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Índice de Scripta Nova

Scripta Nova
REVISTA ELECTRÓNICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona. ISSN: 1138-9788. Depósito Legal: B. 21.741-98
Vol. VI, núm. 119 (28), 1 de agosto de 2002

EL TRABAJO

Número extraordinario dedicado al IV Coloquio Internacional de Geocrítica (Actas del Coloquio)
 

GÉNERO Y TRABAJO DOMÉSTICO Y EXTRADOMÉSTICO EN MÉXICO.
UNA ESTIMACIÓN DEL VALOR ECONÓMICO DEL TRABAJO DOMÉSTICO

Mercedes Pedrero Nieto
Investigadora del CRIM
Universidad Nacional Autónoma de México


Género y trabajo doméstico y extradoméstico en México. Una estimación del valor económico del trabajo doméstico (Resumen)

Se expone la importancia económica del trabajo doméstico, con clarificación conceptual entre el trabajo doméstico y vida familiar y las fronteras entre el trabajo doméstico y el trabajo extradoméstico. Se discuten las principales consideraciones para que se lleve a cabo su valorización y los problemas metodológicos para lograrlo. Finalmente se realiza un ejercicio con información mexicana para estimar la contribución del trabajo doméstico en términos económicos. El resultado fue que el valor del trabajo doméstico equivale 17,41 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB).

Palabras clave: trabajo, familia, genero


Economic and Domestic work by Gender: An estimation of the Economic Value of the Domestic Work. (Abstract)

It is depicted the economic significance of the domestic work performed by the household members, making a conceptual construction to establish the boundaries between family life and domestic duties, as well as between domestic duties and economic activities. Carefully it is thought about some methodological aspects in order to find a way to estimate the economic value of the domestic duties. Finally, with Mexican information an exercise is performed to show the economic impact of the domestic work, indicating that it is equivalent to 17.41 per cent of the Gross Domestic Product (GDP).

Key words: work, family, gender


El presupuesto nacional de México está subestimado al no considerar la contribución económica del trabajo doméstico, realizado en gran escala por las mujeres. Significa ahorro monetario, porque para obtener el mismo grado de bienestar en el hogar sin efectuar dicho trabajo tendría que erogar cantidades importantes de dinero.
 

La importancia del trabajo doméstico

La realización del trabajo doméstico es una de las realidades diferenciadas por género, como lo demuestra el efecto que tienen las responsabilidades domésticas sobre el trabajo extradoméstico. Evidentemente las mujeres le dedican más tiempo al trabajo doméstico y los hombres al económico, pero si se consideran ambos tipos de trabajo de manera conjunta, el resultado para el caso de México es que la mujer trabaja más de 10 horas a la semana que el hombre.

La participación en actividades domésticas influyen en la oferta de fuerza de trabajo o en doble jornada. Las mujeres con mayor frecuencia que los hombres trabajan tiempo parcial, realizan trabajos esporádicos o estacionales, realizan trabajo a domicilio y se concentran en la categoría de trabajadoras familiares no remuneradas.

Sólo si se considera el esfuerzo cotidiano para crear bienes y servicios en el ámbito doméstico, se puede entender la supervivencia de los grupos más pobres. Por otra parte, no sólo en el terreno material tiene importancia; la tiene en el de relaciones humanas, muchos conflictos intrafamiliares se originan por la falta de colaboración en el trabajo doméstico, o el agotamiento físico o emocional sobre quien recae sin reconocimiento alguno.
 

El trabajo doméstico y la vida familiar

Al abrir un sendero siempre hay confusión y exageraciones. Al principio, en el debate feminista, al demandar la valoración del trabajo doméstico se llegó a plantear asignarle un salario no sólo para el trabajo doméstico, sino hasta para las relaciones sexuales de la pareja conyugal.

Por el hecho de que el trabajo doméstico es desempeñado generalmente por las mujeres, se llega a confundir el papel de madre y esposa con el de responsabilidad exclusiva del trabajo doméstico para ella. Sin embargo, el hecho de realizar o no tareas domésticas no tiene porque afectar la situación de ser madre o esposa; es decir, esto no cambia si delega el trabajo doméstico a otra persona o porque compre los bienes y servicios en el mercado. Tampoco la paternidad del hombre se afecta si realiza trabajo doméstico.

Es verdad que en la esfera de lo doméstico hay actividades en las que interviene simultáneamente la vida familiar y un trabajo propiamente dicho. Entendiendo por trabajo el esfuerzo físico y mental que tiene por resultado la transformación de un bien o un servicio. Por ejemplo, la supervisión de una tarea escolar de un hijo, a la vez de que hay una convivencia con un ser querido hay un trabajo efectuado. Se podrían dar muchos ejemplos, pero podemos establecer un concepto al respecto, vamos a considerar trabajo a toda aquella actividad que resulta en el bien o el servicio equivalente en cuanto a lo material ya sea lo realice un miembro de la familia o un tercero. Evidentemente, las actividades que tienen como objetivo la manifestación de afecto no se considera trabajo porque no es equivalente el que lo realice un tercero.
 

Fronteras entre el trabajo doméstico y el trabajo extradoméstico.

Las líneas divisorias que separan las actividades económicas de las que no lo son, han cambiado frecuentemente. Desde distintas disciplinas se pueden tener diferentes conceptos de trabajo; pero la forma social que adopta bajo el capitalismo es la capacidad para producir ganancias para el capital.

