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Scripta Nova
REVISTA ELECTRÓNICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona. ISSN: 1138-9788. Depósito Legal: B. 21.741-98
Vol. XIV, núm. 324, 20 de mayo de 2010
[Nueva serie de Geo Crítica. Cuadernos Críticos de Geografía Humana]

 

EL VOLCANISMO BASÁLTICO MONOGÉNICO DE TENERIFE (CANARIAS, ESPAÑA): REFLEXIONES SOBRE EL PELIGRO Y EL RIESGO VOLCÁNICO

Fco. Javier Dóniz Páez
Escuela de Turismo Iriarte
Universidad de La Laguna
jdoniz@ull.es

Recibido: 27 de octubre de 2008. Devuelto para revisión: 3 de diciembre de 2008. Aceptado: 8 de octubre de 2009.

El volcanismo basáltico monogénico de Tenerife (Canarias, España): reflexiones sobre sus peligros y riesgos (Resumen)

Tenerife (Canarias, España) constituye la isla más extensa (2034 Km2) y elevada del Archipiélago (3718 m). Ésta se ha construido a partir de la acumulación de materiales volcánicos de diferente naturaleza (básica, ácida e intermedia) a lo largo de varios millones de años. En Tenerife se reconocen diferentes tipos de edificios volcánicos: volcanes escudos, estratovolcanes, calderas, mares, anillos y conos de tobas, domos, conos de escorias, etc.; entre los que destacan los 297 volcanes basálticos monogénicos. Su elevado número, en comparación con el resto, indica que corresponden al modelo eruptivo que más reiteradamente se ha producido en el pasado geológico reciente de Tenerife y, por tanto, al que dispone de las mayores probabilidades de ocurrencia y de los menores periodos de retorno. En este trabajo se presenta un modelo teórico de volcán basáltico mogénico tipo. Para su obtención se utiliza una metodología propia basada en 17 parámetros morfológicos y morfométricos cualitativos (forma, emplazamiento, tipo de cráter, etc.) y cuantitativos (altura, diámetro, pendiente, etc.), seleccionados de entre más de treinta índices a partir de correlaciones de Pearson, y agrupados en intervalos modales. El volcán basáltico monogénico tipo obtenido corresponde a un volcán de tamaño pequeño (altura <100, volumen <0,01 y área <0,2), generado a partir de erupciones de carácter fisural, de magnitud moderada y de dinámica estromboliana y estromboliana violenta. Estos volcanes se localizan en sectores de pendientes más o menos acentuadas y con cráteres abiertos y emiten más coladas que piroclastos. Este volcán tipo es el que más probabilidades eruptivas futuras posee y aporta información de los peligros y los riesgos volcánicos.

Palabra claves: geomorfología volcánica, morfometría, volcán basáltico monogénico, peligro y riesgo volcánico, Tenerife, Canarias.

The cinder cones of Tenerife (Canary Islands, Spain): implications for volcanic hazard and volcanic risk (Abstract)

Tenerife, the most extensive and high island of the Canarian Archipelago, is characterized by its volcanic complexity, due to the accumulation of different volcanic materials over several million years. Different types of volcanic edifices can be recognized (shield volcano, stratovolcano, calderas, maars, tuff cones, tuff rings, domes, cinder cones...), among which stand out 297 basaltic monogenetic volcanoes. The large number of these edifices, with respect to the other existing morphological types, indicates that they correspond to the most common eruptive process occurred in the recent geological past of Tenerife and, therefore, the one with most probability of occurrence and the shortest recurrence period. In this paper, a theoretical model is presented with the most outstanding volcano-morphological features of the monogenetic volcanoes of Tenerife and of the main morphostructures of the island, with the aim of establishing a characteristic volcano-type. A self-designed and simple methodology has been applied, based on statistical correlations and modal intervals of the morphological and morphometric parameters best defining their morphology. The basaltic monogenetic volcano-type obtained corresponds to a small size volcano (height <100 m, volume <0.01 km3 and area <0.2 km2), constructed by fissural eruptions, moderated in magnitude and of strombolian to violent strombolian dynamics. The setting up of this volcano-type theoretical model has allowed to define the most probable eruptive activity in the future, the most common hazards associated and the potential volcanic risks derived from this activity.

Key words: volcanic geomorphology, morphometric, cinder or scoria cone, volcanic hazard and risk, Tenerife, Canary Islands.

Los volcanes basálticos monogénicos constituyen las formas eruptivas más comunes producidas por una erupción subaérea (Wood, 1980; Vespermann y Schmincke, 2000). Estos volcanes se elaboran durante un sola fase eruptiva, involucran un tipo de magma (Cas y Wright, 1987), poseen un sistema de conductos simple que es el empleado durante esa única fase, que puede durar desde varios días a varios años y están asociados a ambientes tectónicos de extensión (Takada, 1994). En general, se trata de conos de piroclastos formados por la acumulación de depósitos de caída soldados o no, con formas simétricas e irregulares y de diferente tamaño (lapilli, bombas, bloques, escorias, depósitos de spatter, cenizas, etc.), xenolitos y lavas interestratificadas (Dóniz Páez et al., 2008) Estos conos y las lavas emitidas incluyen desde basaltos olivínicos, basaltos olivínico-piroxénicos y basaltos alkalinos con olivino (Barrera et al., 1998). Los piroclastos se disponen formando capas de diferente potencia que varían desde varios centímetros hasta pocos metros (Martin y Németh, 2006; Valentine y Keating, 2007; Valentine et al., 2007).

En Tenerife este tipo de volcanes suman 297, por lo que también son los más numerosos de la isla. Cuando existe un número elevado de elementos dentro de una población-muestra, como es el caso de los volcanes que nos ocupa, es necesario establecer sistematizaciones que ayuden a comprender, en primer lugar, si existen características comunes entre ellos y posteriormente, establecer cuáles son los rasgos generales de las erupciones que los han originado. Al ser este tipo de manifestaciones eruptivas las más abundantes del volcanismo subaéro tinerfeño y corresponder, a su vez, a las erupciones futuras más problables, es necesario obtener el volcán basáltico monogénico tipo de Tenerife empleando estudios estadísticos. Para el volcán más frecuente se ha aplicado una metodología propia y sencilla, basada en correlaciones estadísticas e intervalos modales de los parámetros morfológicos y morfométricos que mejor definen su morfología. El modelo obtenido servirá de base a estudios futuros sobre los peligros y los riesgos que este tipo de erupciones desempeñan en la isla.

El objetivo fundamental de este trabajo es, por tanto, la elaboración de un modelo teórico de los conos volcánicos de Tenerife y de cada uno de los campos volcánicos definidos en la isla y observar si existen o no diferencias entre unos y otros. Asímismo,  se estalece una correlación entre el modelo teórico obtenido y la realidad. El establecimiento del volcán basáltico monogénico tipo permite definir los rasgos volcanomorfológicos esenciales; pero además, una vez establecidos éstos, puede definirse el comportamiento eruptivo más probable en el futuro, los peligros más comunes asociados a él y los potenciales riesgos volcánicos que se derivarían de los mismos.

