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Scripta Nova
REVISTA ELECTRÓNICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona. ISSN: 1138-9788. Depósito Legal: B. 21.741-98
Vol. XIV, núm. 331 (44), 1 de agosto de 2010
[Nueva serie de Geo Crítica. Cuadernos Críticos de Geografía Humana]

 

MEMORIA, HISTORIA Y SILENCIO EN LA CONSTRUCCIÓN DE TERRITORIOS EMBLEMÁTICOS. APORTES PARA LA INTERPRETACIÓN DE LAS VOCES (Y SILENCIOS) EN LA PRODUCCIÓN DE LA LEGITIMIDAD Y LA IDENTIDAD LOCALES

Martín Lopo
Instituto de Geografía – Universidad de Buenos Aires
mlopo@fibertel.com.ar

Memoria, historia y silencio en la construcción de territorios emblemáticos. Aportes para la interpretación de las voces (y silencios) en la producción de la legitimidad y la identidad locales (Resumen)

La noción de paisaje (cultural), ha sido una herramienta clave para reflexionar acerca de lo incluido y lo excluido en los criterios hegemónicos de selección para la "patrimonialización". La dinámica memoria/historia//olvido y la noción de patrimonio destruido, se han articulado con el objeto de generar una reflexión acerca de la construcción en la gestión de estos territorios emblemáticos. Lo excluido en los relatos sobre el pasado implica la anulación de una diversidad y riqueza. Y a partir de ello, trabajamos con el fin de generar una herramienta que permita construir un abordaje de lo no-dicho, en pos de especificar variables y dinámicas propias de la generación de estos silencios para sistematizar el abordaje a la mirada cualitativa hacia un modo de fácil acceso para la gestión y que permita actuar con miras a una ampliación de las concepciones de lo que es "recurso cultural" con el objetivo de promover un desarrollo territorial y social más amplio.

Palabras clave: procesos participativos, “tomar la palabra”, consensos, inclusión, memoria/historia.

Memory, history and silence in the emblematic territories construction. Contributions to the interpretation of the voices (and silences) in the legitimacy and local identity production processes (Abstract)

The (cultural) landscape notion has been a key tool to think about what is included and what is excluded in the hegemonic criteria of selection for "patrimonialization". The memory/history//oblivion dynamics and the destroyed heritage notion have been articulated in order to generate a reflection about these emblematic territories construction-in-the-management procedures. We consider that the excluded in some narratives about the past involves the cancellation of a diversity and richness, and since that we work looking forward to generate a tool that would allow an approach to the so unspoken, specifying some strings and dynamics of the generation of these silences in order to systematize the qualitative approach into a way of easy access for the management implied sectors that could allow to act with the goal of the extension of the conceptions of what "cultural resources" are, with the final objective of promoting broader regional and social development.

Key words: participatory processes, "word-taking", agreements, inclusion, memory/history.

Consideramos que algo de la manera latinoamericana de construir los vínculos entre actores en la sociedad y de la relación de éstos con sus territorios y recursos, contiene -en ciernes- algun indicio para re-pensar nuevos modelos locales de gestión adecuados al Sur de América para el siglo XXI. Planteamos estas ideas  en conjunto con la reivindicación del imperativo de pensar específicamente para este contexto desde su proceso histórico demográfico y político particular. En estos ámbitos se hace necesario reconsiderar el difícil acto de “tomar la palabra” Verón (1987), de Certeau (1995) [1974] por parte de vastos sectores de su población. Esta re-consideración aparece como algo ineludible para la adaptación de los llamados procesos participativos a estas realidades sociales con otros actores, otras trayectorias históricas y otra profundidad temporal. Procesos que, tal como se practican en muchos casos -producidos y traslocados desde realidades socioculturales muy diferentes- no están brindando los resultados que potencialmente proponen. En estos procesos, con diferentes grados de tensión (silenciosa o enunciada), se puede vislumbrar algo constante y particular de Latinoamérica; territorio que si se quiere describir des-apasionadamente, puede relatarse como una sociedad de constitución demográfica muy compleja, establecida mediante procesos de contacto y adaptación inter-culturales que aun no parece haber generado una dinámica política abiertamente plural y participativa para resolver, en este caso, las decisiones y consensos sobre las necesidades de gestión territoriales.

Reconsiderar nuestros diversos roles y lugares como profesionales en este espacio puede ayudarnos a producir algunas de las herramientas necesarias para promover mejores resultados; entendemos que éstas podrían ser pensadas desde una posición crítica sobre algunos procesos e instrumentos idealizados, Localmente, el proceso de constitución de actores visibles y actores in-visibilizados, ha surgido durante una territorialización llevada a cabo mediante conflictivas apropiaciones y sucesivas confrontaciones tan recientes como únicas[1]. Las sociedades latinoamericanas actuales y el resultado del régimen de uso de sus territorios, urbanos y rurales, nos dan la pauta de que se hace elemental aprender a escuchar a esas otras voces, de actores que no han tomado la palabra sino en eventuales ocasiones, y que no pueden pensarse siquiera en el “participar”entendido como una posibilidad concreta para la acción[2]. Proponemos entonces aprender a escuchar a los silencios, los que a veces tienen mucho más que decir que las palabras en regiones como ésta. Consideramos que esta puede ser una de las claves para generar instrumentos en pos de reconstituir practicas democráticas para que se aproximen a producir territorios más sustentables, complejizando las diversas herramientas ya en uso en los procesos con todo aquello que pueda aportar el trabajo desde las llamadas humanidades desde el inicio, es decir desde la misma dimensión epistemológica del abordaje de las cuestiones a tratar.

Entendemos que en este texto que resume un trayecto de trabajo podremos ver una lógica similar en varias situaciones, lógica encargada de obturar, silenciando eficaz y eficientemente diversas posibilidades de participación plural o re-distributiva. Tomaremos como un eje, la dimensión político-ideológica implícita de las formas históricas de re-producción identitarias, tan vinculados a la construcción de memoria y de historia, para entender la continuidad entre el caso abordado y la dimensión de lo político allí encontrada, funcionando a su vez, y en paralelo en las prácticas gubernamentales y en las académicas por igual. Consideraremos este problema del trabajo de “asistencia técnica” como un disparador motivante para la construcción de las herramientas que nos permiten acercarnos al conflicto como objeto, (recuperando también su lugar en el paisaje “bucólico” de este territorio) y como impulso creativo para la búsqueda de las soluciones, esforzándonos en pos de la sistematización de una experiencia que sea transmisible al conjunto de actores implicados en este tipo de procesos de gestión. Nos aproximaremos a la construcción de modelos conceptuales para repensar la comprensión de la cuestión territorial y su administración, sobre todo a la vista de las posibilidades actuales de interpretación y manipulación de información para la construcción de modelos complejos, confrontándolos con aquellos modelos demasiado simplificadores, de raigambre o sustancialista (y positivista) siempre ligados a modelos políticos verticales, que han probado no proveer mayor solución para muchos de los problemas que se acumulan y acrecientan en el campo y en estos territorios.

Reflexiones desde “lo patrimonial” para el desarrollo local 

Es un trabajo que se inicia en el año 2002 -en un contexto de crisis nacional casi inédito-, y que tiene sede en un centro académico cuyo objetivo es fortalecer la relación entre la universidad y la población para aportar a la respuestas o comprensión de diversos problemas de índole territorial, como una forma de cooperación capitalizable para ambas partes, se nos presenta en el caso del municipio de Tornquist una oportunidad de aproximarnos de otra manera a la cuestión de lo “territorial” y lo “patrimonial”.

En ese momento, se me convocó para cooperar en la elaboración de un proyecto y participar en una red académica que trabajaría en el asesoramiento a municipios en pos de promover el uso del territorio y de lo que fueron llamados sus “recursos culturales” con miras a la explotación turística como alternativa de desarrollo local generada desde los mismos actores locales, mediatizado la inquietud por su dirigencia política local.

