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Scripta Nova
REVISTA ELECTRÓNICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona. 
ISSN: 1138-9788. 
Depósito Legal: B. 21.741-98 
Vol. X, núm. 218 (75), 1 de agosto de 2006 


CONSTRUCCIÓN Y DECONSTRUCCIÓN TERRITORIAL DEL CARIBE COLOMBIANO DURANTE EL SIGLO XIX

Camilo Domínguez
Docente e Investigador, Director del Programa de Geografía, Universidad Externado de Colombia.


Jeffer Chaparro

Docente e Investigador Asistente, Universidad Externado de Colombia.
Doctorando en Geografía Humana, Universidad de Barcelona.

Carla Gómez
Estudiante de Geografía, Universidad Nacional de Colombia


Construcción y deconstrucción territorial del Caribe Colombiano durante el siglo XIX (Resumen)

El proceso de estructuración territorial del Caribe Granadino durante el siglo XIX, específicamente de 1810 a 1886, se aborda desde una perspectiva geohistórica y geopolítica. Se parte de la base ambiental de la región, para luego abordar la evolución de los límites administrativos mediante reconstrucciones cartográficas basadas en mapas históricos. El proceso de cambio abarcó los antiguos estados de Magdalena y Bolívar (incluyendo las islas de San Andrés y Providencia), la costa caribe de Panamá (que hacía parte de Colombia en ese siglo) y la región del golfo de Urabá. Partiendo de las leyes fundamentales de las diversas constituciones republicanas del XIX se efectúo un seguimiento general de las formas territoriales que surgieron en cada sub-período en los departamentos (1821-1831), las provincias y cantones (1831-1857) y estados (1858-1886). A partir de 1886 Colombia se organizó en la forma actual basada en departamentos y municipios. En la parte final se presenta una propuesta de regionalización geohistórica, que conjuga aspectos ambientales con la reconstrucción histórica de los límites administrativos.

Palabras clave: Caribe colombiano, Gran Colombia, Nueva Granada, Estados Unidos de Colombia, República de Colombia, territorio, siglo XIX.


Territorial construction and deconstruction of the Colombian Caribbean during the XIX century (Abstract)

The territorial structuring process of New Granada's Caribbean region during the nineteenth century, specifically between 1821 and 1886, is studied from a geohistorical and geopolitical perspective. Starting from the environmental setting, the evolution of the administrative boundaries is then studied by means of map-based cartographic reconstructions. The process of change takes place in the area covered by the former states of Magdalena and Bolivar (the latter including the San Andres and Providencia islands), Panamá's caribbean coast (as was part of Colombia during that time) and the Urabá gulf region. Based upon the laws of each republican constitutions for the nineteenth century, a general enquiry was made of the territorial configurations that emerge during each sub-period inside the Departments (1821-1831), Provinces, "Cantones" (1831-1857) and States (1858-1886). Finally in 1886 Colombia was organized with a structure consisting of Departments and "Municipios" as in the current configuration. The ending segment presents a geohistoric regionalization proposal in which the environmental aspects are conjugated with the historical reconstruction of the administrative boundaries.

Key words: Colombian Caribbean, Gran Colombia, New Granada, United States of Colombia, Republic of Colombia, territory, XIX century.


El Caribe Granadino experimentó fuertes cambios territoriales durante el siglo XIX, especialmente luego del proceso de Independencia de España que, a su vez, se vinculó con las ideas de la Revolución Francesa. Las modificaciones territoriales se evidenciaron sustancialmente en términos de los límites político-administrativos; límites que en gran medida respondieron tanto a la fuerza de poderes sub-regionales, específicamente las elites, como a la base física y ambiental. En el fondo de las sucesivas reestructuraciones y redefiniciones administrativas subyacían estos fuertes vínculos, que permiten plantear, al menos embrionariamente, una propuesta de regionalización geohistórica del Caribe colombiano. No sobra señalar que el trabajo que se presenta debe asumirse como una aproximación inicial, y por tanto preliminar, al proceso de construcción y deconstrucción territorial del Caribe colombiano durante el siglo XIX[1].