Área de estudio

Tenerife ocupa una posición central en el Archipiélago y está caracterizada por su complejidad volcanológica (figura. 1). Los materiales volcánicos subaéros más antiguos se encuentran en los macizos de Anaga (NW), Teno (NE) y Roque del Conde (S), con edades que varían desde más 12 Ma en el Roque del Conde a los 7 Ma en la base de Anaga (Ancochea et al., 1990, Martí et al., 2008b). Estos macizos representan las principales etapas de volcanismo en escudo (Thirlwall et al., 2000, Martí et al., 2008b), se construyeron a partir de episodios eruptivos fisurales de baja energía y de dinámica estromboliana y/o hawaiana y de naturaleza predominantemente basáltica, donde destacan los basaltos ankaramíticos, basaníticos y alcalinos (Fuster et al., 1968); aunque también pueden reconocerse materiales sálicos. Estos macizos volcánicos antiguos están constituidos por la superposición de tongadas de coladas de lavas, de hasta 1000 metros de potencia, con intercalaciones de piroclastos y atravesadas por una densa red de diques.

 

Figura 1. Mapa geológico simplificado de la isla de Tenerife.
Modificado de Ancochea et al., 1990.

 

Hace unos 4 Ma, la actividad volcánica se trasladó a la zona central de Tenerife (Edificio Cañadas) (Martí et al., 1994b; 2008b) a lo largo de las dorsales y al sur de la isla (Marti et al., 2008a), sin embargo, también afectó de manera esporádica y puntual a los macizos de Anaga (Volcán de las Rosas) y Teno (Volcanes de El Palmar, Tierra del Trigo, Taco, Aregume, etc.). En este período las manifestaciones volcánicas y los productos resultantes son mucho más heterogéneos (basálticos, fonolíticos, traquitas, etc.) que los predominantemente basálticos del volcanismo en escudo de la etapa anterior. La dinámica de las erupciones oscila entre el tipo estromboliano y pliniano y la naturaleza de los materiales es tanto básica como ácida, destacando entre estos últimos las traquitas y las fonolitas (Fuster et al., 1968, Martí et al., 1994b, 1998).

Simultáneamente a la construcción de el Edificio Cañadas se inicia la edificación de la dorsal NE o Cordillera Dorsal (Pedro Gil), durante un corto intervalo de tiempo que oscila entre 2Ma-0.18 Ma (Martí et al 2008a), como consecuencia de un volcanismo fisural esencialmente basáltico (Dóniz Páez, 2002). El Complejo Central, al igual que las construcciones previas configura una estructura compleja fruto de la superposición de diferentes edificios. Las manifestaciones volcánicas iniciales fueron basálticas, <4Ma a 1.56 Ma (Martí et al 2008a), para ir progresivamente evolucionando hacia sálicas, intermedias e incluso peralcalinas (Araña, 1971); la mayoría de las erupciones que originaron el Conjunto Cañadas fueron de tipo explosivo, cuyas evidencias pueden reconocerse en los productos sálicos (piroclastos de caída, oleadas y coladas piroclásticas) depositados en la vertiente meridional de Tenerife (Bryan et al., 1998), en las denominadas Bandas del Sur.

 

 

     

 

Figura 2. Volcanes basálticos monogénicos de Tenerife correspondientes a la dorsal NE, Bandas del Sur, Dorsal NW y Macizo de Teno.

 

Tras la desaparición del Edificio Cañadas, bien por procesos múltiples de colapso vertical (Araña, 1971; Martí et al., 1994b; Martí et al., 1997; Martí y Gudmundsson, 2000, Geyer y Martí, 2009...), bien por procesos de deslizamiento (Watts y Masson, 1995; Ancochea et al., 1999...), se forma la Caldera de las Cañadas, con un perímetro de 27 km y diámetros mayor y menor de 16 y 9 km respectivamente. La actividad volcánica postcaldera en Las Cañadas se concentra en la parte norte de la misma con la edificación de los estratovolcanes de Pico Viejo y del Teide, cuyas culminaciones están separadas sólo por una distancia de 2,5 km. En estos estratovolcanes fisurales se yuxtaponen, imbrican y superponen materiales diversos fruto de erupciones de dinamismos igualmente diferenciados que ponen de manifiesto su compleja evolución geológica (Ablay y Martí, 2000) y geomorfológica (Martínez de Pisón y Quirantes, 1981). Los productos emitidos desde los estratovolcanes rellenan la depresión y tapizan parte de la vertiente norte de la isla. Paralelamente a la construcción de Pico Viejo-Teide y al relleno de La Caldera de las Cañadas, en el resto de Tenerife se producen numerosas erupciones que construyen centenares de volcanes monogénicos basálticos de formas fisurales (figura. 2), con comportamientos estromboefusivos y estrombo-explosivos.

 

Figura 3. Campos volcánicos de la isla de Tenerife.

 

Los productos generados por estas erupciones recubren la práctica totalidad del relieve previo originando varios campos de volcanes: Campo Volcánico de Teno (CVT), Campo Volcánico de San Lorenzo-Las Galletas (CVSLG), Campo Volcánico de Pedro Gil (CVPG), Campo Volcánico de Pico Viejo-Teide (CVPVT) y Campo Volcánico de Bilma (CVB) (figura. 3) que caracterizan el paisaje geomorfológico de gran parte del territorio insular y que disponen de rasgos topográficos, geológicos, geomorfológicos, volcanológicos y evolutivos similares (Dóniz Páez, 2004; 2005; Dóniz Páez et al., 2008). Los volcanes monogénicos de naturaleza basáltica de Tenerife constituyen el objeto de estudio de este trabajo. El análisis detallado de sus rasgos geomorfológicos pueden consultarse en Dóniz Páez (2004 y 2009) y Dóniz Páez et al. (2008).

Metodología

La definición del volcán basáltico monogénico tipo de Tenerife se ha basado en datos de carácter morfológico y morfométrico. El objetivo final es sintetizar los caracteres volcanomorfológicos más significativos de este tipo de volcanes de Tenerife. Para ello se eligen los parámetros (cualitativos y cuantitativos) que mejor definen su morfologia, referidos tanto a la muestra completa de edificios volcánicos, como a cada uno de los campos volcánicos descritos para Tenerife (Dóniz Páez, 2004, 2005). A continuación se lleva a cabo el análisis de cada parámetro y se agrupan por intervalos, eligiendo aquellos intervalos idóneos para que la muestra sea representativa. Por último, con estos datos se obtiene el modelo que representará al mayor número de volcanes de este tipo en la isla.

Para la elaboración de este modelo teórico se han tenido en cuenta datos de carácter cualitativo (forma, apertura del cráter, naturaleza química de los materiales y rasgos del área de emplazamiento) y cuantitativo (altura, volumen, superficie, diámetro basal, pendiente, número de cráteres, profundidad del cráter, etc.).

