REVISTA ELECTRÓNICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES Universidad de Barcelona. ISSN: 1138-9788. Depósito Legal: B. 21.741-98 Vol. X, núm. 218 (90), 1 de agosto de 2006 |
ANÁLISIS, TRATAMIENTO Y PROBLEMÁTICA DEL PAISAJE URBANO Y
NATURAL DE LOS CONJUNTOS HISTÓRICOS. EL CASO DE LA COMUNIDAD AUTÓNOMA
DE MURCIA (ESPAÑA)
Antonio Campos Cánovas
Mónica López Sánchez
Nuestro trabajo se ha centrado en la realización de un análisis sobre la consideración y tratamiento del paisaje urbano y natural relacionado con los Conjuntos Históricos. A través del trabajo de campo desarrollado, hemos aplicado los diferentes aspectos estudiados a los centros con declaración de Conjunto Histórico existentes en la Comunidad Autónoma de Murcia, núcleos urbanos diversos entre sí cuyo estudio nos ha permitido comprobar el diverso tratamiento que el paisaje ha recibido hasta el momento en dicha Comunidad Autónoma.
Palabras clave: Paisaje,
conjunto histórico, protección, impacto ambiental, turismo
cultural.
Analysis, treatment and problematics of urban and natural landscape of historical sites. The case of Autonomous Community of Murcia (Abstract)
Our work has been focused on the execution of an analysis about urban and natural landscape considerations and treatment related to Historical Sites. Through the performed fieldwork, we have applied different studied aspects to the different Historical Sites of the Community of Murcia. The study of these different city centres has allowed us to realize the varied treatments that the landscape has experienced up-to-date in the Community of Murcia.
Mantiene una situación geográfica privilegiada, que la convierte en una región de encuentro, no sólo de una serie de realidades geofísicas que se introducen en sus límites desde otros puntos de la península (diversos tipos de clima, orografía), sino también de culturas y civilizaciones a lo largo de la Historia. No en vano, como veremos, Murcia fue durante siglos un reino de fronteras, circunstancia a la que se añade su posición estratégica como cruce de caminos y rutas comerciales en el levante español. Gracias a esto, ha conseguido desarrollar una personalidad propia, nutrida de múltiples experiencias históricas, socioeconómicas y artísticas.
La Región cuenta con una superficie de 11.317 km2, lo que supone un 2,25% del total nacional y una población que, según el Censo Regional de Estadística, en 2005 ascendía a 1.335.792 habitantes, es decir, el 3,09% de la total española. La economía murciana, basada tradicionalmente en la actividad agrícola de alto rendimiento y en un tardío desarrollo industrial, presenta hoy una estructura mucho más diversificada. Así, en la actualidad, el sector servicios, en el que situaremos las distintas propuestas turístico-culturales, posee un peso notable en el mercado laboral murciano.
La gran variedad orográfica de su superficie está protagonizada por una serie de sistemas montañosos que cruzan la región en dirección SO-NE, prolongación de las Cordilleras Béticas, que alternan a su vez con valles, depresiones y llanuras, por las que discurren los ríos que la bañan. El clima murciano responde al tipo mediterráneo árido, con temperaturas suaves en invierno y calurosas en verano, y baja pluviometría.
Todas estas características físicas crean en tierras murcianas un delicado ecosistema rico en variedades geológicas y biológicas, que constituyen un gran atractivo. Así, las características meseteñas de las comarcas del altiplano contrastan con los paisajes montañosos del noroeste de la región, las suaves llanuras del campo de Cartagena o las ricas huertas que pueblan las vegas de los principales ríos: Segura, Guadalentín y Mula. Paisajes privilegiados, elogiados ampliamente en la literatura de viajes, se encuentran por doquier, y en ellos el hombre ha dejado su huella milenaria, actuando en un delicado equilibrio con su entorno.
La Región de Murcia, habitada desde el Paleolítico Inferior, presenta, por sus características únicas, yacimientos de gran número de civilizaciones que llegaron a ella tanto por tierra como por mar, dejando un legado que se irá nutriendo a lo largo de la Historia. Fuertemente urbanizada durante la dominación romana, constituyó una región próspera y rica con la llegada de los colonos bizantinos, y más tarde de los conquistadores musulmanes, que pusieron en práctica en ella sus elaborados conocimientos sobre ingeniería hidráulica aplicada a la agricultura. Su posterior realidad como enclave fronterizo durante la Reconquista y único puerto de Castilla al Mediterráneo, así como su especial situación dentro de las rutas levantinas, han terminado de contribuir a su riqueza en materia artística y patrimonial.
El componente urbano. Los Conjuntos
Históricos de la Región de Murcia
El estudio del entorno de una ciudad se define tanto por su diversidad orográfica y vegetal como por la imagen visual de su perfil urbano. Es por ello que se hace necesario conocer una serie de aspectos, sobre la evolución histórica de estos núcleos urbanos, para así comprender las razones de su devenir y su configuración morfológica actual. Analizando los nueve Conjuntos Históricos declarados en la Región de Murcia (figura 1), a saber: Lorca (1964), Murcia (1976), Cartagena (1980), Jumilla y Mula (1981), Cehegín (1982), Beniel (1983), Caravaca de la Cruz (1985) y Aledo (1988), intentaremos, establecer una serie de líneas comunes que agrupen a las ciudades, gentes y paisajes del antiguo Reino de Murcia en un territorio en el que inciden una serie de características históricas, artísticas, sociológicas y urbanísticas concretas.