En la economía de mercado se busca transformar a toda actividad humana en mercancía. De hecho la entrada de muchos de los servicios a la esfera productiva es reciente. Esto es, muchas de las necesidades de la casa, que antes se desarrollaban por los propios miembros del hogar como la preparación de alimentos y toda clase de servicios de mantenimiento de la vivienda, incluso la producción de ropa, se trasladan paulatinamente al mercado. Pero existen simultáneamente actividades equivalentes en el mercado y en el ámbito doméstico.

Lo primero que se reconoció como económico, destinado al autoconsumo, fue lo agropecuario; actividades con componente masculina predominante; pero es común no distinguir el trabajo agropecuario del trabajo doméstico de pequeños huertos y corrales (actividades de traspatio) cuando es llevado a cabo por mujeres, niños o ancianos, y cuya producción se destina fundamentalmente para el consumo del hogar. Con frecuencia estas actividades no se registran y, por lo tanto, tal contribución se pierde desde el punto de vista estadístico.

Incluso esto nos remite a otra frontera entre lo económico y lo no económico: las actividades de beneficio de productos agrícolas hasta antes de la revisión conceptual de Naciones Unidas en 1993, se consideraban económicas para los Sistemas de Cuentas Nacionales (en adelante SCN), sólo sí se realizaban en la unidad productiva que daban origen al producto; si se hacían en el hogar del consumidor, no se consideraba trabajo económico. Es decir, si el maíz se desgranaba en la finca donde se cultivó, se contabilizaba su valor agregado como parte de la producción agrícola, pero si la misma actividad se hacía en el hogar en que se consumía se consideraba trabajo doméstico y por lo tanto no económico. Desde siempre han existido incoherencias, pero se ha avanzado para captar lo económico y más recientemente las contribuciones del trabajo doméstico. En la última revisión del SCN (1), aprobada en 1993, se propone incluir en la frontera de la producción económica  algunas actividades económicas, aún cuando su destino sea para consumo propio, ellas son:

- Producción de productos agrícolas y ganaderos.
- Almacenar cosechas, recolección y cosecha de especies no cultivadas, productos forestales, recoger leña.
- Producción/recolección de otros productos básicos como sal, agua, etc.
- Elaboración o proceso (beneficio) de productos agrícolas: trillar, moler, matanza de animales, conservación de carnes y pescado, curtido de pieles; productos derivados de la leche como mantequilla, quesos, etc.
- Fabricación de utensilios como tejer canastas, fabricar ollas de cerámica, artículos de madera, etc.
- Fabricar ropa y calzado para uso de la propia familia.
- Mantenimiento de la vivienda, blanqueo, reparaciones menores, etc.
- Construcción de la propia vivienda e infraestructura básica de la finca.

Esto es diferente a un marco conceptual previo que sólo se consideraba económico aquello que era transado en el mercado o se realizaba por un pago, a excepción de la producción agropecuaria (rubro 1) que sí se consideraba económica. Cabe señalar que en general las estadísticas de empleo siguen utilizando el marco conceptual anterior.

Sin duda, es un avance que el SCN incluya a toda la producción de bienes, pero sigue excluyendo a los servicios para el consumo propio o de la familia, esto es para la satisfacción de necesidades propias. La revisión del SCN establece que mantener el hogar, capacitar y enseñar a los niños, preparar y servir la comida, atender a los enfermos o ancianos, son evidentemente actividades productivas en estricto sentido económico y hay familias que pagan a otras personas que les proporcionan estos servicios, no obstante quedan excluidas de la producción en el SCN.

Por lo tanto queda pendiente la cuestión de cómo resolver el problema de la invisibilidad del trabajo doméstico no remunerado, una vez salvado el concepto de económico. Por una parte, es necesario ampliar el nuevo marco conceptual que considera el trabajo que se materializa en productos; mientras que, por otra parte, falta ver de qué manera se pueden considerar todos los servicios que se podrían obtener por el trabajo de una tercera persona con el mismo resultado, sea por pago, intercambio o compra en el mercado; servicios que, actualmente, al realizarse por un miembro del hogar no se valoran.

Cabe señalar que si se llegan a contemplar algunas actividades no consideradas anteriormente en las estadísticas económicas, se debe mantener la separación en las estadísticas para poder realizar comparaciones a través del tiempo y entre países que aún no consideren su inclusión, debiendo cuidar el análisis de manera que se puedan evaluar cambios reales, debidos especialmente a mejoras de captación y rubros adicionales por cambios conceptuales.
 

Principales consideraciones para que se lleve a cabo la valorización

La contribución del trabajo doméstico al bienestar de la familia es un hecho difícil de negar pero no ha sido reconocido a través de información estadística, al no contabilizarse ni el número de personas que lo realizan, ni el tiempo dedicado, ni la riqueza que éstas generan.

Muchos debates sobre la necesidad de reivindicar la contribución del trabajo de las mujeres se han quedado sólo en la separación entre actividades productivas, esto es para el mercado, y las reproductivas, referidas a lo doméstico (principalmente aludiendo a servicios tales como encargarse del cuidado de los demás miembros del hogar). Entre las actividades productivas generalmente no se consideran las dedicadas a la producción de bienes para autoconsumo, transformación que significa un valor agregado, como la fabricación de ropa, muebles, enseres (como lo recomienda la última revisión de los conceptos en el SCN). De hecho creemos que existe una parte material o de servicios necesarios con valor agregado que debería medirse en primera instancia y valorarse en términos económicos.