Los datos cualitativos se basan invariablemente en el atributo mayoritario dentro de una categoría. Por ejemplo, dentro de la forma del cono, se eligió aquélla cuyo porcentaje era más elevado, que corresponde a los volcanes abiertos en herradura.

Para el análisis de los datos cuantitativos, y tras desechar el establecimiento del volcán tipo a partir de la media o la moda (valores poco representativos de la población de volcanes monogénicos de Tenerife), se aplicó un estudio basado en correlaciones de Pearson (Pearson, 1896). Se enfrentaron un total de 15 parámetros, de los cuales cinco (nº de cráteres, distancia de separación media entre conos, pendiente, elongación de conos y elongación de cráteres) no poseen índices de correlación buenos, dejando sólo aquellos diez parámetros que si los presentaban (Aco, Dco, dco, Dmco, Vco, Sco, Pcr, Dcr, dcr y Dmcr) (cuadro 1). Consultar Dóniz Páez (2004 y 2009) y Dóniz Páez et al., 2008, para ver la menera en como se obienen los datos.

 

Cuadro 1.
Correlaciones de Pearson para diferentes parámetros morfométricos de los volcanes basálticos monogénicos de Tenerife
En color negro las correlaciones buenas y en gris las correlaciones malas. Aco= altura cono, Dco= diámetro mayor cono, dco= diámetro menor cono, Dmco= diámetro medio cono, Vco= volumen, Sco= superficie, Nºcr= nº cráteres, Dcr= eje mayor cráter, dcr= eje menor cráter, Dmcr= eje medio cráter, Sep= separación media entre conos, Pte= pendiente conos, Eco= elongación cono, Ecr= elongación cráter

Item

Aco

Dco

dco

Dmco

Vco

Sco

cr

Pcr

Dcr

dcr

Dmcr

Sep

Pte

Eco

Ecr

Aco

-

0.78

0.72

0.78

0.78

0.70

0.07

0.83

0.67

0.58

0.68

0.28

0.25

0.05

0.07

Dco

0.78

-

0.86

0.97

0.79

0.88

0,08

0.63

0.80

0.70

0.82

0.29

0.13

0.11

0.18

dco

0.72

0,86

-

0.96

0.71

0.89

-0.03

0.57

0.72

0.76

0.79

0.29

0.12

0.11

-0.25

Dmco

0.78

0.97

0.96

-

0.78

0.92

0.03

0.63

0.79

0.75

0.83

0.30

0.13

0.01

-0.01

Vco

0.78

0.79

0.71

0.78

-

0.80

0.05

0.62

0.63

0.55

0.65

0.22

0.17

0.05

0.14

Sco

0.70

0.88

0.89

0.92

0.80

-

-0.01

0.60

0.75

0.72

0.79

0.24

0.12

-0.02

-0.04

cr

0.06

0.08

-0.03

0.03

0.05

-0.01

-

0.10

0.05

-0.13

-0.02

-0.11

0.13

0.28

0.19

Pcr

0.83

0.63

0.57

0.63

0.62

0.60

0.10

-

0.75

0.57

0.73

0.20

0.28

0.16

0.12

Dcr

0.67

0.80

0.72

0.79

0.63

0.75

0.05

0.75

-

0.71

0.96

0.22

0.16

0.23

0.14

Dcr

0.58

0.70

0.76

0.75

0.55

0.72

-0.13

0.57

0.71

-

0.88

0.24

0.17

-0.31

-0.13

Dmcr

0.68

0.82

0.79

0.83

0.65

0.79

-0.02

0.73

0.96

0.88

-

0.24

0.18

0.06

0.04

Sep

0.28

0.29

0.29

0.30

0.22

0.24

-0.11

0.20

0.22

0.24

0.24

-

0.06

-0.06

-0.05

Pte

0.25

0.13

0.12

0.13

0.17

0.12

0.13

0.28

0.16

0.17

0.18

0.06

-

-0.01

-0.01

Eco

0.05

0.11

0.11

0.01

0.05

-0.02

0.28

0.16

0.23

-0.31

0.06

-0.06

-0.01

-

0.47

Ecr

0.07

0.18

-0.25

-0.01

0.14

-0.04

0.19

0.12

0.14

-0.13

0.04

-0.05

-0.01

0.47

-

 

Una vez definidos los parámetros morfológicos más significativos se procedió a la selección de los valores más representativos de cada uno de ellos. Evidentemente, cuanto más repetidos son los índices, más volcanes similares existen y más posibilidades de que el edificio resultante pueda ser considerado como volcán tipo.

A continuación se agruparon los datos según intervalos representativos de la realidad volcánica (por ejemplo: alturas del cono cada 100 m, ya que casi el 57 por ciento de los volcanes poseen alturas próximas a los 100 metros, de hecho, la altura media de los volcanes monogénicos de Tenerife es de 102 m), eligiendo el intervalo modal, que cuenta con el mayor número de casos. Posteriormente se analizaron los parámetros cuantitativos que son resultado de correlaciones diversas entre índices individuales. Estas correlaciones se definen como: la envergadura de los conos que resulta de las interrelaciones entre la altura, el volumen y la superficie, Dóniz Páez (2004 y 2009) y Dóniz Páez et al., (2006).

Por último, sabiendo como sería el modelo de volcán más frecuente de la isla en los últimos miles de años, se enumeran los peligros más significativos y los riesgos potenciales, para ello se establecieron las correlaciones entre la densidad de volcanes y las de población. 

Resultados

Modelo del volcán basáltico monogénico tipo de Tenerife

Teniendo en cuenta el intervalo modal tanto para los parámetros cualitativos como para los valores cuantitativos, podemos observar que en la mayoría de los casos representan siempre más del 50 por ciento (cuadros 2 y 3) de la población total de volcanes monogénicos de Tenerife, lo que permite, por tanto, obtener una aproximación bastante cercana y real de los caracteres morfovolcánicos de los volcanes monogénicos de la isla de Tenerife.

 

Cuadro 2.
 
Rasgos cualitativos de los volcanes monogénicos de Tenerife
utilizados para la elaboración del modelo de
volcán tipo

Parámetro

Atributo mayoritario

Nº conos

% isla

Forma cono

Abierto en herradura

195

65,66

Forma del cráter

Cráter abierto

224

75,42

Material

Exclusivamente básico

203

68,35

Emplazamiento

En pendiente >20º

188

63,29

 

El volcán basáltico monogénico más frecuente de Tenerife (cuadros 1 y 2) se ha construido como consecuencia de erupciones volcánicas subáereas, correspondientes a magmas basálticos y de explosividad moderada. Estos volcanes muestran dinámicas estrombolianas y estrombolianas violentas, con pulsos eruptivos de cadencias rítmicas cada pocos segundos y con la emisión de abundantes caudales lávicos. Constituyen aparatos de tipo fisural; pues tanto el número de cráteres (que oscila entre 1 y 20-30 bocas eruptivas) como la elongación (factor de distorsión que resulta de dividir el diámetro mayor del volcán entre el eje menor del cono) de los mismos ponen de manifiesto su carácter eminentemente alargado. Así mismo, los volcanes se construyen a partir de fracturas que se abren en sectores de topografías con pendientes más o menos acusadas (en torno a los 25º).