El texto está dividido en cuatro apartados. En el primero se abordan, desde la perspectiva de los sistemas morfogénicos, los rasgos generales de la base física y ambiental de la zona de estudio, donde se destacan tres grandes unidades: litorales, depresiones tectónicas y sistemas montañosos. En la segunda parte, partiendo de cartografía histórica y la legislación, en especial las constituciones, se presenta una reconstrucción de los límites político-administrativos, específicamente para los años 1819, 1824, 1853, 1864 y 1886; en este apartado también se abordan algunos rasgos generales asociados a las contradicciones y tensiones surgidas entre elites urbanas y campesinos, junto a los problemas de incomunicación y vinculación territorial. El tercer apartado es un esfuerzo inicial, a modo de propuesta, de regionalización geohistórica del Caribe colombiano en el siglo XIX, que conjuga tanto la base físico-ambiental como la transformación de los límites político-administrativos. En la última sección se presentan algunas conclusiones preliminares frente al proceso de cambio territorial.

Base ambiental de la Costa Caribe Colombo-Panameña

Las formas de ocupación del territorio están íntimamente ligadas a la expresión superficial del modelado de la Tierra, es decir, a su geomorfología. Con lo anterior de ninguna manera se pretende plantear determinismos que vinculen linealmente formas de organización social, y sobre todo comportamientos humanos, con elementos físicos, pero sí se sugiere que la organización territorial está en gran medida ligada a las características físicas de la superficie terrestre, especialmente desde la perspectiva de la oferta ambiental y los consecuentes usos. Con el fin de distinguir los principales rasgos de la conformación física del Caribe Granadino -en la actualidad Colombia y Panamá-, se adoptó la perspectiva de sistemas morfogénicos que propone el Instituto de Estudios Ambientales (IDEAM) de Colombia y Antonio Flórez[2], incluyendo las unidades morfogénicas y los conjuntos de geoformas asociadas; esta información se complementó puntualmente con otras fuentes[3]. Para el caso de Panamá, que posee una historia geológica un tanto diferente a la actual Colombia[4], se realizó una adaptación de estas grandes unidades, con el objetivo de realizar una zonificación conjunta que permitiera manejar, en la medida de lo posible, niveles de información compatibles[5].

La franja caribeña que constituyó la Nueva Granada está conformada físicamente por varias unidades morfogénicas, cada una de las cuales responde a procesos diversos que conjugan desde la dinámica tectónica hasta cambios climáticos; incluso en algunos casos puntuales la acción humana ha implicado cambios y/o adaptaciones sustanciales en los sistemas físicos[6]. Dada la naturaleza y los fines de nuestro aporte, pasamos por alto los complejos procesos geológicos y geomorfológicos que han definido la franja caribeña, ya que deseamos centrarnos en los rasgos generales de los aspectos físicos del territorio que permiten aportar a la comprensión de su evolución político-administrativa. Así, desde la perspectiva física, el Caribe Granadino está conformado por tres macrounidades morfogénicas[7], las cuales se dividen en varios subgrupos de sistemas morfogénicos[8]. Las tres grandes unidades son: litorales, depresiones tectónicas y sistemas montañosos[9] (véase figura 1).
 
 

Figura 1
Grandes unidades morfogénicas del Caribe Colombo-Panameño
Fuente: elaboración propia a partir de IDEAM 2001 y Flórez 2003.


Los litorales

Los litorales son franjas heterogéneas que están definidas por diversos procesos que implican la interacción entre océano y continente, sustancialmente asociados a cambios del nivel del mar y al aporte de sedimentos por parte de los ríos[10]. Están conformados principalmente por barras de playa, acantilados, terrazas fluvio-marinas y complejos deltaicos; para el caso concreto de la Península de la Guajira existe además una gran sub-unidad que ha sido definida por la acción eólica, lo cual implica que su expresión y materiales superficiales poseen una dinámica particular, característica de áreas desérticas y sub-desérticas. Esta última sub-unidad no ofrece posibilidades para actividades agropecuarias extensivas e intensivas, situación que en alguna medida explica su histórica baja densidad poblacional.

Dentro de la organización territorial del Caribe Granadino las franjas litorales fueron de vital importancia, ya que ofrecieron tanto posibilidades como restricciones para la navegación costera y la comunicación con Europa. Dentro de las unidades geomorfológicas más importantes para la comunicación marítima se destacaron los deltas, ya que están asociados a grandes ríos que favorecieron el vínculo, a modo de nodo, con el interior del continente. Dentro de la zona caribeña se destacaron tres: el delta del río Magdalena, el delta del río Sinú y el delta del río Atrato, todos ubicados en la actual Colombia; para la franja que hoy corresponde a Panamá no existen grandes complejos deltaicos que hayan cumplido con esta función de nodo comunicador. Entre los complejos deltaicos el más dinámico tanto física como comercialmente fue el asociado al río Magdalena, que se constituyó en el principal punto de ingreso al interior del territorio granadino. En segundo nivel de importancia se encontraba el delta del río Sinú y en tercer lugar el delta del rió Atrato.