Para llegar a obtener dicha valoración habría que determinar, por una parte, qué conceptos pueden integrarse en los agregados estadísticos, de manera que éstos puedan ayudar a mejorar la medida de dicha valoración y, por otra, de qué manera se puede incidir en los sistemas estadísticos para que la incorporen, pero cuidando de que se mantenga la comparabilidad. Al respecto el concepto de cuenta satélite puede ser de utilidad, para presentar por separado los rubros que se incorporan de nueva cuenta por los avances del marco conceptual.

Se reconoce que son actividades estadísticamente difíciles de cuantificar, incluso exigen una clarificación conceptual como punto de partida. Para sistematizar las actividades y pasar a su valorización económica se propone distinguir en primera instancia entre:

a) Actividades Universales

b) Actividades Circunstanciales. Véanse las tablas siguientes.
 

Actividades universales
En el ámbito doméstico En el mercado
Alimentos: 
Preparación de la comida 
Servicio en la mesa 
Lavado de vajilla y utensilios, 
Aseo de la cocina
Servicios de preparación y venta de alimentos: (Restaurantes)
Lavado y planchado de ropa Servicios de lavanderías, planchadurías y tintorerías.
Limpieza y orden en la vivienda Empresas de limpieza en general, servicios especializados en lavado de alfombras, pisos, vidrios, etc.
Realización de compras, pagos y trámites Comisión por realización de trámite y entrega a domicilio
Actividades circunstanciales
En el ámbito doméstico En el mercado
Cuidado de niños pequeños Guarderías, estancias infantiles
Cuidado de enfermos y ancianos Asilos, hospitales
Apoyo en tareas escolares, terapias Centros de enseñanza especial
Transporte de miembros de la familia Transporte escolar, otro
Acarreo de agua o combustible Abasto de servicio público
Reparación de vivienda y equipo Servicios contratados
Confección o tejido de ropa Compra de productos terminados

Las universales son las que se tienen que llevar a cabo en todo hogar, las circunstanciales dependen, como su nombre lo indica, de circunstancias tales como la etapa biológica en que se encuentre la familia, del estrato socioeconómico al que pertenezca el hogar, dotación de servicios de la vivienda, etcétera. En los cuadros que a continuación se presentan se enumeran las actividades agrupadas en rubros generales y sus equivalencias en el mercado.

Desde la perspectiva económica, para valorar el significado del trabajo doméstico se podría tomar cada actividad según su precio en el mercado, descontando el costo de los insumos para producir un bien o realizar un servicio equivalente. Por ejemplo, cuánto se gastaría en alimentación sí se consumieran en un servicio público, comparado con lo que cuestan los insumos para producirlos en el hogar. La diferencia es el valor agregado generado por el trabajo doméstico. En el  siguiente cuadro, de manera tentativa, se presentan los costos que se tienen que sufragar en los distintos ámbitos.
 

Costes
En el ámbito doméstico En el mercado
Pago de insumos  Pago de insumos
No se paga mano de obra Se paga mano de obra 
No se pagan impuestos Se pagan impuestos
No incluye ganancias El precio incluye ganancia del capital
Pago parcial de la renta del local porque hay un costo compartido de la vivienda Se paga renta
Depreciación de instrumentos  Depreciación de instrumentos

Problemas metodológicos.

La valoración económica del trabajo doméstico es difícil, en primer lugar porque siempre se ha negado su importancia y porque existen dificultades metodológicas y conceptuales. Se mezclan constantemente relaciones familiares con trabajo doméstico y trabajo doméstico con económico. Hay simultaneidad de tareas y funciones entre todo tipo de actividades, ya sean de la misma índole o no. Además de la reflexión teórica es necesario llegar a una cuantificación para avanzar en la conceptualización hacia los elementos que debemos incluir para llegar a la valoración; se trata de un proceso que se retroalimenta de manera cíclica entre el trabajo empírico de captación y medición y la revisión conceptual.

Como en toda estadística es importante tener en cuenta: 1) definición del concepto, 2) unidad de observación, 3) límite de edad, 4) período de referencia y 5) cobertura.

En la sección anterior ya se señaló la necesidad de clarificar los conceptos que permitan delimitar entre el trabajo considerado tradicionalmente como económico y el trabajo doméstico, así como entre el trabajo doméstico y la vida familiar propiamente dicha.

También es necesario considerar la naturaleza heterogénea del trabajo doméstico. Sí se pretende darle o imputarle un valor económico será necesario considerar tal heterogeneidad. La naturaleza del trabajo que se encuentra en el mercado se realiza de manera más especializada a través de ocupaciones específicas, que pueden ser similares a alguna de las que comprende el trabajo doméstico; tales como: afanador(a) o intendente = hacer limpieza, cocinera(o) = cocinar, empleado(a) de lavandería = lavar y planchar ropa, enfermera(o) = cuidar enfermos, etc. En general en esos casos en las ocupaciones llevadas a cabo para el mercado hay un grado de especialización importante, mientras en el ámbito doméstico una misma persona realiza varias ocupaciones durante la jornada, algunos de manera simultanea. La heterogeneidad del trabajo doméstico se encuentra en la diversidad de ocupaciones y el grado de sofisticación involucrada; esto es, distintas maneras de preparar alimentos y variedad o calidad de los mismos, de lavar ropa, etc. Cabe preguntarse ¿qué interesa más el tiempo involucrado para desarrollarlo o la calidad del producto o el servicio?. Quizás, lo recomendable sea primero atender lo cuantitativo y posteriormente lo cualitativo.