 

Cuadro 3.
 
Rasgos cuantitativos de los volcanes monogénicos de Tenerife
utilizados para la elaboración del modelo de volcán tipo

Parámetro conos

Intervalo modal

Nº conos

% isla

Altura

< 100m

169

56,9

Diámetro mayor

< 500m

150

50,51

Diámetro menor

< 500m

211

71,04

Diámetro medio

< 500m

172

57,91

Volumen

< 0,01 km3

185

62,28

Superficie

< 0,2 km2

176

59,26

Diámetro mayor cráter

201-500m

137

52,09

Diámetro menor cráter

< 200m

164

62,36

Diámetro Medio cráter

201-500

140

53,23

Profundidad cráter

< 50m

105

39,54

Tamaño

Pequeño (Aco= <100 m; Vco=<0,01Km3; Sco= <0,2 km2)

182

61,23

 

Estas erupciones dan lugar a la construcción de edificios troncocónicos de plantas simétricas; con tendencia a la circularidad (con diámetros mayores y menores de la base del cono < 500 metros), con dorsos regulares de pendientes medias en torno a los 26º y de morfología en herradura típica (146 conos de la isla muestran este tipo de forma); con varios cráteres (1,33 bocas/cono de media), alargados (con diámetros mayores y menores contrastados), abiertos a favor de la máxima pendiente (196 bocas eruptivas que suponen más del 87% de los cráteres abiertos) y con profundidades de sus bocas de en torno a los 50 metros. No obstante, la mayoría de los edificios de la isla muestran perfiles transversales claramente asimétricos como resultado de la acción del viento, de la pendiente, de la topografía, de la inclinación del conducto eruptivo, o de la combinación de todos o de varios de estos factores.

De acuerdo con todo esto, el modelo tipo estaría constituido por edificios de tamaño pequeño, relativamente próximos unos de otros; es decir, con índices de agrupamiento medio (distancia en metros entre la base de un volcán y la base de su vecino más próximo) en torno a los 836 metros, conformando campos volcánicos con densidades relativamente altas que oscilan entre los 0,11 conos/km2 (CVT y CVSLG) y 0,15 conos/km2 (CVPG y CVB). 

Una vez establecido el volcán tipo de Tenerife, se aplicó el mismo método para llevar a cabo el estudio detallado de cada una de las morfoestructuras establecidas, con el fin de observar las posibles variaciones existentes entre ellas. Al analizar detenidamente los datos obtenidos para cada una de las cuatro grandes morfoestructuras de la isla, se observó que no existen diferencias sustanciales entre el volcán tipo de Tenerife y el modelo establecido para las diferentes morfoestructuras eruptivas y tampoco entre ellas mismas. Estos aspectos ponen de relieve la bondad del método utilizado para el establecimiento del volcán basáltico monogénico tipo de Tenerife y la gran homogeneidad volcanológica general de los volcanes de estas características de la isla (Dóniz Páez et al., 2008).

El volcán tipo: reflexiones sobre los peligros y el riesgo volcánico

Peligros y riesgos volcánicos

Para evaluar el riesgo volcánico la base metodológica que más comúnmente se ha utilizado es la ecuación desarrollada por el Grupo de Trabajo para el Estudio de los Peligros Naturales (UNESCO, 1972), que interpreta el riesgo como: Riesgo = (valor) x (vulnerabilidad) x (peligro). El valor representa el número de vidas humanas en peligro, el valor económico de los bienes y propiedades y la capacidad productiva. La vulnerabilidad mide la proporción el valor que potencialmente se perderá como resultado de un determinado evento volcánico, es un concepto dinámico relacionado con los procesos socioeconómicos pasados y futuros y con la toma de decisiones individuales (Dibben y Chester, 1999). Y el peligro mide la probabilidad de que un área se vea afectada por cierta manifestación volcánica en un intervalo de tiempo determinado (Ortiz, 1996; Gómez, 1996, Lockwood, 2006; Delgado, 2006; etc.)

Para algunos autores (Lockwood, 2006), los peligros volcánicos hacen referencia a las evaluaciones del pasado, a la historia eruptiva del volcán, utilizando mapas de dataciones; mientras que los riesgos son evaluaciones para el futuro, basándose en la estimación de los peligros, la vulnerabilidad y los estudios estadísticos y probabilísticos. Otros autores (Delgado, 2006), sin embargo, establecen la peligrosidad de un evento eruptivo en relación con la probabilidad de ocurrencia, así, un volcán con periodos de retorno muy amplios presenta baja peligrosidad, aún cuando puede disponer de un riesgo elevado en relación a los caracteres de su pasado geológico y al poblamiento instalado a su alrededor.

En una isla volcánicamente activa (>4 erupciones históricas, la última erupción en 1909, Romero, 1991) y densamente poblada (> 886 mil habitantes en 2008) como Tenerife, establecer criterios que permitan conocer cuál es el modelo eruptivo más probable y que posibilite las medidas a adoptar de cara a la gestión del territorio y, sobre todo, del riesgo volcánico, es de vital importancia. Ahora bien, no siempre es fácil determinar los caracteres que deben ser tenidos en cuenta a la hora de estimar dónde, cómo y cuándo se van a producir las futuras erupciones volcánicas. Sobre todo cuando, como sucede en Tenerife, las erupciones históricas (ocurridas en los últimos 500 años) pueden considerarse poco numerosas y cuando la actividad volcánica no suele estar asociada a una única morfoestructura.

Para la isla de Tenerife se consideran dos posibles tipos de riesgos volcánicos: el volcanismo basáltico-efusivo y el volcanismo explosivo. El primero, fundamentalmente asociado a las dorsales y al campo volcánico del sur de Tenerife, dispone de períodos de recurrencia inferiores a los 100 años (Astiz et al., 1999) y la topografía se convierte en el factor principal que controla el derrame de las coladas de lava. En segundo está más vinculado con el Teide y los centros eruptivos del interior de Las Cañadas (Martí et al., 2008b), con un intervalo de retorno más amplio que el basáltico, y en el que la dirección del viento, a diferentes alturas, controla las áreas que pueden verse cubiertas por materiales piroclásticos (Araña et al., 2000; Felpeto, 2002). En principio, el riesgo asociado al fenómeno volcánico de tipo explosivo es más importante que el del volcanismo basáltico (Araña y Gomez, 1995). Sin embargo, está claro que las erupciones basálticas que son representativas del volcán tipo analizado han sido las más repetidas en el pasado geológico reciente de Tenerife (Martí et al., 1994a), ya que poseen los menores periodos de retorno y disponen de las mayores probabilidades de ocurrencia (Gómez, 1996; Araña et al., 2000).

