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Scripta Nova
REVISTA ELECTRÓNICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona. ISSN: 1138-9788. Depósito Legal: B. 21.741-98
Vol. VI, núm. 119 (120), 1 de agosto de 2002

EL TRABAJO

Número extraordinario dedicado al IV Coloquio Internacional de Geocrítica (Actas del Coloquio)
 

CAMBIOS EN EL MERCADO LABORAL, EN EL VALOR DEL TRABAJO Y
EN LAS IDENTIDADES. UNA APROXIMACIÓN DESDE EL ANÁLISIS DEL DISCURSO

Mª Teresa Ayllón Trujillo, Antonio Vieyra Medrano,
Ricardo Rubio González e Irene Rey Álvarez
Universidad Complutense de Madrid


Cambios en el mercado laboral, en el valor del trabajo y en las identidades. Una aproximación desde el análisis del discurso. Resumen

La cultura del trabajo aparece con la primera industrialización, avalada por el pensamiento liberal y la ética protestante; ha sido uno de los pilares de la modernidad, ha conformado arquetipos e identidad -el trabajo legitima, identifica, socializa- La cultura del trabajo está en la base de las grandes ideologías -siglos XIX y XX- pero, en el último cuarto de siglo, con la aparición de una nueva corriente neocapitalista o neoliberal, con poder para orientar el desarrollo tecnológico e imponer un nuevo modelo productivo-mercantil, se destruye el pacto social del Estado del Bienestar, aparece la crisis de la sociedad salarial y con ella ciertas crisis de identidad y estrategias de adaptación de individuos y grupos. Desde la Geografía y la Sociología nos hemos aproximado a la manifestación de algunos de estos cambios en el discurso, según grupos de edad, sexo y posición en el mercado laboral.

Palabras clave: cultura del trabajo, reconversión industrial, identidad


Changes in labor market, changes in work values, changes in human identity: an approach from the discourse analysis view. Abstract:

Work culture appears in our society during the first industrialization, supported by liberal thinking and Protestant ethics. This culture has become one of the pillars of modern society, constituting archetypes and human identity, as work legitimizes, identifies and socializes persons. During the XIX century and part of the XX, work culture has been the foundations of the main ideological trends. However, last 25 years have witnessed the appearance of a new neoliberal or neocapitalist trend with capacity to direct technological development and impose a new commercial and productive model. This trend has destroyed social contract and Welfare State, and also has triggered a crisis in the salary-based society and in human identity, which has led individuals and groups to seek for adaptation strategies. This research addresses the signs of some of these changes in the discourse analysis from a geographical and sociological point of view, based on age, sex, and labor position groups.

Key words: work culture, restructuring of industry, identity


La actitud frente al trabajo puede definir épocas en la historia, como puede llevarnos a observar procesos de cambios materiales y mentales asociados a esa actitud porque, en definitiva el trabajo es una constante entre las necesidades humanas, lo que ha cambiado en la historia es la forma en que se organiza y el lugar que ocupa en la jerarquía de los valores sociales. No puede existir una etapa de fin del trabajo, en cambio si puede apreciarse el fin de la cultura del trabajo; la noción de trabajo y el valor que se le atribuye son una construcción social típica de cada momento cultural y -como todo lo cultural o social- es dinámica. En consecuencia, se redefine adaptándose tanto a los cambios sociales en general como a las nuevas demandas de las relaciones de producción en particular. Estas conclusiones proceden de un trabajo de investigación realizado en una de las grandes empresas de concentración, ayer modelo de producción taylorista y hoy reconvertida en modelo de empresa neoliberal(1). Aquí se expone una síntesis del marco teórico, de la metodología y de las conclusiones, así como los límites en los que debe circunscribirse las aportaciones.
 

De la cultura del trabajo a la sociedad neoliberal o del subempleo

El trabajo, como una actividad circunscrita a la esfera del mercado, es resultado del desarrollo del modelo capitalista, en sus diferentes fases. Para algunos autores(2), son la ética protestante y el utilitarismo liberal -siglos XVII y XVIII- quienes consiguieron colocar el trabajo y la economía en el centro de la vida y de la sociedad y desde entonces la moral productivista se ha desarrollado sin freno, condenando, erosionando y destruyendo todo lo que obstaculizara el libre desarrollo de las fuerzas del mercado. Para que este proceso triunfara se destruyeron previamente los lazos comunitarios y los modos de subsistencia tradicionales de la sociedad preindustrial, enfrentando a los individuos en una competición para conseguir "un trabajo", es decir para conseguir aquello que en épocas históricas anteriores tenían desde su nacimiento.

