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Scripta Nova
REVISTA ELECTRÓNICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona. ISSN: 1138-9788. Depósito Legal: B. 21.741-98
Vol. XII, núm. 270 (70), 1 de agosto de 2008
[Nueva serie de Geo Crítica. Cuadernos Críticos de Geografía Humana]


 MemorÁndum del horror cotidiano: El monumento Espacios para el recuerdo de Stih & Schnock en BerlÍn

Mercedes Valdivieso
Universidad de Lérida
mercedes.valdivieso@hahs.udl.es

Memorándum del horror cotidiano: El monumento espacios para el recuerdo de Stih & Schnock en Berlín (Resumen)

Mientras que el Memorial del Holocausto de P. Eisenman (2005) es visitado por miles de turistas, Espacios para el recuerdo (1993), de Stih & Schnock, es apenas conocido. Se encuentra en el barrio Bayerisches Viertel, habitado, hasta 1933, por un alto porcentaje de judíos de la burguesía. A través de 80 placas, casi camufladas dentro del equipamiento urbano de señalizaciones, se va desplegando la "normalidad del horror". Por una cara se muestran pictogramas, de aspecto inocente, mientras que por la inversa, se reproducen decretos nacionalsocialistas, que iban minando la vida de la población judía. A diferencia del monumento tradicional, el de Stih & Schnock no se encuentra en un lugar acotado, sino que se funde con el espacio público, la misma esfera en la que comenzó a desarrollarse el terror nacionalsocialista.

Palabras clave: Arte público, monumento, holocausto, Stih & Schnock, Berlín.

The Memorial Places of Remembrance in Berlin (Abstract)

While the Holocaust Memorial by P. Eisenman (2005) is visited by millions of tourists, Places of Remembrance by Stih & Schnock is hardly known. The location of this work is at the Bayerisches Viertel, an area where many middle-class and wealthy Jews lived until 1933. Eighty plaques, camouflaged among the traffic and urban signs, expose the "normality of horror" of the Holocaust. On one side of each plaque is an innocuous pictogram, on the reverse are texts of Nazi decrees formulated to dehumanize the Jewish population. In contrast to more traditional memorials, this one by Stih & Schnock is not fenced off in a precious space, but, rather, is merged with the public space, the same sphere in which the Nazi terror began to develop.

Key words: Public art, memorial, holocaust, Stih & Schnock, Berlin.

Berlín se ha convertido, durante los últimos años, en una de las ciudades de mayor atractivo turístico, sobre todo para escapadas cortas. Dentro de los "cinco estrellas" de las guías se encuentra, al lado de la Puerta de Brandenburgo, El Reichstag, la Plaza de Postdam y la Isla de los Museos, el Memorial del Holocausto. Todos estos "lugares de interés" se concentran en los dos barrios colindantes de Berlin-Mitte y Tiergarten, lo cual facilita al turista cumplir en un par de días con las exigencias culturales, hacer las obligadas fotos y enviar las respectivas postales con su: ¡recuerdos desde Berlín!

"Un sitio al que gusta acudir"

En poco más de dos años (se inauguró en mayo del 2005), el Denkmal für die ermordeten Juden Europas (Monumento a los judíos asesinados de Europa), que es su nombre oficial, se ha convertido en uno de los lugares más visitados de Berlín, obra del "arquitecto neoyorquino de renombre internacional" Peter Eisenman.

En la página web[1] del Memorial del Holocausto, hay un folleto disponible (en catorce idiomas, entre ellos el español) en el que se aporta todo tipo de información, amén de apabullantes cifras. La extensión de la zona de estelas, en forma casi de trapecio, es de 19.073 m2, el equivalente a dos campos de fútbol, como anotan muchos periodistas con la intención acercar estas dimensiones a la percepción popular. El número total de estelas es de 2.711 y cada una tiene 0,95 metros de ancho por 2,38 metros de largo; la altura varia entre 4,7 m (la más alta) y las que se encuentran a ras del suelo. Fabricadas con hormigón hueco de "primera calidad", la más grande pesa aproximadamente 16 toneladas. Los costes no son menos impresionante, o al menos eso me parece a mí, 27,6 millones de euros del presupuesto federal, sin contar el valor del terreno. De esta suma, se destinaron 12,8 millones al centro de información (salas de exposiciones y conferencias y librería), que se encuentra bajo el campo de estelas y cuya superficie es de 930 m2

La historia de su génesis no se queda a la zaga, pues fueron muchos los avatares sufridos desde que la plataforma cívica Perspective Berlin e. V., encabezada por la periodista Lea Rosch, hiciese, en 1988, un llamamiento para la realización de un "monumento que no pueda pasar desapercibido"[2]. Ya desde sus inicio, el proyecto estuvo rodeado de un sinfín de polémicas de todo tipo, como las discusiones sobre si tenía sentido y era posible encontrar una forma artística ante un genocidio de tal magnitud y toda la problemática adyacente, o el debate sobre la conveniencia o la justificación de dedicar un monumento, tan representativo, únicamente al recuerdo de los judíos como víctimas del Nacionalsocialismo. ¿Dónde quedaban otros colectivos, como los homosexuales, los gitanos, los enfermos mentales, los minusválidos, los opositores políticos y todos aquellos que no cumplían la normativa nacionalsocialista de "pureza" de raza e ideas?[3]

Las críticas más ácidas son, sin embargo, las que van dirigidas directamente a la elección del proyecto de Eisenman y al simbolismo y la grandilocuencia que de él emanan. Las 2.711 estelas están alineadas a una distancia de 95 cm, de forma que sólo dejan pasar a una persona a la vez, sobre una base ligeramente ondulada. El tránsito a través de ellas se ha comparado con la sensación de aislamiento, que experimentaron los judíos perseguidos, pero también, repetidas veces, con la excelsa emoción de vagar por un "trigal ondeante" (wogendes Kornfeld). De "Romanticismo tardío colado en cemento", lo califica de forma mordaz el crítico Michael Hübl.[4] Toda su concepción se dirige a la expiación de la culpa, a demostrar al mundo entero el arrepentimiento ante los crímenes cometidos y, con ello, a restablecer y consolidar la reputación de la Alemania reunificada. La sentencia de Hübl, y también de otras voces críticas, no podía ser más tajante, el Memorial del Holocausto instrumentaliza a las víctimas[5].

