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Scripta Nova
REVISTA ELECTRÓNICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona. ISSN: 1138-9788. Depósito Legal: B. 21.741-98
Vol. VI, núm. 119 (19), 1 de agosto de 2002

EL TRABAJO

Número extraordinario dedicado al IV Coloquio Internacional de Geocrítica (Actas del Coloquio)

EN BUSCA DE TRABAJO: ENTRE LA FRONTERA Y LA SOBERANÍA DEL ESTADO

Mgter. Alicia Laurín
Universidad Nacional del Comahue. Neuquén. Argentina
Doctoranda Departamento de Geografía Humana. Universidad de Barcelona


En busca de trabajo: entre la frontera y la soberanía del Estado (Resumen)

A los desplazamientos de población en busca de trabajo se oponen fronteras infranqueables o bien requisitos ineludibles, tales como solicitar permiso de residencia y trabajo. En estos casos, pese al cuestionamiento de validez de la soberanía, el Estado conserva, ejerce y manifiesta su vigencia. A través del ejercicio de su soberanía regula, controla y decide sobre la permanencia de extranjeros en su territorio. La formación de espacios económicos sin fronteras está seguida de controles fronterizos restrictivos y políticas inmigratorias ausentes o imprecisas. El caso de España es uno de ellos y la realidad que experimenta ofrece la oportunidad para reflexionar sobre dos aspectos: el principio de equivalencia de las fronteras y el tratamiento del trabajador extranjero como mano de obra complementaria y no competitiva.

Palabras clave: Soberanía, frontera, inmigración, política inmigratoria


Finding job: between the frontier and State Sovereignty (Abstract)

Against people movements trying to find job it oppose impassables frontiers or unavoidables requirements such as residence or work permit. In these cases, despite the validity questioning about sovereignty, the State retains it, exercises it and exhibits it inall its significance. Through the exercise of its sovereignty states regulates, controls and decides about the permanence of foreigns in its territory.The formation of economics spaces without frontiers is inmmediatle continued by restrictives frontiers controls and missings or imprecises inmigratory policies. The Spain case is one of them and the reality than exhibits give us the oportunity for make reflections about two issues: the equivalence principle of frontiers and foreign workers treatment as complementary and no competitive work force.

Key words: Sovereignty, frontier, inmigration, inmigratory policy


Los desplazamientos de población en busca de trabajo desde jurisdicciones político administrativas diferentes y distantes son uno de los fenómenos sociales más notables de las últimas décadas. Si a los grandes desplazamientos de población de los siglos pasados le correspondieron políticas demográficas con propósitos colonizadores, hoy los mayores desplazamientos se producen sin el amparo de la promoción de políticas especiales. Por el contrario, la gran movilidad de la población - favorecida por la disponibilidad masiva de los medios de transporte y el abaratamiento de los costos de traslado - está indirectamente promovida por las características del sistema productivo en vigencia. Pero en un contexto mundial en el que el ejercicio de la soberanía del Estado es puesto en duda y algunas fronteras están destinadas a desaparecer -sobre todo de los espacios económicos integrados como la Unión Europea o el Mercosur- los flujos migratorios en busca de trabajo paradójicamente se enfrentan con las fronteras y soberanía del Estado.

Reflexionaremos sobre este problema partiendo del análisis de las características y estrategias económicas del sistema en relación con el trabajo. Seguidamente presentaremos la dimensión territorial de la globalización para observar la creación de los espacios económicos sin fronteras internas y de allí abordar la paradoja de los controles fronterizos. Para acercarnos a las políticas inmigratorias citaremos brevemente la experiencia de España en el tratamiento de los flujos migratorios, ya que ofrece la posibilidad de repensar a las fronteras y al trabajador extranjero.

