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Scripta Nova
REVISTA ELECTRÓNICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona. ISSN: 1138-9788. Depósito Legal: B. 21.741-98
Vol. XII, núm. 270 (1), 1 de agosto de 2008
[Nueva serie de Geo Crítica. Cuadernos Críticos de Geografía Humana]

 

LA POST-HUMANIDAD Y LOS JINETES DEL APOCALIPSIS. CAMBIOS Y CONTINUIDADES EN LA PRIMERA DÉCADA DEL SIGLO XX
Discurso inaugural del X Coloquio Internacional de Geocrítica

Horacio Capel
Universidad de Barcelona


Desde 1976 existe en la Universidad de Barcelona un grupo de geógrafos preocupados por la crítica de la geografía y por la crítica desde la geografía. Después de cien números de la revista Geo Crítica Cuadernos Críticos de Geografía Humana, en 1996 se inició el portal Geocrítica y en él se integraron varias revistas electrónicas que publican trabajos inéditos: Scripta Nova, Biblio 3W y Aracne, además de una serie que edita en internet libros electrónicos así como textos ya publicados previamente en papel.

A partir de 1999 se realizan también los Coloquios Internacionales de Geocrítica, a los que han asistido gran número de profesores, investigadores y estudiantes, y en los que se han presentado y discutido hasta hoy unas 1.200 comunicaciones. Con las que se debatirán en éste, alcanzaremos ya las 1.500 comunicaciones defendidas personalmente por sus autores. Una buena parte de estos textos han sido, además, publicados en los números extraordinarios de la revista Scripta Nova.

Somos un grupo de científicos sociales que, a partir de una voluntad crítica, tenemos también el ideal  de poner la ciencia al servicio del diagnóstico de los problemas y del cambio social. Desde posiciones que no son políticamente homogéneas, tenemos la confianza suficiente para discutir abiertamente los problemas que nos preocupan, con rigor pero también con cordialidad. Algunos nos conocemos desde hace más de veinte o treinta años, y no hemos roto nuestra amistad. Otros desde fecha más próxima, pero durante diez años nos hemos ido viendo regularmente con ocasión de los Coloquios Internacionales de Geocrítica y de otros eventos y reuniones académicas en Europa y América.

Nos hemos entendido hablando y escribiendo cada uno en nuestras propias lenguas. Las oficiales de los Coloquios, y de las revistas que publicamos en Geocrítica son el español, el portugués, el catalán, el gallego y el italiano. Se trata de lenguas que todas las personas cultas del ámbito que va del Adriático al Pacífico podemos entender sin necesidad de haberlas estudiado, con solo prestar atención y tener voluntad de comprender. En todo ese ámbito espacial y cultural estas diferentes lenguas no nos separan sino que nos unen. Hemos querido mostrarlo con los Coloquios y las publicaciones, demostrando sin lugar a dudas la importancia que tienen esos vínculos lingüísticos para la comunicación científica y cultural.

Todos coincidimos, además, en la necesidad de que los debates académicos tengan una difusión pública y una dimensión social. Creemos que no basta con descripciones y diagnósticos, aunque sean importantes. Pensamos que los científicos sociales se han de comprometer de alguna manera con los problemas del mundo en que viven.

Es preciso que existan foros interdisciplinarios para que los científicos podamos debatir los resultados de las investigaciones que se realizan con marcos teóricos, metodologías y enfoques de las distintas ramas de la ciencia. Debemos poner en común nuestros hallazgos, discutir nuestros problemas y nuestras dudas. Es necesario contribuir a una reflexión general sobre la situación del mundo y de las alternativas que se abren.

Eso incluye, sin duda a los historiadores, que frecuentemente investigan el pasado a partir de preocupaciones por la historia actual. Pero que, desgraciadamente, en muchos casos quedan ya para siempre atrapados en ese pasado sin atreverse a volver a mirar, cargados de sus conocimientos, a las cuestiones actuales. La escasa presencia de historiadores en este Coloquio sobre los cambios recientes, a pesar de las llamadas insistentes que yo personalmente he hecho, es una muestra de lo que digo.