Partiendo de una población campesina que emigró a los núcleos urbanos, a un entorno hostil donde, para sobrevivir, debió asumir unas nuevas reglas de vida, determinadas por el modo de producción capitalista, se crea la necesidad perentoria de tener trabajo remunerado, deviene la asalarización o proletarización campesina. La función del dinero como medio de intercambio juega un papel estratégico para garantizar las nuevas relaciones de producción, y la manera de crear el vínculo con el trabajo fue hacer depender a gran parte de la población del salario(3). El trabajo remunerado se convierte así en un valor social de ámbito superior, que comporta contenidos complejos tanto materiales como simbólicos. El lugar que se ocupa en el trabajo -en las relaciones de producción- define el lugar que una persona -y su familia- ocupa en la sociedad, legitima al individuo o lo ilegitima (lo margina), lo dignifica o lo humilla. El trabajo se convierte en la vía de promoción social -a diferencia de la cultura aristocrática- o en nuevos límites cuasi estamentales: polariza a la sociedad en clases. Se construyen identidades de clase a partir de los arquetipos obrero y burgués, en oposición y –desde Marx- en relación dialéctica.

La noción moderna de trabajo que persiste hasta el momento actual, se fundamenta en ciertos rasgos que ya han sido suficientemente estudiados: Actividad independiente, diferenciada y autónoma de las otras. Ocupa un lugar central en la vida de las personas. Está regido por un principio de racionalidad económica, que luego se extendió a otras esferas de la vida de las personas, y por la economía del tiempo. Es fundamento de la sociedad de la Modernidad, ya que se basa en el modelo de un capitalismo manufacturero ampliamente difundido, que necesitó ajustar -a través de un proceso de socialización del trabajador como productor y consumidor- los valores personales y colectivos relativos al trabajo. Somete a ritmos regulados y coordinados a las personas, que son determinadas por la preeminencia de la rentabilidad económica, separando el lugar de trabajo del de la vivienda. Una institucionalización, fundamentalmente debida a la amenaza de disturbios y conflictos sociales, derivados de la inseguridad y la dependencia económica. Se articula basándose en una relación salarial -relación capital - trabajo- y contractual -codificación de derechos y deberes-(4). Finalmente, y es lo que nos ocupa: fragmenta y socializa. Fragmenta el reconocimiento del trabajo legitimando a las personas sólo a través del trabajo mercantilizado, el empleo, desreconociendo todo aquel trabajo que queda al margen del mercado. Socializa, porque crea pertenencia social, al otorgar reconocimiento público y comunitario a la figura social de obrero o trabajador.

Uno de los problemas generados en el desarrollo y triunfo del modelo capitalista de trabajo, especialmente en cuanto a la capacidad legitimadora del empleo, explica que el trabajo no sea disociable de la ciudadanía, lo que ha empobrecido y limitado la concepción global de ciudadanía al tener como principal referente el ámbito del mercado laboral: quien no tiene trabajo carece de plenos derechos de ciudadanía.Sin duda, el éxito de este modelo, en gran medida se explica por la fuerte socialización de las personas como productoras-consumidoras, legitimando un nuevo modo de vida basado en la "cultura del ocio y consumo de masas" (Alonso, 1999:219).

Durante los años 50, las economías de los países europeos experimentaron un crecimiento sostenido que se mantuvo hasta los primeros años 70. Esto permitió desarrollar el modelo de Estado de Bienestar, sobre la base del principio de "producción y distribución del bienestar social" (Esping-Andersen, 1993:17). La superación del desempleo se planteó como uno de los objetivos primordiales, cobrando gran relevancia el pleno empleo como una meta social, política y económica posible. Con todo esto, "el propio concepto de ciudadanía y el concepto del trabajo se hermanaban en una sociedad laboral que hacían del derecho público al trabajo el centro de sus propias convicciones sociales" (Alonso, 1999:214).
 

Del pleno empleo a la ruptura del pacto keynesiano: Desempleo estructural

A partir de los años 70 se produce una grave crisis económica, el fin del llamado pleno empleo y un debilitamiento progresivo del Estado de bienestar. La llamada ruptura del pacto keynesiano implica el comienzo de un cuestionamiento no sólo a las bases que sustentaban el Estado del Bienestar, sino a las bases mismas de la cohesión social. La incertidumbre y la inseguridad en el empleo, junto a fuertes procesos de exclusión y fragmentación social, provocan un desplazamiento del trabajo como elemento central de articulación de la sociedad. Esto, junto a la flexibilización y desregulación de las relaciones laborales y la inseguridad en el trabajo se traducen en una "degradación progresiva de la condición trabajadora" (Serrano 1998:33) y la precarización también progresiva del empleo. De la mano de la dejación del papel de árbitro del estado, la sobreexplotación, que permite a las empresas la desregulación del mercado de trabajo, y de la nueva fragilidad -o indefensión- de las personas empleadas -pérdida del poder adquisitivo y aumento del número de horas de trabajo real- aparece el desempleo estructural en Europa. No se trata de un problema coyuntural pues se debe al cambio estratégico que ha modificado la estructura del mercado de trabajo, luego el desempleo no desaparecerá sin que se produzca un nuevo cambio en la estructura del mercado. El desempleo representa, sin duda, uno de los grandes problemas aún no resueltos de las sociedades actuales, tanto en la esfera de los países desarrollados como en los países del llamado Tercer Mundo. Asombra comprobar que, actualmente, el desempleo en el mundo ha alcanzado su nivel más elevado desde la gran depresión de los años 30 y que no se ve el fin de este ritmo de "progresos" tecnológicos, de cambios sociales -pauperizantes en su mayoría- y la persistencia del desempleo y/o precarización laboral(5). En el mismo sentido se afirma(6) que la crisis de trabajo es considerada uno de los problemas más graves que atraviesa la sociedad europea en el momento actual .