Al observar las transformaciones del sistema productivo operadas desde la década de los años 1980, vemos la estrecha correspondencia que existe entre desplazamiento de la fuerza de trabajo y la lógica empresarial productiva. La liberalización de la economía, el desarrollo tecnológico, la dispersión de la producción y el nuevo paradigma productivo, definen en la actualidad al sistema capitalista (1). En este contexto el trabajo ha ido modificándose al ritmo de las modificaciones generales, las que incidieron en la estructura de oferta y demanda de mano de obra y en su cualificación. La liberalización de la economía y su contrapartida la desregulación estatal, ha orientado al capital a la obtención de una porción cada vez mayor de excedentes provenientes del proceso de producción. Para lograr este propósito se aplicaron mecanismos tendentes a elevar la productividad y la explotación, tales como reestructurar el proceso de trabajo por una parte y el mercado laboral por otro. La innovación tecnológica contribuyó en la reestructuración del proceso de trabajo y en la distribución de las ganancias a favor del capital. En segundo término la intervención sobre los salarios por medio de la reducción de los beneficios sociales o imponiendo condiciones de mercado menos protectoras, cooperó con la disminución del costo del trabajo. Uno de los mecanismos más usados para esto es el de la dispersión de la producción hacia zonas que ofrecen mano de obra a muy bajo costo, o a costos más bajos que los del lugar de origen de la empresa. Este mecanismo sólo ha sido posible por el desarrollo tecnológico del campo de la informática y las telecomunicaciones.

Por otra parte y como resultado de las transformaciones del Estado, en el tránsito de Estado productor a Estado gestor y administrador de intereses económico – estatales- el mercado informal de la economía crece y se expande, tanto en el centro como en la periferia de la economía. En efecto, la eliminación de muchas medidas del Estado de Bienestar orientadas a la modernización del aparato del Estado - muy burocratizado para este modelo de desarrollo actual -; el abandono de la función productiva del Estado - a través de la venta de las empresas estatales - con la consiguiente liberación de la mano de obra, contribuyeron a incrementar la economía informal. El mismo Estado que le aseguraba el trabajo, el salario y los beneficios sociales deja de hacerlo.

Estas modificaciones han invertido las relaciones de poder entre el capital y el trabajo, dentro de un contexto de declinación del movimiento sindical como fuerza organizada en defensa y protección de sus intereses. Ha sido el resultado de una política estatal coordinada con quienes controlan el capital, pues para asegurar la acumulación del mismo hay - como mínimo - dos caminos: se suben los precios o se bajan los salarios, para lo cual se requieren políticas estatales que regulen la relación capital - trabajo. En esa relación la fuerza de trabajo organizada ha perdido poder (2).

Cabe destacar también en este panorama la interpenetración a nivel internacional de todos los procesos económicos con el sistema funcionando como unidad a escala mundial y en tiempo real. Según Manuel Castells este mecanismo engloba a los movimientos de capital, a la migración de la fuerza de trabajo, al propio proceso de producción, la interpenetración de los mercados y la utilización de las naciones - estados como elemento de apoyo en una competencia internacional que determinará el destino económico de todas las naciones. Con ello el capital aumenta la rentabilidad ante la posibilidad de:

a) elegir las condiciones más favorables para la inversión y la producción en cualquier parte del mundo.

b) intensificar el volumen de negocios como resultado de la expansión de la producción.

c) abrir nuevos mercados y la conexión de segmentos de mercado a través de las fronteras, homogeneizando el consumo y los mercados.

En síntesis, las tres características centrales del sistema actual son el dominio del capital sobre el trabajo, a favor del capital; la acción del Estado hacia funciones de dominación - acumulación en la economía y la interdependencia del sistema capitalista.

Saskia Sassen sostiene que la internacionalización de la economía afecta los mecanismos que vinculan a los países de inmigración con los de emigración y a sus correspondientes mercados de trabajo (3). Observa que tanto los mecanismos de vinculación - que pueden ser de tipo militar, económico o de reclutamiento organizado de trabajadores- como el mercado laboral, ambos definen la formación de flujos migratorios y la dirección de los mismos. Esto implicaría la existencia de políticas inmigratorias que promueven dichos desplazamientos. Sin embargo, según la autora, los análisis de las políticas en los países desarrollados atribuyen sólo al migrante la decisión de trasladarse a otro país, sin asumir la responsabilidad que le cabe al Estado y a las empresas de promover –directa o indirectamente- dicho desplazamiento. En el mismo sentido destaca la existencia de dos tendencias –contradictorias entre sí- que se combinan: una que lleva a crear espacios económicos sin fronteras; la otra que intensifica el control fronterizo para impedir la entrada de inmigrantes y refugiados.
 

