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Índice de Scripta Nova

Scripta Nova
REVISTA ELECTRÓNICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona. ISSN: 1138-9788. Depósito Legal: B. 21.741-98
Vol. XIV, núm. 320, 10 de abril de 2010
[Nueva serie de Geo Crítica. Cuadernos Críticos de Geografía Humana]

 

LA PERSISTENCIA DEL URBANISMO MUSULMÁN: LOS “PUEBLOS JÓVENES” EN MELILLA Y EL DEBATE URBANÍSTICO

Gabino Ponce Herrero
Dpto.de Geografía Humana – Universidad de Alicante
Gabino.ponce@ua.es

Recibido: 16 de abril de 2009. Devuelto para revisión: 23 de julio de 2009. Aceptado: 28 de enero de 2010.

La persistencia del urbanismo musulmán: los “pueblos jóvenes” en Melilla y el debate urbanístico (Resumen)

En Melilla se manifiestan claramente las tensiones entre países, culturas y niveles de renta. Diversas estimaciones señalan que, hoy, la población musulmana, prácticamente toda de nacionalidad española, supone el 40 por ciento del total y será el 60 por ciento en apenas dos décadas. Es colectivo de fuerte cohesión etnocultural, que emerge como ciudadanía, sujeto a presiones marroquíes y españolas, para definir el modelo de sociedad y su futura adscripción. En el urbanismo se plantea de manera tangible el conflicto entre uno y otro modelo: tradición musulmana y urbanismo europeo. En la tipología de las viviendas y de los barrios se concretan las estrategias de integración y/o asimilación de unos y otros. Por su parte, los musulmanes han exigido el reconocimiento de los asentamientos espontáneos, originariamente de infraviviendas, mediante su legalización y la creación de dotaciones urbanas específicas. Mientras las administraciones públicas proponen viviendas sociales y protegidas insertas en programas urbanísticos cargados de valores occidentales.

Palabras clave: urbanismo, debate integración-asimilación.

The persistence of Muslim urbanism: “young towns” in Melilla and the town planning debate (Abstract)

In Melilla, tension clearly exists between countries, cultures and levels of income. Various calculations estimate that Muslims, who are almost entirely of Spanish nationality, currently make up 40% of the total population of Melilla, which is forecast to rise to 60% in barely two decades. This is a strongly cohesive ethno-cultural collective, under pressure from both Morocco and Spain, that emerges as a citizenry to define the model of society and how it is shaped in the future. When considering town planning, the conflict between the two models is tangible: Muslim tradition and European urbanism. The types of housing and neighbourhoods define the integration and/or assimilation strategies of these two models. Muslims, for example, have demanded that spontaneous settlements, originally made up of sub-standard housing, be legalised and that specific urban facilities be provided. The public authorities, meanwhile, propose social and protected housing as part of town planning programmes loaded with Western values.

Key words: urbanism, integration-assimilation debate.

La recuperación del crecimiento demográfico y urbanístico

La ciudad de Melilla experimentó uno de los crecimientos demográficos más acelerados de España en la primera mitad del s. XX., de acuerdo con su función de capitalidad para la mitad oriental del Protectorado de Marruecos, también por ser destacada plaza militar y, en especial, por las funciones desempeñadas por su puerto: pesquero, conexión con la península y exportador de los minerales del Rif[*].

 

Figura 1. Evolución de la población.
Fuente: censos y padrones, INE, elab. prop.

 

En esos cincuenta años, la ciudad pasó de 10.182 habitantes, con una importante minoría musulmana, a los 76.247 habitantes censados en 1950. Periodo de crecimiento demográfico seguido de desarrollo económico y urbanístico, que se vio truncado con el fin del Protectorado y la independencia de Marruecos. En el nuevo contexto, la ciudad perdía su capitalidad, su influencia sobre una extensa área metropolitana, al tiempo que se condicionaba la función comercial y de conexión de su puerto con la Península. Además, el fin del Protectorado suponía el retorno a la península de importantes contingentes de tropa, constriñendo también esa función urbana.

 

Cuadro 1.
Evolución comparada del crecimiento de la población
 

Melilla

Ceuta

Andalucía

España

1991

56600

67615

6940522

38872268

1996

59576

68796

7234873

39669392

2001

66411

71505

7357558

40847371

2008

71448

77389

8202220

46157822

TCI %

       

1991/1996

1,03

0,35

0,83

0,41

1996/2001

2,20

0,78

0,34

0,59

2001/2008

1,23

1,33

1,83

2,06

Fuente: censos y padrones, INE, elab. prop.

 

Como se comprueba en el cuadro 1 y en la figura 1, la evolución demográfica de Melilla experimentó un espectacular cambio hacia tendencias positivas a partir de los años 1980, en especial tras la aprobación de la  Ley Orgánica 7/1985, de 1 de julio, sobre derechos y libertades de los extranjeros en España (BOE 3-7-1985), conocida como Ley de Extranjería, que permitiría la regularización de un significativo número de extranjeros residentes en la ciudad y la llegada paulatina de otros muchos, atraídos por las sucesivas oleadas de regularizaciones posteriores y, también, amparados en los derechos reconocidos por la Ley de Extranjería, merced a un goteo constante de matrimonios mixtos (entre musulmanes nacionalizados residentes en Melilla y extranjeros) y por los efectos del reagrupamiento familiar.

De ese modo, hasta el Censo de 2001, la ciudad autónoma evolucionó con tasas de crecimiento muy destacadas, por encima de las propias de su contexto geográfico y, también, por encima de la media de España. En los últimos años, el crecimiento sigue siendo positivo, bien que atemperado a las posibilidades del modelo funcional vigente para un territorio frágil y limitado, y con una posición relativamente excéntrica respecto de los grandes flujos entre la Península y Marruecos.

Con todo, el asentamiento en la ciudad de importantes colectivos de inmigrantes en los años precedentes, jóvenes en edad de procrear, han ejercido un doble impacto favorable en la estructura de la población, que seguirá sintiéndose en las próximas décadas. Por un lado, la recepción de inmigrantes en edad laboral ha engrosado las cohortes de jóvenes y adultos jóvenes, de forma que la población de Melilla se ha rejuvenecido sustancialmente y determina descensos sintomáticos en la tasa de mortalidad.

Por otro lado, esos nuevos efectivos, en edad de procrear y, además, sociológicamente más predispuestos a tener un número elevado de hijos, están incrementando sustancialmente las tasas de natalidad. Sumadas ambas circunstancias, es previsible que la población de Melilla siga experimentando, en el futuro inmediato, un notable crecimiento, que exige medidas concretas desde la ordenación del territorio y desde la planificación urbana para ajustar los equipamientos y servicios a la las actuales y futuras demandas por parte de ciudadanos, agentes socioeconómicos locales y foráneos de toda índole.

El análisis comparado de las tasas interanuales de crecimiento de la población de Melilla y de los territorios próximos de referencia, además de las medias de España, reflejan las grandes oscilaciones experimentadas por la dinámica demográfica de Melilla[1]. En esas fuertes oscilaciones tiene una clara responsabilidad el menor volumen de efectivos demográficos, de forma que cualquier circunstancia coyuntural supone una notable afección, mientras que en territorios con mayor volumen demográfico, las mismas coyunturas quedan difuminadas. De ahí la similitud observada en la dinámica de crecimiento entre, por un lado, las dos ciudades autónomas y, por otro lado, entre los dos grandes territorios de referencia –Andalucía y España-.

Con todo, las oscilaciones en el crecimiento han sido más notables en Melilla, lo que es evidencia de un movimiento poblacional menos establecido, donde se dejan sentir significativamente algunas coyunturas específicas, tales como los desplazamientos migratorios derivados de procesos de regularización, y los traslados de residencia a la Península.

 

Figura 2. Melilla 1987/2008, tasa de crecimiento interanual porcentual.
Fuente: censos y padrones, INE, elab. prop.

 

En la figura 2 se comprueba el destacado efecto que tuvieron en el crecimiento de Melilla los dos procesos de regularización desarrollados en los años 2000 y 2001. Mediante esa coyuntura, a los extranjeros radicados en la ciudad que pudieron demostrar que durante determinado tiempo habían residido en España, aunque fuera de forma ilegal, se les otorgó un permiso de trabajo por un año, que pudieron renovar. Como se verá más adelante, esas cohortes de nuevos melillenses están contribuyendo muy favorablemente a saldar positivamente los balances demográficos, a mantener el crecimiento poblacional de la ciudad y, con toda probabilidad, a garantizar unos crecimientos positivos en el corto y medio plazo.

La inmigración de fuera y “de dentro” responsable del crecimiento

Territorio conquistado en 1497 como “res nullius” (tierra de nadie), la ciudad ha celebrado hace pocos su quinto centenario como fundación española. Se ha señalado la importancia de los movimientos de la población en la historia de la ciudad de Melilla. Gracias a la recepción de miles de inmigrantes, la ciudad se erigió en una de las más desatacadas ciudades del Protectorado en la primera mitad del siglo XX. La desaparición de esa coyuntura supuso, de igual modo, la pérdida de importantes contingentes demográficos por emigración y/o por retorno a la Península de militares y funcionarios. La tendencia negativa de este fenómeno revirtió a partir de los años 1980 y, de manera significativa, a partir de la promulgación de la Ley de Extranjería.

En los últimos años, el balance ha sido positivo en términos generales, y la llegada de nuevos habitantes, por lo general migrantes de carácter laboral y, por ello, jóvenes, ha contribuido a rejuvenecer la estructura demográfica de Melilla y ha intervenido decisivamente en las dinámicas del movimiento biológico, haciendo que aumente la natalidad y que descienda la mortalidad.