Partiendo de una reflexion sobre las dinámicas del territorio y el paisaje con miras a su explotación a modo de recurso para el turismo, e interactuando con otros investigadores[3] y con otros casos locales y extranjeros, para intervenir en torno a la noción de “paisaje (cultural)”, hemos encontrado algunas líneas para pensar los problemas mencionados y asi también las formas de la relación entre memoria e historia, sustento de la construccion de los relatos sobre el pasado, lo llamado “patrimonio cultural”. Esta relación, poco discutida en el campo de referencia, se reconfigura y actualiza permanentemente en las prácticas políticas y de gestión cotidianas de los recursos y “objetos” patrimonio, pero poco registro se hace de su dinámica, acaso por ser la ilusión de estabilidad lo que constituye la base de su legitimidad, siendo lo “patrimonial” construido como permanencia constante y eje de referencia para varios procesos culturales, además, de constituirse en apoyatura a la producción identitaria de “grupos” y de otros grupos no pertenecientes a ellos. Esta necesidad de reflexión se evidenció en nuestro caso, cuando fue imperativo considerar el paisaje como recurso para un mercado turístico en crecimiento, ampliando las descripciones “naturalistas” de un territorio de referencia (por considerarse localmente insuficientes para el turista) con la incorporación de un relato sobre su constitución y el devenir del pasado al presente de los mismos, (Lopo, 2005) incorporando la dimensión cultural -y necesariamente del conflicto- como relatos inevitables. Una serie de elecciones interpretativas tradicionalmente descriptivas y no-reflexivas, y una lectura naturalizada mediante una narrativa simplificada en pos de la “venta” territorial y su eficiente “planificación”, se constituyen en el principal insumo determinante del “ordenamiento” territorial y la “puesta en valor” de los recursos patrimoniales, promoviendo formas enrarecidas de identidad para sus poblaciones, a la par que generan narrativas muy peculiares sobre la historia de los lugares. La tensión entre “ordenamiento territorial” y “conflicto social” (orden/caos) abordadas desde lógicas ancladas en el positivismo, proveen de esta limitación para el desarrollo cuando se promueve la estabilidad del pasado mediante formas peculiares de gestión del patrimonio y la no-critica a sus pre-supuestos para una producción identitaria estable, deseada.

Debemos mencionar que algunas de las prácticas políticas locales, como la evitación de la horizontalidad, la reiteración o el aval de estereotipos identitarios estáticos y la peculiar relacion de las estructuras político-administrativas uno-a-uno con la población, (Lopo, 2009) sumados a esta pragmática “ordenadora” (de los espacios y de la memoria/historia) que veíamos llevándose a cabo en algunos ámbitos del Partido de Tornquist, han sido los primeros indicios de ciertas constantes en las formas de hacer y narrar al “patrimonio” que nos llamaron la atencion. Parecía ser que un modo de construccion del relato local para el que se han producido “desde fuera” modelos cerrados de consenso identitario, que se posicionan en relacion con el visitante,  proveía más oportunidad sólo a progresivas exclusiones, y no respondía ante contextos de oportunidad (incluso en la crisis), o frente a la necesidad de inclusión de identidades no “estetizables”; por ejemplo, en escenarios de cambio evidente o de des-integración de la pretendida homogeneidad social, como el que se dio en el presente periodo del trabajo. Proponemos que una mirada abierta, reflexiva y sincera sobre la construccion (presente y pasada) de un “otro” y de un “nosotros”, permitirá plantear una alternativa que intente ser más adecuada a la actualidad social.

Propusimos así, mas alla de una propuesta operativa, que fuera aceptada por el gobierno provincial cuya intención era financiarlo (que fuera cuasi financiada)[4], un trabajo académico reflexivo y proyectual basado en los aportes de las ciencias antropológicas, de la comunicación y de la psicología, en un enfoque trans-disciplinario para el abordaje de los hechos sociales, a partir de la elaboración de progresivos acercamientos y revisiones epistemológicas para la temática; entendemos que esta perspectiva nos permite una interpretación para-la-acción que se inscribe en las lógicas contemporáneas de producción de conocimiento, superando antiguos paradigmas y pretensiones de universalidad y objetividad, que aún hoy operan como marco de referencia en el campo de referencia y entre sus más “formados” especialistas. Estos paradigmas, impuestos como deseables desde el modelo de las “ciencias duras” a lo social, se podrán ver transformados, incorporando las ideas, por ejemplo, de subjetividad y reflexividad, para repensar la relación sujeto-objeto en la producción de conocimiento, tal como describimos en nuestro trabajo “La Ventania como hipertexto” (Lopo, 2005a). Tratamos de llevar a cabo esta maniobra, considerando el necesario balance entre la producción de modelos y sistemas conceptuales -que siempre son grandes simplificaciones-, con el fin de que permitan la comunicación que guíe para la acción y operativización sin perder de vista la complejidad de los sistemas abordados: este es el resultado que nos proponemos  brindar en el segundo proyecto con el “glosario” de las formas y la sistematización de las “variables” para la consideración de los silencios como insumos para las politicas territoriales y patrimoniales, sin perder de vista el marco holístico interpretativo del que partimos.

Comenzamos reconsiderando el valor de las nociones de “monumentalidad”, “unicidad” y “representatividad”, que junto a “integridad” y “autenticidad”, son algunos de los pilares de la mirada ortodoxa sobre el “patrimonio” utilizados como parámetros de distinción valoración y goce de lo patrimonial, considerados como criterio para la selección, producción y explotación de recursos de esta especie. Estos criterios tienen notoria presencia en la selección de los recursos en un territorio como el del caso. Este territorio y su narrativa han sido fuertemente atravesados por un relato construido hacia la oferta para el sector turístico desde 1911, basándose en la excepción identificatoria que plantea el sistema orográfico de Ventania  en  la extensa llanura pampeana, y en su monumentalidad subrayada por la unicidad del hueco que constituye “la ventana”, que es a su vez la geoforma convocante como atractivo y el nombre reiterado y omnipresente en la toponimia local construyendo con esto una especificidad representativa que desbanca casi todo “otro” relato cultural o natural. Estos elementos fueron conformando un “producto” en conjunto con la valorización de todo lo vinculable directamente a este tópico central y el entorno natural que lo conforma y rodea constituyen un “objeto” que ya cuenta con un mercado de consumidores establecido (y creciente) pero que consideramos no debería agotar sus potencialidades en esta eventualidad geográfica y exige para el mejor desarrollo local la reconsideración de lo que es necesario narrar en relacion con este atractivo central y su área de influencia, con el fin de aprovechar mejor la coyuntura del incremento del turismo (local y extranjero) detectado en la crisis-oportunidad del año 2001.

Si bien retomamos una iniciativa gubernamental local plasmada en un Plan de Ordenamiento Territorial formalmente aprobado[5], consideramos que era necesario incluir en una primera línea, en conjunto con los recursos que conforman este “patrimonio-paisaje” [6] a todo aquello que los actores –locales o no- producen culturalmente, considerando para esto la inclusión del relato del devenir histórico local, con el necesario conjunto de interpretaciones de la memoria y de la historia –incluso en sus confrontaciones- y a las demás construcciones simbólicas que se tejen en y sobre el mismo espacio como atractivos per se, tanto como la necesaria reflexión sobre estos procesos. Para este fin propusimos en la propuesta proyecto, el evidenciarlos, interviniendo en-el-paisaje, (Lopo, 2005b) trabajando así en el mismo código vigente con el que se construye el producto de la oferta turística local: “con objetos”, con el fin de generar una sinergia y no una dispersión de esfuerzos en un contexto de oportunidad preciso y limitado, promoviendo una mutación en el interior del sistema establecido, como germen de un cambio “desde dentro” a la vez que constituyendo un atractivo diferenciado. El conjunto de recursos, se enriquecería aun más con la necesaria inclusión y circulación de las producciones locales; bienes y servicios con los que contamos para que se generen beneficios por la puesta en marcha de su comercialización en los mismos ámbitos de las intervenciones al paisaje, multiplicando aun más las dimensiones de lo considerado “recurso cultural”.

Este objetivo de aprovechamiento económico a corto plazo, iría promoviendo luego la producción de interpretaciones conjuntas en el diálogo entre locales y lo no-locales, entendido el turismo como una experiencia inter-subjetiva de pares diferentes relacionándose con un espacio geográfico y su entramado simbólico. El objetivo a largo plazo, entonces, sería el de ir dinamizando a la constitución de un nuevo relato conjunto sobre los territorios, a partir de los cuestionamientos planteados por las intervenciones y reajustando la relacion que los procesos narrados por la historia tienen con las formas de legitimación de las identidades y de las formas de uso y ocupación del suelo, para comprenderlos como hechos sociales en permanente cambio. Esta comprensión trataría de fortalecer el pensar al patrimonio como producto histórico político basado en mecanismos de posicionamiento inter-grupales que se modifican a través del tiempo, apoyando así la necesaria inclusión social que se propone.

La estrategia de obtener la multiplicación de los recursos se materializa a partir de la incorporación de lo narrativo y lo productivo a la dimensión material-objetual “monumental”, y nace, debemos recordar, en el acto de responder desde lo local a la demanda generada desde lo “urbano”; una relación expresada en un discurso sobre el territorio que decidía asi a lo “natural” como “monumento” y atractivo. Considerando los resultados de este diálogo como limitantes por la propia respuesta de los visitantes, en un contexto de re-estructuración del tejido social inserto en el proceso de transformación del sector agro-productivo debida a diversos factores críticos de la década 1991-2001, se estaba no solo sub-aprovechando recursos locales sino que se continuaba reproduciendo un discurso anacrónico y “anatópico” (valga el neologismo para este campo) de construccion identitaria, que inhabilitaba la participación de gran parte de la población y disipaba la riqueza de su diversidad en varias dimensiones con honrosas excepciones.