La dimensión territorial de la globalización

Con respecto a la primera tendencia, la conformación de bloques regionales ha sido uno de los efectos de la globalización en el territorio. El Mercosur constituido por Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay o la Unión Europa entre los 15 países del continente, son dos ejemplos de aquella tendencia. Hay una asociación casi directa entre proceso de globalización y proceso de integración regional ya que se lo suele definir al último como una alternativa en dirección a la lógica del capitalismo en su fase actual. Las regiones derivadas de esos procesos de integración funcionan o tienden a funcionar como un todo integrado desde la perspectiva económica. Es decir, las decisiones sobre producción, circulación y consumo se toman de común acuerdo entre los miembros de la región.
 

Los espacios económicos sin fronteras

Esta particularidad ha llamado la atención de geógrafos, filósofos, economistas, políticos, sociólogos, entre otros, quienes cuestionan la validez de la soberanía de los Estados como resultado del proceso de globalización o transnacionalización de la economía. La perdida relativa de autonomía para decidir sobre esas cuestiones impulsa a expresar que la pérdida de soberanía de los Estados es un efecto de la transnacionalización de la economía (4). O -en el otro extremo- a sostener que no hay más estado-nación, sino Imperio según Toni Negri y Michel Hardt, que no asocian a ningún estado-nación sino es simplemente capitalista: es el orden del capital colectivo (5). Para los autores la unificación política del mercado mundial alrededor de lo que siempre fueron símbolos de la soberanía: poder militar, monetario, comunicacional, cultural y lingüístico, constituye el dispositivo supranacional, mundial, total al que denominan Imperio (6). Hay quienes piensan que el concepto de soberanía asociado a la concentración del poder estatal es obsoleto respecto de la globalización. Esta ha cercenado la autonomía estatal y su soberanía. "(...) la soberanía propiamente dicha se debe entender y analizar como un poder escindido que es percibido como algo fraccionado por toda una serie de actores (nacionales, regionales e internacionales) y que se encuentra limitado y maniatado precisamente por esta pluralidad inmanente (7)".

En este sentido Peter Taylor sustituye la autonomía de los Estados como entidades independientes por la "maniobrabilidad" de los Estados, en tanto instituciones de la economía mundo. Así justifica la existencia de los Estados como pieza clave en dicha economía-mundo por que asegura lo central del capitalismo que es la acumulación incesante del capital. Mantener el orden es la condición fundamental para que se produzca la acumulación y aquí los Estados juegan un papel central (8).
 

¿Los controles fronterizos?

La tendencia a intensificar los controles de las fronteras -contradictoria con la de crear espacios sin fronteras- desvela el contenido de las mismas en relación con lo que separa. La función que han desempeñado históricamente las fronteras ha sido la de separar, más que unir, y delimitar el territorio sobre el que se extiende la soberanía de los Estados. En los últimos años ha comenzado a delinearse una nueva función y lo que hasta entonces constituía una barrera tiende a desaparecer, al menos en aquellos espacios que se integran. Sin embargo el abandono de aquella función de separación y defensa por la de unión y cooperación no es la evolución de "la frontera" en general sino solamente de algunas. Foucher afirma que sólo algunas fronteras evolucionaron desde la "línea" de defensa a la "zona" de intercambio, entre ellas las de Europa occidental y de América del Norte, que sólo son una ínfima fracción -menos del 8 por ciento- de la totalidad de las fronteras terrestres. Reducir el rol de las tensiones y de los enfrentamientos de las fronteras para insistir en la zona de intercambio y cooperación es -para el autor- desdramatizar la frontera (9). De este modo queda oculto aquello que aún separa.

El proceso de conformación de uniones económicas ha creado un ámbito territorial liberado de trabas a la circulación de personas, información, mercancías y capital. Es una condición para el funcionamiento económico la fluidez de la circulación. No obstante es una verdad a medias, ya que cuando analizamos los desplazamientos de población en busca de trabajo aparece con toda intensidad la fuerza de las fronteras como instrumentos del Estado, por medio de los cuales promueve o impide la libre circulación. Aunque en realidad yo diría que no es un problema de circulación sino de permanencia. Cualquier persona documentada y habilitada puede transponer las fronteras y circular libremente pero no tiene la misma libertad si lo hace en busca de trabajo, allí se descubre la permanencia activa de las fronteras y lo que Sassen señala como paradójico y que es la intensificación de los controles fronterizos.