El flujo migratorio se ha manifestado como la más importante variable del crecimiento. Por un lado, la ciudad ha perdido efectivos por emigración, que sigue una doble dirección: algunos españoles –sobre todo los que presentan un perfil laboral más capacitado (licenciados y diplomados universitarios) en busca de mejores ofertas laborales en la Península; otros inmigrados han retornado a sus países de origen –sobre todo a Marruecos-. Sin embargo, ese éxodo ha sido ampliamente compensado por la llegada de inmigrantes, en su mayoría procedente del extranjero (el 94 por ciento de Marruecos en 2007), así como por el empadronamiento de colectivos de residentes ya establecidos previamente en la ciudad.

 

Cuadro 2.
Melilla. Evolución reciente del saldo migratorio (cifras absolutas)
 

1998

1999

2000

2001

2002

2003

2004

2005

2006

2007

Total S.M.
1998/2007

S.M. interior (españoles)

461

184

-862

-623

-955

-715

-715

-371

-193

215

-3.574

S.M. exterior (españoles)

18

36

20

16

18

53

59

66

78

77

441

S.M. exterior (extranjeros)

4

41

7

0

7

47

416

2.916

2.033

1.166

6.637

total S.M.

483

261

-835

-607

-930

-615

-240

2.611

1.918

1.458

3.504

Fuente: Estadística de variaciones residenciales, INE, elab. prop.

 

En ese sentido, se explica la “inmigración desde dentro”, resultado del proceso de regularización de muchas personas ya residentes en la ciudad que, de ese modo, han ido aflorando e hinchando las cifras del Padrón municipal de habitantes.

En el cuadro 2 aparece destacado el giro cuantitativo y cualitativo experimentado por las migraciones en Melilla a partir del año 2005. En general, coincide con la aplicación del principio de arraigo establecido por la Ley de Extranjería vigente actualmente en España (Ley Orgánica 4/2000, reformada por la 8/2000), por la que se procedía a la regularización de inmigrantes que se encontraban en situación irregular siempre que cumpliesen con una serie de requisitos que asegurasen su arraigo en la ciudad de Melilla.

Desde que concluyó el proceso extraordinario de "normalización" en mayo de 2005, el establecimiento de nuevos residentes procedentes del extranjero ha disminuido, ya que desde ese momento rige el procedimiento ordinario de regularización, más restrictivo, según el cual, el “arraigo social“ es la única vía que tienen los inmigrantes sin papeles para regularizar su situación en España, siempre que cumplan una serie de requisitos[2].

 

Cuadro 3.
Melilla 2007. Inmigrantes según país de nacimiento

Origen

Inmigrantes

Países significativos

Países europeos sin España

549

Alemania                        

61

Países africanos

12.440

Marruecos               

12.440

Países americanos

255

Argentina                     

198

Países asiáticos y de Oceanía

0

 

Total

13.244

 

Fuente: INE. Encuesta Nacional de Inmigrantes, 2007, elab. prop.

 

Si se atiende al origen de los inmigrados (cuadro 3) se comprueba que existe un origen lógico, casi exclusivo, representado por el vecino Marruecos, país que, en 2007, suministraba el 94 por ciento del total de los inmigrantes registrados en Melilla, de forma que las demás nacionalidades quedan prácticamente eclipsadas y reducidas a meras cifras testimoniales. No obstante, entre esos otros orígenes con valores minúsculos destacan Argentina y Alemania.

Las dificultades para cuantificar la población real y la población musulmana

Las dificultades censales para interpretar estadísticamente los singulares procesos migratorios existentes en Melilla, explican la divergencia creciente entre las expectativas oficiales del INE, que proyectan un descenso de la población absoluta desde principios del nuevo siglo, y las cifras que ofrece el Padrón municipal, en constante aumento: en 2001, el INE proyectaba un total de 69.699 habitantes para 2008, mientras el Padrón municipal elevaba el total hasta los 71.448 habitantes; en 2008, el INE proyectaba 70.076 habitantes para 2009, cuando el Padrón registró 73.460 habitantes.

 

Cuadro 4.
Melilla 1986. Documento para la regularización al de la población musulmana

DNI

2.978

Tarjeta estadística

5.477

Permiso de conducir

22

Documento identidad militar

35

Pasaporte

55

Permiso de residencia

733

Partida de nacimiento

3.335

Otros

3.143

No contesta

1.249

Total

17.027

Fuente: Ministerio del Interior. Dirección General de Política Interior.

 

La mayor parte de la población musulmana tiene la nacionalidad española y, de ellos, son muchos los que poseen la doble nacionalidad (española y marroquí) lo que les permite una gran movilidad censal a uno y otro lado de la frontera.

Un informe de 2008 del Real Instituto  Elcano de Estudios Internacionales, que se hacía eco de la particular situación geoestratégica de la ciudad, indicaba literalmente que “se desconoce en la actualidad eltamaño de la población musulmana...“[3] Se indica que “la primera y única ocasión en que se realizó un conteo sistemático fue en 1986“, coincidiendo con la promulgación de la Ley de Extranjería, cuando los musulmanes representaban el 32 por ciento de la población de Melilla, en total unos 17.027 efectivos que, en un 70 por ciento de los casos, habrían nacido ya en la ciudad (cuadro 4). Es colectivo que aumenta de forma acentuada por su mayor natalidad y por el reagrupamiento familiar. En este sentido, se estima que un tercio de los matrimonios celebrados en la ciudad lo han sido entre un individuo español y otro marroquí,lo que ha suscitado no pocos conflictos legales al no ser reconocidos los derechos como esposa a las simultáneas consortes de un musulmán.

Debe apuntarse, como recoge el cuadro 5, que la reagrupación familiar constituye el motivo del 34 por ciento de los efectivos inmigrados en Melilla (y el 42 por ciento en Ceuta), cuando la media en España era sólo del 16 por ciento. De igual modo, el reparto por sexo indica que en Melilla, el 55 por ciento de los inmigrados son mujeres, cuando en el conjunto del Estado suponen el 48 por ciento.

 

Cuadro 5.
Inmigrantes en Melilla según motivo de traslado a España, 2007
 

España

Andalucía

Ceuta

Melilla

Por su jubilación

1,9

3,7

0,0

0,0

Por razones religiosas

0,2

0,1

0,0

0,0

Por estancia temporal en país de tránsito

0,6

0,1

0,0

0,0

Por el clima

5,8

10,3

0,8

0,6

Por razones formativas o educativas

4,3

2,9

3,6

1,3

Por razones políticas

1,6

1,5

0,6

2,3

Por el coste de vida

7,4

8,6

0,0

2,4

Por cambio de destino laboral

3,0

1,9

5,5

4,8

Por otras razones

6,2

5,9

22,7

8,0

Por falta de empleo

12,0

11,5

6,2

13,6

En busca de un empleo mejor

20,0

16,1

13,4

15,5

Por la calidad de vida

20,5

21,5

5,4

17,9

Por razones familiares (reagrupación)

16,5

15,8

41,7

33,8

Fuente: INE. Encuesta Nacional de Inmigrantes, 2007, elab. prop.

 

Las estimaciones actuales sobre la cifra de musulmanes que viven en Melilla se basan en el recuento de los apellidos inscritos en el Padrón y en los nombres de la población escolarizada. A partir de ahí se considera que un porcentaje del 40 por ciento debe ser la proporción más ajustada a la realidad, para el conjunto de los ciudadanos, si bien el porcentaje se eleva hasta el 60 por ciento entre la población infantil[4]. De acuerdo con los habitantes empadronados en 2008, puede por tanto estimarse en unos 29.000 los ciudadanos de origen musulmán en Melilla, mientras que las previsiones de futuro apuntan a un aumento mantenido -por su mayor natalidad y por la constante reagrupación familiar- .

La inserción urbana de los inmigrantes

El reparto de los inmigrados en la ciudad de Melilla obedece a una serie de estrategias selectivas, puestas en práctica por cada uno de los diferentes colectivos. De ese modo, en su distribución urbana intervienen aspectos generales para el conjunto de la ciudad, como son el mercado inmobiliario (la existencia de viviendas vacías para compra o alquiler), los niveles de renta, la existencia de familiares en el barrio (cohesión social, étnica y cultural) y, también, la posibilidad de autoconstruir la vivienda en suelos baldíos.

De acuerdo con esos parámetros, los análisis elaborados ponen de manifiesto la existencia de estrategias sensiblemente contrapuestas entre, por un lado, los inmigrados procedentes de otras regiones de España, los inmigrados procedentes de Marruecos y los inmigrados procedentes del resto del Mundo (sobre todo de América del Sur y de Alemania).

Las estrategias selectivas han sido cartografiadas en los planos que siguen, atendiendo, en primer lugar, al concepto de migrante que, a efectos estadísticos, es definido por el INE como la persona radicada en Melilla en el año 2001 (último Censo oficial) que, en 1991, vivía en otra ciudad o país.

En general se observa el escaso porcentaje que el colectivo de migrantes supone sobre el total de habitantes de cada una de las secciones censales, si bien aparecen claramente definidas dos grandes áreas al norte y al sur de la ciudad:

 

Figura 3. Inmigrantes procedentes de Marruecos en 2001, porcentajes sobre el total de la población de cada sección urbana.
Se cartografía el porcentaje de españoles de origen marroquí).
Fuente: INE, Censo 2001, elab. prop.