La propuesta sobre el territorio se plantearía tratando de incorporar la posibilidad de expresión mediante las intervenciones del mayor conjunto de interpretaciones, significados y valoraciones posibles adjudicables a un espacio, evidenciando así el proceso de construcción patrimonial como una operatoria del orden de lo simbólico, y entendiendo al territorio como un conjunto de diferentes formas de relato-interpretación que constituyen un entramado de sentido diacrónico y sincrónico en permanente movimiento. Esta estrategia de “visualizar lo “invisible”, creemos, promovería además del desarrollo de un novedoso producto turístico, un conjunto de reflexiones sobre el campo de lo patrimonial y sobre las prácticas académicas vigentes que resultarían también productivas para la dimensión institucional que aborda la gestión del mismo y muchas veces decide indirectamente en la redistribución de sus beneficios, por la selectividad que sus criterios establecen.

Si bien en la primera aproximación al campo tuvimos como determinante el responder a una necesidad canalizada por medio del gobierno local –como órgano representativo-, el acceso al contacto con la población tuvo ciertos parámetros marcados desde la misma dirigencia administrativa, que fueron indicio de una peculiar manera de gestión política en el ámbito. Se nos habia recomendado tratar de no generar convocatorias abiertas o eventos colectivos en donde se pusieran en relación directa a los vecinos, si no que, preferiblemente, se nos recomendaba que trabajáramos mediante entrevistas a informantes clave, comenzando con los referentes locales en las temáticas, los agentes del sector turístico y cultural y el personal municipal relacionado a la atención del  turista. Todo esto “para no generar demasiadas expectativas” con relación al proyecto; precaución que nos pareció prudente –debido a otras varias experiencias previas-, y que obedecimos, mientras percibíamos que esas y algunas otras practicas políticas requerían especial atención

El conjunto de relatos y recursos acerca de la “naturaleza” reconocidos localmente como limitantes, junto a las formas muy simplificadas y vericuetos narrativos para la memoria de algunos episodios de la historia local, como los vinculados a la denominada “conquista del desierto” y sus circunstancias conexas (por mencionar solo un tema entre varios procesos violentos afines), nos posicionaba en un lugar en el que veíamos sería difícil narrar a un visitante la historia local como un proceso cultural atractivo, sin comprometer la legitimidad de la mirada de la población local ni su lugar en el territorio, y al paisaje como un producto deseable del mismo proceso histórico. Por lo mencionado, consideramos que debería ponerse en marcha un sistema creativo que pudiera maniobrar en esos estrechos márgenes para la narración de una historia conflictiva, pasada y presente, narración que íbamos enriqueciendo a partir del relato de los informantes a los que tuvimos acceso; informantes que, sin embargo, tenían ya diferentes estrategias y posiciones con relación al tema y daban cuenta de la diversidad de miradas sobre un mismo hecho; miradas a las que habría que sumar lo nunca expresado localmente y que recogíamos de otras fuentes.

La estrategia de generar la cohabitación y coexistencia de diferentes puntos de vista sobre un lugar o acontecimiento, se tornó un desafío inicial, al que se incorporaba también la  necesidad de incluir la presencia de “lo ausente” o de “lo silenciado”, lo que llamáramos “patrimonio destruido (Lopo, 2006[2005]) que se fue transformando en el punto primordial de preocupación conceptual, a la par que nos ocupábamos de la estrategia proyectual que no describiremos en el presente texto.

En este proceso trabajamos también para posicionar nuevas categorías estético-perceptivas sobre las vigentes desde el S. XVI reemplazando las formas de apreciación estética sustentadas en una relación de dominio y distanciamiento entre sujeto y territorio, considerándolo casi paisaje bidimensional, utilizando el planteo del arte contemporáneo que posiciona en el espacio una pregunta en vez de la imposición del confort de una -y solo una- respuesta y mirada como ”interpretación” del territorio y de los objetos en él, y que siempre ha actuado seleccionando lugares para la “atracción turística” sobre la base de ese histórico criterio tranquilizador ya superable en el presente estado del arte, luego de no pocas discusiones en el seno de la comunidad de “planificadores” y “patrimonialistas dada el cambio de paradigma que implica el trabajo con el territorio y el patrimonio como hecho social.

La unidad que reclamamos entonces, entre lo llamado por los especialistas “patrimonio material” y “patrimonio inmaterial” se basa en la voluntad de discusión de esa postura que consideramos está sustentando la reproducción de una dicotomía fragmentante –en varios niveles- y construyendo  una asimetría entre soporte, signo e interpretación como entidades diversas que nosotros preferimos entender como componentes indisolubles de un mismo objeto (Lopo y Gomez, 2007) para reclamar por la necesaria consideración holística (Molinari, Ferraro y otros, 2000) de las cuestiones ligadas a “lo social”, incluido en ello la dimensión política de lo patrimonial. Este par de opuestos reduccionista materia/inmaterial, nos ayuda a entender las miradas desarticulantes que se producen si se trabaja exclusivamente desde marcos teóricos heredados de paradigmas de raigambre positivista sobre lo científico, o limitados a la llamada “alta cultura” (hegemónica) para lo artístico, por ejemplo. La mirada reclamada por esta propuesta implica una necesaria articulación de otras alternativas para entender al conocimiento (artístico y científico) de otra manera y generar así los necesarios “emergentes” indispensables para la trasformación territorial.

Proponemos entonces un modelo de recuperación de los vínculos entre sujetos, imágenes, relatos, objetos y territorios, y la reconsideración de la relación entre cultura, lugar, identidad y memoria, como forma de acercarse a la reflexión sobre a los procesos identitarios y de territorialización, entendidos como conjuntos de acciones inter-subjetivas y dinámicas, a la vez que abrimos caminos hacia una reconsideración epistemológica en sintonía con tal necesidad para generar políticas adecuadas y acciones con sustentabilidad integral.

Una historia político-territorial como interpretante

"Un signo, o REPRESENTAMEN, es algo que, para alguien, representa o se refiere a algo en algún aspecto o carácter. Se dirige a alguien, esto es, crea en la mente de esa persona un signo equivalente, o tal vez, un signo aún más desarrollado. Este signo creado es lo que yo llamo el INTERPRETANTE del primer signo. El signo está en lugar de algo, su OBJETO. Está en lugar de ese objeto, no en todos los aspectos, sino sólo con referencia a una suerte de idea, que a veces he llamado el fundamento del representamen. [o ground]".Charles S. Peirce.  (1980 –1965- [1868-1914] c. 1902)[7] 