La literatura generada, a su favor y en contra, no es menos generosa que sus cifras e historial. Aparte de un sinfín de artículos de prensa, que han sido recopilados, parcialmente en varios libros[6], se han publicado cuatro tesis doctorales[7], amén de múltiples estudios. Los títulos, de dos de estos últimos, muestran la polarización del debate, "Un sitio al que gusta acudir"[8], parafraseando una expresión del antiguo canciller G. Schröder, y "Contra el Monumento al Holocausto de la República Federal de Alemania"[9].

Toda estas controversias, Denkmaldebatte (debate sobre los monumentos), llevaron al historiador James E. Young[10] a afirmar que el debate sobre los monumentos es el mejor monumento, lo que se ha convertido en un tópico aplicado al Memorial del Holocausto.

Ajenos, al parecer, a toda esta polémica, el uso que le dan los turistas (en gran medida se trata de grupos escolares) es muy variado. Se puede jugar al escondite entre sus estelas, hacer pruebas de salto a distancia, de bloque en bloque, tumbarse para tomar el sol, sentarse sobre una de las estelas bajas para comerse el bocata, hacerse fotos con los amigos o parientes, llegados desde la provincia para pasar unos días en Berlín, o con la amiga del alma.... (Figura 1). También se puede tomar un tentempié en algunos de las Imbisstuben (bares), que se han ido instalando alrededor del campo de estelas, o adquirir una postal del monumento, del cual existen numerosas vistas para escoger (Figura 2). Por lo menos, esto es lo que pude observar hace unos meses, cuando, con la intención de documentarme para esta comunicación, me acerqué al él[11].

 

 

Figura 1. Estudiantes haciéndose fotografías durante una excursión (octubre 2007) al Monumento a los judíos asesinados de Europa

Foto Mercedes Valdivieso

 

Figura 2. Dispositivo con postales de Berlín en una tienda de recuerdos al lado del Monumento a los judíos asesinados de Europa

Foto Mercedes Valdivieso

Muchas de estas actividades no están permitidas, como advierte una placa en el suelo, al igual que está también prohibido "acampar entre las estelas" o "hacer parrilladas". Las autoridades han tenido en cuenta, al parecer, cualquier ocurrencia de los visitantes, amén de informar sobre la accesibilidad para las personas discapacitadas, para las cuales existen trece pasillos señalizados que sólo tienen un máximo del 8 % de pendiente. "Personal de seguridad acreditado", cuyas "ordenes e indicaciones" se deben obedecer, vela para que los visitantes cumplan con estos preceptos, según reza igualmente la placa con la "Normativa para los visitantes del campo de estelas".

Ya durante su planificación se puso gran diligencia para evitar el acto incívico de utilizar las estelas como soporte para pintadas, bien fuesen los ingenuos corazones, tipo "Claudia liebt Klaus", u otras y menos inocentes, como las reivindicaciones de carácter neonazi. Pero en caso de que se hiciesen, se debían poder borrar rápidamente, para lo cual se recurrió a impregnar las estelas con Protectosil, el "mejor producto en el mercado", y recomendado por Peter Eisenman, para proteger las fachadas de los graffiti. Pero precisamente este esmero, acarrearía una de las muchas y grandes polémicas que acompañarón a todo el proyecto. La suministradora de Protectosil, la química Degesch, era una filial de Degussa, que a su vez proporcionó el zycklon B, utilizado en las cámaras de gas. Finalmente, tras paralizar las obras, la junta de la fundación Denkmal für die ermordeten Juden Europas, promotora del monumento, decidió utilizar el Proctosil tras sopesar el hecho de que Degussa S.A. fue uno de los consorcios que más se había esforzado por aclarar su papel en el Tercer Reich, además de haber hecho aportaciones voluntarias al fondo de compensación a las víctimas del Holocausto.

Espacios para el recuerdo

Esta comunicación no está, sin embargo, dedicada al famoso y controvertido monumento de Eisenman, sobre el que probablemente, en vista del sinfín de artículos y monografías publicadas, no queda ya nada inédito que anotar, sino a otro mucho más modesto. Situado fuera de las rutas turísticas, apenas es conocido, ni siquiera por los propios habitantes de Berlín. Se trata del monumento Espacios para el recuerdo, que fue inaugurado en 1993 en el distrito de Schöneberg[12]. Sus autores son la pareja de artistas, residentes en Berlín, Renata Stih (1955, Zagreb) y Frieder Schnock (1953, Meißen/Elbe)[13].

El hecho de prestar tanta atención a su famoso congénere en la introducción, se debe a que, por medio del contraste entre ambos (monumentalidad versus mesura), se hace patente la singularidad y originalidad de estos espacios para el recuerdo, cuyo nombre completo es "Espacios para el recuerdo en el Barrio Bávaro. Exclusión y privación de derechos, expulsión, deportación y asesinato de judíos berlineses en los años 1933 a 1945" (Orte des Erinnerns im Bayerischen Viertel. Ausgrenzung und Entrechtung, Vertreibung, Deportation und Ermordung von Berliner Juden in den Jahren 1933 bis 1945).

La "Suiza judía"

El distrito de Schöneberg se encuentra al noroeste de Berlín. En sus inicios fue una aldea, que no tuvo municipio propio hasta 1898, y fue posteriormente incorporada, en 1920, a la capital, que se convertiría en Groß-Berlin (Gran Berlín). De hecho, ya con anterioridad, era prácticamente una ciudad satélite de la metrópoli, debido a la expansión urbanística de ambas, a lo que hay que sumar la construcción de una línea de metro, la actual U-4 entre Innsbrucker Platz y Nollendorfplatz.

Como consecuencia de este crecimiento, a finales del siglo XIX tuvo lugar una verdadera fiebre del oro y muchos de los labradores de Schöneberg se hicieron "campesinos millonarios" (Millonenbauern) tras vender sus terrenos. La población de Schöneberg creció, entre 1885 y 1900, de 16.000 a 96.000 habitantes. La sociedad Berlinische Boden-Gesellschaft, creada en 1890 por Salomon Haberland, fue la encargada de adquirir estos terrenos rurales y urbanizarlos para, más tarde, vender las parcelas a las constructoras.[14] Fruto de sus actuaciones fueron tanto la plaza Victoria-Luise-Platz y sus alrededores, como el barrio Bayerisches Viertel. A pesar de que una gran parte fue destruida durante la Segunda Guerra Mundial, algunas de sus calles y casas señoriales de estilo Gründerzeit nos brindan, todavía hoy, una idea de su aspecto original. Una adinerada clientela se vio atraída por los grandes y confortables apartamentos en unos edificios que, con sus fachadas historicistas, profusamente ornamentadas, cumplían con sus aspiraciones de  representación y les alejaban de las aglomeraciones y la insalubridad del centro de Berlín. Pero a su vez, se encontraban lo suficientemente cerca de la capital y de sus negocios, amén de que, en 1908, se comenzó la construcción de la ya mencionada línea de metro (promovida por el municipio), que enlazaría, en 1910, con la ya existente en Berlín, que atravesaba la ciudad de norte a sur.