Los problemas más relevantes y la concertación colectiva

El título de este Coloquio pone en primer plano los cambios que ha habido durante estos diez últimos años en la geografía de nuestro planeta, en la sociedad y en las ciencias sociales. En la convocatoria de este encuentro hacíamos constar algunos de los cambios que estimábamos relevantes entre los ocurridos en la última década. A la mayor parte de ellos han prestado atención las comunicaciones que se han presentado. La perspectiva de un decenio, el tiempo que hace que se iniciaron los Coloquios Internacionales de Geocrítica, permite reflexionar sobre las importantes transformaciones que se han producido y la forma de aproximarse a la realidad desde las ciencias sociales. El hecho de haber podido mantener durante una década un diálogo internacional e interdisciplinario en las dos orillas del Atlántico facilita esta reflexión conjunta, mirando al futuro, a las reformas que se perciben como indispensables para preparar un mundo más justo y habitable así como, al mismo tiempo, una ciencia que permita entenderlo y ayude a mejorarlo.

Sin duda debemos atrevernos a hacer un balance y diagnóstico de los temas importantes y decir algo relevante sobre ellos desde la Universidad, que puede es un observatorio privilegiado para indagar los cambios que se están produciendo en el mundo. Hemos de reforzar el debate académico y tratar de darle mayor difusión para informar y alertar a la opinión pública. Pero también hemos de comprometernos a debatir abiertamente las vías para sus soluciones. Esto último exige discutir el coste y el beneficio de las medidas políticas y económicas que se proponen.

1999-2008 han sido diez años en los que hemos tomado clara conciencia de que el mundo ha cambiado profundamente, y de que algunos de esos cambios y de los problemas existentes se están acelerando. Han sido varios los intentos que se han hecho para señalar los problemas urgentes o no resueltos, a la vez que las transformaciones más importantes que se han producido. En uno de los realizados durante 2007 el subdirector de OpenDemocracy (www.openDemocracy.net) señalaba como los diez más importantes los siguientes: el desplazamiento del poder económico de Estados Unidos a Europa y Asia, la amenaza del cambio climático, los efectos económicos y sociales de la globalización, los conflictos armados existentes o latentes (Irak, Afganistán, Sudán, Congo, etc.), las disputas geopolíticas con gran poder destructivo (Irán, Palestina-Israel, Kosovo..), la crisis de estados en los que la vida de los ciudadanos está especialmente degradada (Corea del Norte, Zimbabwe..), el riesgo de proliferación del armamento nuclear y otras armas de destrucción masiva, la aparición de nuevas potencias (China, Rusia, Irán, Venezuela), el impacto del islamismo y otras formas de fundamentalismo, las consecuencias de la migración internacional, el impacto de las nuevas tecnologías y “la nueva vulnerabilidad de la democracia, como idea y como modelo político, frente a los regímenes autoritarios y el populismo burdo e insurgente”[1].

Sin duda todos los problemas señalados son importantes, aunque en seguida se ve que, en ésta y en otras enumeraciones, la percepción está afectada por la naturaleza de la institución que establece los balances y por la misma nacionalidad de los autores. En el caso del que ha efectuado OpenDemocracy es sobre todo la percepción anglo-norteamericana, y esencialmente la estadounidense, la que predomina. Desde otros ámbitos, como los países iberoamericanos (y no digamos desde China o la India) la jerarquización y el peso de esos problemas es, sin duda, diferente. O incluso, aunque se vean similares, el énfasis explicativo se podría poner en otros aspectos; por ejemplo, en lo que se refiere a la vulnerabilidad de la democracia no serían solo los regímenes autoritarios y el populismo burdo e insurgente (alusión sin duda a la evolución de Rusia o a la Venezuela de Chaves) los que constituirían l principal amenaza, sino la incapacidad de los mismos partidos democráticos para profundizar en ella, el miedo al debate, la ruptura de los puentes de diálogo, la incapacidad para poner a punto mecanismos de participación eficaz y no simplemente retórica. Esos son los grandes peligros que amenazan a la democracia hoy.

Un hecho importante de los últimos años es, además, la toma de conciencia de la necesidad de concertación colectiva para abordar los problemas que están planteados. El año pasado aludía a los intentos que se han realizado por parte de algunos economistas para priorizar los problemas más urgentes y cuya resolución podría tener las mayores consecuencias positivas sociales. El Coloquio sobre “Crisis global y soluciones globales” se atrevió a identificar las dimensiones principales de la crisis global y a jerarquizarlas, intentando calcular el coste y beneficio de su solución. Entre los treinta problemas globales más importantes los diez primeros, por orden alfabético, eran los siguientes: cambio climático, conflictos, educación, enfermedades transmisibles, gobernanza y corrupción, inestabilidad financiera, malnutrición y hambre, migraciones de la población, salubridad y agua, subsidios y barreras comerciales.

Se trata de una perspectiva interesante desde el mundo académico. Más trascendencia ha tenido el acuerdo de las Naciones Unidas al establecer en el año 2000 los Objetivos de Desarrollo del Milenio, adoptados como meta por todos los países miembros con la perspectiva de 2015. A petición de la Asamblea General, un grupo de expertos de todos los organismos especializados de la ONU, bajo la dirección del Departamento de Economía y Asuntos Sociales, ha establecido los siguientes: la erradicación de la extrema pobreza y el hambre (con dos objetivos concretos: reducir a la mitad la proporción de población con rentas menores a 1 dólar al día, y la proporción de personas que sufren hambre), conseguir la extensión universal de la educación primaria (y asegurar que tanto niños como niñas tengan los estudios primarios básicos), promover la igualdad de género y el aumento de poder de las mujeres (y eliminar la disparidad de sexos en todos los niveles de la educación), reducir la mortalidad infantil, mejorar la salud de las madres, combatir el sida, la malaria y otras enfermedades, asegurar la sostenibilidad ambiental (reducir a la mitad la proporción de población sin acceso sostenible a agua potable y eliminación de residuos, mejorar la vida de al menos 100 millones de habitantes de áreas de tugurios), incremento de las acciones globales para el desarrollo.

En relación con esos objetivos, el informe que se ha publicado en 2007 (a mitad del periodo previsto para las acciones) reconoce que se han obtenido progresos en algunos países, y los cuantifica, pero también señala casos en los que los problemas se han agravado y afirma taxativamente que los objetivos solo se alcanzarán si se adoptan nuevos esfuerzos concertados[2]. Entre los resultados negativos se citan: que la reducción de la pobreza se ha visto acompañada de desigualdades crecientes, que el trabajo de la mujer está peor pagado que el de los hombres, que no se ha reducido suficientemente la salud de las madres, avances insuficientes en la lucha contra el sida y otras enfermedades infecciosas, con un aumento importante de la tuberculosis, la continuación de la pérdida de masas forestales antiguas y el aumento de gases que provocan el efecto invernadero y la disminución de biodiversidad, la reducción de las ayudas al desarrollo, o la falta de progresos en el acceso a créditos financieros en los países menos desarrollados.

La concertación para intentar abordar los problemas del mundo está hoy en la agenda de todos los políticos conscientes del momento. En el intento de lograr “una globalización incluyente” los líderes progresistas tratan de impulsar acuerdos y reformas para hacer frente a los problemas más urgentes. Y la enumeración que hacen repite alguno de los ya señalados: la pobreza, el calentamiento global, la reforma de las instituciones y el comercio mundial equitativo[3]. Aunque el papel que atribuyen a las instituciones internacionales existentes, como el FMI, el Banco Mundial y la ONU, exige sin duda acuerdos políticos internacionales para reformarlas, lo que sabemos que exige negociaciones y tiene todavía grandes dificultades.

Profundos cambios y continuidades inesperadas

Intentando hacer un juicio global, podría afirmarse que nunca hemos estado mejor que hoy, pero nunca los problemas han sido tan graves y tan extensos. Nunca ha habido tantos avances y tantas posibilidades, nunca hemos tenido tantos medios a nuestra disposición y nunca los hombres los han desperdiciado tanto como sucede hoy.

Sin duda en estos diez últimos años se ha confirmado que estamos en un mundo diferente, un mundo en el que el impacto de las nuevas tecnologías se ha difundido de forma intensa y ha cambiado o está cambiando muchos de nuestros comportamientos. A los geógrafos nos afecta de forma importante, ya que algunos autores hablan de la compresión e incluso de la desaparición del espacio, por el impacto de los medios de transporte y de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación.

Pero hay todavía otros cambios que afectan a la geografía y a las ideas sobre el espacio. En 1922 John K. Wright se atrevió a decir en el congreso de geógrafos norteamericanos que una vez acabada la era de los Grandes Descubrimientos quedaba otra Terra Incognita por descubrir, la mente del hombre, las geografías personales, las imágenes y los mapas mentales que se forma de la realidad y que afectan a sus comportamientos. 

Hoy, una vez que no solo los geógrafos, sino también los urbanistas, los economistas y otros científicos sociales, se han atrevido a internarse en esa Tierra Desconocida que es la mente del hombre, e incorporan las imágenes, las fantasías y los valores en sus propuestas y en sus modelos de comportamiento, queda todavía otra Terra Incognita por descubrir, explorar y estudiar: el ciberespacio. Mundos nuevos virtuales se está construyendo ante nosotros en el ciberespacio, y tiene ya una vida propia, con actividades económicas, relaciones sociales y espacios que se adquieren y se modelan. Mundos digitales accesibles por internet, como Alpha World o Second Life, por ejemplo, que poseen ya un impacto sobre los comportamientos de los hombres, a partir de las interrelaciones que se establecen y de las patologías psicológicas que pueden producir a los que se obsesionan con ese espacio virtual. Se está construyendo un Nuevo Mundo Digital que exige la atención de los geógrafos para describirlo y para entender los impactos que tiene sobre el mundo real.

Las nuevas tecnologías y los avances científicos, que pueden aplicarse y se están ya aplicando al cuerpo humano en forma de biotecnología, ingeniería genética, prótesis, microchips, control de máquinas con el pensamiento y otros; todo ello, unido al desarrollo de la nanotecnología, de la robótica y la inteligencia artificial han llevado ya a algunos a anunciar el fin de la Humanidad que conocemos, y a proponer que estamos entrando en una nueva Humanidad, que nos encontramos en el umbral de una Post-Humanidad.

Al mismo tiempo, las plantas transgénicas, modificadas genéticamente, permiten cultivar especies que producen endotoxinas para impedir el crecimiento de plagas, cereales que incorporan vitaminas o que permiten cultivar plantas adaptadas a la escasez de agua. Estamos ya ante una naturaleza con plantas y animales en las que el genoma está modificado a través de la ingeniería genética. De alguna manera (y parafraseando a los autores que, a caballo entre la teoría política y la ciencia ficción, proponen el término Post-humanidad o Trans-Humanidad) podríamos decir que hemos entrado también en una Post-Naturaleza.

Puede ser. Y hemos de explorar lo que todo ello significa y las implicaciones que tiene. Pero conviene no olvidar otro rasgo que, paradójicamente, se ha hecho evidente también durante estos últimos años. Es cierto que la Humanidad ha cambiado. Pero igualmente lo es que muchos rasgos de su historia milenaria están todavía presentes o se hacen de nuevo evidentes con gran fuerza.

Pensemos en el ascenso de China como gran superpotencia. En realidad, de lo que hablamos es de su nueva presencia después de un pequeño eclipse de un siglo y medio o dos, que significan muy poco en su historia milenaria.

Pero todavía más. Creíamos que las viejas amenazas (las que se simbolizan por los cuatro Jinetes del Apocalipsis) eran algo del pasado. Y sin embargo vuelven a comparecer de nuevo y a inquietarnos. La muerte sigue presente, a pesar de los avances en la esperanza de vida y de los sueños de la crío-conservación. Desgraciadamente la guerra, nunca ha desparecido del todo, como muestra la agitada historia del siglo XX y la de los últimos años en África y Asia. Pero también vuelven a aparecer dos amenazas que han sido flagelos de la Humanidad y que parecían totalmente desterradas o en vías de desaparición: el hambre y la peste (es decir las enfermedades infecciosas).

El problema del hambre se había ido reduciendo, a pesar del aumento de la población, gracias a la Revolución Verde. El incremento de los rendimientos agrícolas fue verdaderamente espectacular, aunque se hiciera a consta de un gran consumo de energía y la aplicación intensa de abonos químicos y pesticidas, que han tenido un impacto negativo en el medio ambiente. Desde mediados del siglo XX la población mundial se duplicó ampliamente, pero se pudo alimentar cada vez a más gente, gracias a las mejoras en la agricultura; el hambre se redujo del 37 al 17 por ciento de la población mundial, aunque aumentara en términos absolutos[4]. Pero en los últimos dos años son muchas las voces que alertan  sobre el resurgir del problema del hambre,  debido al aumento del precio de los cereales y de otros alimentos como resultado de inquietudes sobre su abastecimiento, el incremento de la irregularidad de las lluvias y el uso de bio-combustibles y el crecimiento del precio de la energía y otros insumos, todo lo cual ha hecho aumentar el precio de los cereales y de otros productos agrarios[5]. Los conflictos sociales generados por la escasez de alimentos se han multiplicado en todo el mundo, paralelamente al aumento del precio de los productos agrícolas y la prohibición o limitación de exportar en algunos países, por riesgo de desabastecimiento[6].

Las enfermedades infecciosas, que en la década de 1960 parecían erradicadas con los antibióticos y otros avances médicos vuelven a estar presentes, con la nueva difusión de patologías y el riesgo de pandemias mundiales, como la gripe aviar. Todo ello ha hecho tomar conciencia de los peligros que existen, por la mutación de microorganismos, por la resistencia a los antibióticos masivamente utilizados, y por las facilidades de contagio producidas por el turismo masivo y los movimientos migratorios. Podemos imaginar una situación de emergencia mundial por enfermedades infecciosas de difícil solución, y que podría llevar a graves atentados contra la libertad individual. Como los que se están produciendo ya en Sudáfrica, con hospitales para el tratamiento de la tuberculosis XDR-TB resistente a los fármacos, que se convierten en cárceles de hecho de las que solo se sale muerto, con guardianes que capturan a los que pretenden escaparse[7].

Hay todavía otros rasgos de la historia milenaria de la Humanidad que siguen estando presentes, como las catástrofes naturales (agravadas por la ocupación de lugares inadecuados), los ejércitos mercenarios, o la piratería marítima, que vuelve a ser tema de actualidad. Me limitaré a destacar uno especialmente imponente: la presencia decisiva de las religiones en el mundo actual. Es cierto que son importantes para dar respuesta a cuestiones que no pueden ser contestadas por la razón, como el origen de la vida o lo que sucede después de la muerte; y que dan tranquilidad a la gente sobre el premio a los justos y el castigo final a los malvados. También lo es que las religiones han contribuido a configurar los códigos morales de los hombres. Pero es evidente que han sido asimismo causa de muchos males, y de grandes catástrofes. Sobre todo cuando caen en manos de burocracias eclesiásticas que se convierten en poseedoras de un poder inmenso. Y cuando los distintos dioses (Brama, Yahvé, la Santísima Trinidad, Alá,  y otros muchos) luchan entre si o a través de sus fieles. Ulric Beck ha expresado muy bien las diversas consecuencias de las religiones: “del universalismo de la religión nace la fraternidad entre clases sociales y naciones, pero también el odio. Dios puede civilizar a los hombres e igualmente convertirlos en bárbaros”[8].

¿Qué hacer?

¿Qué hemos de hacer, como ciudadanos y, sobre todo, como académicos (profesores, investigadores, hombres de saber)?

Ya que tanto se habla de lo glocal, parece claro que hemos de pensar y actuar en dos escalas, en la local y en la global. Las dos plantean dificultades al pensamiento y a la acción.

La primera en lo que se refiere a las posibilidades de actuación es la escala local. Desde ella podemos mucho más fácilmente relacionar nuestro trabajo con los problemas que existen. En esa escala se plantean muchos de los problemas de la vida cotidiana para la mayor parte de las personas. Y hemos de exigir nuevas formas de gobernación, o gobernanza, imponiendo la participación y el diálogo para buscar su solución y situando en el lugar que les corresponde (que sin duda es importante, pero no exclusivo) a políticos y a técnicos. Por ejemplo en la elaboración del urbanismo.

A la escala global podemos actuar, por lo menos, como investigadores y profesores. Teniendo el sentido de los problemas y de su jerarquización, llevando la atención hacia los temas importantes y relevantes, olvidándonos de las cuestiones accesorias,

El sistema económico es responsable, sin duda, tanto de los logros como de los fracasos.

El capitalismo, la economía de mercado, han permitido un despliegue sin precedente de las fuerzas productivas. Pero ha sido incapaz de asegurar el bienestar de toda la población. Y mantiene fuertes diferencias sociales, totalmente inaceptables.

Son tantos los signos que nos muestran la irracionalidad del sistema económico vigente (crisis ecológica, desigualdad social a pesar de la abundancia de capitales y de la riqueza, crisis financiera…) que hemos de pensar en su modificación. No a partir de la violencia –que de cualquier forma, se puede producir inesperadamente por simple desesperación de los pobres- sino de forma pacífica, aprovechando los mismos instrumentos legales del sistema. El ordenamiento jurídico dominante y el sistema legal tienen mecanismos capaces de introducir profundas modificaciones. Para ello hacen falta consenso democrático y voluntad política. Nuestra tarea, al menos una de ellas, puede ser proporcionar apoyo intelectual que dé argumentos y refuerce las reivindicaciones justas.

No podemos entrar en el debate de cómo podría modificarse ese sistema económico dominante hoy en todo el planeta, y sobre el coste social que ello tendría. Pero hemos de dar por supuesto que pueden modificarse algunas de sus reglas, y estudiar el coste y beneficio de ello. Y a partir de ahí se puede reflexionar sobre las medidas que habrían de adoptarse para conseguir un mundo más justo.

Esas medidas son esencialmente medidas económicas y financieras, pero todas ellas exigen también, o ante todo, medidas políticas. Hemos de reconocer que la dimensión política es fundamental. En muchos casos no son más estudios lo que se necesitan, sino decisiones políticas. Pasar por ejemplo, de la ecología o de la geografía a la ecología política o a la geografía política, o simplemente a la política. Si no se actúa contra los problemas ambientales de la Tierra no es porque no se disponga de datos suficientes sobre la incidencia de la actividad humana en ellos.

Lo mismo sucede con el despilfarro y el consumo. No se necesita educación ambiental sino una política impositiva decidida. Frente a la tendencia actual, los impuestos no se han de reducir –ni siquiera como política económica coyuntural- sino al contrario aumentarlos. Sobre todo para los que pueden pagar, es decir las clases altas y medias. Solo así podrá hacer el Estado aquello que es esencial y que es la única institución que lo puede hacer: la redistribución de recursos y la solidaridad con los que no tienen (a escala del propio Estado y a escala mundial).

Hemos de ser conscientes de que pequeños cambios legislativos pueden tener una trascendencia enorme, y debemos centrar la atención en ellos. Por ejemplo, hay que afirmar la importancia del impuesto de sucesiones para la equidad social. Seguramente es razonable defender que las propiedades acumuladas por el trabajo y el ahorro de una persona o una familia se puedan transmitir a los hijos y, tal vez, a los nietos. Pero no puede permitirse –porque va contra la razón- que capitales o propiedades se transmitan familiarmente más allá de la tercera generación. Deberían pasar a dominio público, como sucede con la propiedad intelectual después de sesenta o setenta años.

Son decisiones políticas, las que pueden ayudarnos a resolver los problemas existentes. Una política democrática que busque soluciones complejas a problemas complejos, y que mire, sobre todo, a la equidad, a la justicia, a la puesta en marcha de medidas redistributivas a todas las escalas, que piense en las generaciones políticas sin caer en el autoritarismo. Todo eso exige movilización política, compromiso político, debate político; y argumentos racionales apoyados en la investigación científica.

Queda todavía la dimensión ética, una cuestión sin duda fundamental. Deberíamos ser capaces de establecer unos principios éticos socialmente consensuados, en una sociedad laica. Y deberíamos relacionar esos principios éticos con el contrato social que nos permite vivir en sociedad y hacer frente a las amenazas que existen. Como señaló oportunamente Aristóteles en la Ética Nicomáquea, hace ya 2.500 años, la ética forma parte de la política (1094b, ed. de Emilio Lledó), es decir, de la ciencia que trata de construir y conservar la polis, la sociedad.

Debemos iniciar una lucha intelectual en ese sentido, y en diversas direcciones, aunque sean modestas. Por ejemplo, debería penalizarse social y éticamente la actitud de personas significadas de la vida artística, deportiva o económica de situar sus domicilios fiscales en territorios apropiados de Europa (Andorra, Lichtenstein,..) o de otras áreas, para reducir impuestos; al igual que no debería aceptarse que políticos que han tenido responsabilidades pasen a defender los intereses privados empresariales en campos relacionados con su anterior actuación.

Tenemos una apretada agenda para nuestro trabajo. Y por eso necesitamos, para empezar, diálogo en la ciencia y en la academia. Y debate interdisciplinario. Como el que intentamos realizar en los Coloquios de Geocrítica.

La organización del Décimo Coloquio

El carácter interdisciplinario de los Coloquios de Geocrítica ha hecho que siempre hayamos preferido las sesiones continuadas. Aunque nuestra intención era aceptar este año unas 130 comunicaciones (al igual que en el Coloquio de Porto Alegre) para permitir esos debates, el elevado número de propuestas recibidas (unas 500) y el interés de la mayor parte de ellas nos ha obligado adoptar medidas drásticas para hacer posible la reunión. La decisión adoptada fue descentralizar las sesiones y aceptar que haya dos días de sesiones únicas, el primero y el último, y que los tres restantes se celebren también algunas sesiones paralelas. Ello ha sido posible por la generosidad de los coordinadores pertenecientes a las Universidades Autónoma de Barcelona (Antoni Tulla, Joaquín Recaño, Andreu Domingo Valls, Diana Marre, Francesc Muñoz), de la Rovira i Virgili de Tarragona (Josep Oliveras, Salvador Antón, Antonio Paolo Russo), de Lleida (Jordi Martí-Henneberg, Carme Bellet,  Josep María Llop, Quim Bonastra, Pedro Fraile), de Girona (Josepa Bru), y de la Universidad Politécnica de Cataluña (José Luis Oyón), así como a los profesores barceloneses que han colaborado para que pudieran celebrarse en nuestra Facultad (Ferrán Iniesta, Francisco López Palomeque, Francesc Nadal, Javier Martín Vide, Antonio Gómez Ortiz, Nuria Benach, Joan Tort, Jerónimo Bouza, Mercedes Arroyo, Vicente Casals), en otras Facultades de la UB (Antonio Remesar, Mercedes Tatjer), o en otras instituciones (Rafael Giménez Capdevila, del Institut d’Estudis Territorials, Joan Roca, del Museo de Historia de la Ciudad, Salvador Clarós, del Foro de la Ribera del Besós, José Pardo Tomás y Jon Arrizabalaga, de la Institució Milá y Fontanals del CSIC de Barcelona. También a los que perteneciendo a otras Universidades e Instituciones han colaborado asimismo con nosotros coordinando distintas secciones (Francisco Calvo García Tornel, Eugenio Burriel, Luz Marina García Herrera, Clecio de Azevedo, Miriam Hermi Zaar, Isabel Rodríguez Chumillas, Alberto Luis Gómez, Jesús Romero) A todos ellos nuestro profundo agradecimiento.

Algunos van a colaborar al mismo tiempo como moderadores de las secciones que han coordinado. También van a ayudar en esa función otros participantes y profesores invitados. Se trata de un cometido especialmente delicado, con una influencia decisiva en el cumplimiento de los horarios previsto y en la dirección de los debates.

La organización del Coloquio ha sido algo laboriosa. Ha podido culminar gracias a la generosidad de muchas personas. Ante todo, de los miembros de los Comités Organizador, de Apoyo Local, y Consejo Asesor Internacional. Quiero agradecer a todos ellos que hayan contribuido a prestigiar el Coloquio con sus nombres. No todos han podido participar, por razones diversas personales o de trabajo, en las tareas cotidianas de la organización, pero en todos hemos encontrado ayuda y asistencia, siempre que ha sido precisa.

Entre los que han estado en el tajo durante los cuatro o cinco meses de intenso trabajo de organización del Coloquio quiero citar especialmente además de los tres Coordinadores (Mercedes Arroyo, Pedro Fraile y Vicente Casals) a Gerard Jori y Miriam Hermi Zaar (que han desempeñado labor de coordinación y edición), Quim Bonastra, Clecio Azevedo, Pere Sunyer, y Luciana S. Pinto (que ha sido esencial en la maquetación del programa impreso y en otras tareas),

Por parte del CCCB Judit Carrera ha puesto todo su esfuerzo para facilitar las relaciones con el centro. De una forma o de otra han colaborado asimismo (especialmente en tareas de evaluación, homogeneización y edición de los textos) Fabiola Cordovil, Edilaura Steffens y, durante la última semana anterior al Coloquio, Paulo R. Soares, Ester Limonad, y Rodrigo Hidalgo. La aportación administrativa del secretario administrativo del Departamento de Geografía Humana de la UB, Carlos Coch, ha sido esencial para atender las numerosas peticiones de cartas de aceptación y certificados que han sido necesarios para los viajes de los participantes de otros países.

El cartel del Coloquio se debe a la calidad del arquitecto oaxaqueño Eduardo Castellanos, que ha sabido aunar la imagen del compromiso y la protesta social ante decisiones políticas equivocadas (la manifestación contra la guerra de Irak) con los colores de las distintas series de la revista Geo Crítica, publicada entre 1976 y 1994; y especialmente con el color verde que es el color de los movimientos ecologistas que tanto han hecho para tomar conciencia de las graves amenazas al planeta, e igualmente el color de la esperanza, la confianza en un mundo mejor y más justo. Jordi Jordá ha colaborado en su digitalización e impresión y en la de las otras manifestaciones gráficas del encuentro.

Quiero recordar también a los colaboraron en la organización de los tres anteriores Coloquios de Santiago de Chile, México y Porto Alegre: Rodrigo Hidalgo, Omar Moncada, y Paulo R. Soares. Una de esas personas, Vanda Ueda, muy querida por todos nosotros, murió el año pasado en el accidente de aviación de Sâo Paulo. Quiero rendir aquí un homenaje a su memoria.

En ediciones anteriores el Coloquio se benefició de una ayuda del proyecto de investigación Geocrítica. Sistema de evaluación de la innovación y la difusión de las tecnologías de la información y el conocimiento en el ámbito socioeconómico (Proyecto SEC2001-3424) concedido por la Dirección General de Investigación, Secretaría de Estado de Política Científica y Tecnológica, Ministerio de Ciencia y Tecnología, que se desarrolló en la Universidad de Barcelona durante el periodo 2001-2004. Esa ayuda fue fundamental para la consolidación del sitio web de Geocrítica, y quiero recordarla nuevamente aquí.

No quiero dejar de mencionar tampoco al profesor Andreu Mas Colell, un excelente economista, que durante su paso por la Dirección General de Universidades de la Generalitat de Catalunya creó unas ayudas personales para la promoción de la investigación universitaria. Una de esas ayudas ha beneficiado indirectamente a los cinco últimos Coloquios de Geocrítica, permitiendo que colaboraran en su organización diversos profesores e investigadores. Pero sobre todo creo que su iniciativa ha sido el mejor ejemplo que ha existido nunca en la Universidad española de confianza plena en el trabajo y en la responsabilidad de los profesores. Es de lamentar que esa vía tan positiva haya desaparecido posteriormente, sustituida por un sistema cada vez más burocrático de control, basado en el papeleo.

El mundo es muy desigual, con muchas carencias, enormes cifras de pobreza y, paradójicamente, un enorme despilfarro. Debemos dar ejemplo de moderación y de mesura. Con los diez Coloquios de Geocrítica que se han celebrado hemos mostrado que se pueden organizar congresos científicos internacionales a un coste reducido, simplemente con los recursos que representan el tiempo y el esfuerzo de los profesores e investigadores. Congresos preparados con el trabajo desinteresado de los organizadores, los recursos propios de los participantes y, en algún caso, pequeñas ayudas institucionales. Nos gustaría también ser un ejemplo en este sentido en un mundo que ha de cambiar profundamente para que sea más justo y –utilizando una palabra de moda- verdaderamente sostenible. Como se ha dicho respecto a la caridad, podemos afirmar la sostenibilidad bien entendida debe empezar por nosotros mismos y por la Universidad.

Les doy la más cordial bienvenida a todos los que han venido de otros lugares para participar en este Coloquio para poner en común y discutir con nosotros sus investigaciones. Confío en que el encuentro sirva para reforzar las redes científicas y sociales ya existentes y crear otras nuevas. Además de ello, este décimo Coloquio ha de servir para tomar una decisión sobre la continuidad de estos encuentros, después de una década de relaciones y debates. Tenemos por delante una semana de apretado trabajo.

A todos, bienvenidos y muchas gracias.

Notas

[1] David Hayes, “Diez problemas no resueltos”, El País, 31 de diciembre 2007, p. 29. Versión en inglés “A world in contraflow”, OpenDemocracy <http://www.opendemocracy.net/article/a_world_in_contraflow> [4 abril 2008]

[2] United Nations. The Millenium Developement Goals Report 2007. New York 2007, 38 p.

[3] “Líderes mundiales tratan de alumbrar el nuevo progresismo. Un puñado de mandatarios busca en Inglaterra formular otra Tercera Vía”, El País, 6 abril 2008, p. 10.

[4] Thomas F. Grigg, The  World Food Problem, 1950-1980 (Oxford 1985).

[5] Véase, por ejemplo, Moisés Naím, “No son los bancos, es el arroz”, El País 6 de abril 2008, p. 12.

[6] “Revuelta contra el hambre. La subida del petróleo, los biocombustibles y un comercio injusto disparan los precios de los alimentos”, La Vanguardia 20 abril 2008, p. 6, con datos de revueltas en doce países.

[7] Se trata del Hospital J. Pearson para Tuberculosos, en Port Elizabeth, según Celia W. Dugger, “Contra la tuberculosis resistente y el miedo”, El País, 17 de abril 2008, The New Yor Times-El País, p. 2.

[8] Ulrich Beck BECK, “Dios es peligroso”. El País 12 de enero 2008, p. 27. 


© Copyright Horacio Capel, 2008
© Copyright Scripta Nova, 2008

Referencia bibliográfica:

CAPEL, Horacio. La post-Humanidad y los jinetes del Apocalipsis. Cambios y continuidades en la primera década del siglo XX. Discurso inaugural del X Coloquio Internacional de Geocrítica. Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales.  Barcelona: Universidad de Barcelona, 1 de agosto de 2008, vol. XII, núm. 270 (1). <http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-270/sn-270-1.htm> [ISSN: 1138-9788]


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