Si observamos a la Unión Europea (UE) – por ser el caso más avanzado de integración ya que transita hacia la integración política luego de lograr la económica- podremos apreciar en primer término que hubo una unificación fronteriza, dentro de una sola frontera perimetral se agrupan los 15 países miembros. Es un espacio económico sin fronteras que desde la perspectiva territorial, al unirse, han aumentado la superficie de libre circulación ya que las fronteras se corrieron hacia la periferia del conjunto de los países que la conforman.

También se advierte que los habitantes de la unión ya no son extranjeros entre ellos sino ciudadanos europeos o comunitarios y como tal les cabe el derecho a elegir libremente donde residir y trabajar. Efectivamente, la movilidad y permanencia de la población no tropieza con trabas normativas dentro del ámbito integrado, por el contrario las fronteras que antes los separaban, se desactivan para el conjunto de los ciudadanos que integran el bloque. Aquí se da efectivamente la libre circulación de las personas.

En el caso del Mercosur el proceso de integración iniciado en el año 1991 es mucho más reciente -como hemos dicho-. Recién está transitando hacia la unión económica antes que hacia una unión política, en medio de avances y retrocesos, que se mueven al ritmo de las crisis económicas de cada país miembro. Todavía no han tomado forma definitiva las normas de unificación del funcionamiento económico del bloque regional. Pero del mismo modo que en la UE, la integración de los cuatro países miembros trajo el corrimiento de las fronteras internas hacia la periferia y la intensificación de la circulación de flujos como tendencia. En el aspecto del trabajo la preocupación dominante, en el ámbito gremial, gira alrededor de la reducción de los puestos de trabajo y el incremento del desempleo como una consecuencia de la integración. El problema central está en la articulación entre el Mercosur y el proceso de internacionalización de mercados. Como hemos dicho, una de las condiciones necesarias para mejorar la competitividad es la reducción de los costos de producción entre los que se encuentra la mano de obra. La defensa del empleo es la preocupación básica y en esa dirección se orienta la homogeneización de políticas laborales de los países miembros y de normas de protección laboral para el ámbito del Mercosur.

También está entre los temas más debatidos la libre circulación de la mano de obra, más avanzado en el caso de la UE, para lo cual se propone incluir algunas restricciones para impedir una liberalización plena. Las deliberaciones han girado alrededor de la permanencia y/o residencia del trabajador; el reconocimiento de títulos profesionales; las condiciones de seguridad en el trabajo, entre otras. Los líderes sindicales argentinos temen que la libre circulación de mano de obra produzca una masiva afluencia migratoria e incremente las tasas de desempleo en Argentina. Aquí se percibe el fenómeno que para el caso europeo ya es un problema, es decir, los flujos migratorios extranjeros en busca de trabajo. En la actualidad estas preocupaciones en materia laboral han sido desplazadas por otras de índole económica derivadas de la crisis Argentina iniciada en diciembre del año 2001.

¿Para quienes se vuelven restrictivas las fronteras? Aquí aparece el crítico problema de los últimos tiempos: los migrantes extranjeros. Ante este problema el Estado actúa, en el caso de España por ejemplo, tratando de normalizar las residencias y los permisos de trabajo pero no alcanza a resolverlo.

Si estamos de acuerdo que las características actuales del sistema capitalista son aquellas que cité al inicio, no es difícil comprender la estrecha relación que existe entre los movimientos en busca de trabajo y la modalidad de producción de las empresas que dominan la economía por una parte y la intervención de los Estados por otra. Las empresas migran, el capital también y las fuentes de empleo acompañan. Pero es un movimiento aceptado en un solo sentido, para ellos es preciso que no existan fronteras, para que puedan circular libremente mercancías, información y capital. Cuando se trata de población extranjera en busca de trabajo las fronteras vuelven a su antigua función de separar.