La alarma -dentro del propio bloque neoliberal- se produce al contemplar la gravedad del problema en el contexto de los países ricos, pues la solución no depende de los ritmos de crecimiento o la productividad de la economía: La preocupación por el desempleo radica, entre otras causas, en la mayor importancia que tiene la "certidumbre de que su solución no depende de una simple aceleración en el crecimiento económico, tal como refleja el escaso éxito de las diversas políticas aplicadas desde hace ya bastantes años." (Méndez 1997:207). El modelo dominante de un capitalismo globalizado, ha condicionado la situación del empleo en las economías nacionales. La explicación del incremento en las tasas de paro en muchos de los países europeos a partir de la década de los setenta, coincidía con el desarrollo de una crisis de la economía mundial, sin embargo esta relación directa y su capacidad explicativa pierde consistencia a mediados de la década de los ochenta, momento en el que se observa el inicio de un período de recuperación de la economía mundial, mientras las tasas de desempleo se mantienen altas y, en algunos casos, en continuo aumento.

Otro aspecto que ha preocupado especialmente a la comunidad investigadora, -organismos internacionales como la OCDE, e instituciones públicas europeas- es: el alto desempleo juvenil, alto porcentaje de desempleo de larga duración, sobretodo en Europa, y una gran incidencia del desempleo entre los que tienen menor nivel educativo(7). Esta situación se constata también en el caso español; las cifras de paro registradas a partir de mediados de los años setenta hasta mediados de los noventa son elocuentes: En un período de 20 años, la tasa de paro aumentó en más de un 300%. Por supuesto, es posible plantear aquí el problema del tratamiento de las fuentes estadísticas y los instrumentos utilizados para medir el paro, pero muy a pesar de ello, los datos no aportan otra cosa distinta a la realidad creciente del desempleo en España. Es importante resaltar que durante los últimos 27 años, pese al sostenido crecimiento de la población potencialmente activa (personas de 16 años y más), el número de puestos de trabajo se ha mantenido. El crecimiento experimentado a partir de mediados de los ochenta, básicamente ayudó a recuperar la pérdida de empleos experimentada durante la crisis de los setenta y la primera mitad de los ochenta -reconversión industrial- pero nuevamente en los noventa, la situación se caracteriza por el estancamiento en la creación de empleo. En términos generales, es posible afirmar que el mercado de trabajo tiene la capacidad de transmitir los impactos externos de la economía y de los procesos de reestructuración interna a las perspectivas de empleo, los ingresos y la calidad de vida, tanto de los individuos como de los distintos colectivos o comunidades. En consecuencia, el desempleo es un problema transversal, que involucra tanto a las instituciones del Estado, desde la perspectiva de una problemática social y política, como a cualquier ciudadano, pues se plantea la necesidad de contar con un medio de ganarse la vida, ligado también a la idea de desempeñar una función útil a la sociedad(8).
 

Mundialización, Globalización y monopolización neoliberal

En el paulatino proceso de mundialización de las relaciones sociales el capitalismo y su estrategia defensiva han tenido un papel muy importante -a través de los avances tecnológicos sobradamente conocidos- pero la mundialización es algo más que un mercado único. La globalización, sin embargo, es un modelo que irrumpe de manera autoritaria con la pretensión de protagonizar en exclusiva todo proceso de cambio. Esto es, sometiendo toda innovación material o inmaterial a la censura de su propia y monopolista ideología: el neoliberalismo. La reconversión industrial o nueva división internacional del trabajo, la reestructuración desreguladora de los mercados de trabajo y los procesos de integración territorial, sí son procesos de la globalización y todos esos procesos tienen el mismo cariz: La predominancia de un poder central supranacional, la polarización socioeconómica tendente a la monopolización y la exigencia de sumisión nacional, con amenaza subyacente de la violencia correctiva.