Otro aporte importante de las franjas litorales estaba vinculado a la forma de la línea costera, que se explica por características físicas locales, como el tipo de roca del sustrato, y su interacción con el oleaje, que en general es de componente E, específicamente N-E para la actual franja colombiana y E, S-E para la panameña. Y dentro de las formas específicas se destacan las formas cóncavas y protegidas del oleaje predominante, como las bahías, ensenadas y golfos. En las proximidades de varias de estas formas costeras lineales se desarrollaron importantes centros urbanos que, a la postre, tendrían áreas de influencia ligadas a su posición en relación con el Mar Caribe y el interior continental.

Las depresiones tectónicas

Las depresiones tectónicas se caracterizan por definir zonas bajas, generalmente con ríos asociados y con una dinámica hídrica que implica la posibilidad de inundaciones. Aunque con excepciones, las geoformas predominantes son las llanuras inundables, los complejos de conos y terrazas, y los relieves tabulares. Estas depresiones son las que en gran medida definen el curso de los ríos, ya que ofrecen la pendiente y las condiciones de convergencia de drenajes para que los cauces tengan trayectorias que puedan variar u oscilar, especialmente en temporadas lluviosas. En conjunto su dinámica implica el predominio de sedimentación y, por tanto, la definición de suelos jóvenes y recientes, fundamentalmente en las terrazas aluviales y las zonas de inundación.

Estas depresiones tectónicas, como unidades estructurales, definen la trayectoria general de los ríos principales que, para el caso del sector caribe, son: el río Magdalena -con dos grandes afluentes: el río Cesar y el río Cauca-, el río Sinú, el río Atrato, y el río Chagres. Las depresiones tectónicas ejercen su influencia directa en los sistemas litorales, principalmente con el aporte de sedimentos a los complejos deltaicos y las barras de playa. A su vez, la posibilidad de disponer de ríos de caudal considerable se constituyó en un elemento importante para la comunicación fluvial de la Región Caribe. La depresión tectónica que más influyó en la organización territorial del Caribe Granadino fue la que definió el río Magdalena, el Canal del Dique, los ríos Cauca y Cesar, al igual que toda la franja asociada a la Depresión Momposina[11]. En el sector del actual Panamá, la depresión tectónica más relevante para la franja caribeña es la depresión del Chagres, entre los centros urbanos de Panamá y Colón, que es una zona baja y potencialmente inundable, que a la postre ofrecería las posibilidades para la construcción del Canal de Panamá a inicios del siglo XX.

Los sistemas montañosos

Los sistemas montañosos agrupan diversos conjuntos de geoformas que han sido deformadas y elevadas por causas esencialmente tectónicas y que, paralelamente, han recibido la influencia de procesos hidro-gravitatorios. En contraposición a las depresiones tectónicas, los sistemas montañosos se constituyen en las porciones de la corteza terrestre que han sido deformadas generando elevaciones variadas del terreno. Como en la franja caribeña, excepto la Sierra Nevada de Santa Marta y el volcán Barú, no hay alturas del terreno considerables, se decidió agrupar en una unidad tres grandes macrounidades de sistemas morfogénicos: la montaña alta, con alturas superiores a 3000 m aproximadamente, la montaña media, con alturas entre 1000 m y 3000 m aproximadamente, y la montaña baja, que esencialmente está conformada por elevaciones por debajo de los 1000 m de altura que definen, de paso, las zonas de contacto con las depresiones tectónicas[12].

Dentro de los sistemas montañosos caribeños -que sirvieron tanto de línea de fijación, en el sentido de límite espacial, como de eje de articulación- se destacan, de oriente a occidente: las serranías de Macuira, Jarara y Cocinas, en la Península de la Guajira; las serranías de Los Motilones y de Perijá, y los montes de Oca, en el extremo oriental de la depresión del Cesar; la Sierra Nevada de Santa Marta, entre la depresión del Cesar y la ciudad de Santa Marta; la serranía de San Lucas, hacia el sur de la Depresión Momposina; la serranía de San Jacinto, en el extremo oriental del golfo de Morrosquillo; las serranías de San Jerónimo y Abibe, en el extremo sur de la cuenca del río Sinú; las serranías del Darién y San Blas, entre el golfo de Urabá y las proximidades de la ciudad de Colón; y la Cordillera Central hacia el sur del archipiélago de Bocas del Toro y en límites con el actual Costa Rica.