 

La influencia cultural y de poder adquisitivo queda patente al comparar las estrategias de ubicación de los migrantes procedentes de otras ciudades españolas, que se distribuyen preferiblemente por los nuevos barrios del sur y por el frente costero, y los migrantes procedentes de Marruecos, cuyas estrategias aparecen más concentradas en los barrios del norte, en especial en las zonas de Polígono Hebreo, Barrio del Carmen, Reina Regente, Barrio Batería J y Barrio de Las cañadas (figura 3).

Seguramente, tal distribución se halla influenciada tanto por aspectos culturales y familiares, como por cuestiones vinculadas con el nivel de renta de unos y otros migrantes: españoles con elevada representación entre funcionarios y militares, frente a marroquíes atraídos por otros oficios.

 

Figura 4. Extranjeros  residentes en 2001, porcentaje sobre el total de la población de cada sección urbana.
Fuente: INE, Censo 2001, elab. prop.

 

Las mismas consideraciones son válidas para interpretar el reparto de los extranjeros residentes en Melilla en 2001, donde se contemplan los nacidos en otros países, la mayoría de ellos en proceso de cambio de nacionalidad. Esto es, estaban empadronados pero todavía no eran españoles. Como se observa en la figura 4, el grueso de los extranjeros se concentra en los barrios del norte, con especial significación en Las Cañadas y zonas aledañas, donde llegan a suponer un contingente significativo frente al total de los habitantes españoles.

 

Figura 5. Extranjeros procedentes de Marruecos en 2001, porcentajes sobre el total de la población de cada sección urbana.
Se cartografía el porcentaje de extranjeros residentes procedentes de Marruecos, la mayor parte de ellos en proceso de cambio de nacionalidad).
Fuente: INE, Censo 2001, elab. prop.

 

Si se desciende en el análisis a la escala de la nacionalidad de los extranjeros empadronados se comprueban dos estrategias contrastadas entre los dos grandes colectivos existentes:

El general, el perfil de los inmigrados residentes en Melilla que proceden de países no europeos se corresponde, básicamente, con población joven, en edad laboral, llegados desde países en vías de desarrollo, origen entre los que destaca la llegada de marroquíes y, en mucha menor medida, de algunos países latinoamericanos.

Con aspiraciones más básicas, las estrategias territoriales son también más elementales, guiadas sobre todo por las posibilidades de encontrar trabajo. Así, allí donde el mercado laboral es más estacional y desregulado es donde mayor presencia puede encontrarse de inmigrantes procedentes de países en vías de desarrollo. Tales características son propias de la oferta laboral vinculada a los servicios más básicos. 

Se trata de un colectivo que halla alojamiento en pisos de alquiler y en viejas casas del centro no histórico y no turístico y que, por tanto, no tiene repercusión directa en el mercado inmobiliario, más que en ese segmento del alquiler de viviendas de baja calidad –a veces infraviviendas-. Por ello, su influencia en la clasificación y calificación del suelo resulta insignificante, aunque, en otro sentido, sí cuentan cada vez más en los procesos de recuperación de la vida de esos espacios urbanos y, por ello, son colectivos tenidos en cuenta en el planeamiento sectorial que afecta a esos recintos urbanos.

Las directrices urbanísticas musulmanas

Se plasman por lo general en el conjunto de la ciudad, carente hasta el presente de un modelo urbanístico integrador. De hecho, levantada como plaza fuerte, el reducido territorio de la ciudad se ha visto cuajado de diferentes asentamientos militares desde el siglo XV, distribuidos según los criterios imperantes en las estrategias de la  defensa nacional en cada época. Repartidos por el territorio, sus afecciones y los condicionantes del medio físico –colinas, desniveles, ríos y barrancos- han limitado las posibilidades del desarrollo de algún modelo urbanístico academicista. Hasta el pequeño ensanche proyectado a principios del siglo XX –por ingenieros militares- tropezó pronto en su desarrollo con dos cuarteles que cercenaron su crecimiento. De ese modo, la ciudad se ha configurado por la mera superposición de hasta 26 diferentes barrios, desgajados entre sí, ocupando los intersticios útiles entre servidumbres militares, portuarias, aeroportuarias y fronterizas.

La impronta del urbanismo de raíz árabe es perceptible en, al menos, los barrios de Medina Sidonia (el núcleo genético islámico), en General Larrea y Ataque Seco (ocupando los suelos baldíos entre las primeras fortificaciones hoy abandonadas), en los barrios del Carmen, Hebreo y Cabrerizas Bajas (levantados en los intersticios de los grandes acuartelamientos de época actual) y, de manera especial, en el gran barrio de Las Cañadas (o de la Cañada de la Muerte, también denominado Barrio Musulmán, donde se incluyen las barriadas de Reina Regente y Batería Jota) y en la ladera norte –más bien escarpe- aledaño al excelente diseño del Barrio Virgen de la Victoria.

En estos casos, las construcciones precarias han evolucionado en las últimas décadas hacia asentamientos urbanos consolidados sobre laderas de fuerte pendiente, afectadas por servidumbres militares. Se trata por lo común de ámbitos donde el urbanismo musulmán ha cuajado de forma contundente, sin apenas referencias urbanísticas académicas o europeas. Además, los barrios se han consolidado como tales en la segunda mitad del siglo XX, en plena vigencia de un marco jurídico urbanístico estatal, que exigía otro tipo de desarrollos, plasmados en diversos planes generales[5]. Por ello, las construcciones han debido seguir un lento proceso de reconocimiento legal –no concluido- y de incorporación de equipamientos e infraestructuras –proceso tampoco consolidado-. Pero por su gran vitalidad, ambos barrios, sobre todo el de Las Cañadas, siguen creciendo en extensión y en altura, de forma que las indisciplinas urbanísticas, lejos de corregirse, se acrecientan de manera constante, ajenos a las normas urbanísticas en vigor, sólo conformes con algunas directrices esenciales del urbanismo musulmán.  

El Plan General de Ordenación Urbana de 1995 reconocía esa idiosincrasia en sus análisis:

“Barrio Musulmán…adopta las condiciones propias del norte del Magreb, así las manzanas son producto del azar, no hay ordenación de ningún tipo, trama irregular, sin apenas viarios. Reina Regente…las viviendas a duras penas llegan a constituir manzanas, con un carácter irregular dominadas por continuos entrantes y salientes. Batería Jota…se documenta toda una aglomeración de edificaciones heterogéneas, así como casitas de mampostería, que intentan guardar una precaria alineación. Barrio Ataque Seco…el trazado es sinuoso en sus calles, siguiendo líneas que marcan las curvas de nivel, lo que da una trama irregular. Barrio Hebreo…cuyos edificios se caracterizan por estar construidos en el corte clásico bereber. Barrio del Carmen…que engloba a chabolas, cobertizos, graneros y porquerizas…”[6].

Al tiempo proponía para ellos toda una batería de normas reguladoras, con el empeño de encajar las dinámicas en el marco urbanístico estatal. Ha sido objetivo no cumplido, causa de numerosas infracciones urbanísticas que, en atención al pragmatismo señalado, han sido sobreseídas o directamente ignoradas, de forma que se ha alentado la indisciplina o, dicho de otro modo, se ha dado pie al mantenimiento de las directrices urbanísticas de raíz musulmana[7].

El origen islámico del núcleo genético

Frente a las antiguas consideraciones que trataban a la ciudad islámica como un completo caos carente de todo tipo de norma, son muchos los autores que han puesto de manifiesto la impronta que en el urbanismo norteafricano ha dejado la ley islámica, a través de sus reglas - al-fikh- que constituyen todo un reglamento urbanístico, que se impone y da uniformidad a la ciudad islámica, por encima de los condicionantes del medio físico, sustentada en los principios generales de la intimidad, la ley hereditaria y el uso del fina´, como elementos fundamentales del urbanismo de raíz musulmana, característico del Magreb[8].

Tales directrices urbanísticas son las primeras que tuvo Melilla para configurar el espacio intramuros del centro histórico: la Medina Sidonia o Melilla La Vieja, sobre el promontorio en forma de pequeña península donde surge la ciudad actual. Se trata de un asentamiento medieval que se ajusta al arquetipo de ciudad de creación voluntaria, frente al otro arquetipo de ciudad espontánea también patente en Melilla. En efecto, la vieja medina aparece por la voluntad expresa de crear un asentamiento militar –plaza fuerte-, situada en un punto estratégico del comercio marítimo en el Estrecho de Gibraltar, con un emplazamiento concreto sobre un promontorio rocoso, en forma de pequeña península, que defiende una bahía tranquila, resguardada de las fuertes corrientes del Mar de Alborán, en un punto donde el Río de Oro y otros manantiales aseguraban la aguada.

Así pues, el diseño de la ciudad comienza con la acertada elección del emplazamiento, y sigue con el trazado del muro para delimitar el territorio a proteger y establecer las primeras y más elementales normas de defensa. El programa urbanístico sigue con la elección del emplazamiento de la mezquita, del palacio o residencia del poder, y de los ejes viarios principales, que deben comunicar esos elementos entre sí y con las principales puertas de la muralla, a partir de las cuales se abren los caminos. En esos ejes de mayor funcionalidad se asentaron los primeros espacios comerciales o zocos, y también en las puertas de la ciudad. A las calles secundarias se abren las residencias, levantadas sobre parcelas minúsculas e irregulares.

En Medina Sidonia se comprueban todas esas claves del programa urbanístico islámico (figura 6). El recinto fue declarado conjunto histórico artístico en 1953 y cuenta con un plan especial para salvaguardar sus valores patrimoniales. Por tanto su morfología ha quedado fosilizada ajena a todo nuevo proceso de desarrollo.