Entre 1900 y 1914 se construyó, al sur de Schöneberg, el Bayerisches Viertel (Barrio Bávaro), con edificios historicistas inspirados en el Renacimiento Bávaro (torrecillas, frontones escalonados y ventanas divididas en pequeños cuadrados) y cuyas calles, alrededor de su centro, la plaza Bayerischer Platz, estaban dedicadas a ciudades del sur de Alemania y Austria, como Aschaffenburger-Straße, Bamberger-Straße, Salzburger-Straße, etc. Popularmente era conocido como la Jüdische Schweiz (Suiza judía), en alusión al alto nivel económico (abogados, médicos, altos funcionarios, hombres de negocios, etc.) y a la procedencia judía de la mayoría de sus habitantes, aunque muchos de ellos formaban parte de los llamados judíos asimilados. Entre sus residentes más famosos encontramos a Albert Einstein, que vivió, hasta su emigración en 1933, en la calle Haberlandstraße[15]. De los 160.000 judíos de Berlín, con anterioridad a 1933, unos 16.000 vivían en Schöneberg, la mayoría en el Bayerisches Viertel. Sólo unos 10.000 lograron emigrar, el resto, más de 6.000, fueron deportados.

Desde la toma de poder por el Nacionalsocialismo, los judíos de Berlín se vieron perseguidos, no sólo por los decretos antisemitas del gobierno, sino también por las ordenanzas municipales, que pusieron especial celo en adelantarse a éstos. Así por ejemplo, se dictaron, ya en marzo de 1933, las primeras ordenanzas que prohibían a los médicos, abogados y notarios judíos trabajar en las instituciones municipales. Teniendo en cuenta, pues, la ya mencionada estructura ocupacional del Bayerisches Viertel, sus habitantes estuvieron entre los primeros en sufrir las represalias antisemitas. La persecución culminó, en febrero de 1943, con la deportación a Auschwitz de los judíos que trabajaban en las fábricas de armamento de Berlín. El Gauleiter (jefe de la región) de Berlin-Brandenburg y Ministro de Propaganda, Joseph Goebbels, podía comunicar a Hitler, que había cumplido su promesa de convertir Berlín en el primer Gau[16] (región, provincia) "libre de judíos" (judenfrei) en Alemania.

La iniciativa de una plataforma cívica

En 1991, el consejo del distrito de Schöneberg  anunció su intención de erigir un monumento en el Bayerischer Platz, en memoria de los judíos que lo habitaron durante la época del Nacionalsocialismo[17].

El germen de este proyecto se remontaba a la década anterior, cuando, en 1983, se constituyó una plataforma cívica con el objetivo de reconstruir la historia del distrito de Schöneberg bajo la dictadura hitleriana; el material reunido se mostró ese mismo año en una exposición[18]. Cinco años más tarde, Andreas Wilcke, un vecino del Bayerisches Viertel, comenzó a indagar sobre el número de judíos de ese distrito que habían sido deportados y logró encontrar, en un año, más de 6.000 nombres. La iniciativa  para la construcción de Espacios para el recuerdo partió, pues, de sus propios habitantes. Así, en la convocatoria del concurso, un folleto editado por la Consejería de la Vivienda de Berlín, se plasma el deseo de los habitantes de "colocar una señal artística en la plaza Bayerischer Platz en memoria de  los 6.000 judíos de Schöneberg, que fueron deportados a campos de concentración y de los cuales se conocen sus nombres, y situar, igualmente, en lugares concretos, varias huellas artísticas, como hitos [Stolpersteine][19] del recuerdo, con referencias a acontecimientos específicos y documentados"[20].

Entre las 96 propuestas que se presentaron al concurso, se seleccionaron ocho finalistas, entre los cuales se eligió, en 1992, el proyecto presentado por Renata Stih y Frider Schnock, que se realizó en 1993.

Frente a la mayoría de los monumentos tradicionales, y aquí debemos incluir también el de Eisenman a pesar de su aparente modernidad, el de Stih & Schnock no se encuentra en un sitio preciso y acotado, sino que se funde con su entorno. De hecho, la persona que no lo conoce, no se percata de él a primera vista. Por otra parte, quien sabe de su existencia, tiene dificultades para encontrarlo (esto es lo que me ocurrió a mí), ya que no hay un lugar concreto a dónde dirigirse. Se funde con el espacio urbano, la misma esfera en la que comenzó a desarrollarse el horror, e incluso se camufla dentro de éste, como se expondrá más adelante. Esto, que en un principio puede parecer confuso y significar una desventaja, es justamente parte de su gran riqueza y valor comunicativo.

No se trata de un monumento que se puede visitar como una atracción turística más, tampoco necesita un "centro de información", como el mencionado del Memorial del Holocausto, para entender su significado, y puede prescindir de vigilantes avizoradores que velen por el cumplimento de una normativa. No existe ningún reglamento respecto a su uso, ya que los habitantes del Bayerisches Viertel no se han visto privados de ningún espacio público para su erección y pueden seguir haciendo el uso habitual de éste. Durante sus callejeos cotidianos, para ir al trabajo, para llevar los niños al colegio o para hacer sus compras, se tropezarán con Espacios para el recuerdo

Alrededor de la plaza Bayerischer Platz, el centro neurálgico del barrio, y en las calles adyacentes, se encuentran ochenta placas de metal, de 50 x 70 cm, sujetas a las farolas a una altura de unos tres metros. Por una de sus caras podemos ver pictogramas, fácilmente reconocibles y de aspecto aparentemente inocente y trazo casi infantil (un sobre, un martillo, un termómetro, un cenicero, un gato, etc.), a modo de las imágenes de un moderno orbis pictus o como las del Memori. En este juego educativo clásico, cuyo objetivo es ejercitar la memoria visual, los niños deben emparejar las fichas que se encuentran boca abajo, tras la breve visión de éstas. En Espacios para el recuerdo, sin embargo, las parejas no están formadas por dos dibujos idénticos, sino por un dibujo y un texto. En el reverso de los pictogramas nos vemos confrontados brutalmente con la otra realidad de estos signos. Se trata principalmente de los decretos y ordenanzas nacionalsocialistas, que iban minando paulatinamente la vida de la población judía[21].