Evolución de los límites administrativos de la Nueva Granada o República de Colombia durante el siglo XIX (1819-1886)

El ordenamiento territorial de la Nueva Granada, hoy Colombia, durante el siglo XIX estuvo marcado por contradicciones que dificultaron mucho la organización y el desarrollo del Estado-Nación. En el caso de la Región Caribe esas contradicciones fueron muy grandes, produciendo una enorme cantidad de conflictos, algunos de los cuales se arrastran incluso hasta hoy.

La aproximación a la evolución de los límites administrativos implicó considerar dos entradas de análisis: 1) el proceso de independencia hasta la definición de la República de Colombia, y 2) las contradicciones o conflictos asociados a los vínculos entre elites urbanas y campesinos, junto a los problemas de comunicación y articulación territorial. Es pertinente señalar que la reconstrucción de las divisiones político-administrativas ha requerido la consecución de bases cartográficas para los actuales Colombia y Panamá, a partir de las cuales se interpretaron y cartografíaron los límites que aparecen en los mapas históricos; este proceso aún implica ajustes, ya que entre los años de corte existieron cambios intermedios en los que sería adecuado profundizar.

Del proceso de Independencia hasta la República de Colombia

El experimento de crear una república unificada sobre la preexistente organización territorial y política de una colonia hispánica, compuesta por un vasto archipiélago de epicentros urbanos desvinculados entre sí pero articulados a la metrópoli, aunque de forma muy laxa, implicó bastantes y diversos conflictos. El concepto de Nueva Granada como entidad política unificada debió construirse lenta y dolorosamente, luchando contra las fuerzas centrífugas de ciudades-isla a la deriva que ejercían su hegemonía sobre un pequeño hinterland rural o semi-rural, pero que no se sometían a ninguna nueva hegemonía centralizada. Al desaparecer el efecto cohesionador de España estas ciudades-isla quedaron huérfanas y tuvieron la ilusión de convertirse en micro estados en un momento en que la economía-mundo se encaminaba al reparto imperial del planeta. Como lo vio claramente Simón Bolívar, sólo la unión permitiría la supervivencia del Estado independiente.

Cuando, en 1810, se inició el proceso independentista, no se dió aquello que podríamos llamar "El grito de independencia de la Nueva Granada", sino la rebelión de la Provincia de Santa Fe, a la cual se unieron posteriormente las rebeliones autónomas de otras provincias que, en su mayoría desconocían a Santafé de Bogotá como su capital. Luego, cuando la provincia de caribeña de Cartagena proclamó su independencia absoluta de España, el 11 de noviembre de 1811, lo hizo como república autónoma y, por ello, estableció los límites que consideraba le correspondían de acuerdo con su pasada organización colonial, dotándose, además, de una constitución propia. Un proceso semejante ocurrió dos años más tarde en Cundinamarca, Antioquia y Tunja, seguido por la mayor parte de las viejas provincias coloniales, convertidas ahora en estados soberanos. Dichos "estados" desaparecieron con la reconquista transitoria realizada por los ejércitos españoles entre 1815 y 1819, los cuales sometieron a sangre y fuego cualquier autonomía provincial durante el llamado "régimen del terror" y, mucho más, con la guerra a muerte entre 1819 y 1820 que solamente concluyó con la independencia definitiva de la Nueva Granada en 1821.

En 1819, mediante el Congreso de Angostura, se inició la creación de la República de Colombia o "Gran Colombia", unificando la Nueva Granada con Venezuela y Quito. Se dividió el territorio inicialmente en tres departamentos: Cundinamarca, Venezuela y Quito, aunque este último solo adquirió su independencia en 1822 (véase figura 2). En 1821, durante, el Congreso de Cúcuta, se ratificó la Unión y se dividió la República en siete departamentos: Magdalena, Venezuela, Zulia, Orinoco, Boyacá, Cundinamarca y Cauca. Tres años más tarde, con la adhesión de Panamá a la Gran Colombia y estando ya independiente Quito, se procedió a dividir el país en doce departamentos: Boyacá, Cundinamarca, Ecuador, Azuay, Guayaquil, Apure, Orinoco, Venezuela, Zulia, Magdalena, Cauca e Istmo, de los cuales los seis últimos limitaban con el Mar Caribe (véanse figuras 3 y 4).
 
 

Figura 2
República de Colombia "Gran Colombia" dividida en tres departamentos (1819)
Fuente: elaboración propia a partir de Restrepo 1827.


Figura 3
República de Colombia "Gran Colombia" dividida en doce departamentos (1824)
Fuente: elaboración propia a partir de Restrepo 1827.


Figura 4
República de Colombia "Gran Colombia". Departamentos caribeños y sus provincias (1824)

Fuente: elaboración propia a partir de Restrepo 1827.