Figura 1
Localización y vistas
de los Conjuntos Históricos de la Región de Murcia
Fuente: elaboración propia
Para tal fin, partir de la Edad Media nos mostrará claramente hasta qué punto la Historia otorgará al territorio de Murcia su fisonomía urbana característica. Tras el Pacto de Tudmir, en el siglo VIII, surgieron la mayoría de los núcleos urbanos que en la actualidad se benefician de su declaración patrimonial. Aunque Cartagena brillaba en su pasado romano había sido doblemente arrasada por vándalos y visigodos, por que resurgió ex-novo como puerto del emirato cordobés, bajo una atalaya islámica. Durante los primeros años del dominio musulmán, el ambiente de peligro reforzó la importancia de los husum, fortalezas amuralladas, con lo que las antiguas civitates romanas situadas en llano perdieron importancia, hasta desaparecer. Poco antes de ser reconquistado por el Infante Alfonso, el frágil Reino Taifa de Ibn Hud se mantenía en una posición de enclave fronterizo en todos sus frentes y, por esto, la función militar condicionó la morfología urbana de las medinas hispanomusulmanas, situadas en lugares elevados favorables para la defensa. Así, el trazado de estos núcleos se basará en un conjunto de plazuelas estrechas y calles tortuosas que crecen de forma anárquica dentro del recinto amurallado, en torno al cual surgirán los arrabales amurallados.
Tras la reconquista de Murcia se inauguró un periodo de predominio de la vida urbana sobre la rural, ya que la población, por su seguridad, se aglutinó en los recintos amurallados, ahora gobernados por Órdenes Militares, nobles caballeros o directamente por el rey. La constante mirada al frente bélico ocasionará que las ciudades conserven su antigua estructura musulmana, pero adaptada a las funciones y exigencias de la nueva situación. Será el final de la Reconquista, en 1492, un punto de inflexión en su historia urbana, ya que desaparecido el peligro islámico y, tras un aumento demográfico, se acelera el deslizamiento de las construcciones hacia el llano, que ofrece mejores condiciones de habitabilidad, descendiendo por los caminos de ascensión a las fortalezas. Se gestan edificios y espacios urbanos, ante las nuevas necesidades, y así surgen las plazas de la villa, que albergarían los nuevos edificios civiles y religiosos. Es en este siglo en el que se desarrolla también el Conjunto Histórico que no tiene estrictamente pasado medieval: Beniel (antigua alquería islámica que adquiere el rango de villa).
El siglo XVIII constituirá una etapa dorada en la vida político-económica de la Región de Murcia, con el esplendor de la industria de la seda. Los núcleos urbanos se visten de representativos palacios y barrocas fachadas, y se planifican amplias calles y plazas y extensos paseos arbolados. Los procesos de desamortización del siglo XIX provocan el derribo de numerosos edificios religiosos, que a veces se convirtieron en plazas y jardines. Aspecto fundamental del desarrollo urbano en este siglo será el derribo de murallas. Morfológicamente destaca el levantamiento de palacios y “casas de pisos” de tipología modernista, ligados al enriquecimiento de la burguesía industrial en ciudades como Jumilla y Cartagena.
A mediados del siglo XX dará comienzo un nuevo periodo que ocasionará la mayor transformación morfológica y tipológica en el trazado de estas ciudades a lo largo de su historia. El progresivo crecimiento demográfico, que provocó una serie de forzosas adaptaciones a las nuevas necesidades, logró desvirtuar su fisonomía, al más puro estilo del desarrollismo de los años 1960[2]. Orgullosos, los poderes políticos se vanagloriaron de sus hazañas con la construcción de estas Grandes Vías[3], como la de Murcia, que abrió en canal su entramado. Pero, aunque tarde en muchos casos, los murcianos vuelven la cara hoy hacia su patrimonio inmueble y urbanístico, y el siglo XXI trae consigo en Murcia nueve Conjuntos Históricos que se embarcan en la difícil tarea de la puesta en valor de su patrimonio urbano y monumental, con fines culturales, a través de proyectos de desarrollo regional y turístico.
Patrimonio vs. Turismo
El sector turístico es una fuente de financiación y explotación del patrimonio cultural muy importante, hecho al que no escapan los Conjuntos Históricos. La trascendencia de su imagen, con toda su carga de connotaciones simbólicas y de deleite, viene siendo reconocida en su consideración como recurso turístico importante ya desde mediados del siglo XX. En la Región de Murcia se ha explotado tradicionalmente el turismo de “sol y playa”, con La Manga del Mar Menor como ejemplo más claro, y la diversificación de la oferta, con su efecto sobre el turismo cultural y de interior, se encuentra aún en una fase de consolidación[4].
El interés por la explotación para el turismo de los recursos patrimoniales de la Región no es nuevo. De hecho, pueden rastrearse iniciativas, proyectos e intenciones desde el siglo pasado. Actualmente se organiza a partir de una serie de planes que cubren todo el espacio regional. Los de mayor importancia son los denominados Proyectos Turísticos Integrados, cuyo objetivo es el desarrollo turístico de destinos urbanos tras de su puesta en valor como “productos culturales”. Estos proyectos afectan a tres de los principales Conjuntos Históricos de la Región: “Lorca Taller del Tiempo”, espacio temático patrimonial[5] que pretende presentar los recursos a partir de una serie de talleres (tiempo, civilización, barroco, creación y tradición) que expliquen la ciudad en su conjunto; “Cartagena Puerto de Culturas” que fomenta su rico patrimonio arqueológico y su condición de ciudad marítima; y “Caravaca Jubilar”, enfocado como producto turístico religioso, gracias a su Vera Cruz y a la concesión del título de Ciudad Santa de la Cristiandad.