 

Figura 6. Plano de Medina Sidonia o Melilla la Vieja, siglo XVIII.
Fuente: Servicio Histórico del Ejército.

 

A partir de ese núcleo genético, los españoles fueron desarrollando la nueva ciudad, sujeta a diferentes modelos urbanísticos europeos que se atropellan y solapan en sus desarrollos geométricos, afectados por la distribución previa de las nuevas líneas de defensa y acuartelamientos. No obstante, en el diseño de cada uno de los nuevos ensanches ha prevalecido una idea previa de unidad y uniformidad, donde el trazado de la calles constituye la primera directriz, a la que se pliega el uso privativo del espacio. La calle –el espacio de uso público- constituye pues la pieza fundamental de la mayoría de los barrios de la ciudad de Melilla, y sus configuraciones aparecen perfectamente definidas por el trazado geométrico de los viales.

La persistencia de las claves del urbanismo de raíz islámica

Frente a esos espacios regulados, desde mediados del siglo XX, pese a las reglamentaciones urbanísticas existentes, se han desarrollado otros barrios, que siguen creciendo con mayor vitalidad a la manera de los pueblos jóvenes latinoamericanos, pero que, a diferencia de ellos, se alejan de las propuestas ortogonales. Se trata, como va dicho, del espacio vital de la mayor parte de la población melillense de origen musulmán, con unos desarrollos urbanísticos característicos del arquetipo de ciudad islámica de formación espontánea

Se trata de asentamientos espontáneos consentidos sobre áreas de afección de los acuartelamientos, que han evolucionado desde barrios de chabolas a compactas construcciones de hormigón de varias plantas de altura, levantadas con estilos vernáculos, generación tras generación, por los habitantes autóctonos de origen rifeño, excluidos del mercado laboral, o integrados en forma de “subproletariado” para el desempeño de labores circunstanciales y poco cualificadas, en origen muy vinculadas con los campamentos militares y con su población. Es el colectivo que emerge como ciudadanía reivindicativa sobre todo a raíz de la aprobación del estatuto de autonomía para la ciudad de Melilla.

En origen, las agrupaciones de infraviviendas surgen en un punto concreto –las laderas afectadas por servidumbres de defensa y poco útiles o sin valor para la agricultura- pero con acceso a algún punto de agua –una fuente comunitaria o el propio Río de Oro, que constituye el flanco sur donde se apoyan estos barrios-. Las principales calles están configuradas por el trazado de los pequeños barrancos que surcan las laderas, sujetas al divagante trazado original marcado por la circulación de las aguas, cursos fluviales esporádicos que han acabado asfaltados y, cada vez más, estrangulados por la presión de las construcciones, que ocupan prácticamente la totalidad de su sección, de forma que los antiguos barrancos, antes de desaguar en el Río de Oro del que son tributarios, acaban laminados por la ramificación de callejuelas y sendas que comprometen su avenamiento y son causa de la difusión del riego inherente a las potenciales crecidas.

Un episodio reciente ilustra dramáticamente esta circunstancia. El 18 de noviembre de 1997 reventó por la presión (y por su pésima ejecución) el gigantesco depósito de agua potable para el abasto de la ciudad, con una capacidad de 25.000 m3, instalado en la explanada de Horcas Coloradas, sobre la ladera donde se desarrolla la vaguada del Arroyo de la Viña, completamente ocupada por los barrios de Polígono Hebreo –Grupo Averroes de viviendas sociales- y Tiro Nacional, antes de llegar al centro de la ciudad de Melilla por el barrio de El Rastro. La repentina ola de la crecida arrasó más de 30 viviendas y ocasionó nueve víctimas mortales[9].

 

Figura 7. Plano topográfico de las cañadas en 1942, donde se han levantado los principales barrios musulmanes de Melilla.
Fuente: Army Map Service, USA, 1942.

 

Como se observa en la figura 7, los condicionantes del medio físico son importantes en la configuración de estos barrios. No obstante, pese a ellos, los asentamientos desarrollan otro tipo de claves urbanísticas a partir de las cuales es posible seguir su adscripción al arquetipo de asentamiento espontáneo de raíz islámica, fundamentado en la necesidad de organizar la vida cotidiana a una comunidad de creyentes[10]. Benet ha señalado que el Islam es una religión urbana, estrechamente vinculada con la vida urbana y la organización funcional de las ciudades, de manera que sólo en una ciudad islámica podría un musulmán tener una plena vida religiosa[11]. Por su parte, Chueca Goitia expresa que mientras la ciudad aristotélica –europea- constituye una comunidad de ciudadanos, la ciudad islámica es, en esencia, una comunidad de creyentes[12].

Es bajo ese prisma como puede entenderse el programa urbano existente en los actuales asentamientos musulmanes de Melilla, bajo el aparente caos y la supuesta desorganización. También radica en esa cuestión el aspecto fundamental del debate sociopolítico y de las diferentes estrategias en materia de urbanismo de cada una de las partes –Marruecos, Administraciones españolas, comunidad musulmana-. Se trata de una cuestión generalizada en el norte de Marruecos[13], cuyas ciudades se han visto afectadas por una crisis urbana sin precedentes a mediados del siglo XX, al desaparecer las estrategias urbanísticas coloniales y sobrevenir de nuevo un urbanismo no regulado –o poco regulado- oficialmente por las administraciones públicas, donde la autoconstrucción y los impulsos individuales han sido la tónica, guiados sólo por la tradición, el derecho consuetudinario y, especialmente, por las referencias de aplicación urbanística patentes en el Islam.

De ese modo, en buena parte de las ciudades de los antiguos protectorados de Francia y de España, es posible seguir la secuencia morfológica de una medina medieval islámica, un ensanche regular trazado las más de las veces por ingenieros militares, que pautaron los crecimientos desde finales del siglo XIX hasta la descolonización, envueltos luego por un nuevo tejido urbano abigarrado, fruto de la permisividad en la no aplicación de las normas de urbanismo occidentales, en el caso de que persistieran, o directamente por la abolición de las mismas, como clara reacción frente a la etapa colonial[14].

A esos nuevos crecimientos actuales, de enorme vitalidad, se asemejan los desarrollos urbanos de los barrios musulmanes de Melilla (figura 8). En general, si en la ciudad pautada occidental se impone el trazado de la calle, en los barrios musulmanes melillenses la calle ha de acomodarse entre los espacios vacíos que va dejando la construcción de las casas. La célula básica que organiza el asentamiento es la casa, reducto de la privacidad y del recato impuesto por el Islam. Por ello, las casas islámicas adoptan la forma de cubo cerrado al exterior y separadas –en lo posible- del vecino. Son casas sin vanos al exterior, que definen una ciudad sin fachadas. Las dependencias de la casa se abren hacia un patio interior, considerado el centro funcional y hasta espiritual de la vivienda: el patio mueve las corrientes de aire y actúa de eficaz regulador térmico, distribuye las funciones domésticas y constituye una gran ventana abierta hacia el cielo, que vincula al creyente con Dios. Por el contrario, los adarves o callejones son considerados espacios residuales, de segunda categoría, a los que da la espalda la vivienda.

No obstante, el apelmazamiento de las construcciones en los barrios musulmanes de Melilla ha ido provocando alteraciones al prototipo. Las carencias de suelo han ocasionado la subdivisión de los solares hacia parcelas ínfimas (menos de 30m2 es la norma actual), hasta el punto de que con frecuencia desaparece el patio interior en las nuevas construcciones, que deben proyectar esas funciones del patio hacia la azotea. Además, las necesidades de ventilación abren las casas al callejón, mediante una serie de vanos carentes de toda simetría –no existe diseño previo de fachada, sino que la casa se abre hacia fuera según sus necesidades-. De igual manera, en Melilla se comprueba cómo la sobriedad del antiguo callejón –simples muros ciegos- comienza a verse afectada por la proliferación de elementos constructivos inspirados en la fantasía orientalizante de las películas. Fruto de la autoconstrucción, los propietarios intentan falsos remedos de opulencia en los materiales y elementos constructivos superpuestos sin coherencia a las fachadas. De forma que el recato religioso, plasmado en el recato de las fachadas de las primeras casas de estos barrios, también se ha visto afectado por un mayor deseo de ostentación, con reminiscencias estilísticas posmodernas.

 

Figura 8. Ortofoto de 2008 de Reina Regente, Batería J y Las Cañadas.
Se observa el desarrollo morfológico de los principales barrios musulmanes de Melilla y las nuevas propuestas “occidentalizantes” de viviendas sociales (la barriada de plano ortogonal entre los barrios islámicos y el espacio forestal).
Fuente: Ciudad Autónoma de Melilla.

 

En la ciudad islámica, y en los primeros asentamientos musulmanes melillenses, la altura de los edificios queda limitada por los preceptos religiosos: no debe afectar a la vista y a la función del minarete; tampoco debe constituir una amenaza a la privacidad del vecino. Sin embargo, los desarrollos constructivos actuales levantan hasta cinco plantas, en solares inverosímiles, en una pugna por asegurar el espacio vital de las futuras generaciones de la familia. Así, los propietarios levantan una o dos plantas para la familia actual, y dejan pergeñadas –pilares, techos, tabiques- otras alturas que son autoconstruidas conforme avanzan los recursos familiares, para albergar la vivienda de los descendientes. De esa manera, el agrupamiento familiar en parcelas contiguas, propias de la primera etapa de colonización –que hoy es visible en los pequeños e incipientes asentamientos musulmanes vecinos a la Carretera de Hidúm-, se ha trocado en amontonamiento familiar por la acuciante falta de espacio general de Melilla.