Intuíamos que el modelo de gestión territorial y patrimonial imperante y lo encontrado en el campo con sus prácticas políticas peculiares estaban vinculados de alguna manera por un pasado (“ancestro”) común, en una especie de estructura determinante bajo el formato de profecía auto-cumplida que se perpetúa hasta nuestros días en diversas expresiones. Esta sensación, pensamos podría razonarse, relacionándose con el caso en particular, a la luz de la compleja historia socio-territorial de la llamada “Pampa Austral” o “Nuevo Sur” aquello llamado “Desierto” -todos apelativos vinculados de una u otra manera a la óptica centralista urbano–porteña (del puerto), construida por la llamada generación del 80 para un ámbito cuyo control y dominio se habia transformado repentinamente en “objetivo estratégico”, como se lo denominaría hoy. Este actor histórico local, que no deja de delegar hegemonía, sucesivamente en otros de su clase, desde la mencionada campaña de “conquista”,  materia simbólica de este espacio hasta nuestros días, fue el productor -en términos de Tulio Halperín Donghi- de “una Nación para el desierto argentino” (1995 [1992]) incluyendo en esta elaboración a los dos términos: fue productor de un desierto imaginario (previo a la conquista) y de una nación (bastante imaginaria y posteriori a la conquista) perfilada mediante la operación conjunta de atenazamiento por la ocupación cívico-militar del espacio geográfico y el reemplazo demográfico-cultural, junto con la construcción e instalación de un sistema de producción y reproducción de una cultura ”nacional”, implantada desde lo escolar y lo educativo del aparato estatal fuertemente vinculada al nuevo uso del suelo impuesto que aun se perpetua pese a sus mutaciones. Procesos concretados por la efectiva instalación al mismo tiempo de las categorías aún hoy vigentes para la apreciación de su obra, en sintonía con los valores de su clase en relacion directa con sus pares en el ámbito mundial. Un conjunto de acciones y determinaciones que se demuestra bastante perdurable, en gran parte por mérito de los gestores de la producción de la historia y la distinción patrimonial hasta la fecha, que parecen continuar la obra sin pausa y sin prisa (como es digno de la clase) aún sin poder hacerse lugar efectivo dentro de ella o siquiera beneficiarse materialmente. Si bien, lo llamado “el” proyecto de la generación del 80, no fuera tan homogéneo ni estuviera a salvo de disputas internas[8], parece haber generado e impuesto los suficientes “consensos” para la construcción de ese “crisol de razas” o “melting pot”. Ese proyecto -con sus matices- se basaba en la producción de un sistema de identificación para la construcción de la deseada argentinidad, en breve plazo y con notorios recursos obtenidos del retorno de la misma reconfiguración del uso del suelo muy acorde al estado del arte (y de las ciencias) para el colonialismo y sus diversas formas en el  siglo XIX. Fue éste un proceso que se llevaba a cabo en las Américas en concordancia con una maniobra análoga en Europa, pero que allí reemplazaba a la nobleza del antiguo régimen por las emergentes y empoderadas burguesías en el lugar preponderante de la administración estatal, que instalaba nuevos imaginarios para los nuevos estados a partir de entonces llamados “nacionales”. Se iban estableciendo asi las bases también para un nuevo modo de producción de identidad, con una nueva plataforma de referencias, supuestamente más inclusiva, en una relación de lo “nacional”, que debemos recordar, se narraba muy ligada a los valores del “suelo”, de la “patria”, y del “territorio” y sus paisajes, de lo “folk”, de alguna manera, como principio de adscripción e identificación más popular y de organización  de la nueva cohesión y consenso sociales en re-elaboración. En este caso, desde Buenos Aires, se intentaba reemplazar para una amplio territorio los vínculos con el orden hispánico (criollo y nativo) imperante cien años atrás, por un imaginario iluminista de raigambre francesa como inspiración, sin embargo sosteniendo como continuidad a los lineamientos básicos que se establecieron en ambos momentos desde ciertos sectores favorecidos en el proceso de re-acomodamiento económico del comercio mundial y su intelligentsia. El proceso de producción de las “comunidades imaginadas (Anderson (2000) [1993]), que en el ámbito pampeano se daría en un contexto ya complejo, dado por la inmediata y previa criollización en el contacto producido entre los americanos nativos y los hispanos de la primera conquista, apenas organizada esta forma identitaria se encuentra precipitadamente con un nuevo proyecto de re-poblamiento, construido desde un nuevo actor hegemónico, procedente de la misma División Internacional de Trabajo, también determinada desde las economías llamadas centrales en un nuevo giro de demanda para una re-sistematización del uso del suelo a escala mundial. El proyecto decimonónico que se concreta por el recambio de poblaciones y valores culturales tiene como finalidad poner en producción el llamado “granero del mundo” en este espacio que hasta esa fecha no se cultivaba a la europea. Este fue un proceso que si bien se narró como exitoso y concluido, posee disonancias que permanentemente nos recuerdan que algo de esta violenta y silenciada confrontación en las Américas continúa su proceso. No relataremos el procedimiento en extenso, pero algunas de sus reverberancias actuales fueron comentadas en nuestro trabajo titulado “El proceso social de ocupación del SO Bonaerense: la permanencia de "la frontera" en el espacio pampeano”.

Sostenemos que en la actualidad la llamada poca o baja “sustentabilidad” del desarrollo local, como asi la des-articulación social imperante y creciente tiene alguna relación con ese violento procedimiento de constitución socio-territorial e identitaria. Si bien muchas veces oímos que se acusa como causante al “desinterés”, “desidia”, “apatía” de los sectores excluidos por parte de aquellos incluidos (bajo formas muy racistas y muy vigentes), preferimos pensar que evidentemente esto ocurre desde que no se ha concretado lugar alguno en el proyecto nacional para gran parte de la población. Podemos agregar que de sostenerse modelos de gestión y de escucha nuevamente clase-céntricos para una población (¿sociedad?) conformada de esta manera, las complicaciones podrán ir acumulándose y promoviendo aún más fragmentación y desarticulación. La deseada constitución de comunidad (en la escala que fuere) deberá ser siempre postergada mientras se desaprovechen las oportunidades para muchos en pos de un beneficio para demasiado pocos y la complicidad tácita de bastantes, mediante la reproducción de un sistema político de raigambre autoritaria que no hace eco de reclamos ni lugar para el “otro” más que en la manipulación del poder adquirido para responder a las necesidades creadas por un esquema paternalista/clientelar vertical desde hace tiempo instalado como primordial eje articulador desde la dirigencia política y desde los sectores que detentan el poder económico (y la posesión de la tierra).

En este sentido, la peculiar relación del relato de la naturaleza con la omisión del relato de la cultura, para el caso analizado en particular (y para América Latina toda en general) en muchas producciones científicas, artísticas y mediáticas –actuales e históricas- con la consecuente “naturalización” del paisaje local, y pampeano, en particular, con la insistente vinculación semántica con lo “inabordable”, lo “inabarcable” y lo “infinito”, junto al correlato de lo seleccionado en el inventario patrimonial local, se nos imponían como una inexorable preocupación vinculada a la no-narración, por no decir al ocultamiento explicito de muchos conflictos y dimensiones de lo social como una forma de silencio genérico muy peculiar. La idea de un espacio “inasible” nos proponía relacionar esa descripción producida con la lógica engendrada para el estereotipo humano habitante del mismo ámbito: “el gaucho”; personaje impulsado en gran parte desde la vertiente lugoniana del proyecto del ´80 –y sus heteróclitos sucesores- que se impusiera como una de las formas más populares para la narración cultural de las pampas que nos movía a vincular las relaciones entre estos imaginarios atávicos y las formas que esto adquiría en los actores sociales actuales.

Era curioso pensar que este estereotipo se impone a casi todo un extenso territorio nacional en un momento dado (el fin de siglo XIX) casi desde un ámbito peculiar (las pampas), y permanece desde el proyecto de su constitución hasta la fecha, con variantes pero con constante y significativa presencia. El estereotipo “de la gauchesca” como ideal de referencia casi inevitable para el caso de las pampas, como relato de una cultura y de una relación con un medio geográfico inabarcables para sus creadores y luego plurisignificante para sus sucesivos usos y apropiaciones [9] aparece hoy, en alguna dimensión, ya como una excesiva y agotada simplificación y es signo de un esfuerzo por seguir soslayando una reconocida tensión fundante y creciente. Los mismos discursos totales y sin matices impuestos como molde identitario que tuviera que adoptar “todo hombre del mundo que quiso habitar” ese suelo nombrado argentino, se imponían como modelo ya fuera para el dueño de la estancia, o para el peón, o incluso luego para el in-migrante étnico de la procedencia que fuera, proponiendo borrar diferencias a la vez que sostenerlas, cuestión utópica si las hay, y en este caso contraproducente.

En algunos casos, por ejemplo el de La Sierra de la Ventana, el discurso estereotípico paisajístico-de la gauchesca aparecía a la par por estas “excepciones”, relacionadas con aquello que se impone por su diferencia, y por la cuestión de lo monumental, orográfico en este caso, y también con alguna particularidad social, como lo son para el caso la población de las colonias establecidas para europeos y su permanencia en el tiempo, y que, además, se materializa con la intervención directa, y por que no personal de los terratenientes del caso, (emprendedora, multifacética e incipiente burguesía industrial) en el área con sus su directa –pero tardía y por ello reciente- impronta europeizante. La excepción a la norma de la Pampa que son las Sierras, de la Ventania o de Tandilia (con otras especificidades como su también única “antigüedad”) y su relación con la geografía europea y “vacacional”, aparecían como puntos clave para comprender la relación entre el relato de naturaleza que se impone en estos ámbitos. En conjunto, la dimensión social también aparece con una variación significativa respecto al resto del espacio, por ejemplo, con el extraño uso de la denominación de “comarca” -que si bien reciente- remite fuertemente a formas de organización jurisdiccionales europeas tan extrañas a las pampas y al resto de las colonias fundadas. Esta narración es sustentada por la ocupación efectiva del nuevo componente poblacional in-migrante, como desde la clase ociosa, que lo comunica en la estética de sus estancias locales (1902) e incluso de sus precursores desarrollos turísticos (desde 1911), como también se sostiene desde los relatos de los colonos que compraran las tierras concesionadas a “Ernesto Tornquist & Co.” (desde 1874) que hubiera fundando el “pueblo y colonias de Tornquist” (1883) a tan solo cuatro años de la ultima arremetida de la “conquista del desierto” (1877-1879); breves lapsos entre uno y otro. Estas peculiares localizaciones elevadas sobre la llanura han posibilitado el control de los ámbitos productivos llamados “inabarcables”, y han localizado además en ellas actividades de recreación para la clase dominante, completando asi el dominio que ya se ejerce, pero no se puede medir con facilidad en otros lugares de estas pampas, pero sí aquí, desde las alturas. La dimensión estética y las armonías del “paisaje” (y la diferencia) son parte fundamental del relato que se ha producido en el caso analizado. No se recuerda, tanto -por ejemplo- que fueron ámbitos de disputas por la posesión y vigilancia de los recursos, ámbitos apreciados por idénticas virtudes geo-politicas, o económicas como las lagunas y aguadas, también por las parcialidades nativas y aun más en el proceso de  conquista del territorio por el estado argentino y la reorganización de los actores nativos que esto produjo.