Además de esos proyectos que se desarrollan sobre núcleos urbanos, existen los llamados Planes de Dinamización Turística, en los que se recogen todos los Conjuntos Históricos de la Región, cuyo ámbito de aplicación es mucho más amplio que el de los Integrados, ya que incluyen municipios enteros y comarcas. Van destinados al fomento del turismo en destinos emergentes, con el objetivo de fortalecer la estructura turística regional y diversificar la oferta, haciéndola complementaria. La política de fomento del turismo ha sido determinante en las intervenciones sobre los Conjuntos Históricos. Buena muestra de ello es que, en los planes y proyectos planteados, se recogen siempre una serie de inversiones destinadas a la mejora de sus paisajes urbanos y naturales, a la dotación de infraestructuras y servicios, a las intervenciones sobre determinados edificios, etc.
Análisis del paisaje urbano
y natural de los Conjuntos Históricos de Murcia
La preservación y cuidado del paisaje urbano y natural de los Conjuntos Históricos está reconocido por la Ley desde hace años[6]. En la Región de Murcia las distintas normas de planeamiento locales tienen en común la presencia de reglamentos estéticos para determinar líneas de actuación a la hora de realizar nuevas construcciones, dentro de los límites de los centros históricos respectivos. En general, se refieren a los interiores de los conjuntos declarados, sin tener demasiado en cuenta las visuales exteriores, tanto de la ciudad vista desde el territorio como de las vistas del entorno desde la ciudad. A pesar de todo, estos reglamentos no han impedido que los núcleos urbanos de la Región se hayan visto afectados por el boom constructivo del último tercio del s. XX, que a veces ha logrado que el núcleo en cuestión pierda los valores que ocasionaron su declaración. En la actualidad se está desarrollando un proceso de toma de conciencia de la importancia que tiene la preservación del ambiente propio de los Conjuntos Históricos y su carácter fundamental a la hora de ponerlos en valor.
Según
la entidad y tamaño del casco urbano en que se encuentren y su peso
gubernamental podemos encontrar gran diversidad de tratamientos en las
diferentes realidades de los CH. Por ello, para realizar nuestro análisis
hemos optado por agruparlos en torno a tres categorías, según
el índice poblacional de los núcleos en los que se inserten.
Denominaremos ciudades pequeñas las que posean hasta 10.000 habitantes;
ciudades medias entre 10.000 y 30.000 habitantes; y, finalmente, ciudades
de gran tamaño las que acogen a más de 30.000 habitantes.
Conjuntos Históricos en ciudades pequeñas
En realidad, sólo podríamos considerar en este apartado la villa de Aledo, ya que para el caso de Beniel su situación pragmática se correspondería más bien con una delimitación de entorno de un Bien de Interés Cultural. En general, se trata de pequeños núcleos urbanos, de morfología compacta, en los que no existe todavía una edificación en altura, hecho que facilita su legibilidad y la localización de los hitos visuales. La falta de recursos para emprender planes de rehabilitación de su patrimonio y de dotación de infraestructuras y servicios, conlleva un lento desarrollo y la acometida de actuaciones muy puntuales.
Beniel
La villa de Beniel se sitúa sobre una serie de terrazas fluviales en las inmediaciones al río Segura, en pleno paisaje huertano, junto a la frontera con la Comunidad Valenciana. Alberga en su zona periurbana los históricos Mojones del Reino de Castilla, recuerdo de los Tratados, firmados en los siglos XIII y XIV por los reyes de Castilla y Aragón para fijar las fronteras de sus estados. Este hecho propició en 1983 su declaración como CH, fijándose su delimitación en una doble ubicación: en primer lugar, dichos Mojones y su entorno, y en segundo lugar la plaza de la villa, denominada Plaza de Ramón y Cajal, englobando el entorno del Palacio de los Marqueses de Beniel y de la Iglesia de San Bartolomé. En 1983, año de la declaración, el Palacio de los Marqueses se encontraba todavía en pie y los Mojones del Reino se recortaban sobre un entorno de huertas y acequias. Actualmente dicho palacio no existe, ya que por su estado de deterioro acabó siendo demolido en 1993, para edificar en su lugar el nuevo edificio del Ayuntamiento; y la rápida expansión urbana de los últimos veinte años ha desplazado la población hasta encajonar a los Mojones, desvirtuando así su monumentalidad dieciochesca.
En los últimos años se ha tendido a embellecer los espacios públicos del diminuto CH, con un mobiliario urbano de corte historicista que, a pesar de la intención original, no se integra en un entorno totalmente alterado. El último intento de mejorar su ambiente consistirá en la casi total peatonalización de la plaza. No obstante, Beniel es un ejemplo de cómo, en ocasiones, los impactos vienen motivados por la utilización de mobiliario urbano fabricado en serie para entornos monumentales, que puede no adaptarse a las peculiaridades del paisaje del CH, ocasionando el efecto contrario al deseado.