La privacidad y la salvaguarda de la intimidad han desarrollado en la cultura islámica el concepto de finá, o espacio abierto que envuelve la casa, considerado como parte de la propiedad[15], argumento fijado jurídicamente que procura evitar en lo posible el adosamiento de otra vivienda, de manera que no se contempla la alineación de casas ni, por extensión, la configuración previa del barrio. En los barrios musulmanes de Melilla, el finá se manifiesta en la construcción pretendidamente aislada de las casas, levantadas sin atender a la disposición de las existentes (figura 8). Si bien, tal precepto, como otros, se ha visto afectado por la falta de suelo útil, de manera que las viviendas han comenzado a tocarse, pero no a adosarse: esto es, no aparece definido todavía el concepto de medianería. Además, el espacio envolvente del finá sobre la fachada, ha comenzado a ocuparse mediante salientes avanzados en la primera planta, que estrechan todavía más el espacio de la calle, dejándola en la práctica reducida a una estrecha y oscura senda a ras de suelo.

 

Figura 9. Parcelario y callejero en el Barrio Batería J.
Se observa la irregular disposición de las viviendas, que procuran distanciarse unas de otras –el finá- y el trazado residual de las calles y adarves.
Fuente: Oficina Virtual del Catastro.

 

Se ha señalado que la irregularidad de las parcelas es fruto, también, del derecho consuetudinario recogido en el Islam, que determina un reparto irregular de las herencias –en este caso del suelo- conforme con el papel asignado a cada uno de los hijos, según su prelación y sexo, que desdeña de ese modo todo reparto estandarizado y regular.

Como va dicho, las calles son los espacios residuales del proceso de ocupación privativa del suelo. No obstante, la ley islámica distingue entre la calle entendida como camino público –abierta a toda la comunidad- y el adarve, considerado como una senda casi privada, afectada por el principio de finá de las casas circundantes. En opinión de Chueca, el adarve es la negación de la calle, de su funcionalidad y titularidad, y de su valor estructural en la formación de la ciudad occidental[16]. En los asentamientos musulmanes de Melilla, las calles públicas son, en realidad, los cauces asfaltados de los barrancos, mientras el resto de callejuelas constituyen la red de adarves privativos, en complejas formas ramificadas, con la única misión de dar acceso a los habitantes de las casas que los circundan.

El apiñamiento resultante es fruto de los fuertes lazos existentes entre los vecinos, vinculados por un origen común, familiar, religioso, étnico, cultural y, también, en este caso, socioeconómico. La agrupación fomenta, así mismo, los lazos de solidaridad, que en Melilla han cuajado en forma de partido político musulmán reivindicativo: la Coalición por Melilla.

Los únicos espacios abiertos son las plazuelas resultantes de encrucijadas entre callejones difícilmente utilizables para construir: las plazuelas de La Constelación, Los Planetas, La Luna, del Zodiaco, de Argos, de Los Robles, de Los pinos y de Los Cipreses, son en realidad pequeños espacios amorfos en el laberinto de adarves.

Las reivindicaciones de la población musulmana: los términos del debate urbanístico

Además, de la población musulmana, en la ciudad de Melilla existen otros orígenes étnicos y culturales, que han llevado, con frecuencia, a hablar de la ciudad de las cinco culturas (cristiana, hebrea, musulmana, gitana e hindú) y del “mosaico cultural melillense, donde los diferentes colectivos conviven pacíficamente”. No obstante, como ha señalado González Enríquez, “el término coexistencia es utilizado a menudo como contrapuesto a integración”[17], para indicar una clara separación etnocultural. De hecho, las diferencias entre la población de origen hispano y la de origen rifeño son tan evidentes que el propio Estatuto de Autonomía[18] de la ciudad las recogía entre los objetivos prioritarios:

En la práctica, la población musulmana presenta unos perfiles sociolaborales alejados de los de la población de origen peninsular. La tasa de actividad es menor, la tasa de desempleo es mayor, la cualificación de la mano de obra es menor y, por consiguiente, menor su incorporación en los segmentos de mercado más cualificados. De hecho, su presencia es proporcionalmente elevada en actividades como el comercio minorista, los talleres de reparación, la hostelería y los trabajos domésticos. El cuadro 5, que recoge la actividad sólo de los inmigrantes con más de 3 años de residencia en Melilla, puede ser indicador de la adscripción laboral de los musulmanes.

 

Cuadro 5.
Melilla, 2007. Inmigrantes con más de 3 años de residencia que trabajan, por ramos

Total

3.658

Agricultura, ganadería, caza y selvicultura

47

Pesca

0

Industrias extractivas

0

Industria manufacturera

180

Producción y distribución de energía eléctrica, gas y agua

0

Construcción

190

Comercio artículos personales y de uso doméstico, reparación de vehículos

914

Hostelería

719

Transporte, almacenamiento y comunicaciones

220

Intermediación financiera

0

Actividades inmobiliarias y de alquiler servicios empresariales

489

Administración pública, defensa y seguridad social obligatoria

381

Educación

47

Actividades sanitarias y veterinarias, servicio social

48

Otras actividades sociales y de servicios

0

Actividades de los hogares

421

Fuente: INE. Encuesta Nacional de Inmigrantes, 2007, elab. prop. 

 

Esas circunstancias se reflejan claramente en su poder adquisitivo y, por consiguiente, en sus niveles de vida y en las viviendas y barrios en que habitan. Como se desprende de las figuras que reflejan la distribución urbana de los inmigrados y, sobre todo, a partir del análisis elaborado por Mayoral del Amo[19] (cuadro 6), se comprueba como existe una fuerte concentración de la población de origen rifeño (en su mayoría musulmana) en los distritos urbanos del Norte de la ciudad (figura 10).

 

Cuadro 6.
Melilla 2001. Culturas por distritos urbanos (hogares)

Distrito

Hispanos

Rifeños

Hebreos

Mixtos

Total

1

82

12

 

6

100

2

52,9

35,3

5,9

5,9

100

3

30

60

 

10

100

4

14,3

81

 

4,7

100

5

16,2

75,7

 

8,1

100

6

61,5

15,4

7,7

15,4

100

7

71,4

14,3

 

14,3

100

8

73,7

19,4

 

6,9

100

Total

53

38

1

8

100

Fuente:  Mayoral del Amo, sobre datos del Estudio sobre Economía Sumergida (Pacto Territorial por el Empleo 2001)

 

Figura 10. Melilla 2001, Porcentaje de hogares de origen rifeño sobre el total de hogares de cada uno de los distritos censales.
Fuente: Pacto Territorial por el Empleo.

 

De acuerdo con esa situación desfavorecida, los colectivos musulmanes han tendido a organizar sus demandas en torno a un partido político, Coalición por Melilla –CpM-, partido creado en 1995, que surge como una escisión del PSOE. En 1999, a partir de una moción de censura y diversos pactos, el partido entró en el equipo de gobierno, asumiendo la Presidencia durante un año. De hecho, se ha convertido en el segundo partido más votado y, de acuerdo con la disciplina de voto observada –voto cultural- y por enfocar sus demandas hacia la mejora de las condiciones de vida de un colectivo en constante aumento[20], es previsible que su porcentaje de representación aumente en las próximas décadas en la ciudad autónoma (cuadro 7). 

 

Cuadro 7.
Evolución del voto, elecciones autonómicas Melilla
 

1995

1999

2003

2007

PP+UPM

14+2

5 + 3

15

15

CpM

4

5

5

5

PSOE

5

2

2

5

PIM

0

3

0

0

GIL

0

7

0

0

Fuente: INE, Procesos electorales, elab. prop.

 

Las reivindicaciones del partido CpM han tenido una doble vertiente. Una orientada hacia el reconocimiento del colectivo, de sus costumbres tradiciones y lengua propia, que llegó a discutirse en el Congreso de los Diputados, en 2006, con el apoyo de otros grupos políticos[21]. En concreto, el partido ha recogido la mayor parte de las inquietudes del denominado “movimiento bereber” en su proceso de incorporación a la vida activa de la ciudad, después de años de indolencia, tras el proceso de regularización de 1986. En ese sentido, ha intentado sin éxito el reconocimiento oficial de la “lengua tamazigt”, hablada por los bereberes, al amparo del Estatuto de Autonomía (tal como han hecho otras comunidades autónomas con las lenguas que se hablan en sus territorios), postulan la discriminación positiva en el acceso a la función pública y, en el caso concreto del urbanismo, defienden los modos y costumbres propios del mundo musulmán, en estrategia que se funde con la otra gran vertiente más social de sus reivindicaciones.

En efecto, partido desgajado del PSOE, ha mantenido colaboraciones con Izquierda Unida y, más recientemente, desde un enfoque más pragmático, se ha mostrado partidario de negociar con cualquier fuerza política en beneficio de obtener mejoras sustanciales entre los colectivos que configuran su electorado natural[22]. Mejoras que, en materia urbanística, se concretan en acceso a la vivienda, acceso a los servicios y equipamientos públicos, en mejoras en cuanto a zonas verdes y deportivas, todas en una serie de barrios surgidos sin criterio urbanístico de conjunto y, en cada caso, con el único objetivo de “dar techo”, pero no otros servicios urbanos propios de una ciudadanía plena a los colectivos más desfavorecidos. Se mezclan, de ese modo, unas justas reclamaciones sociales con una más compleja retórica identitaria, que utilizan las partes de manera interesada.

