas ocasiones; la del Príncipe de Asturias, parcialmente destruida y posteriormente reconstruida; la de Santo Domingo; la de Ireneo González, transformada en el marco del denominado “Plan Urban”, de carácter injustificadamente uniformizador; la del General Weyler, totalmente transformada por el arquitecto municipal Enrique Rumeu de Armas; la de 25 de julio o de los Patos, rehabilitada; la Militar o de Pedro Schwartz, transformada; la plaza de toros, amenazada de demolición en la Revisión del Plan General, actualmente en redacción, etc.
Lamentablemente, soplan malos vientos para las intervenciones de carácter rehabilitador, que se apoyan en lo preexistente y refuerzan las señas de identidad de la comunidad, valorando la ciudad que tenemos y conocemos. Estas propuestas no tienen continuidad. Se ha optado, sin embargo, por aquellas otras que parten de una concepción del desarrollo social y del progreso deficiente, acomplejada, propia de los planteamientos proyectuales de los 60, que infravaloraban lo propio. La ignorancia, el oportunismo y los intereses económicos dan pie a planteamientos anodinos que pretenden mejorar la realidad menospreciando los recursos materiales, técnicos y culturales ya existentes. No se tiene en cuenta, sin embargo, la posibilidad de mejorar y explotar las propias potencialidades por medio de una gestión constante y sistemática, sino que se opta, generalmente, por objetivos a corto plazo, de apariencia brillante, instantáneos, como si se pretendiese parodiar las propuestas periclitadas de Le Corbusier para el Plan Voisin.
La práctica del diseño urbano a partir de la información
cartográfica histórica
En esta comunicación también pretendemos analizar diferentes formas de actuación en la ciudad, que parten de presupuestos teóricos y proyectuales diversos. Desde la pseudo-restauración, propuesta recientemente en la ciudad, de una edificación histórica descontextualizada: la ermita de Regla; la reinterpretación de un espacio urbano parcialmente desaparecido: plaza de la iglesia de La Concepción; la restauración e intervención de un espacio parcialmente modificado: plaza del Príncipe de Asturias; y la plaza de Ireneo González como ejemplo de espacio público desaparecido, aún recuperable a partir de la cartografía histórica.
El contenido de este trabajo también se podría extender a otras actuaciones que han supuesto la desactivación de previsiones urbanísticas tópicas, erróneas, que una vez formuladas se mantienen de manera engañosa en el imaginario colectivo como supuestos objetivos a los que una comunidad no debería renunciar, aunque se hubiese constatado su innecesariedad. Ejemplos de este tipo de actuaciones lo constituyó en su día la prolongación de la avenida de Bravo Murillo y actualmente algunas peatonalizaciones indiscriminadas, etc.
La ermita de Regla y su entorno
La ermita de Regla, fundada en 1643 para servir a las guarniciones del
castillo o batería de San Juan, emplazado entonces en las afueras
de la ciudad, fue dedicada a Nuestra Señora de Guadalupe, según
relata Alejandro Cioranescu . En el Plano Geométrico de 1927 (figura
5) se puede observar su emplazamiento junto al mar, en la planicie
de los Llanos (figura 6), próxima al castillo, hoy integrado en
el Parque Marítimo diseñado por el artista César
Manrique. Hasta hace pocos años su relación con el terreno
circundante se había mantenido inalterada (figura 7). Sin embargo,
el proyecto redactado para la vía de penetración a la ciudad
desde el sur, en cumplimiento de las previsiones del Plan General de Ordenación
Urbana de 1992, y su ejecución posterior sobreelevando la rasante
de dicho acceso sobre el terreno circundante, ha dado lugar a que la citada
edificación religiosa se encuentre hoy semienterrada con respecto
a su entorno y en unas condiciones de absoluta precariedad (Figura 8).
La depresión en la que hoy se emplaza plantea problemas de evacuación
de aguas pluviales y una compleja integración del edificio
con el espacio circundante.
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La reciente propuesta de la Consejería de Cultura y Deportes del Cabildo
Insular que bajo la denominación “proyecto de restauración”
plantea la destrucción parcial y reconstrucción de la edificación
para adecuarla a las rasantes actuales, no parece el camino más adecuado
y causa cierta perplejidad teniendo en cuenta que dicho organismo detenta las
competencias insulares en materia de defensa y protección del Patrimonio
Histórico. En cualquier caso la posible solución habría
de venir del estudio y resolución de los problemas técnicos planteados,
entre los que destaca sin lugar a dudas la evacuación de las aguas de
lluvia y la creación de un entorno adecuado y respetuoso para que la
edificación pueda convivir con la realidad urbana actual.