La única ayuda que recibe el visitante para ubicar estas ochenta placas, son tres grandes paneles, que se encuentran emplazados en lugares centrales: la plaza Bayerischer Platz (Figuras 3 y 4), la calle Münchner Straße, frente a una escuela de secundaria, y delante del ayuntamiento de Schöneberg, desde cuyo balcón J.F. Kennedy pronunció su famosa frase "Ich bin ein Berliner". En estos paneles, que se asemejan a los que se utilizan frecuentemente en las plazas para orientar a los forasteros, y de hecho también tienen esa utilidad, se reproduce un plano del barrio en 1993, en rojo, al que se ha superpuesto, en negro, uno de 1933[22]. Los lugares donde se encuentran las placas conmemorativas están señalizados con puntos verdes. Una estrecha franja, con el título completo del monumento, el nombre de sus autores y los ochenta pictogramas, bordea el plano.

 

 

Figuras 3 y 4. Plano instalado en la plaza Bayerischer Platz con la localización de  Espacios para el recuerdo

Foto Mercedes Valdivieso

 

La enciclopedia del horror cotidiano

"Te conduciré por todas las cosas, te las mostraré todas, te las nombraré todas (…) nos iremos caminando y lo observaremos todo.", así se dirige el pensador y pedagogo Comenius (Jan Amos Komenský, 1592-1670) a sus jóvenes lectores y discípulos en orbis sensualium pictus, conocido como orbis pictus. Publicado en 1658 en Nuremberg, está considerado como el primer libro ilustrado con fines didácticos. Su objetivo era la enseñanza del latín, a niños de entre seis y doce años, apoyándose tanto en la lengua materna, en este caso el alemán, y -¡otra gran novedad!- en la imagen[23]. A través de sucesivos capítulos, se va desplegando enciclopédicamente todo el saber del siglo XVII, desde el Dios-Creador y los reinos de la naturaleza (mineral, vegetal, animal), hasta llegar al hombre y las actividades relacionadas con él (oficios, educación, avances tecnológicos, religiones…). Estos temas van ilustrados con xilografías, en las que se señalan con números los objetos cuyas denominaciones, en latín y en alemán, se encuentran debajo en sendas columnas. A la palabra desconocida en latín se le asocia, pues, su signo gráfico y su correspondencia en la lengua propia, con el objetivo de ofrecer una ayuda a la memoria y facilitar de esta forma el aprendizaje y el conocimiento.

En Espacios para el recuerdo, Stih & Schnock adoptan un papel similar al del pedagogo moravo. Los textos de los decretos corresponderían a la palabra en latín, cuyo significado real desconocemos, al no haberlo vivido o experimentado. Por su parte, el pictograma, como en el caso de la xilografía en el orbis pictus, sería el puente, la imagen gráfica de nuestro entorno cotidiano, un subsidio para la memoria. A diferencia de la obra de Comenius, falta, sin embargo, la correspondencia en nuestra lengua vernácula. Somos nosotros mismos quienes, a través de un proceso creativo y de razonamiento, debemos reconstruir y reelaborar un significado para nuestro presente. Somos nosotros quienes tenemos que traducir a nuestra vida cotidiana, a nuestra lengua, el inminente peligro que se esconde tras la fría apariencia de los decretos antisemitas.

A través de las ochenta placas de Espacios para el recuerdo[24], somos conducidos por el microcosmos del Bayerisches Viertel, como los alumnos de Comenius por el orbis sensualium por medio de los sucesivos capítulos del libro. Se nos van mostrando y se nos nombran "todas las cosas", se va desplegando toda una enciclopedia del horror cotidiano.

La placa dedicada a la disposición más temprana, la del 31 de marzo de 1933, señala que la mutualidad de la ciudad de Berlín no reembolsará, a partir del 1 de abril de 1933, los costes de los tratamientos efectuados por médicos judíos. El pictograma correspondiente es la reproducción de una placa similar a las que, hoy en día, se utilizan en Alemania en los consultorios, para anunciar los horarios y la admisión de afiliados de todas las mutualidades (Alle Kassen). Comparado con los que vendrían después, el primer decreto es de una gravedad relativa, sólo un pequeño inconveniente, ya que los médicos judíos podían seguir trabajando para otros organismos, siempre que no fuese el municipal, o atender a los pacientes privados. Aunque, teniendo en cuenta que de los cerca 6.500 médicos que ejercían en Berlín, más de la mitad eran de procedencia judía, esta medida afectaba a un gran número de personas, ya que había que incluir también a la clientela, que se veía privada de sus servicios[25]

A esta ordenanza le siguieron, igualmente en la primavera de 1933, otras dirigidas también a grupos privilegiados, como los abogados, notarios y jueces, los profesores de los colegios públicos y los funcionarios, a los que se les fue restringiendo el ejercicio de su profesión. Pero también los judíos pertenecientes a otras clases sociales vieron limitados paulatinamente algunos de sus derechos, aunque éstos no se refiriesen inicialmente al ejercicio de su profesión, sino a su pertenencia a diversas asociaciones, tales como un club deportivo, la asociación de ajedrecistas, las agrupaciones corales, el club automovilístico, o la Cruz Roja.

Inexorablemente, los decretos se fueron aplicando a todos los ámbitos, tanto de la vida privada como de la pública. La prohibición del ejercicio de la profesión se fue extendiendo a todos los colectivos, a los actores, a los escritores, a los galeristas, anticuarios y pintores, a los músicos, a los veterinarios, a todos los médicos, a los artesanos, a las comadronas, a los farmacéuticos, dentistas o enfermeras, y los empleados podían ser despedidos sin ninguna indemnización. El derecho a la educación se vio abolido por la privación de obtener grados académicos y de asistir a la escuela pública. En la esfera privada las exclusiones se extendieron a hechos como bañarse en el lago de Wannsee, utilizar las piscinas, el cultivo de huertas, la entrada en los cines, teatros y salas de concierto, el juego con niños arios, la utilización de bibliotecas públicas, tener mascotas, etc..

Con el objetivo de aislar a la población judía y mermar su resistencias, las vejaciones se fueron acrecentando con imposiciones como las del toque de queda (a partir de las ocho de la tarde), la obligación de llevar la estrella de David (a los mayores de seis años), la prohibición de utilizar el transporte público (excepto para acudir al trabajo), la confiscación de las joyas, los aparatos de radio y todos los dispositivos eléctricos y ópticos, así como bicicletas y máquinas de escribir.