El caudillismo regional y los odios partidistas hicieron fracasar en 1830 la Gran Colombia, que finalmente se dividió en tres repúblicas independientes una de otra: Ecuador, Venezuela y Nueva Granada. Por ello, en 1831, se convocó a una Asamblea Constituyente a los representantes de los departamentos de Cundinamarca, Cauca, Antioquia, Istmo, Magdalena y Boyacá para organizar y darle una constitución a la República de la Nueva Granada. Por medio de esta Constitución se suprimieron los departamentos y, a cambio, se crearon dieciocho provincias, divididas en cantones conformados por parroquias. Para la región Caribe se crearon las provincias de: Cartagena, Mompox, Panamá, Riohacha, Santa Marta y Veraguas. Como era de esperarse, las provincias fueron adquiriendo cada vez más autonomía, dividiéndose y subdividiéndose en pequeños microestados que, en 1853 llegaron a ser 36, de los cuales 10 eran caribeños (véase figuras 5 y 6).

 
 

Figura 5
Nueva Granada dividida en treinta y seis provincias (1853)

Fuente: elaboración propia a partir de Mosquera 1852 y Colton 1855.

 
Figura 6
Nueva Granada. Provincias caribeñas (1853)

Fuente: elaboración propia a partir de Mosquera 1852 y Colton 1855.

Como resultado del régimen provincial, volvieron a tomar fuerza las autonomías regionales y las apetencias federales. En 1855 Panamá se transformó en un estado federativo dentro de la Nueva Granada, agrupando las provincias de Veraguas, Chiriquí, Azuero y Panamá. En 1857 se crearon ocho estados más, los cuales se integraron autónomamente en la Confederación Granadina que, en 1863 se convirtió en los Estados Unidos de Colombia (véase figuras 7 y 8).
 
 

Figura 7
Estados Unidos de Colombia dividido en nueve estados soberanos (1864)

Fuente: elaboración propia a partir de Ponce León y Paz 1864.

 
Figura 8
Estados Unidos de Colombia. Estados soberanos caribeños (1864)

Fuente: elaboración propia a partir de Ponce León y Paz 1864.


En la región Caribe el Estado del Magdalena quedó dividido en cinco provincias, así: Santa Marta (capital Santa Marta), Padilla (capital Riohacha), Valle de Upar (capital Valledupar), Tenerife (capital Piñón), y El Banco (capital El Banco). El Estado de Bolívar decidió dividir el territorio para los efectos administrativos, fiscales, judiciales y electorales, en diez provincias, a saber: Barranquilla, Carmen, Cartagena, Corozal, Chinú, Lorica, Magangué, Mompox, Sabanalarga y Sincelejo. El régimen federal estuvo vigente hasta 1886, cuando el país volvió a centralizarse bajo un régimen presidencial fuerte y los estados fueron convertidos en departamentos, lo cual implicó, en cierta medida, alguna pérdida de poder subregional de las capitales de las provincias caribeñas (véase figuras 9 y 10).

 
 

Figura 9
República de Colombia dividida en nueve departamentos (1886)

Fuente: elaboración propia a partir de Paz 1890.

 
Figura 10
República de Colombia. Departamentos Caribeños (1886)

Fuente: elaboración propia a partir de Paz 1890



Todo este proceso, caracterizado por sucesivas divisiones administrativas, implicó fuertes desgastes en términos de gestionar y controlar el territorio en la naciente Republica de Colombia. Pero dicho proceso de subdivisión y reagrupación consecutivas no solo se explica por las reformas y ajustes constitucionales luego del proceso de Independencia, sino también por los marcados conflictos sociales que, como veremos más adelante, atravesaron el siglo XIX.

Contradicciones: elites urbanas, campesinos, incomunicación y articulación territorial

Una contradicción importante que debe ser considerada en el proceso de formación nacional, y lógicamente de la construcción de la Región Caribe, es el conflicto social entre las elites urbanas y el pueblo. En efecto, aunque durante la colonia existía un núcleo criollo, urbano y alfabetizado, que podríamos reconocer como la protonación granadina, es decir, que se reconocía como miembro de una comunidad imaginada[13] diferente de la peninsular española, este grupo era muy pequeño y socialmente muy alejado de la gran masa que habitaba el territorio, compuesta en su mayoría por campesinos o indígenas analfabetos. Estos últimos por lo general tenían una visión parroquial o comunitaria de su pertenencia, y hasta muy avanzado el proceso independentista, mantuvieron cierta lealtad al rey de España, en calidad de vasallos. En realidad, la insurrección se inició como una guerra civil entre españoles peninsulares y criollos, transformándose, luego, en una verdadera guerra de independencia, cuando los horrores de la confrontación a muerte, que involucraron al común del pueblo, produjeron bandos opuestos irreconciliables entre españoles y americanos o granadinos. La diferenciación entre nosotros y los otros, básica para conformar la nación, fue un resultado del conflicto y no su antecedente.