Una vez definidos los conceptos y su forma de captación se tendrán que definir los procedimientos a seguir para transformar los datos en agregados para cuantificar la contribución en términos económicos. Es necesario resolver problemas metodológicos complejos, una vía es abordar su cuantificación (antes de su valoración económica) a través de encuestas de uso de tiempo, las cuales en si mismas son complejas y se enfrentan a problemas tales como la simultaneidad de tareas; quizás la más frecuente es el cuidado de niños combinada con multitud de otras tareas, actividad que varía de acuerdo con la edad de los niños. Se hace necesaria una definición precisa y sólida con claras referencias e indicaciones para medir y recopilar datos sobre el mismo. Se tiene que plantear una definición global y comprehensiva. Sin una definición razonable no se puede proceder al acopio de datos.

Otro problema que seguramente habrá que contemplar es el deslinde del trabajo doméstico individual de cada uno de los miembros del hogar, se deben identificar quienes y de qué manera contribuyen al trabajo doméstico en el hogar. Por ejemplo, en el caso de la hija que ayuda (a lavar utensilios de cocina) frente a la madre que supervisa. No llamarle ayuda sólo por la posición subordinada dentro de la familia, porque induce a subestimar al trabajo de los menores o ancianos. Esto sucede con el trabajo económico de familiares no remunerados, a quienes con frecuencia se les califica como ayudantes por su posición subordinada familiar pero no por el tipo de tareas que desempeñan.

El trabajo infantil merece una atención especial, ¿desde qué edad se debe captar? ¿Cómo abordarlo para no omitir o exagerar? ¿Qué parte es formativa y cual es rutinaria? ¿Cómo afecta a su desarrollo físico, psíquico y emocional? Para contestar a estas preguntas es necesario realizar estudios cualitativos de corte multidisciplinario, aplicando técnicas antropológicas.

Por otra parte, es importante introducir las características de la unidad para calificar al trabajo doméstico, cómo se lleva a cabo en las unidades económicas en las que se requiere diferenciar niveles tecnológicos; tentativamente se tienen elementos con los que se puede construir una tipología, ellos son:

- Características de la vivienda: número de cuartos, otras áreas (como escaleras, jardín, patio, cochera, etc.), servicios (forma de acceso al agua, disponibilidad de agua caliente, teléfono, etcétera).

- Energía utilizada para cocinar.

- Infraestructura electrodoméstica (disponibilidad de refrigerador, lavadora de ropa, licuadora, y otros que impactan la carga de trabajo doméstico)

- Composición del hogar en cuanto a sexo, edad y relación de parentesco, estado civil, con ponderaciones por dependientes absolutos de trabajo doméstico (niños pequeños, enfermos, muy ancianos)

- Acceso y necesidades de transporte para compras y traslado de niños u otras personas de manera cotidiana (escuela, terapias, enseñanza especial o práctica de actividades deportivas de los hijos, etcétera)

- Normas específicas respecto al trabajo doméstico en el contexto social que se estudia (hervir la ropa, hacer las tortillas o el pan en la vivienda, etc.)

- Realización de actividades económicas por los distintos miembros de la familia

- Economía familiar: ingresos propios, transferencias, aportaciones de cada miembro del hogar al presupuesto común

- Niveles y tipo de consumo por estratos; etcétera.

Es necesario revisar los métodos y procedimientos que incluyan distintos aspectos de la contribución a través del trabajo doméstico y extradoméstico.

Las diferencias en la participación entre hombres y mujeres adultos o menores en el trabajo doméstico no sólo el tipo de actividades que se desarrollan sino en el tiempo dedicado a ellas.

Como se puede observar en el cuadro 1, entre las más compartidas entre hombres y mujeres está la realización de trámites, pago de servicios y acarreo de agua. Las actividades de dominio femenino son la costura, lavado y planchado ropa, preparación de alimentos y cuidado de otros miembros del hogar. De ellos es el realizar reparaciones en el hogar y acarrear leña. Otras actividades en las que sobresale la participación femenina, pero donde la participación masculina supera al 20 por ciento son el cuidado de enfermos, llevar a los niños a la escuela y realizar compras.

 
Cuadro 1
Distribución del tiempo trabajado entre hombres y mujeres en actividades domésticas específicas
Proporción según sexo 
Actividad
hombres
mujeres
costura 0,87 99,13
pagos servicios 45,43 54,57
trámites bancarios 56,46 43,54
compras 23,92 76,08
llevar niños 22,76 77,24
limpiar la casa 12,09 87,91
lavado trastes 6,8 93,2
lavado ropa 4,02 95,98
planchado 5,63 94,37
cocinar 4,89 95,11
tirar basura 37,51 62,49
acarreo agua 41,1 58,9
acarreo leña 75,99 24,01
ciudado de niños 17,09 82,91
cuidado de ancianos 18,19 81,81
cuidado de enfermos 23,51 76,49
reparaciones 90,93 9,07
Fuente: Elaboración propia a partir de INEGI. Encuesta de uso del tiempo, Aguascalientes, México, 1996


La meta debe ser tener un conjunto de variables que ayuden a evaluar con mayor precisión las posibles cargas de trabajo por hogar y por persona. El hogar tipificado por composición del mismo y estrato socioeconómico, a las personas, además de diferenciadas por sexo, por edad, posición que ocupan en la familia y su contribución económica y el tiempo que le dedica al trabajo remunerado.