Todo ello ha contribuido a la creciente fragmentación de la producción que facilita la separación de procesos productivos y hace posible que distintas partes de un producto se fabriquen en un país y se ensamblan y se comercializan en otro(9). A través de éstas nuevas formas de realizar la producción, que han logrado una mayor flexibilidad, competitividad y un mercado cada vez más globalizado, se tiene que los patrones de industrialización imperantes hasta los años setenta se hayan visto modificados(10). Tal es el grado de transformación que actualmente se ha llegado a considerar la existencia de una tercera revolución industrial(11), la cual ha dado lugar a un prolongado debate sobre sus peculiaridades, características y alcances. Dicha transformación se ha llevado a cabo mediante un proceso de reestructuración que es reconocido por múltiples aspectos, entre los que destacan las fusiones estratégicas, el cierre de plantas y los despidos, la automatización generalizada y, sobre todo, la flexibilización social del trabajo. Junto a estas nuevas formas de organización de la producción se han observado nuevas formas de control social como son: incremento de las desigualdades a un ritmo anteriormente desconocido, desarticulación social -aumento alarmante de la población carcelaria- y rápido crecimiento de las "comunidades valladas", cuya seguridad corre a cargo de policía privada(12). Efectivamente, el modelo que Europa está importando ha producido el mayor porcentaje de población por debajo de la línea de la pobreza -19’1% en EE.UU.- de los países desarrollados(13) y parece mantenerse en equilibrio insostenible, mediante la exportación de sus propias crisis y conflictos a otros lugares del mundo, apoyándose en el dominio bélico, político y propagandístico. Cabe preguntarse ¿Qué otro país podría poner en práctica el modelo neoliberal con menor coste social?
 

Estrategias de adaptación y cambio en el valor social del trabajo

En una sociedad salarial los cambios en el mercado de trabajo suponen un fuerte desequilibrio en las relaciones sociales e implican movimientos estratégicos de urgencia para cubrir las necesidades perentorias. Así, lo seres humanos y sus grupos primarios, se ven forzados a la adaptación o quedan condenados a la marginación y a la exclusión, que es la modalidad irreversible de la marginación. Así, el momento actual ha sido caracterizado como una coyuntura en que los rasgos distintivos de la realidad social son la complejidad, fragmentación y heterogeneidad crecientes, rasgos que identificarían también a la clase trabajadora(14). Claus Offe y André Gorz han aportado un marco teórico que aborda la crisis de la sociedad articulada en torno al trabajo como elemento estructurante. Los elevados niveles de desempleo, tienen como consecuencia la exclusión de un gran número de personas de la esfera del trabajo asalariado. Entonces, teniendo en cuenta que el proceso de mercantilización de las relaciones sociales marginó actividades distintas del trabajo asalariado a espacios residuales e infravalorados socialmente -y que el trabajo ha sido reemplazado como utopía por la comunicación(15)- la pregunta que cabe hacerse es qué está pasando realmente con el valor trabajo, en una sociedad salarial (Gorz 1991) -o sociedad del trabajo (Offe 1984), o sociedad de consumo (Baudrillard 1974)- en la cual el cambio de modelo excluye de la esfera del trabajo asalariado a un importante volumen de personas y condena al trabajo deslegitimado a otra porción importante de la población -precarios e informales- mientras las medidas de previsión social -estado de bienestar- se debilitan.
 

Aproximación metodológica al cambio del valor trabajo

Cuando nos planteamos el problema a resolver -cómo los cambios del mercado de trabajo estaban afectando a la valoración que las personas hacen del trabajo en sí- partíamos de un conocimiento bastante ajustado de los cambios que se habían producido en la estructura económica a diferentes escalas, pues las fuentes son abundantes y precisas, con excepción de la gran escala cuya evaluación requería trabajo de campo acotado con precisión. Se trataba no de conocer un estado de opinión general acerca del trabajo -lo que hubiera requerido una gran encuesta de opinión- si no de señalar un ámbito restringido donde se hubiera producido un cambio modélico hacia el neoliberalismo a partir de una estructura industrial de concentración, es decir heredada del modelo fordista de producción. Si bien existen un número significativo de empresas con esas características, la dificultad empieza a crecer cuando pretendemos localizarlas en un radio de acción corto -que permita el estudio con un presupuesto muy limitado- y que sean accesibles para extraer información. Las viejas empresas españolas de concentración han sufrido grandes transformaciones, han sido absorbidas por otras firmas más nuevas que han liquidado a la plantilla anterior, o han desaparecido durante los años ochenta. Afortunadamente contábamos con un caso de posible idoneidad, aunque desconocíamos la accesibilidad en el presente y la posibilidad de relevar fuentes primarias mientras que las fuentes secundarias no parecían poder satisfacer el proyecto planteado.
 