En la actualidad, algunos pobladores también sostienen, en el contexto de las entrevistas del proyecto, un negarse a ser estereotipados como “gauchos y chinas” ...”desde la mirada porteña” sobre todo –muy significativamente- las mujeres. Ellas preferían no ser incluidas en este estereotipo (también machista, para la actualidad) en sus palabras: “piensan que van a encontrarnos [los turistas, porteños por lo general] con las trenzas, la pava y el mate”. Esta negación estaría dando cuenta de una posibilidad (entre muchas) de re-considerar las construcciones identitarias ya diferenciadas históricamente para el espacio local -por su vinculo con lo turístico de larga data- que pugnan por hacerse lugar mediante un nuevo modo de relación con el pasado y la actualidad locales. Podemos entender que estas nuevas propuestas identitarias también se construyen a partir de la generalización del “modo de vida urbano” (Lefevre 1988 [1970]) propagado a través las nuevas formas de comunicación y circulación de la información extendidas a casi todo el territorio, desde prácticas y tecnologías adoptadas primero en las grandes urbes en profunda relacion con la instalación de la industria y sus transformaciones sociales que se imponen casi independientemente del espacio físico-geográfico que ocupe una sociedad o, más bien,  se negocian, pudiendo elegir y visibilizar tópicos y diacríticos de la producción de identidad entre los vinculados a lo  llamado “rural” y aquellos relacionados a lo llamado “urbano”, según el contexto, proveyendo ocasión de alternar y construir identidades a habitantes de ámbitos como el de referencia según sea la ocasión y la circunstancia de producción identitaria.

La frase atribuida a KallvukuráNo entregar Carhué al Huinca” (M. Sarasola, 1992), presente y renovada casualmente en el mismo periodo de nuestro análisis con un enfoque afín en la obra fotográfica de RES (2006), entre otras producciones artísticas[10] del momento que han trabajado la temática de re-abordaje contemporáneo  de lo rural y sus conflictos ,en este autor, con la consigna N.E.C.A.H. 1879 [11]  como  titulo de la obra, condensa algo de esta referida disputa por el territorio silenciada y su vigencia actual. Una disputa que se desatara explícitamente en un momento del S. XIX e insiste  hasta la actualidad transitando otros y los mismos carriles y renovados actores. Proponemos que esta disputa no puede ser pasada por alto con relación al modelo identitario construido desde el también construido “resultado final” de esa contienda, respecto a la cual varias agrupaciones indígenas han comenzado a impugnar el discurso victimizante de haber sido “vencidos”, y reivindican el discurso del des-reconocimiento de esa derrota, como modo de acción y activación político identitaria sobre todo a la luz de los últimos acontecimientos en el complejo balanceo de la adaptación-en-resistencia (Stern, 1990 [1987]) que se abre lugar en las grietas del sistema imperante para los procesos de empoderamiento a las identidades y particularismos locales más allá de las mitologías homogeneizantes. Estos procesos de particularización -también acicateados en muchos ámbitos en pro de los nuevos nacionalismos ligados a las reestructuraciones del capitalismo tardío- tienen también inesperados ecos locales como emergentes y nos proponen más desafíos para la reconsideración acerca de lo pampeano en sintonía con nuestra propuesta. En nuestro caso pueden verse, por ejemplo, en el proceso de movilización de algunos actores de las parcialidades indígenas reacomodándose, desde la marginación a la coincidencia con la Iglesia Católica en un giro conservador, en el proceso de beatificación de Ceferino Namunkura, nieto del lonko autor de la frase citada, o en la recomposición de identidades incluso mediante el rescate de lenguas nativas (caso Rankulche) en el complejo mapa del poder local de la ONG’S, con el uso del primordial (y acaso casi único referente) de la memoria etnográficamente construida desde lo académico para lo nativo, casi como primordial nexo de continuidad cultural. Manifestaciones todas disímiles, pero que exigen una sincronización del aparato conceptual para comprender a lo identitario y a la territorialización y su relación con un proyecto de homogenización que no desaparece.

Otro punto que nos ha llamado la atención, en relación a esta tensión que venimos señalando, es la muy frecuente aparición de “actos impugnadores” (Samar y Lopo y, 2006); actos que nos brindan un indicio de que algo de lo conflictivo y lo confrontativo aún se halla presente e incluso se expresa en la arena pública también sobre los soportes de lo “patrimonializado”. Este accionar se puede vincular con los específicos procesos de construcción de consensos y contratos sociales en el área, y con una relación preponderante de la historia por sobre la memoria (entendido el par en términos de Nora (1992  [1984-1992] y Ricouer 2003 [2000]) para el relato identitario que está reclamando ser reconsiderada. En nuestra lectura de la relación de un conjunto social con los objetos de anclaje referentes para la narración de su “historia” (monumentos, edificios preeminentes, imaginería heroica, etc.) parece aparecer una expresión de los disensos subyacentes paradójicamente en un ámbito narrado como pleno de armonías (naturales), armonía que se relata in crescendo directamente proporcional al conflicto silenciado desde la Pampa a la Patagonia. Si nos focalizamos en una serie de actos que a los ojos patrimonialistas ortodoxos son casi “sacrilegios” y los comprendemos con otra mirada, podremos pensar con mayor claridad esta definición de lo patrimonial que establecemos re-vinculando soportes y discursos. Aprenderemos a proponer políticas más adecuadas, si leemos en esta clave la relación de una población con los objetos significativos en su espacio, que si impedimos y repudiamos en pos del rescate del valor artístico del discurso de las “altas culturas” tan ricos vínculos y expresiones. Es posible visualizar –por ejemplo- la conflictiva connotación que el nombre “Roca”, referido a Julio Argentino Roca trae sobre parte de la población. Actuales sectores subalternos y/o alternativos (a veces excluidos) y sus voceros más organizados, actúan y se visibilizan en ámbitos diversos, con decididos graffiti, intervenciones que dialogan con lo connotado por estos objetos y/o inscripciones de este nombre (y de varios de sus partidarios) dando a entender que esta disputa no está cerrada. Otro matiz en esta línea de consideraciones podría hallarse en aquellos edificios que, pudiendo encuadrarse potencialmente en los parámetros para marcar preeminencia y distinción patrimoniales, se encuentran -por una razón u otra- abandonados y en estado de ruina, y que son material para la construcción de mitos, relatos y fantasmagorías en torno a ellos. El pensar, por ejemplo, en los hoteles legados por la clase “ociosa” (Club hotel de la Ventana, en Villa Ventana, Provincia de Bs. As, o su par el Hotel Edén, en la Falda, Córdoba, ambos emprendimientos en los que participó de alguna manera Ernesto Tornquist & Co), como punto de anclaje para el tejido de relatos de asombrosa carga negativa –pero poderosa- es también material relevante de análisis para la comprensión de esta re-definición de lo patrimonial.

En síntesis, la experiencia recogida, en conjunto con la peculiar manera de gestión de lo político en la esfera local, implicaron un progresivo acercamiento a este núcleo de lo silenciado como algo relevante para comprender otras cuestiones subyacentes. Una población que construía el relato sobre su espacio y paisaje por medio de actores que seleccionaban narrativas peculiares, que hallaban modos de expresión impugnadores, que tenían confrontadas explicaciones para su pasado, y construían mitologías, es una población que expresaba algo que no aparecía directamente dicho y esto llamaba a la reflexión, a la vez que proveía interesantes ideas para configurar un proyecto local.