Tras el comienzo de la guerra, el abastecimiento se hizo especialmente difícil para los judíos, ya que no recibían cartillas de racionamiento para la ropa, sólo les estaba permitido comprar alimentos entre las cuatro y las cinco de la tarde, no podían adquirir jabón y espuma de afeitar, ni tampoco carne, y se prohibía venderles pasteles, periódicos y cigarrillos.

Varias placas están dedicadas a los decretos directamente relacionados con el exterminio de la población judía, como la que hace constar que todos los judíos son obligados a trabajos forzados y se organizan detenciones en el lugar de trabajo para su confinamiento, la dedicada a la primera deportación masiva de los judíos de Berlín y, finalmente, la que anuncia: "Se prohibe la emigración a los judíos", del 23 de octubre de 1941. Esta es la única placa en la que no figura ningún pictograma: en su lugar un rectángulo completamente negro (Figuras 5 y 6).

 

 

Figura 5 y 6. Uno de los paneles de Espacios para el recuerdo. Al reverso de un rectángulo negro (el único panel sin dibujo) se puede leer: "Se prohibe la emigración a los judíos. 23/10/1941"

Foto Mercedes Valdivieso

La última resolución de la que se da testimonio es la del 16 de febrero de 1945 y el dibujo asignado es un archivador, como el que se puede encontrar en cualquier centro de administración o despacho. El texto correspondiente reza: "Las actas relacionadas con actividades antisemitas deben ser destruidas."

Para evitar esta perdida de la memoria, que es el mayor ultraje que se puede cometer retrospectivamente contra las víctimas, se erige Espacios para el recuerdo. Aunque ésta no es su única lectura, o más bien, no debería serla, pues el recuerdo, el conocimiento de la historia, sólo tiene sentido si logramos extrapolarlo a nuestro presente.

La memoria camuflada

Todas estas atrocidades, y más, destinadas a ir debilitando paulatinamente la resistencia y la vida, hasta terminar finalmente con ella, de un grupo de la población, en este caso de los judíos[26], se pueden ir averiguando durante el recorrido o por el encuentro fortuito con las placas instaladas en el Barrio Bávaro. O no, dependiendo de dónde se tenga la puesta vista, pues éstas se encuentran, como ya se ha mencionado, a tres metros de altura. Esas señales se convierten así en metáforas de la actuación de la población durante la época del Nacionalsocialismo. Se podía ignorar lo que ocurría con los vecinos judíos, fijar la atención en otros asuntos, en los propios problemas, así la desgracia de los otros quedaba camuflada en el quehacer cotidiano, incluso se podían conseguir ventajas: más puestos de trabajo para los arios, más y mejores viviendas, menos alumnos en las aulas, obtener objetos de lujo a precio de ganga. Basta con la enumeración, todo esto suena demasiado cercano.

Esta cercanía o conexión con la realidad actual se logra mediante de la ubicación de las placas en el espacio público, así como a través del nexo entre dibujo y texto. Ambos se relacionan de forma diferente entre si. Una serie de figuras tienen una correspondencia directa con los decretos como, por ejemplo, la de dos alianzas que ilustran el veto a los matrimonios o relaciones íntimas entre judíos y "súbditos de sangre alemana" o la de una lechera, que se refiere a la prohibición de comprar este alimento. Otros pictogramas, sin embargo, apuestan por el sarcasmo y la intencionada discordancia entre signo y texto. Así, un perro, un pastor alemán, hace referencia a la privación de ejercer su profesión a los veterinarios judíos y un letrero, con letra gótica, sobre un fondo de madera, que lleva la inscripción "Herzlich Willkommen" (Bienvenidos), hace patente la mordacidad de su otra cara, que reza: "Para evitar dar una mala impresión ante los visitantes de otros países, se deben retirar los letreros de contenido extremo; basta con instalar letreros, como Judíos no son bienvenidos. 29/1/1936". La celebración de los Juegos Olímpicos trajo un pequeño respiro. Dos gruesas trenzas rubias, por su parte, anuncian en su reverso, que la "teoría de la herencia" (Vererbungslehre) y la "ciencia de la raza" (Rassenkunde) se instauran en las escuelas como asignatura evaluables. Un tercer grupo de pictogramas utiliza signos que se emplean actualmente para señalizar las estaciones de metro (U de U-bahn), las paradas de autobuses (H de Haltesetelle), o los letreros de las consultas de servicios médicos con sus horarios. Debido a su ubicación dentro del espacio urbano, al lado de la estación del metro Bayerischer Platz (Figura 7) o de una parada de autobús, cumplen una doble función. Por una parte, informan al usuario, si éste se fija únicamente en el pictograma, de la existencia real de un servicio público, al confundirse con el equipamiento urbano de señalizaciones. La turbación y la perplejidad sobrevienen al leer el texto al reverso de la placa, la prohibición para los judíos de utilizar el transporte público, fuera de ciertos horarios o condiciones, por ejemplo. Un acto que consideramos cotidiano, algo tan trivial como tomar el autobús o el metro para desplazarnos, pierde su "naturalidad", se convierte en algo frágil, cuyo disfrute es, sólo y ahora, normal para nosotros.

 

Figura 7. Estación de la parada de metro Bayerischer Platz con uno de los paneles de Espacios para el recuerdo . Al reverso del dibujo de la señalización de la estación (una "U" sujeta a un mástil) se pueden leer las restricciones a la población judía para utilizar el metro (U-Bahn )

Foto Mercedes Valdivieso

Únicamente en una placa se prescinde de la ilustración, la ya mencionada con el decreto del 23 de octubre de 1941 que prohibe la emigración (Figuras 5 y 6). Ante el abismo, la imposibilidad de la huida, la perdida de toda esperanza, no hay imagen, sólo queda el negro como símbolo de la muerte y el exterminio.[27]

 

 

Figura 8. La plaza Bayerischer Platz con uno de los paneles de Espacios para el recuerdo . Al reverso del dibujo de un banco se puede leer: "Los judíos sólo pueden utilizar en la Bayerische Platz los bancos señalados en amarillo."

Foto Mercedes Valdivieso

 

Figura 9. Entrada a un parque infantil con indicaciones sobre su correcto uso y horarios. Al lado, en un mástil, uno de los paneles de Espacios para el recuerdo en el que se advierte de la prohibición de jugar entre niños arios y judíos; a su reverso se muestra el dibujo de una rayuela.