Historia de ITT, luego Standard Electrica S.A., luego Alcatel

La ITT instaló su primera compañía telefónica en España en 1924; su fundador Sosthenes Behn -coronel Behn- fue un oportunista aventurero que comenzó enriqueciéndose con el negocio del azúcar pero que terminó creando una tela de araña mundial que no sólo iba a producirle altos beneficios sino una buena parte de la información en el mundo. El coronel Behn descubrió la importancia de la naciente telefonía en Norteamérica, empezó robando el nombre a la empresa ATT, cambiando solo una letra, y aprovechando la ley anti thrus acabó repartiéndose el mercado mundial con ATT: para ésta el norteamericano y para la ITT el internacional. En España Sosthenes Behn ofreció al dictador Primo de Rivera montar una gran empresa para organizar el caos telefónico que existía comúnmente con la llegada del invento telefónico. Le vendió el proyecto que resultó ser la Compañía Telefónica Nacional de España (CTNE) actual. Tras la victoria de los golpistas españoles, el régimen de Franco nacionalizó la Compañía Telefónica Nacional de España y esto fue ventajoso para Sosthenes Behn ya que disfrutó durante todo el franquismo de un régimen de monopolio de hecho y de derecho como abastecedor de la CTNE.

Empresa Modelo a final de los años sesenta, constaba de una base productora organizada en talleres tayloristas con cadenas de producción, mediante sistemas de racionalización del trabajo –movimientos cronometrados y tiempos de producción a destajo(16)– y con pocas comodidades en cuanto a los niveles de calidad ambiental en el trabajo, aunque la seguridad e higiene estaban bien cuidadas y sometidas a control del sindicato único o sindicato vertical. Esta producción se guardaba en enormes almacenes junto al muelle, desde donde los camiones la distribuían al exterior. Era como un grupo de empresas concentradas en una sola ciudad. En torno al trabajo –como ocupación asalariada llevada a cabo en un espacio laboral– existía una vida social muy activa y todas o casi todas las personas, se hallaban vinculadas a uno u otro de los grupos sociales extra laborales, y a veces su participación acababa en los límites de la propia empresa.

Todo este panorama comenzó a cambiar con la puesta en marcha de un modelo neoliberal aparecido en España tras el franquismo. La ruptura de la unidad obrera –con la aparición de numerosos grupos sindicales y políticos– favoreció la entrada del nuevo modelo económico industrial y comenzó la reconversión Industrial -que ha sido en realidad una reconversión del modelo de contratación. A pesar de ello, la introducción de los expedientes de regulación –despidos y congelación salarial– no pudo hacerse sin conflictividad, tal y como podía preverse, por lo que se ensayaron múltiples formas de división y deconstrucción de la socialización existente. Tras esta experimentación y este aprendizaje en Alcatel, se extendió el modelo de reconversión a otras empresas y sectores (trabajo de campo). Así, una vez agotada la respuesta conflictiva en la empresa Standard Eléctrica, se realizó la venta a la multinacional de capital original francés Alcatel y, esta pudo reorganizar el régimen interior y la producción, conforme a las exigencias de flexibilidad laboral del nuevo modelo económico(17).
 

La empresa Alcatel como caso de estudio

Alcatel era conocida y largamente observada por uno de los miembros del equipo desde comienzo de los años setenta - entonces Standard Electrica S.A-ITT - hasta la fecha, y se tenía constancia que había sido un modelo de empresa de concentración- ; es importante saber que su plantilla se caracterizaba por su alta conciencia de clase o lo que es igual: nivel de identificación a través del trabajo. En aquella época había llegado a tener 17000 empleados de los que poco más de 10000 pertenecían a fabricación directa. Justo antes de la venta a Alcatel la plantilla ITT llegó a los 21000. Todos con contrato fijo y directo hasta la Reconversión. Alcatel, multinacional de origen francés debe su presencia en España a la compra de Standard Eléctrica S.A., cuando a mediados de 1987 la International Telegraf and Telephonic (ITT), una vez liquidada la estructura fordista, negoció la venta de este enclave multinacional que tenía también sedes en América Latina y en el Magreb.

Alcatel es hoy una empresa multinacional con implantación en cuatro de los cinco continentes, especializada en el ramo de las comunicaciones avanzadas y en el mercado de la telefonía como proveedora de equipos telefónicos y de servicios derivados. Aunque las filiales tienen autonomía relativa de funcionamiento, existe una fuerte comunicación entre empresas de los diferentes países, más que entre empresas españolas vinculadas comercialmente. Alcatel España tiene una plantilla aproximada de 4.000 empleados(18), hombres y mujeres vinculados laboralmente con contratos relativamente estables. Además cuenta con la presencia en sus instalaciones de un número alto y variable –no definido– de empleados diferidos o subcontratados que se diferencian del resto de la plantilla por las condiciones laborales más precarias. También un sinnúmero de empleados –empresas medianas, pequeñas e individuos– que de manera puntual o regular efectúan trabajos contratados por la dirección de Alcatel.
 