Ese no hablar de ciertas cosas en el contexto del análisis, desencadenó en nosotros la necesidad de pensar sobre los silencios de ese relato producido “hacia fuera”, y dio pie a muchas de las reflexiones que nos impulsaron a construir instrumentos operativos a fin de entender las texturas, los matices, las gramáticas de la producción de esos silencios; silencios que casi nunca se consideran como “dato” a la hora de evaluar las voces locales, y que encierran gran potencia para entender bastante de lo que se sucede ante y entre nosotros. Una vez establecido este segundo proyecto, acerca de estas peculiaridades conceptuales, derivadas del trabajo de campo para la propuesta, nos dedicamos a re-considerar la cuestión de la casuística de lo silenciado y lo ausente, más allá de las reflexiones iniciadas en torno al núcleo de la “cuestión indígena” en el Partido de Tornquist. Si bien no fue ni es objeto del trabajo, el construir un inventario de temas silenciados ni de ausencias de marcación, consideramos que para el abordaje del análisis de estas estructuras se impone el poder abarcar mayor variedad de tópicos, diacrónica y sincrónicamente. Quizá haya sido, por un lado, efecto de la maniobra de recolección de las primeras instancias de notación de campo, que la cuestión indígena ocupe el lugar de punta de iceberg; pero por otro lado, esto es también interpretable desde las posibilidades que tiene este tema como para convertirse en probable centro de agregación de gran parte de las diversas expresiones de impugnación desde los márgenes; corrientes que encuentran su visibilización facilitada con relación a este tópico por lo re-conocido de su historia y por lo simplificado de su relato, mediante el uso de la oposiciones instaladas que pueden alli anclar fácilmente (local-no local, indio-blanco, patria-colonia, dominador-dominado, entre otras), condiciones que le facilitan aglutinar en torno a sí, gran parte de la demanda por un “lugar” para la “otredad” para el área y más allá. Existen, sin embargo, otros núcleos de silencios que implican otros momentos históricos y otros muchos eventos que no hemos hallado tan narrados. Entre estos núcleos, por citar algunos -con la subjetividad de la escucha del autor mediante- algunos otros temas que se incorporan como alternativas enriquecedoras al relato cultural de lo local, están abordando momentos que no tienen tanto registro escrito en la historia local, como por ejemplo las practicas agrícolas indígenas, las rutas y vías de circulación de bienes entre parcialidades y con los criollos, los enfrentamientos entre grupos nativos y étnicos locales y no-locales, los episodios de “traición” entre supuestos pares de diversa procedencia, o los re-acomodamientos políticos faccionales en relación con el estado nacional durante los procesos de “la conquista” decimonónica; o con relación a la población europea: las estafas a colonos traídos de Europa o los asentamientos que no prosperaron en el proceso de ocupación territorial por esas causas, el lugar del ámbito pampeano en la investigación científica mundial decimonónica, la pretensión y estrategias de ocupación del espacio por potencias extranjeras, las formas de negociación inmobiliaria con las tierras y la especulación financiera con las mismas, en concomitancia, con la lógica corrupta, ligada a la “mano visible” de la elite para la instalación de ferrocarriles con relación a la llamada “repartija vergonzosa” (Gaignard, 1989; Pigna, 2005) de tierras, y el resultado de esta forma de territorialziación, que incluso se relata melancólicamente como deseable, entre muchísimos otros, o también mediante aquellos vinculados a la historia más reciente, como la continuidad de la presencia militar nacional y extranjera en el área[12], la experiencia del peronismo y su expresión en lo “rural”, o el uso del espacio durante la “reorganización nacional” y la utilización del mismo como ámbito fuera del control legal, por citar algunos, casi al azar, como alternativas en torno a las cuales pensar las maneras de aparición del silencio

Entendemos en su contexto la necesidad de constituir en el siglo XIX y principios del XX, polos identitarios para la integración social, sobre todo en relación a poblaciones heterogéneas de origen diverso trasladadas a un territorio del cual su pasado les era absolutamente desconocido. Podemos pensar así que la construcción de imaginarios cohesivos simplificadores, pretendiendo producir comunidades cerradas, homogéneas, simples y pequeñas aparece en Latinoamérica, como señala Anderson (2000)[1993] como la construcción de “comunidades imaginadas” para la eficiente instalación de los estados nación en los territorios “descolonizados” (de España o Portugal y de Inglaterra o Francia en el Norte) y este proceso se encuentra liderado por las elites que toman el control económico local en ese momento de reelaboración del colonialismo, pero proponemos que en la actualidad, en vista de los resultados y considerando las herramientas y tecnologías para la interacción social como para su abordaje analítico, deberíamos trabajar por sincronizar estos mecanismos de cohesión con las realidades y peculiaridades locales y considerando los resultados obtenidos por las políticas anteriormente implementadas.

La maniobra decimonónica de creación de los argentinos, simétrica a la complementariamente construida para los “no-europeos” como los “indios” u otras parcialidades a subsumir, se perpetua hasta la fecha, casi inmutable: incluyendo y excluyendo ahora minorías también inmigrantes extranjeras (pero ahora latinoamericanas) Aquella identidad producida y mantenida por políticas educativo-culturales estatales, que se volcó sobre gran parte de los excluidos, y que a veces se adoptó como su estrategia de supervivencia, no se ve actualizada hoy siquiera por la escucha de sus voces. Este es un trabajo que implica la atenta construcción de una nueva mirada sobre el decimonónico “paisaje nacional (o folklórico)”, construcción identitaria de raigambre nacionalista que se produce con-fundiendo territorio y cultura formando un todo topográficamente determinado, por lo tanto inmutable, -aún bastante vigente-, para trabajar en la posible reversión de algunos de los procesos de fragmentación y expulsión que sufren estos territorios, construidos sobre la base de un conservadurismo político vertical y la imposición de una lógica identitario-cultural que se sostiene bipolar, como refleja la permanente vigencia del tópico “civilización o barbarie” y sus reelaboraciones, y no permite variaciones ni grises sobre este constructo extremadamente simplificado, constructo que acarrea el sub-aprovechamiento del territorio y sus recursos, como la desigual redistribución de los beneficios; fragmentación silenciada que se hace funcional a un régimen partidario entendido como negocio. (Lopo, 2009)

Así, en este caso y pensando en relación al eje de nuestras preocupaciones iniciales –lo patrimonial-, se han construido y sustentado en la práctica local muchas de las formas de interpretación del espacio como “no-publico”, y de lo político como ámbito de lazos verticales entre “no-pares”. La estructura clientelar uno-a-uno, y la poca o nula accesibilidad generalizada al territorio y, por tanto, a los espacios paisajístico-patrimoniales -para citar solo el problema que dio pie a esta reflexión-, desalientan, también, la posibilidad de gestión participativa, en lo que podríamos llamar “la lógica de las estancias”. De alguna manera siguiendo la línea del pensamiento de Rouquie (1982 [1978]) esta lógica verticalista, que implica la re-producción de estructuras socio-políticas de antigua raigambre en lo colonial y las relaciones de dominio patronales instalada para el manejo de la conquista y el virreinato español, pasando por la de las revoluciones y las luchas caudillares regionales por la hegemonía posteriores a la independencia, para concluir en la instaurada para la producción de las repúblicas decimonónicas, se perpetúa en gran parte hasta nuestros días con sutiles variaciones y facilita una serie de modos de articulación políticos novedosos, insistiendo en aquellos basados en formas de poder personalistas, ligados a sucesivos modelos políticos que se insertaron en el territorio utilizándolo como dominio implantado desde fuera (Lopo,2007) que parecen seguir vigentes. Estas maneras verticalistas, pueden funcionar con resolución clientelar y faccional, y por lo tanto consideramos que son formas muy susceptibles a la crisis desde y porque articulan la delegación del poder en figuras, centralizadoras (carismáticas en el mejor de los casos) con acotadas posibilidades, dado que funcionan -hoy mas que nunca- en un muy contexto de inestable mercado-mundo dominado por las determinaciones externas, y por lo tanto hacen que la redistribución clientelar interna, y los mecanismos de fisión/fusión (E Pritchard, (1977) [1940]) sean muy sensibles a estos vaivenes y vacilaciones cuyo dominio escapa a la posibilidad de maniobra local.

Hoy, además, debemos considerar que estos modos de articulación política cuentan, como novedad, con el aporte de lo mass-mediático, y por lo tanto, el rol del manejo de las imágenes –incluidas las de los paisajes (territorios) y de la información adquieren un lugar central –reemplazando la parte por el todo y eliminando la discusión bajo la preestablecida homogeneidad global- facilitando formas políticas centralizadoras y sustentabilidades aun más débiles para lo local como diferencia posible. La articulación con lo global merced a la manipulación de los sistemas imaginarios, mediante diversos y siempre mutantes artilugios, insertos en la lógica trasnacional y sus sucesivos modelos de ajuste en relación a las diversas periferias -no solo geográficas- deja entonces menores márgenes de maniobra para la construcción de ciudadanía y la participación locales. Si bien se incrementa la circulación de sus imágenes, se disminuye aun más, paradójicamente, la posibilidad de variación y la pluralidad efectivas, en sus territorios tensando demasiado esta relación entre potencialidad y posibilidad concreta, y por lo tanto, limitando también su representatividad. La comunicación de la cultura de masas fomenta la progresiva homogeneización impartida desde centros acumuladores de capital de toda especie (atomizados y dispersos geográficamente) junto al aumento de la presencia de las imágenes de lo diverso a la vez que se reduce progresivamente el lugar de la diferencia a una función casi “ornamental”, o nuevamente folk. Y en esto, la construcción de imágenes territoriales y patrimoniales de las industrias culturales juegan un rol significativo a la hora de definir diferencias y continuidades entre los grupos y sus formas de relación y legitimidad política, inclusive.