En general, los campesinos e indígenas no se mostraban muy dispuestos a participar en una guerra que poco o nada cambiaba su situación. Más aún, en al caso de la provincia caribeña de Santa Marta los campesinos-indígenas que vivían en los pueblos circundantes a la capital y en Ciénaga se opusieron a los ejércitos republicanos de Cartagena y Mompox, llegando incluso a derrotarlos en varias oportunidades, como ejércitos realistas bajo la dirección del capitán indígena Jacinto Bustamante[14]. Igual reacción se dio en Ocaña y en la Guajira. Esta confrontación de los indígenas fue duramente castigada por los republicanos después de lograrse la independencia. Muchos indígenas fueron encarcelados y algunos fusilados, mientras que las elites realistas fueron tratadas con gran consideración[15].

Otro fenómeno conflictivo fue la incomunicación entre las pequeñas ciudades y pueblos de la Nueva Granada. Durante la conquista y principios del período colonial hubo un gran retroceso demográfico por la muerte en varias regiones hasta de nueve décimas partes de la población indígena total, debido a enfermedades, el genocidio, el maltrato y la pérdida de sus tierras y cultivos[16]. Posteriormente, en el siglo XVIII, se gestionó un proceso de reubicación del resto de indígenas en encomiendas y resguardos muy alejados uno del otro, dejando grandes espacios vacíos. Con ello se propiciaron algunos cambios ambientales, específicamente porque las selvas tropicales retomaron las áreas desocupadas y fuertemente intervenidas, lo cual contribuyó sustancialmente para que los viejos caminos indígenas desaparecieran al ser invadidos por la vegetación. Si exceptuamos la navegación fluvial, realizada primordialmente por el río Magdalena, y la marítima, se puede señalar que no hubo avances en las comunicaciones granadinas durante todo el período colonial y la primera mitad del siglo XIX. En el Caribe colombiano pueblos muy pequeños tuvieron una importancia desproporcionada en comparación con su tamaño, ya que eran oasis de civilización en medio de la nada. En ellos, la economía era fundamentalmente de autosubsistencia y de trueque, porque los costos del transporte de mercancías por pésimas trochas encarecían demasiado los productos. Como cada pueblo producía las manufacturas y alimentos que necesitaba, no había necesidad de mejorar los caminos, con lo cual se formaba un círculo vicioso.

La ubicación de Bogotá en el centro del país, sobre los altiplanos andinos, unido a la falta de caminos, propició una gran falta de gobernabilidad sobre los núcleos poblacionales más alejados. Únicamente la depresión tectónica del río Magdalena, sus tributarios y las ciénagas, caños y canales del litoral permitieron una comunicación, difícil pero efectiva, entre el interior y el Caribe. Lo mismo no puede decirse de la comunicación con Panamá y las islas de San Andrés, ya que, por motivos económicos, después del proceso de Independencia no se mantuvo la pequeña flota marítima que peleó contra el poder de España. Los viajes esporádicos en pequeñas balandras entre Cartagena y el río Chagres, Cartagena y la isla de Providencia, o entre Ciudad de Panamá y Buenaventura, no constituyeron una verdadera y efectiva red de comunicaciones nacionales que permitieran el ejercicio factual del control territorial. En alguna medida se podría plantear que este fenómeno de desconexión, en especial entre las dos franjas costeras, tanto la del Mar Caribe como la del Océano Pacífico, con la zona central (Santa Fe), y de ellas entre sí, se explica, entre otros aspectos, por la incapacidad para asumir como viable y necesaria la comunicación interoceánica e interregional, las dos afectadas por la base ambiental del territorio.

Sólo en la segunda mitad del siglo XIX se presentaron las condiciones necesarias para transformar las comunicaciones. Básicamente, la vinculación de la economía colombiana a la economía-mundo [17] propició la construcción de líneas férreas y de caminos carreteros. Igualmente, hubo un aumento de la población por el mejoramiento de las condiciones higiénicas y la introducción de las vacunas, que permitieron aumentar la esperanza de vida[18].