Diseño de la estrategia de la investigación

Una vez que acotamos la pregunta que deseábamos indagar, situada en el marco teórico, hallado el lugar idóneo para el estudio, nos planteamos los objetivos específicos y las herramientas técnicas: Necesitábamos conocer la valoración del trabajo de al menos dos grupos de personas: empleadas desde el modelo de concentración y personas empleadas después de la implantación del cambio de modelo. Queríamos que se encontraran el mismo número de mujeres que de hombres en ambos grupos pues, es sabido que el trabajo -acepción empleo- adquiere diferente lugar en la jerarquía de valores según el género al que se pertenezca. Finalmente consideramos que habría que contrastar con un tercer grupo: personas desempleadas. La herramienta técnica que pareció más oportuna para detectar la valoración del trabajo a través del discurso, fue la entrevista y, concretamente la entrevista abierta realizada en profundidad, con tiempo suficiente y en el propio lugar del trabajo a personas seleccionadas. Según se concretaba este proceso de investigación, con los recursos de que disponíamos lograríamos una veraz aproximación al objeto de estudio(19) pero no una mayor generalización, lo que quedaba para posteriores proyectos. Realizamos un número muy limitado de encuestas, ocho, a otros tantos informantes -cuatro hombres y cuatro mujeres- rigurosamente seleccionados y valoramos que la construcción del discurso aclaraba suficientemente aquellos puntos que buscábamos.
 

El análisis del discurso valorativo del trabajo

Para realizar la comparación entre discursos elaboramos un gráfico con dos ejes: cada eje deberían contener todos los elementos discursivos que manejaban las personas entrevistadas pero dispuestos en valores que oscilaban entre los extremos positivo y el negativo. Así un eje vertical señalaba un extremo en el que el trabajo representara un valor muy alto en la vida de la persona encuestada, una forma de identidad y socialización que tuviera el trabajo como algo esencial, como un modo de vida y, en el otro extremo el trabajo fuera sólo funcional o instrumental para sobrevivir; extremo al que llamamos medio de vida. En el otro eje los extremos marcan la satisfacción e insatisfacción conseguida a través de la experiencia laboral vivida; a uno de los extremos lo denominamos realización y al otro frustración. En el espacio de esos ejes se insertan los elementos discursivos de cada uno, produciendo un diagnóstico individual y una gráfica con qué comparar la relación valor-satisfacción entre unos y otros entrevistados. Las nociones que se establecieron demarcaron cuatro discursos posibles:

Discurso I: Definido por el cuadrante modo de vida – realización, representa aquellos discursos en que se percibe el trabajo como un valor central en la vida del informante y además le produce suficientes satisfacciones para encontrarse bien y mantener expectativas de mejoras alcanzables por medio de su dedicación profesional. Se pueden diferenciar dos líneas argumentativas: A) posición intermedia o de moderada satisfacción;
B) Se caracteriza por llegar a un grado alto de valoración del trabajo, representa confianza en el triunfo.

Discurso II: Definido por el cuadrante medio de vida – realización. Manejan elementos discursivos donde el trabajo aún siendo un medio fundamental para la realización personal, tiene para las personas un valor meramente instrumental, es decir, un medio que les aporta recursos económicos.

Discurso III: Definido por el cuadrante medio de vida – frustración. En este discurso el trabajo tiene un valor instrumental, es un medio para conseguir recursos económicos, pero frente al anterior discurso, el trabajo es uno de los motivos principales de frustración personal. Es un discurso donde se percibe el trabajo como una actividad penosa pero necesaria para vivir.

Discurso IV: Definido por el cuadrante modo de vida – frustración, representa aquellos discursos que ven el trabajo como un valor central en sus vidas y que sin embargo es una fuente de frustración personal. Ninguno de los entrevistados maneja elementos discursivos que pudieran situarlo en este cuadrante.
 

Resultado del análisis de los discursos sobre el valor trabajo

La primera conclusión que pudimos extraer es que este método gráfico de analizar el discurso –poco utilizado desde la Geografía- aporta más riqueza y matices de lo que pudimos prever y que resulta muy interesante para el trabajo en equipo interdisciplinar. También constatamos rápidamente que tanto los discursos y como las situaciones laborales recogidas con la observación y entrevistas, no resultaban "típicas europeas" ya que la información recolectada reflejaba tanto la situación española como podía reflejar la chilena o la mexicana, en algunos sectores ocupacionales(20).