La migración de los últimos años es una respuesta lógica al desequilibrio económico entre los países más desarrollados y los menos. Si en los países emisores de mano de obra esta población encontrara las condiciones económicas básicas para asegurarse un pasar digno junto a su familia, pocos serían los que deambulen en busca de una mejor situación económica. Aún cuando el capital se instaló en estos países tampoco retuvo a la población, por el contrario, hemos visto que una de las causas de la movilidad de algunos procesos productivos ha sido el menor costo de la mano de obra localizada precisamente en los países menos desarrollados. Ya la diferencia salarial es un motivo para migrar, más aún cuando en los países de destino por trabajos menos cualificados reciben mejor salario.

Veamos el caso que experimenta España con los extranjeros no comunitarios. El 60 por ciento de los trabajadores extranjeros registrados al año 2000 en la Seguridad Social no proceden de ningún país europeo. En este conjunto predominan los hombres y sólo entre los latinoamericanos, el peso femenino es mayor que el masculino. Su ubicación por sectores y rama de actividad indica el predominio del sector servicios (65%) y el sector primario y la construcción concentran cada uno el 13 por ciento. En la industria sólo se emplea el 9 por ciento. El 40 por ciento restante son trabajadores comunitarios, ubicados en su mayoría en actividades empresariales y en los servicios de alta calificación. Según Antonio Izquierdo esta distribución estuvo inicialmente producida por la lógica de la economía y del mercado, pero luego quedó legitimada en la "política de contingentes" por el "principio" de preferencia nacional (10). El mismo autor señala que hacia finales del año 2000 estaban afiliados al sistema 455.000 trabajadores extranjeros, de los cuales 140.000 pertenecían a la Unión Europea. Si se compara aquella cifra con los residentes extranjeros entre 16 y 64 años, la relación da un proporción del 53 por ciento, considerada escasa más aún teniendo en cuenta que se trata de una migración joven, reciente cuyas familias recién están en proceso de instalación. Lo que también muestran los datos es la cantidad de inmigrantes que trabajan en situación irregular. Y a cada nueva regularización se conoce finalmente las cifras. La convocatoria de 1991 mostró más trabajadores sin permiso que trabajadores autorizados, hacia fines de diciembre de 1990 habían 85.000 trabajadores en regla y en junio del año siguiente –fecha de la convocatoria- se presentaron 135.000 en busca de regularización. Del mismo modo, en julio del año 2000 se presentaron 250.000 nuevos pedidos por encima de los 200.000 normalizados al 31 de diciembre del año anterior (11).

La indefinición en materia de política inmigratoria en España ha producido tres categorías de inmigrantes en relación con la residencia y trabajo, de acuerdo con Izquierdo:

  1. Aquellos que residen regularmente pero trabajan de manera irregular. Así lo indica el mayor número de los permisos de residencia otorgados que de empleo. En esta categoría participan con un alto nivel de responsabilidad los empleadores que no otorgan contratos laborales.
  2. Aquellos ingresados como turistas de manera legal, que les espera un trabajo, pero que no declaran su intención de quedarse.
  3. Aquellos que ingresan por sus propios medios clandestinamente o ayudados por las redes organizadas de "pasadores profesionales" en términos del autor de referencia.
Tal indefinición ha causado el incremento de la irregularidad ya que en la base de la permanencia por tiempo prolongado está el permiso permanente de trabajo y con él la estabilidad laboral. De esta situación se aprovecha el empleador que ofrece trabajo sin contrato. Si bien el modelo migratorio español no está definido, la tendencia es adoptar un sistema de migración laboral, es decir, de acceso al país y retorno al lugar de origen al finalizar las tareas.
 

Una síntesis para reflexionar

Volviendo a nuestro planteo inicial "en busca de trabajo: entre la frontera y la soberanía del Estado", concluimos que al momento de determinar quienes se quedan en el país y quien no, la soberanía del Estado queda bien establecida ya que –en función del poder que le cabe al Estado por su soberanía- regula, controla y decide –a través de las normas- quienes pueden hacerlo y quienes no. Entonces tal vez deberíamos pensar en aquello que no puede controlar y que probablemente ponga en tela de juicio su soberanía. En aquellos casos la frontera funciona como una barrera que no se debe transponer. El problema de la búsqueda de trabajo del extranjero es una cuestión de política de Estado, en dos direcciones como mínimo: una es hacia la frontera y otra hacia el propio país receptor.