Para hacer aproximaciones a la delimitación de zonas de peligro y de riesgo se tendrá en cuenta el número, densidad y edad de volcanes monogénicos y el número y densidad de población de Tenerife.

Dataciones absolutas de los volcanes basálticos monogénicos de Tenerife

Múltiples han sido las investigaciones en las que se han llevado a cabo dataciones de los afloramientos volcánicos de la isla de Tenerife. Atendiendo a nuestro objeto de estudio sólo se tendrán en cuenta aquéllas referidas al volcanismo basáltico monogénico. De los 297 volcanes que configuran la población total de Tenerife, sólo se poseen dataciones absolutas de unos 43 edificios eruptivos, lo que implica el 14,48 por ciento de los volcanes de este tipo de la isla (cuadros 4 y 5 y figura 4).

Los métodos y técnicas empleados han sido diversos: C14, K/Ar, paleomagnetismo y fuentes históricas. Estas últimas abarcan los últimos 500 años, es decir desde la época de la conquista de las Islas Canarias, producida entre 1402 y 1496 (Romero, 1991).

Temporalmente, el intervalo que abarcan las dataciones de los volcanes basálticos monogénicos es de unos 791 mil años, que oscila entre los 791 ka de Montaña Birmagen, en extremo NE de Pedro Gil, hasta el año 1909 del volcán Chinyero, cuando tuvo lugar la última erupción en la isla de Tenerife. En general, de los 43 volcanes monogénicos datados, 37 aparatos (86,04%) posee edades inferiores a los 50 ka.

 

Cuadro 4.
  Número de volcanes basálticos monogénicos datados por morfoestructuras

Morfoestructura

Nº volcanes

% respecto morfoestructura

Técnicas  datación

Edad max. min.

Referencia

Teno

4

33,33

K/Ar

260-153ka

Carracedo, 2006

Dorsal NE

15

12,19

C14, k/Ar, paleomagnetismo, históricas

33ka-1705 años

Castellano,1996, Soler et al 1986 Romero 1991

E.Central-B Sur

7

6,08

K/Ar, C14, histórica

323ka-1798 años

Carracedo et al 2003, Carracedo 2006

Romero 1991

Dorsal NW

17

36,97

K/Ar, C14, paleomagnetismo, históricos

15ka-1909 años

Carracedo 2006,

Romero 1991, Soler et al 1986

Total Tenerife

43

14,48

-

-

-

 

Espacialmente, por morfoestructuras y campos volcánicos, las dataciones se han llevado a cabo en la dorsal NW (Bilma) (39,53%), en la dorsal NE (Pedro Gil) (34,88%), enn el Edificio Central-Teide (16,28%) y, por último, el macizo de Teno (9,31%). Esta diferencia no es de extrañar, ya que en las tres primeras es donde se concentra más del 95 por ciento de los edificios basálticos monogénicos recientes (Dóniz Páez, 2004 y 2009). Entre todas, destacan las dorsales, ya que entre ambas suman más del 74 por ciento de los volcanes simples datados. La menor atención, desde el punto de vista cronológico, de los conos del Edificio Central-Cañadas-Teide, se debe al mayor protagonismo que han suscitado todas las cuestiones referidas a la génesis, evolución y cronología del primitivo Edificio Cañadas y de los estratovolcanes de Pico Viejo-Teide.

 

Figura 4. Volcanes basálticos monogénicos de Tenerife datados.

 

Aunque es cierto que los volcanes monogénicos de unas morfoestructuras y otras parecen haber convivido en el tiempo, en líneas generales y según los datos cronológicos disponibles, es posible establecer, aunque de manera aproximada, algunas tendencias (cuadro 5). En primer lugar, que los volcanes de Teno son los más antiguos, ya que los más recientes datan de hace unos 153 ka (volcán del Palmar). En segundo, que los edificios eruptivos del interior de Las Cañadas y vinculados a los flancos de los estratovolcanes son los más recientes, ya que los más antiguos datan de hace unos 3939 años (M. Chío). En tercer lugar, a pesar de la concomitancia de la erupciones en ambas dorsales, que los conos volcánicos de la dorsal NW son más jóvenes que los de la Dorsal NE, ya que los de mayor edad en la primera datan de hace unos 15,06 ka (Montañas del Banco). Y, por último, que las erupciones históricas han abierto sus cráteres en las cumbres del alto Tenerife, manteniendo, en algunas ocasiones, estrechas conexiones estructurales con el Complejo Teide-Cañadas (Romero, 1991, 1992).

 

Cuadro 5.
 Edades absolutas de los volcanes monogénicos basálticos
de Tenerife. dne= después de nuestra era