La faja litoral caribeña que se extiende entre el delta del río Sinú y Bocas del Toro, en Panamá, se constituyó en un grave problema para la administración colonial, debido a la piratería, el contrabando, los intentos de expropiación por otras potencias coloniales y por los numerosos levantamientos indígenas misquitos y cunas. Debido a eso, la corona prácticamente cerró la navegación del río Atrato, dejando únicamente pequeños fuertes o "vigías" para controlar el paso. Tal medida convirtió la región del Golfo de Urabá en una especie de área desértica poblacional y económicamente hablando, cubierta de selvas y pantanos. Cuando, al iniciarse la república, se abrió de nuevo la navegación por el río Atrato, el eje del río Magdalena ya polarizaba prácticamente el total de la economía nacional, mientras que el tráfico de Urabá necesitó más de un siglo para dinamizarse y recobrarse. Sin embargo, los intereses de los estados -posteriormente departamentos- de Bolívar, Cauca y Antioquia por adueñarse de la región, produjeron numerosos enfrentamientos e intrigas que se reflejan actualmente en el carácter atípico de Urabá en la región Caribe: porque carece de los viejos lazos caribeños, pero no se identifica totalmente con las montañas de Antioquia ni con el alto río Atrato[19].

La costa caribe de Panamá siguió siendo durante el siglo XIX y XX una región selvática y poco poblada. La única excepción, muy notable por cierto, fue la faja del río Chagres, ubicada entre el Mar Caribe y el Océano Pacífico. Con la construcción del Ferrocarril de Panamá, entre 1850 y 1855, surgió la ciudad de Colón, que inmediatamente se convirtió en un puerto de gran importancia en términos tanto económicos como geoestratégicos. Luego, con los trabajos del canal "francés" a través del istmo y, finalmente, con la construcción del canal definitivo por parte de los norteamericanos en 1914, se afianzó su importancia y relevancia comercial y geoestratétiga.

Propuesta preliminar de regionalización geohistórica del Caribe Colombiano: los vínculos entre los límites administrativos y la oferta ambiental

La regionalización geohistórica del Caribe colombiano durante el siglo XIX, como producto preliminar que vincula la oferta ambiental asociada a los sistemas morfogénicos y la evolución de las divisiones político-administrativas, implicó considerar en conjunto los principales rasgos del cambio en términos de la organización territorial. Como ya se comentó en el apartado anterior, esta organización se refiere fundamentalmente a la hegemonía que algunos centros urbanos ejercieron en un área de influencia que, en la mayoría de los casos, desconocía o se desmarcaba de las grandes capitales administrativas.

En términos procedimentales la propuesta de regionalización implicó evaluar tanto la estructura física del territorio como su dimensión administrativa; ésta última surgió de superponer los límites de forma multitemporal y de detectar su variación entre 1821 y 1886 (véase figura 11).
 
 

Figura 11
Regiones geohistóricas del Caribe Colombiano, siglo XIX

Fuente: elaboración propia.

De forma general, se puede plantear que las regiones geohistóricas propuestas están caracterizadas por los siguientes rasgos principales (véase cuadro 1):
 
 

Cuadro 1
Rasgos generales de las regiones geohistóricas del Caribe Colombiano, siglo XIX

Fuente: elaboración propia.



Ideas finales y necesidad de profundizar en los procesos de construcción y deconstrucción territorial en la Región Caribe colombiana

Aunque indudablemente es necesario ahondar en la comprensión del proceso de construcción y deconstrucción territorial de la Región Caribe colombiana, es posible señalar, de forma embrionaria, que durante el siglo XIX dicho proceso se vinculó a la conjunción de varios factores diferencialmente interrelacionados: 1) la fuerte y variada división administrativa del territorio luego del proceso de Independencia; 2) las disputas y los agudos contrastes entre los emergentes poderes regionales -elites- y los campesinos; y 3) la base ambiental, con las potencialidades y restricciones que ofrece tanto desde el uso económico como de apropiación social.

La propuesta de regionalización geohistórica del Caribe colombiano, la cual aún debemos trabajar y perfilar, más que un punto definitivo y estático de llegada, debe asumirse como un punto de partida de vital importancia para comprender los fenómenos de estructuración territorial y de gobernabilidad -o ingobernabilidad- durante el siglo XIX. Pero también se constituye en un insumo relevante para pensar y repensar algunos de los conflictos territoriales que en la actualidad aquejan la Región Caribe y que son producto de diversos acumulados que, precisamente, conjugan tanto la base ambiental del territorio como su organización administrativa y económica. Entre éstos se pueden destacar:

Los fuertes desbalances de los niveles de desarrollo y calidad de vida de los habitantes, especialmente entre el eje Santa Marta - Barranquilla - Cartagena y las periferias caribeñas.