Por un lado, las evidentes desigualdades sociales y económicas han sido argüidas por Marruecos, en su permanente reivindicación de Melilla, como una clara discriminación de la población musulmana fruto del dominio colonial, e intenta fortalecer la cuestión identitaria musulmana, promoviendo y financiando escuelas coránicas en Melilla. Por otro lado, las administraciones españolas[23], han evitado en lo posible el conflicto cultural, haciendo diferentes concesiones, con una clara estrategia de, por una parte, crear una “ciudadanía occidentalizada” y, por ello, más alejada de los intereses del país vecino, y por otra parte, desarrollar cauces de integración de los colectivos etnoculturales. De ahí la insistencia de la propaganda oficial en la convivencia de las culturas en el territorio melillense. Esto es, con un claro pragmatismo, se manejan a la vez estrategias de asimilación y de integración de la población rifeña.

Por su parte, la población de origen bereber, la mayoría musulmana, demanda, sobre todo, apoyo por parte de los poderes públicos que se concreten en inversiones específicas en educación, formación continua y, sobre todo, en empleo. Pero también, de forma manifiesta, inversiones en dotaciones urbanísticas y en viviendas. Se trata de un importante tema social que, según el éxito de una u otra política, pueden dirigirse hacia el reforzamiento de un integrismo identitario y de la solidaridad etnocultural, o hacia un  proceso de creación de conciencia ciudadana entre “colectivos invisibles” hace unas décadas, ilegales o no regulados que emergen en Melilla como ciudadanos de pleno derecho. 

En ese orden de cosas, los primeros equipamientos reivindicados por esos colectivos han sido la construcción de mezquitas de barrio: Mezquita Assalám o Mezquita de la Paz y Mezquita del Barrio en Las Cañadas, Mezquita Aceituna en el Barrio de Reina Regente, Mezquita de la Bola en el Barrio de Cabrerizas, Mezquita de la Palmera en el Barrio Batería Jota y Mezquita Abubakar Sadik, en la Carretera de Hidúm. Han seguido las demandas para habilitar espacios públicos donde las familias puedan sacrificar el cordero, rito propio de la festividad de El Aid el Kebir, también llamada fiesta del sacrificio o del cordero, que constituye la mayor celebración musulmana, reconocida como festividad oficial en Melilla a partir de 2010[24].

Sólo ahora se despiertan las demandas de otras dotaciones más funcionales, como son las zonas deportivas, verdadera constante en unos barrios muy jóvenes, y las mejoras en el acceso de algunos servicios específicos pero circunstanciales, como la asistencia de los bomberos y ambulancias. Para ello se trabaja en un plan especial de reforma interna, con el objetivo central de abrir algunos nuevos ejes viarios, cortando a cercén el tejido morfológico de los barrios.

Es en el tema del urbanismo y de las viviendas donde se plantea de manera tangible el conflicto entre uno y otro modelo de ciudad, entre la tradición musulmana y el urbanismo europeo. Dicho de otro modo, es en la tipología de las viviendas y de los barrios donde se concretan las estrategias de integración y/o asimilación llevadas a cabo por los agentes sociales y grupos de presión.

En ese sentido, por un lado, se demandan viviendas sociales y protegidas, que la administración promueve en la medida de sus posibilidades, pero siempre con un claro criterio más economicista que racionalista, que se ajustan en sus parámetros a las tipologías europeas: grupos Cañada de Hidúm, Averroes, Huerta Vega y otras promociones gestionadas por la empresa publica EMVISMESA.

Por otro lado, los musulmanes han exigido el reconocimiento de los asentamientos espontáneos, fruto de épocas pasadas en que nadie atendía a estos colectivos. Esta demanda comprende la legalización de los asentamientos, desarrollados sobre terrenos baldíos, de fuertes pendientes, afectados por lo común por alguna servidumbre militar, donde en origen se permitió el levantamiento de todo tipo de infraviviendas y corrales, convertidas con el paso del tiempo en auténticos edificios de viviendas, con hasta cuatro y cinco plantas, por lo general bajo los precarios patrones de la autoconstrucción por fases (según las necesidades de la familia). Así, el registro catastral de los dominios directos de las viviendas se convierte en la primera demanda, a la que siguen las exigencias de dotaciones de todo tipo homologables al marco jurídico del Estado y, por consiguiente, a la configuración formal de las ciudades europeas.   

La cornisa norte de Melilla: el territorio del conflicto

Las ciudades del primer mundo constituyen los focos del progreso económico y social, donde tienen lugar las transformaciones sociales, el acceso a la ciudadanía y, por ende, a la democracia. No obstante, con frecuencia reiterada, algunos de sus barrios periféricos y excéntricos en el amplio sentido del concepto han quedado marginados de la tónica general. Como en toda la orla de barrios de la cornisa norte de Melilla, son espacios donde se acumulan masas de nuevos inmigrantes, que han visto cambiar sus modos de vida, sus costumbres y cultura, sin percibir  los beneficios de la ansiada prosperidad urbana. Diversos son los aspectos económicos, sociales y culturales que se interponen en el proceso de integración, sobre los que existe una importante reflexión bajo el concepto genérico de “ciudad y conflicto social”, que ha analizado las dificultades de integración de los inmigrantes en las sociedades receptoras, sobre todo desde el ámbito de las teorías sociológicas urbanas. A esos aspectos generales, buena parte de la población excluida de Melilla, concentrada en la cornisa norte, suma el agravante de ser españoles indocumentados (nacidos en Melilla), con una cultura rifeña machacada por las directrices oficialistas dictadas desde España y desde Marruecos desde, por lo menos, mediados del siglo XX. Son, como otras comunidades en el resto del Mundo, excluidos en su propio territorio.

La comunidad bereber de esos barrios crece de forma acelerada, alimentada por unas altas tasas de crecimiento vegetativo y por la recepción de inmigrantes reales procedentes del otro lado de la valla pero fuertemente vinculados por lazos familiares y culturales. Como ha señalado Castell, las dificultades de inserción económica se hallan en la base del conflicto. De ese modo, ni integración ni asimilación han sido posibles. Por el contrario, cada vez se percibe más la polarización de la ciudad entre dos grupos o comunidades contrapuestos, que han retroalimentado sus signos diferenciales, en un proceso donde diversos integrismos han hallado apropiado nicho ecológico, que está definiendo cada vez más dos grupos que se organizan en términos de “cultura” y “civilización”. Musulmanes y cristianos es la forma en que denominan los primeros a los dos grupos, obviando las evidentes diferencias existentes en uno y otro, haciendo hincapié en las religiones como amalgamas culturales. Para los “cristianos”, en realidad los que administran bajo criterios de racionalidad las regulaciones económicas y, también, urbanísticas, son más  patentes los problemas económicos de orden en la diferenciación que los propiamente religiosos.

Los recelos crecen y, a veces, se manifiestan estruendosamente en el debate político: en julio de 2008 el portavoz del Grupo Popular en el Congreso de la Ciudad Autónoma manifestaba que “las costumbres de los musulmanes son incompatibles con la democracia”. Tal afirmación, tachada de racista y xenófoba, fue rechazada por el partido de orientación musulmán Coalición por Melilla, insistiendo, de paso, en la reivindicación de la lengua tamazigh en los organismos oficiales de Melilla[25]. La importancia del conflicto y sus potenciales riesgos han animado la proliferación de bienintencionadas “asociaciones interculturales”, sobre las que unos y otros ejercen a veces insoportables presiones y manipulaciones.

De acuerdo con esa reafirmación de los dos grupos sociales, se observan tendencias que apuntan a las propuestas del “espacio personal y proxémica” de Hall, que desarrolla un modelo ecológico según el cual, los grupos humanos bien definidos generan patrones específicos de conducta, valores y relaciones. De ese modo, el espacio del grupo resulta una especializada elaboración de cultura, expresada desde el “micro-espacio”. Esto es, caracterizada por el escenario de la vida cotidiana, la casa, la calle, el barrio y, finalmente, el trazado de sus ciudades.

En La imagen de la ciudad, Lynch señalaba la importancia del lenguaje arquitectónico y urbanístico en la configuración de una identidad concreta. Una imagen eficaz confiere al ciudadano una fuerte sensación de seguridad emocional. Cada individuo crea su propia imagen, pero existe un fuerte consenso entre los miembros de un mismo grupo. Todo lo que la ciudad contiene constituye un conjunto cargado de simbolismo, que interesa a los urbanistas que aspiran a modelar la identidad a partir de la estructura física. 

Propuestas urbanísticas enfrentadas para las Cañadas de Hidúm

En la ocupación de los abruptos taludes, afectados por servidumbres de diversos cuarteles militares, en el espacio geográfico de las Cañadas de Hidúm puede seguirse una notable afinidad con la secuencia definida por la Escuela de Chicago de “invasión-dominio-sucesión”, según la cual, grupos sociales muy concretos llegan a zonas nuevas y logran su control de autoridad[26]. En ese ámbito aparecieron en 1924 las primeras viviendas, barracas y casas de adobe autoconstruidas, guiadas por la arquitectura popular vernácula del Riff, por lo general para acoger a las familias de las “tropas moras” acuarteladas. De ahí las concesiones “de ocupación” y la vista gorda del Ministerio de Defensa hasta el presente.     

Ilegales desde su origen, el paulatino desmantelamiento de los cuarteles, el traslado a la península del grueso de la tropa y las licencias y jubilaciones acabaron en la segunda mitad del siglo XX con la “función militar” de tales asentamientos. En ese lapso, las Cañadas se convirtieron en primer refugio de los nuevos inmigrantes, atraídos por los procesos de regularización derivados de la Ley de Extranjería. Algunos lograron “los papeles” y con ellos el acceso al primer mundo, manifiesto en el salto hacia otros barrios -cristianos- de la ciudad, hacia la Península o hacia el resto de Europa. La mayoría no lo ha logrado, retroalimentando una bolsa de exclusión, que ha acabado organizada bajo fuertes vínculos de grupo.