Aledo
Aledo se encuentra emplazado en las estribaciones de Sierra Espuña, sobre una península rocosa que ha condicionado su lenta expansión urbana. El CH ocupa la zona sur de la población, la más elevada, constituyendo la propia muralla torreada el borde de la zona declarada. Nos encontramos ante el núcleo murado todavía poblado mejor conservado de la Región, pues mantiene gran parte de sus murallas, unas tipologías arquitectónicas tradicionales en armonía con el entorno natural y, en general, su imagen de villa amurallada medieval presidida por la imponente Torre del Homenaje. Esto se debe, sobre todo, a su propia localización aislada, que ha favorecido que durante siglos haya experimentado una expansión urbana mínima.
Para mantener estos valores significativos,
el Plan General de Ordenación Urbana (aprobado en octubre de 2005)
recoge toda una serie de disposiciones para la salvaguarda de las condiciones
estéticas y visuales del paisaje urbano, referidas no sólo al
CH sino a todo el núcleo. Además, establece explícitamente
que una de las finalidades que debe tener la elaboración de Planes
Especiales será “la protección del paisaje y los bienes naturales
y culturales”[7].
Asimismo, el PGOU incluye una Zona de Protección Paisajística,
que se corresponde con el entorno natural que abarcan las ramblas que rodean
el cerro (figura 2), con lo que quedan protegidas todas las visuales de la
villa desde las principales vías de acceso actuales, así como
la cuenca visual desde el amplio mirador situado en la Plaza del Castillo.
Gracias a los fondos gestionados a través de los proyectos de dinamización
turística, Aledo está siendo objeto de una serie de actuaciones
puntuales encaminadas fundamentalmente a la mejora de su paisaje urbano, como
el proceso de pavimentación del CH con adoquines (iniciativa común
en todos los Conjuntos Históricos analizados) así como a la
dotación de infraestructuras y recursos turísticos.
Figura 2
Entorno de algunos de los Conjuntos
Históricos
Fuente: elaboración propia
Conjuntos Históricos en ciudades medias
Los cuatro CH murcianos situados en ciudades medias comparten un tipo de fisonomía similar. Así, su origen medieval condiciona una silueta peculiar de ciudad a piedemonte coronada por una fortaleza conservada en mejores o peores condiciones, según el caso. Los hitos arquitectónicos se corresponderán con los campanarios de las construcciones religiosas que sobresalen del perfil urbano. Otra característica común a todos ellos es la conservación en su entorno natural de los paisajes forestales y agrícolas, hecho que constituye un elemento enriquecedor fundamental, tanto desde el punto de vista de la contemplación como de la comprensión del territorio. En estas ciudades siguen desempeñando las principales funciones civiles, religiosas y representativas, puesto que el tamaño total de los núcleos no ha hecho necesario su traslado al extrarradio. En general, estos Conjuntos Históricos presentan unos valores arquitectónicos relevantes donde el carácter monumental convive con la arquitectura popular, que todavía no se ha visto sustancialmente sustituida por edificación en altura. Este hecho, unido a la tendencia a proteger las zonas de transición, garantiza su legibilidad con respecto al resto de la localidad en cuestión.
Los problemas ambientales comunes a estos núcleos se deben, como es bien sabido, a que no se concibieron para albergar toda la serie de servicios e infraestructuras que son fundamentales en la sociedad actual:
-Tráfico rodado intensivo en aumento, con graves problemas para la circulación y el estacionamiento de los vehículos. En general, este elemento es el más contaminante, ya que produce polución y supone agresiones acústicas y visuales importantes.
-Alteraciones de las características básicas del paisaje urbano, por el uso indebido de materiales, texturas, colores, volúmenes, etc., que desvirtúan progresivamente la esencia del CH.
-Sistema de cableado
eléctrico y de telefonía, que agrede la imagen ambiental de
los espacios urbanos (figura 3).
Figura 3
Ejemplos del grave impacto visual
que supone el mal tratamiento del cableado
Fuente: elaboración propia
-Mobiliario urbano de diseño inadecuado y no integrado en el entorno histórico. En este contexto se enmarca la proliferación de farolas con foco descubierto, que constituyen un elemento generador de contaminación lumínica.
-Impacto ambiental y visual causado por escombreras y vertederos incontrolados, que surgen en los solares del interior del núcleo o, en mayores proporciones, en los bordes que coinciden con la transición al cerro.
Jumilla
A diferencia de Aledo, la población jumillana actual descendió al valle tras el fin de la Reconquista, denominado históricamente “el Prado”. Sólo permaneció en lo alto el castillo como hito arquitectónico y paisajístico fundamental. Frente a los orígenes medievales del entramado del CH y de los principales hitos arquitectónicos (castillo, campanarios de las Parroquias de Santiago y Santa María del Rabal, y antiguo ayuntamiento renacentista), la esencia del escenario urbano está directamente vinculada al parque de edificios modernistas que se diseminan por las principales vías. La disposición del trazado urbano del CH posibilita que el fondo de las calles que se deslizan ladera abajo sea el paisaje natural exterior que rodea el núcleo, hecho que enriquece el propio paisaje urbano del conjunto, al verse inmerso en la dinámica estacional y los cambios que se generan en el entorno natural. La transición entre el CH y su entorno presenta diversos tratamientos. Al oeste se encuentra una basta extensión de cultivos que enriquece notablemente la percepción integrada de toda la cuenca visual divisada desde el castillo. En el sur existe un conjunto de edificaciones de hasta ocho alturas, entre dos las plazas, que supone un gran impacto visual, situados algunos de ellas dentro CH, entre los ejemplos más sobresalientes de las construcciones de estética modernista. El borde este coincide con edificaciones tradicionales de baja altura surgidas alrededor del otro hito arquitectónico local: la Parroquia del Salvador.