Volcán

Edad

Método

Campo volcánico

Fuente

M. Birmagen

791 ka

K/Ar

Dorsal NE

Carracedo et al., 2004

M. Gorda

323 + 6 ka

K/Ar

Cañadas-Teide

Carracedo et al., 2003

Tierra Trigo

260 ka

K/Ar

M. Teno

Carracedo, 2006

Aregume

195 ka

K/Ar

M. Teno

Carracedo, 2006

M. Vallado

178 ka

K/Ar

M. Teno

Carracedo, 2006

V. Palmar

153 ka

K/Ar

M. Teno

Carracedo, 2006

Media Montaña

47200 BP

C14

Dorsal NE

Castellano, 1996

M. Cerrilar

37+3 ka

K/Ar

Dorsal NE

Carracedo et al., 2003

M. Guamasa

33 + 2 ka

K/Ar

Dorsal NE

Carracedo et al., 2003

M. Enmedio

31 + 1 ka

K/Ar

Dorsal NE

Carracedo et al., 2003

M. Banco I

15,06 ka

K/Ar

Dorsal NW

Carracedo, 2006

M. Banco II

15,06 ka

K/Ar

Dorsal NW

Carracedo, 2006

M. Banco III

15,06 ka

K/Ar

Dorsal NW

Carracedo, 2006

Mtñas. Negras

9000 BP

C14

Dorsal NW

Carracedo, 2006

M. Liferfe

8250 BP

C14

Dorsal NW

Carracedo, 2006

Cueva Ratón

6140 BP

C14

Dorsal NW

Carracedo, 2006

M. Chío V

3939 BP

C14

Cañadas-Teide

Carracedo, 2006

M. Chío I

3620 + 70 ka

C14

Cañadas-Teide

Carracedo et al., 2003

M. Ventejes I

1900 BP

C14

Cañadas-Teide

Carracedo, 2006

M. Ventejes II

1900 BP

C14

Cañadas-Teide

Carracedo, 2006

M.Ventejes III

1900 BP

C14

Cañadas-Teide

Carracedo, 2006

M. Samara

1910 + 105 BP

C14

Dorsal NW

Soler y Carracedo, 1986

M. Cascajo

300 dne

Paleomagnetismo

Dorsal NW

Soler y Carracedo., 1986

M. Frailes

1200 dne

Paleomagnetismo

Dorsal NE

Soler y Carracedo., 1986

M. Horca

1200 dne

Paleomagnetismo

Dorsal NE

Soler y Carracedo., 1986

M. Reventada

990 BP

C14

Dorsal NW

Carracedo et al., 2004

M. Negra I

1300 dne

Paleomagnetismo

Dorsal NW

Soler y Carracedo., 1986

M. Negra II

1300 dne

Paleomagnetismo

Dorsal NW

Soler y Carracedo., 1986

M. Negra III

1300 dne

Paleomagnetismo

Dorsal NW

Soler y Carracedo., 1986

M. Negra IV

1300 dne

Paleomagnetismo

Dorsal NW

Soler y Carracedo., 1986

Boca Cangrejo

1492 dne

C14

Dorsal NW

Carracedo, 2006

Sietefuentes I

1704 dne

Crónicas

Dorsal NE

Romero, 1991

Sietefuentes II

1704 dne

Crónicas

Dorsal NE

Romero, 1991

Sietefuentes III

1704 dne

Crónicas

Dorsal NE

Romero, 1991

Fasnia I

1705 dne

Crónicas

Dorsal NE

Romero, 1991

Fasnia II

1705 dne

Crónicas

Dorsal NE

Romero, 1991

Fasnia III

1705 dne

Crónicas

Dorsal NE

Romero, 1991

Fasnia IV

1705 dne

Crónicas

Dorsal NE

Romero, 1991

Arafo

1705 dne

Crónicas

Dorsal NE

Romero, 1991

Garachico

1706 dne

Crónicas

Dorsal NW

Romero, 1991

Chahorra

1798 dne

Crónicas

Cañadas-Teide

Romero, 1991

Chinyero I

1909 dne

Crónicas

Dorsal NW

Romero, 1991

Chinyero II

1909 dne

Crónicas

Dorsal NW

Romero, 1991

 

Todos estos aspectos, junto con otros como el número de volcanes, la densidad de conos por km2, la cronología de los materiales (lavas y piroclastos) o, incluso, los recientes datos sísmicos (IGN), por ejemplo, permiten realizar aproximacione a los lugares más probables donde se puede producir una potencial erupción volcánica de estas características. 

Peligro y riesgo volcánico asociado al volcanismo basáltico monogénico de Tenerife

Cuando comparamos los datos referidos al número de este tipo de volcanes y su envergadura en Tenerife con otras islas potencialmente activas del Archipiélago como Lanzarote o La Palma (Dóniz Páez, 2004; 2009), se observa que en Tenerife los volcanes son más numerosos y de menor envergadura (Romero, 2003; Dóniz Páez, 2004; 2009; Dóniz Páez et al., 2006; Romero et al., 2006a). De este hecho se desprende, en líneas generales, que las erupciones que edifican los volcanes basálticos monogénicos en Tenerife son de menor magnitud, pero de mayor frecuencia. Estos dos hechos son fundamentales de cara al establecimiento del riesgo volcánico en Tenerife, puesto que junto al menor efecto que en principio provocarían los fenómenos eruptivos de carácter basáltico-efusivos (por su menor magnitud) habría que contemplar la mayor posibilidad de que la isla se viese afectada por los mismos.

En este sentido, si suponemos que el comportamiento futuro de la actividad volcánica de Tenerife está contenida, de alguna manera, en sus manifestaciones eruptivas pretéritas más recientes, podemos hacer aproximaciones del tipo y desarrollo de las erupciones futuras en la isla y, en menor medida, dónde tendrán lugar (Romero, 1985; Gómez, 1996; Araña et al., 2000; Felpeto et al., 2001; Dóniz Páez y Coello, 2004). Para ello es imprescindible tener en cuenta la cronología, la reconstrucción de la historia eruptiva y los rasgos geológicos y geomorfológicos de los eventos volcánicos con estos caracteres ocurridos en la isla. El establecimiento del volcán basáltico monogénico tipo facilita dicha tarea ya que define un modelo de como se han comportado las erupciones más frecuentes de Tenerife (Dóniz Páez et al, 2008).

El volcanismo basáltico monogénico tinerfeño se ha caracterizado por erupciones de explosividad moderada, de dinamismos tipo estromboexplosivo y/o estromboefusivo, con predominio de lavas frente a piroclastos, con emisión de abundantes volúmenes lávicos, con largos recorridos de las lenguas de lava, con morfología predominantes de tipo aa, con reducidas áreas afectadas y con cortos períodos activos, al menos para los volcanes históricos (Romero, 1985; Martí et al., 1994a; Solana, 1998; Solana y Aparicio, 1998; Araña et al., 2000; Dóniz Páez, 2004; Dóniz Páez y Coello, 2004). A todo esto hay que añadir, en algunos casos, la nula y, en otros, la baja densidad de población existente en la isla en el período de desarrollo de las erupciones históricas. Ahora bien, aunque presumiblemente la probabilidad de ocurrencia y el comportamiento de las erupciones futuras pudiera ser similar a las datadas y a las establecidas a partir del volcán basáltico monogénico tipo, el riesgo potencial tiende a aumentar a medida que lo ha hecho el poblamiento y la ocupación del territorio. En este sentido, tanto por la densidad de población y el volumen de infraestructuras, como por el número de erupciones recientes datadas, Tenerife presenta uno de los índices de riesgo volcánico más elevados de Canarias. A ello contribuye, también, la posibilidad futura de que se desencadenen manifestaciones de alta o muy alta explosividad, las cuales han dejado su huella geológica y geomorfológica en el paisaje volcánico reciente de la isla (Montañas Rajada y Blanca, por ejemplo).

Las erupciones basálticas de tipo estromboliano constituyen, como hemos comentado, el mecanismo volcánico más común de Tenerife, con lo cual son éstas las que disponen de mayor potencialidad eruptiva futura. Los períodos de retorno calculados para los volcanes históricos de la isla muestran, para intervalos de confianza del 95 por ciento y del 99,5 por ciento, períodos de retorno entre 44 y 83 y 42 y 83 años respectivamente (Astiz et al., 1999), sin embargo, la escasez de datos en relación con las pocas erupciones históricas acaecidas en Canarias, implica que la aplicación de técnicas estadísticas conlleva cierta incertidumbre en la aproximación de los cálculos efectuados.

Si enfrentamos el número de volcanes monogénicos (permite establecer el área fuente y la amplia superficie ocupada por los mismos y sus derrames lávicos) y el índice de explosividad que prevemos tendrán (según modelo teórico y los valores registrados para los volcanes históricos tinerfeños que varía de moderado a medio -Simkin and Siebert, 1994-), obtendremos los parámetros base a partir de los cuales podemos deducir y valorar las repercusiones potenciales de este tipo de volcanismo en relación con los asentamientos humanos y su alta densidad de ocupación. Si bien esto es cierto, también lo es que los efectos sobre la población no son necesariamente proporcionales al tamaño o violencia de la erupción, sino a la proximidad y cantidad de núcleos humanos instalados en el área de influencia del volcán.