Aomar Mohammeddi, presidente de la Asociación Sociocultural Terra Omniun de Melilla contestaba en estos términos el mito de la integración:

“…a nadie se le escapa las consecuencias sociales y humanas de esta situación. Los más de 20.000 indocumentados afincados en Melilla, fuertemente disminuidos en sus derechos, constituyen un reservorio de mano de obra barata y, en muchas ocasiones, manifiestamente explotada…a la fuerza están incapacitados para comprar viviendas, o alquilarlas sin autorización especial. Tienen vedado el derecho a desplazarse…En estas condiciones, hablar de integración musulmana es puro sarcasmo…En Melilla, salvo excepciones, se tolera a los musulmanes…se coexiste pero no se convive…los barrios de concentración musulmana son acusadamente periféricos y clandestinos e insalubres…la Administración debe legalizar Melilla”[27].

Por su parte, el sociólogo melillense Ali M. Laarbí señalaba en una entrevista:

“El islamismo más exacerbado encuentra en estos sitios más facilidad para reclutar seguidores debido al descontento que produce la crisis económica, social y cultural que padecen este sector de la población musulmana. Los jóvenes están especialmente despolitizados y hastiados del autoritarismo de los partidos tradicionales. Padecen una inseguridad existencial agobiante y en la mezquita encuentran el único lugar donde pueden ejercer las libertades de expresión y reunión. Luego, ante la falta de lideres concretos, idealizan figuras como la de Bin Laden, un auténtico héroe para ellos porque es el único que ha hecho daño al enemigo americano[28].

Es en ese contexto donde la tradición de la escuela ecológica puede ayudar a explicar el diferente escenario social y físico construido. El Censo de 2001 recogía un total de 14.038 habitantes para el distrito administrativo de Las Cañadas de Hidúm, instalados en 3.929 viviendas. Tal como recoge la figura 10, casi la mitad de las mismas (1.924 viviendas) se construyeron entre 1981 y 2001, coincidiendo con los proceso de legalización de inmigrantes e indocumentados. Algunos de esos habitantes (empadronados pero no necesariamente legalizados) se han integrado plenamente en la economía y, tal vez, en la sociedad melillense. Otros, la mayoría, subsisten a duras penas mediante trabajos marginales, precarios o directamente ilegales, como todos los derivados del contrabando o “comercio atípico” en eufemismo extendido en la ciudad. Por esa vía, muchos son los que tienen una difícil relación con la Ley o son directamente delincuentes. Las teorías de ecología social señalan que ese tipo de frustraciones son las responsables del fracaso personal y de los conflictos individuales (aparición de usos delictivos y de integrismos).

 

Figura 11. Melilla 2001, Viviendas construidas por décadas en el distrito de las Cañadas de Hidúm.
Fuente: INE, Censo 2001, elab. prop.

 

Las Cañadas de Hidúm aparecen reiteradamente en los medios de comunicación como el cuartel general de las familias que dirigen el narcotráfico en Melilla. De hecho, pese a la penuria del urbanismo, la arquitectura no es pobre y alguna arquitectura es rica (en los apretados callejones se levantan grandes casas inspiradas en palacios de cuento oriental). El grupo se ha ido perfilando hasta definir una comunidad que, lejos de estar mal socializada, han creado estrechos lazos de socialización en su subcultura vecinal, afectada por dos potentes fuerzas de presión que son los que regulan el orden especial del barrio y, de acuerdo con él, conceden las ayudas (las propias y las ayudas sociales concedidas por la administración pública). Se trata de las familias del narcotráfico y del movimiento islámico más conservador, apoyado económicamente por los primeros, en extraña relación: mientras unos aumentan la legión de toxicómanos a sus órdenes, en la mezquita se dedican a desengancharlos, a cuidarlos físicamente y a adoctrinarlos moralmente en los preceptos de las interpretaciones más radicales del Corán y, también en la causa independentista, mediante predicadores formados en Marruecos y sermones supervisados por el Ministerio de Asuntos religiosos del país vecino. Todas las casas están conectadas (vía parabólicas) con emisoras árabes como Al Jazzira o Al Manar (causa palestina).

A unos y otros conviene el escenario físico, como nicho ecológico apropiado para sus fines. De manera que el barrio ha devenido de kasba en auténtico al qasr (alcazar) fortaleza donde unos protegen a otros e intimidan a los extraños. No es gratuito, por tanto, el nombre popular que recibe el barrio: la Cañada de la Muerte, en forma de clara amenaza. Se suceden los problemas de inseguridad y las agresiones hacia otros barrios y otras culturas. Los accesos están vigilados, la seguridad pública no llega, tanto por la imposibilidad de patrullar a bordo de automóviles, como por una cierta tolerancia ante las reiteradas acusaciones de servir a una causa colonial o de mantener actitudes xenófobas.

La escasa percepción del orden público en el barrio, cuando no el orden impuesto por narcos y religión, animan a sus vecinos a mantener el tipo de arquitectura y urbanismo que consideran propios, y prosigue el crecimiento del barrio en altura (las casas se elevan hasta cinco plantas mediante precarias técnicas de autoconstrucción, para dar cobijo a los descendientes) y en extensión, desbordándose por los confines, en constante proceso de ocupación de suelos afectados por servidumbre militar.

En ese espacio, las primeras directrices se orientaron hacia una elemental asimilación castrense. La explosión en 1928 de un polvorín destruyó las barracas de los primeros moradores: unos fueron trasladados a otro barrio, pero la inmensa mayoría de los damnificados fue obligada a levantar casas de mampostería en un nuevo asentamiento –Cabrerizas Bajas-, con un reparto de parcelas de 50m2, perfectamente ajustado a las directrices de un campamento militar: orden y subordinación frente a caos.

Pero el nuevo barrió pronto se vio desbordado por el rápido crecimiento de la población musulmana, que comenzó a ocupar los taludes de las demás cañadas, con el beneplácito del ejército propietario de los terrenos.

Desde las administraciones públicas –estatal y local- el concepto de asimilación ha sido el que ha guiado las demás propuestas para ese colectivo, que han hallado creciente confrontación conforme el grupo iba autodefiniéndose como comunidad específica, con señas de identidad cada vez más definidas y una actitud paulatinamente más combativa en favor de sus derechos. Al margen de la discutible bondad de los planteamientos de asimilación, la insuficiencia de los mismos ha sido argüida como evidencia de la existencia de una clara voluntad institucional de mantenimiento de la exclusión social en ese colectivo, con intervenciones “sobre los excluidos”, pero no “contra la exclusión”[29]. Las propuestas, siempre puntuales, poco adecuadas o directamente ineficaces se sustentan en la visión de la exclusión como un problema que atañe exclusivamente a los excluidos, cuando no se les responsabiliza directamente de su situación. 

La teoría social ecológica señala que los gobiernos municipales deben desarrollar eficaces mecanismos de asimilación que generen un cambio empático general, sobre la base de la participación de la comunidad afectada, orientados hacia su “modernización”. Al tratarse de un colectivo nuevo, las  primeras demandas se centran en el problema de la vivienda, seguido por la cuestión laboral y en tercer lugar por las relaciones con la Administración. Por ello, las primeras medidas de asimilación deben orientarse precisamente hacia la vivienda y el urbanismo. De ese modo, en el ámbito de las Cañadas se han desarrollado en las últimas décadas otras cinco propuestas urbanísticas, promovidas por la empresa municipal de la vivienda, que se sitúan pretendidamente en los bordes del asentamiento musulmán para frenar su expansión. Son las nuevas barriadas de Tiro Nacional, La Palmera (348 viviendas), Los Pinares (155 viviendas) y Averroes (258 viviendas), a las que han de seguir otras promociones de viviendas sociales, en los nuevos terrenos desafectados por el paulatino desmantelamiento del campamento militar de la Legión (figura 12).

 

Figura 12. Melilla, el mosaico de las Cañadas de Hidúm.
1, Cabrerizas Bajas; 2, conjunto del Barrio Musulmán; 3, Cañada de la Muerte (parte del Barrio Musulmán); 4, Las Palmeras; 5, Tiro Nacional; 6, Los Pinares; 7, Averroes; 8, depósito reventado; 9, laderas afectadas por campamento militar; 10, cañadas “urbanizables” para nuevas promociones de viviendas sociales.  
Fuente: Plan General de Melilla, 1995.

 

Siempre insuficientes, los repartos de las viviendas han sido objeto de numerosas críticas y acusaciones de favoritismos. Lo cierto es que el pliego de exigencias de la administración pública favorecen a los más asimilados: los legales, con  situación laboral y familiar estable. Los inmigrantes e indocumentados de Melilla, como otros en el resto del País, se hallan insertos en un sistema de asignación política y burocrática de recursos siempre escasos, lo que plantea una abierta competencia entre ellos, ya que algunos obtienen mejor trato. Así, una crítica constante entre los colectivos musulmanes es la de que la Administración con sus prácticas divide la opinión de los vecinos e incluso les lleva a enfrentamientos directos entre ellos (entre asociaciones): reparto interesado de beneficios y ayudas que fracciona el integrismo.