En la práctica estadística para clasificar a la población respecto a su condición de actividad se sigue la convención de considerar a las actividades económicas y las no económicas como mutuamente excluyentes. Creemos que bajo el enfoque que ahora desarrollamos eso no se debe hacer: al contrario, es necesario captar la participación en todo tipo de actividades.

No se conoce con precisión el número de personas dedicadas a los quehaceres domésticos en sus hogares; muchas veces se obtienen como un dato residual. También cabe señalar que con frecuencia hay sesgos, en este caso en contra de los hombres, porque generalmente se habla de ama de casa, lo que elimina la posibilidad de que se registren hombres dedicados a quehaceres domésticos.

Para expresar la contribución de las personas, a través del trabajo doméstico puede ser expresada como empleo, producto (valor agregado) e ingreso. El empleo representa el insumo del trabajo en el proceso de producción, mientras que los otros se refieren a producción. Cada elemento requiere especificaciones. Los tres conceptos constituyen indicadores sobre la importancia de la actividad y muchas decisiones en materia de política pública deberían tomar en cuenta estas medidas.

La evaluación de la contribución de las personas a través del trabajo doméstico puede concebirse como trabajo (aunque se considere no económico), su contribución al producto y a la renta nacional. Las tres variables son necesarias para demostrar de modo efectivo el papel del trabajo doméstico en el bienestar familiar y social.

La primera considera el insumo en esfuerzos, mientras las últimas consideran el resultado. La primera se puede especificar en términos del tiempo dedicado al trabajo doméstico, la unidad de medición son personas, horas trabajadas u horas/persona. El otro tipo de cuantificación apunta a medir el valor agregado y debe expresarse en unidades monetarias, que implica estimaciones o cálculos específicos que requieren datos sobre la producción específica (complicada por la variedad de actividades y sus calidades diferentes) y restar sus insumos. El valor se tiene que estimar a partir de las cifras de cantidades y sus precios.
 

Las técnicas de recolección, fuentes de datos y la potencialidad de las encuestas de presupuesto de tiempo

Desde la década de los setenta se han hecho diversos planteamientos para abordar el problema de medición y valoración del trabajo doméstico, hasta llegar a la conclusión de que la mejor vía es a través de estudios del uso del tiempo (2) .

Con la información existente se han hecho estimaciones simplistas que sólo han servido para demostrar las necesidades de abordar su justa valoración. De cualquier manera a continuación se discuten para dar elementos para que sean descartados los enfoques involucrados y enfatizar la necesidad de contar con mas estudios ad hoc. Aparentemente la herramienta más útil es la medición del uso del tiempo, cuyo desarrollo no está exento de dificultades tanto conceptuales como metodológicas.

Uno de los métodos que se ha llegado a proponer consiste en valorar el trabajo doméstico desarrollado por los propios miembros del hogar a través del pago que recibe el servicio doméstico contratado; el otro enfoque es través del concepto de costo de oportunidad.

Respecto al trabajo doméstico pagado se debe considerar que es diferente al resto de los trabajos asalariados, porque si bien la persona que lo ejecuta vende su fuerza de trabajo, no crea plusvalía. Esto es, porque su contratación no obedece al interés de obtener una ganancia. Quien contrata se beneficia de un consumo, dado que si en lugar de realizar diversas actividades domésticas las delega, puede desarrollar otras tareas más acordes con su capacitación o simplemente dedicarse al ocio. De cualquier manera significa un ahorro de su propio tiempo, un bienestar, pero no una ganancia monetaria derivada directamente de la trabajadora doméstica.

Una forma simplista de valorar el trabajo doméstico de los miembros del hogar sería a través de los que cuesta contratar a una empleada o empleado doméstico; esto es, contabilizar lo que se le paga más el costo de sus alimentos y otros beneficios a los que tenga derecho derivados de la realización de su trabajo. Este procedimiento arrojaría una estimación subestimada porque aún cuando en este caso no hay ganancia monetaria para el empleador, en general, en sociedades como la mexicana, con una elevada concentración del ingreso, el trabajo doméstico es un gremio mal pagado en la mayor parte de las regiones del país por la desventaja social del grupo de origen de los (las) trabajadores (as) domésticos (as).

Por otra parte, en ocasiones, se ha acudido al enfoque de costo de oportunidad que considera lo que pasaría si las personas que se dedican ahora al trabajo doméstico en su hogar se incorporaran al trabajo remunerado, y se valora su trabajo doméstico de acuerdo a su nivel de escolaridad. Se menciona este enfoque para señalar que es ficticio y no se debe tomar en cuenta. Pero si se omitiera podría tener el beneficio de la duda, aunque no se puede considerar como serio por varias razones. En primer lugar, no se puede pensar que al incorporarse las personas que hoy se dedican al trabajo doméstico, de manera masiva, al mercado de trabajo, prevalecerían las condiciones ex-ante bajo las cuales se podrían emplear. Tampoco hay una relación directa entre escolaridad e ingresos; existen muchos otros elementos que determinan los ingresos como la experiencia, lo escaso de una calificación, las conexiones familiares del trabajador, las organizaciones de trabajadores, la propiedad de medios de producción, las condiciones del mercado del bien o servicio que se produce, etcétera.