Para el caso de las frontera deberíamos retomar el principio de "equivalencia" que propone Foucher, a partir del cual se pueda pensar en la organización del mundo. Es decir, una misma significación de las fronteras para todos los Estados. Ese sería el único concepto político de carácter universal que defina las fronteras, contando con la aprobación de todos los Estados (12).

Con respecto al segundo aspecto se debería insistir como mínimo en aquellas cuestiones sociales que ven en el inmigrante extranjero un competidor por el puesto de trabajo más que un complemento en el desarrollo de la actividad económica. La ubicación en las ramas de actividad y sectores de la economía muestra cual es el trabajo más requerido por ellos y no parece que fueran competitivos, más aún si se tiene en cuenta que la población nativa no es atraída – proporcionalmente – hacia este tipo de actividades económicas.

Constituye también una cuestión de política de Estado repensar las fronteras y definirlas con toda claridad en su función y contenido, pues tal como están funcionando se mueven en el plano de la realidad y la ficción a la vez: se abren pero se cierran; se flexibilizan pero también se tornan inflexibles; se bloquean para algunos para facilitar el paso a otros –sean bienes, servicios o personas-; y sobre todo aún siguen expresando que existe un interior y un exterior que asegura la separación y garantiza la homogeneidad aunque ya no existan las fronteras. Lo que motiva esta reflexión es la preocupación por lo que queda afuera y que en la realidad cotidiana se manifiesta –en el mejor de los casos- a través de largas filas de hombres y mujeres ante las oficinas de extranjería solicitando permisos de trabajo y en el peor de los casos en enfrentamientos violentos con las fuerzas de seguridad.
 

Notas

(1) Castells, M. 1995:52 y sig.

(2) Taylor, P. 1994: 172

(3) Sassen, S. 2001: 88

(4) Cotarelo, R. 1996: 23

(5) Cfr. Hard, Michel; Negri, Antonio L´Empire, París, Exils. 200

(6) Negri, T.y Hardt, M. Janvier 2001.

(7) Held, D. 1998: 65

(8) Taylor, P. 1994: 172-175

(9) Foucher, M. 1984:117

(10) Izquierdo, A. 2001:121.

(11) Cfr. Izquierdo A. 2001: 122.

(12) Foucher, M.1984: 123.
 

Bibliografia

CASTELLS, Manuel. La ciudad informacional: Tecnologías de la información, reestructuración económica y proceso urbano regional. Madrid: Alianza, 1995, p.52 y sig.

COTARELO, Ramón . Teoría del Estado. In Díaz, E. y Ruiz M, A. (ed) Filosofía Política II Teoría del Estado. España: Trotta, 1996.

FOUCHER, Michel. Les geógraphes et les frontières. París. Hérodote. La Découverte. 1984.2º y 3º trimestre. Nº 33-34.

HIRTS, Mónica. La dimensión política del Mercosur. Actores, politización e ideología. Venezuela. Nueva Sociedad Nº 146, noviembre-diciembre, 1996.

HELD, David. citado por BECK, U. ¿Qué es la globalización? Falascias del globalismo, respuesta a la globalización. España: Paidos, 1998.

IZQUIERDO, Antonio. La política hacia adentro o el sistema de inmigración irregular en España. In SASSEN, S. ¿Perdiendo Control? La soberanía en la era de la globalización. Barcelona: Ed. Bellaterra, 2001.

NEGRI, Toni; HARDT, Michel Vers l´agonie des Etats-Nations? L´"Empire", stade suprême de l´impérialisme. París: Le Monde Diplomatique. Janvier 2001.

SASSEN, Saskia . ¿Perdiendo control? La soberanía en la era de la globalización. Barcelona: Ed. Bellaterra, 2001.

TAYLOR, Peter J. Geografía Política: Economía-mundo, estado-nación y localidad. Madrid: Trama, 1994.
 

© Copyright Alicia Laurín Quinteros, 2002
© Copyright Scripta Nova, 2002
 

Ficha bibliográfica

LAURÍN QUINTEROS, A. En busca de trabajo: entre la frontera y la soberanía del Estado.  Scripta Nova, Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona, vol. VI, nº 119 (19), 2002. [ISSN: 1138-9788]  http://www.ub.es/geocrit/sn/sn119-19.htm


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