Figura 7
La ermita de Regla a principios del siglo XX
Figura 8
La ermita de Regla en la actualidad
La plaza de la iglesia de La Concepción
El primer núcleo edificado de Santa Cruz de Tenerife se estableció en las proximidades del barranco de Santos, junto al mar. Este asentamiento primitivo se emplazó en los alrededores del lugar ocupado actualmente por la iglesia de La Concepción.
En el primer plano conocido de la ciudad, el de Torriani de 1588, ya se observa el embrión de lo que fue ese núcleo originario, en el las edificaciones aún no alcanzan a configurar una estructura urbana definida. Este modelo de ocupación del territorio, sin planificación previa, explica la irregularidad del trazado que dio lugar a espacios recoletos de concepción mudéjar, como la primitiva plaza de la Iglesia. En la cartografía posterior a 1680 aparece ya reflejada la iglesia de La Concepción y la plaza. Sin embargo, será en el plano de Santa Cruz de Tenerife, sus castillos, muelle, costa y sondeo -levantado por orden S.M. en el año 1740-, donde aparece la plaza por primera vez configurada como tal. El Plano Geométrico de 1927 recoge el estado de la plaza tal y como se mantuvo hasta los años sesenta, cuando fue destruida la manzana de casas que la delimitaba por el este, motivada por la apertura de la Avenida de Bravo Murillo, a raíz de la ejecución del Plan General de Ordenación Urbana de 1957. El cambio de orientación de la política urbanística, coincidente con la primera corporación democrática, posibilitó que se tomasen medidas para la conservación del patrimonio, defensa del paisaje, etc. El marco urbanístico de esta política fue el PERI del Centro Histórico antes citado. El primer proyecto redactado para contribuir a la recuperación del Centro Histórico fue precisamente el de la Plaza de la iglesia de La Concepción .
El solar sobre el que se reproyectó la plaza fue el resultado
de la acción del planeamiento desarrollista y destructor de los
años cincuenta, que generó un espacio marginal junto a la
anodina Avenida de Bravo Murillo, constituido por la antigua Plaza, reflejada
en el levantamiento de 1927 (figura 9), y el vacío producido por
la demolición de las edificaciones anteriores a la apertura de la
avenida.
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La apertura de ésta contribuyó a borrar el espacio de la Plaza y desdibujar el entorno de la iglesia de La Concepción. Su torre, concebida para ser percibida desde un espacio recoleto, parecía ahora empequeñecida, y las traseras de la iglesia que no habían sido concebidas para ser percibidas desde una perspectiva tan amplia surgían ahora desordenadas. Debido a esas intervenciones, el pequeño espacio de la plaza, que acentuaba la imponente fábrica de la torre de cincuenta metros de altura, dio paso a un lugar amorfo, sin identidad, situado a su vez junto a una avenida desprovista de carácter que discurría además a una cota superior a la de la plaza. El hecho de que dicho espacio fuese el más bajo de la ciudad y la coincidencia en ese lugar de determinadas infraestructuras eléctricas de alta tensión y de saneamiento, añadieron complejidad al proyecto. No se trataba solo de resolver un simple problema de diseño urbano, limitado a ordenar con cierta racionalidad una superficie, sino la restitución de un espacio desaparecido, tomando como guía la documentación histórica y s resolver también un problema técnico de cierta complejidad. Por ello entre los objetivos del proyecto inicial (figura 10), redactado en 1982, contaba la recuperación de la dignidad urbana y el empleo de unos criterios de diseño que permitiesen la lectura del trazado original, recuperando el primitivo espacio de la plaza, reinterpretando el jardín, resolviendo el encuentro de ese espacio con la avenida Bravo Murillo, conservando el arbolado existente y definiendo el nuevo. La recuperación del primitivo espacio de la plaza se planteó a través de la geometría, el tipo y posición del arbolado y la definición del jardín central.
Para resolver el encuentro con la avenida Bravo Murillo se plantearon varias opciones (banco lineal sobre la plaza, pérgola, etc.), optándose finalmente por una escalinata longitudinal que se adaptase al máximo a la realidad existente sin modificar la topografía.