La estimación más gruesa del trabajo doméstico desde la perspectiva del empleo está dada por el número de personas que toman parte en el trabajo doméstico y el número de horas de trabajo con que ellas contribuyen, obtenidas por una pregunta directa; no obstante su poco refinamiento nos muestra que es significativo, como se vio con anterioridad al observar el trabajo doméstico y el económico.

La visión desde el punto de vista del producto debe considerar al valor agregado, esto es deduciendo los insumos. Al tratarse de una amplia gama de bienes y servicios sólo se pueden agregar en términos monetarios.

Términos monetarios significa que cada bien o servicio puede ser añadido o sumado de acuerdo a su precio en el mercado. El valor agregado puede presentarse en términos de cantidad (volumen de producción o número de servicios realizados) y de precio; combinando volumen y precio se puede estimar estadísticamente cifras de valor. Será necesario hacer ejercicios cuidadosos de imputación, porque dada la heterogeneidad de la naturaleza del trabajo doméstico el proceso es complejo.

A partir de productos elaborados o servicios que se compran (comida preparada o comer fuera, enviar ropa a lavandería, etc.) se puede efectuar valorizaciones. Esto es, de lo que se podría consumir acudiendo al mercado y de hecho algunos hogares lo hacen; la estimación entonces es qué tanto se produce en el propio hogar en términos del valor que tendría en el mercado (3). Por ejemplo, con base en la Encuesta de Ingreso-Gasto de los Hogares se puede estimar el valor de la producción de la producción de alimentos; considerando los insumos tanto e alimentos, como de combustible, proporción del costo de la vivienda, materiales de limpieza, utensilios, etc.

Para realizar estimaciones de este tipo se tiene que investigar el precio en el mercado de los bienes y servicios producidos en el ámbito doméstico susceptibles de ser trasladados al mercado.

Este tipo de imputaciones es importante para medir nivel de vida global y bienestar familiar. Es decir, al ingreso monetario se le debe agregar el valor imputado del trabajo doméstico para tener una mejor medición del nivel de vida. Los indicadores se deben referir al hogar, los individuos y los per cápita al interior del hogar.

Para las estimaciones indirectas se puede recurrir a encuestas de hogares sobre empleo, las de ingreso gasto de los hogares, consumo alimentario, censos económicos y encuestas de diverso tipo como de precios al consumidor, etcétera. Todas estas fuentes serán útiles para conseguir los coeficientes técnicos que permitan la imputación para valorar la producción doméstica.

No hay duda de que la medición del uso del tiempo en el estudio de las actividades domésticas y del trabajo en general, puede tener resultados significativos tanto en el plano conceptual como en el de la medición directa, pero cómo se puede lograr.

Los estudios sobre la utilización del tiempo son los que ofrecen la posibilidad de medir tanto las actividades económicas como no económicas, sin embargo, su complejidad ha impedido su expansión. Su definición depende de la enumeración detallada de cada actividad, evitando sesgos por prejuicios de omitir actividades por considerarlas poco importantes, preguntas mal formuladas, etc. En América Latina desde los años setenta se han hecho intentos, principalmente para lograr una mejor medición de las actividades económicas. Las primeras encuestas en los países desarrollados se enfocaban hacia el uso del tiempo libre (4), sólo es en la década de los noventa que en varios países de Europa y en Australia se amplió su enfoque.

No obstante la lógica que sustenta a este instrumento su realización enfrenta a muchas dificultades y aún no hay consenso sobre una metodología. En primer término mucha gente no organiza sus actividades en términos de tiempo de reloj. Entre más detallada es la información resulta más útil pero también más costosa. Para las actividades que se realizan simultáneamente se deben establecer criterios para poder obtener indicadores aditivos. También se deben considerar las actividades que no consumen mucho tiempo, pero son importantes para el desarrollo de la familia y condicionan el desempeño de otras actividades.

Las técnicas de recolección de datos generalmente usadas son: registros autoelaborados, cuestionarios retrospectivos y observación directa. Pero no se ha llegado a un consenso metodológico y técnico. Es necesario reunir esfuerzos aislados, comparar las experiencias en todas las etapas, como sería conocer los conceptos, sus instrumentos de captación, memorias del trabajo de campo, clasificaciones para codificar y agrupar, metodología del procesamiento de la información, etcétera.

Entre las experiencias se pueden citar las de autoelaboración, pioneras en ello fueron Alda Brito y Zahide Machado Neto (5), quienes aplicaron tanto registros autoelaborados como la observación directa y encontraron que, en un principio, la autoelaboración era muy difícil porque las mujeres nunca habían pensado en el tiempo, pero una vez que fueron sensibilizadas respecto a la importancia de su colaboración llegaron a una buena aproximación en la mayoría de las actividades. De esta experiencia tendríamos que considerar la manera en que estudios a profundidad de corte antropológico puedan ser útiles para desarrollar técnicas para encuestas masivas a hogares.

Otra de las experiencias interesantes fue la de J.T. Rosemberg (6) quien observó que las mujeres que tenían un empleo asalariado fuera de su hogar conocían con bastante precisión el tiempo que le dedicaban a las labores domésticas.