Foto Mercedes Valdivieso

El mismo mecanismo de desconcierto y camuflaje, que podemos observar en la relación entre texto e imagen, se aplica en el emplazamiento de una gran parte de las placas. Por ejemplo, al lado de la plaza Bayerischer Platz, encontramos una con la imagen de un banco, que puede entenderse como una señalización que nos informa de su emplazamiento para el descanso (Figura 8). En su reverso, sin embargo, encontramos el decreto que prohibe utilizar a los judíos estos asientos, excepto los señalizados con una estrella amarilla. Lo mismo ocurre con el pictograma de un pan, al lado de una panadería, el de unas camisas dobladas, enfrente de una lavandería, o el de una rayuela a la entrada de un parque infantil (Figura 9). La placa correspondiente a este juego de niños se ha instalado de tal manera, que su inscripción se confunde entre varios letreros con ordenanzas e indicaciones actuales del "Distrito de Tempelhof-Schöneberg. Departamento de  Construcción - Sección Naturaleza". Una señal triangular con el dibujo de un tulipán lleva la inscripción "Parque infantil protegido. Decreto del 24-11-1997". Debajo de éste, otro con el pictograma y la leyenda de "prohibido para perros" y a continuación uno en el que se indica: "Parque infantil. Para niños hasta 15 años. ¡Depositar, por favor, la basura en las papeleras! ¡El descanso entre las 20 y las 7 horas debe cumplirse! Distrito de Tempelhof-Schöneberg. - Sección Naturaleza. Tel. 7560 - 3801". Con la misma parquedad administrativa el texto de la placa instalada por Stih & Schnock reza: "No se permite jugar a niños arios con niños, que no sean arios.".

La eficacia de este deliberado camuflaje lo confirma una anécdota que me relató una vecina del barrio, a quien entrevisté (octubre del 2007) con la intención de documentarme in situ para esta comunicación. Delante de una consulta de fisioterapeuta se encuentra, en una farola, la ya mencionada placa con el pictograma de los horarios de los servicios médicos, y algunos de los pacientes habían manifestado su sorpresa y satisfacción por haber ubicado los horarios de consulta de forma tan visible. No se habían percatado, evidentemente, de su reverso.

Únicamente cuatro placas rompen con este principio de distanciamiento que rige la elección de la casi totalidad de los tipos de texto, es decir, no reproducen decretos u ordenanzas. Una de ellas transcribe, al reverso del dibujo de un tubo de pastillas, la cita de un parte policial en el que se informa que un profesor judío (se indica nombre, dirección postal, fecha de nacimiento, etc.) se ha suicidado con una sobredosis de somníferos. Las otras tres prestan su espacio, excepcionalmente, al testimonio de las víctimas, como por ejemplo la que está ubicada al lado de la estafeta postal del barrio y que sirve también de indicador de sus servicios. En ella, al dorso del dibujo de un sobre, se lee: "'Ha llegado el momento. Mañana tengo que partir y, naturalmente, se me hace difícil (…) Te escribiré …'. Antes de la deportación, 16-1-1942" (Figura 10 y 11).

 

 

Figura 10 y 11. Estafeta de correos en el Bayerische Viertel con uno de los paneles (pictograma y texto al dorso) de Espacios para el recuerdo

Foto Mercedes Valdivieso

Tanto el diseño de los dibujos, como la elección de la tipografía para los textos, inciden en el principio de distanciamiento, inherente a todo el proyecto. Ambos se abstienen intencionadamente de cualquier alusión nostálgica. Las imágenes emplean colores planos, como los que abundan en las de la  publicidad, y la tipografía evita la letra gótica de la época del Nacionalsocialismo. En su lugar se recurre a una mucho más neutral, como es la Times Roman, que se utiliza frecuentemente para la impresión de libros y periódicos, como, por ejemplo, el FAZ (Frankfurter Allgemeine Zeitung). A semejanza del "teatro épico" de Bertolt Brecht, la tensión entre forma, contenido y ubicación produce una especie de efecto de alienación (Verfremdungseffekt). En lugar de revivir la sensación de aislamiento que experimentaron los judíos, como pretende el Monumento a los judíos asesinados de Europa de Eisenman, es decir, crear sentimientos de espanto y compasión, a través de los cuales se llega a la catarsis y la purificación, el distanciamiento emocional producido por Espacios para el recuerdo nos lleva a la reflexión. Asumimos el papel de potenciales colaboradores (Mitläufer)[28] mientras recorremos el Bayerische Viertel. ¿Cuál hubiese sido nuestra reacción en aquella época? ¿Nos habríamos convertido en "ayudantes" del exterminio? Y extrapolándolo a nuestra actualidad, ¿Cómo nos comportamos ante la exclusión de algunos grupos de la población y ante los brotes de racismo?

Bus-Stop

Espacios para el recuerdo no es la única obra en la que Stih & Schnock han abordado el tema de la memoria histórica, o Vergangenheitsbewältigung, como se denomina en Alemania la labor de reflexión en torno al pasado nacionalsocialista[29]. Resulta obligado reseñar, aunque sólo sea brevemente, su proyecto Bus-Stop, que presentaron en el concurso abierto (1994/95) para el Monumento a los judíos asesinados de Europa. Entre las más de 500 propuestas, de las que finalmente no se escogió ninguna, quedó en el undécimo puesto[30].

 

Figura 12. Portada e interior del folleto para el proyecto Bus-Stop , que presentaron Stih & Schnock al primer concurso para el Monumento para los judíos asesinados de Europa