Entre las agresiones principales que hemos podido documentar destaca la realizada en el espacio que albergó a la parroquia tardogótica de Santa María del Rabal, de la que sólo queda el campanario y parte de la fachada. En el lugar que ocuparon sus naves se ha introducido un “no lugar”, una asolada plaza revestida de mármol y cemento, que no sólo no está integrada en el entorno urbano, sino que genera una desagradable sensación de desasosiego y ruptura con la continuidad de la morfología del Conjunto. Este hecho se acentúa porque la iglesia se encontraba entre el entramado de callejas que mejor conserva hoy la esencia medieval (figura 4).
Figura 4
Vista de la “plaza dura” que
ocupa el solar de las naves de la iglesia de Santa María del Rabal.
Al fondo, la Parroquia Mayor de Santiago. La imagen está realizada
desde el pie del campanario exento
Fuente: elaboración propia
Mula
La zona urbana delimitada CH se extiende, tras la Reconquista, hacia el valle, a partir del antiguo recinto murado bajo el castillo. Por tanto, encontramos también en este caso tortuosas calles que se adaptan a la orografía del terreno hasta llegar a la Plaza Mayor. Mula comparte la tipología de hitos visuales con el resto de ciudades encastilladas. Los bordes del Conjunto declarado gozan de un tratamiento integrado, exceptuando los dos edificios de ocho y nueve alturas que flanquean la entrada de la Calle del Caño, que conduce a la Plaza Mayor a través del antiguo camino de Lorca. Destaca en el borde sur un longitudinal espacio ajardinado frente al Convento de Franciscanos que ha supuesto un embellecimiento de este borde, a través de una frondosa zona verde, que además sirve para oxigenar el cruce entre los principales caminos, hacia Lorca y Murcia.
El CH de Mula se rige por el Plan
Especial de Protección y Revitalización del Conjunto Histórico
(PEPRCH), aprobado en noviembre de 1999, que junto a la normativa ordinaria
de protección estética de los edificios, mobiliario urbano
y condiciones de edificabilidad, propone una serie de actuaciones para
acondicionar el perímetro urbano, tales como apertura de algunas
vías, leve ensanchamiento de otras y creación de zonas ajardinadas
y miradores para su puesta en valor. Desde el punto de vista de la protección
del paisaje llama la atención la consideración de las denominadas
permanencias, que definen los “elementos físicos existentes
(naturales y artificiales) que merecen ser conservados por su significado
histórico, cultural o medioambiental”, entre los que se clasifican
los “elementos naturales y paisajísticos, que todavía hoy
caracterizan el lugar o emplazamiento del Conjunto Histórico, y
condicionan el crecimiento de la ciudad por el Norte y Este”[8],
es decir, la falda del monte del castillo y las huertas situadas a Levante
del Casco. La vega formada por estas conforma un rico paisaje cultural
en el que se mantiene todavía el delicado equilibrio entre el hombre
y los recursos de su entorno.
Cehegín
Núcleo histórico situado sobre dos promontorios coronados por sendos edificios religiosos que constituyen los principales hitos visuales de su silueta, sobre los tejados de las viviendas tradicionales. Quizá sea el caso más significativo de la importancia de la topografía no sólo en la configuración de la ciudad tradicional, sino también en la determinación de su singular perfil, diferenciador del resto de los Conjuntos de ciudades medias de Murcia. El área delimitada por la declaración de Cehegín, de marcadas formas redondeadas, ocupa una posición excéntrica con respecto al resto de la población, que se extendió por el valle contiguo y tan sólo hace unos años ha conseguido unirse al núcleo primitivo. Por tanto, solamente los bordes Sur y Sureste del CH colindan con el ensanche moderno, aunque no podemos hablar de entidades integradas morfológicamente, ya que realmente están separadas por zonas libres que no constituyen espacios de encuentro de las edificaciones, sino que los dos ámbitos urbanos mantienen su propia independencia formal. El resto del CH, situado en la cuenca visual que une Cehegín y Caravaca, se encuentra bordeado por el profundo cauce de uno de sus meandros del río Argos y, por tanto, se comunica directamente con el medio natural que lo circunda.
La principal innovación de su planeamiento vigente es el hecho de que remarque la noción de territorio, al establecer que no se contemple el CH aisladamente sino en relación con el resto del núcleo, del municipio y de toda la comarca.
Los impactos visuales del paisaje
interior del CH son los habituales, aunque aquí sobresalen especialmente
los problemas del cableado y el mobiliario urbano inadecuado. Sin embargo,
desde el punto de vista de las visuales al paisaje exterior, podemos destacar
el cuidado observado en la minimización el impacto que supone la
zona industrial, situada pocos kilómetros al este, por medio de
la colocación de una pantalla verde, que en unos años ocultará
totalmente la visión de las naves industriales.
Conjuntos Históricos en ciudades de gran tamaño
Nos encontramos a partir de ahora ante las ciudades de mayor tamaño e importancia de la Comunidad Autónoma de Murcia. También se trata de los tres primeros Conjuntos declarados en el ámbito regional. El origen medieval de estas ciudades relaciona la fisonomía urbana de Lorca y Cartagena, surgidas a piedemonte de una fortaleza defensiva, y las diferencia de la capital del antiguo Reino, que se desarrolló como plaza amurallada en el centro de la vega del Segura. Sin embrago, las tres comparten una morfología urbana basada en calles tortuosas con pocas plazas que se insertan a duras penas en un recinto amurallado. Los valores estéticos, ambientales y arquitectónicos de estos CH se han visto bastante degradados en las últimas décadas, como consecuencia del desarrollo socioeconómico y de la feroz expansión urbana que han experimentado.