Se vio también que la pertenencia a los cuatro discursos señalaban poca importancia a las "diferencias de partida"; habíamos esperado que este factor apareciera, especialmente en los grupos de edad, por el contrario el discurso "I" podría agrupar a quienes fueron empleados en la etapa anterior a la reconversión y hoy tienen un papel dirigente y buenas expectativas dentro de su estatus profesional, como así quedaba claramente representado el responsable sindical entrevistado cuyo presente laboral lo llevaba a prestigiosas reuniones internacionales de trabajo y a continuas promociones en la empresa. Para él "no habían ocurrido grandes cambios" pero si mejoras y su conclusión es "que hay que saber adaptarse" . No sucedió así con otros entrevistados con igual formación y con o sin empleo estable. En el discurso IV no pudimos situar a ninguna persona entrevistada pues estaban claramente en el II y III. De manera que puede afirmarse que el trabajo ha perdido mucho del papel central que ocupaba en la vida de las personas -de las propias personas entrevistadas- hace diez o quince años. Los cuatro discursos muestran como "antes tenía significado eso de ser un obrero o un trabajador", o "tener conciencia de clase". Ahora no define: "no significa nada".

Los discursos que muestran el trabajo como un valor importante pero instrumental permiten observar un mayor peso dado al valor ocio o "vida personal", entendiendo como tal aquella parte del esfuerzo que se realiza por decisión propia y al margen de la relación mercantil. En estos discursos el tiempo dedicado al trabajo remunerado adquiere –en mayor o menor grado- connotaciones de frustración, sea por el propio desempeño, por el ambiente laboral, por la inestabilidad o por el conjunto de los factores. En el discurso II no se argumenta con valores extremos de realización: no aparece gran satisfacción, pero tampoco hay baja valoración del trabajo. En el discurso III, también clasificado el valor trabajo como instrumental, aparece mayor frustración, o mayor ausencia de satisfacción, a la vez que se vive penosamente la vida laboral por lo que el trabajo aparece representado con términos que aluden a precariedad, dureza e injusticias. En definitiva los discursos II y III podrían representar la nueva valoración social del trabajo, tanto en la población activa empleada como en la desempleada.

Como resultado de este trabajo exploratorio podríamos aventurar ya una hipótesis y es que el cambio de valor del trabajo se ha producido muy rápidamente por la propia centralidad anterior del valor trabajo y por la inminente necesidad de elaborar estrategias para sobrevivir sea cual sea el nuevo modelo de mercado laboral. Las personas activas laboralmente, necesitan adaptarse mentalmente o se ven expulsadas del mundo laboral.

Es posible que todavía hoy el trabajo sea "un modo de vida" en las percepciones de una buena parte de la población, especialmente en la que ya no tiene que competir por mantener su puesto o encontrar otro nuevo, y en la memoria narrativa de cierta literatura, pero esto sirve de poco para comprender y prever qué nuevos fenómenos sociales se han gestado al calor de este cambio tan relevante.

La socialización a través del trabajo implicaba también -como se ha expuesto al principio- mecanismos de seguridad social y ámbitos de sociabilidad que al desaparecer permiten inferir pauperización, desestructuración y aumento de la soledad o aislamiento, especialmente en las grandes ciudades. Uno de los más importantes efectos ha sido -y de forma inmediata- el retraso en la edad nupcial y en la edad de tener el primer hijo, ya que se ha retrasado la edad de entrada al mercado laboral y aún más la edad de adquirir una cierta estabilidad en los ingresos. En las generaciones anteriores, concretamente en la población "prejubilada", uno de los efectos más lamentables ha sido la brusca ruptura con la camaradería y con la orientación sociolaboral y fiscal, función que están cubriendo eficazmente los sindicatos, vinculada al centro de trabajo.

La desorientación de una población mayor pero relativamente joven que debe contribuir indefinidamente al mantenimiento de sus hijos e hijas; la falta de perspectivas de futuro de la generación que intenta integrarse al empleo; la precariedad y la inestabilidad de las nuevas cohortes de población activa; la frustración de aspiraciones modestas como conseguir una vivienda y una estabilidad en los ingresos para poder formar familia; el sutil desmantelamiento de las políticas sociales tradicionales que se van dejando sentir en los usuarios; así como otros fenómenos causados por el proceso neoliberal -nuevas formas de socialización, fórmulas violentas de afirmación, etc.- son realmente los objetivos que deben dirigir nuestras preocupaciones. Parece acertado traer aquí las recomendaciones de Alonso: es preciso abandonar teorías deterministas y totalitarias que anuncian con aires catastrofistas el fin del trabajo, y en cambio no son capaces de vislumbrar todo lo que bulle y se crea en el ámbito de la sociedad. La mayoría de estas teorías se convierten en simples recetarios elaborados desde cómodos despachos, aplicables, teóricamente, a cualquier situación pero que ignoran a los realmente afectados por esta crisis. Es en consecuencia la sociedad, las redes sociales, los flujos de opinión, los testigos del cambio que se está operando en la valoración social del trabajo.