Afortunadamente hoy se cuenta con información de amplia cobertura, a continuación se ilustra un método de valoración a manera de ejemplo, que se hizo con algunos datos recabados en la primera Encuesta de Uso del Tiempo realizada en México, Módulo adjunto a la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares de 1996 (7), también se usó información de la Encuesta Nacional de Empleo de 1996 del ingreso promedio por hora a la semana obtenido por trabajadores de ocupaciones específicas.

En América Latina se realizó una encuesta nacional en Venezuela a principios de los años 80. Ciertamente, en la actualidad ya existen importantes experiencias en diferentes países en cuanto a encuestas de uso del tiempo, destacan las australianas, las de Italia y de otros países de Europa y en Canadá se cuenta con varias experiencias. En Cuba se realizó una encuesta para algunas regiones en el 2001 con alta calidad estadística, cuyos primeros resultados ya están disponibles. Es probable que sea una práctica más regular a partir de estas experiencias y que se puedan contrastar unas con otros para enriquecerlas. Lo que aquí se quiso presentar fue algunas reflexiones conceptuales y la ilustración de la potencialidad de tal información, sólo ejemplificando cómo se puede valorar en términos económicos el trabajo doméstico.
 

La estimación en términos económicos

Los pasos que se llevaron a cabo para llevar a cabo la estimación fueron los siguientes:

1. De la base de datos del Módulo de Uso del Tiempo de la ENIGH, levantado por el INEGI e 1996 se identificaron las 20 actividades principales identificadas como domésticas, columna 1 del Cuadro 2.

 
Cuadro 2
Ilustración del proceso de estimación del valor del trabajo doméstico no pagado según actividades principales
Actividad
nº personas
horas
claves equivalentes en la clasificación de ocupaciones
pago/hora $
valor estimado $
costura 5.964.089 20.955.581
5222-5224
3,99 83.612.166,81
pagos servicios 5.814.862 4.339.904,92 6210 5,81 25.214.847,60
trámites bancarios 1.775.194 1.197.554,93 6210 5,81 6.957.794,12
compras 33.692.492 68.911.190 7190 3 206.733.569,69
llevar niños 7.400.245 12.245.942
5520-5529
6 73.475.652,08
limpiar la casa 37.963.921 165.546.479 8124 4,5 744.959.154,84
lavado trastes 31.841.978 73.518.621 8124 4,5 330.833.793,27
lavado ropa 29.122.114 79.519.654 8110 6,23 492.216.108,24
planchado 25.177.307 37.646.457 8111 4,17 156.985.727,40
cocinar 29.522.602 166.519.654 8100 4,17 696.386.956
tirar basura 26.785.108 10.962.989 8120 6,98
76,521.665,18
acarreo agua 6.321.527 11.444.444 4139 10 114.444.443,17
acarreo leña 6.115.019 14.825.483 4134 3,79 56.188.578,84
ciudado de niños 21.645.074 263.157.981 1340 17,67 4.650.001.519,25
cuidado de ancianos 1.012.812 9.362.369 1220 9,88 92.500.210,49
cuidado de enfermos 1.573.540 14.517.014 1220 9,88 143.428.096,27
reparaciones 2.862.294 8.419.078 5260 5,68 47.820.361,35
Total semanal 227.343.541 962.578.142 7.996.280.644,49
Total anual
48.128.907.096 anual
399.814.032.224,26
PIB en 1996 2.296.791.703.000
% del PIB 17,41
Fuente: elaboración propia a partir  de Encuesta de uso del tiempo y Encuesta Nacional de Empleo, 1996.


2. Con el paquete SPSS se obtuvo la frecuencia de las personas según las horas dedicadas a cada una de estas actividades de manera separada para hombres y para mujeres.

3. Del paso anterior se obtuvo como primer resultado el número total de personas que participaron en cada actividad, que es lo que se presenta en la segunda columna del cuadro 2.

4. Con la misma base se obtiene el total de horas trabajadas a la semana por actividad específica, que corresponde a la columna 3 del Cuadro 2.

5. Con la base de datos de la Encuesta Nacional de Empleo de 1996 se identificaron las ocupaciones cuya naturaleza se acercara a la actividad doméstica específica. Las claves correspondientes a la clasificación de ocupaciones que sirven para codificar la información captada se señalan en la columna 4 del Cuadro 2.

6. Se calculó el ingreso medio y la mediana del ingreso por hora de los trabajadores en cada ocupación identificada en el inciso anterior. Por la distorsión que provocan en el promedio pocos casos en valores extremos, se decidió optar por la mediana (cantidad que denota que la mitad de la población se ubica por debajo de ese valor y la otra mitad por encima, si la distribución tiene la forma normal, la media y la mediana coinciden) para proseguir con la estimación. Columna 5 del Cuadro 2.

7. El ingreso por hora para actividad específica calculado en el inciso anterior se multiplicó por el total de horas, obteniéndose así el ingreso estimado que se ahorra por realizar la actividad específica; Columna 6 del Cuadro 2. El procedimiento se calculó para mujeres y hombres por separado, pero para simplificar la presentación sólo se presenta el cuadro para el conjunto. En el Cuadro 3 se presenta la contribución de ellas y ellos por separado, la relación es de 84 por ciento frente a 16.

8. Se suma el ingreso estimado para cada actividad, obteniendo así el total de ingreso por toda actividad en una semana.

9. Para estimar una cifra anual, se supuso que cada persona no trabajó dos semanas en el año; es decir la estimación semanal se multiplicó por 50 para obtener la estimación anual.