Lógicamente, la complejidad de estos núcleos, requiere un corpus legislativo mucho más amplio y pormenorizado que en el resto de las ciudades de menor tamaño. En ellos se realiza una descripción más profunda y detallada, tanto de todas las condiciones que afectan al paisaje urbano interior, como de las que inciden sobre la relación entre este y el entorno que lo rodea. Además, incluyen catálogos de inmuebles discordantes, como consecuencia de su incidencia. No obstante, esto no significa que hayan dejado de llevarse a cabo actuaciones que suponen un gran impacto ambiental y visual, debido a un mal entendido concepto de integración (o des-integración) entre las tipologías existentes y los añadidos actuales. Así, en muchas ocasiones, como en ocasiones sucede en los espacios abiertos, no sólo no se potencian las cualidades de la obra en sí, sino que además suelen conllevar su despersonalización, y suponen una confrontación visual desagradable e ilegible.
Estos núcleos de gran tamaño coinciden con la problemática planteada con anterioridad para las ciudades medias, pero más agudizada, como consecuencia de una mayor concentración demográfica, con el aumento de necesidades y problemas que esto conlleva. Inconvenientes propios de los CH en grandes municipios serán:
-Agresiones ambientales derivadas de los procesos especulativos en la construcción, que desembocan en un aumento considerable del volumen de edificación. Este hecho supone un efecto dominó a la hora de derribar otros edificios de carácter tradicional y seguir construyendo con una diferencia de altura considerable. Este fenómeno desvirtúa el carácter de los espacios urbanos históricos e impide una correcta legibilidad del CH.
-Pérdida visual de los hitos arquitectónicos históricos, que quedan ocultos progresivamente por los inmuebles edificados cada vez a mayor altura.
El análisis pormenorizado de cada uno de estos Conjuntos supondría una extensión que, desgraciadamente, escapa a los límites de esta comunicación. Por ello, se ha optado por reflejar un análisis general de los elementos más significativos, que nos ha permitido establecer una serie de conclusiones, sin poder profundizar en esta ocasión en un estudio detallado.
Murcia
Capital
de la Comunidad Autónoma que lleva su nombre, hasta la década
de 1940 mantuvo sus características monumentales ligadas eternamente
a la frondosidad de su huerta, alabada con creces por los viajeros que se
acercaban a la vega del Segura. Sus palacios barrocos se diseminaban por la
maraña de callejuelas, y la majestuosa torre de la catedral constituía
el punto de referencia visual desde muchos kilómetros a la redonda.
Con la apertura de la Gran Vía de José Antonio a partir de 1953
el frágil CH fue fragmentado irremisiblemente y la voraz construcción
de rascacielos asoló el espacio ocupado por esta avenida y sus alrededores
(figura 6). Comenzó entonces una expansión urbana a un ritmo
sin precedentes a costa de absorber parcelas de huerta. Muchos palacios históricos
fueron derribados en pos del progreso y, en ocasiones, sus portadas desnudas
fueron reubicadas en parques de la ciudad o al frente de otras construcciones.
A pesar de que la declaración de 1976 pretendía frenar este
proceso, treinta años después el CH es prácticamente
ilegible. Solamente sobreviven pequeños reductos alrededor de los edificios
declarados BIC. La delimitación de 1976 proponía como CH de
Murcia los entornos de seis construcciones religiosas de origen medieval:
Catedral, San Esteban, San Andrés, Santa Clara, Santa Eulalia y San
Nicolás. Se alegaba que mantenían “cierta coherencia en sus
valores urbanos y arquitectónicos, que deben mantenerse como muestras
notables del carácter monumental de la población”[10].
Quedaba propuesta asimismo para todo el sector de la antigua ciudad amurallada
la consideración de Zona de Respeto Arqueológico.
Figura 6
Vistas de las iglesias de San
Lorenzo y Santa Catalina, donde se observa claramente la anulación
de estos inmuebles “protegidos” como consecuencia de prácticas constructivas
agresivas
Fuente: elaboración propia
A pesar de poseer una legislación muy desarrollada en cuanto a la protección del paisaje rural y urbano, con algunos apartados que intentan evitar que se repitan algunas de las agresiones que ya han dañado gravemente el patrimonio arquitectónico de la ciudad, diversos sectores del CH aparecen hoy tan dañados que podrían considerarse prácticamente irrecuperables. En cambio, otras zonas se han visto menos afectadas por este proceso global. Así el Paseo del Malecón, situado en el margen izquierdo del río Segura, supone una de las áreas de mayor calidad ambiental del CH.
Cartagena
Cartagena es la ciudad que conserva un mayor número de restos superpuestos de civilizaciones en su subsuelo, sobre todo los de procedencia romana, y esto supone una amplia problemática en cuanto a la integración de esos restos en el conjunto urbano. Pero será su importante patrimonio arquitectónico de esencia modernista el que ostente el peso definitivo para la declaración de CH de 1980. La característica topográfica más peculiar de Cartagena es el hecho de que diseminadas en el propio núcleo urbano se alzan las cinco colinas o cerros que ya tenían especial significación para el desarrollo de la ciudad desde el periodo púnico. Otro elemento diferenciador con respecto al resto de los conjuntos de la región es su característica especial como ciudad portuaria, que supone que uno de los bordes de su CH sea la fachada marítima. Su especial enclave estratégico la ha convertido en cuidad eminentemente militar a lo largo de la historia, circunstancia que ha determinado su posterior desarrollo urbano hasta hoy.