El proceso de formación de estereotipos se refuerza lamentablemente si, además, los diferentes actores locales escasamente forman lazos entre sí. Este diagnóstico fue frecuentemente encontrado como limitante para el desarrollo local en el área por los trabajos de varios procesos de planificación que intentan dar cuenta del estado de la cuestión en diferentes propuestas de gestión territorial: entre ellos podemos mencionar los informes del PFETS (STN, 2005) del  PET (SPTIP,2007/8) y algunas propuestas y autores del PLAN FÉNIX (AAVV, 2003-5) que coinciden en señalar en sus documentos algunas de las dificultades para el desarrollo local como las visualizadas por nosotros, haciendo foco en lo restringido de las practicas de articulación socio-políticas entre pares en el área. Expresiones como “Aca somos separados”, oída en otro trabajo de campo por el mismo equipo en el ámbito pampeano, en respuesta a la posibilidad de cooperación para fines de decisión territorial o “Hemos trabajado siempre tranqueras adentro” difundida por la prensa reiteradamente, en boca de productores rurales que se expresan en la reactivación del accionar político en el marco del llamado mediáticamente conflicto “campo-gobierno” o “conflicto por las retenciones” (conflicto en el que se re-articulan nuevos y viejos actores en la reproducción de estructuras como las detectadas desde marzo de 2008) condensan algo de esta situación. Debemos señalar, sin embargo, que si bien los actores se hallan desvinculados entre sí, éstos actúan fuertemente vinculados al dirigente político de referencia inmediata en la esfera local, concatenada ésta con la escala provincial o nacional, y que esta relación toda adquiere la forma uno-a-uno, con la consecuente, endeble y escasa posibilidad de interacción consensuada “desde la base” / “Bottom up” (de Walt, 1994) como práctica cotidiana.

En esta hipótesis interpretativa que aventuramos, podríamos relacionar a estas formas políticas con las determinaciones constituidas y sostenidas por algunos aspectos del relato hegemónico identitario que ha producido al gaucho como ser esencialmente solitario. Relato que si bien se encuentra confrontando con la idea también sostenida de que “los hermanos sean unidos. (y el resto de los desarrollos afines de ese texto) (Hernández, (1998) [1872]) y todo el complejo mítico posteriormente construido sobre esta propuesta y sus interpretaciones, hoy se actualiza en un actor que, por ejemplo, se esfuerza por identificarse con la solidaridad, la “ayuda”, visibilizándolo y resaltándolo en el termino “gauchada”- (rescatado en la perspectiva de los actores como básico de lo identificatorio en el medio rural) pero que aparece como una ayuda a un “otro”, instituyendo el relato de la solidaridad a terceros, pero no la creación de un imaginario de conjunto o colectivo de pares unificados y actuando como grupo solidario entre si. En la actualidad, podríamos decir, reconstituyendo esta unidad de grupo casi solamente por sus diacríticos folklórico de origen laborales (ganadero) y los relatos de la especie fuertemente ligados a las formas patrióticas y nacionalistas, de las cuales no podemos soslayar su dimensión de estructura asociativa y de vinculación (Rattier y Guebel [ca. 1999]) que no difieren demasiado de la mayoría de las practicas y discursos de la cultura política en el área.

Este primordial imaginario, se mantiene y se sustenta junto a la permanencia de otros en sintonía tales como los de la épica de los diversos grupos inmigrantes, (también legitimados por los mismo s constructores del ”mito gaucho” según fuera menester) identificados con su origen extranjero –y separados entre sí hasta hace muy poco por su nacionalidad y sus respectivas sociedades de socorros mutuos, que actuaron “conquistando el desierto” (luchando contra la naturaleza (y el indio a veces)) en grupos reducidos, casi a clanes familiares o regionales por su origen, o como los producidos por la refinada reproducción de una relación peón (obrero)-patrón basada en padrinazgos y clientelismos personalizados, también reduciendo la posibilidad de agrupación, en este caso  sindical, con las disputas que ello ha ocasionado en el área con la construcción del Estado de Bienestar luego de años de tradición conservadora de este orden. Podríamos incluir también en esa nómina a las nuevas formas de articulación clientelar y dependencia (de base tecnológica) que surgen de los modelos de gestión en paquetes de gestión de la producción agropecuaria, como los de la soja y los feed lots y las formas de articulación social que generan, o, en otro orden, como los de las formas de aglutinación de los partidos de masas históricos que funcionan mediante la apropiación de un aparato simbólico como trofeo para su legitimidad, sobre la base de la creación y mantenimiento de lazos verticales de dependencia en ámbitos de extrema pobreza con imperante necesidad de articulación a las políticas sociales estatales, y por ende al aparato político.

Estas manifestaciones de lo asociativo, acentuadas por la falta de lazos inter-pares, exacerbada entre otras causas por la migración hacia las mega-urbes, se materializan finalmente en lo territorial como conurbaciones de las grandes ciudades capitales de las provincias que componen la región y agrupan gran parte de su población, expulsada de lo agro-productivo, brindando así botines electorales, decisores, a partir de esta aglutinación “urbana” en un ámbito paradójicamente lindante con el territorio que potencialmente podría proveer su sustentabilidad si se reconsiderara el modelo político y las politicas territoriales para su desarrollo. Sin embargo, y a pesar de este contexto, debemos señalar que como hemos visto en este ultimo año, las formas de la gauchesca como articulador en los momentos de crisis, puede aparecer actuando en la fusión de facciones diversas, “en contra de” modelos enunciadamente participativos y redistributivos, con relato de horizontalidad, apareciendo así reinterpretada en una nueva clave para ambos constructos, lo que nos permite ejemplificar esta posibilidad de una múltiple dimensionalidad de lo identitario comprendido en términos y con herramientas más actuales y miradas mas complejas.

Creando herramientas para la caja de la gestión socioterritorial

Memory and history, far from being synonymous, appear now to be in fundamental opposition. Memory is life, born by living societies founded in its name. It remains in permanent evolution, open to the dialectic of remembering and forgetting, unconscious of it’s successive deformations, vulnerable to manipulation and appropriation, susceptible of being long dormant and periodically revived. History, on the other hand, is the reconstruction, always problematical, incomplete, of what it is no longer; history is a representation of the past" (Nora 1992 [1984])

 “...nuestro pensamiento individual es capaz de recordar en tanto y en cuanto se re-sitúa en esos marcos y participa de esa memoria...” (Halbwachs, 1980 [1950])

En este fluir entre las formas de modelización teórica y su necesaria conceptualización para la acción, a partir del nutrirse del campo –en sentido extenso- y proponiendo la necesaria reflexividad mediante en lo que podría considerarse un proceso abductivo, es necesario rescatar la propuesta del proyecto actual se encuentra en su etapa inicial y ha logrado la sistematización de algunos resultados preliminares. Estamos trabajando a partir de la experiencia del primer proyecto y ampliando el área del caso de trabajo –como hemos señalado- para la construccion del glosario de las formas de los silencios, tratando de pensarlas a partir de una interpretación del modelo de CH. S. Peirce sobre las nueve formas básicas del signo (Peirce, (1980)1965 [1868-1914] c. 1903/4). Si bien este proyecto tiene como fin el modelizar los tipos de silencio que aparecen en el ámbito, se propone a su vez aportar a la reflexion sobre la construcción del necesario vínculo entre el par memoria/historia y de éste a su vez en relación con el necesario olvido, sin dejar de lado la marcación en lo territorial de este proceso.

Como sistematización preliminar podemos adelantar por ahora, que el conjunto de las formas de los silencios o de lo que llamaremos lo “no-dicho” contiene diferentes dimensiones de “voluntad” de silencio, haciendo un distingo básico e inicial entre a) Silencios pre-eminentemente estratégicos o negociadores, y b) silencios preminentemente impuestos. Pondremos así en paralelo dos modelos de interpretación de la dinámica de la cultura como son los modelos de “confrontación” y los de “hibridación” que se manejan a menudo como oposiciones excluyentes, cuando pueden no serlo.  La forma de hibridación, es interpretada por varios analistas como una capitulación o una derrota por lo hegemónica por sobre los discursos alternativos, Estas dos  formas de resolución de un enfrentarse de grupos, clases o etnias, para este caso,  pueden definir algunos conjuntos de formas de aparición de modalidades de silencio relacionados también, en nuestra producción de categorías, con la dinámica de la conjunción memoria/historia. Abocándonos a ejemplificar con lo específico de nuestro asunto, la diferencia entre la producción propia, elegida, de un silencio negociador, auto-regulado, y la imposición de un silenciamiento, sin margen o posibilidad de elección, es aquí un primer par diferenciable que trataremos de considerar. Si bien uno y otro pueden ser entendidos como caras de una misma moneda, intercambiables según los contextos de puesta en juego de los discursos, trabajaremos inicialmente con aquellos que tienden a ubicarse en el área del segundo grupo: es decir, con aquellos en los que entendemos hay una imposición para silenciar algunas voces con menos capacidad de elección. En relacion a la mencionada dinámica memoria/historia, podemos señalar que provisoriamente nombraremos como omisiones, genéricamente, a los tipos que se inscriban en el primer grupo y como silencios propiamente dichos o silenciamientos, a los del segundo. Si bien no queremos avanzar con las diferenciaciones y nombres hasta tanto tener un esquema completo para el campo semántico abarcado, proveemos estas nominaciones para hacer algunas diferenciaciones básicas desde el inicio, aunque quizás de manera provisoria-.