Las marcadas raíces de la excesiva concentración de la tierra, es decir de la propiedad, y su papel en el conflicto armado interno, que no debería verse sólo como un fenómeno reciente sino como el acumulado del proceso de construcción territorial, especialmente relevante desde la Independencia y la emergencia de elites regionales.

La necesidad, aunque no muy factible, precisamente debido a los poderes subregionales, de una nueva división político-administrativa del Caribe colombiano, especialmente para atender asuntos críticos, como el del sur de Bolívar, el Urabá Antioqueño y el Darién Chocoano.

La imperiosa descentralización administrativa, que en la Región Caribe polariza los recursos y el desarrollo únicamente en ciertas zonas.

El indispensable uso, concertado y responsable, de la oferta ambiental de la Región Caribe, que puede tener impactos considerables tanto en términos de la articulación comunicativa, que hoy -como en el siglo XIX- es bastante desigual, al igual que en relación con la explotación misma de los recursos y del uso del territorio. En este plano tenemos casos, entre muchos otros, como la incomunicación de numerosos pueblos del Urabá chocoano, la pérdida de la fertilidad de los suelos en las zonas con uso ganadero extensivo, y las recurrentes inundaciones de pueblos y cultivos en zonas de alto riesgo localizadas en las llanuras inundables que constituyen áreas de regulación hídrica.
 

Notas

[1] Este texto forma parte de una investigación más amplia que se está adelantando y que se titula "Geografía histórico-política del Caribe Granadino en el siglo XIX". La investigación es financiada por la Universidad Externado de Colombia, y es dirigida por Camilo Domínguez.

[2] IDEAM 2001; Flórez 2003.

[3] Véase: Ingeominas 1998; IGAC 1986; Fondo FEN Colombia, 1990; Barriga 1985.

[4] Véase: Heckadon 2001.

[5] A partir de: IGNTG 1988 (cartografía de la República de Panamá).

[6] Por ejemplo, sobre la acción humana y la modificación de sistemas hídricos en la Costa Caribe colombiana véase: Plazas, Falchetti, Saénz y Archila 1993.

[7] Mapa de Macrounidades Morfogénicas y sistemas Morfogénicos. En: IDEAM 2001; Flórez 2003.

[8] Es necesario aclarar que decidimos realizar generalizaciones y agrupaciones de unidades para compatibilizar los niveles de información físicos con los político-administrativos, y también es adecuado señalar que hay particularidades puntuales que a escalas más detalladas implicarían mayores diferenciaciones.

[9] No se anexa la tabla de reagrupación y reclasificación de las unidades morfogénicas.

[10] Sobre la dinámica de los litorales puede consultarse: Bird 1993.

[11] Al respecto puede consultarse: Fals Borda 1980 (cuatro volúmenes).

[12] Para IDEAM y Flórez las alturas son: montaña alta 2700m <, montaña media 2700m >, montaña baja conformada -principalmente- por zonas de contacto con las depresiones tectónicas. IDEAM 2001; Flórez 2003.

[13] Utilizamos aquí la definición que ofrece Benedict Anderson sobre nación: "ella es una comunidad política imaginada -e imaginada como implícitamente limitada y soberana-". Nación y conciencia nacional, p: 14.

[14] Hay varias referencias al respecto en: Seater 2005, p: 224-231.

[15] Ibídem, p: 230-231.

[16] Los estudios de Jaime Jaramillo Uribe ofrecen cifras de esta magnitud para gran parte del país. Consultar su artículo: "La población indígena de Colombia en el momento de la conquista y sus transformaciones posteriores". Jaramillo Uribe 1989, p: 85-158.

[17] Con la exportación de productos extractivos, como quinas, cauchos, maderas y tintes, o con el desarrollo de plantaciones de tabaco, añil y, posteriormente, café, que tenían gran demanda internacional.

[18] La población colombiana se duplicó entre 1850 y 1900, pasando de 2 a 4 millones de habitantes.

[19] Sobre la zona de Urabá consúltese: Parsons 1996.
 

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© Copyright Camilo Domínguez, Jeffer Chaparro, Carla Gómez, 2006

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Ficha bibliográfica:
 
DOMÍNGUEZ, C. CHAPARRO, J. GÓMEZ, C.Construcción y deconstrucción territorial del Caribe Colombiano en el siglo XIXScripta Nova. Revista electrónica de geografía y ciencias sociales.  Barcelona: Universidad de Barcelona, 1 de agosto de 2006, vol. X, núm. 218 (75). <http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-218-75.htm> [ISSN: 1138-9788]