Foto Mercedes Valdivieso

El proyecto Bus-Stop es una especie de contra-monumento. De hecho, en la homepage de los artistas se puede leer que participaron sabiendo que no ganarían el concurso[31]. Su propuesta consistía en convertir el área destinada al monumento en una parada de autobuses (¡Toda una provocación teniendo en cuenta, además, que se trataba de uno de los solares más caros de la capital!). De ésta saldrían regularmente, según un horario señalado, autobuses rojos, como los que habitualmente se destinan para cubrir las visitas turísticas, con la inscripción "Denkmal für die ermordeten Juden Europas" (Monumento a los judíos asesinados de Europa) en sus laterales. En su rótulo indicativo no figuraría, sin embargo, Alexanderplatz, Reichstag u otros de los habituales destinos turísticos, que ofrece, por ejemplo el City Circle Tour Berlin. En su lugar aparecerían los nombres de Auschwitz, Bergen-Belsen, Birkenau, Buchenwald, Dachau, Mauthausen, Theresienstadt o Treblinka, por citar únicamente los más famosos de los múltiples campos de concentración y exterminio, no sólo destinados a los judíos, sino también a otros colectivos, como "prisioneros de guerra, roma, homosexuales, minusválidos, combatientes de la resistencia, trabajadores forzados, presos políticos"[32], con lo cual se rinde homenaje a todas las víctimas del Nacionalsocialismo. La propuesta incluía una ruta por Berlín, cada hora, que conduciría a varios lugares relacionados con el Holocausto, como la Casa de la Conferencia de Wannsee, el Museo Judío o la Nueva Sinagoga, así como Espacios para el recuerdo y otros monumentos. Habría además otros dos itinerarios que pasarían, una vez al día, por los campos de concentración de Ravensbrück y Sachsenhausen, que se encuentran a menos de dos horas de Berlín. Alternativamente se ofrecerían también viajes a decenas de lugares, incluidos los del extranjero, donde se ubicaron campos de concentración y similares. Al lado de la parada de autobuses en Berlín se planeó construir un pequeño pabellón (Info-Pavillon), como una especie de sala de espera, donde los viajeros se pudiesen informar sobre la organización del régimen nacionalsocialista o los campos de concentración y que sirviese, a su vez, como espacio para el intercambio de ideas. Posteriormente Stih & Schnock publicaron un folleto con todas las rutas (Figura 12)[33]. Su tamaño, tipografía y diseño son semejantes a las guías actuales de los horarios de los trenes alemanes, pero se les ha añadido una breve introducción histórica sobre el papel de cada uno de los lugares durante el Nacionalsocialismo. Una vez más recurren, pues, al principio de camuflaje, ya señalado, en el que la realidad presente y la histórica se fusionan.

Es comprensible que no se aceptase esta propuesta para el monumento oficial a las víctimas del Holocausto de la Alemania reunificada, pues comportaba bastantes inconvenientes frente al monumento tradicional. Los representantes institucionales no tenían un lugar donde hacer las ofrendas florales -¿En la parada de un autobús, quizá?- y les faltaba, igualmente, el fondo para hacer sus discursos. Pero no nos engañemos, seguramente la mayoría de la población también hubiese rechazado un monumento de estas características y preferido algo más representativo, a ser posible de un material que prometiese perdurar por los siglos. La iconografía realista debía ser rechazada, por sus concomitancias con el "realismo socialista" de la antigua RDA, algo abstracto sería más adecuado, más moderno, como el monumento de Eisenman. La aceptación que ha tenido el proyecto de Espacios para el recuerdo entre los habitantes del Bayerische Viertel[34], que a diferencia de Bus Stop si que fue realizado, nos hace albergar, sin embargo, la esperanza de que existen otras formas de rememorar la historia.

Los propios artistas definen Bus-Stop como Soziale Plastik[35] (escultura social). Este término, acuñado por Joseph Beuy, forma parte de lo que éste denominó el "concepto ampliado del arte" (erweiterter Kunstbegriff) y que podría simplificarse en las dos afirmaciones siguientes: "todo hombre es artista" y "arte es todo aquello que modifica la conciencia", lo cual implica la extrapolación del arte a todas las esferas de la creación humana (política, economía, pensamiento, etc.). La integración del arte en la vida ha sido uno de los objetivos y anhelos de muchos de los movimientos artísticos de vanguardia. Las obras de Stih & Schnock, incluida Espacios para el recuerdo, se encuentran dentro de esta tradición. La mayoría de sus famosos predecesores fracasaron en su intento de fundir el arte y la vida, de abandonar los espacios acotados de las galerias y los museos, a los que, finalmente y a su pesar, acabarían siendo relegados. El monumento del Bayerische Viertel logra, sin embargo, esta difícil unión a través de una sofisticada simplicidad abierta a múltiples lecturas y demuestra que el "arte conceptual", frecuentemente denostado como elitista, cuando es inteligente, sabe y puede conectar con el público.

Renata Stih cuenta[36] que algunas personas no se percatan de que se trata de un monumento y ni siquiera lo identifican con una obra de arte. Lo que en un principio podría parecer frustrante para los artistas, al no ver reconocida su autoria es, sin embargo, a mi entender, el mayor halago que se les puede hacer. Arte y vida se han unido, han desaparecido las barreras de tal forma que no se distingue dónde comienza y acaba el uno y la otra.

 

Notas

[1] Denkmal für die ermordeten Juden Europas. [En línea].

[2] Cinco años después de la iniciativa de Lea Rosch, se llevó a cabo un concurso abierto para el monumento, al que se admitieron 528 de las propuestas presentadas. Finalmente, no se eligió a ninguno de los dos finalistas, Christine Jackob-Marks y Simon Ungers, y se convocaron, para 1997, tres coloquios con especialistas. Entre los objetivos de éstos estaba el de fijar los criterios para el proyecto, que salió de nuevo a concurso, pero ahora sólo abierto a artistas y arquitectos invitados, entre los que se encontraban nueve de los finalistas de la primera convocatoria. De los cuatro proyectos seleccionados (Gesine Weinmiller, Jochen Gerz, Daniel Liebeskind, Peter Eisenman/Richard Serra) se eligió el del arquitecto Peter Eisenman y el escultor Richard Serra, quien se retiró más tarde al no querer aceptar los cambios que demandaban los promotores. La construcción del monumento se había convertido, entre tanto, en una cuestión de estado y, en junio de 1999, el Parlamento Federal Alemán decidió, tras un largo debate (vid. Deutscher Bundestag. [En línea]), a favor del proyecto de Peter Eisenman, cuyas obras se iniciaron en el 2003.

[3] En febrero del 2008 se ha comenzado la construcción de un monumento, del artista Dani Karavan, dedicado a las víctimas sinti y roma, cuyo emplazamiento se encuentra cerca del edificio del Reichstag. Por otra parte, enfrente del Memorial al Holocausto, está planeado inaugurar esta primavera otro (de los artistas Elmgreen & Dragset) en memoria de las víctimas homosexuales. En vista de la "humildad" de estos últimos, podría deducirse que el tamaño de los monumentos está en relación con el número de víctimas y la fuerza de sus respectivos "grupos de presión".

[4] HÜBL. 1998, p. 483.

[5] Ibid.

[6] Vid. Cullen. 1999, Heimrod/Schlusche/Seferens. 1999, Jeismann. 1999.

[7] Stavginski. 2002, Kirsch. 2003, Thünemann. 2005, Mangos. 2007.