El jardín era el elemento preexistente más importante de la plaza, mediante su diseño se enfatiza su relevancia dentro del conjunto, reforzada a su vez por la neutralidad del resto de los elementos que la conforman -pavimentos, iluminación, disposición del arbolado, etc.-. De él parten todas las líneas maestras que definen la geometría, se bordea de una amplia acera de piedra en la que se apoya el arbolado, se le dota de volumen mediante una verja y se concentra en su perímetro la máxima intensidad de luz. En el interior se plantea un jardín inaccesible al público, para albergar en él la cruz de mármol que conmemora la fecha de la Conquista.
Las plazas del Príncipe y de Ireneo González: dos actitudes proyectuales
contrapuestas ante problemas similares
Aunque diferentes en cuanto a dimensiones, los espacios públicos de las plazas del Príncipe de Asturias e Ireneo González , ambos obra del arquitecto Municipal Manuel de Oraá y Arcocha, son representativos de la ciudad por diferentes razones.
La primera de las plazas fue proyectada sobre el solar correspondiente a la huerta desamortizada de un antiguo convento franciscano, adquirida por el Ayuntamiento capitalino por acuerdo adoptado en sesión plenaria celebrada de 27 de noviembre de 1857 (figura 11). La plaza de forma cuadrangular se proyectó como un recinto cerrado sobreelevado sobre tres de las cuatro calles a que da frente. En los años sesenta del siglo XX su frente principal fue demolido para realizar el ensanche de la calle Valentín Sanz dentro de las obras contempladas en el proyecto conocido como “El Cuadrilátero” . Al igual que otras intervenciones realizadas en el centro de la ciudad el pretendido saneamiento se realizó a costa de sacrificar los episodios urbanos más significativos del Centro Histórico -plazas del Príncipe y San Francisco- y la destrucción de su patrimonio arquitectónico. La ejemplar intervención realizada en los años 80, según proyecto redactado por el arquitecto Juan Carlos Díaz-Llanos La Roche ha contribuido a restituir la plaza a su estado original. Esta último junto al Instituto de 2ª Enseñanza, proyectado en su día también por el arquitecto Manuel de Oraá y Arcocha .
Dando frente al segundo de estos espacios públicos (figura 12),
conocido inicialmente como plaza de La Constructora , se encuentra el edificio
de enseñanza de la Institución Bernabé Rodríguez,
proyectado también por Manuel de Oraá y datado en 1882, también
reflejada en el Plano Geométrico de 1927. Su estado original se
conservó hasta fechas recientes en que fue transformada dentro de
las obras de peatonalización contempladas en el denominado “Plan
Urban”. Una intervención, en este caso, poco afortunada que desplazó
la escultura situada en el parterre central a uno de los bordes como si
de un elemento más de mobiliario urbano se tratase, perdiéndose
la oportunidad de restituir a este espacio público, recoleto y característico
de la ciudad sus valores originales.
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A modo de conclusión
Como resultado cabría destacar la necesidad de conocer el proceso de desarrollo histórico de las ciudades, así como la documentación de su historia urbana, para poder abordar su planificación y diseño con un mínimo de solvencia desde presupuestos culturales contemporáneos, en particular de aquellas ciudades o fragmentos de ciudad que por sus especiales características históricas estén o deban ser sometidas a algún nivel de protección.
Es necesario, e incluso imprescindible, partir en primer lugar de la ciudad que tenemos, levantando acta de la ciudad real y las necesidades y demandas de sus habitantes para poder plantear con garantías una propuesta de futuro. Cualquier otro planteamiento está abocado de antemano al fracaso. Se trata no solo de preservar y velar por la identidad de las ciudades como espacios de convivencia, como el mundo de los recuerdos y los sueños de sus habitantes, indagando cuáles son las características que hacen que una ciudad sea diferente del resto y apostar por ellas, en vez de imitar sin más lo que se hace en otras latitudes, algunas veces con criterio, pero la mayor parte de las veces carente de él.
En cualquier caso, por garantía e higiene democráticas, toda actuación que se desarrolle o se prevea plantear en la ciudad debería partir de una documentación exhaustiva de los recursos existentes, evitando que ésta sea considerada como un “papel en blanco” o una “tabula rasa” donde se intervenga de manera agresiva, prescindiendo o ignorando las preexistencias (figura 13), tanto sociales, como materiales o documentales.
Figura 13
Remodelación
del “Cuadrilátero”
Si
se parte de la base de que vivimos en un mundo con recursos limitados,
el esfuerzo por mejorar debe estar encaminado a obtener más con
menos, optimizando al máximo los recursos disponibles y utilizando
estos para resolver las verdaderas necesidades de los ciudadanos.
Notas
[1]El
Plano Topográfico aparece fechado en octubre de 1927 y firmado por
los ingenieros encargados de su levantamiento.
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