También resulta fundamental en su fisonomía la grave crisis económica y social a la que se vio sometida, tras el desmantelamiento de su sector industrial, a finales del siglo XX, que incidió directamente en la degradación de su entramado urbano. Desde hace unos años, Cartagena renace lentamente gracias a la creación de la Universidad Politécnica y al desarrollo del Turismo Cultural. Sobre estos elementos, a los que habría que añadir el fabuloso descubrimiento arqueológico que supuso la localización del Teatro Romano, junto a las ruinas de la Catedral Vieja de Santa María (primera catedral cristiana de la península Ibérica), se sustenta todo el proceso de intervención, rehabilitación y reforma interior que se está desarrollando desde hace unos años en su núcleo histórico. En estos momentos dentro del CH contrastan las áreas acondicionadas para los recorridos culturales, propuestos por el Consorcio Turístico “Cartagena, Puerto de Culturas”, con las amplias áreas de derribo, tanto de barriadas marginales para su posterior reordenación, como de las viviendas afectadas por la excavación del Teatro Romano. Esta circunstancia ofrece la extraña oportunidad de poder presenciar in-situ el fascinante proceso de rehabilitación y puesta en valor de todo un CH, gracias a las excelentes vistas que las colinas circundantes ofrecen al visitante. Son destacables por su extraordinario valor como recurso visual y ambiental los espacios ajardinados del CH de Cartagena, que contribuyen a oxigenar el ambiente urbano y enriquecen el paisaje acústico, gracias a la avifauna que los puebla.
Lorca
Se trata de la primera ciudad de la Comunidad Autónoma en obtener el título de CH, en 1964. En la declaración se destacan “los conjuntos urbanos que se suceden casi sin interrupción, dando a sus calles un especial carácter de unidad y nobleza […] y el ambiente, en fin, de singular belleza que rodea a toda la población”[11]. El hecho que diferencia a este núcleo del resto de igual fisonomía en la Región, es la mayor profusión de construcciones monumentales, religiosas y civiles, que configuraban, en el momento de la declaración, un conjunto armonioso totalmente integrado en el ambiente que lo circundaba. Muchas de las iglesias y palacios barrocos son puntos de referencia visual desde la mayoría de la población, actuando como “mojones” del territorio, siguiendo la terminología de Lynch. Ejemplos principales serán, en este sentido, las tres iglesias góticas de la zona alta del casco, que dieron lugar en el medioevo a la primera expansión extramuros de la villa, y que hasta el momento se encuentran en estado lamentable, siendo objeto de sendos proyectos de rehabilitación por parte del Plan Integral de los Barrios Altos. La mole de la ex-Colegiata de San Patricio y su torre poligonal actúan asimismo como hito fundamental del perfil urbano de Lorca. Pero, sin embargo, la imagen esencial que condensa toda la memoria histórica de los habitantes de Lorca y su representación simbólica y emocional es el perfil de la fortaleza, hito por antonomasia, que desde hace tres años está sumergido en la polémica debido a la construcción de un Parador Nacional de Turismo dentro de las murallas. Los responsables de la empresa Turespaña y los representantes de la administración local defienden la total integración de este proyecto en el entorno del castillo, en contraposición con las opiniones de los especialistas en Patrimonio, que han desaconsejado esta actuación por considerarla perjudicial no sólo para el importante yacimiento arqueológico descubierto a raíz de las obras, la antigua judería de la fortaleza que alberga una sinagoga en excelente estado de conservación, sino también para la imagen visual y ambiental del perfil de ese símbolo de la ciudad (figura 7). Por su parte, un grupo de ciudadanos ha desarrollado el “Manifiesto a favor del Patrimonio Histórico de Lorca”, en el que denuncian la construcción del complejo turístico amparándose en los artículos 4 y 19 de la Ley de Patrimonio Histórico Español.
Figura 7
Dos intervenciones polémicas
sobre inmuebles históricos lorquinos
El Parador de Turismo
que se está edificando dentro del recinto amurallado junto a la
Torre Alfonsina, y los restos del claustro del Convento de Santo Domingo
(inmueble con protección de Grado 1). La construcción de
la carretera eliminó una crujía y un edificio de viviendas
mal integrado se precipita sobre el resto. Fuente: elaboración
propia
La situación global del CH se caracteriza por una doble línea
de actuación. Por un lado se está acondicionando y rehabilitando
una parte del paisaje urbano, la que engloba el recorrido turístico
utilizado por el Consorcio “Lorca, Taller del Tiempo”. Pero el resto del conjunto
presenta un aspecto en ocasiones descuidado, describiéndose en él
gran número de impactos visuales tales como cableados inadecuados,
prácticas publicitarias agresivas o contaminación visual y ambiental
provocadas por la existencia de zonas de escombros y vertidos.