10. Se calculó la proporción que corresponde al PIB de 1996 a precios corrientes, esto fue con la cantidad obtenida en el inciso anterior y la cifra dada por el INEGI en su Sistema de Cuentas Nacionales.

11. La relación con el PIB por sectores se presenta en el Cuadro 3.

 
Cuadro 3
Valor estimado del trabajo doméstico no pagado y su relación con el PIB nacional total por sectores
Estimación semanal (miles de $)
total
hombres
mujeres
7.996.280,64 1.264.428,37 6.731.852,28
Estimación anual (50 semanas de trabajo) 399.814.032,22 63.221.418,39 336.592.613,83
Proporciones por sexo 15,81 84,19
Producto Interno Bruto (PIB) 
2.296.791.703 (en miles de pesos)
Valor de trabajo doméstico anual
399.814.032,22 (en miles de pesos)
Proporción respecto al PIB naciona 17,41
Proporción del PIB sectorial
PIB por sectores
agropecuaria, silvicultura, pesca 139.763.416 6,09
minería 35.754.820 1,56
manufacturera 494.670.599 21,54
construcción 95.474.605 4,16
electricidad 26.855.913 1,17
comercio, restaurantes, hoteles 494.271.725 21,62
transporte y comunicaciones 233.847.797 10,18
servicios financieros 345.234.405 15,03
servicios comunales y personales 487.742.933 21,24
servicios bancarios imputados 56.814.411
negativo
-2,47
Fuentes: INEGI, Sistema de cuentas nacionales de México.  Producto Interno Bruto por entidad federativa. 1993-1996, Aguascalientes, 1999 y elaboración propia.


Los resultados ilustran la relevancia del valor económico del trabajo doméstico, ya que equivale al 17.41 por ciento del PIB nacional. Como era de esperarse la participación masculina es menor, pero nada despreciable (Cuadro 2) ya que sobrepasa a los 63,163 millones de pesos, constituyendo el 16 por ciento del total de los casi 400 mil millones de pesos, cantidad que sobrepasa al PIB de varios sectores (Cuadro 3). Las actividades más sobresalientes entre los hombres son las reparaciones donde son dominantes, los trámites bancarios y el acarreo de leña; entre el 20 por ciento y el 50 del total de tiempo dedicado se encuentran el pago de servicios, la compras, llevar a los niños a la escuela y el cuidado de enfermos. En cambio, las mujeres tienen una participación importante en todas las actividades, con excepción de las reparaciones, en la cual sólo alcanzan el 9 por ciento. Pero son casi de su exclusividad (más del 85 por ciento) la costura, el cocinar, la limpieza de la casa, lavado de utensilios para la comida y de la ropa y por supuesto el planchado. Es decir nada que no conozcamos, pero lo cual nunca se reconocerá si no se le pone un precio.

No hay duda de que, a pesar de las dificultades técnicas que implica la medición del tiempo es una línea de trabajo que puede llevar a evaluaciones más precisas del trabajo doméstico. Este ensayo sólo busca incentivar más trabajos en esta línea.
 

Notas

(1) URDANETA DE FERRAN, L. Evaluación de la contribución de la mujer al sector agrícola informal. Consulta entre Organismos sobre Estadísticas y Bases de Datos relativas a los géneros en la agricultura y el desarrollo rural. Roma: FAO, septiembre de 1991.

(2) En 1973  realicé un pequeño estudio con este planteamiento, a partir de cuestionar la división entre lo económico y lo no económico; en ese momento no tuvo eco, pero afortunadamente ahora ya se considera viable. Véase PEDRERO, M. La participación femenina y su presupuesto de tiempo: notas sobre problemas relativos a conceptos y captación. México: CENIET, 1974.

(3) Esto lo apliqué en un trabajo anterior, así como la metodología que más adelante desarrollo, aunque con datos parciales y estimaciones con menos elementos estadísticos. Dicho trabajo, fue elaborado en 1984 y se publicó en 1990 Véase  PEDRERO, M.. Valor económico de las actividades domésticas, aproximaciones  metodológicas con información mexicana.En Memorias de la Tercera reunión Nacional sobre la Investigación Demográfica en México. México:  (UNAM, SOMEDE), 1990. Tomo I. p. 545-556.

(4) SZALAI A,  Differential evaluationof time budgets for comparative purposes. In MERRIT, R & ROKKAN, S. (Eds) Comparing Nations, the use of quantitative data in cross-national research. New Haven: Yale University Press, 1966.

(5) BRITO, A. y MACHADO NETO, Z. Tempo de Mulher-Tempo de Trabalho entre mulheres proletáreas em Salvador. Brasil. México: LASA, 1983

(6) ROSEMBERG, T. J. Women's Productive and Reproductive Roles in the Family Economy: a Colombian example. México: LASA, 1983

(7) También se cuenta con un Módulo de Uso del Tiempo para 1998, desgraciadamente no se usó la metodología y evaluarla e integrar los archivos estaba fuera del alcance de este documento.
 

© Copyright Mercedes Pedrero Nieto, 2002
© Copyright Scripta Nova, 2002
 

Ficha bibliográfica

PEDRERO, M. Género y trabajo doméstico y extradoméstico en México.   Scripta Nova, Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona, vol. VI, nº 119 (28), 2002. [ISSN: 1138-9788]  http://www.ub.es/geocrit/sn/sn119-28.htm


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