De los peligros mencionados con anterioridad, la caída de cenizas, los flujos de lavas y las emanaciones gaseosas, son los principales que tienen lugar durante las erupciones basálticas monogénicas, aunque no son exclusivos de ellas. De lo cual se desprende el escaso riesgo potencial que supone este tipo de manifestaciones eruptivas, centrado más en la destrucción de los bienes de la población, que en las víctimas humanas. Ello no significa que los volcanes históricos de estas características de Tenerife no hayan provocado la muerte de personas. Las crónicas documentales señalan la existencia de 16 muertos producidos como consecuencia de crisis sísmicas de notable entidad durante la erupción de 1704-1705 (Romero, 1985).

Correlaciones entre la población y el volcanismo basáltico monogénico

La elevada altitud media de la isla en relación con las condiciones medioambientales genera múltiples ecosistemas verticales que tradicionalmente han sido aprovechados por la población. Esta estrategia de aprovechamiento vertical y múltiple, junto con factores físicos, históricos y humanos, determina una distribución vertical del poblamiento. Tal es así, que de los 31 municipios tinerfeños, todos excepto cuatro (Puerto de la Cruz, El Tanque, Vilaflor y Tegueste) poseen una disposición vertical costa-cumbre.

En la actualidad, las características esenciales de la ocupación territorial de la población son:

Todo esto ha propiciado una ocupación desigual del territorio insular. Con una población de 886032 habitantes en 2008 <www.gobcan/istac>, Tenerife posee una elevada densidad de población de 435,6 habitantes/km2, que se incrementa si a la superficie total de la isla restamos las extensiones no habitadas, en torno al 20,64 por ciento de la misma, con lo que la densidad pasa a ser del orden de los 549 habitantes/km2 aproximadamente, muy por encima de la media nacional. Además, si le añadimos la población turística flotante, que al año supone más de 5,2 millones, la densidad se dispara aún más. En general, las comarcas del norte están más pobladas que las del sur, sin embargo, esto es matizable, puesto que son precisamente los municipios meridionales los que acogen al mayor volumen de población turística, y sería a ellos a los que se les debería sumar la práctica totalidad de la población transeúnte.

 

Figura 5. Evolución de la población de Canarias desde la conquista hasta fechas recientes.
Fuentes históricas, <www.gobcan/istac> y Romero et al., en prensa.

 

Para el análisis de la distribución y densidad de la población solo se han tenido en cuenta los núcleos de población con más de 1000 habitantes, que suman el 83 por ciento del total insular (cuadro 6). Éstos son los más representativos de cara al riesgo, no sólo por el volumen de población potencialmente afectada, sino también, por la red de infraestructuras y equipamientos asociados a los mismos. Está claro que ello no implica que no se tenga en cuenta el resto de la población, que en su mayoría se distribuye de modo concentrado en pequeños asentamientos de pocas centenas de habitantes o de manera dispersa, aunque resulta claro que en los primeros la vulnerabilidad y los elementos de riesgo son mucho mayores.

 

Cuadro 6.
Agrupación de la población de Tenerife en núcleos de
población superior a los 1000 habitantes

Intervalo

Nº núcleos

Nº habitantes

% respecto población Tenerife

>1000 <2350

53

76473

11,04

>2350 <3670

35

97181

14,03

>3670 <5040

12

49895

7,20

>5040 <6380

7

39566

5,71

>6380 <7720

2

14238

2,05

10000 <20000

4

57891

8,36

20000-30000

3

72578

10,48

>166000

1

1666821

24,09

Total

117

574643

83

Fuente ISTAC. Elaboración propia.

 

Calculando la densidad de habitantes/km2 para los núcleos de más de mil habitantes de Tenerife, podemos individualizar cuatro grandes áreas que en orden decreciente serían: zona metropolitana Santa Cruz-La Laguna y su área de influencia, Valle de La Orotava, zona turística de Las Américas en el sur de Tenerife y las laderas norte y sur de la dorsal NW (Valle de Icod-Guía de Isora) (figura 6).

 

Figura 6. Correlación entre el poblamiento y el viario principal (rojo) y los volcanes basálticos monogénicos de Tenerife (negro).

 

El número total de edificios eruptivos simples considerado es de 297. Para estimar el área probable de una erupción a partir de estos datos debemos, primero establecer si la distribución de los centros es aleatoria o si obedece a algún tipo de patrón. Este análisis es necesario porque si la distribución de los volcanes fuese aleatoria significa que las erupciones podrían desencadenarse en cualquier punto de la isla y que por lo tanto, el análisis del área probable de una erupción no sería concluyente. Sin embargo, los edificios basálticos monogénicos disponen de una organización precisa a través de una malla de fracturas con orientaciones NE-SW, NW-SE y N-S. Evidentemente, las áreas de mayor probabilidad de ocurrencia de erupciones son aquéllas que presentan una mayor concentración de aparatos eruptivos por km2 y una mayor juventud geológica: las dorsales o rifts volcánicos.

Combinando el número de conos, la densidad de volcanes/km2 y la edad de los mismos, se obtienen diferentes zonas con distinta probabilidad para que se desarrollen erupciones futuras. Estos sectores corresponden con las zonas de mayor peligrosidad volcánica y de probabilidad eruptiva y en orden decreciente serían: la dorsal NW, el extremo suroccidental del eje de la dorsal NE, las Bandas del Sur y el sector nororiental de la dorsal NE.

Ahora bien, si a las distintas zonas de peligrosidad le solapamos las de densidad de habitantes/km2, las áreas de peligrosidad con probabilidad de que se desencadenen erupciones futuras pasarían a ser zonas de riesgo y se modificarían sustancialmente. Es decir, teniendo en cuenta, además de la edad de los volcanes y su concentración, la densidad de población, las áreas con mayor riesgo volcánico potencial, en orden decreciente, serían: área metropolitana, Valle de La Orotava, zona turística del sur tinerfeño y la dorsal NW. Según estos datos, no parecen coincidir las áreas de mayor peligrosidad (dorsal NW y extremo suroccidental de la dorsal NE) con las zonas más habitadas (Santa Cruz y Valle La Orotava). Es más, afortunadamente al área menos poblada le corresponde la zona de mayor peligrosidad eruptiva y viceversa.

Discusión y conclusión

Las erupciones de naturaleza basáltica y monogénicas han sido las más abundantes en el pasado geológico reciente de la isla de Tenerife, concretamente en los últimos 200 ka. Por tanto, aún asociado a un menor riesgo potencial que a las erupciones ácidas, la probabilidad de que se produzcan es relativamente alta (Martí et al., 1994a; Gómez, 1996; Araña et al., 2000; Dóniz Páez, 2004), lo que las convierte en el tipo de erupción capaz de generar más daños, o al menos, el que más reiteradamente puede provocarlos. En este sentido, son necesarias las investigaciones encaminadas a estudiar sus principales rasgos volcanológicos, sus peligros y la mitigación de sus efectos sobre la población y sus bienes.