Conclusiones
Tras la labor de documentación científica, el trabajo de campo realizado sobre los Conjuntos Históricos nos ha permitido profundizar en el análisis de la consideración, el tratamiento y la problemática a que se somete actualmente el paisaje en su relación de retroalimentación con los seres y elementos que en él se desenvuelven. Hemos podido establecer una catalogación de impactos de carácter negativo comunes a todos los Conjuntos de la Región. Por otro lado, también hemos comprobado que se están llevando a cabo numerosas iniciativas puntuales encaminadas a su corrección (en cuyo análisis no profundizamos debido a la extensión máxima de esta comunicación). Lógicamente, a pesar de que una misma Ley regula todos los Conjuntos Históricos, resulta diversa la aplicación que las administraciones locales llevan a cabo para integrar el carácter de un núcleo urbano de especiales características históricas reconocidas, con el entorno que lo ha acompañado en su devenir histórico y del que forma parte indisoluble.
Resulta fundamental la consideración del paisaje como marco escenográfico irrepetible de la cultura del territorio,que ahora es considerada como un factor de competitividad de primer orden, por lo que supone un recurso generador de empleo y renta en muchas zonas. Esta situación va en aumento como consecuencia de la cada vez mayor competitividad entre las regiones, en la que los recursos culturales y naturales se convierten en uno de los principales atractivos.
En una Comunidad Autónoma en la que los ingresos por el turismo son fundamentales para el mantenimiento de la economía, se hace obligada la preservación del paisaje para garantizar que Murcia sea un destino turístico de primera calidad, más allá del modelo que plantean algunas actuaciones proyectadas o desarrolladas, que hipotecan la propia supervivencia de sus recursos patrimoniales.
Sin embargo, este potencial no sólo es beneficioso para el sector turístico, ya que conviene tener en cuenta la creciente importancia que la buena conservación de los paisajes urbanos y naturales tiene como elemento atractivo para el mundo empresarial por el beneficio que aporta a su imagen corporativa. Otro fenómeno que va en progresivo aumento es el del teletrabajador. En este sentido, la calidad de los paisajes de un municipio puede convertirse en un factor de atracción de estos individuos, contribuyendo con ello a la reactivación de los municipios que han sufrido un proceso de éxodo poblacional pero que, sin embargo, pueden mantener un entorno natural y urbano más atractivo y sano.
Estas oportunidades no parece que se estén aprovechando en el caso de la Región de Murcia. Desde nuestro punto de vista, una de las causas puede ser el desconocimiento por parte de la población local (y de sus gobernantes) del significado y valor de su patrimonio natural y cultural y de sus potencialidades. En el caso concreto de los Conjunto Históricos regionales, debemos remarcar el desconocimiento casi total de lo que conlleva la declaración de Conjunto Histórico, e incluso del significado del propio concepto. Esto destaca especialmente en el caso del personal de las oficinas de turismo (tanto de los ayuntamientos como de los consorcios) y en su ausencia de los folletos turísticos y demás material relacionado. Las carencias en cuanto a la educación patrimonial de la población son considerables y nos parecería un paso importante para solventarlas el que se informara expresamente sobre la existencia y significado (y se recogiera su localización en los mapas turísticos) de los Conjuntos Históricos como un primer paso para el acercamiento de las figuras de protección del patrimonio cultural a la sociedad.
Hemos podido comprobar el escaso tratamiento consciente del paisaje en relación con los Conjuntos Históricos, idea que viene enraizada en un corpus legislativo que en raras ocasiones supera el ámbito de las determinaciones estéticas y volumétricas aplicables a los inmuebles del interior del CH para ampliar el diagnóstico estético a la relación ambiental entre los núcleos y el paisaje con el que se interrelacionan.
[1]
Siguiendo la definición aportada por la Convención Europea
del Paisaje. <http://www.coe.int/t/e/Cultural_Co-operation/Environment/Landscape/>
[4 de octubre de 2005], para una versión en español: <http://www.mma.es/conserv_nat/acciones/paisaje/pdfs/convenio_paisaje.pdf>
[10 de noviembre de 2005]
FERRER REGALES, M., Los centros históricos en España: teoría, estructura, cambio. Pamplona: Gobierno de Navarra, Departamento de Medio Ambiente, Ordenación del Territorio y Vivienda, 2003.
FREY SÁNCHEZ, A.V. y BORREGA FERNÁNDEZ, L.A., (eds.), Estudios de patrimonio y urbanismo de la Región de Murcia. Murcia: Universidad, 2002-2005, 3 vol.
GONZÁLEZ ORTIZ, J. L., Geografía de la Región de Murcia. Murcia: Editora Regional de Murcia, 1999.
MERINO ALVAREZ, A., Geografía histórica del territorio de la actual Provincia de Murcia desde la Reconquista por D. Jaime I de Aragón hasta la época presente. 3ª ed. Murcia: Academia Alfonso X el Sabio, 1981.
REVERTE SALINAS, I., La provincia e Murcia. Murcia: Noguer, 1974.
SERRA CABADO, J. y PUJOL MARCO, Ll., “Los Espacios Temáticos Patrimoniales: una metodología para el diseño de productos turísticos culturales”. Estudios Turísticos, 2001, nº 150, pp. 57-81.
VVAA, “Monografía: El paisaje”. Andalucía Geográfica. Boletín de la Asociación de Geógrafos Profesionales de Andalucía, 2000, nº 7.
ZOIDO
NARANJO, F. y VENEGAS MORENO, C. (coords.),Paisaje y ordenación
del territorio. Sevilla: Consejería de Obras Públicas
y Transportes, 2002.
Ficha bibliográfica: