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Scripta Nova
REVISTA ELECTRÓNICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona. ISSN: 1138-9788. Depósito Legal: B. 21.741-98
Vol. XII, núm. 270 (139), 1 de agosto de 2008
[Nueva serie de Geo Crítica. Cuadernos Críticos de Geografía Humana]

LAS REGIONES EUROPEAS Y SU CAPITAL CULTURAL. APROXIMACIÓN AL ESTUDIO DE LOS EFECTOS TERRITORIALES DEL PATRIMONIO

Antonio Paolo Russo
Universitat Rovira i Virgili, Tarragona

Las regiones europeas y su capital cultural. Aproximación al estudio de los efectos territoriales del patrimonio (Resumen)

Se considera hoy prioritaria la inclusión de una vertiente cultural entre las dimensiones del desarrollo social y económico Europeo. Sin embargo, existen varias dificultades metodológicas que hasta el momento no permitieron una integración exhaustiva de las dimensiones cultures en la planificación territorial: la variedad de connotaciones que se suele dar al concepto de cultura, su carácter inefable y inconmensurable, hasta problemas prácticos cuales la diversa atención que se da en varios países Europeos al concepto de bienes y recursos culturales y a su registro. Precisamente estos problemas y la búsqueda de aproximaciones para superarlos fueron los principales ejes del proyecto ESPON 1.3.3

Más bien que sintetizar la gran cantidad de informaciones, datos, mapas, ejercicios analíticos y casos de estudio que se han producido en el marco de este proyecto, esta comunicación pretende enfocarse en los problemas metodológicos de una “cartografía” de los efectos territoriales de la cultura, enseñar qué tipo de trabajo analítico es posible llevar a cabo en este marco hoy en día, y que recomendaciones pueden surgir de ello.

Palabras Clave: Recursos culturales, patrimonio, capital cultural, cartografía, planificación territorial.

European regions and their cultural capital. Approximation to the study of the territorial effects of heritage (Abstract)

Today, the cultural dimension is considered an integral element for the description of the main trends and effects shaping the European territory, not only as a key vector for the construction of a European identity, but also as a cornerstone of key social and economic processes. However, until recently it has not been possible to integrate exhaustively culture and heritage in the knowledge base that is needed for a European spatial planning, owing to various conceptual and epistemological difficulties related with the ineffable substance of culture and the incommensurable value of heritage, as well as with the practical problem of a lack of a unique European registry of protected assets and sites.

In any case, the ESPON project 1.3.3, has set out to deal with – and devise solutions to – some of these problems, and has produced a data base of various cultural dimensions at regional scale, among which tangible heritage, also proposing a number of analytic concepts which could be developed in a planning framework considering culture. This paper presents the main methodological problems faced by the researchers, and advances some directions for analysis.

Key words: Cultural assets, heritage, cultural capital, cartography, spatial planning.

Uno de los elementos clave en el proceso de construcción de una Europa de las Regiones, competitiva y sostenible, es el desarrollo de una estrategia de planificación territorial que se extienda por encima de las fronteras nacionales y de las prácticas consolidadas basadas en la dimensión nacional.

Las Agendas de Lisboa (2000) y Göteborg (2001) tienen una vertiente territorial similar, enfocándose, respectivamente, hacia la competitividad de Europa como algo más que la suma de las fuerzas individuales de sus estados miembros, y a la necesidad de basar el desarrollo en un correcto compromiso entre crecimiento económico y cohesión social y territorial.

El programa de investigación ESPON (Red de Observatorios Europeos de Planificación Territorial) 2000-2006, entrado hoy en su segunda etapa (2007-2013), apunta exactamente a la creación de una base de conocimiento que permita enfrentarse a estos desafíos de forma consistente y científicamente sólida.

El programa se articuló en diferentes proyectos temáticos, metodológicos y de síntesis. Entre ellos, el proyecto ESPON 1.3.3 “El papel y los efectos territoriales del patrimonio cultural y de las identidades” fue desarrollado por una red de 11 institutos de investigación de un igual número de países europeos, bajo el liderazgo de la Universidad Cà Foscari de Venecia. 

La inclusión de este tema de investigación se justifica por ser hoy prioritaria la consideración de una vertiente cultural entre las dimensiones del desarrollo territorial. Y eso no sólo porque la construcción de una identidad común europea sea una cuestión íntimamente cultural, sino porque en la edad del conocimiento se reconoce que el capital cultural es una de las piedras angulares que apoyan los procesos locales y mundiales de desarrollo socio-económico.

Existen sin embargo varias dificultades metodológicas y analíticas que no han permitido hasta el momento una integración exhaustiva de las dimensiones culturales en el análisis territorial para la planificación. Se trata de la variedad de connotaciones que se suele dar al concepto de cultura, su carácter inefable e inconmensurable, un desacuerdo disciplinario sobre la importancia y los métodos de estudio de su distribución geográfica y sus efectos económicos, además de problemas prácticos entre los cuales la diversa atención que se da en varios países europeos – y a veces dentro de ellos – al concepto de bienes y recursos culturales y a su registro. Precisamente estos problemas y la búsqueda de aproximaciones para superarlos fueron los principales ejes vertebradores del proyecto ESPON 1.3.3

Más que sintetizar la gran cantidad de información, datos, mapas, ejercicios analíticos y casos de estudio que se han producido en el marco de este proyecto – y que contribuyeron con éxito a la creación de un primer atlas y un manual científico del programa ESPON –, este artículo pretende centrarse en los problemas metodológicos de una “cartografía” de los efectos territoriales de la cultura, mostrar el tipo de trabajo analítico que es posible llevar a cabo en este marco hoy en día, y qué tipo de recomendaciones pueden surgir de ello para la planificación territorial, con una atención particular al uso turístico del patrimonio como estrategia de desarrollo local y regional.

Cultura, desarrollo y cohesión territorial

Actualmente existe consenso sobre el valor ético del patrimonio, que influye en una variedad de prácticas humanas (del viaje a la peregrinación, del conservacionismo al proteccionismo medioambiental), y exigir un gran número de respuestas políticas en varios niveles de gobierno. Sin embargo, bien a escala de la Unión Europea bien a escala local (y especialmente urbana), podemos encontrar aceptación sobre las implicaciones económicas que la cultura tiene en el desarrollo de un territorio. La cultura es considerada un “recurso”, con un valor que excede su valor implícito simbólico, y que procede de su “uso económico” o “puesta en valor”.

Una consecuencia de esta forma de considerar los bienes culturales es la doble vertiente de la actividad de conservación y promoción del patrimonio y de la identidad cultural: una vertiente ética y una espacial, que cuestionan los patrones de organización social, sus representaciones y los “usos” de los bienes del territorio. De hecho, las actividades de creación, reproducción y conservación (o destrucción) de los bienes de patrimonio son parte integrante de la trasformación social y económica de un territorio. El mismo proceso de denominación del patrimonio – seleccionar lo que se puede considerar patrimonio –, refleja lo que valoramos o descartamos de nuestro paisaje, y lo que anticipamos para el futuro (Davison 1991). Lo que apreciamos y guardamos de nuestro pasado es el resultado de cómo la sociedad, o más bien específicos sectores hegemónicos (Graham, Ashworth and Tunbridge 1995), se sitúan frente a su historia, su entorno social, y sus símbolos.

La planificación y la gestión de las actividades de valorización del patrimonio requieren, por lo tanto, no sólo inventarios de objetos que forman el legado identidario de la historia, sino también se extienden a la plena comprensión de los mecanismos de producción y  reproducción del valor cultural en la sociedad contemporánea.

A través de esta información, el objetivo de la planificación del espacio deja de ser una labor “pasiva” de regulación de sus usos (ej. para no interferir con la conservación del valor simbólico de los bienes de patrimonio) y se convierte en una actividad más compleja de promoción del desarrollo territorial (crecimiento económico, progreso social y integración) mediante la valoración, la discusión y la transmisión de sus recursos culturales.

El supuesto de que el patrimonio cultural europeo no es mera acumulación de bienes tangibles para conservar, sino un elemento de dinámica territorial, está en el centro de tres paradigmas de la nueva economía de la cultura: el de la atracción, el territorial, y el de la difusión[1].

El paradigma de la atracción. El impacto territorial más tangible del patrimonio está en su potencial como recurso turístico que cataliza la atención y el gasto de los no residentes en una región. Aunque formalmente se considera el turismo un sector de exportación (venta de productos nacionales a extranjeros), el aspecto más interesante tiene que ver con la “importación” de un flujo físico de consumidores a una región y la activación de sectores de servicio e industriales relacionados, que convierten el recurso cultural en “input” simbólico o pretexto en un producto basado en la experiencia del territorio. El aspecto turístico resulta muy central en el discurso de representación del patrimonio así como en sus estrategias de uso y en sus impactos territoriales, y es por ello que ha sido una de las vertientes de análisis más importante del proyecto ESPON 1.3.3

El paradigma territorial. Los recursos culturales, incluso el patrimonio, se ven como motores del desarrollo local y regional en cuanto input intelectual para procesos basados en el conocimiento, en la capacidad del capital social de descifrar lo simbólico, producir lenguajes y estilos de vida innovadores, generar distinción en el paisaje social, resiliencia al cambio, y sostenibilidad. Además, diferentes “capas” de patrimonio, proyectadas en identidades múltiples y polifacéticas, son hoy consideradas un recurso en cuanto estimulan el dialogo intercultural y facilitan la innovación social[2].

El paradigma de la difusión. Según este paradigma, la presencia de patrimonio cultural y recursos culturales produce un entorno favorable para la creación de nuevos productos basados en la cultura o la creatividad y que pueden exportarse. Así que el patrimonio sirve de “inspiración”, de recurso capital para la producción de bienes y servicios hoy adscritos a la economía creativa.

Para tratar de forma exhaustiva de estos aspectos y llegar a integrarlos sólidamente en una Agenda Europea para la política cultural, se necesita más información y análisis sobre la distribución y los efectos territoriales de varias formas de capital y bienes culturales; en esta comunicación nos centramos en el patrimonio cultural  tangible. No se dejarán de lado otras dimensiones culturales, que sin embargo toman importancia en cuanto “solapadas” e integradas con la dimensión física. Este ha sido el reto más importante para el proyecto ESPON 1.3.3, que se relata brevemente en la siguiente sección.

El proyecto ESPON 1.3.3

El Proyecto ESPON 1.3.3 (titulado “El papel y los efectos territoriales del patrimonio cultural y de la identidad de las regiones europeas”) fue llevado a cabo, como dijimos, por una red de 11 institutos de investigación en un igual número de países europeos, liderados por la Universidad Ca’ Foscari de Venecia. Su objetivo principal era la generación de un inventario completo de recursos y dimensiones culturales en 1.337 regiones[3] de la “Europa-29” (27 países miembros más dos “vecinos”, Suiza y Noruega) así como la creación de mapas basados en una clasificación territorial sobre recursos culturales y efectos territoriales diferenciales. Mejor dicho, los términos de referencia del proyecto exigían la construcción de una taxonomía de regiones europeas basada en diferentes atributos culturales o más bien matices fundamentales en sus efectos territoriales. Esto requería, y justifica, la consideración y la inclusión de este proyecto en el más amplio programa de investigación ESPON (2000-2006), ya que éste tomaba en consideración muchas otras variables y dimensiones del desarrollo territorial europeo[4].

Las características distintivas de este proyecto en relación a los otros estudios llevados a cabo en el marco del programa ESPON eran, sin embargo, la imprecisión conceptual y la falta de una base de datos aceptada de las dimensiones culturales a analizar. Por ello, buena parte del trabajo de investigación tuvo que ser dedicada a discusiones ontológicas y epistemológicas sobre el concepto, la medición, y la interpretación del análisis de los recursos culturales y de sus efectos territoriales, mientras que otros proyectos enfocados a dimensiones más aceptadas y estructuradas del desarrollo territorial (capital social, económico, desigualdades, accesibilidad, calidad medioambiental, etc.) estaban libres de inquietudes epistemológicas – pudiendo contar con una literatura de referencia y una práctica de análisis ya muy desarrollada – y se dedicaron desde el primer momento al esfuerzo analítico e interpretativo.

El problema epistemológico del proyecto ESPON 1.3.3 llevó a algunos ajustes en el enfoque del estudio, como la reducción de las dimensiones de análisis para considerar sólo aquellas con aspectos territoriales medibles y fácilmente comprensibles, dejando aspectos más inmateriales para el desarrollo de casos de estudio.


Distribución regional de los recursos culturales tangibles: críticas conceptuales y problemas analíticos

Estructura y especificaciones de la base de datos

Un asunto central en el proyecto ha sido la identificación de las componentes del Patrimonio Cultural y de la identidad territorial. La descripción del territorio según diferentes dimensiones permite vislumbrar la riqueza, la diversidad y la articulación espacial de las regiones europeas y de sus matrices identidarias, proporcionando un marco de referencia para la planificación territorial del continente basada en la diversidad cultural y en la cohesión regional.

El proyecto identificó cuatro componentes principales de los recursos culturales:

  1. Patrimonio cultural tangible (inmóvil y móvil)
  2. Patrimonio cultural intangible (paisajes y eventos)
  3. Infraestructura cultural
  4. Capital social (diversidad y escolarización)

De cada unas de estas “dimensiones culturales” se tomaron en consideración aspectos relacionados con la presencia y distribución territorial, intensidad, demanda potencial, etc. según la naturaleza y la disponibilidad de datos. Los indicadores basados en estos criterios han sido utilizados como base para la creación de mapas de diferenciación regional según aspectos culturales, desde los más simples (distribución de recursos, potencial de atracción turística, presión potencial de uso) hasta los más complejos (análisis estratégicos del desarrollo turístico, clasificación funcional de las regiones, análisis de los impactos de la cultura en varias dimensiones del desarrollo territorial europeo). La Figura 1 ilustra, a través de una matriz de doble entrada, la gama de indicadores producidos en el proyecto frente a las dimensiones culturales tomadas en consideración.

Para aquellos indicadores con un una cobertura completa del territorio europeo[5] se produjeron, en primer lugar, un igual número de mapas temáticos; a continuación estas lecturas mono-dimensionales se combinaron en mapas analíticos que reflejan la asociación diferencial de diferentes valores de los indicadores, así como la asociación de algunos indicadores culturales con otros indicadores de desarrollo y de presión producidos por otras redes de proyectos ESPON.

Se debe insistir que en algunos casos las representaciones de los fenómenos a través de estos indicadores tienen un nivel de aproximación muy elevado debido a la falta de homogeneidad en la base de datos, que ha podido ser tratada en pequeña parte a través de técnicas de smoothing o integrando las fuentes básicas con otras de alcance más parcial. Debe señalarse también que el año de referencia de las bases de datos puede variar según el país, aunque eso no constituye un problema mayor debido al carácter seccional de la mayor parte de las variables utilizadas y la extensión limitada del periodo de referencia.

Esta comunicación se centra especialmente en los resultados y los asuntos metodológicos surgidos con referencia a la primera categoría (patrimonio cultural tangible), dejando para una investigación posterior la integración de diferentes dimensiones culturales en el análisis. 

La primera fuente de complejidad analítica en este estudio está asociada a la naturaleza espacial del patrimonio, que puede variar de una dimensión puntual (un puente, una iglesia) hasta la regional típica de los paisajes culturales constituidos por diferentes elementos físicos y simbólicos.  Según la Convención Europea del Paisaje del Consejo de Europa, los paisajes culturales no se deberían analizar ni como puntos definidos ni como regiones definidas administrativamente; de hecho, constituyen un nivel autónomo de regionalización del territorio.



Figura 1. Indicadores de impacto territorial del patrimonio utilizado en el Proyecto ESPON 1.3.3
Fuente: A. P. Russo, en ESPON 1.3.3 (2006, p. 70).

El análisis de la distribución territorial (y en mayor medida su impacto territorial) de un elemento que no tiene una referencia espacial “univoca” y que en algunos casos define por sí mismo un criterio de territorio, es muy compleja. Además, plantea problemas operativos de todo tipo, que sólo en parte se han solucionado con la introducción de cartografías detalladas y multidimensionales de paisajes y la aplicación de métodos de análisis muy refinados, a través de los SIG.

Para reducir semejante complejidad, los recursos de patrimonio cultural sin marcadores físicos, o sea sin una connotación espacial delimitada y univoca, no se han incluido sino de forma secundaria en este análisis[6].

Las fuentes de los datos son los registros oficiales del patrimonio cultural en cada uno de los 29 países incluidos en el estudio (o regiones, en los pocos casos en los que el registro y la protección de monumentos es competencia autonómica, como por ejemplo Bélgica, Reino Unido y algunas regiones autónomas de Italia[7]). Cabe destacar la gran diversidad de criterios de inscripción y métodos de gestión de los registros, aspecto que se comentará más adelante. La estructura de la base de datos utilizada para este grupo de indicadores puede verse en el cuadro anexo[8].

Resultados del análisis

El simple número y la distribución regional de recursos tangibles del patrimonio cultural (indicador A.0 en el proyecto ESPON 1.3.3) da una representación de las variaciones territoriales en cuanto a recursos culturales, proporcionando también otras informaciones interesantes como el nivel de conservación de los recursos, la distribución diferencial de los mismos entre áreas de costa o interiores, y las áreas (principalmente) urbanas o rurales; nos permite avanzar hacia niveles de análisis más relevantes cómo el destacado potencial de desarrollo turístico o económico que ésta distribución implica para unas regiones europeas, o su contribución a la cohesión regional y a la creación de “corredores culturales” trans-fronterizos[9].

Hay que tener en cuenta varios elementos que explican en parte las diferencias en la “dotación patrimonial” entre regiones europeas:

  1. La naturaleza del patrimonio, con la supremacía de una semiótica expresada a través de la construcción (templos, mansiones, alcázares) en algunos paisajes culturales y basada en tradiciones orales e intangibles en otros
  2. Los materiales usados en la construcción, siendo algunos más vulnerables al tiempo que otros; por ejemplo, en los países escandinavos y nórdicos la madera era muy utilizada para la creación artística y monumental y no ha dejado tantas huellas como en países donde la construcción es en mayor medida hecha con materiales resistentes.
  3. La incidencia de las destrucciones históricas debidas a acontecimientos catastróficos (terremotos, etc.) y cambios en el “régimen cultural” del área.

Teniendo en cuenta estas variables explicativas, y asumiendo que el valor de este mapa es el resaltar áreas de pronunciada complejidad en la gestión cultural y del riesgo debido a usos inapropiados o presiones excesiva sobre el territorio (y, claramente, no el ir buscando áreas de mayor o menos “valor cultural”), el mapa de Figura 2 proporciona alguna información de valor, aunque bastante previsible. Por ejemplo, revela cierta concentración del patrimonio en las grandes ciudades, islas y regiones litorales, y en la parte central de Europa.




Figura 2. Monumentos registrados en 1.337 regiones Europeas (ESPON 1.3.3 indicador A.0)
Fuente: ESPON 1.3.3 (2006), p.  99.

 


Figura 3. Monumentos registrados en 1.337 regiones Europeas, base de datos “corregida” (ESPON 1.3.3 indicador A.0º)
Fuente: ESPON 1.3.3 (2006), p.  101.


De todas formas, lo que destaca en esta representación no es lo esperado, las regularidades, sino las irregularidades. De hecho, llegamos a afirmar que más que un mapa de la distribución del patrimonio cultural tangible europeo, este mapa se parece mucho más a la representación de dos importantes aspectos ontológicos de la definición de patrimonio que se ha utilizado: su carácter de “recursos conservados” (en cuanto los hace aparecer en los registros de monumentos protegidos) y la buena gestión de estos registros. O sea, este mapa refleja cómo y cuanto se valora al patrimonio en los varios países europeos, la concienciación respecto al patrimonio y el paisaje cultural, y los recursos financieros y tecnológicos que tienen las administraciones publicas y privadas que se ocupan de conservación. Es sin duda muy interesante que países con una historia cultural muy relevante, como Italia y España, tengan tan poco patrimonio (es decir, que sean tan limitados en los criterios de inscripción, o que gestionen tan mal sus archivos), mientras que países como Holanda, Dinamarca, y Suecia, que disponen de registros muy eficientes e informatizados, y una concepción muy versátil y extensa de lo que forma parte del patrimonio y de la identidad cultural de su país, acaben apareciendo muy dotados.

Sin embargo, esta información no permite tratar el problema central de investigación planteado por el Proyecto ESPON 1.3.3, o sea la generación de una clasificación regional que permita abordar el análisis del papel y efectos territoriales del patrimonio; y reenvía a otra cuestión, que es la inexistencia de un registro del patrimonio cultural europeo y más profundamente, la inexistencia de un criterio compartido a nivel europeo de lo que es el patrimonio, o sea de en qué se debe fundar la identidad cultural de la Unión. Éste es un tema secundario en esta comunicación pero un resultado importante del proyecto citado, ya que el programa ESPON pretende justamente construir una lista de prioridades y ajustes estructurales en la política territorial, e incluso cultural, de las regiones europeas.

Este elemento de distorsión de la representación se puede obviar a corto plazo sólo considerando otras fuentes con un nivel más alto de comparabilidad, que de alguna forma tomen en consideración el “valor” atribuido al patrimonio. Esto plantea otros problemas epistemológicos, como los siguientes ¿quien decide el valor del patrimonio? ¿existe un criterio unívoco de atribución de valor, que nos permita decir, por ejemplo, que los 256 bienes culturales inventariados en Italia valen más de los 650,000 que aparecen en los registros suecos? Claramente hay criterios basados en argumentos cualitativos (la importancia histórica, el legado artístico, la singularidad) que permiten a historiadores y críticos de arte de establecer “jerarquías”, pero es muy difícil buscar un semejante criterio que tenga validez universal y traducirlo en valores cuantitativos.

En este caso, nos ayuda la consideración del objetivo final de este estudio, o uno de ellos, que es la clasificación de las regiones en base al papel que distintas formas y concreciones espaciales del patrimonio pueden jugar en su desarrollo. Teniendo en cuenta que lo más atractivo acaba siendo lo que más potencial de usos tiene, tanto vale enfocarse en los conceptos de patrimonio que se suelen representar desde el punto de vista de una demanda “transeúnte” cómo la turística[10].

Por lo tanto, sólo en los casos de los países que exhiben un numero anómalo de monumentos por defecto (Italia, Grecia) o exceso (Suecia), se corrigió la base de datos utilizando informaciones “cualitativas” adicionales, o sea el número de “estrellas” de los monumentos en cada región listadas por una guía turística que adopta los mismos criterios de señalización en toda Europa, la guía Touring Club Italiano (TCI, vv.aa.) – siendo conscientes que sigue tratándose de una aproximación, muchas veces mediada por los intereses particulares de las entidades de promoción turística nacionales. La distribución de las estrellas en toda Europa ha sido utilizada como “peso” para calibrar la base de datos de los tres países considerados, según un procedimiento de smoothing. Un nuevo indicador “corregido” de presencia de bienes patrimoniales (A.0º) se creó de esta forma, y se utilizó para la demás elaboraciones. El resultado del smoothing se puede apreciar en Figura 3.

Comparado con el precedente, este mapa proporciona una representación más razonable de la distribución del patrimonio en el territorio europeo, aunque sin duda los problemas metodológicos siguen empañando la significatividad de la representación. Otros aspectos sugieren que se tendrían que poner a punto técnicas más refinadas de smoothing y calibre de la base de datos nacionales, hasta un procedimiento integral de armonización de los criterios de inclusión en los registros a escala regional. Por ejemplo, destacan las diferencias entre los dos lados de las fronteras en el entorno de Alemania, Irlanda y Holanda, con un número de registros visiblemente menor en regiones de países vecinos que comparten la misma historia cultural de éstos. A esta altura del estudio, este tema no está resuelto y seguramente la representación dada carece de un buen balance entre “objetividad” y “funcionalidad”.

Hay otro elemento de distorsión en esta representación provocado por la desigual base territorial utilizada: el patrimonio aparece más concentrado en regiones que son más pequeñas, y en este caso este mapa padece de la irregular delimitación administrativa del atlas geográfico utilizado en el programa ESPON, que por ejemplo hace muy pequeñas las regiones de Alemania, sobre-representando así la dotación patrimonial de estas regiones comparadas con, por ejemplo, España o Francia, que tienen provincias y départements mucho más extensos. Este sesgo se elimina muy fácilmente con un indicador de concentración o densidad que pone en relación el número de registros con la extensión territorial del área.

Por estas razones pasamos a considerar en Figura 4 un mapa de densidad del patrimonio, con colores más oscuros correspondiente a un mayor número de bienes registrados por km2. Este indicador se puede considerar una buena aproximación del potencial de desarrollo económico de la región alimentado por el patrimonio, asumiendo que una mayor concentración de recursos histórico-patrimoniales accesibles desde un punto lleva a un nivel de atractivo turístico comparativamente más elevada; también conduce a mayores oportunidades de rentabilización del patrimonio como “recurso simbólico bruto” en las industrias culturales y del conocimiento. Educación superior, servicios relacionados con la interpretación y difusión del contexto cultural, productos creativos, y otros pilares de la economía del conocimiento y cultural (Amin & Thrift, 2007) necesitan de una “masa crítica espacial” (locational proclivity, in Gibson & Kong, 2005) para atraer las inversiones, el capital humano y la infraestructura que pueden generar un ciclo endógeno de crecimiento típico de los milieux innovadores de Becattini (1990).

La densidad de monumentos en el territorio pone en evidencia una brecha substancial entre Alemania e Italia, de un lado, y otras naciones europeas, del otro. La gran densidad de bienes patrimoniales (de valor, después de la corrección de la base de datos ilustrada antes) está claramente relacionada con la historia de estos dos países, su densidad de población y su potencial económico[11].

El mapa revela que – dejando las incoherencias estructurales al lado - el patrimonio se concentra en un número relativamente bajo de regiones; vuelven a destacar las regiones costeras, así como las áreas metropolitanas.

La información siguiente se centra en el “potencial de uso” de los bienes patrimoniales, tomando en consideración la relación entre el numero de bienes (problema conceptual: extensiones y capacidades desiguales) y el número de usuarios en cada región, y tomando en cuenta también la población turística potencial. Este indicador puede ser interpretado de dos formas. En primer lugar, representa las “oportunidades de acceso” al patrimonio: idealmente, cuanto más elevados los valores, mayores oportunidades de puesta en valor, y un mayor flujo de recursos que se pueden destinar a la gestión del sitio. Sin embargo, altos valores del indicador también tienen una connotación negativa, pues sugieren problemas potenciales de congestión en el uso de recursos hasta riesgos para su conservación frente a elevados niveles de presión de uso, y altos costes de mantenimiento. Por lo tanto, una situación ideal desde el punto de vista de la conservación es la de valores “medianos” de este indicador: se da un típico problema de búsqueda del “punto de óptimo” en el trade-off entre difusión y producción de cultura.

La presión de uso es un problema potencialmente más agudo en el caso de la población flotante de los visitantes. Lamentablemente la fuente utilizada para este análisis (EUROSTAT), al igual que otras muchas fuentes nacionales de tipo institucional, tiene un nivel de detalle menos fino (NUTS II) y no permite desglosar ente turistas “reales” y excursionistas que visitan la región sin pasar la noche en ella, que en algunos casos de sitios “estrella” del turismo de patrimonio llegan a ser la gran mayoría de los visitantes a nivel incluso provincial. El tema del trade-off entre rentabilización del patrimonio y riesgos para la conservación se representa con referencia a esta población flotante, con la diferencia que la presión turística puede ser más dañosa debido a la mayor concentración de la visitas en espacio y tiempo, al escaso conocimiento y concienciación que los visitante tienen de lugar que visitan, y a la menor previsiblidad de los flujos turísticos comparados a los de la población local. Además, hay otro tipo de trade-off que es preciso considerar; se trata del impedimento que el acceso de los visitantes a los recursos puede causar a los residentes en una forma de crowding out de la población local, lo cual puede llegar a ser un verdadero problema de “exclusión cultural” en el caso en que se lleve una gestión particular de los recursos y la población visitante tenga una capacidad de pagar superior a la de la población anfitriona; eso sin hablar de los varios costes “indirectos” y externalidades negativas que el desarrollo turístico, especialmente en sus formas “de masa”, produce en la comunidad local (subida de precios, stress social, contaminación cultural, etc.), todo lo cual se traduce en el largo plazo en verdaderos “obstáculos” al desarrollo turístico, como sugiere el conocido modelo de ciclo de vida de los destinos de Butler (2006).

Hay que destacar que la presión potencial considerada en este indicador se aproxima, pero no necesariamente corresponde, con la presión efectiva, cuya representación requeriría datos de la visitas a monumentos y sitios de patrimonio (posiblemente discriminando entre visitantes locales y foráneos). Lamentablemente, esta información se recoge en un número muy limitado de países en forma estructurada. Pues, pese a que el patrimonio en áreas costeras está sujeto a niveles de riesgo muy elevado por parte de la población visitante, se tiene que considerar que, en general, la propensión del típico turista de veraneo de visitar sitios de interés cultural es bastante más baja que la de un turista cultural que elige una ciudad o una región con una imagen cultural muy viva para una visita breve y enfocada al patrimonio. Este argumento también sugiere que hay una variable “escondida” en esta representación, la gestión de sitios o de destinos, que provoca que la presión turística se traduzca en hechos positivos o más bien negativos.

La representación de Figura 5 es igualmente afectada por una suposición no totalmente correcta de igualdad de probabilidades que un residente o un turista decidan de visitar un sitio de patrimonio – por definición el visitante en un tiempo de ocio tiene una propensión al consumo cultural mucho más elevada; sin embargo se trata de una suposición neutral porque lleva a un indicador que representa el nivel máximo de riesgo para el patrimonio generado por la población total de una región. Destaca la alta presión de uso potencial en las áreas costeras de España, así como en las mayores áreas urbanas de Europa, que se pueden considerar áreas de “alto riesgo” para la conservación del patrimonio.



Figura 4. Densidad (n. por km2) de monumentos registrados en 1.337 regiones Europeas, base de datos “corregida” (ESPON 1.3.3 indicador A.1)
Fuente: ESPON 1.3.3 (2006), p.  103.

 


Figura 5. Presión potencial sobre los monumentos registrados en 1.337 regiones Europeas, base de datos “corregida” (ESPON 1.3.3 indicador A.4)
Fuente: ESPON 1.3.3 (2006), p.  108.

 

Hacia una lectura “normativa” de los datos: estrategias de puesta en valor de los bienes culturales

Los paisajes culturales vislumbrados en la sección precedente están sin duda cambiando, un fenómeno que se puede observar a escala mundial. Las dos cuestiones clave para los investigadores son la búsqueda de diferentes “vectores” del cambio y sus especialización, de un lado, y la identificación de parámetros de cambio cualitativos y cuantitativos, del otro, que permitan comprender la dirección y la intensidad del cambio, hasta llegar a visualizar la dinámica de los paisajes (Holden, 2006; Terkenli, 2002; 2004) y poder dar un valor “normativo” a las informaciones recopiladas en mapas.

En el proyecto ESPON 1.3.3 se procedió especialmente a través de la construcción de indicadores complejos de “demanda” y “oferta” o “dotación” de cultura, a la construcción de categorías regionales, y a la consideración conjunta de otros fenómenos territoriales analizados en otros proyectos ESPON. Se trataba de intentar identificar y medir el papel de la cultura en los procesos sociales y económicos como la estructura territorial y su evolución, las disparidades regionales, los recursos para el crecimiento endógeno, el riesgo medioambiental, entre otros.

Más allá de un análisis completo, interesa aquí proponer un marco analítico, una propuesta metodológica para aplicar y afinar una vez que se hayan resuelto los problemas de coherencia comentados antes. Una de las dimensiones analíticas más importantes del trabajo es la relación entre dotación de patrimonio cultural y estructura de los asentamientos humanos, de lo cual se derivan algunas recomendaciones sobre una política territorial para la cultura, que refleje y aproveche las oportunidades y las debilidades que diferentes formas de capital cultural tangible generan en diferentes contextos.

Demasiado a menudo, los estudios en este campo son meramente descriptivos – en el estilo de “guías de viajes” – y no permiten comparaciones relevantes en el tiempo y en el espacio. Aparentemente falta todavía un marco analítico que permita apreciar y medir el cambio. Para algunos autores, el cambio en los paisajes culturales está caracterizado por una paulatina e irreversible transición desde producción a consumo de cultura, en la cual el turismo tiene un papel importante (Birks et al., 1989; Butler & Hall, 1998). La calidad de los paisajes culturales está identificada con belleza, armonía y autenticidad. Recientemente este discurso ha sido reforzado con la posibilidad que estas cualidades sean equivalentes a un índice de potencial de desarrollo turístico. Esta visión simplista abrió la ruta para una discusión amplia sobre  las múltiples dimensiones del cambio, tanto físico como mental o percibido, una discusión que está fuera del alcance de este artículo. 

Se proponen aquí dos indicadores, en un intento de reducir la complejidad de los cambios y de reordenar las reflexiones sobre el papel de transformación del paisaje cultural del turismo y las prioridades para una política de desarrollo turístico que aproveche de forma coherente y sostenible de las oportunidades presentes. El primero es el nivel de urbanización (entendido en una primera etapa de este análisis como densidad de los asentamientos de población en la región, y luego reducido a la densidad de la población), como elemento de clasificación de los paisajes culturales y económicos. El segundo es la densidad de recursos patrimoniales del área, que resulta apropiado para evaluar el potencial de estas regiones para el turismo cultural. Claramente el potencial de desarrollo turístico del territorio no depende sólo de la concentración de sitios y recursos de interés patrimonial, sino también de su coherencia histórica y de la forma en que semejante riqueza es apoyada por expresiones de patrimonio intangible y de la identidad cultural.

Las interrelaciones entre las dos dimensiones se pueden apreciar a través de un sencillo análisis sobre el nivel de asociación entre oferta cultural y estructura de la urbanización en las regiones de Europa.

Aunque no esté disponible un dato desagregado del empleo cultural en las ciudades europeas, la información procedente de la base de datos del ESPON 1.3.3 nos permite averiguar que existe una correlación positiva (0.32) entre la densidad de población y la proporción de empleo en los sectores culturales y creativos en las regiones Europeas NUTS II. Sin embargo la asociación entre urbanidad y primacía cultural se puede considerar a niveles más complejos. La correlación de indicadores de estructura de la población y la densidad de bienes culturales (indicador A.1 introducido en la precedente sección) es también significativa.

En el Cuadro 1, analizamos la variación de los valores de indicadores seleccionados según categorías de estructura territorial definidas por la densidad de población y la existencia de centros dominantes[12]. Este cuadro revela una tendencia clara para los valores más elevados de algunos de los indicadores considerados en el proyecto ESPON 1.3.3 (densidad de recursos culturales, pero también cuota de trabajos en sectores culturales, diversidad de la población, infraestructura cultural y capital intelectual), de asociarse con estructuras urbanas más polarizadas y con niveles más elevados de densidad de población.

Cuadro 1. Valores medios de indicadores culturales por clase de estructura territorial de la población, regiones NUTS II

 

Valores medios de los indicadores para cada tipo de estructura de asentamiento

Tipo de estructura de asentamiento

A.1

B

C

D

E

F

G

H

I

K

1.     Muy densamente poblados con grandes centros

2.049

0.068

0.045

0.064

0.016

0.040

0.044

0.029

0.129

0.428

2.     Muy densamente poblados sin grandes centros

1.051

0.010

0.006

0.049

0.013

0.060

0.091

0.014

0.115

0.286

3.     Densamente poblado con centros grandes

0.908

0.019

0.032

0.051

0.012

0.043

0.082

0.011

0.115

0.323

4.     Densamente poblado sin grandes centros

0.603

0.009

0.007

0.039

0.008

0.049

0.197

0.008

0.086

0.253

5.     Menos densamente poblados con grandes centros

0.261

0.008

0.004

0.039

0.014

0.054

0.153

0.028

0.096

0.286

6.     Menos densamente poblados sin grandes centros

0.446

0.002

0.002

0.038

0.015

0.051

0.176

0.033

0.087

0.239

Leyenda:
A.1: densidad de monumentos
B: densidad de museos
C: densidad de eventos culturales
D: trabajadores en las industrias culturales, % del empleo total
E: n. de teatros / 1.000 res.
F: n. de pantallas de cine / 1.000 res.
G: n. de bibliotecas publicas / 1.000 res.
H: licenciados en instituciones de educación superior local / 1.000 res.
I: % población local con nivel educacional elevado o muy elevado
K: Índice de diversidad de la población local por nacionalidades extranjeras

Fuente: A.P. Russo, basado en ESPON 1.3.3 (2006).

A lo largo de la historia, y en particular desde el final de la Edad media, las más importantes creaciones artísticas y monumentales, los más influyentes círculos de pensamiento creativo, las mejores escuelas y universidades, y el florecimiento de tendencias y lenguajes culturales han estado estrictamente asociados a las ciudades, su poder político, y su dominio económico. Además, los servicios culturales y el capital cultural han sido pilares del “renacimiento urbano” en la edad de la economía post-industrial del conocimiento, cuyos determinantes geográficos se identifican comúnmente con características inmateriales del territorio como la calidad de la vida y la excelencia cultural.

En consecuencia, no sorprende que también hoy el patrimonio cultural europeo se encuentre concentrado en las ciudades, y que el talento creativo y las organizaciones más relevantes sean atraídos por localizaciones urbanas en un ciclo auto-alimentado de desarrollo.

Dejando de lado ahora un análisis en profundidad, seguramente necesario, de las relaciones causales entre lo “cultural” y lo “urbano”, estos resultados inducen a analizar más de acerca las implicaciones “normativas” de esta asociación, enfocándola en la dimensión cultural que está en el centro de este artículo, el patrimonio tangible y su distribución territorial y, especialmente, su relación con los paisajes urbanos. De hecho, en muchas regiones Europeas, las estrategias de desarrollo turístico tienen hoy prioridad elevada (Hall et al., 2006). Sin embargo, esta ambición requiere una comprensión global, por parte de las autoridades encargadas, de las manearas de aprovechar las oportunidades económicas del renacimiento cultural que estamos viviendo. La valoración del potencial de desarrollo de turismo cultural es un ejercicio de los más engañosos.

Aunque la densidad de monumentos y museos en una región sea un buen indicador de la gama de oportunidades turísticas, muchos otros factores tienen una importancia para nada menor. La coherencia entre elementos del patrimonio cultural, la existencia de narraciones que conectan espacios y nodos, el atractivo del paisaje natural, y, no de menor importancia, la calidad y la variedad de la infraestructura turística, son todos elementos irrenunciables para generar paisajes turísticos de éxito y sostenibles. En segundo lugar, los impactos potenciales del turismo en estos paisajes apreciados han de ser evaluados de antemano. La cuestión fundamental hoy es garantizar que el turismo pueda ser un agente de conservación, más que un intruso destructor, e identificar correctamente las implicaciones para la gestión de recursos en el área.

Nuestro análisis parte de la constatación que cada vez que los paisajes rurales se consideran menos atractivos o se agota su rentabilidad en la economía agrícola, acaban sobre la mesa de planificadores y diseñadores de entornos de ocio y ordenados para infraestructuras deportivas, áreas de recreo, parques forestales, pistas de golf y varias otras formas de ocio al aire libre (LAE, 2006). Esta infraestructura para la población urbana se desarrolla como enclave en el entorno peri-urbano o asociada a otros usos (Holden 2006). Estudios recientes del cambio en el paisaje europeo ponen de manifiesto la creciente importancia de los resorts turísticos estacionales como agentes de cambio en el paisaje, especialmente las estaciones de esquí y las pistas de golf. Aparte del impacto medioambiental y de la explotación intensiva de solares y recursos hídricos, destacan en estos nuevos resorts turísticos problemas de elevada estacionalidad, un elevado nivel de especialización turística o mono-funcionalidad de usos, y una incapacidad para soportar una función cultural sostenible. Desde este punto de vista, el nivel de urbanización proporciona una primera indicación de las diferentes formas de desarrollo turístico de los paisajes culturales, marcando un fuerte contraste entre los paisajes urbanos, formados a través de una larga historia y cargados de elementos simbólicos e intangibles, y los paisajes de ocio suburbano, resultantes de un proyecto arquitectural y de diseño adaptado a la demanda a corto plazo de la población corriente y escasamente arraigado en el sustrato cultural de los paisajes preexistentes.

Se propone entonces una combinación de políticas para tratar de aprovechar el potencial turístico de los recursos culturales en diferentes contextos territoriales en cuanto a nivel de urbanización e “intensidad cultural”, dada por la densidad de recursos de patrimonio. Esto se ilustra en el diagrama de la Figura 6.


Figura 6. Tipos de paisajes culturales y prioridades para la política de desarrollo turístico
Fuente: A.P. Russo, basado en ESPON 1.3.3 (2006: 164).

Las áreas urbanas con una gran dotación de patrimonio (Sector alto-derecha en Figura 5) tienen que proteger sus recursos culturales frente a presiones de uso potencialmente muy elevadas debido a la magnitud del mercado local y a su accesibilidad. La dinámica del paisaje de las ciudades históricas ha sido un campo preferido para los estudios turísticos (Russo et al., 2001; Jansen-Verbeke, 2007). Una de las aproximaciones más recientes fue el análisis de los cambios a escala infra-urbana inducidos por el turismo y la “clusterización” de actividades comerciales, llegando a la conclusión que la conservación puede estimular las actividades culturales y, en consecuencia, aumentar el capital cultural del lugar. Un asunto fundamental en la conservación de paisajes culturales de la ciudad es la capacidad de gestionar los recursos, basada en el conocimiento de la capacidad de carga del sitio y en las herramientas para una política de gestión eficiente y orientada al visitante (Jansen-Verbeke & Lievois, 2004).

En algunos casos, las estrategias de gestión sostenible del turismo pueden útilmente enfocarse en la “des-materialización” de los productos turísticos basados en el patrimonio hacia aspectos intangibles (narraciones, acontecimientos, sinergias con las industrias creativas, etc.) típicos de los paisajes post-industriales. Por ejemplo, la valorización del patrimonio industrial se revela como una estrategia excelente (y muy aprovechada en los países del Norte y centro Europa, menos en el Sur y Este) para generar nuevas imágenes urbanas, aliviar la presión turística en centros históricos, y proveer espacio para actividades culturales en entornos inspiradores.

De todas formas, no todas áreas urbanas heredaron un pasado rico que pueda constituir la base de una moderna economía turística en el siglo XXI. La investigación turística ha dedicado una atención comparativamente menor a las áreas sub-dotadas o a vastas áreas recién urbanizadas con pocos marcadores históricos. La referencia a “áreas urbanas de baja intensidad cultural” (sector bajo-derecha) no considera que carezcan de recursos culturales en general, sino sólo en cuanto a elementos tangibles.

En semejantes casos, el reto principal es aprovechar lo mejor de los recursos humanos y organizativos para generar un nivel más alto de actividad cultural y obviar de esta forma la escasez de señas tangibles de identidad cultural, usando las dimensiones relevantes del mercado local para generar oportunidades de desarrollo basadas en ellas. Esto es precisamente lo que muchas ciudades norte-europeas que han vivido la de-industrialización han hecho, y específicamente las grandes ciudades del centro y norte de Inglaterra, las antiguas capitales industriales alemanas y holandesas, como Dortmund y Rotterdam, entre las primeras que han enfocado sus estrategias de reconversión económica y regeneración social en la cultura y las industrias creativas y del conocimiento. De manera similar, paisajes suburbanos de ocio, originariamente diseñados para los residentes, pueden beneficiarse de la dinámica del mercado turístico metropolitano y – al mismo tiempo – integrar experiencias y productos interesantes al espectro de oportunidades tradicional del turismo urbano. Paisajes culturales o naturales en la vecindad de las áreas urbanas y metropolitanas están siendo reconvertidos para acomodar las necesidades de ocio y los deseos residenciales de los ciudadanos. Pese que las tipologías de uso de estas áreas aún incluyen agricultura y naturaleza, el carácter de los paisajes es plural y diverso.

En áreas donde la presión de la urbanización es menor o incluso está ausente (ej. áreas de emigración rural), la dinámicas del paisaje cultural pueden tener una vertiente diferente. Algunas regiones rurales destacan por la presencia de elementos históricos en el paisaje, de una historia rica y compleja, y por estas razones están en el centro de iniciativas de desarrollo turístico, mientras que otros paisajes rurales y agrícolas parecen excluidos de las dinámicas turísticas por varias razones, especialmente sus escasa accesibilidad (física y semántica), debida, respectivamente, a la lejanía, y a la falta de elementos de atracción tangibles o visibles.

En áreas rurales con gran dotación de bienes culturales (Sector alto-izquierda), la cuestión principal es el fomento del consumo cultural frente a poblaciones usuarias rarefactas. La mejora de la accesibilidad se presenta como la estrategia principal, descontando sin embargo los problemas recurrentes de las áreas rurales y periféricas. La organización de rutas y de itinerarios culturales, como las fomentadas por el Consejo de Europa[13], pueden desempeñar un papel importante para superar estos problemas, estimulando el alcanzar de una masa critica en términos de atractivo para flujos de visitantes y proporcionando un tejido conectivo semiótico entre centros y periferias de regiones turísticas (véase el caso de la Red de Juderías de España, de Romagosa & Russo en ESPON 1.3.3, 2006, Anexo 2).




Figura 7. Relación entre tasa de paro y dotación de patrimonio cultural
Fuente: ESPON 1.3.3 (2006), p. 124.

El capital cultural de los paisajes post-industriales en Europa occidental (Alemania, Bélgica, Francia, Gran Bretaña, etc.) y su potencial de desarrollo económico no se puede fácilmente comparar con, por ejemplo, el de las viñas de la Europa del Sur o con los tesoros escondidos en los sitios arqueológicos del Mediterráneo. Un mapa de los paisajes de ocio y turismo de Europa (Ministerio de Agricultura de Holanda, 2001) revela amplias regiones rurales con una dotación por debajo de la media de bienes culturales y un bajo perfil en cuanto a desarrollo turístico. Por estas razones, el reto consiste en generar capacidad cultural, por ejemplo a través de la formación y las inyecciones culturales en el área, como museos, eventos, o universidades. Esto puede representar el comienzo de un ciclo de desarrollo basado en un uso explícito de la cultura como elemento de cohesión regional. De hecho, en algunas regiones se necesita un nivel elevado de creatividad para valorizar la coherencia de recursos culturales tangibles e intangibles tanto como para los paisajes agrícolas; una condición fundamental es tener una visión del potencial turístico.

Las oportunidades que se abrirían se reparten de forma claramente irregular en el territorio europeo. Pese a las distorsiones introducidas por el carácter heterogéneo de las bases de datos de patrimonio, vale la pena fijarse por ejemplo en las regiones caracterizadas por diferentes combinaciones de tasa de paro y dotación de patrimonio cultural, una relación que revela áreas de gran potencial en la valorización del patrimonio y apunta a diferentes estrategias territoriales. La asociación entre los valores de estos dos indicadores no es significativa, indicando que hay una gama de situaciones muy desiguales, y que hay que considerar las combinaciones de valores caso por caso. Limitando el análisis a dos clases de valores para cada indicador (encima y debajo de la media europea de los valores, para 1.337 regiones), resultan cuatro grupos de regiones, coloreadas en el mapa de la Figura 7. Niveles elevados de paro y baja dotación de bienes patrimoniales (color rojo) así como bajo paro y elevada dotación cultural (color azul) son situaciones “normales”, donde especialmente de cara al primer grupo de regiones, el tema de la valorización cultural a través de estrategias de turismo enfocada hacia eventos y productos intangibles resulta muy relevante. Este grupo comprende, entre otros, Estonia, Galicia, Andalucía, Finlandia del Norte, Provenza. Los otros grupos de regiones ilustran combinaciones más “disonantes” de bajo desempleo / baja intensidad cultural y sobre de todo alto desempleo / alta dotación de patrimonio donde una simple puesta en valor del existente podría surtir resultados importantes. Entre este grupo de regiones figuran la Comunidad Autónoma de Bruxelles, Alemania Oriental, Picardia, el Norte de Francia, la Ática Griega, el Lazio y la Italia Meridional, Lituania, Latvia, Polonia, casi toda Bulgaria, y toda Eslovenia.

Reflexiones finales

A pesar de las debilidades de raíz epistemológica que afectan a los resultados de los análisis presentados en este artículo, el valor metodológico de semejantes estudios basados en mapas multidimensionales de recursos culturales y la importancia de incluir las dimensiones culturales en un estudio del territorio europeo de cara a las ambiciones de construir una estrategia Europea de planificación territorial, es hoy una cuestión aceptada en la red ESPON que más directamente está desarrollando la caja de herramientas analíticas y las bases de datos para proceder en esta dirección. El material ilustrado en este artículo – en gran parte procedente del proyecto ESPON 1.3.3, pionero en reconstruir una base de datos europea de seleccionadas dimensiones de tipo cultural y tratar los problemas teóricos y operativos que semejante estudio presentaba – permite vislumbrar interesantes oportunidades para el desarrollo regional y nuevos retos y áreas de debate para la geografía cultural. Al mismo tiempo, se pone en evidencia la imposibilidad de enfrentarse con estos temas con rigor científico y credibilidad en ausencia de criterios generales de definición e inscripción del patrimonio y de otros recursos culturales, tangibles e intangibles, hasta llegar a un registro único como punto de inflexión en el camino hacia una verdadera política cultural europea, hoy todavía un patchwork de aproximaciones nacionales dictadas por tradiciones históricas a menudo incoherentes y contradictorias. Al día de hoy, el único registro internacional del patrimonio que no padezca de inconsistencias semánticas (tal como las guías turísticas, en que se menciona lo que resulta apreciado por los turistas y no por los estudiosos culturales) se identifica con la Lista de Sitios Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO; que sin embargo lista demasiado pocos sitios y objetos para servir de guía a la planificación territorial, y asume a veces formas no totalmente claras y con un alto nivel de “politización” en los criterios de inscripción. Semejante registro no debería caer en la trampa de atribuir valores o proponer una segmentación en “formas” artísticas y culturales, sino celebrar la singularidad de los bienes culturales y valorar el estado de conservación y las presiones que sufre, induciendo a una mayor uniformidad en los criterios de gestión y a una coordinación efectiva en los esfuerzos de valorización y conservación de alcance interregional.

Notas

[1] X. Greffe, presentación en el Primero Seminario Internacional de ESPON 1.3.3, Barcelona, 2005.

[2] Declaración sobre la Diversidad Cultural del 2000, adoptada por el Comité de Ministros de Cultura en su 733esimo meeting.

[3] La escala espacial es lo definido NUTS III, o sea el nivel provincial para la mayor parte de países europeos.

[4] Ver ESPON 2000-2006 HyperATLAS, para descargar en  http://www.espon.eu/

[5] En algunos casos en los cuales los datos básicos sólo eran disponible a este nivel geográfico, han sido producidos mapas a nivel NUTS II, correspondiente al nivel regional (comunidad autónomas en España, Regiones en Italia, etc.).

[6] Por ejemplo, el “revival” de idiomas tradicionales y en peligro, como los idiomas celtas en el Reino Unido y otros países europeos, o el frisón en el norte de Holanda, resulta muy importante en términos de construcción de identidades regionales; pero este dinamismo tiene escasos efectos o expresiones tangibles, excepto la señalización y los producto comerciales que siguen de ello (libros, música, cinema, etc.).

[7] En España, tal como en el caso de las regiones a statuto speciale de Italia, existe un único registro de los bienes culturales (patrimonio tangible, dividido en subcategorías – sólo se consideró aquí el dato sobre monumentos, sitos arqueológicos, y conjuntos de interés patrimonial) que se puede consultar on-line, pero hay que tener en cuenta que las inscripciones proceden de una gestión autonómica sin criterios uniformes, lo que lleva a datos anómalos, por ejemplo por lo que se refiere a los bienes registrados en Baleares.

[8] Los datos relativos a la extensión territorial (km2) y a la población local y turista, utilizados para la construcción de indicadores de densidad y presión de uso ilustrados en esta sección, derivan de la base de datos on-line de EUROSTAT, con años de referencia 2003. El dato sobre las llegadas de turistas tiene como referencia territorial la escala NUTS II.

[9] Aunque no exista una definición aceptada de “Corredores culturales” en varias ocasiones institucionales (reuniones del Consejo de Europea, UNESCO; etc.) la discusión apunta a un concepto dinámico y flexible de herramienta para el desarrollo regional basado en áreas caracterizadas por redes de actores comprometidos en transacciones enfocadas en la economía cultural y creativas, a través de fronteras sectorales y geopolíticas.

[10] Para una correcta interpretación sobre la realidad “objetiva” o “subjetiva” del patrimonio, véase Minca y Oakes (2006): no existe una realidad objetiva y trascendente del lugar detrás de la representación turística que se da de ello, no existe la Venecia no turística en los escondites fueras de los lugares más frecuentados por los turistas, exactamente porqué esta Venecia mitológica es la que todos turistas cansados de las representaciones hechas a medida buscan, es nada más que una representación ella misma, un producto cultural por “negación”, ni siquiera más irreal de la Venecia que se ha ido disfrazando para apetecerle a la “audience” del turismo global.

[11] En la Edad Media, Alemania estaba dividida en varios estados, cada uno con una actitud diferente de sus cortes hacia el arte y la cultura. Durante el reinado de Maximiliano I, de 1493 a 1519, el emperador intentó reformar el Imperio: se estableció una Corte Imperial Suprema (Reichskammergericht), se cobraron impuestos imperiales, y el poder de la Dieta Imperial (Reichstag) fu aumentado. Las reformas fueron, sin embargo, frustradas por la continua fragmentación territorial del imperio. Italia tuvo un problema similar, pero con un nivel de desarrollo mucho más elevado durante el Renacimiento, hasta la primera Edad Moderna. Los ideales del renacimiento se difundieron primero desde Florencia a los pequeños estados vecinos de Siena y Lucca. La cultura toscana pronto se convirtió en la huella para todos los mini-estados de Italia. La fragmentación territorial favoreció la colaboración artística y la competición entre las cortes y las ciudades, mientras que el escenario  político del “periodo municipal” en la baja Edad Media impulsó el uso de la arquitectura como muestra de poder e influencia en una región, generando una concentración sin igual de legado histórico-monumental.

[12] Informaciones procedentes del Proyecto ESPON 3.1 (ver www.espon.eu).

[13] Ver: http://www.coe.int/t/dg4/cultureheritage/aware/Routes/

 

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© Copyright Antonio Paolo Russo, 2008
© Copyright Scripta Nova, 2008

Referencia bibliográfica

RUSSO, Antonio. Las regiones europeas y su capital cultural. Aproximación al estudio de los efectos territoriales del patrimonio. Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales.  Barcelona: Universidad de Barcelona, 1 de agosto de 2008, vol. XII, núm. 270 (139). <http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-270/sn-270-139.htm> [ISSN: 1138-9788]


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