Llama sin embargo la atención la pervivencia de la connotación identitaria de legitimidad u honestidad, vinculada al hecho de ser trabajador, concretamente nos referimos al permiso de trabajo como requisito para considerar legal o ilegal a una persona. Elemento que hoy se enarbola desde las instituciones que regulan la libertad de circulación de las personas y que alimenta, en la población nativa del Estado Español, los intereses individuales o una mezcla de componentes egoístas, racistas y/o xenófobos -fenómeno que se relaciona con la competencia por los recursos escasos-. Tal parece que la capacidad legitimadora del empleo adquiere matices de identidad nacional y ahora somete a prueba a la población inmigrante. Aquella concepción del trabajo como indisociable de la ciudadanía, empobreció y limitó la concepción global de ciudadanía al tener como principal referente el ámbito del mercado laboral: quien no tiene trabajo carece de plenos derechos ciudadanos. Así, los derechos humanos en la Unión Europea están sufriendo un ataque ultraconservador con el propósito de sustituirlos por los derechos ciudadanos.

Esta legitimación de los seres humanos a través del empleo colisiona hoy con uno de los logros más significativos del siglo XX: la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Declaración imprescindible para una convivencia pacífica, democrática y humanista, desde la cual no es posible calificar de ilegales a las personas por el hecho de carecer de unos formularios administrativos.

Cambios en el mercado, cambios en los valores, cambios en la identidad... En términos generales, es posible afirmar que el mercado de trabajo tiene la capacidad de transmitir los impactos externos de la economía y de los procesos de reestructuración interna a las perspectivas de empleo, a los ingresos y a la calidad de vida, tanto de las personas como de los distintos colectivos, grupos de identidad o comunidades.
 

 Notas

1. María Teresa Ayllón Trujillo, Irene Rey Álvarez, Ricardo Rubio González y Antonio Vieyra Medrano “Reconversión industrial y mercado laboral. Una Aproximación al Cambio del Valor Social del Trabajo”, trabajo de investigación para el Título UCM de postgrado en Sociología del Trabajo “Experto en Trabajo, Empleo y Desarrollo desde una Perspectiva Global”. Instituto Universitario IEPALA, Universidad Complutense de Madrid. Madrid, 2000. Periodo de trabajo de campo: diciembre 1999- abril 2000.
2. Antonio Antón 2000:26-30,
3. Polanyi, 1944: 267
4. Serrano 1998:27-49
5. Rifkin, 1996. Pág. 17; Freeman  y Soete, 1994. Pág. 28; Vaquero, C., 2000:66-72
6. Serrano 1998:27
7. Freeman y Soete, Op. Cit. Pág. 29; Jiménez y otros, 1998; Ayllón et al. 1999
8. Ayllón, Rey, Rubio y Vieyra, 2000: 11-22
9. Benería, 1991. Pág. 24. Ayllón, 1998 y 1999
10. Barajas y Fuentes, 1994. Pérez, 1998
11. Pérez, 1998
12. Según ha observado Thurow (1996) en Estados Unidos, durante los 20 años de política neoliberal. Citado por Carlos Vaquero, 2000: 80.
Efectivamente, el modelo que Europa está importando tiene el mayor porcentaje de población por debajo de la línea de la pobreza (19’1%) de los países desarrollados (PNUD 1999).
13. PNUD 1999
14. Antunes, 1999. En: Castillo, J. 1999
15. Castells, M, 1989; Antunes, 1999. Op. Cit. Citando a Habermas, 1989; Méda, 1995.
16. Supone una operación valorada en un tiempo de realización; cuando se consigue aumentar la producción en esa unidad de tiempo, se cobra una prima o plus de dinero. Por debajo del tiempo estimado de realización se supone una baja productividad y se penaliza de diferentes formas.
17. Fuente: Resumen propio a partir de Alonso Ríos y Erroteta, 1982 y observaciones de campo
18. 6.000 en plantilla en el año 2000, durante la realización del proyecto. La reconversión o juego de fusiones, fracturas, nuevas contrataciones  y despidos masivos, continúa expediente, tras expediente, cada año.
19. Una investigación más completa se ha comenzado ya como tesis doctoral en Sociología del Trabajo (UCM) que parte de este trabajo de aproximación.
20. Éramos tres geógrafos y una socióloga -dos hombres y dos mujeres- de tres nacionalidades: dos españolas, un chileno y un mexicano. En total cuatro trayectorias académicas y laborales muy diversas.
 

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© Copyright Mª Teresa Ayllón Trujillo, Antonio Vieyra Medrano, Ricardo Rubio González e Irene Rey Álvarez, 2002.
© Copyright Scripta Nova, 2002
 

Ficha bibliográfica

AYLLÓN, M. T. VIEYRA, A. RUBIO, R. REY, I. Cambios en el mercado laboral, en el valor del trabajo y en las identidades.  Scripta Nova, Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona, vol. VI, nº 119 (120), 2002. [ISSN: 1138-9788]  http://www.ub.es/geocrit/sn/sn119120.htm


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