Según los datos obtenidos tras aplicar la metodología expuesta, el modelo teórico de volcán basáltico tipo correspondería a erupciones basálticas, de magnitudes moderadas, con comportamientos estromboefusivos y/o extromboexplosivos, con la construcción de volcanes de tamaño pequeño que emiten más lavas que piroclastos y cuyas lenguas de lavas ocupan superficies importantes y largos recorridos discurriendo a favor de la pendiente y/o canalizándose por los barrancos previos, pudiendo alcanzar la desembocadura de los mismos en las áreas de costa, que es donde se concentra la mayor parte de la población tinerfeña.

Aunque los volcanes monogénicos generados durante las erupciones basálticas se agrupan preferentemente en tres bandas estructurales o rift volcánicos principales (Dóniz Páez, 2009), como consecuencia del control estructural de la isla (Ancochea et al., 2000; Marinoni y Gudmundsson 2000; Walter, 2003), sus efectos, sin embargo, pueden sentirse en cualquier zona de Tenerife, tal y como ha quedado documentado para alguna de la erupciones históricas (Romero, 1991). Además, independientemente de donde se localicen, según el modelo teórico, todos parecen tener el mismo comportamiento volcanológico. Las variaciones más significativas estarían en relación con la topografía previa donde se instalan los volcanes (mayor o menor contrastes, desniveles y pendientes) y la velocidad de las lavas y con la ocupación del territorio por parte de la población.

La alta densidad de población, junto al elevado incremento de la misma y la peculiar distribución espacial del poblamiento, cada vez más intenso y ocupando zonas de alto riesgo como la desembocadura y cauces de los barrancos, unido a la gran cantidad de centros eruptivos basálticos recientes, hace que la población de la isla sea vulnerable a los peligros y riesgos potenciales vinculados a este tipo de volcanismo. Más aún, si tenemos en cuenta que el 49,16 por ciento de los volcanes monogénicos se ubican entre los 0-1200 metros de altitud, es decir, directamente sobre la franja habitada permanentemente. Los 151 volcanes restantes (51,84%), se emplazan por encima de la franja habitada. Esto no significa que el poblamiento sólo se vea afectado por el 49,16 por ciento de los volcanes, ya que la fuerte pendiente general de Tenerife, la presencia de cauces con disposición cumbre-costa y el propio comportamiento eruptivo de los volcanes caracterizado por importantes volúmenes de magma descargado y largo recorrido de las lenguas lávicas que se canalizan por los barrancos e incrementan su velocidad y recorrido, acentuarían el riesgo potencial sobre la población, aunque sus cráteres se abriesen por encima de dicha altitud.

Si correlacionamos el modelo de volcán basáltico monogénico tipo con alguna de las erupciones ocurridas en época histórica en Tenerife, que son las mejor estudiadas ya que existen fuentes documentales que permiten su reconstrucción, podemos deducir con mayor precisión cómo se comportará y qué efectos tendrá sobre la población. En este sentido, la manifestación eruptiva histórica que más se asemeja al modelo teórico es la de Arenas Negras o Garachico, ocurrida en el año 1706 y que tuvo una duración de unos 40 días, emitió un volumen de material aproximado de 0,045 km3, cubrió un área de 7,6 km2 y unas tasas eruptivas de 47500 metros3/hora, las lavas tuvieron un recorrido superior a los 6 km y la velocidad media de avance fue de 460 metros/hora (figura 7) (Romero et al., 2006b; Romero y Bentrán, 2007). Todos estos rasgos la convierten en la erupción histórica más importante de Tenerife y la que provocó los mayores daños, puesto que sus coladas destruyeron parcialmente la Villa y Puerto de Garachico (Romero, 1991, 1992; Romero et al., 2006b, Romero y Bentrán, 2007). El Puerto de Garachico era por esas fechas el puerto marítimo económicamente más importante de Tenerife. Su destrucción motivó el cambio del polo económico de un sector a otro de la isla.

 

Figura 7. Días activos, áreas cubiertas, volúmenes emitidos y tasas de emisión de los volcanes históricos de Tenerife.
Fuente: Romero et al., 2006b, Romero y Beltrán, 2007.

 

Analizando el recorrido de las lavas del volcán de Arenas Negras se pueden establecer varias secuencias eruptivas a lo largo de corto período activo. A los pocos daños provocados por la ocupación directa de piroclastos y lavas en los sectores medio-próximos al volcán que destruyen bosques y campos de cultivos, hay que añadir los graves efectos de las lenguas de lavas en los sectores de costa donde los daños se multiplicaron como consecuencia de varios hechos. Primero, por las mayores densidades de población. Segundo, por las mayores probabilidades de bifurcación de las corrientes lávicas a medida que descienden en altitud y se aproximan a la costa. Tercero, por las mayores posibilidades de que las coladas terminen encauzándose por barrancos previos y reduzcan su extensión transversal, y en cambio aumenten su velocidad y recorrido longitudinal. Y, por último, la posibilidad de que las lenguas de lava se derramen por cantiles prelitorales y litorales (figura 8), con la formación de bolas de acreción y/o pequeñas coladas piroclásticas, como las registradas durante la erupción del volcán Teneguía en 1971 en La Palma (Araña y Fuster, 1974).

 

 

Figura. 8. Lava de la erupción de Garachico saltando el cantil prelitoral en el grabado de la izquierda (Lienzo pintado por Bordanova, 1887), y a la derecha aspecto actual de los taludes lávicos de la erupción de 1706 en Tenerife.
Fuente: Colección particular de D. Luis Lopez de Ayala y Aznar. XI Marques de Villafuerte; y Romero y Beltrán, 2007.

 

En definitiva, los peligros más importantes y los riesgos más significativos derivados de este tipo de erupciones está en relación con las lavas emitidas; aunque acostumbran a afectar un área restringida y a que se emplazan con relativa lentitud, al discurrir a favor de la máxima pendiente y al canalizarse por barrancos previos, alcanzan mayores velocidades y recorridos, pudiendo llegar a la costa, que es donde se concentra la mayor actividad socioeconómica de la isla. El modelo teórico pone de manifiesto claramente este hecho, puesto que la mayor parte de las erupciones volcánicas basálticas  monogénicas han dado lugar a importantes coladas de lava que han alcanzado largos recorridos.

Agradecimientos

Gracias a la profesora A. Geyer Traver y a un evaluador anónimo por sus acertadas correcciones, comentarios y sugerencias sobre el trabajo, que sin duda han contribuido a mejorarlo y a enriquecerlo.

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© Copyright F. Javier Dóniz Páez Páez, 2010.
© Copyright Scripta Nova, 2010.

 

[Edición electrónica del texto realizada por Gerard Jori]

 

Ficha bibliográfica:

DÓNIZ PÁEZ PÁEZ, F. Javier. El volcanismo basáltico monogénico de Tenerife (Canarias, España): reflexiones sobre sus peligros y riesgos. Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales. [En línea]. Barcelona: Universidad de Barcelona, 20 de mayo de 2010, vol. XIV, nº 324. <http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-324.htm>. [ISSN: 1138-9788].

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