Son viviendas a la europea, bajo los estándares de calidades mínimas aplicables a los pliegos de concurso de la Administración pública. El 83 por ciento de las nuevas promociones de viviendas sociales cuentan con  3 o 4 dormitorios, conforme con el tamaño medio de las familias del distrito (3,6 miembros por familia en 2001). Se agrupan en edificios de hasta 10 plantas de altura, para aprovechar el escaso suelo disponible en la ciudad autónoma, con bajos destinados a locales comerciales, garajes y trasteros. Los edificios exentos se levantan sobre una pequeña urbanización ajardinada, con juegos infantiles y pequeñas áreas deportivas y, prácticamente en todos los casos, con un local para acoger las actividades de la asociación de vecinos.

Se trata, en todos los casos, de “productos acabados” en sí mismos (que no pueden ampliarse), contrapuestos por tanto con el deseo de que los hijos de la familia permanezcan juntos más allá de su matrimonio, como manifiestan las sucesivas plantas levantadas (o a medio construir) de prácticamente todas las viviendas autoconstruidas de las Cañadas: dispersión de los miembros de la familia frente al gueto (figura 13).  

La urbanización avanza con serias dificultades. Las viviendas ilegales han ido dotándose de energía eléctrica, de agua corriente y de alcantarillado, con graves inconvenientes derivados de la abrupta orografía y del laberinto de calles-sendas. Otros inconvenientes de orden social han experimentado equipamientos como el único colegio existente, donde con un alumnado íntegramente musulmán que se expresa en lengua tamazight, se imparte las clases en castellano. De ahí que sea a la vez, equipamiento demandado y rechazado por su proceder (el abandono, el ausentismo y el fracaso escolar han sido estimados en un 70 por ciento): clara asimilación cultural frente a integración.

Se suceden también los actos vandálicos sobre los lugares de ocio y esparcimiento, de forma que sistemáticamente son arrasados jardines e instalaciones para juegos infantiles, circunstancia que priva a las familias y a los más jóvenes de áreas para la socialización, que no sean otras que las protegidas por el ámbito de la mezquita. De ese modo, la urbanización Los Pinares se delimitó con una valla –a modo de urbanización cerrada pero pública- para intentar garantizar la habitabilidad y mantenimiento de los espacios comunes. La valla ha servido de soporte para la autoconstrucción de nuevas viviendas y, sobre todo, para encerrar a los que viven de manera diferente.

La información que procede vía satélite y se cuela en las viviendas por el bosque de parabólicas se complementa/combate con la más oficial información que está llegando a través de la televisión terrestre -TDT-, merced a los esfuerzos realizados por la administración pública, atraída por la eficacia electoral de las medidas coyunturales y vistosas.

Más evidente es el conflicto en las propuestas de uso y en las funciones asignadas a los locales cedidos por la administración local en cada uno de los barrios. Como va dicho, las primeras asociaciones de vecinos reivindicaron cuestiones básicas –vivienda, papeles, trabajo- y se estructuraron sobre algunas personas especialmente capacitadas del barrio (dinámicas y alfabetizadas, de origen bereber). A esas siguieron otras asociaciones interculturales, que elevaron las exigencias hasta el nivel medio de los derechos ciudadanos. Pronto experimentaron las presiones de uno y otro lado, hasta acabar intervenidas o afectadas, bien por la propia administración pública, bien por grupos religiosos islamistas (algunos integristas).

La administración pública promueve la transformación de las asociaciones culturales en “asociaciones de vecinos” más funcionales, al tiempo que fomenta la creación de nuevas asociaciones vecinales, en una estrategia de conversión de creyentes en ciudadanos. Por ello, ha llegado a prohibir que los locales de las asociaciones se utilicen como mezquitas, al tiempo que propone para ellos ludotecas, diversos talleres ocupacionales de inserción laboral y de educación general (alfabetización y español como lengua). Muchos de los líderes de esas asociaciones vecinales acaban integrados en las filas de los partidos políticos convencionales. Se potencia su figura como “conseguidores” de ayudas, servicios y nuevos equipamientos para el barrio, pergeñando el concepto de musulmán moderado o directamente del bereber laico y asimilado con el peninsular.

 

 

Figura 13. Los barrios de la Cañada de la Muerte y Averroes muestran el diferente lenguaje simbólico.
Fuente: elaboración propia.

 

Son estrategias contestadas por los islamistas y sus asociaciones (y partido político), que buscan la integración desde el reconocimiento como grupo que defiende su cultura diferenciada, en un territorio que consideran propio: lengua, tradiciones, espacio vital, que va perdiendo referencias simbólicas por la homologación occidental del hábitat –la ciudad concebida como medio de comunicación de masas de valores occidentales, o de la racionalidad funcional, económica y social-. El conflicto permanece ya que las estrategias de asimilación, débiles e inconexas se han caracterizado por el desarrollo de programas puntuales, ayudas asistenciales, medidas coyunturales apremiadas por fuertes demandas, dificultades económicas que han centrado las propuestas en el corto plazo y en propuestas electoralistas, interposición de limitaciones y condicionantes a los programas de inserción de grupos y a sus demandas como tales comunidades diferenciadas. 

 

Notas

[*] Proyecto de investigación: Las ciudades españolas en la etapa autonómica (1978-2008). Ministerio Ciencia e Innovación, referencia CSO2009-11261 (Subprograma GEOG).

[1] INE: desde 1986 hasta 1995 los datos son de población de derecho, extraídos del Padrón; desde 1996 son datos oficiales de la Renovación anual del Padrón a 1 de enero. El acusado descenso de todas las curvas en el año 1996 se debe, fundamentalmente, a los efectos estadísticos en el cambio de metodología: además, las cifras de 1995 se refieren a 31 de diciembre y las de 1996 a 1 de mayo; desde 1997 en adelante se refieren al 1 de enero.

[2] Principio de arraigo establecido en el Reglamento de ejecución de la Ley de Extranjería (Ley Orgánica 4/2000, reformada por la 8/2000):

- llevar tres años de residencia ininterrumpida en España;
- carecer de antecedentes penales;
- no tener prohibida la entrada en España;
- contar, en el momento de la solicitud de arraigo, con un contrato de trabajo (o contrato condicionado) por un periodo mínimo de un año;
- acreditar vínculos familiares con otros extranjeros residentes o presentar un informe del Ayuntamiento que acredite su inserción social.

[3] González.  2008

[4] González.  2008

[5] La ciudad aprobó su primer PGOU en 1986, revisado en 1995

[6] PGOU Melilla, 1995, pp. 200-203

[7]http://www.elfaroceutamelilla.es/content/view/11259/73/.- La Unidad de Policía Administrativa (Gruro) del Gobierno local de Melilla realizó durante el mes de marzo de 2009 un total de 115 actuaciones, según informó la Consejería de Seguridad Ciudadana. Las actuaciones más numerosas están relacionadas con los informes remitidos a la Consejería de Fomento. En concreto, se mandaron 21 sobre ejecución de obras susceptibles de causar perjuicios a ciudadanos o a bienes públicos –como las aceras– y sobre la localización, identificación de promotores, propietarios o administradores, entre otros. El Gruro también hizo 20 denuncias por infracciones a ordenanzas de tráfico relacionadas con obras, entregó catorce notificaciones y actuó en trece obras no autorizadas –por carecer de licencia o no ajustarse al permiso– y en doce ocupaciones de vía pública no autorizada. La Unidad de Policía Administrativa detectó seis deficiencias en inmuebles, elementos arquitectónicos urbanos o en viviendas en mal estado o abandonadas. Además, hizo seis requerimientos de ciudadanos por obras y cinco acompañamientos técnicos con Fomento, Catastro o Inspección de Trabajo.

[8]Youssef Hoteir. 1993

[9] <http://www.elmundo.es/1997/11/18/sociedad/18N0004.html> [20 de marzo de 2009].

[10] Chevalier. 1979

[11] Benet. 1963

[12] Chueca. 1981

[13] Ben Attou. 2002

[14] El Abdellaoui, Boulifa, Azougagh, Chikhi. 2002

[15] Ali Hathlaul. 1981

[16] Chueca Goitia 1982

[17] González Enríquez 2008

[18] BOE núm 62, de 14 de marzo de 1995, Ley Orgánica 2/1995, de 13 de marzo, de Estatuto de Autonomía de Melilla, artículo 5

[19] Mayoral del Amo 2005

[20] González Enríquez 2008

[21] DIARIO DE SESIONES DELCONGRESO DE LOS DIPUTADOS, COMISIONES. Año 2006 VIII Legislatura Núm. 538, 28 de marzo de 2006, Sobre reconocimiento de los derechos de identidad de las poblaciones que habitan en las ciudades de Ceuta y Melilla. Presentada por los Grupos Parlamentarios Vasco (EAJ-PNV), Mixto y Esquerra Republicana de Catalunya. (Número de expediente 161/001466.)

[22] Pragmatismo criticado por cuanto supone el alejamiento de los fundamentos étnico-religiosos del partido.

[23] El Estatuto de Ciudad Autónoma de Melilla fue aprobado por la Ley Orgánica 2/1995 de 13 de marzo,  para definir con unidad jurídica la identidad de la Ciudad de Melilla.

[24] <http://www.elpais.com/articulo/espana/fiesta/Cordero/sera/oficial/> [20 de marzo de 2009].

[25] <http://www.diariosur.es> Coalición por Melilla defiende las costumbres de los musulmanes ante las críticas de Ignacio Cosidó, [7 de julio de 2008]

[26] Bouza Álvarez 1991

[27] <http://www.elpais.com/articulo/> Legalizar Melilla [11 de mayo de 1985].

[28] <http://www.elmundo.com/articulo>  Alerta en Melilla por el integrismo [25 de mayo de 2003].

[29] Mayoral del Amo 2003.

 

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[Edición electrónica del texto realizada por Gerard Jori]

 

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