En este sentido, debemos diferenciar también -debido al campo en donde ha surgido esta reflexión que fue el del “patrimonio”- entre la aparición de lo no-dicho en la expresión de la historia o la memoria, y la desaparición de los soportes (de cualquier especie) que podrían brindar mayor anclaje a los discursos silenciados. Llamaremos a este segundo conjunto ausencias (categoría que también trabajaremos en su articulación con los silenciamientos -del polo historia-) y que se vincula con la idea de abandonos para los mecanismos más ligados a la dinámica de producción de estas desapariciones en la dimensión de la memoria, más pares a los mecanismos de las omisiones), siempre considerando que, no es determinante para silenciar  la circulación de discursos el contar o no con referentes concretos en el territorio, pero sí coadyuva la presencia o la ausencia de la marca material para la gestión socio-política de los consensos para la memoria / historia y el necesario olvido en el sistema vigente. Siguiendo a Criado Boado (1995) como describimos anteriormente, esta correlación puede entenderse a modo de ejemplo, al analizar muchas de las prácticas de los organismos centrales en la gestión patrimonial, como lo son UNESCO, ICOMOS, o las oficinas de patrimonialización municipales, provinciales o nacionales, que funcionan en sintonía con la construcción de lo identitario, haciendo reposar el conjunto de los “valores” “nacionales” o “étnicos” sobre edificios y objetos, empezando a pensar recientemente, y solo como categoría separada la necesidad de incluir las dimensiones llamadas “inmateriales” entre lo patrimonial , y mas allá de eso, incluyendo a lo no-dicho como clave de interpretación para la genuina participación, activada mediante la construcción de una nueva escucha sobre otras bases epistemológicas. Hasta aquí proponemos algunos de los avances y encuadres que ampliaremos en breve con la publicación de los primeros resultados de esta segunda investigación, trabajo ya iniciado con el texto “Algunas formas del silencio actuales en la re-producción de la memoria pampeana” (Lopo, 2008)

Si bien no hemos avanzado lo suficiente como para presentar sistematizaciones más exhaustivas, queríamos ir dando cuenta de algunos de los avances para localizar al lector en los temas que estamos trabajando para la producción de esta nueva escucha.  Pese a lo escueto del espacio para el texto, y al estado inicial del trabajo del segundo proyecto, consideramos que el valor de la experiencia del trabajo de “asistencia técnica” al municipio, como la presentación de algunas líneas de alcance del actual proyecto sobre los silencios, dan cuenta de las posibilidades diversas para poder cumplir con los objetivos primordiales del centro sede al que pertenecemos. Nos arriesgamos a esta exposición con el objetivo de remarcar la continuidad de la necesaria “transferencia” desde lo académico a la gestión (y viceversa), que puede adquirir una forma conceptual y/o proyectual pero que debe estar siempre incluyendo la relación, en su máxima expresión entre el campo académico y el campo de lo socioterritorial, incluso,-como planteamos- como una unidad para la comprensión de nuestras acciones e influencia en la gestión territorial como necesarios actores e implicados

Consideramos que entre los aprendizajes transferibles de este trabajo en su conjunto (2002-2009), encuentra un lugar fundamental el haber podido visibilizar que es necesario reconsiderar los insumos usualmente tomados como base para la planificación o gestión territorial y los diversos procesos participativos, y el haber entendido a las diferentes esferas de la gestión, la academia y lo político como participantes de una misma realidad social en la que siempre está implicado todo proceso científico o de sistematización de conocimiento. Re-incorporar nuestro “patrimonio destruido”, re-descubriendo los nexos entre éste conjunto de exilios de sentido, y los procesos de silenciamiento en la actualidad, reflexionando sobre el rol de los académicos en la producción de estos procesos, podemos trazar una estrategia adecuada para desarrollar nuestra tarea para generar nuevas maneras de sustentabilidad, con la posibilidad de proponer las reglas de juego desde estas sociedades que podemos entender como “en los bordes”. Podríamos agregar -para pensar en concreto la coyuntura 2008-9- que “el problema del campo”, podría ser el puntapié inicial para pensar las soluciones para este territorio si se tratase con las herramientas disponibles y no con paradigmas identitarios faccionales y de conducción política decimonónicos.

 

Notas

[1] Acaso ocasionado por el casi inédito y absoluto desconocimiento mutuo de los enormes conjuntos de culturas diversas que entraron en contacto desde 1492 (Todorov, T: 1991[1982] y aun negocian el modo de participación en la explotación territorial.

[2] Una simple revisión de las experiencias vividas, podrá dar cuenta de formas participación que se basan en presupuestos cuestionables, como el de la disponibilidad igualitaria de tiempos y recursos para un imaginado todo homogéneo de población practicante del “juego democrático”,  soslayando de esta manera las grandes diferencias entre “los que pueden”, “los que quieren” y a los que “no se les hace posible” participar.  

[3] Programa ALFA (América Latina Formación Académica) AML/B7-311/97/0666/II-0271-FA-FCD-FI– RED: “Gestión de recursos culturales como fundamento de planes de desarrollo de base local”, (2004-2006).

[4] Propuesta que fuera sistematizada y que gestionara sus recursos con  la Provincia, y que fuera luego, descartada por los actores políticos locales prefiriendo utilizar los fondos para otros fines, en tanto que la Universidad se constituiría como administrador del proyecto, como explicamos en nuestro informe final del trabajo (Lopo, 2009).

[5] El  Plan de Ordenamiento Territorial del Municipio de Tornquist aprobado por Ordenanza 1461/02, entre cuyas estrategias se hace explicita la necesidad de la “Recuperación y puesta en valor de edificios patrimoniales y la revalorización del espacio público” mediante objetivos como “crear sistemas de espacios públicos y sitios de interés” y “acentuar la percepción por parte de la comunidad de los elementos del patrimonio que las distinguen de otras ciudades”. (M. de T, 2002) En ese contexto local se  inscribe el presente trabajo académico, declarado de Interés Provincial por el Inst. Cultural de la Pcia.de Bs.As. (2005).

[6] Expresado en los slogan de promoción locales como “Tornquist: Su destino por Naturaleza” (ADTCSV, 2003)  hoy junto a “Tornquist, El Distrito más bonito de la provincia” (Rattero , 1998)-

[7] Como vimos, nos parecían llamativas e inquietantes las prácticas con las que se construyen el patrimonio y se decide lo patrimonializable, con confluencias procedentes de diversos campos y disciplinas que cooperan entre sí pese a su diverso origen, de manera bastante inusual, pero en el mismo proceso de análisis y discusión, encontrábamos que muchas de éstas formas que proponíamos para pensar la gestión territorial y patrimonial e interpretar muchas de las cuestiones que en el área surgían como claves y relevantes a nuestros ojos, tendían a ser minimizadas o segregadas del problema en la mirada de los especialistas como “cuestiones de otra índole”.

[8] Como las discusiones Alberdi / Sarmiento (Alberdi, 1999 [1873-9]) en relación con la re-organización cultural y demográfica, tensada por el reemplazo absoluto o por la “integración” del componente nativo, o como las vacilaciones entre lo racional / afectivo de personajes como Lucio V. Mansilla (2007) [1870-1875]  al respecto.

[9] como por ejemplo, el que hacen sectores  del peronismo sobre tal figura, casi el limite de las reinterpretaciones, condensado, en “Los hijos de Fierro” de F. Solanas (1978/1984 [1973/4 ]; entre otras expresiones-

[10] Leonel Luna, Nicola Constantino, Esteban Pastorino, Marcos López,  Albertina Carri, Mariano Llinás, entre algunos otros.

[11] Consideramos que esta obra de este artista puede interpretarse en sintonía con la idea rectora de nuestra propuesta, (proponiendo un signo de esquiva univocidad y que desata una pregunta en el espacio).

[12] La Justicia Nacional tuvo que verificar si el ex general Videla estuvo o no una estancia del partido, cuando se suponía debería estar en arresto domiciliario en Buenos Aires, (Clarín, 2000) y subsisten versiones en torno al Club Hotel de la Ventana y la presencia de militares de la Alemania Nacional-socialista en el área luego del episodio del Graf Spee.(1939).

 

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Ficha bibliográfica:

LOPO, Martín. Memoria, historia y silencio en la construcción de territorios emblemáticos. Aportes para la interpretación de las voces (y silencios) en la producción de la legitimidad y la identidad locales. Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales. [En línea]. Barcelona: Universidad de Barcelona, 1 de agosto de 2010, vol. XIV, nº 331 (44). <http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-331/sn-331-44.htm>. [ISSN: 1138-9788].

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