[8] Leggewie/Meyer. 2005.

[9] Mittig. 2005.

[10] Young. 1997. Esta afirmación se refleja, por ejemplo, en el título "¿Es el debate de los monumentos el monumento?" de la recopilación de material en torno al Denkmalstreit (Heimrod/Schlusche/Seferens. 1999).

[11] En un artículo (Werners [En línea]), publicado dos semanas después de su inauguración, con el título "Impresiones de una visita al monumento. ¿Un nuevo parque infantil para Berlín?", se hacían ya observaciones similares.

[12] Schöneberg forma junto con Tempelhof, desde el 2001, el distrito Tempelhof-Schöneberg.

[13] Ambos artistas estudiaron (1975-80/81) en la Academia de Bellas Artes de Karlsruhe. Renata Stih es profesora de la Technische Fachhochschule Berlin (Escuela Técnica Superior de Berlín), donde imparte docencia dentro de arte interdisciplinar y tecnología, así como historia del cine y la televisión. Frider Schnock es doctor en historia del arte y trabaja como crítico y comisario. Ambos han ideado y realizado diversos proyectos para espacios públicos que se caracterizan por su marcada tendencia crítica y conceptual. Vid. homepage de los artistas, Stih & Schnock [En línea].

[14] Una de las calles del Bayerische Viertel se dedicó a su promotor, la Haberlandstraße. Como puede leerse en una de las placas de la obra de Stih & Schnock, según un decreto del 27 de julio de 1938, las calles dedicadas a personajes judíos tuvieron que cambiar de nombre. Así, la Haberlandstraße pasó a llamarse Treuchtlinger Straße y Nördlinger Straße. Hasta 1996, 56 años más tarde, no se volvió a restituir el nombre original. 

[15] Vid nota 14.

[16] La palabra Gau (paisaje), de antiguas raíces germánicas, fue revivido por los Nacionalsocialistas para denominar sus regiones administrativas.

[17] Vid. Widmer. 2002, p. 7 ss.

[18] Vid. catálogo de la exposición, Bezirksamt Schönefeld. 1983. Desde 2005 se vienen realizando anualmente, en el distrito de Schöneberg, exposiciones dedicadas a la recuperación de la memoria de las víctimas judías del Nacionalsocialismo que vivieron allí. Su inauguración se hace coincidir con la fecha de la liberación de Auschwitz, el 27 de enero de 1945. Todas ellas llevan el mismo título, que sólo varia en el número de testimonios que se recogen. Así el título de la última (28/1-27/4/2008) reza "Wir waren Nachbarn - 120 Biographien jüdischer Zeitzeugen" (Fuimos vecinos - 120 biografías de testigos judíos). Vid. Wir waren Nachbarn. [En línea].  

[19] La traducción literal de Stolpersteine es piedras (Steine) en las que se tropieza (stolpern). El artista Gunter Demnig inició, en 1993, el proyecto Stolpersteine consistente en una especie de pequeños adoquines, de 10 x 10 cm cada uno, con una placa de latón en la que figura el nombre y otros datos de alguna víctima del Nacionalsocialismo. Las Stolpersteine se encajan en la acera, delante de la casa donde vivió ésta, y son sufragadas por suscripción pública o a través de un donativo de 95 euros. Desde la primera colocación, en 1997, hasta finales de septiembre del 2007, se han instalado unas 12.500 Stolpersteine en más de 227 lugares de Alemania y otros países, como Austria, Italia, Holanda o Hungría. Vid. homepage del artista STOLPERSTEINE [En línea].

[20] Citado en Straka. 1993, p. 8. (Este artículo se reproduce igualmente en Stih y Schnock. 2002,  p. 15-19)

[21] Stih & Schnock utilizan, con ligeras modificaciones para abreviarlos o hacerlos más comprensibles para el público actual, decretos y ordenanzas nacionalsocialistas recopiladas en Walk. 1981.

[22] Cerca del 60% del barrio fue destruido, durante la "Noche de los cristales rotos" (1938), los bombardeos de los aliados y también después de finalizar la guerra. Así, por, ejemplo, la sinagoga, que al parecer podría haber sido reconstruida, fue demolida en 1956. Mayer,  p. 77 [En línea].

[23] El libro tuvo inmediatamente un gran éxito y sus ediciones y traducciones se multiplicaron hasta registrarse 200; en lengua española no se publicó, sin embargo, hasta 1992. Aguirre. 2001, p. 2.

[24] He utilizado intencionadamente la palabra "el recuerdo" (en el sentido de "reminiscencia") en lugar de la palabra "la memoria" con la que también se puede traducir "das Erinnern".

[25] Vid. Enke. 1993, p. 27.

[26] Según me confirmaron Stih & Schnock, durante una entrevista (octubre 2007), el monumento en el Bayerische Viertel se dedicó únicamente a las víctimas judías por expreso deseo de sus promotores y en contra de la pretensión inicial de los artistas.

[27] Son muchas las connotaciones del rectángulo negro y, por tanto, se presta a múltiples interpretaciones, tanto filosóficas, que aluden por ejemplo a Lyotard (Straka. 1993, p. 7), como artísticas (el "cuadrado negro" de K. Malevich).

[28] Mitläufer esta formado por las palabras "mit" (con) y "Läufer" (corredor/paseante), es decir, "alguien que corre con". En los procesos contra los crímenes del Nacionalsocialismo se calificó como Mitläufer a las personas que, a pesar de "simpatizar" con el régimen hitleriano, no se pudo condenar legalmente, como, por ejemplo, a la cineasta Leni Riefenstahl.

[29] Vid. homepage de los artistas, Stih & Schnock [En línea].

[30] Vid. nota 2.

[31] Vid. Bus Stop [En línea]. s.p.

[32] Ibid. s.p.

[33] Vid. Stih/Schnock. 2005.

[34] Aunque, evidentemente, no puedan considerarse encuestas planteadas científicamente, las conversaciones que he mantenido de forma aleatoria con algunos habitantes del Bayerische Viertel (octubre del 2007) corroboran esta afirmación.

[35] Bus Stop [En línea]. s.p.

[36] Entrevista telefónica con la artista (30/3/2008).

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Referencia bibliográfica

VALDIVIESO, Mercedes. El monumento Espacios para el recuerdo en Berlín. Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales.  Barcelona: Universidad de Barcelona, 1 de agosto de 2008, vol. XII, núm. 270 (70). <http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-270/sn-270-70.htm> [ISSN: 1138-9788]


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